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Ha logrado dirigir a algunas de las orques- tas sinfónicas más prestigiosas del mun- do, aunque… Alguien podría pensar que un director sencillamente agita la batuta delante de los músicos… (Risas) El Don Quijote está escrito, pero depende quién sea el orador que hay de- trás, puede hacer que esa obra nos haga soñar o nos deje indiferentes. La forma de respirar, la forma de articular, la forma de frasear… todo eso hace que ese texto real- mente emocione. Esa es la labor de un di- rector de orquesta. Una obra puede sonar absolutamente plana, o completamente emocional; esa es la gran diferencia. Desde el día en que explica en casa que va a estudiar dirección musical hasta hoy, su carrera se ha lanzado directamente al éxi- to, ¿la realidad supera las expectativas? No sabría decirlo, soy una persona que siempre ha disfrutado mucho del camino, nunca me he marcado objetivos finales. Creo que los objetivos obsesionan, y mu- chas veces no dependen solamente de uno mismo. Quizá esto hace que alcances me- tas que ciertamente no estaban en la agen- da. Lo más emocionante es sentirme viva como artista y como persona. A inicios de 2009 visitó África. Ayuda a re- lativizar el éxito… Cierto. De hecho yo siempre defiendo que el éxito es maravilloso pero ante todo hay que dar gracias a la vida por lo que uno tiene, por la salud, por la ilusión… Yo, de verdad, no me canso de dar gracias a la vida por la oportunidad que me ha dado, porque uno no es dueño de su vida don- de nace, sobre todo es dueño de escribir los pentagramas de su historia cuando se encuentra dentro de un entorno que le da esas posibilidades. Por tanto yo soy muy consciente y muy frágil como artista, o aún más cómo persona, en el sentido de que yo priorizo la importancia de la salud, y veo el privilegio que tengo de poder vivir de una profesión que adoro. Sin embargo, el contrapunto lo pone la exigencia de la profesión elegida; hoteles, viajes, y un ritmo de vida que no deja de- masiado tiempo para uno mismo, ¿no? Es verdad, como dices es el contrapunto. Cuando uno vive la vida con tanta intensi- dad, cuando uno es tan autoexigente como yo, también sufre. Dar lo mejor al público en cada concierto, a un ritmo alto de con- ciertos, te hace estar en constante alerta y DIRIGIR UNA ORQUESTA PASA POR ESTABLECER PUENTES AFECTIVOS, SOMOS UN GRAN EQUIPO QUE RESPIRA AL UNÍSONO Shara Cuando empezó a estudiar piano con 4 años, “la música se convirtió en algo tan intenso y apa- sionante”, que Inma Shara (Amurrio, 1972) ca- nalizó todos sus sueños para llegar a ser una de las mejores directoras de orquesta sinfónica del mundo. Desde el Vaticano, donde fue la prime- ra mujer en dirigir una orquesta, hasta el Victoria Eugenia donde espera “volver pronto”, su carrera discurre entre las mejores orquestas y los mejores escenarios del mundo. > Entrevista Texto: Iñigo Asensio Fotos: José Miguel Llano Inma > 943 MAGAZINE < 50

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Ha logrado dirigir a algunas de las orques-tas sinfónicas más prestigiosas del mun-do, aunque… Alguien podría pensar que un director sencillamente agita la batuta delante de los músicos…(Risas) El Don Quijote está escrito, pero depende quién sea el orador que hay de-trás, puede hacer que esa obra nos haga soñar o nos deje indiferentes. La forma de respirar, la forma de articular, la forma de frasear… todo eso hace que ese texto real-mente emocione. Esa es la labor de un di-rector de orquesta. Una obra puede sonar absolutamente plana, o completamente emocional; esa es la gran diferencia.

Desde el día en que explica en casa que va a estudiar dirección musical hasta hoy, su carrera se ha lanzado directamente al éxi-to, ¿la realidad supera las expectativas?No sabría decirlo, soy una persona que siempre ha disfrutado mucho del camino, nunca me he marcado objetivos finales. Creo que los objetivos obsesionan, y mu-chas veces no dependen solamente de uno mismo. Quizá esto hace que alcances me-tas que ciertamente no estaban en la agen-da. Lo más emocionante es sentirme viva como artista y como persona.

A inicios de 2009 visitó África. Ayuda a re-lativizar el éxito…Cierto. De hecho yo siempre defiendo que el éxito es maravilloso pero ante todo hay que dar gracias a la vida por lo que uno tiene, por la salud, por la ilusión… Yo, de verdad, no me canso de dar gracias a la vida por la oportunidad que me ha dado, porque uno no es dueño de su vida don-de nace, sobre todo es dueño de escribir los pentagramas de su historia cuando se encuentra dentro de un entorno que le da esas posibilidades. Por tanto yo soy muy consciente y muy frágil como artista, o aún más cómo persona, en el sentido de que yo priorizo la importancia de la salud, y veo el privilegio que tengo de poder vivir de una profesión que adoro.

Sin embargo, el contrapunto lo pone la exigencia de la profesión elegida; hoteles, viajes, y un ritmo de vida que no deja de-masiado tiempo para uno mismo, ¿no?Es verdad, como dices es el contrapunto. Cuando uno vive la vida con tanta intensi-dad, cuando uno es tan autoexigente como yo, también sufre. Dar lo mejor al público en cada concierto, a un ritmo alto de con-ciertos, te hace estar en constante alerta y

DIRIGIR UNAORQUESTA PASAPOR ESTABLECER

PUENTESAFECTIVOS,SOMOS UN

GRAN EQUIPOQUE RESPIRA AL

UNÍSONO

SharaCuando empezó a estudiar piano con 4 años, “la música se convirtió en algo tan intenso y apa-sionante”, que Inma Shara (Amurrio, 1972) ca-nalizó todos sus sueños para llegar a ser una de las mejores directoras de orquesta sinfónica del mundo. Desde el Vaticano, donde fue la prime-ra mujer en dirigir una orquesta, hasta el Victoria Eugenia donde espera “volver pronto”, su carrera discurre entre las mejores orquestas y los mejores escenarios del mundo.

> Entrevista

Texto: Iñigo Asensio Fotos: José Miguel Llano

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en definitiva te hace vivir otros aspectos de la vida con menos intensidad.

¿Existe una comunicación personal con cada miembro de la agrupación?Es fundamental, cuando uno está posicio-nándose como trasmisor de sentimien-tos, cuando se está hablando del lenguaje universal por excelencia, que es la músi-ca, cuando uno tiene eso en sus manos, no puede hacer otra cosa que ejercer el lide-razgo no sólo desde el punto de vista for-mal, sino moral. Y esto pasa por el contacto absoluto, por la comunicación constante con la orquesta, y por establecer puentes afectivos. Somos un gran equipo que res-piramos al unísono, esto es lo más mara-villoso.

Considera que la orquesta sinfónica si-gue estando aún lejos del gran público?Hay cierto tipo de repertorio que toda-vía se posiciona un tanto elitista, pero yo siempre he pensado que el público debe acercarse a la música clásica, porque la música clásica no hay que entenderla, hay que degustarla. La música clásica es por y para todos.

Responda por enésima vez a esta pre-gunta. ¿Cómo afecta ser mujer, y además joven y atractiva, cuando una lucha por hacerse un hueco dentro de la música clá-sica?Lo digo de la manera más sincera posible, no es argumento, ni en un sentido ni en otro. Cuando dirijo una orquesta me po-

siciono como ser humano y como artista. Desde esa perspectiva ser mujer no es una condición ni favorable ni perjudicial, y des-de luego no puedo aportarle ningún prota-gonismo. El talento, bueno o malo, se pro-yecta desde el interior del ser humano. Lo digo sinceramente.

Dejemos de lado el hecho de que fuera la primera mujer en dirigir una orquesta en el Vaticano; cuénteme lo que sintió.Fundamentalmente para mí es un moti-vo de gran alegría, no por ser la prime-ra o la segunda, sino por el hecho de po-der estar en ese lugar privilegiado, porque no solamente es un regalo artístico, sino fundamentalmente es un regalo personal. Cuando uno dirige en el Vaticano, tiene la sensación de abrazar el pasado, el presente y el futuro.

¿Ese instrumento que le gustaría apren-der a tocar?El violoncello.

He leído que es usted muy romántica, el violoncello es el timbre romántico por ex-celencia…(Risas) Claro, a mí me parece apasionante, tiene un timbre absolutamente aterciopela-do… Me encanta el violoncello… Es mi oji-to derecho dentro de la cuerda.

Hablando de cuentas pendientes, ¿una obra que le hubiera gustado componer?La Segunda sinfonía de Rajmáninov. Me apasiona. {943}

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