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- 1 - Historias, sentimientos y anécdotas sobre Ricardo Luti 1991 Sinceramente coincido plenamente en lo que Ricardo Luti fue, un ser excepcional, un grande, solamente los que estuvimos al lado de él sabemos lo que fue. Profesor, amigo y compañero, con hermosas anécdotas de sus viajes que te los hacia vivir a pleno sin viajar. Nunca se olvidaba cuando regresaba de sus viajes y nos traía alguna artesanía o cualquier souvenir que nos ponía muy contentos. Pero seguramente que lo veremos más adelante y seguiremos hablando como solucionar los problemas de este mundo. José Casermeiro Seguramente volverá a visitar indígenas del Amazonas que volverán a llamarlo Aricaro, tendrá nuevas tarántulas y boas de mascotas, coleccionara miles de diapositivas tomadas en los cientos de nuevos lugares que visitara. Seguramente que volverá a encontrar algún otro Champaquí, algún otro cerro para descubrir nuevos horco molles, horco quebrachos y tabaquillos. Y después volverá para contarles (seguramente a los Ángeles esta vez) sobre sus interminables aventuras, para enseñarles a reconocer las nuevas especies vegetales y para descubrir un nuevo lugar que valdrá la pena transformar en reserva natural. Ricardo fue uno de esos faros que guían el camino. Y lo seguirá siendo para muchos de nosotros. David Gorla

Historias de Ricardo Luti

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Material con fotos y anécdotas del Profesor Ricardo Luti, distribuido en el acto en su homenaje el 30 de marzo del 2011 en la Facultad de Cs.Exactas, Físicas y Naturales.

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Historias, sentimientos y anécdotas sobre Ricardo Luti

1991

Sinceramente coincido plenamente en lo que Ricardo Luti fue, un ser excepcional, un grande, solamente los que estuvimos al lado de él sabemos lo que fue. Profesor, amigo y compañero, con hermosas anécdotas de sus viajes que te los hacia vivir a pleno sin viajar. Nunca se olvidaba cuando regresaba de sus viajes y nos traía alguna artesanía o cualquier souvenir que nos ponía muy contentos.

Pero seguramente que lo veremos más adelante y seguiremos hablando como solucionar los problemas de este mundo.

José Casermeiro

Seguramente volverá a visitar indígenas del Amazonas que volverán a llamarlo Aricaro, tendrá nuevas tarántulas y boas de mascotas, coleccionara miles de diapositivas tomadas en los cientos de nuevos lugares que visitara. Seguramente que volverá a encontrar algún otro Champaquí, algún otro cerro para descubrir nuevos horco molles, horco quebrachos y tabaquillos. Y después volverá para contarles (seguramente a los Ángeles esta vez) sobre sus interminables aventuras, para enseñarles a reconocer las nuevas especies vegetales y para descubrir un nuevo lugar que valdrá la pena transformar en reserva natural.

Ricardo fue uno de esos faros que guían el camino. Y lo seguirá siendo para muchos de nosotros.

David Gorla

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Cerro Azul

Como estudiante yo ayudaba en el Centro de Ecología en lo que hiciera falta para aprender.

Un día Luti nos compromete para ir a censar las clausuras al Cuadrado y allí fuimos.Era mi cumpleaños y sin que nadie le dijera, cuando bajó a comprar víveres para el día me trajo de regalo un guindado. ¡¡¡Adoro el guindado!!!! Trabajamos todo el día y volví quemada como un cangrejo, pero fue uno de mis mejores cumpleaños.

En esos altos pastizales yo me perdía fácilmente a la vista por ser petiza. Luti siempre decía que me iba a poner un globo para saber dónde estaba.

Cecilia Estrabou

Seguro nuestro mundo se llenó de tristeza, por el impacto esperado de la noticia, pero pasaron estos días y vienen a mi (quizás muchos compartan) las innumerables vivencias tan bien relatadas por David, pero indudablemente que lo más fuerte que deja Luti es su posicionamiento frente al mundo su ausencia de discriminación frente a la gente y su cultura, su respeto inmensurable sobre cada alumno tratando de ver cuál era el resquicio de cada pasión escondida y así incentivarla posesionándolo con los otros, esas pequeñas atención luego de sus viajes, ese brillo cuando lo invitabas a viajar, a ser parte de un festejo o a apadrinar o discursear en entidades ignotas o universidades de "prestigio", todo eso más su espíritu de aventura, su pequeño gran escritorio abarrotado de mágicas fotos, contactos o cartas escritas de todo el mundo, su mirada docente, su soledad diferente, esto me dio Ricardo, al que siempre recuerdo con mis pasados y actuales alumnos esa referencia ese mojón en la vida, no ha hecho otra cosa que iniciar un nuevo viaje, gracias, LUTI.

Marcelo Miguel (el turco) uno más...entre todos nosotros.

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Tucumán, 1958

Cuando organizamos el curso de Políticas de Conservación en 1995 con John Cartwright, un profesor de Canadá, al finalizar no reunimos social y gratamente en mi casa.

La cosa dio para danzar... en un momento Ricardo me invito a bailar una especie de Fox Trot; fue glorioso volábamos al son de la música sin cansancio y dejando a los asistentes de una pieza, asombrados por esa demostración de pericia, incluida yo que iba arrebatada y tratando de mantener el paso para hacer los honores a tamaño bailarín.

Debo acotar que a mi me encanta y se me da bien el ritmo, pero Ricardo por lejos ha sido la persona con la que mejor, baile en toda mi vida. Tal vez alguien más pueda atestiguar lo mismo.

Maura Beatriz Kufner

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1978

Luti siempre se caracterizó por ser muy correcto al hablar; nunca le escuchamos decir una grosería, salvo una oscura noche viajando, en la Pepa, por la provincia de San Luis. De pronto y quien sabe de dónde, un tipo medio borracho, en bicicleta, sin luz, se nos vino encima dándonos un tremendo susto. Ricardo se puso tan nervioso al pensar que lo podíamos haber matado que le grito: "Póngase una lucecita aunque sea en el culo"; casi simultáneamente se escuchó la carcajada de todos los que íbamos en la Pepa (que no éramos pocos).

También era (hablo en pasado por el tiempo transcurrido sin verlo y no por otra cosa) muy respetuoso de los reglamentos. Sobre todo si el no respetarlos perjudicaba a terceros. Por ejemplo (no recuerdo si estabas en aquella ocasión) en el refugio del Club Andino había que hacer silencio a partir de las 22 hs. El grupo era grande, acabamos de de cenar, se comenzaron a intercambiar chistes, a entonar canciones, etc. Pero parece ser que ya había gente interesada en descansar (incluido él) y el resto... ni en cuenta la hora. Se enojó mucho y nos hizo salir del refugio. Al principio no hubo problema (seguimos platicando, cantando, compartiendo la botellita de ginebra hasta que el sueño y el frío hicieron añorar nuestras bolsas de dormir. Llamamos suavemente un par de veces, pero ¡nada! Hasta que encontramos la solución: ¡¡¡Le dimos una serenata!!! Por supuesto nos abrió y nos dejó entrar. Por supuesto que a la mañana siguiente tuvimos, literalmente, nuestro "sermón de la montaña".

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Con los niños era muy juguetón y consentidor. A Alfredo, que era muy chiquito para entonces, le encantaba ir al departamento de Luti y jugar con la colección de huevos de piedra y de madera que, por cierto, estaban a su disposición. En las tres oportunidades que nos visitó en México, el regalo para Alfredo fue (obviamente) huevitos de piedra y también unos muy bonitos de madera.

Sigo... Era tanta la chochera que se tenían mutuamente con Alfre, sumado el hecho del pelo blanco de Ricardo que, durante la primera visita que nos hizo aquí en México, Alfre le dijo: "¿Oye Luti, no quieres ser mi abuelito?" Fue tal la risa que le dió, que se le caían las lágrimas... Estábamos festejando la llegada del 1982 en Valle de Bravo.

Vaquerías, 1974

...Así lo recuerdo a Ricardo. A veces se reía tanto (sobre todo cuando se ponía a contarnos historias de su familia, en especial de una tía) que nos contagiaba y terminábamos, como se dice, "llorando de risa".

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Mendoza, 1982

La verdad que a Luti, el mundo le quedaba chico. En cualquier rincón por donde anduviera, encontraba a algún conocido. Cuando estuvo visitándonos aquí en Xalapa pasó algo bien simpático. Regresando él y yo de andar caminando por el centro de la ciudad, mi madre le dice que acababa de hablarle un señor y que le pedía se comunicara con él a "x" número telefónico. ¿Cómo se dio esto? El señor, que era un gran amigo de Ricardo, pasaba en taxi justo ente a la catedral cuando nos vio caminando y reconoció a Luti. Se puso a pensar como localizarlo y, muy listo de su parte llamó al Instituto de Ecología preguntando por un Biólogo argentino llamado Ricardo Luti. Le dijeron que no sabían de él pero que lo comunicarían con otro biólogo argentino llamado Carlos Montaña. Entonces confirmó que sí se trataba de Ricardo, supo que paraba en nuestra casa y pudieron encontrarse. ¡¡¡Estuvo increíble!!! Además fue muy lindo para todos pues se trataba ni más ni menos que del papá de Joan Báez (una de nuestras cantantes favoritas..."allá lejos y hace tiempo").

Una vez que estuvo en África volvió cargadísimo y como compró muchas cosas a último momento en un mercado, metió todo en unas bolsas de red. Así bajó del avión en el aeropuerto, donde lo esperaban "personalidades" de la universidad y del gobierno de Córdoba, cargado con bolsas de mercado y con lanzas que le habían regalado y otras que había comprado. Se veía muy chistoso. Lo principal de esto es que refleja su sencillez y la poca importancia que le daba a las apariencias.

Josefina Barbano

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1991

Luti fue antes de empezar mi carrera una persona querida para mí. Él fue el ayudante de mi papá en las cátedras del Monserrat (mi papá amó ese colegio y fue la última actividad de la que se retiró)

Ya en la facu lo fue como para todos, una persona excepcional, un referente, un aventurero y mucho más.

Tengo una anécdota pero no creo que de para publicarla, vos sabrás a qué apuntan con esto.

Estaba yo rindiendo creo que mi último parcial de Geobotánica en un escritorio en la cátedra (había otro más rindiendo conmigo que no recuerdo si era Mary Lantieri), a libro abierto, "solos" al estilo "Luti", al rato pasa y pregunta ¿necesitan algo? a mi se me partía la cabeza y quería una aspirina, le digo si no es mucha molestia sería buenísimo un vaso de agua.

Viene el vaso, me pongo la aspirina en la boca y me mando un trago sin analizar demasiado nada (estaba concentrada rindiendo) cuando me doy cuenta (ya tragado) que era algo muy fuerte de alcohol y lo escupo, volvió matándose de risa, era un pisco peruano que le habían regalado en su último viaje y le pareció genial la idea de darme como agua, él sabía que yo no tomaba ni cerveza.

Dalmira Clariá

Este era simplemente para comentarte algo que posiblemente mucha gente desconozca respecto a la agrupación de Biología Ecotipo que estuvo relacionada con el querido Flaco Luti.

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Cuando un grupo de compañeros de carrera nos reunimos motivados por la idea de crear una agrupación de Biología, creo que corría el año 1976, nos sentimos con la necesidad de hacer conocer esta inquietud a algunos docentes de la carrera y pedir su apoyo. A uno de los primeros que fuimos a ver fue al Dr. Luti. Entre sus eternas pilas de papeles y desorden ordenado de su oficina nos atendió con la predisposición de siempre. Ojo, no era cualquier momento de la historia Argentina. Allí le expusimos nuestras ideas respecto a la agrupación. Como era común en el "Flaco" nos tiró todas buenas ondas y se entusiasmó con el proyecto. Cuando nos preguntó si teníamos el nombre y ante nuestra respuesta negativa nos propuso el nombre de Ecotipo. Argumentó que unos años antes otro grupo de alumnos habían organizado también una agrupación que se desagregó y que habían adoptado ese nombre. Pensaba que si lo utilizábamos íbamos a tener algunas gestiones facilitadas. Por supuesto la sugerencia nos gustó y nos apropiamos y aplicamos el término de inmediato.

Con este simple relato quería resaltar el hecho que la agrupación de Biología Ecotipo le debió su apoyo y su nombre, entre cuántas cosas más, al querido Dr. Luti, y que el Flaco se las podía jugar en cualquier cancha.

Jaime Polop

Cuando Luti tuvo que corregir mi "seminario" fui un sábado a la cátedra y estuvimos toda la tarde creo que terminamos a las 19 hs. Yo había usado la palabra marrón para describir el leño del "mato" y Ricardo me explicó que esta palabra era de origen francés - algo que obvio no tenía idea- y que su equivalente era pardo. Me encantó haber compartido con él ese día de tanto aprendizaje, tenía la virtud de explicarnos con ternura cuando cometíamos errores....eso sí siempre que fuera sábado.

Otra anécdota: cuando nos fuimos al sur a Parque Lanin él nos acompañó pero nuestro ómnibus tenía una manguerita que perdía combustible y se paraba en todos lados. El en un momento debió seguir viaje y separarse de nosotros pero nos prometió que al pasar por Bariloche avisaría - no recuerdo a quién - para que nos dieran albergue. Llegamos allí y nadie sabía nada de Luti... terminamos en un edificio en construcción en donde guardaban el ómnibus tirando las bolsas de dormir. Eso sí jamás nos hizo faltar en las caminatas los chocolates, las nueces y las frutas secas.

La última. Se fue de viaje no se a donde y había superabundancia de estudiantes haciendo los seminarios - llegamos a ser once en esa época- pero a su regreso trajo un regalo para cada uno de nosotros. Collares para Nelly, Alicia Solís, Mary etc y a nosotras nos trajo anillos de coco muy lindos. Por cierto cuando él regresaba se hacia un brindis al que estábamos invitados todos.

Alejandra Losano

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1992

Yo tengo una anécdota, pero desde cuando iba al Monse, en 4o. año, él nos daba biología junto con Juan Carlos Barrera como ayudante.

Con ese curso se planeó un viaje a Cerro Colorado, lugar que por entonces era casi inexplorado, estoy hablando 1967, por su puesto era toda una aventura, todos varones en carpas, a la orilla de un arroyo, con alguna guitarra y chacareras de por medio al anochecer con el fueguito alumbrando nuestros rostros, y el Flaco, contando sus historias por África y el Amazonas.

Fue esa noche, a mis 15 años, que pensaba lo lindo que sería ser biólogo, y aprender de plantas y aves que eran mi pasión desde chico, recorrer países, conocer maravillas naturales como él lo hacía. Y así fue, desde ese viaje inolvidable de compañerismo y reconocimiento de cuantas plantas, animales y observaciones que el Dr. Luti nos hacía, no me pude alejar de esta noble ciencia.

Hoy estoy en esta Institución, el CERNAR, que es un ejemplo en cuanto al cuidado del ambiente, de los recursos, de servicio a la comunidad, y de enseñanza para los alumnos de nuestra U.N.C.

José Toledo

Conocí a Ricardo en la facultad, el era docente, yo estudiante. Como yo era un amante de las montañas y "aventurero" nos hicimos amigos. Ricardo, una de esas personas que uno se alegra de

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haber conocido y disfrutado de su amistad, era un espíritu libre, sin ataduras, un ser excepcional. Fue un impulsor de que nos uniéramos los amantes de la montaña y de la aventura.

Marcelo Pensa fue sin duda quien plasmo la idea. un día nos reunimos un grupo y allí quedo formada la primera comisión directiva del Club Andino Córdoba. Ricardo no formo parte de dicha comisión pero siempre la apoyo.

Cuando surge la idea de hacer una excursión al Aconcagua oficialmente un viaje de estudios financiado en parte por la Universidad. Ricardo se anotó en primera fila. Para solventar los gastos hubo importantes aportes privados (comercios de Córdoba) y personales.

La excursión fue rigurosamente planificada, no se improviso nada. Se prepararon cajas, cada una de ellas contenía los alimentos y vituallas para cada día. En eso estuvo la mano de Ricardo. En la montaña, el fue el gran compañero, cordial, alegre, entusiasta, conciliador.

Establecimos el campamento base en Plaza de Mulas, al pie del cerro. Desde allí hicimos dos intentos de hacer cumbre. El primero se frustro cuando estábamos más arriba del nido de cóndores, a 5600 metros sobre el nivel el mar (nido de cóndores esta a 5300 metros) a causa de un temporal. Cuatro días después, habiéndose estabilizado el tiempo, hicimos el segundo intento (eso fue el 4-3-55). Pernoctamos en u refugio de montaña construido por el ejercito a unos 5700 metros. Estábamos Pensa, Luti, Angeleri, Murra y experiencia; yo no pude acompañarlo y la verdad que no recuerdo si lo hizo o no.

Frecuentemente íbamos a Los Gigantes a veces por varios días, donde compartíamos con el doctor Otto Schlaginweit, gran conocedor de esos cerros tan hermosos, profesor y amigo mío.

Julio Miranda

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Yo tengo tres recuerdos de nuestra relación con tan bella persona (entre otros) pero creo Miranda. Esa noche fue muy dura, Murra se puso mal y regreso al campamento base. En la mañana siguiente seguimos ascendiendo. Cuando estábamos a 6500 metros Alberto Angeleri se sentó en una piedra y dijo no va mas, se encontraba mal, se dormía y no razonaba bien, apunado total. Era muy peligroso dejarlo, debía regresar de inmediato algo que Pensa resolvió adecuadamente. Fue Ricardo quien de inmediato dijo yo regreso con Angeleri, sacrificando su deseo de ir a la cumbre, encontrándose en buenas condiciones físicas. (Va la foto donde esta conmigo desde el lugar en donde regreso al campamento base).

Con Pesa seguimos hasta la Canaleta a metros de la cumbre. Si te interesa algún día te cuento completa la historia que ahora no viene al caso. Recuerdo que un verano, en las vacaciones Ricardo me dijo si lo acompañaba a la vendimia en Mendoza, ojo! no a la fiesta si no a la cosecha de la uva, como cosechero.

Le pregunté por qué querría ir así; la respuesta es que tenía muchas ganas de hacer esa que estos 3 lo retratan bien en diferentes aspectos:

1) En noviembre de 1988 yo fui operado del corazón para reemplazarme una válvula cardíaca dañada por una endocarditis bacteriana. En esos momentos recibí el apoyo y ayuda económica de mucha gente de la Facultad. Ricardo fue a visitarme en dos oportunidades al volver a mi casa convaleciente: en la primera nos llevó un cheque por una suma importante para apoyarnos económicamente y en la segunda ya cerca de Navidad, fue con un pan dulce y una sidra para hacer un brindis. Lamentablemente no pudimos hacerlo con él ya que habíamos ido con mi esposa Nelly a un control médico y no nos encontró, por lo que dejó lo que llevaba con un familiar nuestro.

2) En su tan particular oficina de la Facultad, llena de libros, revistas, fotografías y recuerdos varios de sus múltiples viajes (lo que lo hacía para mí un lugar fascinante y acogedor), él tenía detrás de su escritorio un perchero de pie y allí colgados un saco a cuadros bastante pasado de moda y una corbata

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al mismo estilo con el nudo hecho. En una oportunidad que fuimos a verlo por temas de Ecotipo, nos atendió y luego se calzó su corbatita, el saco sobre su simple vestimenta habitual (pantalón y camisa) y nos dijo que tenía una reunión con el Rector de la Universidad. En esa época 1977 ó 1978 creo, estábamos en pleno Proceso Militar y la presentación personal era un asunto que se exigía para esa reunión...

3) En uno de los viajes que hicimos con él a las Salinas, recuerdo que con su habitual buen humor y jovialidad nos relató en un momento de esparcimiento, que algunos estudiantes en esos viajes seguían el siguiente itinerario en sus relaciones: Rumba, Amor...Mellizas... aludiendo a tres marcas de galletas dulces comunes en aquellas épocas y que seguramente muchos llevaban en los mismos...

Lo recuerdo como un gran docente que nos enseñó Ecología con pasión y nos transmitió el amor por la conservación de nuestros ambientes naturales a los que nos hizo conocer en los viajes de estudio, el respeto por la vida, y el trabajo del Biólogo como profesional comprometido con la realidad de nuestra Naturaleza.

Lo recuerdo entusiasmándonos para reflotar Ecotipo en épocas de disolución de los Centros de Estudiantes y prohibición de hacer política en la Universidad, acompañándonos para crecer como estudiantes de Biología o de Agronomía-y como seres humanos.

Gracias Ricardo por tu ejemplo y grandeza de hombre de bien.--

Ricardo Blengini

Cuando Cecilia Estrabou me incitó a escribir alguna anécdota sobre Ricardo Luti, me vinieron a la mente muchos recuerdos. Luti fue mi profesor de Geobotánica e hicimos tantos viajes en el ámbito de ECOTIPO y del CONACO. Además, fue el director de todas mis becas del CONICET lo cual me permitió compartir con él numerosos encuentros, actividades y fiestas del CERNAR. La verdad es que se me ocurrieron varias ideas, pero prefiero dejar de lado mis anécdotas ya que me parece más interesante relatar una historia del propio Luti, una de las tantas que solía contar. No recuerdo perfectamente todos los detalles, en cambio, tengo todavía muy vívida su imagen relatando las siguientes escenas.

Lugar: la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Período: finales de los años sesenta, principios de los setenta, una época difícil para el país, una época que yo como tantos otros tendemos a olvidar. Afuera hay una manifestación y la policía ataca a los manifestantes. La Facultad ha cerrado sus puertas por precaución, pero en su interior han quedado algunas personas. Se ha hecho muy tarde, los disturbios continúan y se oyen bombas y balas por todos lados. Luti espera con una estudiante detrás del portón principal. La chica acaba de terminar de corregir su tesis (en esa época se llamaba el Seminario). Parece muy angustiada pues había permanecido allí todo el día y su familia seguramente no sabe donde está (y no había celulares). Aferra la tesis entre los brazos cuando Luti le propone decidirse y salir. Abren el portón, afuera la gente grita, hay humo, barricadas y disparos. El es el primero, desciende corriendo la escalera del ingreso. La chica lo sigue por detrás, pero en la confusión la carpeta se le escapa de las manos. Las hojas se desparraman en el aire. Son hojas sueltas, escritas a máquina como se usaba en esos tiempos. La copia es única. A ella no le importan los disparos, desesperada se pone a juntar las hojas que quedan a su alcance. Luti duda si seguir

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escapando o volver a ayudarla. Decide volver. Entre corridas y disparos, entre policías y manifestantes, son los únicos que parecen ajenos a lo que sucede en la esquina de Vélez Sarsfield y Duarte Quirós.

Coral Acosta