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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE NICARAGUA, LEÓN CENTRO UNIVERSITARIO REGIONAL “MARLON ZELEYA CRUZ”, JINOTEGA CARRERA INGENIERIA EN AGROECOLOGIA TROPICAL AGROECOLOGÍA DAVID ESTRADA SANTANA

Folleto agroecología

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Page 1: Folleto agroecología

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE NICARAGUA, LEÓN

CENTRO UNIVERSITARIO REGIONAL “MARLON ZELEYA CRUZ”,

JINOTEGA

CARRERA INGENIERIA EN AGROECOLOGIA TROPICAL

AGROECOLOGÍA

DAVID ESTRADA SANTANA

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AGOSTO, 2011

Unidad I. Introducción a la Agroecología

Contenido: Concepto de Agroecología

Evolución del pensamiento agroecológico

Conceptos, enfoques, metas, y desafíos de la agroecología

Competencia: Comprende la dinámica del pensamiento propio de la agroecología,

sus raíces sus enfoques y el nuevo paradigma de la agricultura sostenible.

INTRODUCCION

El desarrollo de una agricultura eficiente y sustentable, una población sana y la

conservación de los fundamentos de la vida, exigen favorecer la opción de una

agricultura que fomente prácticas y técnicas amigables con el medio ambiente,

donde los agroquímicos sintéticos, todos tóxicos en mayor o menor grado, son

excluidos definitivamente.

La agroecología surge en Latinoamérica como respuesta a la crisis ecológica y sobre todo frente a los graves problemas medioambientales y sociales generados

por el "desarrollismo". Pronto se muestra, también en Europa, como la ciencia necesaria para interpretar el grave deterioro de los agrosistemas, que requerían

cada vez más la utilización de grandes cantidades de insumos para mantener sus capacidades productivas, generando a su vez problemas de contaminación ambiental y toxicológica.

En la búsqueda por restablacer una racionalidad más ecológica en la producción

agrícola, los científicos del agro han descuidado un punto clave en el desarrollo de

una agricultura más autosuficiente y sustentable: el conocimiento profundo de la

naturaleza del agroecosistema y los principios que regulan su funcionamiento.

Basado en nuevos resultados de investigación y descubrimientos prácticos, se

intenta en esta nueva edición de reenfatizar la importancia de la agroecología como

una disciplina que provee los principios ecológicos básicos para estudiar, diseñar y

manejar agroecosistemas que sean productivos y conservadores del recurso

natural, y que también sean culturalmente sensibles, socialmente justos y

económicamente viables.

La agroecología va más allá de una mirada uni-dimensional de los

agroecosistemas: de su genética, agronomía, edafología, etc. Esta abarca un

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entendimiento de los niveles ecológicos y sociales de la coevolución, la estructura y

funcionamiento de los sistemas. La agroecología alienta a los investigadores a

conocer de la sabiduría y habilidades de los campesinos y a identificar el potencial

sin límite de re-ensamblar la biodiversidad a fin de crear sinergismos útiles que

doten a los agroecosistemas con la capacidad de mantenerse o volver a un estado

innato de estabilidad natural.

La agroecología como ciencia puede ser definida como "la disciplina científica que

enfoca el estudio de la agricultura desde una perspectiva ecológica, pretendiendo

construir un marco teórico cuyo fin es analizar los procesos agrarios desde una

perspectiva holística (global), incluyendo las perspectivas del espacio y del tiempo

y considerando ensamblados los problemas sociales, económicos y políticos como

partícipes activos y pasivos en la configuración y desarrollo de los sistemas

agrarios".

La agroecología, como ciencia de síntesis, pretende dar respuesta a estas

situaciones de desequilibrio mediante un análisis global. La agroecología se

manifiesta como una ciencia viva, una ciencia con corazón, una ciencia que no

pretende estar en el pasado, ni en los libros, ni en las elucubraciones de los

historiadores agrarios. Una ciencia que no tiene límites, ni es aséptica, ni ajena a la

realidad tangible de la agricultura moderna de principios de siglo XXI. Una ciencia

políticamente democrática, porque incorpora y tiene presente en su análisis a la

mayoría de los ciudadanos, constituida inevitablemente por los que aún tienen que

nacer. Una ciencia económicamente justa y solidaria, en cuanto valora la

multifuncionalidad de las parcelas agrarias, especialmente en los servicios que

prestan a la naturaleza los campos cultivados: manteniendo el paisaje, preservando

la biodiversidad, conservando los suelos, sosteniendo una población, su cultura,

sus ritos y sus tradiciones..., al margen del valor que puedan obtener sus productos

en los mercados internacionales. Una ciencia socialmente ética en la que aparece,

como una inexcusable obligación por parte de cualquier investigador vinculado,

introducir tales consideraciones en sus perspectivas de análisis. Por último la

agroecología se define agronómicamente sostenible, puesto que se dota de los

instrumentos científicos necesarios para el análisis y el diseño de sistemas agrarios

perdurables.

En la investigación agroecológica se considera a los agrosistemas como las

unidades fundamentales de estudio. En tales sistemas la transformación de la

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energía, los procesos biológicos y las relaciones socioeconómicas son investigados

y analizados como un todo indivisible.

Por lo tanto al agroecólogo le interesa, no sólo la maximización de la producción

de un componente particular, sino más bien la optimización del agrosistema como

un todo. Es decir, se plantea la investigación como una serie de interacciones

complejas entre personas, cultivos, suelo, animales, etc. por lo tanto sus

herramientas de trabajo han de ser las estrategias que permitan aprovechar las

sinergias existentes entre los distintos componentes del agrosistema.

Desde el momento en que se plantea la necesidad de trabajar con unidades

mayores que el cultivo (una cuenca, una región agrícola) y con procesos (reciclado

de nutrientes), la especialización científica aparece como una barrera para un

conocimiento más global.

Integrar todos estos elementos constituye un esfuerzo muy importante para los

investigadores que intentan su construcción, ya que transciende la actuación de los

propios grupos interdisciplinares en el sentido de que, más que requerir una suma

de conocimientos, requiere que desde distintas áreas se piense en común,

construyendo pensamientos globales que sirvan para diseñar un nuevo y

compartido espacio teórico.

Evolución del pensamiento agroecológico

El uso contemporáneo del término agroecología data de los años 70, pero la ciencia

y la práctica de la agroecología son tan antiguos como los orígenes de la

agricultura.

A medida que los investigadores exploran las agriculturas indígenas, las que son

reliquias modificadas de formas agronómicas más antiguas, se hace más notorio

que muchos sistemas agrícolas desarrollados a nivel local, incorporan

rutinariamente mecanismos para acomodar los cultivos a las variables del medio

ambiente natural, y para protegerlos de la depredación y la competencia. Estos

mecanismos utilizan insumos renovables existentes en las regiones, así como los

rasgos ecológicos y estructurales propios de los campos, los barbechos y la

vegetación circundante.

En estas condiciones la agricultura involucra la administración de otros recursos

además del cultivo propio. Estos sistemas de producción fueron desarrollados para

disminuir riesgos ambientales y económicos y mantienen la base productiva de la

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agricultura a través del tiempo. Si bien estos agroecosistemas pueden abarcar

infraestructuras tales como trabajos en terrazas, zanjas e irrigación, el conocimiento

agronómico descentralizado y desarrollado localmente es de importancia

fundamental para el desarrollo continuado de estos sistemas de producción.

El por qué esta herencia agrícola ha tenido relativamente poca importancia en las

ciencias agronómicas formales, refleja prejuicios que algunos investigadores

contemporáneos están tratando de eliminar. Tres procesos históricos han

contribuido en un alto grado a oscurecer y restar importancia al conocimiento

agronómico que fue desarrollado por grupos étnicos locales y sociedades no

occidentales: (1) la destrucción de los medios de codificación, regulación y

trasmisión de las prácticas agrícolas;

(2) la dramática transformación de muchas sociedades indígenas no occidentales y

los sistemas de producción en que se basaban como resultado de un colapso

demográfico, de la esclavitud y del colonialismo y de procesos de mercado, y (3) el

surgimiento de la ciencia positivista. Como resultado, han existido pocas

oportunidades para que las intuiciones desarrolladas en una agricultura más

holística se infiltraran en la comunidad científica formal. Más aún, esta dificultad

está compuesta de prejuicios, no reconocidos, de los investigadores en agronomía,

prejuicios relacionados con factores sociales tales como clase social, etnicidad,

cultura y sexo.

Históricamente, el manejo de la agricultura incluía sistemas ricos en símbolos y

rituales, que a menudo servían para regular las prácticas del uso de la tierra y para

codificar el conocimiento agrario de pueblos analfabetos (Ellen 1982, Conklin

1972).

La existencia de cultos y rituales agrícolas está documentada en muchas

sociedades, incluso las de Europa Occidental. De hecho, estos cultos eran un foco

de especial atención para la Inquisición Católica. Escritores sociales de la época

medieval tales como Ginzburg (1983) han demostrado cómo las ceremonias rurales

eran tildadas de brujería y cómo dichas actividades se convirtieron en focos de

intensa persecución.

Y no es sorprendente que cuando los exploradores españoles y portugueses de la

post-inquisición emprendieron sus viajes y la conquista europea se extendió por el

globo bajo el lema de «Dios, Oro y Gloria», como parte de un proyecto más amplio,

existieran actividades evangelizadoras, las que a menudo alteraron las bases

simbólicas y rituales de la agricultura en sociedades no occidentales. Estas

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modificaciones se transformaron, y a menudo interfirieron con la transferencia

generacional y lateral del conocimiento agronómico local. Este proceso, junto con

las enfermedades, la esclavitud y la frecuente reestructuración de la base agrícola

de las comunidades rurales con fines coloniales y de mercado, a menudo

contribuyó a la destrucción o abandono de las tecnologías «duras» tales como los

sistemas de riego, y especialmente al empobrecimiento de las tecnologías

«blandas» (formas de cultivo, mezclas de cultivos, técnicas de control biológico y

manejo de suelos) de la agricultura local, la que depende mucho más de la

transmisión de tipo cultural.

La literatura histórica documenta cómo las enfermedades transmitidas por los

exploradores afectaron a las poblaciones nativas. Especialmente en el nuevo

mundo se dieron colapsos de poblaciones muy rápidamente y de una forma tan

devastadora que es difícil de imaginar. En algunas áreas hasta un 90% de la

población murió en menos de 100 años (Denevan 1976). Con ellos murieron

culturas y sistemas de conocimiento.

Los efectos desastrosos de las epidemias caracterizaron las primeras etapas del

contacto, pero otras actividades, especialmente la esclavitud asociada con las

plantaciones del nuevo mundo, también ejercieron impactos drásticos en la

población y, por lo tanto, en el conocimiento agrícola, hasta bien entrado el siglo

XIX.

Inicialmente, las poblaciones locales eran el blanco de las incursiones para obtener

esclavos, pero estos grupos a menudo podían escapar de la servidumbre. Los

problemas de enfermedad en los indios del nuevo mundo hicieron que no fueran

una fuerza ideal de trabajo. Por otro lado, las poblaciones africanas estaban

acostumbradas a las condiciones climáticas tropicales y tenían una resistencia

relativa a las enfermedades «europeas», por lo tanto ellos podían satisfacer las

pujantes necesidades de mano de obra para las plantaciones de azúcar y algodón.

Durante dos siglos, más de veinte millones de esclavos fueron transportados desde

Africa a varias plantaciones de esclavos en el nuevo mundo (Wolf 1982).

La esclavitud se impuso a la mejor fuerza laboral (jóvenes adultos, tanto hombres

como mujeres) y tuvo como resultado la pérdida de esta importante fuerza de

trabajo para la agricultura local y el abandono de los trabajos agrícolas a medida

que los pueblos trataron de evitar el convertirse en esclavos, retirándose a lugares

distantes de los traficantes de esclavos. La ruptura de sistemas de conocimientos,

ocasionada por la exportación de mano de obra, la erosión de las bases culturales

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de la agricultura local y la mortalidad asociada a las guerras que eran estimuladas

por las incursiones en busca de esclavos, fue aumentada más adelante por la

integración de estos sistemas residuales a las redes mercantiles y coloniales.

El contacto europeo con gran parte del mundo no occidental no fue benéfico, y a

menudo involucró la transformación de los sistemas de producción para satisfacer

las necesidades de los centros burocráticos locales, los enclaves mineros y de

recursos, y del comercio internacional. En algunos casos esto se logró por medio de

la coerción directa, reorientando y manipulando las economías a través de la unión

de grupos elíticos locales, y en otros casos de hombres claves, y por intermedio de

intercambios.

Esta transición de las epistemologías cambió el enfoque de la naturaleza, de una

entidad orgánica, viviente, se convirtió en una máquina. De manera creciente este

enfoque hizo hincapié en el lenguaje científico, una forma de referirse al mundo

natural que esencialmente rechazaba toda otra forma de conocimiento científico

como superstición. En efecto, desde los tiempos de Condorcet y Comte, el

desarrollo de las ciencias se identifica con el triunfo de la razón sobre la

superstición. Esta posición, unida a un punto de vista muchas veces despectivo

sobre las habilidades de los pueblos rurales en su generalidad, y en especial las de

los pueblos colonizados, contribuyó más aún a oscurecer la riqueza de muchos

sistemas de conocimiento rural cuyo contenido era expresado en una forma

discursiva y simbólica. A causa de un mal entendido del contexto ecológico, de la

complejidad espacial y de la forma de cultivar propia de los agricultores no

formales, fue frecuentemente tildada despectivamente de desordenada.

El papel de la agroecología

La agricultura del futuro debe ser tanto sostenible como altamente productiva si se desea producir alimentos para una creciente población humana. Estos retos

significan que no podemos simplemente abandonar completamente las prácticas convencionales y retornar a las prácticas tradicionales indígenas. Aún cuando la agricultura tradicional puede contribuir con invaluables modelos y prácticas para

desarrollar una agricultura sostenible, no puede producir la cantidad de alimentos que requieren los centros urbanos v los mercados globales porque esta dirigida a

suplir las necesidades locales y a pequeña escala. El llamado demanda un nuevo enfoque hacia la agricultura y desarrollo agrícola

construido sobre la base de la conservación de los recursos y otros aspectos de la

agricultura tradicional, local y de pequeña escala, y que al mismo tiempo

aproveche los conocimientos y métodos modernos de la ecología. Este enfoque está

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incluido en la ciencia llamada agroecología, la cual se define como la aplicación de

conceptos y principios ecológicos para el diseño y manejo de agroecosistemas sostenibles.

La agroecología provee el conocimiento y metodología necesarios para desarrollar

una agricultura que sea, por un lado ambientalmente adecuado y por otro lado altamente productivo y económicamente viable. Esta establece condiciones para el

desarrollo de nuevos paradigmas en agricultura, en parte porque prácticamente elimina la distinción entre la generación de conocimiento y su aplicación. También

valoriza el conocimiento local empírico de los agricultores, el compartir este conocimiento y su aplicación al objetivo común de sostenibilidad.

Los métodos y principios ecológicos constituyen las bases de la agroecología. Estos son esenciales para determinar:

(1) Si una practica agrícola particular, un insumo o decisión de manejo es sostenible, y (2) la base ecológica para decidir la estrategia de manejo y su impacto

a largo plazo. Conociendo lo anterior, se pueden desarrollar practicas que reduzcan la compra de insumos externos, que disminuyan los impactos de esos insumos cuando se deban usar, y permite establecer bases para diseñar sistemas

que ayuden a los agricultores a mantener sus granjas y sus comunidades. Aún cuando el enfoque agroecológico comienza prestando atención a un

componente particular de un agroecosistemas y su posible alternativa de manejo, durante el proceso establece las bases para muchas otras cosas. Aplicando el enfoque en forma más amplia, nos permite examinar el desarrollo histórico de las

actividades agrícolas en una región y determinar las bases ecológicas para seleccionar prácticas más sostenibles para esa zona. También nos puede ayudar a

encontrar las causas de los problemas que han emergido como resultado de prácticas insostenibles.

Todavía más, el enfoque agroecológico nos ayuda a explorar las bases teóricas para desarrollar modelos que pueden facilitar el diseño, las pruebas y la evaluación de agroecosistemas sostenibles. Finalmente, el conocimiento ecológico de la

sostenibilidad de agroecosistemas, debe reestructurar el enfoque actual de la agricultura con el objetivo de que la humanidad disponga de sistemas sostenibles

de producción de alimentos.

Contenido: Importancia de los sistemas sostenibles para la producción de

alimentos. Problemas de la agricultura moderna. Como operacionalizar la

agricultura sostenible. Economía ecológica y ecología política.

Competencia: Analiza la agricultura actual en Nicaragua, los factores socio-

económicos y el papel de la agroecología en el desarrollo de agroecosistemas

sostenibles

Importancia de los sistemas sostenibles para la producción de alimentos.

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El aumento de la población mundial significa que la tierra cultivable por habitante

disminuye constantemente. La presión mayor se ejerce en el Cercano Oriente y en

África, regiones en que las densidades de población han aumentado en el 73 y el 66

por ciento respectivamente en un período de 20 años. Estas regiones tienen además

pocas posibilidades de elevar su producción, por la limitación de sus tierras

cultivables y la debilidad de su infraestructura.

Una cuestión capital en el futuro suministro de alimentos será el uso de los escasos

recursos de tierra y agua. Una conclusión inevitable es que hay que seguir intensificando la producción de alimentos. Los progresos de la ciencia y la

tecnología han hecho esto posible en el pasado, y hay muchas razones para esperar que así seguirá siendo en el futuro. Sin embargo, aun en zonas bien dotadas, el

impacto ambiental que los sistemas naturales y humanos pueden tolerar tiene sus límites, si la ciencia agrícola no tiene en cuenta esos factores. La escasez de alimentos y la subnutrición fueron grandes problemas que

condujeron no sólo al establecimiento de la FAO, sino también a una amplia

cooperación internacional en los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial.

En el decenio de 1950 se aceptaba como principio fundamental que el alimento

debía producirse en las regiones de consumo. Se consideró que los países en

desarrollo estaban especialmente necesitados, y se creyó que las inversiones en

tecnologías agrícolas modernas con sus correspondientes infraestructuras

impulsarían el desarrollo y unos constantes suministros de alimentos.

Gradualmente, se impusieron las preocupaciones ecológicas, a medida que el

público y las autoridades adquirían conciencia de los graves costos económicos y

humanos de la contaminación y la degradación de recursos.

Durante la segunda mitad del siglo XX, la agricultura ha sido muy exitosa en la

provisión de alimento a la creciente población humana. En los cultivos básicos como trigo y arroz se han incrementado significativamente los rendimientos, los precios se han reducido, la producción de alimentos

generalmente ha excedido el crecimiento de la población, y la hambruna cr6nica ha disminuido. Este auge en la producción de alimento se debe principalmente, a los

avances científicos, e innovaciones tecnológicas que incluyen el desarrollo de nuevas variedades de plantas, uso de fertilizantes y plaguicidas y el crecimiento de

la infraestructura de riego. A pesar de su éxito, nuestros sistemas de producción de alimentos se encuentran

en el proceso de erosionar las bases fundamentales que los sostienen. Paradójicamente, las innovaciones tecnológicas, las prácticas, y las políticas que

explican el incremento en la productividad, también están erosionando las bases de esa productividad. Por un lado han abusado y degradando los recursos

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naturales de los que depende la agricultura: suelo, agua, y diversidad génica. Por otro lado han creado una dependencia en el uso de recursos no renovables como el

petróleo y también están fomentando un sistema que elimina la responsabilidad de los agricultores y trabajadores del campo del proceso de producir alimentos. En pocas palabras, la agricultura moderna es insostenible, a largo plazo no tiene el

potencial para producir suficiente alimento como demanda la población debida, precisamente, a que esta erosionando las condiciones que la hacen posible.

Problemas de la agricultura moderna

Practicas de agricultura convencional La agricultura convencional se basa en dos objetivos: la maximización de la producci6n y de las ganancias. Para alcanzar estos objetivos se han desarrollado

prácticas que no consideran las poco entendidas consecuencias a largo plazo ni la dinámica ecológica de los agroecosistemas. Las seis prácticas básicas que constituyen la columna vertebral de la agricultura moderna son: labranza

intensiva, monocultivo, irrigación, aplicación de fertilizantes inorgánicos, control químico de plagas y manipulación genética de los cultivos.

Cada una de ellas es usada por su contribución individual a la productividad, pero como un conjunto de prácticas forman un sistema en el cual cada una depende de

la otra reforzando la necesidad, e usar todas las prácticas. Las prácticas antes mencionadas también forman parte de una estructura que tiene su propia lógica. La producción de alimentos se lleva a cabo como un proceso

industrial en el que las plantas asumen el papel de minifabricas, su producto se maximiza por el uso de insumos, la eficiencia de la productividad se incrementa

mediante la manipulación de sus genes y, el suelo se convierte simplemente en el medio en el cual las raíces crecen.

Labranza Intensiva La agricultura convencional se ha basado desde hace mucho tiempo en la práctica de arar el suelo en forma total, profunda y regular. El propósito de este arado

intenso es romper la estructura del suelo para permitir un mejor drenaje, un crecimiento más rápido de las raíces, aireación y mayor facilidad para sembrar.

El arado se usa también para controlar arvenses y para incorporar al suelo residuos de cultivos. Con la practica típica, es decir cuando la labranza intensiva se combina con rotaciones cortas, el suelo es arado varias veces durante el año y en muchos

casos esto deja al suelo sin cobertura vegetal por largos periodos. Para esto, frecuentemente se usa maquinaria pesada que realiza regularmente

pasadas. Irónicamente, la labranza intensiva tiende a degradar la calidad del suelo en diferentes formas.

La materia orgánica se reduce debido a la ausencia de

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Cobertura vegetal y el suelo se compacta por el paso frecuente de maquinaria pesada. La falta de materia orgánica reduce la fertilidad del suelo y degrada su

estructura, incrementando su compactación. Esto implica adicionar nutrimentos y usar mas y mas maquinaria para romper la compactación. La labranza intensiva también incrementa significativamente la erosión del suelo debido al viento o al

agua.

Monocultivo Durante las últimas décadas, los agricultores han adoptado cada vez mas el monocultivo -siembra de un solo cultivo-, a menudo a gran escala. Ciertamente, el

monocultivo permite un uso más eficiente de la maquinaria para preparar el suelo, sembrar, controlar arvenses y cosechar; también puede crear una economía de

escala con respecto a la compra de semillas, fertilizantes y plaguicidas. El monocultivo es el tipo de producción natural de la agricultura con enfoque industrial, donde el trabajo manual se minimiza y se maximiza el uso de insumos

con fuerte base tecnológica para incrementar la eficiencia y la productividad. En muchas partes del mundo el monocultivo de productos para exportación ha

reemplazado a los sistemas tradicionales de policultivos de la agricultura de subsistencia. Las técnicas de monocultivo se combinan muy Bien con otras

practicas de la agricultura moderna: el monocultivo tiende a favorecer la labranza intensiva, el control químico de plagas, la aplicación de fertilizantes inorgánicos, el riego y las variedades especializadas de cultivos. La relación del monocultivo con

los plaguicidas sintéticos es particularmente fuerte; las grandes áreas de cultivo de una cola especie son mas susceptibles al ataque devastador de plagas y por tanto

requieren la protección mediante plaguicidas.

Aplicación de Fertilizantes Sintéticos Los incrementos espectaculares en el rendimiento de cultivos que se han observado en los últimos años se explican por el uso, amplio e intensivo, de

fertilizantes químicos sintéticos. En los Estados Unidos, la cantidad de fertilizante aplicado a los cultivos cada año se incremento rápidamente después de la Segunda Guerra Mundial, pasando de 9 millones de toneladas en 1940 a más de 47 millones

de toneladas en 1980. A nivel mundial, el uso de fertilizantes se incrementó 10 veces entre 1950 y 1992.

Los fertilizantes se producen en cantidades enormes a un costo relativamente bajo, usando petróleo y depósitos minerales; pueden ser aplicados en forma fácil y

uniforme, satisfaciendo los requerimientos nutricionales esenciales de las plantas. Debido a que estos productos satisfacen los requerimientos de las plantas a corto plazo, los agricultores no prestan atención a la fertilidad del suelo a largo plazo e

ignoran los procesos que lo mantienen. Los componentes minerales de los fertilizantes sintéticos son fácilmente lixiviados.

En sistemas con riego, la lixiviación puede ser particularmente seria.

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Una gran cantidad del fertilizante aplicado termina en ríos, lagos y otros acuíferos, donde pueden causar eutrofización; los fertilizantes también pueden lixiviarse

hacia los mantos acuíferos de donde se extrae agua potable, con la consecuente amenaza para la salud humana. Adicionalmente, el precio de los fertilizantes es variable; los agricultores no tienen control sobre su costo ya que depende de las

variaciones del precio del petróleo.

Irrigación El agua es un factor limitante para la producción de alimentos en muchas partes del mundo. El riego de cultivos con agua del subsuelo, reservas y ríos con cauces

modificados, ha sido importante para incrementarla producción y la cantidad de tierra destinada a la agricultura. Se estima que solamente el 16% de la superficie

agrícola mundial posee riego; sin embargo, produce el 40% de los alimentos (Serageldin 1995). Desafortunadamente, la agricultura con riego consume tal cantidad de agua que en aquellas áreas donde existe irrigaci6n se ha notado un

efecto negativo significativo en la hidrología regional. Uno de los problemas es que el agua del subsuelo se usa a una mayor velocidad que el de su recarga pluvial.

Este consumo excesivo puede ocasionar problemas geológicos y en áreas cercanas al mar puede inducir la intrusión salina. Por tanto, usar agua del subsuelo significa

tomar el agua de las futuras generaciones. En lugares donde el agua de riego proviene de ríos, la agricultura compite con las

necesidades de las áreas urbanas y con las de otras especies que dependen de ella para su existencia. En sitios donde se han construido represas para almacenar

agua, usualmente se causan efectos ecológicos dramáticos en las zonas rio abajo. El riego también tiene otro tipo de impacto: incrementa la posibilidad de lixiviación

de minerales provenientes de los fertilizantes usados, llevándolos desde los campos de cultivo hasta los arroyos y ríos: también puede incrementar significativamente el grado de erosión del suelo.

Control Químico de Plagas y Arvenses Después de la Segunda Guerra Mundial, los plaguicidas sintéticos fueron la novedad científica, ampliamente usados en la guerra del ser humano contra las

plagas y enfermedades que lo afectaban. Estos agentes químicos tenían como atractivo ofrecer a los agricultores una solución definitiva contra las plagas que

afectaban sus cultivos y, por ende, a sus ganancias. Sin embargo, esta promesa ha demostrado ser falsa. Los plaguicidas pueden bajar dramáticamente las

poblaciones de plagas a corto plazo, pero debido a que también eliminan a sus enemigos naturales, las plagas rápidamente incrementan sus poblaciones a niveles incluso mayores a los que tenía antes de aplicar estos químicos. Así, el agricultor se

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ve forzado a usar más y más productos químicos. Esta dependencia a los plaguicidas puede considerarse como una "adicción". Al ser expuestas

continuamente a plaguicidas las poblaciones de plagas quedan sujetas a una selección natural intensiva que resulta en resistencia a los plaguicidas. Cuando la resistencia se incrementa los agricultores se yen obligados a usar cantidades

mayores de plaguicidas u otros productos químicos que eventualmente promoverán mayor resistencia por parte de las plagas.

A pesar que el problema de dependencia a plaguicidas es ampliamente reconocido, muchos agricultores especialmente en países en desarrollo, no usan otras

opciones. La venta de plaguicidas ha ido en constante aumento, en 1994 se inform6 un record de 25 mil millones de dólares. Irónicamente, las pérdidas de cosechas causadas por plagas se han mantenido constante a pesar del incremento en el uso

de plaguicidas (Pimentel et al. 1991). Además de los altos costos por el uso de plaguicidas (incluyendo insecticidas,

fungicidas y herbicidas), también hay que tomar en cuenta los efectos negativos que ocasionan al ambiente y a la salud humana.

Al aplicarse a los campos de cultivo, los plaguicidas pueden ser lavados o lixiviados hacia corrientes de agua superficiales o subterráneos donde se incorporan a la cadena alimenticia, afectando poblaciones de animales en cada

nivel trófico y persistiendo hasta por decenios.

Manipulación del Genoma Vegetal Por milenios, la humanidad ha escogido cultivos por sus características especiales así como la manipulación de especies vegetales fue una de las bases de la

agricultura. Así dio inicio la agricultura. Sin embargo, en décadas recientes los avances tecnológicos han producido una revolución en la forma en que se pueden

manipular los genes de las plantas. Primero se desarrollaron técnicas de cruzamiento que dieron origen a semillas híbridas, las cuales combinan características deseadas de dos o más variedades de la misma especie. Las

variedades híbridas son más productivas que sus variedades similares no hibridas, siendo así uno de los factores principales que explican el incremento en la

producci6n de alimentos durante la llamada "revolución verde". Sin embargo, las variedades híbridas a menudo requieren condiciones óptimas para alcanzar todo

su potencial, esto implica la aplicación intensiva de fertilizantes inorgánicos y de plaguicidas ya que no cuentan con la resistencia natural de sus antecesores. Adicionalmente, las plantas hibridas no pueden producir semillas con el mismo

genoma que sus progenitores lo cual hace a los agricultores dependientes de los productores comerciales de semillas.

Los recientes descubrimientos en ingeniería genética han permitido la creación de variedades con información genética proveniente de diferentes organismos, modificando sustancialmente el genoma original. Las variedades así formadas

todavía no son usadas ampliamente en agricultura, pero no hay duda que lo serán si los criterios de decisión son solamente el rendimiento y las ganancias.

Page 14: Folleto agroecología

PORQUE LA AGRICULTURA CONVENCIONAL NO Es SOSTENIBLE

Todas las prácticas de manejo usadas en la agricultura convencional tienden a

favorecer la alta productividad a corto plazo, comprometiendo así la productividad de los cultivos en el futuro. En consecuencia, cada vez es más evidente que las condiciones necesarias para sostener la productividad se están

erosionando. Por ejemplo, en el decenio pasado todos los países que adoptaron las prácticas de la "revolución verde" han experimentado una reducción en el

crecimiento anual de su sector agrícola. Por otra parte, en muchas áreas donde en los arios 60 se institucionalizo el use de practicas modernas (p.e. semillas

mejoradas, el monocultivo y la aplicación de fertilizantes) para la producción de granos, se ha notado que los rendimientos no se han incrementado o que incluso han disminuido después de aumentos espectaculares en la producci6n. A nivel

mundial, el rendimiento de la mayoría de cultivos se ha mantenido, las reservas de granos se están reduciendo y la producción de granos por persona ha decrecido

desde los años 80 (Brow 1997). Los datos indican que después de una tendencia de incremento por muchos años,

la producción agrícola per cápita se estanco en los años 90. Esta situación es el resultado de la reducción de la producción anual combinada con un crecimiento logarítmico de la población.

Son muchas las formas en que la agricultura convencional perjudica la productividad futura. Los recursos agrícolas como el suelo, el agua y la diversidad

genética han sido usados excesivamente y degradados, los procesos ecológicos globales sobre los que depende la agricultura han sido alterados y las condiciones

sociales que permiten la conservación de los recursos han sido debilitadas y, en algunos casos, desmanteladas.

Degradación del Suelo De acuerdo con un estudio de las Naciones Unidas, en 1991 el 38% del suelo cultivado a partir de la segunda Guerra Mundial había sido dañado debido a

prácticas agrícolas (Oldeman et al. 1991). La degradaci6n del suelo involucra la salinización, la extracción excesiva de agua, la compactación, la contaminación por

plaguicidas, reducción en la calidad de la estructura del suelo, pérdida de fertilidad y erosión. Aunque todas estas formas de degradación del suelo son

problemas severos, la erosión es el problema mas extendido. En África, Sur y Norte América por ejemplo, la perdida de suelo debido a erosión eólica o hídrica es de 5-10 t/ha/año, mientras que en Asia esto llega a 30 t/ha/ario. Si comparamos estos

valores con la formaci6n de suelo que es aproximadamente de 1 t/ha/año, es obvio que en un

corto tiempo se ha perdido un recurso que se llevo siglos en formarse.

Page 15: Folleto agroecología

La relación causa-efecto entre la agricultura convencional y la erosión del suelo, es directa. La labranza intensiva combinada con el monocultivo y las rotaciones de

cultivo cortas, hace que el suelo este expuesto al efecto erosivo del viento y la lluvia. El suelo que se pierde de esta manera es rico en materia orgánica, el componente de mayor valor. De manera similar, la irrigación es una causa directa

de erosión hídrica en suelos agrícolas.

Uso Excesivo y Perdida de Agua La cantidad de agua dulce utilizable es limitada y se esta convirtiendo en un recurso bastante escaso debido a la creciente demanda y competencia entre la

industria, las crecientes ciudades y agricultura. Algunos países tienen muy poca agua para favorecer el crecimiento de su agricultura o industria. En muchos

lugares la demanda de agua se satisface extrayendo de acuíferos subterráneos cantidades mayores que el de su reemplazo por lluvia; en otros lugares los ríos están siendo drenados causando un efecto negativo en los ecosistemas acuáticos y

riparios y la vida silvestre dependiente de ellos. La agricultura utiliza aproximadamente dos terceras partes del agua disponible a

nivel mundial, por tanto es una de las principales causas de la escasez del líquido vital. La agricultura utiliza mucha agua en parte porque el uso es ineficiente. Los

cultivos aprovechan menos de la mitad del agua usada (Van Tuijl 1993), la mayor parte se evapora o drena fuera del campo de cultivo. Algunas de estas pérdidas son inevitables pero el gasto de este líquido seria menor si las prácticas agrícolas se

orientaran más a la conservación del agua que a la maximización de la agricultura. Por ejemplo, se pueden usar técnicas de irrigación por goteo y en los casos en que

los cultivos como el arroz que demandan enormes cantidades de agua, podrían ubicarse en lugares donde la precipitación pluvial es abundante.

Al tener un impacto fuerte en la reserva de agua dulce, la agricultura convencional tiene un impacto en los patrones hídricos globales por la extracción de grandes cantidades de agua subterránea, la agricultura ha causado una transferencia

masiva de los continentes a los océanos. Un estudio publicado en 1994 indica un volumen de intrusión anual de 190 mil millones de metros cúbicos de agua y ha

elevado el nivel del mar en 1.1 cm (Sahagian et al. 1994). A nivel regional, donde la irrigaci6n es practicada a gran escala,

La agricultura tiene impacto en la hidrología y microclima. Esto se debe a que el agua se transfiere de su lugar original a campos de cultivo y al suelo de estos provocando niveles mayores de evaporación y cambios en la humedad ambiental

que pueden afectar los patrones de precipitación pluvial. Estos cambios tienen un impacto significativo en el ecosistema natural y en la vida silvestre.

Contaminación del Ambiente La mayor contaminación del agua se debe a prácticas agrícolas por el uso de

fertilizantes, plaguicidas, sales y otros agroquímicos.

Page 16: Folleto agroecología

Los plaguicidas -aplicados con regularidad y en grandes cantidades, a menudo mediante avionetas fácilmente llegan mas allá de los limites del área de cultivo

afectando a insectos benéficos y la vida silvestre y envenenando a los agricultores. Los plaguicidas que llegan hasta riachuelos, ríos, lagos y eventualmente el mar, pueden causar serios problemas a los ecosistemas acuáticos. También pueden

afectar otros ecosistemas en forma indirecta, al convertirse un pez afectado por los plaguicidas en presa de un depredador, el plaguicida reduce la capacidad

reproductiva del depredador impactando así al ecosistema. Aun cuando los plaguicidas persistentes como los organoclorados, como el DDT conocido por su

capacidad de mantenerse en el ecosistema por muchos decenios están siendo usados cada vez menos en muchas partes del mundo, los plaguicidas que los sustituyen; menos persistentes en el ambiente son a menudo mas tóxicos. Los

plaguicidas y otros agroquímicos también penetran hasta los acuíferos subterráneos donde contaminan las fuentes de agua potable.

Dependencia de Insumos Externos La agricultura convencional ha logrado altos rendimientos debido al incremento en

el uso de insumos agrícolas. Estos insumos incluyen tales como la irrigación fertilizantes y plaguicidas, la energía usada para fabricar esos materiales y el combustible necesario para operar la maquinaria agrícola y bombas de riego y la

tecnología también es una forma de insumo que se manifiesta en semilla hibrida, nueva maquinaria y nuevos agroquímicos. Todos estos insumos son externos al

sistema agrícola; su uso intensivo tiene impacto en las ganancias del agricultor, en el uso de recursos no renovables y en el control de la producción agrícola. El uso prolongado de las prácticas convencionales implica mayor dependencia

hacia los insumos externos. En tanto la labranza intensiva y el monocultivo degradan el suelo, la fertilidad dependerá más y más de los insumos derivados del

petróleo como el fertilizante Nitrogenado y otros nutrimentos.

La agricultura no puede ser sostenible mientras dependa de insumos externos. En primer lugar, los recursos naturales los cuales provienen los insumos, son no renovables y de cantidades finitas. En segundo lugar, la dependencia a insumos

externos hace que el agricultor, las regiones y todo el país sean vulnerables a la oferta de insumos, a las fluctuaciones de mercado y al incremento de los precios.

Perdida de Diversidad Genética Durante la mayor parte de la historia de la agricultura, los humanos han

incrementado la diversidad genética de los cultivos a nivel mundial. Hemos sido capaces de ello debido a dos factores; por un lado hemos seleccionado variedades

con características especiales para cada lugar mediante el fitomejoramiento y por otro lado continuamente hemos intentado domesticar plantas silvestres, enriqueciendo así nuestro banco de germoplasma. En las últimas décadas, sin

embargo, la diversidad genética de las plantas domesticadas se ha reducido.

Page 17: Folleto agroecología

Muchas variedades se han extinguido y muchas otras están en vías de hacerlo. Al mismo tiempo, la base genética de la mayoría de los principales cultivos se ha

estado uniformando. Por ejemplo, el 70% del cultivo de maíz a nivel mundial involucra solamente a seis variedades. La perdida de la diversidad genética se debe principalmente al énfasis de la

agricultura convencional en la productividad a corto plazo, tanto de rendimiento como de ganancias. Cuando se desarrollan variedades altamente productivas, se

tiende a adoptarlas y sustituir otras variedades así cuando estas posean otras características deseables. La homogeneidad genética de los cultivos es consecuente

con la maximización del rendimiento ya que permite la estandarización de las prácticas de manejo. El problema consiste en que al incrementar la uniformidad genética del cultivo,

este se vuelve vulnerable al ataque de plagas y enfermedades que adquieren resistencia tanto a los plaguicidas como a las defensas de las plantas. También el

cultivo se hace más vulnerable a los cambios climáticos y a otros factores ambientales. El problema se vuelve mas grave cuando va acompañado de una

disminución del banco genético de cada cultivo, cada vez hay menos fuentes de genes para incorporar resistencia o adaptaci6n a plagas o a cambios climáticos. La importancia de contar con una gran reserva genética se ilustra con el siguiente

ejemplo. En 1968 una plaga atac6 el cultivo de sorgo en los Estados Unidos, causando un daño estimado de US$ 100 millones. El año siguiente se invirtieron

US$ 50 millones en insecticidas para el control de esta plaga.

La Ecología política: una visión crítica, global y transformadora. De la ciencia a la política

Término usado en biología, la “ecología” es en su origen, una disciplina científica. Es la ciencia que estudia la relación triangular entre los individuos de una especie, la actividad organizada de esta especie, y su medio ambiente, que es a la vez

condición y producto de esta actividad, condición de vida de esta especie. Sin embargo, los hombres – al contrario que el resto de las especies – son animales no

sólo sociales sino también políticos.

El paso de la ecología como ciencia a la ecología como pensamiento político

introduce entonces la cuestión del sentido de lo que hacemos, lo cual implica una serie de interrogaciones: ¿en qué medida nuestra organización social, la manera en

que producimos, en que consumimos modifican nuestro medio ambiente? Dicho de otra manera, ¿cómo pensar la combinación, la interpenetración de estos factores

en su acción sobre el medio ambiente? ¿Favorecen o no a los individuos estas modificaciones? La ecología política nos dice cuáles son los efectos de nuestros comportamientos y prácticas, pero no es ella sino los hombres los que deben

escoger el modo de desarrollo que desean, en función de la evolución de los

Page 18: Folleto agroecología

valores en el debate público y democrático. Al tomar en serio los desequilibrios ecológicos generados por la actividad humana, la ecología política cuestiona la

modernidad y desarrolla un análisis crítico del funcionamiento de nuestras sociedades industriales y de la cultura occidental, así como los valores y conceptos clave sobre los que descansa.

Una visión crítica y global del mundo La ecología política entra entonces en el campo de la crítica y de la acción política

y, al igual que otras ideologías – socialismo, comunismo, liberalismo, etc., propone una visión global de la sociedad, de su futuro, de las relaciones entre seres

humanos, de las relaciones entre éstos y su entorno natural y de las actividades productivas humanas. La ecología política no es la parte medioambiental de un

programa político, sino que afecta directamente al corazón de las sociedades humanas puesto que vincula la sostenibilidad ecológica con la justicia social, tanto a nivel local como mundial.

No se puede hoy pensar un modelo de desarrollo que no tome en cuenta estas dos

facetas. No se puede hablar de un desarrollo que no sea al mismo tiempo humano (justo) y sostenible. ¿Qué vale el bienestar de una sociedad y de sus miembros sin

que ese mundo tenga viabilidad a largo plazo para las generaciones futuras? ¿Qué vale la sostenibilidad del mundo si mientras tanto las riquezas naturales y productivas se quedan en manos de unos/as cuantos/as?

Por lo tanto, la ecología política propone un abanico completo de ideas y

actuaciones, siempre tomando en cuenta las relaciones íntimas que unen los ecosistemas con las organizaciones sociales. En ningún momento puede considerarse que la ecología política es una “ideología parcial”, ni puede reducirse

a otro pensamiento político (capitalista, comunista o social-demócrata – cada uno con sus numerosas variantes). Surge en un momento histórico preciso y viene

dando respuestas a una determinada crisis social, ecológica y económica que los otros pensamientos mencionados no sólo no habían previsto sino incluso

provocada. De hecho, la ecología política critica tanto a los movimientos de derechas como a los de viejas izquierdas por ser “desarrollistas” y “productivistas”, es decir, por ignorar las relaciones entre modelo de desarrollo,

desequibrios ecológicos e injusticia social. Una visión transformadora La ecología política busca a la vez sostenibilidad y justicia y, por lo tanto, ataca a las propias bases de los sistemas socio-económicos productivistas actuales. Propone un cambio radical de rumbo lo que le confiere, a largo plazo, una

dimensión profundamente transformadora y revolucionaria. Al mismo tiempo, no rechaza el reformismo del día a día ni la “política de los pequeños pasos”. Este

camino, que hace una síntesis entre objetivos radicales a largo plazo y acciones

Page 19: Folleto agroecología

reformistas a corto plazo, es conocido como “reformismo radical”. Para llevar a cabo este planteamiento, y por esencia, la ecología política escoge el camino del

pacifismo y de la democracia que se define ante todo como participativa. Por último, la ecología política plantea la necesaria acción conjunta de los

movimientos sociales y políticos, y promueve la acción tanto dentro como fuera de las instituciones, tomando en cuenta la fértil interacción continua de la sociedad

civil con lo político. Ambas, sociedad civil y política, son las dos caras de una misma moneda, o sea las dos piernas para caminar con equilibrio hacia el cambio.

Economía ecológica

La economía ecológica, es una corriente del pensamiento económico con importante influencia teórica en nuestros días. La principal característica es su

carácter transdisciplinario, derivado de la necesidad de estudiar la relación entre los ecosistemas naturales y el sistema económico, lo que demanda la participación

no sólo de economistas, sino también de cientistas naturales y otras disciplinas. De manera que, a diferencia de la teoría económica neoclásica-keynesiana, o su expresión en lo que se conoce como economía ambiental,

que parte de su propio instrumental económico para analizar los problemas ambientales de origen antrópico, la teoría económica-ecológica pretende “abrirse”

para incorporar otras disciplinas, lo que correspondería más fielmente con el carácter multidisciplinar que la problemática ambiental exige

La teoría de la economía ecológica se consolida durante los años setenta y ochenta del siglo XX, y como respuesta a dos problemas. Por un lado, pretende ser una

respuesta teórica a un problema real: el de la crisis ambiental que desde los años sesenta comienza a ser entendida como grave, y en gran parte resultado de las

actividades humanas. Por otro, procura construir un marco teórico más amplio que el que la economía neoclásica-ambiental hegemónica tiene. En este último sentido, la economía ecológica se construye como crítica a la

economía neoclásica-keynesiana ambiental.

La crítica a la economía neoclásica-keynesiana ambiental La economía ecológica construye su teoría criticando a la teoría económica neoclásica- keynesiana. Dos son las críticas de carácter general y más profundo. La

primera va dirigida al concepto de economía como un sistema cerrado. Efectivamente, para la economía neoclásica-keynesiana, la actividad económica

constituye un sistema cerrado en sí mismo, tal cual el diagrama que sigue lo ilustra:

Page 20: Folleto agroecología

Como puede verse en esta representación neoclásica del ciclo económico, las empresas producen bienes y servicios, que son comprados por las familias que, a

su vez, ofrecen en el mercado capital, tierra y/o trabajo que es comprado por las empresas y, así, sucesivamente. El sistema es cerrado, lo cual significa que no se consideran entradas ni salidas del sistema. Cualquiera que preste atención podrá

notar que no es posible un proceso económico sin la incorporación de materiales originados en la naturaleza y que estarían por fuera de ese diagrama, ni tampoco

un proceso económico que no genere desechos.

La economía ecológica propone un diseño diferente, como el siguiente Materia prima Residuos materiales

Energía útil calor disipado

Page 21: Folleto agroecología

Este esquema considera al sistema económico como abierto, ya que recibe de fuera

tanto energía solar y formas derivadas, como materiales, y al mismo tiempo disipa calor y lanza desperdicios al medio ambiente. Con este complemento a economía ecológica estaría contemplando precisamente las principales causas

humanas de la crisis ambiental, esto es, la depredación de la naturaleza a través de la utilización de recursos naturales a un ritmo no recuperable, o la degradación de

la naturaleza, lanzando al medio contaminantes a un ritmo incapaz de ser reciclado por los ecosistemas. Pero, queda pendiente el problema de cómo

incorporar al análisis económico elementos sin precio. Las bases teóricas de la economía ecológica

El primer “enunciado” de la economía ecológica se deriva de concebir a la economía como un proceso abierto dentro de un sistema mayor, el ecosistema Tierra.

Eso significa que la economía no debe ser analizada en sí misma, sino en su interrelación con los ciclos biogeoquímicos. Si adoptamos esta perspectiva, los

ecosistemas no son sólo una fuente de recursos para la actividad económica, sino que, además, cumplen una amplia gama de funciones para el ser humano como ser

biológico y para las actividades que la sociedad humana desempeña. Un segundo “enunciado” tiene que ver con el carácter no renovable de varios

recursos naturales y funciones ecosistémicas. La economía ecológica sostiene que el ecosistema Tierra es cerrado en materiales, aunque abierto en energía solar. Esto

significa que la economía no puede crecer ilimitadamente, como la economía neoclásica-keynesiana lo propone. El crecimiento estará, tarde o temprano, frenado

por razones físicas, antes que económicas. En cada rama de la actividad económica, el ser humano se depara con materiales no renovables, o con la capacidad de soporte de ciertos ciclos físico-químicos que no puede ignorar. De allí la necesidad

de políticas económicas que orienten hacia la utilización más eficiente de los recursos, la sustitución de recursos no renovables por renovables, y la reducción de

los contaminantes que alteran los ciclos biogeoquímicos. Por el contrario, y partiendo del criterio de la convertibilidad entre materia y

precio, la economía neoclásica-keynesiana supone la posibilidad de un crecimiento económico ilimitado. Mientras para la crítica marxista a la economía ortodoxa, el límite al crecimiento estaría dado por las contradicciones de clase, internas a la

propia sociedad humana, la economía ecológica descubre una nueva barrera, ya no interna a la sociedad humana, sino externa: los límites físicos naturales.