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“Jesús lloró” (Juan 11:35).
Este es uno de los dos
versículos más cortos de
la Biblia, pero él lloró por
una razón profundamente
conmovedora.
I. CONSUELO DEL
PASADO
Poco después de la
primera declaración de
Jesús “Bienaventurados
los pobres”, Él trae
consuelo a los que sufren:
“Bienaventurados los que
lloran, porque ellos
recibirán consolación”
(Mat. 5:4).
Jesús “llora con los que
lloran y se regocija con los
que se regocijan” (Ellen G.
White, El Deseado de
todas las gentes, p. 490).
Jesús no lloró por la
muerte de Lázaro, porque
Él fue a resucitarlo. Su
llanto y dolor iban mucho
más allá.
Llanto y consuelo hasta para los traidores.
Llanto y consuelo para una ciudad entera.
La tristeza en el corazón de Dios por las
personas.
Llanto y Consuelo para el mundo.
Existe el llanto falso, el
llanto equivocado, el llanto
egoísta y el llanto por lo
que debemos llorar. Para
todos los tipos de llantos
existe alguien que te
consuela: Jesús, pues Él
lloró por ti.
II. CONSUELO EN EL
PRESENTE
Es mucho más fácil
confortar a un niño que
sufre por sus pequeños
dramas existenciales. El
consuelo humano también
es necesario. El apóstol
Pablo escribió un
versículo que todos saben
de memoria: “Todo lo
puedo en Cristo que me
fortalece” (Fil. 4:13).
Pero nada se compara al “Consolador” divino. Es
importante comprender dos cosas:
Perdón disponible.
Sea el consuelo.
A
B
Barragana es una niña que evangelizaba mucho, todos
los días de la semana. Llevó a sus padres y a otras 34
personas más al bautismo cuanto tenía de 10 a 14 años.
Ella falleció en un trágico accidente un sábado de
mañana yendo a predicar. Semanas después su madre
dijo que ella calmaba la nostalgia de su hija saliendo de
la casa junto con su marido, llevando esperanza y
consuelo a las personas. Ella recibía consuelo
consolando. “Si las madres fueran a Cristo con más
frecuencia y confiaran más plenamente en él, sus
cargas serían más ligeras, y hallarían descanso para
sus almas”
(Elena de White, El hogar adventista, p. 183).
III. CONSUELO ETERNO
La Biblia presenta que “la
paga del pecado es muerte”
pero la buena noticia es que
Jesús no pecó y no recibió
esa “paga”, por eso el
sepulcro no podía
detenerlo. El versículo
continúa: “más la dádiva de
Dios es vida eterna en
Cristo Jesús Señor
nuestro” (Rom. 6:23). Ese
es su mayor regalo.
Lo increíble es que Jesús
sabía cómo sería cada paso
de su vida y de su
ministerio, y así mismo vivió
intensamente cada día,
mirando a cada persona con
su amor eterno. Hizo de
todo por cada ser humano.
Lloró cuando se hacían
elecciones y se rechazaba el
amor de Dios.
“porque el Cordero que está en medio
del trono los pastoreará, y los guiará
a fuentes de aguas de vida; y Dios
enjugará toda lágrima de los ojos de
ellos”
Apoc. 7:17
CONCLUSIÓN
“Cada vez que rehusáis escuchar el mensaje de
misericordia, os fortalecéis en la incredulidad.
Cada vez que dejáis de abrir la puerta de
vuestro corazón a Cristo, llegáis a estar menos
y menos dispuestos a escuchar su voz que os
habla. Disminuís vuestra oportunidad de
responder al último llamamiento de la
misericordia…
No se escriba de vosotros como del
antiguo Israel: ‘Efraín es dado a los
ídolos; déjalo’. Oseas 4:17. No llore
Cristo por vosotros como lloró por
Jerusalén, diciendo: ‘¡Cuántas
veces quise juntar a tus hijos,
como la gallina sus pollos debajo
de sus alas, y no quisiste! He aquí,
os es dejada vuestra casa desierta’
(Luc. 13:34, 35)”
(Elena de White, Palabras de
vida del gran Maestro, p. 188).