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  • Poltica Salvaje

    Luis Tapia

    La Paz, Bolivia2008

  • Muela del Diablo Editores Comuna Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales

    Poltica SalvajeLuis Tapia Mealla

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    Concepto Grfico de Coleccin: Sergio Vega

    Correccin estilo: Patricia Montes

    D.L. 4-1-1711-08

    ISBN: 978-99905-40-51-2

    ImprentaWa-Gui Tel/Fax: 2204517

    Impreso en Bolivia

  • Prlogo 7

    Nota Introductoria 9

    Una deconstruccin punk de la razn poltica neoliberal 11

    El movimiento de la parte maldita 25

    Movimientos sociales, movimientos societales ylos no lugares de la poltica 53

    Estructuras de rebelin 69

    Subsuelo poltico 85

    Poltica salvaje 111

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    ndice

  • a Raquel

  • Prlogo

    Cuando un texto es pensado en dilogo con episodios de la vida de unasociedad que se reinventa a s misma desde los lugares menos frecuen-tados de su historia, su reedicin no slo implica poner nuevamente encirculacin sus ideas, sino que nos invita a desandar lo avanzado parahabitar de otro modo el presente.

    La coleccin de ensayos que Luis ha seleccionado para esta reedi-cin tiene, adems, otra cualidad: la de producir, en conjunto, un intere-sante y necesario cuerpo terico para pensar las formas de la polticafuera de los lugares institucionales y ms all del Estado.

    Me pregunto: por qu urge pensar ahora esta dimensin de lapoltica? Justo cuandoparte de los sujetos, formas y espacios que pusieronen crisis un tipo de institucionalidad estatal la ocupan. Y la lectura deltexto me acerca a pensar que es precisamente por ello que es necesariohacerlo.

    Hoy vivimos otro de esosmomentos en los que la realidad se pueblaa s misma en toda su complejidad y no es posible aprehenderla desdeexplicaciones simplificadoras. Queda intentar devolverle a esta complejarealidad, en palabras o en ideas, lo que nos produce cuando nos atraviesay nos interpela de manera irrebatible. El libro nos ofrece esta necesariacomplejidad.

    Despus de 20 aos de hegemona neoliberal, de un pensamientoque necesitaba maquillar la realidad en espejismos de igualdad paradespolitizarla, donde la simplificacin produjo igualdades aparentes,emerge la accin colectiva y la realidad se habita de nuevo a s mismadesde la pluralidad antes esquivada. Es decir, permite pensarla ms allde lo construido como inevitable e incuestionable. Es ah desde dondehablan los ensayos de este libro.

    El neoliberalismo no slo crea realidades aparentes, tambincrea nuevos iguales en inferioridad, reorganizando de manera confusalas desigualdades ya existentes. As hoy, desde una parte del Estado, laocupada por el gobierno central, susurran nuevas voces, no del todo

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  • audibles, si no se traducen en palabras de la hasta ahora voz dominante.Y en otros lugares de esta misma estructura estatal, los de los espaciosdepartamentales y los sujetos que tradicionalmente ocuparon elpoder, se oyen viejas voces barnizadas de nuevas intencionesdemocratizadoras.

    En este contexto, parece fundamental descifrar, distinguir y dife-renciar los lugares desde donde se quiere significar la palabra demo-cracia. Es en esta tarea en la que est, desde mi punto de vista, el prin-cipal aporte de este texto. Mientras algunos escriben para defenderuna supuesta institucionalidad democrtica, en nombre de una esta-bilidad que se acomoda a sus fines individuales y de clase, Luis nosofrece nuevamente una aproximacin terica en la que pensar lademocracia es una tarea compleja y necesaria.

    El texto tambin se aleja de versiones innecesariamente simpli-ficadoras, segn las cuales la sola presencia de nuevos actores en elEstado lo transformara de hecho. Lejos de ello, el texto nos invita atransitar el subsuelo poltico no para hacerlo superficie, institucionali-zando lo que de l ha emergido en momentos de intensa accin colec-tiva, sino desde la Poltica Salvaje. Esa Poltica Salvaje que no es para elautor fundadora de formas sustitutas, sino que la define como unadesorganizacin creativa y creadora.

    El texto ofrece otra novedad, la incorporacin de un ensayo teri-co indito titulado Estructuras de rebelin, cuyo contenido es funda-mental para pensar las configuraciones del conflicto en el pas demane-ra articulada a las estructuras de rebelin. Esta propuesta terica abre laposibilidad de asumir problemas centrales, como elmodo de hacer fren-te a la fragmentacin liberal, de pensar el cogobierno entre trabajadoreso de pensar cmo frenar a la recomposicin del dominio colonial y neo-liberal. Desde su lectura se desliza, para m, la idea de que descolonizarsupone mantener vivas las estructuras de rebelin, asumiendo el carc-ter contingente del propio Estado e inventado de manera creativa lasformas que posibiliten la latencia de las mismas.

    Dunia MokraniLa Paz, julio de 2008

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  • Nota introductoria

    En Bolivia nunca se ha logrado la concentracin de la poltica en un solotipo de espacio y de instituciones. Se han organizado varias formas demonopolio de la poltica, que han existido rodeadas de otros espacios yformas de vida poltica, unas de raz comunal y otras producto de laconfiguracin de lo nacional-popular, que es un conjunto histrico deformas de constitucin, articulacin y fusin de sujetos polticos enprocesos de construccin de una cosa pblica comn frente a las exclu-siones y desarticulaciones del estado y sus gobiernos oligrquicos.

    Estamos viviendo un tiempo en el que el estado y los partidos hansido nuevamente desbordados por otras formas polticas activadas porsujetos que los han puesto en crisis. Este conjunto de escritos ensayauna articulacin de conceptualizacin de estas formas, espacios y suje-tos que se constituyen y mueven por fuera y ms all del estado, aunquetambin lo atraviesan y algunos quedan atrapados en sus relaciones.

    Casi todos estos escritos fueron parte de los libros colectivos deComuna, que son intervenciones terico-polticas en la coyuntura.Algunos contenan una parte de propuesta terica y otra parte de ensa-yo de explicacin e interpretacin de los procesos polticos. En los tex-tos en los que la elaboracin conceptual est muy imbricada en el an-lisis del proceso histrico, como en El movimiento de la parte maldita,he mantenido el texto como tal. En los que haba una separacin entreuna previa presentacin de la propuesta de conceptualizacin y el an-lisis del proceso y la coyuntura, he separado la primera parte que seincluye en este libro, dejando de lado la segunda, ya que necesita de unaconstante actualizacin. La intencin de este libro es reeditar las pro-puestas tericas con la esperanza de que puedan servir para pensarotros momentos polticos.

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  • El ensayo que abre este reciclaje y ensamblaje de ensayos es Unadeconstruccin punk de la razn poltica neoliberal, que formaba partede un libro anterior, Turbulencia de fin de siglo, y est acompaado porun texto nuevo: Estructuras de rebelin. Considero que estos textosson complementarios; fueron elaborados sucesivamente en el periodode ascenso de lasmovilizaciones que cuestionaron el neoliberalismo y elneocolonialismo. Son una forma de conciencia, entre otras que se hangenerado en estos aos de ejercicio de libertad poltica.

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  • Una deconstruccin punkde la razn poltica neoliberal

    I. Ruido y disonancia

    Ante la redefinicin y reorganizacin del orden econmico y polticoque restaura jerarquas, concentra riqueza y poder, y reduce la raznhumana al dogma de los individuos racionales y egostas, y que en suconjunto quiere disciplinarlos con creencias y estructuras que hacenque trabajemos para otros, es saludable y vital para la indisciplina inte-lectual, moral y poltica el articular un ruido disonante, antiautoritarioy antieconmico en el espacio de las celebraciones y monotona neo-liberal.

    Ante la reduccin de la vida, habra que ensayar la destruccin delas estrategias y formas de disciplinamiento y pertenencia a las formasdel poder del capital contemporneo. Un paso en tal destruccin podraser una deconstruccin de sus supuestos y fundamentos intelectuales,atacar analticamente su naturalidad y mostrar la contingencia de suexistencia histrica, la artificialidad de sus construcciones, as comotambin la de esta crtica que se articula para hacerlo.

    Vivimos una poca en la que en una situacin de acelerado y com-plejo desarrollo de los medios de comunicacin y su expansin en elmundo hace que las sociedades estn cada vez ms intercomunicadas einformadas sobre la diversidad de las historias e instituciones sociales,pero a la vez estas redes son el soporte de una interpretacin simplista ysimplificadora de la heterognea sustancia social.

    Se expanden y complejizan las redes de informacin, pero la sn-tesis predominante que circula en esas redes y articula la interpretacinpoltico-cultural es una razn reductiva que tiende a usar todos los frag-mentos de historias y estructuras sociales que circulan en esas redes deinformacin como ejemplo a favor de una antropologa y un modeloeconmico y poltico naturalizado.

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  • Los discursos liberal y neoliberal se presentan como la mejormanera de pensar y abordar el cambio, el crecimiento econmico y laslibertades polticas. Lo paradjico es que se pretende hacerlo por la vaque llamar cierre de la razn, que tambin tiene como consecuencia uncierre de la poltica.

    Lo que distingue al neoliberalismo econmico y poltico del libe-ralismo clsico, por llamarlo as, no es el contenido normativo, el mode-lo social o la antropologa implcita, que bsicamente son los mismos,sino el hecho de que el neoliberalismo se rearticula como un discurso yuna poltica negadores de los desarrollos histricos en lo econmico y lopoltico de las sociedades contemporneas, experimentados durante elltimo siglo en particular.

    El liberalismo como neoliberalismo es hoy ms que nunca unaideologa poltica de restauracin y reduccin social, y como tal inviableen el largo plazo, aunque predomine en la reorganizacin de las cosasdel mundo por un tiempo.

    Los primeros liberalismos fueron ideologa de reforma y experien-cia de lo nuevo en la vida social e individual, en tanto se transitaba desdesociedades estamentales. La concepcin liberal de individuo, sociedad,economa y estado no ha cambiado sustancialmente desde entoncespero, sin embargo, las historias han experimentado desarrollos huma-nos y sociales no reducibles al modelo social y la antropologa filosficaliberal.

    Lo peculiar del discurso neoliberal es que presenta las crisis con-temporneas como resultado de los desvos respecto del modelo liberaly no como un resultado de las estructuras econmicas y sociales quedicen organizarse bajo sus principios, como es el caso del capitalismo.

    Una de las pretensiones de validez del discurso neoliberal es la dela universalidad de sus convicciones sobre la naturaleza humana y eltipo de instituciones econmicas y polticas ms adecuadas a la misma.La secuencia que se establece es la siguiente. Nivel ontolgico-antropo-lgico: los individuos se caracterizan por tener una racionalidad micro-econmica como gua estratgica de sus actos, que a su vez estn moti-vados por una moralidad en principio egosta que asume la solidaridadcomo un medio ms, en ocasiones el ms adecuado para realizar fines

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  • predefinidos individualmente. La ontologa social liberal concibe indivi-duos constituidos antes de y fuera de las relaciones sociales. Su estruc-tura de preferencias y las subjetividades en su conjunto estaran consti-tuidas antes de su interrelacin.

    De esta manera, la vida social, las relaciones intersubjetivas, lavida humana en sentido amplio y fuerte, slo aparecen en el momentode la accin estratgica o del despliegue de los medios para la realiza-cin de objetivos definidos asocialmente. La vida social sera el universoo espacio instrumental de los medios, en el que las personas interact-an en calidad de cosas que se desplazan y actan para satisfacer finesque estn fuera de ese espacio.

    As se origina una cosificacin del mundo social. Elaborando unaimagen de esta idea, se podra decir que los individuos entran en lasaguas de lo social para realizar y establecer tareas y relaciones instru-mentales con otros individuos, para volver lo ms pronto posible a lasorillas de lo asocial, que es donde se encontrara su punto de partidahacia lo social.

    Lo social, la sociedad, nicamente en su medio para la realizacinde libertades, deseos y necesidades asocialmente originados e imagina-dos. La sociedad es, as, el espacio y el tiempo de interaccin con losotros, en los que se debe evitar que la naturaleza humana esencialmen-te asocial resulte afectada. Por eso el liberalismo piensa la poltica comoun conjunto limitado de instituciones normativas e instrumentales queintentan evitar que el tiempo y el espacio de lo social afecten negativa-mente a la naturaleza individual y asocial de los tomos que, sin embar-go, deben interactuar como nicomedio de realizar sus fines y satisfacersus necesidades.

    La sociedad o lo social es el mal necesario, son las aguas peligro-sas en las que todos los individuos se ven obligados a adentrarse pararealizar sus fines; es el mbito de aplicacin del clculo previo y tam-bin el espacio en el que debern mostrar su valor para s mismos ypara los dems. En esto el pensamiento liberal ya empieza a traicionar-se a s mismo y a revelar sus inconsistencias. Si los individuos acabanautovalorndose de acuerdo a sus xitos en el mercado, este valor sedimensiona tambin segn cmo los otros individuos reconocen esos

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  • mritos. En tal sentido, la autovaloracin, que es su modo de construc-cin de la subjetividad, est medida por la valoracin de las otras sub-jetividades. Incluso en ese ncleo de constitucin del ego, lo social noes slo una mediacin sino una fuerza y una relacin de institucin delo individual.

    Para el liberalismo lo social es el mercado, el mbito de los inter-cambios, no el de la produccin de las cosas ni los individuos. Por logeneral, el liberalismo slo da cuenta del intercambio y la circulacin delas cosas, no de su produccin; habla de la circulacin de los individuoscomo cosas, no de su constitucin. Por eso los liberalesmuestran en estepunto una tendencia a volverse esotricos con su propia doctrina, oadoptan viejas y nuevas creencias que, si bien ofrecen una explicacinsobre orgenes y esencias, siempre dejan una nebulosa sobre todas estascosas. Tal vez esa sea precisamente su funcin, sobre todo hoy.

    El pensar lo social como mercado es el modo de cosificar la con-cepcin de la sociedad. Sin embargo, lo social no equivale automtica-mente al mercado. El mercado es ya una reduccin de lo social al inter-cambio regulado. Lo social en esencia es el mbito de la naturaleza,como decan los viejos contractualistas, el de la guerra de todos contratodos. En principio los liberales pensaron el mundo de las interrelacio-nes como el enfrentamiento y la incertidumbre total o general. Lo socialse vuelve mercado a travs de la institucin de lo poltico bajo la formadel estado, que es el que reduce lo social a mercado, a intercambios vigi-lados. El estado limita la violencia potencial de lo social.

    Para el liberalismo, entrar en lo social es bsicamente entrar en elcorazn de las tinieblas, navegar por lo desconocido e inaprensible. Losocial produce temor. Los dems producenmiedo. Los liberales piensanque los individuos sonmnadas autosuficientes en su constitucin peronecesitan el espacio de lo social como medio para la satisfaccin de susnecesidades y fines.

    El liberalismo siempre ha pensado la poltica como medio dereducir el temor a lo social y comomecanismo para organizar seguridaden las travesas e incursiones por lo social o la sociedad. Se piensa lapoltica a partir de la vigilancia, la proteccin y el castigo. La poltica y elestado son los lmites o la limitacin de lo social.

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  • Desde el primer liberal moderno, Hobbes, los individuos crean yaceptan el estado a partir de la pasin elemental del miedo, para conju-rarlo, para reducir la inseguridad que produce. La solucin es la concen-tracin de los poderes, la fuerza y la autoridad para legislar y castigar.

    Los individuos liberales son como hurfanos que desconocen susorgenes y estn desprotegidos. As, encuentran en el estado el padreimaginado, su protector y guardin que acta por la va de la autoridady no del amor, el que castiga a los hermanos envidiosos.

    A su vez, estos propietarios hurfanos que se inventan un padrepoltico, se constituyen en la cabeza de un cuerpo patriarcal en el quemujeres e hijos se vuelven incapaces de libertad en tanto no son titula-res de propiedad. La autoridad familiar ofrece proteccin y seguridad ala vez que cancela la libertad de los otros. La fuente de la autoridad es lapropiedad. Este patriarcalismo se ha ido diluyendo y modificando perono ha desaparecido.

    La ideologa liberal exalta el modelo de los individuos emprende-dores y competidores, que arriesgan y ganan. Los propietarios capitalis-tas compiten, s, bajo la condicin de conjura de sumiedo que es el esta-do, bajo su mirada vigilante y protectora. No lo hacen con una pequeaayuda de sus amigos, como dice la cancin de los Beatles, sino con laayuda del estado, que moviliza todos sus recursos para que sus hijospequeos y grandes demuestren sus habilidades para apropiarse del tra-bajo ajeno.

    Cuando los capitalistas protestan contra el estado, la situacin separece a la de los nios engredos que reclaman al padre ms recursos ymenos reglas, pero nunca el cese de la proteccin.

    Los individuos liberales son los que sintieron miedo de lo social yen consecuencia necesitaron y crearon al estado para conjurar y contro-lar su temor. Se podra decir que, en esta perspectiva, la poltica es unexorcismo de lo social. Tambin se puede decir que en esta ontologaparece que los individuos son de una naturaleza dual: mientras estnsolos son buenos y racionales, pero cuando entran en contacto conotros pierden racionalidad e incluso pueden hacerse destructivos. Lapoltica, entonces, es un artificio para controlar el lado malo de la natu-raleza humana que slo aflora en las aguas de lo social. La pureza de la

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  • naturaleza humana est en lo individual, y su imperfeccin y maldad enlo social.

    Se suele decir que el liberalismo conlleva una concepcin negati-va de la poltica porque asume la positividad en lo social, que no debe-ra ser intervenido o reorganizado desde la poltica. Considero que no esuna opinin muy acertada. Los liberales tienen una concepcin negati-va de la poltica porque tienen una concepcin ms negativa de losocial. Ante la imposibilidad de eliminar lo social se opta por limitarlo, yeso es lo que hace la poltica como estado. Cuando los neoliberales cri-tican la expansin de la poltica y del estado no estn defendiendo losocial, sino que estn criticando el hecho de que la poltica ampla la ins-titucin de lo social.

    Los liberales pensaron la poltica como estado para limitar losocial, pero ocurre que en la historia la ampliacin de la polticams alldel estado hizo que ste mismo se ampliara para neutralizar esa polticaen susmrgenes, y al desplegarse ambos tipos de politizacin se amplia-ba y fortaleca el espacio y el tiempo de lo social.

    La politizacin produce densidad y continuidad de lo social y, asvolvemos al corazn de las tinieblas. Para los liberales aumenta el miedoy la insatisfaccin de los acumuladores. Entonces, es preciso despoliti-zar y, as, desocializar. Existe el temor a la extensin de lo social porquepodra acabar con el estado, y esta catstrofe de la autoridad podra can-celar la propiedad.

    La socializacin general equivaldra a la fluidez continua de losbienes colectivos. Este grado de contingencia resulta insoportable paralos liberales del individualismo posesivo, las mnadas propietarias. Unaotra paradoja: el liberalismo duro define al individuo en su ncleo a par-tir de algo que le es externo: la propiedad o sus posesiones.

    Cuando los liberales critican la poltica, la expansin de la polti-ca, lo que critican es la socializacin de la poltica, la expansin de losocial. El neoliberalismo es el pensamiento de la reduccin de lo social,el renacimiento del miedo a lo social. El neoliberalismo es un pensa-miento y una accin de desmontaje de los escenarios de democratiza-cin modernos. Lo neoliberal es la negacin poltica del principio de laigualdad alcanzable o posible, no de la natural, ya que en esencia somos

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  • desiguales. Retrotrae a los individuos desde los espacios de deliberacina los del clculo privado.

    El liberalismo trata de sostener la contingencia de la desigualdadsocial sobre supuestos fundamentalistas o esencialistas y reduccionistasa la vez. Se postula la promocin del mundo del mercado y el tipo dedesarrollo capitalista en relacin a una idea de esencia humana queconstituye una antropologa negativa, sintetizada en la imagen del indi-viduo egosta calculador y posesivo, que es una reduccin de la vidahumana a slo uno de sus resultados histricos.

    El modo liberal de reducir y controlar lo social consiste en la con-versin de lo social a la figura del mercado bajo proteccin estatal. Paralos liberales no hay, en rigor, contradiccin entre mercado y estado; stees condicin normativa y coercitiva de aqul.

    El mercado limita y controla al otro a travs del poder econmico.La articulacin demercado y capitalismo es unmodo de vivir las relacio-nes sociales como si no fueran sociales, a travs de cosas y smbolos decantidades de cosas. Ese mercado nos hace indiferentes a la libertad delotro y la cancela; el individuo ya no es una subjetividad sino un posee-dor de bienes o smbolos de bienes.

    El liberalismo, que es una forma de subjetivismo csico radical,tiene problemas con la intersubjetividad. Piensa la interaccin individualbsicamente a travs de la mediacin de las cosas convertidas en mer-cancas. Elmercado es el mbito de la intersubjetividad instrumental. Poreso la razn poltica neoliberal se aleja de la deliberacin en un ejerciciode negociacin cuando est en el mercado, y deviene monolgica cuan-do est en el estado o es razn de estado. As, este subjetivismo se vuelveun objetualismo incapaz de explicar la formacin e historia de la subjeti-vidad y las dimensiones no instrumentales de la intersubjetividad.

    A eso mismo responde la fuerte tendencia a pensar y organizar lapoltica comomercado, es decir, como comercio en las puertas del esta-do, a veces en sus patios interiores, aunque se prefiere que no penetremucho para evitar que empiece a perder la cualidad y capacidad de vigi-lancia de lo social limitado o controlado comomercado y el consiguien-te riesgo de disolver su propia condicin de continuidad, pacificacin yproteccin.

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  • El carcter reducido de la razn poltica neoliberal hace que alquerer expandir la lgica de su paradigma sobre su punto de partida, esdecir, la racionalidad del individuo calculador y maximizador, al mbitode la poltica, a la prctica de la poltica, pone en tensin y peligro losmismos fines y funciones del estado. Por un lado, al tener un paradigmaque reduce la vida humana a formas de su antropologa negativa, al pen-sar la poltica lgicamente, tambin tendra que pensar la accin comomercado en el que interactan individuos competidores y egostas. Porotro lado, se piensa la poltica como estado para controlar y vigilar yreducir la interaccin social como mercado. Se quiere que la polticacumpla tareas diferentes al mercado pero sobre la base de prcticassimilares.

    Aqu estamos frente a una imposibilidad y paradoja constitutiva.Para resolver en parte este problema, algunos diran que la poltica comomercado se hace en las puertas del estado como competencia electoral,que sera el lugar de la democracia, y que el estado debera cancelar almercado en su seno, pues de no hacerlo no cumplira su tarea.

    Esto nos da pie para argumentar que los liberales, entonces, con-ciben la democracia como un mercado fuera del estado, alrededor delestado, como dira el simpticomonstruo de Plaza Ssamo. Unmercadoen el que se compite y negocia por el acceso al ejercicio de sus poderesy el usufructo de sus bienes de autoridad1.

    Siguiendo la lgica de un argumento anterior que sostena que elestado era un modo de reduccin y control de lo social en los mrgenesdel mercado, se podra decir que la democracia liberal es un modo dereduccin de la poltica que tiende a aparecer fuera del estado, convir-tindola en un mercado. Es su intento de reformarla segn el modelo demercado. En este sentido, la razn poltica neoliberal es un modo dereduccin de la diversidad de prcticas polticas a su modelo de interac-cin instrumental, y de reduccin de lo social al mismo tiempo. De ahque sea problemtico pensar la diversidad y el pluralismo a partir de ella.

    Pensar la democracia ms all del mercado implica pensar eincluir lo social ms all del mercado, que era lo que originaba la nece-

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    1. Cfr. Linblom, Charles: Politics and Markets, Basic Books, 1977.

  • sidad del estado. Pensar la democracia ms all del mercado implicapensar la contingencia del estado. Pensar la democracia ms all delmercado implica pensar la historia de la poltica alrededor del estado,que produce y ampla lo social, que es lo que reduce la necesidad delestado guardin-protector autoritario.

    Democratizar implica ampliar el reconocimiento de lo social y sucontingencia a travs de una ampliacin de la poltica que se desplazade la estatal vigilancia y proteccin de la propiedad privada y la reduc-cin de lo social, hacia la produccin intersubjetiva y dialgica de la sub-jetividad individual y el horizonte cultural de existencia colectiva.

    II. El miedo a la libertad de los otros

    Si bien el liberalismo es un discurso que articula de manera central laidea de la libertad individual, el liberalismo, y en particular el neolibera-lismo, es una mentalidad que tiene miedo de la libertad de los otros. Lalibertad individual no se relaciona con otras libertades individualescomo ejercicio dialgico de la razn y la accin, sino como interaccionesque resultan de clculos estratgicos monolgicos; en consecuencia,hay negociacin y utilizacin de unas por otras.

    En el mejor de los casos, la libertad de otro u otra es unmedio parala libertad de uno. La libertad de los otros nunca es un fin en s mismo.Es algo que hay que tolerar para sostener lgicamente la propia libertad.La tolerancia, as, es algo que se practica bajo vigilancia estatal. No hayuna aceptacin ni un deseo directos de la libertad de los otros; stos sedan a travs de la mediacin estatal.

    Por tales motivos tambin la democracia se piensa bsicamentecomo competencia y negociacin, y no como construccin y aprendiza-je colectivos. En este sentido, lo que los liberales llaman democracia sevuelve un modo de controlar la libertad de los otros, un modo de redu-cir a mercado y de delegacin del potencial de socializacin que tiene supresencia en la poltica. En la democracia liberal los individuos aparecenpor un instante en la poltica para renovar peridicamente la entrega desu libertad al estado. Esa delegacin de poderes-libertades que se reali-

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  • za en el mito del contrato social en el momento constitutivo del estado,y que los individuos repetiran como rito de legitimacin y renovacinde la entrega de su libertad en cada momento electoral. Este rito derenovacin es realizado segn lamentalidad delmodelo demercado poraquellos que deciden realizar su libertad como mediadores de la entre-ga de la libertad de otros.

    Cuando la poltica que se organiza alrededor de o por fuera delestado no se dirige a la entrega de las libertades, se podra decir que elmiedo a la libertad de los otros est siendo un poco desplazado por eldeseo de la libertad de los otros. Me parece que la libertad en su sentidoms fuerte tiene que ver con el deseo de la libertad de los otros. Mientrasse sienta miedo a la libertad de los otros, la democracia no dejar de serinstrumental o meramente procedimental, como lo sostienen las teoraspolticas predominantes en la actualidad; es lo que se conoce como ladefinicin mnima de democracia. En ella se opera la reduccin de losocial a un simple medio.

    Si se llega a desear la libertad de los otros como un fin en s mismo,entonces tambin se piensa la democracia como un fin en s mismo, enel que la contingencia e incertidumbre no slo sera la de los resultadossino tambin la de las mismas reglas o procedimientos2, ya que losmedios medios son.

    Cuando se enuncia que la democracia debera ser bsicamente ynicamente un rgimen procedimental, es decir, un medio complejo ycompuesto, se est estableciendo tambin un fin: modelar y practicar lademocracia bajo esos parmetros. El procedimentalismo es unmodo deneutralizar y reducir lo social: la fuerza de la masa, dira Zavaleta.

    El neoliberalismo es la negacin de la racionalidad democrtica,entendida como la coexistencia de varias alternativas de desarrollo. Elneoliberalismo ha propiciado una serie de reformas de los estados,sobre todo en el mbito regional, pero tambin a escala mundial, en lasque se asume una definicin monoltica de la estrategia de desarrolloeconmico, consistente en el desmontaje de las formas y los espacios

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    2. Cfr. Przeworski, Adam: Democracy and the Market, Cambridge University Press,1991.

  • polticos (democrticos algunos, otros solamente nacionales) que esta-ran trabando la transnacionalizacin de los procesos de acumulacin yapropiacin del plusvalor en esta fase de relanzamiento del capitalismo.

    Ocurre que las reformas neoliberales, que son esencialmente des-democratizadoras, se han implementado en una poca que algunosautores llaman tercera ola de democratizacin3, sobre todo en AmricaLatina y Europa oriental, que permite sostener a muchos una relacinintrnseca entre mercado (capitalismo) y democracia. Considero queesta simultaneidad histrica es posible en la medida en que durantebuena parte de esta tercera ola se ha producido una redefinicin y unrediseo de la democracia sobre la base de la llamada definicin mni-ma, es decir, la organizacin de la democracia como medio de compe-tencia y seleccin de lites gobernantes, en contextos en que los siste-mas de partidos se han organizado o reorganizado segn la pauta de uncreciente predominio de los empresarios en la direccin de cada uno deellos. El neoliberalismo ha reformado y rediseado la democracia a sumedida. El neoliberalismo es la conciencia y discurso de la propiedadmonopolstica que quiere reducir el peligro redistributivo y el de laslimitaciones a la acumulacin. La racionalidad implcita del neolibera-lismo es la reproduccin ampliada del capital, y eso no se discute.

    La poltica econmica neoliberal es una definicin cerrada de losfines y tareas del estado en relacin a la economa y el desarrollo. El pen-samiento poltico neoliberal actual es la repeticin de la idea del estadocomo protector o asegurador de la propiedad privada y su libre concu-rrencia en el mercado, slo que en condiciones de monopolizacintransnacional. El neoliberalismo es el discurso del capital monoplicotransnacional.

    La reforma neoliberal del estado ha modificado lo que podemosllamar su dimensin moral, en la que adems de los fines y normas,podemos incluir las responsabilidades asumidas o reconocidas por elestado. En la reforma, que bsicamente tiene que ver con desmontar lasresponsabilidades del estado, como la educacin, la salud, el empleo, lo

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    3. Cfr. Huntington, Samuel: La tercera ola, Paids, 1994 y Markoff, John: Waves ofDemocracy, Pine Forge, 1996.

  • que se est atacando es lo que se suele llamar el rea social de las polti-cas del estado. Lo que se busca es una desocializacin de la dimensinmoral del estado. Una vez ms, el neoliberalismo es una negacin de losocial. Cuando la dimensin moral del estado se desocializa, la polticatendencialmente tambin se desdemocratiza.

    El neoliberalismo es un discurso y una prctica de disciplinamien-to. En la medida en que se reduce o deja de existir el espacio poltico deejercicio positivo de las libertades, y se nos obliga a actuar en el merca-do, la tendencia a la subordinacin a los poderes econmicos es inevita-ble. En elmercado capitalista no se delibera porque en l no somos igua-les. La poltica de ampliacin del mercado como regulador social es unaeliminacin de sujetos polticos.

    En cambio, en el espacio de la poltica democrtica se puede dis-cutir y desarrollar la igualdad y, en consecuencia, puede y debe haber unejercicio dialgico de la razn. En el mercado no hay razonamiento dia-lgico porque no se reconoce la igualdad de los individuos; stos sonportadores de cantidades diferentes y posiciones asimtricas, intercam-biables pero no equivalentes.

    Detrs de la idea de mercado se oculta el momento de la produc-cin, que es el mbito duro del disciplinamiento. El mercado en el capi-talismo es un momento de entrada y salida temporal en relacin a laproduccin. Debajo de la aparente libertad de mercado subyace la dis-ciplina de la fbrica, o su equivalente, y el poder todava patriarcal delcapital.

    Debajo del mercado subyace la autoridad de la propiedad.Y deba-jo de sta, la historicidad y contingencia de esas poderosas estructurasde desigualdad, no la naturaleza humana ni la esencia transtemporal delorden social.

    En el momento principal del capitalismo, que es el de la produc-cin del valor o transformacin, se da la eliminacin de las libertades delos productores. El momento de la produccin capitalista es el de lamxima autoridad de la propiedad. El capitalismo como rgimen deproduccin es tambin un rgimen de disciplinamiento y subordina-cin. Es el equivalente del Leviatn en la economa, en la produccin. Esla autoridad sin contrato social; el poder a partir de la desigualdad, pro-

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  • duciendo desigualdad. El espacio y el tiempo del capital es el de la auto-ridad del monopolio econmico.

    Al inicio de esta reflexin deca que la razn poltica neoliberal esun cierre de la razn, y ahora propongo algunos criterios. El neolibera-lismo toma una opcin y hace una definicin irreversible. Se puede y sedebe pensar/calcular cada vez para intervenir en el mercado y maximi-zar beneficios, pero dentro de un espectro ya definido. Cualquier inno-vacin o cambio debe darse dentro del mercado y por su causa. Se hadefinido el orden social de una vez y para siempre. La razn debe calcu-lar, no reflexionar.

    El neoliberalismo es la negacin de la reflexin y de la pluralidadde la razn. Es la reduccin de todas las formas de pensamiento al cl-culo instrumental. En este sentido, es un discurso que cierra la razn aslo una de sus dimensiones y slo uno de sus fines. Otra vez, dira, setrata de reducir lo social al reducir el mundo de la razn a un tipo dementalidad. En esta perspectiva, el neoliberalismo es una normatividadnegativa del pensamiento.

    El neoliberalismo es una estrategia general de reduccin de losocial, as como de explotacin y acumulacinmonopolista que se remi-ten al territorio delimitado de lo que se concibe como asocial, presocial,postsocial, desocializado.

    El neoliberalismo es una estrategia discursiva de ocultacincontinua de la sociedad o de lo social en los hechos histricos. Es unaestrategia de reduccin de los hechos sociales e histricos a una meracirculacin de cosas y satisfaccin de clculos instrumentales. Eneste sentido, es una estrategia discursiva de reduccin de la comple-jidad en la inteleccin de lo real. Es una reduccin ideolgica y unesquema de organizacin, justificacin y legitimacin de las estruc-turas sociales de desigualdad, negadas o desconocidas precisamentea travs de ella.

    Al ser una forma de desconocimiento de la desigualdad, es unaforma de desconocimiento de lo social. Por eso su carga intelectual esnormativa, ordenadora y disciplinadora, no cognitiva. Otromodo de cie-rre de la razn. Toda razn que se cierra se piensa eterna y verdadera, ypor consiguiente desconoce sus fortalezas y debilidades; acta y triunfa

    Una deconstruccin punk de la razn poltica neoliberal

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  • por la fuerza y coercin de los hechos. Por tanto, una crtica del discur-so no desorganiza esos hechos, pero puede ayudar.

    Hay un tipo de liberalismo antiesencialista, no fundamentalista,que se piensa a s mismo contingente a partir de una deconstruccin delas teoras de la verdad modernas. Nos referimos al de Rorty, que es unarazn abierta a las redescripciones y redefiniciones de uno mismo y elmundo, abierto a la irona en procesos de conversacin pblica4. Puestoque este tipo de liberalismo no es predominante, como tampoco lo es latradicin de Mill y Dewey que pensaron el autodesarrollo, mi texto nohabla de ellos.

    Se podra decir que he hecho una caricatura, y tal vez sea verdad.Pero creo que eso no la invalida porque con caricaturas tambin se ejer-ce la dominacin. Algunos dicen que el neoliberalismo ya se ha agotado.El hecho de que tenga limitaciones no significa que hayamos dejado deexperimentar su predominio. Creo que en la regin todava sigue enavance, por eso me empeo en arremeter contra l una vez ms.

    Varias de las cosas aqu expuestas ya fueron pensadas y dichas porotros anteriormente, otras no. Creo que de esta forma uno puede articu-lar su conciencia y pensamiento, rearticular cosas odas y ledas que nosorientan, a lo que aadimos el trabajo individual personal, una y otravez, a modo de redescribir y reflexionar nuestro mundo y de rearticular-se a unomismo. Para eso creo que es mejor el dilogo, y no la autoridad,ni el clculo, ni el cierre de la razn y el mercado.

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    4. Cfr. Rorty Richard: Essays on Heidegger and Others y Contingency, Irony andSolidarity, Cambridge University Press, 1991 y 1989, respectivamente.

  • El movimiento de la parte maldita

    I. Dimensiones del conflicto social

    El conflicto social en el pas ha desarrollado varias caractersticas nuevasy ha alcanzado una intensidad que revela fuertes rasgos de crisis, perotambin contiene rasgos de renovacin y recreacin de los lazos socialesy de la direccin de las cosas. Este breve texto es un ensayo de interpre-tacin de slo un conjunto recortado de aspectos del conflicto social enBolivia. El anlisis y la interpretacin se articulan en torno a los siguien-tes puntos: la produccin y consumo del excedente, los ejes de explota-cin-exclusin-dominacin y, por ltimo, la cuestin de la igualdadpoltico-cultural.

    Las posibilidades de cambio y desarrollo de las sociedades depen-den del excedente que en determinado momento llegan a producir, esdecir, de la disponibilidad de parte de sus recursos ms all de las nece-sidades de reposicin de las condiciones bsicas de la reproduccinsimple de la forma de vida que ya han experimentado previamente. Elexcedente es, primero, una cuestin del tiempo de trabajo que unasociedad dedica para reproducirse y, segundo, para posibilitar su com-plejizacin o movimiento en el crecimiento y el cambio.

    Las sociedades han respondido histricamente con cambios tec-nolgicos y organizativos en la produccin para enfrentar los lmites delas formas previas del saber productivo y social, para responder al creci-miento y, por tanto, a la escasez. Esos saltos cognitivos y organizaciona-les han permitido amuchas sociedades no slo resolver sus necesidadesbsicas, sino tambin disponer de un excedente para gasto improducti-vo. El gasto se vuelve improductivo en la medida en que la sociedad notiene ni encuentra otras formas de reinsertar el excedente para incre-mentar la produccin. El excedente se gasta, entonces, en guerra, fiestas,lujos, religin, ritos, arte, erotismo.

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  • Georges Bataille llam la parte maldita a este excedente que segasta improductivamente1. Lo propio de las sociedades antiguas fue elgastarlo en eventos de consumo colectivo que, adems, servan pararenovar los lazos y el orden social, precisamente en esos momentos dedesborde y de derroche. La diferencia entre las clases dominantes de lassociedades antiguas, aristocrticas, y la clase dominante moderna, laburguesa, es que sta ltima slo gasta dicho excedente en s misma.

    La gran diferencia de la sociedad moderna industrial es que insti-tuye, como resultado sinttico y aleatorio de varias innovaciones tecno-lgicas y sociales, las formas y la prctica de dedicar una buena parte delexcedente nuevamente a la produccin, en una dinmica de reproduc-cin y acumulacin ampliada. De ah la posibilidad y la centralidad de laacumulacin econmica, que reduce y anula a veces el gasto colectivodel excedente, a la vez que lo privatiza. Ambas cosas van juntas.

    En las culturas que han vivido y viven bajo formas comunitarias deproduccin y gobierno, una buena parte del excedente se gasta en rela-ciones de don y reciprocidad, que tienen el efecto de forjar su peculiarsistema de poder y prestigio. En el momento de la fiesta se juntan y arti-culan prcticas y necesidades de reproduccin ritual del orden social yde la comunidad, el gasto improductivo y la reproduccin de relacionesde prestigio, autoridad y poder en su seno.

    El gasto de la parte maldita sirve para la produccin de la dimen-sin sagrada de las sociedades. La parte maldita da lugar a la dimen-sin de lo trascendente, aquella en la que los bienes y las personasdejan de ser cosas, simples medios para la produccin y la reproduc-cin, y pasan a ser elementos integrantes del fundamento y del fin, quedesconocemos y reconocemos a la vez. La parte maldita financia elmisterio de las sociedades y lo escenifica en los momentos de gastocolectivo improductivo.

    La partemaldita est destinada a la destruccin, en el sentido eco-nmico, y a veces en todo sentido, como en la guerra. En este consumodestructivo de excedente se suelen producir y reproducir lazos y relacio-nes sociales. En la destruccin improductiva a veces se produce y se vive

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    1. Bataille, Georges: La parte maldita, Edhasa, Barcelona, 1974.

  • lo intangible. En la destruccin improductiva a veces se reforman yrenuevan o recrean las sociedades, como en las revoluciones y lasrevueltas.

    La cuestin clave en el consumo del excedente es la de la sobera-na, es decir, quines gastan ese excedente y cmo lo hacen2. El tiempoy modalidad del gasto social del excedente dependen del modo en quese ha organizado el tiempo de la produccin, esto es, la soberana y elgasto dependen de la estructura de clases. El excedente funda o institu-ye tambin la dominacin, o la exclusin de los trabajadores del gastodel mismo.

    Se podra decir que hay soberana de la comunidad cuando eltiempo y los sujetos del gasto del excedente se corresponden con los dela produccin. Hay soberana sobre la comunidad cuando la participa-cin en el tiempo y las formas del gasto del excedente son desiguales ylos sujetos del consumo no son los mismos que los de la produccin.

    La soberana consiste en el gasto del excedente. La poltica sueleser considerada como el campo privilegiado de la soberana porque enella se decide la direccin del consumo y los grados de inclusin o exclu-sin en los momentos y formas del gasto. Aunque, en rigor, la soberanase ejerce precisamente en el momento del consumo, la poltica quedacomo un prembulo respecto del mismo. Otra manera alternativa ycomplementaria de ver las cosas es pensar que la poltica se prolonga,entonces, al momento del consumo, a la realizacin de las decisionespblicas o polticas sobre la distribucin, redistribucin y destruccinimproductivas de los bienes y de las personas.

    Quiero relacionar la consideracin del destino de la parte malditay las formas de soberana en el pas actual, que es el eje de este anlisis,a la consideracin de lo que llamo los ejes de explotacin-exclusin-dominacin, para proporcionar as un fondo histrico y estructural aestas opiniones.

    Primero se puede distinguir un eje de explotacin-exclusin-dominacin de carcter colonial, que en sntesis y en clave ms poltica,consiste en el desconocimiento y negacin de la igualdad entre los prin-

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    2. Bataille, Georges: Lo que entiendo por soberana, Paids, Barcelona, 1996.

  • cipios organizadores y de gobierno entre sociedades diferentes, que deesta manera establecen relaciones de dominacin entre s a partir de laspretensiones de superioridad de una sobre las otras, por un lado, y delhecho de la derrota poltico-militar, por el otro, que con el tiempo acabavolvindose derrota cultural, esto es, introyeccin de la sumisin y ladesvalorizacin del dominado.

    La desigualdad instituida por el poder poltico dominante devieneun orden econmico tributario, en el que unas sociedades trabajan paraotras. Inicialmente la desigualdad es poltica y cultural, pero luego seconvierte en estructura de desigualdad econmica. El orden colonial seapropia del excedente de las sociedades dominadas. No slo del exce-dente, sino tambin de parte de lo destinado a la reproduccin simple.De esta forma da lugar al deterioro y la contraccin de estas sociedades,que se ven en el apremio de reformular los mrgenes histricos y socia-les de la supervivencia y la reproduccin.

    El colonialismo no slo se apropia del excedente de los conquista-dos, sino que tambin provoca una recomposicin del tiempo de traba-jo y de los mrgenes de reproduccin simple de las sociedades coloniza-das. El colonialismo es una poltica de reduccin de sociedades por la vadel incremento del tiempo de trabajo necesario para producir el exce-dente en cuyo gasto no se participa y, en consecuencia, de reduccin deltiempo y los recursos para su propio desarrollo. As, es una reduccin delumbral histrico de reproduccin simple de las sociedades.

    Digo que se trata de un eje de explotacin-exclusin-dominacinjustamente porque el colonialismo excluye a las sociedades productorasde los procesos de consumo del excedente, en los cuales incorpora ni-camente a algunas lites locales o grupos demediacin descendente porlo general. Esta exclusin del consumo del excedente implica tambinun no reconocimiento de ciudadana poltica, o sea, la concentracin dela soberana, tanto en el consumo como en el gobierno.

    Hay poderes de facto y procesos histricos que instituyen ladesigualdad entre sociedades que a su vez ya han producido formasinternas de desigualdad o estructuras estamentales o clasistas. El colonia-lismo implica la exclusin de los procesos de gobierno poltico para losmiembros de las sociedades dominadas. El colonialismo es la institucin

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  • explcita de la desigualdad. La exclusin poltica ejercida sobre la basedel supuesto de la desigualdad cultural contiene la exclusin principal,que es la exclusin de los procesos, momentos y formas de consumo delexcedente. Una sociedad vive de las otras porque las consume y consu-me el tiempo y los recursos requeridos para su autodesarrollo.

    Por estos motivos, las modernas luchas sociales y polticas por laconquista de la ciudadana o democratizacin del estado, por un lado,y por la independencia nacional o descolonizacin poltica, por el otro,estn fuertemente ligadas a la lucha por el control local del excedente,en el segundo caso, y por la redistribucin progresiva del mismo, en elprimero.

    La historia de la democracia no comprende solamente la luchapor el reconocimiento de derechos polticos y de representacin, comodiran los liberales; se trata ms bien de procesos de disputa por el con-trol del excedente y por la reorganizacin de las condiciones polticas ysociales de acceso al consumo legtimo de una porcin del mismo.

    Las democratizaciones han sido procesos de restauracin enalgunos casos de institucin por primera vez de formas colectivas degasto del excedente. Si no hay un acceso ampliado al consumo del exce-dente se puede sospechar que en rigor no hay democratizacin. La ins-titucionalizacin de la representacin y separacin de poderes, porejemplo, puede ser parte significativa en el desarrollo de un estado dederecho pero no son necesariamente democratizaciones si no hay unconsumo ms colectivizado del excedente.

    La historia de las democratizaciones consiste en luchas por con-quistar mrgenes ms amplios de igualdad poltica, que a la vez se pro-yecta para atacar las desigualdades socioeconmicas. La condicinimaginaria de la igualdad poltica permite presionar por la redistribu-cin del excedente econmico y modificar algunos patrones de consu-mo del excedente y de reproduccin social, expresados en la vida decada individuo. Sin embargo, slo la igualdad socioeconmica crea lascondiciones de posibilidad de una igualdad poltica efectiva. Se hacenposibles una a la otra, aunque no existan como realizacin plena. Losgrados de experiencia vivida conquistados dependen de este condicio-namiento mutuo.

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  • La historia de la democracia es compleja ymultidimensional, perotanto en el pasado como en la actualidad ha tenido como eje sustantivola disputa poltica por el excedente y las formas de consumirlo. El ncleode la ciudadana es la definicin de los mrgenes de inclusin o exclu-sin en el consumo productivo o destruccin del excedente. Por consi-guiente, la historia de la democracia y la ampliacin de la ciudadanaestn estrechamente vinculadas a la ampliacin de los mrgenes deinclusin en el gasto del excedente, para lo cual fue necesario conquis-tar derechos polticos y el reconocimiento de la igualdad imaginaria enel mbito de la poltica y el estado. La democratizacin implica una dise-minacin de la soberana porque implica una colectivizacin ampliadadel gasto y el consumo del excedente.

    Precisamente el eje de exclusin colonial, y como reaccin a estosprocesos de democratizacin histrica que han experimentado lassociedades modernas algunas de manera ms continua y progresiva yotras slo de manera espordica y discontinua, sirve como base parael contemporneo eje de explotacin-exclusin-dominacin de carcterneoliberal.

    El eje neoliberal consiste en el desconocimiento y desmantela-miento de los grados de igualdad y redistribucin ampliada del poderpoltico y social, y sobre todo del excedente, logrados por la historia delas luchas sociales que conquistaron los derechos polticos y socialesque instituyeron y ampliaron la ciudadana, es decir, el umbral de inclu-sin y reconocimiento en las sociedades y los estados modernos.

    El neoliberalismo es el desconocimiento del grado de democrati-zacin poltica y social que la historia moderna produjo como sumato-ria de procesos de reforma que de alguna manera redujeron los mono-polios econmicos y polticos de la propiedad y del gobierno, queson constitutivos de las sociedades capitalistas modernas y sus domi-nios. Es el desconocimiento y desmontaje de la igualdad producida porla historia moderna. En esta perspectiva, el neoliberalismo es una estra-tegia de reconstruccin oligrquica ymetanacional de las sociedades. Setrata tambin de una nueva direccin o gobierno en el sentido de lareversin de los procesos de democratizacin y de reduccin de la ciu-dadana. Es una vuelta a los orgenes del capitalismo, a la sociedad de los

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  • monopolios privados que hoy han alcanzado niveles ms altos de con-centracin y exclusin; es una vuelta a la modernidad sin grados dedemocratizacin e igualdad.

    En este sentido, el neoliberalismo es una forma de contramoder-nidad, que corresponde totalmente a la configuracin del mundo actualy lo reconfigura. Se trata de una estrategia que mira hacia atrs, acele-rando los ritmos de rotacin y acumulacin de los capitales y, por tanto,los de apropiacin del excedente de las sociedades, que deben producircada vez ms rpido, pero que al mismo tiempo tambin se descompo-nen y excluyen cada vez ms.

    Para pases neocolonizados como el nuestro, el neoliberalismo esuna estrategia de aceleracin de la rotacin del capital, a la vez que esuna estrategia de inmovilizacin de las sociedades y pases en los que sehan desmantelado las estructuras de propiedad y de vida poltica quepermitieron durante algn tiempo la participacin de los trabajadoresen el consumo del excedente.

    La desestatizacin de las empresas de explotacin de los recursosnaturales, ferrocarriles, telecomunicaciones y servicios bsicos, ademsde manufacturas menores, ha entregado el control y el usufructo delexcedente a monopolios de capital privado local y transnacional. Laentrega del excedente es la cancelacin de la soberana. Lo gracioso ytriste a la vez es que los gobernantes se jactan de haber modernizadoBolivia por esta va, mientras que el estado que semigobiernan vive deprstamos y donaciones.

    El proceso de reformas del estado y de la economa ha sido un iti-nerario de organizacin sistemtica de entrega del excedente local onacional. Es la organizacin de las condiciones legales e institucionalesde la soberana de otros sobre el pas y sus habitantes. A diferencia de lacolonizacin espaola, mediante la cual los conquistadores imponen susinstituciones y organizan las condiciones del nuevo orden colonial utili-zando en parte las estructuras de desigualdad, autoridad y conflicto pre-existentes, la dominacin neocolonial e imperial de hoy en da ha sidoorganizada por agentes internos que preparan la entrega del excedente ydel gobierno a travs de lo que han llamado reforma del estado, que en lamedida que entrega el excedente se consolida ms como un orden poli-

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  • cial de instituciones de control y reproduccin de los monopolios. Unestado que entrega el excedente es como un aparato represivo que entre-ga las condiciones de poder a un soberano externo para el que luegocumple las tareas de un conjunto de burocracias mercenarias.

    El colonialismo clsico es una cancelacin externa de las sobera-nas locales. El neoliberalismo se materializa en la cancelacin internade la soberana por parte de las clases dominantes subalternas, casisiempre guiadas por el poder externo. En este sentido, el neoliberalismono resulta de la conquista de mercados, como el discurso pico del libe-ralismo quiere hacer creer, sino de la entrega y la organizacin de laentrega del excedente realizada por las clases dominantes y el sistema departidos de los pases dominados. En esto se parece a la organizacin deun nuevo orden econmico tributario, en el que las clases dominantesentregan como tributo lo sustancial del excedente local para ocupar omantenerse en esas posiciones intermedias de un sistemams mundia-lizado de dominacin.

    La reforma del estado ha sido un proceso de adecuacin institu-cional a los requerimientos de entrega del excedente impuestos por loscapitales transnacionales y las instituciones metanacionales de regula-cin de las economas y de ejercicio del poder poltico.

    La reforma del estado ha sido tambin un proceso conflictivo, por-que hubo varias formas y fuerzas de resistencia y defensa de los dere-chos de apropiacin y consumo local del excedente. La reforma del esta-do siempre es un proceso de lucha de clases y de redefinicin de las for-mas y mrgenes de apropiacin y consumo del excedente. La reformadel estado ha desplazado el mbito de la soberana, del espacio pblicoque no era muy amplio pero exista al de los monopolios privados.Hay una privatizacin de la soberana. Eso es parte del debilitamiento ocancelacin del estado-nacin.

    El eje de explotacin-exclusin-dominacin neoliberal combinauna apropiacin transnacional del excedente con un uso improductivolocal de una porcin del excedente recaudado por el estado y que esapropiado por miembros de los partidos polticos que han convertido elacceso a cargos pblicos en fuente de enriquecimiento a travs de unaextendida prctica de corrupcin. En efecto, muchos empresarios llegan

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  • a la apropiacin del excedente no por mecanismos meramente econ-micos o del orden de la produccin y la circulacin, sino a travs de supresencia en el gobierno del estado.

    El eje neoliberal articula el orden de los monopolios econmicosprivados con el monopolio de la poltica organizado en el sistema departidos, que legaliza la entrega del excedente. El sistema de partidos seha convertido en la instancia de mediacin entre la apropiacin delexcedente y el poder poltico estatal. La mayora de los partidos que sealternan en el poder estn liderizados por los principales empresariosdel pas, que tambin estn ampliamente representados en el Ejecutivoy el Legislativo.

    Se ha establecido una fuerte secuencia capital-partido-estado,que configura lo que Zavaleta llamaba una situacin instrumental delestado, es decir, cuando la clase dominante ejerce directamente elpoder poltico y el gobierno del estado en beneficio de sus interesesparticulares.

    Si consideramos varios aspectos a la vez, tenemos una entrega delexcedente va capitalizacin y privatizacin; un uso cnico y privado delos bienes pblicos por parte de las lites poltico-partidarias, caracteri-zadas adems por un alto grado de corrupcin y prcticas patrimonia-listas del poder poltico en el seno del estado; en lamedida en que entre-ga el excedente producido internamente, el estado financia su propiofuncionamiento y los llamados proyectos de desarrollo recurriendo aprstamos que comprometen aun ms el excedente futuro de la econo-ma nacional.

    Lo que quiero decir con esto es que los trabajadores se hallan cadavez ms excluidos del consumo del excedente que producen y que ya nose destina a financiar el desarrollo econmico local ni se gasta colectiva-mente. Bajo las formas de dominacin colonial y neoliberal se restringeel consumo del excedente, porque ste es expropiado y entregado, yfluye hacia otros sujetos de consumo soberano.

    Cabe introducir algunos matices en estas consideraciones, princi-palmente para dar cuenta de la permanencia de relaciones y prcticasde don y reciprocidad en las formas comunitarias que se han reproduci-do a lo largo de los periodos colonial y republicano.

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  • En el seno de las comunidades agrarias del Altiplano y la zonaandina, a pesar del tributo o entrega del excedente al poder colonial y alestado republicano, se ha continuado con las prcticas de gasto impro-ductivo. La parte maldita ha sido y es destruida para mantener y repro-ducir la comunidad. Bajo condiciones de subordinacin tributaria y deexplotacin a travs del intercambio desigual que implica su articula-cin puntual en los procesos econmicos de los mercados de la econo-ma nacional, el gasto sacrificial implica otro clculo de lo que va areproduccin simple y lo que se gasta soberana e improductivamente endon, fiesta, prestigio, simbolizacin.

    A diferencia de las situaciones en las que no hay dominacinexterna y, por tanto, entrega del excedente, en situaciones de domina-cin colonial o neoliberal las sociedades dominadas se ven obligadas adestinar una porcin de lo que antes destinaban a la reproduccin sim-ple, es decir, que no era considerado como excedente, para fines sacrifi-ciales o como parte maldita, lo que implica una reforma reductiva de losparmetros de la vida social y su reproduccin; o, con el tiempo, a la pro-duccin de un doble excedente: uno para la obligacin tributaria y otropara gasto improductivo interno.

    Los aymaras y quechuas migrantes, o los que realizan las media-ciones comerciales y polticas entre los mbitos de las comunidadesagrarias y la economa moderna, se han caracterizado por explotarhbilmente las redes comerciales que hanmontado para disponer de unexcedente que puedan gastar en relaciones de don y prestigio. Lo quequiero decir es que en situaciones de dominacin y subordinacin, obien se crea una zona intermedia de consumo soberano de excedenteduplicado o repartido entre la entrega y la soberana local, o se usa comoparte maldita una porcin de lo que no era excedente y se destinaba a lareproduccin simple de la vida social.

    El tercer elemento de estas consideraciones que hago para armarla estructura de mi interpretacin del conflicto social actual es el de laigualdad en sus varias dimensiones. La dominacin colonial ejerce defacto la desigualdad entre sociedades asumiendo que la legitimidad dela misma se desprende de su desempeo histrico y de los resultados desu conflictiva interrelacin. El eje colonial ejerce la desigualdad poltica,

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  • econmica y cultural en bloque, esto es, no hay ciudadana para losmiembros de la sociedad dominada; sta trabaja para la dominante yentrega su excedente como tributo; la sociedad colonizadora pretendesuperioridad cultural sobre las subalternas.

    Este bloque de desigualdades persiste en Bolivia hasta 1952, conalgunos momentos previos en que se modifican varias de esas estructu-ras, sobre todo los modos de apropiacin y uso del excedente. En 1952se instituye el reconocimiento de la igualdad poltica de los individuos,dando lugar as a un proceso ms amplio de inclusin poltica o ciuda-danizacin. La redistribucin de la riqueza se realiza a travs de la refor-ma agraria y la nacionalizacin de las minas. La nacionalizacin es elncleo de la soberana porque implica la apropiacin y control del exce-dente que va a servir para financiar todas las ampliaciones del consumocolectivo desde los servicios a la educacin pblica y la salud, parafinanciar al propio estado, luego de haber financiado la expansin delcapitalismo en el pas a travs de la organizacin de las empresas estata-les y el fomento de la acumulacin privada con parte del excedenteminero y luego petrolero.

    En 1952 no se plante la igualdad cultural ni la socioeconmicasalvo por ciertos sectores obreros y socialistas porque se plante lasoberana nacional como modernizacin capitalista, a la que renuncibien pronto, sin embargo, con la excepcin de algunos momentos defuerte relacin entre sociedad civil y estado. El programa no era la igual-dad social y econmica porque el proyecto era el capitalismo. No seplante la igualdad cultural porque el proyecto era el estado-nacin enel momento que necesita presuponer y materializar la homogeneidad osustitucin cultural que acompaa la constitucin de las sociedadesmodernas.

    Debajo del reconocimiento de la igualdad poltica o ciudadanaindividual subyace la existencia de una sociedad dominante. El votouniversal implica la posibilidad de igualdad poltica en el seno y en lavida de la sociedad dominante, pero persiste la desigualdad entre lassociedades y las culturas.

    Parto de la idea de que Bolivia no slo es un pasmulticultural sinoque es tambin multisocietal. En este sentido, considero que Bolivia, en

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  • su acepcinms amplia, no es una sociedad sino el nombre histrico deun pas que contiene una diversidad de sociedades en situacin dedominacin ms o menos colonial. Se podra decir que en una perspec-tiva ms restringida es el nombre de la sociedad dominante, aunque setrate ms bien de la historia de esta conflictiva articulacin de desigual-dades y formas de superposicin desarticulada. Esto es lo que Zavaletadesignaba como lo abigarrado. Bolivia es lo abigarrado, la existencia deuna sociedad dominante, que a su vez es subalterna en lo mundial, quese superpone a las sociedades y culturas locales, que son articuladasparcialmente, de manera intermitente, en condiciones de desigualdad yexplotacin.

    El proceso revolucionario del 52 no logra una nueva unidad,aunque expande un tipo de articulacin y unificacin en algunosmbitos, que a su vez son momentos de articulacin conflictiva con loheterogneo.

    Ni el proceso del 52 ni el periodo poltico y social posterior llegana producir la homogeneizacin socialque no es lomismo que la igual-dad, pero tampoco llegan a reconocer la diversidad cultural.

    Esta es una cuestin que se problematiza desde fines de los aossetenta, sobre todo a partir de la emergencia del katarismo y luego conla emergencia poltica de la organizacin y movilizacin de los pueblosde la Amazona y del Chaco en el mbito nacional.

    La reforma del estado ha reconocido esta diversidad cultural en lamodificacin del artculo primero de la Constitucin, y sobre todo en laLey de Participacin Popular, pero en ninguno de estos casos reconoceni instituye la igualdad entre las culturas y pueblos porque no reconoceque son sociedades, es decir, totalidades, y no slo lenguas y creenciasdiferentes.

    Se puede reconocer la diversidad cultural sin reconocer su igual-dad. La poltica del apartheid es el caso extremo de reconocimientoexplcito de la diferencia cultural y societal que se vuelve desigualdad yexclusin general o absoluta.

    Reconocer que Bolivia es multicultural y plurilinge es reconocertardamente algo que siempre ha existido en los hechos. No contiene depor s nada democrtico mientras no hable de la igualdad. En la institu-

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  • cionalizacin de este reconocimiento como reforma administrativa delestado, que es el proceso de municipalizacin reorganizado por la Leyde Participacin Popular, se puede ver claramente la institucionaliza-cin de la desigualdad entre culturas y sociedades. Se reconoce las for-mas tradicionales de autoridad local, pero no como formas de autogo-bierno comunitario y local que siempre han existido, sino como formasde representacin y de control en los procesos de generacin de deman-das y proyectos en el mbito de la gestin municipal. Algo que es unaforma de autogobierno se convierte en una forma de delegacin y con-trol de la poltica liberal y burocrtica en el ncleo. sta es una forma dereconocimiento distorsionada y a la vez de reduccin poltica de las for-mas comunitarias de vida poltica.

    La desigualdad poltica intercultural consiste en que no se recono-ce a las diferentes formas polticas la capacidad de realizar las mismasprcticas de gobierno global de sus sociedades y de la dimensin nacio-nal en la articulacin. La Ley de Participacin Popular implic una redis-tribucin positiva del presupuesto municipal, pero a la vez instituciona-liz la desigualdad poltica intercultural. Como dice Huanchu Daoren,hay algo malo en lo bueno3.

    Habra que interpretar sintomticamente los discursos estatales einternacionales sobre la ciudadana y la democratizacin, la lucha con-tra la pobreza y las drogas; esto es, se empieza a hablar mucho de lo queprecisamente est empezando a faltar o se est reduciendo, como en elcaso de la democracia, o lo que, al contrario, se est produciendo demanera ampliada, como la pobreza y las drogas.

    Tambin se habla mucho de multiculturalidad, cuando a escalamundial se expande un sistema de estructuras econmico-sociales ypolticas caracterizadas por un dogmatismo de modelo nico o elmonotesmo del capitalismo, es decir, cuando se crean las condicionescontrarias al reconocimiento efectivo o institucin de la igualdad entreculturas y sociedades.

    El multiculturalismo liberal se presenta bajo una apariencia cos-mopolita, pero en realidad es la forma contempornea y encubierta del

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    3. Daoren, Huanchu: Retorno a los orgenes, Edaf, 1996.

  • racismo, esto es, asumir como un hecho la existencia y la prctica de unacultura y un tipo de sociedad superior a las dems: el supuesto de quelas puede contener cuando en realidad slo las traduce y, de ese modo,las traslada imaginaria y falazmente a su seno4.

    Considero que la igualdad intercultural slo es posible cuando sereconocen las formas polticas de autogobierno de todas las sociedadesinvolucradas en el mismo proceso, en igualdad de condiciones, inte-grndolas en la composicin de la forma de gobierno general omacro deun pas, de una regin y del mundo, en vez de marginarlas a procesosadministrativos secundarios y meramente locales, cuando la interpene-tracin ya est dada.

    Ms aun, creo que los individuos no van a experimentar una igual-dad efectiva en el seno de la sociedad dominante, basada en el sistemaliberal de derechos, en tanto la sociedad y la cultura a las que pertene-cen no se hayan reconocido como iguales, integrndolas en la forma degobierno general y su sistema, compuesto as de participacin, delibera-cin, representacin y gobierno.

    La igualdad intercultural o el multiculturalismo democrticoimplican el reconocimiento y la incorporacin de las formas polticas deautogobierno en la composicin de las instituciones y procesos degobierno general y macro de la complejidad as histricamente produci-da y reformada. La igualdad efectiva entre individuos en pases o espa-cios multiculturales depende de este tipo de igualdad poltica intercul-tural o entre sociedades.

    II. El gasto social en libertad colectiva

    Las formas de conflicto social y poltico que se han experimentadodurante el ao 2000, sobre todo en abril y septiembre, han implicadograndes e intensas movilizaciones que constituyen una renovacin delas formas de accin colectiva y de las luchas populares. Aqu quieroconsiderar exclusivamente una de sus dimensiones: lasmovilizaciones y

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    4. Zizek, Slavoj: Multiculturalism orThe Logic of Transnational Capitalism enNewLeft review 225, Londres, 1987.

  • la accin colectiva son un gasto social, no slo de energas sino tambinde recursos y bienes.

    Mi hiptesis es que estas fuerzas sociales estn gastando en con-flicto social parte de su excedente, e incluso parte de los recursos nor-malmente destinados a cubrir la reproduccin simple; lo estn gastandoen un conflicto que, con la Coordinadora del Agua en Cochabamba a lacabeza, cuestiona la viabilidad y la realizacin de aspectos del modeloneoliberal de entrega del excedente, adems de las formas locales deapropiacin del mismo a travs del rgimen de propiedad de las tierrasy el agua.

    Las movilizaciones de abril se centraron en un cuestionamientodel eje neoliberal de explotacin-exclusin-dominacin, y vencieron.Las movilizaciones de septiembre fueron, en parte, una continuacindel cuestionamiento al mencionado eje neoliberal y monopolizante,pero se incorpor con fuerza el cuestionamiento al eje colonial persis-tente. El conflicto en torno a las leyes de tierras y de aguas no fue unacuestin meramente de orden econmico y del rgimen de propiedad;tambin fue una querella sobre la igualdad poltica y cultural.

    En el conflicto del Altiplano se cruzan los ejes colonial y neolibe-ral de dominacin, a los que tambin se ataca. El planteamiento denegociar de igual a igual entre cabeza de gobierno y movimiento indge-na campesino implica instituir de facto en el conflicto la demanda de laigualdad poltica y una ruptura en la relacin colonial entre miembrosde diferentes culturas.

    Las movilizaciones que cristalizaron en la llamada guerra delagua en abril de ese ao fueron resultado de una preparacin previa yde la condensacin y desborde en la coyuntura. La condicin de posi-bilidad es un periodo demaduracin y de construccin de un andamia-je organizativo previo, posibilitados ambos por los comits de regantesy la articulacin de la Coordinadora. En principio hay un gasto de tiem-po en organizacin, discusin y deliberacin. En el momento de la con-densacin y la crisis estatal producida localmente, hay un desplieguede accin colectiva y de fuerzas sociales que en la fase de movilizaciny de fusin convocan a ms gente. Esta revuelta colectiva ha implicadotambin un gran despliegue de recursos acumulados a partir de contri-

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  • buciones de pequea cuanta. La gente cada uno en la medida de suvoluntad y de sus posibilidades aport comida, palos, medicamen-tos, panfletos, sus casas, etc., para mantener la lucha y para satisfacerlas necesidades de sus compaeros en esos momentos de solidaridadcombativa.

    Hubo un gasto en lucha social. Hubo destruccin y consumoimproductivo de una porcin de los recursos populares para sostener lalucha social y poltica. Por el modo en que se organizaron las cosas parala evaluacin de los hechos y la toma de decisiones en asambleas y cabil-dos dirigidos a reconstituir la capacidad de autogobierno en las organi-zaciones populares, se podra decir que sta fue una forma de gastosocial en libertad colectiva.

    Ocurre que en situaciones de normalidad en los procesos de acu-mulacin econmica, la vida poltica est organizada para que en ella nointervengan los trabajadores ni los sectores populares, a no ser comoclientes y sbditos. Los gastos polticos generalmente se hacen en cam-paas electorales. La normalidad poltica en el horizonte del funciona-miento de las instituciones liberales existentes y el modelo econmicoson lo contrario de la libertad poltica; son su ausencia, porque se ejer-cen sobre la base delmonopolio de la poltica, que a su vez se basa en losmonopolios econmicos.

    Por eso, la libertad poltica, cuando ocurre, se plantea como rup-tura de esa normalidad institucional y como bloqueo de los procesoseconmicos, que es donde se dan el disciplinamiento y la subordinacinms fuertes, es decir, la cancelacin de la libertad.

    Alguna gente gasta en conflicto social parte del excedente que con-sume, mientras que otros gastan parte de los recursos que garantizan sureproduccin simple, todo esto para modificar las condiciones generalesy legales de la acumulacin, apropiacin y consumo del excedente.

    La gente gasta parte de su excedente y parte de lo que no lo erapara tratar de recuperar el margen de excedente que ha sido transnacio-nalizado a travs del proceso de capitalizacin. Hay un gasto del peque-o excedente que acompaa en algunos casos la reproduccin simple,es decir, que se usa como reproduccin ampliada. En los conflictossociales hay un gasto social del pequeo excedente para disputar el gran

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  • excedente, e incluso hay un gasto de una parte de los bienes de la repro-duccin simple en la disputa por el excedente. El conflicto social y lalucha de clases son una disputa por la parte maldita de la sociedad y porel modo de consumirla.

    Sin embargo, si se tratara meramente de un clculo econmico, esdecir, sobre la conveniencia de desechar un uso o gasto del excedentepara conquistar otro alternativo, se podra interpretar las luchas socialessobre la base de un clculo racional microeconmico de medios-fines,como lo hace la mentalidad que opera a partir de la teora de la eleccinracional. Hay un elemento adicional que alimenta y complejiza la que-rella del excedente, es lo que yo llamara el gasto social en libertad colec-tiva como un fin en s mismo, aunque las acciones estn ligadas a la dis-puta econmica.

    El gasto en conflicto social que quiebra el orden estatal, comosucedi en abril y septiembre de 2002, es un gasto soberano. Es consu-mo y destruccin de bienes y tiempo de manera improductiva para losprocesos econmicos de acumulacin. Es un gasto en s mismo, pero demanera colectiva. Es un gasto en deliberacin y lucha colectiva, en pol-tica para s mismos, no para otros.

    Ahora bien, este gasto y esta accin colectiva se dirigen a intentarrecuperar el tiempo de trabajo o excedente expropiable y de hechoexpropiado por las reformas privatizadoras y transnacionalizadoras,esto es, a disputar el consumo de dicho excedente en el tiempo futurotambin. Es una soberana que se ejerce tambin para definir las condi-ciones y los mrgenes de la soberana futura.

    Se trata de una soberana ejercida en el momento del conflicto yprovocacin de la crisis del estado; se trata de libertad ejercida en lalucha de clases, que disputa los mrgenes de soberana en el mbito dela reproduccin simple y ampliada de la vida individual y colectiva, en elconsumo de los bienes que el trabajo global de una sociedad producecomomasa de reposicin y excedente, como reproduccin y posibilida-des de desarrollo. Es una soberana poltica diseminada fuera del estado,disputando tambin la soberana en el consumo privado.

    Algunos tratan la cuestin del agua simplemente como un pro-blema de servicios que puede resolverse de manera ms eficiente a tra-

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  • vs de una mercantilizacin privada y monoplica, como es la capitali-zacin. La Coordinadora del Agua ha planteado que se trata de unadimensin de sntesis en la coyuntura, que contiene claramente unaestrategia de privatizacin del excedente econmico que modifica ymodificar los procesos globales de reproduccin social, sobre todo enlas reas rurales.

    Lo importante de la crisis de abril es que globaliza la cuestin dela disputa del excedente y la soberana, ya que no slo cuestion la solu-cin econmica y el aumento de las tarifas, sino tambin la forma pol-tica de definir los problemas y las soluciones, engendrando una conti-nuidad democrtica entre poltica y consumo, entre deliberacin-gobierno de la comunidad y reproduccin social local y nacional.

    Ser soberano implica consumir una porcin del excedente, y se esms soberano mientras mayores sean esa porcin y ese consumo.Ocurre que la poltica estatal se ha convertido sobre todo en un mbitoprivilegiado de la definicin de quines entran en el consumo y en qumrgenes, cuando ese estado asume el papel de regulador de las condi-ciones legales y policiales de una economa privatizada y monoplica.Por eso, para defender y mantener parte del excedente que ya consumi-mos o parte del valor destinado a la reproduccin simple, hay que hacerpoltica. Losmrgenes ymodos de consumo se definen tambin a travsde las instituciones polticas y de la lucha poltica.

    La poltica neoliberal afecta los patrones de consumo de la pobla-cin. En primer lugar, desmonta las instituciones estatales que respon-dan a los derechos sociales. Mediante un cambio del rgimen de pro-piedad, traslada a manos privadas la apropiacin del excedente quefinanciaba esos servicios colectivos. Esto implica una reduccin delsalario real o valor del trabajo, ya que los salarios no aumentan y la gentese ve obligada a deducir el costo del consumo de estos servicios de susalario nominal, que en vez de incrementarse por el acceso a esos servi-cios, se ha reducido.

    En segundo lugar, el eje de la poltica econmica neoliberalsobretodo en pases que no contaban con un estado de bienestar amplioconsiste no slo en privatizar el excedente redistribuido previamentepor las instituciones de la seguridad social y la educacin, sino tambin

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  • en reducir el umbral de la reproduccin simple, a modo de ampliacindel excedente apropiado por los capitales. La flexibilizacin laboral esuna estrategia de explotacin de plusvala absoluta y de regresin hist-rica forzada del valor de la fuerza de trabajo.

    Parte de la reproduccin de la vida de los trabajadores se convier-te en parte maldita o excedente expropiado que se invierte en explota-cin y apropiacin de ms excedente a escala mundial. La parte maldi-ta puede ser utilizada de varias maneras: en goce ertico, en creacinartstica, en culto religioso o en guerra, y desde el punto de vista polticopuede ser utilizada en la organizacin de estructuras de dominacinms o menos subjetivadas o en el ejercicio de libertad colectiva.

    El neoliberalismo forma parte de las estrategias de succin y con-centracin del excedente, as como de exclusin de la mayora de lapoblacin mundial de su consumo. La soberana, as, se concentra tam-bin. El monopolio sobre la parte maldita empobrece cultural y poltica-mente a las sociedades explotadas, ya que disponen de menos recursos(o de ninguno) para explorar y desplegar su carcter multidimensionalms all del trabajo.

    Ante estos procesos de concentracin del gran excedente, estnbrotando las revueltas en las que algunos sectores populares estn con-sumiendo su parte maldita para quebrar y reformar la acumulacin delos capitales y los procesos de su reproduccin social.

    La parte maldita apropiada por los capitales est financiando lastecnologas de aceleracin del tiempo social y sobre todo la de la acumu-lacin econmica. De esta manera, cambia los patrones de consumo atravs de la rpida sustitucin de los medios, a la vez que aumenta laexclusin, siempre mitigada por la necesidad de masificar el consumode algunos bienes como condicin de realizacin de las mercancas y laacumulacin.

    La parte maldita sigue siendo aniquilada en guerras, en las que loscapitales de las industrias blicas realizan productivamente susmercan-cas mientras otras sociedades se destruyen poltica y socialmente. Laparte maldita que se usa en acumulacin ampliada del capital, bajo lasestrategias neoliberales de explotacin de plusvalor, est destruyendolos lazos sociales.

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  • Al contrario, la parte maldita gastada en libertad colectiva en lasrevueltas sociales contra el capital, el modelo econmico mundial ylocal, est recreando los lazos sociales. El gasto improductivo contra laeconoma est produciendo sociedad, y en algunos casos comunidad.El consumo concentrado de la parte maldita est destruyendo o des-componiendo los lazos sociales. El consumo o gasto colectivo los estrecreando, y en la medida en que lo logra plantea problemas o pone encrisis a los estados policiales del capital, pues implican otro patrn deconsumo y soberana. Contra la soberana del capital y el estado, lasoberana del gasto social en libertad colectiva y popular. As entenderalas movilizaciones de abril en Cochabamba. La parte maldita est divi-dida y las clases sociales la usan para disputar el consumo soberano dela misma.

    Muchos tericos, y sobre todo polticos, afirman que ya no tienesentido hablar de la soberana nacional, porque ya la han anulado enmuchos lugares. sta no era sino mecanismo para colectivizar el consu-mo de la parte maldita en el seno de las sociedades capitalistas. En talsentido, una estrategia poltica popular, populista o populachera necesi-ta plantearse una renacionalizacin del excedente, o como se quiera lla-mar a este proceso, pero de lo que se trata es de ejercer soberana localgastando colectivamente y de manera ampliada el excedente de nuestrotrabajo.

    El gasto en conflicto social no es consumo en satisfaccin directade necesidades materiales especficas, es un gasto en libertad polticapara disputar la definicin y la satisfaccin de las necesidades. Es unadestruccin de las cosas, en pos de la reconstruccin o la reforma delmundo social.

    En este sentido se puede interpretar tambin el proceso de los blo-queos de septiembre y abril. Se trata de una ruptura de los procesos decirculacin de las cosas y las personas que afecta a los procesos de acu-mulacin econmica y, por tanto, a la reproduccin del poder polticodel estado y del poder social de la clase dominante, aunque tambinafecta a otros procesos y trnsitos personales que deberan ocurrir en lacoyuntura. Cuando los trabajadores hacen un paro o un bloqueo signifi-ca que dejan de trabajar para otros. Un paro o un bloqueo no slo son

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  • un perjuicio econmico para los capitales y el estado poltico, pues tam-bin se perjudica la gente que los realiza, y ms aun en un pas comoBolivia, donde la mayora de los trabajadores y productores no son asa-lariados dependientes sino que dependen de su propia iniciativa y auto-empleo artesanal, agrcola o comercial. En este sentido, la participacinen las luchas sociales es un sacrificio econmico, en algunos casos enaras de la libertad poltica, como sucedi en abril y septiembre del ao2000, mientras que en otros casos se reduce a la mera dimensin econ-mica como redistribucin del excedente, que tambin ha estado presen-te en todas las coyunturas de conflicto y crisis.

    En septiembre el tiempo del conflicto fuems largo y tambin fue-ron ms las regiones y los sujetos sociales en conflicto, por lo que elgasto social fue consiguientemente mayor. Lo caracterstico de estosaos es una fuerte localizacin de la poltica, lo cual ha provocado unadiversificacin de los puntos y motivos de la accin colectiva. La vidapoltica se ha hecho ms compleja, ya que responde a diferentes fines,organizaciones y direcciones.

    Sin embargo, entre abril y septiembre se ha pasado rpidamente aformas primarias de articulacin, comunicacin y solidaridad entre losdiferentes sectores en conflictoaunque no entre todos, en las que seha experimentado tambin fortalecimiento y debilitamiento, reversiblesambos.

    En ese periodo hubo un mayor gasto social porque hubo acumu-lacin histrica y poltica. La contrapartida es una mayor destruccinimproductiva de bienes y valor econmico. Las evaluaciones de los con-flictos sociales se basan generalmente en el clculo de las prdidas eco-nmicas en cada coyuntura pero no suelen considerar o vislumbrar losbeneficios polticos y sociales, pues stos derivan precisamente delgasto y destruccin improductiva en el conflicto. Puesto que se trata deprocesos de lucha de clases, no puede haber coincidencias en la evalua-cin de prdidas y beneficios.

    En los conflictos de abril y septiembre no se estaba disputandosolamente la distribucin del excedente ya producido, sino las condicio-nes legales de apropiacin del mismo, es decir, el rgimen de propiedad.Esto se hace patente en la expulsin del monopolio privado del agua en

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  • Cochabamba y el intento de una administracin autogestionaria desta. Est presente tambin en la demanda de derogacin o modifica-cin de la ley INRA sobre la propiedad de la tierra. Es el rgimen de pro-piedad el que define los derechos de apropiacin del excedente, demanera que una disputa radical por el excedente implica una disputasobre el rgimen de propiedad. En este sentido, las luchas sociales apun-tan al meollo del asunto, aunque no a todo el rgimen de propiedad. Lasocializacin de la parte maldita no est en el orden del da sino, msbien, el uso colectivo y local de la misma en algunas regiones y mbitosde la economa y el consumo de bienes y servicios.

    En abril se ataca el eje neoliberal desde lo local y lo popular; enseptiembre se ataca tambin el eje colonial desde lo indgena y lo polti-co cultural. En septiembre se ataca conjuntamente el eje neoliberal y elcolonial porque estn en juego cuestiones que van desde la mercantili-zacin de la tierra y el agua, y la desproteccin de mercados internos,hasta la igualdad poltica o, ms precisamente, la desigualdad polticaintercultural. El despliegue de autonoma poltica y fuerza social que sedio en el Altiplano fue organizado y dirigido por la CSUTCB, pero tuvo subase en la organizacin y la accin comunitarias.

    La CSUTCB plantea negociar en pie de igualdad con los represen-tantes del estado, no como gobierno y sbditos, que era lo normal. Aqu,la igualdad poltica no se da en las elecciones sino en el conflicto, en lacrisis y en la negociacin poltica directa. Esta igualdad poltica no escompleta ni continua en el tiempo y en el espacio, pero es ms real quela que promete el discurso legal en el seno de las instituciones demedia-cin y representacin delegada, pues se sigue negociando entre gober-nantes y gobernados y slo temporalmente, a pesar del cambio de esta-tuto de los sujetos planteado de facto en el conflicto. No se trata todavade negociaciones entre dos formas de autogobierno, lo cual sera expre-sin de una mayor igualdad poltica. Esta intervencin de la CSUTCB hainducido un proceso de autovaloracin colectiva entre indgenas y cam-pesinos, que es necesaria para la igualdad poltica intercultural.

    En las movilizaciones de septiembre han intervenido tanto secto-res que disponen de un pequeo excedente como sectores que no lo tie-nen y que sacrifican los medios de obtencin de alguno en el futuro a

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  • travs de la venta de sus productos. Hay un gasto colectivo en autono-ma y libertad poltica, en una fractura temporal del eje colonial y el neo-liberal a la vez.

    La situacin anfibia de las comunidades y productores agrarios,que estn y no estn en los circuitos de la economa capitalista nacional,les permite financiar este tipo de gasto social en conflicto social, que enesta ocasin tambin fue intercultural.

    III. El lugar de la democracia

    Como parte de las redefiniciones que afectan al mundo actual, acadmi-cos y polticos suelen definir la democracia como unmecanismo para laeleccin de gobernantes (en el caso de las corrientes ms minimalistas),y tambin como un modo de resolucin de conflictos segn procedi-mientos. Para unos es un recorte institucional que les facilita el trabajoal reducirlo y les permite bu