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    l. r ... "

    1]

    ,,

    de la Seccin Antropolgica

    N.o 3

    EXPLORA ClONES ARQUEOLGICAS EN LA

    CIUDAD PREHISTRICA DE "LA PAYA" {Valle CRichaqu~Prov!ncia de Salta)

    CAMPAAS DE 1906 Y 1907 POR j

    JUAN B. AMBROSETTI Director del Museo Etnog-rticu

    JJe la HEYISTA DE LA UX!I'EHS!JJAD llE ili'!il'O$ A!HES. 1907, tomo J"III

    BUENOS AIRES Imp. !le M. DIEDMA HIJO, Bolivar 535

    1907

  • j a

    1

    ~-- -

    EXPLORACIONES ARQUEOLGICAS EN L.-\ CIUD.\_D PREHISTH.ICA DE

  • . - -6-

    recoger lo::; objetos sobre el terreno y colocados su yuelta en un ,\fuseo catalogados sistemticamente; pasado algu-nos aos todo ese trabajo queda perdido, las piezas pueden deteriorarse, los apuntes extra\iarse, los objetos tnezclarse por lo menos perder sus correspondientes indicaciones por 111cjor a~eg-uraclas que estn y entonces, un material Yalioso recogido con todo afan y esmero, que podra lw-ber senido para efectuar estu(lios interesantsimos, se con\ierte en un hacinamiento de objetos intiles en su mlyor parte, que e5torball, }. r.:n el mejor de los casos slo pueden ocasionar confusiones deplorables.

    Como lo he expresado, creo que rlehe hacerse un sacn-ficiu de tiempo y expedicin hecha (1ebe seg-uir la corres-poudiente publicacin, siempre que no se trate conw en el ca:;o presente, de haberse resenaclo el manuscrito refe-rente uua de ellas, para cu!llpletarlo con los rcsuJttdos de una seg-unda efectuada en el mismo lug-ar.

    Comprendo que la t~1rea e,

  • las ruinas se: resistan la faena de exca\acin de se-pulcros, que ellos suponen, y muchas yeces con razn, sean de sns antepasados.

    Temen la Cl)lc:r;: de sto::J que se manifiesta segn ellos, por gra\,es enfenneclades y an por la muerte de los pro-fanadores por fenmeno:> meteorolgicos de sequas y he-ladas que afectan y destruyen sus cosechas.

    Frc;. 2 PEo;.;-Jo;s .\L:\IORZ,\NDO

    Es de de.':iespc:rar contra la obstinacin de las g-entes, pc:ro tambin es menester tener mucho cuidado en la r-plica fin ele pocler con\'Cllccrlos, tocndoles el amor pro-pio, halngndoles con lmena paga y regalos suplementa-rios ele COGl 1 alculwl, cigarro.c;, pan y mil otros pequeos obsequios para qne la a\"anC1

  • lO y peqneflos \'lCtos efecten su tarea con entusiasmo y se preocupen ele que la cosecha sea fructfera.

    De otro modo no sera posible conseguir tanto, porquc tres personas cuatro difcilmente podran atender unos cu~n-enLt hombres clidcli(1os en g-rupo:; ele dos, Gl\anclo en yc1nte puntos distintos y separados entre s, en los que con mala yoluutacl romperan los objetos graneles clejarbn perder los pequcos que podran ocultar entre

    FH;. ,1 Onw GHTI'O IJE l'Eo;.;Es ( F,t,,,q,-a{iu ,,, S diO!' ,..,a{nul /)e/!C!i,-d

  • 12 -~

    FIE L.\ TL\!JL\ ::-\" ~l. (L:\:\"11)

    Casi todos Jos objetos son femeninos y entre_ ellos ab_undan los torteros fusaiolos de madera. Nros. 1117 1,12:) .. U~a tableta ~e ofrendas N, JlOfi. Un escarificador Nu. 11,07. UnEl flgnnta de madeJa No 112G. Un alfiler de hueso N. 1127. \,anao; hrn~uetas d: madera pa~a atar los paquetes ftnebres Nros. 1108 '- 1114: Varios otros tiles de tejer y quiz de a-ricultura como los cuclllllones Y ls pala que se Ven debajo 1 3 tam. na t. 1

    Gracia"' Ja pro!ia en Salta.

    Los datos que T-I olmherg- me slllllinistr me pn .. :>Ieron snhrc b pist:1, y dirig-ilndoml' luegu al seor Delgn.do, ~ quien saba poseedor de otra colcccicn importante de olJ-jetos ele La Paya, entr en tratos con l para org-aJl\-zar la E:-.:pulici(n de r9o6, con la entera segnriclacl de que se trata]); Jl(J }'Otn1 dato lllll}' import~mtc y qnc 11(1 llll' dejr ~a ln..::ar

    , 1) 'FI 5'cw!cro de la Para" ltirnnnwnh: 'de"'-ctif1iertu en In:-: \ 1

  • dnrlas, fu la nuticia que trae el dnctor I-I. Ten-kate en su :..;iunprc in tcrcs:lll te I nf( n-me ( 1) sobre su corta estada en la Pa:a, l'll la que cl cuenta ele c1uc al1 alnmdan 1as pncas ,. lla111a ;\ (~se lngar anti.~no pneh1o, habiendo ex-trado de una S(:']Htltnra situada en su punto m/ts ele\ac1o una ,:~Tan nrna que contena nn esqueleto c1e un nin nnn mal cmJse.:r\ado \ ackn1s un :uro y dos pucos pin-tados. El snclo de La Paya ag-regaba, cst sembraclo en-

    Frc. (1 R[T'\.\S rn:L .\::\"TH;n) I:llrFruo Ll..\:\1.\llO L\ C.\S.\ Jf.uJ.Z.\!J.\ lll..'\"i'JHJ llEL CL .\1. SI: llli'"\) EL IL\LL.\ZCO

    l>EL :'11.\Tl:RI.\L l'l'llUC.\llO E::\ J:L 'SElTLCl

  • - - - - - - -!6

    tre las pircas1 de tejas y piedras trabajadas; tambien men-ciona pnr referencias de un incliYidno) la existencia de rocas grabadas petroglyfos.

    El seor Delgaclo1

    gracias nuestra ,,ieja amistad desde aquella poca1 nos prest un inmenso serdcio1 pues ade-ms de ocnparse en hallarnos nieros1 nos hosped en su casa de Cachi 1 puso en juego todas sus influencias para que los \'ecinos de La Paya nos sirvieran; nos consigui peones1 nos proporcion todo lo que necesitamos) y nos allan completamente el camino fin de que no nlalo-grramos por dificultades de orden material y an Jnmal, nuestro "iaje.

    Generalmente cuanclo se remuneran algunos serdcios hay costumbre de no ao-r;-decer los otros que se reciben

    - b

    y no se pagan 1 no deseo cometer esa injusticia y me es grato consignar J.C]_H al frente de est>:: trabajo nuestro profunrlo agradecimiento por torio lo qnc lw. hecho en lrts dos expediciones y por las atenciones que recihn10S par-ticulannellte de l y de su dio-na bmilia.

    Debo agradecer ~amhin la '"'conperaci6n decidida de nli buena compaera seora l\Iara Helena H. ele A1nbrosetti y de mi am-jgo Eduardo A. Ho1mherg (hijo) que han he-cho todos los dibujos que aqn se pnhlican.

    Y los seores Eduardo ,-\Jlhenwr y Agnstin N. l\Iatienzo quienes rleho las fotografas de los ohjetns .-\rqueolgicos trcdclos por la Expedicin y al seor Santiago Pozzi1 Jefe de los prep1rarlores del ;\lnseo ?\acional) las de las piezas que all se hallan _lepositadCts.

    -- - - - - -17-

    EL VIAJE A LA PAYA

    Para los que no estn al cabo de los \"IaJeS los valles Calchaqnes nos parece o1 t

    . . . ' ~ .. or uno, aunque brevemente, dar el 1t1nerano ctel que efectu la E~ ..1 '

    e xpeu1cton en sus dos c~t,npaas, viaje corriente para los pobladores ele esa re-gwn Y que se hace siguiendo el conocido camino Nacio-nal de los Valles por la Quebrada de EscoYpe r cuesta del Obispo. / ~

    El Ferrocarril NacoiJal C t 1 N en ra arte que llega la ciudad de Salta, tiene un ramal que se interna rumbo Sud en el valle cte Lerma.

    La cuarta Estacin saliendo ele Salt,l z ' es ... unna situa-da poco distante del antiguo pueblo del Carril.

    Frente ZuYira siguicnclo casi rectamente al Oeste se llega Chicoana pob1rtcin cabeza de un departamento Y un poco al Norte de ella siguiendo aguas arriba el ro c~e ese n:ismo nombre se penetra e-n una gran quebrada que le da sahda, llam

  • - r8-

    Pasado Pulares el cami11o se in terna en la Quebrada que es ancha, imponente, con "'-istas bellsimas y espln-didas cada paso. Ella invita como camino natural seguirla.

    El rumbo dominante es de Oeste Este y su longitud est calculada por los viajeros entre diez y doce leguas, por las vueltas q ne d el camino causa de los espolones de los cerros que ha:y que contornear y las imnumeraLles veces que forzosantente tiene que vadearse el ro que corre por ella, q ne es, como dije, el misn1o de Chicoana.

    Con1o sucede con todas las quebradas su plan va as-cendiendo al principio paulatinatnente y luego v acen-t\lanclo la pendiente cada vez nts l1asta llegar al pi de la famosa cuesta del Obispo.

    La buca ele la Quebrada se calcula que est n69 me-tros sobre el nh-el deltnar y gracias al abrigo de los cerros, en sus primeros quince kiltnetros, presenta una vegeta-cin lujuriosa ) exhuberante y que corresponde la zona fiLo geogrfica llantada del Parque>>; descollando entre otros rboles, magnficos laureles que fonnan nwntes be-llsimos, de los que se cruzan algunos bajo el dosel de sus altas ran1as que proporcionan una 50111bra deliciosa en plena cancula de enero.

    Los cerros que bordean la quebrada en este punto se hallan tamLn cubiertos por la nlisma vejetacin }' son por esto ricos en n1aderas de construccin que han sido y son explotadas en parte.

    El ancho uel plan

  • - 20 1\'Is adelante aparece una quebradita llatuada ce Las

    Animas)> y luego se lletra al fan1os . J\I 1 1 - o ~ o a paso)), no-ar donde el ro ha cavado su cauce entre una meseta de ~rigen aluvial posible1nente glacial) quizs una antio-ua

    f b nwrena ron tal de un ventisquero que ocup toda la que-brada, Y un alto cerro de arenisca cmnpacta contra cuyo paredon se recuestan con fuerza las aguas produciendo un lento trabajo de erosin impidiendo el trnsito en la poca de las crecientes, lo que justifica el nombre que lleva> por tornarse peligroso.

    Pasado este punto la quebrada vuelve ensancharse para ir paulatinamente estrechndose despus

    1 pero la ~Te

    getacin camba1 los cerros empiezan desnudarse de vejetacin arhrea1 sustituyndose esta por cardones (Ce-reus) que cubren sus flancos) al principio muy ramlficados) para simplificarse cada vez ms,

    E~ ro \'a recibiendo cont1gentes de agna ya sea por ver~1entes arroyos que bajan de algunas quebradasi co-nocKlos son los puntos llamados _c\gna negra 1

  • , ..

    22 --

    De las piedras de molino parten: un canno directo la Poma, y ms adelante el otro que sigue Cachi, se bifurca hacia I\Iolinos r otros pueblos del Sud y en segm-da se separa otro directo Pa}ogasta.

    Aqu en algunos lugares abunda el pasto

  • aaaa

    Frn. 9 EL VALLE C-\LCH.-\.QF DESDE EL NEV.-\DO DE Ac.-I.Y H.-I.STA. ToLO:UBON (1)

    -- de mulas que de los Valles van Salta

    1 cnya segunda jor-

    nada es hasta San Fernando. Desde 'Tintin se toma una gTan quebrrrcla que tiene el

    1nismo nombre con direccin general hacia el oeste y de pendiente acentuada.

    Esta quebrada es ancha y los cerros que la bordean estn compuestos principalmente por enormes masas de areniscas rojas y blancas muy trabajadas por los el,e-mentos.

    En algunos trechos presenta Jugares ele nwnte1

    espe-cies de is1etas1 como la llamada :\lonte rcclonr1oc 1 etc. 1 en que el churqui predomina casi exclusi-vamente.

    E_n varios puntos los cerros se estr~chan -y forman angostos que tienen nomhres derivados del color de sus rocas: Angosto nwrado>l, "colorado, blanc(P, etc. )' en alguno de ellos se encuentran pequeos ojos de agua.

    La quebrada es larga, le calculo un rnnimum fle veinte kilmetros y desemboca en el va11e Calcharp entre los lugares ele ,,EscalchL> y ,, Rancagua:o unas dos leguas 1ns menos al Sur del pueblo ele Cachi (2).

    (1) Fragmento de la Coti!inuacn del ,llapa de la Provincia de Catamarca.

    (Regin del Norte) Comprendiendo parte de la Provincia de Salta.

    Esca!8 de 1: 1.000.000. Publicado por ef lv\useo de La Plata, segn datos del Ingeniero Gunardo Lange y dibujado por el prof. Enrique A. S. Delachaux. (1893)

    En este mapa se halla ubicada la quebrada de la Paya escrito "Palla", es el tnico docHmento cartogrfico de la consigna. Un punto negro se ha colocado sobre ese lugar para facilitar su busca.

    (2) En la poca de las lluvias esta quebrada sirve de desagiie toda la zona del campo de Tintn y entonces dada su pendiente (ms menos de veinte por mi!) en un momento se llena de ag1m y la arroja con velocidad increble sobre el rio Calchaqui al que llega represar momentaneamente, produciendo un espectculo imponente con ~rave dao de las propiedades situadas sobre la mrgen derecha del valle.

    En Febrero del presente ao de vuelta de la segndfl campaa en esta misma quebrada y al l!e~ar al 1\

  • -- 26 --Para llegar este ltim8 punto, base de nuestras ope-

    raciones se abandona e~t1 quebrada comJ una legua antes de su desembo2adura y se toma un largo c:1mpo de legua y tnedia hacia el norte hasta llegar frente tnisrno al pueblo que se halla situado del otro Lulo del ro Cal-chaqni y en la esquina que fornn ste con el ro ele Cachi que baja desde el imponente nevado de este nlismo nombre.

    Desde el alto campo se cloruiuan las arboledas ele Cachi y sus casas bb.ncas, que forman un rincn corriente lleno de -dcla y esperanzas para el viajero que ansa dejar cuan-to antes el triste desierto que acaba de cruzar y tns arriba, conw colgado en la falda ele los cerros negros otra mancha sonren te sembrada de casas y rboles pero

    entrar esa Isleta donde tu\limos que permanecer ms de una hora esperando que las aguas pasasen.

    En la quebrada no lloVi, ni cerca de ella, y nosotros que \lena- '\ mas bajo un calO!' sofocante producido por el sol de las tres de la tarde y la arena caldeada del plan de la quebrada. sentimos minu-tos despus de producirse la creciente que !len

    1 ?e goli?e toda la

    quebrada transformndola en un caudaloso no, 18 1mpres1n de un brusco de~censo de temperatura.

    A los cincuenta metros antes de llegar la isleta del Monte Re-dondo, recien sentimos el ruido de esto crer;iente. bastante confuso pero que nuestro vaqueano reconoci al instante, hacindonos apu-rar los gritos de ~viene ro de arriba!!

    La cabeza de la creciente segun la frase ~rfica de mi compaero el sci1or Sal\lador Debenedetti, semejaba un enjambre de serpien-tes color chocolate que a\lan:z..nban retorcindose '} saltando entre los sttrcos de la playa 6 por encima de las piedras de que est sem-brada; otras ms gruesas se golpeaban contra la base de los cerros y se escurran friccionndola con el materia! de transporte que arrastraban.

    En un atropellamiento confuso se aumentaba el caudal con las sucesivas qu~ se encimaban se entrechocaban formando to:b~llinos ele un lfquido denso que mo1,1a las piedras, las arrastrabs o desba-rraucalm pedazos de tierra ripio siguiendo una carrera desenfrena-da y \lertiginosa mezclando su masa plantas y palct::i que se per-clian de vista en un abrir y cerrar de ojos.

    La altura del agua a\caz en algunos puntos ms de un metro. Crecientes como esta se repitieron \larias d11rante el mes de Ene-

    ro, sobre todo de noche y el ruido que producian al l,lo]carse en el \1al!e lo percibimos desde nuestro campamento de la Puerta de la Paya situado frente Rancagua y poco al sud de la desembocadura de esta quebrada.

    - 27-ns lejana; es Cachi Adentro1 la finca principal de este lugat

    1 que se halla en el interior de un anfiteatro de ce-

    -rros, un par de leguas al Oeste y uu centenar de metros ms alto.

    El ro Calchaqu, que hay que vadear, es ancho; como playa tendr frente Cachi unos ciento cincuenta 1netros y generalmente el grueso de sus aguas se halla divid-. das en dos canales.

    N o estando crecido se pasa ,entonces ochenta centn1etros de

    fcilmente, pues tiene altura trmino medio,

    pero poco crecer el vado se hace imposible. El pueblo ele Cachi se halla 2.300 metros sobre el ni-

    -vel del mar; para los que no estn acostu1nbrados se siente .alguna puna al caulinar por las calles ..

    Es muy pintoresco, posee una buena Iglesia, edificios -bien construidos, an1plios y ~modos; su poblacin se cal-cula en seiscientos habitantes.

    En otro tiempo fu n1s ilnportante y era asiento de un gran nmero de familias principales de Salta, cuyos nombres han figurado en la historia y administracin de -esa provincia y an Nacional.

    Hoy con la disminucin del trfico de arrias con Bo--1ivia, el arriendo de las principales fincas y muchas otras -razones que no es del caso cletallar aqu, pero que he ,dado ya en otro trabajo (r), el block de familias prin-cipales ha quedado muy reducido y ese pueblo, corno mu-

    dws otros del valle Calchaqu; hau perdido la importancia que tuvieron, y arrastran una vida precaria, lo que es una

    1stima, y, lo que es peor, sin remedio por ahora, no ser que nuevas gentes y capitales le inyecten otra vida y fijen -otros rutnbos : la actividad de sus actuales pobladores,

    ~quienes como elemento de trabajo han sido siempre y son ex celen tes.

    (1) LA HACIE:NoA DE MoLINos. En Estudios.- A\o IIJ, Diciembre' ~j 905. Entrega 22.

    1

  • ~----- En Cachi la expedicin organiz su servicio de pro--

    vedura y arria por que en La Paya no se encuentran recursos abundantes y despus de contratar algunos ele-mentos sigui viaje hasta ese punto que queda en lnea recta hacia el sur unos diez k:il1netros aproximadamente; pero por el camino del alto, siguiendo la marcha por la mrgen derecha del valle Calchaqu, le c.:tlculo unos quin-ce kil1netros_

    Este camino que es forzoso seguir, hallndose el ro Calchaqu crecido_. es muy accidentado y pintoresco; cau-sa de las labranzas que sien1pre ocupan los terrenos in-mediatos al ro para poder ser regadas, se aleja de la costa y faldea las lomas y contrafuertes de los cerros del Oeste.

    Dos espolones de estos cerros de roca porfrica cuya parte descubierta se halla n1uy descompuesta, atraviesan el ro Calchaqu en este trayecto, en dos partes ms menos equidistantes formando los angostos de Escalchi y Rancagua.

    Seguramente estos espolones transversales son los que del otro lado del valle se continan en la serrana de la

  • -JO-

    enonne ventisquero que ocup toda esta quebrada bajando de los nevados.

    Atnbas n1tades ele la terraza se hallan cubiertas por rui-nas pero las 1ns interesantes y las que nosotros hemos dedicado la mayor atencin 1 son las que se encuentran sobre la ntitacl de la derecha.

    Este gTupo de ruinas constituyen por s solas una en-

    f'IG. 10 VIS'l'A DE LA CitJDAD DE LA PUERTA DH"'LA PAYA '1'01\'IALL\ A_ VIT1~LO DE PAJA RO DESDl:

  • - 32 ciudad puede calcularse en unos veinte veinte y CHICO metros.

    A media falda del frente de la terraza, comienzan las habitaciones de los pobladores y algunos plantos de vi-edos y rboles frutales, en lugares preparados como pla-taformas1 dos tres) para seguir despus los sen1brados en un plano inclinado hasta el ro (fig, rz).

    En la parte Oeste la terraza est unida un cordn de cerros altos que corren de nordeste sudeste y forman

    FIG. 12 Parte del frente de la terraza mostrando la senda por donde se sube hasta su parte superior para penetrar en la ciud~d; en esta fotografa se puede notar el contraste de la vegctactn entre la zona regada del plan y !a estril de la terraza.

    En el ngulo inferior izquierdo y marcado con una cruz se ~ el techo de la casa que habitaba !a Expedicin, situada medta falda de la terraza.

    (Pol,ogra(ia del eei"i~r Sa.lrndnr DebenedcUi)

    una de las paredes de la quebrada misma; por el norte la terraza es cortada por otra quebrada pequea que baja de este cordn y que desagua sobre la playa del Ro de Paya que1 como he clcho 1 la ha cortado por el Este.

    Como se v1 la terraza ocupa una posicin dominan te y su ubicacin no puede ser ms estratgica y resguardada.

    a IL IL -- 33

    Desde ella se domina hacia el Este y Sur todo el bajo y una gran extensin ele la finca de Rancagua1 del otro lado del ro Calchaqu1 as como tmnbin todo el gran

    FIG, 13 La terroza vista de frente para mostrar su semi~-Jerticalidad; media fAlda va la sencia qne conduce !a parte superior y que se ve en la figurA prececiente.

    Las h.shitnciones actuiJ!es ele! borde de la terrAza, son !as de la familia de Don jess Lamas, nicos habitantes que moran sobre !as ruinEJs de la antigua ciudad.

    ( t'nfc,,rrn{irr riel ,

  • -34-

    campo que sube hasta la serrana de la Apacheta y Sl-guienclo la playa clel ro hasta la punta_ del cerro1 dentro Jel cual se encuentra la villa actual de San Jos, que eS-el mismo ceno que resg-uanla la ciudad (fig r4).

    Hacia el norte, se domina la quebrada de La Paya y all en el fondo se recortan desltunbradores imponentes los

    FH;. q I:L BORDF SCD DE L\ 'l'ERRAZA DE LA CIUDAD

    En primer plano se \i un trecho de la onti$!ua murnl!a recons~ truda.

    El sitio mar en do con una cruz indicn la puerta actual para penetrar en el recinto cercado, si;;uiendn una senda que sube hasta all. En este mismo punto descubrimos enterrado un depsito de mazhorcas de maz quernadn. El cerro que baja hasta el ro Calchaqu que se ve lo lejos, es el mis111o t.jue ya se tia indicado en !a fi

  • - -ha sido en su frente sud donde un gra11 trecho de la rnura-lla vieja ha desaparecido y ha sido reemplazada por pirca nueva objeto quiz de utilizar el rea de la ciudad como potrero gran corral, aunque en ese 1tin1o punto se han construido tatnbi11 tres pequeos corrales con piedra de alli mismo.

    La tntualla tiene un desarrollo de mil doscientos treinta y nueve 1netros y no est construida tramos rectos siu en pequeos trechos ya sea causa de lo accidentado del terreno ya por que ha seguido el borde ele la terraza, que en las partes que el agua puede corroer como en los frentes que dan sobre la quebrada, expuestos 1as aveni-das, est muy recortada. '

    En los detns puntos serpentea, va sn1)iendo bajando algunas lomitas transversales y formando varas pequeas esqutnas,

    Del lado interno la muralla es n1s tierecha y perpen-dicular, nlientras ql1e del externo es1 corno he dicho, n1s irregulaL Sin 'embargo, en el lienzo del Oeste hay cinco reductos bien visibles, sa11entes, en forma de semicrculo de unos dos metros de ditnetro rnayoc Estos estn casi equi-clistantelnente distribuidos dos cada latio de una l01nita alta cuyo pi hicimos el hallazgo nlnnero r6 y otro en el ngulo Snd Oeste.

    Este lienzo Oeste de la lntualla es el que se halla 1ns alto qne el resto de la ciudad, y deja entre l y el pi del cerro una calle bastante espaciosa que separa sta de la necrpolis1 que empieza del otro lado sobre el misn1o cerro y cuyas ttn11bas nutchas veces invaden la calle.

    El rea encerrada por la muralla y ocupada por la ciudad, propiatnente dicha, es un polgono cuyo eje nwyor de Norte Sur tiene trescientos cuarenta y siete mehos, por los si-guientes anchos ele Este Oeste 231, 318 y 215; anchos t01nados empezarido del Norte los 187 metros y los

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    287 y 387 inetros respectivamen~, es dec-ir, unas seis hec-treas y media prximamente.

    Lo irregular de estas cifras se debe que se ha tomado con1o pun lo de referencia el gran edificio que existe all en ruinas, probablemente un te1nplo, y que el vecindario conoce por el nomhrc de la Casa i\Iorada, (fig. r6).

    El !Jlan de la terraza, eomo es lgico, ha pa,rticipado de los efectos ele la erosin 1 de acuerdo con la inclinacin natural del terreuo sobre la cual est asentada, yr por lo tanto, tiene cadas hacia el Norte y el Este, siendo stas sus partes 1us bajas.

    En cambio la parte del Oeste es la ms alta y toda esa extensin tiene una diferencia de nivel con la parte Este de unos cinco melros y medio { seis metros. Este desnivel 110 se pro(luc:t' en plan~ inclinado suu por medio de un escaln ms menos de la mitad de altura que correspon-dera una lnea Norte Sur Este U e la Casa I\Jorada y que luego se inclinar hacia el Este.

    Las cadas hacia el Norte son mucho ms rpidas y cmnienzan poco clespu(s de la Casa l\lurada que, como puede \'erse en el croquis) (Ftecla sittuub casi en el ngulo Nord Oeste de la ci uda(_L

    Las casas ele la ciudad han desaparecido en su may.ror parte; sq.llllladas en material de acarreo derrumbadas sus pircas; sin embargo, trccltos se pueden distinguir la planta de ellas formando grandes canchones cuadrados de cuatro :y cinco metros de ancho por ocho diez de largo, colo-cados por series ele seis siete uno al lado del otro para-lebmente dispuestos.

    Con mucl10 trahajo y tiempo creo que se podra rehacer la planta de la ciudad; pero esa tarea ardua y paciente no nos fu pennitida (r). (Fig. 17).

    (l) El corto tiempo de que hemos dispuesto en cada una de las dos expediciones efectuada~; el poco per~onal de investigadores, quienes no ~Obi-8Iia ci~uCl p;nl vigila( JOS trnb8jos de exa\'acir de

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    Casi todo lo que se ha dicho con respecto de la ciis-tribucin de los edificios de la antigua ciudad de Qulmes (r) con excepcin de las construcciones circulares qne aqu no hemos encontrado 1 pnedc referirse las ruin.cts de las casas de la Paya.

    En esta, con1o en aquella) se han aprovechad los des-niveles del suelo y adems se han completarlo con trabajos

    FIG 18 Muralla de sostn de una casn grande, en esta fotografa puede verse el sistema indicado de aprovechamiento de un desnivel del terreno completado con !a escavacin para formar esas especies de habitaciones semi-stanos.

    La piedra aqu utilizada es en su mayor parte rodada. (Foto{Jra.j'a del 8tl1or Sali'(Hlor fli!/J(;nedtli)

    !os muchos peones de CJUC dispusimos y el afn de poderlo~aprovechar casi ntegramente en reunir el mayor nmero de datos y colec-ciones, debido que ese rico interesante yacimiento arqueol?~_i_co habfa empezado ser Sa(jueado por los muchos buscadores de antJ~ue dades, quienes destruyen ms de lo que recojen, hizo que nos con-cretramos situar nuestros hallazgos del mejor modo posible.

    Para esto nos pareci suficiente trazar las lneas indicadas y tomar el contorno de la muralla para preparar el croquis provisorio que hoy publicamos, en la esperanza de que en otra oportunid~d se podr llevar cabo un trnbajo completo y prolijo de levantamJento, tanto ms C]Ue las ruinas quedarn tal cual estn an por muchos aos~alli, desde que no hay inters ni objeto pnctico en destruirlas.

    ( 1) La antigua ciudad de Quifmes en el Boletn del Instituto Geogrfico Argentino. Torno XVIII, nms. I III, 1897.

    - - - - -- 41 -

    de cava en niuchos puntos para proporcionarse reas se-misubterrneas stanos de uno dos rnetros y rns de profunddad con el objeto de habitarlos.

    All, conw aqn:, las paredes que resultaban al forn1ar estos stanos, se han sostenido por una pirca (1) de piedra, (fig. 18) para impedir el desmoronamiento.

    Otras veces, cuando se ha aprovechado un gran plano inclnado para arreglar estas casas siempre con la idea del stano, se le ha cruzado con pircas pero formando prolijas

    FIG, 19 Muro de separacin de una casa con otra, El material aqu utiizado es piedra de cara y ~aja en su mayor parte.

    (F'oto,rrrr(io del sei!or Snlnrdor Debenedelti}

    paredes de piedra no ya rodada, sino elejida y 1ns menos canteada (fig. rg) fin de que pudieran tener rnayor estabilidad.

    L,a forma y modo de habitar estos stanos est descripta en el trabajo citndo; supongo que pueQe aplicarse tan1bin agu: alrededor de las paredes han debido plantar horcones para sostener una cmnbrera que sirviera de apoyo al techo de rama y torta que correra desde la pared misnia

    {1) Pared de. piedra _as~ntada sin Brgamasa ms _ menos prolija-mente, pero temendo pnncJpa!mente en cuenta su estabilidad.

  • -42-

    flor de tierra hasta el lugar ocupado por esos hon::ones y formasen as un corredor alrededor del stano, quedando en el ceutro una especie de patio cuadrado.

    An hoy los habitantes del lugar y alrecleclotes aprove-chan los desniveles del terreno para recostar sus casas, de 1nanera que 111uchas veces uno cruza por ciertas sendas al lado mismo del techo, y si desviara el caballo, podra ste pisarlo andar sobre l.

    Para todos estos horcones, naturahnente, se necesitaba n1ucha madera de construccin, y sta abund enormen1ente eu ese lugar juzgar por los algarrobos que an existen ya muy disentinados, es cierto, (fig. rs) causa de la ma-yor extensin de los cultivos que hoy se efectan en la zona ocupada por ellos; entre estos cultivos es de mayor importancia el de la alfalfa, forraje que los indios no nece-sitaban, puesto que los nicos anin1ales domsticos qne posean y que pudieran necesitarlo eran las 11anws (auche-nia) y stas se bastaban con las plantas de los cerros; en cambio, los algarrobos prestaban al indio verdadera utili-lidad proporcionndole su fruto abundante que constitua para ellos, junto con el maz, la base de su aH menta-cin.

    Pocas escavaciones puclitnos efectuar eti el in.l'erior de ]as casas, las que dieron escasos resultados re1ativathente, si bien es cierto que estaban circunscriptas los ngulos interiores, muchos ele los cuales nos revelaron antiguos Iogones y nos entregaron slo tinajones negros uno que Dtro pintado, con sin vestigios de haber sido empleados como fretros de nios.

    Las tumbas nos tentaban demasiado para proceder -estas escavaciones largas y trabajosas por la gran masa de material que haba que remover sin esperanza de una mayor ,cosecha. Ese trabajo deber emprenderse con ms tiempo y elementos, agotado el material funerario, y una vez que se decida el levantamiento prolijo de la planta ele la ciudad.

    - 43-

    LA CASA MORADA

    Esta cunosa construccin nlide trece n1etros noventa centrnetros ele largo ele Este Oeste por cuatro rnetros trein-ta centmetros de ancho de Norte Sur, y desde el cinriento hasta la altura actual ele los n1uros, tres n1etros cuarenta centtnetros, trmino n1edio.

    Las paredes tienen sesenta y nueve cerltUletros de es-pesor.

    La nica puerta que posee se halla al Norte y tiene un n1etro y veinte centlnetros ele luz.

    Exteriormente las paredes son desprovistas de adorno alguno y no presentan 1ns particularidad que el cuiclaclo con que han sido construclas, todo con piedra elejicla. Esta es una arenisca roj.a, compacta, que no se encuentra en las cercanas y que se talla facilmente, mejor, se presenta casi tallada en bloques 1ns menos paralelepipcdoides cbicos, causa de la forma ele descornposicin propia de los mantos, por lo que se le llama all piedra dt rara.

    El punto ms cercano de La Paya, donde sta abunda, segn todos los vecinos del lugar, es el Angosto 11orado de la quebrada ele Tintn, que ya n1encion, y distante en lnea recta de este lugar unas dos leguas dos leguas y media del otro lado del Ro Calchaqu.

    Esta piedra calza rnuy bien, de n1anera que las paredes han podido levantarse con toda prolijidacHy solidez, lo que ha contribudo, en gran parte, su conservacin.

    Del lado interno los nruros presentan so9re todo en el

    USUARIOResaltado

  • . 1 '.c,J' ..... ' .... '', ,, . . del sur1 nichos alhacenas de cuarenta centmetros cua-drados y separados entre si por espacios de un n1etro diez centmetros trmino medio; en esa pared hay cuatro nichos {fig. 20).

    Este edificio no creo que haya llegaO.o tener mayor altu-ra que la que hoy presenta1 cuando 1ns algunos cincuenta

    ... , ........................................... ,,,,,.,,,1

    FJG. 20 Vista interior de la Casa .\1orada, pared del Este, mos-trando los nichos, la brecha abierta por los escavadores primitivos para volcar por all Jos escombros y la remocin del suelo. Al pie del cerro y Jo lejos se ve la muralla de la ciudad.

    (Fotognfia del sef!or Sr~ltador Debe11edetti)

    centin1entros1 y seguramente fu techado dada su poca anchura y por que dentro de l se han ha11ado restos de palos, segn n1e dijeron los peones que procedieron su primera escavacin.

    El uso que haya tenido en su origen no podra asegu-

    rarlo 1 posihle1nente fu una Yivienda de nn Caci}Ut prin-cipal quiz un templo; pero lo que hay de positivo es que con posterioriOad sirvi de sepulcro yr entre otros un personaje importante.

    Esto junto con el gran nmero de tumbas que halla-mos dentro del permetro murado de la ciudacl 1 nos sujie-re la sospecha de que nos hallamos en presencia de una antigua poblacin que por rnalqnier cDnsa fn abando-nada transformnctose poco poco en un gran entena torio.

    Que la Casa i\Joracb1 fu cunstrnda para sepulcro uni~ cmnente nos parece improhab]e1 el transporte de los blo-ques1 la presencia de los nichos 1 la puerta de entracia y el hallarse este eciificio en medio de 'llna cantjcl;u1 de constrncciones que lo rodcan 1 nluy destruidas por cierto1 pero en las que se rhonocen 1 algo asl como depsitos cis-ternas1 la cantidrtd de cenizas que ha1lbamo;;; en las es-cavaciones practicadas su a1rededor1 nos han dado la iinpresin de que ju habitado y que descie a11 irradi algo as com_o una autoridad civil religiosa.

    Habr que emplear mucho tiempo y rEnero para des-pejar de escombros los alrededores de esta construccin y levantar un plano vrolijo de todas sus dependencias; los buscadores de tesoros y de antigedades para la venta han producido una desvastacin tan brutal y han atnonto-uado tantos detritos que toda esa zona se ha convertido en un arnero de pozos y un 1aber1nto de montones de rpio1 tierra y fragmentos de objetos interesantislmos (vase fi-gura r6).

    El interior del edificio ha sido removicio y revuelto en una forma imposible de describir y para facilitar la ex-traccin de los escombros han llegado hasta rotnper la pared del sur para volcarlos por all (vase fig. zr).

    Los primeros que llegaron para cavar el tapado de la Casa 1\.-Torada fueron los que exhumaon los objetos que

  • -46-

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  • El inventario de 1o hallado dentro del edificio solo pne-Oe efectuarse teniendo en cuenta unica-mente los ob-jetos que se han reunido y que hoy posee el Museo Na-

    cional; en cuanto las tumbas que all existieron, a1 nrnero y disposi-cin de los cadveres que contenan y la cantidad y clase de piezas que correspondan cada una, nos es n-posible poderlo hacer. Siquiera de este naufragio arqueolgico algo se ha sal-vado, y f que son ejen1plares inte-resantes en su n1ayora.

    La primer coleccin de piezas adqui-ridas por el Museo Nacional descripta por m, se comp011a de: ro varios adornos de oro: una banda frontal con dibujos de puntos y caras humanas hechas martillo, trabajo de repujado, una pieza bifurcada como si fueran dos plumas, terminadas por Oos cabe-zas de serpientes y ocho piecitas alar-gadas con un agujero tenninal cada una, cmno para ser adheridas una vincha vestido (vase fig. 7).

    De bronce pobre en estao: un ha-cha toki de mando con mango de

    Fw. 22. Toki hacha madera; una manopla adornada con de mando de bronce y cabo de madera.

    ('oleccirin Jbtsco Nncio11n 1

    unJ. figura cmno de serpiente, un cin-cel, un brazalete sencillo, un tumi

    cuchillo semilnnar con mango y dos cunosas boleadoras, representando una la cara in1n1ana y otra Oos c:1ras opues-tas de un zorro tig-re.

    De hueso sie-te puntas de fle-chas (figs. 22 26).

    De n1adera cin-co piezas1 cuatro de uso descono-cido y la quinta un fragmento de una flauta de

    pan) lo que re- FIG 23. Tumi cuchillo semilunar de bronce cien he podido Uolcccidn M11seo Narion

  • -so

    tambin el Museo Nacional. Esta se conlpone de las pie-zas siguientes: de oro una pequea chapa ovalada con t-tn lozange cortado en el centro y con tres grupos de tres puntos cada uno

    1 repujados y equidistante1nente colocados

    su alrededor; de plata una lmina delgada y recortad~, forn1ando dos cuerpos n1s ntenos cuadrados Y terml-nados en su borde en forma semilunar )'' saliente; a1nbos

    FJG. 26. Puntas de flecha de hueso. Unicas encontradas hasta ahora en La Paya C'ol.-;ctf,in J[ueeo -:>~tocionu:

    unidos por una barra tntnsYersal muy estrecha, con1o s1 yuisiera representar una hacha doble (fig. 7).

    De hueso: dos especie de alfileres de corte cuadrangu-lar y tenuiJados cada uno por una figurita apoyada so-bre. un pedestal rectangular saliente: estas figuritas re-presentan un pjaro visto de lado escondiendo la cabe~a detrs del ala y la otra un h01nbrecito con una n1ed1a lnna en la cabeza

    1 adorno que entre los peruanos se cree

    es atributo de didnidad y que hallamos frecuente1nente

    - -en las pinturas ca1chaquies que representan figuras hu-111anas.

    En ambos alfileres hay grabados, vanos crculos con punto central dispuestos en series, dos en el pedestal del pjaro y dos en el otro, una sobre el pedestal del hombrecito y otra sobre la lnea de el pecho y brazos que parecen estar abiertos.

    Las dos piezas tienen cada una 1111 agujero que las

    F'IG. 27 Vaso antropomorfo extrad? de la Casa Morada y cono-cido bajo el nombre de retrato del cacJqt!e. 1/'i tam. nat. Col. Museo Nacional.

    {Fut

  • -52-

    De madera un plato circular y un precioso vaso ptn-tado y bastante bien conservado {figs. JI y 32).

    De alfareria1 el vaso antropomorfo llamado El retrato del Cacique (fig. 27', quiz la nica pieza tan caracters-tica hallada hasta ahora si se ecepta la gran cabeza de ]a urna de la coleccn Quiroga (r ).

    Este vaso representa una cabeza humana con su cuello algo hinchado en los lados convencionalmente coino para darle ms estabilidad y terminado en una base circular pequea y plana.

    FJr>. 28. Vaso zoomorfo representando un tigre 3/f tamno lllltnral

    Coleccin Jfu.~eo Xar.ionf!f

    En la parte cervical hay un agujero de poco dimetro como para poder llenarla de lquido.

    La cara est Circundada por un borde saliente fonnado por dos arcos que arrancan de la raz de la narz, esta se eleva entre ellos de forma pronunciadamente aguilea con sus ventanas bien marcadas debajo la boca aparece pe-quea ovalada y provista de dientes mal hechos.

    (1) Va~e Lmina de La Cruz e!l Amrica por Adan Quiroga. Buenos Ares, Imprenta y Litografa ~Buenos Aires" BolVar 260-1901. Adems he estudiado esa cabeza tan interesante en mis No-tas de Arqueologa Calchaqu, pg. 111, fig. 81, y Bol. Inst. Geogr. Arg. Tomo XIX, pg. 58.

    I,os OJOS son pequeos salientes y con la pupila bien marcada; m11y mal colocadas sobre los parietales, se ha-Han de relieve las orejas convencionalmente hechas.

    Sobre el c:olor rojo de la alfarera pulida hay unos tra-zos negros pintados.

    Sobre la frente una gruesa faja negra la -ocupa -casi to-da bifurcndose en sus extremos para caer una punta de-trs de ]as orejas y otra ms larga sobre y debajo de las Sienes.

    U na lnea recta y angosta cruza toda la cara pasando por los ojos y el arranque de la narz.

    FIG. 29. Vaso pintado de tipo penmno 315 tamao nntura.l

    Ooleairin }[ueo Nntinna.r

    Debajo de los ojos, se desprenden tres lneas verticales de puntos.

    Las n1ejillas y el borde de las. 1nandfbnlas estn cu-biertas1 la izqnierda por una gran faja negra y la dere-cha1 por el simple contorno de otra ele igual tan1ao que la anterior.

    La boca se ha11a contorneada de negro, y el 1neto cubierto su vez por otra faja negra verticaL

    Dentro de esta ltima se halla un agujero circular de n1edio centmetro de dimetro que perfora el vaso1 pare-cera destinado recibir un adorno te1bet sino fuese que 11eno ele agua este vaso, se escapa por all durante

  • ~54~

    bastante tiempo formando un chorro arqueado por lo que supongo haya sido hecho as en fonna intencionaL

    Las orejas tienen tarnbin el lbulo perforado con10 para reci-bir un aro adorno.

    Fw. :30. Fragmento de vaso libatorio

    Coleccin ltlus~o Naeirmnl

    Otro vaso no tnenos curioso es el zoomorfo represen tan do gro-seramente un tigre tniranclo ha-cia un lado con la caracterstica de los ojos salientes y gran boca con los di en tes bien nwrcados. Esta pieza, junto la anterior, son recordadas por los habitan-

    tes ele La Paya, quienes ficado (fig. 28).

    sorprendi mucho por su signi-

    Una ollita de pasta fina ele tipo pernano conw la que trae el Sr. Ivfax-Uhle en su trabajo sobre Pachacamac, con orn

  • - s6-

    LOS CARACTERES ORNAMENTALES

    DE LA ALFARERA D~: TIPO CHII.ENO DE LA CASA MORADA

    No se podra; despus de escritos los prrafos anterio-res, pasar adelante sin detenernos un momento sobre la cnriosa ornamentacin de la 1nayora de los objetos de cermica extraidos de la Casa T\1orada.

    A11 parece que se concentraron las n1ejores piezas1 que tradas seguramente de la costa del Pacfico se conser-

    '

    varan con sus dueos y distribuyndose uno que otro ejempl~r entre los habitantes de la ciudad, les dierou tanta importancia, que los guardaron junto las con-

    Fw. 33. Elementos tpicos de la decoracin del yurito (fig. 51), presentados sin las lneas dentadas que Jos dividen en campos, para su mayor comprensin.

    chas rnarinas del gnero Pecten cou1o testigos de su lar-go viaje desde las playas del ocauo Calchaqu al travs de la Puna de Atacama ...

    Cuando no podan obtenerlos legtimos, no trepidaban en imitarlos. Lstitna grande que la Casa J'viorada no haya podido ser explorada cientficamentej a11 seguro que de-bieron haberse hallado tambin conchas u1arinas, y mu-chas otras piezas que nos hubieran confinnado lo que acaban1os de expresar.

    Estas alfareras presentan en su mayor parte la figura de tnonstruos de cuerpo negro alargado, con pezcuezo lar-go1 cuernos en la cabeza y cola espiraL

    -57~ Algunas veces se hallan solos y otras acompaados

    a1ternados por figuras de pjaros, al parecer avestruces, y de otros m u;' estilizarlos representados en actitud ele volar, con un simple trazo negro central algo ensanchado en sus extremos y dos espirales, una cada lado1 que arran-can de su tercio superior.

    Estas figuras con nntchas variantes casi siempre estn colocadas dentro ele campos circunscriptos por Hneas den-tadas y ocuparlos por otras figuras de tamafio reducido, de dos rns pequeas rectas que se unen otra con1n para fonnar una especie de signos parccirlos la letra E H, con la particularichd de que torios estos signos dentro de cada can1po, estn or1enta-dos casi siempre en una mis-ma direccin.

    A estos s m bolos casi cons-tantes se agregan otros que son_ propios de determinados objetos y que pasaremos des-cribir oportunmnente.

    Las piezas ele alfarera or-namentadas de este modo se refieren tres tipos, todos de buena pasta, puliCia, de fondo

    Fw. 34. Serie de seis mons-truos pintados en el interior del borde del yuro (fig. 45).

    casi invariahlen1ente roJO i hacen excepcin estos algunos ohjetos seguramente fa-bricados t'n s/lu inritacin de los primeros) que supongo importados i stos tan1bin son de buena pasta1 pero les falta el pulimento final de color rojo ohscnro y que les da ese aspecto de distincin especial que los separa de todos los dems.

    Estudiando con cuidado estas piezas y sobre todo uno de los yuros grandes del IVIuseo Nacional se v que la pintura de los vasos se efectuaba antes de la coccin de-finitiva del objeto) lo que nos hace deseChar la idea ele

    USUARIOResaltadoartculo de axel sobre el valor de los objetos

    USUARIOResaltado

  • ss -

    que estas alfareras fueron decoradas en caliente y poste-riormente su salida del fuego.

    Los tres tipos de piezas que he hecho referencia son: los platos

    1 los yuros del tipo ele los vasos pse~1do apo-

    dos imitacin del CQliOcido tipo peruano {r) y otros yuri-tos jarritas de asa lateral -vertical.

    LA DECORACIK DE t.OS PLArros

    Los platos pueden ser simplemente circulares t orm-tonwrfos, es decir que al plato discoidal cncavo le han agregado en el borde la cabeza de un ave1 generalmente

    Fw. 35. Plato ornitomorfo de Freirina (Repblica de Chile)

    un pato y en el lado opuesto dos pequeas protuberan-cias poco salientes conw para indicar el lngar de las pa-tas Uirigidas hacia atr.s en el acto de nadar.

    Este tipo ornitonwrfo es tambin peruano y pueden verse muchos ejemplares en todos los tratados descrip-ciones de antigedades ele aquel pas, incluso el atlas cl-sico ele RiYero y Tschudi. Lstin1a que no disponga de tiempo, por el recargo del g-ran n1aterial que debo

    (1) Mi colega e! Prof. Flix F. Outes en sus Alfareras del No-roeste Argentino, Anales del Museo de La Plata, tomo I (segunda serie) 1007; describe con justa razn estos \lasos como derivados de los vasos apodos peruanos !!amados estos ltimos impropiamente aribales. Propondra para los que nos ocupan, por ser ms breve, el nombre de Pseudo apodos.

    --59-

    describir y- estudiar para poder dar en cada caso largas y prolijas bibliografas sobre cada uno de los tipos de aqu-lla reRin qne hallanws en sta.

    El plato publicado por Medina fig. 35 (r) y que nos di la clave, para sospechar la influencia de la cnltnra del N arte de Chile, reflejo su vez de la Peruana, sobre la cultura Ca1chaqu1 pertenece al tipo oruiton1orfo que invadi La Paya y que he1nos hallado, cou el mismo g-nero Ue ornamentacin con otra, en no pocos sepul-cros.

    Si bien se ha encontrado dentro de la Casa Morada un

    FrG. 36 FIG. 37 Decoracin interna de dos platos pucos de la Casa Morada

    Coleccn Jfhseo ~Yaconal

    plato ornitomorfo con cabeza de pato, pero comp1etan1en-te negro 1 los Jos tipos ornan1entaclos son senci11an1ente discoidales sin apndice alguno.

    La coleccin del Museo Nacional consta de seis platos, cinco con decoracin del tipo que nos ocupa y uno con otro1 bien di1/erso por cierto.

    Los prmeros1 al igual del plato de 1\Iedina, presentan interionnente1 primero1 partir del borde1 una guarda an-

    (1) Vase Mi "Sepulcro de La Paya" pg. 139. /Jfedma: Los aborgenes de Chile pg. 165.

  • tringulo ne-se hallan las

    gosta ya sea de espirales que nacen de un oTO ya de lineas reticuladas; en un caso e- d enseQ"uida el guardas juntas en el orden expresa o Y ..__, campo circular rue resta en el interior del plato se divi-de por 1nedio de otras lneas cardinales en cuatro campos triangulares con uno de sus lados curvos. .

    Estos cuatro tringulos con tienen los sujetos especwles de decoracin que se repiten ms n1enos igualnH~nte dos dos pero en orden alternado.

    Las figuras 36 y 37, 1nuestran uno de los tipos 1ns sencillos: el animal negro antediclw ocupa un ca1npo

    FIG. 58 FIG. 59

    Decoracin interna de dos platos pucos de la Casa Morada; el plato figura 59 posiblemente ha sido fabricado tn La Paya Y el otro importado de la costa del Pacfico.

    ('o leccin :J)[usco Nacional

    que he supuesto de lluvia, formado por las pequeas fi-guras de cortas lneas que semejan letras (r) y el otro campo con series alternadas de lneas rectas y dentadas, todas en una misma direccin de nmnera que no sera dificil que en el primer caso representasen la lluvia que cae diagonalmente impelida por el viento y en el otro la lluvia n1ansa y benfica que cae verticalmente.

    (1) El Sepulcro de La Paya, etc., pg. 136.

    ~ 61 -

    Esta divisin en cuatro campos. separados por una gra cruz, no sera difcil que quisiera representar la lluvia d los cuatro puntos cardin

  • 1 o v una pata, los de las figuras anteriores tenan las onl .., ente d . muy largas, lo contrario del caso pres . os J , , olijalnente dibuja-

    Las lneas de llu Yla es tan rnenos pr ~ d. b . d f 1a 5111 poderse a 1-d ~' ha) al o-unas que catn mn e orn " as , M 1

    . . sl esto ltimo ser no intencwna. v1nar 1 d t f g

    En la fig. 39, restos de un plato desgracia ante.n e ra -fabricacin local, se ve la rnano rnexperta

    dibujar los stnbolos anteriormente d:s-" 1 sino de un modo tn-poUido consegutr o "

    111entado y de que ha querido criptas y no ha

    Fw. 42. Vaso pseudo apodo de fa-bricacin local, hallado en la Casa Morada.

    Co/,eccil! Museo Naciu1wl

    Fw. 43. Vaso pseudo apodo importado, hallado en la Casa Morada.

    Coleccin }[lrseo ~Ya,cional

    fantil; de este plato dudo blen1ente no procede de la

    su exacta procedencia; posi-

  • la segunda del borde y la otra que rodea al disco cen-tral del plato; las lgrimas, cada serie en una direccin distinta, se hallan contorneadas por lneas que dejan entre ellas y stas un espacio libre, angosto y fuera de stas l tin1as todo el resto est reticulado con rayas finas.

    FIG. 45. Vaso pseudo apodo, hallado en Ja Casa Morada

    Coleccirin JTuseo ,Yacima_t

    El disco central de halla dividido por una especie de N formada por cuatro lneas, en cuatro catn pos y dentro de cada uno de stos se repite el nwtivo de las espirales que nacen de tringulos y forman las ya mencionadas

    figuras en S.

    .:...'"E; o.

    ,,' - '\'-"'

  • - 66-

    DE.CORACIN DE LOS YUROS VASOS PSEUDO APODOS LA

    Siendo estos objetos de formas variadas aunque res-pondan un mismo concepto) sobre todo tratndose -~e las piezas fabricadas all UlSmo, resulta que la decoracwn vara tambin segn la mano ms tnenos experta que los pint.

    ' 111nestra de sencillez sntesis silnblica} Ast pues, como tendremos en el vaso fig. 42 la espiral que nace del tringulo, y los reticulados son cosas, con1o ya hemos visto, comunes la n1avora de todos los platos que aca-

    ba;nos de examinar. Aden1is se pre-senta otra tercera zona cmnpuesta de grupos de rectas, que unindose entre s en un punto figuran en su con-junto una especie de faja quebrada colocada dentro de esa banda. Este

    dibujo lo hallaremos tmnbin en algu-nos platos ornitomorfos que describi-

    Fw. 47. Vaso de fa~ rernos su debido tiernpo. bricadn local, imita~ En otro vuro de alfarera fina, segu:.. cin del anterior, halla-do en la Casa Morada. ramente importado (fig. 18) la decora-

    Col .. Museo 1.Vacional cin aparece en sus lneas generales cmno en los verdaderos vasos apodos peruanos. Es decir) formada por una especie ele delantal muy ancho q_ue del arranque del gollete desciende sobre la parte antenor del vaso hasta el Inte que separa este ele la base Y que ocupa todo ese frente entre las lneas de las asas.

    En este delantal se hallan los ornamentos destribuiJos en tres secciones verticales, siendo l2 central ms angosta. Las bandas q ne lirnitan estas secciones as, conw tambin las que las separan entre s, son de dibujo reticulado, ele-n1ento que ya conoce1nos.

    Las secciones laterales prese11tan, alternadas, series ho-

    - 67 -

    rizontales, ya de las espirales citadas ya de lneas ondula-das que hemos visto en los platos.

    La seccin central nos muestra sedes de tres paralelo-gramos que siguen la direccin general, pequeas zonas ocupadas por esos signos de lluvia que se ha hecho re-ferencia y por el smbolo del pjaro volando, con1puesto con1o se ha dicho, de una lnea negra engrosada en sus extremos y flanqueada por dos espirales divergentes.

    Este vaso en su parte posterior no es liso, sino que inmediatamente detrs del gollete y debajo de la faja re-ticulada tiene otra angosta en la que se ve una serie de seis ave!';itruces n1uy sintticamente dibujados, corno los de los platos y todos en una sola direccin (fig. 44) (r).

    En el vaso fig. 45 se resumen la n1ayor parte de los sn1bolos y ornamentos caractersticos de estas alfareras.

    Corno los anteriores, fn de los prineros que se salvaron del desastre de la Casa Morada y f que es una de las ms interesantes piezas.

    (1) Como ejemplo tambin de decoracin sinttica de este tipo de vasos debo mencionar aqu el publicado por el Profesor Flix. F. Outes en la plancha lii, fig. 3 de su trabajo: Alfarerlas del Noro-este Argentino, Anales del Museo de La Plata, Tomo I (Segunda Serie). En l se ven tambin los espirales que nacen de un trin-gulo (! 1, la faja de ret_icula?o y las secciones triangulares pestaadas con tnanguhtos en SUJntenor que en otros ejemplares, como se ver, se hallan ocupadas por los smbolos zoomorfos propios de esta zona.

    Ese vaso fu recogido en Inca~uas.i Provincia de Salta, pero el Profesor Outes, con muy buen oo d1ce que "pertenece indudable-mente, al mismo estilo de las curiosas piezas de cermica halladas en el Departame~~o de Cachi, en el lugar ,llamado de La Paya, etc''.

    A esta presuncwn debo agregar que s1 no tuviese indicacin de procedencia y constndome ya por otra parte que en Incahuasi se hallan muchos objetos semejantes y del mismo tipo de los de La Paya, no habra titubeado en considerar ese Vaso como de aquella localidad.

    (t) En este caso, y dada la persistencia de la espiral de ]as decoraciones en la alfarera de La Pay~, creo que me p~rece un poco 'prematuro considerar esta lgura como composicin de ciitnankislrones; adems crto que la forma en que !a expreso t"S rn::s chna que la propuesta por mi distinguido

    colega, pues le impide confundirse con la idea ge11fr:1l que se tiene de aque-lla form:1d:1 por lineas rectas.

  • - 68 ~

    Dentro del borde se hallan los seis monstruos de la fig. 34; debajo del gollete, pintado con grandes tringulos ne-gros, aparece la primer faja de reticulado, luego otra de decoracin georntrica, especies de climankistrones en los que la terraza escalera por razones de dibujo se ha co-locado rnal se ha sintetizado. En seguida flanqueada por dos bandas negras con una linea ondulada blanca vertical y litnitada debajo por otra faja de decoracin geomtrica igual la precedente1 se ha11a 1a ancha banda que contiene los smbolos tpicos.

    Esta, igual del vaso del Museo de La Plata descripto

    FlG. 48. Detalles de la decoracin del vaso fig. 47.

    por el Profesor Outes, se halla dividida en cinco campos por lneas dobles triples que siguen una direccin que-brada, formanrl.o as figuras en su mayora triangulares) que en su interior estn pestaadas por medio de peque-os tringulos negros.

    Esta disposicin general la hallaremos en casi todos los ynros vasos apodos y an en los yuritos pequeos de asa lateral, que estudiaremos ms adelante, en donde in-tervengan smbolos iguales semejantes.

    6g --

    Los ca1npos se ha1Jan llenos de esos que parecen la letra E dirigirlos en la dentro de cada campo.

    pequei'os stgnos misma direccin

    En la adjunta fig. 46 se han tratado de reproducir uno por uno e t d .-J '

    . , on o a mmucws1uzd por que hay algunos qt~e se JUntan con otros ms peqneos y esto 110 puede aflrmarse si fu no intencional.

    En los cinco campos vemos la Imagen del pjaro laudo un l a vez en e pnmero, otra en el segundo, tres ces en el tercero y cuarto,:' dos veces en el quinto

    El primer y tercer carnJo lJresentan la -Imagen avestruz 1nuy estilizado y en el segui:t-

    vo-

    ve-

    del

    do, cuarto y quinto la del Inonstnw de cuerpo robusto, cuernos en la cabeza, cola espiral y patas dobles, provistas de dedos que juzgar por la forma eu que han dibujaba los avestruces con una sola, hace presumir que al dibujarles dos estos animales, vistos tambin de lado, fi'lG.49. Vaso impor~

    tado, hallado en la quisieron significar que tenan cuatro Casa Morada. patas. Col. Huseo .Yacionrtl

    En el segt~ndo campo, debajo del monstruo y equidis-tantenwnte distribuidos vemos otros smbol

    , ~ os que no sa-bem~s qu atrihuir: son esos crculos con punto central provistos de dos apndices cortos cada lado. . En su conjunto estos campos triangulares hacen la n~presin de qUoe se tratase de una representacin del cielo con .lluvia; pues no de otro modo se comprendera la presencta de los pjaros volando junto los otros sn-bolos (r).

    Otro vaso pseudo apodo fig. 47 de la Coleccin del IVIuseo N aconal, pero no importado, sino de fabricacin

    (1) Esto ~ismo ya lo expres en mi uSepn!cro de La Paya" que haya pod1do modificar esa idea. 5111

  • -JO-

    d'b no denotan 11i el local pues no est pulido y sus 1 UJOS cuidado ni la proljidad del anterior sin~ que p~rece una especie de imitacin, nos muestra los llllStnos ClUco cam-

    Fw. 50. Detalles de la decoracin del vaso X Seccin del interior del gollete

    fig. 49

    pos pero con detalles en ve que en el dibujo ha 1nentaL

    su interior distintos aunque se presidido la misnw idea orna-

    Los rnonstruos de cuerpo negro y cuernos se hadan aqu estilizados de otro nwdo1 los cuellos son exagerada-niente largos1 las mandbulas :Y los cuernos lo niismo

    1

    aun1entndose las espirales dos, en cada cuerpo una de-lante y otra detrs.

    En el can1po central uno de estos animales ha resul-tado con dos cabezas.

    Las figuritas parecidas la E estn t11uy descuidadas y no todas siguen la mis1na direccin, interviniendo por

    FJG. 51. Yurito y puco importados, hallados en la Casa Morada Coleccin Jlusea Nacional

    ejemplo en el primer campo algunas parecidas las e pero invertidas, otros en el segundo campo, se convierten en T y an en comas, mientras que en el tercero empie-zan mostrarse las en forma de II que son casi exdusi-vas1 en el cuarto can1po algunas de estas H tienen el agregado de una e hacia un lado.

    Cotno slnbolos nuevos, aparecen en el segundo carnpo un doble gancho y una especie de sol, formado por tres crculos concntricos con punto central y pestaado el ex-terior con largos ganchos.

    !.

  • En el ltimo campo se ve 1a hnagen del paJaro volando dibujado como los del plato fig. 40 y otra figurita pequea no bien clara en el original y que en el dibujo aparecen con1D una pequea figura humana pero est incmnpleta.

    En este vaso hay que hacer notar1 en la parte poste-rior del cuerpo y debajo del go11ete1 esas dos lneas con tres perpendiculares onduladas 1 que pueden verse en la parte superior del clis fig. 48 y parecen representar una especie de atadura

    1 de toda esta decoracin1 con10 Sl fuese

    nn delantal de gnero colocado sobre el vaso. Lo curioso es que esto es 1tnitacin de lo que se halla

    en algunos vasos apodos peruanos 1 pues hem;s adquirido uno de estos ejemplares

    1 con decoracin vegeta11 extraido

    de La Paya1

    N. 20821

    que posee las nsmas lneas pero repetidas en seis grupos y otro vaso apodo pequeo pro-cedente de Colon1

    1 Departarnento de lVIo1inos 1 tan1bin

    importado presenta las 1nisn1as lneas en dos grupos. Esto corrobora tan1bin la opinin expresada ya por el

    Profesor Ontes (r) de qne los vasos pseudo apodos que hallamos en nuestro territorio1 de fabricacin loca11 han tmnado de modelo los vasos apodos peruanos1 que no dudarlo debieron ser irnportados con1o objetos de valor desde la costa chilena los territorios Calchaqnes.

    Otra decoracin menos abundante an cuando tiene al-gunos caracteres con1nnes la que acabarnos de estudiar es la del vaso pseudo apodo fig. 49 (z).

    {1) Loe. cit. pg. 31. Las lneas que he hecho referencia po~ dran tambin relacionarse con las que menciona y dibuja el Profesor Outes (fig 18) que se hallan en la parte posterior del bello vaso apodo de la plancha lll, fig. 2 hallado en Cafayate N'. 917 de la Co leccin del Museo de La Plata.

    (2) Cuando publiqu "El sepulcro de La Payan no tuve mi dis-posicin sin un fragmento de este vaso que describ en la fig. 28; posteriormente, y muy empeado en ello, pude conseguir los dems fra~mentos junto con otros, que fueron entregados en un cajn y ellos permitieron restaurarlo en su casi totalidad, as como tambin otras piezas por ejemplo el plato fig. 41.

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  • - 74-

    En el interior del borde presenta ese dibujo caracte-rstico de espirales que nacen de un tringn1o. Debajo del gollete la composicin de climanskistrones ya conocida y Uehaju la lnea ondulada, clara, sobre fondo negro propias de estos vasos.

    Pero en el centro la decoracin vara siendo de dos ban-das horizontales superpuestas, la superior con cinco ani-males que parecan, primer golpe de vista, algo as como pescados; tanto ms que presentan ciertos caracteres

    en la disposicin de las aletas, propias de esos aninwles, lo rnismo que su movimiento.

    Fw. 53. Yurito de fa~ bricacin local, hallado en la Casa Morada.

    Esta figura hasta ahora es nica en alfarera del valle Calchaqu, lo que nos hace suponer con nwyor razn que este \'aso t::unbin ha sido inpor-tado de la costa del Pacfico junto

    Colecdl!n Jluseo Sacional con los anteriores. La segunda. serie de figuras es de avestruces estiliza-

    dos del Tuismo tipo de los de otro yurito Yaso ele asa transversal fina, seguramente tambin importado, proce-dente ele la Cochinoco., provincia de Jujuy (r).

    Como decoracin es uno de Jos vasos ms elegantes que conozco.

    LA DECORACIN DE LOS VURI'l'OS

    El olro tipo de vasos decorados segn el estilo de los anteriores, procedentes de la Casa !\torada, lo componen piezas de pequeo~ tamao llamados cotnumnente yuritos; uno, r el ms caracterstico, es el de la (fig. sr) de asa transversal, de muy buena pasta Y compaero de los platos fig. 36 4r, ya descriptos.

    (1) Ambrosetti uAnUguedades Calchaquies": Datos arqueolgicos sobre la Provincia de Jujuv. Anales de la Sociedad Cientfica Ar-gentina, Tomo LIV, fig. 46.

    - 75-

    Esta preciosa h d d p1eza a Sl o ecorada con sumo cuidado Y sus dibujos finamente trazados son del tipo de los pucos it1dic.ados Y del gran vaso fig. 45.

    Debajo del gollete hay una faja en donde el motivo pnncipal la forman las espirales que d 1

    - nacen e os trin-gulos, (vase fig. 52), pero entre estas hay otros moti-

    FIG. 54. Detalles de la ornamentacin del yurito fig. 53

    vos que varan entre s y que por esto llaman la aten-ci~n, acostun1brados como estamos la repeticin de los nusmos, cuando se trata de elementos ornamentales.

    As, pues, vemos, e1npezando por la izquierda, nn gru-po formado por una T invertida al lado de._" un tringulo; ~ebajo de estos signos, una lnea ondulada y debajo una Imea aser~~da, de seis dientes; en el segundo grupo, pa-sado el tnangulo con espiral, una lnea aserrada arriba,

  • de tres dientes y la lnea ondulada) y debajo la T ancha al lado ele otra lnea aserrada, de cinco dientes; el ltimo grupo se compone de dos lineas aserradas, de cuatro dien-tes cada una, y entre ellas, en vez de la lnea ondulada de los grupos anteriores, tres puntos; esto unido 1a va-riada disposicin de los tringulos con espiral que sale de lo cmnn, hace sospechar que este dibujo no ha sido ocasional, ni debido falta de prctica en el que lo hizo, sino intencional y que por lo pronto segu-ramente ha de querer representar n1s que l:!.lla simple idea. Posihlemente igual de las 1nltiples variantes de los signos de la gran faja central, este vaso debi tener

    FIG. 55. Detalle de parte de la ornamentacin de un yurito igual al de la fig. 53.

    ColecciOn del )Juseo de La Plata

    un gran valor smbolico1 des-graciadmnente ignorado por nosotros.

    La gran faja central sigue en cuanto su disposicin la misn1a idea que la del yuro vaso pseudo apodo, fig. 45; la gran lnea triple aserrada en sus partes externas descri-

    be entre otras dos, tambin aserradas horizontahnente una ondulacin que le permite ir forn1ando campos de forn1a triangular, separados unos de otros; cinco arriba ms pe-queos y seis debajo ms grandes.

    l,..os cinco pequeos tienen todos colocados en la n1is-ma direccin una figura lineal alargada tern1inada en es-pirales y provista de apndices encorvados, pero todas distintas unas de otras.

    Delante de estas figuras se halla un crculo con punto central flagelado de un solo lado.

    I,..os campos inferiores tienen en el centro los mostruos de cuerpo negro1 y cola espiral cuyas cabezas todas es-tn en diversas posiciones.

    Tanto en los campos superiores como en los inferiores)

    -n-existen disemin,-dc>s 1 -

    ,_. os pequenos stgnos parecidos le-tras, principalmente las de forma de H.

    ~stos dib11jos 111e han parecido tan interesantes que he c.re1do1 para dar una idea mejor de e1Ios

    1 repetirlos en la

    flg. 33 sin las lneas aserrarlas que ayudan confundirlos. Rep.uto este vaso junto con e} de ]a fig 45, con10

    las p1ezas simblicas ms interesantes extradas de ]a Casa Morada.

    ?e la misma. alfarera ctel vaso pseudo apodo fig. 471

    existen dos yuntos globulares cte gollete n1ny corto y asa larga, colocada verticalmente sobre e] cuerpo, cuyo ar-co superior sobresale del gollete.

    . .i-\mhos son 1nuy parecidos por uo decir io-uales uno f' b ) 1 tg. 53 pertenece al Musco Nacional y, segn se aseo-ura

    fu tambin hallado en la Casa :\Ioracta; el otro per~ene~ ce al l\Iuseo de La Plata 1 el que an ctwndo no tiene referencia alguna es n1uy posible que sea el yuro que hace 1nencin el Dr. Tenkate y que extrajo ele una se-pultura de nifo en la parte ms alta de La Paya, es de-cir en las proxi1nid ad es Oc la Casa :\{orada.

    Ambos son 1 sin embargo, de fabricacin local y en cuan-to su ctecoracin, es sta una im1tacin de la del yurito descripto anteriormente.

    I.,a decoracin del vaso del l\'[usco Nacional, fig. 54, est eu su casi totalidad bien conservada. Tambin aqu el cuerpo del vaso se halla cruzado por las tres lineas que-bradas que vistas desde arriba semejan una especie de estre1la, pero, que de frente, no hacen 1ns que dividir la superficie en campos triangulares con su interior aserrarlo.

    En los campos inferiores, ms anchos1

    hay tambin ya los avestruces estilizados los 1nostruos de cuerpo negro, rodeados por esos signos parecidos la letra E

    1 en

    su mayor parte orientados en la misn1a direccin. Nuevos signos aparecen en este vaso

    1 por ejemplo: crcu-

    los con punto central. y cuatro seis flagelos rectos co-

  • - 78

    locados por n1itad en sentido contrario. U no de estos es curioso pon._tnc aden\s de esos trazos tiene una espiral cada lado recordando en esto esos pjaros volando que hemos visto ya en otros vasos.

    En uno de los catnpos superiores se v una silueta de otro pjaro, formado por tUl gancho curvo, el cuerpo; un trazo negro triangular, la cabeza; otro igual, el pecho y dos trazos rectos, los pies.

    La parte sitllada debajo uel asa est libre; pero el asa 1nisn1a llc\'a un dibujo de lneas cruzadas. dobles, li-ntitadas por otras rectas, co1no puede verse en el clis.

    El vaso del Yluseo Ue La Plata es de la misma forma

    1'10. 50. Decoracin de un fragmento de vaso pseudo apodo con la silueta de un mamfero.

    que el anterior, su decoracin es-t dispuesta del tnisn10 ntodo.

    Desgraciaclantente los dibujos estn en su tnayor parte 111Uy borrados, lo que no nos ha per-tnitido reproducirlos en total, lo mejor que se ve es uno de los

    C

  • 8o-

    Algunas tumbas ~biertas _por otros dentro de la misma ciudad, nos invitaron descubrir sus compaeras que no deban estar lejos y como algunos buscadores de antige-dades de poca paciencia no haban hallado nada en algu-nas, los peones dudaron de que tuviramos 1nejor suerte.

    Felizmente, la prctica adquirida en otras excavaciones no me hizo dudar del xito en stas y con tan do con un buen ayudante y capataz, p,_ M~nuel Df!-!?;, hCJ111~re 1tell-gente1 probo y activo, resolvimos dividirnos los hombres en cuatro grupos y clistribuirlos por distintos puntos, to-mando los seores Debenedetti y Guido un grupo cada uno, otro el capataz Daz y el cuarto cmnpuesto de los ms prcticos fueron diseminados de dos con el objeto de buscar indlcios de sepulturas1 nentras yo trataba de velar porque el trabajo no se interrump~era, haciendo allegar elementos cioncte fuese necesario ayudando tmnar notas mis compaeros cuando sinntltneamente varias excava-ciones se hadan la vez, y por fin ejerciendo la superin-tendencia general de toda esta labor compleja, tan llena de amargos desengaos cmno de fuertes emociones y en la que se es juguete de la suerte que indistintamente brinda cosechas pimas angustiosas decepciones.

    i Cunto trabajo inti1 1 cunto tien1po per0ido 1 cunto sol fro tornado en vano!

    Pero tambin qu conjunto de objetos tan esplndidos qu datos tan interesantes se recogieron fuerza de no desmayar.

    Y era de ver el contagio y la fascinacin que ese trabajo ejerca en mis excelentes discpulos y compaeros que m-cansables pasaban las horas ya sea en el borde de las tumbas, siguiendo con inters creciente la aparicin de las diversas piezas dentro de ellas exl-nnnando entusiasma-dos el ajuar funerario que antiqusin1as manos piadosas colocaron alrededor de sus muertos querictos, reducicto.s en el transcurso de tantos siglos esqueletos de extremada

    -Sr-

    fragilidad, sin 1ns 1nsin ya que la de proporcionar, y no siempre) un simple dato de lo que fu ese _pueblo tan cu-rioso que hasta su propio nomLre ha perddo.

    Cacharros de barro, objetos de 1nadera1 de cobre, de hueso, de piedra, todo eso habla, es cierto, pero un lenguaje que nos llega como un eco travs de las edades sin nn1ero.

    Hay que excavar con 1ntodo para descifrar ese lenguaje, las colecciones de piezas aisladas acunmlacias en los estan-tes de los museos en las casas de los particulares podrn prestar algn servicio relativo; pero nunca tan tos como cuanclo se ha procedido la exhumacin directa de un material copioso y se ha podiclo documentarlo convenientc-nJente.

    Las grandes excavaciones regionales se imponen, ellas solas nos darn con sus corpus corresponctientes, motivos y ele1nentos sufidentes para pocler segnir las diversas eta~ pas de cultura de esa civilizacin, pues hasta ahora en nuestros trahajos aqui en "La Pa:ya) tratndose de sepul~ cros 1 no nos ha sido posible establcccr estratigrafa alguna.

    Descartado este factor importante, hemos credo qne de algo podria servirnos la ubicacin de las tu m has y es por esto que las hen1os agrupado en varias secciones. (r)

    (1) Con este objeto nos ha parecido mejor darles una numeracin corrida segn e! orden en que estaban sobre el terreno, an cuando ste no sea el nmero de su hallazgo, porque habindose distribudo el personal en la forma indicada, se trabaj en diversos puntos den tro y fuera de la ciudad simultneamente y medida que las exca~ vaclones tocaban su fin se le daba un nmero, cada cual el de su sere, nmero que se repeta sobre cada una ele l

  • - 82 --

    Ochenta y dos hallazgos nos proporcion el recinto de la ciudad, entre ellos sesenta y dos turnbas, de stas cincuenta y tres bien estudiadas y nueve en las que no se pudieron comprobar algunos datos, por ejemplo el nmero de cad-veres, etc.; estas ltimas hemos asignado una media de tres esqueletos, los que unidos los ciento veinte y nueve bien controlados de los cincuenta y tres sepulc'ros niencio-nados, resultara que nosotros habramos removido ciento cincuenta y seis cadveres de adultos. .--

    No sera aventurado suponer una cifra igual de cadveres removidos en las excavaciones efectuadas anteriormente las nuestras; revisando en el terreno los pozos dejados se ve que en diversas pocas y por distintas personas se ha .hecho un trabajo casi igual al nuestro, sin el provecho, ni el cuidado, se entiende.

    De manera, pues, que hasta la fecha, dentro del perme-tro de la ciudad se habran renwvido unos trescientos cad-veres ms n1enos. (-La mayora de las tumbas (23) contena un solo cadver; /trece, dos; seis, de tres cuatro; siete, de cinco seis; y L52uatro, de ocho nueve, etc.

    Las tlllnbas en su gran mayora son pozos de forma circular de un tnctro nietro y Inedia y excepcionahnente de dos metros de dimetro y de profundidad variable dentro de las cifras indicadas. Las paredes se hallan revestidas con pirca de piedra rodada, fonnaudo algo as conw el brocal de un pozo.

    Estos pozos se cubran con lajas de piedras, pizarras es-quistos pizarrozos 1 extrados de los cerros cercanos, for-mando una especie de bveda; como fueron cubiertas despus con tierra, dejaron alrededor de las tnismas al-gunas piedras ya sea rodadas lajas fonnando crculo, objeto seguratuente de ~reconocer en cualquier tiempo su ubicacin.

    Otras veces estos signos exteriores fueron sustituidos

    - SJ-

    por una simple laja clavada de punta en el centro y por fin desapareciendo t.odos ellos la erosin del terreno se ha encargado muchas veces de sealar el permetro de la pirca y cavando all se d con ellas (fig. 57).

    No siempre es indicio seguro esto; muchas escavaciones nos han resultado infructuosas eng.;ndonos algunos crculos de piedra cuyo objeto ignorantos algunos de

    Fro. ~7. Sit!Iacin. de un s~pulcro dentro de la ciudad. En primer plano se ven cinco piedras laJas que indicaban su ubicacin.

    [Futogruj'ic del 8e71DJ' Sal;ndor Debenedetti}

    los signos exteriores descriptos ms arriba1

    y es por esto que el nniero total de escavaciones practicadas dentro Y fuera del permetro de la ciudad fu ms del triple de las que nos dieron algn resultado. \\~'~

    Respecto la ubicacin de las tun1bas pod,ren1os ade- -, lautar que alguuas pocas se hallaron en ngulos de casas

    ~lo mismo tuve ocasin de observar en la ciudad de

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  • ajuar fnebre; tan es as que al etnpreuder la escavacwn dbamos preferencia esta parte de la turnba1 seguros del xito

    1 y con la certeza de no hallar nada en otra1 lo

    que se pudo comprobar casi siernpre salvo en los casos excepcionales, por lo que tuvimos buen cuJdado de extre-mar estas escavaciottes sin dejar la tns pequea cantidad de tierra en su interior.

    IIay que hacer constar que indistintatnente estas tunl-bas por 1nejor tapadas que estuviesen se encontraban com-pletantente rellenas Ue tierra filtrada tal vez causa de los vientos y aun por el agua misnta y que esta tierra aunque no muy fina en general era bastante suelta.

    Este proceso de relleno 1 porque supongo que no ha si-Jo intencional, por su extren1ada lentitud debe haber re-querido varios siglos y si esto se agrega que en toUas nuestras escavaciones uo hemos hallado el ms mnimo objeto de origen colonial, no sera aventurado suponer que esa poblacin ya estaba transfonnada en necrpolis y abandonada desde una poca anterior la conquista.

    El Sr. Carlos Bruch en su muy interesante Memoria (r) sobre los sepulcros Ue I-Iualfn, dice que los esqueletos dentro de las tumbas fueron tapados con tierra.

    Esos sepulcros son en su n1ayora del misn10 tipo que los ecplorados por nosotros y en ntuchas cosas se parecen, hasta en las dimesiones que les asigna1 pero por lo que hetnos observado en nues~ro caso me resisto suponer, dada la calidad de la tierra hallada en el interior, que ella fuera colocada all dentro por los indios.

    No duUantos que alguna cantidad de tierra haya cado durante las inhumaciones, pero no se puede comprender como pudieron haberse hecho entierros sucesiyos en una nlisn1a tmnba hallndose ya llena.

    (1) DESCI

    USUARIOResaltado

  • Esto habra obligado los indios cavar de nuevo en cada caso y en esas operaciones seguramente 5e habran destrozado los huesos, cosa cue no hemos podido observar, co1110 tmnpoco que stos sus fragmentos estuviesen mez-clados con la tierra distintos niveles, lo que habra poelido suceder muy bien si los prner~s enterrados Y cubiertos ele tierra hubiesen tenido que ser nwvidos por la accin forzosa de las hcrra1nientas trabajando en un radio tan reducido.

    El relleno de las t\nnbJ.s solo pudo ser posible, una vez ocupadas con varios cadveres1 despus de un cierto nmero de aos, suponer en la n1uerte conjunta, Y por consicruiente su entierro simultneo, de cuatro cinco miem-bros ~e una fanlilia, pues no solo se han hallarlo reunidas personas de un sexo nicamente sin los rlos sexo~ ocu-panrlo el mismo pozo jvenes y viejos y an ch1cos Y grandes.

    Esta ltima hiptesis no es creihle) porque nada sabe1nos de sacrif1cios humanos funerarios, en condiciones nonna-les de vida, entre 1os calchaques.

    Hay que bJ.cer excepcin de 8:1gunas hnnbas en las que, como se ver en su 1ugar1 el nlunero c\e 1nuertos ha sido grande y su entierro ha tenido todo el aspecto de haber sido conjunto y apresurado, como lo demuestra por otra parte su escaso ajuar fnnerarlo.

    Podrmnos atribuir esto ltin1o guerra peste. Finalmente, en general la tierra que hallamos dentro de

    los sepu1cros era bastante sue~ta y nunca apisonada; ~reemos que entr ellos por medio del agua ele la llnv1a y avenidas con1unes en cierta poca del ao, como en los meses de enero y febrero.

    Esta agua al correr lavaha el terreno arrastrando gnm cantidad de sulfatos v nitratos que penetraban dentro [!.,:: las ttnnbas depositndose en el p1an de ellas, infiltrando los huesos y objetos del ajuar fnebre los cuales atacaron,

    prin:ipalmente las piezas de alfarera) que son las que con~ttenen pr~porci~nes enormes ele estas substancias. (r)

    Esta conttnua filtracin de agua ha hecho que los lti-nws cuarenta cincuenta centhnetros de tierra se conser-ven suf:ici~~t,emente hnlerlos, lo que ha apresurado la descompos1c10n del contenido, haciendo que ]os huesos se encuentren en nn estado de saturacin tal que se deshacen al tocarlos; los objetos de cobre muy oxidados, Jos de ma-dera completamente blandos (2), en un estarlo que hace necesario su inmersin en cera para en el urecerlos y los de alfarera en extremo frgiles.

    P~r esto es que de Jos tejidos baskdnfa y den1s subs-tanc~as d~ fcil descomposicin, poco nada se ha porlido recoJer, SI se exceptan escasos fragmen.tos que {rracias tambin al Jroccdinliento de ,, cera, 1 ' ~ ~ ~ se 1a conseg1ndo conservar.

    En can1bio, recojimos varias m:-tterias qne no han sufrido la humedad, como ser pintura roja, gonws diversas

    1 frag-

    mentos de azufre, conchas marinas1

    cuentas de n1alaquita 11anwdas tambin turquesas, puntJ.s de flecha y fragnlen-tos de obsirliana1 azufre nativo1 cuarzo hialino y objetos de piedra simplemente rodados que los indios recogieron Y conservaron dndoles quiz un valor de fetiches.

    Cmno indicacin de los sexos nos fu n1uy difcil poder hallar algo que los precisara de un n1odo exacto en todos los casos y solo nos permite asegnrar la existencia ele al-

    (I) .felizmente he. hallado el procedimento para preservar estas alfarenas de la accin destructora del salitre que Ja vuelta de algunos. ~os concluye por destruirlas, sobre todo' la superficie exter-na, haClendoles perder la decorucn.

    El procedimiento consiste, si son piezas peqefias grandes frag~ ~~ntada~, en un bafto de agua fra, de veinte y cuatro horas, que se

    da vanas veces Y Juego se las hace hervir durante un par de horas hudarle~. en seguida el agua '} someterlas otro lavaje durante otr~ ora, deandolas Juego secar de modo que escurran bien. a1r~ 1 El bao de ~era hirviendo nos ha dado muy buenos resultados

    bP1 salvar las ptezas de madera que se hallabnn completamente andas.

  • .. ,.,' . . N

    - - go-

    guna nlUJEr en una tumba, el hecho de hallarse en ella uno tns torteros fusaiolos (1), objeto esencialmente femenino.

    En un solo caso se encontr un cadver en nna tumba, en los dems, diez tun1bas que nos dieron torteros, sieln-pre los cadveres eran por lo menos dos.

    Estas once tumbas con torteros que representaran sobre las cincuenta y tres explorad.as dentro de la ciudad el veinte por ciento, nos indicaran quiz que all no fu lugar pre-ferente de entierro de n1ujeres, tanto n1s que en la Necr-polis, al pie del cerro, hallamos, en un total de setenta y un sepulcros explorados, veinte y dos con torteros, lo que nos. dara el treinta por ~iento de tuntbas femeninas, cifra como se v mucho rnayor que la anterior.

    Otro dato nos vendra confirn1ar esto nlsmOj se trata-ra de un objeto que reputo de uso n1ascnlino, porque en general no ha sido hallado sino en un caso acompaiado de torteros, pero en tun1ba de ms de un cadver dentro de la ciudad y en tres casos en las misrnos condiciones en la Necrpolis.

    Me refiero las placas ge6ctorales de cob~e. Dentro de la

    ciudad se hallaron en diez_y ___ s~is s:pu~c:os) esto es, en pro-porcin de treinta por ~i~-~-Iti -11iCtr;_~ --q-~t-e en la ne_cr.polis solo se hallaron en 1cinco tn1nba~; esto es1 en un seis por ciento.

    Esto nos probara indirectarnente que en la ciudad se eutcrraron en proporcin n1s hmnbres que rnujeres.

    N aturahnente que esto no es nna afirmacin qne debe ton1arse de un rnodo absoluto, es un simple dato que re-sulta de las estadsticas que hen1os efectuado teniendo en cuenta los inventarios de nuestras excavaciones.

    (1) Tortero, nombre con que indican al disco de madera, hueso 6 piedra con un agujero en el centro y que se aplica al huso para que jire y tuerza el hilo en la operacin de hilar. El nombre que-chua, tambin aplicado en el valle calchaqu, es muruna rnapuna.

    , .

    Otros datos nos confirmaran esto misnto; por ejemplo: -el hallazgo de vasos asimtricos, verdadero til de cocina Y_ por cons.iguiente propio del ajuar fnebre de ntujer y la ptntura fOJa que ha sido empleada por las alfareras para decorar los vasos, por consiguiente tan1bin objeto fe-menino.

    Ambos hallaze-os se hallatt en la ttlt.sma .___, proporctn re-lativa.

    Dentro de 13. ciudll.d.

    Vasos asimtricos en 6 sea r r % Pintura roja en 5 sea 9 /o

    Necrpolis.

    en 21 sea 30 jo en 15 sea 2I jo

    Fiay :-u e . hacer notar, aden1s, qne entre los hallazgos de la N ecropobs los vasos se hallan seis veces asociados con torteros y la pintura roja ocho veces.

    El material extrado dentro de estas tun1bas es muv nu_meroso Y variado y gracias nuestros llH~todos, es 1~ pnn1era vez que habindose procedido un trabaJ 0 a _

    1, . r

    que og1co de tanto aliento y 1nagnitud se hayan d"d . . , . , po t o

    retuur tan1b1en tantos objetos pequeos qne por s solos nos haLlan de rnltiples hechos de la vida ntima an

    l. . y

    re 1gwsa de ese pueblo extinguido. Entre estas piezas no es posible dejar de llanrar la

    Atencin sobre la bella serie de piezas de madera escul-pida, que nos revelan otra faz artstica de los antiguo calchaqus, de la qne slo se tena noticia por pocos ejem~ plares (r) d1senunados entre las colecciones sin conoeers . , e sus con !ClOnes de hallazgo, ni su relacin respecto otras piezas.

    (1) Hemos conservado para algunas piezas los nombres e )'a la~fha~amos bautizado en otras publicaciones, como se~~ q~:

    es~an 1ca ores Y tabletas de ofrendas, por cuanto ya son e 'd ds~ en 1 nuestra literatura y porque hasta la fecha no hemos onh~~Jad~ \?a guno_ que nos haga mo~ifi_car esas denominaciones.

    ease m1s Datos Arqueologwos sobre la Provincia de fu Apuntes so,bre la Arqueologa de la Pana de Atacama up y

    /LE!iMAr-

  • .

    92 --ntraron en nuestras No solo fueron tunJbas las que se enea - . ,

    . d t d la ciudad sinJ tambten no pocos escavactones en ro e e 1 t de

    . t liendo esgue e os 1 os de urnas funeranas con et hal azg destruidos 1J 0 f el . st.t tnayor parte totahnente

    ntos, en cos ;1 , cerse por a gunos po tiempo y que solo pouran recono

    restos que an se conservaban. . o' ms f d l'ez y stete de una El total de hallazgos u e e e 1 '

    urnas cada uno. d t regin y st bien Los tipos son todos especiales e es a

    . de una tableta de ofren-Esculturas que adornan la pa/te sup~r,tor das de madera del sepu\cr.o N 40 (\ t~cando la flauta de Pan. S~

    Representa tre~ personaes .~entado una escena religiosa. Tamano guramente parece tener relac! n con natural.

    l S A,anstin N. Matien::;o (Potngra,(ia de 'r. ~

    algunos cmno factura se asemejan las cie o~~as partes, difieren en cambio totahnente por su ciecor~cwn proplla.

    e JUzuar por a Dominan las graneles urnas negras, qu . o .. ' sen tan es casi seguro que capa exterier de holhn que pre ' , "

    7 e se echo n1ano ue tuvieron otro uso en su ongen ) qu ellas por fuerza. 1 b

    0 intadas

    E u canlbio no escasean las de cuerp~. g o os ' P , gmsteran representar~ toscamente gruesas lineas como st

    - -- 93 - -sm n1ucho cuidado, que estuviesen retobE~das en su parte sn perior con tiras de cuero fresco.

    Estas, por lo general son de pasta 1nuy cargada de mica, gruesas y Inal cocicia._s; no solo en su extraccin sin tanl-bin en el viaje se ciestrozaron mucho }' duras penas se pudieron restaurar.

    Otras son del tipo San tanwriano, pero de cuello ciln-drico y largo, casi todas Oe aspecto muy antiguo y has-tan te gastadas por el salitre.

    Ivfs modernas, ya sea por lo conservaOas, como tambin por lo vivo de 1os colores hay otras ele tres cinturas, de fondo rojo con fl1gunas zonas blancas y bien decoradas; stas son caractersticas de este lugar y si no fuera por la ausencta de relieves en el gollete s~ asemejJran de cier-to modo las que se encuentran en 1:1o1inos.

    i )/ Cada urna contena un solo cadver Oe nio excepcin hecha Oe una grande globular que conservaba dos: otros casos iguales hall el seor Debenedetti en la Necrpolis.

    En el caso citado la urna se encontraba dentro de un pozo pircado; en otros se 1w1bron en iguales condiciones, pEro en mayor ntln1ero, ya sea del mismo tipo de dife-rentes tamh-in colocadas sobre los restos de otras de-positadas anteriormente y destruidas. En un slo caso se not la pirca asentada en barro.

    No pocas fueron halladas cmnpletruncnte Yacas, pero tapa.das ya con pucos fragmentos de otras urnas con piedras solas junto otras y con otras alfareras su alrededor.

    En algunos casos las piedras eran cananas 111olinos de mano )' en uno una gruesa piedra con un n1mtero cscayaclo c11bria 1a urna.

    Varias veces se hallaron estas urnas dentro y en los ngulos de antiguas habitaciones rodeadas ele cenizas sin ella1 con sin cadveres Oe nio.

    En las urnas globulares haba algunos objetos coloca-

  • dos como ofrendas por las madres, como ser torteros, cuen-tas de rn::Llaqllita, caracoles tcrretres, vasos pequeos pu-quitos y en un solo caso, en una urna pintada, fu ha-llado uu pequeo silbato de hueso, curioso recuerdo, que parece ha!Jer sido un obsequio preparado con clcn1asiada anticipacin para un nio que dada su cortsima edad juzgar por la urna, estaba an muy lejos de poder usarlo,

    Por los escasos restos de tejido que se han podido constatar dentro de las urnas, los nios debieron haber sido depositados all, envueltos en un paquete fnebre; eu algn caso se notaron hasta dos clases de tejidos ea un solo hallazgo.

    L,.as urnas funerarias no solo se encontraron separadas sino tambin dentro de los sepulcros en que yacan per-sonas adultas, en muchos casos fragmentadas, en otras sanas, con sin nios, derechas acostadas.

    No ha sido raro hallar C:ll nuestras escavaciones una urna conteniendo restos de un nilo acompaanclo el ca-cL'tvcr de un adulto cuyo ajuar funerario corresponda al de una mujer; esto nos ha hecho suponer que se tratase de casos ele muerte coHjunta con poca diferencia entre ellos 1 consecuencia de un 1naJ parto en primerizas ele casos de infeccin puerpera1 1 los que no seran raros entre los indios dada la frecuenCia con que todava se proJucen en aquellas regiones

    Pero, fuera de esto1 lo que es asombroso es el n Lunero ele nios que deban morir entre esos indios pues no solo es frecuente e11cmltrar urnas funerarias, sino la gran can-tidad de fragmentos ele las rnismas que hemos observacl0~ no solo en las tumbas procedentes de sepelios anteriores, sino por todas partes, en las tumbas saqueadas, en el suelo, en los derrumLes del terreno, etc.

    Hoy tambin la mortalidad infantil en el Departamento de Cachi es muy alta.

    95 -

    INVENTARIO DE LOS HALLAZGOS EFECTUADOS

    DENTRO DE LA CIUDAD

    I. Sepulcro (XXV) situado detrs ele la muralla Oeste ' en la direccin Sur, y pocos 1netros distante del ugulo

    que fonna sta para dirigirse al Este. Su forn1a y dimensiones son un nietro de diinetro y

    uno de profundidad; se hall un cadver orientado de Oeste Este, al cual acompaaban un puco negro (no. 8ro del catlogo) situado cerca ele la cabeza y dos pucos, uno negro (N." Srr) y otro pintado, colocado hacia los pis.

    Este ltimo (N." Srz) es de buena alfarera, ele paredes convexas y pi circular cncavo, con pequeas asas cerca del borde, horizontales y trenzadas.

    El interior se haila pintado de rojo y al e~terior, sobre este 1nistno color, decoracin geomtrica negra, dividida en dos zonas: una superior c01npuesta de elementos de grecas Y otra inferior de grandes trngulos retculados.

    2. Sepulcro (XXVI) pircado, ele seccin circular, de un metro de dimetro y situad


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