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Postales necrófilas de México 10 El culto del horror macabro en la cultura del narco Cuando hablamos de la imagen de la muerte y la fascinación que produce en México, existe siempre la tentación de remontarnos a la iconografía prehis- pánica, a los códigos, ornamentos y adornos persona- les en los que se representaban cuerpos desollados y mutilados. Las fantasías y las mitologías azteca, maya y de otras civilizaciones prehispánicas estaban carga- das de recordatorios de la condición mortal del hom- bre y de la fragilidad de la carne. Sin embargo, las ci- vilizaciones precolombinas de Centro y Norteamérica no tuvieron monopolio alguno sobre la imaginería del horror carnal: un paseo por casi cualquier templo bu- dista en el sudeste asiático ofrece una diversidad de imágenes infernales de una riqueza, colorido y horror espectaculares. Lo mismo sucede con la imaginería piadosa del cristianismo y su perversa obsesión con la flagelación, la tortura y la representación explícita de sacrificios sangrientos. De ninguna manera podemos reclamar que nuestra carga cultural e histórica prede- termina una relación especial con las imágenes de la muerte y el dolor. El morbo por lo atroz es universal. 259

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Postales necrófilas de México10

El culto del horror macabro en la cultura del narco

Cuando h ab lam os de la im agen de la muerte y la fascinación que p ro d u ce en México, existe siempre la tentación de re m o n ta rn o s a la iconografía prehis­pánica, a los códigos, o rn am en to s y adornos persona­les en los que se rep resen tab an cuerpos desollados y mutilados. Las fan tasías y las m itologías azteca, maya y de otras civilizaciones p reh ispán icas estaban carga­das de recordato rios de la condición mortal del hom­bre y de la fragilidad de la carne. Sin embargo, las ci­vilizaciones p reco lom binas de Centro y Norteamérica no tuvieron m onopolio a lguno sobre la imaginería del horror carnal: un paseo p o r casi cualquier templo bu­dista en el sudeste asiá tico ofrece una diversidad de imágenes in fernales de u n a riqueza, colorido y horror espectaculares. Lo m ism o sucede con la imaginería piadosa del cris tian ism o y su perversa obsesión con la flagelación, la to rtu ra y la representación explícita de sacrificios sangrien tos. De n inguna m anera podemos reclamar que n u estra carga cu ltural e histórica prede­termina una re lación especial con las imágenes de la muerte y el dolor. El m orbo por lo atroz es universal.

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fV*U<* Ια antigüedad, pueblen de lo» m i» d n rt V « n n c o n r» han in v e rtid o ta le n to , re c u rv a c ingm *, p j ra rrp re se n ta r. con su m o deta lle , v is io nes infcm*lr%Je dolor, desm em bram iento y terror, ya sean reales o imaginadas. El extraño rechazo-placer que producen estas imágenes estim ula, alarm a y reconforta al situar al espectador del otro lado del abismo del sufrimicn- to. al convertir al sufriente, al m uerto, en un -otro» en una especie de reflejo distante de uno mismo; una proyección sacrificial que convierte el dolor y la muerte en algo ajeno, incomprensible e intraducibie. El dolor del otro provoca empatia pero es, al mismo tiempo, una condición inasible que no puede ser compartida, pues el lenguaje no cuenta con los elementos para transmitirlo de m anera completa y convincente. Elaine Scarry escribe:

«tener dolor» es tan incontestable e innegociablemente presente que puede pensarse como el ejemplo más vi­brante de lo que significa «tener una certeza», mientras que para otra persona [el dolor ajeno] es tan escurri­dizo que «escuchar acerca del dolor» puede representar el modelo primario de lo que significa «dudar».1

La así denom inada G uerra contra el Narco, lan­zada por el expresidente Felipe Calderón en México, no sólo fue incapaz de p o n er un alto a la violencia, la crim inalidad y el tráfico de drogas y arm as en el país, sino que volvió aú n m ás com pleja la situación ya que los cárteles, las b an d as y organizaciones criminales trataron de ap ro v ech a r la confusión para extender­se, e lim in a r a su s enemigos y crear nuevas alianzas.

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St· especula q u e el co s to h u m a n o de esta guerra sin trentes de batalla a lcanzaba hacia finales de 2012 los ¡tX) mil m uertos y de jó c ien to s de m illones de dólares

en pérdidas. Esta g u e r ra ha en g e n d rad o un nuevo vo- bulario y u n a se r ie d e ce rteza s q u e son a la vez m a­

teria de inqu ietud , v e rg ü en za , lá s tim a y m iedo sociaJ. Paradójicam ente este c lim a de v io lencia e inseguridad también es m o tivo de u n ex tra ñ o y m alsan o sentido de orgullo, ya que M éxico en el sig lo xxi se h a converti­do en uno de los p a íse s m á s p e lig ro so s del m u ndo (otro récord in fam e q u e se s u m a al d e s e r considerados uno de los países m ás c o r ru p to s del p lan e ta ) . Asimismo, el estado de g u e rra en c o n tra d e u n a p a r te de la población ha redefinido la c u l tu ra d e l p a ís al co n fro n ta r a todos los c iudadanos c o n u n a n u e v a re a lid a d de u n carácter brutal ex trem o q u e se h a tra d u c id o en u n a flam ante cultura del h o r ro r v isu a l y q u e h a llevado la im aginería sangrienta v e s p e lu z n a n te (q u e so lía se r el dom in io de publicaciones de la p re n s a a la rm is ta ) a los m edios m asi­vos y a todos los r in c o n e s d e la m ed ió sfe ra .

El n a rc o trá f ic o en M éx ico so lía s e r p rec isam en te eso, tráfico, la c i rc u la c ió n d e e s tu p e fa c ie n te s p o r can a­les c lan d estin o s, d e s u s p u n to s d e o rig e n en el país y en el ex tra n je ro a los m ercados estadounidenses y, en menor g rad o , europeos. N o es que no se consumieran drogas en México; sin em bargo el verdadero negocio estaba s iem p re en el extranjero. La explicación popular más conocida de lo su ced id o es que los cárteles opera­ban en las som bras y a plena luz del día con el consen­timiento intrínseco de un Estado paternalista dirigido* por el Partido R evolucionario Institucional (pri), que scxcnalmcntc pactaba con los capos y se beneficiaba

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A partir d e f in a le s d e lo s a ñ o s noventa del pasado. M éx ico se c o n v ir t ió e n u n o d e los países rn¿4 peligrosos del m u n d o p ara lo s p er io d ista s , en (escrib ir sob re el n a r c o era u n a a c tiv id a d de alto nesjy, ■ en este c o n tex to , el c in e e in c lu s o la s telenovelas ha/) > abordado el tem a d e l n a r c o p a ra c o n ta r historias de la * nueva c o tid ia n id a d . N o p o d r ía se r d e otra form a cuan­do las im á g e n e s g r o te s c a s d e c u e r p o s m utilados se han 1 vuelto p r e sen c ia fa m ilia r e n la s p ortad as de los dia­rios a larm ista s , la s r e v is ta s y la s p á g in a s del web. Para tratar de c o n tr o la r y l im ita r e s ta e p id e m ia de imágenes (pero no el p r o b le m a d e la v io le n c ia y el crimen), el 24 de m arzo d e 2 0 1 1 u n g r u p o d e representantes de los m ed ios d e c o m u n ic a c ió n m á s g ra n d es del país fir­m aron el A c u e r d o p a r a la C o b er tu ra Inform ativa de la V iolencia, u n d o c u m e n to c o n e l q u e se comprometían p ú b licam en te a n o c e le b r a r n i g lorificar la violencia ni dar e s p a c io s a l c r im e n o r g a n iz a d o para diseminar su p ro p a g a n d a e n la c o b e r tu r a d e la G uerra contra el N arco.2 B a sta c o n c ita r e l p r im e r p u n to para ver la in­tención: «L os m e d io s d e b e m o s c o n d e n a r y rechazar la v io le n c ia m o tiv a d a p o r la d e lin c u e n c ia organizada, enfatizar e n e l im p a c to n e g a t iv o q u e tien e en la po­b lac ión y fo m e n ta r la c o n c ie n c ia so c ia l en contra de la v io len c ia . B a jo n in g u n a c ir c u n sta n c ia , los medios d eb em os ju s tif ic a r la s a c c io n e s y lo s argum entos del crim en o r g a n iz a d o y e l te r r o r ism o » .

P a r a d ó jic a m en te , c o m o c o m e n ta C arlos Gutiérrez en su a r tíc u lo « N a r c o a n d C in em a: N o tes on Media R ep resen ta tio n in M e x ico » (E l n a r c o y e l cine: apuntes sobre la r e p r e se n ta c ió n m e d iá t ic a e n M éxico),3 la apa­rición d e e s te a c u e r d o c o in c id ió c o n que la comedia

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• m o m e n to lu e S a lv a n d a a l so ld a d o Pérez<> en ese.,. Met·' Gómc-κ — una p a rá fra s is irreverente e ingenio» ' j j /i/me S a v in g P riva te (S a lva n d o a l soldado

guini Je Steven S p ie lb e r g (1 9 9 8 )— en la q u e un co- llUnJode n arcos m e x ic a n o s via ja a Irak para rescatar

,| herm ano de u n o d e e llo s q u e se ha p erd id o en laguerra. M ientras ta n to , en el c irc u ito d e los festivales internacionales se e s tr e n ó la c in ta E l velador de Natalia Almada, un d o c u m e n ta l a c e r c a del v ig ilan te de un os­tentoso c e m en ter io d e n a r c o s en C uliacán. S in em bar­go, probablem ente la m a y o r ir o n ía rad ica en que por esos días se e s tr e n ó e n T e le m u n d o , u n a d e Jas cadenas televisivas h isp a n a s d e E s ta d o s U n idos, la telenovela La Reina del S u r , q u e n arra la tra y ecto r ia de una joven que llega a ser l íd e r d e u n cá rte l tras su fr ir un a serie de tragedias. D e m anera sorprendente esta telenovela en español a lca n zó el prim er lugar de ra tings en E stados l/nidos (en el m uy apreciado segm ento de te lev iden­tes de entre d ie c io c h o y c u a re n ta y nueve años), la no­che del 8 de m arzo d e 2 0 1 1 a las 10 p m , superando a las cadenas televisivas cbs, nbc y abc.

La cultura del narco tam bién tuvo un enorme im ­pacto en la m úsica, con la aparición d e l narcocorrido, un subgénero de la m ú sica norteña extremadamente popular que, a p esar d e estar prohibido en los m e­dios de com unicación , circula am pliam ente en copias

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fttfata i % rfj NHfVtifl I n e**ta »»«im * ä +* ^i t r n t u f ai tk 1* ** rurv··» f t l f f t i r t l l f»rihr^IjaIk n umkM tf hJ*% u im *% ra h m te» (fur w k i <W ^(M^irr/a t v»cu{ui%tar> et*·* ti*c% loMunafc % % *n órf»t*4, iU n dr %jtt\fir λ %u f\»w* m if f t l ia i jniqmrtrfi «ut** dr lu^> ru(U dr divri\ad<>! i a v m a i * (rwmtilki a, m u ) r m h*»M.i que* ·» 'U \c*/ h4>h vktUTUii dr la lr\ i** t u u io n r s o la lo m p c lc n u a 1:1 n a fK K om d o lia rt, grn d rad o rl narco* id co ch p . un subgénero de a ra tio dad rmiv lim itad a cunos a u to res en general son (arn que se co n lo rm a n co n hilar ilu stracion es literale* ck las letras de las c a n c io n e s co n im ágen es y video* m con trad os en s itio s n o t ic io so s de la red Estos video* abundan en seiv ic io s c o m o YouTube y promueven b figura del n arco c o m o u n a esp e c ie de héroe popular

El Blog del Narco

El 2 de m arzo de 2010 u n estud ian te de sistemas co m p u tac io n a le s de «v ein titan to s años» radicado en «alguna c iu d ad del n o rte de México» decidió crear el Blog del N arco , u n e sp ac io que ten ía como finalidad « in fo rm ar lo q u e re a lm e n te sucede en México». En su p re sen tac ió n , el b log se d esc rib e com o un «proyecto co n fo rm ad o p o r u n g ru p o de jóvenes que luchan por d a r a co n o c e r o b je tiv am en te lo que acontece. Especia­lizados en el á re a de In fo rm á tica y Periodismo, respec­tiv am en te [sic]». E l b log e s tá enfocado exclusivamente en p re s e n ta r d o cu m en ta c ió n , principalm ente en foto y video, so b re ac to s de v io lencia relacionados con el n a rco tráfico . M ás q u e u n au tén tico sitio informativo o

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¿e análisis , el B log del N arco opera de m anera a n ó n i­ma con la in tención de ro m p e r el rég im en de censura oficial y de au tocensura q u e los m ed io s se han im ­puesto por tem o r a represalias p o r p a rte del g ob ierno o de los cárteles (esp ec ia lm en te a la lu z d e n u m ero sa s ejecuciones de reporteros y del e s ta b le c im ie n to de una atmósfera de terror en tre los perio d ista s).

Sin reporteros y s in u n a es tru c tu ra se m e ja n te a la de un m edio in fo rm a tiv o , el blog se ded ica a p u b li­car en la w eb m ateria l p ro p o rc io n a d o en su m a yo ría por testigos a n ó n im o s. S i b ien e s to ha serv ido para informar a la g en te acerca d e la e x tre m a bru ta lidad de los sicarios y de las fu e rza s del o rd e n , e s te m e d io de comunicación ta m b ié n ha s id o u sa d o o s te n to sa m e n ­te por los d is tin to s cá r te les y o rg a n iza c io n e s d e lic ti­vas así com o p o r la policía y el e jérc ito para envia rse mensajes. El B log del N a rco ha d iv u lg a d o c ie n to s de imágenes de a se s in a to s , tortu ras, balaceras e in te ­rrogatorios. A sim ism o , p u b lica fo to s d e las só rd id a s «instalaciones» hech a s co n ca d á veres, c a b e z a s y e x ­tremidades h u m a n a s, las n a rc o m a n ía s (ca r tu lin a s o telas con textos y m e n sa je s ) y d e m á s e v id e n c ia s d e Jos ritos mortales q u e u san e s ta s o rg a n iza c io n e s para in ­timidara sus riva les . E ste blog ha s id o r e c o n o c id o c o ­mo una estrategia necesa ria para divu lgar la verdad de loque se ha llam ado la G uerra con tra el N arco , pero también se le ha criticado p o r su s e n sa c io n a lism o ypor haberse convertido en un foro q u e es u tiliza d ocomo entretenim iento m orb oso . L lam a la aten ción que al lado de las im ágenes d e m u ertos y cu erp o s m u · tilados hay un espacio d o n d e lo s v is ita n tes del s it io chaican, a m enudo in tercam biando in su ltos, b u rlas y

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de análisis, el Blog del Narco opera de manera anóni­ma con la intención de romper el régimen de censura oficial y de autocensura que los medios se han im­puesto por temor a represalias por parte del gobierno o de los cárteles (especialmente a la luz de numerosas ejecuciones de reporteros y del establecimiento de una atmósfera de terror entre los periodistas).

Sin reporteros y sin una estructura semejante a la de un medio informativo, el blog se dedica a publi­car en la web material proporcionado en su mayoría por testigos anónimos. Si bien esto ha servido para informar a la gente acerca de la extrema brutalidad de los sicarios y de las fuerzas del orden, este medio de comunicación también ha sido usado ostentosamen­te por los distintos cárteles y organizaciones delicti­vas así como por la policía y el ejército para enviarse mensajes. El Blog del Narco ha divulgado cientos de imágenes de asesinatos, torturas, balaceras e inte­rrogatorios. Asimismo, publica fotos de las sórdidas «instalaciones» hechas con cadáveres, cabezas y ex­tremidades humanas, las narcomanías (cartulinas o telas con textos y mensajes) y demás evidencias de los ritos mortales que usan estas organizaciones para in­timidar a sus rivales. Este blog ha sido reconocido co­mo una estrategia necesaria para divulgar la verdad de lo que se ha llamado la Guerra contra el Narco, pero también se le ha criticado por su sensacionalismo y por haberse convertido en un foro que es utilizado como entretenimiento morboso. Llama la atención que al lado de las imágenes de muertos y cuerpos mu­tilados hay un espacio donde los visitantes del sitio chatean, a menudo intercambiando insultos

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comentarios obscenos respecto de las víctimas y los victimarios. También es curioso que los editores del blog señalen: «No estamos en contra o a favor de alguna organización delictiva, simplemente informamos las cosas sin alteraciones y por supuesto, de una manera transparente sin buscar ofender a alguien [sie]». Inde­pendientemente de la extraña redacción, es compren­sible que el Blog del Narco no busque ofender ni irri­tar a los asesinos que han sido capaces de dar golpes espectaculares contra políticos y figuras prominentes de la sociedad con total impunidad. No se trata de ser suicida. Para una organización criminal con los recur­sos de los cárteles no parece demasiado complicado rastrear al o los autores de un sitio como este y silen­ciarlos si representan un peligro, un obstáculo o sim­plemente una molestia.

Resulta alarm ante que hasta un espacio disidente y anónimo como el Blog del Narco tenga que afirmar que sólo está interesado en dar a conocer lo que está pasando y «no está en contra o a favor de ningún grupo delictivo, tampoco tiene la intención de ofender o inco­m odar a la sociedad, sólo se publican notas de manera periodística». Al no ofrecer una postura, ni siquiera general en contra del crimen, pretenden evadir cual­quier responsabilidad y de paso adquieren una pos­tura neutral muy peculiar que, en cierto modo, refleja los vagos ideales individualistas de la era digital. Pero aun con esa actitud la autora del blog, quien se dio a sí misma el apodo «Lucy», tuvo que huir del país cuando su colega editor desapareció en mayo de 2013, como reportó el diario británico The Guardian.4 El Blog del Narco sigue publicándose a pesar de esta noticia y su

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ejemplo es im itado por m uchos otros blogs y páginas de internet, algunas efím eras y oportunistas, otras con pretensiones m ás serias com o guerradelnarco.com, m undonarco.org, L a-N oticiaX .com , historiasdelnar- co.com y tierradelnarco.com .

Los otros narcovideos

Quizás influidos po r los videos de grupos jihadistas islámicos en los que se p resen ta a sus rehenes some­tidos e im potentes en m edio de hom bres armados y encapuchados, grupos crim inales como el Cártel del Golfo, Los Zetas, el grupo de «La Barbie» y el de los Beltrán Leyva com enzaron a videograbar a sus cau­tivos. A d iferencia de o tros videos de rehenes aquí rara vez la in tención es ped ir una recom pensa por el cautivo. En algunas ocasiones el o los detenidos son interrogados p o r una persona que se encuentra fuera de cuadro. A veces está rodeado de hombres enca­puchados, o tras aparece solo; algunos secuestrados aparecen atados, vendados, desnudos o pintarrajea­dos, convertidos en grafiti hum ano con el fin de co­municar algún m ensaje. En casi todos los videos, el cautivo responde obediente, con una frialdad y calma extraordinarias, a las preguntas de sus captores in­crim inándose, confesando sus alianza, el nombre de sus superiores y recitando que su labor era «calentar la plaza», secuestrar, matar civiles o causar caos lan­zando granadas. Algunos videos de este tipo son de una simpleza extraordinaria como el de la confesión del Z43 en el que únicamente se ilumina el rostro del

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individuo; otros son más complejos y extremadamente gráficos como aquellos que incluyen la ejecución del rehén, por ejemplo, el de M anuel Méndez Leyva, que termina cuando el sicario le dice: «Ya de aquí te vas tú». Méndez pregunta «¿Adonde?». Y el encapuchado comienza a decapitarlo con un cuchillo. En un video posteado en m undonarco.com a finales de marzo del 2013, cinco o seis sicarios del Cártel del Golfo rodean a presuntos m iem bros de los Zetas, tres hombres y dos mujeres (estas últim as desnudas), que llevan los ojos cubiertos v están de rodillas. Los obligan a dar su nombre completo y apodo, y a contar lo que fueron a hacer en Ciudad Mante, Tamaulipas. Luego proceden a matarlos y cortarlos en pedazos con hachas y ma­chetes, para después echar las extremidades en un barril hum eante para disolverlos. El texto que acom­paña al video inform a que esto es lo que llaman una «cocina». La presencia de las mujeres desnudas entre hombres vestidos añade un elem ento de sexualidad enferma al docum ento; cuando les preguntan su nom­bre sólo se escucha que una dice: «Alejandra» y luego hay un corte, y el sicario pasa a interrogar al último hombre, ignorando a la o tra mujer. Una voz en off de un miembro del Cártel del Golfo asegura que esto es en represalia por los civiles inocentes asesinados por los Zetas y lee una lista de cómplices en la policía, el ejército y el gobierno, que han cometido crímenes apo­yando a dicho cártel, a quienes amenaza con que les va a pasar lo mismo. En algunos casos ni siquiera hay interrogatorio, sino simplemente una ejecución o un descuartizamiento, como uno bastante singular que muestra a una mujer, «la Güera Loca», decapitando

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a un hombre al que después le desprende la piel de la cara con una navaja.

Estos videos han desatado a su vez una competen­cia de crueldad e imitación, una escalada de sadismo en la que los asesinos tratan de m ostrar que están dis­puestos a llegar hasta las últimas consecuencias y a cometer los actos más espantosos con tal de intimidar a sus enemigos. La paradoja es que, como demostró el propio Marqués de Sade, las posibilidades del horror corporal no son infinitas y, si la intención es mostrar lo inmostrable, después de varios asesinatos de mu­jeres y niños, de docum entar desmembramientos, cas­traciones, evisceraciones y desollamientos, es relativa­mente poco lo que puede trastornar los sentidos. Sin embargo, esto no resta que dicha corriente suponga una absurda y trágica competencia que seguirá co­brando víctimas y convirtiendo el crimen real en es­pectáculo. Un video que ha circulado enormemente y que se ha convertido en un emblema de las atrocida­des de los narcos es aquel donde decapitan a «dos si­carios del Chapo Guzmán», a uno de ellos con una sierra eléctrica. Los dos hombres están sentados sin camisa y atados de las manos, contra una pared de adobe. Dan sus nombres, dicen que son tío y sobrino, y confiesan que se dedicaban al narcotráfico; el tío sue­na arrepentido y melancólico al explicar sus relacio­nes con los mandos del cártel del Chapo. «Me pagaron muy poco, apenas unos trescientos pesos»; asegura que le recomienda a la gente no meterse en este nego­cio, «porque con esta gente no se juega». «Ya nosotros ya valimos verga...», añade. Entonces se escucha el ruido de una m otosierra que arranca, y alguien dice:

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«Cuando guste». El hombre con la sierra decapita a uno de los hombres mientras el otro permanece es­toico, sin m irar lo que sucede a su lado. Apenas se vuelve a ver a su tío cuando accidentalmente la sierra le hace a él un corte en el brazo. Poco después decapitan al otro individuo con un cuchillo, ese proceso es más lento mientras se escucha el espantoso jadeo ahoga­do del hombre al que le han collado la tráquea. Este video fue quizá la inspiración de la secuencia inicial de la cinta Savages (Salvajes) de Oliver Stone (2012). Algunos videos, como el de la Tortura de El Talibán, tienen música de narcocorrido de fondo. Este tipo de videoclips macabros han encontrado su canal natural en internet, donde circulan, se conservan y reproducen con un mínimo riesgo de ser rastreados. La intención de estas obras es enviar mensajes que pueden ser pro­vocaciones, venganzas, amenazas, demostraciones de ausencia de piedad, pero que. a final de cuentas, una vez pasado su momento, sobreviven y se convierten enentretenimiento morboso.

Los videos parecen en cierta forma una extensión de las puestas en escena que hacen algunos grupos criminales con los cuerpos de sus víctimas o con par­tes de los mismos, al añadir mantas, letreros y parafer- nalia diversa. Estos asesinatos y la posterior manipu­lación de los cadáveres, como señala la doctora Lilian Paola Ovalle,5 «trascienden el objetivo de acabar con la vida de alguien». Independientemente de los motivos para eliminar a estos sujetos, lo importante al trans­formarlos en protagonistas de sus filmes cuasi snuff es reducirlos a mensajeros-mensajes de terror. Al estilo de las confesiones forzadas de las purgas estalinistas,

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se busca mostrarlos humillados, arrepentidos, dóci­les y cooperativos. En una especie de resignación fa­talista, denuncian a sus compañeros, jefes, familiares, protectores y redes. Nuevamente, la actitud, las poses y las acciones recuerdan a los videos de los fundamen- talistas islámicos, aunque obviamente despojados de la carga religiosa y de los argumentos anticolonialistas e independentistas con que estos salpican su retórica.

Estos videos registran, entonces, rituales con ele­mentos comunes y reconocibles de la «violencia uni­lateral» de la que habla O valle. Se trata de muestras de poder y control, en las que la víctima, en su condición vulnerable y sumisa, refleja a una sociedad cautiva, in­capaz de defenderse. Además, un tema recurrente en las confesiones de quienes van a morir, es que se acu­sa a las fuerzas del orden de tener complicidad con las bandas criminales. Resulta interesante que, entre los muchos videos que circulan en internet de las diferen­tes agrupaciones criminales, sólo haya algunos pocos donde las víctimas supliquen o intenten defenderse. Una excepción es un video de una joven a la que un si­cario tiene en el piso mientras la patea y le pisa el rostro. Ella asegura no saber nada de lo que se la acusa y llora pidiendo clemencia. No parece ser ese el mensaje prin­cipal que buscan los cárteles; por el contrario, se pone énfasis en la aparente calma de quienes van a morir. Es decir que, aunque el dolor mortal está presente, de al­guna manera la víctima asume su destino con fatalidad, sin gritar ni expresar su miedo, como si se le arrebatara hasta ese último derecho. Probablemente algunos de los narcovideos sean falsos, aunque lamentablemente todo parece indicar que la mayoría son reales.

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La puesta en escena de ciertos narcovideos pre­tende m ostrar a los sicarios como un tipo de justicie­ros, como verdugos solemnes (el uso de indumentaria paramilitar parece crear una imagen en cierta forma institucional, de orden y jerarquía) que están eliminan­do a una amenaza social, pero para hacerlo deben rein­ventar las leyes e imponer un nuevo código moral donde decapitar y desm em brar a los infractores son castigos legítimos y reconocidos por alguna autoridad contra los infractores de sus reglas. Así, estos videos crean una ficción en la que no se ejerce una violencia exagerada si­no apropiada, donde no hay nada espontáneo sino que existe un sistema, un protocolo de ejecución frío y so­lemne. Los interrogatorios suelen estructurarse para presentar pruebas. La mayoría de las veces se conducen con un símil de profesionalismo, sin insultos ni golpes y muy rara vez suben el tono de voz. Es de imaginar que antes de que la cámara se encienda ha habido su­ficientes golpes y amenazas para suavizar al cautivo, o quizá se lo ha narcotizado para que no interrumpa la filmación. En pocas ocasiones se rompe la ilusión de respeto y solemnidad, como el video en que a un hom­bre que aparentemente forma parte de los Zetas le mu­tilan varios dedos y después lo decapitan sicarios del Cártel del Golfo. Los asesinos comentan entre ellos, se ríen, se dan indicaciones contradictorias y se burlan de su víctima, quien parece estar bajo el efecto de las dro­gas o el alcohol, mientras la descuartizan. La calidad de este tipo de videos varía, desde unos cuantos filmados cuidadosamente en alta definición, hasta una mayoría realizada en pésimas condiciones, apenas visibles o en una oscuridad casi total.

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H oy q u e d a c la ro q u e e x isten có d ig o s cifrados en form a d e b a la z o s , d e cu erp o s encaju elados, encobija­dos, « en te ip ad os» (cu b ie r to s c o n c in ta adhesiva, de ahí: tape), « e m p o zo la d o s» , zaran d ead os, m ed ian te los cuales los cá rte les c o m u n ic a n su s in te n c io n e s y m otivos. Ova­lle s e ñ a la q u e e s in te r e sa n te q u e lo s térm in os con que se d e n o m in a n e s to s c r ím e n e s ten g a n u n a con n otación que se p r e te n d e c ó m ic a e irreveren te, deliberadam ente o fen siva p a ra la v íc t im a q u e h a s id o «convertida en p ozo le» (c o n la s r e so n a n c ia s ob v ia s al p o zo le azteca orig in a l, q u e s u p u e s ta m e n te esta b a h ech o con carne h u m a n a ) o b ie n « c o c in a d a c o m o u n p escad o zaran­d ead o» . U n in d iv id u o q u e e s a se sin a d o co n un tiro de gracia o b v ia m e n te h a s id o tratad o m ejor que un o que es to r tu ra d o al su m e r g ir lo en agu a hirviente. Un cuer­po q u e h a c o n s e r v a d o su in tegrid ad para ser recon oci­do y e n te r r a d o h a r e c ib id o u n trato preferencial cuando se c o m p a r a c o n o tr o q u e h a s id o desm em brado o d i­su e lto e n á c id o . E s to s p ro ced im ien to s para borrar iden­tid ad es t ie n e n u n a fu n c ió n pragm ática para evitar que las a u to r id a d e s (en e l c a so p o co com ú n de llevar a ca b o u n a in v e st ig a c ió n com p eten te) puedan capturar a lo s a s e s in o s , p e r o s in d u d a t ien en otra finalidad, la d e c o n v e r tir a su s v íc tim a s en seres anónim os, en borrar la h is to r ia p erson a l y estab lecer un régim en de terror y a m e n a z a p erm an en te e ind iscrim inada entre lo s c iu d a d a n o s; u n a a tm ósfera de am bigüedad d o n ­de lo s d e sa p a r e c id o s d esem p eñ a n un papel de esp ec­tros, a lo s q u e s u s fam iliares, a m igos y la socied ad en gen era l s ig u e n e sp e ra n d o y b u scan d o s in éxito , co m o su c e d ía b a jo lo s reg ím en es m ilitares en Chile, A rgenti­na y U rugu ay, en tre o tros. Al film ar u n v id eo de a lgu ien

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que va a ser ejecutado se le da la oportunidad de ser visto, se ofrece el pobre consuelo a los familiares de saber qué sucedió.

Estas son im ágenes sensacionalistas, estridentes y cargadas de significados contradictorios que comu­nican y a la vez im piden la com unicación. Pero sobre todo son evidencias en casos crim inales que paradó­jicam ente fueron creadas p ara u n a difusión masiva e indiscrim inada y po r tan to im ponen u n serio dilema.Por un lado, debido a las características propias de in­ternet, son prácticam ente im posibles de censurar; por otro, son dem asiado agresivas y bru tales como para m ostrarse sin p udor ni reserva. Las imágenes de la m uerte son, com o dijo Susan Sontag, «una suerte de retórica. Reiteran. Sim plifican. Agitan. Crean la ilusión de consenso».6 Son im ágenes im portantes para en­tender lo que sucede, p a ra m ateria lizar la catástrofe en que estam os hundidos; sin em bargo, es un error perder de vista la función que tienen p a ra sus propios autores, para aquellos que le h an dado la vuelta a la tarea de docum entar el h o rro r y las u san com o u n a herramien-

(ta m ás para aterrorizar y dom inar.La justificación de que la cu ltu ra de la violencia

que estam os viviendo h a sido influenciada por el cine de h o rro r gore, p o r los videojuegos y p o r la desensibi­lización creciente del público , es ab su rd a y no se halla susten tada en n ingún estud io creíble. No obstante, tal idea se rep ite h asta el cansancio , p o r la sim ple creencia de que som os seres que im itam os com pulsivam ente lo que vem os en las pantallas. E s claro que en el siglo xxi vivimos u n a inqu ietan te no rm alización de la violen­cia. Lo que es inm inen te —y n in g ú n acuerdo censor

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mediático podrá ocultar— es que la descomposición del tejido social en México es epidémica y masiva pues la cultura del narco se ha vuelto omnipresente y, en cierto modo, la fascinación que produce se ha conver­tido en una de las formas de la cultura dominante.

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