Vivir Bien

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    Vivir bien:Paradigma no capitalista?

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    Vivir bien:Paradigma no capitalista?

    Ivonne Farah H.Luciano Vasapollo

    Coordinadores

    CIDES-UMSA

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    Responsables de la publicacin: Ivonne Farah y Luciano VasapolloCuidado de edicin: Ivonne Farah H.

    CIDES-UMSA, 2011

    Primera edicin en espaol: febrero de 2011

    DL:4-1-392-11ISBN:978-99954-1-351-4

    Produccin:Plural editoresAv. Ecuador 2337 esq. Calle Rosendo GutirrezTelfono 2411018 / Casilla 5097 / La Paz, Boliviae-mail: [email protected] / www:plural.bo

    Impreso en Bolivia

    Esta publicacin es resultado de la convocatoria conjunta entre el Postgrado en Cienciasdel Desarrollo de la Universidad Mayor de San Andrs (CIDES-UMSA) y el Departamentode Economa de la Universidad de Roma La Sapienza , en el marco de un Conveniode Colaboracin acadmica entre ambas Universidades. Su propsito es contribuir a

    la reflexin acadmica y poltica sobre la nocin del VIVIRBIENy sus posibilidadespara constituirse en el soporte tico que ilumine un nuevo paradigma de produccin yreproduccin de la realidad social.

    Esta publicacin ha sido posible gracias al auspicio de OXFAM.

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    ndice

    PrlogoEvo Morales Ayma........................................................................................ 7

    IntroduccinIvonne Farah H. / Luciano Vasapollo............................................................. 11

    PARTEI

    Aproximaciones semnticas y filosficas

    Acerca del Suma QamaaJavier Medina.............................................................................................. 39

    Qamir qamaa: dureza de estar estando y dulzura de ser siendoPablo Mamani Ramrez................................................................................ 65

    Vivir bien, hacia un nuevo paradigma de desarrollo no capitalista.Suma qamaa, vivir bien y lg lifes good: como procesos civilizatorios

    Hugo Romero Bedregal.................................................................................. 77

    Hacia una constitucin del sentido significativo del vivir bienRafael Bautista S.......................................................................................... 93

    PARTEII

    Horizontes utpicos del Vivir Bien

    Los indgenas y los nuevos paradigmas del desarrollo humanoFranois Houtart........................................................................................... 125

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    6 VIVIRBIENYPOLTICA(S) ENBOLIVIA

    Suma qamaa = convivir bien. Cmo medirlo?Xavier Alb.................................................................................................. 133

    Solidaridad: el renacimiento de un viejo concepto socialistaNino Pagliccia................................................................................................ 145

    Para un nuevo estilo de vida en Amrica Latina: orgenes bsicosde otro sistema del metabolismo social

    Ricardo Antunes y Ruy Braga......................................................................... 159

    El fundamento de la poltica del vivir bien: la economa polticade los trabajadores y las trabajadoras como alternativa

    Mariano Fliz................................................................................................ 169

    PARTEIII

    Patrones de desarrollo en curso

    Slo imaginando otros mundos, se cambiar ste. Reflexionessobre el Buen Vivir

    Alberto Acosta................................................................................................ 189

    La calidad de vida, la cuestin ambiental y sus interrelacionesHector Sejenovich........................................................................................... 209

    Tensiones, contradicciones y oportunidades de la dimension ambientaldel Buen Vivir

    Eduardo Gudynas.......................................................................................... 231

    De la respuesta a la creacin. Re-creando el socialismo, la agriculturay la vida en Amrica Latina

    Vernica Hendel............................................................................................. 247

    PARTEIV

    Generando conciencia del Vivir Bien

    La construccin mancomunada y dialctica de un nuevo procesode conocimiento (socio-natural) para una nueva sociedadGuido Galafassi............................................................................................. 263

    La formacin de profesionales. Hacia una aproximacin al Vivir BienDora Lilia Mrquez Delgado / Luis Humberto Mrquez Delgado.................. 279

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    7NDICE

    El Vivir Bien versus hedonismo tico. Fin del dominio a travsdel consumo?

    Efrain Echevarra Hernndez / Ana Isabel Navedo Montequn....................... 291

    Vivir Bien, alba y socialismo del sigloXXI. Paradigmas opuestos?Vicente E. Escandell Sosa................................................................................ 311

    Una mirada econmica hacia el Vivir BienMayra Casas Vilardell.................................................................................... 331

    PARTEV

    Vivir Bien y poltica(s) en Bolivia

    Vivir Bien y descolonizacinRafael Puente................................................................................................. 345

    Vivir Bien: un desafo viable para nuestras sociedadesShirley Gamboa A. / Wilma Llanos S. / Marlene Hoyos M.Vladimir Elas H. / Nataly V. Vargas G. / Elizabeth Elas H.......................... 367

    Una geopoltica de la complementariedad..................................................

    Lus Tapia Mealla.......................................................................................... 383

    Desarrollo endgeno sustentable: camino para re-actualizarel Vivir Bien en el contexto de la revolucin democrtica

    y cultural de BoliviaFreddy Delgado / Stephan Rist / Csar Escbar............................................... 401

    El Vivir Bien como sentido y orientacion de polticas pblicasBeatriz Ascarrunz.......................................................................................... 423

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    He recibido muy honrado la invitacin para prologar el libro Vivir Bien: Para-digma no Capitalista?. Con ese sentimiento escribo estas lneas, consciente deque las reflexiones que contiene aparecen en un momento crucial en la defensade los derechos de la Madre Tierra y en la construccin o recuperacin de pa-radigmas en la lucha de los pueblos.

    Quiero saludar y felicitar el esfuerzo intelectual de pensadores americanosy europeos que proponen una sistematizacin imprescindible de la doctrinay prctica del Vivir Bien. Los aportes desde distintas miradas, desde distintaslatitudes, desde varias disciplinas de las ciencias sociales, polticas y econmicasnos permiten tener una visin muy avanzada de nuestros desafos, de nuestrosobstculos, de nuestros logros y de nuestras fortalezas.

    El Vivir Bien como una forma de vida, de relacionamiento con la naturaleza,de complementariedad entre los pueblos es parte de la filosofa y la prctica delos Pueblos Indgenas. Asimismo, no slo desnuda las causas estructurales de lascrisis (alimenticia, climtica, econmica, energtica) que vive nuestro planeta, sinoque plantea una profunda crtica al sistema que est devorando a seres humanos

    y a la naturaleza: el sistema capitalista mundial.Mientras los Pueblos Indgenas proponen para el mundo el Vivir Bien, el

    capitalismo se basa en el Vivir Mejor. Las diferencias son claras: El vivir mejorsignifica vivir a costa del otro, explotando al otro, saqueando los recursos natu-rales, violando a la Madre Tierra, privatizando los servicios bsicos; en cambioel Vivir Bien es vivir en solidaridad, en igualdad, en armona, en complemen-tariedad, en reciprocidad. En trminos cientficos, desde el marxismo, desde el

    leninismo dice: socialismo-capitalismo; y nosotros sencillamente decimos: elvivir bien y el vivir mejor.

    PrlogoEvo Morales Ayma

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    10 VIVIRBIEN: PARADIGMANOCAPITALISTA?

    Es la lgica del sistema capitalista la que est destrozando el planeta, es laganancia, la obtencin de ms y ms ganancia por sobre todas las cosas. Es lalgica de las empresas transnacionales a las que slo les importa aumentar las

    utilidades y bajar los costos. Es la lgica del consumo sinfn, de la guerra comoinstrumento para aduearse de mercados y recursos naturales, y no importa sipara conseguir ms mercados y ms ganancia se tiene que destruir los bosques,explotar y despedir trabajadores y privatizar los servicios esenciales para la vidahumana. El Vivir Bien est reido con el lujo, la opulencia y el derroche, estreido con el consumismo.

    Esto implica la contraposicin de dos culturas, la cultura de la vida, delrespeto entre todos los seres vivos, del equilibrio en contra de la cultura de lamuerte, de la destruccin, de la avaricia, de la guerra, de la competencia sin

    fin. Nuestros ojos y corazones lo ven y sienten, nuestros hijos e hijas lo estnviviendo: el capitalismo es el peor enemigo de la humanidad.Decimos Vivir Bien porque no aspiramos a vivir mejor que los otros. No

    creemos en la concepcin lineal y acumulativa del progreso y el desarrolloilimitado a costa del otro y de la naturaleza. Tenemos que complementarnos yno competir. Debemos compartir y no aprovecharnos del vecino. Vivir Bien espensar no slo en trminos de ingreso per-cpita, sino de identidad cultural, decomunidad, de armona entre nosotros y con nuestra Madre Tierra.

    El Vivir Bien es un sistema que supera al capitalista, pero que ademsplantea un desafo que tambin pone en jaque algunos preceptos clsicos de laizquierda que en un nimo desarrollista se planteaba el dominio de la naturaleza

    por el ser humano.Pero adems del desafo terico, estamos ante el desafo prctico de la lucha.

    Hemos librado juntos varias batallas y gracias a la fuerza de los pueblos hemosderrotado polticas como la del ALCA. Solamente con la lucha los pueblos delmundo vamos a derrotar al capitalismo para salvar a la humanidad.

    Mis aos de experiencia en la lucha sindical y poltica me han enseadoreiteradamente que debemos someternos al pueblo, que solamente organizados

    venceremos el desafo de salvar a la humanidad, conscientes que lograremos esepropsito salvando a la Madre Tierra del sistema capitalista.

    En los das en que es publicado el libro que la lectora y el lector tienen entresus manos, la humanidad se encuentra en la encrucijada definitiva, si ahora y enlos aos que vendrn nosotros nos organizamos y luchamos, las nias y niosde la Madre Tierra disfrutarn de los bosques, de las playas, del cantar de lospjaros; si no luchamos, si no vencemos al miedo, dejaremos que el capitalismonos aniquile, si nosotros no entregamos la vida en esta lucha, entonces quienespagan ejrcitos para invadir pases, quienes fabrican bombas, los seores de lamuerte habrn triunfado.

    Que este libro sirva para el debate, para la discusin fraterna, pero sobretodo que sirva para la lucha.

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    IntroduccinIvonne Farah H.1Luciano Vasapollo2

    El mundo de hoy atraviesa una transicin compleja que, algunos analistas, hancalificado como post-capitalista ante la convergencia de las diversas crisis queatraviesa el capitalismo actualmente, y que ponen en evidencia como no habaocurrido antes los efectos ms devastadores y destructivos del sistema.

    Al mismo tiempo, algunas sociedades del planeta estn impulsando im-portantes transformaciones polticas y culturales cargadas de impugnaciones alcapitalismo y tambin de bsquedas de caminos alternativos.

    Con todo, la mayora de los analistas se inclina por hablar de una transicinpost-neoliberal ya que, a pesar de las crisis del capitalismo y sus efectos, no seadvierten a nivel global fuerzas polticas contestatarias con capacidad de mo-

    vilizacin e interpelacin y menos an con disposicin para la proposicin devas de salida de las crisis que representen alternativas al capitalismo.

    Independientemente de cules sean las vas de salida, no es posible ig-

    norar los efectos de los patrones actuales de desarrollo, ya que su naturaleza yprofundidad amenazan la vida en el mundo. Estamos ante una enorme fragilidadmedioambiental y ecolgica del planeta, un cambio climtico que est afectandolos ecosistemas y biodiversidad en diversas regiones; una crisis energtica y sobre-consumo de combustibles fsiles; cambios en los usos del suelo que prefiguranla crisis alimentaria; y tambin una crisis del empleo que profundiza las

    1 Ivonne Farah, economista y sociloga, es docente investigadora y, actualmente, Directoradel Postgrado en Ciencias del Desarrollo de la Universidad Mayor de San Andrs en La Paz,

    Bolivia.2 Luciano Vasapollo, economista, es profesor en el Departamento de Economa de la Univer-sidad La Sapienza de Roma, Italia.

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    desigualdades y ha desestructurado la proteccin social llevando a hablar tambinde una crisis de seguridad humana.

    La articulacin de crisis socio-econmicas con crisis socio-ambiental,

    energtica y climtica, le otorga un carcter estructural y global que nos poneante la impronta de reconstruir e inventar nuevas y diferentes modalidades dereproduccin social y convivencia, orientadas a lograr una coexistencia ms ar-mnica entre naturaleza y sociedad bajo principios ms igualitarios, equitativos

    y justos, y esfuerzos cooperativos.Los graves problemas ambientales, socioeconmicos y socioculturales

    estn avivando los debates que cuestionan la unilateralidad de la racionalidadindividualista y economicista de la organizacin de la reproduccin capitalistahegemnica y, por ello, supuestamente nica; pero tambin actualmente cali-

    ficada de injusta socio-econmicamente, depredadora ecolgicamente, pocodemocrtica polticamente al interior de los estados y en las relaciones entrelos mismos.

    Algunas informaciones al respecto, nos muestran que en el mundo de hoyexiste un reparto desigual e injusto de la propiedad de la tierra. Por ejemplo, enLatinoamrica, el 1,5% de los propietarios de tierra posee ms de los dos terciosde la totalidad de las tierras; en frica, slo el 4% de la superficie total est enmanos de tres cuartos de los campesinos. Asimismo, existen en el mundo 500millones de campesinos sin tierra (Prez 2007). Si consideramos que, a nivelmundial, la superficie cultivable representa alrededor del 38% y que slo se ex-plota menos de un tercio de ella, podemos pensar que es el ambiente econmico,social y poltico, lo que influye en la explotacin de las tierras.

    Los cambios bruscos en los usos y costumbres de los campesinos, provocadospor la modernizacin de la agricultura, se consideran necesarios para el pro-greso y desarrollo del planeta. Los procesos de integracin econmica conducena un nuevo dinamismo tambin en el sector agrario, y a un nuevo protagonismoeconmico campesino, de los cuales son tambin importantes protagonistas lospases llamados no desarrollados. Es decir, permanece la lgica capitalista, cuyomodo de produccin no responde positivamente a las demandas de un desarrolloo progreso eco-socio-sostenible fundado en principios de equidad, solidaridad

    y autodeterminacin.La ingeniera gentica y las biotecnologas son, hoy en da, los instrumen-

    tos que dan a las empresas multinacionales la posibilidad de alcanzar beneficioseconmicos elevados (A. A. Deasmrais 2009); la revolucin verde ha llevadoal uso creciente de semillas, pesticidas, fertilizantes y de mecanizacin paraalcanzar aumentos de produccin, consumo y ganancias para las grandes empre-sas multinacionales. stas ejercen profunda influencia en el comercio agrcolainternacional. Por ejemplo, el 90% del comercio mundial de trigo, maz, caf ypia, y alrededor del 70% del comercio de pltanos y arroz, estn bajo controlde un nmero muy reducido de esas empresas; del mismo modo, el 75% del

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    13INTRODUCCIN

    comercio mundial de cereales est controlado por slo cinco multinacionalesagroalimentarias (A. A. Deasmrais 2009).

    Igualmente, las condiciones materiales degradadas de los campesinos ind-

    genas son compartidas tambin por los trabajadores en toda su heterogeneidad;y ellas estn asociadas al papel de semiperiferia econmico-productiva y/o ex-portadora de materias primas de Amrica Latina. Ello la convierte en un reade elevados grados de conflicto directo centrado en el conflicto salarial por lafalta de empleo y bajos ingresos; a la vez que en las contradicciones explcitasy sin mediacin entre capital-naturaleza que atae al campesinado en su di-

    versidad. Pero tambin, centrado en las contradicciones capital-ciencia, capital-democracia, capital-derechos, que se expresan en un debilitamiento del estadosocial de derecho y profundos conflictos clasistas.

    En ese marco, arrecian las preocupaciones por encontrar soluciones a lasamenazas al sostenimiento de la vida en el planeta y al planeta mismo, a ladesigualdad y exclusin. En diversas regiones se debaten y ensayan alternati-

    vas orientadas a mejorar la redistribucin, a impulsar una mayor solidaridad yreconfiguracin del vnculo social en las bsquedas de alternativas que partande visiones holsticas de la realidad, que sean capaces de ensamblar sociedad,economa y naturaleza; de reconocer la pluralidad de situaciones econmicas,culturales y tambin polticas existentes en el seno de la sociedad.

    Las bsquedas de alternativas estn haciendo reverdecer alianzas, redes yotras formas de agrupacin de esfuerzos reflexivos de cara a la renovacin delhumanismo y ambientalismo en el pensamiento social sobre desarrollo. Sobretodo en Amrica Latina y particularmente en Bolivia y Ecuador observamosprcticas en las que convergen bsquedas innovadoras contra la privatizacindel sostenimiento de la vida y la naturaleza. Ello ocurre en circunstancias de unare-emergencia del movimiento campesino e indgena luego de la fuerte derrotapoltica de los trabajadores asalariados bajo el neoliberalismo, que est dandolugar a importantes reivindicaciones distintas a la de la emancipacin del trabajoasalariado; pues se basan principalmente en demandas de reconocimiento y derecuperacin de experiencias de reproduccin social propias de las comunidadescampesinas e indgenas, que apelan a sus conocimientos sobre las caractersticasnaturales de su hbitat y de su sociabilidad. Estas demandas estn acompaadasde las relativas a la equidad de gnero, generacional y otras de carcter material;si bien el nfasis est en la pluriculturalidad tnica.

    Este nfasis se justifica en afirmaciones de que las prcticas y valores de lascomunidades indgenas les han permitido desarrollos culturales para reprodu-cirse, manejar y aprovechar los ecosistemas y ambientes, que hoy resultaranfavorables para proyectar alternativas. Es importante, no obstante, considerarque esos desarrollos no se han dado de manera cerrada, sino en articulacin conintercambios econmicos y mercados locales y regionales que, contrariamentea lo que normalmente se piensa, no han provocado la descomposicin de sus

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    estructuras, prcticas y valores propios. Este es el caso de Bolivia, donde no esmenos cierto que estas colectividades enfrentan, en gran medida, condiciones ma-teriales y de calidad de vida ms desventajosas y degradadas. Asimismo, tambin

    puede observarse que estas estructuras presentan una significativa heterogeneidadsocio-econmica, del mismo modo que sus movilizaciones y reivindicacionesdependan de la naturaleza de las tensiones y contradicciones en que se hallanenvueltas en ese marco diverso. En efecto, a su interior se encuentran desdepequeos productores, agricultores familiares de diferente escala, jornaleros, ytambin pequeos y medianos empresarios (Bartra 2010).

    Debe recordarse que la poblacin campesina est constituida por ms de3 billones de personas. Sobre una poblacin activa global de 2,6 billones, loscampesinos activos alcanzan a 1,3 billones, de los cuales el 96% se encuentra en

    los pases del Sur. En este mbito, la produccin familiar aunque debilitadasigue siendo dominante en las agriculturas del mundo. En frica, el 80% de losproductores son pequeos campesinos; en Amrica Latina y Asia, stos alcanzanentre el 40% y el 60% (Prez 2007).

    Tambin sabemos que las luchas de los campesinos han cruzado siglos,sobre todo desde el nacimiento del capitalismo que ha dado lugar a luchas cada

    vez ms frecuentes bajo una diversidad significativa de formas organizativasque agrupan un multicolor y abigarrado mundo campesino, como sealaBartra. Este refleja una diversidad histrica y estructural tan heterognea quepuede reivindicar la indianidad como seal identitaria y la descolonizacincomo consigna (caso boliviano actual), o medios de produccin y precios

    justos (pequeos y medianos productores agrarios y ganaderos, por ejemplo),o tierra y territorio (los sin tierra o pueblos), etc. Sus movilizaciones y luchasdependen, pues, de la naturaleza de las tensiones y contradicciones en que sehallan envueltos, ya sean pequeos productores, agricultores familiares de di-ferente escala, jornaleros, u otras categoras, y segn destinen sus productos almercado interno o externo.

    Pese a su heterogeneidad, segn Bartra, todos participan de ciertas sociabi-lidades semejantes por sus filiaciones mayoritariamente indgenas; a la vez quecomparten una condicin subordinada en tanto que clase si bien de distintanaturaleza, la que puede dar lugar tambin a su movilizacin por aspiracionescomunes y amplias.

    Las condiciones desfavorables y de reinante pobreza en las zonas ruralesy en el mundo campesino indgena, coexisten con una importante riqueza deltejido social que viene de muy atrs y que se ha mantenido de tal forma que,hoy en da, emerge bajo una nueva ola de presencia que se suma con gran fuer-za a las reacciones urbanas frente a las polticas neoliberales de las ltimas tresdcadas, a la nacionalizacin de recursos naturales con base en el importantemovimiento ambientalista, defensa de la soberana nacional, y a las demandasfeministas, principalmente.

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    15INTRODUCCIN

    La heterogeneidad estructural nos enfrenta hoy a estructuras asociadascon prcticas de economa local popular, de cierto cooperativismo solidario yformas variadas de auto-emprendimientos que van acompaadas tambin de

    experiencias de comercio justo, que se desarrollan en el marco amplio de laspropias estructuras capitalistas.Estas emergencias estn permitiendo la revalorizacin y redimensionamiento

    de esas estructuras, prcticas y valores en busca de respuestas a las crisis, de al-ternativas post-neoliberales y en casos de caminos post-capitalistas, que estndando lugar a numerosos e importantes esfuerzos de construccin de novedososmarcos reflexivos.

    Nuevos marcos reflexivosDesde mediados de los aos 70, momento en que el capitalismo se hunde enun largo perodo de crisis cuyo efecto social ms perverso ha sido la erosinprofunda del trabajo asalariado, el debilitamiento del Welfare estataly el dete-rioro ambiental, han venido tomando impulso, de modo sistemtico, nuevasexperiencias reflexivas y empricas.

    Los remozados intentos neoliberales, especulativos y depredadores de re-composicin de la reproduccin social, manifiestan una larga convalecencia sin

    visos de terminar. Pero, ante el dilema de su muerte patritica o una prolon-gada agona, diversas alternativas e importantes esfuerzos reflexivos intentanarticular crticamente corrientes diversas de pensamiento que van desde elpensamiento crtico de raz marxista, neo-institucionalista, religioso, hasta loque en Amrica Latina se viene nombrando como el hablar profundo de lospueblos amerindios hoy protagonistas polticos principales de movimientoscontra-hegemnicos, y de procesos de transformacin estatal, social y polticaen pases como Bolivia y Ecuador, entre otros.

    De cara hacia cursos alternativos de desarrollo, observamos el progresivo in-cremento de iniciativas que promueven, difunden e impulsan intercambios sobre

    visiones crticas del desarrollo, incorporando una gama amplia de perspectivastericas y de acciones prcticas. Entre ellas, y de raz latinoamericana, se puedensealar posturas que defienden el desarrollo endgeno, desarrollo sustentable,desarrollo humano sostenible, la necesidad de un ingreso ciudadano universal,las que apuntan al post-desarrollo y su crtica o rechazo a la nocin misma dedesarrollo (Alianza Latinoamericana de Estudios Crticos sobre el Desarrollo2010), as como tambin la apelacin a otra economa que, de manera genrica,incluye las llamadas economas solidarias, indgenas y otras. La idea esenciales identificar y generar nuevos parmetros que sustenten teoras y prcticas dedesarrollo en sus complejas, diversas y contradictorias relaciones, que asegurenuna mejor y elevada calidad de la vida y la proteccin de los ecosistemas y am-

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    biente, bajo parmetros de justicia, equidad, igualdad, democracia y solidaridadcomo ordenadores de las relaciones sociales, de las relaciones entre las personas,

    y entre stas y la naturaleza.

    Cobran relevancia, actualmente, exploraciones de alternativas ticas yconceptuales que se mueven entre planteamientos de situaciones hbridas o deestructuras socio-econmicas y polticas plurales en transicin hacia horizonteshistrico-polticos an difusos nombrados como post-neoliberalismo y tam-bin post-capitalismo.

    En perspectiva de una ampliacin democrtica incesante en todos los mbitosde las relaciones sociales y polticas, es ineludible reconocer la extensa plurali-dad real en diversos mbitos y, sobre todo, en el mbito de la economa, dondecomo se sealara existen organizaciones econmicas cuyos valores y criterios

    inherentes son diferentes a los conocidos de la economa pblica y empresas decapital, y que habitualmente han sido tratadas como rezagos. Las alternativas,por tanto, deben reconocer la pluralidad econmica adems de la cultural ypoltica y sacar a las economas sociales o comunitarias, a los emprendimientosde pequea o mediana escala, de los intersticios en que quedaron atrapadas paraser tratadas al mismo nivel que las otras economas (Wanderley 2009).

    Es de estas realidades plurales que parte hoy la imaginacin de las alternativasfuturas. De las realidades agrarias, fincadas en la tierra y el trabajo familiar, sepodra reafirmar el valor de la relacin comunidad-naturaleza y sus prcticas dedefensa del equilibrio entre personas, biodiversidad y ambiente en su comple-

    jidad. En ese sentido, vale la afirmacin sobre que la imaginacin del futurose apoya siempre sobre la memoria del pasado, o que el mito milenariono es solamente un absoluto recomenzar, una ruptura con el estado actual delmundo, sino tambin reinicio, restauracin de la pureza o potencia original(J. P. Sironneau, cit. en Bartra 2010), ms an cuando hoy estn muy presentesespacios de estructuras agrarias milenarias que, sin embargo, fueron relegadasa sector econmico poco importante (Prez 2007).

    Pero, igualmente, de las realidades modernas se puede recuperar la idea deconstitucin de la soberana popular, las libertades democrticas, la fraternidadrepublicana, la idea de igualdad y el principio de solidaridad tambin inherente alEstado social, que permiten proyectar los derechos ciudadanos polticos, civiles

    y sociales que igualen, en un contexto de aprovechamiento en esa perspecti-va de los avances de la ciencia y la tcnica para hacer frente a los complejosproblemas del presente.

    En breve, como seala Bartra (2010a), la recuperacin y proyeccin del ethosmilenario de la comunidad agraria y de la identidad tnica que inevitablementeemplea recursos mtico-simblicos, no excluye a los campesinos modernosni implicanegar la sociedad moderna e industrial, las nuevas tecnologas, las prcticasalternativas de modernidad ni mucho menos los mercados, cuyos circuitos hanpermitido su articulacin y evitado que sin ella, las comunidades y otras formas

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    17INTRODUCCIN

    hubiesen quedado aisladas y cerradas en economas de auto-consumo; o que lasociedad moderna no haya quedado sin incorporar relaciones ms igualitarias.

    De lo que se trata, en definitiva, es de impulsar modelos alternativos u

    rdenes sociales basados en justicia cultural, poltica, social y redistributiva oeconmica, capaces de evitar la concentracin de los beneficios en muy pocos;y que admitan las exigencias de cuidado de la vida y del ambiente (cuestin lar-gamente dejada en las manos de un ambientalismo cmplice del individualismo

    y de intereses particulares).Entonces, las exploraciones reflexivas de alternativas de desarrollo, en

    Amrica Latina y en Bolivia, apelan en la definicin de su horizonte poltico acosmovisiones y conocimientos tanto modernos como tradicionales de las organi-zaciones campesinas e indgenas, dado el contexto de estructuras socioeconmicas

    y culturales heterogneas que no fueron articuladas de manera armnica porel capitalismo en nuestros pases. Esta pluralidad, producto de la condicin decolonizados, no es un hecho menor; pues significa que los latinoamericanoshoy seamos fruto de la poblacin originaria, de la migracin europea, de losafricanos trados como esclavos y otros: amerindios, criollos, mestizos, mulatos ozambos. Es decir, la impronta de la conquista sobre la sociedad atraviesa tambina los no originarios y emigrados (Bartra 2010a).

    Con todo, la apelacin a las cosmovisiones indgenas invoca una ruptura convisiones etno o antropocntricas, y reclama una mirada ms bien cosmocntrica,que incluye la vida en todas sus formas y no slo humana, cobijada en la natura-leza hoy amenazada. Considerando esta amenaza, la experiencia de los pueblosindgenas cobra importancia al tener en comn la idea de Madre Tierra comohogar de todas las formas de vida, del mismo modo que la socialidad basada enla continuidad entre produccin-reproduccin. Sin embargo, la complejidad ynovedad de las crisis que hoy vivimos hacen que los conocimientos o saberes delos pueblos y comunidades locales estn desafiados a aceptar y reconocer tambinlos conocimientos llamados cientficos u occidentales para interculturalizarse y,de ese modo, renovarse y actualizarse para enfrentar la complejidad de los desafoscontemporneos: sociales, econmicos, ambientales, polticos y culturales.

    Una nocin colocada como fundamento tico de un nuevo patrn de desarro-llo o alternativa al etnocentrismo e individualismo del capitalismo hegemnico,es la del Vivir Bien o Buen Vivir, que tiene la reputacin de basarse en unarelacin armnica y respetuosa entre seres humanos y entre stos y los otrosseres vivos que cohabitan la naturaleza. Esta nocin es atribuida a los puebloscampesinos e indgenas amerindios y, en general, a todas las estructuras dondelos mecanismos de desarrollo no estn basados en la ganancia sino en la produc-cin de satisfactores en armona con la naturaleza (Garca Linera 2010). Es decir,proyectara una cultura fundada en el vnculo y el respeto por el ambiente quenos rodea; una Naturaleza que incluye la humanidad y el territorio viviente.Esta nocin sera muy diferente de aquellas que admiten daos a la naturaleza

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    18 VIVIRBIEN: PARADIGMANOCAPITALISTA?

    al estar guiadas por una racionalidad de consumo y derroche inherente a la acu-mulacin del capital, si bien tampoco se sostendra en la miseria: el Vivir Biennecesita educacin, salud, agua potable, carreteras, electricidad sin que esto

    suponga destruir el entorno (Garca Linera 2010).La emergencia actual del vivir bien o buen vivir en pases donde existeuna densidad de organizacin social, comunitaria y procesos de empoderamientosocial de las comunidades agrarias (De Melo Lisboa 2007), como en Bolivia,Ecuador y otros pases no slo de Amrica Latina, coincide con procesos polticosen curso que, sobre todo en Bolivia, tienen como protagonistas importantes asujetos campesinos e indgenas organizados. No obstante, en diferentes zonasdel planeta con o sin esa densidad, se ha observado la emergencia de nocionessimilares.

    Nociones como vivir bien, buen vivir o felicidad pblica han surgido enel trnsito de sociedades predominantemente agrarias a las modernas al amparodel humanismo social y paradigmas fundados en la crtica social a los problemasemergentes con el capitalismo. En este sentido, no es extrao que hoy re-surjanen diferentes lugares del planeta, y sobre todo donde persisten esas estructurasde manera importante. Pero, la pregunta es si esta nueva nocin tica del vivirbien o buen vivir est slo ligada con las cosmovisiones de pueblos originariosdel mundo donde esa densidad de organizacin social sera entonces su con-dicin de posibilidad o si es ms bien el norte tico articulador de las diversascorrientes de pensamiento crtico humanista, marxista, ambientalista, feminista

    y hasta religioso, que hoy sustentan las bsquedas de alternativas de desarrolloy/o de transformacin global. En este segundo caso y sin desconocer el valorde las cosmovisiones indgenas, se otorgara al vivir bien una potencialidad paraproyectarse hacia dimensiones estatales nacionales y globales; hacia la construc-cin de un Estado y de formas nuevas de participacin y de democracia; de unnuevo patrn de desarrollo productivo que no quede como un espacio ms omenos importante dentro de una sociedad y economa plurales.

    En esa perspectiva, deben tomarse en cuenta planteos presentes en estudioscomo los de Rivera (1986) y Bartra (2010a) que muestran que los campesinos enBolivia y Mxico respectivamente, son a la vez ancestrales y modernos, son etnia

    y clase (campesindios); caracterstica en la cual radicara su fuerza potencialtransformadora: la perspectiva tnica enfatizara su demanda descolonizadora,mientras su perspectiva clasista demanda un proyecto de justicia y libertad, cuyohorizonte es nacional y global. Es decir, la perspectiva clasista es la que dara laposibilidad de universalidad.

    No obstante, en el cuestionamiento al neoliberalismo que se identificacon capitalismo, se pierde con frecuencia la dimensin de clase inherente a losmovimientos campesinos e indgenas y se reivindica el vivir bien como alterna-tiva equivalente a sociedad de relaciones armoniosas entre las personas, y entrestas y la naturaleza (Huanacuni 2010). Es decir, no se contempla claramente la

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    complejidad inherente a la categora de campesindios, acuada por Bartra, queimplica distintos sectores dentro de una clase o complejidad clasista que, a su

    vez, est inmiscuida en relaciones con otras categoras socioeconmicas y que

    demandan, por tanto, una preocupacin fundamental por la economa.Es decir, los cuestionamientos abiertos van ms all de la redistribucin detierras (como dominio para las comunidades originarias o reconstituidas) y dela propiedad de la tierra para las unidades de produccin familiar, por cuanto ennuestras sociedades se ha desarrollado ampliamente la produccin de bienes yservicios bajo formas empresariales de diferente tamao (pequeos, medianos ygrandes productores rurales y urbanos); los mercados y consumidores sustentadosen una racionalidad individualista y utilitaria junto a otras formas de produccine intercambios de mercado, Ser posible ir venciendo esas instituciones en el

    mbito de la conciencia y la ideologa? Qu pasa en el amplio espacio de loscircuitos mercantiles y comerciales inherentes a los extendidos emprendimientoseconmicos de las estructuras organizativas de campesinos e indgenas, de losmodernos campesindios, desde hace mucho tiempo? (Coraggio 2006; Singer2007; Bartra 2010).

    Aqu hay un gran desafo. Pero se debe considerar que los viejos paradigmassociales y econmicos son tenaces, y lo que parece es que an nos seguimosmoviendo en el paradigma del desarrollo que segn sus prioridades y nfa-sis recibe diversos adjetivos: humano, sostenible, ecodesarrollo, etc.; sin quese problematice las jerarquas o circuitos de valor que fluyen en las complejasestructuras socioeconmicas.

    Las invocaciones a un vivir bien, que incluyen la necesidad de respeto ydefensa de los derechos de la madre tierra como parte de la batalla a nivelideolgico estn contribuyendo a una propuesta alternativa nombrada comosociedad del vivir bien; donde construir y mantener ese vivir bien suponecondiciones materiales y espirituales, para una vida armnica en permanenteconstruccin (Huanacuni 2010).

    Y si bien, este vivir bien es, pues, una nocin ticasuperior, sin duda, a la deacumulacin privada; sin embargo para constituirse en un nuevo paradigmacivilizatorio tiene por delantevarios desafos a la creatividad, imaginacin yal compromiso poltico, no puede ignorar las estructuras plurales que sustentanla produccin de la vida material. Por tanto, entre esos desafos est la construc-cin terica en su horizonte, que incluya su aparato categorial; est pendiente laconstruccin de un patrn o modelo de desarrollo para el mundo plural actualcuyos parmetros en trminos econmicos, sociales, polticos, culturales yambientales puedan ser sostenibles y verificables en la realidad; y los de defi-nicin de polticas pblicas concordantes con los mismos. Principalmente, estel desafo de construir las condiciones de posibilidadpara asegurar su capacidadde reproducirse sobre la base de las estructuras plurales reales, que puedan re-lacionarse de manera armnica; es decir, est pendiente el desafo de disputar

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    el sentido de las instituciones y de la subjetividad en esa perspectiva, adems deproyectarse a nivel global (Coraggio 2006).

    Entre tanto, los gobiernos, partidos y movimientos definen planes tangibles

    en el contexto de ese pluralismo econmico, en los cuales los nfasis parecenprivilegiar an las estructuras conocidas, si bien constitucionalmente se estableceque el vivir bien debe ser el objetivo de la economa. La sociedad del vivir bien,independientemente de su procedencia (atribuida por los estudiosos a imagina-rios de las colectividades campesino indgenas), tendr entretanto que debatircon la realidad de que las ideas y aspiraciones de felicidad, de un buen vivir, noson nuevas ni restrictas a un slo imaginario. Ya se mencion que han estadopresentes en el pensamiento emancipador de matriz marxista y socialdemcrata,

    y ms lejos an, en el pensamiento social humanista legado por occidente desde

    el Medioevo. En este lado del mundo, las invocaciones se orientan actualmentehacia una economa civil que rescate la reciprocidad implicada en los intercam-bios econmicos o la relacionalidad propia de los mercados y de la produccinde bienes relacionales en la perspectiva, esta vez, de un welfare social que puedaenfrentar los efectos destructivos del capitalismo en su individualismo (re)distri-butivo y su economicismo econmico (Bruni y Zamagni 2007).

    Ciertamente, el pensamiento occidental predominante ha subestimado yopacado la diversidad cultural y socioeconmica, y la cuestin medioambientalque s son invocadas de manera explcita por la nocin del vivir bien. Est por

    verse si la crtica al mono-culturalismo y si las nuevas teoras sobre diferenciasy multiculturalismo emergentes por un lado, el movimiento ambientalista y elmovimiento por el decrecimiento en las sociedades occidentales por otro, serncapaces de articular lo colectivo e individual, lo diverso cultural y econmica-mente, de revertir el mito del crecimiento permanente y la mercantilizacin dela naturaleza y de los ms diversos mbitos de la vida, en una nueva teora crtica.Est por verse si la igualdad poltica y social o igualdad de derechos surgidasen occidente (ahora en riesgo) se acompaarn con el reconocimiento de ladiversidad econmica, cultural y de los derechos de la naturaleza como bienescomunes de la humanidad, en un proceso incesante de democratizacin.

    Tambin est por verse si el vivir bien es capaz de invocar un nuevo modo devida y de reproduccin de la vida en el marco de la pluralidad de la realidad. Estaposibilidad le otorga fuerza y tica que hacen valioso el esfuerzo de su proyeccinms universal para enfrentar las crisis ambientales y sociales que vivimos.

    Esa posibilidad se enfrenta a profundos debates terico-ideolgicos y prcti-cos, que oscilan entre tendencias modernizadoras de va nica, que conciben demanera dicotmica la presencia de estructuras econmicas y culturales diferentes(economa de reciprocidad vs economa capitalista de mercado), las que reconocenla presencia de mercados como construcciones sociales e institucionales necesariasenfrentadas a las posturas de va nica; o las que, ms bien, cuestionan el carcterdicotmico de esas estructuras proponiendo el pluralismo econmico, cultural

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    y poltico (Wanderley 2009), proyectado en un sentido histrico de ampliacinincesante de justicia, igualdad y equidad.

    En breve, el reto del vivir bien ser conducir la economa plural hoy por

    hoy dominada por la lgica capitalista hacia un modo postcapitalista de produ-cir y consumir, hacia una economa social y sustentable, y al fortalecimiento deestructuras productivas solidarias. Ello supone un cambio radical en la relacineconoma y sociedad que devuelva a las personas la capacidad de control sobre laproduccin y distribucin, y que sea capaz de demostrar que la igualdad polticao la igualdad de derechos (ahora en riesgo) se acompae con el reconocimientode la diversidad cultural y de los derechos de la naturaleza considerados juntoa la propiedad colectiva como bienes pblicos, en el marco de procesos deampliacin democrtica mediante las autonomas como condicin para ejercer

    control colectivo sobre los recursos naturales y las tierras de una regin.

    El libro

    El libro sobre vivir bien (VB), es un intento por obtener un estado de arte delos debates por dotar a esta nocin de bases tericas, analticas y/o prcticas parasustentar su estatus tico y normativo. El libro inicia un camino largo y complejode reflexin y debates sobre los horizontes y condiciones de posibilidad de un

    nuevo paradigma de ocurrencia de la vida social y natural. Rene trabajos dediversos pensadores de Amrica Latina particularmente bolivianos y tambineuropeos; ellos tienen diversas texturas y niveles reflexivos, y tambin diferentesformatos. Van desde anlisis semnticos del trmino, esfuerzos de teorizacin yconstruccin de sus dimensiones y elementos, anlisis crticos sobre experienciasen curso, hasta algunos ms ensaysticos y polticos. El denominador comn,sin embargo, es la necesidad de bsqueda de alternativas postneoliberales ypostcapitalistas? en las condiciones actuales.

    Los trabajos abordan una multiplicidad de aristas, si bien inspiradas en un

    sentido comn compartido sobre el significado general del vivir bien: Implica vida dulce, buena convivencia, acceso y disfrute de bienes

    materiales e inmateriales (Re)Produccin bajo relaciones armnicas entre personas, que se orienta

    a la satisfaccin de necesidades humanas y naturales Relaciones armnicas entre personas y naturaleza y entre las personas

    mismas. Realizacin afectiva y espiritual de las personas en asociacin familiar o

    colectiva y en su entorno social amplio. Reciprocidad en las relaciones de intercambio y gestin local de la pro-

    duccin.

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    Visin cosmocntrica que abarca a todos los seres vivos que existen enla naturaleza, y a la naturaleza misma.

    Todos tienden a sealar que la nocin tica delVBexpresa un sentido desatisfaccin asociado al objetivo de alimentar o nutrir con base en la produccinpropia (Ascarrunz), de armona humana y cuidado de la naturaleza y los ecosis-temas. Estos parmetros se opondran a la racionalidad del capitalismo analizadode manera preponderante en su vertiente ms individualista y basada en laacumulacin privada y el crecimiento infinito como finalidad, cuyo resultadono puede ser sino la depredacin de la naturaleza y la desigualdad.

    En buena parte de los textos, el VBenfatizara la auto-produccin fundadaen un equilibrio entre fuerzas y seres vivos de la naturaleza y la accin colectiva

    que, juntas, aseguran la reproduccin de la vida en sentido amplio. Se trata deuna postura dicotmica, donde el VBbien est fuertemente relacionado consociedades locales sobre todo agrarias.

    El conjunto de autores rescata la tica de que las y los humanos convivamosbajo relaciones sociales de solidaridad, que nos sintamos parte de la naturaleza yque sta no sea utilizada slo por intereses humanos particulares y mezquinos. Alcontrario, coinciden en que se debe trascender la lgica econmica para colocarla prioridad en lo humano inserto en la naturaleza, y en la naturaleza misma,como condicin de un convivir bien y de un intentar realizarlo en sintona conla naturaleza.

    Ese vivir bien y sus principios se lograran superando la disciplina econ-mica hegemnica (neoclsica) como cuerpo terico y conceptual para juzgar lasestructuras y procesos sociales, pues es considerado el principal instrumento dereproduccin y legitimacin del capitalismo individualista.

    Estas ideas comunes se expresan en el libro desde muy distintas visiones,alcances y aristas, considerando los siguientes ejes de anlisis.

    Sentido semntico y filosfico del Vivir Bien

    Un grupo de autores coincide que el vivir bien es propio de los pueblos indiosandinos cuya economa (an hoy) preservara sus rasgos originarios y se repro-ducira en un espacio casi cerrado. ElVBexpresado en varios trminos aymaras,principalmente elsuma qamaa tendra varias acepciones: vivir en paz, vivira gusto, convivir bien, llevar una vida dulce, o criar la vida del mundo concario. La vida tendra un sentido ms pleno: como vida biolgica, humana yespiritual, y su disfrute estara asociado al trabajo (actividad creativa, litrgica

    y recreativa) que fluye en dilogo e intercambio con la comunidad, siendo portanto contraria al ocio y bienestar deseados en occidente (Medina).

    Al realizar una aproximacin comparativa delVBamerindio y el buen viviroccidental, se plantea que ambos corresponden a paradigmas opuestos, dicot-

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    micos, no intercambiables, pero s complementarios (Medina, Ascarrunz). As,la salida del sigloXXdominado por el buen vivir o bienestar occidental, est enlas sociedades andinas, y la boliviana en particular, que cuentan con un espacio

    amplio de comunidades y potencialidades para el VB: variedad, biodiversidad,complementariedad entre civilizaciones antagnicas que permite pasar a unacoexistencia interactiva y dinmica o civilizada para crear abundancia, paraque todos vivan bien de manera dialctica.

    Esa complementariedad favorece la convivencia de dos principios econmi-cos segn Medina contrapuestos: reciprocidad e intercambio, para reconstruirecologa y humanidad bajo un funcionamiento demarcado por las territorialidadesde despliegue de cada principio. Ms primarios familia, comunidad o autono-mas indgenas para la reciprocidad; y, desde all hacia fuera, para el intercam-

    bio entre economas heterogneas: estatal, privada y economas campesinas.El VB, entonces, se generara bajo la complementariedad de opuestos enterritorialidades bien definidas, que crea socialidad y vnculos comunitarioso VB. El impulso al VBestara asentado en las democracias locales directas, oauto-gobierno de comunidades rurales.

    Vivir Bien conectado al pensamiento y aspiraciones de sujetossubordinados en lucha

    En esta perspectiva se encuentra Franois Houtart, quien busca alternativas des-cartando salidas desde dentro del modelo capitalista. Rescata la visin y luchashistricas de los indgenas latinoamericanos para avanzar hacia una concienciaanti-capitalista. En su criterio, vivimos una transicin contradictoria, compleja ysin antecedentes; por ello, los caminos son diversos y tensos, sobre todo respectoa los modelos de desarrollo econmico, por la influencia del pensamiento domi-nante que contrapone vivir bien o producir ms, y sus alcances en el bienestar.Reclama un pensamiento dialctico que oriente las soluciones: ni desarrollo un-

    voco y lineal de la modernidad capitalista, ni fundamentalismo indgena, sino suadaptacin con base en el respeto a la naturaleza y a las diferencias culturales, yen la solidaridad humana. Aboga por superar los extremos en las interpretacionesde la realidad: las holistas pero incapaces de actuar sobre los elementos complejosde la naturaleza y la sociedad; o las reducidas a los elementos particulares quepierden el sentido del conjunto.

    Su propuesta de alternativa se enraza en cuatro fundamentos organizadoresde una sociedad del bien comn de la humanidad bajo principios humanamentedeseables y factibles inspirados en el pensamiento social y teolgico crtico, y enla fuerza de los sujetos portadores e impulsores de los mismos. Ellos son: (i) utili-

    zacin sostenible y responsable de los recursos naturales,sustentada en las capacidadeshumanas para construir y sostener una sociedad en la lgica de conservacin yrenovacin de la naturaleza, (ii)privilegio del valor de usosobre el valor de cambio

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    para fortalecer vnculos sociales y un consumo apegado a las necesidades, (iii)ampliacin de la democraciaen todas las relaciones e instituciones sociales, y (iv)multiculturalidadque abra oportunidades a todos los conocimientos que aporten

    a la tica del bien comn.La idea de elementos comunes entre bien comn y VBes compartida porAlb, quien reconoce una acumulacin importante en la creacin de condicio-nes para caminar hacia el VBbajo esos 4 fundamentos. Recupera crticamentelas contribuciones tericas, metodolgicas e histrico-prcticas de pensadoresoccidentales y de organismos internacionales en esa perspectiva. Sobre la cons-truccin acadmico-terica delVBmenciona autores andinos y tambin a Mauss

    y Temple con sus reflexiones sobre el don y la reciprocidad. Sobre el trnsito dela teora a la prctica, valora como avances conceptuales las estrategias de desa-

    rrollo que incorporan la diversidad cultural para crecer en humanidad, comola idea que defiende subordinar la economa al desarrollo humano y cultural,y las que defienden el desarrollo sostenible, eco-desarrollo y protegen elmedio ambiente y la biodiversidad. Tambin las que alimentan la convivenciaarmnica en el Cosmos: universo que incluye la madre tierra y las colectividadeshumanas. Si bien valora la concepcin y medicin del desarrollo humano,advierte la ausencia de su dimensin afectiva y de convivencia. Por ello, abogapor indicadores sobre la vitalidad comunitaria, los usos del tiempo, y los cambiosestructurales en la pirmide socioeconmica.

    Pagliccia remarca la solidaridad como principal divisin ideolgica entrecapitalismo y socialismo, porque cuestiona el individualismo metodolgicoinherente al primero considerado el lmite ideolgico que le impide resolversus inequidades y desigualdades inherentes, y sus actuales crisis. Destaca lascorrientes ideolgicas emergentes en Amrica Latina, donde la solidaridad seraun principio bsico para re-fundar las relaciones entre ciudadanos y Estado, yentre estados.

    En sintona, Fliz seala a la economa poltica de los trabajadores comosustituta de la economa poltica del capital, porque se basa en las experienciasde los trabajadores y sectores populares que desarrollan un discurso, prctica,saber y debate que niegan las relaciones capitalistas como mediadoras y arti-culadoras de las actividades humanas. Sus presupuestos seran la cooperacin,solidaridad, socializacin y gestin colectiva de la riqueza social; la democracia

    y la creacin de nuevos espacios comunes no mercantilizados. Los trabajadoresfundaran la nueva economa poltica del pueblo trabajador o economa po-ltica del vivir bien.

    Vivir Bien y naturaleza

    Este eje de reflexin, centrado en la relacin compleja del VBcon los recursosnaturales, sean estos no renovables o renovables, y principalmente con la na-

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    turaleza y el ambiente, es abordado como clave de cualquier salida del modelocapitalista actual por Acosta, Sejenovich y Gudynas, quienes la analizan en sutensin con el desarrollo econmico.

    Acosta es enftico al sealar que la nocin del VBno pertenece al mundoindgena, ni slo al mundo andino; adems de anclajes en Aristteles, encuentrasus races en el marxismo, ecologismo, feminismo y el pensamiento humanista. Elbuen vivir, as, es un camino y objetivo, una oportunidad para construir colec-tivamente una nueva forma de vida, cuyo rgimen econmico se orienta porlas equidades y por una relacin armnica entre individuos y colectivos, y con lanaturaleza. Ello requiere rescatar las verdaderas dimensiones de sustentabilidad

    y funcionamiento de la naturaleza, a las que deben subordinarse los objetivoseconmicos. Igual que Gudynas, plantea considerar la naturaleza como sujeto

    con derechos, y transitar a un biocentrismo que acompae los derechos huma-nos y ample la ciudadana y la justicia: ambiental para las personas y ecolgicapara la Naturaleza.

    Adems de esas coincidencias, Gudynas enfatiza que el buen vivir es un con-cepto en construccin y heterogneo que, en cualquiera de sus variantes, implicacuestionar las ideas convencionales de desarrollo. Su carcter de alternativa aldesarrollo debe fundarse en la incorporacin y gestin real de una nueva ticaambiental en una perspectiva biocntrica que introduzca la importante distin-cin entre la preocupacin por el ambiente como mecanismo para mejorar lacalidad de vida de las personas, y la preocupacin por la naturaleza centrada en elambiente en s mismo. Al respecto, realiza un anlisis comparativo entre Bolivia

    y Ecuador, como pases que han puesto en marcha procesos hacia el vivir bien/ buen vivir. Lo realiza en dos niveles de incorporacin de esa tica ambiental:en sus marcos normativos constitucionales, en sus polticas de desarrollo enmarcha. Un resultado de su anlisis es la evidencia de diferencias significativasen la incorporacin del vivir bien en ambas constituciones, encontrndola msexplcita en la constitucin ecuatoriana.

    Encuentra tambin diversas tensiones en la gestin de las polticas de desarro-llo, entre concepcin y discurso sobre elVBy la tica ambiental, las instituciones

    y prcticas concretas, sobre todo en referencia a la base extractivista del ncleocentral del desarrollo econmico en ambos pases, que se impulsa no slo endetrimento del medio ambiente, sino tambin en desmedro de la autonoma yparticipacin en las decisiones de las organizaciones sociales e indgenas de losterritorios que albergan a los hidrocarburos sobre todo. Desde esas tensiones,propone varios elementos para articular la nueva tica ambiental con el VB;entre ellos, acabar con la dualidad sociedad-naturaleza y reconocer la necesi-dad de regulacin del mercado. Asimismo, plantea reconocer la existencia de

    varios mercados en Amrica Latina y la posibilidad de economas alternativas alas basadas en el extractivismo. Coincide con Acosta, Alb y Houtart en que elsello cultural alternativo delVB, si bien recupera conceptos y valores del acervo

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    cultural de pueblos indgenas, no es privativo de ellos: tambin se encuentra encorrientes culturales de la modernidad.

    Indagando en ambiente, economa y vivir bien, Sejenovich habla de cali-

    dad de vida como equivalente a VB; ste se sostendra en la identificacin delas demandas de sustentabilidad del desarrollo, considerando los avances de lasciencias, artes y tcnicas en un camino o estilo diferente de desarrollo que seacondicin de reproduccin de las grandes masas de poblacin. En su criterio,las acciones ambientales cotidianas relativas a las diversas bifurcaciones de larelacin sociedad-naturaleza, deben estar bien fundamentadas conceptualmente

    y formalizadas en categoras ambientales bsicas y en sus mltiples vnculos conla economa. Entre stos, menciona las relaciones entre potencial productivo delos ecosistemas, las tecnologas adecuadas, los sistemas de manejo, la utilizacin

    racional de los ecosistemas, la participacin de la poblacin en las decisiones sobredesarrollo y en todos los beneficios. Estas relaciones buscan objetivos que estnpermeados por la diversidad cultural de nuestros pueblos, sus conocimientos,capacidades productivas, estructuras de consumo y de necesidades.

    Con nfasis en las polticas y anclada en la agricultura, Hendel repasa losmodelos de desarrollo rural implementados en Amrica Latina en los ltimos50 aos, relievando los sistemas, relaciones de produccin y uso del territorio.Plantea que un desarrollo no capitalista en el agro, encuentra en la nocin del

    VBuna oportunidad para concebir nuevas formas de produccin y de vida en

    el mbito rural; a las que Agroecologa Universidad Cochabamba (AGRUCO)estara aportando con la forma especfica a la que llama desarrollo endgenosustentable, construido a travs de la transdisciplina (Delgado, Rist y Escbar).3Con base en el caso boliviano, Hendel pone nfasis en un horizonte episte-molgico del VBque articule de manera compleja Estado y comunidades porla va de una transformacin y reorganizacin de la tenencia de tierra mediantedotaciones colectivas orientadas a fortalecer la identidad, la propiedad y las formasde organizacin comunitarias. En ello advierte varios riesgos. Los derivados dela convivencia de formas mercantiles y no mercantiles de uso del territorio; los

    asociados con que el hecho de que el pensamiento indgena no excluyeper seunavisin no instrumental de la naturaleza; o los referidos a que el neoliberalismono sea ajeno ni al Estado ni a las comunidades campesinas e indgenas, dadala convivencia de diferentes formas de explotacin agrcola. Por ello concluyeque el VBno es un punto de llegada sino de partida, que funda una tica cuyopotencial descansa en la experiencia comunal ancestral para construir convivenciaantes que parmetros de felicidad. Es la convivencia la que puede asestar el golpeal neoliberalismo.

    3 Esta propuesta se halla ampliamente expuesta en la parte V de este libro.

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    Conciencia del Vivir Bien

    Otros autores se preocupan por crear una nueva conciencia sobre el mundo,

    como momento inherente de una nueva utopa. Abordan esta cuestin desde laconstruccin colectiva y dialctica de los procesos de formacin de las nuevasgeneraciones de profesionales, produccin de conocimientos e interpretacincultural de la realidad (Galafassi, Dora y Lus Mrquez, Echevarra, Scandell,Gamboa et al). Demandan que las instituciones acadmicas, sobre todo uni-

    versitarias, reorienten su quehacer con creatividad y seriedad al construir losfundamentos filosficos, tericos y metodolgicos de un conocimiento querefleje la complejidad de relaciones socioeconmicas, socio-naturales de cara alos nuevos horizontes de posibilidades abiertas o representaciones alternativas

    de sociedad, afines a las dimensiones de la nocin del VBen todos los mbitosde la realidad social.En su mayora, estos autores coinciden en la eficacia de los medios y proce-

    sos culturales para incidir en la conciencia, y en la fuerza de sta para organizar ydefinir el sentido de la accin poltica. Por ello, demandan el desentraamientode los pilares filosficos y epistemolgicos del conocimiento, sobre todo de laeconoma como disciplina legitimadora del individualismo metodolgico yel consumismo como premisa para reformar la enseanza universitaria de laeconoma (Galafassi, Echeverra y Scandell). Definen como tarea pendiente, la

    construccin de nuevos conocimientos y parmetros de desarrollo, sus princi-pios, aspectos estructurales, histricos y normativos; apuntando a su intercul-turalidad y superacin de sus connotaciones evolucionistas y euro-cntricaspredominantes.

    Bolivia y el vivir bien

    Finalmente, un grupo de autores tiene su eje de preocupacin en torno al procesoboliviano y los niveles histricos, metodolgicos, tericos delVBen su relacin

    con las polticas pblicas.Puente, por ejemplo, hace un recuento histrico poltico de lo que considera

    el largo proceso de descolonizacin protagonizado por las luchas de los sectoressubalternos en las diferentes etapas del proceso poltico boliviano; desde las luchasde carcter clasista, sus alcances y limitaciones, hasta la configuracin, lucha yprotagonismo de los sectores campesinos e indgenas, que habran colocado el

    VBcomo horizonte normativo de la revolucin democrtica en curso en el pas,bajo el liderazgo de Evo Morales. Gamboa et. al. ponen el acento en el anlisisde las actuales polticas en curso que incluiran como horizonte el VB. En esaperspectiva, destacan los procesos educativos de formacin de maestros comorequisito de una transferencia de saberes, conocimientos, valores y habilidades

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    para fortalecer la identidad de naciones y pueblos indgenas; el impulso al dilogointercultural horizontal; la economa plural que permita la democratizacin dela propiedad por asociarse a la democratizacin del ingreso y empleo, principal

    instrumento para contrarrestar la desigualdad y la inequidad social, adems dela redistribucin de la tierra de cara al desarrollo de un nuevo modelo produc-tivo orientado a la diversificacin de la produccin agroecolgica segn pisosecolgicos.

    En general, la propuesta econmica debera fortalecer a nuevos actoreseconmicos comunitarios con pleno derecho, en el marco de una economaplural cuyo objetivo sea el vivir bien.

    Lus Tapia construye desde una perspectiva ms terica la geopolticade la complementariedad, rescatando la idea de complementariedad en rela-

    cin con la construccin del espacio poltico que, en su propuesta, es parte dela articulacin producida por la poltica, de las prcticas y relaciones socialespor un lado; y de esas prcticas en la transformacin de la naturaleza por otro.Plantea que esa articulacin es propia de la forma de produccin y reproduccinde un orden social con base en los bienes naturales; y ella tiene relacin conla forma de gobierno. Desarrolla esta idea rescatando el modo en que pueblosandinos articularon esas relaciones con base en la complementariedad asociadaal uso de diversos pisos ecolgicos en la organizacin de su economa, base dela organizacin de su espacio poltico y, por tanto, de sus formas de gobiernoacotadas territorialmente al mbito de su reproduccin en el marco de una vi-sin simbitica del mundo. Como en anteriores trabajos, Tapia insiste ac en laidea que es siempre en el terreno de lo poltico que hay que actuar para lograrlos cambios.

    Indagando sobre el sentido y orientacin de la nocin delVBpara las polticaspblicas, Ascarrunz considera que elVBno tiene equivalencia con desarrolloen ninguna lengua indgena; su sentido denota ideal de vida que no escindeal hombre y a la naturaleza, y una conexin inseparable entre produccin yreproduccin de la vida material, social y espiritual. De cara a las polticas, re-conoce que bajo una pluralidad de situaciones culturales, sociales y regionales,como la boliviana cada experiencia deVBpuede ser singular; lo que requiere,en perspectiva tica y ecolgica, de acuerdos mnimos sobre su sentido comohorizonte compartido que se unifica en el estado plurinacional. Reconoce losmercados e incluso la industrializacin como medios para alcanzar elVB; en sucriterio, la diferencia delVBcon el capitalismo consistira en que no es la racio-nalidad econmica de lucro lo que regula los intercambios, sino la subsistencia

    y la reproduccin de la vida y de los lazos sociales. Reconoce tensiones entreVBy desarrollo; por tanto, ste tendra que ser plural. Tambin ve tensiones entredefensa de la naturaleza y la imposibilidad de avanzar en derechos humanos yde la naturaleza sin intervenir en sta. Tales los desafos de las polticas para el

    Vivir Bien en Bolivia.

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    29INTRODUCCIN

    Los desafos

    En resumen, la tica del VBreivindica formas y principios organizativos de la

    vida social, que permiten restituir la unidad y armona de la vida como unidadde sociedad y naturaleza, lo primordial del sitio o territorio y de racionalidadescolectivas. Pero est an en proceso de encontrar sus parmetros en los nivelesde la teora y sus categoras, y, sobre todo, de un patrn y modelo de desarrollo,incluidas sus instituciones y polticas pblicas que vayan en pos de concretarsus promesas. Como muestran los ensayos, esa construccin se ha iniciado desde

    varias pticas de reflexin y con desiguales niveles de elaboracin en sus dife-rentes dimensiones. Quedan por delante innumerables y difciles retos de cara aun proceso que deber ser integral, acumulativo y capaz de abarcar estructuras

    y configuraciones heterogneas en lo socioeconmico, poltico y cultural.En el plano semntico y discursivo el de mayor desarrollo se advierteuna variedad de traducciones y trminos4que dejan duda sobre la equivalenciaentresumaqamaay vivir bien. Sin embargo, lo importante es que a pesar delas diferentes formas discursivas delVB5y de que, como nocin tica, sea msla creacin de algunos intelectuales indgenas e indigenistas que del lenguajecotidiano o de representaciones locales de las comunidades indgenas su ho-rizonte tico sea apropiado como rumbo para remontar las injusticias y crisisactuales (Uzeda 2010).

    En tanto lo comn del discurso del VB afirma la defensa de la vida encomunidad y en armona con la naturaleza bajo principios de reciprocidad,complementariedad, solidaridad, relacionalidad, el desafo es cmo lograrloen el contexto de estructuras econmicas, polticas y culturales plurales y deheterogneas y hasta contradictorias racionalidades, sin riesgo de quedar apri-sionado en territorialidades acotadas. Adems, el discurso delVBdebe rebasar sucondicin de tipo ideal de sociedad y transformarse en una posicin y frmulapoltica que enfrente adicionalmente la desigualdad y exclusin social global, ytambin el dao real a la naturaleza (Spedding 2010). En breve, la conciencia

    y militancia en el vivir bien requiere de acciones o polticas orientadas a susmetas que puedan ser verificables empricamente; y convencer al conjunto dela sociedad como requisito para caminar colectivamente en la misma direccin(Spedding 2010), con base en los acuerdos mnimos sobre su sentido como ho-rizonte compartido, que seala Ascarrunz.

    Si esos acuerdos mnimos deben construirse bajo el carcter democrtico deun Estado pluricultural, ello requiere no slo un concepto plural de desarrollo

    4 Si bien, en este libro, se incluyen ensayos con visiones ms bien afines, que dejan de lado

    importantes crticas.5 Por ejemplo, Spedding, Yampara, Huanacuni, Mazorco, Walsh, citados por Andrs Uzeda2010.

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    como el que ya viene construyndose (Alb, Houtard, Acosta, Mrquez, Seje-novich, Ascarrunz) que considere su multi-dimensionalidad (que rebase su meroenraizamiento econmico), que resuelva las tensiones de construccin de una

    nueva forma de vida que armonice las relaciones entre individuos y colectivos,y sus relaciones con la naturaleza bajo una nueva tica ambiental (Gudynas).Requiere tambin considerar los diferentes sentidos de unVBque tambin pro-

    vienen de colectividades sociales no campesinas ni indgenas, como condicinde posibilidad de un horizonte compartido y su relacin con la modernidad y/omodernidades alternativas.

    Aunque asoman reflexiones en esa direccin, la exploracin y reflexinsuficientes sobre la estructura de la economa para un VBest an ausente. Sehabla de economa guiada por la racionalidad del valor de uso, de economa

    de los trabajadores, tambin de economas mixtas o plurales que si bien paraalgunos pueden ser incompatibles entre s (economa del VBy economa capi-talista, en Medina por ejemplo), no son excluyentes sino complementarias. Enesa heterogeneidad de racionalidades econmicas no est claro qu relaciones

    y principios prevalecern en su articulacin y/o complementariedad y bajo qucondiciones. Por otro lado, si esta economa plural que incluye la capitalista esrequisito para trascender lo local, se requiere argumentar bajo qu parmetros esposible plantear elVBcomo paradigma alternativoal capitalismo, considerandoque hay tambin diversos capitalismos.

    De cara a ese desafo, es importante traer a colacin esfuerzos tericos yempricos sobre experiencias de economa social y prcticas de otra economa,que han convivido opacadas con las formas de economa dominantes; ellasplantean numerosos interrogantes de difcil respuesta. Igualmente, en las expe-riencias concretas de construccin del VB(Bolivia y Ecuador, principalmente),las transformaciones en el mbito de la economa apuntan a la reconstitucinde una fuerte economa estatal antes que comunitaria.

    Al respecto, un tema de debate gira alrededor de las instituciones de lapropiedad y su uso prctico en trminos productivos y redistributivos; debateque viene desde lejos, igual que las discusiones sobre el intercambio mediadopor el dinero, que permite poner a disposicin de sociedades locales una mayordiversidad de bienes de uso, o el lucro.

    Una manera de las expresiones dicotmicas entre el paradigma del VBy el del capitalismo, es contraponer VBy vivir mejor. Este ltimo entendidocomo propio de las sociedades occidentales, y como resultado de la lgica decrecimiento infinito capitalista. A este respecto, Alb sugiere que se trata deun falso dilema por cuanto Suma Qamaaya implica el mayor grado posible.Aces importante considerar que en las sociedades del Sur se est lejos de alcanzarumbrales de acceso a necesidades en grados que permitan hablar de una vida dehumanos (Temple) o de calidad de vida (Sejenovich) y no de pobreza o nivelesdegradados de reproduccin de la vida. En este sentido, el crecimiento en la

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    produccin al menos de bienes necesarios seguir siendo algo imprescindibley no el objetivo especfico del capitalismo, si como se diceVBno significa viviren la miseria. Es claro que no puede pensarse el crecimiento en una dimensin

    infinita, y menos bajo condiciones expoliadoras; no obstante, las situacionesde profundas desigualdades y de pobreza, hacen pensar lo improbable de lashiptesis sobre el decrecimiento, y menos si pensamos en el carcter histricode las necesidades.

    Dicho esto, no est en duda la necesidad de impugnaciones al capitalismo ysus perversas consecuencias, su naturaleza y lmites en los diferentes contextos.Hay importantes batallas culturales y polticas a dar en torno a la racionalidadcapitalista para extender la conviccin sobre la necesidad de profundas transfor-maciones del mundo actual. Pero en esas batallas que apoyan la construccin

    de una teora crtica no se deben confundir los trminos: crecimiento condesarrollo, ni crecimiento con capitalismo.Vinculado a lo anterior, est la cuestin de si la negacin del capitalismo

    implica la negacin del mercado. Se dice que el cuestionamiento al mercadose basa slo en su carcter individualista y su funcionamiento orientado a lageneracin de precios como mecanismo de coordinacin de intercambios uti-litaristas. Sin embargo, el mercado no slo posibilita el intercambio de bienesde uso; podra tener un carcter responsable, y hasta estimulante, al ofrecer alas personas o consumidores el derecho a elegir u optar por productos, bienestiles o significados. Adems como espacio de intercambios recprocos estambin un componente de la reciprocidad y, por tanto, de la relacionalidad(Coraggio 2007, Bruni y Zamagni 2007) necesaria para reproducir la vida y los

    vnculos sociales.En este terreno econmico donde debe pensarse propiedad, mercado, re-

    laciones sociales los integrantes de la Red Latinoamericana de Investigadoressobre Economa Social y Solidaria (RILESS)6proponen indagar sobre una cuestinprctica. Si las estructuras organizativas densas o comunitarias que subsisten, ylas generadas por emergencias reactivas o por reacciones conscientes de-sarrolladas bajo formas de otras economas ilustran o no sobre el surgimientogerminal de un nuevo modo material de produccin y distribucin; si se trata ono de una novedad histrica o coyuntural de resurgimiento de formas no capita-listas de trabajo; o si slo se trata de respuestas para enfrentar la crisis de empleodel capitalismo; o de empobrecimiento. Est por verse si cobran autonoma oterminan perdindola por no ser ventajosas para la reproduccin de la vida oporque son subsumidas por la lgica del capital.

    Las investigaciones realizadas por esa Red sobre otras economas posiblesy existentes, plantean muchas preguntas por responder que van ms all delreconocimiento de la pluralidad de la economa Cul es la base de la economa

    6 Para consulta ver www.riless.org.

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    del VB? Un nuevo modo o varios modos de produccin que sean otras eco-nomas? Cmo emerge: de la defensa de los recursos que controlan o requie-ren un equivalente al de una acumulacin originaria? Tienen capacidad para

    producir los supuestos de su propia reproduccin o requieren de la apropiacino reapropiacin de recursos hoy controlados por el capital o por el Estadopara afirmar el valor de uso como fundamento de la sociedad del bien comncomo plantea Houtart y Hinkelammert? Qu pasa si esta otra economa nopuede dejar de utilizar la base material, las fuerzas productivas que ha desarro-llado el capital, segn Meillasoux? Cmo se garantizan las bases normativaslegales, de financiamiento, las redes de comercializacin, de asesoramientocientfico-tcnico, de formacin continua de los trabajadores y/o productores,el sostenimiento de la diversidad? Cmo integra el trabajo reproductivo, de

    autoconsumo y de cuidado de las unidades domsticas, una larga reivindicacindel movimiento feminista?Tambin est la necesidad de articular cultura y economa de manera ms

    profunda ya que la realidad nos muestra que, por un lado, como afirma Acosta elpensamiento emancipatorio, humanista y ambientalista, tiene muchas vertientes(Aristteles, marxismo, ecologismo, feminismo, teologa de la liberacin); y, porotro, que las intersecciones entre indgenas / no indgenas, entre racionalidades /ideologas estn fuertemente mezcladas. Muchos defensores de la nocin del VivirBien no son indgenas ni tampoco una mayora de indgenas son sus portadoreso son propugnadores de la superacin del capitalismo, rentismo, extractivismo,o incluso del utilitarismo.

    De hecho, como sostiene De Melo Lisboa (Cit. En Coraggio 2007) laafirmacin del principio de la solidaridad y la cooperacin hoy no est confi-nada ad intra al emprendimiento (como en el envejecido cooperativismo), nirestricta a una perspectiva clasista (pues se da a escala mayor, con resonanciasecolgicas, intergeneracionales, de gnero, raciales y multiculturales, ademsde estar presente en las clases medias y en fracciones crecientes de las lites: verel creciente movimiento de responsabilidad social empresarial). La fuerza de laidea de cooperacin est en que ella expresa tanto una ms amplia y universalmutacin civilizacional, como el resurgir de un ethos barrocopropio de AmricaLatina, claramente diferenciado del calvinista-puritano de corte calculador-individualista. La coexistencia de la cooperacin con la competicin, , laambigedad de la presencia simultnea de los valores substantivos y mercantiles desnortea los marcos del anlisis cartesiano Se inserta al mismo tiempoen el marco de la sensibilidad como en el marco de la razn, configurando unaracionalidad diferente.

    Es decir, el desafo de esta nueva racionalidad parte de la pluralidad, y apuntaa evitar los extremos entre identidad, cultura y un modo especfico de hacer oproducir. Esta arista de reflexin es ineludible para avanzar hacia una construccinsocietal alternativa que evite la dominacin cultural, asegure la movilidad social

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    33INTRODUCCIN

    y cultural en un proceso de creciente justicia, igualdad, equidad, democracia,en un contexto depluralidad.

    Como seala Houtart, los fundamentalismos oscurecen, pues la realidad

    est llena de todo tipo de hibridaciones, mezclas, fruto de la insercin en losmercados locales o globales, de las crecientes migraciones, de la cada vez mscompleja estructura clasista en nuestras sociedades que, en el caso de Bolivia enconcreto, tambin nos muestra la presencia de una clase empresarial y comercialindgena vasta, que se mueve y acta no por la tica delVBsino por sus interesesparticulares.

    Todo lo anterior deja en claro y en pocas palabras, que el vivir bien nosignifica slo otro desarrollo sino, ante todo, un modo solidario de hacer lahistoria, una manera generosa de estar juntos en nuestras diferencias (Bartra

    2010a), de cara a un horizonte de futuro fundado en principios y objetivos co-munes compartidos.

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    PARTEIAproximaciones semnticas

    y filosficas

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    Acerca del Suma QamaaJavier Medina1

    El concepto de Suma Qamaa, y las otras expresiones amerindias como la que-chua Allin Kawsay, no tienen traduccin al castellano. La expresin Vivir Bienes una plida metfora que tiende a reducir antropocntricamente su significado.

    Mejor traduccin es la expresin Criar la Vida, debida a Grillo y Renfijo, delPratec, y luego sistematizada por J. van Kessel y D. Condori Cruz.

    La palabra aymara suma qamaa se convierte en concepto al calor del debatesobre cual es, en los Andes, el equivalente del concepto occidental de desarrollo.Por tanto, en el debate boliviano, se podra decir que Desarrollo representala va occidental hacia la buena vida, y Suma Qamaa la va amerindia haciasu equivalente homeomrfico. Ello plantea el debate sobre cul es, entonces, ladiferencia entre la civilizacin occidental y la civilizacin oriental a la que per-tenecen los pueblos indgenas, originarios, campesinos y afrobolivianos. As, unaprimera cala epistemolgica consiste en establecer esa diferencia de civilizacinpara poder comparar y comprender sus mutuas especificidades; saber por qu nohay traduccin y que lo posible es indagar cul es su equivalencia homeomrficaen ambos sistemas.

    Tal el intento de este texto que resume dcada y media de conversacionesen diccin y contra-diccin con mis amigos: Olivia Harris, Simn Yampara,

    Jacqueline Michaux, Mario Torrez, Samuel Mamani, Jorge Miranda, Jos LusSaavedra; con Xavier Alb y, en la distancia, con Dominique Temple. ltima-mente, con Fernando Huanacuni, Carlos Mamani y Mara Eugenia Choque.

    1 Cientista social independiente, escritor sobre cuestiones sociales y antropolgicas, autor denumerosos libros, se ocupa de estudiar las relaciones entre civilizaciones.

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    40 APROXIMACIONESSEMNTICASYFILOSFICAS

    Una aproximacin conceptual

    Los conceptos de Occidente y Oriente

    Cabe pensar que lo humano, como sociedad, colapsa en dos civilizaciones con-trapuestas; lo mismo que el lbulo derecho del cerebro se contrapone al lbuloizquierdo y ambos, contrapuestos como son, conforman el cerebro humano.Supuesto: la metfora del macrocosmos-microcosmos.

    A nivel de sociedad, digamos que la humanidad colapsa en la civilizacinoccidental: el lbulo izquierdo, y en la civilizacin oriental: el lbulo derecho,del cual forma parte la Indianidad. Como pensamos desde Bolivia, en adelantenos referimos a la Indianidad como lo contrapuesto de Occidente: las dos civi-

    lizaciones que nos constituyen. A su interior se encuentran las culturas. En elcaso de Occidente: las culturas portuguesa, italiana, inglesa, holandesa En elcaso del Oriente: las culturas china, tibetana, aymara, quechua, guaran, schuar,nahua, hopi

    En nuestra perspectiva, por tanto, una primera acepcin de intercultura-lidad es para referirse a las relaciones entre aymaras, guaranes, tacanas, queno es muy usual; una segunda acepcin de intercultural, ms usual y menosexacta, es la que se refiere a las relaciones entre la cultura hispano-criolla y lasculturas indgenas. En este caso es ms apropiado hablar de un dilogo entre

    civilizaciones.Ahora bien, al interior de cada civilizacin se repite la biparticin, sobre

    todo a partir del diseo galileano de la ciencia nueva hasta 1926, cuando hace supresentacin en sociedad la Mecnica Cuntica. Occidente se encuentra en plenoproceso de mutacin; a nivel cientfico tcnico ya opera el nuevo paradigma,pero a nivel poltico sigue la inercia del paradigma newtoniano.

    Al interior de la Indianidad existe el vector individualista, si bien juega unrol subordinado (la antropologa lo conoce bajo el concepto de faccionalismo);

    y tambin el vector comunitario, que juega el rol hegemnico. La Indianidad

    tambin est viviendo un proceso de transformacin profundo que le llamanPachakutik, un vuelco de lo que Waman Poma llamara el mundo al revs delsigloXVI.

    Dos fines de poca: el de la modernidad y el de la colonizacin (cara y sellode la hegemona euroamericana) que confluyen en un cambio de era.

    Hacia algunas definiciones

    Nunca se rebasa la subjetividad pero, siguiendo una vieja inercia mental, defi-niremos civilizacin y cultura a partir de cmo operan concretamente dichassociedades.

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    41ACERCADELSUMAQAMAA

    Civilizacin

    Entiendo por Civilizacin el resultado de cmo la humanidad decide hegemni-

    camente ante la paridad (creador-creatura, bien-mal, materia-energa, espacio-tiempo, sujeto-objeto, vida-muerte, etc.). Si se la piensa de modo excluyente,dual (el imperio del Bien lucha contra el imperio del Mal, G. W. Bush); asse tiene la Civilizacin occidental cristiana. Si la paridad se la piensa de maneraincluyente, como unidad dual, no-dualidad, tenemos a la civilizacin oriental, ennuestro caso, la amerindia animista. Esta primera aproximacin tiene la ventajade ser simple: Occidente igual exclusin; Indianidad igual inclusin; pero es os-cura porque no informa las mediaciones que llevan a una y otra caracterizacin.Siguiendo a Baruch Spinoza en su obra Etica, las mediaciones que llevan a una

    y otra caracterizacin salen de la lgica, de una serie de principios lgicos quevolvern difana y clara nuestra definicin.El Occidente cristiano, desde el punto de vista lgico, se construye sobre el

    principio de no-contradiccin que seala: una proposicin no puede ser verdaderay falsa a la vez y en el mismo sentido. Por tanto, se trata de una contradiccinformal ms que de una contradiccin material. El principio de no-contradiccintiene dos derivados: el principio de identidad, que sostiene que cualquier ente esnecesariamente idntico consigo mismo (A es igual a A) y enfatiza la diferenciacon cualquier otro ente distinto. Este principio es idntico al principio indivi-dualista (Leibniz), y constituye el asiento lgico del individualismo moderno delos Estados de Derecho basados en la democracia representativa.

    El otro principio es el principio de tercero excluido que sostiene que unaproposicin es o verdadera o falsa; por consiguiente, no existira una tercera po-sibilidad. Este principio afirma la exclusin mutua de los valores lgicos (verdad

    y falsedad); es decir, tanto verdadera como falsa, ni verdadera ni falsa.Estos son los principios lgicos que han modelado el alma de Occidente;

    una racionalidad de exclusin, basada en una lgica binaria, que valora slo dosvalores lgicos y elige uno contra el otro.

    Ahora bien, los principios que han configurado a la civilizacin amerindiay que estn empezando a conformar la civilizacin del siglo XXIson los si-guientes:

    i) Principio de Complementariedad de Opuestos: A y B son opuestos,pero se complementan en una relacin contradictoria que los completa,al modo como jaqi integra a chacha y warmi q