Una Historia Inconclusa - MAC Valdivia

“En telas así sería posible vivir toda la vida, en medio de un discurso perfectamente inteligible, de cuyo sentido no se podría dudar porque es una metáfora donde todo está encerrado.”Cristina Peri Rossi

MAC-VAldiViA: de lA ideA A lA ConCreCión

FICHA TÉCNICA

Nombre: Museo de Arte Contemporáneo de ValdiviaFecha de fundación: 8 de agosto de 1994Lugar: ValdiviaEstatus jurídico: Decreto 225Dependencia: Universidad Austral de ChileDirector: Hernán MirandaDirectorio: Rector, Carlos Amtmann Director MAC, Hernán Miranda

Asesores: Gonzalo Cienfuegos (Pintura) Francisco Gacitúa (Escultura) Eduardo Vilches (Gráfica) Ismael Frigerio (Multimedia) Carlos Fischer (Fotografía) Coordinadores: César Herrero (España y Europa) Alejandra Munizaga (Nueva York y USA) Carlos Navarrete. Archivo y Documentación

Corporación Amigos del MAC: Presidenta Carolina RecordónFinanciamiento: UACh, Corporación de amigos, empresa privada y fondos estatales concursables.Dirección: Los Laureles s/n. Isla Teja Teléfono: (63) 221968 www.macvaldivia.uach.cl [email protected]

42M ac - ValdiVia UnA HistoriA inConClUsA

PALABRAS DEL RECTOR

Quizá no hay otra ciudad en Chile con tantas marcas tan profundas como Valdivia. Destino e identidad esculpidos con martillos y cinceles telúricos, lo autóctono, lo español, lo criollo, lo alemán; es decir, lo curiosamente chileno, consolidado y reinventado a golpes sucesivos de construcción, desplome y reconstrucción.Ciudad Universitaria, útero generoso dispuesto hoy a dar a luz una ciudad de la cultura. Desde el fondo de la tierra, desde ruinas olvidadas, nacerá la nueva cuna que acogerá al que ha de ser el mejor museo de arte contemporáneo de nuestro país. Cuarenta años de Universidad. Hermoso aniversario que se consagra en la reciprocidad: quien cumple años recibe el regalo generoso de tantos artistas, pero también les regala a ellos un ámbito cálido y hermoso para albergar con respeto y dignidad sus obras. Gracias, a los que soñaron con esta linda locura. Gracias, a los que creyeron en ella. Gracias, a los que entregan sus creaciones. Y gracias, en fin, a quienes, a través de los años, gozarán de este gran esfuerzo.

Manfred A. Max-NeefValdivia, 1994.

M ac - ValdiVia 43 UnA HistoriA inConClUsA

Archivo MAc


sU BreVe HistoriA

Pensar el MAC remite a las circunstancias de su creación; tiempo y espacio en el que se conjugan la tradición integral de la UACh, con la propuesta de un proyecto museal de arte contemporáneo presentada por el artista plástico y profesor de arte de la Universidad Católica de Santiago, Hernán Miranda a las autoridades universitarias. Desde su fundación la Universidad tuvo una visión integradora de las ciencias, las humanidades y la cultura, concretada finalmente en la creación de una Facultad de Bellas Artes que impartió una diversidad de disciplinas. Ello permitió la formación de artistas plásticos y educadores que generaron una escuela a su vez propagada en colegios, universidades y en talleres de arte, fenómeno que irradia e impacta la zona sur del país. Es este contexto, y no el azar, el que posibilita y da cabida a la recepción de un proyecto de las características del MAC. Concebida la idea de un museo de arte contemporáneo, en 1994, y con el visto bueno de las autoridades universitarias, se aboca el gestor de este proyecto, Hernán Miranda y un equipo de arquitectos, conformado por Juan José Ugarte y Wren Strabuchi, a buscar el lugar más adecuado para este propósito. Luego de barajar varias alternativas se llega al consenso que el mejor emplazamiento para el museo era el histórico lugar que albergó la edificación de la cervecería Anwandter, en la actualidad de propiedad de la Universidad Austral de Chile. La Institución destina los terrenos y las dependencias de la ex-cervecería, que serán recicladas y restauradas para albergar el patrimonio de obras de arte contemporáneas, con la idea de recuperar nuestra historia en el acto de reivindicar el pasado. A modo de una vuelta de tuerca se consolida y concreta la visión integradora y sincrética de


la Universidad como una entidad que conjuga la ciencia, la tecnología y el arte; cristalizando, de alguna forma, los anhelos de los fundadores de la UACh. Dado el vamos inicial comienzan las obras de construcción y restauración de esta primera versión del MAC, denominada Etapa Cero que inaugura una construcción preliminar que habilitó los espacios interiores y la fachada de la cervecería, que estaban a la intemperie. En esta primera etapa observamos en el museo actual la habilitación de tres salas, dos hipóstilas (piezas sostenidas por columnas de fierro), una en el nivel superior y otra en el inferior, a nivel del río; y una sala multimedia, bautizada con el nombre de Juan Downey, en homenaje al apoyo de la fundación homónima; además de dos bóvedas que se encuentran bajo el plano de la isla y sobre el plano del río, acondicionadas para montar exposiciones temporales en los meses de septiembre a abril. El MAC aspira a “Ser una mirada desde el Sur en las artes visuales” a partir de una perspectiva vanguardista. Soporte que permite resguardar un fragmento de la historia y la memoria colectiva de Valdivia, y que cobija parte del patrimonio artístico local y global de nuestro tiempo; no sólo a través de exposiciones itinerantes sino también de una colección permanente, en base a donaciones, de artistas chilenos contemporáneos que abarca la producción plástica de las últimas tres décadas. Los principales objetivos fundacionales del MAC-Valdivia son: construir el Museo en un lugar con identidad propia; establecer un vínculo estrecho con el centro de gravedad de la ciudad: el río; hacer del Museo el edificio emblemático de la ciudad; crear un espacio cultural plástico para revitalizar la Región y la ciudad de Valdivia; contribuir a descentralizar el arte; configurar un acervo plástico que prolongue y mantenga los valores culturales de la región y del país; y recuperar parte de la tradición de artes visuales y cultural que la ciudad y la Universidad tuvo en el pasado con su Escuela de Arte. A estos propósitos se suma una propuesta museológica, proyectada a mediano plazo que abarca varias


Archivo MAc


etapas, y el fomento de otras iniciativas artísticas y educativas que colocarían al Museo en un contexto cultural mayor (un área de museos). Para el logro de estos objetivos se ha planeado una estrategia de organización, un proceso de gestión, que define la visión del proyecto museal:

Nuestra aspiración Ser una mirada desde el Sur, en las artes visuales Nuestra misión Invitar a la reflexión, a través de las artes visuales de nuestro tiempo

Nuestros grupos de interés prioritario Artistas visuales Estudiantes Comunidad

Nuestro valor fundamental Ser vanguardista

Nuestras áreas claves de éxito Estrategia Ciclo exposiciones Turismo Cultural


Archivo MAc


Foto cArlos Fischer


MirAr HACiA el MAC

desde el puente...

Al caminar por el puente y detenerse a observar hacia uno o ambos lados del río Valdivia que separa la Isla Teja del continente; y al ralentizar el tranco, desafiando los peculiares goterones valdivianos, se ofrenda a nuestra vista un paisaje único. En ese entorno acuoso, verde, con embarcaciones, pelícanos y lobos marinos, encontramos en la isla, desde una perspectiva diagonal, la esbelta silueta de una torre vigía, el silente Campanil, y el Museo de Arte Contemporáneo, caja de vidrio y metal a ras de río y suelo, que pareciera que se pierde y se proyecta debajo del agua, en ese juego especular del reflejo en el río.

desde la feria fluvial... Situarse en frente del Museo es también ubicarse en un punto privilegiado del paisaje de esta ciudad: la feria fluvial, donde pescadores y feriantes venden sus productos frescos, mariscos, pescados y verduras. Allí se conjugan colores, olores, sonidos y voces, que durante el día dan ritmo y vitalidad, y despiertan el apetito de los transeúntes. A este panorama cotidiano se suma, desde una perspectiva frontal, el MAC, cuadro estático que está allí como telón de fondo, atestiguando el paso de los hombres y del tiempo. Sin embargo, a pesar de ser un lugar fijo, sugiere múltiples facetas. De día se torna opaco. Mirar hacia el MAC es mirarse en un espejo, rebota la imagen y vuelve al punto de partida. De noche, en cambio, con su luminosidad interior, se transparenta y queda expuesto a las miradas. Desde allí nos hace un guiño y centellea.

desde el museo histórico...


El MAC, situado en un terreno de la UACh concebido como el espacio destinado a la cultura, comparte un mismo entorno y lugar físico con otro museo, el Museo Histórico y Antropológico de Valdivia, considerado, además, Monumento Histórico Nacional, desde 1981. Esta edificación originalmente fue la casa que Carl Anwandter construyó para sus hijos, situada a escasos metros de la fábrica de cerveza que manejaba la familia. A la derecha del MAC se alza esta obra de arquitectura alemana, perfectamente conservada y con hermosos jardines. Desde allí, si desviamos la mirada hacia la izquierda prácticamente no se ve nada, sólo suelo, una loza de cemento. Ese suelo es el techo del MAC. De esta manera el Museo se erige como una plataforma escondida que se aferra a las raíces, a las bóvedas, al subsuelo húmedo cercano al río, y a su cielo que es suelo, sustento, punto de partida para otros proyectos.

MirAr en el MACEl museo se emplaza en la Isla Teja bordeando el río Valdivia, frente a la policromía de los toldos de la feria fluvial.


Archivo MAc


Al interior del museo descubrimos y nos descubrimos.Buscamos, encontramos y tropezamos con obras y exposiciones de una diversidad de disciplinas como pintura, escultura, instalación, técnica mixta, fotografía,

grabado, serigrafía, collage, gráfica, multimedia, dibujo, plástica, audiovisual y video. Sin embargo, también nos encontramos con columnas oxidadas, con techos de cemento y vigas de metal, con pisos de adoquines. Es el museo mismo como la mejor obra de arte permanente que allí se encuentra. Es el arte en el museo y el museo como arte. Todo eso descubrimos. Estar al frente de una obra de Nemesio Antúnez, Francisco Smythe, José Balmes, Gonzalo Cienfuegos o de las propuestas emergentes de Guillermo Núñez, Graci a Barrios o Roser Bru, por nombrar sólo algunos de los artistas que han pasado por el museo, o frente a los Artefactos Visuales de Parra, o simplemente tocar las esculturas o texturas de columnas, nos conecta con nuestra sensibilidad artística, estética; por eso nos descubrimos (aceptamos la invitación a la reflexión que hace el museo). Las texturas, los colores, la confusa impureza de los materiales percibidos desde la mirada o el tacto, los elementos naturales y culturales, el lento accionar de los ácidos sobre los metales y el concreto, el paciente trabajo del liquen y el musgo habitando las murallas tanto tiempo abandonadas por los hombres, provocan la sensación de que también la naturaleza crea sus propias obras de arte. Muchas de estas obras parecieran ser el producto de un proceso mimético en que las columnas se asemejan a las obras. Sin embargo, el artista hace también el ejercicio inverso, crea la obra a partir de las texturas


del museo y, por otra parte, interviene en las propias paredes y columnas del MAC con nuevos materiales para que vayan forjando una nueva obra de arte, un tejido de filigrana que el azar se encarga de pulir. Un ejemplo de ello lo constituye la propuesta de Paz Lira en las bóvedas. Ellas representan la metáfora de lo que no se ve pero está allí y existe. Otra metáfora es la del oleaje, con el palíndromo OIR ESE RIO, obra de Paz Carvajal. La ruta de lectura no importa, se lee lo mismo de izquierda a derecha que a la inversa. Es el movimiento de ida y vuelta, la retroalimentación que se produce entre el museo y el visitante, entre el museo y la ciudad, comunicados por el río (y no separados por él), que sirve de intermediario, llevando y trayendo mensajes en cada ondulación.

MirAr desde el MAC:

El Museo en Valdivia y Valdivia en el Museo

Foto cArlos le-Quesne


“Su rol y sentido de ser, un motor vivo de arte y la cultura interactuante con la ciudad y sus habitantes, y no un mero depósito de obras distantes de los ritmos urbanos.”

de los toldos, de las embarcaciones y las nubes, se mira hacia adentro; cuando se cansa de escuchar hacia adentro, uno escucha hacia afuera. En el cruce de estos colores y sonidos toma cuerpo el museo. Transparencia y opacidad que coexisten y se alternan según el capricho del aire. Sin embargo, al ver hacia afuera el Museo acorta distancia, atrae hacia sí, como una fuerza centrípeta o un imán, a la ciudad que se hace parte de este enclave artístico. Es así como la comunidad conoce las ofertas del Museo, a través de la transmisión informal o de los medios de comunicación, y participa no sólo de las exposiciones sino y, principalmente, de las más diversas y variadas actividades culturales y artísticas. El museo de igual forma penetra en la ciudad, se instala. Las columnas atraviesan el cristal, continúan la simetría de la hilera, flotan en el agua, hacen puente, y llegan a la ciudad, donde se difuminan, se disipan o se filtran por los poros de la cultura local. También atraviesa la barrera de la comarca y salta la valla para situarse en el horizonte nacional e internacional. Se inscribe, de esta manera, en un amplio circuito cultural. Lo confirma la calidad de los expositores y curadores que han pasado por el Museo.

Entro al Museo, cierro el paraguas, lo dejo en el suelo. Me recibe a la entrada una mujer detrás de un escritorio. Me encuentro a la derecha con una maqueta del proyecto futuro. Se ve interesante, audaz. En la pared una

Estar dentro del Museo permite, a su vez, mirar hacia afuera (sabiendo que no nos ven). Cuando se cansa de mirar hacia afuera las tonalidades, los matices


Foto cArlos le-Quesne


exposición fotográfica, un registro de la secuencia histórica del edificio, desde aquellos remotos años de mediados del siglo XIX, cuando era una cervecería y tenía una fisonomía irreconocible. Dicen que sólo las bóvedas se mantienen desde aquel entonces, aunque tampoco permanecen intactas; la humedad juega a esculpirlas (como gotas de agua capaces de horadar a la larga el más duro granito). Un barrido de 360 grados me permite optar por el itinerario, me llama la atención la sala oscura, entro en ella, es una sala multimedia donde se realizan diversas exhibiciones, presentaciones y ciclos de videos. Salgo de allí, me dirijo a la primera planta, debo bajar tres escalones, me asalta la imagen de la ciudad trasparentada por el gigantesco ventanal de vidrio, entra mucha luz. Es una sala enorme con tres divisiones, paredes blancas, y firmes columnas de acero y hormigón; su techo es muy alto, de cemento y metal corroído, y el piso de adoquines. Hacia el fondo se encuentra una baranda metálica que continúa en la escalera que me conduce a la planta baja. Desciendo por ella, me aferro al pasamanos para pisar cada escalón de fierro y concreto, el paisaje es el mismo, pero es a su vez otro. Estoy al mismo nivel del río y a escasos metros de él. Ya no es la luz la que entra sino el agua. Las columnas sorprenden por sus colores y texturas. Hacia el fondo el portal que conduce a las laberínticas bóvedas donde entran en complicidad la humedad, la oscuridad y el eco. Camino hacia afuera, llego al borde del río, observo el puente, el mercado fluvial, el museo histórico; me doy vuelta, me apego al

UnA VisitA

“Lo que nos asombra y nos asombrará siempre, es que una sola mente haya podido concebir una estructura convincente, placentera y dichosa como ésta; una estructura que es una metáfora, sin dejar de ser por ello, una realidad.”Cristina Peri Rossi


Foto cArlos Fischer - obrA de teAtro «lA Micro»


gigantesco ventanal, quiero medir las reales dimensiones a escala humana, me siento pequeña y al mismo tiempo conmovida por este edificio, atrevido y cautivador. El MAC conjuga los espacios amplios con pequeñas grutas, la luminosidad natural con la oscuridad total; concentra los opuestos, explota los sentidos (aunque reinan la vista y el tacto) y permite que se conjuguen las paradojas (como ver de noche la obra de teatro “La micro” de actores ciegos, en el mejor escenario nunca imaginado, en el nivel inferior, con los lobos marinos detrás del cristal, con el río de fondo y la costanera iluminada).

ProyeCto FUtUro

La superficie total que cubre el MAC actual es del 10% del terreno de la ex cervecería. Sobre éste se levantarían nuevos cimientos que incluirían al actual museo, siguiendo la línea del proyecto en que debe contener lo que existe. La ampliación de las dependencias tendría una extensión de 3800 metros cuadrados. Además se


contemplan estacionamientos, una cafetería y un paseo peatonal, todo lo cual cubriría una superficie de 8000 metros cuadrados. La idea original de expansión exigía una propuesta museológica que integrara el entorno y respetara las ruinas del edificio. Al mismo tiempo que pudiese cumplir con los requerimientos de infraestructura

y equipamiento para la conservación (red de aire, calefacción e iluminación) y la seguridad de las obras. Este monumental proyecto recae, finalmente y como resultado de un concurso, en las manos de los arquitectos Ana Devés y Cristián Undurraga, en 1998, autores además de la maqueta que se encuentra al interior del Museo. Esta nueva fase es la Etapa Uno que contempla una serie de obras de restauración, mantención y habilitación museal; “como por ejemplo un paseo peatonal que conecte con el puente de acceso a la Isla Teja; y la incorporación en espacios exteriores de esculturas con multipropósito de ser un medio de comunicación visual y recreativo como plaza de juego.” La condición establecida para las propuestas del proyecto futuro del MAC es el cumplimiento de tres objetivos fundamentales que dicen relación con el resguardo del patrimonio histórico de las dependencias de la ex cervecería:1º Dejar intactas las instalaciones existentes para albergar el museo, aceptándolas como un espacio que ya poseemos,

dotado de características especiales, como su memoria histórica y su capacidad de acoger y establecer el diálogo entre las estructuras existentes -únicas en este país- y el Arte Contemporáneo.

2º Demostrar que se pueden restaurar estas instalaciones a partir de la belleza que nos entregan sus materiales como el hierro, ladrillos, adoquines; los que enmarcados por el paso del tiempo, siempre acompañados por el mágico río Calle Calle, nos invitan a trasladarnos a otros tiempos y a imaginar al hombre que soñó este lugar, a los que lo construyeron y a los que allí sudaron.

3º Desafiar el futuro para que este Museo no pierda su historia, manifestada en los espacios existentes, cuando le llegue el momento de incorporar las técnicas y los materiales modernos, de forma tal que, conviviendo el



pasado y futuro en un mismo espacio, despierten el asombro de sus visitantes. (Proyecto MAC) Devés y Undurraga fundamentan el proyecto desde el punto de vista de la ubicación privilegiada del MAC, proponiendo una arquitectura acorde con las nuevas concepciones plásticas: La parcela del proyecto es hoy un plano disponible, que se ofrece abierto y franco hacia el paisaje urbano al otro lado del río. Esta imagen contrasta con las antiguas edificaciones densas y magníficas que simbolizan el auge industrial de la primera mitad del siglo XX. La propuesta ha requerido constituirse en homenaje a las huellas impresas en el solar que recuerdan la tragedia de Valdivia, construyendo las operaciones arquitectónicas mínimas que permitan consagrar el nuevo paisaje más cercano a la geografía que al esplendor industrial del siglo recién pasado. Entre la calle interior de la Isla y el río, se propone un paseo urbano donde la ciudad se revela a medida que avanzamos hacia ella. Los límites del trayecto están definidos por muretes de piedra que contienen una vegetación densa de bellotos, robles y coigües. En el paseo la geometría se rompe con árboles exóticos de hoja caduca dispuestos de manera casual, mezclados con bases para esculturas y bancos para la estancia. El edificio propuesto se desarrolla principalmente bajo el nivel del suelo. La cubierta del Museo se abre al alba y recoge el horizonte urbano marcado por la Torre de la Catedral. Las únicas edificaciones inmediatas reconocibles sobre la cubierta son el Museo Anwandter y la Cafetería que se ha dispuesto en forma autónoma para recibir la vida de la Plaza del Museo de Arte Contemporáneo y del Museo Histórico vecino. La entrada se realiza a través de una rampa hasta un patio cuyo suelo y muros son vestigio de la antigua cervecería allí existente. Las nuevas concepciones plásticas requieren de espacios neutros de modo que las salas se han diseñado teniendo esa premisa en cuenta. También se han considerado todas las recomendaciones museológicas y niveles técnicos necesarios para un apropiado funcionamiento. La idea ha sido conseguir espacios continuos y neutros



dentro de un recorrido más dinámico. Es en los espacios de circulación y de estancia al interior del museo en donde la geometría y la espacialidad propuestos se liberan de la forma convencional para privilegiar la emoción de la movilidad y revelar a través de las transparencias el paisaje inmediato y lejano. Las salas se protegen de la luz oriente por medio de muros pantalla que permiten intersticios de luz. Desde el cielo se han dispuesto lucernarias y óculos estratégicos como fuente de luz natural. Como material se ha usado piedra típica de Valdivia y hormigón visto en muros y vigas. Las salas de exhibición se han pintado de blanco en consecuencia con la neutralidad buscada en salas. Como piso se propone maderas nativas, como cielo placas modulares móviles. Las carpinterías de los ventanales son de acero y la cubierta de la Cafetería de cobre.Desde la ciudad el Museo se revela como una pieza de arquitectura que evoca los fuertes españoles construidos en el siglo XVIII, cuyos muros de piedra aún permanecen vigilantes al paso de las embarcaciones en la desembocadura del río Valdivia.”

Dar el salto de la idea a la concreción de un Museo de Arte Contemporáneo en Valdivia ha significado la suma de esfuerzos compartidos, la sincronía y coincidencia de intereses de quienes ya creían en un proyecto de esta naturaleza y el encantamiento de otros que se dejaron seducir por este sueño. Pero, por sobre todo, un componente importante para este logro ha sido el descubrimiento del lugar que lo cobija, emplazamiento y construcción que ya tiene mayoría de edad, le otorga un espesor histórico y le aporta la madurez necesaria para no sentir que se parte de cero (aunque paradójicamente la primera etapa se denomine así). Se superponen los tiempos, pasado y presente se retroalimentan y coexisten. Después de conocer la historia (aunque inconclusa) del museo y de la edificación que lo alberga, no se puede dejar de anhelar sino la realización del proyecto. La tónica ha sido la valoración de cada etapa, desde



sus remotos orígenes de mediados del siglo XIX. Por ello el próximo paso al que se aspira a mediano plazo es la consolidación de la Etapa Uno. La culminación del proyecto futuro es un sueño que ojalá pueda concretarse para el bicentenario, compromiso que debe asumir no sólo la Universidad sino además la ciudad y el país.


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