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UNA ANÉCDOTA La rana, el escorpión, diferencia y repetición Plantear problemas y comprenderlos exige abrirse a las sensaciones, a las intensidades que nos recorren y atraviesan, a las dimensiones afectivas que constituyen la vida de los seres y del mundo. A. Telles 1 La anécdota: Era una reunión inicial, de personas que prácticamente no nos conocíamos, convocadas por una inquietud, una sensibilidad, unas ganas, y un hacer. Al llegar al lugar, tanto ella como yo, nos dimos cuenta de que nos conocíamos y que la historia no había sido buena. Llegaron todas las que éramos. Nos encontramos casi enseguida pensando cosas desde ese incipiente nosotras. La tarde se enfría y decidimos dejar por ahí. Quedamos en reunirnos en unos días. La situación: ¿Decir o no decir, plantear o no plantear, abandonar todo intento o intentar un encuentro posible? ¿Plantearlo al grupo que integro (y que fue parte de aquella historia), o dejarla por esa? ¿Cómo procesar las diferencias, y de qué diferencias estaríamos hablando acá? ¿Cuáles son las posibilidades de la transformación, las posibilidades mutacionales? ¿Es posible otro modo de la política, corrernos de la lógica hegemónica que nos condena a polaridades cristalizadas, a la neutralización de las diferencias? ¿Establecer relaciones diferentes a las de la condena y destrucción del otro, el fingir demencia o el corrillo? ¿Cómo sería un gesto afirmativo, de aquello que declaro y deseo, como feminista y desde la autonomía, asumiendo la conflictiva existente pero no aferrándome a ella? Al día siguiente de la reunión casi inicial, nos reuníamos en mi grupo. Al final planteo todo lo conversado y también la situación que me inquietaba fuertemente, con una propuesta: invitar a esta muchacha y a quien me había contactado, a conversar. Iría yo y una más de nosotras. El planteo: Fue por mail, lo mando en simultáneo a las dos mujeres. Según su respuesta y lo que se fije como encuentro, quien pudiera de mi grupo, se integraría. El mensaje es cortito: Esta muchacha y yo participamos de un encuentro. Ella en calidad de integrante del equipo organizador. Desde el inicio se suscitan una serie de desencuentros. Ni el proceso ni el encuentro fue bueno, 1 Telles, A. Ponencia: Arte y política: El acto de creación / Una apuesta ético-política a la vida comunitaria. Pág. 3

Una Anécdota. La rana, el escorpión, diferencia y repetición

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Plantear problemas y comprenderlos exige abrirse a las sensaciones, a las intensidadesque nos recorren y atraviesan, a las dimensiones afectivasque constituyen la vida de los seres y del mundo. (A. Teles)

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La ancdota:

Una ancdota

La rana, el escorpin, diferencia y repeticin

Plantear problemas y comprenderlos

exige abrirse a las sensaciones, a las intensidades

que nos recorren y atraviesan, a las dimensiones afectivas

que constituyen la vida de los seres y del mundo.A. Telles

La ancdota:

Era una reunin inicial, de personas que prcticamente no nos conocamos, convocadas por una inquietud, una sensibilidad, unas ganas, y un hacer. Al llegar al lugar, tanto ella como yo, nos dimos cuenta de que nos conocamos y que la historia no haba sido buena. Llegaron todas las que ramos. Nos encontramos casi enseguida pensando cosas desde ese incipiente nosotras.

La tarde se enfra y decidimos dejar por ah. Quedamos en reunirnos en unos das.

La situacin:

Decir o no decir, plantear o no plantear, abandonar todo intento o intentar un encuentro posible?

Plantearlo al grupo que integro (y que fue parte de aquella historia), o dejarla por esa?Cmo procesar las diferencias, y de qu diferencias estaramos hablando ac? Cules son las posibilidades de la transformacin, las posibilidades mutacionales? Es posible otro modo de la poltica, corrernos de la lgica hegemnica que nos condena a polaridades cristalizadas, a la neutralizacin de las diferencias? Establecer relaciones diferentes a las de la condena y destruccin del otro, el fingir demencia o el corrillo? Cmo sera un gesto afirmativo, de aquello que declaro y deseo, como feminista y desde la autonoma, asumiendo la conflictiva existente pero no aferrndome a ella?

Al da siguiente de la reunin casi inicial, nos reunamos en mi grupo. Al final planteo todo lo conversado y tambin la situacin que me inquietaba fuertemente, con una propuesta: invitar a esta muchacha y a quien me haba contactado, a conversar. Ira yo y una ms de nosotras.

El planteo:

Fue por mail, lo mando en simultneo a las dos mujeres. Segn su respuesta y lo que se fije como encuentro, quien pudiera de mi grupo, se integrara. El mensaje es cortito:

Esta muchacha y yo participamos de un encuentro. Ella en calidad de integrante del equipo organizador. Desde el inicio se suscitan una serie de desencuentros. Ni el proceso ni el encuentro fue bueno, disputas de poder y lgicas representacionales mediante. O sea, el encuentro no fue tal. Finalmente el grupo organizador queda con la responsabilidad y con recursos para realizar las memorias que nunca se hicieron. Y sobre este asunto nos plantearon intervenir y decidimos no hacerlo.Necesitamos procesar esto de alguna manera. Esa historia es nuestra, nosotras la hicimos, pero no nos condena, si somos capaces de construir un encuentro diferente. Es importante que no sea un dilogo privado, una negociacin entre nos, necesitamos de alguien como signo de la grupalidad que estamos construyendo y que est atenta a lo que desde aquel pasado se pueda traficar en este incipiente nosotras. Nosotras que de tan incipiente, no veo conveniente involucrar en su totalidad. Y es importante que de mi grupo est alguien ms, para asumir colectivamente el gesto y el movimiento, para evitar el mito de las buenas y las malas, y tambin para dar lugar a la trama que se imbrica en la nueva articulacin.Ante la respuesta que recibo (que ya haba sido comentada la situacin con otra compaera), la invito tambin.(La sensacin de todos esos das es la de estar siempre al borde del naufragio, y el intento es el de perseverar en el ser y no sucumbir a la resignacin del asno. )La cita:

Pocos das antes de que tenga lugar la segunda reunin, nos encontramos en un bar. Somos cinco mujeres. Solo dos nos conocemos profundamente. De todos modos, nos encontramos antes. Era importante priorizar el encuentro por sobre la animosidad belicosa que te produce aquello por lo que an se siente rabia o dolor. Y sin embargo, haba que tambin estar dispuestas a la firmeza.La situacin inicial es confusa: dos vienen como a interceder, otra como vctima?

Sin ms rodeos hago de nuevo el planteo y explico lo que me parece importante, intentando provocar el nosotras que de lugar a lo acontecimental, a la trama, al encuentro, que permita la movilidad y la expresin de las singularidades que all estamos.El encuentro:La tica manifiesta un modo de ser y de existir en relacin a valores

que se aceptan y se crean, muestra el juego de las afecciones y los afectos.A. Telles

Luego de la experiencia del barro, y valorando innecesario volver a lo anecdtico para discutir detalles, el esfuerzo va en el sentido de pensar cmo generamos las condiciones para que el agua conserve su transparencia, y la tierra la humedad suficiente. Y esto sin desconocer que hubo barro, y hubo quienes se regodearon en l.La propuesta es asumir como ejercicio permanente el no establecernos como poseedoras de una verdad desde la cual abrir juicio-fuego contra las dems. No instalarnos en la lgica de la representacin, ni en la del aparateo. Mantener una relacin dialgica, llana y trasparente, que permita procesar colectivamente las diferencias y los acuerdos. Generar una grupalidad que de lugar al cuidado y la responsabilidad. Y saber que no por eso estaremos exentas de conflicto.

Para que esto fuera posible, fue necesario tambin dejar una puerta abierta: la dificultad no se encarna en un sujeto forzado a una identidad, sino en unos colectivos y las singularidades que los constituyen, y su movilidad. En ese entonces, interactuamos mejor o peor, llevamos adelante unas acciones, que son nuestras, de eso somos responsables, pero no por eso estamos condenadas a repetirlas.Tambin fue necesario desterrar la batalla para dar lugar al encuentro: No se trata de un territorio en disputa, es un territorio en construccin, donde la confianza es un elemento importante, tambin a construir, donde ms que confirmar miserias, demos lugar a lo que la vida tiene de pulular y devenir.Encarnar el esfuerzo de otro modo de la poltica, donde la diferencia sea parte de nuestra movilidad, que aumente nuestra potencia ante lo que nos proponemos hacer juntas (que implica juegos configuracionales intensos) Al final hubo un gesto: me sorprendieron gratamente no saba bien cmo sera la reunin y yo pens que me iba a tener que ir de otro grupo ms.De aquello que subsiste como pulular, an en lo cristalizadoEl poder y la potencia se oponen

puesto que el poder es una institucin

que funciona esencialmente afectndonos de afectos tristes,

es decir, disminuyendo nuestra potencia de actuar.

G. Deleuze

Este experimentar, an partiendo de criticar lo que hay o hubo, intenta no soslayar el nosotras y su potencia, en la letana de las culpabilizaciones; invita a abrirse a las sensaciones e intensidades, a los afectos, a la vida, en lo que tiene de movilidad y de bello, an en la dificultad.Permitirnos experimentar, abrir la ventada y que la luz juegue en el movimiento de aquello que pareca lbrego y ordenado. Abandonar la primaca de lo dado y adentrarse en el pulular de lo mltiple, en lo que ello tiene de gensico y configural.

Esforzarnos por no partir de la resignacin ni de la afirmacin soy este que soy de una vez y para siempre, para dar lugar a la mutabilidad en tanto juegos configurales. Juegos de composicin de relaciones particulares, que aumenten nuestra potencia y permitan su efectuacin. Ms all de la captura por el rgimen de la forma (intentar no afirmar: somos estos cuerpos, estos grupos, estas instituciones, para dar lugar a las transformaciones), del rgimen de la indiscriminacin-representacin (y la destruccin de toda diferencia), de la lgica accin-reaccin, y del horror que provocan las singularidades no identitarias, estos cuerpos configurales que devenimos y afirmamos, nos fuerzan a pensar distinto: No se juega ya la disputa por la razn o la voluntad de verdad en manos de unos sujetos, grupos o instituciones, la apuesta es a ser dignos del acontecimiento de lo que sucede en lo que sucede, desde la potencia afectiva de estas singuralidades intensivas, que tienen lugar en este cuerpo-configuracin que ahora estamos siendo en este encuentro, que afirmamos en su mutabilidad y efectuamos en nuestra produccin.El pueblo falta, l no existe todava, no est dado y es preciso inventarlo cada vez.

Telles, A. Ponencia: Arte y poltica: El acto de creacin / Una apuesta tico-poltica a la vida comunitaria. Pg. 3

Telles, A. Ponencia: Pensar el tiempo: la clnica como lugar, una clnica en situacin. Pg. 7

Deleuze, G. Clase: Problema concerniente a la naturaleza del ser y otros temas. Cuso de los martes (Vincennes) 14/01/74. Pg. 6

Telles, A. Pensar el tiempo: la clnica como lugar, una clnica en situacin. Pg. 7

Deleuze, G. La imagen-tiempo. Estudio sobre cine 2, citado por Telles, A. Ponencia: Arte y poltica: El acto de creacin / Una apuesta tico-poltica a la vida comunitaria. Pg. 3