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Un Mensaje de Ánimo Texto: Hechos 13.2-3 Introducción: Con el liderazgo de Bernabé y Saulo, la iglesia de Antioquía siguió creciendo y extendiendo su influencia. No se imaginaban lo que Dios había planeado para ellos cuando decidieron formar equipo, pastorear y enseñar a estos nuevos cristianos. Cierto día, cuando estaban "Ministrando... y ayunando" junto con otros líderes de la iglesia, el Espíritu Santo les habló directamente y dijo: "Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado" (Hechos 13:2). ¡La revelación de Dios estaba clara! Su ministerio especial en Antioquía había terminado. El Señor tenía otra misión para ellos. Reconociendo que esto era verdad, los que compartían su llamado misionero continuaron ayunando y orando con ellos, y finalmente, Lucas narra que "les impusieron las manos y los despidieron" (v. 3). Iniciación del viaje misionero 1. Bajo el liderazgo directo del Espíritu Santo : a. Bernabé Saulo viajaron primero a Seleucia y de ahí a Salamina y Pafos en la isla de Chipre. b. Continuaron hacia Perge en Panfilia. En ese lugar, Juan Marcos los dejó y regresó a Jerusalén.

Un Mensaje de Ánimo

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Un Mensaje de Ánimo

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Un Mensaje de Ánimo

Texto: Hechos 13.2-3

Introducción:

Con el liderazgo de Bernabé y Saulo, la iglesia de Antioquía siguió creciendo y extendiendo su influencia. No se imaginaban lo que Dios había planeado para ellos cuando decidieron formar equipo, pastorear y enseñar a estos nuevos cristianos.

Cierto día, cuando estaban "Ministrando... y ayunando" junto con otros líderes de la iglesia, el Espíritu Santo les habló directamente y dijo: "Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado" (Hechos

13:2).

¡La revelación de Dios estaba clara! Su ministerio especial en Antioquía había terminado. El Señor tenía otra misión para ellos. Reconociendo que esto era verdad, los que compartían su llamado misionero continuaron ayunando y orando con ellos, y finalmente, Lucas narra que "les impusieron las manos y los despidieron" (v. 3).

Iniciación del viaje misionero

1. Bajo el liderazgo directo del Espíritu Santo: a. Bernabé Saulo viajaron primero a Seleucia y de ahí a Salamina y

Pafos en la isla de Chipre.

b. Continuaron hacia Perge en Panfilia. En ese lugar, Juan Marcos los dejó y regresó a Jerusalén.

c. Saulo y Bernabé siguieron adelante hasta Antioquía de Pisidia (vs. 4-14).

2. Cuando llegaron a Antioquia de Pisidia. a. Entraron en la sinagoga en un día de reposo, se sentaron y escucharon

a uno de los dirigentes leer del libro de la ley.

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b. Al ser reconocidos como extranjeros, y siguiendo la costumbre, "mandaron a decirles: Varones hermanos, si tenéis alguna palabra de exhortación para el pueblo, hablad" (v. 15).

Obviamente, no tenían la menor idea de lo que le estaban pidiendo, pues esta era precisamente la oportunidad que Bernabé y Pablo estaban esperando.

De aquí en adelante - Lucas llama a Saulo por el nombre de Pablo. Este último aceptó la invitación de inmediato, se puso de pie y les habló.

c. Esto dice mucho respecto al carácter de Bernabé, pues inmediatamente reconoció que su compañero tenía habilidades superiores a las suyas, y se dio cuenta del llamamiento apostólico tan especial que Dios estaba haciendo en la vida de Pablo:

Sin dudarlo, animó a Pablo a asumir el rol principal.

Es aquí, en Antioquía de Pisidia, donde vemos a Bernabé, el Hijo de Consolación, escuchando a su colega presentar un profundo y emocionante mensaje de ánimo, basado probablemente en los que él había dado muchas veces.

Después de Jesucristo, este es posiblemente el ejemplo más gráfico en todo el Nuevo Testamento de la metodología de hacer discípulos.

Nota: Aquí tiene lugar un importante cambio. Un año antes, Bernabé había invitado a Pablo para que le ayudara en Antioquía en su ministerio, donde él era el líder debido su madurez en Cristo. Pero ahora, en Antioquía de Pisidia, Pablo comienza a perfilarse como dirigente deI equipo misionero. A partir de este momento, Lucas incluso invierte el orden de sus nombres, mencionando a Pablo primero en el registro histórico subsecuente (ver Hechos 13:42-43, 46, 50; 15:2, 12, 22, 35).

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3. Segundo mensaje de exhortación de Pablo (Hechos 13:16-41) a. Dirigiéndose tanto a judíos como a gentiles temerosos de Dios, Pablo

primero resumió el trato que Dios había hecho a Israel, y cómo: Escogió a nuestros padres (v.17). Enalteció al pueblo, siendo ellos extranjeros en tierra de

Egipto (v. 17). Los sacó de Egipto (v.17). Por un tiempo como de cuarenta años los soportó en el

desierto (v.18). Venció sobre siete naciones en Canaán (v. 19). Les otorgó en herencia su territorio (v. 19). Les dio jueces (v. 20). Les concedió a Saúl como rey por cuarenta años (v. 21). Les levantó por rey a David (v. 22).

b. Todo esto, asentó Pablo, preparó el escenario para el más trascendente evento: "De la descendencia de éste (David), y conforme a la promesa, Dios levantó a Jesús por Salvador a Israel" (v. 23). Y agregó: "...los habitantes de Jerusalén y sus gobernantes, no conociendo a Jesús, ni las palabras de los profetas que se leen todos los días de reposo, las cumplieron al condenarle. Y sin hallar en él causa digna de muerte, pidieron a Pilato que se le matase" (vs. 27-28).

c. Para terminar su mensaje, Pablo se centró en la resurrección y su significado tanto para judíos como para gentiles. En cuatro ocasiones subrayó el triunfo de Cristo sobre la muerte: “Mas Dios le levantó de los muertos. Y él se apareció durante

muchos días a los que habían subido juntamente con él de Galilea a Jerusalén, los cuales ahora son sus testigos ante el pueblo" (vs. 30-31).

"Y nosotros también os anunciamos el evangelio de aquella promesa hecha a nuestros padres, la cual Dios ha cumplido a los hijos de ellos, a nosotros, resucitando a Jesús..." (vs. 32-33).

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"Y en cuanto a que le levantó de los muertos para nunca más volver a corrupción, lo dijo así: Os daré las misericordias fieles de David" (v. 34).

"Porque a la verdad David, habiendo servido a su propia generación según la voluntad de Dios, durmió, y fue reunido con sus padres, y vio corrupción. Mas aquel a quien Dios levantó, no vio corrupción" (vs. 36-37).

d. La aseveración final de Pablo en este mensaje es una de las más alentadoras que se han registrado en las Sagradas Escrituras:

"Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados, y que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en él es justificado todo aquel que cree” (vs. 38- 39).

Pablo y la Resurrección

Nota: Toda la historia del cristianismo descansa en la resurrección de Jesucristo. Como Pablo lo menciona en la carta a los Corintios: "Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe". A lo que añade: "Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho" (1 Corintios 15:14, 20). Esta es la esencia del mensaje de consuelo que predicó Pablo en Antioquía de Pisidia.

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Son muchas las evidencias que demuestran que la resurrección de Cristo es un hecho

histórico. Pero quizás ninguna tan sobresaliente como la que Pablo experimentó en carne propia. Su mensaje en Antioquía de Pisidia no deja la menor duda de que él creía que era definitivamente un hecho histórico. Así lo indican las múltiples alusiones que hace al respecto en sus cartas. ¿Por qué estaría tan seguro, si antes lo había negado enérgicamente, echando en la cárcel y aun consintiendo en la muerte de quienes creían en ella? Sólo podremos contestar adecuadamente esta pregunta cuando tengamos una perspectiva más amplia.

1. EI Marco Histórico.

Deténgase un momento a pensar en lo que sucedió después de la crucifixión de Cristo. Su cuerpo fue retirado de la cruz y trasladado a un sepulcro en una cueva. Cubría la entrada una roca tan grande que se requirió la fuerza de varios hombres para moverla. Dado que Cristo había indicado reiteradamente que resucitaría al tercer lía, los líderes judíos habían solicitado que se instalara una guardia para custodiarla, pues temían que los discípulos de Jesús intentaran robar el cuerpo del Señor y propagaran la mentira que en verdad había resucitado (Mateo 27:62-64).

a. Los discípulos estaban temerosos. Se hallaban totalmente desmoralizados. Su fe y sus recuerdos casi se

habían extinguido. Intelectual y emocionalmente, no estaban convencidos de que Cristo resucitaría.

En estas condiciones, era imposible que intentaran robar el cuerpo, y mucho menos que iniciaran un rumor. Desde su punto de vista, no había motivo para hacerlo; no les reportaría ningún beneficio. Por el contrario, estarían poniendo sus vidas en grave peligro de ser condenados a muerte.

b. No creían que Cristo resucitaría. Esta actitud se ilustra con las mujeres que fueron a la tumba el domingo

por la mañana. Pretendían ungir Su cuerpo, seguras de que lo encontrarían ahí. Es más, pensaron que había sido robado por sus enemigos (Juan 20:2, 13). Cuando Pedro y Juan oyeron que el sepulcro estaba vacío y corrieron a verlo, tampoco creían que se había levantado de él: "Porque aun no habían entendido la Escritura, que era necesario que él (Jesús) resucitase de los muertos" (v. 9).

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Los guardias y líderes sabían más que los discípulos. Mateo reporta que hubo un gran terremoto y un ángel del Señor descendió del cielo y retiró la piedra de la entrada de la tumba de Cristo. A causa de ello, "...los guardias temblaron y se quedaron como muertos" (Mateo 28:4). Pero una vez recuperados, algunos se dirigieron a la ciudad "y dieron aviso a los principales sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido" (v. 11).

Obviamente, había sucedido algo increíble. Para ocultar este hecho, los enemigos del Señor se vieron obligados a hacer exactamente lo mismo que en un principio habían temido que los discípulos harían. Urdieron y propagaron una mentira. Su versión, desde luego, no admitía que Cristo había resucitado, sino que Sus amigos habían llegado de noche a hurtar Su cuerpo mientras los guardias dormían (v. 13).

De manera que los principales sacerdotes, a sabiendas de que el cuerpo de Cristo había desaparecido en forma por demás sobrenatural, decían a la gente que habían sido Sus seguidores quienes habían robado el cuerpo, y éstos últimos, ignorantes de lo que en realidad había pasado, pensaban que Sus detractores eran los responsables de la desaparición de su Señor.

c. Los discípulos no creyeron en la resurrección hasta que vieron a Jesús con vida. Fue necesario mucho más que una tumba vacía para convencerlos de que

Cristo había resucitado. No fue sino hasta que vieron sus manos y costado traspasados que se convencieron de que en verdad había resucitado de viole los muertos (Juan 20:19-20).

Durante cuarenta días, el Señor Jesucristo apareció varias veces ante mucha gente. Lucas lo describe así: “…después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables..." (Hechos 1:3). Más tarde, los once hablaron con él cara a cara por última vez en un monte de Galilea, y finalmente le vieron ascender hacia los cielos.

Entonces regresaron a Jerusalén a esperar la promesa hecha por Jesús de que vendría sobre ellos el Espíritu Santo, la cual se cumplió el día de Pentecostés. Repentinamente un tímido y temeroso grupo de creyentes

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se convirtió en una fuerza poderosa en Jerusalén. Ya no reinaba entre ellos la confusión y el desánimo pues ahora sabían quién era en realidad Jesús y lo que le había sucedido. Una y otra vez proclamaban que Jesús había resucitado. De hecho, todos los sermones que Pedro dio en los primeros días, se centraban en el mensaje de la resurrección del Señor (Hechos 2:24, 3:15; 4:2, 10; 5:30).

d. Los dirigentes judíos no intentaron probar que la resurrección había sido un engaño. A pesar de que estaban bastante molestos por la creciente aceptación que

existía, hicieron muy poco esfuerzo para probar que Cristo no había desaparecido en forma milagrosa. Si efectivamente el cuerpo hubiera sido robado como ellos sostenían, habrían hecho hasta lo imposible para encontrarlo y probar de una vez por todas que era un mito. Esa hubiera sido la manera lógica de destruir el movimiento cristiano, ya que si el Señor no resucitó, hubiera terminado en ese momento.

Pero no actuaron de ese modo. ¿Por qué? Primero, porque por el informe de los guardias sabían que algo milagroso había ocurrido. Segundo, y quizás esto es lo más importante, porque el cuerpo ya no estaba en la tumba de José. Aunque los líderes religiosos habían tratado de hallarlo, no lo lograron.

Resulta incongruente pensar que los discípulos deliberadamente pusieran sus vidas en peligro con el propósito de propagar un mito.

Si acaso hubieran robado el cuerpo, y después proclamaran que Cristo había resucitado, a sabiendas que lo tenían escondido en otro lugar, ¿cómo explicamos entonces que este apocado y vacilante grupo se diera a la tarea de idear un engaño que por su naturaleza podría acarrearles persecución y muerte? Tanto la razón como la lógica indican que es muy remoto que hicieran tal cosa. Es demasiado ridículo. El hecho es que la tumba estaba vacía. Los discípulos de Jesús estaban bien seguros de esto, porque habían caminado y hablado con Él después de Su resurrección. Lo habían visto realizar milagros. Sabían quién era con toda certeza. Por su parte; los líderes judíos comprendían que el cuerpo había desaparecido misteriosamente pero se resistían a admitirlo, y no tenían modo de probar lo contrario. Lo único que podían hacer era negar todo y tratar de acallar,

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sin lograrlo, al grupo de gentes que conocían de primera mano, que Cristo había vencido a la muerte.

2. Pablo (Saulo) aparece en escena.

a. Durante el rápido crecimiento de la iglesia, Saulo emergió en Jerusalén como una persona de gran influencia. Era judío devoto, hebreo de hebreos y fariseo. Había sido instruido a los

pies de Gamaliel, uno de los mejores maestros judíos de esa época (Hechos 22:3).

Existen diferentes opiniones en cuanto a sus actividades durante la crucifixión y el inicio de la iglesia:

¿Estaría fuera de Jerusalén? De ser así, ¿cuándo regresó?

¿Observaría pasivamente los eventos que acompañaron al juicio y sentencia de Cristo y después surgió como un decidido enemigo de Sus seguidores?

¿Acaso regresó a Jerusalén al tiempo que se suscitó la controversia sobre la resurrección, en la que se involucró de inmediato?

No podemos contestar estas preguntas con seguridad. Sin embargo, cuando Saulo apareció en escena, tomó de inmediato cartas en el asunto y comenzó un movimiento cuyo fin era acabar con el cristianismo:

o Esteban fue el primer mártir que murió por su fe en el Señor resucitado. Lucas narra claramente en el libro de los Hechos: "Y Saulo consentía en su muerte" (8:1). Este fue sólo el comienzo; después se convirtió en un despiadado perseguidor de los cristianos, y pronto redobló sus esfuerzos para erradicarlos no sólo de Jerusalén sino de otras partes.

b. Pablo experimenta un dramático cambio en su vida camino a Damasco.

Allí iba con la autorización del sumo sacerdote de exterminar a los cristianos de esa localidad y llevarlos prisioneros a Jerusalén, sucedió algo

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sobrenatural que cambió su vida: se convirtió, y enseguida comenzó a proclamar el mismo mensaje que, antes negaba y por el que había condenado a otros a sufrir la muerte.

En primer lugar, hay que decir que Pablo no había perdido la cabeza. No existe ninguna evidencia de que padeciera desórdenes mentales o trastornos emocionales. Tampoco tuvo una experiencia tan perturbadora como para convertirlo en una persona histérica. La mente brillante de Pablo permaneció intacta hasta su muerte. Esto es evidente al leer sus cartas, que representan los escritos más lógicos y eruditos del primer siglo. Una persona fuera de su juicio o desquiciada no podría jamás llevar a cabo Io que Pablo realizó en la historia del pueblo cristiano.

Hay sólo una respuesta que explica el por qué del cambio tan dramático en Saulo: Reconoció que estaba en un error y que Cristo era efectivamente el Mesías. Comprendió que Cristo fue crucificado y que al tercer día resucitó. Pablo tuvo un encuentro visual con Él y como consecuencia, se convirtió. Lo que le aconteció ya lo habían experimentado centenares de personas antes que él, hombres como Pedro y Juan y los otros apóstoles. Cuando Saulo se encontró con el Señor Jesucristo camino a Damasco, todas las cosas se aclararon para él. Como lo expresa Frank Morrison:

"Cuando Saulo se convenció de que había visto al Señor resucitado, el tremendo y abrumador significado de la tumba vacía invadió por primera vez su mente; como si la gran piedra hubiera hecho pedazos y quitado de en medio sus últimas defensas. Se dio cuenta de que si los discípulos no eran engaña-dores, entonces hablaban la verdad y tenían razón en toda la extensión de lo que aseveraban. Entendió por qué un martirio tan

¿Cómo explicamos un comportamiento tan extraño? ¿Por qué un hombre tan brillante como Saulo decidió unirse a sus enemigos? ¿Qué lo orilló a cambiar tan completamente sus creencias? ¿Qué ocasionó que un hombre tan prominente se aislara en Arabia, pasara cuando menos nueve años confinado en Tarso, y después sufriera todo tipo de persecuciones y pruebas a través de los años por predicar el mensaje que antes negaba? ¿Qué lo movió a ofrecer su propia vida en el martirio por causa del cristianismo?

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glorioso como el de Esteban no podía estar relacionado con un vulgar engaño, incluyendo el secuestro de un cadáver. Comenzó a comprender por qué Pedro se sentía tan seguro de sí mismo y por qué los que estaban relacionados con este movimiento tenían un gozo tan inexplicable y estaban tan absolutamente convencidos.

Y lo más curioso de todo, la característica primor-dial de esta extraña historia, es que una vez alcanzada esa convicción, su efecto sobre cualquier mente normal era permanente. El que la tumba estuviera vacía era un hecho histórico, concreto e inalterable. Su autoridad se acrecentó en lugar de declinar con el paso de los años. Durante toda la vida de Pablo no dejó de creer en ello, y es la opinión de este escritor que permanece inamovible hasta nuestros días" (Frank Morison "¿Quién Movió la Piedra?" Editorial Caribe, 1977, p.154).

Testigos en el Siglo XX

Siendo joven y miembro de una iglesia en Inglaterra, Frank Morison luchaba cuando leía el Credo de los Apóstoles. Participaba hasta cierto punto, pero al llegar a la parte donde dice que Jesucristo "sufrió bajo Poncio Pilato, fue crucificado, muerto, y sepultado", dejaba de leer y apretaba los dientes y se negaba a pronunciar una palabra más. Creía, en efecto, que Cristo había vivido y muerto, pero no creía en la resurrección (op.cit., p. 70).

Como consecuencia, se dedicó a demostrar que la resurrección era un mito. Valiéndose de cuanto documento histórico estaba a su alcance, cuidadosa y metódicamente estudió los eventos relacionados con la crucifixión de Cristo. Además del Nuevo Testamento, leyó las obras de Josefo, el gran historiador judío, los escritos extra-bíblicos como el Evangelio de Pedro, el Evangelio de Nicodemo, y el Evangelio a los Hebreos.

Finalmente, escribió un libro. El primer capítulo se titulaba: "El Libro que se Negó a Ser Escrito". En cierto sentido, al igual que Pablo, había cambiado radicalmente aunque no había tenido una visión o escuchado voces. Su estudio objetivo de la historia, le comprobó y le llevó al convencimiento de que Cristo había efectivamente resucitado de entre los muertos.

Al escribir un reporte de sus hallazgos referentes a este tema, afirmó:

"He luchado con el problema encontrándolo más difícil de lo que creí. Es muy fácil decir que no estamos dispuestos a creer nada que no encaje con el molde del concepto racionalista del universo, pero ¡supongamos que los hechos no encajan en el molde! Lo más que un hombre honrado puede hacer es examinarlos con paciencia e imparcialmente y ver a dónde le conducen" (op. cit., p. 70).

La historia da fe de este suceso. G.B. Hardy atinadamente lo resumió al comentar: "Aquí está el registro completo:

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Sepulcro de Confucio - ocupado Sepulcro de Buda - ocupado Sepulcro de Mahoma - ocupado Sepulcro de Jesucristo - vacío"

(Extraído del libro de Josh Mc Dowell, "Evidencia que Exige un Veredicto", Cruzada Estudiantil para Cristo, p. 262). Según nos dice Josh Mc Dowell, "A usted es a quien corresponde decidir; la evidencia habla por sí misma. Dice muy claramente CRISTO HA RESUCITADO EN VERDAD" (Evidencia que Exige un Veredicto, p. 262). En esencia este fue el mensaje paulino de exhortación aquel día en Antioquía de Pisidia. Hubo muchos que querían oír más e invitaron a Pablo y Bernabé para que "el siguiente día de reposo les hablasen de estas cosas" (Hechos 13:42). Ojalá que usted tenga esa misma respuesta al mensaje de exhortación de Pablo y se interese por saber más. Si aún no es cristiano, medite concienzudamente en los puntos finales de su mensaje: "Sabed, pues, esto, varones hermanos; que por medio de él se os anuncia perdón de pecados y que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en él es justificado todo aquel que cree" (vs. 38-39). ¿Ha experimentado el perdón de Cristo en forma personal? ¿Cree en verdad que Cristo murió en su lugar? Usted puede recibirlo ahora como Pablo lo hizo aquel día camino a Damasco. No necesita ver a Cristo vivo para creer. De hecho, Jesús dijo al incrédulo Tomás: "Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron" (Juan 20:29).

Una Oración de Invitación Padre Celestial, yo_________________________________________________ sé que Cristo murió por mis pecados y resucitó al tercer día. Sé que porque Él vive, yo viviré también espiritualmente en la eternidad. Gracias por venir a mi vida y hacerme una nueva criatura en Cristo. Amén.