Un Cuento Para Pensar en La Paz

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  • 8/14/2019 Un Cuento Para Pensar en La Paz

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    Un cuento para pensar en la paz

    Mil grullas

    Por Elsa Isabel Bornemann(Pods encontrarlo tambin en No somos irrompiblesen la

    biblioteca)

    Naomi Watanabe y Toshiro Ueda crean que el mundo era nuevo.Como todos los chicos.

    Porque ellos eran nuevos en el mundo. Tambin, como todos loschicos. Pero el mundo era ya muy viejo entonces, en el ao 1945, yotra vez estaba en guerra. Naomi y Toshiro no entendan muy bien

    qu era lo que estaba pasando.Desde que ambos recordaban, sus pequeas vidas en la ciudad

    japonesa de Hiroshima se haban desarrollado del mismo modo: en unclima de sobresaltos, entre adultos callados y tristes, compartiendocon ellos los escasos granos de arroz que flotaban en la sopa diaria yel miedo que apretaba las reuniones familiares de cada anochecer entorno a la noticia de la radio, que hablaban de luchas y muerte portodas partes.

    Sin embargo, crean que el mundo era nuevo y esperaban ansiososcada da para descubrirlo.

    Ah y tambin se estaban descubriendo uno al otro!

    Se contemplaban de reojo durante la caminata hacia la escuela,cuando suponan que sus miradas levantaban murallas y nadie msque ellos podan transitar ese imaginario senderito de ojos a ojos.

    Apenas si haban intercambiado algunas frases. El afecto de los dosno buscaba las palabras. Estaban tan acostumbrados al silencio

    Pero Naomi saba que quera a ese muchachito delgado, que ms deuna vez se quedaba sin almorzar por darle a ella la racin de batatasque haba trado de su casa.

    -No tengo hambre le menta Toshiro, cuando vea que la niaapenas si tena dos o tres galletitas para pasar el medioda. -Te dejomi vianda y se iba a corretear con sus compaeros hasta la hora deregreso a las aulas, para que Naomi no tuviera vergenza de devorarla racin.

    Naomi Poblaba el corazn de Toshiro. Se le anudaba en los sueoscon sus largas trenzas negras. Le haca tener ganas de crecer degolpe para poder casarse con ella. Pero ese futuro quedaba tan lejosan

    El futuro inmediato de aquella primavera de 1945 fue el verano, quelleg puntualmente el 21 de junio y anunci las vacaciones escolares.

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    Y con la misma intensidad con que otras veces haban esperado sussoleadas maanas, ese ao los ensombreci a los dos: ni Naomi ni Toshiro deseaban que empezara. Su comienzo significaba quetendran que dejar de verse durante un mes y medio inacabable.

    A pesar de que sus casas no quedaban demasiado lejos una de laotra, sus familias no se conocan. Ni siquiera tenan entonces laposibilidad de encontrarse en alguna visita. Haba que esperarpacientemente la reanudacin de las clases.

    Acab junio, y Toshiro arranc contento la hoja del almanaque

    Se fue julio, y Naomi arranc contenta la hoja del almanaque

    Y aunque no lo supieran: Por fin lleg agosto! pensaron los dos almismo tiempo.

    Fue justamente el primero de ese mes cuando Toshiro viaj, junto asus padres, hacia la aldea de Miyashima (1). Iban a pasar unasemana. All vivan los abuelos, dos ceramistas que vean apilarsevasijas en todos los rincones de su local.

    Ya no vendan nada. No obstante, sus manos viejas seguanmodelando la arcilla con la misma dedicacin de otras pocas, -Paracuando termine la guerra deca el abuelo-. Todo acaba algn dacomentaba la abuela por lo bajo. Y Toshiro senta que la paz deba deser algo muy hermoso, porque los ojos de su madre parecanaclararse fugazmente cada vez que se referan al fin de la guerra, tal

    como a l se le aclaraban los suyos cuando recordaba a Naomi.Y Naomi?

    El primero de agosto se despert inquieta; acababa de soar quecaminaba sobre la nieve. Sola. Descalza. Ni casas ni rboles a sualrededor. Un desierto helado y ella atravesndolo.

    Abandon el tatami (2), se desliz de puntillas entre sus dormidoshermanos y abri la ventana de la habitacin. Qu alivio! Una clidamadrugada le roz las mejillas. Ella le devolvi un suspiro.

    El dos y el tres de agosto escribi, trabajosamente, sus primeros

    haikus (3):Lento se apagaEl veranoEnciendoLmpara y sonrisas.ProntoFlorecern los crisantemos.Espera,Corazn.

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    Despus, achic en rollitos ambos papeles y los guard dentro deuna cajita de laca en la que esconda sus pequeos tesoros de lacuriosidad de sus hermanos.

    El cuatro y el cinco de agosto se lo pas ayudando a su madre y alas tas Era tanta la ropa para remendar!

    Sin embargo, esa tarea no le disgustaba. Naomi siempre saba hallarel modo de convertir en un juego entretenido lo que acaso resultabaaburridsimo para otras chicas. Cuando cosa, por ejemplo, imaginabaque cada doscientas veintids puntadas poda sujetar un deseo paraque se cumpliese.

    La aguja iba y vena, laboriosa. As, qued en el pantaln de suhermano menor el ruego de que finalizara enseguida esa espantosaguerra, y en los puos de la camisa de su pap, el pedido de queToshiro no la olvidara nunca

    Y los dos deseos se cumplieron.

    Pero el mundo tena sus propios planes

    Ocho de la maana del seis de agosto en el cielo de Hiroshima.

    Naomi se ajusta el obi (4) de su kimono (5) y recuerda a su amigo:-Qu estar haciendo ahora?

    Ahora, Toshiro Pesca en la isla mientras se pregunta: -Qu estarhaciendo Naomi?

    En el mismo momento, un avin enemigo sobrevuela el cielo deHiroshima.

    En el avin, hombres blancos que pulsan botones y la bombaatmica surca por primera vez un cielo. El cielo de Hiroshima.

    Un repentino resplandor ilumina extraamente la ciudad.

    En ella, una mam amamanta a su hijo por ltima vez.

    Dos viejos trenzan bambes por ltima vez.

    Una docena de chicos canturrea: Donguri-Koro Koro- Donguri Ko

    (6) por ltima vez.Cientos de mujeres repiten sus gestos habituales por ltima vez.

    Miles de hombres piensan en maana por ltima vez.

    Naomi sale para hacer unos mandados.

    Silenciosa explota la bomba. Hierven, de repente, las aguas del ro.

    Y medio milln de japoneses, medio milln de seres humanos, sedesintegran esa maana. Y con ellos desaparecen edificios, rboles,calles, animales, puentes y el pasado de Hiroshima.

    Ya ninguno de los sobrevivientes podrn volver a reflejarse en elmismo espejo, ni abrir nuevamente la puerta de su casa, ni retomarningn camino querido.

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    Nadie ser ya quien era.

    Hiroshima arrasada por un hongo atmico.

    Hiroshima es el sol, ese seis de agosto de 1945. Un sol estallando.

    Recin en diciembre logr Toshiro averiguar donde estaba Naomi. Yque an estaba viva, Dios!

    Ella y su familia, internados en el hospital ubicado en una localidadprxima a Hiroshima. Como tantos otros cientos de miles que tambinhaban sobrevivido al horror, aunque el horror estuviera ahorainstalado dentro de ellos, en su misma sangre.

    Y hacia ese hospital march Toshiro una maana.

    El invierno se insinuaba ya en el aire y el muchacho no saba si erafro exterior o su pensamiento lo que le haca tiritar.

    Naomi se hallaba en una cama situada junto a la ventana. De cara altecho. Ya no tena sus trenzas. Apenas una tenue pelusita oscura.

    Sobre su mesa de luz, unas cuantas grullas de papel desparramadas.

    -Voy a morirme, Toshiro susurr. No bien su amigo se par, ensilencio, al lado de su cama. Nunca llegar a plegar las mil grullasque me hacen falta

    Mil grullaso Semba-tsuru (7), como se dice en japons.

    Con el corazn encogido, Toshiro cont las que se hallaban dispersas

    sobre la mesita, slo veinte. Despus, las junt cuidadosamente antesde guardarlas en un bolsillo de su chaqueta.

    -Te vas a curar, Naomi le dijo entonces, pero su amiga no le oa ya:se haba quedado dormida.

    El muchachito sali del hospital, bebindose las lgrimas.

    Ni la madre, ni el padre, ni los tos de Toshiro (en cuya casa seencontraban temporalmente alojados) entendieron aquella noche elpor qu de la misteriosa desaparicin de casi todos los papeles que,

    hasta ese da, haba habido all.Hojas de diario, pedazos de papel para envolver, viejos cuadernos y

    hasta algunos libros parecan haberse esfumado mgicamente. Peroya era tarde para preguntar. Todos los mayores se durmieron,sorprendidos.

    En la habitacin que comparta con sus primos, Toshiro velaba entrelas sombras. Esper hasta que tuvo la certeza de que nadie ms quel continuaba despierto. Entonces, se incorpor con sigilo y abri elarmario donde se solan acomodar las mantas.

    Mordindose la punta de la lengua, extrajo la pila de papeles quehaba recolectado en secreto y volvi a su lecho.

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    La tijera la llevaba oculta entre sus ropas.

    Y as, en el silencio y la oscuridad de aquellas horas, Toshiro recortprimero novecientos ochenta cuadraditos y luego los pleg, uno poruno hasta completar las mil grullas que ansiaba Naomi, tras sumarleslas que ella misma haba hecho. Ya amaneca, El muchacho seencontraba pasando hilos a travs de las siluetas de papel. Separen grupos de diez las frgiles grullas del milagro y las aprest paraque imitaran el vuelo, suspendidas como estaban de un leve hilo decoser, una encima de la otra.

    Con los dedos pasmados y el corazn temblando, Toshiro coloc lascien tiras dentro de su furoshiki (8) y parti rumbo al hospital antesde que su familia se despertara. Por esa nica vez, tom sin pedirpermiso la bicicleta de sus primos.

    No haba tiempo que perder. Imposible recorrer a pie, como el da

    anterior, los kilmetros que lo separaban del hospital. La vida deNaomi dependa de esas grullas.

    -Prohibidas las visitas a esta hora- le dijo una enfermera,impidindole el acceso a la enorme sala en uno de cuyos extremosestaba la cama de su querida amiga.

    Toshiro insisti: -Slo quiero colgar estas grullas sobre su lecho, Porfavor

    Ningn gesto denunci la emocin de la enfermera cuando el chico

    le mostr las avecitas de papel. Con la misma aparentementeimpasibilidad con que momentos antes le haba cerrado el paso, sehizo a un lado y le permiti que entrara: -Pero cinco minutos, eh?

    Naomi dorma.

    Tratando de no hacer el mnimo ruidito, Toshiro puso una silla sobrela mesa de luz y luego se subi.

    Tuvo que estirarse a ms no poder para alcanzar el cielorraso. Perolo alcanz. Y en un rato estaban las mil grullas pendiendo del techo;los cien hilos entrelazados, firmemente sujetos con alfileres.

    Fue al bajarse de su improvisada escalera cuando advirti queNaomi lo estaba observando

    Tena la cabecita echada hacia un lado y una sonrisa en los ojos.

    Son hermosas, Tos-can (9) Gracias

    -Hay un millar. Son tuyas, Naomi. Tuyas y el muchacho abandon lasala sin darse vuelta.

    En la luminosidad del medioda que ahora ocupaba todo el recinto,mil grullas empezaron a balancearse impulsadas por el viento que laenfermera tambin dej colar, al entreabrir por unos instantes la

    ventana.Los ojos de Naomi seguan sonriendo.

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    La nia muri al da siguiente. Un ngel a la intemperie frente a laimpiedad de los adultos. Cmo podan mil frgiles avecitas de papelvencer el horror instalado en su sangre?

    Febrero de 1976.

    Toshiro Ueda cumpli cuarenta y dos aos y vive en Inglaterra. Secas, tiene tres hijos y es gerente de sucursal de un bancoestablecido en Londres.

    Serio y poco comunicativo como es, ninguno de sus empleados seatreve a preguntarle por qu, entre el aluvin de papeles conimportantes informes y mensajes telegrficos que habitualmente sejuntan sobre su escritorio, siempre se encuentran algunas grullas deorigami dispersas al azar.

    Grullas seguramente hechas por l, pero en algn momento en quenadie consigue sorprenderlo

    Grullas desplegando alas en las que se descubren las cifras de lasmquinas de calcular.

    Grullas surgidas de servilletas con impresos de los ms sofisticadosrestaurantes

    Grullas y ms grullas. Y los empleados comentan, divertidos, que elgerente debe de creer en aquella supersticin japonesa.

    -Algn da completar las mil cuchicheaban entre risas Seanimar entonces a colgarlas sobre su escritorio?

    Ninguno sospechaba, siquiera, la entraable relacin que esasgrullas tienen con la perdida Hiroshima de su niez. Con su perdidoamor primero.

    GLOSARIO

    1) Miyashima: pequea isla situada en las proximidades de laciudad de Hiroshima

    2) Tatami: estera que se coloca sobre pisos, en las casas japonesastradicionales

    3) Haiku: breve poema de diecisiete slabas, tpico de la poesajaponesa.

    4) Obi: faja que acompaa al kimono.

    5) Kimono: vestimenta tradicional japonesa, de amplas mangas,largas hasta los pies y que se cruza por delante, sujetndose con unaespecie de faja llamada obi.

    6) Donguri-Koro Koro- Donguri Ko: verso de una popular cancininfantil japonesa.

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    7) Semba-Tsuru: Mil grullas. Una creencia popular japonesa, aseguraque haciendo mil de esas aves segn ensea a realizarlo el origami(nombre del sistema de plegado de papel) se logra alcanzar la largavida y felicidad.

    8) Furoshiki: tela cuadrangular que se usa para formar una bolsa,atndola por sus cuatro puntas despus de colocar el contenido.

    9) Tos-can: diminutivo de Toshiro.