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Palabra e Historia en los Andes. La rebelión del Inca Túpac Amaru y el Noroeste argentino, Buenos Aires: Corregidor, 1997. Primer Premio del Fondo Nacional de las Artes, categoría Ensayo. ISBN 950-05-1018-9. PALABRA E HISTORIA EN LOS ANDES. La rebelión del Inca Túpac Amaru y el Noroeste argentino. ALICIA PODERTI

Tupac Amaru

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Palabra e Historia en los Andes. La rebelión del Inca Túpac Amaru y el Noroeste argentino, Buenos Aires: Corregidor, 1997. Primer Premio del Fondo Nacional de las Artes, categoría Ensayo. ISBN 950-05-1018-9.

PALABRA E HISTORIA EN LOS ANDES. La rebelión del Inca Túpac Amaru y el Noroeste argentino. ALICIA PODERTI

Este ensayo obtuvo el Primer Premio del FONDO NACIONAL DE LAS ARTES (Régimen de Fomento a la Producción Literaria Nacional y Estímulo a la Industria Editorial, Año 1996). Jurado: Santiago Kovadloff, Miguel Espejo y Leonor Calvera. Diseño de tapa: Otilia Carrique (Cartas escritas por Túpac Amaru desde la cárcel, con su propia sangre. Archivo General de Indias).

"Han pasado dos siglos desde que el sable del verdugo partió el cuello de Túpac Amaru, el último de los Incas, en la Plaza Mayor del Cuzco. Se realiza ahora el mito que en aquel entonces nació de su muerte. la profecía se cumple: la cabeza se junta con el cuerpo y Túpac Amaru, renacido, ataca.

José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II, entra en el pueblo de Sangarara, al son de grandes caracoles marinos, para cortar el mal gobierno de tanto ladrón zángano que nos roba la miel de nuestros panales. Tras su caballo blanco, crece un ejército de desesperados. Pelean con hondas, palos y cuchillos estos soldados desnudos. Son, la mayoría, indios que rinden la vida en vómito de sangre en los socavones de Potosí o se extenúan en obrajes y haciendas.

Truenos de tambores, nubes de banderas, cincuenta mil hombres coronando las sierras: avanza y arrasa Túpac Amaru, libertador de indios y negros, castigador de quienes nos han puesto en este estado de morir tan deplorable. Los mensajeros galopan sublevando poblaciones desde el valle del Cuzco hasta las costas de Arica y las fronteras del Tucumán, porque quienes caigan en esta guerra tienen seguridad de que renacerán después."

EDUARDO GALEANO

"Se conmueven del Inca las tumbas y en sus huesos revive el ardor, lo que ve renovando a sus hijos de la Patria el antiguo esplendor".

Estrofa original del HIMNO NACIONAL ARGENTINO

PRELIMINARES

El siglo XVIII en los Andes es sinónimo de rebelión. Scarlett O'Phelan registra 140 levantamientos o movimientos rebeldes, entre 1708 y 1783 (1988: 297-307). En esta secuencia, el descontento social generalizado se iba intensificando hasta desencadenar la gran sublevación de 1780, encabezada por Túpac Amaru II, en contra de las presiones fiscales, los repartos y la explotación abusiva en los obrajes, haciendas y minas. El indio no es un elemento pasivo dentro del proceso de dominación y desarrolla comportamientos colectivos para garantizar su supervivencia social y cultural. Esas estrategias se traducen en conductas de resistencia hacia aquellas condiciones que indujeron la pérdida de identidad originaria y la consecuente desestructuración social. El proceso de elaboración de modalidades organizativas y conductas consensuadas tuvo diferentes corolarios de acuerdo a las condiciones demográficas e históricas que mediaban en cada situación. Uno de los resultados fue el "pacto" colonial1, pero la naturaleza del mismo implicó que los mecanismos coercitivos fueran reemplazados por relaciones dinámicas de entendimiento en cuya base también operaban ciertas formas de oposición (Cfr. Madrazo, 1995: 145-146). Las actitudes de resistencia étnica que pulsan el devenir andino hasta el presente, enraizan con los antiguos ritmos de las culturas autóctonas:

1 El "pacto" se asentaba en una base de sumisión cuasi filial: "el nuevo

encomendero tomaba entre sus manos las del curaca como un padre podría hacerlo con su hijo para reforzar el vínculo y el carácter asimétrico de la relación mediante el contacto físico. Era un gesto ritual que implicaba una comunicación y una comunión dentro del marco de una ceremonia especial" (Madrazo, 1995: 146-147).

De ahí que tengamos países como Bolivia y Perú o zonas como el norte argentino donde, por debajo de la cultura dinámica, alienta el antiguo estrato a modo de quiste, con su antiguo aliento comunitario y colectivista. Es un sustrato que se mantiene ignorado y no se registra sino en el plano folklórico o etnográfico, pero ofrece su resistencia sorda y medida hasta llegar a tener éxito, ya no en el hecho directo del roce o contacto de culturas, sino en las cualidades de debilidad y ficción del ser, su antagonista, que se quiere afincar en las costas de América (Kusch, 1986: 166).

En el desarrollo de la sublevación de Túpac Amaru II confluyen una serie de factores que apuntan a la complejidad de los contactos interétnicos, a las modificaciones administrativo-

económicas impuestas por la Corona y a la situación político-cultural de los grupos participantes. Pero los diferentes estallidos revolucionarios en el arco andino responden a un conjunto de problemáticas y motivaciones regionales independientes. Aun teniendo en cuenta la importancia del eje comercial que vinculaba al Cuzco (y Arequipa) con Potosí, hubo condiciones particulares en cada movimiento que permiten diversas tipificaciones. Lo único claramente subyacente en todos es la imagen de la resurrección del Inca (Pease, 1992: 327). A través de esta imagen se reintegra la dinámica del recuerdo y el olvido que opera en el pensamiento andino hasta el presente. El espacio del noroeste argentino durante la Colonia delata los contactos entre el mundo andino y el mundo chaqueño. Es por eso que los acontecimientos históricos generados en esta región de los Andes, reflejan continuamente este juego dialéctico entre dos mundos tan diferentes. En uno de los ámbitos de la sublevación -el Chaco- las fuerzas que se plegaron al movimiento rebelde no estaban sujetas a instancias de mediación: los cazadores chaqueños eran independientes, hostiles, y mantenían intacta su estructura tribal. Las insistentes incursiones del blanco en esos territorios, producidas durante el siglo XVIII, no habían logrado doblegar la resistencia de los grupos autóctonos a los intentos de colonización. La primera serie de "entradas" tuvo lugar entre 1700 y 1767 y logró establecer una cadena de reducciones entre Jujuy y Santiago del Estero, induciendo el progresivo arrinconamiento de los pueblos belicosos en el interior chaqueño. Estas entradas, dirigidas por los gobernadores del Tucumán, contaron con ejércitos multiétnicos, constituidos por indígenas de diversas reducciones, negros y mulatos. La otra serie de entradas se produjo en la segunda mitad del siglo XVIII, como fruto de la labor conjunta de milicias y jesuitas. Las expediciones dirigidas por los gobernadores, con fines persuasivos, intimidatorios y ofensivos, perseguían la firma de "capitulaciones" para mantener tranquila la frontera y conseguir alianzas para atacar a los más indómitos. Las "entradas" dirigidas por los jesuitas, encargados de la administración de las reducciones fronterizas2 hasta su expulsión, tenían como objetivo primordial el reclutamiento de indígenas en sus establecimientos.

2 Las reducciones constituían un extenso cordón que se alargaba sobre el

límite oriental de la provincia: Nuestra Señora de las Angustias de Zenta, San Ignacio, San José de Petacas, Santa Rosa de Lima, Nuestra Señora del Pilar de Macapillo, San Juan Bautista de Balbuena, San Joaquín de Ortega, San Esteban de Miraflores, Nuestra Señora de la Concepción y San Francisco. En su mayoría, estaban protegidas por fuertes y piquetes que las resguardaban de los ataques indígenas provenientes del Chaco (Acevedo, 1965: 55).

La Puna -el otro escenario de la rebelión- albergaba desde tiempos prehispánicos una población de indígenas pastores y agricultores. Sometidos por los españoles desde fines del siglo XVI, los campesinos puneños fueron lentamente despojados de sus tierras comunales, proceso que culminó a comienzos del siglo XIX (Cfr. Paz, 1995: 209-234). Hacia la segunda mitad del siglo XVIII, los indígenas de esta zona participaban del fracaso del sistema reduccional y habían pasado a manos de poderosos señores españoles y criollos, que los hacían trabajar en la explotación de las minas y en los lavaderos de oro. Esta lectura de la sublevación comprende un análisis de las significaciones étnicas y políticas que se integran al proceso de desestructuración social de las comunidades prehispánicas, circunstancia que va acompañada de la crisis del sistema colonial. Los diferentes engranajes interpretativos de los momentos de resistencia andina -los actores históricos, los aspectos lingüísticos y culturales que se articulan en los testimonios escritos

del período y la recuperación del pasado incaico en la tradición oral contemporánea-, nos han permitido reconstruir algunas instancias coyunturales de la onda expansiva, en los territorios de la Gobernación del Tucumán, de uno de los principales movimientos revolucionarios de Latinoamérica.

I. SALTA Y EL TUCUMÁN EN TIEMPOS DE LA REBELIÓN

Sin embargo se logró desvanecer el proyecto de los sediciosos, y escarmentar a los Tobas, de que se siguió la entrega de las cabezas principales del motin, que sufrieron el último suplicio en la plaza pública de aquella ciudad [Jujuy], de cuyas resultas se consiguió algún sosiego, y que calmaron en parte los justos temores que ocasionaba un acontecimiento de esa naturaleza, temiendo con razón, que si tomaba cuerpo y trascendencia el alzamiento a toda la provincia, hubiera sido muy dificultoso y arriesgado el sujetarla, que por su extensión pasaba de 300 leguas, sin más poblaciones considerables que Córdoba, Santiago del Estero, San Miguel de Tucumán, Salta y Jujuy: pues aunque lo restante está muy poblado, son pequeñas aldeas y estancias, habitadas por hombres tan parecidos a las fieras y tan gigantes, que pueden considerarse los verdaderos Centauros que nos fingen los poetas...

RELACIÓN HISTÓRICA DE LOS SUCESOS DE LA REBELIÓN DE JOSÉ GABRIEL TUPAC AMARU.

La provincia del Tucumán La provincia del Tucumán se constituye, a fines del siglo XVIII, como una región de filiación altoperuana, complementaria de Potosí en lo económico y vertebrada al sistema político-administrativo con sede en Chuquisaca. Pieza fundamental del espacio político americano y de la estructura administrativa hispánica colonial, Tucumán era la zona más poblada del ámbito rioplatense3, con la ciudad de Salta como capital y residencia del gobernador, mientras que en Córdoba tenían su sede el obispado y la universidad, y en Jujuy se encontraban las cajas matrices de la Real Hacienda (Cfr. Bazán, 1986: 81). En 1776, una decisión de la corona española habría de modificar este sistema colonial. Con la creación del Virreinato del Río de la Plata, Buenos Aires se transforma en un complejo económico, político, social, financiero, militar y cultural, erigiéndose como centro de una dilatada jurisdicción que comprendía las gobernaciones de Buenos Aires, Paraguay, Tucumán, Potosí, Charcas, Cochabamba y La Paz. El rey Carlos II confirmó al brigadier

3 El censo del año 1777 arroja un total de 76.059 habitantes en la

gobernación del Tucumán, distribuidos en las distintas jurisdicciones: San Miguel de Tucumán, 20.104; Santiago del Estero, 15.456; Catamarca, 15.315; Jujuy, 13.619 y Salta, 11.565 (Cfr. Acevedo, 1965: 322).

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Andrés Mestre4, gobernador de la antigua provincia del Tucumán, como gobernador intendente de la nueva región. "La última etapa de dominio español en América se caracterizó, en lo concerniente al virreinato rioplatense, por el liderazgo de cuatro ciudades: Chuquisaca en el Alto Perú, Salta en el norte, Córdoba en el centro y Buenos Aires en el sud." (Bazán, 1986: 82). Sin embargo, la creación del Virreinato y la formación de la Intendencia de Salta, no significaron el total desdibujamiento de la antigua estructura del espacio americano, por cuanto los vínculos sociales, culturales y comerciales siguieron impulsando los destinos de esta nueva configuración política. El Chaco Gualamba y sus habitantes En el siglo XVIII, el inhóspito Chaco Gualamba se presentaba como una sobrecogedora zona vacía que se extendía desde Bolivia hasta Santa Fe y el Salado, y desde una parte de Jujuy y Salta hasta el Paraná (Cfr. Assadourián, 1992). Durante la colonia, la Gobernación del Tucumán basaba su vida económica en las riquezas agropecuarias y en su posición de tránsito entre el Atlántico y el Altiplano. La frontera oriental era una línea discontinua que iba desde Tarija hasta Córdoba, itinerario frecuentemente expuesto a las hostilidades de los indígenas chaqueños. Para salvaguardar este camino surcado de haciendas, surgió la necesidad de lograr una mejor y más segura comunicación entre el Tucumán y Potosí. El siglo XVIII marcó el cambio en la política española con respecto al Chaco: de una táctica de guerra defensiva se pasó a una ofensiva, con el propósito de asegurar una vía fronteriza que frenara las movilizaciones chaqueñas hasta los centros poblados del Tucumán. Las grandes "entradas" al Chaco tuvieron como objetivo primordial la ocupación de los límites tucumano-chaqueños para asegurar la explotación agropecuaria y el abastecimiento del mercado potosino (Cfr. Conti, 1989). Estas entradas masivas desplegaron la común estrategia de amedrentar y desarticular las conformaciones tribales. El desplazamiento de los pueblos y los choques entre parcialidades en el interior del Chaco resultaban favorables a la política del grupo dominante. La enemistad creciente entre las diferentes naciones

4 El 23 de diciembre del año 1777, don Andrés Mestre, un militar de larga actuación en las guerras europeas, se hace cargo de la gobernación del Tucumán, designado por real decreto del 25 de marzo de 1776. Anteriormente se había desempeñado como gobernador de Santa Cruz de la Sierra, lo cual lo hacía conocedor de una zona largamente expuesta a los problemas de malformación jurisdiccionales. El informe que Mestre eleva en 1778 detallaba un estado de "general desorden" en toda la gobernación: deudas, falta de armamento y municiones, establecimientos de misiones en miserable estado y vecinos envueltos en "continuos pleitos y partidos". Las enormes distancias que mediaban entre las ciudades deriva en propuestas de cambios de la estructura administrativa que habrán de sustanciarse con la instalación del régimen intendencial (Cfr. Páez de la Torre, 1987).

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indígenas era fomentada por la composición de ejércitos multiétnicos, constituidos por indígenas de las reducciones, negros y mulatos. A la llegada de los primeros expedicionarios, la vasta región del Chaco estaba habitada por numerosas naciones indígenas nómades, cuyas principales fuentes de subsistencia eran la caza, la pesca y la recolección de frutos. Las lluvias estivales los llevaban hacia el interior del territorio, donde establecían sus tolderías, construidas con madera y paja. Estos grupos aborígenes fueron absorbidos por el tronco étnico de la nación Tupí-guaraní que puebla, hasta la actualidad, la región tropical y subtropical del centro del Continente Americano (Cfr. Poderti, 1995b). Las etnias más representativas del Chaco centro occidental salteño pueden clasificarse en dos grandes complejos: el Mataco-Mataguayo y el Chiriguano-Chané, cada uno con sus respectivas parcialidades. La denominación "mataco" es de origen español y designa al indio "malo" y "matador". El nombre aceptado por los aborígenes es el de "wichí", que significa en su lengua, "el hombre" o "la gente". Es el grupo mayoritario de la región del Chaco Gualamba, clasificado antropológicamente como "cazador-pescador-recolector". La cosmovisión de los wichi se encuentra en íntima consonancia con el entorno natural, por eso no se encuentra presente en la conciencia mataca la noción de invención o innovación tecnológica, pues todo les ha sido dado o ha sido causado por una intervención del poder de los espíritus del monte. Esta es una de las claves necesarias para comprender la naturaleza del impacto en el encuentro de los wichí con el hombre blanco (Rodríguez y Buliubasich, 1995: 369). Los tobas, otro de los grupos pertenecientes al tronco étnico tupí-guaraní, constituyen un conjunto heterogéneo de cazadores ecuestres del Chaco Central, que hablan lenguas afines y habitan esa región desde antes de la invasión europea. "Toba", de acuerdo a la definición étnica propuesta por Daniel Santamaría, es un vocablo guaraní o tokowit (autodesignación de la lengua hablada)5. En el Tucumán Colonial los llamaban suri (de Juri o Xuri), nombre que también alude al avestruz del Chaco, una corredora semejante al ñandú pampeano, pero de menor tamaño y sólo con dos dedos en cada pata. De modo análogo, los Wichíes llaman a los tobas "Wanhlai" (los hombres avestruces). También fueron llamados orejones, por la costumbre de varones y mujeres de introducirse en perforaciones hechas en sus orejas pedazos cilíndricos de madera, tan gruesos y pesados que éstas casi les llegan hasta los hombros. Estos cazadores y recolectores neolíticos se mezclan secularmente en muchos puntos de los ríos Bermejo y Pilcomayo con pueblos chaquenses arcaicos, formando una sociedad progresivamente heterogénea que reconoce los siguientes núcleos: 1) Toba-kokolot o

5 Esta lengua del tronco Guaykurú-Opaie, de la familia Macro-Pano, se

extendió entre los horticultores, cazadores y recolectores itinerantes del Chaco Central que llegaron lentamente a las llanuras chaqueñas desde el sur, con probable tradición norpatagónica (Cfr. Santamaría, 1995).

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Cocolote en el Chaco Central, 2) Toba-Takshik en el Pilcomayo inferior, 3) Toba-Kómlek en el territorio que media entre el Pilcomayo superior y el Bermejo superior, 4) Emok-Toba en el Chaco Boreal y 5) un grupo de núcleos menores que reciben distintos nombres históricos: lanyagachék, mogosma o natizana, chiroquina y tipacosik o dapicosik. Cuando en los documentos coloniales se encuentra el término "toba", debe entenderse que se refiere a los guerreros ecuestres que depredan eventualmente las haciendas y/o son reducidos en ellas o en las misiones de la frontera del Bermejo. "Toba" se transforma, en la escritura colonial, en una categoría social más que en una definición étnica: sólo la percepción de lenguas distintas y dialectos afines les permite ensayar a los españoles esa rudimentaria taxonomía étnica de "tobas" y "mocobíes", "matacos" y "chiriguanos" (Cfr. Santamaría, 1995: 273-275). Continuando con la perspectiva de los conquistadores, en tiempos de la dominación española, estos indígenas del Chaco también eran clasificados en dos grandes grupos: a) los guaycurúes, "indios" indómitos de tierra adentro, protagonistas de malones que perseguían el objetivo de apoderarse de cabalgaduras y ganado. El padre Morillo, en su diario de viaje de 1780, explica el significado del término: "que a todos los de estas naciones llamamos los españoles Guaycurús, no porque haya nación de Guaycurús, sino porque esta voz Guaicurú significa inhumanidad o fiereza" (en De Ángelis, Pedro, 1910, IV: 215). b) los fronterizos, "indios de a pie", que realizaban algunas transacciones comerciales con los españoles de la frontera. Todo lo que sabemos de estos "indios", nos llega a través de la visión parcializante del discurso de un solo grupo, el del extranjero. De la voz del primitivo morador de estas tierras sólo quedan vestigios, restos posibles de rastrear en las crónicas, diarios de viaje y otros documentos del período (Cfr. Poderti, 1994). Segundo escenario: La Puna. La región de la Puna puede definirse como la prolongación del gran altiplano andino que se extiende desde la hoya del lago Titicaca hasta el extremo noroeste de Argentina. Abarca el sur de Bolivia, el norte de Chile y las porciones del macizo altiplánico que tradicionalmente fueron llamadas la Puna de Jujuy y la Puna de Atacama. Está limitada al oeste por la cordillera de los Andes y en su interior hay cordones montañosos orientados de norte a sur. La región está constituida por un conjunto de elevadas mesetas con una altura media de 3.200 metros sobre el nivel del mar. El clima es riguroso y las escasas lluvias alimentan una limitada cuenca hidrográfica. Estas condiciones naturales tan áridas determinaron la distribución de las instalaciones humanas y las características del trabajo indígena durante la conquista. Con relación a las etnias que habitaban esta extensa región, Eric Boman y Erland Nordenskiöld afirman que los restos de civilización encontrados en Atacama son idénticos a los de la Puna, de manera que tanto los indios omaguacas, como los de Cochinoca,

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Casabindo y Rinconada estarían integrados al grupo mayor de los "atacamas"6. Muchos historiadores, siguiendo a los cronistas de la colonia, adscriben a gran parte de los aborígenes jujeños a la nación "diaguita"; otros afirman que esas parcialidades pertenecen a la rama de los "omaguacas"; mientras algunos prefieren no englobar a los habitantes de esta extensa zona en una denominación general, y cuando se refieren a ellos los llaman por sus nombres propios: omaguacas, ocloyas, cochinocas, casabindos, jujuies, osas y paypayas. Lo que ha quedado claro para la investigación arqueológica y etnográfica es la huella de la dominación incaica sobre los grupos étnicos de casabindos y cochinocas (Cfr. Vergara, 1961: 36-39). Las encomiendas de esta zona se remontan a períodos tempranos en el proceso de conquista territorial. Hacia 1540, el marqués Francisco Pizarro concedió una encomienda de indios omaguacas al capitán Martín Monje, quien había llegado a América en el cuarto viaje de Colón y, luego de pasar por Perú y Chile, se integró al grupo de los fundadores de Ciudad de Nieva en 1561. En aquel momento, los indios encomendados del capitán Monje estaban asentados en caseríos que se extendían de Norte a Sur. Cochinoca era un pequeño pueblo de calles estrechas y viviendas bajas donde se establecían temporariamente algunos españoles, con el fin de explotar los yacimientos mineros. En abril de 1582, cuando Hernando de Lerma fundó la ciudad de Salta, incluyó dentro de los límites de la nueva provincia a una extensa región habitada por "los indios de este valle de Salta, y del Valle de Calchaquí, Tafí, Chicoana, Pulares, Cochinoca, Casabindo, Humahuaca y Jujuy" (Cornejo, 1977: 99). Con el fin de consolidar y hacer perdurable el destino de la nueva fundación, Lerma se propuso protegerla del ataque de los indígenas, y en 1583 emprendió una campaña contra los indios cochinocas y casabindos, a los que se relacionaba con "la belicosa tribu de los omaguacas". Algún episodio de los relatos de aquella expedición señala que Hernando de Lerma, seguido por sus soldados, bajó al valle, donde los naturales lo recibieron con tal lluvia de piedras y flechas, que se vio obligado a retirarse (Cfr. Bidondo, 1980: 68). En 1595, el fundador de San Salvador de Jujuy, Don Francisco de Argañarás, visitó la Puna para castigar a los indios que continuaban alzados desde la fundación de Salta y habían matado a un fraile mercedario. Según se narra en la Probanza de Méritos y Servicios de Argañarás, él los sometió y los entregó al cura de Casabindo y Cochinoca para que los adoctrinase (Cfr. Carrizo, 1989: XX). A principios del siglo XVII las parcialidades de cochinocas y casabindos pasan a formar parte de la encomienda del Capitán Cristóbal de Sanabria, Teniente Gobernador de Jujuy, quien explotaba allí un yacimiento aurífero. Estos grupos también estaban ocupados en la producción de pólvora (Cfr. Palomeque, 1995: 23). Fray Reginaldo de Lizárraga, quien en 1600 pasó por las Salinas Grandes, también se refiere a la actividad de extracción de sal por parte de los indios:

6 Según el criterio de los arqueólogos y etnógrafos suecos Erland

Nordenskiöld -quien visitó las Salinas Grandes y ascendió al Chañi en 1904- y Eric Boman -que exploró gran parte de la Puna en ese mismo año-, los utensilios hallados en las Salinas Grandes, Casavindo, Cochinoca y parte de Santa Catalina, revelan que sus habitantes fueron los "atacamas", de la misma familia de los pobladores de Calama, Chile (Cfr. Boman, 1992).

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...a tres o cuatro jornadas de Talina, unas salinas en despoblado, las más famosas que creo hay en el mundo, es un valle que debe tener más de tres leguas de ancho, y de largo, según me informé, más de quince; la sal más blanca que la nieve de la cual se aprovechan los indios Casavindos y Cochinocas y los de la provincia de Omaguaca. De lejos, con la reverberación del sol, no parece sino río y a los que no la han visto espanta, pensando han de pasar un río tan ancho... (Lizárraga, [1603?], 1928).

En 1654, la posesión de la encomienda de Casabindo y Cochinoca estaba en manos de Don Pablo Bernárdez de Ovando. Poco tiempo después -en el marco del gran alzamiento calchaquí protagonizado por el "falso inca" Pedro Bohorquez-, se produjo allí el reemplazo del curaca Juan Quipildor por Pedro Avichocoar. El yerno de Ovando -Juan José Campero y Herrera-, aumentó el poderío sobre estas tierras y obtuvo, en 1708, el título de Marqués del Valle de Tojo. Así, a principios del siglo XVIII, las haciendas que poseía Campero de Herrera se extendían desde la ciudad de San Bernardo de Tarija hasta la de San Salvador de Jujuy y Yavi; y desde la Puna jujeña hasta el actual departamento salteño de Santa Victoria (Cfr. Madrazo, 1982). En ese momento, la vida religiosa en la Puna cobró singular impulso pues se levantaron templos en las villas de La Rinconada y Santa Catalina, como también casas religiosas de los jesuitas en Yavi, Cochinoca y Casabindo. El problema más denunciado por los sacerdotes y misioneros no residía en las dificultades para la enseñanza de los indígenas, sino en la lucha con los encomenderos, que ocupaban a los indios en trabajos alejados de sus tierras de origen. Así lo observa el Obispo del Tucumán, Don Manuel Abad e Illana en una carta dirigida al Rey, el 23 de agosto de 1768:

"Yo suplico a Vuestra Magestad con vista de todo lo dicho, si le merece alguna fé un Obispo que ha sacrificado toda su gran robustez y la ha perdido por socorrer a estos miserables indios, que mande abolir y anular todas las encomiendas conforme se vayan vacando por muerte de los encomenderos: que todos los indios extrañados por la avaricia de los encomenderos de natural, se restituyen a él, y que a estos se les deje en libertad aunque con la debida sugeción. De este modo saca Vuestra Magestad a los encomenderos del estado de la condenación en que están casi todos porque ninguno hay que cumpla con su obligación. Solamente no me atreveré a decir esto del Marqués del Tojo que tiene su asiento en Yavi, el último lugar de este Obispado, y no muy distante del valle que da nombre a su Marquesado en el Arzobispado de la Plata"... (en Larrouy, 1927,II: 286).

Ante la hostilidad del clima de la Puna, los encomenderos preferían establecerse en Salta, Jujuy o en Tarija, y se trasladaban al Despoblado una o dos veces por año para percibir sus rentas. Además llevaban con frecuencia a los indios para servir como mitayos en las minas de Potosí y en otras actividades personales, lo que trajo como consecuencia la alarmante disminución de la población indígena. Según manifestaba el mismo obispo Abad e Illana:

"los lugares que más indios envían son los de Humahuaca, Casabindo y Cochinoca, a no ser estas poblaciones numerosas, ya se hubieran acabado mucho ha. Pero se acabarán, porque los curas de dichos indios me han asegurado que nunca vuelven de la mita tantos como fueron a ella (Cfr. Larrouy, 1927, II: 287).

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Según los datos del censo de 1778, puede comprobarse que el 92 % de la población de la Puna, en el último tercio del siglo XVIII, era indígena7.

7 El censo fue realizado por el Marqués del Valle de Tojo -quien obedecía

a una orden real-, y finalizó el 16 de enero de 1779, arrojando las siguientes cifras: Cochinoca: 2 clérigos; ningún español; 2106 indios; 16 mulatos, zambos, negros y libres. Total 2124. La Rinconada: 2 clérigos; 105 españoles; 1577 indios; 371 mulatos, zambos, negros y libres. Total 2055. Yavi: 2 clérigos; 5 españoles; 3066 indios; 7 mulatos, zambos, negros y libres. Total: 3080 Santa Catalina: 2 clérigos; 23 españoles; 1659 indios; 184 mulatos, zambos, negros y libres. Total: 1868. Total de población indígena: 8408, sobre 133 españoles (Larrouy, 1927,II: 380).

La rebelión

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Uno de los últimos episodios rebeldes dentro del gran ciclo de protestas andinas del siglo XVIII es el protagonizado por José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II8, cacique de Tungasuca, Pampamarca y Surimana, de la provincia peruana de Tinta. El movimiento se genera cuando, ante los abusos del Corregidor Arriaga y con el fin de abolir el tributo de la mita, Túpac Amaru condena a Arriaga a morir en el cadalso. Muy pronto, la insurrección contra los funcionarios del poder peninsular se propaga hasta la provincia de Chichas. El foco principal era Chayanta, donde dominaban los hermanos Catari, quienes estaban indignados por la indiferencia del virrey José de Vértiz y la audiencia de Charcas ante sus reclamos por la mala administración del corregidor Alós.

8 El nombre proviene de dos voces de la lengua quechua: "thupac" -

resplandeciente- y "amaru" -serpiente, culebra-. Sus padres eligieron este nombre en el año de su nacimiento, 1738, tomándolo de otro Inca, quien encabezó la resistencia en contra de la conquista española en el siglo XVI. Túpac Amaru I fue descuartizado en 1572, en la plaza cuzqueña de Wacaypato, por orden del Virrey Francisco de Toledo. En ese mismo lugar, dos siglos después José Gabriel Túpac Amaru representaría el segundo acto de la tragedia de los Incas vencidos. Dentro del pensamiento andino, el "thupaamaru" o serpiente resplandeciente, guarda estrecha relación con la revuelta y la revolución (Cfr. Silverblatt, 1990: 143). José Gabriel Condorcanqui Túpac Amaru descendía de una hija del último Inca Túpac Amaru, llamada Juana Pilcoguanco. El apellido Condorcanqui proviene del matrimonio de Juana Pilcoguanco con el cacique Diego Felipe Condorcanqui. Se supone que nació en Surimana, provincia de Tinta, el 19 de mayo de 1738, que estudió en el Colegio de Caciques de San Francisco de Borja en el Cuzco y que poseía amplia cultura para su época (Cfr. Glave, 1982: 12).

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Mientras los virreyes de Buenos Aires y de Lima trataban de sofocar la insurrección, varias tentativas de los rebeldes habían fracasado, por errores de estrategia de los jefes en quienes Túpac Amaru había delegado el poder militar. Él mismo tuvo que replegarse antes de avanzar por segunda vez sobre la ciudad de Cuzco, dirigiéndose hacia la provincia de Tinta, donde fue hecho prisionero y condenado a muerte con gran parte de su familia. Algunos de sus seguidores -Diego y Andrés Túpac Amaru, Tomás Catari y su sucesor, Tupac Catari9-, continuaron hostilizando las ciudades de Puno, Sorata y La Paz. Al pasar la frontera de Salta, la insurrección había avanzado sobre la provincia de Chichas, Suipacha, Cotagaita y Tupiza. La rebelión se inició el 4 de noviembre de 1780 y se extendió hasta enero de 1782. La duración de este movimiento rural masivo es proporcional a su nivel de organización. En este sentido "es llamativo el hecho de haber continuado después de haber sido capturado el mismo Túpac Amaru en abril de 1781 para ser ejecutado al mes siguiente en la ciudad de Cuzco. Esto se relaciona con la alta calidad de Diego Cristóbal Túpac Amaru como caudillo rebelde y la mudanza del cuartel general desde el pueblo de Tungasuca"... (Cfr. Mörner y Trelles, 1985: 17). Durante esos dos largos años, el episodio encabezado por Túpac Amaru en Tinta alcanzó las principales ciudades andinas:

... en 300 leguas que se cuentan de longitud, desde el Cusco hasta las fronteras del Tucumán en que se contienen 24 provincias, en todas prendió casi a un tiempo el fuego de la rebelión, bien que con alguna diferencia en el exceso de las crueldades (Valcárcel, 1975: 101).

Repercusiones en el Tucumán

9 El verdadero nombre del caudillo altoperuano era Julián Apasa, indio

nacido en el pueblo de Ayoayo, provincia de Sicasica, que había sido sacristán, mitayo y panadero. Su papel en la rebelión se inicia cuando Apasa intercepta una carta de Túpac Amaru a Tomás Catari. Luego de oír el consejo del mestizo Chukimamani, Julián Apasa asumió el rol de caudillo bajo el nombre de Túpac Catari (en homenaje a Túpac Amaru y a Tomás Catari) y se autodenominó Virrey. Fray Matías de la Borda lo describe "como de 30 años, vestido de uniforme, con una camisa de terciopelo negro, su bastón y con mucho acompañamiento, a quien saludó en castellano, y me reprendió, encargándome no hablase otra lengua que no fuese el aymara, cuya ley tenía impuesta con pena de la vida" (Valcárcel, 1970: 282).

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Para contrarestrar la propagación del movimiento -que en el Alto Perú respondía a las estrategias desplegadas por el caudillo Tupac Catari y sus seguidores-, el virrey de Buenos Aires mandó dos pequeños contingentes de soldados veteranos y, en febrero de 1781, al teniente José Reseguín. En la Villa de Tupiza, el sargento criollo Luis Lasso de la Vega10 se proclamó gobernador en nombre de Túpac Amaru, el 6 de marzo de 1781. Reseguín avanzó hacia Tupiza y apresó a Lasso de la Vega y sus colaboradores (Cfr. Valcárcel, 1970: 286). Sin embargo, cuando Reseguín creía pacificada la región, en la Gobernación del Tucumán se sublevaron los indios tobas y matacos. Las acciones armadas se desarrollaron en dos espacios: el Chaco y la Puna. En la primera época del movimiento insurreccional -marzo-abril-, la ola rebelde se había extendido desde la reducción de San Ignacio hacia el oriente; en el segundo momento, se propaga desde aquel centro hacia occidente, alcanzando los pueblos de la Puna (Acevedo, 1965: 44). En el primer escenario, el principal agente de la sublevación era el criollo José Quiroga, soldado del fuerte del Río Negro. Los tobas atacaron los fuertes que protegían San Ignacio y el fuerte de Ledesma. En ese momento, las fuerzas militares se encontraban realizando la expedición a las márgenes del río Bermejo, pero, coincidentemente, un destacamento de veteranos al mando del teniente coronel Cristóbal López -que había despachado el virrey de Buenos Aires en socorro de la ciudad de Chuquisaca-, fue el encargado de contener el furor de los indios, impidiendo el sitio del fuerte de Río Negro. En este primer momento de la sublevación los matacos también se habían alzado, trasladándose hacia nuevos establecimientos misionales fuera de la jurisdicción de Jujuy. La reducción de Santiago de los Mocovíes no fue tomada, en parte, porque la enemistad de esos indios con los tobas no lo permitió (Cfr. Acevedo, 1965: 42). José Reseguín, en un parte dirigido al Virrey José de Vértiz en marzo de 1781, le informa acerca del avance de la sublevación en el Tucumán:

Durante la marcha desde Jujui á Mojo, encontré al Marqués del Valle de Tojo, con toda su familia, que iba fugitivo de su casa y hacienda, temeroso de los presentes alborotos. A poca distancia me hizo avisar el cura de Cochinoca y Casabindo, lugares pertenecientes al citado Marqués, que ambas poblaciones estaban sublevadas. El 14 encontré al cura de Santa Catalina, huido, y á poco rato supe que aquel lugar estaba sublevado, y que se publicaban en él bandos y edictos en nombre de José Manuel (sic) Túpac Amaru; lo mismo ha sucedido en las gobernaciones de Estarca y Tarina, aunque el Gobernador de la última no ha querido admitirlos ni obedecerlos, y ha logrado contener su pueblo (en De Ángelis, 1910, VIII: 512).

Un vecino de Jujuy, Don José de la Cuadra Fernández Ponce de León, en una carta

10 En marzo de 1781, el sargento mestizo Luis Lasso de la Vega se levantó contra el corregidor García de Prado, quien se atrincheró en su domicilio para defender sus riquezas. Según narra Valcárcel "Al volar el depósito de la pólvora y caer un trozo de pared, penetró un indio al interior, degolló al corregidor y le bebió mucha parte de su sangre. Lasso de la Vega tomó el título de Gobernador y Capitán General de Túpac Amaru. Su secretario Aguirre, sujeto español y no de común nacimiento, remitió de inmediato cartas y convocatorias solicitando hombres, armas y víveres para constituir una fuerza poderosa que los libertase" (1970: 286).

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dirigida a su amigo Juan Esteban Anchorena de Buenos Aires, en abril de 1781, traducía los avances del movimiento rebelde en estos términos:

... ninguno de cuantos vivimos, ha estado excento de temer, por instantes, la pérdida de la vida y el saqueo de cuanto posee. Al principio parecía que la rebelión estaba en los pueblos de la Puna, confinantes con Lipez y Charcas, pero, poco a poco, se ha ido esclareciendo, que al influjo de tan deplorable conducta, ha nacido de tres o cuatro cholos, o mulatos que, recostados a la parte de los presidios y reducción de los indios Tobas, ha conmovido los ánimos de estos y de otras naciones y los ha inducido a la terrible crueldad de matar al teniente comandante don Francisco Rodríguez.... (en Bidondo, 1980: 155).

En febrero de 1781, Juan Osorio, residente en el paraje llamado "Las Ozas", en las cercanías de Zapla, efectuó una denuncia ante tres cabildantes de la ciudad de Jujuy. Esta denuncia fue ratificada por Pedro Serrano, quien declaró que José Quiroga le había manifestado "que venían en defensa de la gente baja, pues a todos los estaban matando en esta ciudad (de Jujuy), para que tuviese esos menos vasallos el dicho rey Inca". Agregaba Serrano que, habiendo sido invitado a participar en el alzamiento como "capitán" de los indios, aceptó solamente para conocer sus intenciones y dar cuenta a las autoridades. A fines del mes de marzo el Cabildo de Jujuy, alarmado ante la sublevación que encabezaba Quiroga, junto a Gregorio Suárez y Basilio Erazo11, elevó una nota dando cuenta de los hechos al virrey Juan José de Vértiz. La ciudad de San Salvador de Jujuy se convulsionó por el alzamiento, organizándose sistemáticamente para la defensa: ..."fueron cavadas trincheras, las milicias armadas con 60 bocas de fuego y un cañón colocado en la entrada principal de la ciudad" (Bidondo, 1980: 156). El coronel Gregorio Zegada12, Justicia Mayor de Jujuy y Gobernador de Armas de la frontera, fue rápidamente comisionado por el Gobernador Andrés Mestre para sofocar a los insurrectos en esos territorios, derrotando a un núcleo de sublevados del Chaco en la serranía de Zapla, el 31 de marzo de 1781. Tomó como prisioneros a 27 de los sublevados,

11 La carta con la recomendación de captura de varios indios y criollos que tomaron parte en la sublevación de los indios tobas, firmada por José de la Cuadra, administrador General de las Rentas de Tabacos, Naipes y Correos y Alcalde Ordinario de Primer Voto de la ciudad de San Salvador de Jujuy, fechada el 15 de abril de 1781, se encuentra en el Archivo de Santiago del Estero y da cuenta de los alcances de la sublevación y los contactos multiétnicos de la misma en las descripciones minuciosas de los caudillos insurrectos: Jossef Quiroga,criollo; Antonio Umacata, indio ladino; Gregorio Juárez, criollo de Santiago del Estero; Basilio Eraso, natural de Estarca, de la provincia de Chichas, mestizo amulatado; y Jossef Domingo Morales, alias Rojas, criollo (Cfr. Anexos, III).

12 Gregorio de Zegada había nacido en Granada, España, en 1734 y muy joven se había establecido en San Salvador de Velasco, en el valle de Jujuy. Allí se dedicó a tareas rurales y perteneció a las milicias reales, tomando parte en campañas contra los indígenas del Chaco. En 1777 alcanzó el grado de Teniente Coronel y formó parte activa del Cabildo de Jujuy. En 1784 fue nombrado Subdelegado de Guerra y Hacienda y más tarde de Justicia y Gobierno Integral de Jujuy. Tuvo una participación clave en la industria azucarera de Jujy y promovió la cría de la chinchilla. Falleció en Jujuy, en 1794 (Cfr. Poderti, 1995b).

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sometiéndolos a un interrogatorio que logró desarticular su estrategia militar. Las declaraciones de los núcleos alzados son informadas por el coronel Zegada a Mestre, el 1º de abril de 1781:

Solo gobernarán los indios por disposición de su Rey Inca: cuyo maldito nombre ha hecho perder el sentido a estos indios (en De Ángelis, 1910, XIII: 515).

Ante el peligro de nuevos ataques, Zegada pidió auxilios al gobernador Mestre, pero las tropas resultaban insuficientes para rechazar los ataques en Salta y en el territorio de la gobernación. En ese lapso se produjo la insubordinación de milicianos riojanos, salteños y tucumanos. Las tropas de San Miguel de Tucumán se negaron a concurrir hacia Jujuy para sofocar el levantamiento. Se produce aquí un enfrentamiento del grupo blanco -criollo en su mayoría- de menor condición social (que era el integrante de la milicia) con el más poderoso de los españoles peninsulares. El alzamiento jujeño inquietó a las autoridades de Tucumán y el Procurador General solicitó al Cabildo, por medio del cura de la Iglesia Matriz y de los conventos de la ciudad, que suprimiera las funciones religiosas que podían dar a la "gente del pueblo" la oportunidad de incurrir en alzamiento contra las autoridades (Cfr. Páez de la Torre, 1987). Tanto en el Chaco como en la Puna, los movimientos rebeldes continuaban. A fines de junio de 1781, Zegada regresaba del Chaco con quinientos hombres, después de haber recorrido más de cien leguas. Sus tropas habían dado muerte al "capitán" Santiago, cacique rebelde, y habían tomado más de un centenar de prisioneros, los que fueron confinados en la reducción de San Ignacio de los Tobas. Durante los primeros meses de 1781 la ola revolucionaria ya había tomado los pueblos de Cochinoca, Santa Catalina y Rinconada, en la actual Puna jujeña (Cfr. Cháves, 1973). Aún cuando estos pueblos habían sido exceptuados por el rey de la obligación de la mita -dada la situación de exterminio que habían sufrido-, el crecimiento de los gravámenes y la crisis económica de la región favorecieron la labor de los núcleos rebeldes. Una de las situaciones económicas más perjudiciales para la población de esta zona era el cese de las exportaciones a causa de la Guerra con Gran Bretaña. La ruta comercial del Alto Perú, rica en metales y con un dinámico comercio mular, absorbía las consecuencias de esta crisis (Bidondo, 1980: 154). Desde mediados de 1780, los pueblos de la Puna ya conocían los pormenores de la sublevación de Chayanta y los levantamientos de Potosí y Chuquisaca. En La Rinconada, su gobernador indio -Manuel Callaguara-, alzaba el estandarte de la sublevación y se proponía atacar la ciudad de San Salvador de Jujuy "para destruirla y matar a sus pobladores". El sargento mayor Félix Apolinar Arias, de las milicias de Zegada, fue el encargado de castigar los intentos de los rebeldes del Perú en Casabindo, Guaca, Yavi, llevando prisioneros al indio Manuel Callaguara, y a Mariano, un hijo de éste. Ambos fueron condenados a muerte el 28 de junio, junto a Sebastián Caocota y otros jefes insurrectos. En ese momento, Túpac Amaru acababa de ser derrotado en Tinta y el gobernador Mestre ordenaba celebrar, en su región, la victoria y la paz (Acevedo, 1965: 44).

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Anatomía de la rebelión La actitud represora encabezada por el virrey Juan José Vértiz en el Virreinato del Río de la Plata fue tan cruel y violenta como en otras partes de América. El teniente coronel José Reseguín desplegó una intensa actividad en los focos de la rebelión en el Alto Perú, mientras que en la región del Tucumán le tocó actuar al gobernador Andrés Mestre. Este último, en su carta al Virrey Juan José de Vértiz del 24 de abril de 1781, da cuenta del alcance de las acciones en este escenario:

Estas novedades me hicieron apresurar mi salida de Salta, y habiendo llegado a ésta el 16, se me dió noticia que el comandante D. Cristoval López y Gobernador de armas D. Gregorio Zegada, habían logrado avanzar á dichos Matacos y apresar el número de 65 bien armados, 12 pequeños y 12 mugeres, la vieja que traían por adivina, y que los conducían a la ciudad.

Pero considerando el disgusto del vecindario, las ningunas proporciones de asegurarlos y transportarlos al interior de la provincia, sin un crecido costo de la real hacienda, y que en caso de traerlos era inevitable que escapándose uno ú otro se volviesen á sus países y sirviesen estos de guía para conducir á los otros por estos caminos que hasta hoy los tienen ignorados, con los que tendrían en continua alteración esta ciudad, y finalmente que la intención de estos fué la de ayudar á los Tobas, y poner en obra sus proyectos, incurriendo en la ingratitud que otras ocasiones, sin hacer aprecio de la compasión con que se les ha mirado siempre, manteniéndolos aún sin estar sujetos á reducción, y que su subsistencia sería sumamente perjudicial, los mandé pasar por las armas, y dejarlos pendientes de los árboles en caminos, para que sirva de terror y escarmiento á los demas; y se ha visto el fruto, pues los Tobas han dado muestras de arrepentimiento, y se han vuelto la mayor parte de ellos á su reducción (en De Ángelis, 1910, VIII: 518).

El gobernador Mestre ejecuta así la pena capital en más de noventa indígenas, incluidos mujeres y niños. Además condena a muerte a diez presos criollos, mientras que recurre a la medida de quintar veinte reos (ponerlos a levas en el ejército) y a otros dieciséis les manda estampar a fuego la señal "R" (rebelde) en la mejilla. Las sentencias también ordenan que los insurrectos sean degollados y que sus cabezas sean exhibidas en picotas en los distintos establecimientos reduccionales. Asimismo se castiga a los soldados que desampararon los fuertes y se unieron a los indios, mandando a que se los arcabucee por detrás "como traidores del Rey y la patria" (Cfr. De Ángelis, 1910, VIII: 521). Se determinó también que los cuerpos de los principales instigadores del movimiento -José Quiroga y Domingo Morales, su segundo, fuesen atados a la cola de un caballo de albarda y arrastrados por las cuatro esquinas de la ciudad de Jujuy. Después, se los ahorcaría y su cabeza y manos serían cortadas y repartidas "para que la vista de este espectáculo sirva de terror y ejemplo a todos los que, con tanta facilidad, se dejaron llevar de las falsas persuasiones del citado Quiroga"13 (Acevedo, 1965: 42). La sentencia contra Quiroga y Morales, programada para el 23 de abril de 1781, junto al arcabuceamiento de los otros

13 Oficio de Fernández Dávila al Gobernador Mestre, Jujuy, 3 de noviembre de

1781 (en Acevedo, 1965: 42).

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insurrectos, se aplicó tiempo después, por encontrarse éstos prófugos al momento de la condena, como se hace constar en una carta firmada por el gobernador14. En ese oficio, Mestre tiene la certidumbre de que la tranquilidad no estaría instalada definitivamente entre los tobas y matacos del interior del Chaco:

... como su natural inclinación a la libertad y el simulado odio que nos profesan no les permite segura reconciliación, ya impresionados del eco que les ha hecho el nombre de Tupaamaro, o persuadidos que el perdón que se les ofreció fuese cauteloso, les hizo desamparar segunda vez (sic) la reducción y retirarse a los montes (Acevedo, 1965: 43).

14 En su carta fechada el 25 de junio de 1782, el gobernador Mestre afirma,

con respecto a la ejecución de Quiroga y Morales, que "ha quedado Jujuy tranquila y libre del cuidado con que me temía el que pudiese dicho Quiroga continuar sus ideas, juntando parciales, que no le faltarían por su calidad, por su propensión a la novedad y al robo" (Acevedo, 1965: 42).

A pesar de ser un virrey ilustrado, Vértiz no tomó ninguna medida, conforme al criterio de la época, contra los excesos y la violación de Andrés Mestre al derecho indiano (Cfr. Lewin, 1976: 85-87). La violencia de los actos represivos causó honda impresión en los grupos indígenas. El 7 de abril de 1781, Don Nicolás Severo de Isasmendi informaba al Gobernador de Armas de Salta que sus indios pulares encomendados se habían retirado a un cerro creyendo que los españoles "se dirigían a pasar a cuchillo a todos los indios". La huida se había producido por razones de seguridad, en la convicción de que se les unirían los indios de Atacama (Cfr. Figueroa, 1984: 244; Madrazo, 1995: 149). Un análisis de los testimonios que relevan las acciones represivas encabezadas por los funcionarios coloniales, demuestra que el castigo corporal pulsa la historia de la rebelión. Los descuartizamientos van seguidos de sentencias ejemplares que ordenan la exhibición de diferentes partes de la anatomía de los sublevados. La mención, en los documentos del período, acerca de los lugares en los que debían mostrarse estos sangrientos trofeos, ofrece un mapa de la sublevación y un diseño de la articulación política, social y económica que impulsaba el movimiento (Cfr. Anexos, VII). La dinámica del escarmiento pretendía desarticular las redes prehispánicas que existían entre las comunidades del espacio andino y que convivían conflictivamente con el sistema colonial. Consecuencias de la sublevación Desafiando la fuerza de la enérgica represión ordenada por las autoridades, la rebeldía logró propagarse hacia zonas distantes:

La región andina, desde Jujuy hasta Mendoza, fue la que sintió más hondamente la sacudida profunda emanada de Tinta. El movimiento rebelde fue en ella tanto más intenso, cuando menos estaba alejado de su foco principal. Fuerte en las altiplanicies

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jujeñas, con su población indígena, ya antes de la conquista influida por la civilización incaica, y débil en Mendoza, donde el grito libertador llegó ahogado, no tanto por la lejanía, como por la falta de una capa social portadora directa y entusiasta de las ideas reivindicadoras. Esa capa existía, en cambio, en la puna de Jujuy, donde los indígenas padecían de los mismos males que sus hermanos de todas partes (Lewin, 1976: 77).

Como en las otras localidades de la región andina, en el Tucumán la rebelión de Túpac Amaru convulsionó los cimientos del andamiaje colonial sobre el que descansaba una sociedad multiétnica, en la que no sólo los indígenas se alzaron en protesta. El conflicto de las castas predispuestas a buscar su libertad, se veía agravado por la situación de las reducciones fronterizas luego de la expulsión de los jesuitas. Resulta paradigmático, entonces, que haya sido justamente un establecimiento reduccional el foco principal en el que se desató la rebelión en estos territorios del Virreinato. Por otra parte, una de las consecuencias del levantamiento fue la progresiva cohesión social de la clase más elevada en el gobierno. El patriciado de Salta y Jujuy se encargan de destacar, en los informes y correspondencia escritos durante la rebelión, sus méritos, sus sacrificios de lealtad y su heroicidad, con el fin de obtener privilegios especiales. De este modo, los militares participantes en la lucha armada fueron recompensados con grandes mercedes que contribuyeron a solidificar sus dominios en la última etapa de la conquista territorial y religiosa15.

15 En este sentido, la actuación de Gregorio de Zegada en el sofocamiento

de los brotes rebeldes del movimiento tupamarista lo hizo merecedor de una extensa merced de tierras chaqueñas otorgadas por el gobernador Mestre, como gratificación de los servicios que prestara a la corona española. En esos territorios fue establecida la misión de "Nuestra Señora de las Angustias de Zenta", de importancia clave para la posterior fundación de la ciudad de San Ramón de la Nueva Orán (Cfr. Poderti, 1995).

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II. ACTORES DE LA REBELIÓN

..."los personajes actuaron de manera aparentemente contradictoria, si se mira la historia desde la perspectiva del estado y de los grandes programas sociales. Los aliados de ayer se alinearon en bandos enfrentados. Los que debieron apoyar a un bando, por su posición enfrentada al orden de cosas, apoyaron a Rey y la continuidad. Los funcionarios reales y los defensores del orden establecido, pusieron sus fuerzas en el lado de la subversión. (...) La gran conclusión de nuestra historia local es que la gente actuaba guiada por sus contradicciones inmediatas. Que esas contradicciones, agudas en 1780, coadyuvaron a que la guerra se desatara."

LUIS MIGUEL GLAVE Los roles intercambiables Algunas sublevaciones andinas registran casos de inversión de roles que alcanzan connotaciones psico-sociales. Hay abundantes ejemplos en la rebelión de Túpac Amaru II y en insurrecciones más recientes: en 1780, don Matheo Pumacahua de Cuzco fue el principal opositor militar del jefe rebelde Túpac Amaru y en 1814 se hizo líder de la rebelión patriótica. En la mayoría de los casos, aquellas actitudes que en apariencia son humildemente pasivas esconden una resistencia potencial. El hecho de que los indios aparezcan como actores y no solo como objetos en situación colonial ejemplifica un modelo de estratificación interna de cada sociedad muy significativo de las acciones e intenciones de los agentes y agencias de dominación durante el período colonial. Las capas superiores de las antiguas comunidades aztecas e incas tenían una interacción mucho más diferenciada con los españoles que las masas y los grupos marginados y sin estado. Túpac Amaru II, como su antecesor del siglo XVI, recibió su educación y tuvo sus primeras experiencias entre los españoles. Como regla general, las acciones colectivas fueron encabezadas por individuos que tenían alguna experiencia del mundo no indígena (Cfr. Mörner, 1989: 163). Las pautas de negociación discursiva entre los distintos sectores de la sociedad colonial se manifiestan en la aparición de nuevas relaciones que sostienen los actores del momento:

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A lo largo del siglo XVIII, en todas las áreas indígenas de la América española, el poder local del sector de los caciques y principales se va debilitando progresiva pero definitivamente ante el creciente empuje de los criollos y los indios enriquecidos, favorecido por la reestructuración liberal de las colonias. En todo este período está en juego la supervivencia de las subsociedades indígenas en tanto que colectividades étnicas. Los caciques, temiendo el deterioro de su prestigio ante ambos interlocutores (sus súbditos" indígenas y los representantes del poder colonial), optarán, según el caso, por una mayor solidaridad con los indios campesinos o por la alianza definitiva con el poder colonial (Lienhard, 1992: 73).

Los mecanismos que se activan en la sublevación de Túpac Amaru responden a un juego de alianzas y factores de división que signarán el accionar de los diferentes actores. Así, los eventuales aliados ven en la rebelión campesina una herramienta de provecho para los sectores de poder, siempre y cuando el movimiento sea más o menos exitoso y no exceda ciertos límites de comportamiento. Si el movimiento fracasa, los aliados por lo general eligen el momento más apropiado para abandonar el movimiento y, a veces, hasta toman parte activa en su supresión. Estas situaciones de ambivalencia se instalan en todos los estratos de la sociedad y su observación analítica permite comprender en profundidad la evolución de un movimiento cuyo objetivo inicial era el de cambiar la relación entre las comunidades rebeldes y el mundo externo (Cfr. Mörner y Trelles, 1985). La actitud del clero. Al iniciarse la rebelión de Tinta existía una gran enemistad entre el poder eclesiástico y el poder civil, a tal punto que, cuando se produce el movimiento rebelde, el clero adoptó dos actitudes diferentes: la de repudiar abiertamente el movimiento y trabajar de manera decidida en favor de las autoridades, o la de simpatizar con el movimiento. Esta división interna entre los eclesiásticos es de muchísima importancia por cuanto sus miembros tenían gran ascendiente sobre los indios, debido a un trato cotidiano más comprensivo que el de los funcionarios civiles, y era común que las huestes rebeldes "se amansasen con la predicación de los sacerdotes" (Valcárcel, 1975: 134). En este sentido, son significativas las actitudes ambivalentes de muchos párrocos criollos de las aldeas que ocupaban posiciones de autoridad local no muy fáciles de vigilar y que podían utilizar su papel de intermediarios entre gobierno y rebeldes para asegurar su supervivencia (Cfr. Mörner y Trelles, 1985). Los religiosos adversos al movimiento insurreccional permanecieron en sus curatos, aceptando los riesgos consiguientes. Los que siguieron a las banderas rebeldes permanecieron en sus Doctrinas y acataron las órdenes obispales, ayudando disimuladamente al movimiento, algunos sin tomar público partido por no contradecir sus votos y otros colaborando abiertamente con Túpac Amaru. La nómina de eclesiásticos procesados en esta etapa es tan amplia, como la de frailes que trataron de contener los excesos de los partidarios de la rebelión (Cfr. Valcárcel, 1975: 133-142). Entre los religiosos que tuvieron una actuación descollante en el transcurso de la gran sublevación se menciona al cura de Tarata, Mariano Moscoso y Oblitas16, quien colaboró

16 El doctor Ángel Mariano Moscoso y Oblitas, quien se desempeñara durante treinta años como Cura de Tarata, parroquia del obispado de Santa Cruz de la Sierra, es el mismo que se designa para ocupar el obispado de la diócesis del Tucumán. Nombrado para este cargo eclesiástico por el Papa Pío VI en 1788, tomó

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con los soldados de las milicias que sofocaban a los insurrectos. Otro cura párroco, el de la villa de Laso, el Dr. José Dávalos, procuró aquietar a las tropas de Túpac Amaru. Mediante súplicas no consiguió más que el permiso para dar sepultura a los cadáveres del corregidor Prado y sus acompañantes. Sin embargo los indios desenterraron el cadáver de Prado y le cortaron la cabeza para llevarla a la Audiencia de la Plata o dársela a su Inca (Cfr. De Ángelis, 1910, VIII: 298-299). Un papel protagónico le cupo al Obispo de Cuzco, Juan Manuel de Moscoso y Peralta, con quien Túpac Amaru intercambió correspondencia clave en diciembre de 1780 y que, sin dudas, es una de las figuras más polémicas de la rebelión. Aún cuando "la claque anti-española de los criollos en torno al obispo Moscoso, al parecer logró eliminar las huellas de sus actividades subversivas anteriores" (Mörner y Trelles, 1985: 18), en el transcurso de la confrontación, Moscoso llegó a convertirse en un tenaz detractor de Túpac Amaru17. De

posesión de la diócesis en 1789 y tuvo una importante participación en el proceso fundacional de la ciudad de San Ramón de la Nueva Orán en Salta (Cfr. Toscano, 1907: 466-472, Poderti, 1995).

17 Acerca del influjo del obispo Juan Manuel Moscoso y Peralta en la concepción programática de Túpac Amaru, Lewin aclara: "Por de pronto, es indudable que el obispo (peruano de nacimiento) y el inca Túpac Amaru II se conocían y trataban. Además existe una amplía -pero tremendamente contradictoria- documentación sobre el papel del diocesano cuzqueño en los acontecimientos insurreccionales de 1780. Nosotros creemos que prueba cabalmente que el obispo, aun cuando extremadamente adverso a los españoles europeos, no tenía ninguna vinculación con el movimiento rebelde indígena"... (1976: 21). Luis Miguel Glave, en su análisis de la figura del arequipeño y criollo obispo del Cuzco, expresa: " Hay quienes abiertamente lo ubican como rebelde y hasta quienes lo exculpan de toda participación, pasando por los que sugieren que sobre la marcha cambió de bando (...) parece claro que era un hombre de su tiempo, envuelto en el conflicto de poder que entonces se desató. Lo que está fuera de toda duda es que una vez que la rebelión tomó las enormes dimensiones que le conocemos, Moscoso hizo lo indecible por dejar claro su Realismo, en ese entender entonces es seguro que no pondría entre los aliados del bando estatal a ninguno cuyo apoyo pudiera estar en tela de juicio" (1992: 154-55).

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una forma u otra, el obispo continuó participando activamente en los tramos finales del conflicto generado ante los abusos de los representantes del poder peninsular, sugiriendo la concesión de un indulto para Diego Túpac Amaru y sus seguidores, en enero de 1782 (Cfr. De Ángelis, 1910, VIII: 349- 439). Esta oscilación entre diferentes roles dentro del movimiento insurreccional se refleja en una carta dirigida por Moscoso al obispo de La Paz, donde el primero explica los alcances de su participación en los hechos:

Reconociendo las ventajas del enemigo, y la debilidad de nuestras fuerzas [...] y que si alguna vez se acordó algún expediente favorable a nuestra necesidad, nunca se egecutó [sic]: no perdonando arbitrio, ni medio que contribuyese a defender la patria y cortar la rebelión, me metí a soldado, sin dejar de ser Obispo: y así en lo más grave de este conflicto, armé al clero secular y regular, como en el último subsidio, nombré al Dean de mi catedral, D. Manuel de Mendieta, por Comandante de las milicias eclesiásticas... (De Ángelis, 1910, XVIII: 446) *18.

Indios, corregidores, obispos y disfraces. Los diferentes protagonistas de la sublevación entraman sus actuaciones para generar una red textual con características novelescas. Uno de los personajes claves en la reconstrucción del relato insurreccional es el del corregidor de Chayanta, Don Joaquín de Alós. Los textos epistolares firmados por Tomás Catari describen sus desencuentros con el corregidor en estos términos:

... a mi regreso encontré en mi provincia un corregidor ambicioso, de leónicas entrañas, nombrado D. Joaquín Alós, quien paniaguado con un mestizo, nombrado Blas Bernal, que obtenía mi empleo, consiguió ocultar los despachos superiores, castigándome con crecidos tormentos de azotes, prisiones, ya en la cárcel de corte de la Real Audiencia, consiguiendo ocultar mi justicia, mediante los depravados intentos y cavilaciones de este corregidor, acreedor este al propio nombre de Lutero y Calvino (en De Ángelis, 1910, VIII: 469).

Tomás Catari, indio principal del ayllu Collana, del pueblo de Macha, se presentó a fines del año 1778 ante el Virrey de Buenos Aires. Luego de un viaje de 600 leguas llegó, miserablemente vestido, para presentar quejas contra el corregidor Alós y su cobrador de tributos, Blas Bernal. Joaquín de Alós, de la orden de San Juan, había llegado de España para hacerse cargo de la provincia de Chayanta pero a causa de sus actos hostiles contra los vecinos y naturales, estaba bajo amenaza de muerte. Fue prevenido por el Rey para que tratase a los indios con prudencia y sagacidad. La Real Audiencia de la Plata, con el fin de librar al corregidor del peligro y apaciguar a los rebeldes, otorgó la libertad a Tomás Catari pero la situación empeoró y Joaquín de Alós tuvo que huir de Chayanta, comisionando a Manuel de Valenzuela para que cobrase los repartos de su provincia, recibiendo un porcentaje de los mismos (Cfr. De Ángelis, 1910, VIII: 473-75). De la segunda huida del corregidor se hace referencia en la Relación Histórica, en un

18 La negrita, en los casos marcados de aquí en adelante (*), es mía.

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episodio ocurrido dentro de las jurisdicciones de la Gobernación del Tucumán. Allí se narra que Don José Reseguín, cumpliendo órdenes del Virrey, salió de Buenos Aires el 19 de febrero de 1781, con el fin de incorporarse a las tropas del Puesto de los Colorados, distante 460 leguas de la capital del virreinato. En el trayecto por Jujuy, Reseguín se encontró con varios españoles fugitivos, quienes le daban novedades sobre los alcances de la sublevación en las provincias de Chichas, Cinti, Lipes y Porco y de la huida de Joaquín de Alós hacia Salta:

D. José Reseguín (...) recibida la instrucción del Virrey se puso en camino por la posta, sin que lograsen detenerle los eficaces esfuerzos y ruegos que emplearon los vecinos de Jujuy, y los de muchos españoles fugitivos, que por todo el camino encontraba(...), que median hasta la villa de Potosí y ciudad de la Plata, cuya noticia confirmaba el corregidor de Chayanta, D. Joaquín de Alós, que disfrazado de religioso franciscano, iba huyendo por no caer segunda vez (sic) en manos de los sediciosos (en De Ángelis, 1910, VIII: 294) *.

En aquel clima de disfraces e intercambio de papeles, el obispo Moscoso presenta, en su extensa carta dirigida al obispo de La Paz, el caso de un indio que se transforma en obispo:

En lo trágico de la escena, no solo se representó el papel de rey por Túpac Amaru, y de virrey por Tupac Catari, sino también el de Obispo en Nicolás Villca, indio natural de la hacienda de Pachamachay de la doctrina de Challabamba, jurisdicción de Paucartambo, [...] situada en una montaña áspera e inaccesible. Se hizo obispo, conformándose su circunspección, proceridad de su persona y calva estendida [sic] desde el cráneo hasta el cerebro, que le hacía espectable con el carácter que figuraba, según se me presentó. Se cactaba [sic] veneraciones de tal; besábanle las manos, postrábanle la rodilla, distribuía bendiciones, y persuadía a los suyos, que los eclesiásticos no hacían guerra, y solamente debían defenderse... (en De Ángelis, 1910, VIII: 449). *

El tema del cambio de vestidos es un motivo corriente en los episodios de la sublevación. Así cualquier traje es útil si se trata de salvar la vida:

Volvieron en tropel á la iglesia, y hallaron que los que habían quedado sacaban a D. José Ibarguren, vestido de muger, trage que tomó para confundirse con el sexo, y estando rezando con las demás, lo acusó un criollo. Acometiéronle furiosos, conocido por los zapatos, y arrancándole de los brazos de su propia consorte, á quien el dolor obligó a salir en seguimiento de su marido, y á quien consolaban los homicidas, con decirle: 'no llóres, que nosotros no tenemos la culpa, porque estos lo egecutamos por órden de D. Jacinto Rodríguez' (en De Ángelis, 1910, VIII: 288).

Jacinto Rodríguez, quien en un acto popular fuera nombrado Justicia Mayor de la villa de Oruro, es un personaje que actúa como aliado de los indios y colabora con dineros del erario para los fines rebeldes. En un momento genera una curiosa disposición:

D. Jacinto Rodríguez, convenido con la muger del capitán de aquellas milicias, D. Clemente Menacho, intentaron que todos los españoles usasen el traje de los indios. Salió de esta conformidad por las calles, vestido de terciopelo negro con ricos

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subrepuestos de oro; amenazaba á todos serían víctimas de los rebeldes, sino le imitaban, porque se persuadirían eran europeos, á que se convinieron por librarse de la muerte, y en un momento logró la transformación que deseaba, adoptando los hombres prontamente la camiseta ó unco de los indios, y las Señoras dejando sus cortos faldellines aseados, vistieron los burdos y largos acsos de las indias (en De Ángelis, 1910, VIII: 289)19.

La dinámica de disfrazar las fisonomías también se convierte en una estrategia válida para que algunos grupos indígenas del noroeste argentino, en alianza con algunos criollos, avancen en sus planes rebeldes:

...ayer tarde vino un mozo que habita en las Capillas, distante siete leguas de esta, quien expresó haber el día antes ido á su casa, y de paso para la reducción, un hombre á quien no conocía (pero era aindiado) y le previno que para el miércoles estuviese dispuesto con sus caballos, y se disfrazase, untándose de barro la cara, pues él iba á traer su gente, y entre ella á dichos indios... (en De Ángelis, 1910, VIII: 514).

Cacicas, guerreras y adivinas. La actuación de las mujeres durante la sublevación es un elemento indicativo de la transgresión social que se opera en tiempos de revuelta. Antes de la conquista española, las reinas incas encabezaban una red política que conectaba a las mujeres de todo el imperio, más la Corona impidió a las nativas nobles el ocupar cargos en las estructuras de gobierno colonial establecidas para los descendientes de la élite incaica (Cfr. Silverblatt, 1990: 90). Aún así, el recuerdo del rol femenino en la sociedad andina antes de la invasión extranjera perduró entre las mujeres de la clase alta de la casta vencida. Esta identificación con la

19 La contraposición de modelos culturales pulsa constantemente los relatos de la sublevación y contribuye a crear la otra versión de la historia. Así, en uno de los informes elevado por Diego Cristóbal Túpac Amaru, fechado en Azangaro el 18 de octubre de 1781, él dice de los funcionarios españoles: ...porque estos infelices, abandonando sus ánimas por su codicia, han tenido la desenvoltura y arrojo de repartir por fuerza contra toda voluntad y razón, v.g., las bayetas y cuchillos que valen á dos reales, los daban á peso, como la libra de fierro mas inútil y perverso: y á esta semejanza los polvos azules, agujas de Cambray, dedales alfileres, naipes, trompas, espejitos y sortijas de laton, que no sirven a los naturales, y mucho menos los terciopelos y fardos, con otros efectos de seda y de Castilla, que jamás visten los indios desdichados, que por lo regular viven sugetos á vestir las jergas más ruines del Perú, á dormir en camas compuestas de trapos, y comer ó sustentarse de raíces y alimentos los mas insípidos de sus países (en De Ángelis, 1910, VIII: 417).

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dinastía incaica femenina del pasado, habría de estallar en los movimientos políticos que intentaban recrear en parte la organización social y política del imperio incaico. Las mujeres de cuna noble jugaron un papel decisivo en las rebeliones andinas del siglo XVIII, pero cobran singular importancia en la sublevación de Túpac Amaru, movimiento que fue co-liderado por su esposa, Micaela Bastidas Puyucawa. Hija de Manuel Bastidas y de doña Josefa Puyucawa, miembros de una familia tradicionalmente afincada en el pueblo de Pampamarca, Micaela se había casado con Túpac Amaru a los 20 años. Tuvo tres hijos varones con el lider: Hipólito, Mariano y Fernando, todos bautizados por el cura Antonio López de Sosa, quien también había casado a Micaela y José Gabriel en Surimana. Ella fue la principal consejera de Túpac Amaru, junto al Consejo de los Cinco, y su incansable actividad para resolver problemas administrativos, catequizar a los caciques remisos, impulsar la propaganda, incrementar la tropa o reunir informes sobre las provincias amigas y contrarias, prueba lo acertado de su elección para el cargo de jefe interino, puesto que ocupó mientras Túpac Amaru intentaba invadir las provincias del sur. Micaela Bastidas tenía bajo su responsabilidad los traslados personales, los envíos de mercancías y la expedición de salvoconductos y permisos especiales. Ella decidía acerca del despacho de cartas y propaganda a los pueblos o jurisdicciones importantes. En momentos claves de la sublevación, Micaela transmitió noticias captadas por sus espías acerca de preparativos de las fuerzas militares de Lampa y Arequipa. El sistema de comunicaciones entre Tungasuca y los pueblos del sur estaba compuesto por un servicio de chasquis a caballo y arrieros que cargaban en su piaras los fusiles y cañones que debían ser trasladados hacia los puntos de ataque. Aunque ella misma, como cualquier otro jefe, acataba las órdenes de Túpac Amaru, su temperamento la empujaba a efectuar críticas y retoques a los planes de su esposo, y le reprochaba su excesiva confianza en momentos de peligro. Al comenzar la rebelión, Micaela consideró que la ejecución del corregidor Arriaga era un hecho preventivo, por cuanto éste pretendía asesinar a Túpac Amaru. Asimismo, cuando el caudillo trató de marchar sobre el Cuzco doña Micaela consideró prematuro su avance, el que juzgó adecuado que se realizara luego del triunfo de Sangarara. Este consejo fue desoído por Túpac Amaru y los sucesos posteriores confirmaron lo acertado del plan de su esposa. Más tarde, informada Micaela acerca de que algunos eclesiásticos escribían al obispo del Cuzco, mandó cerrar sus iglesias para que no fueran utilizadas como centros de actividad contrarevolucionaria. Su temperamento sanguíneo y su frecuente autorecriminación por desaprovechar varias oportunidades de triunfo eran sus características personales más destacadas. Afirmaba que toda violencia innecesaria era perjudicial para el prestigio del movimiento y por ello, Micaela castigaba duramente a los jefes tupacamaristas que cometían excesos. En su correspondencia, Micaela se dirigía a su esposo con el apelativo de "muy querido Chepe", ostentando su faceta de compañera y amante. Micaela Bastidas gozó de gran prestigio entre los suyos, como se desprende de la correspondencia que con ella entablaron los caciques, gobernadores y particulares, en las que se dirigen a la "Reina" para solicitarle consejo (Cfr. Valcárcel, 1975: 115). El episodio de su muerte en la plaza del Cuzco, está teñido del horror que acompañó los ajusticiamientos de los sublevados en aquella nublada jornada del 18 de mayo de 1781:

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Luego subió la india Micaela al tablado, donde asimismo, á presencia del marido, se le cortó la lengua, y se le dió garrote, en que padeció infinito, porque, teniendo el pescuezo muy delgado, no podía el torno ahogarla, y fué menester que los verdugos, echándola lazos al pescuezo, tirando de una y otra parte, y dándola patadas en el estómago y pechos, la acabasen de matar... (en De Ángelis, 1910, VIII, 376).

Otra de las líderes destacadas en esta rebelión fue la cacica Tomasa Titu Condemayta, quien durante la rebelión detentaba el cargo de jefe provincial de Acomayo, en el departamento de Cuzco. A los cuarenta años ejerció el cacicazgo de Acos (Quispicanchis), pueblo donde había nacido y en el que era propietaria de casas, chacras, animales y otros bienes. Fue la persona de confianza de Túpac Amaru y Micaela Bastidas y su posición acomodada favoreció su accionar estratégico en la causa revolucionaria. Además de ser una activa planificadora y consejera del matrimonio Túpac Amaru en materia de estrategia logística y militar, Doña Tomasa encabezó una brigada de soldados femeninos que alcanzaron mucha fama al defender exitosamente el puente de Pilpinto, anexo del pueblo de Accha Urinsaya (provincia de Paruro) de las tropas españolas (Cfr. Silverblatt, 1990, Valcárcel, 1970). Su participación en el ejército insurgente y aquel memorable triunfo armado femenino fue considerado una obra de la brujería dentro de la mentalidad de la época. La cacica de Acos fue condenada al cadalso junto a los jefes principales en 1781 (Cfr. De Ángelis, 1910, VIII: 376). Una mujer de gran importancia en las actuaciones revolucionarias fue doña Cecilia Túpac Amaru, "la de los ojos negros penetrantes; la de la estatura pequeña y grácil" (Valcárcel, 1970: 139). Hija de Marcos Túpac Amaru y doña Marcela Castro, Cecilia nació en Surimana y se había casado con Pedro Mendigure, uno de los principales capitanes de José Gabriel. La prima hermana del caudillo tenía 26 años cuando se enroló en la causa de la rebelión y, aunque no tomó parte en las expediciones militares, estuvo en Piccho cuando se produjo el sitio de Cuzco. Su carácter y decisión se ponen de manifiesto en anécdotas como la protagonizada en un ataque de artillería, cuando Cecilia culpó a Francisco Cisneros por la desaparición de la pólvora y quiso castigarlo, intentando sacarle los ojos con una escoba o con las manos. Su aversión hacia los españoles y los mestizos era proclamada continuamente y su fidelidad al movimiento le llevó a pedir que, si era necesario, ejecutasen a su marido si no ayudaba a su primo con la eficacia esperada. Mientras repartía "plata y coca" a los indios que combatían contra los soldados enemigos, criticaba enérgicamente a los funcionarios reales, afirmando que "por causa de los Corregidores ya no tenía lana el pellejo en que dormían" (Valcárcel, 1970: 140). Cecilia Túpac Amaru era considerada más peligrosa que Micaela Bastidas, sobre la cual ejercía continua influencia. Fue humillada con la condena a prisión y destierro, previa pena de doscientos azotes en las calles públicas de la ciudad -la que debió soportar sobre un burro aparejado y con medio cuerpo al desnudo-, en compañía de Juan Bautista Túpac Amaru, medio hermano del caudillo. No alcanzó a salir al destierro, pues murió a consecuencia de los maltratos en la cárcel de Cuzco, el 19 de marzo de 1783. En el Alto Perú otra mujer asume el papel de caudillo y lidera un segmento clave de la secuencia revolucionaria: el sitio de la ciudad de La Paz. Para llevar a cabo esta misión, mientras otros jefes alcanzaban distintas localidades andinas, Bartolina Sisa despliega una inteligente estrategia ofensiva:

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Quedaba la Paz, cercada por segunda vez por la famosa Bartolina, muger ó concubina de Catari. Valiéndose del arbitrio empleado contra Sorata, los sitiadores hacen represas en el río que pasa por la ciudad, y forman una inundación que rompe sus puentes, y causa los mayores estragos. Tal vez hubiera tenido que ceder su intrépido defensor Segurola, si no hubiese aparecido Reseguín, que venía á socorrerle con 5.000 hombres (en De Ángelis, 1910, VIII: 271).

La "virreina" Bartolina Sisa, compañera de Túpac Catari, era una chola de 26 años a quien le tocó protagonizar también un destino trágico ligado al final de toda una familia rebelde. En el momento más crítico del movimiento, parte de los indios solicitan una amnistía y entregan a la esposa de Túpac Catari para obtener el perdón, "procurando de este modo sanar un vicio con un crimen" (Valcárcel, 1970: 287). En la Plaza Mayor de La Paz, Bartolina fue sacrificada junto a Gregoria Apaza, hermana de Túpac Catari, en 1782. La primera llegó desde el cuartel con una soga al cuello, atada a la cola de un caballo y la segunda vino montada en un burro. Las dos mujeres, caudillas del alzamiento indígena fueron llevadas por las calles de la ciudad portando un aspa de palo, a modo de cetro en la mano y coronadas con espinas, mientras los presos barrían con ramas el camino. Luego de la horca, sus cabezas y manos fueron distribuidas por la región. Mientras persistía la sedición, un jefe leal al Rey se afanaba para conseguir la paz a cualquier precio. En este cometido, Reseguín descubría en los indios poderes sobrenaturales, propósitos ocultos, falsas promesas de paz, maneras de actuar y astucia para mantener a sus partidarios en la lucha sin perder de vista la esperanza del triunfo. Entre los indígenas que solicitaban perdón se encontraba la joven Ana Huallpa. Reseguín quedó impresionado con la claridad de su inteligencia, llegando a definir a esta mujer como "otra doña Marina, a quien debió Cortés tantos aciertos" (Cfr. Valcárcel, 1970: 290). En los actos armados protagonizados por las tropas leales al rey Carlos III, la participación de las mujeres también es un hecho que impresiona a los cronistas de la sublevación:

Serían las 12 de aquel día, cuando se pusieron en marcha nuestras tropas, y llegando al campo se presentó al Comandante un espectáculo agradable, que le anunciaba la victoria, y fué reconocer que un crecido número de mugeres, mezcladas y confundidas entre la tropa, deseaba con ansia entrar en función: este raro fenómeno, cuanto lisonjeaba el gusto, arrancó lágrimas de aquel gefe, que egercitó toda su habilidad para disuadirlas se apartasen de tan peligroso empeño, con el cual únicamente habían conseguido ya una gloria inmortal, y aunque se les mitigó el ardor, nunca se pudo lograr se retirasen, y permanecieron en el campo de batalla, ó bien para que su presencia inspirase aliento á los soldados, ó para que sirviesen de socorro en cualquier infortunio (en De Ángelis, 1910, VIII: 280).

La red de relaciones que se desarrolla durante la rebelión indígena es compleja. Así, mientras algunas mujeres de la élite nativa fueron alabadas como heroicas participantes en la lucha contra el régimen peninsular, otras fueron despreciadas por manipular las instituciones coloniales en beneficio propio. Uno de los más duros ataques de los seguidores campesinos de Túpac Amaru se materializó en la destrucción de las propiedades de Doña Antonia Chuquicallata, una rica mujer de la nobleza nativa de Azangaro (Cfr. Silverblatt,

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1990, 90-91). Aún cuando algunas mujeres indígenas pudieron aprovechar los nuevos lugares sociales asignados en la contienda, su historia representa un pequeño porcentaje de los pobladores andinos. La violencia desatada tiene como blancos predilectos a las mujeres, tal como puede leerse en muchas secuencias del movimiento:

...en efecto lo practicó el mismo Orellana hasta alguna distancia, para impedir los daños que recelaban egecutasen con los indios de Icho de la jurisdicción de su provincia, que no habían faltado desde entonces á la fidelidad: diligencia infructuosa, pues cuando llegó á dicho pueblo, ya habían degollado á todas las indias, vengándose con esta inhumanidad, de la fidelidad de sus maridos, que estaban alistados en Puno, siguiendo constantemente las banderas de su legítimo Soberano (De Ángelis, 1910, VIII: 334).

En el Tucumán, a las mujeres les correspondió ocupar el papel de víctimas de la crueldad y la represión ordenada por el gobernador Mestre. Los informes dan cuenta del ajusticiamiento de mujeres y niños, al tiempo que dejan entrever la organización social de los grupos indígenas del Chaco, en los que se resalta la figura de la "vieja adivina" (De Ángelis, 1910, VIII: 518), portadora de la sabiduría ancestral de su pueblo. La construcción de la imagen de Túpac Amaru. Dramatización de la historia incaica Franklin Pease ha destacado, dentro de los aspectos políticos de la rebelión, que la actitud de autoproclamación real por parte de Túpac Amaru resultaba, a los ojos de los españoles, más interesante -y más fácilmente sancionable- que la de proclamarse Inca. Pero debe considerarse que Túpac Amaru se dirigía simultáneamente a públicos diferentes: sus dirigentes y seguidores andinos junto a otros grupos a quienes debía hablar en distinto lenguaje. Este problema ha derivado en posturas historiográficas que diversifican las posiciones de los sublevados como "fidelistas" al rey y, simultáneamente, como portadores de la expresión de rechazo hacia las autoridades locales de los corregidores. En este sentido es interesante notar que, aunque la dirigencia de los movimientos del siglo XVIII estuvo conformada mayormente por curacas -muchos de ellos descendientes de los incas del Cuzco-, debe destacarse también la progresiva participación de mestizos y criollos en el movimiento insurreccional, participación relacionada con la necesidad de sectores dirigentes de la sociedad colonial de comandar la sublevación indígena. Túpac Amaru se dirigía a mestizos y criollos, pero a lo largo de la cronología de su rebelión el acento andino fue intensificándose y, con él, la utilización del término Inka para designar a su jefe. La presencia de una ideología mesiánica constituye, según Franklin Pease, un telón de fondo, del mismo modo que la presencia personalizada en la figura del Inca en las rebeliones de esta centuria es evidencia y sustento de sus dirigentes. José Gabriel Túpac Amaru se presentó públicamente como descendiente de los incas y, a la vez, como Inca. Tiempo antes de alzarse en rebelión, él mismo había iniciado diferentes trámites administrativos y judiciales20 para lograr el reconocimiento de su condición por parte de las autoridades

20 En 1777, Túpac Amaru llevó adelante un juicio contra las pretensiones de la familia Betancur-Tupa Amaro, puesto que ambas familias se consideraban descendientes de Felipe Tupa Amaro, último inca de Vilcabamba ejecutado en los tiempos del virrey Toledo (Cfr. Pease, 1992: 318).

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españolas (Cfr. Pease, 1992: 321-328). La caracterización como Inca y Rey define la imagen de Túpac Amaru que se construye en la escritura del momento, tanto en las cartas y edictos que él dirige a indios y a criollos, como en la literatura pasquinesca. Los pasquines abundan en imágenes que buscan legitimar o deslegitimar esa identidad real. La instalación de un contenido rebelde a partir de la transgresión lingüística es uno de los principales mecanismos que vehiculizan la proclamación de un soberano que ha de proteger los intereses de sus pares (Cfr. Godenzzi, 1995: 71):

El general Inca viva jurémosle ya por Rey, porque es muy justo, y de ley que lo que es suyo reciba. Todo indiano se aperciba a defender su derecho porque Carlos con despecho los aniquila y despluma, y viene a ser todo en suma robo al revés y al derecho. Tanto daño penetrado vengarse a gasto cumplido pues españoles han sido autores del mal causado morirán con el soldado Alcaldes, Corregidores, ricos, pobres, y Oidores. O no he de ser Túpac Amaru. (Godenzzi, 1995: 68).

Los pasquines de réplica dejan en claro la invasión de roles por parte de un advenedizo:

Es el caso y es muy raro que un indio sin Dios ni ley se propusiese ser Rey por llamarse Tupamaro. (Lewin, 1980).

Continuando con la compleja caracterización de los actores de la rebelión, una noticia aparecida en un diario de Arequipa el 4 de enero de 1781 describe el atuendo real de Túpac Amaru al entrar en Azangaro, el que incluye -curiosamente- una prenda propia de la jerarquía episcopal:

Algunos que últimamente han llegado fugitivos de la provincia de Azangaro, aseguran que cuando entró el rebelde en dicha provincia, traía a su lado cuatro hombres enmascarados, los que no trataban con ninguno, y esta noticia se ha repetido, y conviene con la que dio Zavala, y es como sigue: El ejército es muy considerable, y fuera de la infantería, llevaba sobre mil hombres de caballería, españoles y mestizos,

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con fusiles, y al lado izquierdo y derecho de Tupac-Amaru iban dos hombres rubios y de buen aspecto, que le parecieron ingleses. Tupac-Amaru iba en un caballo blanco, con aderezo bordado de realce, su par de trabucos naranjeros, pistolas y espada, vestido azul del terciopelo, galoneado de oro, su cabriolé en la misma forma, de grana, y un galón de oro ceñido en la frente, su sombrero de tres vientos, y encima del vestido su camiseta, o unco, figura de roquete de obispo, sin mangas, ricamente bordado, y en el cuello una cadena de oro, y en ella pendiente un sol del mismo metal, insignias de los príncipes, sus antepasados (en De Ángelis, 1910, VIII: 350).

Esta escena, que constituye una dramatización acerca del poder y las características de la función suprema en el estado incaico, se enmarca dentro de la tradición del homenaje ritual Inca, que se actualizaba, según los cronistas, en ritos imperiales artísticamente elaborados, destinados a glorificar la dinastía y a afirmar su origen celestial21. Algunas de esas escenificaciones, como los autos sacramentales, tenían lugar en los atrios de las iglesias, durante el tiempo de Corpus22. El famoso drama quechua Ollantay (escrito hacia la segunda mitad del siglo XVIII), junto a la Suma y narración de los Incas de Juan Betanzos (1548-56) y la Yntrución del Inga don Diego de Castro Titu Cussi Yupangui (1570), también se recrean los motivos del homenaje ritual Inca y dramatizan los conflictos de la resistencia antiespañola. Ninguno de estos textos pertenecería a formas u obras teatrales semejantes al drama occidental. Esto se debe a que, mientras el teatro occidental culto parece centrarse en los conflictos de conciencia provocados por las circunstancias de la vida social y política, el espectáculo incaico tiende a enaltecer la función del qapaq inca, a celebrar el presente dinástico y a actualizar la armonía entre el sistema político del Tawantinsuyu y el sistema cósmico. Como acto ritual, el espectáculo incaico no trabaja especialmente el "suspense" dramático, esencial en el teatro europeo (Cfr. Lienhard, 1992: 152-153). Allí se sugieren, en el texto escrito, los elementos visuales del espectáculo. Los homenajes rituales a los Incas articulaban cantares

21 El vigor de la cultura neoinca en el siglo XVIII se puede comprobar en

la violencia de su represión después de la derrota del levantamiento tupamarista. La sentencia del visitador Areche contra Túpac Amaru es también una sentencia contra la sociedad y la cultura neoinca. Se prohibe la producción de cualquier signo que pueda recordar a los 'difuntos monarcas': trajes, ornamentos, retratos, las 'comedias u otras funciones públicas de las que suelen usar los indios para memoria de sus dichos antiguos incas', ciertos instrumentos musicales antiguos como los pututos, etc. También se prohibe la firma de Inca, que 'hace infinita impresión en los de su clase'. Túpac Amaru solía firmar: 'Don José Gabriel Tupa Amaro Inca de la sangre real y tronco principal de los reyes', lo que implicaba todo un programa político. Se exige, al mismo tiempo, una castellanización acelerada de la población andina (Cfr. Lienhard, 1992: 74-75).

22 A este tipo de representaciones festivas pertenecen las obras de los "Doce pares de Francia" o las peleas entre "Moros y Cristianos" que se encontrarán en las danzas (taquis) indígenas que se ejecutan hacia 1610 en Cuzco. En 1559, el Diario de Lima recoge la escenificación de una pelea entre reyes: ... salió el rey Inca y peleó contra otros dos reyes hasta que los venció y cogió el castillo y puesto todos dos reyes ofrecieron las llaves al Príncipe que iba en un carro retratado; y salieron a la plaza todos los indios que hay en este reino, cada uno con sus trajes; que fueron más de dos mil los que salieron que parecía la plaza toda plateada de diferentes flores, según salieron los indios bien vestidos y con muchas galas (en Flores Galindo, 1986: 65-66).

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épicos con acompañamiento rítmico-musical, danzas guerreras, todas manifestaciones en las que adquiría un lugar central la presentación de las imágenes de los Incas. La solemne entrada de Túpac Amaru II en Azangaro constituye una imagen de alto contenido mesiánico, que modeliza la entrada de Jesús en Jerusalén, antes de su sacrificio. Pero además, como en otros relatos y dramas en los que se ejercita el homenaje ritual, la vestimenta del Inka deberá competir, en majestuosidad y riqueza, con la del monarca español, como una forma de mostrar su poderío. Una de las representaciones de la figura del Inca brindada por la iconografía de la época, de importancia clave para reconstruir esta imagen de Túpac Amaru II, es el retrato pintado por Oblitas, en el que el jefe aparece montado a caballo y ostentando las vestiduras reales del incario23.

23 Antonio Oblitas -cuzqueño criado en Arequipa-, era esclavo del

corregidor Arriaga. Él mismo colaboró en la causa de Túpac Amaru y fue el verdugo de su amo en Tungasuca. Liberado de su esclavitud, el zambo pintó el retrato del jefe rebelde en un rústico tablón de madera. Este cuadro fue hallado en Tinta, colgado de una horca, cuando entró al pueblo el mariscal de campo José del Valle, al mando de las tropas españolas. El retrato se extravió al remitirse los expedientes del proceso, en siete cajones, a la metrópoli por la vía de Buenos Aires. Existen descripciones del mismo, que coinciden en señalar que, en la pintura, Túpac Amaru monta su caballo, al aire libre, luciendo las vestiduras de Hijo del Sol y sus insignias de rey: el casco de plumas, la triple corona y la borla colgante, el sol de oro sobre el pecho y en un puño el cetro erizado de púas. Alrededor del jinete el pincel de Oblitas ha reproducido escenas de victoria contra las tropas coloniales: "en la cabeza las insignias por ser las del Ynga descendiente de sangre real, y havérselo mandado el Revelde, el bastón porque continuamente lo cargaba; que al lado está la expedición á Sangarara, representando la Yglesia quemada con las llamas que salían de ella, y varios muertos, y otros a quienes desnudaron; al otro [lado] la cárcel de Sangarara, y los Yndios quemándola, y otro Yndio agarrando por los cabellos al Carcelero; arriba un quitasol con que andava continuamente" (en Valcarcel, 1970: 77).

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Durante el período independentista se representa en el Coliseo de Buenos Aires la obra titulada La rebelión de Túpac Amaru, atribuida al conocido dramaturgo criollo Luis Ambrosio Morante, -quien había nacido en Montevideo y poseía indudable ascendencia indígena- y era autor de diversas piezas que se estrenaron en ese teatro, considerado un verdadero escenario de la Revolución. La rebelión de Túpac Amaru tiene la influencia francesa y el inconfundible contenido patriótico-revolucionario que caracterizan a las obras de las primeras décadas del siglo XIX. Consta de cinco actos y está escrita en verso. Un comentario del periódico "El Argos", el 2 de junio de 1821, expresa que la pieza "se atribuye a Morante" (en el libreto figuran las iniciales L. A. M), aunque "parece francesa". Sin embargo, Ricardo Rojas sostiene que la obra no es la traducción y versión de una obra francesa. Morante contaba con la información brindada por el Inca Garcilaso de la Vega y el deán Gregorio Funes y, por lo tanto, la obra podría corresponderle por completo a este autor central en el teatro de la emancipación (Rojas, 1948/9). Los personajes principales del texto son Túpac Amaru, Micaela Bastidas y Santelices, mientras que en un plano secundario se encuentran el visitador Arriaga, el Corregidor, y el jefe indígena Catari, entre otros. Santelices, hijo criollo del corregidor español, recrimina a su padre su empeño por reprimir la rebelión indígena:

"No queráis pertinaz y alucinado que vuestro nombre sea eternamente inscripto en el detall de los tiranos"

Una vez iniciado el enfrentamiento, el Corregidor cae en manos del Túpac Amaru y éste se propone ajusticiarlo. Su mujer, Micaela Bastidas se lo reprocha enérgicamente:

"Teneos... (Inca Túpac Amaru! (Qué! )Tú hablas de la virtud y asesinar pretendes al padre de tu amigo? Quien se jacta descender desde Manco no es posible que con la crueldad pacte alianza."

La actitud de Micaela Bastidas con respecto al Corregidor, presenta una dosis de ingenuidad en la esposa que aún no alcanza a comprender, desde su exagerado idealismo humanista, que el Corregidor se apresurará a incorporarse a sus fuerzas para destrozar a quienes acaban de perdonarle la vida. La caracterización estética del personaje femenino, ajustada a los condicionamientos de la época postvirreinal, entra en colisión con los testimonios historiográficos sobre esta mujer de actuación fundamental en la lucha rebelde (Cfr. apartado anterior). Túpac Amaru acepta dejar en libertad al corregidor, y la Bastidas exclama jubilosa:

"Ved, amigos, una lección de las heroycas almas"

Más adelante, Catari destaca el triunfo de la revolución de los americanos a partir de la sublevación indígena:

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")No abatieron del Anglo la soberbia haciendo que los trate como a iguales y respete su augusta independencia?"

Dando pie a Micaela Bastidas para completar la idea:

"(Oh! Nord-Americanos (Oh, mis héroes! (Nuestros modelos en tamaña empresa! Como vos detextamos los tiranos; como vos detextamos las cadenas; como vos aspiramos a ser libres."

En la culminación dramática, el joven Santelices se incorpora a las filas rebeldes y jura luchar por "la Libertad del Sud". Túpac Amaru, caracterizado como "el Inca", lo recibe con alborozo y exalta su gesto en la vibrante estrofa final:

"Ven. Este último rasgo te declara la igualdad con nosotros. (Compañeros! Hagamos ver a cuantos nos degradan lo que pueden los Sud-Americanos cuando la libertad sus brazos arma." (Ordaz, 1980/6: 325-326).

Como puede observarse, el texto es sugerente y tiene un final triunfante, al presentar la derrota de las fuerzas indígenas sobre los ejércitos coloniales. Según Ordaz, "en situaciones tan difíciles para la patria, llegar hasta el bien conocido desenlace trágico del alzamiento del Inca de Tungasuca hubiese provocado desaliento y desorientación entre los espectadores, y Morante procuró siempre afirmar la fe y acrecentar la esperanza de una América del Sur libre y cumpliendo sus propios destinos." (Ordaz, 1980/6: 327). La rebelión de los pasquines Como actores protagónicos de la rebelión, los pasquines también ocupan un lugar importante dentro de los discursos y actos de rebelión anticolonial. La producción de pasquines es significativa y vasta en la segunda mitad del siglo XVIII y está conformada por un conjunto de textos escritos anónimos, que da cuenta de los procesos revolucionarios y emancipadores en las colonias americanas. Desde el punto de vista formal, los pasquines son escritos breves, en prosa o en verso -generalmente octosílabos- que hacen uso de un lenguaje sencillo, claro y conciso. En el léxico utilizado se marca, con frecuencia, la voluntad de transgredir las normas del buen uso del lenguaje (expresiones irreverentes, insultos, coprolalia, etc), como acompañamiento necesario de los contenidos rebeldes y los efectos subversivos de estos textos:

Me cai...go en la buena unión de españoles y franceses; me cai...go trescientas veces en la gran expedición;

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me caigo en el espadón y en la trinchera también Me caigo en todo ese tren de morteros y cañones y me caigo en los mandones, por siempre jamás, amén

(en Godenzzi, 1995). Algunos de estos pasquines eran acompañados de dibujos que representaban de un modo grotesco a autoridades españolas, sentadas sobre burros y en camino a la horca. Desde el punto de vista semántico, los pasquines revelan una estructura elemental que organiza el significado de estos textos. La idea de "tiranía" resume la situación colonial denunciada constantemente, la que se expresaba a través de la imposición de nuevos gravámenes, alcabalas, quintos, establecimientos de aduanas, estancos, etc. La "tiranía", personificada por el visitador, los corregidores, los aduaneros y demás autoridades que introducen cargas insoportables para sus súbditos, se opone a la unidad semántica "buen gobierno", que tiene como promotores a un soberano de estas tierras (un nuevo Inca), -quien protege los derechos de sus "paisanos" americanos"-, o bien al Rey de España, a quien se supone defensor de los vasallos y dador de las leyes justas. De ahí que algunos pasquines se presenten como "fidelistas" y otros como "separatistas". También hay pasquines que oscilan entre una y otra postura, reflejando el estado de ánimo de los criollos:

El regente es botarate El virrey un elemento Cada oidor un zumento y el acuerdo un disparate. No hay quien ate, ni desate Ningún con juicio sospeche todos con cursos de leche y para decirlo más claro Se cagará Tupac Amaro En ellos, Lima y Areche... Si vence Tupac Amaro Malo, malo, malo Si el visitador Peor, peor, peor y en questa indiferencia El virrey y la ciudad paciencia, paciencia, paciencia... Exmo. Señor A vuestra Excelencia toca declarar quién es peor )Si Tupac Amaro o el Visitador?

El rechazo a la tiranía en la mayor parte de los pasquines significa rebelarse contra las

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autoridades coloniales, desconociendo su legitimidad e intentando su eliminación si persisten las injusticias. Por ello es insistente la exhortación para dejar de lado la pasividad e indolencia y comenzar a desencadenar acciones concertadas que transformen la sociedad. Desde este punto de vista, los pasquines no sólo son anuncios, señales o signos de situaciones revolucionarias, sino que resultan también actos de condena, amenazas de muerte, declaratorias de acciones violentas o bien se traducen directamente en actos de agitación, persuación, enfurecimiento, puesta en aprietos e intimidación (Cfr. Godenzzi, 1995). Cada pasquín llega a ser entonces un verdadero "acto de rebelión", lo que ha motivado que muchas veces se haya nominado a la sublevación de Túpac Amaru como "la rebelión de los pasquines". En un rápido recorrido, puede repasarse el accionar de estos "auténticos manifiestos revolucionarios" -como los llama Lewin (1967)- en las diferentes zonas del arco andino. El 5 de noviembre de 1766 aparecieron en Santiago de Chile varios pasquines en contra del establecimiento del estanco del tabaco, suscitándose temor en las autoridades. El 4 de marzo de 1780, en La Paz, aparecen pasquines que preceden el motín del 12 de marzo de 1780, en los que los conspiradores obligaron a las autoridades a prometer la suspensión del establecimiento de la aduana. En Arequipa hubo un fuerte movimiento de protesta en contra de los gravámenes aduaneros. Entre el 1 y el 14 de enero de 1780 aparecieron varios pasquines que forzaron al corregidor a publicar un bando en el que se suprimía la Aduana. En el Cuzco se forma un núcleo de rebeldes, dirigidos por Lorenzo Farfán de los Godos, grupo que se manifestó a partir de pasquines hasta que sus integrantes fueron apresados y condenados a muerte. En Cochabamba los movimientos se iniciaron el 6 de abril, con la aparición de tres textos que también obligaron a suspender, en Cabildo Abierto, el régimen aduanero. En otras ciudades y pueblos peruanos aparecieron escritos subversivos contra los impuestos y gabelas. En Buenos Aires, hacia 1779, también se generaron pasquines en contra de la elevación de la tasa de las alcabalas (Cfr. Anexos, VI). La presencia de pasquines en las distintas poblaciones andinas significa un signo inequívoco de la existencia de un núcleo revolucionario. Estos textos son en sí mismos actos de insurgencia política, y su decir es también un hacer, por cuanto implican un programa de reorganización política de la sociedad, propuesta en la que participan diferentes sectores de la sociedad colonial. Por su naturaleza, el pasquín es un espacio escriturario que permite la alianza, la expresión o el rechazo de los distintos grupos y personas participantes: indígenas, criollos, españoles y hasta el mismo Rey (Godenzzi, 1995).

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III. UN OLVIDADO MANUSCRITO DE SALTA

...El Rey lo diputó para venir aeste Reyno del Perú a componer las alteraciones presentes de Joseph Miguel Túpac Amaru, y como en estas tierras tiene gran parte el Estado Eclesiástico, lo obligaron a aceptar la dignidad Episcopal del Obispado de Arequipa que estaba vacío, para deste modo ser mas atendido de los Ministros que no atienden al pobre frayle. El Rey le dio 42 mil pesos para su vestuario y conducción: de Madrid caminó a Lisboa, dessa vino a Río de Janeiro en donde se consagró, de aquí por Santa Catalina, Río Grande a Montevideo: su equipage mandó por Cabo de Hornos a su obispado... (Manuscrito del Convento de San Francisco)

En el año 1993, en el transcurso de una investigación sobre textos fundacionales en la región del noroeste argentino24, encontramos en el Archivo del Convento de San Francisco de Salta una hoja suelta, archivada en una carpeta con documentación diversa (Cfr. Anexos, I). Las características del texto nos tentaron a realizar una versión paleográfica con el fin de desentrañar algunos aspectos de suma importancia para los estudios sobre la escritura de este período (Cfr. Poderti, 1995a). La contextualización del manuscrito y las derivaciones que surgen de su entretejido historiográfico y literario son los principales temas de este capítulo.

24 Proyecto de investigación "Textos fundacionales en el NOA: historia y

literatura, dependiente del CONICET, (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), Secretaría de Ciencia y Tecnología, República Argentina.

El documento ha funcionado así como eje motivador para ahondar en las circunstancias de un momento clave en la historia de Latinoamérica. Las sucesivas relecturas del manuscrito permiten relevar la actitud de los distintos actores sociales -como la del clero- frente a los procesos de rebeldía de las principales ciudades del arco andino, uniendo dos puntos distantes y a la vez contiguos en la secuencia histórica de la sublevación: Arequipa y Salta. Estos dos espacios, como los otros mencionados en el manuscrito, habrán de

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configurar los centros simbólicos de una vasta zona que se fue encendiendo, paulatinamente, con la fuerza de la protesta generada en los sectores marginados de la sociedad colonial. El manuscrito del Convento de San Francisco La costumbre vigente en las instituciones religiosas era la de llevar, en sus libros de información interna, una relación de los sucesos del pasado que tuvieran alguna conexión con hechos de la vida conventual de ese momento. Como se desprende del uso de tiempos verbales y de la remisión historiográfica precisa, se puede afirmar que el manuscrito se refiere a un acontecimiento inmediatamente posterior al estallido revolucionario gestado en la provincias peruanas: la visita de un obispo hacia fines del año 1782 o principios de 1783 al Convento de San Diego de Salta. En las primeras líneas puede leerse la enumeración de algunos funcionarios y personal de servicio, probablemente de una delegación que se hospedara en el convento. Luego continúa la descripción de otra comitiva de religiosos entre los que se encuentra un obispo, cuya figura resulta, en suma, atractiva y enigmática. La descripción, tipo predominante en el texto, tiene características literarias, intensificadas por el tono irónico desplegado a través del comportamiento semántico de los adjetivos:

Es de notar que este obispo solo tenía de obispo el sombrero negro aforrado de verde, y una crus pequeña pendiente de cuello por pectoral, en todo lo demás, era un pobre frayle capuchino con barba de palmo y medio, el hábito mui angosto, color de chocolate, descalso en todo, con solo unas suelas que resguardavan las plantas de los pies, y en todo parecía en esqueleto tapado con el pobre hábito franciscano (folio 1).

Para remarcar el carácter enigmático del religioso visitante, se hace constar que el mismo no había anunciado su llegada, que permaneció hospedado en la Capilla de San Francisco Solano y que, al partir, dejó una limosna de 32 pesos. El tema del pobre fraile, cuya alta investidura no es reconocida por los religiosos del convento, se relaciona con motivos mítico-legendarios como el del peregrino o el dios que llega a los pueblos disfrazado de pobre ermitaño, tradición incansablemente recreada desde la mitología griega en adelante25.

25 Con referencia al motivo del peregrino que no es reconocido en su identidad real, Ovidio, al referirse al lago de Frigia, relata que Júpiter y

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Mercurio llegaron al lugar en figura humana, disfrazados de peregrinos, pidiendo posada de puerta en puerta, servicio que les era negado en todas partes, excepto en la morada de Filemón y Baucis. Por otra parte, relatos de diferentes tradiciones culturales recogen el motivo del anciano desconocido que llega pidiendo alimento y no es atendido, resultando ser el mismo Dios. La crónica de Guamán Poma de Ayala y la relación de Santa Cruz Pachacuti, también se hacen eco de ese tópico legendario al relatar que, según los antiguos, Dios visitaba a los indios disfrazado de pobre ermitaño (1980). Relatos de este tipo perviven hasta hoy en literaturas como la peruana (José María Arguedas) y en la leyendas que se refieren a destrucción de ciudades y a castigos ejemplares (Cfr. Reyes Gajardo, 1968). En el corpus legendario del noroeste argentino, este tópico, que reconoce sustratos orientales y occidentales, aparece en las leyendas sobre poblaciones sepultadas, como las de la ciudad de Esteco (Cfr. Poderti, 1997).

De la breve reseña sobre el pasado del obispo resulta que éste ha sido hijo del marqués de González, que ha servido como militar en los Reales Ejércitos y que, por su condición religiosa, habría renunciado a los honores militares -no así a los sueldos de brigadier vivo en Indias-. Se hace alusión a diversos acontecimientos históricos en los que este personaje ha tomado parte, como un combate en el morro de la Habana, donde los ingleses luchan contra el Ejército de Murcia. El religioso había estado en Italia, Filipinas, Cartagena de Indias, España, México, Menorca y finalmente llega a los Reinos del Perú "para componer las alteraciones" causadas por José Gabriel Túpac Amaru. En su itinerario de viaje el obispo recorre las ciudades de Madrid, Lisboa, Río de Janeiro, Santa Catalina, Río Grande, Montevideo, Cabo de Hornos, Chuquisaca, Potosí, Buenos Aires y Salta. Desde ese último punto proseguirá por Chuquisaca, Potosí, Oruro, La Paz y Cuzco hasta llegar a Arequipa, su distrito episcopal (folio 1 vta.). El Convento de San Diego de Salta La Iglesia de San Francisco, de donde proviene el manuscrito, fue fundada en el año 1572, obedeciendo a las reales órdenes de fundar conventos franciscanos en las Indias Occidentales y principalmente en la provincia del Tucumán. Esta iglesia debió ser de barro y cañas, como las de su época, aunque en 1674 fue reedificada (Cfr. Auspurg y Solá, 1982: 94-98). Con el florecimiento de la vida conventual, durante el siglo XVII se emprende la construcción de grandes edificios. La tercera iglesia de San Francisco, cuya piedra fundamental se colocó el 17 de setiembre de 1759, fue inaugurada oficialmente el 30 de julio de 1769. Esta nueva construcción incluía nueve capillas y, sobre el lado sur de la iglesia, numerosas habitaciones para los religiosos. En el año 1759, la comunidad franciscana de Salta tenía once sacerdotes que se dedicaban a la evangelización en tiempo

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de profundos cambios políticos y de paulatino despoblamiento de las reducciones misioneras (Cfr. Pistoia, 1989: 58-74). En el año 1778, la familia religiosa del convento de Salta estaba formada por el superior, dos predicadores y cinco profesores. Hacia 1798 había en el convento 14 frailes, como resultado de un trabajo emprendido a fines del siglo XVII y afianzado en la primera mitad del XVIII. Según relata Pistoia:

Las comunidades, con su cultura y formación religiosa, supieron campear el temporal de las repercusiones de la sublevación de Túpac Amaru en 1780 y de la Revolución Francesa en 1789. Cultura y formación que hicieron de la provincia franciscana de la Asunción una de las más prometedoras de la orden (1989: 62).

El establecimiento de los Misioneros de Propaganda Fide en la ciudad de Salta fue posible a partir de la cesión del antiguo Convento de San Francisco, perteneciente a la provincia argentina de la Asunción de la Virgen del Río de la Plata. En mayo de 1856 el Dr. Isidoro Fernández, fiscal de la diócesis de Salta, presentó al papa Pío IX la petición para fundar un colegio de religiosos de Propaganda de los Reformados de San Francisco de Asís, en el antiguo convento de San Francisco (Pistoia, 1989: 75). Durante el período en el que fechamos el manuscrito, se encontraban en Salta misioneros franciscanos de la rama de "La Recoleta". La misma se había originado en España, en el siglo XVII, cuando San Pedro de Alcántara realizó la reforma de las constituciones y fundó el grupo con el fin primordial de un regreso a la observancia más estricta de los preceptos de la orden. Arequipa en el siglo XVIII Así describía a la ciudad de Arequipa y a sus habitantes Guamán Poma de Ayala, a principios del siglo XVII:

La dicha ciudad de Arequipa la fundó el teniente general don Francisco Pizarro siendo Papa Paulo, emperador y rey don Carlos, esta dicha ciudad tiene muy nobles caballeros y vecinos y soldados, gran servidor de Dios y de Su Majestad, y no ha habido sospecha en ellos ni pleito ni mentira, revuelta, y tienen iglesias y conventos muy aderezados y con toda policía y cristiandad, humildes y bien criados, temerosos de Dios y de la justicia y de Su Majestad; y tienen mucha caridad y amor de prójimos y la tierra de buen temple, abundancia de comida, mucho pan y mucho vino, y poca carne y mucha fruta, y rica gente de plata de Potosí y de oro de Carabaya, y amigo de los pobres, todos se quieren como hermanos así españoles como indios, negros... *

Pero la sociedad idealizada por el cronista se modificaría sustancialmente, como los otros escenarios andinos, a partir de las reformas borbónicas que promovieron una apertura económica que acarrearía consecuencias en los terrenos social y étnico. Las presiones fiscales y los cambios en el orden de la producción, el trabajo y el comercio trajeron aparejada la integración creciente del campesinado al mercado y el principio del proceso de desintegración de la sociedad indígena, que respondió en repetidas ocasiones a las agresiones de la sociedad dominante.

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La diócesis de Arequipa -cuyo obispado ocupaba el religioso del texto que presentamos- estuvo desde un primer momento situada en la línea de levantamientos. Según se consigna en la documentación de la época, la rebeldía arequipeña se había manifestado en enero de 1780, a través de pasquines colocados en las puertas de las principales iglesias (Cfr. Godenzzi, 1995: 65), como forma de protesta ante el aumento de gravámenes y el establecimiento de la aduana propiciados por el visitador José Antonio de Areche. Aunque en muchas ciudades peruanas se habían producido desórdenes, en ninguna alcanzaron las proporciones que se registraron en Arequipa26. Uno de los movimientos más importantes fue el de la ciudad de Misti, allí donde la aduana fue cerrada ante los ataques de criollos e indígenas (Cfr. Cháves, 1973: 47-53). Los motines de Arequipa a comienzos de 1780 ofrecieron el testimonio más persuasivo de la compleja situación que se gestaba entre las diferentes clases sociales. Sin embargo

26 ... en tal distrito el corregidor no sólo había hecho tres

repartimientos de mercancía en dos años, distribuyendo bienes a los mestizos que vivían en las haciendas así como a las comunidades indias, sino que también había tratado de poner a mestizos, mulatos y cholos como tributarios indios, pidiendo a los curas párrocos que revisaran el registro bautismal con objeto de precisar la situación étnica correcta de los individuos sospechosos. Pronto las cárceles estuvieron llenas de infortunados que no podrían cubrir el costo de todas estas exacciones. (...) El resultado de toda esa presión fiscal fue un motín popular, movimiento inspirado en parte por la élite local, ayudada por los franciscanos, motín en que las casas de la aduana fueron quemadas hasta los cimientos, y su director tuvo que huir de la ciudad para salvar la vida (Brading: 1991).

..."los eventos arequipeños distan mucho de ser una mera protesta antifiscal. Fue una clara expresión de antagonismos de clase. Los que no tenían recursos, los pobres, atacaron a los 'ricos'. Fue un frente de grupos diversos, que incluyó un contingente de indios de las parroquias, clientes de los muleros y transportistas que se alzaron y que eran sus patrones y socios. Indios y mestizos que acudían por igual a las tabernas y chicherías de la ciudad, comunicaron el sentir de un inicio de hostilidades y la oportunidad de descargar una furia que se acumulaba por décadas" (Glave: 1996).

Los primeros atisbos de la sublevación de Túpac Amaru tuvieron, en este clima de descontento, importante repercusión entre los habitantes de esta provincia del Perú. Según consigna Valcárcel (1975) Arequipa se convirtió en refugio de los insurrectos que huían por el sur. En un edicto dirigido por Túpac Amaru a sus vasallos de Arequipa, fechado el 23 de diciembre de 1780, éste declara sus intentos independentistas, prometiendo que "en breve se verán libres del todo", refiriéndose a las "amenazas hechas por el reino de Europa". La autenticidad de esta pieza documental es refrendada, según Lewin (1980), en el contenido

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de un pasquín aparecido en aquella ciudad como réplica al citado edicto:

Y pues el indio ha exhortado a criollos, atrevido a seguir el vil partido que alevoso ha fraguado

para que entienda el alzado que a todas luces se engaña, criollo es el que desengaña y exhorta a la necia plebe que sólo conocer debe por Padre y Rey al de España (Lewin, 1980: 3; Godenzzi, 1995).

En abril de 1781, un oficio del visitador general José Antonio de Areche al Virrey de Buenos Aires le participa la prisión de Túpac Amaru y la pacificación de las provincias de Condesuyo, Arequipa, Chumbivilcas y Tinta, entre otras (Cfr. De Ángelis, 1910, VIII: 367). El obispado de Arequipa. En la segunda mitad del siglo XVIII, el obispado de Arequipa se encontraba visiblemente desarticulado a raíz de las reiteradas renuncias de varios prelados, situación que hacía dificultoso el gobierno eclesiástico de la diócesis. La problemática socio-cultural del momento obligaba a los obispos a intervenir en la vida cotidiana de las ciudades, promoviendo campañas en pos de la moralidad suntuaria en los vestidos de las damas de Arequipa y Moquegua, tratando de sanear aquel ambiente un tanto paganizado del siglo XVIII27.

27 El prelado Juan Cavero de Toledo, ya en el año 1734, había expedido un

auto que condenaba las modas de las mujeres de la diócesis, argumentando en contra de "los faldellines altos, mangas de camisa remangadas, cuellos tan abiertos que traen los brazos y pechos desnudos, haciendo ostentación de la deshonestidad". En estos casos las penas se extendieron, "por cooperación", a los maridos y aún a los sastres (Egaña, 1966: 857).

Otro debate que se instaló al promediar la centuria se basaba en el plan, propuesto al Rey por el decimocuarto obispo, Jacinto Aguado, que esgrimía la conveniencia de que los obispos no fueran "hijos de la tierra, sino importados de España, porque los nativos carecen de salud y de libertad de actuar, por las muchas relaciones que les atan." (Egaña, 1966: 859). Luego de graves conflictos con las autoridades locales, Aguado tuvo que salir de la ciudad, entregando sus poderes al cabildo. Diego Salguero, el decimoquinto obispo de Arequipa falleció en 1769, luego de cinco años de episcopado y le sucedió el Dr. Juan Manuel Moscoso y Peralta, quien permaneció allí hasta 1770. Manuel Abad e Illana -hasta ese momento Obispo de Córdoba del Tucumán-, se hizo cargo de esta sede en 1772. Su celo lo movió a remontar la problemática

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afrontada por los obispos anteriores, en el sentido de exigir que los curas no permitiesen que los caciques tuvieran indias jóvenes de servicio o emitir prohibiciones acerca de los lujosos vestuarios femeninos, pero sus intentos fueron frustrados por los mismos corregidores y ciudadanos. Luego de la visita de Areche, el ambiente se iba condensando en la ciudad y en la provincia. Para entonces, el obispo ya advertía al virrey Guirior acerca del clima de revueltas que iba en aumento:

No quiero repetir a V. E. lo que sabrá muy bien, es a saber, los grandes trabajos que suceden y tememos sucedan con los indios. Hasta ahora han sido corderos; ya van comenzando a ser leones, y, si nos acometen, o moriremos indefensos, o nos entregaremos a discreción. Fuerza es, pues, armarse; Arequipa no cuenta con más de 100 escopetas, y ésas de particulares... (en Egaña, 1966: 860).*

Hacia 1778 el obispo ya había solicitado que se admitiera su renuncia a la mitra, favor que no se le concedió. Abad e Illana falleció en Arequipa el 1 de febrero de 1780. El humilde obispo Sucedió, como decimoséptimo obispo de Arequipa, el fray capuchino Miguel González (o de Pamplona), uno más en la serie de obispos ultramarinos renunciantes. Los datos que la historia nos provee coinciden con la descripción del obispo protagonista del documento que estudiamos:

... de familia de título, marqués el padre de González, y la madre marquesa de Burgueto; dióse el vástago a las armas en su primera juventud, hasta que, cansado de sus galones de coronel, hízose fraile en Guastalla (Méjico). De sacerdote volvió a España y, tras una excursión misionera por Marruecos, regresó a Nueva Granada. Otra vez navegaba hacia España cuando, prisionero de los corsarios ingleses, fue llevado a Londres, hasta que, liberado, pudo presentarse en Madrid (Egaña, 1966: 861).

Según relata el manuscrito, durante el año 1782 o hacia principios del siguiente, el Obispo González pasó por la ciudad de Salta y se hospedó en el Convento de San Diego. Sin embargo la historiografía eclesiástica poco dice de esta circunstancia:

Inquieto viajero, sorprendióle la mitra de Arequipa, y, sin poder alejarla, la hubo de ceñir cuando en Río de Janeiro le consagró el obispo don José Mascarenhas Castelblanco, el 30 de junio de 1782. Desde Buenos Aires, por tierra, atravesando el Alto Perú, en febrero de 1783, entraba en Arequipa, con sus sesenta y cuatro años de edad (Egaña, 1966: 862).

El pontificado de Fray Miguel fue breve, pues en 1785 pidió que se le exonerase de su cargo, nombrando un auxiliar para la sede28. En los primeros meses de 1786 salió de su ciudad y,

28 Acerca de las circunstancias que pudieron determinar el rechazo del fraile al desempeño de altas jerarquías eclesiásticas, los datos registrados por el secretario del obispo en un libro conservado en el archivo arzobispal de Arequipa ("Razón de lo que se va despachando por la secretaría de cámara") permiten esclarecer que el retiro de fray Miguel estuvo acompañado de una autorecriminación por haber aceptado un obispado para el cual ni su edad ni su preparación anterior le capacitaban (Egaña, 1966: 862).

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por La Paz, bajó a Arica para navegar hasta Lima. Aunque el virrey de Croix dudaba en concederle la salida hacia la península, el obispo atravesó el mar en diciembre de 1786, mientras en sentido contrario navegaba una real orden que disponía que se quedara en Arequipa hasta la llegada de su sucesor. Le sucedió Pedro José Chávez de la Rosa, oriundo de Cádiz, quien llegó a su distrito episcopal en 1788, habiendo sido promovido a la sede sudperuana en 1786, por el papa Pío VI. Comparada con la obra de Chávez, de memoria imperecedera en la historia de la sociología peruana, las gestiones de los obispos anteriores parecen deslucidas y carentes del empuje reformador que caracterizó la misión del inteligente prelado. Los intentos de unificación del cabildo, la reforma de las monjas de Santa Catalina y la campaña de saneamiento moral de la sociedad, en contra de las lujosas indumentarias de las mujeres, fueron también los desafíos de su gobierno29 y demuestran que los objetivos perseguidos por sus antecesores imponían la presencia de un prelado dispuesto a enfrentarse con las jerarquías eclesiásticas y las autoridades civiles del momento. Sin embargo, también Chávez se agregó a la nómina de obispos renunciantes en 1804, y se instaló en Cádiz hasta sus últimos días. Fray Miguel González, el humilde obispo de nuestro manuscrito, falleció en su convento de Madrid, el 1 de marzo de 1794. Sobre los pormenores de su corta gestión Antonio de Egaña comenta:

29 El espíritu reformista que sostuvo el obispo Chávez en relación a las

tres preocupaciones mayores de su antecesor son detalladas por Egaña: "Hubo de entender en la reforma de su cabildo, dividido desde la salida del obispo fray Miguel por la elección del provisor (...) Pero todavía mayores problemas le crearon las monjas de Santa Catalina, cuya reforma había intentado su predecesor (...) Entre estas revueltas de sacristías y conventos, Chávez se mantuvo digno y justo; celoso contra las demasías del lujo femenino, cerró las puertas de los templos a los indumentos indignos"... (1966: 864-65).

Bien hubiera querido fray Miguel sosegar los ánimos, ya excitados por el caso Túpac Amaru; reformar a los sastres arequipeños y a las dueñas encopetadas disciplinarlas un tanto, y no menos a las monjas de Santa Catalina; girar una amplia visita pastoral y reducir a las viudas y doncellas mendicantes en el hospicio de pobres de la capital episcopal; que el público ayunara con motivo del terremoto de 1784, cuando él personalmente, cargado con pesada cruz y descalzo, presidió la procesión de penitencia en su ciudad y se proponía subir al airado Misti y celebrar allí una misa; pero, no logrando su propósito, hizo que se colocase en la boca del cráter una cruz de hierro. Hermosas iniciativas del prelado y realidades también hermosas, como la fundación de los capuchinos en Arica (1784), matizaron este corto pontificado...

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(Egaña, 1966: 862). Escindido entre la virtud y sus secretas limitaciones, el obispo González no logró cumplir el mandato real. Cabe preguntarse si, de haber estado presente en el fuego más intenso de la rebelión, el fraile Miguel elegiría repudiar el movimiento o tal vez, convocando su pasado militar, se hubiera sumado a las fuerzas insurrectas para combatir contra la injusticia y el caos social.

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IV. LA IMAGEN DEL INCA EN EL PENSAMIENTO ANDINO

Los recuerdos orales se presentan con una temporalidad propia y diferente de la histórica, con categorías individuales, mas no personales, sino ejemplares. Pero si los hombres andinos -como todos los que participan de las culturas tradicionales- no podían ofrecernos una visión histórica del comienzo de la dominación española y del tiempo posterior, sí podían reaccionar y reaccionaron dando su imagen a través del mito y del movimiento mesiánico que encierra en sí los primeros elementos de una historicidad...

FRANKLIN PEASE

Relatos orales e historiografía andina Las culturas narrativas orales utilizan historias de acción humana para guardar, organizar y comunicar su saber. En estas culturas, la narración se identifica como una estructura depositaria capaz de reunir gran cantidad de conocimientos populares en manifestaciones relativamente sustanciales y perdurables, sujetas a la repetición. De hecho, una cultura eminentemente oral desconoce la trama lineal climática y larga, al modo de una epopeya o novela, pero puede organizar la narración más breve con un clímax implacable. Durante mucho tiempo, la palabra "leyenda" ha designado a una actividad semiritual y, a la vez, una "narración no acreditada históricamente". Esta significación de la leyenda como noticia de acontecimientos del pasado que carece de documentación histórica, destrona a esta forma del universo de lo "verdadero". Según Jolles, en muchos casos la "Historia" parece actuar como enemiga de la leyenda; la amenaza, la persigue, la calumnia e interpreta equivocadamente sus palabras:

Partiendo de una actividad mental, lo que en otra actividad mental era positivo, se convierte en negativo, lo que fue verdad, se convierte en falsedad. La tiranía de la "Historia" llega a afirmar que la leyenda no existe y que no es otra cosa que un muy tímido peldaño preliminar con respecto a la "historia" misma (1977: 65).

Sin embargo, debe tenerse en cuenta que la historiografía occidental surge, en parte, del entramado que la historia compartió con la literatura y el discurso más arcaico del mito (Cfr. White, 1992: 62). En este sentido, es interesante recordar la observación de Raúl Dorra, acerca de que Herotodo -el Padre de la Historia- llamaba historia (indagación) a la parte miscelánea de su obra, mientras que a la sección que hoy llamaríamos historiográfica -a la narración de hechos pasados- le llamaba logoi (dichos). De modo que lo que para

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nosotros es historia, para él era "leyenda", en la medida en que las leyendas son el resultado de un "decir", no de un "leer" (Dorra, 1995). Muchos de los relatos legendarios relevados entre las comunidades del noroeste argentino constituyen importantes eslabones en el proceso de articulación de las tradiciones populares con la historia (Cfr. Poderti, 1997). Las primeras leyendas de América se gestan en el momento mismo del encuentro entre diferentes tradiciones culturales. El aura de misterio que envolvía al continente recién descubierto generó leyendas como las del Paitití, el Dorado y el Amazonas (Cfr. Levillier, 1976). La leyenda del Paitití creó un espacio imaginario en la geografía andina del descubrimiento y la conquista de América e implicó un desarrollo significativo de la cartografía. Junto a los cálculos que pretendían, rigurosamente, precisar las formas y dimensiones de los nuevos territorios, surgió una geografía imaginaria, especie de horizonte onírico de los conquistadores. El ámbito del Paitití nació como resultado del entrecruzamiento entre tres tradiciones culturales: la dualidad andina, los sueños de los españoles y los mitos tupíguaraníes. Su localización, durante el siglo XVII, se identifica con un ambiente selvático. Es el ámbito del Paraíso Terrestre, que ocupa un lugar preponderante en el imaginario colonial. La selva, de ser un espacio imaginario de la utopía andina, se convirtió en el epicentro de un movimiento social que fortaleció la verosimilitud del Paitití y alentó a los rebeldes de Huarochirí, en 1750. Treinta años después Túpac Amaru se proclamará soberano del Gran Paitití. Estos y otros tantos relatos generados en los distintos momentos de la colonización permiten el encuentro entre la memoria y lo imaginario en lo que Flores Galindo llama la "utopía andina" (1986). En la memoria oral el recuerdo adquiere las dimensiones de mito. En este sentido, los relatos sobre Inkarrí se integran a ese cúmulo de manifestaciones de la cultura popular andina. En general, los diferentes relatos del ciclo mítico de Inkarri relevados en el arco andino, coinciden en narrar que los conquistadores cercenaron la cabeza del Inca, que desde entonces está separada de su cuerpo. Cuando ambos se encuentren terminará ese período de desorden, confusión y oscuridad que iniciaron los europeos, y los hombres andinos (los runas) recuperarán su historia30. El carácter mesiánico de los relatos populares vinculaba claramente a la imagen del Inca con la ciudad del Cuzco, cuya función como ciudad sagrada estaba ya recuperada en el siglo XVIII. Otras manifestaciones de este mesianismo son mencionados en la documentación colonial: antes de 1750 se informaba sobre una profecía atribuida a Santa Rosa de Lima, en la cual se anunciaba que en dicho año se devolvería el Perú a sus legítimos dueños, los incas31. Al

30 Una concepción similar a la de Inkarri parece haber inspirado ese relato quechua titulado "El sueño del pongo", de José María Arguedas (1986: 257-266), en el que un colono de hacienda, humillado por un terrateniente, se imagina cubierto de excrementos. El relato culmina con el señor a sus pies, lamiéndolo. Esta inversión de la realidad es el viejo y universal sueño del campesino que espera "que algún día la tortilla se vuelva". Pero en los Andes, donde los conflictos de clase se confunden con enfrentamientos étnicos y culturales, todo esto parece contagiado por una intensa violencia (Cfr. Flores Galindo, 1986: 21-22).

31 Según Millones, el nombre de Santa Rosa aparece asociado a profecías de gran resonancia popular. En 1759, el indígena Antonio Calvo "seducía a sus congéneres con vanas razones diciéndoles entre otras cosas que Santa Rosa había pronosticado que en el año 50 volvería el Imperio del Perú a sus legítimos dueños" (Vargas Ugarte 1956: 248). El tema fue tomado con seriedad por las autoridades que

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momento de divulgarse la profecía aludida, circularon proclamas que exhortaban al levantamiento indígena, en las que se indicaba la existencia de planos que señalaban los lugares de reunión y donde debían ser capturados los españoles. Hacia 1776 un grupo de personas anunciaban, en los caminos de Arequipa, la pronta finalización de los tiempos del gobierno español en los Andes, afirmando que los incas volverían a gobernar. Pronosticaban que el hecho anunciado ocurriría en el inmediato "año de los tres sietes (1777) y que las órdenes para el alzamiento definitivo provendrían de la ciudad de Cuzco. Estas informaciones resultan sintomáticas del ambiente mesiánico que preexistía a la sublevación de Túpac Amaru II, y coincidían en referir la presencia de santos católicos cuyas profecías avalaban los pronósticos, como Santa Rosa de Lima32, San Luis Beltrán y San Francisco Solano (Pease, 1992: 320-322). Cosmovisión incaica En las crónicas coloniales el Inca es identificado como el "hijo del sol" y su carácter sagrado se asienta en las genealogías de reyes que, a partir de Manco Cápac, gobernaron el Cuzco y su creciente imperio. La tradición oral andina presenta al Inca como un ser que sacralizaba a toda persona u objeto que tenía contacto con él. Los primeros cronistas incluyeron en sus relatos informaciones acerca de la existencia de depósitos especiales que conservaban las piezas de ropa que el Inca había empleado. También relataban cómo las mujeres de los incas recogían hasta los cabellos que se les caían. De este modo, el Inca era presentado como un mediador entre el mundo de las divinidades y el mundo de los hombres. Algunas versiones recogen la imagen del Inca negociando conquistas y arbitrando en los conflictos entre distintos grupos étnicos.

ejecutaron a Calvo y a cinco de los más implicados. La situación se repite en 1776 en Urubamba, en el corregimiento del Cuzco. Una vez más los indígenas o mestizos, ante la inminencia del año de los tres sietes y como reflejo de las condiciones que provocaron la sublevación de José Gabriel Condorcanqui, empezaron a prepararse para el cumplimiento de las profecías de Santa Rosa. Transcurrido el año 1777 la expectativa no se diluyó y los acontecimientos de Huarochirí en 1783 (Hidalgo, 1983:122) constituyen el testimonio de lo que parece haber sido un rezago de las acciones de Túpac Amaru II (Cfr. Millones, 1993: 187).

32 Según subraya Franklin Pease, es interesante la mención a Santa Rosa dentro de estos relatos proféticos, sobre todo si se recuerda que, una centuria antes, el curaca Jerónimo Lorenzo Limaylla había presentado a las autoridades metropolitanas un pedido para crear una orden nobiliaria para "descendientes de ingas y moctezumas", precisamente bajo el patrocinio de Santa Rosa (Pease, 1992: 321).

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El Inca también aparece en las crónicas del siglo XVI como el "donador" del maíz y patrocinador de la agricultura, explicitandose que durante la vigencia de los incas se extendió la frontera agrícola del maíz. También era considerado "dueño" de los minerales: los mitos recogidos en la región sur del Perú actual afirman que, luego de la invasión española, el Inca se fue al subsuelo, llevándose a sus tres mujeres: una de oro, otra de plata y otra de cobre. Otro aspecto de la imagen del Inca es que la población andina le entregaba gente que trabajaba para él, bajo el régimen de la mitta. Las tareas de centenares de hombres se circunscribían a "hacer paredes" (edificios, caminos, depósitos, canales, andenes, etc.). En los mitos recogidos por la etnología contemporánea, el Inca es presentado como un personaje que hacía que las piedras se movieran y que las paredes se ordenaran por sí mismas. La tradición andina también atribuye al Inca la capacidad de entregar la tecnología y el agua, o distribuir el ganado, la ropa y otros productos agrícolas de importancia, como el maíz y la coca. En suma, el Inca presidía un gigantesco complejo de redistribución que organizaba la mano de obra de los numerosos grupos integrados en el Tawantinsuyu, contando para ello con una administración no tan numerosa como creyeron los cronistas, pero que se extendía a lo largo del amplio territorio andino y estaba en manos de los curacas, los señores étnicos de los Andes. Con respecto a la legitimidad de la genealogía y los derechos dinásticos incaicos, la tradición oral andina posterior a la invasión europea ha considerado siempre como Inca a Atahualpa, en contra de las versiones generalizadas de los cronistas, quienes lo habían presentado como ilegítimo y usurpador, mientras concedían a Huáscar el derecho al poder33. Convertido en emperador, dueño de un imperio que los españoles conquistaron,

33 La versión clásica de los cronistas distinguía dos líneas genealógicas: la de la nobleza "de sangre" y la "de privilegio", división que reproducía el modelo de las dirigencias europeas de entonces. La primera se originaba en señoríos ancestrales y parentelas de reyes, y la segunda era el producto de la generosidad real al pagar los servicios prestados a las diversas causas en las que una Corona se comprometía. Así, los nobles de sangre son, en las crónicas, los parientes del Inca reinante y sus sucesores Este razonamiento permitía a los cronistas establecer la ilegitimidad del gobernante que hallaron los españoles en los Andes, pues solamente de esta manera podían considerarlo un tirano en su sentido renacentista, detentador ilegal de un poder usurpado por la fuerza y cuya presencia hacía legítima la conquista española. De esta manera, la invasión europea podía ser interpretada como una gesta destinada a restituir la libertad a un pueblo sometido al yugo injusto (Pease, 1992: 72).

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para los cronistas el Inca se transforma en un símbolo del Tawantinsuyu. El rol de este personaje en la historia occidental de los Andes es el de encabezar la versión de un pasado glorioso: el origen de toda forma de vida, el héroe mesiánico de cuya reconstrucción depende la regeneración del cosmos, el sinónimo del mundo "ordenado" quebrado por la invasión española. Según las modernas versiones del mito de Inkarrí, el Inca se ha llevado el orden al subsuelo, junto con la riqueza y la esperanza (Pease, 1992: 65-72). Las leyendas del Rey Inca

Para comprender el alcance y la difusión de los motivos legendarios es necesario registrar el trazado de un vasto territorio sobre el cual se asentó el imperio de los Incas. El Tawantinsuyu se extendía sobre las regiones central y norte chilena y sobre la Puna de Atacama. Tupac Yupanqui, hijo de Pachacutec, gobernó entre los años 1470 y 1488. Durante ese período y el de su sucesor, Huayna Capac, se efectivizó el dominio del Tucumán. Según los cronistas, Viracocha, vencedor del país de los collas, había llegado hasta el pueblo de los Charcas, donde recibió a una delegación que iba a ofrecerle su anexión voluntaria al imperio. Los detalles de esta ceremonia son recogidos por Ricardo Rojas, en su relectura de Garcilaso y otros "tantos libros raros o curiosos que tratan de América":

Los embajadores calchaquíes entregaron, en señal de acatamiento, maíz de sus campos, lana de sus huanacos, miel de sus montes. Así quedó incorporado a los dominios del Inca nuestro Tucumán, con el nombre que ellos le dieron. La jurisdicción peruana, tan hermosamente ganada por el Cuzco sobre el Tucumán (Rojas, 1912: 68).

Los conquistadores españoles del siglo XVI se sirvieron de las rutas indígenas y especialmente de las incásicas, reafirmadas por Tupac Yupanqui y Huayna Capac . En los últimos años, las investigaciones etnohistóricas han aportado elementos fundamentales para los estudios sobre las etnias del área andina central y sus sistemas de vinculación (Cfr. Mulvany de Peñaloza, 1986).

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Este estudio de los relatos legendarios sobre el Rey Inca en el Tucumán se centra en un corpus de narraciones orales recogidas recientemente en la localidad de Coranzuli, en el departamento de Susques, situado al noroeste de la provincia de Jujuy (Cfr. Terrón de Bellomo, 1995). El motivo de la inversión de papeles es el motor fundamental de estas narraciones que intentan recomponer el ciclo mítico andino. En este universo conceptual, la conquista significó un "pachacuti", es decir la inversión del orden. El cosmos se dividía en dos: el mundo de arriba y el mundo de abajo; el cielo y la tierra. El orden del cosmos se repetía en otros dos niveles. De hecho, la capital del imperio del Cuzco -como otras ciudades del Perú- estaba dividida en dos barrios, el de arriba y el de abajo. La división en mitades caracterizaba la visión dual, en la que las partes opuestas eran necesarias entre sí34.

34 Estas inversiones se insertaban en la vida cotidiana y tenían un

momento privilegiado para su realización: las fiestas populares. En los carnavales europeos el orden se invertía: los de abajo se adueñaban de las plazas públicas y se abría paso a la abolición de todas las jerarquías (Cfr. Bajtín, 1987). El carnaval, como elemento central de la cultura popular evitaba los riesgos de la confrontación abierta, pero también mantuvo vivas las utopías prácticas en América (Flores Galindo, 1986: 26).

Como se comprueba a través de la pervivencia de este cúmulo de relatos de Inkarrí, la muerte de Atahualpa no fue fácilmente olvidada. Capturado en noviembre de 1532, fue condenado al garrote en julio de 1533. La primera mención en los documentos acerca de la idea del Inca se encuentra referida, curiosamente, no a un indio, sino a un español. En 1548, Gonzalo Pizarro, en plena rebeldía, entra al Cuzco organizando a sus hombres para enfrentar a la corona, y se dice que los indios lo aclamaban llamándolo Inca. A partir de allí, muchos fueron los intentos por recomponer la dinastía real perdida. Las grandes sublevaciones andinas, como las conspiraciones, conatos o rebeliones fallidas, de una u otra manera, han pretendido invocar la memoria de los incas, en lugares tan diferentes como alejados: Quito, Lima y el Tucumán. El levantamiento Calchaquí, en el que entra en escena el falso Inca Bohorquez, o la rebelión de Túpac Amaru han sido generadas por esta necesidad de encarnar en un ser cuasi divino la conciencia de armonía social. La concepción cíclica de los acontecimientos se genera en momentos de crisis de las sociedades andinas. Entre 1560 y 1570, ante la propagación de epidemias mortales, algunos profetas nativos anuncian el próximo retorno de las antiguas divinidades andinas. Hacia 1590, los indígenas interpretan el alcance de otra violenta epidemia como una venganza de las huacas, cuyo culto había sido descuidado en favor del Dios de los blancos. En 1600, durante el terremoto en Arequipa se vuelven a adorar las huacas y hacen sacrificios para liberarse del mal. Más tarde, en 1780 se produce el gran movimiento insurreccional de Túpac Amaru II, que encarnó la figura del mesías para los indígenas. En 1811, durante una gran sequía en Lincay surge un nuevo culto de crisis (Cfr. Terrón de Bellomo, 1995). Este resurgimiento de la figura del Inca en tiempos de catástrofe, responde a la necesidad

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de crear mecanismos de defensa ante las situaciones adversas. En esos momentos históricos se abandona el culto al Dios cristiano de los españoles y se vuelve al culto originario de las huacas. Esta oposición semántica se estructura sobre un eje temporal sobre el cual se ubican los diferentes elementos y actores en conflicto:

ANTES VS. DESPUÉS ---------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Incas vs. Españoles orden vs. caos riqueza vs. pobreza huacas vs. Dios cristiano

La transgresión impuesta por la llegada de los españoles busca ser contrarrestada por el accionar de un héroe, el Inca, quien es capaz de devolver a su pueblo las condiciones de vida que gozaran en el pasado. Las expectativas indígenas centradas en el regreso del Rey Inca significan el resurgimiento de una nueva era que se proyecta hacia el futuro. Los relatos legendarios funcionan, en este sentido, como un mecanismo de resistencia étnica y social. Las leyendas que toman como personaje central la figura del Rey Inca hacen confluir, en una misma textura, lo individual y lo colectivo, la oralidad y la escritura, articulando una versión de los hechos del pasado andino que demuestra la capacidad de las culturas nativas para resignificar su propia historia. Así, la violencia de la desaparición del Rey Inca deviene, en el nivel discursivo, en un modelo que no hace diferencia entre los modos de representación históricos y literarios, con el fin de restaurar la justicia esperada por los indígenas. Esta combinación simbólica se manifiesta, en las narraciones que reactualizan el ciclo mítico del Rey Inca, en algunas marcas significativas: a) Reconocimiento de diferentes períodos temporales o eras. Los relatos recorren los distintos momentos de eclosión del culto nativo y sus protagonistas, en un movimiento de periodización históriográfica que intenta ser sistematizado desde una concepción mítica. En esta superposición bicultural de dos formas de relato -el cíclico y el lineal- queda demostrada la convivencia de elementos de raigambre prehispánica junto a los modelos de construcción de la historia europeos. De allí que en muchos relatos una edad nueva sustituya a otra, desarticulándose momentáneamente el círculo del eterno retorno:

El Rey Inca Manco. Ese es otra generación. Ese lo han muerto los españoles cuando vinieron. Porque el Rey Inca Manco Capac, ese era rico, ese un hombre que ha nacido de una pobre, pero no carnal, sino espiritual, por la gracia de Dios en espíritu. Se ha criado en el vientre de la moza (en Terrón de Bellomo, 1995: 107).

Antes del descubrimiento de Sudamérica, sería el Rey Inca, tenía nombre el Rey Inca, yo no sé, de Machu Pichu, otro era Tupac Amarú, puede ser, como estos se cambiaban siempre los años, venía otro, otro. El otro es Atahualpa. Ese era los Reyes Inca de acá

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de antes (ibidem, 115). b) El Rey Inca conoce donde se atesoran las riquezas que pertenecen al pueblo, pero al ser muerto los minerales se esconden debajo de la tierra. Se instala así un nueva etapa en el ciclo de la "rebelión de los objetos"35, motivo que aparece en varios relatos cosmogónicos de Mesoamérica. En la cosmovisión andina, el dios Viracocha mantiene su esencia dual reinaugurando el itinerario cíclico orden-caos. En este ritmo, las instancias se suceden como grandes capítulos de reestructuración ambiental, en los que las riquezas y bienes pueden aparecer a flor de la tierra u ocultarse, según el devenir de los ciclos divinos:

35 El motivo, tomado de la cultura maya-quiché, se recrea a partir de una

situación que sobreviene dentro de los ciclos de formación del mundo (Popol Vuh, 1985 [s. XVI]). Este episodio, que se reitera en los relatos cosmogónicos de otras áreas de Mesoamérica como la región andina, transmite la actitud fundamental del mundo indígena en tiempos de crisis. El cosmos está expuesto al libre juego de fuerzas como el agua -que puede dar frutos o inundar la tierra-, el viento, el abismo o el fuego. La cosmogonía andina enfrenta lo positivo con el caos porque el orden y el caos son opuestos originales que plantean en el plano conceptual la oposición conciencia/inconciencia. El dios Viracocha mantiene su esencia dual y envía a sus hijos para ordenar ese "hervidero espantoso" que es el mundo.

... Y la riqueza estaba a flote de tierra. Donde quiera sacaba oro, plata, lo que quería. Por eso los españoles se han venido, en cuanto han descubierto, se han venido a sacar el oro. Aquí en la cordillera cuantas minas no hay que ha dejado todo. Pero el oro lo sacaba como maíz. Claro que el Rey estaba vivo y la riqueza a flor de tierra. El era el dueño de las riquezas, el Rey manda. El manda toda la riqueza. Igual tiene que ser, supongamos en España, el Rey manda. El rey manda todas las riquezas. Por eso hay oro, hay todo. Pero está la riqueza encima, porque está el Rey. Así como Inglaterra, todas esas partes, hay muchas naciones que maneja el Rey. Entonces la riqueza está encima. Y si aquí hubiera estado vivo nuestro Rey Inca, hoy somos... Aquí no se iba a conocer la pobreza. Todos tenemos oro, todo mineral a flote. Y le hubieran dejado que viva, por supuesto que hubiera sido. Y bueno, entonces, Francisco Pizarro ha venido con setenta soldados y le han querido llevar y él no quería ir. Para bautizarlo lo querían llevar. Y no, no quería ir, porque no quería. Entonces ofreció el oro, para que en fin, recompensara que lo dejen ahí. Y no lo han querido dejar, lo han tenido que matar. -Si no vas te matamos. Y bueno, lo mataron. Y ese instante que lo mató se perdió la riqueza adentro (ibidem, 116).

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c) Los límites espaciales sobre los que se extiende el reinado del Inca. Éstos se circunscriben a la región andina, y especialmente a una extensa zona configurada como el ámbito del Tucumán colonial, cuya ruta principal era el camino real, eje de las culturas incaica, adoptado por los españoles36:

En el cerro Collamboy era el paradero. Ahí en la cordillera de Chile, en la frontera de Chile, allí tiene otro paradero. También tiene otra ciudad grande tamaño. Pero todos los cerros ha dominado él. Ha dado límites, todo eso ha dejado limitado el Rey Inca. Los mojones hasta ahora están parados, los mojones que ha dejado. Ha dejado el Rey Inca limitado todo. Como ser Salta, Jujuy, Tucumán, Catamarca, todos sus valles están limitados por el Rey Inca Manco y que hizo a la parte de la parte de nosotros, los dueños somos de Sudamérica, los españoles todo, más que aclarar en el mapa y listo por donde cuerta [corta], cuerta. Por eso todo ha quedado limitado por el Rey Inca. Lo dejó en ese libro. El Redotero (sic). Y de ahí lo han copiado, por donde separa Chile, por donde separa la Argentina, así sucesivamente. Es un libro grande que alzan ocho hombres. Ese libro grande que lo llevaron los españoles. Y no sé si está en Buenos

36 En este punto es oportuno aclarar que en el siglo XVII era ya visible

que muchas de las antiguas rutas de los incas se habían destruido por desuso y la consiguiente falta de mantenimiento. La desaparición de la mecánica redistributiva del Tawantinsuyu y la sustitución por un régimen de mercado que privilegiaba la explotación minera, estableció otras pautas de diseño del espacio colonial. El país andino veía trasladado su eje fundamental a la costa y a sus nuevas ciudades-puertos, y así adquirieron mayor importancia las rutas transversales que comunicaban ciertos puntos neurálgicos enclavados en los Andes (Huancavélica, Cuzco, Potosí) con los puertos a través de los cuales se exportaba la nueva riqueza minera. Los Andes comenzaron así a mirar hacia el mar. La administración española impuso la ruta del Pacífico a pesar de que, desde el siglo XVI, Juan de Matienzo ya había propuesto la ruta atlántica del Río de la Plata como la de mayor importancia y rentabilidad. Esta fue inaugurada y transitada, desarrollándose ciudades importantes en el camino que conducía a Buenos Aires (Salta, Tucumán, Córdoba, etc.). Sólo muchos años después esta ruta fue admitida, y su desarrollo en el siglo XVIII coincidió con la creación del virreinato de Buenos Aires y la declinación del universo comercial del Pacífico. Antes de que esto ocurriera, la ruta del altiplano hacia el Sur sirvió para la introducción de mulas que venían desde el Tucumán y constituyeron un importante ciclo en el comercio colonial (Cfr. Pease, 1992: 251).

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Aires, o está en el extranjero (ibidem, 125). d) Los motivos de Inkarrí se integran a estas manifestaciones orales andinas: los conquistadores cercenan la cabeza del Inca, iniciando un período de desorden natural que persiste hasta la actualidad:

El Rey Inca vivía por acá, cerca de esto. Era una persona, pero no vivía así como en una ciudad. El tenía parece un palacio en un cerro. Ahí vivía. (...) Entonces vino el Rey de España para llevarlo aquí donde estaba él. Él, dice, se enterró en una campana grande. Dice que tenía una salida para arriba de la campana. Dice que le ha dicho: -Que le lleven mi cabeza, mi cuerpo no. Entonces se metió en la campana él y sacó la cabeza por arriba de la campana y era una campana pesadísima, que nadie lo podía alzar. Y la campana que seguía ajustando el cuello. Y justo el cuerpo quedó abajo de la campana y la cabeza encima. Y la cabeza lo llevaron. Le cortó la cabeza directamente con una sola campana se iba ajustando poquito a poco hasta cortarlo totalmente (ibidem, 117).

Cuando lo mataron desapareció la cabeza, se fue al Cerro Licancaur en Chile. Es un cerrito que parece una pirámide. En el corazón de ese cerro dice que está la cabeza del Rey Inca. Hasta ahora (ibidem, 112).

El descuartizamiento de Túpac Amaru y su familia, así como la posterior distribución de las distintas partes de sus cuerpos en las ciudades donde se habían propagado los focos insurreccionales tiene, obviamente, una finalidad de escarmiento y castigo ejemplarizante, pero también es un intento simbólico de anular la posibilidad de concreción del mito incaico. La cabeza de José Gabriel Túpac Amaru fue enviada a Tinta, un brazo a Tungasuca, el otro a Carabaya, una pierna a Santa Rosa (Lampa), y la otra a Chumbivilcas; el cuerpo fue enviado junto al de su mujer al cerro de Picchu (Cuzco), para ser quemado y sus cenizas arrojadas al río Watanay (Cfr. Anexos, VII). Se recomendó también que fuera extinguida toda su descendencia hasta la cuarta generación. "De este modo acabaron José Gabriel Túpac Amaru y Micaela Bastidas, cuya soberbia y arrogancia llegó a tanto, que se nominaron reyes del Perú, Chile, Quito, Tucumán y otras partes, hasta incluir el Gran Paitití, con otras locuras á este tono" (Cfr. De Ángelis, 1910, VIII: 377-379). Resistencia y Tradición Los relatos legendarios sobre el Rey Inca relevados en comunidades del noroeste argentino, evidencian la continuidad del pensamiento prehispánico. En el siglo XVIII la imagen del Inca se identifica con la de un héroe mesiánico, encarnada en Túpac Amaru II, pero visible en todos los movimientos rebeldes de la centuria. Inkarrí, en este contexto, es el autor del orden y el fundador tradicional cuya misión es la de reconstruir el mundo andino, sumido en el caos luego de la invasión europea. "La descripción de la Conquista 'vista por los indios' conduce a encontrar supervivencias de ella en el folklore actual. El análisis de éste revela una lógica estructural actualizada por un tipo específico de praxis con la finalidad de producir una reestructuración imaginaria." (Wachtel, 1976: 319). Aunque la superioridad del español convirtió a las etnias autóctonas en pueblos desposeídos de gran parte de sus prácticas culturales, es interesante marcar que el lugar de enunciación desde el que se recrean estos relatos coloca en un mismo nivel a invasores e

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invadidos. El Rey Inca es tan poderoso como el Rey de España, y el enfrentamiento entre estos personajes se desarrolla a partir de una relación de paridad. Este plano de significaciones, que pulsa gran parte del pensamiento andino a partir de la Colonia, es el que permanecerá en la base de las grandes rebeliones del siglo XVIII, como la encabezada por el Inca Túpac Amaru II, en la que el discurso rebelde supone el re-conocimiento de los valores que otorgan a los pueblos aborígenes su derecho a la existencia.

En la subconciencia de los vencidos, la aventura y desventura de Túpac Amaru, habiendo sido entonces una visión del pasado, lo fue también del futuro, porque este es el papel del mito en las situaciones de crisis. Dirigido hacia los días que vendrán, la rebelión del pueblo indígena fue también un claro retorno al mundo anterior. Esta paradoja histórica y ahistórica, este eterno retorno, este casamiento escatológico del cristianismo y tradición original oscura, es también el camino y el refugio de los que padecen y de aquellos que, aplastados por la historia, vuelven sus ojos a otros tiempos, a otros días en que incluso las piedras mandaban como dioses menores (Tizón, 1989).

Aún vencidos por las armas y en situación colonial, los pueblos indígenas manifiestan una intensa fidelidad a su tradición, actitud que esconde una forma de resistencia pasiva. La tradición es un modo de rechazo silencioso y obstinado, pero renovado en cada generación. El discurso legendario revela una dialéctica compleja, en la que la fidelidad indígena a las antiguas costumbres se enfrenta y mixtura con el horizonte de las prácticas colonizadoras, revelando los juegos de poder y de resistencia:

El Rey Inca era como una persona, igual, igual que Nuestro Señor Jesucristo. También tenía sus discípulos que lo acompañaban pués. Claro, tenía sus discípulos, doce discípulos. Igual el Rey Inca tenía sus peones".

Dios es poderoso, pero el Inca también es poderoso. Aunque le han cortado la cabeza, pero él no ha muerto. (...) Y nuestro Señor Jesucristo también le han muerto. El para Salvador. Por fe, por la gracia de Dios, por la gracia del Padre, ha crecido en la Virgen María y ha nacido. Pero espíritu fue, lo han crucificado, lo han clavado, el vino. A los tres días ha resucitado y ha vuelto a ascender a los cielos. El Rey Inca ha crecido en el vientre de la humanidad para dominar los cerros, para dominar todo lo que hay en el mundo entero (Terrón de Bellomo, 1995: 120, 121).

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V. PERSPECTIVAS

...Los iniciados -que eran los burgueses de nuestro siglo- ejecutaron a Luis XVI porque sabían que estaban en la verdad (...) La muerte del rey no fue un crimen, sino un acto de fe. La destrucción del rey y de las cosas de la aristocracia, puso en vigencia la revelación que habían sufrido los revolucionarios. Claro que en América ese tipo de revelación no pasó nunca a mayores, porque siempre careció posteriormente de vigencia. En todos los casos se trataba del hedor que ejercía su ofensiva contra la pulcritud y siempre desde abajo hacia arriba. Arriba estaban las pandillas de mestizos que esquilmaban a pueblos como los de Bolivia, Perú o Chile. En la Argentina eran los hijos de inmigrantes que desbocaban las aspiraciones frustradas de sus padres. Contra ellos luchaban los de abajo, siempre en esa oposición irremediable de hedientos contra pulcros, sin encontrar nunca el término medio. Así se sucedieron Tupac Amarú, Pumacahua, Rozas, Peñaloza, Perón como signos salvajes. Todos ellos fueron la destrucción y la anarquía, porque eran la revelación en su versión maldita y hedienta: eran en suma el hedor de América (...) Y es que el hedor tiene algo de ese miedo original que el hombre creyó dejar atrás después de crear su pulcra ciudad.

RODOLFO KUSCH Rebelión y escritura El clima de rebelión que recorre todo el siglo XVIII es la respuesta a una presión tributaria acentuada, fruto de las reformas del régimen borbónico. En el contexto de toma de conciencia "andina" que supone esta cadena de movimientos insurreccionales, los textos escritos plantean en términos críticos la relación entre la República de los Indios y la República de los españoles. La dicotomía "tiranía" vs. "buen gobierno", como reivindicación básica que ha pulsado gran parte de la producción generada en el Nuevo Mundo a partir de la conquista hispánica, se manifiesta en los textos de este período -pasquines, edictos, bandos, memoriales, cartas-, los que demuestran las alianzas de los grupos coloniales. Estas relaciones plantean un incipiente desarrollo basado no tanto en las necesidades de la metrópoli, sino en los requerimientos culturales de las sociedades de América. La derrota de Túpac Amaru fue la puerta abierta para que los criollos del virreinato peruano pudieran ligarse al movimiento independentista que patrocinaban las burguesías exportadoras y latifundistas del norte y sur americanos, de carácter étnico-racista, de contenido colonial y forma burguesa-nacional:

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Esto exacerbó las contradicciones interétnicas y el paradigma colonial se transcribió estructuralmente como la pauta del progreso; entonces, la relación del campesinado indígena con la nueva estructura política -la República- se convirtió en "problema del indio", lo que en la instancia real no expresa otra cosa que los conflictos derivados de la explotación agraria... (Lumbreras, 1990: 63).

La escritura de este período refleja el enfrentamiento de distintos modelos culturales, que tejen alternativas discursivas construidas a partir de las interacciones sociales, de las consecuencias de la vida cotidiana y de las imposiciones históricas que recaen sobre los distintos actores de estos acontecimientos de insurgencia política. El prestigio que encerraba la escritura para los europeos se instala en la producción de la rebelión. Desde las primeras instancias de la conquista se había operado entre los indígenas una innegable fascinación por la escritura europea, fascinación que agilizaría la reestructuración de los canales comunicativos en América. A los ojos de los conquistadores, la escritura simbolizaba, actualizaba o evocaba -en el sentido mágico primitivo- la autoridad de los reyes españoles, poder legitimado a su vez por otras 'escrituras', que expresaba, en última instancia, la voluntad divina. Esta hipótesis está acreditada por una observación del Inca e historiador Titu Cusi Yupanqui, para quien los indios andinos se sorprendieron viendo a los españoles "a solas hablar en paños blancos", es decir, leer en sus papeles. De este modo, la cultura gráfica europea suplanta, en términos de dominación, la predominantemente oral de los indios. "Al interiorizar, a partir de su propia percepción el 'fetichismo de la escritura' introducido por los europeos, los autóctonos se convertirán en sus víctimas"... (Lienhard, 1992: 30). Esta experiencia es corroborada en las palabras de José Reseguín, en una carta al Virrey Juan José de Vértiz que da cuenta de las relaciones escritura-poder que se instalan en el discurso de los vencedores:

Incluyo a V.E. algunos papeles que he aprendido (sic) esparcidos por los sublevados, y me quedo con los que pueden servir para la formación de la causa; y como estos indios se conmueven con tanta facilidad a vista de cualquier papel, pienso escribir a todos los gobernadores, segundas y curacas de los pueblos de esta provincia, exhortándoles á que sean leales vasallos de S. M., y que prendan a cualquiera que se presente con semejantes papeles, y que me lo traigan asegurado... (en De Ángelis, 1910, VIII: 512-13) *.

Rebelión y utopía La idealización de la sociedad inca que había pulsado la historia americana desde el siglo XVI, permite la reinstalación de la utopía andina en la figura de Túpac Amaru II, quien constituye el símbolo de la reconstrucción de las sociedades indígenas con el apoyo de los otros sectores sociales: criollos, mestizos, negros y aún españoles. El mito de Inkarrí expresa, bajo el simbolismo de la resurrección del cuerpo del Inca, un proyecto de integración geográfica y social dentro de un programa político anticolonial y con ciertos ingredientes nacionalistas (Cfr. Burga, 1990: 29). La utopía es una dimensión que nace del esfuerzo del mundo andino por comprender el proceso de conquista colonial, integrando los proyectos de doblegar tanto la dependencia como la fragmentación. Pero la idea del regreso del Inca no apareció de manera espontánea en la cultura andina, ni se trató de una respuesta mecánica a la dominación colonial; en la memoria, previamente, se reconstruyó el pasado andino y se lo transformó para convertirlo en una alternativa del presente (Cfr.

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Flores Galindo, 1989). El mito indígena del Inca en el Tucumán ya se había instalado cuando, en 1656, un andaluz llamado Pedro Chamijo puso en marcha la idea de liberación. Este personaje encarnó el nombre de Huallpa Inca y persuadió a los calchaquíes de que él era realmente el monarca indígena que venía a acabar con el dominio de los blancos para devolverles su libertad (Cfr. Herren, 1992; Piossek Prebisch, 1990). El falso Inca Pedro Bohorquez personificó, al mismo tiempo, los proyectos del mundo indígena calchaquí y del orden español colonial37. El proceso de imaginación y de invención dentro de dos mundos fue una más de las estrategias de estos grupos para garantizar sus reivindicaciones del momento. Los españoles empiezan a elaborar su propia imagen de los indígenas calchaquíes, imagen unida a la leyenda del Gran Paitití (Hoops, 1991). En ese contexto, la resistencia en la encomienda de Casabindo y Cochinoca en Jujuy, encabezada por el Curaca Juan Quipildor, es demostrativa de la búsqueda de la independencia étnica, búsqueda que se materializa en procesos de alianza tácita con los encomenderos para poder continuar utilizando las tierras comunitarias.

37 Para lograr convencer a los pobladores de la región calchaquí de que era

descendiente de los incas, Pedro Bohórquez se había asentado en sus experiencias previas en la región de los "Andes de Jauja", en el virreinato peruano, zona en la que se había centrado la sublevación de Juan Santos Atahualpa. El reconocimiento de su autoridad en la región del noroeste argentino puede vincularse, según Franklin Pease, con la generalización, aun en aquellos territorios apartados del Tawantinsuyu meridional, de una imagen que anunciaba el retorno del Inca, considerado ahora como un héroe mesiánico. Bohórquez mantuvo la dirigencia calchaquí hasta que fue apresado y ejecutado en Lima, en 1666 (Pease, 1992: 316-317).

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Ciento treinta años después del estallido calchaquí, al producirse la convocatoria de Túpac Amaru II, las reservas étnicas de las tierras altas y su capacidad de lucha estaban considerablemente desarticuladas. Sin embargo, en Cochinoca y Casabindo se reinstala el conflicto más decidido. En el noroeste argentino, los levantamientos indígenas posteriores a la sublevación de 178138, responden a un conjunto de estrategias localizadas que demuestran la permanencia del ideal de la independencia étnica, aún cuando los planteos "siempre fueron acotados y ceñidos a las posibilidades que ofrecía la situación de pacto o aceptación condicionada del dominio colonial". Esta zona de los Andes es testigo de un largo proceso de sujeción indígena que culmina con la desarticulación definitiva producida en el siglo XIX (Madrazo, 1995: 148-152). Las modificaciones generadas por el impacto industrial, la incorporación de la mano de obra aborigen en los ingenios y obrajes del noroeste argentino, junto a las transformaciones demográficas y ambientales, son algunas de las causas que impiden a los pueblos aborigenes intentar alguna forma de reorganización que les permita retornar a sus bases ancestrales de sustento económico39. Durante el siglo XVIII, el proceso de consolidación de la utopía adquiere una dimensión panandina. Su territorio comprende desde Quito a Tucumán, un territorio dilatado pero no continuo. No todos esperan el regreso del Inca, sino sólo sectores, núcleos, segmentos de esa sociedad colonial que abriga la esperanza de hacer una revolución y expulsar a los españoles. Así, la representación de la muerte de Atahualpa es uno de los motivos centrales que transportan la utopía andina desde la Colonia hasta la actualidad (Cfr. Flores Galindo,

38 En el período nacional se producen varios levantamientos indígenas: en Cochinoca los indios asumen la defensa de la tierra y el control de las extensas Salinas Grandes, con cuyo producto se acrecentaban las actividades del trueque y el comercio mercantil. En 1833, el cacique Catacata denunciaba la falta de protección de la legislación vigente en lo concerniente a los derechos indígenas. En 1872, algunos grupos indígenas solicitaron tierras en Casabindo y Cochinoca, argumentando que las mismas pertenecían a las antiguas comunidades indígenas y no a los descendientes de los marqueses de Tojo. A partir de este reclamo se suscitaron conflictos desde Humahuaca hasta Yavi, con apoyos de Santa Victoria (Salta) y Bolivia. El gobernador Sánchez de Bustamante actuó en defensa de los indígenas, enfrentándose a los principales terratenientes de la Puna. En el desarrollo de estos episodios puede leerse, según Madrazo, el peso de las razones históricas, demográficas y organizativas (desmembramiento inicial)- que singularizan al Noroeste argentino dentro de los Andes (Cfr. Madrazo, 1990 y 1995: 149).

39 Los poemas del libro Luna Muerta -dedicado a los indios del Chaco de Salta- del escritor salteño Manuel J. Castilla, ofrecen un testimonio de la existencia trágica de estos indígenas en nuestro tiempo: "Los matacos no pueden trabajar y por eso/ vienen desde la loma a vagar por el pueblo./ Andan como soldados y si rompen la fila/ se desbandan callados igual que las hormigas./ Uno va al almacén y otro queda mirando/ para ver si al primero le dan algún mandado./ Si consiguen dinero compran una sandía/ la parten y reparten sentados en cuclillas./ Y mientras ellos comen esa carne encendida/ y el mediodía deshoja sus rosas amarillas,/ me figuro que tienen en la mano y la miran/ una tajada roja del sol del mediodía./ En la estación arrumban su miseria y sus cuerpos/ y se quedan de pronto como mirando lejos./ Si no fuera que a ratos se paran o se sientan/ se los confundiría con pedazos de leña. /(El aire trae de lejos el rumor de una sierra/ y el sol funde lingotes de oro sobre la acera)./ Cambian unas palabras en su lengua y yo pienso/que si yo fuera luna sabría ese secreto." (Castilla, 1984: 80)

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1989; Millones, 1992). Rebelión e independencia Los ideales tupamaristas provocaron apuradas reformas al sistema colonial y, pocos años más tarde, los protagonistas de las causas emancipadoras de América se apoyaron en los mismos pilares ideológicos. Hacia fines del siglo XVIII y principios del XIX, la trascendencia del movimiento encabezado por Túpac Amaru es recuperada por algunos hombres claves en el proceso independentista americano: el ecuatoriano Francisco de Santacruz y Espejo, el mendocino Juan José Godoy, el peruano Juan Pablo Viscardo Guzmán, el bogotano Antonio Nariño y el caraqueño Francisco de Miranda. La generación del movimiento de Mayo también se ha de sumar a la nómina: Rodríguez Peña, Castelli, Paso, Mariano Moreno, Belgrano, entre otros cuyo accionar doctrinal y político estaba teñido de la reivindicación de los derechos sociales indígenas. En el grupo de libertadores que promueven el ideal incaico, debe incluirse a Simón Bolívar, quien en la carta profética de Jamaica ataca las grandes lacras del régimen indiano: la esclavitud y el tributo (Cfr. Chávez, 1973: 265-300). Una tendencia significativa dentro del proceso de construcción de las nacionalidades es la recuperación de figuras que instruyen una dimensión colectiva coherente con el imaginario de los sectores populares. Se desarrolla así una isotopía que conecta dos figuras claves en el proceso independentista: Túpac Amaru-Bolívar, línea que reconoce su génesis de desarrollo historiográfico a partir de los contenidos de la carta escrita por Juan Bautista Túpac Amaru a Bolívar el 15 de mayo de 182540. En esa misiva, el anciano que regresaba de su largo destierro, felicitaba al "Genio del Siglo de América" por continuar la obra de su hermano José Gabriel Túpac Amaru41:

40 Ese mismo año, poco después de recibir la carta de Juan Bautista Túpac Amaru, Simón Bolívar escribe desde el Cuzco: "He llegado ayer al país clásico del Sol de los Incas, de la fábula y de la historia. Aquí el sol verdadero es el oro; los incas son los virreyes o prefectos, la fábula es la historia de Garcilaso, la historia la relación de la destrucción de los indios por Las Casas. Abstracción hecha de toda poesía, todo me recuerda altas ideas, pensamientos profundos, mi alma está embelezada por la presencia de la primitiva naturaleza, desarrollada por sí misma, dando creaciones íntimas sin mezclar algunas de la obras extrañas, de los consejos ajenos, de los caprichos del espíritu humano, en el contagio de la historia de los crímenes y de los absurdos de nuestra especie. Manco Capac, Adán de los indios, salió de su Paraíso Titíaco y formó una sociedad histórica, sin mezcla de fábulas sagradas o profanas." (en Astesano, 1979: 190).

41 Según Valcárcel, Juan Bautista Túpac Amaru fue una figura casi anónima durante la rebelión. Su participación se circunscribe al período final del movimiento, cuando Túpac Amaru estaba próximo a ser traicionado. Juan Bautista fue condenado en 1781 y salvó su vida acogiéndose a un perdón general pero fue sentenciado nuevamente en 1783 y debió salir del Cuzco desterrado. En ese año viajó a España, donde permaneció como prisionero durante cuarenta años. A mediados de 1813, casi treinta años después del destierro, Juan Bautista trabó amistad con el fraile agustino Marcos Durán Martel, con quien emprende el regreso a América en 1822. Juan Bautista tenía entonces 75 años de edad. Transcurridos 70 días de penosa navegación arribaron a Buenos Aires. Allí, un antiguo compañero de exilio -Juan Bautista Azopardo- le brindó alojamiento y logró el apoyo del Estado para que obtuviera casa y una pensión de 30 pesos mensuales durante el tiempo que permaneciese en territorio argentino, con la sola condición de escribir sus Memorias de puño y letra (Valcárcel: 1975: 231-232).

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Si ha sido un deber de los amigos de la Patria de los Incas, cuya memoria me es la más tierna y respetuosa, felicitar al Héroe de Colombia y Libertador de los vastos países de la América del Sur, a mí me obliga un doble motivo a manifestar mi corazón lleno del más alto júbilo, cuando he sido conservado hasta la edad de ochenta y seis años, en medio de los mayores trabajos y peligros de perder mi existencia, para ver consumada la obra grande y siempre justa que nos pondría en el goce de nuestros derechos y nuestra libertad; a ella propendió Don José Gabriel Tupamaro, mi tierno y venerado hermano, mártir del imperio peruano, cuya sangre fue el riego que había preparado aquella tierra para fructificar los mejores frutos que el Gran Bolívar había de recoger con su mano valerosa y llena de la mayor generosidad... (Astesano, 1979: 189).

En Argentina, la figura del Inca reaparece en el siglo XIX, durante el ciclo de la declaración de la Independencia, en 1816. Las figuras prominentes del proceso emancipatorio, como San Martín, Belgrano, Pueyrredón y Güemes42 -éste último de actuación clave en la guerra gaucha del noroeste argentino-, fueron quienes promovieron el modelo de monarquía incaica. Entre la documentación que tiene como tema principal la intención de reconstruir la dinastía incásica se encuentra una proclama a los peruanos, firmada por Martín Güemes y fechada en Jujuy, el 6 de agosto de 1816, en la que expresa:

...)Si estos son los sentimientos generales que nos animan, con cuánta más razón lo serán cuando, reestablecida muy en breve la dinastía de los Incas, veamos sentado en el trono y antigua corte de Cuzco al legítimo sucesor de la corona? (en Güemes, 1982, 3: 473)43.

42 En lo que respecta a los vínculos familiares y económicos durante el

tiempo del Virreinato en la región andina, debe tenerse en cuenta que la actividad económica de Túpac Amaru y su familia era el arrieraje. Tinta estaba situada a mitad de camino entre Lima y Buenos Aires, por donde pasaba la principal vía de comunicación del virreinato y en esa ruta, el arrieraje era uno de los negocios más importantes (Cfr. Glave, 1982: 14). En este sentido, es importante repasar la relación que hace Eduardo Astesano: "Dado lo reducido de la sociedad virreinal, estas familias importantes estaban ligadas entre sí por vínculos variados. Los porteños eran vecinos de pocas cuadras. Los comerciantes enlazaban sus giros en ataduras que nunca se podrán poner totalmente en descubierto. Lo mismo sucedía a lo largo del Virreynato. )Hasta dónde las recuas de mulas de Juan Bautista y su hermano no se vincularon en Salta con las de Güemes Montero, o no llegaron a Córdoba para cargar los géneros de Castilla de don Domingo Belgrano? (Astesano, 1979: 50).

43 Resulta interesante repasar la actuación de algunos miembros de la familia de Martín Miguel de Güemes durante la rebelión. Su padre, don Gabriel Güemes Montero, se desempeñaba como Tesorero Ministro Principal de Real Hacienda cuando se desató la sublevación en el Noroeste argentino. Su proceder durante estos momentos en defensa de los intereses reales es resaltado por el Intendente Gobernador y Capitán General de la provincia de Salta, don Andrés Mestre: "Como tan amante al Soberano, dio [Gabriel Güemes Montero] también pruebas de buen vasallo cuando la sublevación de la plebe en Jujuy, pues aunque incesante de día en el trabajo de su oficina, velaba de noche sobre las armas todo el tiempo que estuvo sitiada de los rebeldes, turnando con los demás principales vecinos, haciendo rondas con sus dependientes, defendiéndose con ellos en la parte de la trinchera que le tocaba, animando a la fidelidad a los desconfiados, convenciéndolos con sus razones, disuadiéndolos de las malas intenciones que encubrían mucho que se les conocía deseo de reunirse a los insurgentes y asistiendo a los Cabildos y Consejos de Guerra a que era llamado para acordar con su prudencia el mejor éxito que al fin se consiguió, tocándole mucha parte a este

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buen Ministro de la pacificación del Perú (en Güemes, 1982, 7: 126-127). Otro familiar de Martín Miguel de Güemes, don Juan Manuel de Güemes y Hesles, Contador Oficial Real de las Cajas de Carangas (Oruro), fue muerto en un cruento episodio del año 1781 por los indios leales a Túpac Amaru (Cfr. Cornejo, 1971: 13, De Ángelis, 1910, VIII: 507).

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La reinstalación de la corte del Inca fue tema de varias cartas entre Güemes y Belgrano, durante el año 1816 (Cfr. Güemes, 1982, 3). Sin embargo, la idea de restauración del reinado Inca, propuesta por el General Manuel Belgrano y acogida en el Congreso de Tucumán, se desvaneció, aún cuando seis años más tarde desembarcaría en el Río de la Plata Juan Bautista Túpac Amaru, medio hermano de José Gabriel, quien regresaba de su exilio de treinta y cinco años en las prisiones africanas de Ceuta44 (Cfr. Astesano, 1979: 137). La llegada de Juan Bautista se produjo en 1822, un año después del estreno, en Buenos Aires, de la obra de teatro La rebelión de Túpac Amaru, de Luis Ambrosio Morante. Rebelión e inversión de papeles

44 Recién llegado a Buenos Aires, Juan Bautista Túpac Amaru presentó una

larga solicitud relatando su infausta odisea e implorando la protección del Gobierno. Esta solicitud, patrocinada por Juan Bautista Azopardo, fue acogida por un decreto del Secretario de Gobierno Bernardino Rivadavia, el 24 de Octubre de 1822. Las Memorias del dilatado cautiverio de Juan Bautista en Ceuta fueron publicadas en 1824, por la Imprenta de los Niños Expósitos. Juan Bautista Túpac Amaru falleció el 2 de setiembre de 1827 y fue sepultado en el cementerio de La Recoleta, Buenos Aires (Astesano, 1979: 190).

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El desarrollo de las acciones en el marco de la gran rebelión de Túpac Amaru en la zona andina advierte una serie de mecanismos que constituyen una reflexión dramatizada acerca de los complejos juegos de poder gestados por los protagonistas de la sociedad colonial. La personalidad de Túpac Amaru y la estratagema que opera en su polifacético discurso convierten a la escritura de este período en depositaria de una gestión que nada tenía que ver, en principio, con el propósito de romper los lazos con España. A la motivación indigenista, las convicciones antiesclavistas45 y sus intereses reivindicatorios del incanato le seguirá un sentido de integración peruana, variando el objetivo inicial de justicia social hacia una clara posición independentista. En este entrecruzamiento de los diversos intereses de castas, los indios y otros grupos no privilegiados buscan romper con el yugo peninsular. Un grupo intermedio, predominantemente criollo, aspira a reformas que pasen por un gobierno virreinal propio, sin desconocer la autoridad del Rey (Valcárcel, 1975). Así, los diferentes intereses sociales se incrustan en el discurso de Túpac Amaru, quien, mientras manifestaba su calidad de Inca ante los indígenas, cuando se dirigía a los criollos o a los funcionarios seculares y religiosos adoptaba una táctica diferente. En sus cartas convocatorias y edictos dirigidos a los indios, José Gabriel Túpac Amaru declaraba haber sido encargado por reales cédulas -como "Inca del tronco principal"- de suprimir la mita, los repartos y los empleos del Corregidor. Cuando se dirigía a los mestizos y criollos abandonaba la estrategia simplista utilizada en las cédulas reales y se presentaba como el Inca que asumía la defensa de sus hermanos de raza y de todos los naturales del Perú -en el amplio sentido geográfico de la época (Lewin, 1980: 3). La lógica discursiva de los textos tupamaristas insinúa, por un lado, la encarnación a ultranza de la "voluntad del rey" y, por otro, el carácter "mesiánico" de su movimiento. A partir de su argumentación, la violencia ejercida contra los funcionarios locales del mismo rey no merecía castigo alguno, sino que era digna de premio real. Representante autoproclamado de Dios y del rey en el Perú, Túpac Amaru II parece inscribirse en las pautas de comportamiento andinas que sugiere el encabezado de sus cartas y manifiestos: "Indio de la sangre real de los Incas". En una advertencia dirigida a los moradores criollos del Cuzco, Túpac Amaru se dirige a ellos con la intransigencia que solían ostentar los Incas frente a sus adversarios (Cfr. Lienhard, 1993: 178-179). Otro aspecto significativo del discurso de Túpac Amaru está integrado por la influencia ideológica de los Comentarios Reales del Inca Garcilaso de la Vega46. El líder rebelde

45 El 10 de noviembre de 1780, Túpac Amaru dicta su "Bando de libertad de

los esclavos" documento de fundamental importancia en la historia de la esclavitud. Cabe recordar que esto ocurre antes de la Revolución Francesa, en un momento en el que la abolición de la esclavitud era considerada todavía una utopía. El riesgo espiritual de Túpac Amaru al declarar la libertad de los esclavos que se enrolaran en sus ejércitos indica un avance ideológico, un toque de modernidad desusado para la época. Representa la socialización de los medios de producción, ya que el negro era el equivalente de la máquina en estas regiones.

46 Túpac Amaru había adquirido una colección de las obras de Garcilaso, impresas por Andrés González Barcia en 1723-24, según constaba en las aduanas españolas del puerto del Callao. En 1782 las autoridades españolas consideraban el peligro político que representaba la obra del Inca Garcilaso, porque restituia el pasado incaico, el rol mesiánico del Inca y además incluía, en el prólogo firmado por Gabriel de Cárdenas, el relato de una profecía recogida por Sir Walter Raleigh en el siglo XVI, donde se mencionaba el apoyo inglés que lograría devolver a los incas su lugar en el gobierno del Perú (Pease, 1992: 324).

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encontraba, en el contenido confesionalmente católico y en las ideas elevadas acerca del rol de los incas, un respaldo para su táctica política aceptable para la Iglesia y concordante con la atmósfera que se respiraba en la época (Cfr. Lewin, 1980). Asimismo, la rebelión indígena incorporó contradicciones que reflejaban la ambigüedad de un movimiento de masas dirigido por los privilegiados. El fin de los abusos coloniales podía dar lugar a una sociedad más equitativa, pero la sociedad que la élite imaginaba seguía siendo jerárquica, manteniéndose los privilegios derivados de su pasado incaico y del detestado régimen hispánico (Cfr. Flores Galindo, 1976).

Además de la obra de Garcilaso, el proceso de idealización de la sociedad inca se manifiesta en otros cronistas como Cabello Balboa, Anello Oliva, Martín Morúa, Santacruz Pachacuti y Guamán Poma. En estos textos se intenta una reivindicación de lo indígena, difundiendo una visión contraria a la que promoviera el Virrey Toledo en el siglo XVI. Garcilaso escribe una versión cuzqueña de la historia inca, en la que se presenta una sociedad sin mal, sin explotación, sin injusticias y donde el Inca actuaba como un buen y paternal gobernante. Se construye así una imagen histórica que integrará el imaginario colectivo de los diferentes sectores indígenas. A diferencia de Garcilaso, la crónica de Guamán Poma de Ayala es en sí una forma de fundamentar la legitimidad de las noblezas de origen pre-inca para asumir el control del gobierno local dentro del contexto colonial, proponiendo una separación de la República de Indios y la de Españoles. En esa idea de devolver el poder a las verdaderas aristocracias indias reside la dimensión política y utópica de Guamán Poma (Cfr. Burga, 1990: 81-82).

En ese mundo colonial fragmentado, el personaje del humilde fraile que llega a Salta vistiendo el hábito capuchino es un símbolo de los papeles que desempeñaron el clero y los otros sectores sociales en el espacio revolucionario. El ambiente en el que se halló inmerso el obispo González se presentaba especialmente dúctil a las alianzas de entre las distintas élites y masas rurales. Algunos aspectos de las rebeliones andinas delatan, en la interacción de los diferentes sectores sociales en juego, el fenómeno de la inversión de papeles, costumbre conocida en los carnavales europeos (Cfr. Mörner, 1989). En esta atmósfera de transgresiones y permutaciones los actores se escinden y confunden: obispos que parecen pobres frailes, indios que se vuelven obispos, obispos que se transforman en soldados, mujeres que son reconocidas como jefes militares de la revolución, funcionarios despiadados que esconden su identidad debajo de un hábito franciscano...

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La historia también abre paso a la ficción y estos paralelismos inauguran la posibilidad de que, en este clima de roles intercambiables, tal vez la misteriosa figura del obispo del manuscrito de Salta hubiera podido corresponder con la de un fugitivo que, impostando la personalidad de religioso, huía de la sublevación y de la muerte...

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ANEXOS I. Versión paleográfica y descripción del documento del Convento San Francisco. El folio manuscrito ha pertenecido, indudablemente, a uno de los libros del Convento de San Diego de Salta, al que nos referimos anteriormente. El papel es de filigrana liso, de conservación regular, con marcas horizontales que revelan que, durante tiempo pronunciado, el documento fue archivado como rollo plegado. La interlínea es de aproximadamente 7 milímetros y la tinta es negra. El texto ostenta pocas abreviaturas -las corrientes del siglo XVIII- y está escrito en letra humanística o itálica, con caligrafía clara, propia de la escritura procedente del ámbito eclesiástico. La conservación del documento es regular, puesto que el papel está muy deteriorado en sus bordes superior, inferior y lateral derecho. Los rasgos grafológicos coinciden con los del Padre Francisco Pacheco Borges, encargado de redactar los libros del convento hacia fines del siglo XVIII, como se deduce de un análisis comparativo con otra documentación encontrada en el mismo Archivo. La copia paleográfica del documento responde a las normas de transcripción vigentes, aprobadas en la Reunión Interamericana de Archivos, Washington, 1915. Por lo tanto se han desarrollado las abreviaturas, se ha mantenido la puntuación indispensable para la interpretación del texto, se ha conservado el valor fonético de las formas manuscritas, se ha respetado la acentuación original, restituyendo los acentos en las palabras cuyo sentido lo requerían. Asimismo se ha remitido, mediante signos topográficos, a las características semánticas del original, respetándose la composición gráfica, las sangrías y espacios significativos. Para hacer más ágil la lectura del texto, se han anotado por aparte las equivalencias ortográficas, morfológicas y las abreviaturas empleadas. [Folio 1]

[roto] Don Joseph Pérez, Clérigo presbítero natural de los Abojarras, en el Reyno de Granada. [roto] ayuda de Cámara, o mayordomo: Don Pedro Ordiguiandi, natural de Navarra la baja; un cocinero; un médico; y tres criados. Se hospedaron, esa vez, su Señoría Il[us]t[rísi]ma, su confesor y compañero lego en la celda de nuestros Provinciales. Su secretario y Clérigo Condatario, en la de nuestros secretarios: los demás en otra celda. Su Il[us]t[rísi]ma dixo missas dos días en la celda ó capilla de San Francisco Solano. Es de notar que este Obispo solo tenía de Obispo el sombrero negro aforrado de verde, y una crus pequeña pendiente del cuello por pectoral, en todo lo demás, era un pobre frayle capuchino con la barba de palmo y medio, el habito mui angosto, color de chocolate, descalso en todo, con solo unas suelas que resguardavan las plantas de los pies, y en todo parecía un esqueleto tapado con el pobre hábito franciscano.

Fue hospedado con la desencia y manutención correspondiente, no obstante lo repentino de su llegada, y satisfacción de frayle Francisco. Agradeció, este señor el hospedage con benignidad, y al salir deste conv[en]to encargó aesse Prelado dos

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missas resadas, y dio de limosna treinta y dos pesos.

Día 23 deste mes salió su Il[us]t[rísi]ma desse conv[en]to, dándonos su bendición, lo acompañó la comunidad hasta la orilla desta ciudad, y desde ally lo acompañó un religioso hasta la distancia de media legua, y siempre a pie, y después lo alcansó su familia. Ninguna persona seglar lo acompañó, salvo D[o]n Lorenzo Rico forastero, pues éste sabe de atenciones.

Circunstancias desse S[eñ]or Obispo

Esse Señor es quarto, tercero, segundo, y nieto, y hijo de condes y marqueses: por muerte de su Padre heredó esse Señor el Marquesado de Gonsales en el mesmo Reyno de su patria: militó en los Reales Exercitos de S.M.C. y llegó a ser Coronel del Regimiento de Murcia. Renunció el honor militar en el rey, y el marquesado en su segundo hermano, y año 1751 entró a la religión capuchina de N[uestr]o P[adr]e S[a]n Francisco de Italia: a los seis meses de professo, huvieron ascensos en ottro exército, y como por avido no lo avian anotado fue promovido al grado de Brigadier, lo que entendido p[o]r el S[eño]r Rey D[o]n Fernando 6E mandó se le remitiera la patente de tal Brigadier, y que resolviera; respondió por gracia, q[u]e q[uan]do [roto] renunció los honores y bienes que podiera tener el [roto] pero [roto] la Iglesia Santa, y El Rey le dieron [roto] y así [roto]

[Folio 1 vta.]

que admitía el honor de Grado, sin exersicio, y sin sueldo [roto] hermano que le socedió en el marquesado era también militar, y [roto] en el Morro de la Habana q[uan]do los Ingleses la combatieron por los años 1762; de cuya gran defensa hasta morir le concedió S.M.C. el honor de Conde del Asalto, y como no lo podía gozar el que lo ganó con perder la vida en la gerra , passó al tercero y último hermano la herencia del marquesado de Gonsales, que renunció nuestro obispo, el otro marquesado por muerte de la madre dellos, y el condado ganado en el [roto] Esse tercero hermano, en este año 1782 el [Governador y Capi] [tachado] Teniente General del Real Exercito, Governador y Capitán General de toda Cataluña. Nuestro Obispo en la orden nunca tuvo oficio, porque los [omitió] [tachado] repugnó, solo si pretendió, desde Italia, ir a milliones de infieles, no lo consiguió por opo[tachado]sición del Duque de Parma, y la Princesa de Asturias no admitió obispado en Italia siéndole ofrecidos: fué mandado a España por asumptos graves de su religión, los que evacuó con felicidad: fue mandado p[o]r el Rey a Filipinas y Cartagena de Indias con 42 religiosos en calidad de Presidente, y los puso en milliones, fundó un Hospicio con quatro religiosos, celebró ally Capítulo Provincial, en Cartagena, regressó a España en donde su hospicio fue confirmado por El Rey en calidad de cov[roto] como [?] en el Reyno de México y lo anexó, se sucitó discordia entre dos Obispos en puntos de jurisdición, con Breve Pontificio lo mandó El Rey D[o]n Carlos en calidad de Nuncio Apostólico avilitar ally cinco obispados con facultad de remitir obispo a Europa, todo se compuso, y dando la vuelta segunda ves a España, dió buena cuenta de su comisión, los 37 religiosos que trajo a Indias en esta segunda venida, los colocó en milliones que fueron de Jesuitas: fue electo vic[ari]o G[ene]ral del Exército q[u]e iba contra Menorca, lo que no se verificó, porq[u]e El Rey lo diputó para venir aeste Reyno del Perú a componer las alteraciones precentes de J[ose]ph Miguel Tupac Amaru, y como en estas tierras tiene gran parte el Estado Eclesiástico, lo obligaron a aceptar la

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dignidad Episcopal del Obispado de Arequipa que estava vacío, para deste modo ser mas atendido de los Ministros que no atienden al pobre frayle. El Rey le dio 42 Mil pesos para su vestuario y conducción: de Madrid caminó a Lisboa, dessa vino a Rio de Janeiro en donde se consagró, de aquí por S[an]ta Catalina - Rio Grande á Montevideo: su equipage mandó por Cabo de Hornos a su obispado [roto] B[ueno]s Ay[re]s gastó 15 dias hasta esta ciudad, p[o]r la posta con dos carreton [roto]: va a Chuquisaca, Potosí, Oruro, Paz y Cusco [roto] y dara la buelta á Arequipa. [roto]

[sobre el margen izquierdo, en forma vertical] Desde B[ueno]s Ay[re]s empeso adevengar todas las rentas de su obispado q[u]e son secenta mil pesos, y los sueldos de brigadier vivo en Indias [raya de cuatro cm.].

Equivalencias adevengar: a devengar aesse: (contracción) a ese. aeste: (contracción) a este. aforrado: forrado. alcansó: alcanzó. ally: allí. asumptos: asuntos. avian: habían. avido: habido. avilitar: habilitar. buelta: vuelta. crus: cruz. dellos: (contracción) de ellos. descalso: descalzo. desse, dessa: (contracción) de ese, de esa. deste, desta: (contracción) de este, de esta. desencia: decencia dixo: dijo. empesó: empezó equipage: equipaje. esse: ese. estava: estaba. exersicio: ejercicio. Exércitos: Ejércitos. frayle: fraile. gerra: guerra. governador: gobernador. hospedage: hospedaje. huvieron: hubieron. jurisdición: jursidicción. mesmo: mismo. milliones: millones. missas: misas mui: muy. ottro: otro. passó: pasó. podiera: pudiera precentes: presentes. professo: profeso. quando: cuando quarto: cuarto. quatro: cuatro. regresso: regreso.

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resguardavan: resguardaban. Reyno: reino. secenta: sesenta. socedió: sucedió. sucitó: suscitó. ves: vez. Abreviaturas empleadas en el documento: Bs. Ays.: Buenos Aires Convto.: Convento Dn.: Don Gral.: General Iltma.: Ilustrísima Jph.: Joseph (José) NE: Nuestro Pe: Padre porqe.: porque pr: por qdo: cuando qe: que S.M.C.: Su Majestad Católica. Sn.: San Sor: Señor Sta: Santa Vico: Vicario

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II. Cronología de la sublevación de Tupac Amaru en los Andes y su proyección hacia los tiempos independentistas. 26/XI/1776 Antonio de Arriaga es nombrado corregidor de Tinta. 22/VII-18/XII/1777 José Gabriel Tupac Amaru presenta recursos ante la Real Audiencia de Lima. 1778 Tupac Amaru retorna a Cuzco. 2/X/1780 Tupac Amaru intenta levantarse, pero desiste. X/1780 A la gobernación del Tucumán llegan noticias de la sublevación de Chayanta y de los

levantamientos en Potosí y Chuquisaca. 4/XI/1780 Tupac Amaru da su grito de rebelión y apresa al corregidor Arriaga. 10/XI/1780 El corregidor Arriaga es ejecutado en la plaza de Tungasuca. 12/XI/1780 Llegan noticias de la rebelión al Cuzco, y su corregidor -Fernando Inclán Valdez

adopta medidas defensivas, mientras las provincias comienzan a recibir los Bandos de Tupac Amaru.

16/XI/1780 Tupac Amaru expide su bando antiesclavista, el primero en la historia del Perú, dando

la libertad a los esclavos, desde el anexo del Señor de Tungasuca (lo propio harán San Martín en 1820 y Castilla en 1854).

18/XI/1780 Se produce la victoria de Sangarara sobre el ejército de los corregidores. 7/XII/1789 Tupac Amaru pasa La Raya e invade territorio de la jurisdicción del virreinato del Río

de la Plata. 14/XII/1780 Sale de Lima el ejército pacificador al mando del mariscal de campo José del Valle,

acompañado por el visitador José Antonio de Areche como representante del virrey Jáuregui. La Audiencia de Charcas da cuenta al rey de la sublevación de Tinta.

20/XII/1780 Tupac Amaru ordena la marcha sobre el Cuzco. 2/I/1781 Comienza el cerco del Cuzco. 9/I/1781 Tomás Catari es muerto por los hombres del corregidor Manuel Alvarez Villarroel. 10/I/1781 Retirada de Tupac Amaru. 25/II/1781 Llegan al Cuzco las tropas de Lima. II/1781 En el paraje llamado "Las Ozas" de Jujuy (Gobernación del Tucumán) los cabildantes

son anoticiados de que José Quiroga, Gregorio Suárez y Basilio Erazo vienen "en defensa de la gente baja y de los vasallos del rey Inca".

3/III/1781 En Tupiza el sargento criollo Luis Lasso de la Vega se proclama gobernador en nombre

de Tupac Amaru. En la Puna jujeña circulan escritos en favor del mismo en la zona de Rinconada, Cochinoca, Santa Catalina y Casabindo.

5/III/1781 Tupac Amaru envía una carta al visitador Areche, quien le contesta el 12 de ese mes. 26/III/1781 Una nota del Cabildo de Jujuy, dirigida al virrey Juan José de Vértiz, ratifica la

denuncia acerca de la sublevación que comanda José Quiroga en Jujuy.

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31/III/1781 El comandante militar de la ciudad de Jujuy sale con sus soldados en busca de los sublevados del Chaco, derrotándolos en las cercanías de Zapla y tomando 27 prisioneros.

6/IV/1781 Tupac Amaru es capturado por su subordinado, el traidor mestizo Francisco Santa

Cruz, en el pueblo de Langui, y es entregado a los realistas. 1E/IV/1781 La rebelión ya se ha instalado en los pueblos de la Puna de Jujuy, en el Tucumán,

conmoviendo los ánimos de los indios Tobas, quienes matan al teniente comandante Francisco Rodríguez. Una carta del comandante militar Gregorio Zegada informa el levantamiento de núcleos rebeldes en el Chaco a las órdenes del mestizo José Quiroga.

12/IV/1781 Diego Cristóbal Tupac Amaru, caudillo sucesor de Tupac Amaru II es derrotado en el

combate de Layo. 21/IV/1781 El gobernador Mestre firma la sentencia que condena a ser arcabuceados por la

espalda, por traición al Rey, a diez de los cabecillas; a otros veintiuno los manda quintar y a los restantes a ser marcados a fuego con una "R" en el rostro. Estos últimos son condenados, además, a cinco años de trabajos forzosos en las obras públicas.

4/V/1781 Tupac Amaru, cargado de cadenas, entra en la ciudad del Cuzco. 15/V/1781 Se pronuncia la sentencia contra Tupac Amaru y sus partidarios. 18/V/1781 Se produce el suplicio de José Gabriel Tupac Amaru, su esposa Micaela Bastidas, hijos

y principales seguidores, en la plaza cuzqueña del Wacaypata. 28/VI/1781 Zegada regresa del Chaco, luego de haber dado muerte al "capitán Santiago"-cacique

rebelde- y tomado más de un centenar de prisioneros, los que fueron confinados en la Reducción de San Ignacio de los Tobas. En La Rinconada de la Puna, su gobernador indio, Manuel Callaguara, se apresta a atacar la ciudad de Jujuy, pero es derrotado y condenado a sufrir la misma suerte que los jefes rebeldes del Chaco.

18/VII/1781 En el Cuzco se lleva a cabo una nueva ejecución de los partidarios de Tupac Amaru. 13/XI/1781 Tupac Catari muere despedazado por cuatro caballos. 26/I/1782 Diego Cristóbal entra en Sicuani para firmar el armisticio. 19/VII/1782 Muere Diego Cristóbal Tupac Amaru en la plaza del Cuzco. 28/XI/1782 Entran en Lima los prisioneros desterrados del Cuzco.

XI/1783 Es condenado al destierro Juan Bautista Tupac Amaru, medio hermano del jefe

rebelde, y es trasladado a España. 12/VI/1816 El general Manuel Belgrano propone ante el Congreso de Tucumán la conveniencia de

una monarquía incaica como forma de gobierno. 1820 La revolución liberal de Del Riego otorga la libertad a los americanos apresados por

delitos políticos, entre ellos a Juan Bautista Tupac Amaru. 3/VIII/1822 Zarpa hacia América el barco que lleva a Juan Bautista Tupac Amaru, luego de 40

años de prisión y destierro. 1822 Juan Bautista Tupac Amaru desembarca en Buenos Aires y recibe ayuda del Presidente

Rivadavia. 1824 Se publican las Memorias de Juan Bautista Tupac Amaru, en Buenos Aires. 15/V/1825 Juan Bautista Tupac Amaru escribe desde Buenos Aires su carta a Simón Bolívar, el

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"libertador del Perú", que se encontraba en el Cuzco. 2/IX/1827 Fallece Juan Bautista Tupac Amaru, el último exponente de la realeza incaica.

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III. Carta con la recomendación de captura de varios indios y criollos que tomaron parte en la sublevación de los indios tobas, firmada por José de la Cuadra, administrador General de las Rentas de Tabacos, Naipes y Correos y Alcalde Ordinario de Primer Voto de la ciudad de San Salvador de Jujuy, fechada el 15 de abril de 1781, que se encuentra en el Archivo de Santiago del Estero (en Revista del Archivo de Santiago del Estero, 1929, NE 20).

"Dn. Josef de la Quadra, Administrador Gral. de las Rs. Rentas de Tabacos, Naipes y Correos; Alcalde Ordinario de Primer Voto de esta ciudad de S. Salvador de Jujuy, sus términos y Jurisdizn. pr. Su Magestad que Dios Gue.

A Vmd. los SS. Alcaldes Ordinarios de la Santa hermandad, Probincial, Pedáneos y demás Jueces de la Ciud. de Sn. Tiago y su Jurisdizon. hago saber como en la presente ocazión se halla esta Ciud. atribulada a causa de la conspirazon. de los indios Tobas acaudillados de los proprios Christianos qe. serbían de partidarios en los presidios de las fronteras de la plebe y otros más qe. combocaron sus parciales, pa. el fin de destruir y matar los Españoles de ésta y hacer partibles los caudales; siendo los principales caudillos Jossef Quiroga, Antonio Omacata, Gregorio Juarez, Basilio Eraso, Jph. Domingo Morales (alias Rojas); y como se han consetuado perdidos, assí pr. qe. les han faltado sus combocados y la gente auxiliante que esperaban de su clase, como pr. la llegada de los soldados veteranos han profugado ó desamparado a sus aliados indios Tobas, dexando infestados a los pagos con la perniciosa cizana de su iniquidad. Por lo tanto, y para conseguir a estos caudillos y aplicarles las penas condignas a semejante dilito, a Vms. Exorto y requiero, en nombre de Su Magestad (que Dios Gue.) y de la mía, ruego y encargo qe. siendo con esta reconbenidos manden solicitar con toda exactitud, sin omitir diligena. alguna, a los predhos. caudillos y mandarlos presos con buena guardia y custodia a esta Carcel Pública y pa. su aprehensión acertiba se hace relazon. de la fizonomía, edades y cuerpo de estos malbados, y és la siguiente: 1E) -Jph. Quiroga es alto, de cuerpo flaco, cari largo, pelo propio de color medio amarillo, alto, ojoso, muy dro. en el modo de pararse; de edad de cuarenta años al parecer. 2E) -Antonio Umacata indio, pelo propio, de edad de quarenta y cinco años, poco más o menos, picado de viruelas; ojos chicos, grueso de cuerpo; la cara medio redonda, de mediana estatura; no muy ladino en el hablar Castellano; anda con poncho de pala, balandrán entre fino con zapatos y con copas de plata. 3E) -Gregorio Juarez, criollo, de Santiago del Estero, alto, de cuerpo moreno, flaco, picado de viruelas, pelo propio, ojos grandes, tiene una cicatriz en la cara de cortadura; de edad al parecer de quarenta años. 4E) Basilio Eraso, natural de Estarcca, de la Provinza. de Chichas, mestizo amulatado; sin pelo, medio vijoso; aunqe. muy hablador es nada ladino; la cara larga y flaca, y anda descalzo; de edad, según su aspecto de treinta y cinco años; muy coquero.

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5E) Jossef Domigo Morales (Alias Rojas), de estatura mediana, ñato; de cara blanca, pelo propio; cara redonda; medio coto; de edad de veinticinco a treinta años. En cuya conformidad Vma. mandarán cumplir y executar todas sus partes ésta mi carta requisitoria, pr. ser en servicio de ambas magestades y quietud de la República, que en hacerlo assí cumplirán con lo que, en fuerza de sus empleos son obligados; qe. al tanto queda este Juzgado a practicar, siempre qe. las suyas bea en justicia, la qual mediante es fha. en Jujuy y Abril 15 de 1781, pr. ante el Escribano de Cavdo. que de ello da fée. [Firmado] Joseph de la Quadra Por Mandto. de Su Mrcd. Manuel de Borda. Esnco. Pubco. y de Cavdo.

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IV. LEYENDAS DEL REY INCA (corpus de relatos orales recogido por la Dra. María Beatriz Scheloto, y publicados en Revista Mytológicas. Las versiones que transcribimos son las reproducidas por Herminia Terrón de Bellomo, 1995). "El Rey Inca", Versión 1: "El Rey Inca Manco. Ese es otra generación. Ese lo han muerto los españoles cuando vinieron. Porque el Rey Inca Manco Capac, ese era rico, ese un hombre que ha nacido de una pobre, pero no carnal, sino espiritual, por la gracia de Dios en espíritu. Se ha criado en el vientre de una moza y ya hasta su término que va a nacer el Rey Inca. Pero no en casa de su padre ni de su madre no quería. Se ha enfermado la moza en el campo, yendo a pastar las ovejas, las llamas, así en los cerros. Le han agarrado un dolor y lo ha echado nomás la chico. No ha sentido mucho dolor. Le ha dejado al chiquito, ha cavado tierrita, dice que no quería ir el changuito. Dijo: No, no voy. Nació hablando, recién nacido pero hablando. Le avisó a su mamita: -No voy a la casa, yo no quiero, a mi abuelo no lo quiero ver, no tanto que no verlo, no, no. -Usted dejemé aquí mamá y mañana venís de vuelta, yo voy a estar aquí. Ha arrancado unos yuyitos, pajitas, lo ha hecho un nidito, y ha dejado tapando con su rebozo, y encima lo ha puesto con pajita como le ha dicho. El niñito lo ha dejado y se ha ido a su casa y ha llegado por la tarde. Y ha llegado medio otra laya la moza, como enferma así. Le ha preguntado su papá: -Y por qué está usted otra laya, y que te ha pasado? -Así estoy, me he enfermado, me he enfermado arriba en el campo, ahí he dejado al chiquito, no quiere venir, no quiere hacer nada, no quiere venir. De eso estoy así, estoy penosa, tengo pena de guaguita. -Pero )por qué no las traído carajo? yo te lo reto bien. -Bueno, vamos a tener que madrugar mañana temprano. Ahora está noche. -)Adónde vamos a ir esos cerros? )Adónde vamos a ir? -No, yo mañana recién voy a ir, ha dicho su mamá. Bueno, dicen que ha ido, se ha pegado una madrugada, se han ido, se han ido, se han ido arriba del cerro llevándose a pastorear a los ciénagos, por ahí a la vega, por ahí se ha enfermado. Se ha ido, se han ido. Ya dice que estaba llegando. Y estando ya cerquita, se ha levantado ha tirado unas pajitas, dice que se ha tapado todo, dice que ha tirado, dice que se ha parado ahí. Se ha pegado la disparada, cerro arriba. Fuera, el abuelo fuera, el pobre por atrás. -)Qué iba a hacer? No lo ha podido agarrar, que ha sido más ligero que otra cosa. Se ha ido el cerro. -Pucha, carajo, )quién es ese entonces, quien es esa guagua? )Por qué está disparando aquí? )Por qué está andando? No sé así ha nacido hablando, andando y hablando. Y bueno, ahora qué hacemos. -Bueno, lo esperemos ya vendrá. Dice que ha ido por atrás el abuelo. Se ha ido, se ha ido, que va a hacer... Dice que ha ido. -Bueno carajo, entonces mañana yo voy a traer live, voy a traer el lazo para enlazarlo, espiando voy a llegar aquí. Usted de otro lado, yo de otro lado. Usted lo has agarrao, usted sola y yo voy a venir por tu atrás o si no yo voy a venir por otro lado, lo agarrás, no lo largás a la guagua. No lo largás hasta que yo llegue ahí. Y lo vamos a llevar a la casa. Entonces han hecho así, se han ido a la casa de su papá. -Usted te vas a la tarde con las ovejas y mañana así vamos a aguardar más tarde. No dice que no ha venido nada. No ha venido nada. No ha venido. Ha esperado la mamá ahí con las ovejas y se hizo tarde y se ha ido a su casa- -No aparece nada, no ha venido nada, dice que ha dicho. -Bueno, mañana vamos a madrugar, entonces usted te vayas temprano, te vas derechí ahí de donde ha salido, el nido, y yo me voy a ir por otro lado. Voy a llevar el lazo para enlazarlo y lo vamos a traer para acá, a pillar. Usted llegás y si está, lo agarrás bien, no lo largás. Llevate una

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soga, lo atás las patitas, bien lo atás, bien atado que esté ahí. Y bueno, así dice que han hecho. Ha llegado allá la mamá. No hay nada, no hay nada. Nada, Y bueno, que va a hacer, no hay ni rastrito. No hay nada. Entonces, está sin comer, nada. Ha dicho: -Yo voy a ir a la casa y voy a volver vueltas más tarde. Usted va a estar aquí nomás. Por ahí, andá a gritarlo, andá a buscarlo por ahí. Si parece lo hacés agarrar y no lo haces largar hasta que yo llegue. Yo voy a traer un poco de café, comida, cualquier cosa o asado, cualquier cosa para que comamos. -Bueno, se ha ido. Su papá se ha ido a su casa rápido. pronto nomás ya voy a volver. Voy a buscar de comer y vengo. Se ha ido. Las ovejas me las echás para acá. las ovejas para acá las eché y acá han de venir, de estar a la vega y usted quedate aquí. No te muevas ya aparecerá. Y bueno, en cuantito se ha ido viejito, se ha perdido cuesta abajo, ya estaba bajando del cerro. Ya está viniendo el changuito. Ha llegado, se ha agarrado de su mamita, se ha mamado bien. Tenía hambre. Le ha dicho. -Ahora tu abuelo tiene que venir trayendo comida, trayendo lazo para enlazarte, para llevarte, sogas para atarte los piecitos. -Si, yo estoy sabiendo ya que es lo que está pasando. Yo estoy sabiendo bien. Yo voy a mamar bien y a más ratito me voy. Ya me voy. No voy a estar aquí. Y si pregunta: -)Ha venido? -De vuelta se ha ido al cerro. Se ha ido al cerro. -Mañana voy a volver de vuelta. Mi abuelo ya no va a venir nada. Usted nomás vas a venir mañana. Entonces se ha ido. -Usted quedate aquí con tus ovejas tranquila. Dígale: -Se ha ido al cerro otra vez. -A mi no me halla nadie. -Mañana si te volvés, te volvés mamita, solita te has de venir a pastar tus ovejas. Ha llegado. Ahí había estado parado el changuito en su nidito. Parado, mirando. Bueno, vení mamita, ahora sí. Ahora sí mamita. Dice que está cruzando una honda. Una honda dice que está cruzando. Ahora sí, mamita aquí traigo las dos piñas de oro, tamaño piñas de oro. Dice que le ha traído, dice que le ha dado a su mamita, ahora sí, ahora sí yo me voy del todo. Dame tu pecho, voy a mamar todo. Ha acabado de mamar, así, así. Ahora ya no se va a juntar la leche, no te va a doler, no vas a hacer nada ya. Ahora yo me voy del todo mamita. Estas dos piñas de oro llevate a tu casa y con este vas a vivir hasta fin de tu vida mamita. No te va a faltar nada. Yo soy el Rey Inca, tengo que dominar los cerros. Yo tengo gente, tengo peonada para dominar los cerros. Tengo que andar cerro por cerro, tengo que limitar los cerros. Tengo que mensurar, no se que será. Todita parte, todo el mundo entero, tengo que separar los pueblos, las naciones , las repúblicas, todo, todo. Tengo 12 peones. Yo tengo que vivir... en los cerros nomás voy a vivir. Yo cuando llegue con mis peones allá, yo a la tierra lo hago hablar. Llego allá, lo hago trabajar a los peones, le hago rayar la tierra y sale el agua de por si, hago rayar la tierra y hecho maíz, siembro maíz, repollo, todo lo que yo quiera comer. Sembraba, al otro día para almorzar está todo, toda al orden. Bueno, así mamita. Ya sabía. -Usted no tenga pena por mí, nada, nada. Usted viví tranquila, va eso que te estoy dejando mamita, eso te dura hasta el fin de tu vida, mamita. Adiós, se ha despedido y se ha ido. Y bueno, después de eso cuando ha venido los españoles, entonces la plata, estando a flor de tierra el oro, la plata y todo, todo mineral que hoy se encuentra en la profundidad de la tierra. Pero esos años han quedado así. La plata esta a flor de tierra. Esta zona, Sudamérica que dicen, era rico, rico, riquísimo. Porque el Rey Inca, ese el que estaba dominando, estaba a su cargo las riquezas, todo. Entonces, cuando lo hallaron al rey español, no se qué, han venido buscando al Rey para matarlo el Rey Inca Manco Capac. Lo han engañado, lo han engañado, lo han de tierra- Aquí en Collhuaima, el Collamboy decimos un cerro, yo he subido tres veces ese cerro. Ahí en ese cerro está el campamento. Todos bancos de piedra. Lindos bancos señor, hecho de piedra nomás, allí tiene el pozo de agua, un pozo grande.

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Bien pircado con piedra cuadrada, bien trabajada. Pero flor de agua. Fuera que se dice limpia y limpia, toda la vida limpia. Ahí yo he tomado he hecho café. Todos hemos tomado ahí y hemos salido bien. Se llama cerro Collamboy, está cerca de aquí. Ahí tiene su campamento de años, en ese cerro había parado de la plata y el oro. Si, ahí está depósito. Tiene su depósito ahí. Bajo la tierra, en el corazón del cerro está pues. Pero vas a tener que salir a flor de tierra. Todo. Tiene que aprovechar eso la humanidad porque Dios ha puesto todas las riquezas, Dios ha puesto para que, para el consumo de la generación humana. Por eso tiene su tiempo. De un momento a otro va a aparecer el Rey Inca. O sino de por sí va a salir. Cuando ya es el tiempo, el mineral se va a poner a flor de tierra, cualquiera lo va hallar, como siempre van a hallar. Cuando sea el tiempo, va a aparecer la plata, va a aparecer el oro. Los tiraditos a flor de tierra que han quedado son chiquititos, eso claro hay en todas partes" (Informante: Nicolás Llampa). "El Rey Inca", versión 2: "El era un hombre capacitado y poderoso aquí en la tierra. Aquí en esta zona hacía cualquier cosa él. Y más manejaba la plata y el oro. Era, digamos, rico. Dice que usaba ojotas de cuero, con la quinoa y escarpines que son una medias con dos talones y con dos dedos; el dedo mayor calza solo. Y todo de barracán, la ropa que uno usa en el campo, todo hecho por las propias manos de él, lo fabricaba. Lo hacía el hilo y lo tejía. También usaba como arma la boleadora y lo honda de hilo. La boleadora también le decimos live, es como un lazo y tiene una piedra envuelta en cuero a la punta. Algunas veces estás dos a la par, algunas una. El resto es de hilo de llama o de oveja o de cuero trenzado. Eso generalmente lo usaba la gente para cazar directamente. Uno la tira así y se envuelve en el cuello. Las ojotas con quinoa son más incaicas y todo de cuero, no como ahora hacemos de goma. De cuero de llama, de vaca, siempre lo hacían de la parte del cogote porque es más duro. Después siguió viviendo a través de muchos años. Antes que puso su tesoro de oro y plata que está aquí en el Cerro Collamboy, lo sacó la cabeza al Cerro Granada. Este cerro dice que era muy caprichoso, porque era rico, tenía la plata y el oro en él. Pero el Rey lo pedía, le decía que lo dé. Porque él conversaba con los cerros como estar conversando con cualquier otra persona. Entonces, dice que el Inca le dijo a este cerro, a ver si me das tu riqueza, me das una parte. El no lo quería todo. Como todos los otros cerros eran buenos lo daban. Este cerro no, si la riqueza lo tengo yo como te voy a dar. )Por qué te tengo que dar yo la riqueza? No te doy. Entonces el Rey Inca decidió sacarle la cabeza. Ya le había anunciado que iba a sacarle la cabeza. Y salió en un cerro que está al frente del Cerro Granada, Cerro Lajas se llama. Salió de arriba de ese cerro y dice que tenía una piedra de oro y otra piedra de plata y entonces lo pegó un hondazo y le sacó la cabeza al cerro y se apoderó de todas las riquezas que tenía. Prácticamente es decir como que lo ha muerto. Entonces la cabeza dice que lo tiró allá al medio del Campo de Ciénaga, donde es la Mina Pan de Azúcar ahora. Por eso dice que tiene mineral ahí, igual que el Granada. El Inca andaba de cerro en cerro. El no se quedaba, quizás en un pueblo... el andaba de cerro en cerro, conversaba con los cerros. Donde llegaba hablaba con el cerro y le decía que se abra, que él quiere estar adentro a dormir. Entonces tenía que abrirse. Todos lo obedecían a él. El Guairazul también dice que era desobediente. Bueno, dice que antes no era su descansadero, nada, nada. Sabrá ser su camino que él andaba por ahí. Entonces a veces saben hacer la burla. Cuando él viene, sabía que iba a venir, dice que los cerros estaba todo abierto. Y cuando él ya pasaba, se cerraba otra vez, no lo dejaba pasar. Y él le había dicho. Porque varias veces ya lo había visto que lo desobedecía los cerros. Entonces, él agarró un

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día, fue de Incahuasi al frente, es un bordito cualquiera, le dicen Abra de Casabindo. Y ahí hay dos apachetas. Y de ahí dice que ha mirado para abajo y estaba todo cerrado por donde ahora es la casa de Santos Puca, por ahí estaba todo cerrado. También dice que tiene que agarrar una piedra de plata y tiene que tirar un hondazo, hizo pedazos... Dice que han ido a aterrizar las piedras donde que es mi casa, donde es la casa de Doña Elvira, toda esa parte. Dice que el Inca lo hizo, porque él se cerraba. Y entonces tiró esa piedra para el frente y él hizo su descansadero ahí en la Encrucijada de Cuevas donde hay figuras. Ahí en la casa de don Santo Puca, ahí en la esquinita nomás. Ese lugar se llama Encrucijada de Incahuasi, ahí es su descansadero, ahí nomás llagaba cansado llegaba ahí y descansaba. Allí hay pinturas, en forma de petacas, llamas, ovejas, perritos, de todo. No hay nada más de piedras o cosas de la casa del Inca. El Inca llegaba en un cerro y tenía todo hecho. Por afuera nada. Está todo adentro del cerro. Y después han hecho cosas pero ya la gente como nosotros, antiabuelos, los abuelos. No los antiguos. Cuando los españoles llegaron a esta tierra el Rey Inca vivía. Los españoles lo castigaron al Inca porque era rico, lo querían sacar la plata y el oro. Y había una reina que lo quería conocer al Rey Inca. Pero lo pillaron y lo mataron y él ya había escondido la plata y el oro. Cuando lo mataron desapareció la cabeza, se fue al Cerro Licancaur en Chile. Es un cerrito que parece una pirámide. En el corazón de ese cerro dice que está la cabeza del rey Inca. Hasta ahora. En el cerro Kebar, al frente de Olacapato, dicen que tiene un tapado también el Inca. Eso es ahora la provincia de Salta. El Inca dominaba cualquier cantidad, en Bolivia, Chile. Era poderoso y también se hacía una honda especial. pero siempre lo hacía de hilo trenzado. La honda yo creo que tenía que ser más gruesa, más grande, todas cosas por el estilo, más especial. Las labores las dejó el Rey Inca. Como ser tenemos copiando la honda de hilo que usamos nosotros, las chuspas, las coqueras, ojotas, fajas y varias cosas más. También como ser el chulo que es como un pasamontañas o pasacerros. Después las comidas. Por supuesto él ya comía con sal, no como los antiguos. Le gustaba mucho el trigo, la quinoa, todo como comían los antiguos, nada más que él comía con sal. La calapurca era una comida especial para hacer un convido a la tierra, a la Pacha. El Inca era como cualquier persona, tenía su ganado, su riqueza. Iba de cerro en cerro. Le gustaba mucho challar a la Pachamama. No challaba un poquito como nosotros y challamos a un ojo de agua y llevamos un poquito de coca, y alcoholcito. El challaba en grande, porque cuando tenía que challar a la Pachamama por lo menos le ponía cuarenta, sesenta kilos de coca. Antes decíamos fardo o tambo que tienen veintidós kilos. Tiraba el Inca dos, tres fardos de coca, una bordalesa de alcohol, son doscientos, doscientos cincuenta litros de alcohol. La bordalesa es de vidrio y cubierto encima por madera, como si fuera un canasta más o menos. El lo entregaba todo para tierra. Entregaba quizás diez, veinte llamas vivas. Challaba en grande. Yo pienso que el challaba mucho porque él conseguía muchas riquezas. El era rico de los ricos. El challaba con fe. Así tiene que ser para que sea válido. Si uno challa sin fe mejor lo hagamos nada y queda ahí. Puede venir malo porque es como si te estarías burlándote. El administraba bien su ganado, lo pastoreaba. Lo quería más a las llamas que a todo. Incahuasi es la casa del Inca., donde hay pinturas que las pintó el Inca para que en cualquier momento el que reconozca, para que vea que era su paradero ahí, su casa digamos. Por eso las pintó. Las pinturas de Encrucijada de Incahuasi lo mismo. Como le acabo de decir ese cerro era desordenado, no le hacía caso, se burlaba del Rey. Entonces después de hacerle pedazos, el lo hizo su descansadero ahí. Ahí descansaba entonces. El

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cerro ése tiene que estar abierto en cualquier momento. Ojalá él no esté, si está lejos, el cerro estaba abierto. Entonces como era su descansadero, dejó dibujando ya más gente, petacas, ahí en la peña. Y está hasta ahora. El Inca venía por la Encrucijada de Incahuasi también. Claro, se llama igual, pero queda en medio de la montaña, es lejos. Después llegaba al Cerro Collamboy adonde tenía su tesoro, su riqueza. Parece que salía de la zona de Casabindo. Yo creo que debe haber por ahí algún lugar que lo utilizaba el Inca" (Informante: Natividad Quispe). "El Rey Inca", Versión 3: "Antes del descubrimiento de Sudamérica, sería el Rey Inca, tenía nombre el Rey Inca, yo no sé, de Machu Pichu, otro era Tupac Amarú, puede ser, como estos se cambiaron siempre los años, venía otro, otro. El otro es Atahualpa. Ese era los Reyes Inca de acá de antes. Cuando viene el primero no sé. Ellos vivían claro todo esto Sudamérica, todo. Como después Colón ha descubierto Sudamérica. Y desde allí han venido los españoles y ellos han habitado, han llevado todo el oro. Ha quedado ahora sí, pero después lo han muerto al Rey Inca. Se han metido las riquezas al centro de la tierra, ya no ha quedado al aire, así a flote del pies de uno, ya no ha quedado. Eso fue cuando lo han matado al Rey Inca. Porque el Rey era dueño y Jefe de todas las riquezas. Como lo han matado al Rey, las riquezas están adentro de la tierra. De eso ahora no hay oro, no se consigue como antes han sacado. Venían los españoles, nuchos trabajos han dejado ellos antes que le han derrotado, trabajos en minas, minas explotadas, así como Mina Pirquitas. El era moro, no conocía bautismo, no conocía religión, nada. Entonces los españoles lo querían llevar para bautizarlo, porque no era bautizado, era moro. No conocía bautismo, nada. No se oleaba ni se bautizaba. Así que ahí lo querían llevar a España y el no quería ir. También les ofreció oro, todo. Cuando quieran para que se lleven los españoles y que lo dejaran tranquilo ahí. El les ha ofrecido para que lo dejen. Entonces pueda llevar todo el oro, unos bloques de oro, grandes, puro, puro. Y él, claro, lo hacía para no ir a España, para no bautizarle, los otros lo querían llevar. Entonces Pizarro, con setenta soldados ha venido a pillarle a... El andaba disparando de un cerro a otro, por no hacerse pillar. Pero lo han pillado. Entonces lo han querido llevar y él no quería. Les ha ofrecido el oro, cuanto quieran. No, no, y lo han matado. Y cuando lo han matado la riqueza se ha perdido adentro de la tierra. Ya no ha quedado nada afuera. Y esas barras de oro. Ellos creían que se lo iban a llevar eso. Tampoco, se ha perdido todo. De todas riquezas. El era todo de Sudamérica, es dueño y Jefe de todo Sudamérica, de todas estas naciones sudamericanas. Era el dueño, dueño de todas las riquezas. Porque el Rey Inca habrá estado como en España, como en España tiene su Rey. Y bueno aquí también él habrá sido el que manda las riquezas. Claro, así es. El ha muerto y las riquezas se han perdido dentro de la tierra. Y ahora ha quedado nada, ni esas que estaba viendo, esas barras de oro que había ahí, que le ha mostrado él, así como estamos conversando. Usted los españoles y yo el rey Inca. Entonces yo le digo: -bueno, acá llévese todo lo que quiera. Barras de oro, bloques. Llevesé cuanto ustedes quieran y denmé a mí. Yo no voy. Él era igual a nosotros eso sí, era quichuista, lo que hablan en Bolivia. O aymará también hablan en Bolivia. Ese era quichuista, no era castellano. Era quichuista, hablaba en quichua, así como ha quedado la República Boliviana. Quedó con ese legado, con ese idioma. Lo demás era igual que como Bolivia, como nosotros, igual. tenía pueblos, ciudades, todo. Y la riqueza estaba a flote de tierra. Donde quiera sacaba oro, plata, lo que quería. Por eso los españoles se han venido, en cuanto han descubierto se han venido a sacar el

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oro. Aquí en la cordillera cuantas minas no hay que ha dejado todo. Pero el oro lo sacaba como maíz. Claro que el Rey estaba vivo y la riqueza a flote de tierra. El era dueño de las riquezas, el Rey manda. El manda toda la riqueza. Igual tiene que ser, supongamos en España, el Rey manda. El Rey manda todas las riquezas. Por eso hay oro, hay todo. Pero está la riqueza encima, porque está el Rey. Así como Inglaterra, todas esas partes, hay muchas naciones que maneja el rey. Entonces la riqueza está encima. Y si aquí hubiera estado vivo nuestro Rey Inca, hoy somos... Aquí no se iba a conocer pobreza. Todos tenemos oro, todo mineral a flote. Y le hubieran dejado que viva, por supuesto que hubiera sido. Y bueno, entonces, Francisco Pizarro ha venido con setenta soldados y le han querido llevar y él no quería ir. Para bautizarlo lo querían llevar. Y no, no quería ir, porque no quería. Entonces ofreció el oro, para que en fin, recompensara que lo dejen ahí. Y no lo han querido dejar, lo han tenido que matar. Si no vas te matamos. Y bueno, lo mataron. Y ese instante que lo mató se perdió la riqueza adentro" (Informante: Eugenio Llampa). "El Rey Inca", versión 4: "El Rey Inca vivía por acá, cerca de esto. Era una persona, pero no vivía así como en una ciudad. El tenía parece un palacio en un cerro. Ahí vivía. El Rey de España quiso venir a verlo a él, o llevarle que vaya a conocer por sus pagos de España. Hay un cerro que se llama Lips. Ahí parece que ha sido su palacio donde vivía más. Después aquí hay otro cerro, el Collamboy se llama. También parece que ha sido otro que vivía ahí en esa parte. El Rey de España quiso venirle a llevar. Ha venido sí, hace muchos años será y él no quiso ir, no quiso ir lo mismo. Parece que no le gustaba o no se que, como era rey, decía una cosa y decía no. Entonces vino el Rey de España para llevarlo aquí donde estaba él. El, dice, se enterró en una campana grande. Dice que tenía una salida para arriba de la campaña. Dice que le ha dicho: -Que se lleven mi cabeza, mi cuerpo no. Entonces se metió en la campana y él sacó la cabeza por arriba de la campana y era una campana pesadísima, que nadie lo podía alzar. Y la campana que seguía ajustando el cuello. Y justo el cuerpo quedó abajo de la campana y la cabeza encima. Y la cabeza lo llevaron. Le cortó la cabeza directamente con una sola campana se iba ajustando poquito a poco hasta cortarlo totalmente. Y lo llevaron para España. Como era un Rey tenía muchas cosas, muchas riquezas. Todo eso quedaron ahí adentro pues, ahí murió el Rey y la campana sólo dice que se perdió para la tierra así, se entró, se entró. Y quedó enterrado digamos, sepultado ahí adentro. Y todas sus riquezas creen que está en esos cerros. Años yo me acuerdo cuando era... tenía yo mis veinticinco años, mi papá vivía. Ha venido uno de San Antonio de los Cobres, era cuando esto era gobernación . San Antonio de los Cobres era la capital de esta pago. El vino y su gente aquí se han ido. Ha salido en busca de las riquezas del rey. Ha salido al cerro grande Collamboy. Bueno ahí salieron varias personas de aquí, así con el Jefe este que vino. Fueron hasta el pie del cerro, unos a mula, otros a pie. Y ahí se alojaron. Y nada, todo tapado. Todo peña, todo cerro, no se ve nada, nada. Todo tapado, todo, todo. Nada. El cerro no los deja. Algunos han llegado sano, otros han venido también hasta el cerro, por ahí. De aquí han ido y ya podían más. Les daba la puna, se enfermaban, tenían dolor de cabeza, vómitos. Pero ha llegado algunos. Mi papá llegó hasta él algo. Y un jefe de ellos que venía, también ha llegado hasta la cima. Ahí han recorrido todo eso. pero algunos se han quedado durmiendo ahí arriba enfermos o, en fin, así. Claro, sea puna. Que sabrá ser. El cerro no permite, que no quiere dar una cosa. Aquí los cerros estaban dominador por ese Rey. Eran como una persona los cerros, por eso.

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Y así ve. Así volvieron. No sacaron nada, nada. Eso dominaba todo, era el Rey de aquí de la Puna. Dominaba todo, dominaba los cerros, dominaba todo lo que existe. Había muy pocas personas en ese tiempo, pero había" (Informante: Victoriano Urbano). "El Rey Inca", versión 5: "El Rey Inca era rico, conversaba con los cerros, hablaba con los cerros, le gustaba mucho la challa, challaba mucho a Pachamama, se entraba en el corazón de cualquier cerro. El hablando ordenaba que un cerro se abra y él entraba tranquilo y el cerro tenía que abrirse. Salía, todos los cerros, todas las peñas, todas esas cosas tenían que hacerle caso a él. Después el Rey Inca era rico en plata y oro, más que todo. Después ningún otro mineral. El estaño, como ser el antimonio, todos esos minerales no tocaba él. únicamente él tocaba la plata y el oro. Le gustaba challar a la Pachamama para tener más hacienda. Y lo que más le gustaba tener era la llama que otra hacienda. Usaba ojotas, escarpines, no conocía zapatos. Después de ropa, todo quebracho. Quebracho es hecho aquí en el campo. Se ataba el pantalón con paja, no con cinto. Pantalón de barracán, cotón que se hace con picote. Sombrero de oveja, ovejón" (Informante: Natividad Quispe). "El Rey Inca y sus peones": "El Rey Inca era como una persona, igual, igual que Nuestro Señor Jesucristo. También tenía sus discípulos que lo acompañaban pués. Claro, tenía sus discípulos, doce discípulos. Igual el Rey Inca tenía sus peones. Así que el rey Inca tenía sus peones. Los peones trabajaban, mojones, eso trabajaban, eso sembraban. Por ejemplo, hoy día puede llegar a este cerro el Rey Inca y quiere dormir ahí. A la tierra lo hace hablar y la tierra y la tierra se pone a la orden y él hace trabajar ahí, hace sembrar para almorzar mañana, los choclos, los repollos, las lechugas, todo lo que él quiere comer. Amanece listo para servir nomás. Cocinar y servir. Así, así" (Informante: Nicolás Llampa). "El Rey Inca era poderoso": "El Rey Inca tiene poder. Tiene poder, igual que Dios y un espíritu pués. Tiene poder, Tiene poder, igual que Dios. Dios es poderoso, pero el Inca también es poderoso. Aunque le han cortado la cabeza, pero él no ha muerto. La sangre se ha tornado igual nomás, de la sangre que lo han degollado, de ahí nomás dice que se ha tornado y se ha perdido. Así que éste se ha metido en los cerros y ahí está su término. pero cuando ya sea su término, ya va poner la plata arriba para que aproveche la humanidad. De la sangre nomás dice que se ha tornado otra vez al mismo cuerpo que tenía el Rey Inca, al mismo cuerpo. Igual, igual. Ese era poderoso él. Solamente él solo; eso nadie lo tiene. Y no hay nadie. En la tierra, un hombre poderoso como es nuestro Señor Jesucristo, Jehová, Dios, que creó los cielos y la tierra. En la tierra no hay un hombre que ha creado. En la tierra, de la parte del ser humano no es nada, nada. Todo Dios lo creó. El cielo, la tierra y todo lo que hay. El sol, la luna y las estrellas. Dios ha creado. Todo, todo. Y nuestro Señor Jesucristo también le han muerto. El para Salvador. Por fe, por la gracia de Dios, por la gracia del Padre, ha crecido en la Virgen María y ha nacido. Pero en espíritu fue, lo han crucificado, lo han clavado, el vino. A los tres días ha resucitado y ha vuelto a ascender a los cielos. El Rey Inca ha crecido en el vientre de la humanidad para dominar los cerros, para dominar todo lo que hay en el mundo entero. Para limitar, en fin, todos los límites dejar ya limitado, por dónde, por dónde. Nada más que para tirar el hilo y listo. Y así como Chile, la Argentina, Chile con Bolivia. El cerro de Zapaleri se llama, ahí están los tres mojones de fierro con las latas"

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(Informante: Nicolás Llampa). "El poder del Rey Inca en la palabra": "El poder del Rey Inca estaba en la palabra. El hablaba tan solo con la tierra. Con el ser nosotros no, tan solo tenía sus peones, sus discípulos nada más. Y él hablaba con la tierra para que sus peones no sufran no a dónde. A la tierra lo ordenaba y la tierra obedecía, así con la fuerza, la fortaleza, la tierra sabrá tener que hacer madurar en una noche por eso al otro día ya tenía todo para almorzar. Porque él dominaba la tierra. Como él ha dicho, dice que ha dicho su mamá: -Yo tengo que dominar los cerros, yo tengo que dominar la tierra, tengo que dominar todo, todo estaba a la orden del rey Inca. la tierra, los cerros, estaba a la orden de él pués. Todos le obedecía. -Ahora que salga agua-. Pués el agua tenía que salir (Informante: Nicolás Llampa). "La honda del Rey Inca para dominar los cerros": "El Inca tenía la honda. Un cerro que por ejemplo, sí a este cerro quiere subir arriba y no le da lugar, entonces agarraba una piedra él, una piedrita le ponía en el honda y lo tira bien. Lo tira bien al cerro, lo destroza de un hondazo. Este se llama la honda, es como un arma ventajosa. Habrá sido de hecho de piedra a lo mejor de cogote de vicuña. Así, así. Nosotros también, aquí hacemos honda. Tenemos para hondar las ovejas, las cabras, todo de hilo. Hay que tirarlo, cae la piedra, las ovejas se asustan y ya se vuelven. Así pués: igual. Y si lo llegamos a pegar a la oveja también lo quiebra la patita, la manito, algo. )No ve que la piedra tiene fuerza también? O lo puede matar también de pedrada en la cabeza. Y aquella que tenía el Rey Inca no. Era expresamente para dominar los cerros. Para poner orden. Algunos son malos porque son muy ricos. Con las riquezas. Tiene mucha chinchilla, tiene mucho oro, tiene mucha plata y otros minerales más. De eso no sabrán querer dejar..." (Informante: Nicolás Llampa). "La honda del rey Inca": "Cuando el Rey Inca era chiquito, cuando ya ha nacido, ha dicho a su mamá: -Yo me voy a los cerros, a dominar los cerros. Yo tengo que dominar todo, todos los cerros. Tengo que dominar. Aquí está el poder, aquí está el poder, aquí tengo el poder. Esta hondita es el poder. Con este honda y los cerros que no me permiten subirlo, alguna cosa, yo agarro una piedra y lo pongo en la honda, le pego un hondazo y lo deshago todo. Una honda especialmente para dominar los cerros" (Informante: Nicolás Llampa). "El Rey Inca ha establecido los límites": "En el cerro Collamboy era el paradero. Ahí en la cordillera en Chile, en la frontera de Chile, allí tiene otro paradero. También tiene otra ciudad grande tamaño. pero todos los cerros han dominado él. Ha dado límites, todo eso ha dejado limitado el Rey Inca. Los mojones hasta ahora están parados, los mojones que ha dejado. Ha dejado el Rey Inca limitado todo. Como ser Salta, Jujuy, Tucumán, Catamarca, todos sus valles están limitados por el Rey Inca Manco y que hizo a la parte de la parte de nosotros, los dueños somos de Sudamérica, los españoles todo, más que aclarar en el mapa y listo por donde cuerta [corta]. Por eso todo ha quedado limitado por el Rey Inca. Lo dejó en ese libro. El Redotero. Y de ahí lo han copiado, por donde separa Chile, por donde separa la Argentina, así sucesivamente. Es un libro grande que alzan ocho hombres. Ese libro grande que lo llevaron los españoles. Yo no sé si está en Buenos Aires, o está en el extranjero. No sé.

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Quién sabe. Eso no estoy seguro. Pero se la han llevado al Redotero. Y por eso )qué les ha costado a la gente?. Nada más que aclarar el mapa. Pero ya estaban, los límites ya estaban trazados. El ha dejado todo arreglado el Rey Inca. Habrás hecho escritos, éste es Coranzulí, que separa con Toro, con Susque, así Rinconada. Todo limitado por el Rey Inca. Los mojones están para comprobación. Todo ha dejado arreglado" (Informante: Nicolás Llampa). "Incahuasi": "Ese cerrito de la Encrucijada de Incahuasi era muy desordenado con el Rey Inca. El Inca cuando estaba por pasar, se abría todo. Quedaba un campo, entonces él pasaba. Cuando pasaba ya se cerraba otra vez. Como él conversaba con los cerros, las peñas, todas esas cosas, varias veces le ha dicho: -No te vayas a cerrar cuando yo vaya a pasar ni nunca más. Y le ha prometido de no cerrarse. Pero ha agarrado un momento que se ha cerrado lo mismo. Claro, desobediente, igual que el cerro Granada. Hay un lugar de Incahuasi más abajo, que se llama Abra de Casabindo. Es un bordito cualquiera. De ahí lo ha visto que estaba cerrado. Entonces lo ha hondeado con la piedra de plata que él tenía. Porque él tenía una piedra de plata y otra de oro en su bolsillo cargando. Le ha pegado y le ha hecho, le ha desparramado todo, todo en esa parte de la zona de Guairazul. Y entonces, para que no siga insistiendo más, él lo ha hecho su descansadero ahí, donde es la casa de Santos Puca a la vueltita, ahí es la Encrucijada de Incahuasi. las piedras de plata y de oro que (el tiraba, él sabía dónde estaban! Iba y las recuperaba. Para tirar usaba su honda y la piedra también. Si se lo das a cualquiera, a mí o a cualquier otro, no creo que sea capaz" (Informante: Natividad Quispe). "El Inca y el cerro Collamboy": "Adentro del cerro Collamboy está su riqueza. Y arriba hay una piedra cuadrada del tamaño de una puerta. Y hay borronéandose unas letras. No sé en que idioma sabe estar escrito casi lleno de piedra. Nosotros tenemos entendido que está escrito por el Rey Inca. Después hay bancos de piedra, todos ya viejos. También hay una casita de piedra que se está cayéndose. Es bien bravo para subir ese cerro muy punoso. Cuando está así raso, en seguida se arma un nubladito y ya viene el viento y castiga con todo. Y si en tiempo de verano nos agarra una tormenta, con truenos, que uno... cosa que quede atemorizado. Prácticamente para subir ese cerro uno tiene que decidirse ya, y si te morís, bueno. pero gracias a Dios, nosotros hemos subido y hemos bajado bien. Hay nieve ahí. Invierno y verano continuamente. Para el Inca no era difícil porque él hacía y deshacía las cosas con los cerros. En el corazón del cerro está la riqueza del Rey Inca. Todo el lugar arriba del cerro, es del tamaño de una casa" (Informante: Natividad Quispe). "El Inca y el cerro Granada": "El cerro Granada el Rey Incaico le han cortado la cabeza, lo ha tirado a Pan de Azúcar. El cerro León que se llama ahí, ese es la cabeza de este cerro. pero toda su riqueza que tenía aquí el cerro Granada, dice que ese cerro tiene un montón de riqueza hasta ahora. Esto que viene a caer aquí en Pirquitas, dice que son ramitas, así como venitas. El tesoro, el tronco del mineral, que está aquí en Pirquitas, dice que está en el cerro Granada. Eso está dicho por los yunga de antes que sabían andar por aquí. Estos son como unas ramitas, venitas que vienen a caer aquí en Pirquitas. Ahí está todo el tesoro como un queso. Esa riqueza es de este cerro. Todos los cerros tenían sus riquezas. El cerro Collamboy, el Sipisaime, el

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Granada, sucesivamente así todos los cerros tenían sus riquezas. Si no que a él lo daban sus riquezas. Si no que a él lo daban su riqueza, únicamente. le daban el oro y la plata al Rey Inca. Tampoco le pedía todo, le pedía un poco. Tanto de oro y nada... más. Tanto de plata, lo que necesita. Este cerro Granada dice que era muy caprichoso. Ha dicho: -No, cómo te voy a dar si a mí me cuesta tener. Yo no te doy. Y dice que lo insistió mucho: -Abrite para dormir yo aquí adentro en el corazón de vos. El cerro tampoco. Dice: -No yo no me abro, yo soy dueño de hacer todo lo que se me da la gana porque yo no soy el dueño. Entonces el día que ya se encontró embroncado el Rey Inca, ha salido allá, al frente de otro cerro, no sé como se llama el cerro ese, Lajas, creo que es. Sí, Lajas. Y lo tiró un hondazo justo a la cabeza a Pan de Azúcar. El cerro, claro, la cabeza enterita ha ido a pararse a medio del campo de Ciénaga Grande. En el corazón del cerro León, dice que ahí está el tesoro del Incaico, la riqueza más que Pan de Azúcar. Pan de Azúcar dice que únicamente sus ramas, sus vetitas, poquito, unas venitas chicas, nada más. Igual que Pirquitas tiene venitas chicas que vienen de Granada" (Informante: Natividad Quispe). "El Rey Inca instituyó el Challaco": "El Rey Inca challaba mucho, muchísimo challaba. El, los estilos del Rey Incaico, de ahí, de esa vez, dice que han quedado ya los estilos de challar, de la challa de todo en general. Challan. Porque el Rey Inca dice que utilizaba eso. Y cuando más, entonces los cerros lo daban a él. Todo" (Informante: Natividad Quispe). "Las labores del Rey Inca": "El Rey Inca hablaba en quechua y hacía los cerros, a la tierra y también para darse cuenta un poco más bien, de que él cuando a un cerro le decía: -Bueno, abrite, yo quiero dormir adentro. El cerro tiene que abrirse, estaba a disposición de él. Por eso de ahí ha venido todas sus labores, esas labores todo que el Rey Inca ha como inventado, ha hecho todas esas cosas. De ahí ya ha quedado así. Esas otras labores liso, no, no. Eso no ha dejado él. El ha dejado esas labores más lindos, hermosos que son así. Finos. Cosas de vicuña, plata, oro. Eso dejó el Rey Inca. Todo eso. Eso era el Rey Inca, de él. Me parece que no era de él, sino que lo que sacaba era de él. Porque todo generalmente lo tenían los cerros. pero él sacaba y ya era de él" (Informante: Natividad Quispe). "El Rey Inca y la Pachamama": "Para la Pachamama es agradable lo del Rey Inca. No es lo mismo llevarle a la Pachamama un poco de coca en una bolsa de nylon, que llevarle en una chuspa. Ante la Pachamama él sabía bien como hacer. El Inca dejó las labores de las chuspas, las fajas, coqueras, hondas, sogas. Todas esas cosas inventó el Rey Inca. El tenía también plata y oro y cuando él decía a un cerro que lo dé. El cerro lo tenía que dar. A donde quiera era su casa pero más a donde están las pinturas. Donde se llama Incahuasi son casa del Inca. Cuando yo era chico lo conocía por Rey Incaico. Mi abuelo me decía que incaico quiere decir las labores de las cosas que él ha dejado para utilizar en las costumbres de la tierra, la Pachamama. Incaico quiere decir labores" (Informante: Natividad Quispe). V. Partes e informes de militares encargados de sofocar la rebelión de Tupac Amaru en diversas localidades la provincia de Tupiza y del actual noroeste argentino. Correspondencia del Gobernador de la Intendencia de Salta del Tucumán, D. Andrés Mestre, dirigida al Virrey

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Vértiz, con noticias sobre la sublevación y sentencias ejemplares contra los reos (en De Ángelis, 1910, VIII). - Parte de D. José Reseguín al Virrey de Buenos Aires, sobre la sublevación de la provincia de Tupiza.

Exmo. Señor:- Señor: El día 13 alcancé el destacamento de D. Sebastián Sánchez, y á causa de la sublevación de esta provincia, no seguí la posta hasta la ciudad de la Plata. Unido á la tropa, tomé el mando de ella, y continué la marcha hasta el pueblo de Mojo, en que llegué el 16 a medio día; enél supe todas las circunstancias de la sublevación de este pueblo, acaecida la noche del 6 al 7, en que los amotinados incendiaron la casa del Corregidor, D. Francisco Xavier de Prado, le quitaron la vida, y al siguiente día continuaron con tanta inhumanidad, que obligaron á desenterrar el cadáver, le sacaron de la iglesia y le cortaron la cabeza, é intentaron llevarla á la ciudad de la Plata. Pero el indio gobernador del pueblo de Santiago, Agustín Solís, se la quitó y le enterró en la iglesia de su pueblo, con la debida solemnidad. También fueron víctimas del furor de los sublevados las vidas de D. Luis Velasco, escribano del Corregidor, la de D. Francisco Serdio, y la de D. Salvador Pasi, hacendado de Salo, á quienes también robaron todas sus haciendas y bienes. Durante la marcha desde Jujuy á Mojo, encontré al Marqués del Valle de Tojo, con toda su familia, que iba fugitivo de su casa y hacienda, temeroso de los presentes alborotos. A poca distancia me hizo avisar el cura de Cochinoca y Casabindo, lugares pertenecientes al citado Marqués, que ambas poblaciones estaban sublevadas. El 14 encontré al cura de Santa Catalina, huido, y á poco rato supe que aquel lugar estaba sublevado, y que su publicaban en él bandos y edictos en nombre de José Manuel Tupac-Amaru: lo mismo ha sucedido en las gobernaciones de Estarca y Tarina, aunque el Gobernador de la última no ha querido admitirlos ni obedecerlos, y ha logrado contener su pueblo. Toda esta fermentación, y el haber adquirido noticias de que uno de los Cataris quería invadir esta provincia con un cuerpo considerable de indios, me hicieron determinar la detención de la marcha, y concebir la idea de contener a los rebeldes, hasta que D. Ignacio Flores, (á quien he despachado un expreso) me avise de lo que debo egecutar: con la consideración de que, siendo toda la provincia paso preciso para los correos y demás viageros de Jujui á Potosí y la Plata, se interceptaba enteramente la comunicación, y se imposibilitaba poder dar á V.E. los avisos necesarios, y el paso de los víveres que de continuo caminan á las dos ciudades citadas, si los amotinados se apoderaban del tránsito. Atendiendo, pues, a todas estas circunstancias, y á la necesidad que hay de mantener libre la comunicación, resolví ponerme en marcha para el Tambo de Moraya, á donde llegué el mismo día 16 por la tarde, y teniendo allí anticipadas la caballerías necesarias que me facilitó el citado pueblo de Mojo, se mudaron las en que íbamos montados; y forcé una marcha de diez leguas para amanecer el 17 sobre este pueblo, que hice cercar con cuatro partidas mandadas por oficiales, á fin de que no saliese ni entrase nadie, mientras sorprendía con lo restante de la tropa á los principales agresores del levantamiento. En efecto, antes de la diez del día se había conseguido prenderlos todos, y he mandado á D. Santiago Moreda les forme sumaria en términos militares, por carecer este pueblo de sugeto que pueda hacerla con las circunstancias de la justicia ordinaria. Por D. Juan Domingo de Reguera, que ha llegado ahora fugitivo, y por otros avisos, acabo

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de saber que Damaso Catari se hallaba en el Ingenio del Oro, distante nueve leguas de este pueblo, y que ha saqueado los minerales de Vetillas, Tatasi, Portugalete y Chocaya, y que en estas correrías ha muerto hasta once personas: pero que habiendo sabido la llegada de tropa, le iban abandonando sus secuaces, y se disponía á hacer fuga con los pocos que le quedaban, por lo que he dispuesto salga inmediatamente D. José Villar con 15 hombres de tropa veterana y 40 de la companía de la villa de Tarija, y también el Sargento Mayor del regimiento de esta villa, con gente de su cuerpo, para que por distintos caminos se reúnan y procuren la aprensión del citado Catari, le destruyan la poca gente que le acompaña, y recuperen, si es posible, la plata y alhajas que haya robado. Incluyo á V.E. algunos de los papeles que he aprendido esparcidos por los sublevados, y me quedo con los que pueden servir para la formación de la causa; y como estos indios se conmueven con tanta facilidad á vista de cualquiera papel, pienso escribir á todos los gobernadores, segundas y curacas de los pueblos de esta provincia, exhortándoles á que sean leales vasallos de S. M., y que prendan á cualquiera que se presente con semejantes papeles, y que lo traigan asegurado, porque de lo contrario experimentarán el rigor de las armas del Soberano; con lo que espero hacer aprensión de los autores de ellos, pues con solo saber estaba el destacamento inmediato, se han presentado muchos, y me los han entregado voluntariamente. También he mandado formar inventario de los bienes que se han podido recoger del difunto corregidor, los que depositaré en poder de D. Manuel Montellano, vecino minero de este pueblo, para que sea responsable de todo, cuando V. E. disponga lo que se debe egecutar con ellos, y remitiría á V. E. copia de dicho inventario, á no ser que no haya podido concluirse. De todo tengo dado parte á D. Ignacio Flores, preguntándole lo que quiere que haga con los reos aprendidos; y en caso sea conveniente pase adelante, la detención solo habrá consistido en cuatro días, pues he mandado seguir los equipajes á Santiago de Cotagaita, con 50 hombres, al cargo de D. Joaquín Salgado, á fin de que si acaso debe marchar la tropa, pueda en un día llegar á dicho pueblo, y continuar á la ciudad de la Plata. Desde luego tengo la satisfacción de poder participar a V.E. que con solo estas disposiciones he podido contener se sublevasen los pueblos de Mojo, Talina, Tarija, Santiago y los restantes de la provincia y comunidades de indios inmediatas á esta villa, las cuales estaban en el crítico instante de seguir el pernicioso egemplo de las demás, por lo que espero que V. E. tendrá á bien la detención que hago en este pueblo, y me aprobará la conducta que he seguido, habiéndome parecido todo preciso en las actuales circunstancias. Acaban de avisarme que los indios de los Altos quieren juntarse y venir á liberar los reos que tengo asegurados; y sin embargo de que estoy persuadido no se han de atrever á semejante atentado, por el respeto que tienen á la tropa, tomaré las mayores precauciones para evitar todo insulto, y en caso que lo intenten y viese podían hacer fuga por algún accidente, mandaré que les quiten la vida antes que puedan recobrar la libertad. Inmediatamente que reciba la respuesta de D. Ignacio Flores, me arreglaré á sus disposiciones, y continuaré avisando á V. E. las resultas. Deseo que Dios guarde la vida de V. E., los muchos y felices años que deseo. Tupiza, 18 de Marzo de 1781. Exmo. Señor. -Señor. JOSÉ RESEGUÍN

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Exmo. Señor D. Juan José de Vértiz. D. José de Reseguín, Teniente de Dragones, Comandante en Gefe del cuerpo de esta clase destinado a la plaza de Montevideo, y comisionado por el Superior Gobierno de Buenos Aires a la pacificación de las provincias sublevadas del Perú. Hago saber, que habiendo llegado a esta villa de Tupiza con una porción de gente, de la que ha dispuesto pase a la ciudad de la Plata, el Exmo. Señor D. Juan José de Vértiz y Salcedo, Virey Gobernador y Capitán General de las provincias del Río de la Plata, & c., para establecer la quietud y sosiego de las que estuviesen conmovidas y sublevadas, siendo una de ellas esta de Tarija y Chichas, hallo conveniente hacer saber a los Gobernadores, curas, segundas y demás habitantes de los pueblos de su jurisdicción, se mantengan sin la menor novedad en sus respectivos domicilios, continuando las tareas, faenas y trabajos, a que se dedicaban antes de los presentes alborotos, porque de lo contrario experimentarán el más severo castigo. Asimismo mando, que á cualquiera individuo que se presente aseguren y pongan a mi disposición, a fin de evitar en adelante, que estos mal intencionados aprovechen la ocasión de sorprender y seducir los ánimos sencillos de los indios, robar las haciendas y cometer muchos atentados atroces, dignos de la mayor pena. Así también les hago saber, que las tropas y armas del Rey no vienen con otro objeto que el de disipar las presentes turbaciones, castigar á los culpados, y restablecer en todas partes el buen orden y administración de justicia. Por lo que encargo a todos muy particularmente no tengan el menor recelo, ni abandonen sus habitaciones a la aproximación de dichas tropas, y les exhorto por el presente, a que se mantengan leales vasallos de S. M, porque se así no lo egecutaren, experimentarán los más terribles efectos de severidad, trasladándome inmediatamente con fuerzas competentes, para dar el merecido castigo a lo que no diesen entero cumplimiento a cuanto en este se previene. Dado en la villa de Tupiza, a 20 de Marzo de 1781. JOSÉ RESEGUIN -Representación Los oficiales, vecinos y habitantes de esta provincia, ya consideramos a V.S. bastante impuesto el lamentable estado en que la tienen constituida los alborotos, muertes y latrocinios de algunos indios incógnitos, que se han introducido en distintos curatos de esta jurisdicción, derramando cartas sediciosas, publicando bandos y órdenes, en nombre del principal rebelde, José Gabriel Túpac Amaru: llegando la avilantez de éstos, hasta plantar

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horcas en el pueblo de Estarca, para ajusticiar en ellas a todos lo que, como fieles vasallos y buenos servidores de nuestro legítimo Soberano, no adhiriesen a las ideas de aquel cabeza de rebelión, que se conoce a primera vista, no son otras que anhelar a la subversión de este reino, y colocarse violentamente en la posesión de él. Pero, aunque a la comprensión de V.S. nada de esto se encubre, hallándonos noticiosos de la próxima marcha que resuelve egecutar a la ciudad de la Plata, dejando esta provincia, que es el antemural y precisa entrada del Perú, abandonada y expuesta a la discreción del enemigo, que situado en los pueblos minerales de Ubina, Chocalla, Tatasi, Esmoraca, Santa Catalina, la Rinconada, Lipez y Atacama, después de haber dado muerte a los jueces y principales vecinos de dichos pueblos, se mantienen vigilantes, esperando se retire V.S. con la tropa de su mando, para entrar a fuego y sangre en esta villa y resto de la provincia, haciéndonos víctimas de su rigor, se nos hace preciso, como buenos servidores y fieles vasallos del Rey Nuestro Señor, representar a V. S., que es muy de su obligación el amparar con las armas del Soberano esta provincia, pues de los contrario, las reales rentas de tabacos, alcabalas y correos, se miraban abandonadas, sus administradores expuestos a perder por faltarnos las armas y pertrechos necesarios, para juntar ejército y ponernos en campaña, nos será preciso abandonar nuestros domicilios y preciosos bienes, por conservar la vida, sin embargo de que el celo de la honra de Dios, y defensa de los dominios de S. M., nos precisa a mantenernos firmes, indefensos, y el derecho natural de conservar la vida, nos conducirá, no a separarnos del servicio de S. M., y sí a abandonar la provincia, dejando el egercicio de azogueros y trabajo de minas, de que tanto beneficio le resulta al real erario; e incorporándonos en la tropa del mando de V. S., caminaremos a su destino, donde daremos las mas acrisoladas pruebas de nuestra fidelidad y amor al Soberano. El perjuicio que, de abandonar V. S. a esta provincia, resulta a S. M., por todo evento es bien conocido, pues por el ramo de tributos, se pierden anualmente más de 20,000 pesos, y por los quintos y ramos correspondientes al trabajo de minas de oro y plata, de 50.000 pesos: y por lo tocante al ramo de alcabalas, renta de tabacos y correos, bien considerable cantidad de pesos. De manera que, así en el embolso de real hacienda, como en el de los particulares fieles, vendrá S. M. a ser perjudicado en más de un millón de pesos anualmente; y no es de menos consideración, el que V. S. tenga presente, ser este el tránsito preciso, por donde pasa el correo de Buenos Aires al Perú, y por donde se conduce el situado para dicha ciudad de Buenos Aires, y todo el comercio de aquella con las provincias de la sierra: de modo que, esta es la única y precisa puerta para internarse a todo el Perú, porque aquí igualmente se han de conducir los auxilios de víveres para las plazas de Potosí y Chuquisaca, las que, abandonada esta provincia, quedaron en asedio, expuestas totalmente a que por hambre se entreguen al enemigo. La mente del Exmo. Señor Virey no debemos persuadirnos que sea precisamente el que V. S. se presente en Chuquisaca, habiendo primero urgencia de mayor atención que remediar: pues para estos casos, que son los no prevenidos, consideramos le de a V. S. las facultades necesarias para operar según su sabio conocimiento y pericia militar tuviese por conveniente. El celo de la honra de Dios, y el culto de la sagrada religión que profesamos, es uno de los puntos que V. S. debe fijar la atención, pues es notorio que los indios rebeldes, sin reparo a lo sagrado de los templos y ministros de Jesu-Cristo, se arrojen intrépidos a la profanación de ellos, como lo han egecutado en dicho pueblo de Chocalla, degollando dentro de la misma iglesia a D. Francisco Javier Carbonell, y en esta de Tupiza, sacando del sepulcro el cadáver del corregidor, y cortándole la cabeza; y en el de Tatasi prendieron al cura de

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aquella doctrina, y teniéndolo de rodillas, amenazaron con el cuchillo su garganta, hasta que a fuerza de ruegos y clamores consiguió lo dejasen con vida, habiéndole intimado salga de aquella doctrina a destierro formal, y no administrase el pasto espiritual a sus feligreses. Tenemos por infalible que inmediatamente a su partida, mas enconados los ánimos de los rebeldes, siguiendo sus políticas perniciosas de alzarse en el mando, avasallen esta provincia, y embarazen enteramente el tránsito de ella: pero no dudamos que hecho cargo V. S. de los graves motivos que le precisan a mantenerse en esta provincia, hasta nueva órden del Exmo. Señor Virey, suspenda la resolución de su marcha, o a lo menos, caso de verificarla, deje un destacamento de tropa veterana para custodiar esta jurisdicción, con cuyo respaldo no nos será dificultoso, a los gefes de esta provincia, mantener la milicia en el mejor pie, obediencia y servicio del Soberano. Más si despreciando nuestra representación y las fuertes causas que le hacemos presentes, la abandonase, no seremos en ningún tiempo responsables al Rey ni a Dios de la pérdida de esta provincia y abandono de la religión, quedándonos con un traslado para hacer presente, en caso necesario al Soberano y al Señor Virey, que de nuestra parte hemos cumplido lo que somos obligados, y protestamos hacer a V. S. responsable de todos los daños y perjuicios que a S. M se le sigan por abandonarla, teniéndola en el día bajo su protección. Nuestro Señor guarde a V. S. muchos años. Tupiza, y Marzo 17 de 1781. Antolín de Chabarri.-Manuel de Montellano.-Pedro Pizarro Santander.-José León de los Ríos.-José Dávalos.-Pedro Julián Calvete.-Ramón Ignacio Dávalos.-José de Burgos.-Alberto Puch.-José Martínez.-Felipe Aranibar. -Partes de oficio del Gobernador de Salta D. Andrés Mestre al Virrey de Buenos Aires, sobre la revolución de su Provincia. Exmo. Señor:- Señor: Los alborotos del Perú se hicieron al cabo trascendentales á mi provincia, en términos que los egemplares de Paria, Lipez y Tupiza, como tan inmediatos, han llegado á la inteligencia de los Tobas, fronterizos del Río Negro, jurisdicción de la ciudad de Jujuy, y

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habiendo hecho alianza con los Matacos, han resuelto atacarla, para cuyo logro han puesto sitio al Fuerte con ánimo de rendirlo por asedio. Esta novedad, y la de la moción de los del Casco, me ha puesto en precisión de despachar al Río del Valle una competente guarnición de milicianos para contener cualquier insulto, poniendo los destacamentos correspondientes en las bocas de las quebradas por donde puede introducirse el enemigo, quedando de resguardo en esta ciudad, el corto número de vecinos y forasteros que contiene. Como esté en estas ocupaciones divertida la gente, no me resolví á despachar socorro á Jujuy, recelando que con esta noticia intentasen los indios descuidarnos y acometer por esta parte: cuya reflexión me obligó á remitir el día de ayer los 200 vallistas y santiagueños, y hacer propio al comandante D. Cristoval López, para que anticipase la compañía de granaderos á fin de auxiliar á dicha ciudad, y que sosegado este tumulto y socorrido el Fuerte, pasasen á su destino. Las cartas del Gobernador de armas D. Gregorio Zegada, las del Cabildo y Oficiales Reales, aseguran el peligro; mucho más temible por la unión de las gentes de la Isla y Carril, que influidas de las ofertas de los indios, parece se han conjurado, según dan á entender, veinte y siete hombres, que prendió por este mismo recelo. Igualmente se ha acreditado ser el principal caudillo un José Quiroga, á quien no pudo aprender, y que el nombre del rebelde Tupac-Amaru ha hecho en los indios tal impresión, que no habrá como disuadirlos de otro modo que con el castigo. En esta inteligencia, y la de las prevenciones que se me hacen en las adjuntas, espero tenga V. E. á bien mi determinación, pues estando el fuego á las puertas, es indispensable cortarlo para que no penetre: me avise de quedar con los 100 hombres que espero aun de Valle y Rioja para cualquier acaso, pues de la ciudad del Tucumán no hago cuenta, en vista de lo sucedido. Nuestro Señor guarde á V.E. muchos años. Salta, y Abril 3 de 1781. ANDRÉS MESTRE Exmo. Señor Virrey D. Juan José de Vertiz. MUY SEÑOR NUESTRO.- Con motivo de los presentes acaecimientos en todo el reino parece que ha sido trascendental, no solo á la mucha gente plebeya de que se compone esta ciudad, sino también á los indios que están en las inmediatas reducciones, pues aunque las primeras noticias que tuvimos no nos enviaron la mas cierta especie para el asenso, pero como en la actualidad no son despreciables ningunas, se hicieron algunas diligencias, con las que hemos venido á conocer la preparación en que se halla esta gente para invadir esta ciudad pasado mañana miércoles, aunada toda la gente de Perico, Isla y Carril con los indios Tobas, quienes se hallan ya fuera de su reducción encubiertos en los montes del Pongo y sus inmediaciones, y se dice esperar tres naciones mas, bárbaras, con quienes han hecho alianza, y se han pactado á juntarse en un cierto punto de reunión para dar el ataque en el citado día. Todo esto se ha sabido por haberlo revelado uno de los mismos indios Tobas por un recado que le mandó al Maestro Albarracín, en que le prevenía no se retirase á Jujuy, porque en su hacienda se libraría: y aun por este conducto, como por otros, ha podido averiguar este eclesiástico la certidumbre del acaso, y acaba de llegar á darnos esta noticia

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que, junta con otros antecedentes que hemos tenido, se hace preciso darle todo crédito; y mas cuando ayer tarde vino un mozo que habita en las Capillas, distante siete leguas de esta, quien expresó haber el día antes ido á su casa, y de paso para la reducción, un hombre á quien no conocía (pero era aindiado) y le previno que para el miércoles estuviese dispuesto con sus caballos, y se disfrazase, untándose de barro la cara, pues él iba a traer su gente, y entre ella á dichos indios. Esto nos tiene con un continuo sobresalto; y justamente recelosos de que acontezca algo, lo ponemos en noticia de V. S. para que vea el mejor modo de auxiliar esta ciudad, y que sea con la mayor prontitud, pues la gente que acá tenemos sabe V. S. que es muy poca: y como nos recelamos de que sea general la conjuración, no podemos hacer venir á toda la del campo, porque sería peor entrar al enemigo en casa. Estas consideraciones deben mover á V. S. á tomar el mas pronto remedio, que ya no puede ser otro sino mandar alguna gente y municiones, pues de todo carecemos, como también de armas, porque en la revista que se hizo de ellas, no llegan á sesenta las que se hallan corrientes. Todos estos son motivos que no tienen sobresaltados, y solo esperamos el remedio y auxilio de la mano de V. E. Nuestro Señor guarde á V. S. muchos años. Ciudad de Jujuy, 26 de marzo de 1781. B. L. M.. de V. S. sus mejores servidores- Dr Tadeo Davila. - José de la Cuadra.- Tomas del Incla. - Diego de la Corte. -Ignacio de Mendizabal, Prior General. Señor Gobernador y Capitan General, D. Andrés Mestre. MUY SEÑOR MIO DE MI MAYOR APRECIO:- En este instante recibo la que incluyo á V. S., del Comandante del Río Negro, por la que se impondrá de la necesidad que tiene de socorro, pues se halla amenazado de los Tobas, quienes han hecho alianza con los Matacos: estando V. S. cierto que esta alianza para sedición tan fatal que vemos, estaba fraguada con esta canalla sobre mes y medio hace, y en todos estos contornos se halla gente dispuesta para agregarse á los Tobas, luego que tengan noticia de su venida, que creo no pase de mucho tiempo, pues con el motivo de la citación que yo hice, para que fuesen de socorro á dicho fuerte de Río Negro, á cuatro hombres por compañía, y ver que muchos me fallaron, fuí averiguando cual era la causa, y que se habían retirado en los montes por partidos, reuniéndose de 40 y 50, y se mantienen escondidos para salir luego que tengan noticia, pues ellos mantienen sus correspondencias secretas muy corrientemente. Los indios Tobas han esparcido la voz por su intérprete y caudillo José Quiroga, cristiano, que se ha aliado con ellos, diciendo que á los pobres quieren defenderlos de la tiranía del español, y que muriendo estos todos, sin reserva de criaturas de pechos, solo gobernarán los indios por disposición de su Rey Inca: cuyo maldito nombre ha hecho perder el sentido á estos indios, pues muchos de mediana comodidad, y que lo pasaban muy bien, se han hecho á la parte de los Tobas, creyendo este desatino y otros semejantes. Antes de ayer en la noche, 30 de Marzo, me dieron noticia como se hallaban escondidos en Sapla 60 hombres que se iban juntando de todas estas inmediaciones para unirse con los indios Tobas; y ayer á las ocho de la mañana fuí á ver si podía tomarlos y solo 27 pude pescar, y dos más que se me huyeron cerro arriba, y dieron aviso á otra cuadrilla que se hallaba allí inmediata, la que se me escapó sin poderlo remediar, porque el cerro es tan montuoso que se hace intransitable, y he tenido noticia tiraron para Salcedo, extraviando caminos en busca de los Tobas para ampararse de ellos, porque ya estas gentes contemplan

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Jujuy y los Fuertes por suyos: con cuyo motivo, de estos veinte y siete reos hemos averiguado la trama que tienen urdida dichos Tobas; y aunque yo he deseado el salir por si podía lograr el lance de darles un buen avance y castigar su insolencia, me ha sido imposible por no desamparar la ciudad, y porque contemplo están divididos los Tobas en dos trozos, para luego que yo saliese dar avance á esta ciudad. Por lo que si V.S. gusta mandar la tropa miliciana y veterana para su auxilio, y que tanto que las cargas se preparan yo hiciese una salida á dicha reducción y castigar la insolencia del enemigo, dándome V. S. 50 ó 60 de los veteranos, mediante á que dichos Tobas se hallan auxiliados de los Matacos, espero en Dios se conseguirá el fin: por lo que si V. S. determina, puede dar órden para que mañana caigan dichos 50 veteranos al Pongo, en donde yo los esperaré para tomar la madrugada, y pasado mañana 3 del corriente, estar temprano en el Fuerte, que si lograra la fortuna de hallarlo sitiado de los Tobas y Matacos, entrarles yo de atras y darles una buena descarga, en cuya virtud puede V. S. ordenarme lo que fuere de su agrado, en inteligencia de que sacrificará mi vida gustoso en servicio de Dios y del rey. Sale el portador á las 5 de la tarde, y le encargo que á las 10 esté ahí, para que mañana á las 12 del día á mas tardar esté de vuelta y pueda yo caminar al Pongo á esperar á dichos veteranos que con estos y el vecindario espero en Dios tendrán castigo. Asimismo conviene el que V. S. proporcione el que mañana estén en esta ciudad los veteranos para su defensa, pues de lo contrario se esponía la ciudad á una ruina por tener el enemigo en casa. Nuestro Señor guarde á V. S., muchos años. Jujuy, y Abril IE. á las cinco de la tarde. B. L. M. de V. S. su mas atento y rendido servidor. GREGORIO DE ZEGADA Señor Gobernador y Capitán General D. Andrés de Mestre. SEÑOR:- Habiendo precedido la muestra de armas en la Rioja para la remesa de los 50 hombres que V.S. me pidió, como me hallase informado aguardaban este acto para rebelarse, arbitré en aquel público antes de pasar á otra cosa, y dije al Cabildo que estaba presente: Hago saber á VV. SS. muy ilustre Cabildo, Justicia y Regimiento, como estoy cierto que la gente presente, pretende esta vez rebelarse contra las órdenes del Exmo. Señor Virrey, y de su Señoría el Señor Gobernador y Capitán General de esta provincia: Por tanto, de parte del rey Nuestro &c (Dios le guarde) le exhortaba y requería, y de la misma, como su Gobernador de armas, le rogaba y encargaba estuviera á la vela, tanto para el auxilio necesario, cuanto para certificar todo lo que acaeciera. Y luego vuelto al pueblo, dije al concurso, que pena de la vida, traidor al Rey, el que una palabra hablase contra lo recomendable del asunto, y que el que fuese fiel vasallo, cayese tras mí como un rayo contra el que demostrara la mínima resistencia. Y como esta resolución los sujetase, pude sin perdida de tiempo apartar la compañía: pero luego no sé por que influjo, pasando yo á darles cuartel, costó triunfo para que me siguieran, pretestando no poder caminar hasta que no les hiciera el gusto de darles capitan á su contento, y de todos los que les nombraba ninguno les agradaba, sino de los sujetos que estaban empleados en servicio de la República, y sino que yo caminara, que entonces morirían con gusto á mi lado, hasta que en estos términos me ví precisado á complacerles, y tomaron conmigo la ruta sin la menor novedad, con particular obediencia y mejor órden hasta llegar á esta jurisdicción del Tucumán, en donde los del motín los habían relajado en

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tanta manera, que hasta la ciudad tuvieron el atrevimiento de quitarme el camino por dos ocasiones y embarazándome las aceleradas marchas. Y como mis palabras fuesen persuasivas y eficaces á desvanecer los malos consejos y darles valor, y no tuviesen la misma queja de mí, pude pasarlos adelante hasta los Nogales con 21 hombres mas que ese día me alcanzaron de un lugar que llaman el Pantano, fingiendo haber sido mandados citar por su Cabildo de la Rioja, y que como buenos servidores de S. M., habían salido en mi alcance, de contado sin bajar á la ciudad, y era el caso de que como algunos vinieron en mi marcha de los suyos, se arrojaron de mano armada á volverlos, y lo han conseguido fácilmente, porque como los primeros se hallasen esperando solamente un fomento de estos, se unieron de contado para egecutar su motín, y fué de esta forma. El día de ayer por la mañana en el dicho lugar de los Nogales, que ya se habían sosegado las nubes de dar agua para poder pasar adelante, vino á mi toldo un Juan Días, uno de los dichos 21 que me alcanzaron, y ha sido notado de antemano de cabeza de motín, y me dijo como la gente pretendía desamparame, y era su sentir se hiciera chasque á V. S. incontinente, participándole para que tomara las providencias más útiles á su remedio, y en el interín parase la marcha en las Trancas, lo que me asentó, y agradecí su comedimiento. Y sin embargo lo comuniqué a mis oficiales y les pareció bien, y aconsejaron fuese el chasque el mismo Juan Díaz: con este me puse á escribir y entreguéle el pliego cerrado, leyéndole su contesto, presentes dos soldados, que me pidió para que le acompañaran; y cuando se despidió y salió resultó el motín, que los atajaron, quitaron el pliego y mas lo apresaron, y puéstoles guardias, que aunque esto fué fingido, porque resultó ser unos, pasaron á amarrar á unos y otros de mis oficiales, y dándoles golpes y empujones los botaban por el suelo con tal iniquidad que el referirlo todo sería un proceder infinito, y luego pasaron á mí y pretendieron botarme el toldo encima, si no salía y volvía con ellos, porque así convenía, y el común lo decía con estas y otras iniquidades é insolencias, hasta que salí, y esforzado gané una casa inmediata y empecé á predicarles fervoroso; y sin embargo que conocían su desatino, y las razones mías que los convencía, no hubo que tratar se sugetaran ni menos me permitieron pasar adelante con algunos que me siguieran voluntarios ó me dejaran solo, sino que por fuerza había de volver con ellos, y algunos ya se acercaban como haciendo la demostración de agarrarme, hasta que temeroso de algún absurdo suyo, monté en mula, y dije, el que quisiera sígame para adelante, y tomando el camino me cercaron de tal suerte, que á pechadas me quitaron del camino y volvieron para atrás, y hasta aquí llevo experimentando lo que Dios es servido, con el desórden que puede V. S. considerar. Señor: estaba escrita á deshoras de la noche porque no me dan lugar para cosa alguna, y á todas horas y aún caminando vengo con centinelas de vista, esperanzado en encontrar algún sujeto á quien recomendarle bajo de todo sigilo. Luego que lleven á la Rioja, pretendo, buscar alguna resistencia de hombres voluntarios que me sigan, y caminar por la parte de San Carlos, en cuyo inter podrá V. S. ordenarme lo que podré egecutar con esta gente, si viva á muerta la deberé aprender, haciéndome de alguna gente y armas ventajosas, pues al presente caresco de uno y otro. Cerca de los Manantiales del Tucuman, el día de ayer por la tarde, nos encontraron los soldados que van llamados para entregar las casacas y armas, y juntándose con los que me llevan preso, se dieron unos alaridos de vivas, que no había como sufrir, y luego viéndome á mi, á mi Maestre de Campo y Ayudante, me pifiaron con decir: aquí están los cautivos; y me hallo tan sumamente avergonzado, que no sé como desviarme de esta gente, porque no me dan lugar el mas mínimo, y voy gobernado por ellos como les dá la gana. El biscocho sobrante de vuelta no los veo tocar, á excepción de las mulas, que supongo las

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tiran á fundir, según corretean en ellas, y hasta aquí no me han dicho que mira tienen en razón al dinero recibido de sueldo anticipado, según mandó V. S. En logrando la ocasión de liberarme de este cautiverio, comunicaré á V. S. por extenso el estado de las cosas, y con la sumario informar de lo acaecido para resguardo de mi honor y conducta. Nuestro Señor guarde á V. S. muchos años. Río de Arnillas y Abril 6 de 1781. Señor.- B. L. M. de V. S., su atento súbdito y apasionado- JUAN JOSÉ DE VILLAFAÑE Y DAVILA Señor Gobernador y Capitán General, D. Andrés Mestre. EXMO. SEÑOR:- Señor: Por la última que escribí á V. E., con inclusión de varias cartas del Cabildo, Gobernador de armas y Oficiales de esta ciudad, se impondría de la situación en que se hallaba, y que la mayor parte de la gente estaba rebelada, y tan en favor de los indios que los empeñaron á poner en egecución el proyecto de rendir el fuerte del Río Negro, y pasar inmediatamente á tomarla, cometiendo los execrables insultos que premeditaron. Para reparar este peligro libré las correspondientes órdenes, para que se averiguase de qué sugetos procedía este atentado, interín yo daba las convenientes disposiciones de que llegase á tiempo un competente socorro; pero como este me fuese imposible anticiparlo con la gente de Salta por estar divertida en la fortaleza del Chaco y otras quebradas, donde debía poner la mayor fuerza para resistir las invasiones de estos indios que se hallaban conmovidos con la noticia de la sublevación de Tupac-Amaru, y armándose me fué forzoso acudir al asilo de los veteranos, que los consideraba en marcha desde el Tucuman, para que doblasen las jornadas despaché al Corregidor de Chayanta, Capitán del ejército D. Joaquín Alos, que se hallaba en Salta, para que expresase al Comandante D. Cristoval Lopez la urgente necesidad que había de que adelantase la compañía de granaderos, á fin de contener el furor de los indios y crecido número de cristianos que había entre ellos. Y con efecto fué tan eficaz su diligencia, que en tres días y medio caminaron 80 leguas, y habiéndose internado hasta el Río Negro con las dos compañías de milicianos de Santiago, llegaron á tan buen tiempo, que impidieron la reducción del fuerte que estaba cercado, cuyo comandante se hallaba determinado á entregarse por habérsele desertado la mayor parte de los partidarios que tenía de dotación pasando estos á la facción de los indios, y se consiguió introducirles socorro; y avanzandoá los indios mataron hasta 9, entre ellos dos cristianos de los rebeldes, y solo con la desgracia de haber muerto el capitán de las compañías de Santiago D. José Antonio Gorostiaga de un golpe de lanza, á los cuatro días de su herida. Como esta función fuese antes del amanecer, tuvieron tiempo á propósito para hacer fuga y refugiarse con la espesura de un monte que dificultó la aprensión: y sin embargo que se hicieron varias diligencias para hacerlos salir, no pudo conseguirse, porque quedaron tan escarmentados que ninguna oferta fué bastante á reducirlos. Quedando encargado el doctrinero en volverlos á reducción, se puso la tropa en marcha para esta ciudad: pero á pocas leguas que caminamos les alcanzó chasque del comandante del Fuerte para que retrocediesen, por haber llegado una manga de indios Matacos que venían convocados de los Tobas para unírseles y verificar sus primeras intenciones. Estas novedades me hicieron apresurar mi salida de Salta, y habiendo llegado á esta el 16,

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se me dió noticia que el comandante D. Cristoval López y Gobernador de armas D. Gregorio Zegada, habían logrado avanzar á dichos Matacos y apresar el número de 65 bien armados, 12 pequeños y 12 mugeres, la vieja que traían por adivina, y que los conducían á la ciudad. pero considerando el disgusto del vecindario, las ningunas proporciones de asegurarlos y transportarlos al interior de la provincia, sin un crecido costo de la real hacienda, y que en caso de traerlos era inevitable que escapándose uno ú otro se volviesen á sus países y sirviesen estos de guía para conducir á los otros por estos caminos que hasta hoy los tienen ignorados, con los que tendrían en continua alteración esta ciudad, y finalmente que la intención de estos fué la de ayudar á los Tobas, y poner en obra sus proyectos, incurriendo en la ingratitud que otras ocasiones, sin hacer aprecio de la compasión con que se les ha mirado siempre, manteniéndolos aún sin estar sujetos á reducción, y que su subsistencia sería sumamente perjudicial, los mandé pasar por las armas, y dejarlos pendientes de los árboles en caminos, para que sirva de terror y escarmiento á los demás: y se ha visto el fruto, pues los Tobas han dado muestras de arrepentimiento, y se han vuelto la mayor parte de ellos á su reducción. Concluía esta diligencia, llamé los autos que se siguieron á 30 cristianos criollos y avecindados en esta jurisdicción, por cuyas confesiones resulta probada la sublevación, y averiguado el proyecto de atacar á Jujuy y apoderarse de las familias y caudales. En cuya vista, con dictamen y parecer de mi Asesor Dr. Tadeo Davila, se condenaron á diez y siete á muerte en los términos que V. E. por la copia de la sentencia adjunta, cuya justicia se egecutó ayer 23, quedándome el desconsuelo de no haber podido merecer al principal caudillo Quiroga, autor de esta máquina, á un Suáres, y á un Eraso, quienes andan prófugos, segun se dice, separados de los indios por el recelo que es regular tengan de ellos por haberlos seducido: pero se han despachado las correspondientes requisitorias en su solicitud, y hallados, procederé conforme á su mérito, como también á los demas que se vayan aprisionando. Estos alborotos, y la poca defensa que puede hacer esta ciudad, así por su corto número de vecinos, como por la poca satisfacción que se tiene del comun de los moradores de su jurisdicción, y el fundando temor de juzgarse entre los indios hasta 200 ó mas criollos, me ha precisado á dejar de guarnicion 100 milicianos del Valle: los 50 en el Fuerte del Río Negro, y los otros 50 en esta ciudad, que irán mensualmente relevándose, pues de otro modo no será fácil resistir cualquiera avenida, y presumo que el miedo haga desamparar á muchos sus casas y trasladarse á otra ciudad. Bien considero, Exmo. Señor, necesita esta plaza una compañía de veteranos que la custodie por ser fuerza precisa, pero reflexionando el destino que llevan, o me he determinado á tomar resolución, y aunque V. E. me reconviene que, conteniendo mi provincia el número de 20.000 individuos de armas, se admira como no puede sacarse el necesario para su defensa, debo representar que solo la experiencia y conocimiento de su condición y calidad, podría acreditar la ninguna confianza que nos prometen, y que á proporción es muy corto el de los sugetos de estimación y vergüenza que sepan servir al Rey, y los demás nos hacen tener mas cuidado que los enemigos, sin saber en que consiste la alteración que ha causado á la gente común el maldito nombre de Tupac-Amaru. Yo he tomado cuantas providencias me han parecido útiles, á proporcionar las mejores defensas, y aseguro á V. E. que mi pensamiento está en continua guerra para recapacitar los medios mas ventajosos á sostener una resistencia capaz de escarmentar al enemigo: pero es poca la gente de honor, y muchos los parajes á que necesita destacarse. Por fin he puesto 200 hombres en la frontera del Chaco, y el fuerte bien municionado: envié 50 á la

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Quebrada de Toro, y otros tantos á la de Calchaquí para el resguardo de aquellas bocas; y en fuerza de la convocatoria que hizo Damaso Catari á los pueblos de Rinconada, Cochinoca, Santa Catalina y Casavindo (de que me dió noticia el cura D. José Torino), despaché 100 hombres al mando del Sargento Mayor D. Apolinario Arias para que los corriese, y que dando vuelta, viniese á parar hasta la boca de Chichas, á fin de que este refuerzo amedrente á los naturales de dichos pueblos, que sin embargo la prisión de dicho Catari pudieran incomodarnos. No puedo menos que hacer presente á V. E. el particular mérito que ha contraído en esta ocasión el Comandante D. Cristóval Lopez, tanto por el empeño que se reconoció en la marcha que hizo desde Tapia á Jujuy, como en el avance del fuerte del Río Negro, que dista de esta 23 leguas: cuyo anhelo y acertadas disposiciones redimieron á estos moradores del furor de los indios y rebeldes, que por instantes esperaban su último fin. Y habiéndole dejado el mando de las armas de esta ciudad al capitán D. Mariano Ibañez, que se adelantó á prevenir las provisiones para la marcha, le desempeñó con honor, tomando las precauciones convenientes á la ciudad, instruyendo, lo mejor que prometía la brevedad del tiempo, á la guarnición miliciana que quedó, en el manejo de las armas. Aquí quedan quince hombres con un sargento enfermos, que pasarán con el primer destacamiento que venga, si hubiesen restablecido. Una compañía que esperaba del partido de Belen, jurisdicción del Valle, se alzó con insolencia, y otra de la Rioja que llegó hasta Tapia, jurisdicción del Tucumán, se volvió a egemplo de los Tucumanos, cometiendo las iniquidades que V. E. verá por la adjunta, cuyos hechos harán creer á V. E. que aunque tiene 20.000 hombres la provincia, son los mas de esta naturaleza, é inclinados á la libertad y flojera, de que provienen los mayores daños. Nuestro Señor guarde la importante vida de V. E. muchos años. Jujuy, y Abril 24 de 1781. B. L. M. de V. E., su mas atento respetuoso servidor- ANDRES MESTRE Exmo. Señor Virrey D. Juan José de Vertiz. SEÑOR TENIENTE D. MANUEL PADILLA. Muy Señor mío: -Hoy hacen tres días que he llegado de la reducción de Santa Rosa, y de las demas de su circuito, donde he hallado mil novedades de los indios, las que me han puesto en grandísimo cuidado, mayormente la de los Atalias, donde han llegado doce indios de tierras adentro, con la novedad que toda la indiada de adentro se halla haciendo flechas y otras armas en abundancia: y dicen estos indios que han sabido que las de adentro caminan río arriba á dar socorro al Rey Inca, todo lo cual lo certifica la carta que escribió el P. Lapa á D. Rafael Bacher, dando aviso de dicha novedad ó alboroto: á mas que á mi me consta de vista todo lo dicho. Pero como no hay que fiar en la verdad de ellos, pueden correr esta voz siniestra para mejor lograr sus traiciones en estas fronteras, con la corta inmediación de 14 leguas líquidas, las que para ellos son 14 cuadras, según se ha reconocido en las averías que han hecho actualmente: pues en una noche han logrado matar en distancias mas latas, según tenemos visto en las dos que han habido estos días, hechas por los indios de Santa Rosa. Y haciéndoseme presente el gran cargo en que me dejó Su Señoría de Capitán Comandante de estas reducciones, le supliqué que para el cumplimiento de

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dicho cargo era preciso se me agregase las compañías de Quiles, Cortaderas y Tajamar, para con ellas apaciguar cualquier disturbio ó alboroto que entre dichas reducciones pudieran haber: por lo que, teniendo noticia cierta que se halla compañía de Vd. citada para socorro para el Río del Valle, he hallado por conveniente que dicha compañía no camine, para que yo auxiliado de ella y de las demas agregadas á mi cuerpo, pueda apaciguar y contener los atrevidos impulsos de dicha indiada; siendo preciso para ello que luego de vista esta, la encomiende al Sargento mayor D. Juan Vidal y Linares, quien, inteligenciado de su contenido, determine lo que hallare por conveniente, dándome pronto aviso para mi gobierno, de la que dejo un tanto para lo sucesivo en todo acontecimiento. Yo celebraré que Vd. se mantenga disfrutando del cabal beneficio de la salud, la que ofrezco á su disposición para que me mande en esta Hacienda del Remate, y Marzo 28 de 1781 años. B. L. M. de Vd., su mas apasionado servidor- PEDRO CORBALAN. Sentencia contra los reos de la población de Jujuy. D. Andrés Mestre, Coronel de los Reales Egércitos, Gobernador y Capitán General de esta Provincia del Tucumán: -Habiendo visto los autos que se han seguido por las justicias de esta ciudad, por la general sublevación que se ha experimentado en la mayor parte de la gente ordinaria, quienes sedujeron á los indios de la reducción de San Ignacio de Tobas, para que la invadiesen; lo que de facto hubieran practicado á no haber advertido las disposiciones en que se hallaban otros vecinos para contrarrestar sus fuerzas: sin embargo de que dichos autos no se hallan conclusos por los términos de derecho: pero atendiendo á que en causas de esta naturaleza, en que se ejecuta el castigo para que sirva de ejemplar, se contenga la sublevación, no se deben guardar aquellos trámites, sino sentencia, en vista de sus confesiones, las que se hallan tomadas, y por lo que de ellas resulta: -FALLO, que debo condenar y condeno á muerte á los siguientes, que fueron los convocadores; unos y otros que voluntariamente se dieron á la parcialidad de los indios para ayudarles á verificar el proyecto de degollar á todos los vecinos de esta ciudad, sin excepción de ninguno, sino solamente á los del sexo femenino: cuales son, Lorenzo Serrano, Juan de Dios Maldonado, Francisco Rangel, Melchor Ardiles, Diego Avalos, Mariano Galaza, Francisco Ríos, Juan José Almasan, Andres Lopez, Juan Asencio Mendoza: quienes por la imposibilidad que hay en esta de ejecutar la sentencia que corresponde a sus delitos, serán arcabuceados por detras como traidores al Rey y la Patria. Por lo que serán sacados á uno de los cantones de esta ciudad, y en las esquinas por donde se transitasen, se publicará su delito y sentencia que se les impone por voz de pregonero: y puestos en dicho cantón en la mayor forma que se dispusiere, se egecutará en ellos esta sentencia y cortándoles las cabezas, serán llevadas, la de Francisco Rangel y Melchor Ardiles, al fuerte del Río Negro, y se pondrán en los cubos, para que este espectáculo sirva de escarmiento á todos los demas partidarios que se hallan en dicho fuerte, de donde se desertaron estos dos reos para unirse con los indios. Asimismo, la de Juan de Dios Maldonado y Andres Lopez se pondrán en dos picotas que se fijarán en dicha reducción de indios Tobas, donde igualmente eran soldados, y desampararon su plaza para unirse á dichos indios. Igualmente, la de José Aleman se llevará al Fuerte de Ledesma, y se colocará en la propia conformidad; y las restantes, dejándose una en la picota, que se dispusiere donde se hiciere la justicia, y otra en el rollo de la plaza de esta ciudad, se repartirán por todos los caminos

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de esta circunferencia, poniéndose á dos leguas de distancia en los árboles mas prominentes, para que este objeto sirva de recuerdo al castigo que merecen semejantes delitos. Asimismo ordeno á los restantes que se hallan presos en esta ciudad, que son: Manuel Romero, Miguel Gerónimo Mamaní, Martín Vidaurre, Estevan Juarez, Joaquín Jurado, José Toro, Norberto Martínez, Juan Valdivieso, Manuel Flores, Bartolo Ríos, Mariano Basualdo, Bernando Surapurá, Lorenzo Umacuta, Agustín Sanchez, Bernardo Chaparro, Manuel Bejarano, Francisco Miranda, Nicolás Mansilla, Diego Taristolas, Melchor Cruz y Fernando Rivas, usando de mi conmiseración, á que sean quintados; y con los cuatro que de los veinte saliesen condenados, se egecutará lo mismo que con los anteriores, y se llevarán sus cabezas al parage de Sapla, que era el que tenían destinados para sus juntas, y donde fueron presos: y á los 16 restantes se les pondrá una señal en el carrillo, que deberá ser de una R, que indica rebelde ó rebelado; la que se hará á fuego para que le sirva de memoria su delito, y para otros se conozca su traición. Y mas los condeno á que sirvan por espacio de cinco años en las obras públicas de esta ciudad, y que cuando no las haya, sean conducidos al presidio del Río Negro, ú otro que sea mas conveniente, hasta que cumplan el término asignado. Que así lo pronuncio y firmo con mi Teniente y Justicia Mayor, definitivamente juzgando, en 21 días del mes de Abril de 1781 años; y ante el presente Escribano de Cabildo, quien le hará saber á los reos esta sentencia. ANDRÉS MESTRE. Dr. Tadeo Dávila. -Ante mí, Manuel de Borda, Escribano Público y de Cabildo.

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VI. Algunos pasquines de la rebelión de Tupac Amaru ( en Godenzzi, 1995; Lewin, 1967 y 1980; Valcárcel, 1970; Glave, 1982). "El regente es botarate El virrey un elemento Cada oidor un zumento y el acuerdo un disparate. No hay quien ate, ni desate Ningún con juicio sospeche todos con cursos de leche y para decirlo más claro Se cagará Tupac Amaro En ellos, Lima y Areche... Si vence Tupac Amaro Malo, malo, malo Si el visitador Peor, peor, peor y en questa indiferencia El virrey y la ciudad paciencia, paciencia, paciencia... Exmo. Señor A vuestra Excelencia toca declarar quién es peor )Si Tupac Amaro o el Visitador? (colocado en el palacio del virrey, Lima, 1780). "Quito y Cochabamba se alzó, y Arequipa )por qué no? la necesidad nos obliga a quitarle al aduanero la vida y cuantos le den abrigo." (colgado en la puerta de la catedral de Arequipa, 2 de enero de 1780). "Tinta en sangre, Cuzco en pena, Lima en armas por mar y tierra" "Y pues el Indio ha exhortado a criollos, atrevido, a seguir el vil partido que alevoso se ha fraguado para que entienda el alzado que a todas luces se engaña criollo es el que desengaña

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y exhorta a la necia plebe que sólo conocer debe por padre y Rey al de España" (Arequipa, 1781). "Ya el Cuzco y Arequipa Con La Paz y Cochabamba Al ver tanto latrocinio Con pretexto de Aduana, Esforzados han resuelto Defenderse con sus Armas Potosí lo ha intentado, Y en su lealtad tan rara, Ha sido por esperar Que dé un grito Chuquisaca." (aparecido en la ciudad de La Plata, Audiencia de Charcas, en marzo de 1780). "Oh! Señor, no aspiramos a otra cosa que a aliviar el pesado yugo, que de tanta contribución nos oprime. Resuélvase V.E. a disipar toda nueva imposición Corte el orgullo a un Intendente, ruina de la Corona y sus Vasallos, y de este modo logrará V.E. la satisfacción de que todos nos sacrificaremos gustosos en la lamentable tragedia que se le prepara. Salta, Córdoba y Buenos Aires. (aparecido en Buenos Aires, [1781?], fragmento). "El General Inca viva jurémosle ya por Rey, porque es muy justo, y de ley, que lo que es suyo reciba. Todo indiano se aperciba a defender su derecho porque Carlos con despecho los aniquila y despluma, y viene a ser todo en suma robo al revés y al derecho Tanto daño penetrado Vengarse a gusto cumplido pues españoles han sido Autores del mal causado Morirán con el soldado Alcaldes, Corregidores Ricos, pobres, y oidores O no he de ser Tupac Amaru" (Audiencia de Chuquisaca, 22 de Marzo de 1782). "Me cai...go en la buena unión de españoles y franceses; me cai...go trescientas veces en la gran expedición;

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me caigo en el espadón y en la trinchera también Me caigo en todo ese tren de morteros y cañones y me caigo en los mandones, por siempre jamás, amén" "Aduaneros tenemos, con nuevas pensiones que las sufran aquellos que son sin calzones" "Dos limeños qué bajeza! y un vizcaíno saramullo que parece ojo de c... persisten en esta empresa" "Ya en el Cuzco con empeño quieren sacudir, y es ley, el yugo al que es dueño levantarse americanos! tomen armas en las manos, y con osado furor, maten sin temor a los ministros tiranos! (Oruro, abril de 1781). "En Paucartambo el hermano puso un sitio formidable, mar se le hizo inexpugnable, porque estaba en buena mano. Y así viendo aquel tirano aunque de sus iras ciego, que aún ardiendo en tanto fuego no se ablanda la lechuga entregándose a la fuga tomó las de Villa Diego." (referido a la actuación de Diego Cristóbal, primo hermano de Túpac Amaru, frente al jefe realista Pérez Lechuga). "Es el caso y es muy raro que un indio sin Dios ni ley se propusiese ser Rey por llamarse Tupamaro". . "También el jefe sagrado de su Ilustre clerecía, levantó una compañía para servir al estado,

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y después de haber librado otras armas más terribles echó mano a las visibles, y en continua centinela con la inculpable tutela hizo sus armas terribles." (volante rimado que alude a la formación de milicias por parte de los eclesiásticos. Las "armas más terribles" se refieren a la excomunión). "Prepárate Ugarte que queremos coronarte" (Pasquín aparecido la víspera del grito de Tinta, en Cuzco, aludiendo a la relación entre Túpac Amaru y una minoría de prominentes cuzqueños, como la familia Ugarte). ")Muera el Corregidor y los Regidores! que no defienden la ciudad de los rigores con que la afligen con estancos, aduana, nuevos impuestos, padrones, revistas, quintos y tantas garruminas. Y muera tanto ladrón como aquí se nos mete." (Pasquín colocado en una calle cuzqueña el 19 de enero de 1781). "Fue a sacudir los collados; los halló ya despoblados de la milicia española, porque Oré, Zata y urbiola que eran los corregidores prevenidos de temores habían raspado la bola." (versos satíricos que narraban los sucesos de la rebelión). "La ciudad determinada a castigar la traición destacó un escuadrón de lucida gente armada. En Sangara atacada por el rebelde y traidores, entre sustos y temores, los soldados perecieron, porque a la iglesia se fueron antes de ser matadores." (Texto que se refería a las ciudades atacadas -en primer lugar se alude a la ciudad de Cuzco- donde luchaban los ejércitos de Túpac Amaru y las milicias eclesiásticas). ")Arriaga porqué murió? sus autos lo han publicado. Murió por guardar la ley,

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luego es bienaventurado". (Versos oficialistas que justifican el accionar del Corregidor Arriaga, enviado al cadalso por Túpac Amaru). "mostrando por ejemplares que quien es Mata Linares es también mata traidores." (rimas que aluden al oidor Matalinares, quien mandó a ejecutar las sentencias contra Túpac Amaru y su familia, en Cuzco).

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VII. Principales ajusticiados en la plaza del Cuzco, el 18 de mayo de 1781 y distribución de las distintas partes de sus cuerpos (en De Ángelis, 1910, VIII: 377-378). José Gabriel Túpac Amaru. Micaela Bastidas, su mujer. Hipólito Túpac Amaru, su hijo. Francisco Túpac Amaru, tío del primero. Antonio Bastidas, su cuñado. La cacica de Acos. Diego Verdejo, comandante. Andrés Castelo, coronel. Antonio Oblitas, verdugo. Tinta La cabeza de José Gabriel Túpac Amaru. Un brazo a Tungasuca. Otro de Micaela Bastidas, idem. Otro de Antonio Bastidas, a Pampamarca. La cabeza de Hipólito, a Tungasuca. Un brazo de Castelo, a Surimana. Otro a Pampamarca. Otro de Verdejo, a Coparque. Otro a Yauri. El resto del su cuerpo, a Tinta. Un brazo a Tungasuca. La cabeza de Francisco Túpac Amaru, a Pilpinto. Quispicanchi Un brazo de Antonio Bastidas, a Urcos. Una pierna de Hipólito Túpac Amaru, a Quiquijano. Otra de Antonio Bastidas, a Sangarará. la cabeza de la cacica de Acos, a idem. La de Castelo, a Acamayo. Cuzco El cuerpo de José Gabriel Túpac Amaru, a Picchu. Idem el de su muger con su cabeza. El brazo de Antonio Oblitas, camino de San Sebastián. Carabaya Un brazo de José Gabriel Túpac Amaru. Una pierna de su mujer. Un brazo de Francisco Tupac Amaru. Azangaro Una pierna de Hipólito Tupac Amaru.

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Lampa Una pierna de José Gabriel Túpac Amaru, a Santa Rosa. Un brazo de su hijo a Iyabirí. Arequipa Un brazo de Micaela Bastidas. Chumbivilcas Una pierna de José Gabriel Túpac Amaru, en Livitaca. Un brazo de su hijo, a Santo Tomás. Paucartambo El cuerpo de Castelo, en su capital. La cabeza de Antonio Bastidas. Chilques y Masques Un brazo de Francisco Túpac Amaru, a Paruro. Condensuyos de Arequipa La cabeza de Antonio Verdejo, a Chuquibamba. Puno Una pierna de Francisco Túpac Amaru, en su capital. NOTA: -Fernando Túpac Amaru de 10 1/2 años, e hijo de José Gabriel, fue pasado por debajo de la horca, y desterrado por toda su vida a uno de los presidios de Africa.

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INDICE DE ILUSTRACIONES I. El Virreinato del Río de la Plata (1776) (en Bazán, 1986). II. Posible ubicación de los pueblos aborígenes en Jujuy durante el período colonial (en Bidondo, 1980). III. Escudo de nobleza de la familia Túpac Amaru, aprobado por Real orden del rey de España, en 1545 (en Astesano, 1979). IV. Escenario de la sublevación de Túpac Amaru (en Universidad Nacional de Jujuy, 1989). V. Retrato de Túpac Amaru (en Chávez, 1973). VI. Pasquín colocado en la calle San Roque del pueblo de Lambayeque, el 27 de abril de 1781, contra el corregidor Pedro Arjona (en Glave, 1980). VII. Piedra de la tercera fundación de la Iglesia de San Francisco de Salta (en Auspurg y Solá, 1982). VIII. Dibujo y descripción de la ciudad de Arequipa, inserta en la Nueva Coronica y Buen Gobierno de Felipe Guamán Poma de Ayala (1980). IX. Reproducción facsimilar de la hoja suelta perteneciente al Archivo del Convento de San Francisco de Salta. X. Rúbrica de José Gabriel Túpac Amaru, tomada del Archivo General de Indias de Sevilla (en Valcárcel, 1970). XI. Reproducción de la primera página de las Memorias de Juan Bautista Túpac Amaru, en la edición de la Imprenta de los Niños Expósitos, Buenos Aires, 1824 (en Astesano, 1979).

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DETALLE DE ANEXOS

I. Versión paleográfica y descripción del documento del Convento San Francisco de Salta. II. Cronología de la sublevación de Túpac Amaru en los Andes y su proyección hacia los tiempos independentistas. III. Carta con la recomendación de captura de varios indios y criollos que tomaron parte en la sublevación de los indios tobas, firmada por José de la Cuadra, administrador General de las Rentas de Tabacos, Naipes y Correos y Alcalde Ordinario de Primer Voto de la ciudad de San Salvador de Jujuy, fechada el 15 de abril de 1781, que se encuentra en el Archivo de Santiago del Estero. IV. Leyendas del Rey Inca. V. Partes e informes de militares encargados de sofocar la rebelión de Túpac Amaru en diversas localidades del Tucumán. Correspondencia del Gobernador de la Intendencia de Salta del Tucumán, D. Andrés Mestre, dirigida al Virrey Vértiz, con noticias sobre la sublevación y sentencias ejemplares contra los reos. VI. Pasquines de la rebelión de Túpac Amaru.

VII. Principales ajusticiados en la plaza del Cuzco, el 18 de mayo de 1781 y distribución de

las distintas partes de sus cuerpos.

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INDICE GENERAL PRELIMINARES .............................................................................................. I. SALTA Y EL TUCUMÁN EN TIEMPOS DE LA REBELIÓN

La provincia del Tucumán .................................................................... El Chaco Gualamba y sus habitantes ................................................. Segundo escenario: la Puna ................................................................. La rebelión .............................................................................................

Repercusiones en el Tucumán ............................................................. Anatomía de la rebelión ....................................................................... Consecuencias del levantamiento ........................................................

II. ACTORES DE LA REBELIÓN

Los roles intercambiables ...................................................................... La actitud del clero ................................................................................ Indios, corregidores, obispos y disfraces ............................................. Cacicas, guerreras y adivinas ................................................................ La construcción de la imagen de Túpac Amaru. Dramatización de la historia incaica .............................................................................. La rebelión de los pasquines ................................................................

III. UN OLVIDADO MANUSCRITO EN SALTA El manuscrito del convento de San Francisco ...................................

El Convento de San Diego de Salta .................................................... Arequipa en el siglo XVIII ..................................................................

El obispado de Arequipa ...................................................................... El humilde obispo ..................................................................................

IV. LA IMAGEN DEL INCA EN EL PENSAMIENTO ANDINO

Relatos orales e historiografía andina ................................................ Cosmovisión incaica ..............................................................................

Las leyendas del Rey Inca ..................................................................

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Resistencia y tradición ......................................................................... V. PERSPECTIVAS

Rebelión y escritura ............................................................................. Rebelión y utopía ................................................................................. Rebelión e independencia ................................................................... Rebelión e inversión de papeles .........................................................

BIBLIOGRAFÍA .............................................................................................

ANEXOS ...........................................................................................................

INDICE DE ILUSTRACIONES ................................................................... DETALLE DE ANEXOS ..............................................................................

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