7
lllt¡ ltt y . es ' de : et¡ 1 y de de a 15 la ¡. n tnortis (Temor de la muerte). .de la vida. Puesto que el alma se fitt1°r Agustín, se pensaba que el ven- Identtf Alltesl teernor de la muerte demostraba la 1 con el verdadero ser humano e os cristianos no tienen por qué teme; cede Jos cristianos en la. del _gue la absoluta extinción de la muerte los fe y en la resurrecciOn. Esa VIctoria muerte física es positi- la confianza en la recompensa por cuanto el cuerpo es mortal e irra- pro aguarda a una vida de virtud. El y, por tanto, es inferior a la vida de la muerte revelaba duda, culpa del alma racional. El cuerpo con descammado al- cuerpo. sus sentidos es un obstáculo para la sabi- de su VIaa duría (sol. 1.7.14). La muerte es una ven- con esta tradicion, pero las controversias taja, al liberar al alma de las importuni- que él tuvo que afrontar, condujeron a darles del cuerpo (1.7.14). Sin embargo modificar sus puntos de vista. Puesto que Agustín se para en seco ante un estos acontecimientos se superponen neoplatónico del cuerpo y de la entre sí, es difícil determinar una estricta vida terrena. Reconoce que se adquiere cronología de sus ideas y analizar las sabiduría mediante el crecimiento espiri- razones para estos cambios. Al comienzo tual que tiene lugar dentro del cuerpo. de su trayectoria, Agustín mantiene que Teme que la muerte le prive de la sabidu- el sabio no tiene temor a la muerte (b. ría que él ha adquirido y de la compañía vita 4.25; ord. 1.11.32). Y todavía en el de los que comparten el deseo de la sabi- año 405 (ó 411-412, según afirma duría (2.12.20). Afirma la vida como un Rebillard 1991, 147) Agustín interpreta- bien creado por Dios; por tanto, la priva- el disgusto de tener que morir como un ción de la vida es una pérdida. Admite signo de debilidad en la fe (cf. s.31.3). que los hombres amen la vida en el cuer- Pero Agustín reconoce también desde po y teman su fin. El temor de la muerte muy pronto que el temor de la muerte es es uno de los tres temores que le afi}gen,-- comprensible. Situándose frente a los ·sTéndolos otros dos el sufnmiento y la maniqueos, los donatistas, los filósofos -péidfaáae seres quendos (T.9-:-f6).Ta paganos, y especialmente los pelagianos, mueife puede hacer que- todo se olvide, Agustín llegará a rechazar el triunfalismo aunque no mate al alma. Si es así, de la an teñór. -Aceptará'· él" -muerte sería, ciertamente, un gran mal y temor de la muerte como- parte- ia .. 1labnaqué -temertaffiucñoT2-:-20.36 ). Siñ dición humaña.E"l.temor de la muerte es emoargo·,-Agustín no qÜiere continuar la una respue sta natural que no indica falta vida P?r . misma, únicamente por el de fe; lejos de eso afirma el valor_ de la Dws (2.!2.20). . existencia corporal, la cual llegara a su Agustm VIVIO nueve anos como mam- / realización final en la resurrección. La queo, desde el 373 al 382, antes de que prudencia dicta también que uno tema la escribiera los señalados anterior- t a ra que compruebe cuál es su mente. En el ano 388 se puso a refutar a muer e p 1 · , 1 condición de pecador. Pero aun en os que cretan que e cuerpo 1 do es tan insidioso que nadie matenal era la fuente del mal. La muerte caso e peca ' b f' 1 · d f tar el 1 ·uicio con serena con- es uena, a Irman os mamqueos, porque pue e a ron 1 l'b ·' d 1 1 "1' trae a I erac10n e ama tgera" atta- ciencia. · d 1 t · d 1 U En la obra De pa a en ama ena e cuerpo. na resu- /·/OS · 1 . t ·maedel año'387} la muerte es el rrección es inconcebible, porque el cuer- 7 1 ta e anl . T::: • ' d 1 d fi . . ' e 1 .. -E-- - 1 -:- 1 - ·- -- ·r·- 1 ·v ·· ac-- I.ón delset y .a pnvacton e po es ma o por e mtcton. ontra este nna . a p . 1 1' d 1' A f la vida ( 9 . 1 6). Pero .. ap ua tsmo, gustín a irma que la libre al alma, la cuaT exíste stempre y es la voluntad de Adán causó su caída. El 1273

Timor mortis

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e os cristianos no tienen por qué teme; cede Jos cristianos en la. ~nmortalid.ad del _gue la absoluta extinción de la muerte los fe y en la resurrecciOn. Esa VIctoria ~~~~La muerte física es positi­alm~aba la confianza en la recompensa v~, por cuanto el cuerpo es mortal e irra­pro aguarda a una vida de virtud. El ~IOnal y, por tanto, es inferior a la vida q~or de la muerte revelaba duda, culpa mmorta~ del alma racional. El cuerpo con ~apego descammado al-cuerpo. sus sentidos es un obstáculo para la sabi­~ayectona de su VIaa duría (sol. 1.7.14). La muerte es una ven­con esta tradicion, pero las controversias taja, al liberar al alma de las importuni­que él tuvo que afrontar, ~e condujeron a darles del cuerpo (1.7.14). Sin embargo modificar sus puntos de vista. Puesto que Agustín se para en seco ante un plen~ estos acontecimientos se superponen r~chazo neoplatónico del cuerpo y de la entre sí, es difícil determinar una estricta vida terrena. Reconoce que se adquiere cronología de sus ideas y analizar las sabiduría mediante el crecimiento espiri­razones para estos cambios. Al comienzo tual que tiene lugar dentro del cuerpo. de su trayectoria, Agustín mantiene que Teme que la muerte le prive de la sabidu-el sabio no tiene temor a la muerte (b. ría que él ha adquirido y de la compañía vita 4.25; ord. 1.11.32). Y todavía en el de los que comparten el deseo de la sabi­año 405 (ó 411-412, según afirma duría (2.12.20). Afirma la vida como un Rebillard 1991, 14 7) Agustín interpreta- bien creado por Dios; por tanto, la priva­rá el disgusto de tener que morir como un ción de la vida es una pérdida. Admite signo de debilidad en la fe (cf. s.31.3). que los hombres amen la vida en el cuer­Pero Agustín reconoce también desde po y teman su fin. El temor de la muerte muy pronto que el temor de la muerte es es uno de los tres temores que le afi}gen,-­comprensible. Situándose frente a los ·sTéndolos otros dos el sufnmiento y la maniqueos, los donatistas, los filósofos -péidfaáae seres quendos (T.9-:-f6).Ta paganos, y especialmente los pelagianos, mueife puede hacer que- todo se olvide, Agustín llegará a rechazar el triunfalismo aunque no mate al alma. Si es así, ~ de la tradiciÓn -~ an teñór. -Aceptará' · él" -· -muerte sería, ciertamente, un gran mal y temor de la muerte como-parte-dé ia con~ . . 1labnaqué-temertaffiucñoT2-:-20.36). Siñ dición humaña.E"l. temor de la muerte es emoargo·,-Agustín no qÜiere continuar la una respuesta natural que no indica falta vida P?r .sí misma, ~ino únicamente por el '~ de fe; lejos de eso afirma el valor_ de la conocimt:nt~ ~~ Dws (2.!2.20). . ~~ existencia corporal, la cual llegara a su Agustm VIVIO nueve anos como mam- / realización final en la resurrección. La queo, desde el 373 al 382, antes de que prudencia dicta también que uno tema la escribiera los e~sayos señalados anterior-

t ara que compruebe cuál es su mente. En el ano 388 se puso a refutar a muer e p 1 · , 1 condición de pecador. Pero aun en e~e os m~mqueos, que cretan que e cuerpo

1 do es tan insidioso que nadie matenal era la fuente del mal. La muerte caso e peca ' b f' 1 ·

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ti\..'"f'\\1;.._ 1. ·1 ..,.,... "'-' ·~ ... . ' TIMOR MORTIS bondad

'ón de Dios; s~ 'n de su cuerpo es cre;~l en la restaura~~ección. está confirma saria en la res r refle-integr~dad pr~:~a ahora con r'Z~erte. y Agustm cons 1 temor de a ontra xión la muerte y e posteriores e d , n muchos argumentos elagianos t~n ra.-los donatistas y los ptratados anttrna~ll

n esos d' t neta-sus orígenes ~ . gnificantes ts a queos que indtcan :~dores actitudes neo-mientas de sus an .

. pl~nicas. , d antirnaniqueo (haedta ~n este perto o . ue el peca o 0~ 388-389), Agustín exp~t~alaq subsiguiente

a\JJ '_.·,~ de Adán no sólo a por o. que además ~ 0\/ corrupción del cuerpo; smoen el mundo,

hizo que la muert~ tnY~r~uerpo y la del una doble muerte .. adua b an. 13. 19). La alma ( ef. c. Fort. 15' 1 . . un bien. es el

tura m es ' . muerte no es na ' s· Adán no hubte-castigo por ~~ peca~~ 1~ humanidad no ra pecado, el y to . ( Gn adv. hubieran tenido que monr . Man. 2.19.26; lib. arb. 3.20.~6 ~-57; v~: rel 36.48). Contra la deprectacwn, ma. -qu~a del cuerpo y de la vida, A~stm ~fir­ma el valor de los mismos. Nadte qutere morir. El deseo de conservar la carne es instintivo, una ley de la naturaleza. Ninguna criatura, por vil que sea, aborre­ce su propia carne (cf. Ef 5,29; c. Faust. 21.5-7). El amor de la vida es fundam.e~­tal; aun el más desgraciado quiere vivir (lib. arb. 3. 7.20-21). El suicida no busca la muerte sino una existencia mejor (3.8.22-23). Incluso el dolor es bueno, porque señala una lucha contra la extin­ción (nat. b. 20).

Tales ideas no significan que Agustín haya abandonado enteramente la tradi­ción representada por Ambrosio; sino que él está forjando una nueva síntesis. El temor instintivo de la muerte es una señal de la bondad fundamental del cuerpo, un h~c~o que los .maniqueos niegan y que cnsttanos antenores - como Ambrosio -no eran propensos a acentuar en este contexto. La muerte no es un bien, afir­ma Agustín; es la obra del diablo ( cf. c.

E Sus comentarios sobre la l -~~ Faust. J0.6). R~manos, Agustín acentúa f ~ carta a tos ómO la tiranía del diablo S especial!"ente ~vés del temor de la muer-se ejerctta a~ la muerte es emblemático te. El tem~~ci~n caída d: la hut_nanidad. de la con. ·fea la tirama del dtablo y la No sólo stgntdt 1 hombre viejo antes de la

'dumbre e e . ( servt . ación en nsto exp. pro-dtspens d' . 1' nueva 40) La muerte es tsctp maria.

Rom. 44 · ~on la enfermedad y con Juntame~te. nes la muerte es enviada afhecto • . otras . dencia de Dtos para corregir por la provt 'dad Aflio-iendo al cuerpo 1 humant . e& , a a h ta llegar a la muerte, el alma incluso as alva (c. Faust. 22.20.79). Puede ser s . . d b'

Idealmente, los cnsttanos no e teran 1 muerte. La muerte voluntaria

temer a a . 1 de Cristo enseñó con su eJe~~ o que no hay que temer a la muerte IV. qu. 25~.

1 temor de la muerte es comprenst-Pero e , C. bl Se dice que Pedro nego a nsto por te~or a la muerte. ( Co~o A~stín expli-ca más tarde, Pedro tenta mtedo de ~ue Cristo muriera como un hombre ordma-rio: cf. en. Ps. 55.15; 126.4; 138.22; s. 229N.) De manera parecida, a Abrahán se le acusó de negar a su mujer por temor a la muerte (c. Faust. 22.34). El temor de la muerte revela el apego del alma al cuerpo por la simple fuerza del hábito. Si el alma se volviera enteramente a Dios, entonces no sólo no tendría en cuenta la muerte, sino que incluso la desearía. Agustín, en este punto, va más allá del Platonismo, porque acentúa la importan­cia del cuerpo reformado: la resurrección nos devolverá un cuerpo sometido a la autoridad del alma (mor. 1.22.40) . Pero superar el temor de la muerte es algo que se logra únicamente por medio del Espíritu Santo (ex. pro p. Rm. 44; Jo. ev. tr. 93.1). Este espíritu de caridad vence al temor de la muerte (ex. prop. Rm. 40). E\ cristiano, que ha nacido de nuevo en

Cristo, debería dejar atrás idealmente e\

tem~r de la muerte y tendría que estar

motivado únicamente por el amor.

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JJORTIS . f/M~~ -

, f .,Jé ra de mártires donatistas hizo p LB plet? eflexionara más profunda-/ que J\gtJ5~; ~efinir las cualidades que l lfleote pa e venza el temor a la muerte.

. h8cen. que 5 reacción ante el origen del

su mtsrn~stra su tolerancia: él entendía cisJ118 rnl u debilidad humana pudo hacer

'J110 a 1 co cristianos - por temor a a muer-que lo~regaran los libros sagrados duran­te-en ., (f D 6 BA

1 persecuciOn e . ps. c. on. : te 8

150). Los donatistas condenaban a 28• h b' fl d ·

Personas que a 1an aquea o y exl-esas f . 1 . . A , , n que se su nera e martlno. gustm

¡giS censura de diversas maneras. Los os 'd d donatistas no mueren por can a , por-

que ésta - por definición - se encuentra únicamente en la unidad de la Iglesia. Sino que mueren por gloria humana ( cf. ep. 185.2.8). Sin embargo, Agustín no atribuye a los donatistas un heroico "des­precio de la muerte", sino perversidad y locura. Los donatistas provocan a las autoridades para que los ejecuten. O, si no los ejecutan, cometen suicidio lanzán­dose al vacío desde acantilados. Ya en el año 398 Agustín había rechazado el sui­cidio (cf. ep. 47.5). Dada esta postura institiva, él no tenía paciencia con los donatistas. Lo de ellos era una furia moti­vada por el mismísimo diablo, que había tentado a Cristo para que se arrojara desde el pináculo del templo (Mt 8,32; Me 5,13; ep. 185.3.12). Al parecer, el Príncipe de las tinieblas es también el príncipe del suicidio.

El desastroso ~9.!1~2- de _g~!ll~ ~!?.-~1 año 4m---ooiigóa Agustín a r~pe~iC:~~­más sobre sus propia§~C.ti!~.9~~.Ea~~~l temor de la muerte, y especialmente a Cfistinguir entre fas actitudes cristianas y las actitudes paganas. La Ciudad de Dios da por supuesto que sus lectores están familiarizados con pensadores clásicos como Cicerón y Séneca. Porque esa valentía romana (fortitudo) venció al temor; la simple voluntad y valentía hizo que esos héroes despreciaran la muerte ( contemnere mortem). Necesariamente,

ellos despreciaban la vida, porque esta-b~n dispuestos a entregarla (contemnere Vltam). Agustín quiere modificar este vocabulario, traduciéndolo a un contexto cristiano. Comienza con palabras que suenan extrañamente a estoicas. No importa la manera en que uno muera. Ni importa tampoco la duración de la propia vida. Sino que la incertidumbre de la muerte es lo que crea un temor que opri-me hasta el fin. Haciéndose eco de Marco Aurelio, señala: "No ignoro con qué faci­lidad elegimos vivir largos años bajo el temor de tantas muertes, en lugar de morir de una vez y no temblar ya ante ninguna" ( civ. Dei 1.11). La muerte no es un mal, cuando es el final de una vida buena; el mal procede únicamente del castigo que la muerte puede anunciar. Agustín cita el texto de Mt 1 0,28, un con­suelo que él utiliza con frecuencia: "No temáis a quienes matan el cuerpo, pero no son capaces de matar el alma". Esto podría haber parecido un vano consuelo para cristianos que temían muertes horri­bles como cautivos de los bárbaros, por­que Agustín prosigue reflexionando sobre la moralidad del suicidio para esca­par de la desdicha. Condena el suicidio de Catón como motivado por la envidia y la vergüenza, no por la valentía (que es el triunfo sobre el temor de la muerte). Catón se negó a someterse a su enemigo, negando a Cesar la gloria de ejercer ele­mentía con él. Retroceder ante tales aspe­rezas era una debilidad (civ. Dei 1.23-24; 19.4). Por el contrario, Agustín alaba a Régulo por haber rechazado el suicidio (1.24-26). Lo que impidió su suicidio no fue un pusilánime "amor a la vida"; sino que el "desprecio de la vida" le motivó para que volviera voluntariamente a los cartagineses para hacer frente a la tortu­ra y a la muerte en cumplimiento de su juramento. Régulo "no tenía en absoluto temor a la muerte", sino que prefería sufrir esclavitud antes que cometer suici­dio". El suicidio no es ya una señal de que

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TIMOR MORTIS Se muerte ...

. 1 temor a, 1~. del sutct-se ha venc~do ·~cación cJastca Se critiCa rechaza la JUStl 8 la libertad. oonor y Ja d. por amor . 'n con el to conexto dura~ente su del ejemplo valenua. . . s tornan nota Job. que

Los cnstta~~ben ser como cometer

;~e;~~t'~:z.i~;_e~~~4~~~~~~í~u~~:;~~ suictdto ( 1 ·2 ' 1 temor de la m len tía distinción entre e La paciente va bre

r de la tortura. . triunfo so ~~~s humildes e_xphcas s~l antídoto ?el ambos temores: este etar que esta vtda suicidio. Hay q~e acep ue soportar con terrena no es fehz, y ~;'b~mos que so~os

. nct'a los males. h hos fehces pacte 'do ec salvos y que hemos st 1 mundo futuro por la esperan~a. en :onducta cristiana (19.4). Al descnbtr :a de los paganos, en contraste con ~tida línea. Por un Agustín traza una nt "despre-. . han de tener lado, los cnsttanosd . de los falsos pla-

'd " s ectr cío de la VI a • e d ' . s que quieren ce res de este m un d~' ~~ ~uerte (como superar el ~m?r su caso extremo)· hacen los martires en . 1 . da" no Sin embargo, el "desprecio _?e. a vi al es valentía, si conduce egmstica:e~~~te

. 'd ·o cuando la persona s SUJCl 1 ' d d' h de la incapaz de soportar las es ~~ a~ la vida ( 19.4). El final de la propta vtda ~ muerte han de estar consagrados a DI~S, no a la satisfacción propia en la vtda terrena, o a la conveniencia de librarse de la vida, cuando ésta llega a ser desagra-

dable. Agustín compara exempla virtutis

romanos (por ejemplo, Régulo, Mucio Escévola, los Decios, Curcio, etc.) con los mártires cristianos que los sobrepasaron en verdadera virtud y en número. Sus res­pectivos motivos determinan el valor de su valentía y de sus muertes voluntarias. Los cristianos murieron por la verdad, sin que se preocuparan para nada de las

alabanzas que fueran a recibir de otros.

~os paganos amaban solamente "la glo­

ria ... por la cual deseaban seguir vi vi en-

TIMOR MORTrs

d spués de la muerte, en bo do, incluS~i:adores" (5 . 1~). La fama~~ de sus ad de la inmortahdad, un llled· 'tuto l d lo un sustt la muerte. E eseo ardient de superar halla detrás de la valentía de

f rna se ·r· e de la a cuando se sacn tcaban a s· anos, p 1 tos rotn su país terreno. ero los Cris-rnisrnos por puesta su mirada en la ciu . tienen -uanos stial y, por tanto, se comportan dad cele diferente con respecto a la d rnanera

e la muerte. vida Y ~í Agustín expone la idea corpora-

Aq vence el temor a la muerte · que d · uva . mbros del cuerpo e Cristo los e 0 rnte . · ~rn. os participan en su tnunfo sobre

crtsttan t Actúan corporativamente: "no la muer e. . . 1

or [su] propia glona, smo por a gloria P . , ( 1 Tim 1, 17; cf. ep. 186.2). Así de Dtos 'f' . , Cristo fue un sacn tcto, ast también codmo los cristianos llegan a ser sacrificios to os . d l ..

f 'dos a DIOs; to os os cnsttanos o rect d . • miembros del cuerpo e Cnsto, son

como . d 1 S S f 'dos por medto e umo acerdote o rec1 . .

(cf civ. Dei 10.6). Cnsto el Medtador ·ció el temor a la muerte, dando a la

ven 'd d d 'd humanidad la oportum . a e Vl a eterna or medio de su propta muerte y resu-

p A '1 ' rrección ( 9. 15). un que e no tema peca-do, Cristo se sometió a la muerte por amor nuestro. En contraste con los héro-es paganos, que trata?an de conseguir honor individual medtante desafiadores actos de voluntad, Cristo ofreció un ejemplo de valentía en su obediencia a la voluntad de Dios, y de sacrificio por los demás. Esto se convierte en una inspira­ción para el martirio. Cristo mostró que la muerte "no debía evitarse pecando, ... sino que había que soportar esa muerte por la justicia si se presentaba la ocasión"

(10.24). Los mártires son capaces inclu­

so de hacer que la muerte sea instrumen­

to para la vida (13 .4). El temor de \a muerte no se vence no desperdiciando \a propia vida para conseguir una fama

inmortal, sino participando obediente­

mente en Cristo y compartiendo así su triunfo sobre la muerte.

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os, Ül)

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' JJOflf/S

1~ofl f. rt'bió la Ciudad de Dios

'n ese 11 b . Ad!Jsu • ntras se ha a a metido en r-b-2_1) rrue . 1 .

12A los pelag¡anos, y e t1mor

{1pLJtBS convirtió en un foco del debate. dJS • se con , 1 . .

0rtJS • nos sosteman que os cnstta-~oS pel~gla ser perfectos en la justicia y y :,..n,an . 1 r~os pv- sí la muerte sm temor a guno.

11{,.ont!r 8firrnaba que tan sólo Cristo fue ~sttn ~ente justo y, por tanto, sin

Ject8JU e • t • , 1 pCP' la muerte. ns o se someho a a telfl0r a aunque no tenía pecado y no

uerte, 1 -JJ1 b sujeto a a muerte, para ensenar-esta) alección de la obediencia (pece. mer. n~1.~1). Cristo murió voluntariamente 2· í su muerte es redentora para todos Y2 ~Ó.49). Pero el resto de la humanidad ( t.aba sometida al pecado original, que es . . . e El ·mpedía tal JUStlcta pertecta. temor 1 atural de la muerte que todos sienten

~dica que la muerte fue un castigo por el pecado original. Incluso el bautismo, que borró la culpa del pecado original (aun­que no el castigo de la muerte), no borra la muerte ni el temor que ella produce (2.33.53-2.34.54 ).

El temor de la muerte es natural, es parte de nuestra infirmitas como criatu­ras caídas. Es muy difícil superarlo. Como Pedro, que llegó "involuntariamen­te" a su martirio, aunque "voluntaria­mente lo venció"; como Pablo quería "disolverse y estar con Cristo sin morir"; así, se exhorta a los predicadores a "tener un amor que crece en tal fervor espiri­tual, que supera incluso el temor natural de la muerte que hace que no queramos morir, aunque deseemos vivir con Cristo" (Jo. ev. tr. 123.5). Ciertamente, la victoria suprema de Pedro significaba que él había "dejado atrás el sentimiento de debilidad (infirmitatis affectum) que hace que nadie quiera morir - un senti­miento tan permanentemente natural que incluso la ancianidad fue incapaz de hacer que el bienaventurado ~edro qu~­dara libre de la influencia de dicho senti­miento ... " (123.5). Agustín concede incluso que una persona deba permane-

TIMOR MORTIS

cer en el cuerpo a causa de la caridad, por mucho que anhele la unión con Cristo. A~nque Pablo pensaba que "la vida era Cnsto Y que la muerte era una ganancia" (Flp 1 ,21), sin embargo él tuvo que per­manecer en la carne a causa de la caridad Y de las buenas obras en favor de otros (s. 305A).

Así, pues, a pesar de la victoria de Cristo sobre la muerte, el temor de la muerte permanece como una especie de ~ura prueba para probar a los que son fteles (de la misma manera que el temor de la muerte probó la fortaleza de los filó­sofos clásicos). La vida sería demasiado fácil, si los cristianos se vieran inmunes de tener que morir (pece.' mer. 2.31.50). El temor de la muerte prueba y perfec­ciona a los cristianos en su fe. "El superar con fe el temor de la muerte es parte de la lucha (agon) de la fe misma" (2.31.52). Dios "permite que [la muerte] permanezca para que tenga lugar la com­petición (certamen) de la fe, de tal mane­ra que, al instruirlos y ejercitarlos, ellos puedan progresar en la lucha (agon) por la santidad" (2.33.53-2.34.54). El casti­go permanece incluso aunque el pecado haya sido personado. Se convierte en un ejercicio de disciplina que cosecha gloria para aquellos que superan el temor de la muerte. Se tributan alabanzas en propor­ción con la gravedad de la prueba (2.34.54).

El temor de la muerte pone a prueba y fortalece la fe, porque una persona tiene que creer "en cosas no vistas" - en la resurrección - para vencer tal temor. Sobre todo, la fe en la resurrección es lo que permite a los cristianos superar el temor de la muerte (en. Ps. 63 .15-16; 70.2.10; 74.6). La muerte "no tiene agi­jón" (cf. 1 Cor 15,55), porque la resu­rrección significa la muerte del Viejo Enemigo (en. Ps. 148.4). El temor de la muerte es también una inspiración para la virtud y para la justicia y, por tanto, es un bien providencial. "La muerte fue pro-

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~ ~ ( · 1

MoJl'fiS bjeto de f/Moll . coroo o [jamás]

. ¡naln•ent~ coroetíeraaceptada Llc~ttt ort8que no se ha de sera borrarlo

p · ttrll hora par ¡roa terl'lor pdo pero a 1 pecado, ,.ar la pabl " 1 necll . eter e a otoreo ota e

e r- corl'l y par · tan n s para no ·ometido víctorta muerte e sí se h~ ~a debida a eroor de la e se tiene de justl'. 13· 7)· El t ostrar qu corneta

. Dei a defll no se . ' o (cJY· . ba par ra que tarnbte una prLI~¡suasivo parouerte trae ue haO fe y un pero la ·rtuosos q ¡cn'tn

ecadO· JoS Vl " Qe a e-el p ensa para carrera . el sen-reco~P la buena nteniendo es "corndo , si..,,e ma la muerte Agusttn e- ue modo 1 'sico de q b en o. timiento e a uel que es u resenta una buena par~:~e la muet¡t~rfstiano puede

El tem on pero e d la muerte un ag ' 1 mor e . d

Prueba Y perar e te 1 gracta e . nte su 'd d y a l únrcame . de la carl a e vencer e medto ·eron qu ,

p~r Los mártires tuYI la '"fe que actua OJOS. d la muerte con Cristo y Juan

mor e "' como · te d' del amor ' 'd or sus ami-por me JO ndo su VI a p mer. dijeron, entrega 15 13 en pece. . gos (cf. Jn 3,16 y5B) ' Las tortura~ .les

2 34.54; cf. s. 3~ . la ayuda dtvma · onftar en p enseñaron a e de la muerte (en. s.

para vencer el t;~;; Esto se puede lograr 90.1.10; cf. s. 3 d~ Cristo, mediante la mediante el morar d Agustín habla de

. , on él Cuan o 1 unwn e · F 1. 'dad superaron e , p toa y e ICI • , como erpe firma· "Venc10 en temor de la muerte, a . , 80 4) ellas Aquel que vivía en ellas (s. 2 . . Ciertamente, el temor de la muer.t~ es una lección en materia de pe~ecc10n, que debe enseñar humildad, hactendo q~~ el cristiano se vuelva a Cristo para soh~ttar ayuda. Aun el discípulo Pedro tuvo mtedo de la muerte, enseñando de este modo (como hicieron los mártires) que los cris­tianos no deben confiar en sus propias voluntades para superar el temor de la muerte (en. Ps. 30.2.1.3; fo. ev. tr. 66.2). La prueba es tan grande y los seres huma­nos son tan frágiles, aunque sean tan

e~celentes como los santos, que necesitan stempre la gracia de Dios. Con la caridad

los mártires luchan y vencen el temor de

Lo soportan todo, pero uerte. . n0 l\ la 01 de nada, como st eso se deb· t-t~. sumen . 010s (s. 335.1 ). lera a ,

ellos rnt!tín utiliza la prueba Por la ~gu ·sto en el Huerto de los () ~\1~

paso ~:;,lar de la aflicción de tnorir,hvos para do ofrece consuelo. La ago }lie. est.e rnorepresenta a los mietnbro~la ~~ Crt5.~0 de la Iglesia que no quieren ~as débt es. Cristo ora diciendo: "·p Suftir . rnortr. , 1 ase. d nt te caliz!... (Mt 26,39), para e e. ~í es esperanza. La unidad corpor n~e.­nar ¿:isto y los cristianos act~a en ~~va de la salvación de la. humanidad. Ctisor de suyos la angustia y el temor hu t~:~ hace t los t f' rna. te la muer e Y ras Igura nos an · • Para

Jos cristianos no caigan en la de que d d d 1 . . ses. ción, du an o e a rnisencordia d pera 4) L . . e. D

. (s. 305. . os cnsttanos deb tOS C · d" "M' en

dar lo que nsto 1JO: 1 alma . recor , esta triste hasta la muerte (Mt 26,38) haciendo suya de este modo una flaquez~

eJ·ante a la de ellos. Cuando los e. sem ns-t. anos temen la muerte, deben fijar s 1 . \1

1

\ \ \

mirada en Cnsto, para que no se convier-tan en naúfragos, zarandeados por un muerte, aún más lamentable, de desesp! ración (Jo. ev. tr. 60.2). Los cristianos deben ser capaces de superar su tristeza por la muerte gracias . ~1 poder del amor hacia Aquel que muno voluntariamente por ellos ( 123.5). Tal amor agradecido es, en sí mismo, el don del Espíritu Santo. Cuando fue enviado el Espíritu Santo , Pedro superó su temor de la muerte que le había hecho negar antes a Cristo (c. Fe/. 1.12; cf. en. Ps. 90.2.8). La ayuda divina trasforma a la humanidad y destie­rra el temor. Por tanto, para ser capaz de morir como mártir, se requiere la ayuda

de Cristo (s. 299.2-3). Es una gran lec­

ción de humildad, porque, con la confe­

sión de la propia debilidad, llega la espe­

ranza. "El temor procede de la flaqueza;

la esperanza dimana de la divina prome­

sa ... Tema la humana flaqueza, pues en

este amor no abandona la misericordia

divina" (en. Ps. 30.2.1.3).

1278

Page 7: Timor mortis

l _MORTIS 1111ofl

Agustín, el temor de la lll con ~ t . Uerte u carac er peyorativo. El t

. rde s . t d' . . elllor p1ees prec1sam_~n e _una ISctplma aplica, sutiles de 1 11p0loot-\

d¡JO por la pro~t. enctaApara ~oner a Prue, a •e del cns Iano. un ntvelllla-ba la

1

' t · ~ s Pro, d la acep ac10n Por Agust-{t.Jtl ~'de la muerte refleja una co~n deJ tet11° h d - ·•!Pren, síótl más hon a y mas clolllPasiva de la

turaleza umana, que a adlllitid na t . ~ 1 a Por Jos Padres an~ tnore~ a e . Los lllártires de Agustín no so ?, valcl an ~ luchan, no Sólo F dro muere vo untanamente . ~oluntariamente", sino que ~un1 que m . Incuso Cristo expres_a angustia. E. RebiHard

fecha en los anos 415,418 el Plen d d 1 t . - o esa, rrollo e a acep acwn Por Agustín del

temor de la muerte; son los años d 1 lucha contra los pelagianos (1gg

4 4~ a

lll a doctr¡ an Positiv na agusti ·

Gregario )\,.alllente la Vid niana que afir-1\,. • !Vla!h-. a en el !Vledta las e o~!O traslllitirá cuerpo. natural nsenanzas de A ~ la Edad incluidosq~f es el telllor ~s~In Sobre lo colllo so gunos Puntos - a llluerte elllbargo ~n el llllartirio vo~~~a d_elicados: de todo ' vo Untafio de p d l'lo y, sin faltan l¿svelllos que talllbié; e~oG. A Pesar qu aspectos de 1 . regorio

e Agustín tenía d 1 a e~hrna Positiva cuerpo. e a existencia en el ~Ambrosio· A

Estoicismo; Peca' d ntr?~ologia; Estoicos 0 0 l1g¡na1 '

BiauocRAFfA ]. Beis "L 83). Este cambio de doctrina mar' y

d . . . ca un claro IstancJamtento de la filosof'ta 1- . d 1 . C ast-ca y e a antenor enseñanza crisf

~ . ~ 1 d tana. Agustm ~nun~w . a. ecadencia de los ide.

. ' a mort voJontair d samt Augustin" R e ans l'eeuvre de gions 287 (I 9'75)~vue d'lfistoire des Reli-c . 147-80· ~A B k onsofati011 in S . • •v•. eyen a,

aJes herOicos mdtvtdualistas: el desprecio de la muerte en lo que respecta al héroe y al mártir, y la confianza antes de la muer. te en lo que respecta al cristiano medio. Incluso el buen cri~tiano (desde luego, con tanta mayor razon el buen cristiano) teme el juicio que la muerte va a traer.

Studies 83 (W: h~mt Augustine, Patristic as Jngton D C 1 Blázquez Fernánde L ' · ·· 950); N.

~an Augustín CMad~d, ~~;~;.re ~~er,~eAsegún tme on th A h . ' . ugus-

.. e ut entic Approach to Death" ~"'!';siJmanum 28 C1988); 527-63; R. Doda: .' Chns!us Iustus' and Fear of Death in the

Dtspute WJth Pelagius". Signum. 34 1-59· R Dodaro, "JI timor mortis e la questione deg!Í exempla VIrtutum: Agostino, De Civitate Dei 1-X'', in li mistero del maJe e la liberta possi­ble {III): lettura del De Civitate Dei di AgosHno, StEphAug 54 CRome, 1996); J.-M. Girard, La mort chez saint Augustin: Grandes lignes de l 'évolutíon de sa pensée, te/le qu'e//e apparaft dans ses traités Fribourg, Éditions Universitaires, I 992); Connell, 1968; E. Rebi­llard, "La détresse des mourants: sa valeur dans les sennones d'Augustin", REtLat ,9 (199 1): 145-67; E. Rebillard, In hora mortis. Évolution de la pastora/e chrétienne de la mort aux /Ve et Ve siecles, BEFAR 283 (Roma, 1994).

Agustín afirmó también la bondad de la vida en el cuerpo, y lo hizo de una mane­

ra que resultaba ajena a los escritores anteriores a él. "No es posible amar la muerte, tan sólo soportarla", predica Agustín (s. 299.8). Es ya cosa del pasado la impaciencia de los primeros mártires por morir. Para Agustín, el sacrificio de los mártires no sería nada, si ellos disfru­taran con él. Tan sólo el falso mártir busca el sufrimiento del cuerpo (s. 285.1). El precipitarse a morir, no es

amor (en. Ps. 141.18). . d' CAROLE STRAW

· · n mme la­Los escritores que SlgUlero e . ~ ~ mo Pedro nso-tamente a Agustm, co ón Cesáreo, se

logo Quodvultdeus, Le y. el temor ' d A stín al asociar

hacen eco e gu ecado original, pero de la muerte con el ~odo los puntos más no comprenden del

Tipología Cot_Tio técn~ca exegética básica, la tipologta es ommpresent_e e~ la Iglesia cristiana primitiva. El termmo " t' " utilizado en ambos Testamentos, 1po , . . .

1 .

tiene la raíz de su stgmficado en a tmpre-

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