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La Alucinaci ón Ayudantía de Ética Ricardo Schiappacasse

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La Alucinación

Ayudantía de Ética

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Introducción:

Este ensayo trata sobre el subcapítulo “la alucinación” de Max Stirner. En este capítulo se presentan varias de las ideas centrales del libro en sí, lo cual lo hace un buen punto de partida al estudio y comprehensivo de libro en su totalidad.

Las críticas de Stirner lo pondrán en el escenario político del momento, uno compuesto por las múltiples ideologías del momento, y lo podrán en conflicto con las posturas de Hegel, Marx, Bakunin y otros. Mientras todos los autores tratan de crear ideales y objetivos políticos sociales Stirner está eliminándolos. Muchos autores considerarían a Max Stirner y su teoría un peligro en el futuro, tanto para el estado como para la revolución.

Existen tres enfoques principales en el capítulo, el primero el que es la alucinación. El problema de como existen y que valor tienen las ideas “sobrehumanas” y cuál es su grado de existencia e importancia, según esto como deberían afectar nuestro obrar. El autor trata de señalar el conflicto de las ideas inmateriales y como afectan nuestras acciones y formas de comprender el mundo.

La siguiente idea a tratarse en este capítulo es el conflicto ético que representan estas ideas. Qué valor tienen el bien y el mal, lo legal, lo moral, los ideales, etc. La acción como catalogarse en su ausencia, y como guiar a la misma. Stirner critica la moral en todo el capítulo viendo como está basada en ideas irrelevantes o ilusorias.

Por último se haya el problema político. Stirner en este capítulo tratara el problema de cómo el poder se ejerce y justifica. El estado y su forma están presentes en este capítulo de forma derivada de los dos puntos anteriores, pero no totalmente inmersos en ellos. Stirner no puede evitar los valores y la ética, y dejar de lado el poder.

La alucinación:

Este término en el libro es medianamente complejo, pues realmente solo se usa pocas veces en la totalidad del texto, solamente 3 veces para ser exacto. Esto resulta en que tratar de entender la definición de la misma pueda costar un poco. La alucinación es siempre algo que no es, o un algo inventado en la percepción de un sujeto. Pero no es realmente un engaño en el sentido que lo usa Stirner.

Cuando el autor habla de alucinación es una crítica a un imaginario creado por individuos el cual apela “lo infinito y lo sobrehumano”1. Estas ideas son de las más variadas formas, pueden ser las ideas de Dios, de humanidad, libertad, moral, virtud, derecho, etc. Es un ataque en primera instancia a varias ideas inmateriales.

1 Max Stirner, El único y su propiedad, utopía libertaria, Argentina, 2008, pág. 50

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El capítulo parte criticando las ideas conservadoras de sus tiempos y anteriores, pero terminara atacando los valores que hasta hoy existen, en su último capítulo arremetiendo contra la misma libertad.

“Te imaginas grandes cosas y te forjas todo un mundo de divinidades que existe para ti, un reino de Espíritus al que estás destinado, un Ideal que te llama”2 Con estas palabras parte el capítulo. En estas líneas ya podemos ver las primeras ideas de que es una alucinación. Es el producto de un imaginario que solo reside en el individuo. Algo que tiene un efecto en la voluntad individual y que solo reside en el sujeto, pero que de cierta forma lo llama, lo domina.

Pero la alucinación de la cual habla el autor tampoco es simplemente algo falso, es algo que el sujeto cree. Es una teoría, un ideal, una percepción intelectual sobre la realidad la cual afecta la forma en que esta es percibida. Es algo imaginario en lo cual el sujeto “cree”. Y como toda idea en la cual uno cree, puede ser destruida o superada por la crítica y la filosofía.

Pero estas alucinaciones no son meramente una idea, como un error matemático, que se cree equivocado. El individuo cree en ellas y las defiende, o al menos esas son las que ocupan el tiempo del autor. Son aquellas ideas que son mantenidas sin o aprueba de toda crítica. La religión representa esta idea para el autor, estas ideas son dogmas. La alucinación es dogmática, en este sentido la religión, la moral, las leyes son dogmáticas, no permiten críticas.

Para entender lo que es dogma sirve muy bien la definición dada por José Ingenieros, pues pareciera ir muy bien con la idea que tiene Stirner, “dogma moral es una opinión inmutable e imperfectible impuesta a los hombres por una autoridad anterior a su propia experiencia”3. Se puede observar el acuerdo con el autor cuando escribe sobre “Dios, Inmortalidad, Libertad, Humanidad”4 que “se nos inculcan desde la infancia y hunden sus raíces en nosotros más o menos profundamente”5. Agrega poco después “Esos sentimientos son obligatorios y quien, por ejemplo, se divierta con el relato de las hazañas de malvados, debería ser azotado y castigado para dirigirlo por el buen camino”6.

Las alucinaciones son dogmas como los entiende Ingenieros, porque son impuestas desde afuera y están allí previo a la experiencia individual, nos los entregan nuestras familias, culturas y estados. Pero además vienen desde una cierta autoridad, Dios los impone por temor, el estado y las buenas costumbres

2 Ibíd.

3 José Ingenieros, Hacia una moral sin dogmas, Losada, Argentina, 1953, pág. 124 Max Stirner, El único y su propiedad, utopía libertaria, Argentina, 2008, pág. 705 Ibíd.6 Ibíd. pág. 71

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con castigos. Están validados por algo externo, sin importar la voluntad del individuo.

Es en la teorización de esa autoridad, el saber que no se debe dudar, que nace la alucinación, cuando esta ya es auto-impuesta. Escribe Stirner cuando habla sobre el actuar desinteresado “Precisamente en el instante en que un objetivo deja de ser nuestro objetivo y nuestra propiedad y en que dejamos de disponer de él a nuestro gusto, como propietarios, cuando ese objetivo se convierte en un objeto fijo o una idea obsesiva y comienza a inspirarnos, a entusiasmarnos, a fanatizarnos; en resumen, cuando se convierte en nuestro dueño”7. Una alucinación domina al que la tiene, ya no es un objetivo o un bien el cual buscar o cuestionar, es algo por encima del sujeto. Solo se puede ser desinteresado cuando se está bajo una alucinación.

Sobre lo anterior es importante señalar que para el autor cuando una idea es propia, y no ha conseguido la superioridad sobre el individuo, cuando aún solo es un interés, el individuo es dueña de ella. Podemos ponerla a juicio, pues la idea está ahí para servir y no al revés. En el momento que esta relación se invierte, pasa a ser alucinación. “Yo no soy desinteresado mientras el objetivo sea mío, […] ante mi objetivo soy frío, incrédulo, su enemigo acérrimo, sigo siendo su juez, porque soy su propietario”8. La idea como propiedad, instrumento, no como “sobrehumano”.

Esta alucinación puede ser de todo tipo, religioso, político, etc. La alucinación se encuentra en todos los casos, su característica es el ser algo superior, el autor escribe “Ya se hable de la religión o de la moral, se trata siempre de un Ser Supremo; que este Ser Supremo sea sobrehumano o humano, poco me importa; es en todo caso un ser superior a mí, un “supermío””9. La alucinación fue primero dios, después moral, después estado y después moral libre, pero siempre se mantuvo como un algo sobrehumano.

A esto sigue una frase bastante conflictiva sobre la diferencia entre alucinación e idea, cuando escribe “Debemos, si, poseer un espíritu, pero el espíritu no debe poseernos”10. Aquí se da a entender la posibilidad de que no toda idea “sobrehumana” pueda ser contraria a los valores de Stirner, pero nunca puede obtener un valor “sobrehumano”. Debe siempre ser una idea esclava al sujeto, el sujeto debe dominar la idea y no a la inversa.

El siguiente paso sobre la alucinación es darle una connotación de locura. Ya que la alucinación no puede ser criticada, pues es dogmática, no se puede convencer

7 Ibíd. pág. 698 Ibíd.9 Ibíd. pág. 5410 Ibíd. pág. 69

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a alguien de que esta alucinando. Esta más allá de crítica y del pensamiento. En esta idea está el principio de ver cosas falsas, no percibir la realidad tal cual es, tener alucinaciones. Aquel que ve el mundo desde las ideas de Dios o de la igualdad, ve el mundo deformado. Esto recuerda a la definición de Marx sobre ideología como “falsa conciencia”.

Aquel que alucina, que percibe falsedades, está loco. Y esto es importante pues el loco actúa y defiende estas falsedades. Stirner se ve particularmente preocupado por cómo estos locos atacaran aquellos que los rodean, y particularmente a aquellos que se atrevan a criticarlos. La iglesia, el estado, el pueblo no son capaces de dejar que se ataquen las alucinaciones que los mantienen vivos. La iglesia necesita a sus locos, igual que el manicomio.

La locura, entendida como posesión de alucinaciones, afecta directamente el trato hacia el otro. Para esto el autor usara el ejemplo de Nerón, el cual en su alucinación daña y quema a su pueblo guiado por aquello que el cree. Él no puede estar mal, ni debe ponerlo a crítica, y el coste de esta alucinación es la ciudad. Nerón nunca dudo de su cordura ni de su alucinación, y para el resto está claramente loco.

Hasta el momento hemos señalado que la alucinación afecta el trato con otros tanto por intencionalidad o como censura. A Stirner le preocupa mucho este tema pues al mismo le toco ser censurado y vivir en una sociedad dominada por alucinaciones, al igual que nosotros para él. Pero también la alucinación afecta al sujeto mismo, lo daña a él por igual.

La alucinación obliga al sujeto a actuar de una forma determinada, a poner a esta imagen falsa por sobre su propio bienestar, pues la alucinación es su dueña. Esto obliga al sujeto a cometer sacrificios, él debe sacrificar aspectos de su propia vida y placer. El sujeto debe actuar por tanto desinteresado, debe hacer lo que no le interesa y por tanto perder aquello que le interesa inmediatamente.

En el cristianismo el hombre debe sacrificar sus deseos por los de su religión, en la moralidad debe sacrificar sus impulsos, el hombre se ve obligado a reprimir su propia felicidad en función de aquella imagen la cual le ha quitado su tiempo y cuerpo. El materiales y el idealista sacrifican todo, pues “sacrificando el “hombre de la materia” todo objeto ideal a un bien material, en tanto que “el hombre del espíritu” sacrifica todo goce material a un bien ideal”11. El sacrificio de la alucinación se exige permanentemente mientras esta exista.

Hasta el momento ya se ve el carácter de la alucinación, es una creencia impuesta desde afuera que subsiste en el sujeto, sustentada por una autoridad

11 Ibíd. pág. 66

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que ella misma se da, una autoridad falsa. Esta permite dominar al sujeto y termina determinado su voluntad. La alucinación, a través de dominar la voluntad, afecta el trato con otros de forma dañina, siempre evitando cualquier cosa que la pueda dañar. Por último la alucinación para mantenerse necesita sacrificios del propio sujeto, necesita que el sujeto se haga súbdito y se sacrifique al mismo.

Antes de pasar al próximo tema, cabe destacar una última característica de la alucinación. La alucinación se oculta a sí misma, el sujeto que la mantiene desconoce que esta alucinando, y muy frecuentemente encuentra el autor, alucinamos destruyendo alucinaciones. Cuando el sujeto destruye a dios funda la moral, una nueva alucinación donde los valores mismos se vuelven los divinos. Los ejemplos que el autor da son ““Dios es el amor” se convierte en “el amor es divino”; si se sigue aplicando el procedimiento: “Dios se ha hecho hombre”, da: “el hombre se ha hecho Dios”12. Al intentar destruir a las alucinaciones, muchas veces solo se da vuelta el sujeto y el predicado, si ya no hay dios para hacer el bien, volvemos al bien aquello divino que respetar. Seguimos disfrazando lo divino, la alucinación, con distintas ropas. Esto es algo que sigue sucediendo, hasta hoy en día disfrazamos nuestras alucinaciones, esto se ve cuando el mismo Sartre escribe que la corriente filosófica de su tiempo “quisiera suprimir a Dios con el menor gasto posible”13, quieren matar a Dios pero mantener la moral. La misma critica que hace Stirner pues dice que al deshacernos de Dios levantamos la moral como nuevo máximo, el loco trata de encontrar una nueva locura a la cual ir.

En la critica a los valores de libertad, dios y otros ya se vislumbra “la caída de los ídolos” de Nietzsche, donde exactamente criticara todas estas ideas afuera del individuo a las cuales este se debe sujetar, volver un sujeto encadenado. Las alucinaciones, estos conceptos externos para ambos autores serán algo para destruir, algo para ser un súper-hombre o un único. Ser alguien que “ha logrado derribar todos los ídolos”14 escribe Guerin ya relacionando a los dos autores.

Finalmente, para dar por terminado el análisis a la alucinación, creo que es necesario diferenciarlo del término “ideología” usado por Marx en ideología alemana. Primero señalar que el termino ideología del cual hay que diferenciarlo es de ese puntualmente, no lo que vendrá a ser entendido por la ideología más tarde en Althusser y seguidores.

Tanto la alucinación como la ideología son “falsas conciencias”, pero la consideración de ideología dada por Marx es más amplia, no es algo necesariamente dogmático. Para Marx la postura de Stirner es falsa conciencia, es ideología, pues es una conciencia que no sirve al fin de liberar al proletariado.

12 Ibíd. pág. 6413 Jean Paul Sartre, El existencialismo es un humanismo, Uruguay, pág. 614 Daniel Guerin, El anarquismo, Utopía libertaria, Argentina, pág. 41

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Para Stirner Marx tendría una alucinación pues busca un algo superior al mismo, busca el fin de la lucha de clases como un ente desinteresado. La ideología es una distorsión de la realidad la cual no sirve para liberar el proletariado, pero que puede estar fundada en argumentos, la alucinación en cambio es más cercana a la locura, es el sujeto considerando algo superior a él, dueño de sus acciones por un dogma. La ideología es justificación falsa de la realidad social, la alucinación es la esclavitud a un dogma.

Ética:

Primero es necesario ver las críticas a la ética de Stirner para después entender el como el funda él porque del actuar. Tal vez sería más correcto hablar de una meta-ética, pues Stirner pone en problemas la concepción propia del bien y el mal, pone en duda que existan o mínimo que tengan algún valor relevante.

El bien, el mal y toda la moral en conjunto, también todas sus justificaciones, son alucinaciones según el autor. El autor ve primero en la religión una moral la cual se ve justificada en la alucinación de Dios, pero más tarde este ser divino es abolido y la moral pasa a ser la divina. La moral se vuelve la nueva alucinación.

La nueva moral se justifica en los antiguos valores, se trata de enaltecer las diversas virtudes. El amor ahora es divino, pero todo lo que hemos hecho es dar vuelta el sujeto y predicado, dios es amor, ahora el amor es divino. Seguimos enmascarando el problema moral, y el problema es que la gente quiere mantener ese algo superior. Al llegar la nueva crítica se trata de desmantelar la vieja moral para dar lugar a una nueva, una no fundamentada en lo sagrado.

El siguiente paso es una moral basada exclusivamente en la razón, una moral que responda a las razones humanas, y de esto se deriva que ahora el hombre es aquel que hace la moral con su razón. Esto se transforma en el hombre crea la moral, el hombre es divino, y así el hombre como género se vuelve dios. Nuevamente solo hemos sacado a alguien del trono para poner a otro.

En la ética se funda constantemente la nueva religión, el nuevo lazo y sujeto. Cada nueva ética pone un algo por encima del hombre individual al cual este debe responder y crea un nuevo dogma, una ley nueva que no se debe transgredir. El autor escribe “la religión debe ser una ética, la ética es la única religión”15, esta es la transformación, la religión, la alucinación se sigue afirmando a sí misma en la ética.

El individualismo y el desinterés:

15 Ibíd. pág. 65

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El autor afirmara que el egoísta esta pro sobre el bien y el mal, que para este el obrar correctamente o no es lo mismo. Aquí empezara una crítica al hombre desinteresado, aquel que actúa por desinterés y el egoísta que actúa pro su propio bien. El individualista está por encima del altruista, del desinteresado en el sentido de que este al menos no se engaña, el autor escribe “lo mismo vale, a los ojos del individualista, el fariseo moral lo que el pecador inmoral”16.

El autor afirma que el desinterés real no existe, existe el desinteresado, aquel que comete el error de pensar que actúa no por su propio interés. El desinteresado esta esclavizado a la alucinación, pues realmente es un interesado. El desinteresado solo cree ser desinteresado, pero realmente actúa para sus propios intereses.

El autor escribe ““Imaginan decir una gran cosa quienes suponen el desinterés en el corazón del hombre. ¿Qué entienden por eso? Alguna cosa muy cercana a la negación de sí. ¿De sí? ¿De quién, entonces? ¿Quién será el negado y qué interés habrá abandonado? Parece que debes ser tú”17. El desinterés es negarse a sí mismo, negar sus propios intereses, pues la alucinación exige sacrificio, actúa por un algo mayor.

Pero aquí realmente se da la ironía, el autor escribe “. ¿Y a favor de quién se te recomienda esa abnegación desinteresada? De nuevo, en tu provecho, en tu beneficio, simplemente a condición de perseguir por desinterés tu interés verdadero. Debes beneficiarte a ti, pero no buscar tu beneficio”18. El desinteresado debe desinteresadamente buscar su propio interés, el cual es su interés en cuanto él no le interesa. La contradicción del desinteresado es obvia y permanente.

Por tanto solo se puede llamar desinteresado al que no se da cuenta de sus intereses. Por otra parte, en el otro extremo tenemos al individualista. Aquel que actúa por su egoísmo, por sus propios intereses e ideas. El individualista está libre de las alucinaciones y actúa según sus propios deseos e intereses, y está consciente de ello. No necesita ni mentirse a sí mismo que actúa por otro, ni crear valores sobrehumanos.

Pero el problema que nace aquí ya tendrá una connotación mas política. El individualista, el egoísta, siempre será inmoral, siempre el egoísmo ira en contra de lo postulado por la sociedad. Contra las leyes y las buenas costumbres esta el individualismo. Esta crítica la harán varios marxistas e incluso anarquistas a Stirner, y el esta consiente de esto. El egoísta es una superación a la moral y la

16 Ibíd. pág. 6117 Ibíd. pág. 6618 Ibíd.

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ética, pero aquellos que traten de mantener valores u objetivos altruistas estarán en desacuerdo.

En resumen, con Stirner se pierde la moral y la ética como valores superiores, muy al contrario, enaltece al egoísta, al individualista y por ultimo al único. Su crítica plantea que los valores sociales o éticos sobre los cuales se basan todas las otras teorías son alucinaciones, no merecen el valor que se les ha entregado.

Las repercusiones de la ética de Stirner:

El Stirner de Camus se ha liberado de todo y se ha lanzado al asesinato y a sí mismo. Es en la práctica que se ha liberado de las alucinaciones las cuales lo rodeaban, y es en esta libertad que sus reglas de comportamiento se han modificado, Camus habla de una ascesis en Steiner. Stirner cambia al quedar libre de todo, y termina legitimando el crimen, el asesinato y cualquier cosa necesaria para el único. El aporte ético que podemos ver en el Stirner de Camus, similar a la crítica que se le hace al existencialismo de Sartre, es que todo es legítimo. Y para este Stirner si lo es, incluso Camus dice que Stirner legitima puntualmente el asesinato.

“Vivir es trasgredir”19 dice el Stirner de Camus, el único dice “el egoísta […] debe parecerle inmoral”20. El estado buscara siempre defenderse del único, la sociedad buscara atacarlo y esto es lo que se muestra en “la alucinación”. El individualista, como egocéntrico, siempre estará incorrecto en la moral, y siempre trasgrediera el orden pro esto.

Se funda de esta forma en Stirner una ausencia de ética, la regla de comportamiento es que todo es legítimo en función de saciar las necesidades del único. El único es el amo y señor de la práctica, el que decide que se hace y en función al mismo, separado del bien y el mal. Pero mientras que el único no obra por el bien y el mal, los locos siempre lo juzgaran inmoral. Stirner trata de separarse de la moral y esta lo juzga y atacara (pues los locos defienden sus alucinaciones) siempre.

El valor ético de Stirner es el de una práctica consigo mismo, una ascesis, la cual transgrede con el resto, mientras que se libera de la ética pues, en su teoría meta ética la ética es meramente alucinación. Rompe con la moral, cambiando el mismo, y ataca a quienes aun la mantienen.

La política presente en la alucinación:

19 Albert Camus, El hombre Rebelde, Losada, Argentina, 1978, pág. 6420 Ibíd. pág. 64

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La política en este capítulo se presenta de forma menor, pero aun así tiene unos aportes muy interesantes. Primero la concepción del estado y el derecho como alucinación, más tarde la ley como el bien y por tanto también una alucinación. En último momento la forma en la cual Stirner ve el conflicto con el poder, que es sumamente útil.

En el primer tema es del estado donde ve en este la mantención de lo cristiano, ve la mantención de los valores y principios de lo sobrehumano. El estado se funda sobre los valores que dios mantenía previamente. Escribe puntualmente “Quienes rehúsan ver en el cristianismo el fundamento del Estado y que se sublevan contra toda fórmula tal como Estado cristiano, cristianismo de Estado, etc., no se cansan de repetir que la moralidad es “la base de la vida social y del Estado”. ¡Como si el reinado de la moralidad no fuese la dominación absoluta de lo sagrado, una jerarquía!”21. El estado se justifica en la alucinación, en los valores falsos, y en esta ética que hay que demoler.

Hay quienes quieren después privar al estado de su carácter cristiano y llevarlo a la moral libre, como forma de liberarse de la alucinación, pero “La moral se hace “moral libre”, como el Estado burgués, aunque trastornado de arriba abajo, viene a ser “Estado libre” o aun “Sociedad libre”, sin dejar de ser una la moral y el otro el Estado” replica rápidamente Stirner. La alucinación sigue presente. Todos los estados y todas las morales vuelven valores sagrados, y por tanto son todas alucinaciones.

El estado y su derecho obtienen su santidad de que son consecuencia de la razón del hombre, y una vez que el hombre se ha vuelto divino, el estado y derecho como manifestación de dicha divinidad se vuelven divinos en sí mismo. Una nueva alucinación nace de esta forma. El estado y el derecho que de este se derivan por tanto de falseadas, y no deberían tener valor alguno para el egoísta, para el individualista. El único está por sobre estos problemas.

La ley del estado más tarde Stirner la adecua al Bien, otra alucinación. Escribe que el bien entonces se vuelve obedecer, volviendo al rebelde, al egocéntrico y al único inmorales. El bien entonces es legal, pues las leyes son divinas. Stirner escribe “el Bien no es otra cosa más que la ley y que moralidad es igual a legalidad!”22 , uno respeta las leyes por alucinación de que está obrando bien.

Lo más interesante en este capítulo en cuanto a la política es la forma en la cual se presenta el conflicto. El conflicto con el poder, como el poder está presente en la revolución, como esta se genera, y cuáles son sus medios.

21 Ibíd. pág. 5522 Ibíd. pág. 58

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Al analizar el caso de Nerón decifra varios datos importantes. Es debido a la falsa alucinación de la ley que los hombres respetaran a sus gobernantes, incluso cuando saben que este no está actuando acorde a la ley, pero para remediarlo ellos deberían quebrar su propia alucinación. La alucinación de Nerón fue tan culpable de la masacre como la de su pueblo. Escribe sobre esto “¿Dónde estaba, entre los “buenos”, el valor de hacer la revolución, esa revolución que alaban y explotan hoy, después que otro la ha hecho? Ese valor no podían tenerlo, porque toda revolución, toda insurrección es siempre alguna cosa inmoral”23. El pueblo estaba dominado, no era su propio dueño, respondía a otro, y este otro no era solo el rey, era el bien que los forzaba a respetar las leyes, a ser morales. Aquí podemos ver la teoría de Foucault que el discurso es poder, crear alucinaciones crea poder.

Otro aspecto de este conflicto de poder es el como el que está dominado por las leyes debe, como principio de la moralidad, conseguir algo que la ley no le da, si es que quiere seguir siendo moral. Stirner escribe sobre aquel que quiere más liberta “No se atrevería a querer la libertad; todo lo que puede hacer es desearla, y para obtenerla “hacer petición” y extender la mano pidiéndola por caridad”24. La forma de conseguir las cosas es pidiéndolas y rogando que se entreguen, es la forma legítima del súbdito de conseguir cosas dentro de la moralidad. Pero no debe buscarla, no debe enfrentarse, ni mucho menos exigirla. El que alucina con las leyes no puede más que desear y rogar, y en ese sentido ya no tiene el poder de exigir lo que considera propio.

Y este es probablemente el punto más fuerte de Stirner en todo el capítulo. El individuo trata de pedir aquello que considera que debería tener, y ¿cómo lo hace?, exactamente enfrentando a lo divino con lo divino, trata de volver un derecho divino pro la razón y exigirlo. Que el estado reconozca el derecho exigido y lo entregue, pero este es un ejercicio sin frutos. Stirner lo escribe elocuentemente cuando dice: “A cada instante se oye a las personas invocar la sacra santidad de los imprescriptibles derechos del hombre delante de aquellos mismos que son sus enemigos, y esforzarse en probar y en demostrar por anticipado que tal o cual libertad es uno de los “derechos sagrados del hombre”. Los que se dedican a esos ejercicios merecen ser ridiculizados, como lo son, sino toman con resolución el camino que conduce a su objeto. Ellos presienten que sólo cuando la mayoría esté conquistada para esa libertad que desean, la querrá y la tomará. No es la santidad de un derecho la que hace que se vuelva efectivo: lamentarse, hacer peticiones, no conviene más que a los mendigos”25.

23 Ibíd. pág. 6024 Ibíd. pág. 5925 Ibíd. pág. 61

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Hay que tomar la resolución que lleva al objetivo, no es la santidad de un derecho lo que lo hará efectivo, aquí se esconde el conflicto como forma real de trato con el estado. Esta frase vibra en cada uno de los encuentros con el poder hasta hoy, cuando vemos a los estudiantes argumentando de la santidad de la educación , y pedir al estado que respete esta santidad, o al pedir el respeto de la vida humana en las guerras, o buenos salarios para vivir, o reconstrucción post una catástrofe. Stirner ve el conflicto entre el estado y la gente, y entiende que es un conflicto de poder, no de santidad. Se deben tomar aquellas medidas que logren los objetivos, en lugar de pedirles a otros que otorguen lo deseado. En resumen, se debe abandonar la alucinación moral del respeto a la alucinación llamada ley.

Críticas a la Teoría de Stirner:

La mayoría de las críticas hechas a Stirner tienen que ver con su carácter de individualista. El marxismo hasta hoy en día le critica que su teoría no lleva en forma alguna a los intereses sociales necesarios para la emancipación social y la revolución. El individualista puede estar contento sin el cambio social, y por tanto puede que no lo busque.

Ante esta crítica se suele responder que Stirner si podría defender la revolución (incluso la justifica en casos como el de nerón u otros), pero no sería por un interés social, serio en medida de que esta le sirva al individuo en la medida de sus propios intereses. Stirner no niega la revolución, tampoco es muy de su agrado, simplemente dice que es deseable en la medida de que le sirva al individuo y a su propio egocentrismo. En palabras de Camus, el insurgente se organizara con otros “en la medida y durante el tiempo en que el egoísmo de ellos coincida con el suyo propio”26.

Los problemas éticos presentados por su teoría son que todo se vuelve permisible, el único puede hacer todo aquello lo cual sea capaz y el único bien es la utilidad. Para la mayoría esto presenta un gran problema, como se puede lograr coherencia social, y un buen trato si todo está permitido es una pregunta típica que se les hará a todos los rebeldes. Camus ve en Stirner una nueva teoría la cual permite el crimen en todas sus formas en Stirner. Mas el mismo Stirner dice que solo se le puede criticar de permitir el mal (o el crimen que sería lo mismo para Stirner) si se mantiene la alucinación de bien y legalidad.

Una crítica más real, es que la teoría individualista le sirve tanto a la izquierda como a la derecha, de forma que puede ser utilizada de forma contra revolucionaria. En este punto es verdad, la teoría de Stirner permite estas dos posturas, pero se debe recordar que Stirner nunca fue un fiel defensor de la

26 Ibíd. pág. 63

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revolución, y seguramente clasificaría la izquierda y derecha como alucinaciones de igual manera, o compendios de alucinaciones.

La última crítica que señalare es la del único como alucinación. Mientras que Stirner baja a Dios, a la moral y al hombre como genero del cielo, hará lo que todo rebelde hace, y se pondrá al mismo en el trono el cual ha vaciado. Pero ¿se pone al mismo o al único, como percepción de sí mismo? El conflicto a esta alturas es pensar si ese único es el en la inmediatez o es un constructor de la mente, es decir, una alucinación de el mismo. ¿Es el único sagrado, o el único es realmente lo único que hay? Stirner dice que es lo segundo, pero fácilmente se puede hacer un caso para decir que ha caído en la misma práctica que cuestiona.

Conclusión:

Stirner pone una crítica tremenda en los problemas políticos y éticos de sus tiempos que dejaran una marca que aún no se borra. No solo su influencia se puede observar en Nietzsche o Camus, si no también es visible en Kropotkin y todo el anarquismo.

Con Stirner parte una preocupación de refundar la ética, de separarla del egocentrismo (como intenta Kropotkin) o transformar la ética en algo que dependa del egocentrismo en primera etapa, como hace Foucault en su “tecnologías del yo”.

Por otra parte el problema político, obtiene una preocupación por el sujeto que había perdido, reivindica al individuo como centro de la política, y analiza la forma en que el individuo se relaciona con el poder. Stirner crea un anarquismo duro el cual el comunismo de momento tuvo que ver como un fuerte oponente teórico.

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Bibliografía:

Albert Camus, El hombre Rebelde, Losada, Argentina ,1978

José Ingenieros, Hacia una moral sin dogmas, Losada, Argentina, 1953

Max Stirner, El único y su propiedad, utopía libertaria, Argentina, 2008

Daniel Guerin, El anarquismo, Utopía libertaria, Argentina