Upload
priscila-penafiel
View
360
Download
0
Embed Size (px)
DESCRIPTION
Juliette no ha tocado a nadie en exactamente 264 días. La última vez que lo hizo, fue un accidente, pero el Restablecimiento la encerró por asesinato. Nadie sabe por qué el toque de Juliette es mortal. Siempre y cuando no hiera a nadie más, a nadie le importa. El mundo está demasiado ocupado cayendo a pedazos como para prestarle atención a una chica de diecisiete años. Enfermedades están destruyendo a la población, la comida es difícil de encontrar, los pájaros ya no vuelan, y las nubes son del color equivocado. El Restablecimiento dijo que su manera era la única para arreglar las cosas, así que metieron a Juliette en una celda. Ahora que tanta gente ha muerto, los sobrevivientes están susurrando guerra—y el Restablecimiento ha cambiado de opinión. Tal vez Juliette es más que un alma atormentada metida en un cuerpo venenoso. Tal vez ella ahora es lo que necesitan. Juliette tiene que tomar una decisión: Ser un arma. O ser una guerrera.
Citation preview
1
2
AAggrraaddeecciimmiieennttooss
A todas nuestras maravillosas traductoras, les damos nuestro inmenso
agradecimiento, su trabajo es maravilloso. Muchas gracias tambien al increíble
equipo de corrección. ¡Chicas todas ustedes son lo máximo! Y Un agradecimiento a
todos los lectores que paso a paso nos siguieron incansablemente de inicio a fin,
ustedes nos dan el ánimo necesario para seguir trabajando en nuevos libros.
Moderadoras:
Susanauribe sooi.luuli
Traductoras:
Aciditax aLexiia_Rms Dyanna Hanna Josez27 LizC Maia8
Musher Sooi.luuli Susanauribe Rodoni caami guillugi LuluAlle
Correctoras:
Maia8 Aciditax tamis11 hanna rodoni lavi
LadyPandora Violeta Jut Katie Gee Julieta_arg Musher
Recopilación:
Maia8
Hanna
Diseño:
Rodoni
3
Índice Sinopsis………………………… Página 4
Capitulo 1.…………………….. Página 6
Capitulo 2.…………………….. Página 9
Capitulo 3.…………………….. Página 15
Capitulo 4.…………………….. Página 20
Capitulo 5.…………………….. Página 24
Capitulo 6.…………………….. Página 31
Capitulo 7.…………………….. Página 38
Capitulo 8..………………..….. Página 41
Capitulo 9.…………………….. Página 45
Capitulo 10.…………………… Página 48
Capitulo 11.…………………… Página 53
Capitulo 12.…………………… Página 58
Capitulo 13.…………………… Página 64
Capitulo 14.…………………… Página 70
Capitulo 15.…………………… Página 76
Capitulo 16.…………………… Página 81
Capitulo 17.…………………… Página 85
Capitulo 18.…………………… Página 90
Capitulo 19.…………………… Página 93
Capitulo 20.…………………… Página 100
Capitulo 21.…………………… Página 105
Capitulo 22.…………………… Página 118
Capitulo 23.…………………… Página 124
Capitulo 24.…………………… Página 131
Capitulo 25.…………………… Página 137
Capitulo 26.…………………… Página 141
Capitulo 27.…………………… Página 149
Capitulo 28.…………………… Página 156
Capitulo 29.…………………… Página 163
Capitulo 30.…………………… Página 166
Capitulo 31.…………………… Página 173
Capitulo 32.…………………… Página 178
Capitulo 33.…………………… Página 184
Capitulo 34.…………………… Página 189
Capitulo 35.…………………… Página 194
Capitulo 36.…………………… Página 203
Capitulo 37.…………………… Página 209
Capitulo 38.…………………… Página 214
Capitulo 39.…………………… Página 218
Capitulo 40.…………………… Página 223
Capitulo 41.…………………… Página 233
Capitulo 42.…………………… Página 239
Capitulo 43.…………………… Página 243
Capitulo 44.…………………… Página 249
Capitulo 45.…………………… Página 252
Capitulo 46.…………………… Página 258
Capitulo 47.…………………… Página 265
Capitulo 48.…………………… Pagina 266
Capitulo 49.…………………… Pagina 273
Capitulo 50.…………………… Pagina 280
Sobre la autora.……………… Pagina 288
Destroy Me.…………………… Pagina 291
Unravel Me.…………………… Pagina 292
4
Sinopsis Traducido por sooi.luuli
Corregido por hanna
uliette no ha tocado a nadie en exactamente 264 días.
La última vez que lo hizo, fue un accidente, pero el Restablecimiento la
encerró por asesinato. Nadie sabe por qué el toque de Juliette es mortal.
Siempre y cuando no hiera a nadie más, a nadie le importa. El mundo está
demasiado ocupado cayendo a pedazos como para prestarle atención a una chica de
diecisiete años. Enfermedades están destruyendo a la población, la comida es difícil
de encontrar, los pájaros ya no vuelan, y las nubes son del color equivocado.
El Restablecimiento dijo que su manera era la única para arreglar las cosas, así que
metieron a Juliette en una celda. Ahora que tanta gente ha muerto, los
sobrevivientes están susurrando guerra—y el Restablecimiento ha cambiado de
opinión. Tal vez Juliette es más que un alma atormentada metida en un cuerpo
venenoso. Tal vez ella ahora es lo que necesitan.
Juliette tiene que tomar una decisión: Ser un arma. O ser una guerrera.
J
5
“Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo,
Yo tomé el menos transitado,
Y eso hizo toda la diferencia.”
—ROBERT FROST, "El Camino No Elegido”
6
Capítulo 1
Traducido por sooi.luuli Corregido por Maia8
e estado encerrada por 264 días.
No tengo nada, además de un pequeño cuaderno y un bolígrafo roto
y los números en mi cabeza que me hacen compañía. 1 ventana. 4
paredes. 14 metros cuadrados de espacio. 26 letras de un alfabeto
que no he nombrado en 264 días de aislamiento.
6,336 horas desde que he tocado a otro ser humano.
—Vas a tener un compañero de celda compañero de cuarto —me dijeron.
—Esperamos que te pudras hasta que mueras en este lugar Por buena conducta —
me dijeron.
—Otro psicópata como tú No más aislamiento —me dijeron.
Ellos son los subalternos de el Restablecimiento. La iniciativa que debía ayudar a
nuestra sociedad en vías de extinción. La misma gente que me sacó de la casa de
mis padres y me encerró en un manicomio por algo fuera de mi control. A nadie le
importa que no supiera de lo que era capaz. Que no supiera lo que estaba haciendo.
No tengo idea de dónde estoy.
Sólo sé que fui trasladada por alguien en una furgoneta blanca que condujo 6 horas
y 37 minutos para traerme aquí. Sé que fui esposada a mi asiento. Sé que fui
amarrada a mi asiento. Sé que mis padres nunca se molestaron en despedirse. Sé
que no lloré cuando fui llevada.
Sé que el cielo cae todos los días.
El sol se deja caer en el océano y esparce marrones y rojos y amarillos y naranjas en
el mundo del exterior de mi ventana. Un millón de hojas de cientos de ramas
diferentes se zambullen en el viento, revoloteando con la falsa promesa de volar. La
ráfaga atrapa sus atrofiadas alas sólo para forzarlas hacia abajo, olvidadas,
abandonadas para ser pisoteadas por los soldados ubicados justo debajo.
No hay tantos árboles como los había antes, es lo que los científicos dicen. Dicen
que nuestro mundo solía ser verde. Nuestras nubes solían ser blancas. Nuestro sol
siempre tenía la clase correcta de luz. Pero tengo muy débiles recuerdos de ese
H
7
mundo. No recuerdo mucho de antes. La única existencia que conozco es la única a
la que fui determinada. Un eco de lo que yo solía ser.
Presiono la palma de mi mano contra el pequeño panel de vidrio y siento al frío
apretar mi mano en un familiar abrazo. Ambos estamos solos, ambos existiendo
como la ausencia de algo más.
Agarro mi cercano e inútil bolígrafo con la muy poca tinta que he aprendido a
racionar todos los días y la observo. Cambio de opinión. Abandono el esfuerzo que
toma escribir cosas. Tener un compañero de celda podría ser bueno. Hablar con un
ser humano real podría facilitar las cosas. Practico usando mi voz, dándole forma a
mis labios alrededor de las familiares palabras desconocidas para mi boca. Practico
todo el día.
Me sorprende recordar cómo hablar.
Hago de mi pequeño cuaderno una bola que lanzo contra la pared. Me incorporo
sobre los muelles cubiertos de ropa sobre los que me he forzado a dormir. Espero.
Me mezo una y otra vez y espero.
Espero por demasiado tiempo y me duermo.
Mis ojos se abren a 2 ojos 2 labios 2 orejas 2 cejas.
Contengo mi grito y urgencia de correr para que pase el terror paralizante
absorbiendo mis miembros.
—Tú eres un chi-chi-chi-chi...
—Y tú eres una chica. —Levanta una ceja. Se aleja de mi rostro. Sonríe
abiertamente, pero verdaderamente no está sonriendo, y quiero llorar, mis ojos
desesperados, aterrorizados, lanzándose hacia la puerta que he intentado abrir
tantas veces que había perdido la cuenta. Me encerraron con un chico. Un chico.
Dios Santo.
Están intentando matarme.
Lo han hecho a propósito.
Para torturarme, atormentarme, evitar que nunca más duerma por la noche. Sus
brazos están tatuados, desde sus antebrazos hasta sus codos. Su ceja sin un
piercing que deben haber confiscado. Ojos azules oscuros, cabello marrón oscuro
cortado hasta la línea de la mandíbula, una pronunciada constitución delgada.
Hermoso Peligroso. Aterrorizante. Terrible.
Él se ríe, y caigo de mi cama y me escabullo hacia la esquina.
Evalúa la precaria almohada sobre la cama de más que ellos metieron en el espacio
vacío esta mañana, el miserable colchón y la gastada manta apenas lo
8
suficientemente grande como para soportar su mitad superior. Mira mi cama. Mira
su cama.
Las junta con una mano. Usa su pie para empujar las dos estructuras de metal
hacia su lado de la habitación. Se despliega sobre los dos colchones, agarrando mi
almohada para ahuecar debajo su nuca. He comenzado a temblar.
Muerdo mi labio e intento enfrascarme en la oscura esquina.
Él ha robado mi cama, mi manta, mi almohada.
No tengo nada excepto el piso.
No tendré nada excepto el piso.
Nunca contraatacaré, porque estoy tan muerta de miedo, tan paralizada, tan
paranoica.
—Entonces tú estás... ¿qué? ¿Loca? ¿Es por eso que estás aquí?
No estoy loca.
Él se eleva lo suficiente para ver mi cara. Se ríe de nuevo.
—No voy a herirte.
Quiero creerle No le creo.
—¿Cuál es tu nombre? —pregunta.
No es asunto tuyo. ¿Cuál es tu nombre?
Escucho su irritada exhalación. Lo escucho darse la vuelta sobre la cama que solía
ser medio mía. Me quedo despierta toda la noche. Mis rodillas flexionadas hasta la
altura de mi mentón, mis brazos envueltos con fuerza alrededor de mi pequeña
constitución, mi largo cabello marrón, la única cortina entre nosotros.
No dormiré.
No puedo dormir.
No puedo escuchar esos gritos de nuevo.
9
Capítulo 2 Traducido por sooi.luuli
Corregido por Maia8
uele como lluvia en la mañana.
La habitación está pesada con el aroma de piedra húmeda, tierra
respingona; el aire es frío, húmedo y terroso. Tomo una profunda
respiración y ando de puntillas hasta la ventana sólo para presionar
mi nariz contra la fría superficie. Siento a mi aliento empañar el vidrio. Cierro mis
ojos ante el sonido de un suave golpeteo precipitándose a través del viento. Gotas
de lluvia son mi único recuerdo de que las nubes tienen un latido. Que yo tengo
uno, también.
Siempre me pregunto acerca de las gotas de lluvia.
Me pregunto acerca de cómo están cayendo siempre, tropezando con sus propios
pies, rompiendo sus piernas y olvidando sus paracaídas mientras caen justo fuera
del cielo hacia un incierto final. Es como que alguien estuviese vaciando sus
bolsillos sobre la tierra y no pareciera importarle dónde caen los contenidos; no
parece importarle que las gotas de lluvia revienten cuando golpean el suelo, que se
destruyan cuando caen al piso, que la gente maldiga los días en que las gotas se
atreven a dar golpecitos en sus puertas.
Soy una gota de lluvia.
Mis padres vaciaron sus bolsillos de mí y me dejaron evaporar en un bloque de
hormigón.
Las ventanas me dicen que no estamos lejos de las montañas y definitivamente
cerca del agua, pero todo está cerca del agua por estos días. Sólo no sé en qué lado
estamos. A qué dirección estamos orientados. Echo un vistazo a la luz de las
primeras horas del día. Alguien levantó el sol y lo sujetó al cielo de nuevo, pero
todos los días cuelga un poco más bajo que el día anterior. Es como un padre
negligente que sólo conoce una mitad de lo que eres. Nunca ve que su ausencia
cambia a la gente. Cuán diferente somos en la oscuridad.
Un repentino crujido quiere decir que mi compañero de celda está despierto.
Me doy vuelta como si hubiera sido sorprendida robando comida de nuevo. Eso
sólo ocurrió una vez y mis padres no me creyeron cuando dije que no era para mí.
H
10
Dije que sólo estaba intentando salvar a los gatos extraviados que vivían a la vuelta
de la esquina, pero no creyeron que fuera lo suficientemente humana como para
preocuparme por un gato. No yo. No algo alguien como yo. Pero entonces, nunca
creían nada de lo que decía. Ese es exactamente el por qué estoy aquí.
El “Compañero de celda” me está estudiando.
Se durmió completamente vestido. Está usando una remera azul marino y
pantalones caqui de camuflaje metidos en botas negras que llegan hasta la
espinilla.
Yo estoy usando algodón muerto en mis miembros y rubor de rosas en mi rostro.
Sus ojos escanean la silueta de mi estructura y el lento movimiento hace que mi
corazón lata aceleradamente. Agarro los pétalos rosa mientras caen de mis mejillas,
mientras flotan alrededor de la constitución de mi cuerpo, mientras me cubren en
algo que se siente como la ausencia de coraje.
Deja de mirarme, es lo que quiero decir.
Deja de tocarme con tus ojos y mantén tus manos en tus costados y por favor y por
favor y por favor...
—¿Cuál es tu nombre? —La inclinación de su cabeza agrieta la gravedad por la
mitad.
Estoy suspendida en el momento. Pestañeo y envaso mi respiración.
Él se mueve y mis ojos se rompen en miles de pedazos que rebotan alrededor de la
habitación, capturando un millón de instantáneas, un millón de momentos en el
tiempo. Imágenes titilantes que se desvanecieron con el tiempo, pensamientos
congelados flotando peligrosamente en un área de espacio muerto, un torbellino de
recuerdos que cortan mi alma. Él me recuerda a alguien que solía conocer.
Una respiración jadeante y me sorprendo de volver a la realidad.
No más ensueños.
—¿Por qué estás aquí? —pregunto a las grietas en la pared de cemento. 14 grietas
en 4 paredes, miles de sombras de grises. El piso, el techo: todo el mismo bloque de
piedra. Las estructuras de la cama patéticamente construidas: erigidas a partir de
viejos caños de agua. El marco de una ventana: tan delgado como para romperse.
Mi esperanza está exhausta. Mis ojos están poco focalizados, y doloridos. Mi dedo
está trazando un lento camino sobre el frío piso.
Estoy sentada en el suelo que huele como hielo y metal y suciedad. El “Compañero
de celda” se sienta frente a mí, sus piernas dobladas debajo de él, sus botas un poco
demasiado lustrosas para este lugar.
—Tienes miedo de mí. —Su voz no tiene forma.
11
Mis dedos encuentran su camino hacia un puño.
—Me temo que estás equivocado.
Podría estar mintiendo, pero eso no es asunto suyo.
Él resopla y el sonido hace eco en el aire muerto entre nosotros. No levanto mi
cabeza. No encuentro los ojos con los que él está perforando en mi dirección.
Saboreo el viciado y desaprovechado oxígeno y suspiro. Mi garganta está apretada
con algo que me es familiar, algo que he aprendido a tragar.
2 golpes en la puerta asustan a mis emociones devolviéndolas a su lugar.
Él está erguido en un instante.
—No hay nadie allí —le digo—. Sólo nuestro desayuno. —264 desayunos y yo aún
no sé de qué está hecho. Huele a muchos químicos; una masa amorfa siempre
entregada en extremo. A veces demasiado dulce, a veces demasiado salada, siempre
repugnante. La mayoría de las veces estoy demasiado muerta de hambre como para
notar la diferencia.
Lo escucho vacilar durante sólo un instante antes de dirigirse hacia la puerta. La
abre un poco y se esfuerza por ver a través, hacia un mundo que ya no existe.
—¡Mierda! —Lanza la bandeja a través de la abertura, deteniéndose sólo para darse
una palmadita en su remera—. Mierda, mierda. —Curva sus dedos en un puño
apretado y aprieta la mandíbula. Se ha quemado la mano. Le hubiera advertido, si
él hubiera escuchado.
—Deberías esperar al menos tres minutos antes de tocar la bandeja —le digo a la
pared. No miro las cicatrices apenas visibles que adornan mis pequeñas manos, las
marcas de quemaduras que nadie me pudo haber enseñado a evitar―. Creo que lo
hicieron a propósito —agrego tranquilamente.
—Oh, ¿así que hoy me vas a hablar? —Está enojado. Sus ojos brillan antes de que
aparte la mirada y me doy cuenta de que él está más avergonzado que cualquier
otra cosa. Es un chico fuerte. Demasiado fuerte como para cometer estúpidos
errores en frente de una chica. Demasiado fuerte como para mostrar dolor.
Aprieto mis labios y miro por el pequeño panel de vidrio a lo que ellos llaman una
ventana. No hay muchos animales abandonados, pero he escuchado historias de
pájaros que vuelan. Tal vez un día conseguiré ver uno. Las historias están
intercaladas tan desordenadamente por estos días que hay muy poco para creer,
pero he escuchado a más de una persona decir que han visto realmente a un pájaro
volar en los últimos años. Así que miro la ventana.
Habrá un pájaro hoy. Será blanco con reflejos de oro como una corona encima de
su cabeza. Volará. Habrá un pájaro hoy. Será blanco con reflejos de oro como una
corona encima de su cabeza. Volará. Habrá un…
12
Una mano.
Sobre mí.
2 puntas de 2 dedos rozan mi hombro cubierto de ropa durante menos de un
segundo y cada músculo, cada tendón en mi cuerpo está cargado de tensión y hecho
nudos apretando mi espina dorsal. Me quedo muy quieta. No me muevo. No
respiro. Tal vez si no me muevo, este sentimiento durará para siempre.
Nadie me ha tocado en 264 días.
Algunas veces pienso que la soledad en mi interior va a destruir mi piel y algunas
veces no estoy segura de si llorar o gritar o reír por la histeria que nada solucionará
en absoluto. A veces estoy tan desesperada por tocar para ser tocada y sentir que
estoy casi segura de que me voy a caer de un acantilado hacia un universo
alternativo donde nunca nadie será capaz de encontrarme.
No parece imposible.
He estado gritando durante años y nadie nunca me ha escuchado.
—¿Estás hambrienta? —Su voz ahora es baja, un poco preocupada.
He estado muerta de hambre durante 264 días.
—No. —La palabra es apenas una respiración cortada cuando escapa de mis labios y
me volteo y no debería, pero lo hago y él está mirándome. Estudiándome. Sus
labios están apenas separados, sus miembros flojos en sus costados, sus pestañas
parpadeando con confusión nuevamente.
Algo me perfora el estómago.
Sus ojos. Algo en sus ojos.
No es él no es él no es él no es él no es él.
Cierro el mundo a la distancia. Lo encierro. Giro la llave con demasiada fuerza.
La oscuridad me entierra en sus pliegues.
—Hey...
Mis ojos se abren con fuerza. 2 ventanas rotas llenando mi boca de vidrio.
—¿Qué es eso? —Su voz es un intento fallido de monotonía, un intento ansioso de
apatía.
Nada.
Me concentro en el panel transparente metido entre la libertad y yo. Quiero
estrellar este mundo definido contra el olvido. Quiero ser más grande, mejor, más
fuerte.
13
Quiero estar enojada enojada enojada.
Quiero ser el pájaro que vuela lejos.
—¿Qué estás escribiendo? —dice de nuevo el “Compañero de celda”.
Esas palabras son vómito.
Este bolígrafo de trazo poco firme es mi esófago.
Esta hoja de papel es mi bola de porcelana.
—¿Por qué no me vas a responder? —Él está tan cerca tan cerca tan cerca.
Nadie nunca estuvo lo suficientemente cerca.
Contengo mi aliento y espero a que se vaya como todo lo demás en mi vida. Mis
ojos están centrados en la ventana y en la promesa de lo que podría ser. La promesa
de algo más espléndido, algo más increíble, alguna razón para la locura construida
en mis huesos, alguna explicación por mi incapacidad de hacer algo sin arruinar
todo. Habrá un pájaro. Será blanco con reflejos de oro como una corona encima de
su cabeza. Volará. Habrá un pájaro. Será...
—Hey...
—No puedes tocarme —susurro. Estoy mintiendo, es lo que no le digo. Él puede
tocarme, es lo que nunca le diré.
Por favor tócame, es lo que quiero decirle.
Pero cosas ocurren cuando la gente me toca. Cosas raras. Cosas malas.
Cosas muertas.
No puedo recordar la calidez de ninguna especie de abrazo. Mis brazos duelen por
el ineludible hielo del aislamiento. Mi propia madre no podía sostenerme en
brazos. Mi padre no podía calentar mis manos congeladas. Vivo en un mundo de
nada.
Hola.
Mundo.
Me olvidarás.
Toc toc.
El “Compañero de celda” salta sobre sus pies.
Es hora de ducharse.
14
Capítulo 3 Traducido por sooi.luuli
Corregido por Maia8
a puerta se abre a un abismo.
Sin color, sin luz, sin la promesa de algo, excepto el horror en el otro lado.
Sin palabras. Sin dirección. Sólo una puerta abierta que significa siempre
la misma cosa.
El “Compañero de celda” tiene preguntas.
—¿Qué demonios? —Me mira desde la ilusión de escapar—. ¿Nos están dejando
salir?
Ellos nunca nos dejarán salir.
—Es hora de ducharse.
—¿Ducha? —Su voz pierde entonación, pero aún está ensartada de curiosidad.
—No tenemos mucho tiempo —le digo—. Tenemos que apurarnos.
—Espera, ¿qué? —Él agarra mi brazo, pero yo me aparto.
—Pero no hay luz... ni siquiera podemos ver a dónde vamos...
—Rápido. —Enfoco mis ojos en el piso—. Agarra el dobladillo de mi camisa.
—¿De qué estás hablando...?
Una alarma suena a la distancia. Unos murmullos zumbando más cerca de cada
segundo. Pronto toda la celda está vibrando con la advertencia y la puerta se desliza
de vuelta en su lugar. Agarro su camisa y lo empujo en la oscuridad hacia mi lado.
—No. Digas. Nada.
—Per...
—Nada —bufo. Tiro de su camisa y le ordeno que me siga mientras siento mi
camino a través del laberinto de la institución mental. Es una casa, un centro para
jóvenes con problemas, para chicos abandonados por familias destruidas, una casa
segura para el perturbado psicológicamente. Es una prisión. Ellos nos alimentan
con nada y nuestros ojos nunca se ven los unos a los otros, excepto en los raros
estallidos de luz que se apropian de su camino a través de las grietas de vidrio que
aparentan ser ventanas. Las noches perforadas por gritos y sollozos, gemidos y
L
15
llantos de tormento, los sonidos de la carne y el hueso rompiéndose por la fuerza o
por voluntad, nunca lo sabré. Pasé los primeros 3 meses en compañía de mi propio
hedor. Nadie nunca me dijo dónde se encontraban los baños y las duchas. Nadie
nunca me dijo cómo el sistema funcionaba. Nadie te habla a menos que vayan a dar
malas noticias. Nadie nunca te toca en absoluto. Chicos y chicas nunca se
encuentran los unos con los otros.
Nunca, excepto ayer.
No puede ser coincidencia.
Mis ojos comienzan a reajustarse en la capa artificial de la noche. Mis dedos
sienten su camino a través de los corredores en mal estado, y el “Compañero de
celda” no dice una palabra. Estoy casi orgullosa de él. Es casi 30 cm. más alto que
yo, su cuerpo fuerte y sólido con el músculo y la fuerza de alguien cercano a mi
edad. El mundo no lo ha destruido aún. Semejante libertad en ignorancia.
—¿Qué... ?
Tiro de su camisa un poco más fuerte para evitar que hable. No hemos aún pasado
los corredores. Me siento curiosamente protectora con él, esta persona que
posiblemente podría destrozarme con 2 dedos. Él no se da cuenta de cómo su
ignorancia lo hace vulnerable. No se da cuenta de que ellos podrían matarlo sin
ninguna razón en absoluto.
He decidido no estar asustada de él. He decidido que sus acciones son más
inmaduras que genuinamente amenazantes. Él se ve tan familiar tan familiar tan
familiar para mí. Una vez conocí a un chico con los mismos ojos azules y mis
recuerdos no dejarán que lo odie.
Tal vez me gustaría un amigo.
2 metros más hasta la pared que va desde lo áspero a lo liso y entonces giramos a la
derecha. 50 cm. de espacio vacío antes de que alcancemos una puerta de madera
con una manija rota y un puñado de astillas. 3 latidos aseguran que estamos solos.
30 cm. hacia delante para avanzar hacia el interior de la puerta. 1 suave crujido y la
ranura se ensancha para revelar nada, excepto lo que imagino por cómo se ve este
espacio.
—Por aquí —susurro.
Tiro de él hacia la fila de duchas y hurgo el piso en busca de pedazos de jabón
alojado en el desagüe. Encuentro 2 pedazos, uno igual de grande al otro.
—Abre tu mano —le digo a la oscuridad—. Es viscoso. Pero no lo dejes caer. No hay
mucho jabón y tenemos suerte hoy.
Él no dice nada por unos segundos y yo me comienzo a preocupar.
16
—¿Estás aún allí? —me pregunto si esta era la trampa. Si este era el plan. Si tal vez
fue enviado para matarme bajo la cubierta de la oscuridad en este pequeño espacio.
Nunca en verdad supe lo que ellos iban a hacerme en el manicomio, nunca supe si
pensaban que encerrarme sería lo suficientemente bueno, pero siempre pensé que
podrían matarme. Siempre pareció como una opción viable.
No puedo decir que no lo merecería.
Pero estoy aquí dentro por algo que nunca quise hacer y a nadie parece importarle
que fuera un accidente.
Mis padres nunca intentaron ayudarme.
No escucho a las duchas correr y mi corazón se detiene en su lugar. Esta habitación
particular está raramente llena, pero usualmente hay otras, si sólo 1 o 2. He vuelto
a darme cuenta de que los residentes del manicomio tampoco están legítimamente
locos y no pueden encontrar su camino a las duchas, o simplemente no se
preocupan.
Trago con fuerza.
—¿Cuál es tu nombre? —Su voz rasga el aire y mi flujo de conciencia en un
movimiento. Puedo sentirlo respirar más cerca de lo que estaba antes. Mi corazón
está latiendo aceleradamente y no sé por qué no puedo controlarlo—. ¿Por qué no
me vas a decir tu nombre?
—¿Está abierta tu mano? —pregunto, mi boca seca, mi voz ronca.
Él se mueve hacia delante y yo estoy casi asustada de respirar. Sus dedos rozan la
almidonada tela del único conjunto que alguna vez tendré y logro respirar. Siempre
y cuando él no esté tocando mi piel. Siempre y cuando él no esté tocando mi piel.
Este parece ser el secreto.
Mi fina camisa ha sido lavada en el agua despiadada de este edificio tantas veces
que la siento como un saco de arpillera contra mi piel. Dejo caer el pedazo de jabón
más grande en su mano y ando de puntillas hacia atrás.
—Voy a abrir la ducha para ti —explico, ansiosa por no levantar mi voz por miedo a
que los otros me escuchen.
—¿Qué hago con mis ropas? —Su cuerpo aún está demasiado cerca del mío.
Pestañeo 1.000 veces en la oscuridad.
—Tienes que quitártelas.
Él ríe algo que suena como un suspiro divertido.
—No, lo sé. Quiero decir, ¿qué hago con ellas mientras me ducho?
—Intenta no mojarlas.
17
Él toma una respiración profunda.
—¿Cuánto tiempo tenemos?
—Dos minutos.
—Jesús, ¿por qué no dijiste alg... ?
Abro su ducha al mismo tiempo que abro la mía y sus quejas se ahogan bajo los
orificios rotos de los grifos que apenas funcionan.
Mis movimientos son mecánicos. He hecho esto tantas veces que ya he memorizado
los métodos más eficaces de restregar, enjuagar, y racionar jabón tanto para mi
cuerpo como para mi pelo. No hay toallas, así que el truco es no intentar mojar
ninguna parte de tu cuerpo con demasiada agua. Si lo haces nunca te secarás bien y
pasarás la próxima semana casi muriéndote de pulmonía. Lo sabía.
En exactamente 90 segundos he estrujado mi pelo y me estoy deslizando de vuelta
a mi conjunto destrozado. Mis zapatillas de tenis son la única cosa mía que está aún
en bastantes buenas condiciones. No hacemos muchas caminatas por aquí.
El “Compañero de celda” hace lo mismo casi de inmediato. Estoy agradecida de que
aprenda rápido.
—Agarra el dobladillo de mi camisa —le indico—. Tenemos que apurarnos.
Sus dedos rozan la parte baja de mi espalda por un lento momento y tengo que
morder mi labio para contener la intensidad. Casi me detengo en mi lugar. Nadie
nunca pone sus manos en ningún lugar cerca de mi cuerpo.
Tengo que apurarme hacia delante de tal manera que sus dedos caigan
nuevamente. Él tropieza para mantener el ritmo.
Cuando finalmente estamos atrapados en las 4 familiares paredes de claustrofobia,
el “Compañero de celda” no deja de mirarme.
Me hago un ovillo en la esquina. Él aún tiene mi cama, mi manta, mi almohada.
Olvido su ignorancia, pero tal vez es demasiado pronto para ser amigos. Tal vez fui
demasiado rápida en ayudarlo. Tal vez en verdad está sólo aquí para hacerme
miserable. Pero si no me caliento voy a enfermarme. Mi pelo está demasiado
húmedo y la manta en la que usualmente me envuelvo está aún en su lado de la
habitación. Tal vez estoy asustada de él.
Respiro con demasiada brusquedad, levanto la vista demasiado rápido en la
apagada luz del día. El “Compañero de celda” ha dejado caer 2 mantas sobre mis
hombros.
1 mía.
1 suya.
18
—Perdón por ser semejante imbécil —susurra a la pared. Él no me toca y estoy
decepcionada feliz de que no lo haga. Desearía que lo hiciera. No debería. Nadie
nunca debería tocarme.
—Soy Adam —dice lentamente. Se aleja de mí hasta que ha pasado sin
impedimentos por la habitación. Él usa una mano para empujar la estructura de mi
cama de vuelta a mi lado del espacio.
Adam.
Un nombre tan lindo. El “Compañero de celda” tiene un lindo nombre.
Es un nombre que siempre me ha gustado, pero no puedo recordar por qué.
No pierdo el tiempo en subir a los muelles apenas ocultos de mi colchón y estoy tan
exhausta que apenas puedo sentir los rollos de metal amenazando con pinchar mi
piel.
No he dormido en más de 24 horas. Adam es un lindo nombre, es la única cosa en
la que puedo pensar antes de que el agotamiento paralice mi cuerpo.
19
Capítulo 4 Traducido por sooi.luuli
Corregido por Maia8
o estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca.
No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy
loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No
estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy
loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No
estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy
loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No
estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy
loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No
estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy
loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No
estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy
loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No
estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy
loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca.
El horror rasga mis párpados, abriéndolos.
Mi cuerpo está empapado de sudor frío, mi cerebro nadando en inolvidables olas
de dolor. Mis ojos se fijan en círculos de negro que se disuelven en la oscuridad. No
tengo idea de cuánto tiempo he dormido. No tengo idea de si he asustado a mi
compañero de celda con mis sueños. A veces grito fuerte.
Adam está mirándome.
Estoy respirando con dificultad y me las arreglo para levantarme en posición
vertical. Tiro de las mantas más cerca hacia mi cuerpo sólo para darme cuenta de
que he robado sus únicos medios para calentarse. Nunca siquiera se me ha ocurrido
que él podría estar congelándose tanto como yo. Estoy temblando en mi lugar, pero
su cuerpo está inmutable en la noche, su silueta una robusta forma contra el telón
de fondo negro. No tengo idea de qué decir. No hay nada qué decir.
—Los gritos nunca se detienen en este lugar, ¿o sí?
Los gritos son sólo el comienzo.
N
20
—No —modulo casi en silencio. Un ligero rubor se extiende por mi rostro y estoy
feliz de que esté tan oscuro para él como para notarlo. Debe de haber escuchado
mis sollozos.
Algunas veces desearía que nunca tuviera que dormir. Algunas veces pienso que si
me quedo muy, muy quieta, si nunca me muevo completamente, las cosas
cambiarán. Pienso que si me congelo, puedo congelar el dolor. Algunas veces no me
muevo durante horas. No me muevo ni un centímetro.
Si el tiempo se detiene, nada puede ir mal.
—¿Estás bien? —La voz de Adam suena preocupada. Estudio los puños cerrados a
sus costados, el fruncimiento enterrado en su ceja, la tensión en su mandíbula. Esta
misma persona que robó mi cama y mi manta es la misma persona que se las
arregló sin ellas esta noche. Tan arrogante y descuidado hace unas pocas horas; tan
cuidadoso y tranquilo ahora. Me asusta que este lugar pudiera haberlo destrozado
demasiado rápido. Me pregunto lo que él escuchó mientras yo estaba durmiendo.
Desearía poder salvarlo del horror.
Algo se rompe; un sollozo atormentado suena a la distancia. Esas habitaciones
están enterradas profundamente en cemento, con paredes más delgadas entre los
pisos y techos combinados para evitar que los sonidos escapen demasiado lejos. Si
puedo escuchar la agonía, debe ser insuperable. Cada noche me pregunto si soy la
siguiente.
—No estás loca.
Mis ojos vuelan hacia arriba. Su cabeza está inclinada, sus ojos fijos y claros a pesar
del sudario que nos envuelve. Toma una profunda respiración.
—Pensé que todos aquí dentro estaban locos —continúa—. Pensé que me habían
encerrado con una psicópata.
Tomo una brusca inhalación.
—Divertido. Yo también.
1
2
3 segundos pasan.
Él se rompe en una sonrisa tan amplia, tan divertida, tan estimulantemente sincera
que es como un trueno a través de mi cuerpo. Algo pincha mis ojos y me quiebra las
rodillas. No he visto una sonrisa en 265 días.
Adam está de pie.
Le ofrezco su manta.
21
Él la toma sólo para envolverla mejor alrededor de mi cuerpo y algo de repente está
encogiéndose en mi pecho. Mis pulmones están ensartados y encadenados y justo
he decidido no moverme por una eternidad cuando él habla.
—¿Qué está mal?
Mis padres dejaron de tocarme cuando era lo suficientemente grande como para
gatear. Los profesores me hacían trabajar sola para que no hiriera a los otros
chicos. Nunca he tenido un amigo. Nunca he conocido la comodidad del abrazo de
una madre. Nunca he sentido la ternura del beso de un padre. No estoy loca.
—Nada.
5 segundos más.
—¿Puedo sentarme a tu lado?
Eso sería estupendo.
—No. —Estoy mirando a la pared de nuevo.
Aprieta y afloja la mandíbula. Pasa su mano por su pelo y me doy cuenta por
primera vez que no está usando una camiseta. Está tan oscuro en esta habitación
que solamente puedo notar las curvas y los contornos de su silueta; a la luna se le
permite sólo una pequeña ventana para iluminar este espacio, pero veo cómo los
músculos en sus brazos están apretados con cada movimiento y de repente estoy en
llamas. Las llamas están machacando mi piel y hay un estallido de calor abriéndose
camino por mi estómago. Cada centímetro de su cuerpo está vulnerable con poder,
cada superficie de alguna manera luminosa en la oscuridad. En 17 años nunca he
visto nada como él. En 17 años nunca le he hablado a un chico de mi propia edad.
Porque soy un monstruo.
Cierro mis ojos hasta que los he cosido.
Escucho el chirrido de su cama, el crujido de los muelles mientras él se sienta.
Descoso mis ojos y estudio el piso.
—Debes de estar congelándote.
—No. —Un fuerte suspiro—. En realidad, estoy quemándome.
Estoy de pie tan rápido que las mantas caen al piso.
—¿Estás enfermo? —Mis ojos examinan su rostro en busca de signos de una fiebre,
pero no me atrevo a acercarme más—. ¿Estás mareado? ¿Te duelen tus
articulaciones? —Intento recordar mis propios síntomas. Estuve encadenada a mi
cama por mi propio cuerpo durante una semana. No podía hacer nada más que
arrastrarme hasta la puerta y caer de cara en mi comida. Ni siquiera sé cómo
sobreviví.
22
—¿Cuál es tu nombre?
Él ya ha hecho la misma pregunta 3 veces.
—Podrías estar enfermo. —Es todo lo que digo.
—No estoy enfermo. Sólo estoy caliente. Usualmente no duermo con mis ropas
puestas.
Las mariposas prendieron fuego en mi pecho. Una inexplicable humillación está
achicharrando mi carne. No sé a dónde mirar.
Una profunda respiración.
—Fui un estúpido ayer. Te traté como mierda y lo lamento. No debería haber hecho
eso.
Me atrevo a encontrar su mirada.
Sus ojos son la perfecta sombra de cobalto, azules como una herida floreciendo,
limpios y claros y decididos. Su mandíbula está apretada y sus rasgos están tallados
en una expresión cuidadosa. Ha estado pensando en esto toda la noche.
—Está bien.
—¿Entonces por qué no me vas a decir tu nombre? —Él se inclina hacia delante y yo
me congelo.
Me descongelo.
Me derrito.
—Juliette —susurro—. Mi nombre es Juliette.
Sus labios se suavizan en una sonrisa que parte en dos mi espina dorsal. Él repite
mi nombre como si la palabra le divirtiera. Lo entretuviera. Lo deleitara.
En 17 años nadie ha dicho mi nombre así.
23
Capítulo 5
Traducido por sooi.luuli Corregido por Aciditax
o sé cuándo comenzó.
No sé por qué comenzó.
No sé nada de nada, excepto por el griterío.
Mi madre gritando cuando se dio cuenta de que ya no podía tocarme más. Mi
padre gritando cuando se dio cuenta de lo que le había hecho a mi madre. Mis
padres gritando cuando me encerraron en mi cuarto y me dijeron que debía estar
agradecida. Por su comida. Por su trato humano ante esta cosa que posiblemente
podía no ser su niña. Por la vara con que solían medir la distancia que necesitaba
mantenerme lejos.
Arruiné sus vidas, es lo que solían decirme.
Robé su felicidad. Destruí para siempre la esperanza de mi madre de tener otros
hijos.
No podía ver lo que había hecho, es lo que me habían preguntado. No podía ver
que había arruinado todo.
Intenté tanto arreglar lo que había arruinado. Intenté todos los días ser lo que
ellos querían. Intenté todo el tiempo ser mejor, pero nunca en verdad supe cómo.
Ahora sólo sé que los científicos están equivocados.
El mundo está sin vida.
Lo sé, porque fui lanzada enseguida al borde y he estado intentando aguantar
durante 17 años. He estado intentando volver a subir durante 17 años, pero es casi
imposible superar a la gravedad cuando nadie está dispuesto a darte una mano.
Cuando nadie quiere correr el riesgo de tocarte.
Hoy está nevando.
El cemento está congelado y más duro de lo usual, pero prefiero esas temperaturas
bajo cero a la humedad sofocante de los días de verano. El verano es como una olla
eléctrica de cocción lenta llevando el mundo todo a la vez a 1 grado de ebullición.
Promete un millón de adjetivos felices sólo para verter el hedor y aguas residuales
en tu nariz a la hora de la cena. Odio el calor y el viscoso y sudado desorden dejado
atrás. Odio el displicente hastío de un sol demasiado preocupado consigo mismo
N
24
para notar las infinitas horas que pasamos en su presencia. El sol es una cosa
arrogante, siempre dejando el mundo detrás cuando se cansa de nosotros.
La luna es una fiel compañera.
Nunca nos deja. Siempre está allí, mirando, firme, conociéndonos en nuestros
momentos de luz y en nuestros momentos oscuros, cambiando para siempre tal y
como lo hacemos nosotros. Cada día es una versión diferente de sí misma. A veces,
débil y pálida, a veces, fuerte y llena de luz. La luna entiende lo que significa ser
humano.
Insegura. Sola. Marcada por imperfecciones.
Miro por la ventana durante tanto tiempo que me olvido de mí misma. Extiendo mi
mano para agarrar un copo de nieve y mi puño se cierra en torno al aire frío. Vacío.
Quiero hacer pasar este puño adjunto a mi muñeca a través de la ventana.
Sólo para sentir algo.
Sólo para sentirme humana.
—¿Qué hora es?
Mis ojos revolotean por un momento. Su voz me empuja de vuelta a un mundo que
sigo tratando de olvidar.
—No lo sé —le digo. No tengo idea de qué hora es. No tengo idea de qué día de la
semana es, en qué mes estamos, o siquiera si hay una estación específica en la que
se supone que estemos.
En verdad ya no tenemos estaciones.
Los animales están muriendo, los pájaros no vuelan, los cultivos son difíciles de
conseguir, las flores casi no existen. El tiempo es inestable. A veces los días de
invierno alcanzan los 92 grados. A veces nieva por ninguna razón en absoluto. Ya
no podemos cultivar suficiente comida, ya no podemos sustentar la suficiente
vegetación para los animales, y no podemos alimentar a la gente que lo necesita.
Nuestra población estaba en vías de extinción a un ritmo alarmante antes de que el
Restablecimiento tomara el mando y nos prometiera que tenían una solución. Los
animales estaban tan desesperados por la comida que estaban dispuestos a comer
cualquier cosa y la gente estaba tan desesperada por la comida que estaba
dispuesta a comer animales envenenados. Nos estábamos matando a nosotros
mismos por intentar mantenernos vivos. El tiempo, las plantas, los animales, y
nuestra supervivencia humana están íntimamente ligados. Los elementos naturales
estaban en guerra los unos con los otros porque abusábamos de nuestro
ecosistema. Abusábamos de nuestra atmósfera. Abusábamos de nuestros animales.
Abusábamos de nuestro prójimo.
25
El Restablecimiento prometió que arreglarían las cosas. Pero incluso aunque la
salud del humano haya encontrado un poco de alivio bajo el nuevo régimen, al final
más gente ha muerto por un arma cargada que por un estómago vacío. Se está
volviendo progresivamente peor.
—¿Juliette?
Mi cabeza se levanta rápidamente.
Sus ojos están cautelosos, preocupados, analizándome.
Aparto la mirada.
Él se aclara la garganta.
—Entonces, uh, ¿ellos sólo nos alimentan una vez al día?
Su pregunta manda a nuestros ojos hacia el pequeño panel en la puerta.
Llevo mis rodillas a mi pecho y balanceo mis huesos en el colchón. Si me mantengo
muy, muy quieta, casi puedo ignorar el metal clavándose en mi piel.
—No hay sistema para la comida —le digo. Mi dedo traza un nuevo diseño sobre el
áspero material de la manta—. Usualmente hay algo en la mañana, pero no hay
garantías para nada más. A veces... tenemos suerte. —Mis ojos se mueven
rápidamente hacia el panel de vidrio perforado en la pared. Rosas y rojos se filtran
en la habitación y sé que es el inicio de un nuevo comienzo. El comienzo del mismo
final. Otro día.
Tal vez moriré hoy.
Tal vez un pájaro volará hoy.
—¿Así es esto? ¿Ellos abren la puerta una vez al día para que las personas hagan
sus necesidades y tal vez si tenemos suerte nos alimentan? ¿Es eso?
El pájaro será blanco con reflejos de oro como una corona sobre su cabeza. Volará.
—Eso es.
—¿No hay... terapia de grupo? —Casi se ríe.
—Hasta que llegaste, no había hablado una sola palabra en doscientos sesenta y
cuatro días.
Su silencio dice demasiado. Puedo casi alcanzar y tocar el sentimiento de culpa
creciendo en sus hombros.
—¿Por cuánto tiempo estás aquí? —pregunta finalmente.
Para siempre.
—No lo sé. —Un sonido mecánico chirría/cruje/maniobra en la distancia. Mi vida
26
es de 4 paredes de oportunidades perdidas que se arrojaron en moldes de
hormigón.
—¿Qué hay de tu familia? —Hay un dolor serio en su voz, casi como si él ya
conociera la respuesta a esa pregunta.
Aquí está lo que sé sobre mis padres: no tengo idea de dónde están.
—¿Por qué estás aquí? —hablo con mis dedos para evitar su mirada. He estudiado
mis manos tan meticulosamente que sé exactamente dónde cada corte y moretón
ha hecho estragos en mi piel. Manos pequeñas. Dedos delgados. Los hago un puño
y los aflojo para perder la tensión. Él aún no ha respondido.
Levanto la vista.
—No estoy loco. —Es todo lo que dice él.
—Eso es lo que decimos todos. —Ladeo mi cabeza sólo para sacudirla una fracción
de centímetro. Muerdo mi labio. Mis ojos no pueden evitar echar vistazos a
hurtadillas por la ventana.
—¿Por qué sigues mirando hacia afuera?
No me interesan sus preguntas, en verdad no. Sólo es extraño tener a alguien con
quien hablar. Es extraño tener que emplear energía para mover mis labios y así
formar las palabras necesarias para explicar mis acciones. Durante mucho tiempo a
nadie le ha importado. Nadie me ha visto lo suficientemente cerca como para
preguntarse por qué miro por la ventana. Nadie nunca me ha tratado como un
igual. Así y todo, él no sabe que soy un monstruo, mi secreto. Me pregunto cuánto
tiempo durará esto antes de que él esté corriendo por su vida.
Me he olvidado de responder y él aún está estudiándome.
Meto un mechón de pelo detrás de mi oreja sólo para cambiar de opinión.
—¿Por qué miras tanto?
Sus ojos son cautelosos, curiosos.
—Me imaginaba que la única razón de que me encerraran con una chica era porque
estabas loca. Pensaba que estaban intentando torturarme al ponerme en el mismo
lugar que una psicópata. Pensaba que eras mi castigo.
—Eso es por qué robaste mi cama. —Para ejercer su poder. Para replantear una
demanda. Para luchar primero.
Baja los ojos. Aprieta y afloja sus manos antes de frotar su nuca.
—¿Por qué me ayudarías? ¿Cómo sabrías que no te heriría?
Cuento mis dedos para asegurarme de que aún están allí.
27
—No lo hice.
—¿No me ayudaste o no sabías si podía herirte?
—Adam. —Mis labios se curvan alrededor de la forma de su nombre. Me sorprendo
descubrir cuánto amo la fácil y familiar manera en que el sonido sale de mi lengua.
Él está sentado tan quieto como yo lo estoy. Sus ojos se relajan con un nuevo tipo
de emoción que no puedo reconocer
—¿Sí?
—¿Cómo es? —pregunto, cada palabra más suave que la anterior—. ¿Afuera? —En
el mundo real—. ¿Es peor?
Un dolor estropea los rasgos de su rostro finamente esculpido. Le toma unos
latidos responder. Él mira por la ventana.
—¿Honestamente? No estoy seguro de si es mejor estar aquí o allá fuera.
Sigo sus ojos hasta el panel de vidrio separándonos de la realidad y espero a que
sus labios se separen; espero para escucharlo hablar. Y entonces intento prestar
atención cuando sus palabras dan saltitos alrededor en la bruma de mi cabeza,
empañando mis sentidos, vaporizando mis ojos, nublando mi concentración.
¿Sabías que fue un movimiento internacional?, me pregunta Adam.
No, le digo. No le digo que fui arrastrada de mi casa hace 3 años. No le digo que fui
llevada a rastras exactamente 7 años después de que El Restablecimiento
comenzara a predicar y 4 meses después de que tomaran el control de todo. No le
dije cuán poco sé de nuestro mundo.
Adam dice que El Restablecimiento tuvo en sus manos a cada país, listo para el
momento de llevar a sus líderes a una posición de control. Él dice que la tierra
inhabitable dejada en el mundo ha sido dividida en 3.333 sectores y ahora cada
espacio está controlado por una Persona de Poder diferente.
¿Sabías que nos mintieron?, me pregunta Adam.
¿Sabías que El Restablecimiento dijo que alguien tenía el control, que alguien
tenía que salvar a la sociedad, que alguien tenía que restaurar la paz? ¿Sabías
que dijeron que matar a todas las voces de la oposición era la única manera de
encontrar la paz?
¿Sabías esto?, es lo que Adam me pregunta.
Y aquí es donde asiento. Aquí es donde digo que sí.
Esta es la parte que recuerdo: El enojo. Los disturbios. La furia.
Mis ojos se cierran en un esfuerzo inconsciente por apartar los malos recuerdos,
pero el esfuerzo fracasa. Protestas. Mítines. Gritos por la supervivencia. Veo a
28
mujeres y chicos muriéndose de hambre, casas destruidas y enterradas entre los
escombros, el campo es un paisaje quemado, su única fruta la carne podrida de las
víctimas. Veo el color rojo y el granate y el marrón de muerte muerte muerte y la
sombra más rica del lápiz labial preferido de tu madre todo corrido en la tierra.
Tanto que todo, todas las cosas murieron.
El Restablecimiento está luchando por mantener su control sobre la gente, dice
Adam. Dice que el Restablecimiento está luchando por librar una guerra contra los
rebeldes que no consentirán a este nuevo régimen. El Restablecimiento está
luchando por arraigarse como una nueva forma de gobierno sobre todas las
sociedades internacionales.
Y entonces me pregunto lo que le ha pasado a la gente que solía ver todos los días.
Qué ha sido de sus casas, de sus padres, de sus chicos. Me pregunto cuántos de
ellos han sido enterrados bajo el suelo.
—Están destruyendo todo —dice Adam, y su voz de repente es un sonido solemne
en la distancia—. Todos los libros, artefactos, restos de la historia humana. Están
diciendo que es la única manera de arreglar las cosas. Dicen que necesitamos
comenzar de nuevo. Dicen que no podemos cometer los mismos errores de las
generaciones anteriores.
2 golpes en la puerta y ambos estamos sobre nuestros pies, abruptamente
sorprendidos, nuevamente en este mundo sombrío.
Adam enarca una ceja hacia mí.
—¿El desayuno?
—Espera tres minutos. —Le recuerdo. Somos tan buenos en enmascarar nuestra
hambre hasta que los golpes en la puerta paralizan nuestra dignidad.
Nos privan de comida a propósito.
—Sí. —Sus labios forman una suave sonrisa—. No querría quemarme. —El aire se
mueve mientras da un paso adelante.
Soy una estatua.
—Aún no lo entiendo —dice, tranquilamente—. ¿Por qué estás aquí?
—¿Por qué me haces tantas preguntas?
Él deja menos de un metro de distancia entre nosotros y yo estoy a diez centímetros
lejos de la combustión espontánea.
—Tus ojos son tan profundos. —Ladea la cabeza—. Tan relajados. Quiero saber lo
que estás pensando.
—No deberías. —Mi voz titubea—. Ni siquiera me conoces.
29
Él se ríe y la acción le da vida a la luz en sus ojos.
—No te conozco.
—No.
Él sacude su cabeza. Se sienta en su cama.
—Cierto. Por supuesto que no.
—¿Qué?
—Estás en lo cierto. —Contiene su aliento—. Tal vez estoy loco.
Doy dos pasos atrás.
—Tal vez lo estés.
Él está sonriendo de nuevo y me gustaría tomar una fotografía. Me gustaría mirar
la curva de sus labios por el resto de mi vida.
—No lo estoy, ya sabes.
—Pero no me dirás por qué estás aquí —desafió él.
—Y tampoco tú.
Caigo de rodillas y tiro de la bandeja a través de la ranura. Algo inidentificable está
echando vapor en dos tazas de estaño. Adam se dobla sobre el piso delante de mí.
—Desayuno —digo mientras tiro de su ración hacia delante.
30
Capítulo 6 Traducido por Maia8
Corregido por Aciditax
palabra, 2 labios, 3 4 5 dedos de 1 puño.
1 esquina, 2 padres, 3 4 5 razones para esconderse.
1 niño, 2 ojos, 3 4 17 años de miedo.
Un palo de escoba roto, un par de caras salvajes, enfadados susurros encerrados
en mi puerta.
Mírame, es lo que quería decirte. Háblame alguna que otra vez. Encuéntrame una
cura para estas lágrimas, realmente me gustaría exhalar por primera vez en mi
vida.
Han pasado 2 semanas.
2 semanas con la misma rutina, 2 semanas de nada, sino rutina. 2 semanas con mi
compañero de celda quien ha estado muy cerca de tocarme, quien no me toca.
Adam se está adaptando al sistema. Nunca se queja, nunca ofrece voluntariamente
demasiada información, continúa haciendo demasiadas preguntas.
Es simpático conmigo.
Me siento por la ventana y miro la lluvia, las hojas y la nieve colisionar. Se toman
turnos para bailar en el viento, representando rutinas coreografiadas para
confiadas masas. Los soldados entran y salen pisando fuerte a través de la lluvia,
arrugando hojas y nieve caída bajo sus pies. Sus manos están abrigadas con
guantes envueltos alrededor con armas que podrían poner una bala en un millón de
posibilidades. No se molestan al ser molestados por la belleza que cae del cielo. No
entienden la libertad en el sentimiento del universo en su piel. No se preocupan.
Deseo poder meter algo en mi boca llena de gotas de lluvia y llenar mis bolsillos al
tope de nieve. Deseo poder trazar las venas de una hoja caída o sentir al viento
pincharme en la nariz.
1
31
En vez de eso, ignoro la desesperación que mantiene mis dedos juntos y miro al
pájaro que he visto sólo en mis sueños. Los pájaros solían volar, es lo que las
historias dicen. Antes que la capa de ozono se deteriorara, antes que los
contaminantes mutaran las criaturas en algo horriblemente diferente. Dicen que el
clima no fue siempre tan impredecible. Dicen que había pájaros que solían elevarse
a través del cielo como aviones.
Parece extraño que un pequeño animal pudiera logar nada tan complejo como la
ingeniería humana, pero la posibilidad es demasiado atrayente como para
ignorarla. He soñado con los mismos pájaros volando a través del mismo cielo
durante exactamente 10 años. Blancos con mechones de oro como una corona en lo
alto de su cabeza.
Es el único sueño que tengo que me trae paz.
—¿Qué estás escribiendo?
Echo una mirada a su fuerte estatura, la fácil sonrisa de su cara. No sé cómo se las
arregla para sonreír a pesar de todo. Me pregunto si puede resistir esa forma, esa
curva especial de una boca que cambia vidas. Me pregunto como se sentirá en 1
mes y estremezco ante el pensamiento.
No quiero que él termine como yo.
Vacío.
—Hey... —Aparta la manta de mi cama y se agacha junto a mí, sin perder tiempo
envuelve la fina tela alrededor de mis cada vez más huesudos hombros—, ¿estás
bien?
Intento sonreír. Dedo evitar su pregunta.
—Gracias por la manta.
Se sienta a mi lado y se apoya contra la pared. Sus hombros están tan cerca,
demasiado cerca, nunca los suficientemente cerca. Su cuerpo me calienta más de lo
que la manta alguna vez lo hará. Algo en mis articulaciones duele con un agudo
anhelo, una desesperada necesidad con la que nunca había sido capaz de cumplir.
Mis huesos mendigaban por algo que no puedo permitirme.
Tocarme.
32
Él echa un vistazo a la pequeña libreta colocada en mi mano, al bolígrafo partido
agarrado por mi puño. Cierro la libreta y hago una bola con ella. La empujo con un
crujido en la pared. Estudio el bolígrafo en mi mano. Sé que me está mirando.
—¿Estás escribiendo un libro?
—No. —No estoy escribiendo un libro.
—Quizás deberías.
Me giro para encontrar sus ojos y arrepentirme inmediatamente. Hay al menos 3
centímetros entre nosotros y no puedo moverme porque mi cuerpo sólo sabe cómo
congelarse. Cada músculo, cada movimiento se endurece, cada vértebra de mi
columna vertebral es un bloque de hielo. Estoy conteniendo mi respiración y mis
ojos se amplían, encerrados, capturados por la intensidad de su mirada. No puedo
mirar hacia otro lado. No sé como retirarlos.
Oh.
Dios.
Sus ojos.
Me he estado mintiendo a mi misma, decidida a negar lo imposible.
Le conozco. Le conozco. Le conozco. Le conozco.
El chico que no me recuerda. Solía conocerlo.
—Van a destruir la lengua inglesa —dice, su voz cuidadosa, tranquila.
Lucho para capturar mi respiración.
—Quieren recrear todo —continúa—. Quieren rediseñar todo. Quieren destruir todo
lo que podría haber sido la razón de nuestros problemas. Piensan que necesitamos
un nuevo idioma universal. —Baja su voz. Decaen sus ojos—. Quieren destruir todo.
Cada lengua existente.
—No. —Mi respiración se dificulta. Manchas nublan mi visión.
—Lo sé.
—No. —Eso no lo sabía.
33
Me mira.
—Es bueno que estés escribiendo cosas. Un día lo que estás haciendo, será ilegal.
Empiezo a temblar. Mi cuerpo está de repente luchando contra un remolino de
emociones, mi cerebro infestado por el mundo que estoy perdiendo y sintiendo
dolor por este chico, quien no me recuerda. El bolígrafo tropieza en su camino al
suelo, y me aferro a la manta tan fuerte que temo que se vaya a desgarrar. El hielo
rebana mi piel, el horror se coagula en mis venas. Nunca pensé que el
Restablecimiento llevaría las cosas tan lejos. Están incinerando la cultura, la belleza
de la diversidad. Los nuevos ciudadanos de nuestro mundo serán reducidos a nada,
excepto números, fácilmente intercambiables, fácilmente removibles, fácilmente
destruidos por desobediencia.
Hemos perdido nuestra humanidad.
Envuelvo la manta alrededor de mis hombros hasta que estoy aislada de los
temblores que no pararán de aterrorizar mi cuerpo. Estoy horrorizada por mi falta
de autocontrol.
No puedo recomponerme aún.
Su mano está de repente en mi espalda.
Su toque es abrasador en mi piel a través de la capa del tejido e inhalo tan rápido
que mis pulmones colapsan. Me atrapo en una colisionante corriente de confusión,
tan desesperada, tan desesperada, tan desesperada de acercarme, tan desesperada
de alejarme. No sé como apartarme de él. No quiero apartarme de él.
No quiero que él esté asustado de mí.
—Hey. —Su voz es suave, tan suave, tan suave. Sus brazos son más fuertes que
todos los huesos de mi cuerpo. Él empuja mi ceñida cintura cerca de su pecho y yo
me hago añicos. Dos mil, tres mil, cuatro mil, cinco mil fragmentos de mis
sentimientos me apuñalan en el corazón, derritiéndome en gotas de tibia miel que
calman las cicatrices de mi alma. La manta es la única barrera entre nosotros y me
empuja más cerca, más apretado, más fuerte hasta que oigo los latidos tarareando
profundos dentro de su pecho y el acero de su brazo alrededor de mi cuerpo rompe
todas las ataduras de tensión en mis miembros. Su calor derrite los carámbanos,
apuntalándome desde dentro hacia fuera y me descongelo, me descongelo, me
descongelo, mis ojos revoloteando rápidos hasta que caen cerrados, hasta que las
34
lágrimas silenciosas desbordan mi rostro y he decidido que la única cosa que me
congela es su armadura sujetando la mía.
—Está bien —susurra—. Estarás bien.
La verdad es una amante celosa y viciosa que nunca duerme, es lo que no le cuento.
Nunca estaré bien.
Toma cada roto filamento de mi ser alejarle de mí. Lo hago porque tengo que
hacerlo. Porque es por su propio bienestar. Alguien está pegando tenedores en mi
espalda mientras me aparto. La manta se enreda en mis pies y estoy a punto de
caer antes de que Adam me sujete de nuevo.
—Juliette...
—Tú no puedes tocarme. —Mi respiración es poco profunda y difícil de tragar, mis
dedos se mueven tan rápido que los apretó en un puño—. Tú no puedes.
Él se incorpora.
—¿Por qué no?
—Sólo no puedes —susurro a las paredes.
—No lo entiendo, ¿por qué no me hablas? Te sientas en la esquina todo el día y
escribes en tu libreta y miras todo menos mi cara. Tienes tanto que decir a un trozo
de papel, pero estoy aquí, de pie, y ni siquiera me reconoces. Juliette, por favor... —
Alcanza mi mano y me giro—, ¿por qué al menos no me miras? No voy a hacerte
daño.
No me recuerdas. No recuerdas que fuimos a la misma escuela durante 7 años.
No me recuerdas
—No me conoces. —Mi voz es incluso plana; mis miembros se entumecen,
amputados—. Hemos compartido un espacio durante dos semanas y crees que me
conoces, pero no sabes nada de mí. Quizás estoy loca.
—No lo estás —dice a través de los dientes apretados—. Sabes que no lo estás.
—Entonces quizás lo estás tú —digo cuidadosa y lentamente—. Porque uno de
nosotros lo está
35
—Eso no es verdad…
—Dime por qué estas aquí, Adam. ¿Qué estás haciendo en un manicomio si no
perteneces aquí?
—Te he estado haciendo la misma pregunta desde que llegaste aquí.
—Quizás preguntas demasiado.
Oigo la cruda exhalación de su respiración. Se ríe, una risa ácida.
—Prácticamente somos las dos únicas personas quienes están vivas en este lugar, y
¿quieres mandarme a callar también?
Cierro mis ojos y me concentro en respirar
—Puedes hablarme. Sólo no me toques.
7 segundos de silencio se unen a la conversación.
—Quizás quiera tocarte.
Hay 15,000 sentimientos de incredulidad perforando mi corazón. Estoy tentada
por la imprudencia, el dolor, el dolor, el dolor, desesperada para siempre por lo que
nunca puedo tener. Le doy la espalda, pero no puedo evitar las mentiras que se
derraman de mis labios.
—Quizás no quiera tocarte.
Él hace un duro sonido.
—¿Tanto te disgusto?
Me doy vueltas, así que sorprendida por sus palabras, me olvido de mí. Me está
mirando, su rostro duro, su mandíbula tensa, flexionando los dedos por los
costados. Sus ojos son 2 cubos de agua de lluvia: profundos, frescos y claros.
Duele.
—No sabes de que estás hablando. —No puedo respirar.
—No puedes contestar una simple pregunta, ¿no? —Niega con su cabeza y se gira
hacia la pared.
36
Mi rostro es proyectado en un molde neutro, mis brazos y piernas llenas de yeso.
No siento nada. No soy nada. Estoy vacía de todo lo que no se moverá nunca. Estoy
mirando una pequeña grieta cerca de mi zapato. Voy a mirarla por siempre.
Las mantas se caen al suelo. El mundo se desvanece fuera de mi atención, mis
oídos externalizan todos los sonidos a otra dimensión. Mis ojos se cierran, mis
pensamientos van a la deriva, mis recuerdos me patean el corazón.
Lo conozco.
He intentado tan duramente dejar de pensar en él.
He intentado tan duramente olvidar su cara.
He intentado tan duramente conseguir sacar esos ojos azules, azules, azules, de mi
cabeza, pero lo conozco, lo conozco, lo conozco. Han pasado 3 años desde la última
vez que lo vi.
Nunca podría olvidar a Adam.
Pero él ya me ha olvidado.
37
Capítulo 7 Traducido por Maia8
Corregido por Aciditax
ecuerdo los televisores y las chimeneas y los lavamanos de porcelana.
Recuerdo las entradas de las películas y los estacionamientos y los
SUVs. Recuerdo las peluquerías y las vacaciones, las persianas de las
ventanas y los dientes de león y el olor de las calzadas recién
pavimentadas. Recuerdo a los anuncios de pasta de dientes y a las damas en sus
tacones y a los hombres mayores en trajes de negocios. Recuerdo a los carteros y
las bibliotecas y las bandas de chicos y los globos y los árboles de Navidad.
Recuerdo tener 10 años, cuando no podíamos ignorar más la escasez de alimentos y
las cosas se pusieron tan caras que nadie podía permitirse el lujo de vivir.
Adam no me está hablando.
Quizá es lo mejor. Quizá no hay razón en esperar que él y yo podamos ser amigos,
quizá es mejor que piense que no me gusta a que me gusta demasiado. Está
escondiendo algo que podría ser miedo, pero sus secretos me aterran. No me
contará porque está aquí. Aunque yo tampoco se lo he dicho.
Y aún, y aún, y aún.
La noche pasada, el recuerdo de su brazo sobre mí fue suficiente para espantar los
gritos. El calor de un alivio amable, la fuerza de sus manos firmes sujetando todas
mis piezas juntas, el consuelo y la liberación de tantos años de soledad. El don que
me ha dado no puede ser regresado.
Tocar a Juliette es casi imposible.
Nunca olvidaré el horror en los ojos de mi madre, la tortura del rostro de mi padre,
el miedo grabado en sus expresiones. Su hija era un monstruo. Poseída por el
demonio. Maldita por la oscuridad. Terrible. Una abominación. Las drogas, los
exámenes, las soluciones médicas fallaron. Las evaluaciones psicológicas fallaron.
―Ella es un arma andante para la sociedad―, es lo que dijeron los profesores.
―Nunca hemos visto nada como esto―, es lo que dijeron los médicos. ―Ella
debería ser removida de su casa―, es lo que dijeron los oficiales de policías.
R
38
―No hay problema en absoluto―, es lo que dijeron mis padres. Yo tenía 14 años
cuando finalmente se deshicieron de mí. Cuando dieron un paso atrás y vieron que
era arrastrada por un asesinato que no sabía que podía cometer.
Tal vez el mundo es más seguro conmigo encerrada en una celda. Tal vez Adam esté
más seguro si me odia. Está sentado en la esquina con los puños en la cara.
Nunca quise herirle.
Nunca quise herir a la única persona que nunca quiso herirme
La puerta choca al ser abierta y 5 personas pululan en la habitación, con fusiles
apuntando a nuestros pechos.
Adam está erguido y yo soy de piedra. He olvidado respirar. No he visto a tanta
gente durante tanto tiempo, estoy estupefacta por un momento. Debería estar
gritando.
—¡MANOS ARRIBA, SEPAREN LOS PIES, CIERREN LA BOCA! ¡NO SE MUEVAN
Y NO DISPARAREMOS!
Aún estoy congelada en mi lugar. Debería moverme, debería levantar los brazos,
debería extender mis pies, debería recordar respirar. Alguien está cortando mi
cuello.
Las únicas órdenes ladradas cierran de golpe la culata de la pistola en mi espalda y
mis rodillas se doblan mientras caigo al suelo. Finalmente consigo oxígeno y dejo a
un lado la sangre. Creo que Adam está gritando, pero no es una agonía aguda
rasgando mi cuerpo, a diferencia de cualquier cosa que haya experimentado antes.
Estoy totalmente inmovilizada.
—¿Qué es lo que no entiendes acerca de mantener la boca CERRADA? —Miro de
reojo para ver el cañón de la pistola a 2 centímetros de distancia de la cara de
Adam.
—LEVÁNTATE. —Unas botas con punta de acero me dan una patada en las
costillas, rápida, dura y hueca. No trago nada, sino los suspiros de asfixia que
ahogan mi cuerpo—. Dije “LEVÁNTATE”. —Otra bota más dura, más rápida, más
fuerte en mi estómago. Ni siquiera puedo llorar.
Levántate, Juliette. Levántate. Si no lo haces, le dispararán a Adam.
Me elevo, tirando de mis rodillas y caigo de nuevo sobre la pared detrás de mí,
tropezando hacia adelante para recuperar el equilibrio. Levantar las manos es más
tortura de la que sabía que podía soportar. Mis órganos están muertos, mis huesos
se han roto, mi piel es un tamiz, pinchada con alfileres y agujas de dolor.
Finalmente han venido a matarme.
Es por eso qué pusieron a Adam en mi celda.
39
Porque me iré. Adam está aquí, porque me voy, porque se olvidaron de matarme a
tiempo, porque mis momentos han finalizado, porque mis 17 años eran demasiados
para este mundo. Me van a matar. Siempre me pregunté como sucedería. Me
pregunto si esto hará felices a mis padres.
Alguien se está riendo.
—Bueno, ¿no eres tú la pequeña mierda?
Ni siquiera sé si me están hablando a mí. Difícilmente me puedo concentrar en
mantener los brazos en alto.
—Ni siquiera está llorando —añade alguien—. Las chicas normalmente mendigan
clemencia en este momento.
Las paredes están comenzando a sangrar en el techo. Me pregunto cuánto tiempo
puedo aguantar la respiración. No puedo distinguir palabras, no puedo entender
los sonidos
Estoy escuchando la sangre corriendo por mi cabeza y mis labios son 2 bloques de
cemento en los que no puedo abrir una grieta. Hay una pistola en mi espalda y yo
estoy trastrabillando hacia delante. Los suelos se están cayendo hacia arriba. Mis
pies se están arrastrando en una dirección que no puedo descifrar.
Espero que me maten antes.
40
Capítulo 8 Traducido por Maia8
Corregido por tamis11 e toma 2 días abrir mis ojos.
Hay una lata de metal y una lata de comida colocada al lado, e inhalo los
fríos contenidos con mis manos temblorosas, un sordo dolor crujiendo a
través de mis huesos, una desesperada sequía sofocando mi garganta. Nada parece
estar roto, pero una mirada debajo de mi camisa prueba que el dolor es real. Los
cardenales son descoloridas flores de azul y amarillo que me torturan al tocarlos y
curan lentamente.
Adam no está en ningún lugar.
Estoy sola en un bloque de soledad, 4 paredes de no más de 3 metros en cada
dirección, el único aire se mueve sigilosamente a través de una pequeña ranura en
la puerta. Acabo de comenzar a aterrorizarme con mi imaginación cuando la
pesada puerta metálica se abre. Un guarda con 2 rifles colgando a través de su
pecho me mira de arriba abajo.
—Levántate
Esta vez no dudo.
Espero que Adam, al menos, esté seguro. Espero que no vaya a finalizar de la
misma manera que yo.
—Sígueme. —La voz del guarda es densa y profunda, sus ojos grises ilegibles. Luce
sobre los 25 años de edad, el pelo rubio se recorta cerca de su coronilla, las mangas
de su camisa enrolladas hasta sus hombros, tatuajes militares serpenteando su
antebrazo hacia arriba, justo como el de Adam.
Oh.
Dios.
No.
Adam entra por la puerta detrás del rubio y hace un gesto con su arma hacia la
estrecha pared.
—Muévete.
M
41
Adam está apuntando un arma hacia mi pecho.
Adam está apuntando un arma hacia mi pecho.
Adam está apuntando un arma hacia mi pecho.
Sus ojos me resultan extraños, perdidos y distantes, muy, muy lejos.
No soy nada, sino novocaína1. Estoy entumecida, un mundo de nada, todo
sentimiento y emoción se ha ido para siempre.
Soy un susurro que nunca existió.
Adam es un soldado. Adam quiere que muera.
Le observo abiertamente ahora, cada sensación amputada, mi dolor un grito
distante desconectado de mi cuerpo. Mis pies se mueven hacia delante según su
petición; mis labios permanecen cerrados porque nunca habrá palabras para este
momento.
La muerte sería una bienvenida liberadora de estas alegrías mundanas que he
conocido. No sé cuánto tiempo he estado caminando antes de que otro golpe me
paralice. Parpadeo contra la luminosidad de la luz que no he visto en tanto tiempo.
—Juliette Ferrari. —Una voz detona mi nombre. Hay una pesada bota presionada
en mi espalda y no puedo levantar mi cabeza para distinguir quien está
hablándome—. Weston, atenúa las luces y libérala. Quiero ver su cara. —El
comandante es sereno y fuerte como el acero, peligrosamente relajado, poderoso
sin esfuerzo.
La luminosidad es reducida a un nivel que soy capaz de tolerar. La impresión de la
bota es tallada en mi espalda, pero no se establece por más tiempo en mi piel.
Levanto mi cabeza y observo.
Soy inmediatamente golpeada por su juventud. No puede ser mucho mayor que yo.
Es obvio que está a cargo de algo, aunque no tengo idea de qué. Su piel es
impecable, sin manchas, la línea de su mandíbula afilada y fuerte. Sus ojos son la
más pálida tonalidad de esmeralda que he visto.
Es bello.
Su deshonesta sonrisa es calculadamente malvada.
Está sentado en lo que él imagina que es un trono, pero no es nada más que una
silla delante de una habitación vacía. Su traje está perfectamente planchado, su
pelo expertamente peinado, sus soldados, los guardaespaldas ideales.
Le odio.
1 Novocaína: polvo blanco derivado de la cocaína, muy soluble, que se emplea como anestésico.
42
—Eres tan terca. —Sus ojos verdes eran casi translúcidos—. Nunca quieres
cooperar. Ni siquiera jugarías con tu compañero de celda.
Me encojo sin pretenderlo. La quemadura de la traición enrojece mi cuello.
“Ojos verdes” se ve inesperadamente divertido, y yo, de repente, mortificada.
—Bueno, ¿no es esto interesante? —Chasquea sus dedos—. Ken, te adelantarías, por
favor.
Mi corazón detiene su latido cuando Adam aparece en escena. Kent. Su nombre es
Adam Kent.
Ardo en llamas de la cabeza a los dedos de los pies. Adam flanquea a “Ojos verdes”
en un instante, pero sólo ofrece un seco asentimiento de su cabeza como saludo.
Quizás el líder no es tan importante como piensa.
—Señor —dice él.
Demasiados pensamientos se están enmarañando en mi cabeza y no puedo desatar
la locura que los anuda juntos. Debería haberlo sabido. Había oído rumores de
soldados viviendo entre la gente en secreto, denunciando a las autoridades si veían
cosas sospechosas. Cada día desparecía gente. Nadie volvía nunca.
Aunque aún no puedo entender por qué Adam fue enviado para espiarme.
—Parece que has dejado una profunda impresión en ella.
Entorno los ojos más cerca hacia el hombre de la silla, sólo para darme cuenta de
que su traje ha sido adornado con diminutos parches de colores. Méritos militares.
Su último nombre está grabado en la solapa: Warner.
Adam no dice nada. No mira en mi dirección. Su cuerpo está rígido, 1,80 metros de
maravillosos músculos magros, su perfil fuerte y estable. Los mismos brazos que
sostuvieron mi cuerpo son ahora pistoleras para armas letales.
—¿No tienes nada qué decir? —Warner mira a Adam sólo para inclinar su cabeza en
mi dirección, sus ojos bailando a la luz, claramente divertidos.
Adam tensa su mandíbula.
—Señor.
—Por supuesto. —Warner está de repente aburrido—. ¿Por qué debería esperar que
tuvieras algo que decir?
—¿Vas a matarme? —Las palabras escapan de mis labios antes de que tenga la
oportunidad de pensarlas y el arma de alguien se cierra de golpe sobre mi columna
de nuevo. Caigo al suelo con un roto gimoteo, resoplando en el mugriento suelo.
43
—Eso no era necesario, Roland. —La voz de Warner está saturada de un fingido
desagrado—. Supongo que te estarás preguntando la misma cosa que si yo estuviera
en tu posición. —Una pausa—. ¿Juliette?
Me las arreglo para levantar mi cara.
—Tengo una proposición para ti.
44
Capítulo 9 Traducido por Maia8
Corregido por tamis11
o estoy segura de estar oyéndole correctamente.
—Tienes algo que quiero. —Warner está todavía mirándome.
—No lo entiendo —le digo.
Él toma una profunda respiración y se levanta para pasear a lo largo de la
habitación. Adam no ha sido despedido todavía.
—Eres el tipo de proyecto personal mío.
Warner se sonríe.
—He estudiado tus grabaciones durante mucho tiempo.
No puedo soportar sus pomposos y autosatisfechos aires. Quiero romper la sonrisa
de su cara, Warner para de caminar
—Te quiero en mi equipo.
—¿Qué? —Un roto susurro de sorpresa.
—Estamos en medio de una guerra —dice un poco impacientemente—. Quizás
puedas resolver el rompecabezas.
—Yo no...
—Conozco tu secreto, Juliette. Sé por qué estás aquí. Toda tu vida está
documentada en grabaciones hospitalarias, quejas a las autoridades, desordenados
pleitos, demandas públicas para tenerte encerrada. —Su pausa me da el tiempo
suficiente para ahogar el horror atascado en mi garganta—. Lo he estado
considerando durante mucho tiempo, pero quería asegurarme de que de verdad no
fueras una psicótica. El aislamiento no fue exactamente un buen indicador, aunque
te valiste por ti misma bastante bien. —Me ofrece una sonrisa que dice que debería
estar agradecida por su alabanza—. Envié a Adam a quedarse contigo como
precaución final. Quería asegurarme de que no fueras volátil, de que eras capaz de
la interacción y comunicación humana básica. Debo decir que estoy bastante
satisfecho con los resultados.
Alguien está rasgando mi piel.
N
45
—Adam, según parece, hizo su parte bastante excelentemente. Es un buen soldado.
Uno de los mejores, de hecho. —Warner le dispara una mirada antes de
sonreírme—. Pero no te preocupes, no sabe lo que eres capaz de hacer. No todavía,
de todas maneras.
Detengo el pánico, me trago la agonía, me suplico no mirar en su dirección, pero
fallo, fallo, fallo. Adam encuentra mis ojos en la misma fracción de segundo que
encuentro los suyos, pero mira hacia otro lado tan rápidamente que no estoy segura
de si me lo imaginé.
Soy un monstruo.
—No soy tan cruel como piensas —continúa Warner, con un timo musical en su
voz—. Si eres tan cariñosa en su compañía, puedo hacer esto... —Hace señas entre
Adam y yo—... un trabajo permanente
—No —exhalo.
Warner curva sus labios en una despreocupada sonrisa.
—Oh, sí. Pero se cuidadosa, chica linfa. Si haces algo mal... tendrá que dispararte.
Hay cortadores de alambre tallando agujeros en mi corazón. Adam no reacciona a
nada, dice Warner.
Él está haciendo su trabajo.
Soy un número, una misión, un objeto fácilmente reemplazable; no soy ni un
recuerdo en su mente.
No soy nada.
No esperaba que su traición me enterrara tan profundo
—Si aceptas mi oferta, —Warner interrumpe mis pensamientos—, vivirás como yo
lo hago. Serás una de nosotros, y no una de ellos. Tu vida cambiará para siempre
—¿Y si no acepto? —pregunto, atrapando mi voz antes de que se raje por el miedo.
Warner se ve genuinamente decepcionado. Sus manos son estrechadas con
consternación.
—Realmente no tienes elección. —Presiona sus labios juntos—. Pero, ¿y si eliges
desobedecer? Bueno, creo que te ves bastante más bonita con todas las partes de tu
cuerpo intactas, ¿no lo crees?
Estoy respirando tan fuerte que mi cuerpo se está moviendo.
—¿Quieres que torture a gente para ti?
Su cara rompe en una brillante sonrisa.
—Eso sería maravilloso. El mundo está sangrando.
46
No tengo tiempo para formular una respuesta antes de que se gire hacia Adam.
—Muéstrale lo que se está perdiendo, ¿lo harías?
Adam responde un latido demasiado tarde.
—¿Señor?
—Es una orden, soldado. —Los ojos de Warner están dirigidos hacia mí, sus labios
se mueven ligeramente con un reprimido divertimento—. Me gustaría romper esta.
Ella es un poco demasiado luchadora para su propio bien
—No puedes tocarme —suelto a través de mis dientes apretados.
—Incorrecto —dice con voz cantarina. Le tira a Adam un par de guantes negros—.
Vas a necesitar estos.
—Eres un monstruo. —Mi voz es incluso llana, mi cuerpo llenado con una repentina
rabia—. ¿Por qué sólo no me matas?
—Eso, cariño, sería un desperdicio. —Camina hacia delante y me doy cuenta de que
sus manos están cuidadosamente enfundadas en guantes de cuero. Lleva mi
mentón hacia arriba con un dedo—. Además, sería demasiado vergonzoso perder
una cara tan bonita.
Intento apartar mi cuello de él, pero las mismas botas con punta de acero se cierran
de golpe sobre mi columna y Warner atrapa mi cara en su agarre. Reprimo un grito.
—No te retuerzas, mi amor. Sólo harás las cosas más difíciles para ti.
—Espero que te pudras en el infierno.
Warner flexiona su barbilla. Sujeta una mano para detener a alguien de
dispararme, pateando mi bazo, abriéndome el cráneo a grietas, no tengo ni idea.
—Eres una luchadora en el equipo equivocado. —Se levanta, erguido—. Pero
podemos cambiar eso. Adam —llama—, no le permitas estar fuera de tu vista. Está
a tu cargo ahora.
—Sí, señor.
47
Capítulo 10
Traducido por rodoni Corregido por hanna
dam se pone los guantes, pero no me toca.
―Déjala arriba, Roland. Me encargo desde aquí.
La bota desaparece. Lucho por mis pies y miro a la nada. No voy a pensar
en el horror que me espera. Alguien patea la parte trasera de mis rodillas y estoy a
punto de tropezar en el suelo.
―Ponte en marcha ―gruñe una voz por detrás. Miro hacia arriba y me doy cuenta
que Adam ya está caminando. Se supone que debo seguirlo.
Sólo una vez que estamos de vuelta en la ceguera familiar de los pasillos del asilo,
deja de caminar.
―Juliette. ―Una palabra suave y mis articulaciones están hechas de aire.
Yo no le contesto.
―Toma mi mano ―dice.
―Nunca. ―Me las arreglo entre bocados y bocados de oxígeno―. Jamás.
Un profundo suspiro. Lo siento moverse en la oscuridad y pronto su cuerpo está
demasiado cerca demasiado desarmado cerca del mío. Su mano está en lo bajo de
mi espalda y me guía por los pasillos hacia un destino desconocido. Cada
centímetro de mi piel se ruboriza. Tengo que mantenerme en posición vertical para
evitar caer hacia atrás en sus brazos.
La distancia que caminamos es mucho más larga de lo que esperaba. Cuando Adam
finalmente habla, sospecho que estamos cerca del final.
―Vamos a ir al exterior ―dice cerca de mi oído. Tengo cerrados mis puños para
controlar las emociones que tropiezan en mi corazón. Estoy casi demasiado
A
48
distraída por la sensación de su voz para comprender el significado de lo que está
diciendo―. Pensé que debías saberlo.
Una gran bocanada de aire es mi única respuesta. No he estado fuera en casi un
año. Estoy dolorosamente emocionada, pero no he sentido en mi piel la luz natural
en tanto tiempo que no sé si voy a ser capaz de manejar la situación. No tengo otra
opción.
El aire me golpea en primer lugar.
Nuestra atmósfera tiene poco que presumir, pero después de tantos meses en un
rincón concreto, incluso el oxígeno de nuestra Tierra muriéndose sabe como a
cielo. No puedo respirar lo suficientemente rápido. Puedo llenar mis pulmones con
el sentimiento, me paro entre la brisa ligera y agarro un puñado de viento que teje
su camino a través de mis dedos.
Dichosa diferencia a todo lo que he conocido.
El aire es fresco y frío. Un refrescante baño tangible y nada más que las picaduras
de mis ojos y los gritos de mi piel. El sol está alto hoy en día, cegador como si
reflejara pequeñas manchas de nieve, manteniendo la tierra congelada. Mis ojos
son empujados hacia abajo por el peso de la brillante luz y no puedo ver a través de
las dos ranuras, pero los cálidos rayos lavan mi cuerpo como una chaqueta
equipada a mi forma, como el abrazo de algo más grande que el de un ser humano.
Podría detenerme en este momento para siempre. Por todo un segundo, me siento
libre.
El toque de Adam me devuelve a la realidad. Estoy a punto de saltar de mi piel y me
agarro de la cintura. Tengo que rogarle a mis huesos que dejen de temblar.
―¿Estás bien? ―Sus ojos me sorprenden. Son los mismos que recuerdo, azules y
sin fondo, como la parte más profunda del océano. Sus manos son suaves tan
suaves a mí alrededor.
―No quiero que me toques ―mentí.
―No tienes otra elección. ―Él no me miraba.
―Siempre tengo una opción.
Se pasa la mano por su pelo y traga nada en la garganta.
49
―Sígueme.
Estamos en un espacio en blanco, un vacío acre lleno de hojas secas y árboles
muriendo que toman pequeños sorbos de la nieve derretida en el suelo. El paisaje
ha sido devastado por la guerra y abandonado y aún así es la cosa más hermosa
que he visto en mucho tiempo. Los soldados que entran se detienen para mirar
como Adam abre la puerta de un auto para mí.
No es un auto. Es un tanque.
Me quedo mirando el masivo cuerpo de metal e intento subir por mí misma por un
lado cuando Adam de repente se para detrás de mí. Me iza por la cintura y yo jadeo
mientras me sienta en el asiento.
Pronto estamos conduciendo en silencio y no tengo ni idea de hacia dónde nos
dirigimos.
Estoy mirando todo por la ventana.
Estoy comiendo y bebiendo y absorbiendo cada detalle infinitesimal de los
escombros en el horizonte, en las casas abandonadas y pedazos rotos de metal y el
vidrio que rocían en el paisaje. El mundo se ve desnudo, despojado de vegetación y
calor. No hay señales de la calle, no hay señales de stop, no hay necesidad de
cualquiera. No hay transporte público. Todo el mundo sabe que los coches son
fabricados por una sola empresa y se venden a una ridícula tasa.
A muy pocas personas se les permite una vía de escape.
Mis padres La población en general se ha distribuido a través de lo que queda del
país. Edificios industriales forman la columna vertebral del paisaje: altas cajas
rectangulares de metal repletas de maquinaria. Las máquinas destinadas a
fortalecer el ejército, a fortalecer el restablecimiento, a destruir en masivas
cantidades la civilización humana.
Carbón/Fuego/Acero
Gris/Negro/Plata
Humeantes colores manchados en el horizonte que gotean en el lodo que solía ser
la nieve. La basura se amontona en pilas desordenadas en todas partes, manchas
amarillentas de hierba se asoman por debajo de la devastación.
50
Casas tradicionales de nuestro viejo mundo han sido abandonadas con ventanas
rotas, techos colapsados, pintura roja y verde y azul borrada en tonos apagados
para adaptarse mejor a nuestro brillante futuro. Ahora veo los compuestos
descuidadamente construidos en la tierra devastada y empiezo a recordar.
Recuerdo cómo se suponía que tenía que ser temporal.
Recuerdo los pocos meses antes de que estuviera encerrada cuando habían iniciado
la construcción de estos. Esos cuartos pequeños y fríos que serían suficiente sólo
hasta que descubrieran todos los detalles de este nuevo plan, es lo que el
Restablecimiento había dicho. Sólo hasta que todos estuvieran sometidos. Sólo
hasta que la gente dejase de protestar y se diera cuenta de que este cambio era
"bueno" para ellos, "bueno" para sus hijos, "bueno" para su futuro.
Recuerdo que había reglas.
No más imaginación peligrosa, no más medicamentos recetados. Una nueva
generación formada por sólo los individuos sanos que se sostienen. Los enfermos
deben ser guardados bajo llave. El viejo debe ser desechado. La problemática se
debe dar a los asilos. Sólo los fuertes deben sobrevivir.
Sí.
Por supuesto.
No más lenguas tontas y estúpidas historias y estúpidas pinturas colocadas por
encima de las estúpidas chimeneas. No más Navidad, no más Hanukkah, no más
Ramadán y Diwali. No hablar de religión, de creencias, de convicciones personales.
Las convicciones personales fueron las que casi nos mataron a todos, es lo que ellos
dicen.
Convicciones, prioridades, preferencias, prejuicios e ideologías nos dividen. Nos
engañan. Nos destruyen.
Necesidades egoístas, pertenencias y deseos necesarios deben ser borrados. La
codicia, el exceso y la gula tenían que ser borradas de la conducta humana. La
solución estaba en el autocontrol, en el minimalismo, en las condiciones de vida
dispersas; un lenguaje sencillo y un diccionario nuevo lleno de palabras que todo el
mundo entendería.
Estas cosas nos salvarían, salvarían a nuestros niños, salvarían a la raza humana, es
lo que dijeron.
51
Restablecer la igualdad. Restablecer la Humanidad. Restablecer la esperanza,
curación y felicidad.
¡NOS SALVARÁ!
¡NOS UNIRÁ!
¡RESTABLECER LA SOCIEDAD!
Los carteles seguían pegados en las paredes.
El viento azota sus restos destrozados, pero los signos están decididamente fijos,
ondeando contra las estructuras de acero y hormigón a las que están pegados.
Algunos todavía están pegados a los postes de la derecha de la tierra, los altavoces
ya colocados en la parte superior. Altavoces que alertan a las personas, sin duda, de
los peligros inminentes que les rodean.
Pero el mundo está inquietantemente tranquilo.
Los peatones pasan, deambulando a lo largo del frío tiempo gélido para trabajar en
la fábrica y encontrar alimento para sus familias. La esperanza en este mundo
sangra por el cañón de una pistola.
En realidad, nadie se preocupa por el concepto nunca más.
La gente solía buscar la esperanza. Creían que las cosas podían mejorar. Querían
creer que podían volver a preocuparse por los chismes y vacaciones e ir a fiestas en
las noches de los sábados, por lo que el Restablecimiento prometía un futuro
demasiado perfecto para ser posible y la sociedad estaba demasiado desesperada
para no creer. Nunca se dieron cuenta que estaban renunciando a sus almas por un
grupo de planificación que aprovechó su ignorancia. Su miedo.
La mayoría de los civiles están demasiado petrificados para protestar, pero hay
otros que son más fuertes. Hay otros que están esperando el momento oportuno.
Hay otros que ya han comenzado a luchar.
Espero que no sea demasiado tarde para defenderse.
Puedo estudiar todas las ramas temblando, cada soldado imponente, todas las
ventanas que puedo contar. Mis ojos son 2 carteristas profesionales, captando todo
lo posible para guardarlo en mi mente.
52
Pierdo la noción de los minutos que pisoteamos.
Nos detenemos a una estructura 10 veces más grande que el asilo y
desconfiadamente cerca de la civilización. Desde fuera parece un edificio anodino,
discreto en todos los sentidos, salvo por su tamaño, las losas grises de acero que
comprenden 4 paredes planas, ventanas agrietadas y rotas en los 15 pisos. Es triste
y no tiene ninguna marca, ninguna insignia, ninguna prueba de su verdadera
identidad.
Un cuartel general político camuflado entre las masas.
El interior del tanque es un complicado lío de botones y palancas en el que estoy
perdida como para operar, y Adam está abriendo mi puerta antes de que tenga la
oportunidad de identificar las piezas. Sus manos están en su lugar alrededor de mi
cintura y mis pies están firmemente en el suelo, pero mi corazón late con tanta
fuerza que estoy segura de que él lo puede oír. No se ha permitido alejarse.
Miro hacia arriba.
Sus ojos están apretados, la frente fruncida, sus labios sus labios sus labios son 2
piezas de frustración forjados juntos.
Doy un paso atrás y 10,000 pequeñas partículas se rompen entre nosotros. Baja la
mirada. Se da vuelta. Inhala y 5 dedos de una mano forman un puño voluble.
―Por aquí. ―Él asiente hacia el edificio.
Lo sigo al interior.
53
Capítulo 11
Traducido por Rodoni Corregido por tamis11
stoy tan preparada para el horror inimaginable que la realidad es casi peor.
El dinero sucio gotea de las paredes, un año de suministros de alimentos
desperdiciados en el suelo de mármol, cientos de miles de dólares en ayuda
médica vertidos en muebles de lujo y alfombras persas. Siento el calor artificial que
entra por las rejillas de ventilación y pienso de los niños gritando por agua limpia.
Me acerco a través de lámparas de cristal y escucho a las madres pidiendo
clemencia. Veo un mundo superficial existente en el de la aterrorizante realidad y
no puedo moverme.
No puedo respirar.
Muchas personas debieron haber muerto para sostener este lujo. Así que mucha
gente tuvo que perder sus hogares, a sus hijos y sus últimos 5 dólares en el banco
por promesas, promesas, promesas tantas promesas para salvarlos de sí mismos.
Nos lo prometieron, el Restablecimiento nos prometió la esperanza de un futuro
mejor. Dijeron que iban a arreglar las cosas, nos dijeron que nos ayudarían a
volver al mundo que conocíamos, el mundo con salidas al cine y bodas en
primavera y baby showers. Dijeron que iban a devolvernos nuestras casas, nuestra
salud, nuestro futuro sostenible.
Sin embargo, lo robaron todo.
Se lo llevaron todo. Mi Vida. Mi futuro. Mi cordura. Mi libertad.
Llenaron nuestro mundo con armas destinadas al frente y sonrieron mientras
disparaban 16 velas directamente a nuestro futuro. Mataron a los suficientemente
fuertes para luchar y encerraron a los fanáticos que no pudieron cumplir sus
expectativas utópicas. La gente como yo.
Aquí está la prueba de su corrupción.
Mi piel suda frío, mis dedos tiemblan con el disgusto, mis piernas no pueden
soportar los residuos los residuos los residuos los egoístas residuos en estas 4
paredes. Estoy viendo el color rojo por todas partes. La sangre de los cuerpos
E
54
salpicada contra las ventanas, derramada a través de las alfombras, goteando desde
las lámparas de araña.
―Juliette...
Me rompo.
Estoy de rodillas con mi cuerpo agrietado por el dolor que he tragado tantas veces,
agitada por los sollozos que ya no puedo reprimir, mi dignidad se disuelve en
lágrimas, la agonía de la semana pasada me rasga la piel a tiras.
Ni siquiera puedo respirar.
No puedo captar el oxígeno a mi alrededor y estoy agitando mi camisa y oigo voces
y veo caras que no reconozco, susurros de palabras maliciosas perdiéndose por la
confusión, pensamientos revueltos tantas veces que no sé si estoy aún consciente.
No sé si oficialmente he perdido la mente.
Estoy en el aire. Soy un saco de plumas en sus brazos y él está apartando a los
soldados agrupados alrededor para echar un vistazo a la conmoción y por un
momento no me importa que no quiera esto más. Quiero olvidar que se supone que
debo odiarlo, que me ha traicionado, que está trabajando para las mismas personas
que están tratando de destruir lo poco que queda de la humanidad y mi cara está
enterrada en el suave material de su camisa y mi mejilla se aprieta contra su pecho
y él huele como a fuerza y valentía y un mundo ahogado en la lluvia. Yo no quiero
que nunca nunca nunca nunca deje de lado mi cuerpo. Me gustaría poder tocar su
piel, me gustaría que no hubiera ninguna barrera entre nosotros.
La realidad me golpea en la cara.
La mortificación enturbia mi cerebro, la desesperada humillación nubla mi juicio,
el rojo pinta mi cara, sangra a través de mi piel. Me agarro a su camisa.
―Tú puedes matarme ―le digo―. Tienes armas.
Estoy retorciéndome en su agarre y él aprieta su sujeción alrededor de mi cuerpo.
Su rostro no muestra ninguna emoción, sino un esfuerzo repentino en la
mandíbula, una tensión inconfundible en sus brazos.
―Sólo puedes matarme ―declaro.
―Juliette. ―Su voz es sólida con un borde de desesperación―. Por favor.
Soy insensible de nuevo. Indefensa otra vez. Fusionándose desde dentro, la vida se
filtra fuera de mis extremidades.
55
Estamos de pie delante de una puerta.
Adam tiene una tarjeta llave y la desliza contra un panel negro de vidrio provisto en
el pequeño espacio junto al mango, y la puerta de acero inoxidable se desliza fuera
de lugar. Entramos en el interior.
Estamos solos en una habitación nueva.
―Por favor, no me sueltes bájame ―le digo.
Hay una cama doble en el centro del espacio, una exuberante alfombra adorna el
piso, un armario empotrado en la pared, lámparas brillantes en el techo. La belleza
está tan contaminada que no puedo soportar verla. Adam gentilmente me baja al
suave colchón y da un pequeño paso hacia atrás.
―Te estarás quedando aquí por poco tiempo, creo. ―Es todo lo que dice.
Aprieto los ojos cerrados. No quiero pensar en la inevitable tortura que me espera.
―Por favor ―le digo―, me gustaría que me dejaran sola.
Un profundo suspiro.
―Eso no es exactamente una opción.
―¿Qué quieres decir? ―Me giro hacia él.
―Tengo que verte, Juliette ―Él dice que mi nombre como un susurro. Mi corazón
mi corazón mi corazón―. Warner quiere que entiendas qué te está ofreciendo, pero
sigues siendo considerada… una amenaza. Él te ha puesto a mi cargo. No me puedo
ir.
No sé sí estar encantada u horrorizada. Estoy horrorizada.
―¿Tienes que vivir conmigo?
―Vivo en el cuartel al extremo opuesto de este edificio. Con los otros soldados.
Pero, sí ―Se aclara la garganta. No me está mirando―, me mudaré
Hay un dolor en la boca de mi estómago que es corrosivo por los nervios. Quiero
odiarlo y juzgarlo y gritar por siempre, pero estoy cayendo porque todo lo que veo
es un chico de 8 años, que no recuerda que él solía ser la persona más amable que
he conocido.
No quiero creer que esto está sucediendo.
Cierro los ojos y meto mi cabeza en mis rodillas.
56
―Tienes que vestirse ―dice después de un momento.
Levanto mi cabeza. Parpadeo hacia él ya que no puedo entender lo que está
diciendo.
―Estoy vestida.
Se aclara la garganta otra vez, pero trata de ser silencioso al respecto.
―Hay un baño por aquí.
Él señala. Veo una puerta conectada a la sala y estoy repentinamente curiosa. He
oído historias acerca de personas, con baños en sus habitaciones. Supongo que no
son exactamente en el dormitorio, pero están lo suficientemente cerca. Me deslizo
fuera de la cama y sigo su dedo. En cuanto abro la puerta, vuelve a hablar:
―Puedes ducharte y cambiarte aquí. El baño… es el único lugar donde no hay
cámaras ―añade, su voz apagándose.
Hay cámaras en mi habitación.
Por supuesto.
―Puedes encontrar ropa allí. ―Asiente hacia el ropero, de repente, se ve
incómodo.
―¿Y no te puedes ir? ―pregunto.
Se frota la frente y se sienta en la cama. Suspira.
―Hay que prepararse. Warner te estará esperando para la cena.
―¿La cena? ―Mis ojos son del tamaño de la luna.
Adam se ve sombrío.
―Sí.
―¿Él no va a hacerme daño? ―Estoy avergonzada por el alivio en mi voz, la tensión
inesperada que he puesto en libertad, el miedo que no sabía que albergaba―. ¿Va a
darme una cena? Me muero de hambre mi estómago es un torturado pozo de
hambre Tengo tanta hambre tanta hambre tanta hambre que no puedo ni siquiera
imaginar cómo debe saber la verdadera comida.
La cara de Adam es inescrutable otra vez.
―Debes darte prisa. Puedo mostrarte cómo funciona todo.
57
No tengo tiempo para protestar antes de que esté en el baño y le sigo a su interior.
La puerta sigue abierta y está de pie en medio del pequeño espacio, de espaldas a
mí y no puedo entender por qué.
―Ya sé cómo usar el baño ―le digo.
Yo vivía en una casa normal. Solía tener una familia.
Se da la vuelta muy, muy lentamente y me entra el pánico. Por fin, levanta la
cabeza, pero sus ojos se están lanzando en todas direcciones. Cuando me mira con
sus ojos como flechas, su frente está apretada. Su mano derecha se curva en un
puño y la mano izquierda levanta un dedo a los labios. Me está diciendo que me
calle.
Cada órgano de mi cuerpo cae al suelo.
Sabía que algo iba a venir, pero no sabía que sería Adam. No creía que fuera a ser el
que me hiciera daño, me torturara, me haría desear la muerte más que antes. Ni
siquiera me doy cuenta de que estoy llorando hasta que escucho un gemido y siento
el flujo de las lágrimas en silencio por mi cara y estoy tan avergonzada tan
avergonzada tan avergonzada de mi debilidad, pero a una parte de mí no le
importa. Estoy tentada a rogar, a pedir misericordia, a robar su arma y a
dispararme a mí misma primero. La dignidad es lo único que me queda.
Parece registrar mi histeria repentina, porque sus ojos se abren y su boca se cae al
suelo.
―No, Dios, Juliette, no soy…
Jura en voz baja. Golpea su puño contra la frente y se aparta, suspirando
profundamente, caminando en la longitud del pequeño espacio. Jura de nuevo.
Sale por la puerta y no mira hacia atrás.
58
Capítulo 12 Traducido por Rodoni
Corregido por LadyPandora
inco minutos completos en las tuberías de agua caliente, dos pastillas de
jabón que olían a lavanda, una botella de champú destinada sólo para el
pelo, y el toque suave de las toallas de felpa, me atrevo a envolverlas
alrededor de mi cuerpo y empiezo a comprender.
Ellos quieren que me olvide.
Ellos piensan que pueden lavar mis recuerdos, mis lealtades, mis prioridades con
alguna comida caliente y una habitación con vistas. Creen que soy fácilmente
adquirida.
Warner no parece entender que crecí con nada y no lo odio. No quería ropa o
zapatos perfectos o una costosa vida, nada. No quería ser envuelta en seda. Lo
único que quería era llegar y tocar a otro ser humano, no sólo con mis manos, sino
con mi corazón. Vi el mundo y su falta de compasión, su duro juicio, sus
juzgamientos, y sus ojos fríos y resentidos. Lo vi a mí alrededor.
Tuve mucho tiempo para escuchar.
Para mirar.
Para estudiar a las personas, lugares y posibilidades. Todo lo que tenía que hacer
era abrir los ojos. Todo lo que tenía que hacer era abrir un libro, para ver las
sangrantes historias de página en página. Para ver los recuerdos grabados en papel.
Pasé mi vida metida entre las páginas de los libros.
En ausencia a las relaciones humanas, formé vínculos con los personajes del papel.
He vivido el amor y la pérdida a través de los artículos enlazados en la historia,
experimenté la adolescencia por asociación. Mi mundo es una red entretejida de
palabras, tendida de rama a rama, cada hueso con tendones, pensamientos e
imágenes de todos los puntos. Soy un ser compuesto de letras, un personaje creado
por sentencias, producto de la imaginación formado a través de la ficción.
C
59
Ellos quieren eliminar todos los puntos de puntuación de mi vida en esta tierra y no
creo poder permitir que eso suceda.
Me pongo de nuevo mi ropa vieja y entro de puntillas en el dormitorio sólo para
descubrir que lo abandonaron. Adam se ha ido a pesar de que dijo que se quedaría.
No lo entiendo, no entiendo sus acciones, no entiendo mi decepción. Ojalá no me
gustara la frescura de mi piel, la sensación de estar perfectamente limpia después
de tanto tiempo, no entiendo por qué todavía no me he mirado en el espejo, por
qué tengo miedo de lo que voy a ver, por qué no estoy segura si voy a reconocer la
cara que puede mirarme.
Abro el armario.
Está lleno de vestidos, zapatos, camisas, pantalones y ropa de todo tipo, colores tan
vivos que me lastimaban los ojos, de material que sólo he oído hablar, del tipo que
tengo casi miedo de tocar. Los tamaños son ideales, demasiado perfectos.
Han estado esperando por mí.
El cielo está lloviendo ladrillos directamente a mi cráneo.
He sido descuidada al abandonar el ostracismo y arrastrarme de mi casa. Me han
empujado, probado y lanzado a una celda. He sido estudiada. He estado muerta de
hambre. He estado tentada con la amistad solo para ser traicionada y dejada
atrapada en esta pesadilla de la que esperan que esté agradecida. Mis padres. Mis
maestros. Adam. Warner. El restablecimiento. Soy prescindible para todos ellos.
Ellos piensan que soy una muñeca que pueden vestir y cambiar de postura.
Pero se equivocan.
―Warner te está esperando.
Doy la vuelta y caigo de nuevo contra el armario, empujándolo a cerrarse en la
locura del pánico agarrando mi corazón. Me fijo y plego mi miedo cuando veo a
Adam de pie en la puerta. Su boca se mueve por un momento, pero no dice nada.
Finalmente, da un paso adelante tan cerca que casi esta tan cerca como para
tocarlo.
Llega más allá de mí para volver a abrir la puerta que oculta cosas que me da
vergüenza saber que existen.
―Todo esto es para ti ―dice sin mirarme, los dedos tocando el dobladillo de un
vestido púrpura, de un color ciruela lo suficientemente buena para comer.
―Ya tengo ropa. ―Mis manos suavizan las arrugas en mi traje sucio y andrajoso.
60
Finalmente, decide mirarme, pero cuando lo hace sus cejas se levantan, sus ojos
parpadean y se congelan y sus labios se abren por la sorpresa. Me pregunto si
hubiera lavado una cara nueva para mí y me ruborizo con la esperanza de que no
esté disgustado por lo que pueda ver. No sé por qué me importa.
Deja caer su mirada. Toma una respiración profunda.
―Voy a estar esperando afuera.
Me quedo mirando el vestido púrpura con las huellas dactilares de Adam, estudio
el interior del armario durante sólo un momento antes de abandonarlo. Trazo
ansiosos dedos a través de mi pelo mojado y me armo de valor.
No soy propiedad de nadie.
Y no me importa como Warner quiere que luzca.
Salgo fuera y Adam me mira por un pequeño segundo. Se frota la parte posterior de
su cuello y no dice nada. Sacude la cabeza. Empieza a caminar.
No me toca y no lo debería notar, pero lo hago. No tengo ni idea de qué esperar, no
tengo ni idea de lo que será mi vida mientras esté en este nuevo lugar y estoy
siendo clavada en el estómago por cada adorno exquisito, todos los lujosos
accesorios, cada pintura superflua, piezas fundidas, la iluminación, la coloración de
este edificio. Espero que todo se prenda fuego.
Sigo a Adam por un largo pasillo alfombrado a un ascensor hecho enteramente de
vidrio. Pasa la misma tarjeta llave que utilizó para abrir mi puerta y damos un paso
al interior. Ni siquiera me doy cuenta de que había tomado un ascensor para llegar
a estos pisos. Me doy cuenta que debí haber hecho una escena horrible cuando
llegué y estoy casi feliz.
Espero decepcionar a Warner en todas las formas posibles.
El comedor es lo suficientemente grande como para alimentar a miles de
huérfanos. En cambio, hay 7 mesas de banquete cubiertas por la habitación, de
seda azul propagándose a través de los tableros de la mesa, jarrones de cristal
llenos de orquídeas y lirios Stargazer y copas de cristal llenas de gardenias. Es
encantador. Me pregunto de dónde sacaron las flores. No debe ser real. No sé cómo
podría ser real. No he visto flores verdaderas en años.
Warner se coloca en la mesa directamente en el centro, sentado a la cabeza. Tan
pronto como él me ve a Adam se pone de pie. Toda la sala se para a su vez.
61
Me doy cuenta casi de inmediato que hay un asiento vacío a ambos lados de él y no
tengo intención de dejar de moverme, pero lo hago. Hago un inventario rápido de
los asistentes y no puede contar con cualquier otra mujer.
Adam cepilla la parte baja de mi espalda con 3 dedos y los empujo fuera de mi piel.
Me apresuro hacia adelante y Warner hacia mí. Él saca la silla por su izquierda y
me hace un gesto para que me siente.
Lo hago.
Trato de no mirar a Adam mientras se sienta frente a mí.
―Sabes…. hay ropa en tu armario, querida. ―Warner se sienta junto a mí, la
habitación en sí se sienta y se reanuda con un flujo constante de charla. Se han
vuelto casi en su totalidad hacia mi dirección, pero de alguna manera la presencia
de la cual sólo soy consciente está directamente enfrente de mí. Me concentro en el
plato vacío a sólo 2 centímetros de mis dedos. Dejo caer mis manos en mi regazo.
―Y no tienes que usar esas zapatillas sucias nunca más ―continúa Warner,
robándome otra mirada antes de verter algo en mi copa. Se ve como agua.
Tengo tanta sed que podía sorberla de una sola vez.
No me gusta su sonrisa.
El odio se parece a todo lo demás hasta que sonríe. Hasta que se da vuelta y se
encuentra con los labios y los dientes tallados en la apariencia de algo muy pasivo
para marcar.
―¿Juliette?
Aspiro con demasiada rapidez. La tos se ahoga en el globo de mi garganta.
Sus brillantes ojos verdes miran en mi dirección.
―¿No tienes hambre? ―Palabras sumergidas en dulzura. Su mano enguantada toca
mi muñeca y estoy a punto hacerme un esguince por la prisa de alejarme de él.
Me podría comer a todas las personas en esta sala.
―No, gracias.
Se lame el labio inferior en una sonrisa.
―No hay que confundir la estupidez con valentía, amor. Sé que no has comido nada
en días.
62
Algo en mi paciencia se rompe.
―Realmente preferiría morir antes que comer tu comida y escuchar que me llames
amor ―le digo.
Adam suelta el tenedor.
Warner evita una rápida mirada y cuando mira en mi dirección otra vez sus ojos se
han endurecido. Sostiene la mirada durante unos segundos infinitamente largos
antes de que saque una pistola del bolsillo de su chaqueta. Dispara.
La habitación entera grita a la vez.
Mi corazón está batiendo las alas en contra de mi garganta.
Vuelvo la cabeza muy, muy lentamente para seguir la dirección de la pistola de
Warner sólo para ver que le ha disparado directamente a una especie de carne a
través del hueso. El plato de los alimentos ligeramente se evapora por la habitación,
la comida se acumula a menos de un metro de distancia de los invitados. Disparó
sin mirar siquiera. Podría haber matado a alguien.
Necesito toda mi energía para permanecer muy, muy quieta.
Warner deja caer el arma en mi plato. El silencio le da espacio para resonar por
todo el universo y regresa.
―Elije tus palabras con mucha sabiduría, Juliette. Una palabra mía y tu vida aquí
no será tan fácil.
Parpadeo.
Adam empuja un plato de comida delante de mí, la fuerza de su mirada es como un
atizador al rojo vivo contra mi piel. Miro hacia arriba y él mueve su cabeza el más
mínimo milímetro.
Sus ojos están diciendo, por favor.
Recojo mi tenedor.
Warner no se pierde nada. Se aclara la garganta un poco demasiado fuerte. Se ríe
sin humor mientras corta la carne en su plato.
―¿Tengo que traer a Kent para que haga todo el trabajo por mí?
―¿Cómo dice?
63
―Parece que es el único al que vas a escuchar. ―Su tono es un poco ventoso, pero
su mandíbula se establece sin lugar a dudas. Se gira hacia Adam―. Me sorprende
que no le dijeras que se cambiara de ropa, como te pedí.
Adam se sienta más derecho.
―Lo hice, señor.
―Me gusta mi ropa ―le digo. Me gustaría darle un puñetazo en el ojo, no es como
si no se lo diría.
La sonrisa de Warner se desliza de regreso en su lugar.
―Nadie te preguntó lo que te gusta, amor. Ahora come. Necesito que te veas lo
mejor posible cuando estés parada junto a mí.
64
Capítulo 13 Traducido por Rodoni
Corregido por LadyPandora
arner insiste en acompañarme a mi habitación.
Después de la cena, Adam desapareció con algunos de los otros
soldados. Desapareció sin decir una palabra o dar una mirada en mi
dirección y no tengo ni idea de lo que esperar. Por lo menos, no
tengo nada que perder, salvo mi vida.
―No quiero que me odies ―dice Warner, mientras hacemos nuestro camino hacia
el ascensor―. Sólo soy tu enemigo si quieres que lo sea.
―Siempre vamos a ser enemigos. ―Mi voz se rompe en astillas de hielo. Las
palabras se funden en mi lengua―. Nunca voy a ser lo que quieres que sea.
Warner suspira mientras presiona el botón del ascensor.
―Realmente creo que vas a cambiar de opinión. ―Me mira con una pequeña
sonrisa. Una pena, realmente, esa sonrisa fugaz no debería ser desperdiciada en un
ser humano tan miserable―. Tú y yo, Juliette, ¿juntos? Podríamos ser imparables.
No voy a mirarlo, aunque sienta su mirada tocar cada centímetro de mi cuerpo.
―No, gracias.
Estamos en el ascensor. El mundo está susurrando junto a nosotros y las paredes
de vidrio nos convierten en un espectáculo para todas las personas en cada piso. No
hay secretos en este edificio.
Me toca el codo y me alejo. Dings
―Lo podrías reconsiderar ―dice en voz baja.
―¿Cómo te diste cuenta?
El ascensor suena abriéndose, pero no me muevo. Finalmente, me giro hacia él,
porque no puedo contener mi curiosidad. Estudio sus manos, tan cuidadosamente
enfundadas en cuero, las mangas gruesas, crujientes y largas. Incluso el cuello es
alto y majestuoso. Está impecablemente vestido de la cabeza a los pies y cubierto
W
65
por todas partes, excepto la cara. Incluso si quisiera tocarlo no estoy segura de si
sería capaz de hacerlo. Está protegiéndose a sí mismo.
De mí.
―¿Tal vez una conversación mañana por la noche? ―Él levanta una ceja y me
ofrece su brazo. Finjo no darme cuenta a medida que caminamos por el ascensor y
el pasillo―. Tal vez podrías usar algo bonito.
―¿Cuál es tu nombre? ―le pregunto.
Estamos de pie ante mi puerta.
Se detiene. Sorprendido. Levanta el mentón de manera casi imperceptible.
Enfoca sus ojos en mi cara hasta que empiezo a arrepentirme de mi pregunta.
―¿Quieres saber mi nombre?
No lo hice a propósito, pero mis ojos se redujeron un poco.
―Warner es tu apellido, ¿verdad?
Estuvo a punto de sonreír.
―¿Quieres saber mi nombre?
―No me di cuenta que era un secreto.
Da un paso adelante. Sus labios tiemblan. Sus ojos caen, sus labios dibujan una
respiración fuerte. Deja caer un dedo enguantado por la manzana de mi mejilla.
―Te diré mi nombre, si me dices el tuyo ―susurra, muy cerca de mi cuello.
Retrocedo. Trago saliva.
―Ya sabes mi nombre.
No está mirándome a los ojos.
―Tienes razón. Debo expresarlo de otro modo. Lo que quise decir es que te diré el
mío, si me muestras el tuyo.
―¿Qué? ―Estoy respirando demasiado rápido.
Comienza a quitarse los guantes y me entra el pánico.
―Muéstrame lo que puedes hacer.
66
Aprieto mi mandíbula demasiado fuerte y mis dientes me empiezan a doler.
―No voy a tocarte.
―Eso está bien. ―Tira fuera el otro guante―. No necesariamente necesito tu ayuda.
―No.
―No te preocupes ―dice sonriendo―. Estoy seguro de que no les harás daño a
todos.
―No ―susurro―. No, no lo haré... No puedo...
―Bien ―chasquea Warner―. Eso está bien. No quieres hacerme daño. Estoy
completamente halagado. ―Casi gira sus ojos. Se va por el pasillo. Ve a un soldado.
Le atrae―. ¿Jenkins?
Jenkins es rápido para su tamaño y está a mi lado en un segundo.
―Señor. ―Inclina la cabeza una pulgada a pesar de que él es claramente más alto
que Warner. No puede tener más de veintisiete años: corpulento, robusto,
empaquetado en grandes cantidades. Me dirige una mirada de soslayo. Sus ojos
marrones son más calientes de lo que esperaba que fueran.
―Voy a necesitar que acompañes a la Señorita. Ferrar a las escaleras. Pero cuidado,
es muy poco cooperativa y tratará de liberarse de su agarre. ―Sonríe con
demasiada lentitud―. No importa lo que diga o haga, soldado, no puedes dejarla ir.
¿Queda claro?
Los ojos de Jenkins se amplían, parpadea, sus fosas nasales se hinchan y flexiona
los dedos a los lados. Toma una respiración corta. Asiente con la cabeza.
Jenkins no es un idiota.
Empiezo a correr.
Estoy girando por el pasillo y corro más allá, ante una serie de soldados aturdidos
demasiado asustados para detenerme. No sé lo que estoy haciendo, por qué pensé
en correr, dónde podría ir. Estoy tratando de alcanzar el ascensor aunque sólo sea
porque creo que ganaré tiempo. No sé qué más hacer.
Los comandos de Warner están rebotando en las paredes y noto la explosión en mis
tímpanos. No es necesario que me persiga.
Está poniendo a otros a hacer el trabajo por él.
Los soldados están alineándose frente a mí.
67
A mi lado.
Detrás de mí.
No puedo respirar.
Estoy girando en el círculo de mi propia estupidez, presa del pánico, dolida,
petrificada por el pensamiento de lo que voy a hacerle a Jenkins en contra de mi
voluntad. Lo que él va a hacerme en contra de la suya. Que pasará con los dos a
pesar de nuestras mejores intenciones.
―Ve tras ella ―dice Warner en voz baja. El silencio se ha metido en todos los
rincones de este edificio. Su voz es el único sonido en la habitación.
Jenkins da un paso adelante.
Mis ojos están inundados y los aprieto cerrados. Lentamente, los abro. Parpadeo a
la multitud y encuentro una cara familiar. Adam me está mirando, horrorizado.
La vergüenza ha cubierto cada centímetro de mi cuerpo.
Jenkins me ofrece su mano.
Mis huesos comienzan a doblarse, romperse en sincronía con los latidos de mi
corazón. Me desplomo en el piso, doblándome como una crepe de endeble. Mis
brazos están tan dolorosamente al descubierto en esta desigual camiseta.
―No. ―Tengo una mano tentativa, rogando con los ojos, la mirada fija en el rostro
de este hombre inocente―. Por favor, ¡no! ―Mi voz se rompe―. Tú no quieres
tocarme.
―Nunca dije que lo haría. ―La voz de Jenkins es profunda y constante, llena de
remordimientos.
Jenkins, quien no tiene guantes, ni protección, ni preparación, sin posible defensa.
―Esa fue una orden directa, soldado ―ladra Warner, sacando una pistola de su
espalda.
Jenkins agarra mis brazos.
NO NO NO. Se me corta la respiración.
Mi sangre está creciendo a través de mis venas, corriendo por mi cuerpo como un
río embravecido, olas de calor chapoteando contra de mis huesos. Puedo escuchar
su angustia, puedo sentir la energía salir de su cuerpo, puedo percibir los latidos de
68
su corazón en mis oídos y mi cabeza da vueltas con la descarga de adrenalina que
fortalece mi ser.
Me siento viva.
Desearía que me dañase. Me gustaría que me mutilase. Me gustaría rechazarlo. Me
gustaría odiar la poderosa fuerza envolviéndose alrededor de mi esqueleto.
Pero no lo hago. Mi piel está pulsando con la vida de otra persona y no lo odio.
Me odio a mí misma por disfrutar de ella.
Me gusta la forma en que se siente estar llena de más vida, más esperanza y poder
humano de lo que sabía que fuera capaz de hacer. Su dolor me da un placer que
nunca pedí.
Y él no está dejándome ir.
Pero no está dejándome ir porque no puede. Porque tengo que ser uno para romper
la conexión. Debido a que la agonía lo incapacita. Porque está atrapado en mis
trampas.
Porque soy una Venus atrapamoscas2.
Soy mortal.
Me hecho sobre mi espalda y lo pateo en el pecho, deseándolo lejos de mí,
disponiendo su peso en mi pequeño cuerpo, su cuerpo inerte se desploma contra el
mío.
Estoy de repente gritando y esforzándome por ver más allá de la hoja de lágrimas
que oscurecen mi visión, estoy hipando, histérica, horrorizada por la mirada
congelada en la cara de este hombre, los labios paralizados en silenciosas
exclamaciones a través de sus pulmones.
Me libero y tropiezo hacia atrás. Un mar de inertes soldados están detrás de mí.
Cada rostro está escrito con el asombro y el miedo puro y sin adulterar.
Jenkins está tumbado en el suelo y nadie se atreve a acercarse a él.
―¡Que alguien le ayude! ―grito―. ¡Que alguien le ayude! Necesita un médico,
necesita ser llevado, necesita, él, oh, Dios… ¿Qué he hecho?...
2 Venus atrapamoscas: Planta carnívora en la un insecto atraído por el olor que desprende un néctar
gelatinoso de sus hojas coloreadas, se coloca sobre una de ellas y la hoja "trampa" se estimula inevitablemente. Esta minúscula planta reaccionará y cerrará su hoja sin darle oportunidad a escapar.
69
―Juliette.
―No me toques, no te atrevas a tocarme…
Los guantes de Warner están de vuelta en su lugar y está tratando de acercarme a
él, está tratando suavizar la situación, está tratando de enjugar mis lágrimas y yo
quiero asesinarlo.
―Juliette, necesitas calmarte.
―¡Ayúdalo! ―suplico, cayendo de rodillas, con los ojos pegados a la figura que
yacía en el suelo.
Los otros soldados finalmente se pisan los talones, prudentes, mientras piensan
que podría ser contagioso.
―¡Por favor! ¡Tiene que ayudarlo! Por favor.
―Kent, Curtis, Soledad… ¡Encárguense de esto¡ ―grita Warner a sus hombres
antes de recogerme en sus brazos.
Todavía estoy pateando cuando el mundo se vuelve negro.
70
Capítulo 14 Traducido por Rodoni
Corregido por LadyPandora
l techo se está desvaneciendo dentro y fuera de mi visión.
Mi cabeza está pesada, mi visión borrosa, mi corazón tirante. Hay un
sabor diferente a pánico presentándose en algún lugar debajo de mi
lengua y estoy luchando para recordar de dónde viene. Trato de sentarme
y no puedo entender por qué estaba acostada. Las manos de alguien
están en mis hombros.
―¿Cómo te sientes? ―Warner está mirándome.
De repente, mis recuerdos arden en mis ojos y la cara de Jenkins nada en mi
conciencia y estoy balanceando mis puños y gritando para que Warner se aleje de
mí y tratando de zafarme de su agarre, pero sólo sonríe. Se ríe un poco. Muevo mis
manos al lado de mi torso.
―Bueno, al menos tú estas despierta ―suspira―. Me tuviste preocupado por un
momento.
Trato de controlar mis temblorosas piernas.
―Quita tus manos de mí.
Mueve sus dedos enguantados en frente de mi cara.
―Estoy todo cubierto. No te preocupes.
―Te odio.
―Tanta pasión. ―Se ríe otra vez. Se ve tan tranquilo, tan genuinamente divertido.
Me mira con ojos más suaves de lo que esperaba que fueran.
Me doy la vuelta.
Se pone de pie. Toma una respiración corta.
―Aquí ―dice, alcanzando una bandeja en una mesa pequeña―. Te he traído
comida.
E
71
Tomo ventaja del momento para sentarme y mirar a su alrededor. Estoy acostada
en una cama envuelta en medallas de oro de damasco y sombras borgoñas de la
sangre más oscura.
El suelo está cubierto de una alfombra gruesa, rica en el color de un sol naciente de
verano. Hace calor en esta habitación. Es del mismo tamaño que la que ocupo, su
mobiliario es lo suficientemente estándar: cama, armario, mesas de noche y
lámparas brillantes en el techo. La única diferencia es que hay una puerta adicional
en esta sala y una vela encendida en silencio sobre una pequeña mesa en la
esquina. No he visto el fuego en tantos años que he perdido la cuenta. Tengo que
reprimir el impulso de avanzar y tocar la llama.
Me apoyo contra las almohadas y trato de fingir que no me siento cómoda.
―¿Dónde estoy?
Warner se da la vuelta con un plato con pan y queso. Su otra mano agarra un vaso
de agua. Mira a su alrededor, como si lo viera por primera vez.
―Este es mi cuarto.
Si mi cabeza no fuera a estallar en pedazos, me sentiría tentada a correr.
―Llévame a mi propia habitación. No quiero estar aquí.
―Y, sin embargo, aquí estás. ―Se sienta a los pies de la cama, a pocos metros de
distancia. Empuja el plato delante de mí―. ¿Tienes sed?
No sé si es porque no puedo pensar con claridad o si es porque estoy realmente
confundida, pero estoy luchando para reconciliar las polares personalidades de
Warner. Aquí está, ofreciéndome un vaso de agua después de que me obligase a
torturar a alguien. Levanto mis manos y estudio mis dedos, como si nunca los
hubiera visto antes.
―No entiendo.
Ladea la cabeza, inspeccionándome como si me hubiera dañado seriamente a mí
misma.
―Sólo te pregunté si estas sedienta. Eso no debería ser difícil de entender. ―Una
pausa―. Bebe esto.
Sujeto la copa. La miro fijamente. Lo miro fijamente. Miro fijamente las paredes.
Debo estar loca.
Warner suspira.
72
―No estoy seguro, pero creo que te desmayaste. Y creo que probablemente
deberías comer algo, aunque no estoy del todo seguro de eso, tampoco. ―Hace una
pausa―. Es probable que hayas hecho demasiado esfuerzo en tu primer día aquí.
Mi error.
―¿Por qué eres bueno conmigo?
La sorpresa en su cara me sorprendió aún más.
―Porque me preocupo por ti ―dice simplemente.
―¿Te preocupas por mí? ―El entumecimiento en mi cuerpo está empezando a
disiparse. Mi presión arterial se eleva y la ira se está abriendo camino directamente
de mi conciencia.
―¡Casi mato a Jenkins por tu culpa!
―No lo mataste...
―¡Tus soldados me golpearon! ¡Me mantienes aquí como una prisionera! ¡Me
amenazas! ¡Me amenazaste con matarme! ¿No me das ninguna libertad y dices que
te preocupas por mí? ―Estuve a punto de tirar el vaso de agua en su cara―. ¡Eres
un monstruo!
Warner me da la espalda, así que estoy mirando su perfil. Junta las manos. Cambia
de opinión. Esta llega a sus labios.
―Sólo estoy tratando de ayudarte.
―Mentiroso.
Él parece considerar eso. Asiente con la cabeza, sólo una vez.
―Sí. La mayoría de las veces, sí.
―No quiero estar aquí. No quiero ser tu experimento. Déjame ir.
―No. ―Se pone de pie―. Me temo que no puedo hacer eso.
―¿Por qué no?
―Porque no puedo. Yo sólo… ―Tira de sus dedos. Se aclara la garganta. Sus ojos
tocan el techo por un breve momento―. Porque te necesito.
―¡Me necesitas para matar personas!
No responde de inmediato. Se acerca a la vela. Se quita un guante. Cosquillea la
llama con los dedos desnudos.
73
―Tú sabes que soy muy capaz de matar personas por mí mismo, Juliette. En
realidad soy muy bueno en eso.
―Eso es asqueroso.
Se encoge de hombros.
―¿De qué otra forma crees que alguien de mi edad es capaz de controlar tantos
soldados? ¿Por qué mi padre me permitiría hacerme cargo de todo un sector?
―¿Tu padre? ―Me siento, de repente curiosa, a pesar de mí misma.
Él hace caso omiso a mi pregunta.
―La mecánica del miedo es bastante simple. Las personas se sienten intimidadas
por mí, por lo que escuchan cuando hablo. ―Agita una mano―. Las amenazas
vacías valen muy poco en estos días.
Aprieto los ojos cerrados.
―Así que matas gente por poder.
―Como lo haces tú.
―¿Cómo te atreves?
Se ríe, fuerte.
―Eres libre de mentirte a ti misma, si te hace sentir mejor.
―No estoy mintiendo.
―¿Por qué te tomó tanto tiempo romper tu conexión con Jenkins?
Mi boca se congela en su lugar.
―¿Por qué no luchaste de inmediato? ¿Por qué le permitiste tocarte durante tanto
tiempo como lo hizo?
Las manos me empiezan a temblar y las agarro con fuerza.
―No sabes nada de mí.
―Y sin embargo, tú dices que me conoces tan bien.
Aprieto la mandíbula, no confió en mí para hablar.
―Por lo menos soy honesto ―añade.
74
―¡Acabas de aceptar que eres un mentiroso!
Él levanta las cejas.
―Por lo menos, soy honesto acerca de ser un mentiroso.
Golpeo el vaso de agua en la mesita. Dejo mi cabeza en mis manos. Intentando
mantener la calma. Tomo una respiración estabilizadora.
―Bueno ―pregunto―, ¿por qué me necesitas, entonces? ¿Si eres un excelente
asesino?
Parpadea y la sonrisa se desvanece de su rostro.
―Un día te daré una respuesta a esa pregunta.
Trato de protestar, pero me detiene con una mano. Coge un trozo de pan del plato.
Lo sostiene bajo mi nariz.
―Casi no comiste nada en la cena. Eso no puede ser saludable.
No me muevo.
Deja caer el pan en el plato y deja caer el plato junto al agua. Se vuelve hacia mí.
Estudia mis ojos con tal intensidad que estoy momentáneamente desarmada. Hay
tantas cosas que quiero decir y gritar, pero de alguna manera me he olvidado de las
palabras que esperaban pacientemente en mi boca. No puedo mirar hacia otro lado.
―Come algo. ―Sus ojos me abandonan―. Luego ve a dormir. Volveré por ti por la
mañana.
―¿Por qué no puedo dormir en mi propia habitación?
Él se pone de pie. Sacude sus pantalones sin ninguna razón real.
―Porque quiero que te quedes aquí.
―¿Pero por qué?
Ladra una carcajada.
―Tantas preguntas.
―Bueno, si me dieras una respuesta directa.
―Buenas noches, Juliette.
―¿Vas a dejarme ir? ―le pido, esta vez en voz baja, esta vez con timidez.
75
―No. ―Toma seis pasos hasta la esquina con la vela―. Y tampoco voy a prometer
hacerte las cosas más fáciles, tampoco. ―No hay arrepentimiento, remordimiento,
ninguna simpatía en su voz. Podría estar hablando sobre el tiempo.
―Podrías estar mintiendo.
―Sí, podría. ―Asiente con la cabeza, como para sí mismo. Apaga la vela.
Y desaparece.
Trato de luchar.
Trato de mantenerme despierta.
Trato de encontrar mi cabeza, pero no puedo.
Me derrumbo de puro agotamiento.
76
Capítulo 15 Traducido por Josez57 Corregido por Rodoni
or qué simplemente no te matas?, me preguntó alguien en la
escuela una vez.
Creo que era el tipo de pregunta destinada a ser cruel, pero era
la primera vez que yo había contemplado esa posibilidad. No
sabía qué decir.
Tal vez era una locura pensar en ello, pero yo siempre esperaba que si era una
chica lo suficientemente buena, si lo hiciera todo bien, si dijera las cosas correctas
o no dijera nada… pensaba que mis padres cambiarían de opinión. Pensé que por
fin me escucharían cuando tratara de hablar. Pensé que me iban a dar una
oportunidad. Pensé que por fin podrían amarme.
Siempre tuve esa estúpida esperanza.
—Buenos días.
Mis ojos se abren de un sobresalto. Nunca había sido de tener sueño pesado.
Warner está mirándome, sentado a los pies de su cama con un traje nuevo y botas
perfectamente lustradas. Todo en él es meticuloso. Prístino.
Su aliento es fresco y dulce en el aire de la mañana fresca. Lo puedo sentir en mi
cara.
Me toma un momento darme cuenta de que estoy enredada en las mismas sábanas
en las que Warner ha dormido. Mi rostro de pronto se enciende como el fuego y
estoy buscando a tientas librarme. Estuve a punto de caerme de la cama.
Yo no lo reconocía.
—¿Has dormido bien? —pregunta.
Miro hacia arriba. Sus ojos son como una sombra extraña de color verde cristal
brillante, claros y penetrantes de la manera más alarmante. Su pelo es grueso, la
más buena porción de oro, su cuerpo es delgado y modesto, pero su agarre es fuerte
¿P
77
sin esfuerzo. Me he dado cuenta por primera vez que usa un anillo de jade en el
dedo meñique izquierdo.
Me atrapa mirándolo y se levanta. Se desliza sus guantes y aprieta sus manos a la
espalda.
—Es el momento para que vuelvas a tu habitación.
Parpadeo. Asiento con la cabeza. Me pongo de pie y casi me caigo. Me agarro de un
lado de la cama y trato de frenar el constante vértigo en mi cabeza. Oigo el suspiro
de Warner.
—No comiste la comida que te dejé para ti ayer por la noche.
Agarro el agua con las manos temblorosas y me obligo a comer un poco de pan. Mi
cuerpo se ha acostumbrado tanto que no sé como reconocer el hambre.
Warner me lleva a la puerta una vez que encuentro el equilibrio.
Sigo sosteniendo un pedazo de queso en la mano.
Estuve a punto de caerme cuando salí al exterior.
Hay soldados, incluso más de los que hay en mi piso. Cada uno está equipado con
al menos 4 tipos diferentes de armas de fuego, algunas colgadas del cuello, algunas
atadas a sus cinturones. Todos ellos revelan una mirada de terror al ver mi cara.
Destello dentro y fuera de sus características tan rápido que podría haberlo pasado
por alto, pero es bastante obvio: todos aprietan sus armas un poco más mientras
paso por ahí.
Warner parece contento
—Su miedo trabajará a tu favor —susurra en mi oído
Mi humanidad está tumbada en un millón de piezas en este piso alfombrado.
—Nunca quise que me tengan miedo.
—Deberías. —Se detiene. Sus ojos me están llamando idiota—. Si no te temen, te
cazan.
—La gente caza cosas que temen todo el tiempo.
—Por lo menos ahora saben a lo que se enfrentan. —Él vuelve a caminar por el
pasillo, pero mis pies están cosidos en el suelo. El entendimiento es frío como agua
con hielo y está chorreando por mi espalda.
78
—¿Me hiciste hacer eso, lo que le hice a Jenkins? ¿A propósito?
Warner ya está 3 pasos por delante, pero puedo ver la sonrisa en su rostro.
—Todo lo que hago es a propósito.
—Querías hacer un espectáculo de mí. —Mi corazón se acelera en mi muñeca,
pulsando en mis dedos.
—Estaba tratando de protegerte.
—¿De sus propios soldados? —Estoy corriendo para alcanzarlo ahora, ardiendo de
indignación—. A expensas de la vida de un hombre.
—Entra
Warner ha alcanzado el ascensor. Él sostiene las puertas abiertas para mí.
Lo sigo dentro.
Aprieta los botones correctos.
Las puertas se cierran.
Vuelvo a hablar.
Él me arrincona.
Estoy apoyada en el borde más alejado de este recipiente de vidrio y de repente
estoy nerviosa. Sus manos están sujetando mis brazos y sus labios están
peligrosamente cerca de mi cara. Su mirada está bloqueada en la mía, sus ojos
brillantes; peligrosos. Él dice una sola palabra:
—Sí.
Me toma un momento encontrar mi voz.
—Sí, ¿qué?
—Sí, de mis propios soldados. Sí, a expensas de la vida de un hombre —Se le tensa
la mandíbula. Habla a través de sus dientes—. Es muy poco lo que entiendes acerca
de mi mundo, Juliette.
—Estoy tratando de entender…
—No, no lo estás —me interrumpió. Sus pestañas son como hilos individuales de
oro hilado encendidos con fuego. Casi tengo ganas de tocarlas—. No entiendes que
el poder y el control se pueden resbalar de tu alcance en cualquier momento e
79
incluso cuando crees que estás más preparada. Estas dos cosas no son fáciles de
ganar. Son aún más difíciles de conservar. —Trato de hablar y me corta—. ¿Crees
que no sé cuántos de mis propios soldados me odian? ¿Crees que no sé que les
gustaría verme caer? Tú crees que no hay otros que le encantaría tener la posición
que trabajé tan duro para tener…
—No te elogies a ti mismo…
Él cierra los últimos centímetros entre nosotros, y mis palabras caen al suelo. No
puedo respirar. La tensión en todo su cuerpo es tan intensa que es casi palpable, y
creo que mis músculos se han empezado a congelar.
—Eres una ingenua —me dice, su voz ronca, baja, un susurro tejido contra mi piel—
. No te das cuenta que eres una amenaza para todos en este edificio. Tienen toda la
razón para hacerte daño. No ves que estoy tratando de ayudarte a…
—¡A hacerme daño! —exploté—. ¡A herir a los demás!
Su risa es fría, carente de alegría. Se aleja de mí, de repente disgustado. El ascensor
se desliza para abrirse, pero no salgo. Puedo ver mi puerta desde aquí.
—Vuelve a tu habitación. Lávate. Cámbiate. Hay vestidos en tu armario.
—No me gustan los vestidos.
—No creo que no te gusten si todavía no los has visto… —dice con una inclinación
de su cabeza. Sigo su mirada para ver una sombra descomunal frente a mi puerta.
Me dirijo a él para obtener una explicación, pero no dice nada. Él está recompuesto
de pronto, sus características limpiaron la emoción. Toma mi mano, aprieta mis
dedos y dice:
—Volveré por ti en exactamente una hora. —Y cierra las puertas del ascensor antes
de que tenga la oportunidad de protestar. Empiezo a preguntarme si es una
coincidencia que la única persona sin miedo de tocarme sea un monstruo.
Di un paso adelante y me atreví a mirar más de cerca el soldado de pie en la
oscuridad.
Adam.
¡Oh!, Adam.
Adam, que ahora sabe exactamente de lo que soy capaz.
Mi corazón es un globo de agua explotando en mi pecho. Mis pulmones están
colgando de mi caja torácica. Me siento como si cada puño en el mundo hubiese
80
decidido darme un puñetazo en el estómago. No debería preocuparme tanto, pero
lo hago.
Él me odiará por siempre ahora. Ni siquiera me mira.
Espero que me abra la puerta para mí pero no se mueve.
—¿Adam? —me atrevo, tentativa—. Necesito tu tarjeta de claves.
Lo veo tragar saliva y tomar un respiro pequeño y de inmediato tengo la sensación
de que algo está mal. Me acerco más y veo un rápido movimiento, la rigidez de su
cabeza me dice que no. No toco a la gente No me acerco a la gente Soy un
monstruo. Él no me quiere cerca de él. Por supuesto que no. Nunca debí olvidar mi
lugar.
Me abre la puerta con inmensa dificultad y me doy cuenta de que alguien lo ha
herido donde no puedo ver. Las palabras de Warner vuelven a mí y yo reconozco su
aireado adiós como una advertencia. Una advertencia que rompe todas las
terminaciones nerviosas de mi cuerpo.
Adam será castigado por mis errores. Por mi desobediencia. Quiero enterrar mis
lágrimas en un cubo de arrepentimiento.
Salgo por la puerta y miro hacia atrás a Adam una vez más, incapaz de sentir
ningún tipo de triunfo en su dolor. A pesar de todo lo que él ha hecho, no sé si soy
capaz de odiarlo. No es Adam. No es el chico que yo conocía.
—El vestido color púrpura —dice, su voz rota y entrecortada como si le doliera un
poco al respirar. Tengo que retorcerme las manos para no salir corriendo con él—.
Lleva el vestido morado —tose—. Juliette.
Yo seré el maniquí perfecto
81
Capítulo 16 Traducido por Rodoni
Corregido por tamis11
an pronto como estoy en la habitación abro el armario y tiro del vestido
púrpura fuera de la percha antes de recordar que estoy siendo
observada. Las cámaras. Me pregunto si Adam fue castigado por
decirme acerca de las cámaras, también. Me pregunto si está corriendo cualquier
otro riesgo conmigo. Me pregunto por qué lo haría.
Toco el rígido material moderno del vestido púrpura y mis dedos encuentran su
camino hasta el borde, al igual que Adam lo hizo ayer. No puedo evitar
preguntarme por qué le gusta tanto este vestido. Por qué tiene que ser exactamente
este. Por qué siquiera tengo que usar un vestido
No soy una muñeca.
Mi mano se detiene en el pequeño estante de madera por debajo de los colgadores
de ropa y una desconocida textura roza mi piel. Es dura y extraña, pero familiar al
mismo tiempo. Me acerco al armario y me escondo entre las puertas. Mis dedos
sienten su forma alrededor de la superficie y una sobrecarga de sol se precipita a
través de mi estómago hasta que estoy segura de que estoy llena de esperanza y
sentimiento, y una fuerza de estúpida felicidad tan fuerte que me sorprende que no
hayan lágrimas corriendo por mi cara.
Mi cuaderno.
Él salvó mi libreta. Adam salvó la única cosa que tengo.
Agarro el vestido morado y meto la almohadilla de papel en sus pliegues antes de
robarlo e ir hacia el baño.
El baño donde no hay cámaras.
El baño donde no hay cámaras.
El baño donde no hay cámaras.
Él estaba tratando de decírmelo, me doy cuenta. Antes, en el baño. Estaba tratando
de decirme algo y yo estaba tan asustada que lo espanté.
T
82
Yo lo asusté.
Cierro la puerta detrás de mí y me tiemblan las manos mientras despliego los
familiares papeles unidos por pegamento viejo. Doy la vuelta a las páginas para
asegurarme que todas están allí, y mis ojos aterrizan en la más reciente entrada. En
la parte inferior hay un cambio. Una nueva oración no está escrita con mi letra.
Una nueva frase que debió haber venido de él.
No es lo que piensas.
Estoy completamente inmóvil.
Cada centímetro de mi piel está tirante por la tensión, llena de sentimiento, y la
presión aumentando en mi pecho, golpeando más duro y más rápido y más fuerte,
compensando mi quietud. No tiemblo mientras estoy congelada en el tiempo.
Entreno a mis respiraciones para llegar más lentas, cuento cosas que no existen,
hago números que no existen, hago como si el tiempo fuera un reloj de arena roto
sangrando segundos a través de la arena. Me atrevo a creer.
Me atrevo a esperar que Adam esté tratando de llegar a mí. Estoy tan loca como
para considerar la posibilidad.
Arranco la página de la libreta y la pongo cerca, vivamente tragando la histeria
cosquilleando en todo momento en mi mente.
Puedo ocultar la libreta en el bolsillo del vestido de púrpura. El bolsillo donde
Adam debió haberla deslizado. El bolsillo que debió haberse caído. El bolsillo del
vestido púrpura. El bolsillo del vestido púrpura.
La esperanza es un bolsillo de posibilidades.
La estoy sosteniendo en mi mano.
Warner no llega tarde.
No llama, tampoco.
Me estoy poniendo los zapatos cuando entra sin decir una sola palabra, sin siquiera
un esfuerzo por dar a conocer su presencia. Sus ojos están cayendo por todo mi
cuerpo. Mi mandíbula se tensa por cuenta propia.
―Lo lastimaste ―me encuentro diciendo.
―No debería importarte ―dice con una inclinación de su cabeza, haciendo un gesto
a mi vestido―. Pero es obvio que lo hace.
83
Tenso los labios y ruego que mis manos no estén temblando demasiado. No sé
dónde está Adam. No sé qué tan malherido esta. No sé lo que Warner va a hacer,
hasta dónde va a ir en búsqueda de lo que quiere, pero la perspectiva de Adam
sufriendo es como una mano fría agarrando mi esófago. No puedo respirar. Me
siento como si estuviera luchando por tragar un palillo de dientes. Si Adam está
tratando de ayudarme, le podría costar la vida.
Puedo tocar el trozo de papel escondido en el bolsillo.
Respiro.
Los ojos de Warner están en mi ventana.
Respiro.
―Es hora de irse ―dice.
Respira.
―¿A dónde vamos?
Él no contesta.
Salimos por la puerta. Miro a mi alrededor. El pasillo está abandonado; vacío.
—¿Dónde está Adam todos…?
—Me gusta mucho ese vestido —dice Warner mientras desliza un brazo alrededor
de mi cintura. Me aparto, pero me arrastra, me guía hacia el ascensor—. El talle es
espectacular. Ayuda a distraerme de todas tus preguntas.
—Pobre de tu madre.
Warner casi tropieza con sus propios pies. Sus ojos son grandes, alarmados. Se
detiene a unos pocos pies de nuestro objetivo. Gira alrededor.
―¿Qué quieres decir?
Mi estómago cae.
La expresión de su rostro: la presión desatendida, el inmutado terror, la repentina
detención de sus rasgos.
Estaba tratando de hacer una broma, pero no es lo que le diría a él. Lo siento por tu
pobre madre, es lo que iba a decirle, porque ella tenga que lidiar con un hijo tan
miserable y patético. Pero no digo nada de eso.
Coge mis manos, mira mis ojos. La urgencia está latiendo en sus sienes.
84
—¿Qué quieres decir? —insiste.
—Na-nada —tartamudeo. Mi voz se rompe por la mitad—. No quería... era sólo una
broma.
Warner suelta mis manos como si lo quemaran. Mira hacia otro lado. Entra al
ascensor y no espera por mí.
Me pregunto qué es lo que no me está diciendo.
Sólo una vez que bajamos varios pisos y hacemos nuestro camino por un extraño
pasadizo hacia una extraña salida finalmente me mira.
Me ofrece 4 palabras.
—Bienvenida a tu futuro.
85
Capítulo 17 Traducido por Josez57
Corregido por lavi stoy nadando en la luz del sol.
Warner mantiene abierta una puerta que da directamente al exterior y estoy
tan desprevenida por la experiencia que apenas puedo ver con claridad. Él
agarra mi codo para mantenerme en equilibrio durante el camino y lo miro.
—Vamos afuera —digo, porque tengo que decirlo en voz alta. Debido a que el
mundo exterior es un regalo que tan pocas veces me ofrecen. Porque no sé si
Warner está tratando de ser agradable de nuevo. Miro de él a lo que parece un patio
de cemento y de regreso a él—. ¿Qué estamos haciendo afuera?
—Tenemos algunos asuntos que atender. —Él tira de mí hacia el centro de este
nuevo universo, y me estoy separando de él, llegando a tocar el cielo como si
estuviera deseando que se acuerde de mí. Las nubes son de color gris como lo han
sido siempre, pero son escasas y sin fantasías. El sol está alto, alto, alto,
descansando contra un telón de fondo, apuntalando sus rayos y reorientando su
calor en nuestra dirección. Me paro de puntillas y trato de tocarlo.
El viento se pliega en mis brazos y sonríe contra mi piel. Fresco, sedoso, trenza una
suave brisa a través de mi pelo. Este patio cuadrado podría ser mi salón de baile.
Quiero bailar con los elementos.
Warner me coge la mano. Me doy la vuelta.
Él sonríe.
—Esto —dice, señalando al mundo frío y gris debajo de nuestros pies—, ¿esto te
hace feliz?
Miro a mi alrededor. Me doy cuenta de que el patio es un techo, ubicado en algún
punto entre dos edificios. Me acerco hacia la cornisa y puedo ver la tierra muerta,
los árboles desnudos y los compuestos esparcidos que se extienden por kilómetros.
—El aire frío huele tan limpio —le digo—. Fresco. Completamente nuevo. Es el olor
más maravilloso del mundo.
E
86
Sus ojos lucen divertidos, interesados, preocupados y confundidos a la vez. Sacude
la cabeza. Desliza su mano por la chaqueta y llega a un bolsillo interior. Él saca un
arma con una empuñadura de oro que destella con la luz del sol.
Tomo una bocanada de aire.
Él inspecciona el arma de una manera que no entendería, probablemente para
comprobar si está o no lista para disparar. Él se la desliza en la mano con su dedo
preparado directamente sobre el gatillo. Se vuelve y finalmente lee la expresión en
mi cara. Casi se ríe.
—No te preocupes. No es para ti.
—¿Por qué tienes un arma? —Yo trago, duramente, apretando mis brazos
firmemente sobre mi pecho—. ¿Qué estamos haciendo aquí?
Warner desliza la pistola en el bolsillo y camina hacia el extremo opuesto de la
cornisa. Hace señas para que lo siga. Me arrastro más cerca. Sigo sus ojos. Miro por
encima de la barrera.
Cada soldado en el edificio está de pie a menos de 15 metros más abajo.
Distingo casi 50 líneas, cada una perfectamente alineada, perfectamente separadas,
tantos soldados de pie en una sola fila que pierdo la cuenta. Me pregunto si Adam
se encuentra en la multitud. Me pregunto si puede verme. Me pregunto lo que él
piensa de mí ahora.
Los soldados están de pie en un espacio cuadrado casi idéntico al que Warner y yo
ocupamos, pero ellos son una masa organizada de negro, pantalones negros,
camisas negras, altas botas negras, ningún arma de fuego a la vista. Cada uno está
de pie con su puño izquierdo apretado a su corazón. Congelados en el lugar.
Negro, gris y negro y gris y negro y gris y sombrío.
De repente, soy muy consciente de mi atuendo poco práctico.
De repente, el viento es demasiado cruel, demasiado frío, demasiado doloroso
mientras corta al pasar por la multitud. Me estremezco y no tiene nada que ver con
la temperatura. Busco a Warner, pero él ya ha tomado su lugar en el borde del
patio, es obvio que antes ha hecho esto muchas veces. Saca un pequeño cuadrado
de metal perforado de su bolsillo y lo presiona contra sus labios, cuando habla, su
voz se traslada a la multitud como si hubiera sido amplificada.
—Sector 45.
Una palabra. Un solo número.
87
Todo el grupo se altera: los puños izquierdos liberados caen a un costado; los puños
derechos plantados en su lugar en sus pechos. Son una máquina engrasada, en
coordinación perfecta entre sí. Si yo no fuera tan aprensiva, creo que estaría
impresionada.
—Tenemos dos cuestiones que tratar esta mañana. —La voz de Warner penetra en
la atmósfera: nítida, clara, insoportablemente segura—. La primera está de pie a mi
lado.
Miles de ojos vuelan en mi dirección. Me siento flaquear.
—Juliette, ven aquí, por favor. —2 dedos se doblan en 2 lugares invitándome a
seguir.
Yo me asomo a la vista.
Warner desliza su brazo alrededor de mí. Me estremezco. La multitud se inicia. Mi
corazón está fuera de control. Estoy muy asustada para apartarme de él. Su arma
está muy cerca de mi cuerpo.
Los soldados parecen asombrados de que Warner esté dispuesto a tocarme.
—Jenkins, de un paso al frente, por favor.
Mis dedos están corriendo una maratón por mi muslo. No puedo estar quieta. No
puedo calmar las palpitaciones que se estrellan en mi sistema nervioso. Jenkins
sale de la línea, lo detecto inmediatamente.
Él está bien.
Dios mío.
Él está bien.
—Jenkins tuvo el placer de conocer a Juliette anoche —continúa. La tensión entre
los hombres es casi tangible. Al parecer nadie sabe dónde se dirige este discurso. Y
nadie, al parecer, ha escuchado la historia de Jenkins. Mi historia—. Espero que
todos ustedes la saluden con el mismo tipo de bondad —agrega Warner, con los
labios riendo sin hacer ruido—. Ella estará con nosotros durante algún tiempo, y
será un activo muy valioso para nuestros esfuerzos. El Restablecimiento le da la
bienvenida. Yo le doy la bienvenida. Ustedes deben darle la bienvenida.
Los soldados dejan caer sus puños a la vez, todos exactamente al mismo tiempo.
88
Ellos se mueven como si fueran uno, cinco pasos hacia atrás, cinco pasos hacia
delante, cinco pasos de pie en su lugar. Levantan en alto su brazo izquierdo y
cierran sus dedos en un puño.
Y caen sobre una rodilla.
Corro hacia el borde, desesperada por conseguir una mirada más cercana de una
rutina extrañamente coreografiada. Nunca he visto nada igual.
Warner les hace permanecer en ese estado, inclinados así, con sus puños
levantados en el aire. Él no habla por lo menos durante 30 segundos. Y entonces lo
hace.
—Bien.
Los soldados se levantan, bajan sus puños y descansan el derecho sobre el pecho de
nuevo.
—La segunda cuestión que nos ocupa es aún más agradable que la primera —
continúa Warner, aunque parece que no se alegra de decirlo. Sus ojos se agudizan
en los soldados de abajo, fragmentos de esmeraldas parpadeando como llamas
verdes sobre sus cuerpos—. Delalieu tiene un informe para nosotros.
Pasa una eternidad mirando simplemente a los soldados, dejando que sus pocas
palabras naveguen en sus mentes. Dejando que sus propias imaginaciones los
conduzcan a la locura. Dejando a los culpables entre ellos temblar de angustia.
Warner no habla durante mucho tiempo.
Nadie se mueve durante mucho tiempo.
Empiezo a temer por mi vida a pesar de sus garantías anteriores. Empiezo a
preguntarme si tal vez yo soy la culpable. Si tal vez el arma en su bolsillo está
destinada a mí. Por fin, me atrevo a girar en su dirección. Él me mira por primera
vez y no tengo ni idea de cómo leerlo. Su rostro muestra 10.000 posibilidades al
mirar a través de mí.
—Delalieu —dice, sin dejar de mirarme—. Puede dar un paso adelante.
Una especie de hombre delgado y calvo en un traje un poco más adornado sale del
frente de la quinta línea. No parece del todo estable. Agacha la cabeza una pulgada.
Su voz gorjea cuando habla.
—Señor.
89
Warner finalmente deja de mirarme a los ojos y asiente con la cabeza, casi
imperceptiblemente, en dirección al hombre calvo.
Delalieu recita:
—Tenemos una denuncia contra Private 45B-76.423. Fletcher, Seamus.
Los soldados están todos congelados en línea, congelados de alivio, congelados por
el miedo, congelados por la ansiedad. Nada se mueve. Nada respira. Hasta el viento
tiene miedo de hacer un sonido.
—Fletcher. —Una palabra de Warner y varios cientos de cuellos se mueven en la
misma dirección.
Fletcher sale de la línea.
Parece un hombrecito de jengibre. Cabello color jengibre. Pecas color jengibre.
Labios rojos casi artificiales. Su rostro está blanco de todas las emociones posibles.
Nunca he tenido más miedo de un extraño en mi vida.
Delalieu habla de nuevo.
—Private Fletcher fue encontrado en terrenos no reglamentados, confraternizando
con civiles, presuntos miembros rebeldes del partido. Él había robado alimentos y
suministros de las unidades de almacenamiento dedicadas a los ciudadanos del
sector 45. No se sabe si reveló información confidencial.
Warner nivela su mirada en el hombre de jengibre.
—¿Niega usted estas acusaciones, soldado?
Las fosas nasales de Fletcher aletean. Tiene la mandíbula tensa. Su voz se quiebra
al hablar.
—No, señor.
Warner asiente con la cabeza. Toma una respiración corta. Lame sus labios.
Y le pega un tiro en la frente.
90
Capítulo 18 Traducido por hanna
Corregido por Aciditax
adie se mueve.
La cara de Fletcher está grabada con el horror permanente
mientras se desmorona en el suelo. Estoy muy impresionada por la
imposibilidad de todo esto, tanto que no puedo decidir si estoy o no
soñando, no puedo determinar si estoy o no estoy muriendo, no puedo
determinar si desmayarme es una buena idea.
Los miembros de Fletcher están doblados en ángulos extraños en el frío piso de
cemento. La sangre está agrupándose a su alrededor y aun así nadie se mueve.
Nadie dice una sola palabra. Nadie revela una sola mirada de miedo. Sigo tocando
mis labios para ver si mis gritos se han escapado.
Warner mete la pistola en el bolsillo del saco.
―Sector 45, pueden marchar.
Cada soldado cae sobre una rodilla.
Warner desliza de nuevo el dispositivo de amplificación de metal en su traje y
tiene que dar un tirón para liberarme del lugar donde estoy pegada al suelo. Me
tropiezo sobre mí misma, mis piernas están débiles y adoloridas a través del
hueso. Siento náuseas, estoy delirante y soy incapaz de mantenerme en posición
vertical. Sigo tratando de hablar, pero las palabras se pegan a mi lengua. De
repente, estoy sudando y, de repente, estoy congelándome y, de pronto, estoy
enferma, por lo que veo manchas que nublan mi visión.
Warner está tratando de llevarme a través de la puerta.
―Realmente, tienes que comer más ―me dice.
Estoy boquiabierta con los ojos, boquiabierta con mi boca, y boquiabierta de par
en par, porque siento agujeros en todas partes, perforando en el terreno de mi
cuerpo.
Mi corazón tiene que estar sangrando en mi pecho.
N
91
Miro hacia abajo y no puedo entender por qué no hay sangre en mi vestido, por qué
el dolor en mi corazón se siente tan real.
―Lo mataste ―me las arreglé para susurrar―. Sólo acabas de matarlo…
―Eres muy astuta.
―¿Por qué lo mataste? ¿Por qué lo mataste? ¿Cómo pudiste hacer algo así…?
―Mantén tus ojos abiertos, Juliette. Ahora no es el momento de conciliar el sueño.
Agarro su camisa. Lo detengo antes que me lleve dentro. Una ráfaga de viento me
golpea en la cara y me siento de repente con control de mis sentidos.
Lo empujo con fuerza, golpeando su espalda contra la puerta.
―Me repugnas. ―Miro fijamente en sus ojos fríos de cristal―. Me repugnas…
Él se retuerce, sujetándome contra la puerta, donde yo lo detuve. Toma mi cara
entre sus enguantadas manos, manteniendo mis ojos en su lugar. Las mismas
manos que acababa de utilizar para matar a un hombre.
Estoy atrapada.
Paralizada.
Un poco aterrorizada.
Su pulgar cepilla mi mejilla.
―La vida es un lugar sombrío ―susurra―. A veces tienes que disparar primero.
Warner me sigue a mi habitación.
―Probablemente debas dormir ―me dice. Es la primera vez que ha hablado desde
que salimos de la azotea―. Voy a enviar comida a tu habitación, pero aparte de eso,
me aseguraré que no te molesten.
―¿Dónde está Adam? ¿Está seguro? ¿Está saludable? ¿Vas a hacerle daño?
Warner se estremece antes de encontrar la calma.
―¿Por qué te importa?
Me he preocupado acerca de Adam Kent, desde que estaba en tercer grado.
92
―¿No se supone que estaba vigilándome? Porque él no está aquí. ¿Significa eso
que vas a matarlo, también? ―Me siento estúpida. Me siento valiente, porque me
siento estúpida. Mis palabras no usan paracaídas, a medida que salen de mi boca.
―Yo sólo mato gente si lo necesito.
―Que generoso.
―Más que la mayoría.
Me río con una sonrisa triste, compartiéndola sólo conmigo.
―Puedes tener el resto del día para ti. Nuestro verdadero trabajo comenzará
mañana. Adam te llevará a mí. ―Sostiene mis ojos. Suprime una sonrisa―.
Mientras tanto, trata de no matar a nadie.
―Tú y yo ―le digo, la ira corriendo por mis venas―, tú y yo no somos
iguales…
―Realmente no creo eso.
―¿Crees que puedes comparar mi, mi enfermedad, con tu locura…?
―¿Enfermedad? ―Se abalanza hacia adelante, abruptamente apasionado, y lucho
por mantener mi posición―. ¿Crees qué tienes una enfermedad? ―grita―.
¡Tienes un don! ¡Tienes una habilidad extraordinaria que no te preocupas por
comprender! Tu potencial…
―¡No tengo ningún potencial!
―Estás equivocada. —Me mira. No hay otra manera de describirlo. Casi podría
decir que él me odia a mí en este momento. Me odia por odiarme a mi misma.
―Bueno, tú eres el asesino ―le digo―. Así que debes estar en lo correcto.
Su sonrisa está rodeada de dinamita.
―Vete a dormir.
―Vete al infierno.
Aprieta su mandíbula. Camina hacia la puerta.
―Estoy trabajando en ello.
93
Capítulo 19 Traducido por Maia8 Corregido por Rodoni
a oscuridad está asfixiándome.
Mis sueños son sangrientos y sangrantes y la sangre está sangrando
alrededor de mi mente y no puedo dormir más. Los únicos sueños que
solían alguna vez traerme paz se han ido y no sé como conseguirlos de
vuelta. No sé como encontrar el pájaro blanco. No sé si volará otra vez.
Todo lo que sé es que ahora cuando cierro mis ojos no veo otra cosa, sino
devastación. Fletcher está siendo disparado una y otra y otra vez y Jenkins se está
muriendo en mis brazos y Warner le está disparando a Adam en la cabeza y el
viento está cantando en el exterior de mi ventana, pero es agudo y desentonado y
no tengo corazón para decirle que pare.
Me estoy congelando a través de mis ropas.
La cama debajo de mi espalda está llena de nubes rotas y nieve frescamente caída;
es demasiado suave, demasiado cómodo. Me recuerda demasiado a dormir en la
habitación de Warner y no puedo soportarlo. Me da miedo deslizarme debajo de las
mantas. No puedo evitarlo, sigo preguntándome si Adam está bien, si alguna vez
volverá. Si Warner va a herirle cada vez que yo desobedezca. En realidad, no
debería preocuparme mucho.
El mensaje de Adam en mi libreta podría ser sólo una parte del plan de Warner
para conducirme a la locura.
Me arrastro al duro suelo y paso mi puño por la arrugada pieza de papel que he
estado agarrando durante dos días. Es la única esperanza que me ha mantenido y
ni si quiera sé si es real.
Se me están acabando las opciones.
—¿Qué estás haciendo aquí?
Reprimo un grito y me tropiezo, hacia arriba, hacia todos los lados, casi cercando
de golpe a Adam donde está tumbado en el suelo a mi lado. Ni siquiera pude verle.
—¿Juliette?
L
94
No se mueve ni un centímetro. Su mirada fija en mí; relajada e impasible, 2 cubos
de agua que riegan la medianoche.
Me gustaría llorar en sus ojos.
No sé como decirle la verdad.
—No podía dormir aquí.
ÉI no me pregunta por qué. Se empuja hacia arriba y tose un gruñido y me acuerdo
de cómo ha sido herido. Me pregunto qué clase de dolor hay en él. No hago
preguntas mientras agarra una almohada y la manta fuera de mi cama. Pone la
almohada en el suelo.
―Túmbate. ―Es todo lo que me dice. Tranquilamente, es cómo me lo dice.
Todo el día, cada día, para siempre, es cuando quiero que me lo diga.
Son sólo dos palabras y no sé por qué estoy enrojeciendo. Me tumbo a pesar de las
sirenas alterando mi sangre y descanso mi cabeza en la almohada. Él desliza las
mantas sobre mi cuerpo. Le dejo hacerlo. Observo mientras sus brazos se curvan y
flexionan en la sombra de la noche, con el brillo de la luna echando un vistazo a
través de la ventana, iluminando su figura en un resplandor. Se tumba en el suelo
dejando tan sólo unos pocos metros de espacio entre nosotros. No necesita mantas.
No usa almohada. Aún duerme sin camisa y he descubierto que no sé cómo
respirar. Me he dado cuenta de que probablemente nunca exhalé en su presencia.
—No necesitas gritar más ―susurra.
Cada respiración de mi cuerpo se me escapa.
Curvo mis dedos ante la posibilidad de Adam en mi mano y dormir más
profundamente de lo que lo he hecho en mi vida.
Mis ojos son 2 ventanas rajadas abiertas por el caos de este mundo.
Una fría brisa sobresalta mi piel y me siento, frotando el sueño de mis ojos, y me
doy cuenta de que Adam ya no está a mi lado. Parpadeo y avanzo lentamente hacia
la cama, donde reemplazo la almohada y la manta.
Miro fijamente la puerta y me pregunto qué me está esperando al otro lado.
Miro fijamente la ventana y me pregunto si volveré a ver un pájaro volando por
ella.
Miro el reloj y me pregunto qué significa estar viviendo de acuerdo a los números
de nuevo. Me pregunto lo que las 6:30 de la mañana significan en este edificio.
95
Decido lavar mi cara. La idea me regocija y estoy un poco avergonzada.
Abro la puerta del baño y capto el reflejo de Adam en el cristal. Sus rápidas manos
empujan su camisa hacia abajo antes de que tenga la oportunidad de entrar en
detalles, pero vi lo suficiente como par ver lo que no podría ver en la oscuridad.
Ha cubierto sus cardenales.
Mis piernas se sienten rotas. No sé cómo ayudarle. Desearía poder ayudarle.
—Lo siento —dice rápidamente—. No sabía que estabas despierta. —Tira del borde
de su camisa como si fuera el momento para fingir que soy ciega.
Asiento ante nada en absoluto. Miro a las baldosas bajo mis pies. No sé que decir.
—Juliette. —Su voz abraza las letras de mi nombre tan suavemente que muero 5
veces en ese segundo. Su cara es un bosque de emoción. Mueve su cabeza—. Lo
siento —dice, tan tranquilamente que estoy segura de que ciertamente lo imaginé—
. No es... —Aprieta su mandíbula y lleva una nerviosa mano a través de su pelo—.
Todo esto, no es...
Abro la palma de la mano para él. El papel es una arrugada bola de posibilidades.
—Lo sé.
El alivio recorre cada rasgo de su cara y de repente sus ojos son el único consuelo
que alguna vez necesitaré. Adam no me traicionó. No sé por qué, o cómo o qué o
nada de nada, excepto que es todavía mi amigo.
Está todavía de pie delante de mí y no me quiere muerta.
Camino hacia delante y cierro la puerta.
Mi boca abierta para hablar.
—¡No!
Mi mandíbula cae.
—Espera —dice con una mano. Sus labios se mueven, pero no hacen ningún sonido.
Me doy cuenta de que en la ausencia de cámaras podría todavía haber micrófonos
en el baño. Adam mira alrededor y deja de mirar.
La ducha son 4 paredes de burbujeante cristal y él está abriendo el cristal antes de
que tenga idea alguna de lo que está pasando.
96
Él gira el aerosol a plena potencia y el sonido del agua se apresura, retumbando a
través de la habitación, ahogando todo lo que truena en el vacío que nos rodea. El
espejo está ya empañado a causa del vapor y del mismo modo creo que estoy
empezando a entender su plan, me tira en sus brazos y me eleva en la ducha.
Mis gritos son vapor, jirones de suspiros que no puedo entender.
El agua caliente está encharcando mi ropa. Está diluviando mi pelo y corriendo por
mi cuello, pero todo lo que siento son sus manos alrededor de mi cintura. Quiero
gritar por
todas las razones equivocadas.
Sus ojos me mantienen en mi lugar. Su urgencia enciende mis huesos. Riachuelos
de agua serpentean su camino hacia los planos pulidos de su rostro y sus dedos me
presionan contra la pared.
Sus labios sus labios sus labios sus labios sus labios.
Mis ojos están luchando por no latir con fuerza.
Mis piernas han ganado el derecho a temblar.
Mi piel se chamusca en cada parte dónde no me está tocando.
Sus labios están tan cerca de mi oído que soy agua y todo y nada y la fusión en un
deseo tan desesperado que se quema mientras lo trago.
—Puedo tocarte —dice, y me pregunto por qué hay colibríes en mi corazón—. No lo
entendí hasta la otra noche —murmura, y estoy demasiado borracha para digerir el
peso de cualquier cosa además de su cuerpo flotando muy cerca del mío.
—Juliette. —Su cuerpo se presiona más cerca y me doy cuenta de que estoy
prestando atención a nada más que a los dientes de león soplando deseos en mis
pulmones. Mis ojos se abren súbitamente y se lame el labio inferior durante el
segundo más pequeño y algo en mi cerebro estalla a la vida.
Me corta la respiración. Me corta la respiración. Me corta la respiración.
—¿Qué estás haciendo...?
—Juliette, por favor… —Su voz es ansiosa y mira detrás de él como si no estuviera
seguro de que está solo—. La otra noche…
Aprieta los labios juntos. Cierra los ojos durante la mitad de un segundo y me
maravillo de la caída la caída la caída de gotas de agua caliente atrapadas en sus
pestañas como las perlas forjadas a partir del dolor. Sus dedos a centímetros de los
97
lados de mi cuerpo como si estuviera luchando para mantenerlos en un único lugar,
como si estuviera luchando por no tocarme por todas partes, por todas partes, en
todas partes y sus ojos están bebiendo el metro sesenta de mi cuerpo y yo estoy tan
yo estoy tan yo estoy tan atrapada.
—Por fin lo entiendo ahora —dice al oído—. Ya sé…ya sé por qué te quiere Warner.
—Sus dedos son 10 puntos de electricidad matándome con algo que nunca he
conocido antes. Algo que siempre he querido sentir.
—¿Entonces por qué estás aquí? —susurro, rota, muriendo en sus brazos—. ¿Por
qué...? —Uno, dos intentos de la inhalación—. ¿Por qué me estas tocando?
—Porque puedo. —Casi quiebra una sonrisa y casi me brotan un par de alas—. Ya lo
tengo.
—¿El qué? ―Parpadeo, de repente poniéndome seria—. ¿Qué quieres decir?
—Esa primera noche en la celda —suspira. Él mira hacia abajo—. Estabas gritando
en tu sueño.
Espero.
Espero.
Espero por siempre.
—Toqué tu cara —habla en la forma de la oreja—. Tu mano. Rocé la longitud de tu
brazo... —Se tira hacia atrás y sus ojos descansan en mi hombro, camino a mi codo,
aterrizan en mi muñeca. Estoy suspendida en la incredulidad—. No sabía cómo
despertarte. No te despertabas. Así que me senté hacia atrás y te observé. Esperé a
que dejases de gritar.
—Eso. Es. Imposible. —Tres palabras son todo lo que puedo manejar.
Sin embargo, sus manos se convierten en brazos alrededor de mi cintura, sus labios
se convierten en una mejilla presionada en mi mejilla y su cuerpo está al ras contra
el mío, su piel me toca me toca me toca y no está gritando no se está muriendo, no
está huyendo de mí y yo estoy llorando.
Me ahogo.
Estoy sacudiéndome temblando astillándome en lágrimas y me está sujetando de la
forma en que nadie me ha sujetado antes.
Como si me quisiera.
98
—Voy a sacarte de aquí —dice, y su boca se mueve contra de mi cabello y sus manos
están viajando a mis brazos y me estoy inclinando hacia atrás y él está buscando en
mis ojos y debo estar soñando.
—¿Por qué…por qué tú no…yo no...? —Estoy moviendo la cabeza y temblando,
porque esto no puede estar pasando y sacudiendo las lágrimas pegadas a mi cara.
Esto no puede ser real.
Sus dulces ojos, su sonrisa desquician mis articulaciones y me gustaría saber el
sabor de sus labios. Me gustaría tener el coraje para tocarle.
—Me tengo que ir ―dice—. Tienes que estar vestida y abajo a las ocho.
Me estoy ahogando en sus ojos y no sé qué decir.
Se despega la camisa, y no sé dónde mirar.
Me descubro en el panel de vidrio y presiono los ojos cerrados y parpadeo cuando
algo revolotea muy cerca. Sus dedos están un momento de mi cara y estoy
empapada en el ardor de la anticipación.
—No tienes que mirar hacia otro lado —dice. Lo dice con una sonrisa del tamaño de
Júpiter.
Echo una ojeada a sus rasgos, a la sonrisa torcida que quiero saborear, al color de
sus ojos que usaría para pintar un millón de imágenes. Sigo la línea de la
mandíbula
desde el cuello a la cima de la clavícula, memorizo las colinas y los valles esculpidos
de sus brazos, la perfección de su torso. El pájaro en el pecho.
El pájaro en el pecho.
Un tatuaje.
Un pájaro blanco con vetas de oro como con una corona sobre su cabeza. Está
volando.
—Adam —trato de decirle—. Adam —trato de explicarle—. Adam —trato de decirlo
tantas veces y fallo.
Trato de encontrar sus ojos sólo para darme cuenta de que ha estado mirándome
estudiarlo. Las piezas de su rostro se presionan en las líneas de emoción tan
profundas que me pregunto si debo parecerme a él. Él toca con 2 dedos mi mentón,
inclina mi cara hacia arriba lo suficiente y estoy viva en el agua.
99
—Voy a encontrar una manera de hablar contigo ―dice, y sus manos me están
rodeando y mi cara está presionada contra su pecho y el mundo de repente es más
brillante, más grande, más hermoso. El mundo de repente significa algo para mí, la
posibilidad de la humanidad significa algo para mí, el universo entero se detiene en
su lugar y gira en la otra dirección y yo soy el pájaro.
Soy el pájaro y estoy volando.
100
Capítulo 20 Traducido por Aciditax
Corregido por Rodoni
on las 8:00 de la mañana y yo estoy usando un vestido del color de
bosques muertos y latas de estaño.
El talle es más estrecho que cualquier cosa que he usado en mi vida, el
corte moderno y angular, casi caprichoso; el material es rígido y grueso, pero de
alguna forma respirable.
Miro fijamente mis piernas y me maravilla que tenga un par.
Me siento más expuesta de lo que me he sentido en toda mi vida.
Durante17 años me he entrenado en cubrir cada centímetro de mi piel expuesta y
Warner me está forzando a desconchar cada capa. Sólo puedo asumir que lo está
haciendo a propósito. Mi cuerpo es una flor carnívora, una planta venenosa, un
arma cargada con un millón de gatillos y está más que preparado para disparar.
Tócame y sufre las consecuencias. Nunca ha habido excepciones para esa regla.
Nunca, hasta Adam.
Me deja parada y empapada en la ducha, disfrutando de un torrencial aguacero de
tibias lágrimas. Miro a través del cristal borroso mientras él se seca y se desliza en
su uniforme estándar.
¿Por qué él me ayuda?
¿Él me recuerda?
Mi piel aún está humeante.
Mis huesos están vendados en los pliegues apretados de esta extraña vestimenta, el
cierre es lo único que me mantiene unida. Eso y las posibilidades de algo. Yo
siempre nunca me he atrevido a soñar con eso.
Mis labios siempre estarán sellados con los secretos de esta mañana, por siempre,
pero mi corazón está tan lleno de confianza y admiración y paz y posibilidades
ahora, que está a punto de estallar, me pregunto si rasgará el vestido.
S
101
La esperanza me abraza, manteniéndome en sus brazos, secándome mis lágrimas y
diciéndome que hoy y mañana y dentro de dos días estaré bien, estaré tan delirante
y me atreveré a creerlo.
Estoy sentada en un salón azul.
Las paredes están empapeladas en tela del color de un cielo perfecto de verano, el
suelo escondido bajo una alfombra de 5 centímetros de grosor, todo el salón estaba
vacío, excepto por dos sillas de terciopelo con patrones de una constelación. Cada
tono cambiante es como un moretón, como un hermoso error, como un recuerdo
de lo que hizo Adam por mí.
Estoy sentada sola en la silla de terciopelo en una sala azul usando un vestido
hecho de aceitunas. El peso del cuaderno en mi bolsillo se siente como si estuviera
balanceando una bola de boliche en mis rodillas.
—Te ves preciosa.
Warner se agita en la habitación como si flotara en el aire de por vida. No está
acompañado por nadie.
Mis ojos involuntariamente miran hacia mis zapatos deportivos y me preguntó si
he roto algunas reglas por evitar los tacones en mi armario. Estoy segura que no
son para los pies. Miro hacia arriba y él estaba parado frente a mí.
—El verde te queda genial —dice con una estúpida sonrisa—. Realmente realza el
color de tus ojos.
—¿De qué color son mis ojos? —pregunté al muro.
Se ríe.
—No hablas en serio.
—¿Cuántos años tienes?
Él para de reír.
—¿Qué te importa?
—Soy curiosa.
Toma asiento a mi lado.
—No responderé tus preguntas si no me miras cuando te hablo.
102
—Me quieres para torturar a las personas contra mi voluntad. Tú quieres que sea
un arma para tu guerra. Me quieres convertir en un monstruo para ti —me pausé—.
Mirarte me da ganas de vomitar.
—Eres más terca de lo que yo pensaba.
—Estoy usando tu vestido. Comí tu comida. Estoy aquí. —Desvié mis ojos para
mirarlo y él estaba mirando fijamente hacía mí. Momentáneamente, fui
sorprendida por el poder de su mirada.
—No has hecho nada por mí —dijo tranquilamente.
Estuve a punto de reír a carcajadas.
—¿Por qué lo haría?
Sus ojos peleaban con sus labios por el derecho de hablar. Miré para otro lado.
—¿Qué estamos haciendo en este salón?
—Ah. —Tomó un profundo aliento—. Desayunemos. Luego te daré tu horario.
Presiona un botón en el brazo de su silla y casi instantáneamente, carros y bandejas
están rodando hacia el salón por hombres y mujeres que claramente no son
soldados. Sus expresiones son duras y agrietadas y demasiado delgadas para ser
saludables.
Rompe mi corazón justo por la mitad.
—Usualmente comía solo —continúa Warner, su voz como un témpano perforado
en la superficie de mis recuerdos—. Pero me imaginé que tú y yo deberíamos
conocernos perfectamente. Especialmente, desde que estamos pasando tanto
tiempo juntos.
Las sirvientes personas que no son soldados, se van y Warner me ofrece algo en
una fuente.
—No estoy hambrienta.
—Eso no es una opción.
Miro hacia arriba y me doy cuenta que él está muy, muy serio.
—No tienes permitido pasar hambre hasta matarte. No comes suficiente y te
necesito saludable. No tienes permitido suicidarte. No tienes permitido hacerte
daño. Tú eres demasiado valiosa para mí.
103
—No soy tu juguete. —Casi le escupí.
Retiró su plato hacia el carrito rodante y me sorprendió que no lo estallara en
pedazos. Aclaró su garganta y en realidad podía sentir miedo.
—Este proceso podía ser más fácil si tú solamente cooperarás —dijo articulando
cada palabra.
Cinco cinco cinco cinco cinco latidos.
—El mundo está asqueado por ti —dijo moviendo sus labios con humor—. Todos
los que te han conocido te han odiado. Han huido de ti. Te han abandonado. Tus
propios padres te entregaron y ofrecieron tu existencia para renunciar a la
autoridad. Estaban tan desesperados por deshacerse de ti, por convertirte en el
problema de alguien más, de convencerse de que la abominación que ellos criaron,
no era de hecho su hija.
Mi cara ha sido cacheteada por unas cien manos.
—Y todavía. —El ríe abiertamente ahora—. Insistes en ponerme como el chico
malo. —Encuentra mis ojos—. Estoy tratando de ayudarte. Te estoy dando una
oportunidad que no cualquiera te ofrecería. Estoy dispuesto a tratarte como un
igual. Estoy dispuesto a darte algo que siempre has querido, y por encima de todo,
puedo poner poder en tus manos. Puedo hacerlos sufrir por lo que te hicieron. —Se
inclina lo suficiente—. Puedo cambiar tu mundo.
Está equivocado, tan equivocado, está más equivocado que un arco iris al revés.
Pero todo lo que dice es correcto.
—No te atrevas a odiarme tan rápidamente —continúa—. Podrías encontrarte
disfrutando esta situación un poco más de lo que previste. Por suerte para ti. Estoy
dispuesto a ser paciente. —Sonríe. Se inclina hacia atrás—. Pensándolo
ciertamente, no lastima que seas tan alarmantemente hermosa.
Estoy empapando de pintura roja la alfombra.
Es un mentiroso y un horrible, horrible, horrible ser humano y no sé si
preocuparme por que tenga la razón o por que esté equivocado, o por que estoy
desesperada por algo de reconocimiento de este mundo. Nadie me ha dicho algo
como eso antes.
Me hace querer mirarme en el espejo.
—Tú y yo no somos tan diferentes como podías esperar. —Su sonrisa es tan falsa
que quiero retorcerla en mi puño.
104
—Tú y yo no somos tan similares como podías esperar.
Sonríe tan ampliamente que no estoy segura de cómo reaccionar.
—Tengo diecinueve, por cierto.
—¿Disculpa?
—Tengo diecinueve años —aclara—. Soy un modelo bastante impresionante para
mi edad, lo sé.
Recojo mi chuchara y la empujo en la materia comestible en mi plato. Ya no sé que
es comida.
—No tengo ningún respeto por ti.
—Podrías cambiar de opinión —dijo fácilmente—. Ahora apúrate y come. Tenemos
mucho trabajo que hacer.
105
Capítulo 21 Traducido por sooi.luuli
Corregido por Rodoni
atar el tiempo no es tan difícil como suena.
Puedo lanzar unos cientos de números por mi pecho y verlos sangrar en
puntos decimales en la palma de mi mano.
Puedo copiar los números de un reloj y ver a la manecilla de la hora marcar su tac
final justo antes de dormirme. He estado asesinando minutos durante horas y a
nadie parece importarle.
Ha pasado una semana desde que no he dicho una palabra a Adam.
Me volví hacia él una vez. Abrí mi boca sólo una vez, pero nunca tuve una
oportunidad de decir algo antes de que Warner me interceptara.
—No tienes permitido hablarle a los soldados —dijo—. Si tienes preguntas, puedes
encontrarme. Soy la única persona de la que necesitas preocuparte mientras estés
aquí.
“Posesivo” no es una palabra lo suficientemente rara para Warner.
Él me escolta a todos lados. Me habla demasiado. Mi programa consiste en
reuniones con Warner y en comer con Warner y en escuchar a Warner. Si está
ocupado, soy enviada a mi habitación. Si está libre, me encuentra. Me cuenta sobre
los libros que han sido destruidos. Los artefactos que están preparando para que se
quemen. Las ideas que tiene para un nuevo mundo y cómo seré de una gran ayuda
para él tan pronto como esté lista. Tan pronto como me dé cuenta de cuánto quiero
esto, cuánto lo quiero a él, cuánto quiero esta vida nueva, gloriosa, poderosa. Está
esperando que aproveche mi potencial. Me dice cuán agradecida debería estar por
su paciencia. Su amabilidad. Su disposición a entender que esta transición debe ser
difícil.
M
106
No puedo mirar a Adam. No puedo hablarle. Él duerme en mi habitación, pero no
puedo verlo. Él respira tan cerca de mi cuerpo, pero no separa sus labios en mi
dirección. No me sigue al baño. No deja mensajes secretos en mi cuaderno.
Me estoy empezando a preguntar si me imaginé todo lo que me dijo.
Necesito saber si algo ha cambiado. Necesito saber si estoy loca por mantener esta
esperanza floreciendo en mi corazón y necesito saber lo que el mensaje de Adam
quería decir, pero cada día que él me trata como una extraña es otro día que
comienzo a dudar de mí misma.
Necesito hablarle, pero no puedo.
Porque ahora Warner está mirándome.
Las cámaras están mirando todo.
—Quiero que saques las cámaras de mi habitación.
Warner deja de morder la basura de comida/porquería/desayuno en su boca. Traga
con cuidado antes de inclinarse hacia atrás y mirarme a los ojos.
—Absolutamente no.
—Si me tratas como una prisionera —le digo—, voy a actuar como una. No me gusta
ser observada.
—No puedes ser confiada a tu propia cuenta. —Agarra su cuchara de nuevo.
—Cada respiro que tomo es monitoreado. Hay guardias ubicados en espacios de 2
metros en todas las entradas. No tengo siquiera acceso a mi propia habitación —
protesto—. Las cámaras no van a hacer una diferencia.
Una extraña especie de diversión baila en sus labios.
—No estás exactamente estable, ya sabes. Eres responsable de matar a alguien.
—No. —Aprieto los dedos—. No… yo no lo haría… yo no maté a Jenkins.
—No estoy hablando de Jenkins. —Su sonrisa es un tanque de ácido que penetra en
mi piel.
Él no va a dejar de mirarme. De sonreírme. De torturarme con sus ojos.
107
Esta soy yo, gritando silenciosamente en mi puño.
—Eso fue un accidente. —Las palabras salen de mi boca tan silenciosamente, tan
silenciosamente que ni siquiera sé si realmente he hablado o si realmente aún estoy
sentada aquí o si realmente tengo catorce años de nuevo de nuevo de nuevo y estoy
gritando y muriendo en una piscina de recuerdos que nunca nunca nunca parece
que pueda olvidar.
La vi en la tienda de comestibles. Sus piernas estaban cruzadas en los tobillos, su
hijo estaba con una correa que ella pensaba que él pensaba que era una mochila.
Pensaba que era tan mudo/tan joven/tan inmaduro para entender que la cuerda
tirando de él hacia su muñeca era un dispositivo diseñado para atraerlo a su
desinteresado círculo de autosimpatía. Ella eea demasiado joven para tener un hijo,
para tener esas responsabilidades, para estar enfrascada con un hijo que tiene
necesidades que no se acomodan a las suyas. Su vida es tan increíblemente
inaguantable, tan inmensamente multifacética, tan glamorosa para el legado de la
correa de su costado como para entender.
Los niños no son estúpidos, era lo que quería decirle.
Quería decirle que su séptimo grito no quería decir que él estaba intentando ser
desagradable, que su advertencia decimocuarta en la forma de mocoso/tú eres un
gran mocoso/me estás avergonzando, pequeño mocoso/no me hagas decirle a papi
que estabas siendo un mocoso que estaba fuera de lugar. No quería mirar, pero no
podía evitarlo. Su rostro de 3 años se frunció con dolor, sus pequeñas manos
intentaron deshacer las correas que había amarrado sobre su pecho y había
ajustado tan fuerte que cayó y lloró y ella le dijo que se lo merecía.
Quería preguntarle por qué haría eso.
Quería hacerle tantas preguntas, pero no las hice porque ya no hablamos con las
personas porque decir algo sería más extraño que no decirle nada a un extraño. Él
cayó al suelo y se retorció hasta que yo había dejado caer mis manos y cada rasgo
en mi rostro.
Lo lamento, es lo que nunca le dije a su hijo.
Pensaba que mis manos ayudaban.
Pensaba que mi corazón ayudaba.
Pensaba tantas cosas.
108
Nunca.
Nunca.
Nunca.
Nunca.
Nunca pensé.
Maté a un pequeño.
Estoy clavada en mi silla de terciopelo con cerca de un millón de recuerdos y estoy
obsesionada por un horror que mis manos desnudas crearon y me recuerda en cada
momento que soy no deseada por alguna razón. Mis manos pueden matar gente.
Mis manos pueden destruir todo.
No debería tener permitido vivir.
—Quiero —jadeo, luchando por tragar el puño depositado en mi garganta—, quiero
que quites las cámaras. Quítalas o voy a morir luchando contigo por el derecho.
—¡Finalmente! —Warner se pone de pie y estrecha sus manos como si fuera para
felicitarse a sí mismo—. Me estaba preguntando cuándo te despertarías. He estado
esperando por el fuego que sé que debe estar comiéndote todos los días. Estás
enterrada en el odio, ¿no? ¿Enojo? ¿Frustración? ¿Con ganas de hacer algo? ¿De
ser alguien?
—No.
—Por supuesto que sí. Igual que yo.
—Te odio más de lo que alguna vez entenderé.
—Vamos a hacer un excelente equipo.
—No somos nada. Tú no eres nada parecido a mí…
—Sé lo que quieres. —Se inclina, deja caer su voz.
—Sé lo que tu pequeño corazón siempre ha esperado. Puedo darte la aceptación
que buscas. Puedo ser tu amigo. —Me congelo. Titubeo. Fracaso en hablar.
109
—Sé todo sobre ti, amor. —Sonríe ampliamente—. Te he querido por un largo
tiempo. He esperado por siempre que estés lista. No voy a dejarte ir tan fácilmente.
—No quiero ser un monstruo —digo, tal vez más por mi bien que por el suyo.
—No luches contra lo que naciste para ser. —Agarra mis hombros—. Para de dejar
que todos los demás te digan qué está bien y qué está mal. ¡Haz un reclamo! Te
encogiste cuando podías conquistar. Tienes mucho más poder del que eres
consciente y yo estoy francamente demasiado ―Sacude su cabeza— fascinado.
—No soy tu fenómeno —digo bruscamente—. No actuaré por ti.
Aprieta su agarre alrededor de mis brazos y no puedo librarme de él. Se inclina
peligrosamente cerca de mi rostro y no sé por qué, pero no puedo respirar.
—No te temo, querida —dice suavemente—. Estoy absolutamente encantado.
—O sacas las cámaras o encontraré y romperé cada una de ellas. —Soy una
mentirosa. Estoy mintiendo por mis dientes, pero estoy enojada y desesperada y
horrorizada. Warner quiere transformarme en un animal que se aprovecha de los
débiles. De los inocentes.
Si él quiere que luche por él, va a tener que luchar conmigo primero.
Una lenta sonrisa se extiende en su rostro. Toca con los dedos enguantados mi
mejilla e inclina mi cabeza hacia arriba, atrapando mi mentón en su agarre cuando
me echo hacia atrás.
—Eres absolutamente deliciosa cuando estás enojada.
—Lástima que mi gusto sea venenoso para tu paladar. —Estoy bullendo con
disgusto de la cabeza a los dedos del pie.
—Ese detalle hace a este juego mucho más atractivo.
—Estás enfermo, tan enfermo…
Él se ríe y libera mi mentón sólo para hacer el inventario de las partes de mi
cuerpo. Sus ojos dibujan un vago recorrido por la longitud de mi cuerpo y siento la
repentina urgencia de romper su bazo.
—Si saco tus cámaras, ¿qué harás por mí? —Sus ojos son perversos.
110
—Nada.
Él sacude su cabeza.
—No se hará. Podría aceptar tu propuesta si aceptas una condición.
Aprieto la mandíbula.
—¿Qué quieres?
La sonrisa es más grande que antes.
—Esa es una pregunta peligrosa.
—¿Cuál es tu condición? —aclaro, impaciente.
—Tócame.
—¿Qué? —Mi grito es tan fuerte que se queda en mi garganta sólo para correr
deprisa por la habitación.
—Quiero saber exactamente de lo que eres capaz. —Su voz es firme, sus cejas
tirantes, tensas.
—¡No lo haré de nuevo! —exploto—. Viste lo que me hiciste hacerle a Jenkins…
—Que se joda Jenkins —escupe—. Quiero que me toques… quiero sentirlo yo
mismo…
—No… —Estoy sacudiendo mi cabeza tan fuerte que me hace marear—. No. Nunca.
Estás loco… Tú no vas a…
—Tú lo harás, realmente.
—No…
—Tendrás que… trabajar… en un punto o en otro —dice, haciendo un esfuerzo por
moderar su voz—. Incluso si tuviste que renunciar a mi condición, estás aquí por
una razón, Juliette. Convencí a mi padre de que serías un recurso para El
Reestablecimiento. Que serías capaz de dominar a cualquier rebelde que
nosotros…
—Quieres decir torturar…
111
—Sí. —Sonríe—. Discúlpame, me refiero a torturar. Serás capaz de ayudarnos a
torturar a cualquiera que capturemos. —Una pausa—. Infligir dolor, ya ves, es un
método increíblemente eficiente de obtener información de cualquiera. ¿Y contigo?
—Echa un vistazo a mis manos—. Bueno, es barato. Rápido. Efectivo. —Sonríe más
ampliamente—. Y tanto como te mantengamos viva, estarás bien por al menos unas
décadas. Es de mucha suerte que no estés operando con baterías.
—Tú…tú… —espeté.
—Deberías agradecerme. Te salvé de ese agujero enfermo de asilo… te conduje a
una posición de poder. Te he dado todo lo que podías posiblemente necesitar para
estar cómoda. —Dirige su mirada hacia mí—. Ahora necesito que te focalices.
Necesito que renuncies a tus esperanzas de vivir como todos los demás. No eres
normal. Nunca lo has sido, y nunca lo serás. Adopta quien eres.
—Yo… —trago—. Yo no soy… no soy… yo…
—¿Una asesina?
—NO…
—¿Un instrumento de tortura?
—DETENTE…
—Te estás mintiendo a ti misma.
Estoy lista para destruirlo.
Ladea la cabeza y fuerza de vuelta una sonrisa.
—Has estado al borde de la locura toda tu vida, ¿o no? Tanta gente te llamaba loca
que tú comenzaste a creerlo. Te preguntabas si estaban en lo cierto. Te preguntabas
si podías manejarlo. Pensabas que si podías sólo intentarlo un poco más duro, ser
un poco mejor, más lista, más amable… pensabas que el mundo cambiaría de
opinión sobre ti. Te culpaste a ti misma por todo.
Jadeo.
Mi labio inferior tiembla sin mi permiso. Apenas puedo controlar la tensión en mi
barbilla.
No quiero decirle que está en lo correcto.
112
—Has suprimido toda tu rabia y resentimiento porque querías ser querida —dice,
ya sin sonreír—. Tal vez te entiendo, Juliette. Tal vez deberías confiar en mí. Tal vez
deberías aceptar el hecho de que has intentado ser alguien que no eres durante
mucho tiempo y que no importa lo que hiciste, esos bastardos nunca estarán
felices. Nunca estuvieron satisfechos. Nunca dieron una mierda, ¿o sí? —Me mira y
por un momento parece casi humano. Por un momento quiero creerle. Por un
momento quiero sentarme en el piso y llorar el océano alojado en mi garganta.
—Es hora de que dejes de fingir —dice, tan suavemente—. Juliette… —Toma mi
rostro en sus manos enguantadas, tan inesperadamente gentil—. Ya no tienes que
ser amable. Puedes destruirlos a todos ellos. Puedes derribarlos y apropiarte de
todo este mundo y…
Una máquina de vapor me golpea en el rostro.
—No quiero destruir a nadie —le digo—. No quiero herir a las personas…
—¡Pero lo merecen! —Se aleja de mí, frustrado—. ¿Cómo podrías no querer
vengarte? ¿Cómo podrías no luchar de vuelta?
Me pongo de pie lentamente, sacudiéndome con enojo, esperando que mis piernas
no colapsen debajo de mí.
—Crees que porque soy no deseada, porque estoy abandonada y… y deshecha… —
Mi voz se eleva lentamente más con cada palabra, las emociones desenfrenadas de
repente gritando a través de mis pulmones—. ¿Crees que no tengo un corazón?
¿Crees que no siento? ¿Crees que porque puedo infligir dolor, que debería? Eres
igual que todos los demás. Crees que soy un monstruo igual que todos. No me
entiendes en lo absoluto…
—Juliette…
—No.
No quiero esto. No quiero su vida.
No quiero ser nada para nadie sino yo misma. Quiero tomar mis propias decisiones
y nunca he querido ser un monstruo. Mis palabras son lentas y firmes cuando
hablo.
—Valoro la vida humana mucho más de lo que tú lo haces, Warner.
113
Abre la boca para hablar antes de detenerse. Se ríe fuerte y sacude su cabeza.
Me sonríe.
—¿Qué? —pregunto antes de poder detenerme.
—Acabas de decir mi nombre. —Sonríe incluso más amplio—. Nunca antes te has
dirigido hacia mí directamente. Eso debe significar que estoy progresando contigo.
—Te acabo de decir que no…
Me interrumpe.
—No estoy preocupado sobre tus dilemas morales. Sólo estás ganando tiempo
porque estás en la negación. No te preocupes —dice—. Lo superarás. Puedo esperar
un poco más.
—No estoy en la negación…
—Claro que lo estás. No lo sabes aún, Juliette, pero eres una chica muy mala —dice,
agarrándose el corazón—. Justo mi tipo.
Esta conversación es imposible.
—Hay un soldado viviendo en mi habitación. —Estoy respirando con dificultad—. Si
quieres que yo esté aquí, necesitas sacar las cámaras.
Los ojos de Warner se oscurecen por sólo un instante.
—¿Dónde está tu soldado, de todas maneras?
—No lo sé. —Espero por Dios que no me esté ruborizando—. Tú me lo asignaste.
—Sí. —Se ve pensativo—. Me gusta observarte sufrir. Él te incomoda, ¿no?
Pienso en las manos de Adam en mi cuerpo y sus labios tan cerca de los míos y la
esencia de su piel empapada por un aguacero húmedo que nos absorbía a los dos
juntos y de repente mi corazón late con fuerza en mis costillas que demandan
escape.
—Sí. —Dios—. Sí. Él me pone muy… incómoda.
—¿Sabes por qué lo elegí? —pregunta Warner, y soy atropellada por un remolque.
114
Adam fue elegido.
Por supuesto que lo fue. Él no era cualquier soldado enviado a mi celda. Warner no
hace nada sin razón. Él debe de saber que Adam y yo teníamos una historia. Él es
más cruel y calculador de lo que le daba crédito.
—No. —Inhalo—. No sé por qué. —Exhalo. No puedo olvidarme de respirar.
—Él se ofreció como voluntario —dice Warner sencillamente, y estoy estupefacta
por un momento—. Él dijo que había ido a la escuela contigo hace muchos años. Él
dijo que probablemente no te acordarías de él, que se ve mucho más diferente
ahora de lo que lo hacía entonces. Armó un caso muy convincente. —Un latido de
aliento—. Dijo que estaba emocionado de escuchar que habías sido encerrada. —
Warner finalmente me mira.
Mis huesos son como cubos de hielo entrechocando, refrigerándome hasta mi
corazón.
—Estoy intrigado —dice, inclinando su cabeza mientras habla—. ¿Lo recuerdas?
—No —miento, no estoy segura de que esté viva. Estoy intentando desentrañar la
verdad de lo falso de los supuestos de las postulaciones, pero siguen oraciones que
se retuercen en mi garganta.
Adam me conocía cuando entró en la celda.
Él sabía exactamente quién era yo.
Él ya sabía mi nombre.
Oh
Oh
Oh
Esta era toda una trampa.
—¿Esta información te… enfada? —pregunta, y yo quiero coser sus labios en una
mueca permanente.
No digo nada y de alguna manera es peor.
115
Warner está sonriendo.
—Nunca le dije, por supuesto, el por qué fue que has sido encerrada… pensé que el
experimento en el manicomio debería continuar sin contaminación de información
adicional… pero él dijo que siempre fuiste una amenaza para los estudiantes. Que
todos siempre fueron advertidos de mantenerse lejos de ti, aunque las autoridades
nunca explicaron por qué. Dijo que quería tener una mirada más de cerca del
fenómeno en que te has vuelto.
Mi corazón se rompe. Mis ojos destellan. Estoy tan herida tan enojada tan
horrorizada tan humillada y ardiendo de indignación tan injusta que es como un
fuego ardiendo dentro de mí, un fuego arrasador de esperanzas diezmadas. Quiero
romper la espina dorsal de Warner en mi mano. Quiero que él sepa lo que es herir,
lo que es infligir semejante agonía insoportable en otros. Quiero que conozca mi
dolor y el dolor de Jenkins y el dolor de Fletcher y quiero herirlo. Porque, tal vez,
Warner esté en lo cierto.
Tal vez la gente lo merezca.
—Sácate tu camisa.
Por toda su postura, Warner se veía genuinamente sorprendido, pero él no pierde
el tiempo en desabotonarse su chaqueta, sacarse sus guantes, y quitarse la camiseta
de algodón fino aferrándose más cerca de su piel.
Sus ojos son brillantes, asquerosamente ansiosos; no oculta su curiosidad.
Warner deja caer sus ropas al piso y me mira casi de manera intimidante. Tengo
que tragarme la repulsión burbujeando en mi boca. Su cuerpo perfecto. Sus ojos
tan duros y hermosos como gemas congeladas. Me repulsa. Quiero su exterior para
encajarlo con su interior negro y destrozado.
Él camina hacia mí hasta que hay menos de un pie de distancia entre nosotros. Su
altura y contextura me hace sentir como una rama caída.
—¿Estás lista? —pregunta, arrogante e idiota.
Considero romper su cuello.
—Si hago esto sacarás todas las cámaras de mi habitación. Todos los micrófonos
ocultos. Todo.
116
Da un paso más cerca. Baja su cabeza. Está mirando mis labios, estudiándome de
una manera completamente nueva.
—Mis promesas no valen mucho, amor —susurra—. ¿O te has olvidado? —45
centímetros hacia delante. Su mano en mi cintura. Su aliento dulce y cálido en mi
nuca—. Soy un mentiroso excepcional.
La comprensión se precipita en mí como 200 golpes de sentido común. No debería
estar haciendo esto. No debería hacer tratos con él. No debería estar considerando
torturar. Dios mío, estoy perdiendo la cabeza. Mis puños se aprietan en mis
costados y estoy temblando por todos lados. Apenas puedo encontrar la fuerza para
hablar.
—Te puedes ir al infierno.
Estoy sin fuerzas.
Tropiezo hacia atrás contra la pared y me desplomo en un montón de inutilidad;
desesperación. Pienso en Adam y mi corazón se desinfla.
Ya no puedo estar más aquí.
Me muevo deprisa hacia las puertas dobles que están de cara a la habitación y las
abro de un tirón antes de que Warner pueda detenerme. Pero en su lugar me
detiene Adam. Está de pie justo afuera. Esperando. Vigilándome a donde quiera
que vaya.
Me pregunto si escuchó todo y mis ojos caen al piso, el color borrado de mi rostro,
mi corazón en piezas en mi mano. Por supuesto que escuchó todo. Por supuesto
que ahora sabe que soy una asesina. Un monstruo. Un alma despreciable metida en
un cuerpo venenoso.
Warner hizo esto a propósito.
Y estoy parada entre ellos. Warner sin camiseta. Adam mirando su arma.
—Soldado —habla Warner—,llévala de vuelta a su habitación e inhabilita todas las
cámaras. Puede almorzar sola si quiere, pero la esperaré para la cena.
Adam se queda en blanco por un momento demasiado largo.
—Sí, señor.
117
—¿Juliette?
Me congelo. Mi espalda está hacia Warner y no me volteo.
—Espero que mantengas la parte de tu trato.
118
Capítulo 22 Traducido por sooi.luuli
Corregido por lavi
os toma 5 años llegar hasta el elevador. 15 más subir. Tengo un millón de
años para cuando entro a mi habitación. Adam está quieto, en silencio,
perfectamente armado y mecánico en sus movimientos. No hay nada en
sus ojos, en sus miembros, en los movimientos de su cuerpo que indique que él
sabe mi nombre.
Lo veo moverse deprisa, rápido, con cuidado alrededor de la habitación,
encontrando los pequeños dispositivos destinados a monitorear mi
comportamiento y desactivándolos uno por uno. Si alguien pregunta por qué mis
cámaras no están funcionando, Adam no se meterá en problemas. Esta orden vino
de Warner. Esto lo hace oficial.
Esto hace posible para mí tener algo de privacidad.
Pensé que necesitaría privacidad.
Soy una idiota.
Adam no es el chico que recuerdo.
Yo estaba en tercer grado.
Me acababa de mudar al pueblo después de que me expulsaran pidieran que
dejara la escuela. Mis padres siempre se mudaban, siempre se escapaban de los
desastres que hacía, de las citas para jugar que había arruinado, de las amistades
que nunca tuve. Nadie nunca quiso hablar sobre mi “problema”, pero el misterio
que rodea mi existencia de alguna manera empeoraba las cosas. La imaginación
humana es frecuentemente desastrosa cuando se la deja para que se las arregle
sola. Sólo escuchaba trozos y partes de sus susurros.
—¡Fenómeno!
—¿Escuchaste que ella...
—Qué perdedora.
N
119
—... fue expulsada de su antigua escuela?
—¡Psicópata!
—Ella tiene algún tipo de enfermedad...
Nadie me hablaba. Todos miraban. Era lo bastante joven para todavía llorar.
Almorzaba sola, cerca de una valla metálica y nunca miraba en el espejo. Nunca
quería ver el rostro que todos odiaban tanto. Las chicas solían patearme y
escaparse. Los chicos solían arrojarme piedras. Aún tengo cicatrices en algunas
partes.
Veía el mundo pasar a través de esas vallas metálicas. Miraba a los autos y a los
padres dejando a sus hijos y los momentos de los que nunca sería parte. Esto fue
antes de que las enfermedades se volvieran tan comunes que la muerte era una
parte natural de conversación. Esto fue antes de que nos diéramos cuenta de que
las nubes eran del color equivocado, antes de que nos diéramos cuenta de que
todos los animales estaban muriendo o estaban infectados, antes de que nos
diéramos cuenta de que todos íbamos a morir de hambre, y rápido. Esto fue cuando
todavía pensábamos que nuestros problemas tenían soluciones. Entonces, Adam
era el chico que solía caminar a la escuela. Adam era el chico que se sentaba a tres
hileras en frente de mí. Sus ropas eran peores que las mías, su almuerzo
inexistente. Nunca lo vi comer.
Una mañana, él vino a la escuela en coche.
Lo sé porque lo vi siendo empujado hacia afuera desde allí. Su padre estaba
borracho y conducía, gritando y agitando los puños por alguna razón. Adam estaba
de pie muy quieto y miraba al suelo como si estuviera esperando algo,
preparándose para lo inevitable. Vi a un padre darle una bofetada a su hijo de ocho
años en el rostro. Vi a Adam caer al suelo y quedarse allí, inmóvil mientras era
pateado en las costillas repetidas veces.
—¡Todo es tu culpa! Es tu culpa, tuya, pedazo de mierda —gritaba una su padre y
otra vez hasta que vomité ahí mismo, sobre todo un parche de dientes de león.
Adam no lloró. Se quedó acurrucado en el suelo hasta que su padre se dio por
vencido, hasta que se fue. Sólo una vez que se aseguró que todo el mundo se había
ido su cuerpo irrumpió en tumultuosos sollozos, su pequeño rostro embadurnado
en la tierra, sus brazos aferrados a su abdomen. No podía apartar la mirada.
Fue entonces cuando comencé a prestarle atención a Adam Kent.
—Juliette.
120
Contengo mi aliento y desearía que mis manos no estuvieran temblando. Desearía
que no tuviera ojos.
—Juliette —dice de nuevo, esta vez incluso más suave y mi cuerpo es una licuadora
y yo estoy hecha de pasta. Mis huesos duelen, duelen, duelen por su calidez.
No me daré vuelta.
—Siempre supiste quién era —susurro.
No dice nada y yo estoy de repente desesperada por ver sus ojos. De repente,
necesito ver sus ojos. Giro mi cara para mirarlo a pesar de todo sólo para verlo
mirar sus manos.
—Lo siento. —Es todo lo que dice.
Me echo hacia atrás contra la pared y cierro mis párpados. Todo fue una actuación.
Robar mi cama. Preguntar mi nombre. Preguntarme sobre mi familia. Él estaba
actuando para Warner. Para los guardias. Para quién sea que estuviera observando.
Ya ni siquiera sé qué creer.
Necesito decirlo. Necesito sacarlo. Necesito romper mis heridas abiertas y sangrar
fresca para él.
—Es verdad —le digo—. Sobre el pequeño. —Mi voz está temblando mucho más de
lo que pensé que lo haría—. Yo hice eso.
Él está en silencio por un rato.
—Nunca lo entendí antes. Cuando escuché sobre eso por primera vez. No me di
cuenta hasta ahora de lo que tuvo que haber pasado.
—¿Qué? —Nunca supe que podía parpadear tanto.
—Nunca tuvo sentido para mí —dice, y cada palabra me patea en el vientre. Él
levanta la vista y se ve más angustiado de lo que alguna vez quise que lo esté—.
Cuando escuché sobre eso. Todos escuchamos sobre eso. Toda la escuela…
—Fue un accidente —suelto, esperando no fracasar—. Él… e-él se cayó… y yo estaba
intentando ayudarlo… y yo sólo… no… pensé…
—Lo sé.
—¿Qué? —jadeo tan alto que me trago la habitación entera en un aliento.
—Te creo —me dice.
121
—¿Qué?... ¿por qué? —Mis ojos parpadean las lágrimas, mis manos temblorosas,
mi corazón lleno de esperanza aprensiva.
Él se muerde su labio inferior. Aparta la mirada. Camina hasta la pared. Abre y
cierra su boca varias veces antes de que las palabras salgan volando.
—Porque te conocía, Juliette… yo… Dios… yo sólo… —Cubre su boca con la mano,
deja caer sus dedos a su cuello. Se frota la frente, cierra los ojos, frunce los labios.
Los fuerza a abrirse—. Ese era el día en que iba a hablarte. —Una extraña especie de
sonrisa. Una extraña especie de risa. Se pasa una mano por su pelo. Levanta la vista
al techo. Me da la espalda—. Finalmente, iba a hablarte. Finalmente, iba a hablarte
y yo… —Sacude su cabeza con fuerza, e intenta otra risa de pena—. Dios, no me
recuerdas.
Cientos de miles de segundos pasan y yo no puedo dejar de morir.
Quiero reír y llorar y gritar y correr y no puedo elegir cuál hacer primero.
Confieso.
—Por supuesto que te recuerdo. —Mi voz es un susurro estrangulado. Presiono mis
ojos hasta cerrarlos. Te recuerdo siempre, todos los días, en cada momento
destrozado de mi vida—. Fuiste el único que alguna vez me vio como un ser
humano.
Nunca me habló. Nunca me dirigió ni una sola palabra, pero era el único que se
atrevía a sentarse cerca de mi valla. Él era el único que me defendía, la única
persona que luchaba por mí, él único que le había dado un puñetazo a alguien en su
rostro por arrojar una piedra en mi cabeza. Ni siquiera sabía cómo agradecerte.
Él era lo más cercano a un amigo que nunca tuve.
Abro mis ojos y está de pie justo en frente de mí. Mi corazón es un campo de lirios
floreciendo bajo un panel de vidrio, repiqueteando a la vida como una carrera de
gotas de lluvia. Su mandíbula está tan dura como sus ojos, tan apretada como sus
puños, tan dura como la tensión en sus brazos.
—¿Tú siempre lo has sabido? —Tres palabras susurradas y él ha roto mi presa,
abierto mis labios y robado mi corazón una vez más. Apenas puedo sentir las
lágrimas corriendo por mi rostro.
—Adam. —Intento reír y mis labios disparan un sollozo ahogado—. Reconocería tus
ojos en cualquier lugar del mundo.
Y eso es todo.
122
Esta vez no hay autocontrol.
Esta vez estoy en sus brazos y contra la pared y estoy temblando en todas partes y
él es tan gentil, tan cuidadoso, tocándome como si estuviera hecha de porcelana y
yo quiero hacerme pedazo.
Está recorriendo sus manos por mi cuerpo, recorriendo sus ojos por mi rostro,
corriendo vueltas con su corazón y yo estoy corriendo maratones con mi mente.
Todo está en llamas. Mis mejillas, mis manos, la boca de mi estómago y yo me estoy
ahogando en olas de emoción y en una tormenta de lluvia fresca y todo lo que
siento es la fuerza de su silueta contra la mía y que nunca jamás, jamás, jamás
quiero olvidar este momento. Quiero fijarlo en mi piel y guardarlo por siempre.
Él toma mis manos y presiona mis palmas en su rostro y sé que nunca supe la
belleza del sentimiento humano antes de esto. Sé que aún estoy llorando cuando
mis ojos revolotean cerrados.
Susurro su nombre.
Y él está respirando con más fuerza que yo y de repente sus labios están en mi
cuello y yo estoy jadeando y muriendo y agarrando sus brazos y él me está tocando,
me está tocando, me está tocando y yo soy el trueno y el rayo y me estoy
preguntando cuándo diablos me voy a despertar.
Una vez, dos veces, unas cientos de veces sus labios saborean mi nuca y me
pregunto si es posible morir de euforia. Encuentra mis ojos sólo una vez para
ahuecar mi rostro entre sus manos y me estoy ruborizando a través de esas paredes
de placer y dolor e imposibilidad.
—He querido besarte durante mucho tiempo. —Su voz es ronca, desigual, profunda
en mi oído.
Estoy congelada con anticipación, con expectación y estoy tan preocupada de que
me bese, de que no me bese. Estoy mirando sus labios y no me doy cuenta de cuán
cerca estamos hasta que somos separados.
3 chirridos electrónicos distintos reverberan alrededor de la habitación y Adam
mira más allá de mí como si por un momento no pudiera entender dónde está.
Pestañea. Y corre hacia el intercomunicador para presionar los botones adecuados.
Me doy cuenta de que está respirando con dificultad.
Estoy temblando en mi piel.
—Nombre y número —demanda la voz del intercomunicador.
123
—Kent, Adam. 45B-86659.
Una pausa.
—Soldado, ¿es consciente de que las cámaras en su habitación han sido
desactivadas?
—Sí, señor. Me dieron órdenes estrictas de que desmantele los dispositivos.
—¿Quién dio esta orden?
—Warner, señor.
Una pausa más larga.
—Verificaremos y confirmaremos. La manipulación no autorizada de dispositivos
de seguridad podría resultarle una expulsión deshonrosa inmediata, soldado.
Espero que sea consciente de eso.
—Sí, señor.
La línea se silencia.
Adam se desploma contra la pared, su pecho subiendo y bajando. No estoy segura
pero podría haber jurado que sus labios se curvaron en la más diminuta sonrisa.
Cierra los ojos y exhala.
No estoy segura de qué hacer con el alivio que cae en mis manos.
—Ven aquí —dice, sus ojos aún cerrados.
Voy de puntillas hacia delante y me atrae hacia sus brazos. Respira el aroma de mi
pelo y besa el costado de mi cabeza y nunca he sentido algo tan increíble en mi
vida. Ya ni siquiera soy humana. Soy mucho más. El sol y la luna han emergido y la
tierra está al revés. Siento como si pudiera ser exactamente quien quiero ser en sus
brazos.
Él me hace olvidar el terror que soy capaz de hacer.
—Juliette —susurra en mi oído—, tenemos que largarnos de aquí.
124
Capítulo 23 Traducido por Susanauribe
Corregido por Aciditax
engo 14 años de nuevo y estoy mirando la parte posterior de su cabeza en
un pequeño salón de clases. Tengo 14 años y he estado enamorada de
Adam Kent durante años.
Me aseguré de ser extracuidadosa, de ser extrasilenciosa, de ser extracooperativa
porque no quería mudarme de nuevo. No quería dejar la escuela con el único rostro
amigable que había conocido. Lo miré crecer un poco más cada día, un poco más
alto cada día, un poco más fuerte, un poco más rudo, un poco más callado cada día.
Por fin, se volvió lo suficientemente grande para golpear a su padre, pero nadie en
verdad sabe qué le pasó a su madre. Los estudiantes lo rechazaron, lo perseguían
hasta que él peleaba en defensa, hasta que la presión del mundo finalmente lo
rompió.
Pero sus ojos se quedaron igual.
Siempre los mismos cuando me miraba. Amables. Compasivos. Desesperados por
entender. Pero él nunca hacía preguntas. Nunca me presionó por una palabra. Sólo
se aseguró de estar lo suficientemente cerca para asustar a todos los demás.
Pensé que tal vez yo no era tan mala. Tal vez.
Pensé que él tal vez vio algo en mí. Pensé que tal vez yo no era tan horrible como
decían que era. No había tocado a nadie en años. No me atrevía a acercarme a las
personas. No lo podía arriesgar.
Hasta que un día lo hice, y arruiné todo.
Maté a un niñito en un supermercado simplemente al ayudarlo a ponerse de pie. Al
tomar sus pequeñas manos. No entendía por qué él estaba gritando. Fue mi
primera experiencia tocando a alguien por un periodo de tiempo tan largo y no
entendí que me estaba pasando. Las pocas veces que había puesto mis manos en
alguien accidentalmente siempre las había retirado. Las retiré cuando recordé que
no se suponía que tocara a alguien. Tan pronto como escuché el primer grito
escapando de sus labios.
T
125
El pequeño era diferente.
Quería ayudarlo. Sentí como una ola de odio repentino hacia su madre por su
negligencia ante su llanto. Su falta de compasión como madre me devastó y me
recordó mucho a mi madre. Sólo quería ayudarlo.
Quería que supiera que alguien más estaba escuchando… que a alguien más le
importaba. No entendí porque se sintió tan extraño y excitante tocarlo. No sabía
que estaba drenando su vida y no pude comprender por qué él se había vuelto sin
vida y callado en mis brazos. Pensé que tal vez la oleada de poder y sentimiento
positivo significaba que había sido curada de mi terrible enfermedad. Pensé tantas
cosas estúpidas y lo arruiné todo.
Pensé que estaba ayudando.
Pasé los tres años siguientes en hospitales, oficinas de abogados, centros de
detención juvenil, y sufrí por las píldoras y terapias de electroshock. Nada
funcionó. Nadie ayudó. Aparte de matarme, encerrarme en una institución era la
única solución. La única forma de proteger a la población del terror de Juliette.
Hasta que se paró en mi celda, no había visto a Adam Kent en tres años.
Y lucía diferente. Más fuerte, alto, fuerte, formado, tatuado. Está musculoso,
maduro, callado y rápido. Es como si no pudiera permitirse estar relajado, suave o
lento. No podía hacer nada excepto ser musculoso, nada menos que fuerza y
eficiencia. Las líneas de su rostro son suaves, precisas y talladas en forma por los
años de vida dura, entrenando y tratando de sobrevivir.
Ya no es un chico pequeño. No tiene miedo. Está en el ejército.
Pero no es tan diferente, tampoco. Todavía tiene los ojos azules más inusuales que
he visto. Oscuros, profundos y empapados de pasión. Siempre me pregunté cómo
sería ver el mundo por unos ojos tan hermosos. Me pregunté si el color de tus ojos
significaba que veías el mundo de manera diferente. Si el mundo te veía diferente
como resultado.
Debería haber sabido que era él cuando apareció en mi celda.
Una parte de mí murió. Pero traté muy fuerte de reprimir los recuerdos de mi
pasado que me rehusé a creer que era posible. Porque una parte de mí no quería
recordar. Una parte de mí estaba muy asustada de ilusionarme. Una parte de mí no
sabía si había ninguna diferencia en saber que era él, después de todo.
A menudo me pregunto cómo me veo.
126
Me pregunto si sólo soy una sombra perforada de la persona que era antes. No me
he mirado en el espejo en tres años. Estoy tan asustada de lo que veré.
Alguien toca la puerta.
Soy catapultada por la habitación por mi miedo. Adam pone su mirada en mí antes
de abrir la puerta y yo decido retirarme en la esquina lejana de la habitación.
Agudizo mis oídos sólo para escuchar suaves voces de murmullo, tonos bajos, y
alguien aclarándose su garganta. No estoy segura de qué hacer.
—Iré en un minuto. —Adam dice un poco fuerte.
Me doy cuenta de que están tratando de terminar la conversación.
—Vamos, amigo, sólo quiero verla.
—Ella no es un jodido espectáculo, Kenji. Sal de aquí.
—Espera… sólo dime esto: ¿enciende cosas con su mirada? —Kenji se ríe y yo me
encojo, cayendo al suelo detrás de la cama. Me hago una bola y trato de no escuchar
el resto de la conversación.
Fallo.
Adam suspira. Puedo imaginarlo frotándose su frente.
—Sólo sal de aquí.
Kenji lucha por amortiguar su risa.
—Demonios, ¿eres sensible de repente, huh? Hombre, salir con una chica te está
cambiando.
Adam dice algo que no puedo escuchar.
La puerta se azota al cerrarse.
Alzo la mirada desde mi escondite. Adam parece avergonzado. Mis mejillas se
vuelven rosas. Estudio los hilos entrelazados del fino tapete de lana debajo de mis
pies. Toco el trapo y espero a que él hable. Me pongo de pie para mirar por el
pequeño cuadrado de la ventana sólo para encontrar el crudo telón de fondo de una
ciudad destruida. Recuesto mi frente contra el vidrio.
Cubos de metal están agrupados en la distancia: complejos albergando civiles
envueltos en múltiples capas, tratando de encontrar refugio del frío. Una madre
sosteniendo la mano de un pequeño niño. Soldados de pie encima de ellos, quietos
127
como estatuas, rifles en posición y listos para disparar. Montones y montones y
montones de basura, peligrosos trozos de metal y acero brillando en el suelo.
Solitarios árboles, moviéndose con el viento.
La mano de Adam se desliza alrededor de mi cintura.
Sus labios están en mi oído y no dice nada en absoluto, pero me derrito hasta que
soy un puñado de mantequilla caliente chorreando por su cuerpo. Quiero comer
cada minuto de este momento.
Me permito cerrar mis ojos contra la verdad afuera de mi ventana. Sólo por un
ratito. Adam toma una profunda respiración y me acerca aun más. Estoy moldeada
en la forma de su silueta; sus manos rodeando mi cintura y su mejilla está contra
mi cabeza.
—Se siente increíble.
Trato de reírme, pero parece que se me ha olvidado cómo se hace.
—Esas son palabras que nunca pensé escuchar.
Adam me da la vuelta así que estoy frente a él, y de repente estoy mirando y no
mirando a su rostro, estoy abrazada por un millón de llamas y trago un millón más.
Me está mirando como si nunca me hubiera visto antes. Quiero lavar mi alma en la
profundidad azul de sus ojos.
Él inclina su frente hasta que descansa contra la mía y nuestros labios no están lo
suficientemente cerca. Susurra:
—¿Cómo estás? —Y quiero besar cada hermoso latido de su corazón.
¿Cómo estás? Dos palabras que nadie me ha preguntado.
—Quiero salir de aquí. —Es todo en lo que puedo pensar.
Me aprieta contra su pecho y me maravillo ante el poder, la gloria, el asombro en
un movimiento tan simple. Se siente como un bloque de fuerza de 1.80 metros de
alto.
Cada mariposa del mundo ha migrado a mi estómago.
—Juliette.
Me inclino hacia atrás para mirar su rostro.
—¿Estás segura acerca de irte? —me pregunta. Sus dedos acarician un lado de mi
mejilla. Mete un mechón de cabello detrás de mi oreja—. ¿Entiendes los riesgos?
128
Tomo una profunda respiración. Sé que el riesgo real es la muerte.
—Sí.
Él asiente. Sus ojos y voz bajan.
—Las tropas se están movilizando por una especie de ataque. Ha habido un montón
de protestas de grupos que antes estaban callados, y nuestro trabajo es arrasar con
la resistencia. Creo que quieren que este ataque sea el último —añade en voz baja—.
Algo enorme está sucediendo, y no estoy seguro de qué es, no todavía. Pero lo que
sea, tenemos que estar preparados para irnos cuando lo estén ellos.
Me congelo.
—¿Qué quieres decir?
—Cuando las tropas estén listas para partir, tú y yo deberíamos estar listos para
huir. Es la única forma de salir que nos dará tiempo para desaparecer. Todos
estarán muy concentrados en el ataque, nos comprará algo de tiempo antes que
noten que no estamos o podríamos conseguir a mucha gente buscándonos.
—¿Pero… quieres decir… vendrás conmigo? ¿Estarías dispuesto a hacer eso por mí?
Él sonríe con una sonrisita pequeña. Sus labios se mueven como si estuviera
tratando de no reírse. Sus ojos se suavizan mientras estudian los míos.
—Hay muy pocas cosas que no haría por ti.
Tomo una profunda respiración y cierro mis ojos, tocando su pecho con mis dedos,
imaginando el pájaro volando por su piel, y le hago la pregunta que más me asusta.
—¿Por qué?
—¿Qué quieres decir? —Da un paso hacia atrás.
—¿Por qué, Adam? ¿Por qué te importa? ¿Por qué quieres ayudarme? No lo
entiendo, no sé por qué estarías dispuesto a arriesgar tu vida…
Pero entonces sus brazos están alrededor de mi cintura, y me sostiene tan cerca y
sus labios están en mi oído y dice mi nombre, una, dos veces y no tenía idea de que
podía prenderme tan rápido. Su boca está sonriendo contra mi piel.
—¿No?
No sé nada, es por eso que le diría que no tengo idea de cómo hablar. Él se ríe un
poco y se mueve hacia atrás. Toma mi mano y la estudia.
129
—¿Recuerdas en cuarto grado —dice—, cuando Molly Carter se inscribió para el
viaje escolar muy tarde?, ¿y todos los asientos estaban llenos, y se quedo afuera del
bus, llorando porque quería ir?
No espera mi respuesta.
—Recuerdo que saliste del bus. Le ofreciste tu asiento y ella ni siquiera te dijo
gracias. Te observé de pie en la acera mientras nos íbamos.
Ya no estoy respirando.
—¿Recuerdas en quinto grado? ¿Esa semana que los padres de Dana casi se
divorcian? Ella venía a la escuela todos los días sin su almuerzo. Y le ofrecías el
tuyo. —Hace una pausa—. Tan pronto como la semana terminó volvió a fingir que
no existías.
Todavía no respiro.
—En séptimo grado, Shelly Morrison, fue atrapada copiando de tu examen de
matemáticas. Ella seguía gritando que si reprobaba, su padre la mataría. Le dijiste
al profesor que tú eras la que estaba copiando de su examen. Obtuviste un cero en
el examen, y detención por una semana. —Levanta su cabeza, pero no me mira—.
Tuviste moretones en tus brazos durante al menos un mes después de eso. Siempre
me pregunté de dónde venían.
Mi corazón está latiendo muy fuerte. Peligrosamente fuerte. Flexiono mis dedos
para evitar que tiemblen. Aseguro mi mandíbula y limpio mi rostro de emociones
pero no puedo ralentizar el golpeteo en mi pecho sin importar cuan fuerte trato.
—Un millón de veces —dice, su voz ahora es callada—. Te vi hacer cosas como esas
un millón de veces. Pero nunca dijiste nada a menos que te forzaran. —Se ríe de
nuevo, esta vez del tipo de risa fuerte y pesada. Está mirando a un punto
justamente encima de mi hombro—. Nunca le pediste nada a nadie. —Sus ojos
finalmente me encuentran—. No tienes idea de cuanto he pensado en ti. Cuantas
veces he soñado… —Dejó escapar una tensa respiración—. Cuantas veces he soñado
con estar así de cerca contigo.
Se mueve para pasar una mano por su pelo antes de cambiar de pensamiento. Mira
hacia arriba. Mira hacia abajo.
—Dios, Juliette, te seguiría a cualquier parte. Eres la única cosa buena que queda
en este mundo.
130
Me estoy rogando por no romper a llorar y no sé si está funcionando. Estoy
completamente rota y pegada de nuevo y sonrojándome en todas partes y apenas
puedo encontrar la fuerza para encontrar su mirada.
—Tenemos tres semanas máximo —dice—. No creo que puedan controlar la turba
por más.
Asiento. Pestañeo. Descanso mi cabeza contra su pecho y pretendo que no estoy
llorando.
3 semanas.
131
Capítulo 24 Traducido por Susanauribe & sooi.luuli
Corregido por Aciditax. semanas pasan.
2 semanas de vestidos, duchas y comidas que quiero lanzar por la
habitación. 2 semanas de Warner sonriendo y tocando mi cintura, riendo y
acariciando mi espalda, asegurándose de que luzca bien y camine junto a él. Él cree
que soy su trofeo. Su arma secreta. Tengo que ahogar la urgencia de romper sus
nudillos en el concreto.
Pero le ofrezco 2 semanas de cooperación porque en 1 semana me iré.
Con suerte.
Pero entonces, más que todo lo demás, he encontrado que no odio a Warner como
pensé que lo hacía. Siento lástima por él. Encuentra cierto consuelo en mi
compañía; él cree que me puedo relacionar con él y sus nociones perversas, su cruel
educación, su ausente y simultáneamente demandante padre. Pero él nunca dijo
nada sobre su madre.
Adam dice que nadie sabe sobre la mamá de Warner, ella ni siquiera ha sido
discutida y nadie tiene idea de quién es. Dice que Warner es sólo conocido por ser
la consecuencia de un despiadado padre, y un deseo frío y calculado por el poder.
Odia a los hijos felices con sus padres felices viviendo sus felices vidas.
Creo que Warner cree que lo entiendo. Que lo entiendo a él.
Lo hago. Y no lo hago.
Porque no somos iguales.
Yo quiero algo mejor.
Adam y yo tenemos poco tiempo juntos, excepto en la noche. E incluso entonces,
no tanto. Warner me observa más de cerca cada día; inutilizar las cámaras lo hizo
más reticente. Siempre está entrando a mi habitación inesperadamente,
llevándome en tours innecesarios por el edificio, hablando sobre nada más que sus
planes y sus planes para hacer más planes y cómo juntos conquistaremos el
mundo. No finjo que me importa.
2
132
Tal vez soy yo quién está haciendo esto peor.
—No puedo creer que Warner en verdad accediese a quitarte las cámaras —me dijo
Adam una noche.
—Él está loco. No es racional. Está enfermo en una forma que nunca entenderé.
Adam suspiró.
—Está obsesionado contigo.
—¿Qué? —Casi me parto el cuello de sorpresa.
—Eres de lo que él siempre habla. —Adam estuvo en silencio un momento, su
mandíbula demasiado apretada—. Escuché historias sobre ti incluso antes de que
llegaras. Es por eso que me involucré, es por eso me que ofrecí de voluntario para ir
por ti. Warner pasó meses recolectando información sobre ti: direcciones, registros
médicos, historias personales, relaciones familiares, certificados de nacimiento,
exámenes de sangre. Todo el ejército estaba hablando sobre su nuevo proyecto:
todos sabían que estaba buscando a la chica que mató al pequeñito en el
supermercado. Una chica llamada Juliette.
Contuve mi aliento.
Adam negó con su cabeza.
—Sabía que eras tú. Tenías que serlo. Le pregunté a Warner si podía ayudar con el
proyecto, le dije que había ido a la escuela contigo, que había escuchado sobre el
niñito, que te había visto en persona. —Se rió con una risa fuerte—. Warner estaba
emocionado. Pensó que haría el experimento más interesante —añadió, asqueado—
. Y supe que si quería reclamarte como una especie de proyecto enfermizo… —
Vaciló. Apartó la Mirada. Pasó una mano por su cabello—. Sólo sabía que tenía que
hacer algo. Pensé que podía intentar ayudar. Pero ahora se está volviendo peor.
Warner no deja de hablar sobre lo que eres capaz o cuán valiosa eres en sus
intentos y cuán emocionado está por tenerte aquí. Todos están empezando a
notarlo. Warner es despiadado, no tiene piedad de nadie. Ama el poder, la emoción
de destruir a las personas. Pero él está empezando a romperse, Juliette. Está tan
desesperado por tenerte… porque te le unas. Y por todas sus amenazas, no quiere
forzarte. Quiere que lo quieras. Que lo escojas a él, de todos modos. —Miró hacia
abajo, tomando una tensa respiración—. Está perdiendo el control. Y cuando veo su
rostro siempre estoy a dos centímetros de hacer algo estúpido, me encantaría
romper su mandíbula.
Sí. Warner está perdiendo el control. Está paranoico, aunque con buena razón.
Pero es paciente e impaciente conmigo. Emocionado y nervioso al mismo tiempo.
133
Él es un oxímoron andante. Desactiva mis cámaras, pero algunas noches le ordena
a Adam que duerma fuera de mi puerta para asegurarse de que yo no escape. Dice
que puedo almorzar sola, pero siempre termina convocándome a su lado. Las pocas
horas que Adam y yo tendríamos juntos nos son robadas, pero pocas noches a
Adam se le permite dormir en mi habitación, así que me las arreglo para pasarlas
acurrucada en sus brazos.
Ambos dormimos en el suelo ahora, envueltos en el otro por calor incluso con la
sábana cubriendo nuestros cuerpos. Cada vez que me toca es como una oleada de
fuego y electricidad que enciende mis huesos en la manera más asombrosa. Es la
clase de sensación que desearía que pudiera sostener en mis manos.
Adam me cuenta sobre nuevos sucesos, susurra lo que ha escuchado de otros
soldados. Me dice como hay múltiples sedes por lo que queda del país. Cómo el
padre de Warner está en la capital, cómo deja a su hijo a cargo de todo este sector.
Dice que Warner odia a su padre, pero ama el poder. La destrucción. La
devastación. Él acaricia mi cabello y me cuenta historias y me arropa cerca como si
tuviera miedo de que fuera a desaparecer. Pinta dibujos de personas y lugares hasta
que me quedo dormida, hasta que me estoy ahogando en una droga de sueños por
escapar a un mundo sin refugios, sin alivio, sin liberación excepto sus consuelos en
mi oído. Dormir es la única cosa que ansío en estos días. Apenas puedo recordar
por qué solía gritar.
Las cosas se están volviendo tan cómodas y yo estoy comenzando a entrar en
pánico.
—Ponte esas —me dice Warner.
El desayuno en la habitación azul se ha vuelto rutina. Como y no pregunto de
dónde viene la comida, ya sea o no que los trabajadores estén pagados para que la
hagan, cómo este edificio se las arregla para mantener tantas vidas, bombear tanta
agua, o usar tanta electricidad. Ahora espero mi momento. Coopero.
Warner no me pide que lo toque de nuevo, y yo no me ofrezco.
—¿Para qué son? —Miro los pequeños trozos de tela en sus manos y siento una
punzada nerviosa en mi estómago.
Él sonríe con una lenta y furtiva sonrisa.
—Un examen de aptitud. —Agarra mi muñeca y deposita el bulto en mi mano—. Me
daré la vuelta, sólo por esta vez.
Estoy demasiado nerviosa como para estar disgustada con él
134
Mis manos se sacuden mientras me cambio al conjunto que resulta ser un diminuto
top y shorts más diminutos. Estoy prácticamente desnuda. Estoy prácticamente
convulsionándome de miedo por lo que esto pueda significar. Me aclaro la garganta
con el más ligero indicio y Warner se da vuelta.
Se toma demasiado tiempo para hablar; sus ojos están ocupados viajando por la
hoja de ruta de mi cuerpo. Quiero hacer pedazos la alfombra y coserla en mi piel. Él
sonríe y me ofrece su mano.
Soy granito y piedra caliza y vidrio de mármol. No me muevo.
Él deja caer su mano. Ladea la cabeza.
—Sígueme.
Warner abre la puerta. Adam está de pie afuera. Se ha vuelto tan bueno en
enmascarar sus emociones que apenas registro la mirada de shock que entra y sale
de sus facciones. Nada excepto la tensión en su frente, la tensión en sus sienes, lo
delata. Él sabe que algo no está bien. Él en verdad voltea su cuello para mantener
mi apariencia. Se pone en blanco.
—¿Señor?
—Continúe dónde está, soldado. Me la llevaré de aquí.
Adam no contesta no contesta no contesta...
—Sí, señor —dice, su voz de repente ronca.
Siento sus ojos sobre mí mientras me dispongo por el pasillo.
Warner me lleva a algún lugar nuevo. Estamos caminando por corredores que
nunca he visto, más oscuros y sombríos y estrechos mientras paso. Me doy cuenta
de que nos estamos dirigiendo hacia abajo.
Hacia un sótano.
Atravesamos 1, 2, 4 puertas de metal. Soldados por todas partes, sus ojos en todas
partes, evaluándome con miedo y con algo más que preferiría no considerar. Me he
dado cuenta de que hay muchas mujeres en este edificio.
Si alguna vez hubiera un lugar para estar agradecida de ser intocable, sería este.
Es la única razón de que tenga asilo de los ojos predadores de cientos de hombres.
Es la única razón por la que Adam se está quedando conmigo, porque Warner cree
que Adam es un cartón recortable de regurgitaciones de vainilla. Piensa que Adam
es una máquina aceitada de pedidos y demandas. Piensa que Adam es un recuerdo
135
de mi pasado, y lo usa para incomodarme. Nunca imaginaría que Adam podría
descansar un dedo en mí.
Nadie lo imaginaría. Todos con los que me encuentro están absolutamente
petrificados.
La oscuridad es como un lienzo negro perforado por un cuchillo sin filo, con rayos
de luz mirando a través. Me recuerda demasiado a mi antigua celda. Mi piel se
tensa con miedo incontrolable.
Estoy rodeada de armas.
—Ahora entras tú —dice Warner. Soy empujada hacia una habitación vacía que
huele ligeramente a moho. Alguien golpea un interruptor y luces fluorescentes
parpadean para revelar paredes color amarillo pastoso y la alfombra del color de la
hierba muerta. La puerta se cierra de golpe detrás de mí.
No hay nada excepto telarañas y un gran espejo en esta habitación. El espejo es de
la mitad del tamaño de la pared. Instintivamente sé que Warner y sus cómplices
deben de estar observándome. Sólo que no sé por qué.
Hay secretos por todas partes.
No hay respuestas por ninguna parte
Tintineos/crujidos/chirridos mecánicos y desplazamientos sacuden el espacio en el
que estoy. El suelo retumba a la vida. La celda tiembla con la promesa del caos.
Clavos de metal están de repente por todas partes, esparcidos por la habitación,
perforando cada superficie en todas las diferentes alturas. Cada varios segundos
desaparecen sólo para reaparecer con una sacudida repentina de horror, cortando
el aire como agujas.
Me doy cuenta de que estoy de pie en una cámara de tortura.
La estática y la retroalimentación de los altavoces son más viejas que mi corazón
muerto chirriando a la vida. Soy un caballo de carreras galopando hacia una línea
final falsa, respirando con dificultad por el triunfo de alguien más.
—¿Estás lista? —Hace eco por la habitación la voz amplificada de Warner.
—¿Para qué se supone que esté lista? —grito en el espacio vacío, segura de que
alguien puede escucharme. Estoy calmada. Estoy calmada. Estoy calmada. Estoy
petrificada.
—Teníamos un trato, ¿recuerdas? —responde la habitación.
—¿Qué…?
136
—Desactivé tus cámaras. Ahora es tu turno de mantener tu parte del trato.
—¡No te tocaré! —grito, girando en el lugar, aterrorizada, horrorizada, preocupada
por que tal vez me desmaye en cualquier momento.
—Eso es correcto —dice él—. Voy a enviar a mi remplazo. —La puerta se abre
chirriando y entra un niño como un pato, usando nada excepto un pañal. Está con
los ojos vendados y con sollozos, estremeciéndose de miedo.
Un alfiler pone mi existencia en la nada.
—Si no lo salvas —Las palabras de Warner crepitan a través de la habitación—,
nosotros no lo haremos, tampoco.
Este chico.
Él debe de tener una madre, un padre, alguien que lo ama este chico este chico este
chico tropezando hacia delante con terror. Él podría ser lanzado a través de una
estalagmita de metal en cualquier segundo.
Salvarlo es simple: necesito agarrarlo, encontrar un espacio seguro de suelo, y
mantenerlo en mis brazos hasta que el experimento termine.
Hay un único problema.
Si lo toco, podría morir.
137
Capítulo 25 Traducido por Rodoni
Corregido por Aciditax
arner sabe que no tengo opción. Quiere forzarme a otra situación donde
pueda ver el impacto de mis capacidades, y no tiene problema en
torturar a un niño inocente para obtener exactamente lo que quiere.
En estos momentos no tengo opciones.
Tengo que tener una oportunidad antes de que este niño dé un paso en la dirección
equivocada.
Rápidamente memorizo todo lo que puedo de trampas y maniobras/saltos/flechas
para evitar los picos hasta que estoy tan cerca como me sea posible.
Tomo una profunda y temblorosa respiración y me centro en las extremidades
temblantes del niño en frente de mí y pido a Dios que esté tomando la decisión
correcta. Estoy a punto de jalarme la camisa para usarla como una barrera entre
nosotros cuando me doy cuenta de la ligera vibración en el suelo. El temblor que
precede al terror. Sé que tengo un medio segundo antes de que los picos corten a
través del aire y aún menos tiempo para reaccionar.
Lo tiro hacia arriba y en mis brazos.
Sus gritos perforan a través de mí como si yo estuviera disparando una bala por
segundo hasta la muerte. Él está arañando mis brazos, mi pecho, pateando mi
cuerpo tan duro como puede, gritando de dolor hasta que el dolor lo paralizo. Él se
debilita en mis manos y me estoy rompiendo a pedazos, mis ojos, mis huesos, mis
venas todas borbotando fuera de su lugar, todo girando en mí para torturarme por
siempre con el recuerdo del horror del que soy responsable.
El dolor y el poder están sangrando a través de su cuerpo hasta el mío, sacudiendo
a través de sus miembros y chocando contra los míos hasta que estuvieron a punto
de caer. Es como volver a vivir una pesadilla que he pasado 3 años tratando de
olvidar.
W
138
―Absolutamente increíble ―suspira Warner a través de los altavoces, y me doy
cuenta que tenía razón. Él debe estar mirando a través de un espejo de dos vías―.
Brillante, amor. Estoy muy impresionado.
Estoy muy desesperada como para ser capaz de concentrarme en Warner en estos
momentos. No tengo idea de cuánto tiempo va a durar este juego enfermizo, y lo
que necesito es disminuir la cantidad de piel que estoy exponiendo al cuerpo de
este niño.
Mi escaso atuendo tiene tanto sentido ahora.
Lo reorganizo en mis brazos y me las arreglo para agarrar el pañal. Lo estoy
sosteniendo con la palma de mi mano. Estoy desesperada en creer que no pude
haberle tocado lo suficiente como para causar graves daños.
Suelta un hipo, y su cuerpo se estremece de nuevo a la vida.
Podría llorar de felicidad.
Pero entonces los gritos empiezan de nuevo otra vez, ya no llora por la tortura, sino
de miedo. Está desesperado por escapar de mí y yo estoy perdiendo mi agarre, mi
muñeca está a punto de romperse por el esfuerzo. No me atrevo a quitarle la venda.
Prefiero morir que permitirle ver este espacio, ver mi cara.
Cierro la mandíbula tan rápido que temo haberme roto los dientes. Si lo pongo
abajo, empezará a correr. Y si comienza a correr, estará acabado. Tengo que seguir
sosteniéndolo.
El rugido de un viejo silbido mecánico revive mi corazón. Los picos caen al suelo,
uno por uno hasta que todos ellos han desaparecido. La habitación es inofensiva
una vez más con tanta rapidez que me temo que pude haberme imaginado el
peligro. Dejo caer al chico en el suelo y me muerdo los labios para tragar el dolor
que brota de mi muñeca. El niño empieza a correr y accidentalmente se tropieza
con mis piernas desnudas.
Él grita y se estremece y cae al suelo, acurrucado sobre sí mismo, sollozando hasta
que considero destruirme a mí misma, librarme de este mundo. Las lágrimas están
fluyendo rápidamente por mi cara y no quiero nada más que llegar a él y ayudarlo,
abrazarlo de cerca, besar sus hermosas mejillas y decirle que yo me encargaré de él
para siempre, que vamos a huir juntos, que voy a jugar con él y leerle cuentos de
noche y sé que no puedo. Que nunca podré. Yo sé que eso nunca será posible.
Y de repente el mundo se desplaza fuera de foco.
139
Me invade una rabia, una intensidad, una ira tan potente que casi me eleva del
suelo. Estoy hirviendo de odio ciego y disgusto. Ni siquiera sé cómo mis pies se
mueven en el instante siguiente. No entiendo a mis manos y lo que están haciendo
o cómo se decidieron volar hacia delante, con los dedos extendidos, cargando hacia
la ventana. Sólo sé que quiero sentir el cuello de Warner completamente entre mis
manos. Quiero que él experimente el mismo terror infligido por él a un niño.
Quiero verlo morir. Quiero verlo pedir misericordia.
Me catapulto a través de los muros de hormigón.
Aplasto el vidrio con 10 dedos.
Estoy agarrando un puñado de grava y un puñado de tela del cuello de Warner y
hay 50 armas diferentes apuntando a mi cabeza. El aire está cargado de cemento y
azufre, los cristales rotos en una sinfonía agónica de corazones destrozados.
Golpeo a Warner contra la corroída piedra.
―No te atrevas a dispararle —susurra Warner a los guardias. No he tocado su piel
aún, pero tengo la extraña sospecha que podía aplastar su caja torácica hacia su
corazón si presiono un poco más fuerte.
―Debería matarte. ―Mi voz es una respiración profunda, una exhalación sin
control.
―Tú. ―Trata de tragar―. Tú acabas… Tú acabas de romper el cemento sólo con tus
manos.
Parpadeo. No me atrevo a mirar detrás de mí. Pero sé sin mirar hacia atrás que no
está mintiendo. Debo haberlo hecho. Mi mente es un laberinto de imposibles.
Pierdo la concentración por un instante.
Las armas.
Click
Click
Click. Cada momento esta contado.
―Si alguno de ustedes le hace daño les dispararé yo mismo ―ladra Warner.
―Pero, señor…
―BAJE EL ARMA, SOLDADO…
140
La rabia se ha ido. La repentina ira incontrolable se ha ido. Mi mente se ha
entregado a la incredulidad. Confusión. No sé lo que he hecho. Yo, obviamente, no
sé de lo que soy capaz, de por qué no tenía ni idea de que podía destruir cualquier
cosa y de repente estoy tan aterrada, tan atemorizada de mis propias manos.
Tropiezo hacia atrás, aturdida, y Warner me agarra y me mira con avidez, con
entusiasmo, sus ojos de esmeralda brillantes, con fascinación juvenil. Está casi
temblando de emoción.
Hay una serpiente en mi garganta y no puedo tragarla. Me encuentro con la mirada
de Warner.
―Si alguna vez me pones en una posición como esta otra vez, te mataré. Y lo
disfrutaré.
Ni siquiera sé si estoy mintiendo
141
Capítulo 26 Traducido por sooi.luuli y Susanauribe
Corregido por lavi
dam me encuentra hecha un ovillo en el suelo de la ducha.
He estado llorando por tanto tiempo que estoy segura de que el agua
caliente está hecha de nada más que de mis lágrimas. Mis ropas están
pegadas a mi piel, húmedas e inútiles. Quiero tirarlas. Quiero ahogarme
en la ignorancia. Quiero ser estúpida, tonta, muda, completamente desprovista de
cerebro. Quiero cortar mis propios miembros. Quiero deshacerme de esta piel que
puede matar y de esas manos que destruyen y de este cuerpo que ni siquiera sé
cómo entender.
Todo se desbarata.
—Juliette... —Presiona su mano contra el vidrio. Apenas puedo escucharlo.
Cuando no respondo, él abre la puerta de la ducha. Es rociado con gotas de lluvia
rebeldes y se saca sus botas antes de caer de rodillas en el suelo de azulejos. Se
acerca para tocar mis brazos y el sentimiento hace que esté más desesperada por
morir. Él suspira y me atrae hacia arriba, justo lo suficiente para levantar mi
cabeza. Sus manos atrapan mi rostro y sus ojos me buscan, me registran hasta que
aparto la mirada.
—Sé lo que ocurrió —dice suavemente.
Mi garganta es un reptil, cubierto de escamas.
—Alguien debería matarme —grazno, rompiéndome con cada palabra.
Los brazos de Adam me envuelven hasta que me tira hacia arriba y yo me tambaleo
sobre mis piernas y ambos estamos en posición vertical. Entra en la ducha y desliza
la puerta tras él.
Jadeo.
Me sostiene contra la pared y no veo nada excepto su camiseta blanca empapada,
nada excepto agua bailar por su rostro, nada excepto sus ojos llenos de un mundo
del que muero por ser parte.
A
142
—No fue tu culpa —susurra.
—Es lo que soy —me ahogo.
—No. Warner está equivocado sobre ti —dice Adam—. Él quiere que seas alguien
que no eres, y no puedes dejar que te destroce. No dejes que entre en tu cabeza. Él
quiere que pienses que eres un monstruo. Él quiere que pienses que no tienes
elección más que unirte a él. Quiere que pienses que nunca serás capaz de vivir una
vida normal...
—Pero nunca viviré una vida normal. —Me trago un hipo—. Nunca... Yo n-nunca...
Adam sacude la cabeza.
—Tú la vivirás. Vamos a salir de aquí. No dejaré que esto te ocurra.
—¿C-cómo es posible que te preocupes por alguien... como yo? —Apenas estoy
respirando, nerviosa y petrificada pero de alguna manera mirando sus labios,
estudiando la forma, contando las gotas de agua cayendo sobre las cuestas y los
valles de su boca.
—Porque estoy enamorado de ti.
Trago mi estómago. Mis ojos no dejan escapar la oportunidad de leer su rostro pero
soy un desorden de electricidad, zumbando de vida y relámpago, calor y frío y mi
corazón está errático. Estoy temblando en sus brazos y mis labios se han separado
sin razón en absoluto.
Su boca se suaviza en una sonrisa. Mis huesos han desaparecido.
Estoy girando de delirio.
Su nariz está tocando la mía, sus labios a un respiro de distancia, sus ojos ya
devorándome y soy un charco sin brazos ni piernas. Puedo olerlo por todas partes;
siento cada punto de su figura presionada contra la mía. Sus manos en mi cintura,
agarrando mis caderas, sus piernas pegadas a las mías, su pecho dominándome con
fuerza, su cuerpo construido de ladrillos de deseo. El sabor de sus palabras perdura
en mis labios.
—¿En serio...? —Tengo un susurro de incredulidad, un esfuerzo consciente por
creer lo que nunca se ha hecho. Estoy mojada por mis pies, llena de todo lo tácito.
Él me ve con tanta emoción que casi me quiebro por la mitad.
—Dios, Juliette...
Y él me está besando.
143
Una vez, dos veces, hasta que he tenido una prueba de su sabor y me doy cuenta de
que nunca tendré suficiente. Él está por todas partes, en mi espalda y sobre mis
brazos, y de repente me está besando con más fuerza, profundamente, con una
necesidad ferviente y urgente que nunca antes he conocido. Él se interrumpe en
busca de aire sólo para enterrar sus labios en mi cuello, a lo largo de mi clavícula,
por mi barbilla y mejillas y yo estoy jadeando en busca de oxígeno y él me está
destruyendo con sus manos y estamos empapados de agua y de la belleza y de la
alegría de un momento que nunca creí que fuera posible.
Él me empuja hacia atrás con un bajo gruñido y yo quiero sacarle su camiseta.
Necesito ver el pájaro. Necesito decirle sobre el pájaro.
Mis dedos están tirando del dobladillo de sus ropas húmedas y sus ojos se amplían
por sólo un segundo antes de deshacerse del material por sí mismo. Agarra mis
manos y levanta mis brazos por encima de mi cabeza y me inmoviliza contra la
pared, besándome hasta que estoy segura de que estoy soñando, absorbiendo mis
labios con los suyos y él sabe a lluvia y almizcle dulce y yo estoy a punto de
explotar.
Mis rodillas se chocan y mi corazón está latiendo tan rápido que no entiendo por
qué aún estoy funcionando. Está haciendo desaparecer con besos el dolor, la
herida, los años de odio a mí misma, las inseguridades, las esperanzas frustradas
por un futuro que siempre imaginé como obsoleto. Me está prendiendo fuego,
quemando la tortura de los juegos de Warner, la angustia que me envenena todos
los días. La intensidad de nuestros cuerpos podría romper estas paredes de vidrio.
Casi lo hace.
Por un momento sólo nos estamos mirando el uno al otro, respirando con
dificultad hasta que me sonrojo, hasta que él cierra los ojos y toma un irregular y
firme respiro y coloco mi mano en su pecho. Me atrevo a trazar el contorno del
pájaro alzándose sobre su piel, me atrevo a arrastrar mis dedos a lo largo de su
abdomen.
—Tú eres mi pájaro —le digo—. Tú me vas a ayudar a echar a volar.
Adam no está para cuando salgo de la ducha.
Él se sacó sus ropas y se secó y me concedió privacidad para cambiarme. Privacidad
que no estoy segura de que me importe más. Toco con 2 dedos mis labios y saben a
él por todas partes.
Pero cuando entro en la habitación no está por ningún lado. Tenía que reportarse
abajo.
144
Miro las ropas en mi armario.
Siempre elijo un vestido con bolsillos porque no sé dónde más guardar mi
cuaderno. No lleva ninguna información incriminatoria, y el único trozo de papel
que lleva la letra de Adam ha sido destruido y arrojado al inodoro, pero me gusta
mantenerlo cerca de mí. Representa mucho más que unas palabras garabateadas en
papel. Es una pequeña prueba de mi resistencia.
Meto el cuaderno en un bolsillo y decido que finalmente estoy lista para
enfrentarme a mí misma. Tomo una profunda respiración, alejo los mechones
mojados de cabello de mis ojos, y camino hacia el baño. El vapor de la ducha ha
empañado el espejo. Estiro una mano tentativa para limpiar un pequeño círculo.
Sólo lo suficientemente grande.
Un rostro asustado me mira.
Toco mis mejillas y estudio el reflejo, estudio la imagen de una chica que es
simultáneamente extraña y familiar para mí. Mi rostro está más delgado, más
pálido, mis pómulos más altos de lo que recordaba, mis cejas encima de dos ojos
grandes no verdes ni azules sino en un punto intermedio. Mi piel está enrojecida
por el calor y algo llamado Adam. Mis labios son demasiado rosa. Mis dientes están
inusualmente derechos. Mi dedo está recorriendo mi nariz, trazando la forma de mi
barbilla cuando veo un movimiento en la esquina de mi ojo.
—Eres tan hermosa —me dice él.
Estoy rosa, roja y marrón todo al mismo tiempo. Me agacho y me alejo del espejo
solamente para que él me atrape en sus brazos.
—Había olvidado mi propio rostro —susurro.
—Sólo no olvides quien eres —dice él.
—Ni siquiera lo sé.
—Sí, sí lo sabes. —Él levanta mi cabeza—. Yo lo sé.
Miro la fuerza en su mandíbula, en sus ojos, en su cuerpo. Trato de entender la
confianza que él tiene en quién cree que soy y me doy cuenta que su consuelo es lo
único me detiene de lanzarme a la piscina de mi propia locura. Él siempre ha creído
en mí. Incluso silenciosamente, él peleó por mí. Siempre.
Él es mi único amigo.
Tomo su mano y la llevo a mis labios.
145
—Te he amado siempre —le digo.
El sol sale, descansa, brilla en su rostro y él casi sonríe, casi no puede encontrar mis
ojos. Sus músculos se relajan, sus hombros encuentran alivio en el peso de una
nueva especie de maravilla y él exhala. Él toca mi mejilla, toca mis labios, toca la
punta de mi barbilla y pestañeo y él está besándome, él me está atrayendo a sus
brazos y hacia el aire y de alguna manera estamos en la cama y enredados el uno en
el otro, estoy drogada con emoción, drogada por cada tierno momento. Sus dedos
acarician mi hombro, bajando por mi silueta, descansando en mis caderas. Él me
acerca más, susurrando mi nombre, depositando besos en mi garganta y luchando
contra la tela de mi vestido. Sus manos están temblando ligeramente, sus ojos
rebosantes con sentimiento, su corazón latiendo con dolor y amor y quiero vivir
aquí, en sus brazos, en sus ojos por el resto de mi vida.
Deslizo mis manos por debajo de su camisa y él ahoga un gemido que se convierte
en un beso que me necesita y me quiere y tiene que tenerme tan desesperadamente
que es como la forma más aguda de tortura. Su peso está presionado contra mí,
encima de mí, infinitos puntos de sensación por cada terminación nerviosa de mi
cuerpo y su mano derecha está detrás de mi cuello y su mano izquierda está
recorriéndome y sus labios están cayendo por mi camisa y no entiendo por qué no
necesito usar más ropa y en mi existencia cumulonimbo de trueno, relámpago y la
posibilidad de explotar en lágrimas en un momento inoportuno.
Dicha Dicha Dicha está latiendo en mi pecho.
No recuerdo qué significa respirar.
Yo nunca
jamás
jamás
supe
qué significaba sentir.
Una alarma está sonando por las paredes.
La habitación emite pitidos y brama a la vida y Adam se tensa, se retira; su rostro
colapsa.
—Esto es un CÓDIGO SIETE. Todos los soldados deben reportarse al Cuadrante
inmediatamente. Esto es un CÓDIGO SIETE. Todos los soldados deben reportarse
al Cuadrante inmediatamente. Todos los soldados deben reportarse al Cuadran…
146
Adam está de pie y empujándome hacia arriba y la voz sigue gritando órdenes por
el sistema de altavoces instalado en el edificio.
—Ha habido una infracción —dice él, su voz rota y agitada, sus ojos revoloteando
entre la puerta y yo—. Jesús. No puedo simplemente dejarte aquí…
—Ve —le digo—. Tienes que ir, yo estaré bien.
Pasos están retumbando por los pasillos y los soldados se están gritando tan
fuertemente que puedo escucharlo por las paredes. Adam sigue de servicio. Él tiene
que actuar. Tiene que mantener una apariencia hasta que podamos irnos. Sé esto.
Él me sostiene cerca.
—Esto no es una broma, Juliette, no sé qué está pasando, podría ser cualquier
cosa…
Un click metálico. Un movimiento mecánico. La puerta se desliza abierta y Adam y
yo saltamos 10 metros lejos de cada uno.
Adam se apresura hacia la entrada justo cuando Warner entra. Ambos se congelan.
—Estoy bastante seguro de que la alarma ha estado sonando durante al menos un
minuto, soldado.
—Sí señor. No estaba seguro de qué hacer con ella. —De repente, él esta
recompuesto, una perfecta estatua.
Él asiente hacia mí como si yo fuera una idea de último momento, pero sé que él
sólo está demasiado tenso en los hombros. Respirando demasiado rápido.
—Por suerte para ti, estoy aquí para encargarme de esto. Debes reportarte a tu
oficial al mando.
—Señor. —Adam asiente, gira en sus talones y sale por la puerta. Espero que
Warner no notase su vacilación.
Warner se voltea para enfrentarme con una sonrisa tan calmada y casual que
comienzo a cuestionar si el edificio en verdad está en caos. Él estudia mi rostro. Mi
cabello. Miras las sábanas arrugadas y siento como si hubiera tragado una araña.
—¿Tomaste una siesta?
—No pude dormir anoche.
—Te rasgaste el vestido.
147
—¿Qué estás haciendo aquí? —Necesito que él deje de mirarme, necesito que deje
de beber los detalles de mi existencia.
—Si no te gusta siempre puedes elegir uno diferente, tú sabes. Los he elegido yo
mismo para ti.
—Eso está bien. El vestido está bien. —Miro al reloj por ninguna razón real. Ya son
las 4:30 de la tarde—. ¿Por qué no me dices qué está pasando?
Él está demasiado cerca. Está de pie demasiado cerca y me está mirando y mis
pulmones están fallando al expandirse.
—En verdad deberías cambiarte.
—No quiero cambiarme.
No sé por qué estoy tan nerviosa. Por qué él me está volviendo tan nerviosa. Por
qué el espacio se está cerrando tan rápidamente entre nosotros.
Él mete un dedo en la abertura cerca a la cintura baja de mi vestido y yo reprimo un
grito.
—Esto simplemente no funcionará.
—Está bien…
Él tira tan fuertemente de su dedo que la abertura abre la tela y crea una hendidura
por el lado de mi pierna.
—Eso está un poco mejor.
—¿Qué estás haciendo…?
Sus manos suben por mi cadera y sujeta mis manos en lugar, y sé que tengo que
defenderme, pero estoy congelada y quiero gritar, pero mi voz está rota rota rota.
Soy un aliento irregular de desesperación.
—Tengo una pregunta —dice él, trato de patearlo en este vestido despreciable y él
sólo me aprieta contra la pared, el peso de su cuerpo presionándome en lugar, cada
centímetro de él cubierto en ropa, una capa protectora entre nosotros—. Dije que
tenía una pregunta, Juliette.
Sus manos se deslizan en mi bolsillo y tan rápidamente me toma un momento
darme cuenta de lo que ha hecho. Estoy jadeando contra la pared, temblando y
tratando de componerme.
—Tengo curiosidad —dice él—. ¿Qué es esto?
148
Está sosteniendo mi cuaderno entre dos dedos.
Oh Dios.
Este vestido es demasiado apretado para ocultar el contorno de un cuaderno y yo
estaba muy ocupada mirando mi rostro para revisar mi vestido en el espejo.
Todo es mi culpa todo es mi culpa todo es mi culpa todo es mi culpa no puedo
creerlo. Todo esto es mi culpa. Debería haber sabido mejor.
No digo nada.
Él inclina su cabeza.
—No recuerdo haberte dado un cuaderno. Ciertamente, no recuerdo concederte el
permiso de cualquier posesión tampoco.
—Lo traje conmigo. —Mi voz se quiebra.
—Ahora estás mintiendo.
—¿Qué quieres de mí? —Me entra pánico.
—Esa es una pregunta estúpida, Juliette.
El suave sonido de metal ligero saliendo de su lugar.
Alguien ha abierto mi puerta.
Click.
—Quita tus manos de ella antes de que entierre una bala en tu cabeza.
149
Capítulo 27 Traducido por caami
Corregido por Aciditax
arner cierra los ojos muy lentamente. Da un paso lejos muy
lentamente. Sus labios tiemblan en una sonrisa peligrosa.
—Kent.
Las manos de Adam son estables, el cañón de su pistola presiona en la parte
posterior del cráneo de Warner.
—Vas a guiar nuestra salida de aquí.
Warner realmente se ríe. Abre sus ojos y saca una pistola del interior de su bolsillo,
sólo para apuntar directamente a mi frente.
—La voy a matar en este mismo momento.
—No eres tan estúpido —dice Adam.
—Si ella se mueve siquiera un milímetro, le pegaré un tiro. Y entonces te rasgaré en
pedazos.
Adam se desplaza rápidamente, golpeando la culata de su pistola contra la cabeza
de Warner. Los tiros del arma de Warner fallan y Adam agarra su brazo y tuerce su
muñeca hasta que su control sobre el arma vacila. Agarro la pistola de la mano
inerte de Warner y la golpeo en su cara. Estoy anonadada por mis propios reflejos.
Nunca sostuve un arma antes, pero supongo que hay una primera vez para todo.
Apunto a los ojos de Warner.
—No me subestimes.
—Mierda. —Adam no se molesta en ocultar su sorpresa.
Warner tose a través de una risa, se estabiliza, y trata de reír mientras se limpia la
sangre de su nariz.
—Yo nunca te subestimé —me dice—. Nunca lo he hecho.
W
150
Adam sacude la cabeza por menos de un segundo antes de que su rostro se divida
en una enorme sonrisa. Me mira radiante mientras aprieta el arma más fuerte en el
cráneo de Warner.
—Vamos a salir de aquí.
Agarro las dos bolsas de lona guardadas en el armario y le tiro una a Adam. Hemos
estado empacando durante una semana ya. Si quiere hacer una pausa antes de lo
esperado, no tengo ninguna queja.
Warner tiene suerte de que le estemos mostrando misericordia.
Pero tenemos suerte de que todo el edificio haya sido evacuado. Él no tiene nadie
en quién confiar.
Warner se aclara la garganta. Está mirándome directamente a los ojos cuando
habla.
—Le puedo asegurar, soldado, que su triunfo será de corta duración. Puedes
matarme ahora, pero cuando te encuentre, disfrutaré profundamente la
destrucción de cada uno de tus huesos. Eres un tonto si piensas que puedes salirte
con la tuya.
—No soy tu soldado. —La cara de Adam es de piedra—. Nunca lo he sido. Has
estado tan atrapado en los detalles de tus fantasías que fallaste en notar los peligros
que estaban justo en frente de tu cara.
—No podemos matarte, sin embargo —agrego—. Tienes que sacarnos de aquí.
—Estás cometiendo un gran error, Juliette —me dice. De hecho, su voz se suaviza—
. Estás tirando un futuro entero —suspira—. ¿Cómo sabes que puedes confiar en él?
Echo un vistazo a Adam. Adam, el chico que siempre me ha defendido, incluso
cuando él no tenía nada que ganar. Sacudo la cabeza para despejarme. Me recuerdo
que Warner es un mentiroso. Un lunático. Un asesino psicótico. Nunca trataría de
ayudarme.
Eso creo.
—Vámonos antes que sea demasiado tarde —le digo a Adam—. Sólo está tratando
de frenarnos hasta que los soldados regresen.
—¡Ni siquiera se preocupa por ti! —explota Warner. Me estremezco antes la
intensidad repentina, incontrolada de su voz—. ¡Él sólo quiere salir de aquí y te está
usando! —Da un paso adelante—. Yo podría amarte, Juliette… Te trataría como una
reina.
151
Adam lo pone en una llave de cabeza rápidamente y apunta la pistola en su sien.
—Obviamente no entiendes lo que está pasando aquí —dice con mucho cuidado.
—Entonces edúcame, soldado —resuella Warner. En sus ojos bailan las llamas;
peligroso—. Dime qué no entiendo.
—Adam. —Estoy sacudiendo la cabeza.
Él se encuentra con mis ojos. Asiente. Se gira hacia Warner.
—Haz la llamada —dice, exprimiendo su cuello un poco más apretado—. Sácanos de
aquí ahora.
—Sólo mi cuerpo muerto le permitirá a ella salir por esa puerta. —Warner
maniobra su mandíbula y escupe sangre en el suelo—. Me matas por placer —le
dice a Adam—. Pero Juliette es la única que quiero para siempre.
—No soy lo que tú quieres. —Estoy respirando demasiado fuerte. Estoy ansiosa por
salir de aquí. Estoy enojada porque no para de hablar, pero tanto como me gustaría
romper su cara, no es bueno para nosotros que esté inconsciente.
—Podrías amarme, ya lo sabes. —Él se ríe con un extraño tipo de sonrisa—.
Seríamos inseparables. Podríamos cambiar el mundo. Yo podría hacerte feliz —me
dice.
Adam luce como si quisiera romperle el cuello. Su rostro está tan tirante, tan tenso,
tan enojado. Nunca lo había visto así antes.
—Tú no tienes nada que ofrecerle, bastardo enfermo.
Warner presiona sus ojos cerrados por un segundo.
—Juliette. No te apresures. No hagas una decisión precipitada. Quédate conmigo.
Seré paciente contigo. Te voy a dar tu tiempo para adaptarte. Me preocuparé por
ti…
—Estás enfermo. —Mis manos tiemblan, pero sostengo la pistola hacia su cara otra
vez. Necesito sacarlo de mi cabeza. Necesito recordar lo que él me ha hecho—. Tú
quieres que yo sea un monstruo por ti…
—¡Quiero que estés a la altura de tu potencial!
—Déjame ir —digo en voz baja—. No quiero ser tu criatura. No quiero lastimar a la
gente.
152
—El mundo ya te ha herido —contesta—. El mundo te puso aquí. ¡Estás aquí gracias
a ellos! ¿Crees que si te vas te van a aceptar? ¿Crees que puedes huir y vivir una
vida normal? Nadie se va a preocupar por ti. Nadie se acercará a ti…¡Serás una
paria como siempre lo has sido! ¡Nada ha cambiado! ¡Me perteneces!
—Ella me pertenece a mí. —La voz de Adam podría cortar el acero.
Warner se estremece. Por primera vez, parece comprender lo que creí que era
obvio. Sus ojos están muy abiertos, horrorizados e incrédulos, mirándome con un
nuevo tipo de angustia.
—No. —Una risa corta, enloquecida—. Juliette. Por favor. Por favor. No me digas
que te ha llenado la cabeza con ideas románticas. Por favor, no me digas que caíste
en sus falsas proclamaciones…
Adam golpea su rodilla contra la columna vertebral de Warner. Warner cae al suelo
con un golpe sordo y una aguda ingesta de respiración. Adam lo tiene totalmente
controlado. Siento que debería estar aplaudiendo.
Pero estoy demasiado ansiosa. Estoy demasiado suspendida en la incredulidad. Soy
demasiado insegura para tener confianza en mis decisiones. Tengo que reponerme.
—Adam…
—Te amo —me dice, sus ojos tan serios como los recuerdo, sus palabras tan
urgentes como deberían ser—. No dejes que te confunda…
—¿Tú la amas? —Warner prácticamente escupe—. Tú alguna vez…
—Adam. —La sala se desplaza dentro y fuera de foco. Miro fijamente la ventana.
Miro hacia él.
Sus ojos tocan sus cejas.
—¿Quieres saltar?
Asiento.
—Pero estamos a quince metros de altura…
—¿Qué opción tenemos si él no coopera? —Miro a Warner. Ladeo mi cabeza—. No
hay ningún Código Siete, ¿no es así?
Los labios de Warner se contraen. No dice nada.
—¿Por qué hiciste eso? —le pregunto—. ¿Por qué tirar una falsa alarma?
153
—¿Por qué no le preguntas al soldado que es repentinamente tan cariñoso? —
xhasquea Warner, asqueado—. ¿Por qué no te preguntas por qué estás confiando tu
vida a alguien que ni siquiera puede distinguir entre una amenaza real y una
imaginaria?
Adam jura en voz baja.
Cierro los ojos con él y me tira su arma.
Sacude la cabeza. Jura de nuevo. Aprieta y afloja el puño.
—Era solamente un simulacro.
Warner realmente se ríe.
Adam mira la puerta, el reloj, mi cara.
—No tenemos mucho tiempo.
Estoy sosteniendo la pistola de Warner en mi mano izquierda y la pistola de Adam
en mi derecha, ambas señalando a la cabeza de Warner, hago lo mejor por evitar
los ojos que están perforando en mi dirección. Adam utiliza su mano libre para
excavar por algo en su bolsillo. Saca un par de bandas de sujeción de plástico y
patea a Warner su espalda justo en la unión de sus miembros juntos. Las botas y
guantes de Warner han sido desechadas en el suelo. Adam mantiene una de sus
botas presionada sobre su estómago.
—Un millón de alarmas se activarán en el minuto en que saltemos por la ventana —
me dice—. Vamos a tener que correr, así que no podemos arriesgarnos a romper
nuestras piernas. No podremos saltar.
—Entonces, ¿qué podemos hacer?
Se pasa la mano por el pelo y se muerde el labio inferior y por un momento
delirante todo lo que quiero hacer es probarlo. Me fuerzo a volver a enfocarme.
—Tengo la cuerda —dice—. Vamos a tener que bajar. Y rápido.
Se pone a trabajar, sacando un rollo de cuerda conectada a una pequeña ancla
parecida a una garra. Yo le había preguntado un millón de veces para qué demonios
lo necesitaba, por qué lo guardaría en su bolsa de escape. Ahora, casi me dan ganas
de reír.
Se vuelve hacia mí.
—Voy a bajar primero así podré atraparte en el otro lado…
154
Warner se ríe fuerte, demasiado fuerte.
—No puedes atraparla, bromeas. —Él se retuerce en sus grilletes de plástico—. Ella
no está vistiendo casi nada. ¡Te matará y se matará a si misma en la caída!
Mis ojos se mueven entre Warner y Adam. No tengo tiempo para seguir
entreteniendo a Warner con sus charadas. Tomo una decisión apresurada.
—Hazlo. Estaré justo detrás de ti.
Warner parece enloquecido, confuso.
—¿Qué estás haciendo?
Lo ignoro.
—Espera…
Lo ignoro.
—Juliette.
Lo ignoro.
—¡Juliette! —Su voz es más apretada, más alta, mezclada con ira y terror y negación
y traición. La comprensión es una nueva pieza en su mente confundida—. ¿Él
puede tocarte?
Adam está envolviendo su puño en una sabana.
—¡Maldita sea, Juliette, respóndeme! —Warner está retorciéndose en el suelo,
desquiciado, de una manera que nunca pensé posible. Se ve salvaje, sus ojos están
incrédulos, horrorizados—. ¿Te ha tocado?
No puedo entender por qué las paredes son de repente el techo. Todo se tambalea
hacia todos lados.
—Juliette…
Adam rompe el cristal con una rápida grieta, un puñetazo sólido, e
instantáneamente la habitación se llena con el sonido más histérico, como ninguna
alarma que haya oído jamás.
La habitación está haciendo ruidos bajo mis pies, pasos están tronando por los
pasillos, y sé que estamos a un minuto de ser descubiertos.
Adam lanza la cuerda por la ventana y arroja su mochila en su espalda.
155
—¡Tírame tu bolsa! —grita y apenas lo oigo. Arrojo mi mochila y la atrapa justo
antes de deslizarse por la ventana. Corro a unirme con él.
Warner trata de agarrar mi pierna.
Su intento falla, casi me caigo, pero me las arreglo para tropezar mi camino a la
ventana sin perder mucho tiempo. Echo un vistazo a la puerta y siento los latidos
acelerados de mi corazón a través de mis huesos. El sonido de los soldados
corriendo y gritando está cada vez más cerca, más fuerte, más claro por cada
segundo.
—¡Date prisa! —me está llamando Adam.
—Juliette, por favor…
Warner golpea mi pierna otra vez y grito tan fuerte que casi lo escucho a través de
las sirenas rompiéndome los tímpanos. No voy a mirarlo. No voy a mirarlo. No voy
a mirarlo.
Balanceo una pierna por la ventana y el pestillo en la cuerda. Mis piernas desnudas
van a hacer de esto un suplicio insoportable. Ambas piernas atravesadas.
Mis manos en su lugar. Adam me llama desde abajo, y no sé cuán lejos está.
Warner está gritando mi nombre y alzo la vista a pesar de mis mejores esfuerzos.
Sus ojos son dos tiros verdes perforando a través del cristal. Cortando a través de
mí.
Tomo una respiración profunda y espero no morir.
Tomo una respiración profunda y acomodo mi bajada por la cuerda.
Tomo una respiración profunda y espero que Warner no se dé cuenta de lo que
acaba de suceder.
Espero que él no sepa que me acaba de tocar la pierna.
Y no pasó nada.
156
Capitulo 28
Traducido por Caami Corregido por Aciditax
e estoy quemando.
El cable está rozando mis piernas en un fuego masivo tan
doloroso que me sorprende que no haya humo. Contengo el
dolor porque no tengo otra opción. La histeria masiva del edifico
está arrasando mis sentidos, llueve peligro alrededor de
nosotros. Adam me grita desde abajo, diciéndome que salte,
prometiendo que me va a atrapar. Estoy demasiado avergonzada para admitir que
tengo miedo a la caída.
Nunca he tenido la oportunidad de tomar mi propia decisión.
Los soldados ya fluyen en lo que solía ser mi habitación, gritando y confundidos,
probablemente sorprendidos de encontrar a Warner en una posición débil. Fue
realmente muy fácil vencerlo. Me preocupa.
Me hace pensar que hicimos algo mal.
Unos pocos soldados asoman la cabeza fuera de la ventana rota y estoy desesperada
por la oscilación de la cuerda, pero ya se están moviendo para destrabar el ancla.
Me preparo para la sensación nauseabunda de la caída libre sólo para darme
cuenta de que no están tratando de tirarme. Están tratando de acarrearme al
interior.
Warner debe estar diciéndoles qué hacer.
Echo una mirada hacia Adam debajo de mí, y finalmente, cedo a sus llamadas.
Aprieto los ojos cerrados y me dejo ir.
Y caigo derecho en sus brazos abiertos.
Colapsamos en el suelo, pero la respiración es eliminada de nosotros sólo por un
momento. Adam toma mi mano y luego estamos corriendo.
M
157
No hay nada más que un espacio vacío y estéril que se extiende por delante de
nosotros. Asfalto roto, pavimento irregular, caminos de tierra, árboles
desnudos, plantas que mueren, una ciudad amarillenta abandonada a los
elementos que se ahogan en las hojas secas que crujen bajo nuestros pies. Los
compuestos civiles son cortos y rechonchos, agrupados juntos en ningún orden
en particular, y Adam se asegura de estar lo más lejos de ellos posible. Los
altavoces ya están funcionando en nuestra contra.
El sonido de una joven y suavemente mecánica voz de mujer ahoga las sirenas.
—El toque de queda está ahora en efecto. Todo el mundo debe regresar a sus
hogares inmediatamente. Hay rebeldes sueltos. Están sueltos y listos para abrir
fuego. El toque de queda está ahora en efecto. Todo el mundo debe regresar a sus
hogares inmediatamente. Hay rebeldes sueltos. Están sueltos y listos para abrir
fu...
Mis costados están acalambrados, mi piel está firme, mi garganta seca, desesperada
por agua. No sé cuán lejos hemos corrido. Todo lo que sé es el sonido de las botas
golpeando el pavimento, el chirrido de los neumáticos descamándose fuera de las
unidades de almacenamiento subterráneo, alarmas gimiendo a nuestro paso.
Miro hacia atrás para ver a la gente gritando y corriendo en busca de refugio,
esquivando a los soldados que se precipitan a sus casas, golpeando las puertas para
ver si hemos tomado refugio en algún lugar del interior. Adam me aleja de la
civilización y se dirige hacia las calles abandonadas en una década anterior: viejas
tiendas y restaurantes, estrechas calles laterales y patios de juegos abandonados. La
tierra irregular de nuestras vidas pasadas ha estado estrictamente fuera de los
límites. Es territorio prohibido. Todo está cerrado. Todo está roto, cerrado,
oxidado, cerrado, sin vida. Nadie está autorizado a invadir aquí. Ni siquiera los
soldados.
Y estamos de carga en estas calles, tratando de mantenernos fuera de vista.
El sol se desliza por el cielo y pasa ligero por el borde de la tierra. La noche vendrá
pronto y no tengo idea de dónde estamos. Nunca esperé que tanto sucediera tan
rápido, y no esperaba que todo esto sucediera el mismo día. Sólo tengo la esperanza
de sobrevivir, pero no tengo la menor idea de a dónde nos estamos dirigiendo. No
se me ocurrió preguntarle a Adam dónde podemos ir.
Nos lanzamos en un millón de direcciones. Volviendo abruptamente, yendo
adelante unos pocos pasos, sólo para regresar al camino opuesto. Mi mejor
conjetura es que Adam está tratando de confundir y/o distraer a nuestros
seguidores tanto como sea posible. No puedo hacer nada, sino tratar de seguir el
ritmo.
158
Y fallo.
Adam es un soldado entrenado. Está construido exactamente para este tipo de
situaciones. Él sabe cómo huir, cómo mantenerse discreto, cómo moverse
silenciosamente en cualquier sitio. Yo, por el contrario, soy una chica rota que no se
ha ejercitado por mucho tiempo. Mis pulmones están quemando por el esfuerzo de
inhalar oxígeno, respirando silbante con el esfuerzo de exhalar el dióxido de
carbono.
De repente, estoy jadeando tan desesperada que Adam se ve obligado a tirar de mí
a un lateral de la calle. Estoy respirando un poco más fuerte que lo usual, pero he
adquirido un trabajo de tiempo completo atragantándome con la debilidad de mi
cuerpo inerte.
Adam toma mi cara entre sus manos y trata de enfocar mis ojos.
—Quiero que respires como yo, ¿de acuerdo?
Resuello un poco más.
—Concéntrate, Juliette. —Sus ojos están tan decididos. Infinitamente paciente. Se
ve sin miedo y yo envidio su compostura—. Calma tu corazón —dice—. Respira
exactamente como yo.
Toma 3 respiraciones pequeñas, las mantiene durante unos segundos, y las libera
en una larga exhalación. Trato de copiarlo. No soy muy buena en eso.
—Está bien. Quiero que mantengas la respiración como… —se detiene. Sus ojos se
mueven hacia arriba y alrededor de la calle abandonada por una fracción de
segundo. Sé que tenemos que movernos.
Unos disparos rompen la atmósfera. Nunca me había dado cuenta de lo fuerte que
son o lo mucho que el sonido rompe cada hueso que funciona en mi cuerpo. Un
escalofrío helado se filtra a través de mi sangre, y sé de inmediato que no están
tratando de matarme. Están tratando de matar a Adam.
De repente, estoy asfixiada por un nuevo tipo de ansiedad. No puedo dejar que le
hagan daño.
No por mí.
Pero Adam no tiene tiempo para mí, para que recupere el aliento y encuentre mi
cabeza. Me tira encima de él y en sus brazos y sale en una carrera diagonal a través
de otro callejón.
Y estamos corriendo.
159
Y estoy respirando.
Y él grita.
—¡Pon tus brazos alrededor de mi cuello! —Y libero el asimiento que tengo en su
camiseta y soy lo suficientemente estúpida como para sentir vergüenza mientras
deslizo mis brazos a su alrededor. Me reajusta contra él, así que estoy más alta, más
cerca de su pecho. Me lleva como si pesara menos que nada.
Cierro los ojos y presiono mi mejilla contra su cuello.
Los disparos están en algún lugar detrás de nosotros, pero hasta ahora puedo decir
que el sonido está demasiado lejos y demasiado lejos en la dirección equivocada.
Parece que estamos momentáneamente superándolos. Sus autos no pueden ni
siquiera encontrarnos, debido a que Adam ha evitado todas las calles principales.
Parece tener su propio mapa de esta ciudad. Él parece saber exactamente lo que
está haciendo como si lo hubiese estado planeando durante mucho tiempo.
Después de inhalar exactamente 594 veces, Adam me deja caer en mis pies delante
de un tramo de valla metálica. Me doy cuenta de que está luchando para tragar el
oxígeno, pero él no jadea como yo. Sabe cómo regular su respiración. Sabe cómo
calmar sus impulsos, calmar su corazón, mantener el control de sus órganos. Sabe
cómo sobrevivir. Espero que me enseñe, también.
—Juliette —dice después de un momento sin aliento—, ¿puedes saltar la valla?
Estoy tan entusiasmada de ser más que un bulto inútil que casi me echo hacia
arriba y sobre la barrera de metal. Pero soy imprudente. Y demasiado precipitada.
Prácticamente rasgo mi vestido y rasguño mis piernas en el proceso. Me
estremezco contra el dolor punzante, y en el momento que llego a abrir mis ojos,
Adam ya está de pie junto a mí.
Mira hacia abajo a mis piernas y suspira. Casi se ríe. Me pregunto lo que debo
parecerle, hecha jirones y salvaje en este vestido destrozado. La raja que Warner
creó ahora se detiene en el hueso de mi cadera. Debo parecer un animal
enloquecido.
A Adam no parece importarle.
Él también ha reducido la velocidad. Nos estamos moviendo en una caminata a
paso rápido ahora, no estamos ya acorralados por las calles. Me doy cuenta de que
debemos estar cerca de algo semejante a un lugar seguro, pero no estoy segura de si
debo hacer preguntas ahora, o guardarlas para más adelante. Adam responde a mis
pensamientos silenciosos.
160
—No serán capaces de rastrearme aquí afuera —dice, y me doy cuenta de que todos
los soldados deben tener algún tipo de dispositivo de seguimiento en su persona.
Me pregunto por qué nunca tuve uno.
No debería ser tan fácil escapar.
—Nuestros rastreadores no son tangibles —explica. Doblamos a la izquierda en otro
callejón. El sol apenas se sumerge por debajo del horizonte. Me pregunto dónde
estamos. A cuánta distancia de los asentamientos del Restablecimiento debemos
estar, ya que no hay gente aquí.
—Es un suero especial que se inyecta en la sangre —continua—, y está diseñado para
funcionar con procesos naturales de nuestro cuerpo. Se sabría, por ejemplo, si yo
muriera. Es una excelente manera de llevar un registro de los soldados perdidos en
combate. —Me mira por el rabillo de su ojo. Sonríe en una sonrisa torcida que
quiero besar.
—Entonces, ¿cómo confundes al rastreador?
Su sonrisa se hace más grande. Agita una mano alrededor nuestro.
—¿Este espacio donde estamos? Se utilizó para una planta de energía nuclear. Un
día, todo el conjunto explotó.
Mis ojos son tan grandes como mi cara.
—¿Cuándo sucedió eso?
—Hace unos cinco años. Lo limpiaron con bastante rapidez. Lo ocultaron a los
medios de comunicación, de la gente. Nadie sabe realmente lo que pasó aquí. Sin
embargo, la radiación por sí sola es suficiente para matar. —Hace una pausa—. Esto
ya lo tiene.
Deja de caminar.
—He estado atravesando esta área un millón de veces ya, y no he estado afectado
por ella. Warner solía enviarme aquí para recoger muestras del suelo. Quería
estudiar los efectos. —Se pasa la mano por el pelo—. Creo que tenía la esperanza de
manipular la toxicidad en un veneno de algún tipo. La primera vez que vine aquí,
pensé que Warner había muerto. El rastreador está relacionado con todos nuestros
sistemas de procesamiento principales, una alerta se apaga cada vez que se pierde
un soldado. Él sabía que había un riesgo al enviarme, así que no creo que estuviese
demasiado sorprendido al oír que había muerto. Estaba más sorprendido al verme
volver. —Se encoge de hombros, como si su muerte hubiera sido un detalle
insignificante—. Hay algo aquí acerca de los productos químicos que contrarresta la
161
composición molecular del dispositivo de rastreo. Así que, básicamente, en estos
momentos todo el mundo piensa que estoy muerto.
—¿Warner no sospecha que puedes estar aquí?
—Tal vez. —Entrecierra los ojos hacia la descolorada luz del sol. Nuestras sombras
son largas e inmóviles—. O podría haber recibido un disparo. En cualquier caso,
nos compra algo de tiempo.
Toma mi mano y me sonríe antes de que algo choque contra mi consciencia.
—¿Y yo qué? —pregunto—. ¿No puede esta radiación matarme? —Espero no sonar
tan nerviosa como me siento. Nunca en mi vida he querido tanto estar viva. No
quiero perder todo tan pronto.
—Oh… no. —Sacude la cabeza—. Lo siento, me olvidé de decirte, ¿una de las razones
por las que Warner quería que yo recogiera las muestras? Es porque eres inmune a
ello, también. Te estaba estudiando. Dijo que encontró la información en tus
registros de hospitales. Has sido estudiada…
—Pero nadie…
—…probablemente sin tu conocimiento, y pese a las pruebas del dispositivo de
rastreo, estabas completamente compuesta, biológicamente hablando. No había
nada inherentemente malo en ti.
No hay nada inherentemente malo en ti.
La observación es tan descaradamente falsa que en realidad me echo a reír. Trato
de reprimir mi incredulidad.
—¿No hay nada malo en mí? Estás bromeando, ¿verdad?
Adam me observa tanto tiempo que me ruborizo. Toma mi barbilla hacia arriba así
que me encuentro con sus ojos. Azul azul azul taladrando en mí. Su voz es profunda
y constante.
—No creo que alguna vez te haya oído reír.
Eso es tan terriblemente correcto que no sé cómo responder, salvo con la verdad.
Mi sonrisa se esconde en una línea recta.
—La risa proviene de vivir. —Me encojo de hombros, tratando de sonar
indiferente—. Yo nunca antes he vivido realmente.
Sus ojos no han titubeado de su enfoque. Me mantiene en el lugar con la fuerza de
una poderosa atracción que viene de lo profundo de él. Casi puedo sentir su
162
corazón latiendo contra mi piel. Casi puedo sentir sus labios respirando en contra
de mis pulmones. Casi puedo probarlos con mi lengua.
Toma un suspiro tembloroso y me jala cerca. Besa la cima de mi cabeza.
—Vamos a casa —susurra.
163
Capítulo 29 Traducido por Rodoni
Corregido por Aciditax
ogar.
Hogar.
¿Qué quiere decir?
Abro mis labios para hacer la pregunta y su sonrisa furtiva es la única respuesta
que recibo. Estoy avergonzada y emocionada y ansiosa e impaciente. Mi estómago
se llena de tambores que golpean en sincronía con mi corazón. Estoy casi
tarareando con los nervios electrificados.
Cada paso es un paso a lo sagrado, lejos de Warner, lejos de la futilidad de la
existencia que siempre he conocido. Cada paso es porque lo quiero. Por primera vez
en mi vida, camino hacia adelante porque quiero, porque siento la esperanza y el
amor y la alegría de la belleza, porque quiero saber lo que es vivir. Podría saltar
para atrapar una brisa y vivir en sus formas para siempre.
Me siento como si hubiera estado preparando mis alas.
Adam me lleva a un galpón abandonado a las afueras de este campo salvaje,
invadido por la pícara vegetación y tentáculos de arbustos, enloquecidos y
horribles, probablemente infestados de veneno. Me pregunto si esto es donde
Adam quiere que nos quedemos. Entro en el espacio oscuro y entrecierro los ojos.
Un esquema viene a la luz.
En el interior hay un auto.
Parpadeo.
No sólo un auto. Un tanque.
Adam casi no puede controlar su ansiedad. Él mira mi cara por una reacción y
parece contento con mi asombro. Sus palabras salen.
―Convencí a Warner de que había conseguido romper uno de los tanques que traje
aquí. Estas cosas están diseñadas para funcionar con electricidad, así que le dije
H
164
que la unidad principal se freía en contacto con trazas de químicos. Fue corrompida
por algo en la atmósfera. Él consiguió un coche para entregarme y recogerme
después de eso, y dijo que debería dejar el tanque donde estaba. ―Estuvo a punto
de sonreír―. Warner me enviaba aquí en contra de los deseos de su padre, y no
quería que nadie supiera que había roto un tanque de 500 mil dólares. El informe
oficial dice que fue secuestrado por los rebeldes.
―¿No pudo alguien más haberse presentado y visto el tanque estacionado aquí?
Adam abre la puerta del pasajero.
―Los civiles se quedan lejos, muy lejos de este lugar, y no hay otro soldado que
haya venido hasta aquí. Nadie más quería correr el riesgo a la radiación. ―Ladeo la
cabeza―. Es una de las razones por las que Warner te confió a mí. Le gustaba que
yo estuviera dispuesto a morir por mi deber.
―Nunca pensó que te pasaras de la raya ―murmuro, comprendiendo.
Adam sacude la cabeza.
―No. Y después de lo ocurrido con el suero de seguimiento, no tenía ninguna razón
para dudar de que las cosas locas eran posibles aquí. Desactivé una unidad eléctrica
del tanque por mí mismo, en caso de que lo quisiera ver. ―Asiente con la cabeza de
vuelta al monstruoso vehículo―. Tuve la sensación de que sería útil algún día.
Siempre es bueno estar preparado.
Preparado. Él siempre estaba preparado. Para correr. Para escapar.
Me pregunto por qué.
―Ven aquí ―dice, su voz notablemente más suave. Llega a mí en la penumbra y yo
pretendo que sea una feliz coincidencia el que sus manos rozaran mis piernas
desnudas. Pretendo que no se siente increíble tenerlo luchando con los rasgones en
mi vestido mientras me ayuda a meterme en el tanque. Finjo que no puedo ver la
forma en que me mira mientras el último rayo de sol cae por debajo del horizonte.
―Tengo que cuidar de tus piernas ―dice, un susurro contra mi piel, electrizando
mi sangre. Por un momento, ni siquiera entiendo lo que quiere decir. Ni siquiera
me importa. Mis pensamientos son tan poco prácticos que me sorprendo. Nunca he
tenido la libertad de tocar a nadie antes. Ciertamente, nadie ha querido mis manos
sobre ellos. Adam es una experiencia completamente nueva.
Tocarlo es todo en lo que quiero pensar.
165
―Los cortes no son tan malos ―continúa, las puntas de sus dedos corriendo por
mis piernas. Apesto en mi respiración―. Pero vamos a tener que limpiarlos, por si
acaso. A veces es más seguro ser cortado por un cuchillo que rayarse por un trozo
de metal al azar. No quieres que se infecte.
Él mira hacia arriba. Su mano está ahora en mi rodilla.
Estoy moviendo la cabeza y no sé por qué. Me pregunto si estoy temblando en el
exterior tanto como en el interior. Espero que esté demasiado oscuro para que no
pueda ver que tan roja está mi cara, lo vergonzoso que es que él no pueda tocarme
la rodilla sin que me vuelva loca. Tengo que decir algo.
―Probablemente, debemos irnos, ¿verdad?
―Sí. ―Él toma una respiración profunda y parece que vuelve a sí mismo―. Sí.
Tenemos que irnos. ―Se asoma a la luz del atardecer―. Tenemos algo de tiempo
antes de que se den cuenta que todavía estoy vivo. Y tenemos que usarlo a nuestro
favor.
―Pero una vez que salgamos de este lugar, ¿no verán que el tanque funciona otra
vez? ¿No sabrán que no estás muerto?
―No. ―Él salta hacia el lado del conductor y busca a tientas por el encendido. No
hay ninguna llave, sólo un botón. Me pregunto si reconoce la huella digital de
Adam como autorización. Un pequeño chisporroteo y la máquina ruge a la vida―.
Warner tenía que renovar mi suero de seguimiento cada vez que volvía. ¿Una vez
que se ha ido? Se ha ido ―dice sonriendo―. Así que ahora podemos realmente
desatar el infierno aquí.
―Pero, ¿dónde vamos? ―pregunté finalmente.
Se pone en marcha antes de responder.
―A mi casa.
166
Capítulo 30 Traducido por guillugui
Corregido por hanna
ienes una casa? ―Estoy demasiado sorprendida para
los modales.
Adam se ríe y sale del campo. El tanque es
sorpresivamente rápido, veloz y sigiloso. El motor se tranquiliza hasta ser sólo un
zumbido suave y me pregunto si esa fue la razón por la cual cambiaron el motor de
combustible a electricidad. Era ciertamente menos notable de esta manera.
―No exactamente ―responde―. Sin embargo, una especie de hogar. Sí.
Quería preguntar y no quería preguntar y necesitaba preguntar y nunca querer
preguntar. Tenía que preguntar. Me acerque.
―Tu padr….
―Ha estado muerto desde hace tiempo. ―Adam ya no sonreía. Su voz estaba
tirante con algo que yo sólo quisiera colocar. Dolor.
Amargura. Furia.
―Oh.
Manejamos en silencio, cada uno absorbido en sus propios pensamientos. No me
atrevo a preguntarle qué había pasado con su madre. Sólo me pregunto como había
salido tan bien a pesar de tener un padre tan despreciable. Y también por qué se
unió al ejército si lo odiaba tanto. Ahora mismo, soy demasiado tímida como para
preguntar, no quiero violar sus límites emocionales. Dios sabe que yo tengo
millones.
Me asomo por la ventana y fuerzo mi mirada para ver por donde estamos pasando,
pero no puedo ver más allá que los tristes tramos de tierra desierta a la que me
había acostumbrado. No hay civiles en donde estamos: bastante lejos de los
asentimientos restablecidos y los compuestos civiles. Noto otro tanque patrullando
a no más de 30 metros, pero creo que no nos vio. Adam está manejando sin las
―¡T
167
luces delanteras encendidas, probablemente para atraer la menor atención posible
hacia nosotros. No sé como hace para manejar, la luna es nuestra única luz en el
camino.
Está inquietamente tranquilo.
Por un momento le permito a mis pensamientos volver hacia Warner,
preguntándome qué estaría haciendo ahora, cuántas personas deberían estar
buscándome, qué tan lejos iría él para recuperarme. Quiere a Adam muerto. Me
quiere a mí viva. Él no se va a detener hasta que este atrapada a su lado.
No puede nunca nunca nunca saber que no lo puedo tocar.
Sólo me puedo imaginar lo que haría si tuviera acceso a mi cuerpo.
Suelto un rápido, fuerte, tembloroso aliento y contemplo a Adam para decirle lo
que pasaba. No. No. No. No. Cierro mis ojos con fuerza y considero que tal vez
había juzgado mal la situación. Era caótica. Mi cerebro estaba distraído. Tal vez me
lo había imaginado. Sí.
Tal vez me lo había imaginado.
Era ya demasiado extraño que Adam pudiera tocarme. La posibilidad de que
hubiera dos personas en este mundo inmunes a mi toque no parecía posible. Es
más, cuanto más lo pienso, más decidida estoy en que he cometido un error. Podría
haber sido cualquier cosa rozando mi pierna, tal vez un pedazo de la remera que
Adam abandonó luego de usarla para golpearla a través de la ventana. Tal vez una
almohada que se había caído de la cama o los guantes de Warner tirados en el piso.
Sí.
No hay manera de que me hubiera tocado, porque si lo hubiera hecho, hubiera
llorado de agonía. Como cualquier otra persona.
La mano de Adam se desliza silenciosamente en la mía y tomo sus dedos con ambas
manos, de repente desesperada por asegurarme de que sea inmune hacia mí. De
repente, estoy desesperada de beber cada gota de su ser, saborear todo momento
que no había conocido antes.
De repente, estoy preocupada por que este fenómeno tuviera fecha de vencimiento.
Un reloj marcando las doce. Un carruaje de calabaza.
La posibilidad de perderlo.
La posibilidad de perderlo.
168
La posibilidad de perderlo son 100 años de soledad que no me quiero imaginar. No
quiero que mis brazos sean arrancados de su calidez. Su tacto. Sus labios.
Dios, sus labios, su boca en mi cuello, su cuerpo envuelto en el mío, sosteniéndome
junto con él como para afirmar que mi existencia en este mundo no es para nada.
La comprensión es un péndulo del tamaño de la luna, no para de pegarme.
―¿Juliette?
Me trago la piedra de mi garganta.
―¿Sí?
―¿Por qué estás llorando…? ―Su voz es casi tan gentil como su mano mientras la
libera de mi agarre. Toca las lagrimas corriendo por mi cara y yo estoy tan
humillada que casi no sé que decir.
―Me puedes tocar ―digo por primera vez, reconociéndolo en voz alta por primera
vez. Mis palabras se transforman en un susurro―. Me puedes tocar. Te importo y
no sé por qué, eres amable conmigo cuando no tienes por qué serlo. A mi propia
madre no le importaba demasiado como par-pa-…―Mi voz se quiebra y aprieto mis
labios. Los frunzo y me fuerzo a estar quieta. Soy una roca, una estatua, un
movimiento congelado en el tiempo, el hielo no siente nada.
Adam no contesta, no dice ni una sola palabra hasta que se sale del camino en
dirección a un estacionamiento bajo tierra. Supongo que hemos llegado a algo de
civilización, pero esta muy oscuro bajo tierra. No puedo ver más allá de nada y me
vuelvo a preguntar cómo Adam puede manejar. Mis ojos cayeron en la pantalla
iluminada en su tablero para darme cuenta que el depósito tenía visón nocturna.
Claro.
Adam apaga el motor. Lo escucho suspirar. Apenas puedo distinguir su silueta
antes de sentir su mano en mi muslo y su otra mano tropezando por mi cuerpo
hasta encontrar mi cara. Una calidez se extiende por mis miembros como lava
caliente, las puntas de los dedos de mis pies y de mis manos están hormigueando a
la vida y me tengo que morder el temblor para mantener fuerte mi cuerpo.
―Juliette ―suspira y me doy cuenta de cuán cerca está de mí. No estoy segura de
cómo no me había evaporado en nada todavía―. Siempre hemos sido tú y yo contra
el mundo ― dice―. Siempre ha sido así. Es mi culpa que haya tardado tanto en
hacer algo sobre eso.
―No. ―Sacudo mi cabeza―. No es tu cul...
169
―Sí lo es. Me enamoré de ti hace mucho tiempo atrás. Sólo que nunca había tenido
valor para actuar.
―Porque te podría haber matado.
Se ríe con una risa silenciosa.
―Porque no creía que te mereciera.
Soy un trozo de asombro forzado a existir.
―¿Qué?
Él toca su nariz con la mía, se inclina hacia mi cuello, enreda un mechón de mi pelo
entre sus dedos y no puedo, no puedo, no puedo respirar.
―Eres tan… buena ―susurra.
―Pero mis manos...
―Nunca han hecho nada para lastimar a alguien. ―Estaba a punto de protestar
cuando se corrige por sí solo―. No a propósito. ―Se echa atrás. Apenas lo puedo
ver frotándose el lado de su cuello―. Tú nunca te defendiste ―dice, luego de un
momento―. Siempre me pregunté el por qué. Nunca gritaste o te enojaste o
trataste de decirle algo a alguien ―dice y sé que ambos estamos de vuelta en el
tiempo en tercer, cuarto, quinto, sexto, séptimo, octavo, noveno grado de nuevo―.
Pero, demonios, debes haber leído un millón de libros. ―Sé que está sonriendo
cuando lo dice. Una pausa―. No molestabas a nadie, pero eras un blanco en
movimiento todos los días. Te podrías haber defendido, podrías haber lastimado a
todos si hubieras querido.
―No quería herir a nadie. ―Mi voz es menos que un suspiro. No puedo sacarme la
imagen de un Adam de ocho años de edad tirado en el piso, roto, abandonado,
llorando en la tierra. Las cosas que la gente hace por poder.
―Ese es el por qué de que nunca serás lo que Warner quiere que seas.
Estoy mirando a un punto en la oscuridad, mi mente repasando todas las
posibilidades.
―¿Cómo puedes estar tan seguro?
Sus labios están tan cerca de los míos.
―Porque aún te importa una mierda el mundo.
170
Yo jadeo y él me besa, de manera profunda, poderosa y sin restricciones. Sus brazos
envuelven mi espalda, tirando de mi cuerpo hasta que estoy casi horizontalmente y
no me importa. Mi cabeza está en el asiento, su figura sobre mí, sus manos
agarrando mis caderas por debajo de mi vestido hecho jirones y estoy siendo
quemada por un millón de llamas por querer esto tan desesperadamente que no
puedo ni respirar. Él es un baño caliente, un largo respiro, cinco días de verano
comprimidos en cinco dedos escribiendo historias en mi cuerpo. Soy un desastre
embarazoso de nervios que colapsan en él, controlados por una corriente de
electricidad corriendo por mi cuerpo. Su olor nubla mis sentidos.
Sus ojos.
Sus manos.
Su pecho.
Sus labios están en mi oreja cuando susurra.
―Estamos aquí, por cierto. ―Estaba respirando mas fuerte ahora que cuando
estaba corriendo por su vida. Sentí su corazón latir contra mis costillas. Sus
palabras son un susurro roto―. Tal vez deberíamos ir adentro. Es más seguro.
―Pero no se mueve.
Casi no entiendo de lo que estaba hablando, solamente asiento, mi cabeza
moviéndose sobre mi cuello, hasta que recuerdo que no me puedo ver. Trato de
recordar cómo respirar, pero estoy concentrada en los dedos corriendo por mis
muslos como para formar una oración. Hay algo en la oscuridad absoluta, sobre no
poder ver qué es lo que está pasando que me hace sentir borracha con un delicioso
mareo.
―Sí. ―Es todo lo que puedo decir.
Me ayuda a ponerme en una posición sentada, inclinando su frente sobre la mía.
―Lo siento ―dice―. Es demasiado difícil detenerme por mi propia cuenta. ―Su voz
es peligrosamente ronca; sus palabras estremeciendo mi piel.
Le permito a mis manos deslizarse por debajo de su remera y lo siento ponerse
rígido, tragar. Trazo las perfectas líneas esculpidas de su cuerpo. No es nada más
que magro músculo.
―No tienes que hacerlo ―le digo.
Su corazón late tan rápido que no puedo distinguirlo del mío. Hacía cinco mil
grados en el aire entre nosotros. Sus dedos están apenas debajo del hueso de mi
171
cadera, burlándose del pequeño pedazo de tela que me mantiene medianamente
decente.
―Juliette…
―¿Adam?
Mi cuello se gira con sorpresa. Miedo. Ansiedad. Adam deja de moverse, congelado
en frente de mí. No estoy segura de si respiro. Miro a mi alrededor, pero no puedo
encontrar una cara que se una con la voz que llamó su nombre y empiezo a
asustarme antes de que Adam abra de un golpe la puerta, saliendo antes de
escucharla de nuevo.
―Adam… ¿eres tú?
Es un niño.
―¡James!
El sonido sordo del impacto, dos cuerpos chocando, dos voces tan felices para ser
peligroso.
―¡No puedo creer que seas tú! Quiero decir, bueno, pensé que eras tú porque creí
escuchar algo y en un principio pensé que no era nada, pero luego decidí que
probablemente debería echar un vistazo sólo para saber porque tal vez era tú
y…―Hace una pausa―. Espera… ¿qué estás haciendo aquí?
―Estoy en casa. ―Adam se ríe ligeramente.
―¿De verdad? ―pregunta James―. ¿Estas en casa de verdad?
―Sí ―suspira―. Dios, es bueno verte.
―Te extrañé ―dice James, tranquilo de repente.
Una respiración profunda.
―Yo también, chico. Yo también.
―Así que… ¿has comido algo? Benny me acaba de dejar mi paquete con la cena, y
podría compartirlo conti...
―¿James?
Hace una pausa.
―¿Sí?
172
―Hay alguien que quiero que conozcas.
Mis palmas están sudorosas, mi corazón en mi garganta. Escucho a Adam caminar
de vuelta al tanque y no me doy cuenta de que su cabeza ya estaba dentro hasta que
no activa un botón. Una ligera luz de emergencia ilumina la cabina. Pestañeo un
par de veces y veo a un joven niño parado a más o menos 1,50 metros, sucio pelo
rubio enmarcando su cara redonda, con ojos azules que me eran demasiado
familiares. Él frunce sus labios con concentración, mirándome. Adam abre mi
puerta y me ayuda a pararme, apenas capaz de contener una sonrisa en su cara y yo
estoy sorprendida por el nivel de mi propio nerviosismo. No sé por qué lo estoy,
pero Dios, estoy nerviosa. Ese niño obviamente es importante para Adam, y no sé
por qué que este momento es importante para mí también. Estoy tan nerviosa de
que vaya a arruinarlo. Trato de arreglar las partes rotas de mi vestido, trato de
suavizar las arrugas de la tela, me paso los dedos por mi pelo… No tiene sentido, es
inútil. El pobre chico está petrificado.
Adam me guía hacia delante. James es unos centímetros mas bajo que yo, pero es
obvio en su cara que es joven, su honor no manchado, no tocado por la dura
realidad del mundo. Quería disfrutar de la belleza de su inocencia.
―¿James? Ella es Juliette. ―Adam me mira―. Juliette, este es mi hermano, James.
173
Capítulo 31 Traducido por hanna
Corregido por Musher
u hermano.
Trato de quitarme de encima los nervios. Trato de sonreír al
muchacho estudiando mi cara, estudiando las patéticas telas que
apenas cubren mi cuerpo. ¿Cómo no sabía que Adam tenía un
hermano? ¿Cómo nunca lo he conocido?
James se vuelve hacia Adam.
―¿Esta es Juliette?
Estoy aquí de pie como un insignificante bulto. No recuerdo mis modales.
―¿Sabes quién soy?
James se vuelve de nuevo en mi dirección.
―Oh, sí. Adam habla mucho de ti.
Me sonrojo y no puedo dejar de echar un vistazo a Adam. Él está mirando fijamente
un punto en el suelo. Se aclara la garganta.
―Es realmente un placer conocerte ―me las arreglo.
James ladea la cabeza.
―Entonces, ¿siempre vistes de esa manera?
Me gustaría morir un poco.
—¡Eh, chico! ―interrumpe Adam―. Juliette se va a quedar con nosotros por un
tiempo. ¿Por qué no vas a asegurarte de que no tienes nada de ropa interior tendida
en el suelo, eh?
James luce horrorizado. Corre en la oscuridad sin decir una palabra.
S
174
Todo está tranquilo por tantos segundos que pierdo la cuenta. Escucho algún tipo
de goteo en la distancia.
Tomo una respiración profunda. Muerdo mi labio inferior. Trato de encontrar las
palabras adecuadas. Fallo.
―No sabía que tenías un hermano.
Adam duda.
―¿Está bien... que lo tenga? Todos vamos a estar compartiendo el mismo espacio y
yo...
Mi estómago cae sobre mis rodillas.
―¡Por supuesto que está bien! Yo sólo… me refiero… ¿estás seguro que está bien…
por él? ¿Si estoy aquí?
―No hay ropa interior en ningún lugar ―anuncia James, marchando hacia la luz.
Me pregunto dónde desapareció, dónde está la casa. Me mira.
―Así que, ¿te vas a quedar con nosotros?
Adam interviene.
―Sí. Ella va a quedarse con nosotros durante un tiempo.
James mira de mí hacia Adam y a mí otra vez. Extiende su mano.
―Bueno, es bueno conocerte al fin.
Todo el color fluye de mi cara. Mi corazón late con fuerza en mis oídos. Mis rodillas
están a punto de romperse. No puedo dejar de mirar su pequeña mano extendida,
ofreciéndomela.
―James ―dice Adam un poco cortante.
James se echa a reír.
―Sólo estaba bromeando. ―Deja caer su mano.
―¿Qué? ―Apenas puedo respirar. Mi cabeza da vueltas, confundida.
―No te preocupes ―dice James, sin dejar de reír―. No voy a tocarte. Adam me
contó todo acerca de tus poderes mágicos. ―Pone los ojos en blanco.
―¿Adam… dijo… él… qué?
175
―Oye, tal vez deberíamos entrar. ―Adam se aclara la garganta un poco demasiado
fuerte―. Sólo voy a tomar nuestras maletas realmente rápido… ―Y se va fuera,
hacia el tanque.
Me quedo mirando a James. Él no oculta su curiosidad.
―¿Cuántos años tienes? ―me pregunta.
―Diecisiete.
Asiente con la cabeza.
―Es lo que dijo Adam.
Me enfado.
―¿Qué otra cosa te dijo Adam de mí?
―Dijo que no tienes padres, tampoco. Dijo que eres como nosotros.
Mi corazón es una barra de mantequilla, derritiéndose imprudentemente en un
caluroso día de verano. Mi voz se suaviza.
―¿Cuántos años tienes?
―Voy a tener once el próximo año.
Sonrío.
―¿Así que tienes diez años?
Cruza los brazos. Frunce el ceño.
―Voy a tener doce en dos años.
Creo que ya me gusta este chico.
La luz de la cabina se apaga y por un momento estamos inmersos en la oscuridad
absoluta. Un suave clic y un leve resplandor circular iluminan la vista.
Adam tiene una linterna.
―¿Oye, James? ¿Por qué no abres el camino para nosotros?
―¡Sí, señor! ―Patina deteniéndose frente a los pies de Adam, nos ofrece un saludo
exagerado, y corre tan rápido que no había manera posible de que lo siguiera.
No puedo evitar la sonrisa en mi cara.
176
La mano de Adam se desliza en la mía a medida que avanzamos.
―¿Estás bien?
Aprieto los dedos.
―¿Le dijiste a tu hermano de diez años sobre mis poderes mágicos?
Él se ríe.
―Le digo un montón de cosas.
―¿Adam?
―¿Sí?
―¿No es tu casa el primer lugar donde Warner irá a buscarte? ¿No es esto
peligroso?
―Lo sería. Pero de acuerdo a los registros públicos, no tengo casa.
―¿Y tu hermano?
―Sería el primer objetivo de Warner. Resulta más seguro para él estar donde
puedo mantener un ojo sobre él. Warner sabe que tengo un hermano, sólo que no
sabe precisamente dónde. Y hasta que se lo imagine, que lo hará, tenemos que
prepararnos.
―¿Para luchar?
―Para luchar. Sí. ―Incluso a la tenue luz en este extraño espacio puedo ver la
determinación que tenía al mismo tiempo. Me dan ganas de cantar.
Cierro los ojos.
―Bien.
―¿Qué les lleva tanto tiempo? ―James grita a lo lejos.
Y nosotros vamos.
El estacionamiento se encuentra debajo de un viejo edifico abandonado enterrado
en las sombras. Una salida de emergencia lleva directamente hasta la planta
principal.
James está tan emocionado que está saltando arriba y abajo en las escaleras,
corriendo hacia adelante unos pocos pasos para correr de regreso y quejarse de que
no vamos lo suficientemente rápido.
177
Adam le coge por detrás y lo levanta del suelo. Él se ríe.
―Te vas a romper el cuello.
James protesta, pero solamente a medias. Está muy feliz de tener a su hermano.
Una aguda punzada de una especie distante de emoción me golpea en el corazón.
Me duele de una manera agridulce que no puedo ubicar. Me siento extrañamente
cálida y adormecida, al mismo tiempo.
Adam golpea un código de acceso en el teclado junto a una puerta de acero macizo.
Un suave clic, un pitido corto, y se dirige al mango.
Estoy sorprendida por lo que veo en el interior.
178
Capítulo 32 Traducido por Caami Corregido por hanna
s una sala de estar completa, abierta y de lujo. Una gruesa alfombra, sillas
suaves, un sofá que se extiende a través de la pared. Matices verdes y rojos
y naranjas, calientes lámparas que suavemente iluminan el gran espacio. Se
siente más como una casa que lo que haya visto nunca. Los recuerdos fríos
y solitarios de mi infancia ni siquiera se pueden comparar. Me siento tan
segura que de repente me da miedo.
―¿Te gusta? ―Adam sonríe abiertamente hacia mí, divertido sin duda por la
expresión en mi cara. Me las arreglo para recoger mi mandíbula del piso.
―Me encanta ―le digo, en voz alta o en mi cabeza no estoy segura.
―Adam lo hizo ―dice James, orgulloso, hinchando su pecho un poco más de lo
necesario―. Él lo hizo para mí.
―Yo no lo hice ―protesta Adam, riendo entre dientes―. Sólo… lo limpié un poco.
―¿Vives aquí solo? ―le pregunto a James.
Se mete las manos en los bolsillos y asiente.
―Benny se queda conmigo un montón, pero sobre todo estoy aquí solo. Tengo
suerte, sin embargo.
Adam deja caer las bolsas en el sofá. Pasa las manos por su pelo y veo cómo los
músculos de su espalda se doblan, apretados, juntándose. Veo como exhala la
tensión de su cuerpo.
Se por qué, pero pregunto de todos modos.
―¿Por qué tienes suerte?
―Porque tengo un visitante. Ninguno de los otros niños tienen visitas.
―¿Hay otros chicos aquí? ―Espero no verme tan horrorizada como me siento.
E
179
James está asintiendo tan rápidamente que su cabeza se tambalea sobre su cuello.
―Oh sí. Esta calle entera. Todos los niños están aquí. Yo soy el único con mi propia
habitación, sin embargo. ―Hace un gesto a todo el espacio―. Todo esto es mío
porque Adam me lo compró. Pero todos los demás tienen que compartir. Tenemos
escuela, más o menos. Y Benny me trae mis paquetes de alimento. Adam dice que
puedo jugar con los otros niños, pero no puedo traerlos dentro. ―Se encoge de
hombros―. Está bien.
La realidad de lo que dice se extiende como veneno en la boca de mi estómago.
Una calle dedicada a niños huérfanos.
Me pregunto cómo murieron sus padres. No me pregunto hace cuánto tiempo.
Hago un inventario de la habitación y noto una pequeña nevera y un microondas
pequeño encaramado en lo alto, ambos ubicados en una esquina, veo algunos de los
gabinetes establecidos a un lado para el almacenamiento. Adam trajo todas las
cosas que pudo, todo tipo de alimentos enlatados y no perecederos. Ambos trajimos
nuestros artículos de tocador y varios conjuntos de ropa. No guardamos lo
suficiente como para sobrevivir por lo menos un rato.
James saca un paquete de papel de aluminio de la nevera y lo mete en el
microondas.
―Espera…James… no. ―Trato de detenerlo.
Sus ojos están muy abiertos, congelados.
―¿Qué?
―El papel de aluminio… no puedes… no puedes poner metal en el microondas.
―¿Qué es un microondas?
Parpadeo tantas veces que la habitación gira.
―¿Qué…?
Saca la tapa del contenedor de papel de aluminio para revelar un pequeño cuadro.
Se parece a un cubo de caldo. Señala el cubo y luego asiente hacia el microondas.
―Está bien. Siempre pongo esto en el Automat. No pasa nada.
―Toma la composición molecular de los alimentos y la multiplica. ―Adam está de
pie junto a mí―. No añade ningún valor nutricional extra, pero te hace sentir más
lleno, por más tiempo.
180
―¡Y es barato! ―dice James, sonriendo abiertamente mientras pega de nuevo el
artilugio.
Me asombra lo mucho que ha cambiado. La gente ha llegado a estar tan
desesperada que falsifica el alimento.
Tengo tantas preguntas que estoy obligada a estallar. Adam aprieta mi hombro,
suavemente. Susurra:
―Vamos a hablar más tarde, lo prometo. ―Pero soy una enciclopedia con
demasiadas páginas en blanco.
James cae dormido con su cabeza en el regazo de Adam.
Habló sin parar una vez que terminó su comida, me dijo todo sobre su tipo de
escuela, y sus tipos de amigos, y Benny, la anciana que cuida de él porque “creo que
a ella le gusta Adam más que yo, pero ella me cuela el azúcar algunas veces así que
está bien”. Todo el mundo tiene un toque de queda. Nadie más que a los soldados
se le permite salir después del atardecer, cada soldado armado e instruido para
abrir fuego a su propia discreción.
―Algunas persona tienen más comida y otras cosas que otras personas ―dijo
James―, pero eso es porque se ordena a la gente en función a lo que puede
proporcionar al Restablecimiento, y no porque son seres humanos con el derecho a
no morir de hambre.
Mi corazón se agrietaba un poco más con cada palabra que el compartía conmigo.
―A ti no te importa que te hable mucho, ¿huh? ―Se mordió el labio inferior y me
estudió.
―No me importa en absoluto.
―Todo el mundo dice que hablo mucho. ―Se encogió de hombros―. Pero, ¿qué se
supone que tengo qué hacer cuando tengo tanto que decir?
―Oye… sobre eso… ―interrumpió Adam―. No le puedes decir a nadie que estamos
aquí, ¿está bien?
La boca de James se detuvo a medio movimiento. Parpadeó un par de veces. Miró
fijamente a su hermano.
―¿Ni siquiera a Benny?
―Nadie ―dijo Adam.
181
Por un instante infinitesimal, vi algo que parecía como entendimiento en bruto en
sus ojos. Alguien con 10 años de edad en quien se puede confiar absolutamente.
Él asintió una y otra ves.
―Está bien. Nunca estuvieron aquí.
Adam cepilla los mechones rebeldes del cabello de la frente de James. Está
mirando el rostro dormido de su hermano como si estuviera tratando de
memorizar cada pincelada de una pintura al óleo. Estoy mirándolo fijamente
mientras mira fijamente a James.
Me pregunto si él sabe que está sosteniendo mi corazón en su mano. Tomo una
respiración entrecortada.
Adam me mira y yo miro hacia abajo y los dos estamos avergonzados por diferentes
razones.
Susurra:
―Probablemente, debería ponerlo en la cama. ―Pero no hace un esfuerzo para
moverse. James suena suena suena profundamente dormido.
―¿Cuándo fue la última vez que lo viste? ―pregunto, cuidando tener mi voz baja.
―Hace unos seis meses. ―Una pausa―. Pero hablé mucho con él por teléfono
―sonríe un poco―. Le dije mucho acerca de ti.
Enrojezco. Cuento mis dedos para asegurarme de que todos están allí.
―¿Warner no controlaba tus llamadas?
―Sí. Pero Benny tiene una línea imposible de encontrar, y yo estaba siempre
manteniendo eso como una información oficial, solamente. En cualquier caso,
James ha sabido de ti desde hace mucho tiempo.
―¿En serio…? ―Odio tener que saberlo, pero casi no puedo ayudarme a mi misma.
Soy una maraña de mariposas.
Él mira hacia arriba, mira hacia otro lado. Bloquea los ojos conmigo. Suspiros.
―Juliette, he estado buscándote desde el día en que te fuiste.
Mis pestañas viajan a mis cejas, mi mandíbula cae en mis manos.
―Estaba preocupado por ti ―dice en voz baja―. No sabía lo qué iban a hacerte.
182
―¿Por qué? ―jadeo, trago, me tropiezo con las palabras―. ¿Por qué posiblemente
te importaría?
Se recuesta en el sofá. Traza una mano libre por encima de su cara. Las estaciones
cambian. Las estrellas explotan. Alguien está caminando en la luna.
―¿Sabes que todavía recuerdo el primer día que te presentaste en la escuela? ―ríe
con una risa suave y triste―. Tal vez era demasiado joven, y tal vez no sabía mucho
sobre el mundo, pero había algo sobre ti que me atrajo inmediatamente. Es como si
yo quisiera sólo estar cerca de ti, como siempre has tenido esta… esta bondad que
nunca encontré en mi vida. Esta dulzura que nunca encontré en casa. Sólo quería
oírte hablar. Quería que me vieras, que me sonrieras. Todos y cada uno de los días
me prometí que hablaría contigo. Quería conocerte. Pero todos los días era un
cobarde. Y un día simplemente desapareciste.
―Había oído rumores, pero sabía la verdad. Sabía que nunca habías hecho daño a
nadie. ―Mira hacia abajo. La tierra se abre en una grieta y me estoy cayendo en la
fisura―. Sé que parece una locura ―dice finalmente, tan silenciosamente―. Pensar
que me importabas tanto sin haber hablado contigo ―duda―. Pero no podía dejar
de pensar en ti. No podía dejar de preguntarme a dónde fuiste. Qué sería de ti.
Tenía miedo de que nunca hubieras luchado.
Hace un silencio por tanto tiempo que quiero morder mi lengua.
―Tenía que encontrarte ―susurra―. Pregunté por todas partes y no obtuve ni una
respuesta. El mundo seguía cayendo a pedazos. Las cosas fueron empeorando y yo
no sabía qué hacer. Tenía que cuidar de James y tenía que encontrar una manera
de vivir y no sabía si unirme al ejército ayudaría, pero nunca me olvidé de ti.
Siempre tuve la esperanza ―vacila―, de que un día te viese otra vez.
Me he quedado sin palabras. Mis bolsillos están llenos de cartas que no se pueden
ensartar y estoy tan desesperada por decir algo que no digo nada y mi corazón está
a punto de estallar a través de mi pecho.
―¿Juliette…?
―Me encontraste. ―5 sílabas. 1 murmullo de asombro.
―¿Estás… molesta?
Miro hacia arriba y por primera vez me doy cuenta que está nervioso. Preocupado.
Incierto a cómo voy a reaccionar a esta revelación. No sé si reír o llorar o besar cada
centímetro de su cuerpo. Quiero dormir con el sonido de los latidos de su corazón
en la atmosfera. Quiero saber que está vivo y bien, inhalando y dejándolo ir, fuerte
y sano y saludable para siempre.
183
―Tú eres el único que alguna vez me importó. ―Mis ojos se llenan de lágrimas y las
parpadeo lejos y siento la quemadura en mi garganta y me duele todo todo todo. El
peso de todo el día se estrella contra mí, amenazando con romper mis huesos.
Quiero gritar en la felicidad, en la agonía, en la alegría y la ausencia de justicia.
Quiero tocar el corazón de la única persona que le importara.
―Te amo ―susurro―. Mucho más de lo que nunca sabrás.
Sus ojos son un momento de la medianoche llena de recuerdos, las únicas ventanas
en mi mundo. Su mandíbula está apretada. Su boca es estrecha. Mira hacia arriba y
trata de aclararse la garganta y sé que necesita un momento para recuperarse. Le
digo que probablemente debe poner a James en su cama. Él asiente. Sostiene a su
hermano contra su pecho. Se pone de pie y lleva a James al armario de
almacenamiento que se ha convertido en su dormitorio.
Lo veo alejarse con la única familia que ha dejado y sé por qué Adam se unió al
ejército.
Sé por qué sufrió por ser el chico expiatorio de Warner. Sé por qué se ocupó de la
horrible realidad de la guerra, por qué estaba tan desesperado por huir, tan
dispuesto a correr tan pronto como fuera posible. Por qué estaba tan decidido a
luchar.
Él está luchando por mucho más que él mismo.
184
Capítulo 33
Traducido por Musher
Corregido por hanna
or qué no le hecho un vistazo a esos cortes?
Adam está de pie delante de la puerta de James con sus
manos metidas en los bolsillos. Está usando una oscura
camiseta roja que abraza su torso. Sus brazos están
diestramente cincelados, pintados profesionalmente con tatuajes que ahora sé
cómo reconocer. Él me atrapa mirándolo.
—Realmente no tenía otra opción. —Examinando ahora las consecutivas franjas
negras de tinta gravadas en sus antebrazos—. Teníamos que sobrevivir. Este fue el
único trabajo que pude obtener.
Me reúno con él cruzando el cuarto, toco los diseños en su piel. Cabeceo.
—Entiendo.
Casi se ríe, casi sonríe. Sacudiendo su cabeza justo un milímetro.
—¿Qué? —Muevo mi mano.
—Nada. —Sonríe. Desliza sus brazos alrededor de mi cintura.
—Sólo continúa golpeándome. Estás realmente aquí. En mi casa.
El calor se precipita arriba, hacia mi cuello y desemboca en una carrera
absorbiendo el rojo de una brocha mojada. Los elogios son cosas que no sé cómo
procesar. Me muerdo el labio.
—¿De dónde sacaste el tatuaje?
—¿Este? —Mira sus brazos otra vez.
—No. —Echo mano a su camiseta, tirando de esta hacia arriba tan
infructuosamente, que él casi pierde el equilibrio. Tropieza con la espalda contra la
pared. Yo empujo el material hacia su cuello. Lucho contra el rubor. Toco su pecho.
Toco el pájaro.
—¿P
185
—¿De dónde sacaste esto?
—¡Oh! —Me está mirando, pero pronto estoy distraída por la belleza de su cuerpo y
los pantalones de carga colocados algo demasiado bajos en sus caderas.
Comprendo que es necesario agarrar su cinturón suspendido. Fuerzo a mis ojos a
subir. Dejo mis manos caer hacia abajo por sus abdominales.
Él toma una respiración fuerte.
—No sé —dice—. Sólo... me quedé soñando acerca de este pájaro blanco. Los
pájaros acostumbran a volar, sabes.
—¿Sueles soñar con eso?
—Sí, todo el tiempo. —Sonríe un poco, exhala un poco, recordando—. Era
agradable. Se sentía bien... esperanzado. Necesitaba tenerlo en la memoria porque
no estaba seguro de si duraría. Así que lo hice permanente.
Cubro el tatuaje con la palma de mi mano.
—Yo solía soñar acerca de esta ave todo el tiempo.
—¿Este pájaro? —Sus cejas podrían tocar el cielo.
Cabeceo.
—Este exactamente. —Algo así como diapositivas de realización en su lugar—.
Hasta el día que te presentaste en mi celda. No he soñado con él desde entonces. —
Lo miro.
—Estás bromeando. —Pero sabe que no lo estoy.
Suelto su camisa y dejo caer la cabeza en su pecho. Respiro su aroma. Él no pierde
el tiempo, tirando de mí más cerca. Apoya su barbilla en mi cabeza, con sus manos
en mi espalda. Y estamos así hasta que soy demasiado vieja para recordar un
mundo sin su calor.
Adam limpia mis cortes en un cuarto de baño colocándose un poco de costado en el
espacio. Este es una miniatura de cuarto con un inodoro, un lavamanos, un
pequeño espejo y una diminuta ducha. Amo todo esto. En el momento que salgo del
cuarto de baño, finalmente me cambio y me arrastro a la cama, Adam está
esperando por mí en la oscuridad. Hay mantas y almohadas tendidas en el suelo y
parece igual al cielo. Estoy tan agotada que podría dormir unos pocos siglos.
Me escurro junto a él y él me ahueca entre sus brazos. La temperatura es
significativamente baja en este lugar y Adam es un perfecto horno. Oculto mi rostro
186
en su pecho y él tira de mí apretándome. Arrastro mis dedos por su espalda
desnuda, sintiendo los tensos músculos bajo mi contacto. Descanso mi mano en la
cintura de sus pantalones. Encorvando mi dedo en la curva del cinturón. Pruebo el
gusto de la palabra en mi lengua.
—Lo dije en serio, ya sabes.
Su respiración es un latido más lenta. Su corazón, un latido más fuerte.
—¿Significa que...? —Aunque él sabía exactamente qué significaba.
Me siento tan tímida tan repentinamente. Tan ciega, tan innecesariamente
intrépida. No sé nada acerca de en lo que me estoy aventurando. Lo único que sé es
que no quiero las manos de nadie en mí, excepto las de él. Para siempre.
Adam se inclina hacia atrás y sólo puedo distinguir el contorno de su cara, sus ojos
siempre brillando en la oscuridad. Me quedo mirando sus labios cuando habló.
—Nunca te pedí que te detuvieses. —Mis dedos descansan en el botón que sujetaba
sus pantalones juntos—. Ni una sola vez.
Me está mirando, su pecho subiendo y bajando un par de veces por segundo.
Parece casi paralizado por la incredulidad.
Me inclino sobre su oído.
—Tócame.
Y estaba íntimamente desabrochado.
Mi cara está entre sus manos y mis labios están en sus labios y él esta besándome,
yo soy oxígeno y él está agonizando por respirar. Su cuerpo está casi sobre la cima
del mío, con una mano en mi cabello, la otra trazando un camino hacia abajo por
mi silueta, deslizándose detrás de mi rodilla, para tirar de mí más cerca, más
intenso, más apretado. Deja caer besos por mi garganta como el éxtasis, con la
energía eléctrica endureciéndose dentro de mí, instalándome sobre el fuego. Estoy
al borde de la combustión desde la pura emoción de cada momento. Quiero
profundizar en su ser, experimentar con él todos los 5 sentidos, ahogarme en las
olas de maravilla que envuelve mi existencia.
Necesito saborear la visión de su cuerpo.
Él coge mis manos y las aprieta contra su pecho, girando mis dedos hacia abajo
como una estela por la longitud de su torso antes de que sus labios encuentren los
míos una y otra y otra vez, narcotizándome dentro de un delirio del que nunca
necesitaré escapar. Pero no es suficiente. Todavía no es bastante. Quiero fundirme
187
en él, trazar la forma de su cuerpo sólo con mis labios. Mi corazón se acelera a
través de mi sangre, destruyendo mi autocontrol, girando todo en un ciclón de
intensidad. Él se interrumpe por aire y yo tiro de él sosteniéndolo, sufriendo,
desesperada, muriendo por su contacto. Sus manos trepando hacia arriba por mi
camiseta, bordeando mis costados, tocándome como nunca se atrevió antes y mi
top está casi encima de mi cabeza cuando una puerta chirría abriéndose. Ambos
nos congelamos.
—¿Adam... ?
Él apenas pudo respirar. Intenta bajarse a la almohada a mi lado, pero aún puedo
sentir su calor, su figura, su corazón latiendo con fuerza en mis oídos. Estoy
conteniendo un millón de gritos. Adam ladea su cabeza hacia arriba justo un poco.
Intentando sonar normal.
—¿James?
—¿Puedo dormir aquí contigo?
Adam se sienta. Está respirando fuerte, pero súbitamente alerta.
—Por supuesto que puedes. —Una pausa. Su voz retardada, blanda—. ¿Tienes
pesadillas?
James no responde.
Adam está de pie.
Oigo el hipo sordo de 10 años de edad desgarrado, pero apenas puedo distinguir el
contorno del cuerpo de Adam junto a James sujetándolo.
—Pensé que habías dicho que esto estaba mejorando.
Lo escucho susurrar, pero sus palabras son amables, no acusatorias.
James dice algo que no puedo oír.
Adam le coge, y me doy cuenta de lo pequeño que James parece en comparación.
Desaparecen en el dormitorio sólo para regresar con ropa de cama. Sólo una vez
que James se mete seguro en su lugar a pocos centímetros de Adam es que
realmente cede a la fatiga.
Su pesada respiración es el único sonido en la habitación.
Adam se vuelve hacia mí. Soy un trozo de silencio, golpeada, conmovida, cortando
el abismo de este recordatorio. No tengo idea de lo que James ha sido testigo a una
188
edad tan tierna. No tengo idea de lo que Adam ha tenido que soportar dejándole
atrás. No tengo idea de cómo vive la gente todavía. Como sobreviven.
No sé que ha sido de mis padres
Adam roza mi mejilla. Me escurro entre sus brazos. Dice:
—Lo siento. —Y le beso, la disculpa fuera.
—Cuando sea el momento adecuado —le digo.
Traga saliva. Se inclina hacia mi cuello. Inhala. Sus manos están debajo de mi
camisa. En lo alto de mi espalda.
Me muerdo sosteniendo un grito sofocado.
—Pronto.
189
Capítulo 34
Traducido por Maia8 Corregido por LadyPandora
dam y yo nos forzamos a apartarnos 1 metro la otra noche, pero de alguna
manera, desperté en sus brazos. Él está respirando suave, constante y
regularmente un zumbido caliente en el aire matutino. Parpadeo,
mirando a través de la luz del día sólo para ser recibida por unos grandes
ojos azules en un rostro de diez años de edad.
—¿Cómo es que lo puedes tocar?
James está de pie junto a nosotros con los brazos cruzados, de espalda al obstinado
muchacho que recuerdo. No hay rastro de miedo, ni indicio de lágrimas que
amenacen con extenderse por su cara. Es como si la noche anterior nunca hubiese
ocurrido.
—¿Y bien?
Su impaciencia me asusta.
Salto lejos de la descubierta mitad superior de Adam con tanta rapidez que le
despierto. Un poco.
Él llega a mí.
—¿Juliette...?
—¡Estás tocando a una chica!
Adam se sienta tan rápido que se enreda con las sábanas y vuelve a caer sobre los
codos.
—Jesús, James...
—¡Estabas durmiendo junto a una chica!
Adam abre y cierra la boca varias veces. Me mira. Mira a su hermano. Cierra los
ojos y finalmente suspira. Pasa la mano por su pelo matutino.
A
190
—No sé qué quieres que diga.
—Pensé que habías dicho que no podía tocar a nadie.
James me está mirando ahora, receloso.
—Y no puede hacerlo.
—¿Excepto a ti?
—Exacto. Excepto a mí.
Y a Warner.
—Ella no puede tocar a nadie excepto a ti.
Y a Warner.
—Correcto.
—Parece terriblemente conveniente.
James entorna los ojos.
Adam se ríe a carcajadas.
—¿Dónde aprendiste a hablar así?
James frunce el ceño.
—Benny lo dice que mucho. Dice que mis excusas son “terriblemente convenientes”
—Hace comillas en el aire con dos dedos—. Dice que eso quiere decir que no te
creo. Y no te creo.
Adam se pone de pie. Con los primeros filtros de la luz del alba a través de las
pequeñas ventanas en un ángulo perfecto, el momento perfecto. Está bañado en
oro, con los músculos tensos, los pantalones todavía un poco bajos en las caderas y
tengo que esforzarme por pensar con claridad. Estoy sorprendida por mi propia
falta de autocontrol, pero no estoy segura de que supiera cómo contener esos
sentimientos. Adam hace que tenga hambre de cosas de las que nunca supe que
podía tener.
Puedo ver como lleva un brazo sobre los hombros de su hermano antes de
agacharse para encontrarse con su mirada.
—¿Puedo hablar contigo acerca de algo? —dice.
—¿En privado?
191
—¿Sólo tú y yo? —James me mira con el rabillo de sus ojos.
—Sí. Sólo tú y yo.
—Está bien.
Veo a los dos desaparecer en la habitación de James y me pregunto lo que Adam va
a decirle. Me toma un momento darme cuenta de James debe sentirse amenazado
por mi repentina aparición. Finalmente, ve a su hermano después de casi 6 meses
sólo para que vuelva a casa con una chica extraña con locos poderes mágicos.
Estuve a punto de reírme de la idea. Si sólo fuese la magia la que me hacía de esta
manera.
No quiero que James piense que estoy alejando a Adam de él.
Me pongo de nuevo bajo las sábanas y espero. La mañana es fresca y enérgica, y
mis pensamientos comienzan a vagar hacia Warner. Tengo que recordar que no
estamos seguros. Todavía no, tal vez nunca. Tengo que recordar que nunca me
acomode demasiado. Me incorporo. Llevo las rodillas a mi pecho y envuelvo mis
brazos alrededor de los tobillos.
Me pregunto si Adam tiene un plan.
La puerta de James chilla abriéndose. Los dos hermanos salen con el más pequeño
por delante. James se ve un poco de color rojo y apenas puede encontrar mis ojos.
Parece avergonzado y me pregunto si Adam lo castigó.
Mi corazón deja de funcionar por un momento.
Adam palmea a James en el hombro. Aprieta.
—¿Estás bien?
—Sé lo que es una novia...
—Nunca he dicho que no lo supieras...
—¿Así que tú eres su novia?
James se cruza de brazos, me mira.
Hay 400 bolas de algodón atoradas en mi tráquea. Miro a Adam, porque no sé qué
más hacer.
—Oye, tal vez deberías estar preparándote para la escuela, ¿eh?
192
Adam abre el refrigerador y alcanza un nuevo paquete de papel de aluminio a
James. Supongo que es su desayuno.
—No tengo que ir —protesta James—. No es como una escuela de verdad, nadie
tiene que...
—Quiero que vayas —lo interrumpe Adam. Se vuelve de nuevo hacia su hermano
con una pequeña sonrisa—. No te preocupes. Voy a estar aquí cuando vuelvas.
James duda.
—¿Me lo prometes?
—Sí. —Otra sonrisa. Asiente con la cabeza sobre él—. Ven aquí.
James corre hacia adelante y se aferra a Adam como si temiera que fuera a
desaparecer. Adam coloca la comida envuelta con papel en el Automat y presiona
un botón. Revuelve el pelo de James.
—Hay que cortarse el pelo, muchacho.
James arruga su nariz.
—Me gusta.
—Es un poco largo, ¿no te parece?
James baja la voz.
—Creo que su pelo es muy largo.
James y Adam miran fijamente hacia mí y me fundo en una Play-Doh3 roja. Me
toco el pelo sin quererlo, de repente consciente de mí misma. Miro hacia abajo.
Nunca he tenido una razón para cortarme el pelo. Ni siquiera he tenido las
herramientas. Nadie me ofrece objetos punzantes.
Por casualidad, hecho un vistazo y veo que Adam sigue mirándome. James está
mirando el Automat.
—Me gusta su pelo —dice Adam, y no estoy segura de a quién está hablando.
Puedo ver a los dos mientras Adam ayuda a su hermano a preparase para ir al
colegio. James está tan lleno de vida, tan lleno de energía, tan emocionado por
tener a su hermano alrededor. Esto me hace preguntarme lo que debe ser para un
3 Play-Doh: marca comercial de una pasta para modelar utilizada por los niños para realizar proyectos de arte y manualidades.
193
niño de 10 años, vivir por su cuenta. Lo que debe ser para todos los niños que viven
en esta calle.
Tengo ganas de levantarme y cambiarme, pero no estoy segura de lo que debo
hacer. No quiero ocupar el baño en caso de que James lo necesite, o si Adam lo
necesita. No quiero ocupar más espacio del que ya tengo. Se siente tan privada, tan
personal, la relación entre Adam y James. Es el tipo de vínculo que nunca he
tenido, que nunca tendré. Pero estar con tanto amor ha conseguido descongelar
mis partes congeladas en algo humano. Me siento humana. Como si tal vez pudiese
ser parte de este mundo. Como si tal vez no hiciera falta que fuera un monstruo.
Quizás no soy un monstruo.
Tal vez las cosas pueden cambiar.
194
Capítulo 35
Traducido por Maia8 Corregido por LadyPandora
ames está en la escuela, Adam está en la ducha, y yo estoy mirando a un
tazón de granola4 que Adam dejó para que me lo comiera. Se siente tan
mal comer este alimento cuando James tiene que comer la sustancia no
identificable que contiene el papel de aluminio. Pero Adam dice que a
James se le asigna una cierta porción de cada comida, y que es obligada a
comer por ley. Si es encontrado desperdiciándola o desechándola, podía ser
castigado. Todos los huérfanos esperan comer la comida que va en papel de
aluminio en su Automat. James afirma que «no sabe tan mal».
Me estremezco un poco ante el aire fresco de la mañana y paso mi mano por el
pelo, todavía húmedo por la ducha. El agua aquí no es caliente. No es ni siquiera
tibia. Está congelada. El agua caliente es un lujo.
Alguien está golpeando la puerta.
Me levanto.
Me giro.
Escaneando.
Asustada.
Nos encontraron, es la única cosa que puedo pensar. Mi estómago es un crepé
débil, mi corazón, un pájaro carpintero que rabia, mi sangre, un río de ansiedad.
Adam está en la ducha.
James está en la escuela.
Estoy absolutamente indefensa.
4 Granola: alimento formado por nueces, copos de avena mezclados con miel y otros ingredientes naturales.
J
195
Revuelvo en la bolsa de lona de Adam hasta que encuentro lo que estoy buscando. 2
pistolas, 1 para cada mano. 2 manos, por si acaso las armas fallan. Por fin, estoy
usando el tipo de ropa que se siente cómoda para combatir. Tomo una respiración
profunda y pido a mis manos que no tiemblen.
El latido se hace más difícil.
Apunto con las armas hacia la puerta.
—¿Juliette...?
Me giro para ver a Adam, mirando a las armas de fuego, a la puerta, a mí. Su
cabello está mojado. Sus ojos están muy abiertos. Asiente con la cabeza hacia el
arma extra en mi mano y me acerco a él sin decir una palabra.
—Si se tratara de Warner no estaría llamando —dice, a pesar de que no bajaba el
arma.
Sé que tiene razón. Warner habría derribado la puerta, utilizado explosivos,
matado a un centenar de personas para llegar a mí. Desde luego, él no esperaría a
que yo abriese la puerta. Algo se calma dentro de mí, pero no voy a permitirme
sentirme cómoda.
—¿Quién crees...?
—Podría ser Benny, normalmente comprueba a James...
—¿Pero no sabría que estaría en la escuela en este momento?
—Nadie sabe donde vivo...
Los golpes se están debilitando. Más lentos. Hay un sonido bajo y gutural de
agonía.
Adam y yo cerramos los ojos.
Un golpe más agitándose en la puerta. Un desplome. Otro gemido. El ruido sordo
de un cuerpo contra la puerta.
Me estremezco.
Adam rastrilla una mano por el pelo.
—¡Adam! —alguien llora. Tose—. Por favor, hombre, si estás ahí...
Me quedo paralizada. La voz suena familiar.
196
La columna vertebral de Adam se endereza en un instante. Sus labios se separan
con sus ojos asombrados. Da un puñetazo en el código de acceso y abre el pestillo.
Apunta con su arma hacia la puerta mientras la abre con facilidad.
—¿Kenji?
Un silbido corto. Un gemido ahogado.
—Joder, tío, ¿qué te tomó tanto tiempo?
—¿Qué diablos estás haciendo aquí?
Click. Apenas puedo ver a través de la pequeña abertura de la puerta, pero está
claro que Adam no está feliz de tener compañía.
—¿Quién te ha enviado aquí? ¿Con quién estás?
Kenji jura unas cuantas veces más bajo.
—Mírame —exige, a pesar de que suena más como una súplica—. ¿Piensas que he
venido aquí para matarte?
Adam se detiene. Respira. Duda.
—No tengo ningún problema en poner una bala en tu espalda.
—No te preocupes, hermano. Ya tengo una bala en la espalda. O en mi pierna. O
algo de mierda. Ni siquiera lo sé.
Adam abre la puerta.
—Levántate.
—Está bien, no me importa si arrastras mi culo dentro.
Adam agarra su mandíbula.
—No quiero tu sangre en mi alfombra. No es algo que mi hermano necesite ver.
Kenji tropieza y se tambalea en la habitación. Había oído su voz una vez antes, pero
nunca había visto su rostro. Aunque este probablemente no es el mejor momento
para las primeras impresiones. Sus ojos están hinchados, inflamados, morados y
hay una enorme herida a un lado de su frente. Su labio está hundido, sangrando un
poco, su cuerpo desplomado y roto. Él se estremece, toma respiraciones cortas
mientras se mueve. Su ropa está hecha trizas, con la parte superior del cuerpo
cubierta por nada más que una camiseta de tirantes con sus bien desarrollados
197
brazos rasgados y magullados. Me sorprende que no se congelase hasta la muerte.
No parece notarme hasta que lo hace.
Trata de reír.
—Amigo, estás loco...
—El baño es por aquí.
Adam está petrificado.
Kenji se mueve hacia delante, pero mira hacia atrás. Apunto con la pistola a su
cara. Se ríe más fuerte, se estremece, jadea un poco.
—Tío, ¡te escapaste con la chica loca! ¡Te escapaste con la psicótica! —Está gritando
tras Adam—. Pensé que hacía esa mierda. ¿En qué diablos estabas pensando? ¿Qué
vas a hacer con la psicótica? No me extraña que Warner te quiera muerto... OH,
TIO, qué infiernos...
—Ella no está loca. Y no es sorda, idiota.
La puerta se cierra detrás de ellos y sólo puedo distinguir su discusión ahogada.
Tengo la sensación de que Adam no quiere que oiga lo que tiene que decir a Kenji.
O eso, o son los gritos.
No tengo ni idea de lo que Adam está haciendo, pero supongo que tiene algo que
ver con extraer el proyectil del cuerpo de Kenji y, en general, curar las demás
heridas lo mejor que pueda. Adam tiene un amplio suministro de primeros auxilios
y manos fuertes y constantes. Me pregunto si adquirió estas habilidades en el
ejército. Tal vez para cuidar de sí mismo. O tal vez de su hermano. Tendría sentido.
El seguro médico era un sueño que perdimos hace mucho tiempo.
He estado esperando con esta arma en la mano durante casi una hora. He estado
escuchando gritar a Kenji durante casi una hora y sólo lo sé, porque me gusta
contar los segundos mientras pasan. No tengo ni idea de qué hora es. Creo que hay
un reloj en la habitación de James, pero no quiero entrar en su habitación sin
permiso.
Me quedo mirando la pistola en la mano, el metal liso y fuerte, y estoy sorprendida
de encontrar que me gusta la forma en que se siente entre las manos. Como una
extensión de mi cuerpo. Ya no me asusta más.
Me asusta más que yo pueda usarla.
198
La puerta del baño se abre y Adam sale. Tiene una pequeña toalla en sus manos.
Me pongo de pie. Me ofrece una pequeña sonrisa. Alcanza la pequeña nevera,
llegando a la diminuta sección del congelador. Coge un par de cubitos de hielo y los
deja caer en la toalla. Desaparece en el baño de nuevo.
Me siento en el sofá.
Hoy está lloviendo. El cielo llora por nosotros.
Adam sale del cuarto de baño, esta vez con las manos vacías, todavía solo.
Me levanto de nuevo.
Se frota la frente, la parte de atrás de su cuello. Se encuentra conmigo en el sofá.
—Lo siento —dice.
Mis ojos están muy abiertos.
—¿Por qué?
—Por todo —suspira—. Kenji era una especie de amigo en la base de la mina.
Warner lo había torturado después de que nos fuimos. Para obtener más
información.
Me trago un jadeo.
—Él dice que no dijo nada, realmente no tiene nada que decir, pero quedó en mal
estado, bastante mal. No tengo ni idea de si sus costillas están rotas o simplemente
magulladas, pero me las arreglé para sacar la bala de la pierna.
Tomo su mano. Aprieto.
—Le dispararon huyendo —dice Adam después de un momento.
Y algo choca contra mi conciencia. Entro en pánico.
—El sistema de seguimiento de sueros.
Adam asiente con la cabeza, los ojos pesados, angustiado.
—Creo que puede ser disfuncional, pero no tengo manera de saberlo con seguridad.
Sé que si funciona como debe, Warner ya estaría aquí, ahora. Pero no podemos
correr el riesgo. Tenemos que salir, y tenemos que deshacernos de Kenji antes de
irnos.
Estoy sacudiendo mi cabeza, atrapada entre las corrientes de choque de
incredulidad.
199
—¿Cómo llegó incluso a encontrarte?
La cara de Adam se endurece.
—Él comenzó a gritar antes de que pudiera preguntar.
—¿Y James? —susurro, casi con miedo a preguntar.
Adam deja caer su cabeza entre sus manos.
—Tan pronto como llegue a casa nos iremos. Podemos utilizar este rato para
prepararnos. —Se encuentra con mis ojos—. No puedo dejar atrás a James. No es
seguro para él estar aquí.
Toco su mejilla y se inclina en mi mano, mi mano se sostiene contra su cara. Cierra
los ojos.
—Hijo de perra.
Adam y yo nos apartamos. Me sonrojo por delante de mi línea del cabello. Adam se
ve molesto. Kenji se inclina contra la pared en el pasillo del cuarto de baño,
sujetando la improvisada bolsa de hielo en la cara. Mirándonos.
—¿La puedes tocar? Quiero decir, mierda, acabo de ver que la tocas, pero ni
siquiera es...
—Tienes que irte —le dice Adam—. Ya has dejado una huella química que conduce
directamente a mi casa. Tenemos que irnos, y no puedes venir con nosotros.
—Oh, hey, espera. —Kenji tropieza en la sala de estar, haciendo una mueca
mientras se ejerce presión sobre la pierna—. No estoy tratando de retrasaros,
hombre. Conozco un lugar. Un lugar seguro. Al igual, un lugar fiable y superseguro.
Puedo llevaros. Puedo mostraros cómo llegar allí. Conozco a un tipo.
—Mierda —Adam está todavía enojado—. ¿Cómo me encontraste si quiera? ¿Cómo
te las has arreglado para llegar hasta mi puerta, Kenji? No confío en ti...
—No lo sé, hombre. Te juro que no recuerdo lo que pasó. No sé hacia dónde corría
después de cierto punto. Estaba saltando vallas. Me encontré en un campo enorme
con un viejo cobertizo. Dormí allí por un tiempo. Creo que me desmayé en un
momento dado, ya sea por el dolor o el frío, hace frío como el infierno aquí, y la
siguiente cosa que sé es que algún tío me llevaba. Dejándome en tu puerta. Me dice
que me calle acerca de Adam, porque Adam vive aquí. —Sonríe. Trata de guiñar—.
Supongo que estaba soñando contigo en mi sueño.
200
—Espera, ¿qué? —Adam se inclina hacia adelante—. ¿Qué quiere decir que un tipo
te llevaba? ¿Qué tipo? ¿Cómo se llamaba? ¿Cómo sabía mi nombre?
—No lo sé. No me lo dijo, y no es como si tuviera la presencia de ánimo para
preguntar. Pero el tío era enorme. Quiero decir, tenía que serlo, si iba cargando con
mi culo encima.
—Honestamente, no esperes que te crea.
—No tienes elección. —Kenji se encoge de hombros.
—Por supuesto que tengo elección. —Adam está de pie—. No tengo ninguna razón
para confiar en ti. No hay razón para creer una sola palabra que salga de tu boca.
—¿Entonces por qué estoy aquí con una bala en mi pierna? ¿Por qué no te ha
encontrado Warner todavía? ¿Por qué estoy sin armas...?
—¡Esto podría ser parte de tu plan!
—¡Y me has ayudado de todos modos! —Kenji se atreve a levantar la voz—. ¿Por
qué no me dejaste morir? ¿Por qué no me disparaste hasta la muerte? ¿Por qué me
ayudaste?
Adam se tambalea.
—No lo sé.
—Sí lo sabes. Sabes que no estoy aquí para arruinarte. Recibí una maldita paliza
por ti...
—No estabas protegiendo ninguna información mía.
—Bueno, mierda, hombre, ¿qué demonios quieres que te diga? Iban a destrozarme
el culo. Tuve que correr. No fue culpa mía que algún tío me dejase en tu puerta.
—Esto no es sólo acerca de mí, ¿no lo entiendes? He trabajado muy duro para
encontrar un lugar seguro para mi hermano y en una mañana arruinas años de
planificación. ¿Qué diablos se supone que debo hacer ahora? Tengo que huir hasta
que pueda encontrar una manera de mantenerlo a salvo. Es demasiado joven para
tener que lidiar con esto...
—Somos todos demasiado jóvenes para tener que lidiar con esta mierda. —Kenji
respira con dificultad—. No te engañes, hermano. Nadie debería tener que ver lo
que hemos visto. Nadie debería tener que despertarse por la mañana y encontrarse
cadáveres en la sala de estar, pero esa mierda ocurre. Lidiamos con ello, y
encontramos una forma de sobrevivir. Tú no eres el único con problemas.
201
Adam se hunde en el sofá. 40 kilos de preocupado peso sobre sus hombros. Se
inclina hacia delante con la cabeza entre las manos.
Kenji me mira fijamente. Retiro la mirada.
Él sonríe y se inclina hacia adelante.
—Sabes, eres muy sexy para ser una chica psico.
Click.
Kenji está dando marcha atrás con las manos en el aire. Adam está presionando
una pistola en su frente.
—Muestra algo de respeto, o te fundiré el cráneo.
—Estaba bromeando...
—Como el infierno que lo estabas.
—Maldita sea, Adam, deja al infierno en paz...
—¿Dónde está el “lugar superseguro” al que nos puedes llevar?
Estoy de pie con el arma aún sujeta en la mano. Me muevo junto a Adán.
—¿O mentías?
Kenji se enciende.
—No, eso es real. Muy real. De hecho, puedo o no haber mencionado algo acerca de
ti. Y el tipo que dirige el lugar puede o no estar ridículamente interesado en
conocerte.
—¿Crees que soy una especie de monstruo que puedes mostrar a tus amigos?
Bloqueada. Cargada.
Kenji se aclara la garganta.
—No un monstruo. Sólo... interesante.
Apunto mi arma a su nariz.
—Soy tan interesante que te puedo matar con mis propias manos.
Un destello apenas perceptible de miedo centellea en sus ojos.
Se traga unos galones de la humildad. Trata de sonreír.
202
—¿Seguro que no estás loca?
—No. —Levanto la cabeza—. No estoy segura.
Kenji sonríe. Me mira de arriba a abajo.
—Bueno, maldita sea. Pero haces que lo loco suene bueno.
—Estoy a 15 centímetros de romperte la cara —le advierte Adán, con su voz como el
acero, el cuerpo rígido por la ira y los ojos entrecerrados, inquebrantable.
No hay toque de humor en su expresión.
—No necesito otra razón.
—¿Qué? —Se ríe Kenji, sin inmutarse—. No he estado tan cerca de una chica desde
hace mucho, hermano. Y loca o no...
—No estoy interesada.
Kenji se vuelve hacia mí.
—Bueno, no estoy seguro de si te culpo. Me veo como el infierno ahora mismo. Pero
voy a tener buen aspecto. —Intenta una sonrisa—. Dame un par de días. Puedes
cambiar de opinión.
Adam le golpea con el codo en la cara y no se disculpa.
203
Capítulo 36
Traducido por Susanauribe Corregido por KatieGee
enji está maldiciendo, sangrando, quedándose sin palabras y tropezando
hacia el baño, sosteniendo su nariz.
Adam me empuja hacia la habitación de James.
—Dime algo —dice él. Mira hacia el techo, toma una profunda respiración—. Dime
cualquier cosa.
Trato de enfocarme en sus ojos, agarrar sus manos, gentil gentil gentil. Espero
hasta que me mira.
—Nada va a pasarle a James. Lo mantendremos a salvo. Lo prometo.
Sus ojos están llenos de dolor como nunca antes los he visto. Abre sus labios. Los
presiona. Cambia de pensamiento hasta que sus palabras caen en el aire entre
nosotros.
—Él ni siquiera sabe sobre nuestro padre. —Es la primera vez que reconoce el
asunto. Es la primera vez que reconoce que yo no sé nada al respecto—. Nunca
quise que él supiera. Inventé historias para él. Quería que tuviera la oportunidad de
ser normal. —Sus labios están derramando secretos y mis oídos están derramando
tinta, manchando mi piel con sus historias—. No quería que nadie lo tocara. No
quiero joderlo. No puedo… Dios no puedo dejar que pase —me dice.
Suavemente. Silenciosamente. He buscado en el mundo por todas las palabras
adecuadas y mi boca está llena de nada.
—Nunca es suficiente —susurra él—. Nunca puedo hacer lo suficiente. Todavía se
despierta gritando. Llora para dormirse. Ve cosas que no puedo controlar. —
Pestañea un millón de veces.
—Tantas personas, Juliette.
Contengo mi respiración.
—Muerta.
K
204
Toco la palabra en sus labios y él besa mis dedos. Sus ojos son dos piscinas de
perfección, abiertas, honestas, humildes.
—No sé qué hacer —dice él, y es como una confesión que le cuesta mucho más de lo
que puedo entender.
El control se está deslizando fuera de sus dedos y está desesperado por aferrarlo.
—Dime qué hacer.
Puedo escuchar los latidos en el silencio entre nosotros. Estudio la forma de sus
labios, las fuertes líneas de su rostro, las pestañas por las que cualquier chica
mataría, el profundo azul oscuro de los ojos en los que he aprendido a sumergirme.
Le ofrezco la única posibilidad que tengo.
—El plan de Kenji vale la pena considerarse.
—¿Confías en él? —Adam se inclina hacia atrás, sorprendido.
—No creo que mienta sobre saber un lugar al cual podemos ir.
—No sé si eso es una buena idea.
—¿Por qué no…?
Algo que no puede ser una risa.
—Podría matarlo antes de que incluso llegáramos a allí.
Mis labios se mueven en una sonrisa triste.
—No hay un lugar en el cual podemos escondernos, ¿verdad?
El sol está girando alrededor de la luna cuando él responde. Niega con su cabeza.
Una vez. Rápido. Tenso.
Aprieto su mano.
—Entonces, tendremos que intentarlo.
—¿Qué rayos están haciendo aquí? —grita Kenji desde la puerta. La golpea unas
cuantas veces—. Quiero decir, mierda, hombre, no creo que nunca haya un mal
momento para desnudarse, pero ahora tal vez no es el mejor momento para un
evento. Así que a menos que quieran ser asesinados, les sugiero que traigan su
trasero aquí afuera. Tenemos que prepararnos para irnos.
—Podría matarlo ahora mismo —cambia de opinión Adam.
205
Tomo su rostro en mis manos, me pongo de puntillas y lo beso. Sus labios son dos
almohadas, tan suaves, tan dulces.
—Te amo.
Él está mirando en mis ojos y mirando mi boca y su voz es un susurro ronco.
—¿Sí?
—Absolutamente.
Los tres tenemos todo empacado y estamos listos para irnos antes de que James
regrese de la escuela. Adam y yo recogimos las necesidades básicas más
importantes: comida, ropa, y dinero que Adam ahorró. Sigue mirando el lugar
como si no pudiera creer que lo perdió tan fácilmente. Sólo puedo imaginar cuánto
trabajo puso en él, cuando intentó que fuera un hogar para su hermanito. Mi
corazón está en trozos por él.
Su amigo es una especie completamente diferente.
Kenji está cuidando sus nuevos moretones, pero parece un espíritu razonable,
emocionado por razones que no puedo descifrar. Él es extrañamente fuerte y
animado. Parece imposible desanimarlo y no puedo evitar admirar su
determinación. Pero él no deja de mirarme.
—¿Cómo es que puedes tocar a Adam? —dice después de un momento.
—No lo sé.
Él resopla.
—Mierda.
Me encojo. No siento la necesidad de convencerlo que absolutamente no tengo idea
de cómo es que soy tan afortunada.
—¿Cómo supiste que podías tocarlo? ¿Una especie de experimento enfermizo?
Espero no estar ruborizándome.
—¿Dónde está ese lugar al que nos estás llevando?
—¿Por qué estás cambiando el tema? —Está sonriendo. Estoy segura de que está
sonriendo. Me rehusó a mirarlo sin embargo—. Tal vez también puedes tocarme.
¿Por qué no lo intentas?
—No quieres que te toque.
206
—Tal vez sí quiero. —Definitivamente, está sonriendo.
—Tal vez la deberías dejar en paz antes de que vuelva a poner esa bala en tu pierna
—ofrece Adam.
—Lo siento, ¿no sé permite que un hombre solitario haga una jugada, Kent? Tal vez
estoy interesado de verdad. Tal vez deberías callarte la puta boca y dejar que hable
ella misma.
Adam pasa una mano por su cabello. Siempre la misma mano. Siempre por su
cabello. Está nervioso. Frustrado. Tal vez incluso avergonzado.
—Todavía no estoy interesada —le recuerdo, con un filo en mi voz.
—Sí, pero no olvidemos que esto —Señala su rostro estropeado— no es
permanente.
—Bueno, estoy permanentemente desinteresada.
Quiero tanto decirle que no estoy disponible. Quiero decirle que tengo una relación
seria. Quiero decirle que Adam me hizo promesas.
Pero no puedo.
No tengo idea de lo que significa estar en una relación. No sé si decir “Te amo” es
un código para “mutua exclusividad” y no sé si Adam hablaba en serio cuando le
dijo a James que yo era su novia. Tal vez era una excusa, una cubierta, una
respuesta fácil para una complicada respuesta. Deseo que él le diga algo a Kenji,
deseo que le diga que estamos juntos oficialmente, exclusivamente.
Pero no lo hace.
Y no sé porqué no lo hace.
—No creo que debas decidir hasta que la hinchazón baje —continúa Kenji con
realismo—. Es sólo justo. Tengo un hermoso rostro espectacular.
Adam se ahoga con tos que pienso que era que se estaba riendo.
—¿Sabes? Solía jurar que estábamos bien —dice Kenji, nivelando su mirada hacia
Adam.
—No puedo recordar porqué.
Kenji silba.
—¿Hay algo qué quieras decirme?
207
—No confío en ti.
—¿Entonces por qué sigo aquí?
—Porque confío en ella.
Kenji se voltea para mirarme. Se las arregla para hacer una sonrisa tonta.
—Aw, ¿confías en mí?
—En cuanto tenga un tiro despejado. —Aprieto el agarre en el arma que tengo en
mi mano.
Su sonrisa es torcida.
—No sé porqué, pero medio me gusta cuando me amenazas.
—Eso es porque eres un idiota.
—Nah. —Niega con su cabeza—. Tienes una voz sexy. Hace que todo suene tan
travieso.
Adam se pone de pie de repente y casi tumba la mesa de café.
Kenji rompe a reír, resollando contra el dolor de sus heridas.
—Cálmate, Kent, demonios. Sólo estoy bromeando con ustedes, chicos. Me gusta
ver a la chica psicópata ponerse intensa. —Me mira, bajando su voz—. Quise decir
eso como un cumplido, porque, tú sabes… —Mueve una mano caótica en mi
dirección—. El tipo psicótico te sienta bien.
—¿Qué demonios está mal contigo? —Adam lo ataca.
—¿Qué demonios está mal contigo? —Kenji cruza sus brazos, molesto—. Todos
están tan tensos aquí.
Adam aprieta el arma en su mano. Camina hacia la puerta. Camina hacia atrás.
Está paseando.
—Y no te preocupes por tu hermano —añade Kenji—. Estoy seguro de que estará
aquí pronto.
Adam no se ríe. No deja de pasear. Su mandíbula se mueve.
—No estoy preocupado por mi hermano. Estoy decidiendo si dispararte ahora o
después.
—Después —dice Kenji, colapsando en el sofá—. Todavía me necesitas ahora.
208
Adam trata de hablar pero se le acaba el tiempo.
La puerta hace click, un beep y se alza el pestillo para abrirse.
James está en casa.
209
Capítulo 37
Traducido por Susanauribe Corregido por KatieGee
e alegra que te lo estés tomando tan bien, en verdad lo estoy,
pero James, esto en verdad no es algo por lo cual
emocionarse. Estamos corriendo por nuestras vidas.
—Pero lo estamos haciendo juntos —dice por quinta vez con
una enorme sonrisa sobre poblando su rostro. Tuvo una afición por Kenji casi
demasiado rápido, y ahora el par de ellos están conspirando para que el apuro fuera
una especie de misión elaborada—. ¡Y puedo ayudar!
—No, no es…
—Por supuesto que puedes…
Adam y Kenji hablan al mismo tiempo. Kenji se recupera primero.
—¿Por qué no puede ayudar? Diez años es la edad suficiente para ayudar.
—Esta no es tu llamada —dice Adam, cuidadosamente controlando su voz. Sé que
se está calmando por el bienestar de su hermano—. Y no es tu asunto.
—Finalmente puedo ir contigo —dice James, sin inmutarse—. Y quiero ayudar.
James tomó las noticias con calma. Ni siquiera se estremeció cuando Adam explicó
la verdadera razón por la que estaba en casa, y porqué estábamos juntos. Pensé que
ver a Kenji con moretones y con el rostro magullado lo asustaría, pondría nervioso,
instalaría una sensación de miedo en su pecho, pero James estaba completamente
impasible.
Se me ocurrió que él había visto cosas mucho peores.
Adam toma unas profundas respiraciones antes de voltearse hacia Kenji.
—¿Cuán lejos?
—¿A pie? —Kenji parece inseguro por primera vez—. Al menos unas cuantas horas.
Si no hacemos nada estúpido, deberíamos estar allí al anochecer.
—M
210
—¿Y si vamos en auto?
Kenji pestañea. Su sonrisa se disuelve en una enorme sonrisa.
—Bueno, mierda, Kent, ¿por qué no lo dijiste más rápido?
—Cuida tu lenguaje cerca a mi hermano.
James pone sus ojos en blanco.
—He escuchado cosas peores todos los días. Incluso Benny usa malas palabras.
—¿Benny? —Las cejas de Adam se suben hasta su frente.
—Sip.
—¿Ella que tiene que... —Se detiene. Cambia de parecer—. Eso no significa que está
bien que lo escuches.
—¡Casi tengo once!
—Hey, hombrecito —interrumpe Kenji—. Está bien. Es mi culpa. Debería ser más
cuidadoso. Además, hay señoritas presentes. —Kenji me guiña.
Aparto la mirada. Miro alrededor.
Es difícil para mí dejar esta casa humilde, así que sólo puedo imaginar lo que Adam
debe experimentar en este momento. Creo que James está demasiado emocionado
por la peligrosa carretera que se avecina para darse cuenta de lo que está pasando.
Para comprender verdaderamente que nunca va a volver a este lugar.
Todos somos fugitivos huyendo por nuestras vidas.
—Entonces, ¿qué? ¿Robaste un auto? —pregunta Kenji.
—Un tanque.
Kenji se echa a reír.
—Genial.
—Un poco sospechoso para el día, sin embargo.
—¿Qué significa sospechoso? —pregunta James.
—Es un poco… notable. —Adam se encoge.
—Mierda. —Kenji se tambalea para ponerse de pie.
211
—Te dije que cuidaras tu lenguaje…
—¿Escuchaste eso?
—¿Escuchar qué?
Los ojos de Kenji se disparan en todas las direcciones.
—¿Hay otra forma de salir de aquí?
Adam está de pie.
—James.
James corre al lado de su hermano. Adam revisa su arma. Estoy lanzando mochilas
encima de mi espalda, Adam está haciendo lo mismo con su atención desviada
hacia la puerta delantera.
—Apresúrate.
—¿Cuán cerca?
—No hay tiempo.
—¿Qué…
—Kent, corre.
Y estamos corriendo, siguiendo a Adam hacia la habitación de James. Adam
arranca la cortina de una pared para revelar una puerta oculta justo cuando hay 3
beeps en la sala.
Adam le dispara al seguro en la puerta de salida.
Algo explota a no más de 4 metros detrás de nosotros. Los sonidos destrozan en
mis oídos, vibran por mi cuerpo. Casi colapso por el impacto. Los disparos están en
todas partes. Pisadas reverberan en la casa, pero ya estamos corriendo por la
salida. Adam arrastra a James hacia sus brazos y estamos volando por el repentino
estallido de luz cegadora y haciendo nuestro camino por las calles. La lluvia ha
cesado. Los caminos están enlodados y manchados. Hay niños en todas partes,
brillantes colores de pequeños cuerpos de repente gritando por nuestro
acercamiento.
Ya no tiene punto ser discretos.
Ya nos han encontrado.
212
Kenji está quedándose atrás, cojeando por la última de su ataque de adrenalina.
Cuando volteamos en un estrecho callejón, él cae contra la pared.
—Lo siento —jadea—, no puedo… pueden dejarme aquí.
—No podemos dejarte —grita Adam, mirando a todas partes, absorbiendo los
alrededores.
—Eso es dulce, hermano, pero está bien.
—¡Te necesitamos para que nos muestres a donde ir!
—Bueno, mierda.
—Dijiste que nos ayudarías…
—Pensé que dijiste que tenías un tanque…
—Si no lo has notado, ha habido un cambio de planes inesperado…
—No puedo continuar, Kent. Apenas puedo caminar…
—Tienes que intentarlo…
—Hay rebeldes en fuga. Están armados y listos para disparar. El toque de queda
está en marcha ahora. Todos regresen a sus casas inmediatamente. Hay rebeldes
en fuga. Están armados y listos para dispa…
Los altavoces suenan alrededor de las calles, atrayendo la atención hacia nuestros
cuerpos acurrucados en el estrecho callejón. Unas cuantas personas nos ven y
gritan. Las botas se están volviendo más fuertes. Los disparos se están volviendo
más salvajes.
Me tomo un momento para analizar el edificio que nos rodea y me doy cuenta de
que no estamos en un complejo. La calle donde vive James es un césped no
reglamentado: una serie de edificios de oficinas abandonados atiborrados, sobras
de nuestras viejas vidas. No entiendo porqué no está viviendo en un complejo como
el resto de la población. No tengo tiempo para descubrir porqué sólo veo dos
grupos de edades representados, porqué los viejos y los huérfanos son los únicos
residentes, porqué han sido tirados en terrenos ilegales con soldados que no se
supone que estén aquí.
Estoy asustada de considerar las respuestas a mis propias preguntas y entro en
pánico en el momento que temo por la vida de James. Giro alrededor mientras
corremos viendo su pequeño cuerpo liado en los brazos de Adam.
Sus ojos están cerrados tan fuertemente que estoy segura de que duele.
213
Adam maldice en voz baja. Patea la primera puerta que encontramos en un edificio
desierto y grita para que lo sigamos dentro.
—Necesito que te quedes aquí —le dice a Kenji—. Y estoy loco, pero necesito dejar a
James contigo. Necesito que lo cuides. Están buscando a Juliette, y me están
buscando a mí. Ni siquiera esperaban encontrarse con ustedes dos.
—¿Qué vas a hacer? —pregunta Kenji.
—Necesito robar un auto. Luego volveré por ustedes. —James ni siquiera protesta
mientras Adam lo baja. Sus pequeños labios están blancos. Sus ojos abiertos. Sus
manos temblando—. Volveré por ti James —dice Adam de nuevo—. Lo prometo.
James asiento una y otra vez y otra vez. Adam besa su cabeza, una vez,
rápidamente, fuerte. Deja caer nuestras bolsas en el suelo. Se voltea hacia Kenji.
—Si dejas que algo le pase, te mataré.
Kenji no se ríe. No frunce el ceño. Toma una profunda respiración.
—Cuidaré de él.
—¿Juliette?
Él toma mi mano y desaparecemos en las calles.
214
Capítulo 38 Traducido por hanna
Corregido por Jut
as carreteras están llenas de peatones tratando de escapar. Adam y yo
ocultamos nuestras armas en las cinturas de los pantalones, pero nuestros
ojos salvajes y movimientos bruscos parece que nos delatan. Todo el
mundo se mantiene lejos de nosotros, entrando en direcciones opuestas,
algunos chillando, gritando, llorando, dejando caer las cosas de sus manos.
Pero en todo el pueblo, no veo un sólo coche a la vista. Deben ser difíciles de
conseguir, especialmente en esta área.
Adam me empuja hacia el suelo cuando una bala vuela más allá de mi cabeza.
Derriba otra puerta y corremos a través de las ruinas hacia la otra salida, atrapados
en el laberinto de lo que solía ser una tienda de ropa. Los disparos y los pasos nos
siguen de cerca. Debe haber al menos un centenar de soldados detrás de nosotros a
través de las calles, agrupados en diferentes grupos, dispersos en diferentes zonas
de la ciudad, listos para capturarnos y matarnos.
Pero sé que no me van a matar.
Es Adam quien me preocupa.
Trato de mantenerme lo más cerca a su cuerpo, porque estoy segura de que Warner
les ha dado órdenes para que me lleven viva. Mis esfuerzos, sin embargo, son
débiles en el mejor de los casos. Adam tiene la altura y el músculo suficiente para
empequeñecerme. Cualquier persona con excelente puntería sería capaz de orientar
el disparo. Podían disparar a la derecha en la cabeza.
Justo frente a mí.
Él regresa dos tiros. Uno queda corto. Otro provoca un grito ahogado. Estamos en
marcha aún.
Adam no dice nada. No me dice que sea valiente. No me pregunta si estoy bien, si
tengo miedo. No me ofrece aliento o me asegura que vayamos a estar bien. No me
dice que lo deje atrás y me salve. No me dice que cuide de su hermano en caso de
que muera.
L
215
No es necesario.
Ambos comprendemos la realidad de nuestra situación. Adam podría ser disparado
en estos momentos. Podría ser capturado en cualquier momento. Este edificio
pronto podeía explotar. Alguien podría haber descubierto a Kenji y a James. Todos
podemos morir hoy. Los hechos son evidentes.
Pero sabemos que tenemos que correr el riesgo de la misma manera.
Debido a que moverse hacia delante es la única manera de sobrevivir.
La pistola se está volviendo resbaladiza en mis manos, pero me aferró a ella de
todos modos. Mis piernas están gritando por el dolor, pero las empujo más rápido
de todos modos. Mis pulmones están cortando mi caja torácica por la mitad, pero
me obligo a procesar oxígeno de todos modos. Tengo que seguir adelante. No hay
tiempo para las deficiencias humanas.
La escalera de incendio en este edificio es casi imposible de encontrar. Nuestros
pies golpean el suelo de baldosas, nuestras manos buscan a través de la sombría luz
algún tipo de salida, algún tipo de acceso a las calles. El edificio es más grande de lo
que esperábamos, masivo, con cientos de direcciones posibles. Me doy cuenta de
que debe haber sido un almacén y no sólo una tienda.
Adam se agacha detrás de un escritorio abandonado, tirando de mí hacia él.
—¡No seas estúpido, Kent… solo no puedes correr por tanto tiempo! —grita alguien.
La voz no está a más de cinco metros de distancia.
Adam traga. Aprieta la mandíbula. Las personas que tratan de matarlo son los
mismos con los que solía comer. Entrenar. Vivir. Conoce a esos tipos. Me pregunto
si ese conocimiento hace que sea peor.
—Sólo tienes que entregar a la chica —añade una nueva voz—. Sólo danos a la chica
y no dispararemos. Vamos a fingir que te has perdido. Te vamos a dejar ir. Warner
sólo quiere a la chica.
Adam respira con dificultad. Agarra la pistola en la mano. Extrae la cabeza por un
segundo y dispara. Alguien cae al suelo, gritando.
—Kent, hijo de…
Adam utiliza el momento para huir. Saltamos detrás de un mostrador y volamos
hacia un hueco en la escalera. Los disparos nos pasan por milímetros. Me pregunto
si estos dos hombres son los únicos que nos siguen en el interior.
216
La escalera de caracol nos lleva al aire hacia un nivel inferior, un sótano de algún
tipo.
Alguien está tratando de apuntar a Adam, pero los movimientos erráticos hacen
que sea imposible. La posibilidad de que él me golpee es demasiado alta. Está
desatando una gran cantidad de improperios a nuestro paso.
Adam golpea las cosas mientras corremos, tratando de crear cualquier tipo de
distracción, cualquier tipo de riesgo para frenar al soldado detrás de nosotros. Veo
un par de puertas para tormenta de la bodega y me doy cuenta que esta área debe
haber sido devastado por los tornados. El tiempo es turbulento, los desastres
naturales son comunes. Los ciclones han arrancado esta ciudad.
—Adam… —Tiro con fuerza de su brazo. Nos escondemos detrás de un muro bajo.
Señalo nuestra única posible vía de escape.
Él aprieta mi mano.
—Buen ojo. —Pero no nos movemos hasta que el aire pasa a nuestro alrededor. Un
paso en falso. Un grito sordo. Es una oscuridad casi cegadora, es obvio que la
electricidad fue desconectada hace mucho tiempo. El soldado ha saltado en uno de
los obstáculos que Adam ha dejado atrás.
Adam tiene la pistola cerca de su pecho. Toma una respiración profunda. Da la
vuelta y hace un disparo veloz.
Su puntería es excelente.
Una explosión incontrolada de malas palabras lo confirma.
Adam toma una respiración difícil.
—Sólo estoy disparando para deshabilitarlo —dice—. No para matar.
—Lo sé —le digo. A pesar de que no estaba segura.
Corremos hacia las puertas y Adam se esfuerza por quitar el seguro. Está casi
cerrada por el óxido. Nos estamos desesperando. No sé cuánto tiempo va a pasar
hasta que seamos descubiertos por otro grupo de soldados. Estoy a punto de
sugerir que le dispare para abrirla, cuando Adam finalmente se las arregla para
dejarnos libres.
Patea las puertas para abrirlas y tropezamos hacia la calle. Hay tres coches para
elegir.
Estoy tan feliz que podría llorar.
217
—Ya era hora —dice.
Pero no fue Adam quién lo dijo.
218
Capítulo 39 Traducido por Aciditax
Corregido por hanna
ay sangre por todas partes.
Adam está en el terreno, agarrando su cuerpo, pero no sé dónde
ha sido herido. Hay soldados pululando a su alrededor y yo estoy
arañando los brazos que me retenían, pateando en el aire,
llorando en el vacío. Alguien me estaba arrastrando lejos y no
podía ver qué le habían hecho a Adam. El miedo se apodera de mis miembros,
entorpeciendo mis articulaciones, rompiendo cada uno de los huesos de mi cuerpo.
Quiero chillar hasta el cielo, quiero caer sobre mis rodillas y sollozar en la tierra. No
entiendo por qué la agonía no está encontrando escape en mis gritos. Por qué mi
boca está cubierta con la mano de alguien.
―Si te dejo ir, tienes que prometerme que no gritarás ―me dijo.
Está tocando mi cara con sus manos desnudas y no sé dónde solté mi arma.
Warner me arrastra hacia a un edificio aún en funcionamiento y patea una puerta
para abrirla. Golpea un interruptor. Luces fluorescentes parpadean con un pálido
zumbido. Hay pinturas tapando las paredes, arcoíris de alfabetos engrapados a las
pizarras de corcho. Pequeñas mesas diseminadas a través del salón. Estamos en un
salón de clases.
Me pregunto si este era el colegio al que James iba.
Warner suelta mi mano. Sus vidriosos ojos verdes están tan encantados y me
petrifico.
―Dios, te extrañé ―me dice―. ¿Realmente pensabas que yo te dejaría ir tan
fácilmente?
―Le disparaste a Adam. ―Eran las únicas palabras en las que podía pensar. Mi
mente está confusa con incredulidad. Sigo mirando su hermoso cuerpo estrujado
en el terreno, rojo rojo rojo. Necesito saber si está vivo. Tiene que estar vivo.
Los ojos de Warner destellan.
H
219
―Kent está muerto.
―No.
Warner me regresa a la esquina y me doy cuenta que nunca he estado tan indefensa
en mi vida. Nunca tan vulnerable. He pasado 17 años deseando que mi maldición se
fuese, pero en este momento estoy más desesperada que nunca por tenerla de
regreso. Los ojos de Warner se calientan de improviso. Sus constantes cambios
emocionales son difíciles de anticipar. Difíciles de contrarrestar.
―Juliette ―dice. Toca mi mano tan gentilmente, eso me sobresalta―. ¿Te diste
cuenta? Parece que soy inmune a tu don. ―Estudia mis ojos―. ¿No es increíble?
¿Lo notaste? ―pregunta nuevamente―. ¿Cuándo trataste de escapar? ¿Sentiste…?
Warner el que no se pierde absolutamente de nada. Warner el que absorbe cada
detalle.
Por supuesto que sabe.
Pero estoy impresionada por la ternura en su voz. La sinceridad con la cual él
quiere saber. Él que es como un animal salvaje, enloquecido y salvaje, sediento de
caos, adolorido por reconocimiento y aceptación.
Amor.
―Realmente podemos estar juntos ―me dice sin inmutarse por mi silencio. Me
empuja más cerca, demasiado cerca. Estoy congelada en quinientas capas de
miedo.
Aturdida por el dolor, por la incredulidad.
Su mano se extiende a mi cara, sus labios a los míos. Mi cerebro está ardiendo, listo
para estallar por la imposibilidad de este momento. Me siento como si estuviera
viendo lo que sucede, distante a mi propio cuerpo, incapaz de intervenir. Más que
cualquier otra cosa, estoy impresionada por sus gentiles manos, por sus serios ojos.
―Quiero que tú me escojas ―dice―. Quiero que escojas estar conmigo. Quiero que
tú quieras esto.
―Estás loco ―me contuve―. Estás psicótico.
―Sólo estás asustada de lo que eres capaz de hacer. ―Su voz es suave. Fácil. Lenta.
Aparentemente persuasiva. Nunca me había dado cuenta de lo atractiva que era su
voz―. Admítelo ―dijo―. Somos perfectos el uno para el otro. Quieres el poder.
Amas sentir un arma en tu mano. Estás… atraída por mí.
220
Trato de oscilar mi puño, pero él atrapa mis brazos. Sujetándome a su lado.
Presionándome contra la pared. Es mucho más fuerte de lo que parece.
―No te engañes a ti misma, Juliette. Vas a regresar conmigo lo quieras o no. Pero
puedes escoger quererlo. Puedes escoger disfrutarlo…
―Nunca lo haré ―respiré, lastimada―. Eres un enfermo, eres un enfermo y
retorcido monstruo.
―Esa no es la respuesta correcta ―dijo, y parecía genuinamente decepcionado.
―Es la única respuesta que obtendrás de mí.
Sus labios se acercaron.
―Pero te amo.
―No, no me amas.
Sus ojos se acercan. Apoya su frente contra la mía.
―No tienes idea de lo que me haces.
―Te detesto.
Sacude su cabeza muy lentamente. Hundiéndose. Su nariz cepilla mi nuca y yo
reprimo un escalofrío horrible que él malinterpreta. Sus labios tocan mi piel y yo
realmente gimoteo.
―Dios, amaría tan sólo poder morderte.
Noto el destello de plata dentro del bolsillo de su chaqueta.
Siento un estremecimiento de esperanza. Un estremecimiento de horror. Me
preparo para lo que debo hacer. Paso un momento de duelo por la pérdida de mi
dignidad.
Y me relajo.
Él siente la tensión filtrándose por mis extremidades y responde a cambio. Sonríe,
aflojando su abrazo en mis hombros. Desliza sus brazos alrededor de mi cintura y
me trago el vómito que está a punto de ceder.
Su chaqueta militar tiene un millar de botones. Me pregunto cuántos voy a tener
que deshacer antes de que pueda tener en mis manos el arma. Sus manos están
explorando mi cuerpo deslizándose por mi espalda para sentir la forma de mi
figura y es todo lo que puedo hacer para prevenir que haga algo imprudente. No soy
221
lo suficientemente hábil como para dominarlo y no tengo idea de por qué es capaz
de tocarme. No tengo ni idea de por qué fue capaz de estrellarse con el cemento
ayer. No tengo ni idea de dónde proviene esa energía.
Hoy tiene todas las ventajas y no es el momento de delatarme.
No aún.
Coloco mis manos en su pecho. Presiona la curva de mi cuerpo. Ladea su barbilla
para encontrarse con mis ojos.
―Va a ser bueno para ti ―susurra―. Va a ser demasiado bueno para ti, Juliette. Lo
prometo.
Espero que no sea visible que estoy temblando.
Y me besa. Hambrientamente. Desesperadamente. Deseoso de destaparme y
probarme. Estoy tan aturdida, tan horrorizada, tan encerrada en la demencia que
me olvido de mi misma. Me quedo congelada, disgustada. Mis manos se deslizan a
su pecho. Todo lo que puedo pensar es en Adam y su sangre, en Adam y en el
sonido de los disparos y en Adam muriendo en una piscina de sangre. Esty cerca de
empujarlo fuera de mí. Pero Warner no se desalentaría.
Él rompe el beso. Susurra algo en mi oído que suena como una tontería. Ahueca
con sus manos mi cara y esta vez recuerdo que pretendo. Tiro más, agarro un
puñado de su chaqueta y lo beso tan duro como puedo, mis dedos ya tratan de
liberar el primer botón. Warner agarra fuertemente mis caderas y permite a sus
manos conquistar mi cuerpo. Sabe como a hierbabuena, huele a gardenias. Sus
brazos son fuertes a mí alrededor, con los labios suaves, casi dulces en contra de mi
piel. Hay una carga eléctrica entre nosotros que no había previsto.
Mi cabeza está dando vueltas.
Sus labios están en mi cuello, saboreándome, devorándome, y me obligo a pensar
con claridad. Me obligo a entender la perversión de esta situación. No sé cómo
conciliar la confusión en mi mente, mi repulsión vacilante, mi reacción química
inexplicable con sus labios. Necesito terminar con esto. Ahora.
Alcanzo los botones.
Y él innecesariamente se ha animado.
Warner me levanta por la cintura, me iza contra la pared, con las manos excavando
mi espalda, obligando a las piernas para envolver a su alrededor. No se da cuenta
que él me ha dado el ángulo perfecto para alcanzar su chaqueta.
222
Sus labios encuentran mis labios, sus manos se deslizan debajo de la camisa y está
respirando con dificultad, aumentando la presión a mi alrededor, y yo
prácticamente puedo rasgar y abrir su chaqueta por desesperación. No puedo dejar
que esto pase por mucho tiempo más. No tengo idea de qué tan lejos Warner quiera
llevar las cosas, pero no puedo seguir animando su locura.
Lo necesito para inclinarme hacia adelante tan sólo un centímetro más… Mis
manos se envuelven alrededor de la pistola
Lo siento congelarse. Tiro hacia atrás. Miro su rostro pasar a través de marcos de
confusión/miedo/angustia/horror/ira.
Me tira al suelo mientras mis dedos aprietan el gatillo por primera vez.
El poder y fortaleza de la arma es el desarme, el sonido fue más fuerte de lo que
había anticipado. Los ecos están vibrando a través de mis oídos y todos los
impulsos de mi cuerpo.
Es una dulce clase de música.
Una pequeña clase de victoria.
Porque esta vez la sangre no era de Adam.
223
Capítulo 40 Traducido por LuluAlle
Corregido por Julieta_arg
arner cayó.
Estoy de pie y huyendo con su arma.
Necesito encontrar a Adam. Tengo que robar un coche. Necesito
encontrar a James y a Kenji. Tengo que aprender a conducir.
Necesito ponernos a salvo. Tengo que hacer todo en exactamente ese orden.
Adam no puede estar muerto.
Adam no esta muerto.
Adam no estará muerto.
Mis pies golpeaban el pavimento a un ritmo constante, mi camisa y cara estaban
salpicadas de sangre, mis manos aún temblando ligeramente con la puesta del sol.
Una fuerte brisa azotaba a mi alrededor, sacudiéndome de la loca realidad en la que
parecía estar nadando. Tomé una respiración profunda, entrecerré los ojos al cielo,
y me di cuenta que no tenía mucho tiempo antes de perder la luz. Las calles, por lo
menos, desde hace rato que han sido evacuadas. Pero tengo exactamente cero idea
de dónde podrían estar los hombres de Warner.
Me pregunto si Warner tiene el suero rastreador también. Me pregunto si ellos
sabrán si él estuviera muerto.
Me agacho en las oscuras esquinas, tratando de leer las calles por pistas, tratando
de recordar dónde cayó al suelo Adam, pero mi memoria es muy débil, también
distraída, mi cerebro está demasiado roto para procesar este tipo de detalles. Ese
horrible momento es un desorden de locura en mi mente. No puedo ponerle ningún
sentido y Adam podría estar en cualquier parte. Podrían haberle hecho cualquier
cosa.
Ni siquiera sé lo que estoy buscando.
Puedo estar perdiendo mi tiempo.
W
224
De repente, escucho movimiento y me precipito al lado de la calle, apretando mis
dedos alrededor del arma rápidamente con mis manos. Ahora que incluso he
disparado un arma de fuego, me siento más segura con ella en mis manos, más
consciente de lo que esperar, cómo funciona. Pero no sé si debo sentirme feliz u
horrorizada por estar tan a gusto y tan rápidamente con algo tan letal.
Pasos.
Me deslizo hacia arriba contra la pared, con brazos y piernas extendidas contra la
áspera superficie. Espero estar enterrada en las sombras. Me pregunto si alguien ha
encontrado a Warner ya.
Veo a un soldado caminar a la derecha delante de mí. Él tiene fusiles colgando de
su pecho, una especie más pequeña de arma automática en la mano. Miro hacia
abajo a la pistola en mi mano y me doy cuenta de que no tengo idea de cuántos
diferentes tipos hay. Lo único que sé es que algunas son más grandes que otras.
Algunas tienen que volverse a cargar constantemente. Algunas, como la que estoy
sosteniendo, no. Tal vez Adam me pueda enseñar las diferencias.
Adam.
Aspiro mi aliento y me muevo tan sigilosamente como puedo a través de las calles.
Veo una particular sombra oscura en un tramo de la acera delante de mí y hago un
esfuerzo para evitarla. Pero a medida que me acerco me doy cuenta de que no es
una sombra. Es una mancha.
La sangre de Adam.
Aprieto mi mandíbula cerrándola hasta que el dolor ahuyenta los gritos. Tomo
cortas, pequeñas, y demasiadas rápidas respiraciones. Necesito concentrarme.
Tengo que usar esta información. Tengo que prestar atención...
Necesito seguir el rastro de sangre.
Quienquiera que arrastró a Adam lejos todavía no ha vuelto a limpiar el desorden.
Hay un constante goteo salpicado que lleva lejos de las carreteras principales a las
calles mal iluminadas. La luz es tan tenue que tengo que agacharme para buscar los
puntos en el suelo. Estoy perdiendo de vista a dónde conducen.
Hay menos aquí. Creo que han desaparecido completamente. No sé si las manchas
oscuras que estoy encontrando son sangre o viejos chicles manchando el pavimento
o las gotas de vida de la carne de otra persona. El rastro de Adam ha desaparecido.
Retrocedo varios pasos y vuelvo sobre la línea.
225
Tengo que hacer esto 3 veces antes de darme cuenta de que debieron haberlo
llevado dentro. Hay una vieja estructura de acero con una vieja puerta oxidada que
parecía nunca haber sido abierta. Parece que no la han utilizado en años. No veo
ninguna otra opción.
Muevo la manija. Está cerrada.
Desplazo mi peso completo para romperla, golpeándola abierta, pero sólo consigo
un hematoma en mi cuerpo. Podría dispararle al igual que he visto hacer a Adam,
pero no estoy segura de mi objetivo ni de mi habilidad con el arma, y no estoy
segura de poder permitirme el ruido. No puedo hacer saber mi presencia.
Tiene que haber otra manera de entrar al edificio.
No hay otra manera de entrar al edificio.
Mi frustración es cada vez mayor. Mi desesperación es paralizante.
Mi histeria me amenaza con romperme y me dan ganas de gritar hasta que mis
pulmones colapsen. Adam se encuentra en este edificio. Él tiene que estar en este
edificio.
Estoy de pie justo delante del edificio y no puedo entrar.
Esto no puede estar pasando.
Aprieto los puños, tratando de hacer retroceder la enloquecedora inutilidad que me
envuelve en su abrazo, pero me siento enloquecer. Salvaje. Demente. La adrenalina
se esta desvaneciendo, mi enfoque se está escapando, el sol se pone en el horizonte
y me acuerdo de James y Kenji y Adam Adam Adam y las manos de Warner sobre
mi cuerpo y sus labios en mi boca y su lengua saboreando mi cuello y toda la sangre
en todas partes.
Por todas partes
Por todas partes
Y hago algo estúpido.
Golpeo la puerta.
En un instante, mi mente se pone al día con mi músculo y me preparo para el
impacto del acero en la piel, lista para sentir la agonía de todos los huesos del brazo
derecho romperse. Pero mi puño vuela a través de los 30 centímetros de acero
como si estuviera hecho de mantequilla. Estoy sorprendida. Aprovecho la misma
energía volátil y pateo con mi pie a través de la puerta. Usando mis manos para
226
extraer los pedazos de acero, arañando mi camino a través del metal como un
animal salvaje.
Es increíble. Estimulante. Totalmente salvaje.
Esta debe ser la forma en que rompí el hormigón en la cámara de tortura de
Warner. Lo que significa que aún no tengo idea de cómo rompí el cemento de la
cámara de tortura de Warner.
Subo por el agujero que he creado y me deslizo en las sombras. No es difícil. El
lugar entero está envuelto en la oscuridad. No hay luces, ni sonidos de máquinas o
electricidad. Sólo otro almacén abandonado en manos de los elementos.
Reviso los pisos, pero no hay ninguna señal de sangre. Mi corazón se eleva y cae en
picado, al mismo tiempo. Lo necesito para estar bien. Lo necesito para estar viva.
Adam no está muerto. No lo puede estar.
Adam prometió a James que volvería por él.
Él nunca rompería esa promesa.
Me muevo lentamente, al principio, cautelosa, preocupada de que pueda haber más
soldados alrededor, pero no necesito mucho tiempo para darme cuenta de que no
hay un sonido de vida en este edificio. Decido correr.
Meto la precaución en un bolsillo y espero poder alcanzarlo si es necesario. Estoy
volando a través de las puertas, girando alrededor de las curvas, bebiendo de cada
detalle. Este edificio no era sólo un almacén. Era una fábrica.
Viejas máquinas atestan las paredes, cintas transportadoras congeladas en su lugar,
miles de cajas de inventario apiladas precariamente en altos montones. Oigo un
pequeño suspiro, una tos ahogada.
Paso a través de un conjunto doble de puertas giratorias, buscando el débil sonido,
luchando por concentrarme en los más mínimos detalles. Esforzando mis oídos y
escuchar de nuevo.
Pesada, una entrecortada respiración.
Cuanto más me acerco, más claramente puedo oírlo. Tiene que ser él. Mi pistola
está lista y apuntando al fuego, mis ojos están cuidadosos ahora, anticipándose a
los atacantes. Mis piernas se mueven rápidamente, fácilmente, en silencio. Estuve a
punto de dispararle a la sombra de unas cajas echadas en el suelo. Tomo un respiro
tranquilizador. Rondo otra esquina.
227
Y estoy cerca de colapsar.
Adam está colgando de las muñecas atadas, sin camisa, ensangrentado y magullado
por todas partes. Su cabeza está inclinada, el cuello flácido, su pierna izquierda
bañada en sangre a pesar del torniquete envuelto alrededor de su muslo. No sé
cuánto tiempo el peso de su cuerpo ha estado colgando de sus muñecas. Me
sorprende que no se haya dislocado los hombros. Él todavía debe estar luchando
por aguantar.
La cuerda que esta envuelta alrededor de sus muñecas esta adjunta a una tipo de
barra de metal que atraviesa el techo. Miro más de cerca y me doy cuenta de que la
varilla es parte de una cinta transportadora. Que Adam está en una cinta
transportadora.
Que esto no es más que una fábrica.
Es un matadero.
Estoy demasiado necesitada para permitirme el lujo de la histeria en este
momento.
Tengo que encontrar una manera de bajarlo, pero temo aproximarme. Mis ojos
buscan en el espacio, seguros de que hay guardias por aquí en alguna parte,
soldados preparados para este tipo de emboscadas. Pero entonces se me ocurre que
tal vez nunca se me consideró realmente una amenaza. No, si Warner conseguía
arrastrarme lejos.
Nadie esperaría encontrarme aquí.
Me subo en la cinta transportadora y Adam intenta levantar la cabeza. Tengo que
tener cuidado de no mirar demasiado cerca sus heridas, no dejar que mi
imaginación me paralice. No aquí. No ahora.
—¿Adam...?
Su cabeza se mueve bruscamente con un repentino estallido de energía. Sus ojos
me encuentran. Su rostro esta casi ileso, hay sólo unos pocos cortes y contusiones
para tener en cuenta. Enfocándome en lo familiar me da un mínimo de calma.
—¿Juliette?
—Necesito cortar…
—Jesús, Juliette, ¿cómo me encontraste? —Tose. Jadeando. Toma una respiración
fuerte.
228
—Después. —Alcanzo a tocar su cara—. Te voy a contar todo más tarde. Primero,
tengo que encontrar un cuchillo.
—Mis pantalones.
—¿Qué?
—En —traga—, en mis pantalones.
Llego a su bolsillo y sacude la cabeza. Miro hacia arriba.
—¿Dónde?
—Hay un bolsillo dentro de mis pantalones.
Prácticamente, le arranco la ropa. Hay un pequeño bolsillo cosido en el forro de sus
pantalones de carga. Deslizo mi mano en el interior y recupero una navaja
compacta. Un cuchillo mariposa. He visto esto antes.
Son ilegales.
Empiezo a apilar cajas en la cinta transportadora. Subiendo a mi manera y
esperando a que Dios yo sepa lo que estoy haciendo. El cuchillo está muy afilado, y
funciona, deshaciendo rápidamente las ataduras. Me doy cuenta un poco tarde de
que la cuerda que lo sostenía junto es la misma cuerda que usamos para escapar.
Adam es cortado libre. Bajo, repliego del cuchillo y lo meto en mi bolsillo. No sé
cómo voy sacar a Adam fuera de aquí. Sus muñecas están en carne viva, sangrando,
y su cuerpo golpeado es una sola pieza de dolor, con la pierna ensangrentada por la
bala.
Casi se cae.
Trato de sostenerlo con tanta ternura como me es posible, tratando de mantenerlo
lo más cerca y mejor que puedo, sin hacerle daño. No dice una palabra sobre el
dolor, trata tan duro de ocultar el hecho de que está teniendo problemas para
respirar. Hace una mueca contra toda la tortura, pero no susurra una palabra
quejándose.
—No puedo creer que me encontrases —es todo lo que dice.
Y sé que no debería. Sé que ahora no es el momento. Sé que es poco práctico. Pero
lo beso de todos modos.
—No vas a morir —le digo—. Vamos a salir de aquí. Vamos a robar un coche. Vamos
a encontrar a James y Kenji. Y luego vamos a ponernos a salvo.
229
Me mira fijamente.
—Bésame otra vez —dice.
Y lo hago.
Toma toda una vida llegar de nuevo a la puerta. Adam había estado enterrado en lo
profundo y recóndito de este edificio, y encontrar nuestro camino al frente es aún
más difícil de lo que esperaba. Adam está intentándolo tan duro, moviéndose tan
rápido como puede, pero aún no es rápido en absoluto.
—Ellos dijeron que Warner quería matarme él mismo —explica—. Que me disparó
en la pierna a propósito, sólo para incapacitarme. Le dio la oportunidad de
arrastrarte lejos y volver más tarde por mí. Al parecer, su plan era torturarme hasta
la muerte. —Hace una mueca de dolor—. Me dijo que quería disfrutar de ella. No
quería precipitarse a matarme. —Una risa dura. Una tos corta.
Sus manos sobre mi cuerpo sus manos en mi cuerpo sus manos sobre mi cuerpo.
—¿Así que simplemente te ataron y te abandonaron aquí?
—Dijeron que nadie podría jamás encontrarme. Dijeron que el edificio está hecho
totalmente de cemento y reforzado en acero y nadie puede forzar la entrada.
Warner debía volver por mí cuando estuviera listo. —Se detiene. Me mira—. Dios,
estoy tan feliz de que estés bien.
Le ofrezco una sonrisa. Trato de evitar que mis órganos caigan. Espero que los
agujeros en la cabeza no sean visibles.
Hace una pausa cuando llegamos a la puerta. El metal es un destrozado enredo. Se
ve como si un animal salvaje lo hubiera atacado y perdido.
—¿Cómo hiciste?
—No lo sé —admito. Tratando de encogerme de hombros, indiferente—. Sólo la
golpeé.
—Sólo la golpeaste.
—Y le di una pequeña patada.
Él sonríe y quiero sollozar en sus brazos. Tengo que concentrarme en su rostro. No
puedo dejar que mis ojos se dirijan a la parodia de su cuerpo.
—Date prisa —le digo—. Vamos a hacer algo ilegal.
230
Dejo Adam en las sombras y me precipito hasta el borde de la carretera principal,
buscando vehículos abandonados. Tenemos que viajar a 3 diferentes calles, hasta
que finalmente encontramos uno.
—¿Cómo lo llevas? —le pregunto, con miedo de oír la respuesta.
Aprieta los labios. Hace algo que se parece una cabeceada.
—Está bien.
Eso no es bueno.
—Espera aquí.
Es de tono negro, sin una sola lámpara en la calle a la vista. Esto es bueno.
También malo. Me da una ventaja extra, pero me hace vulnerable a un ataque
adicional. Tengo que tener cuidado. Voy de puntillas hasta el coche.
Estoy completamente preparada para romper el vidrio, pero compruebo primero la
manija. Por si acaso.
La puerta está desbloqueada.
Las llaves están en el encendido.
Hay una bolsa de comestibles en el asiento trasero.
Alguien debió entrar en pánico por el sonido de alarma y el inesperado toque de
queda. Debieron abandonarlo todo y correr a esconderse. Increíble.
Esto sería absolutamente perfecto si tuviera alguna idea de cómo conducir.
Corro de nuevo a Adam y le ayudo a cojear hasta el lado del pasajero. Tan pronto
como se sienta puedo decir exactamente cuánto dolor tiene. Doblando su cuerpo de
ninguna manera en absoluto. Colocando presión sobre sus costillas. Esforzando sus
músculos.
—Está bien —me dice, mintiéndome—. No puedo estar de pie por mucho tiempo.
Meto la mano en la parte de atrás y hurgo en las bolsas de supermercado. Hay
comida real dentro. No sólo esos extraños cubitos de caldo diseñados para entrar
en los Automats, sino de frutas y verduras. Incluso Warner nunca nos dio una
banana.
Le entrego la fruta amarilla a Adam.
—Cómete eso.
231
—No creo que pueda comer. —Hace una pausa. Mira a la forma en sus manos—.
¿Es esto lo que creo que es?
—Creo que sí.
No tenemos tiempo para procesar la imposibilidad. Peleo abriéndola. Alentándolo
a tomar un pequeño bocado. Espero que sea una buena cosa. He oído que las
bananas tienen potasio. Espero que él pueda contenerlo.
Trato de concentrarme en la máquina bajo mis pies.
—¿Cuánto tiempo crees que vamos a tener hasta que Warner nos encuentre? —
pregunta Adam.
Tomo unos cuantos bocados de oxígeno.
—No sé.
Una pausa.
—¿Cómo conseguiste alejarte de él...?
Miro fijamente por el parabrisas cuando respondo.
—Le disparé.
—No. —Sorpresa. Temor. Asombro.
Le muestro el arma de Warner. Tiene un grabado especial en la empuñadura.
Adam se queda aturdido.
—Así que él esta... ¿muerto?
—No lo sé —admito finalmente, avergonzada. Dejo caer mis ojos, estudiando las
ranuras en el volante—. No lo sé con seguridad. —Me tomó demasiado tiempo
apretar el gatillo. Era más rígido de lo que esperaba que fuera. Más difícil sostener
el arma entre mis manos de lo que me había imaginado. Warner ya se me estaba
abalanzando cuando la bala voló a su cuerpo. Estaba apuntando a su corazón.
Espero por Dios no haber fallado.
Los dos estamos demasiado tranquilos.
—¿Adam?
—¿Sí?
232
—No sé cómo manejar.
233
Capítulo 41 Traducido por sooi.luuli
Corregido por Julieta_arg
ienes suerte que esto no tenga una caja de cambios
—¿Caja de cambios?
―Transmisión manual.
—¿Qué es eso?
—Un poco más complicado.
Me muerdo el labio.
—¿Recuerdas cuando dejamos a James y Kenji? —Ni siquiera quiero considerar la
posibilidad de que se hayan ido. De que hayan sido descubiertos. Nada. No puedo
entender la idea.
—Sí. —Sé que él está pensando exactamente lo mismo.
—¿Cómo llego allí?
Adam me dice que el pedal derecho es para acelerar. El izquierdo es para frenar.
Tengo que moverme en D para manejar. Uso el volante para girar. Hay espejos que
ayudan a ver por detrás de mí. No puedo encender los faros y voy a tener que
depender de la luna para iluminar mi camino.
Enciendo el motor, presiono el freno, cambio a tracción. La voz de Adam es el único
sistema de dirección. Libero el freno. Presiono el acelerador. Casi choco con una
pared.
Así es como finalmente volvemos al edificio abandonado.
Acelerador. Freno. Acelerador. Freno. Demasiado acelerador. Adam no se queja y
es casi peor. Sólo puedo imaginar lo que mi conducción le está haciendo a sus
heridas. Estoy agradecida de que al menos no estemos muertos, no aún.
—T
234
No sé por qué no nos ha notado nadie. Me pregunto si tal vez Warner en verdad
está muerto. Me pregunto si todo está en caos. Me pregunto si ese es el porqué de
que no haya soldados en esta ciudad. Todos han desaparecido.
Creo.
Casi olvido poner al auto en posición de estacionar cuando alcanzamos el destruido
edificio vagamente familiar. Adam tiene que acercarse y hacerlo por mí. Lo ayudo a
efectuar una transición en el asiento trasero y él me pregunta por qué.
—Porque estoy haciendo la tracción de Kenji, y no quiero que tu hermano tenga
que verte así. Está tan oscuro que no verá tu cuerpo. No creo que deba tener que
verte herido.
Él asiente después de un infinito momento.
—Gracias.
Y estoy corriendo hacia el edificio destrozado. Abriendo la puerta. Apenas puedo
distinguir a las dos figuras en la oscuridad. Parpadeo y entran en foco. James está
dormido con su cabeza en el regazo de Kenji. Los bolsos de viaje están abiertos, las
latas de alimento desechadas en el piso. Están bien.
Gracias a Dios que están bien.
Podría morir de alivio.
Kenji levanta a James y lo retiene en sus brazos, moviéndose un poco con dificultad
bajo el peso. Su rostro es suave, serio, inmutable. No sonríe. No dice nada estúpido.
Estudia mis ojos como si ya los conociera, como si ya entendiera el porqué nos llevó
tanto tiempo volver, como si hubiera una única razón por la que deba verme ahora
como el infierno, por la que tenga sangre por toda mi ropa. Probablemente en mi
rostro. Toda sobre mis manos.
—¿Cómo está él?
Y casi lo pierdo allí.
—Necesito que conduzcas.
Respira con fuerza. Asiente varias veces.
—Mi pierna derecha aún está bien —me dice, pero no creo que me importase,
incluso si no lo estuviera. Necesitamos llegar a su lugar seguro y mi conducción no
va a llevarnos a ningún lado.
235
Kenji instala a un James dormido en el lado del pasajero y estoy tan feliz de que no
esté despierto en este momento.
Agarro los bolsos de viaje y los llevo al asiento trasero. Kenji se desliza adelante.
Mira por el espejo retrovisor.
—Es bueno verte vivo, Kent.
Adam casi sonríe. Sacude su cabeza.
—Gracias por preocuparte por James.
—¿Confías en mí ahora?
Un pequeño suspiro.
—Tal vez.
—Aceptaré un tal vez. —Sonríe. Pone en marcha el auto—. Salgamos como el
infierno de aquí.
Adam está temblando.
Su cuerpo desnudo está finalmente quebrándose bajo el clima frío, las horas de
tortura, el esfuerzo de mantenerse unido por tanto tiempo. Estoy luchando con los
bolsos de viaje, buscando un abrigo, pero todo lo que encuentro son camisetas y
suéteres. No sé cómo ponerlas en su cuerpo sin causarle dolor.
Decido cortarlas en pedazos. Llevo la navaja mariposa hacia algunos de sus
suéteres y los abro, cubriendo con ellos su figura como una manta. Levanto la
mirada.
—Kenji… ¿este auto no tiene un calentador?
—Está encendido, pero es demasiado malo. No está funcionando muy bien.
—¿Cuánto falta hasta que lleguemos?
—No mucho.
—¿Has visto a alguien que podría seguirnos?
—No. —Hace una pausa—. Es raro. No entiendo por qué nadie ha notado un auto
pasando rápidamente por estas calles después del toque de queda. Algo no está
bien.
—Lo sé.
236
—Y no sé qué es, pero obviamente mi suero rastreador no está funcionando. A
cualquiera de ellos le importó una mierda, o es legal que no funcione y no sé por
qué.
Un pequeño detalle se encuentra en las afueras de mi consciencia. Lo examino.
—¿No dijiste que dormiste en una cabaña? ¿Esa noche que huiste?
—Sí, ¿por qué?
—¿Dónde estaba…?
Él se encoge de hombros.
—No lo sé. En algún campo enorme. Era raro. Cosas locas crecían en ese lugar. Casi
comí algo pensando que era fruta, antes de que me diera cuenta de que olía como
mierda.
Contengo el aliento.
—¿Era un campo vacío? ¿Estéril? ¿Totalmente abandonado?
—Sí.
—El campo nuclear —dice Adam, una consciencia naciente en su voz.
—¿Qué campo nuclear? —pregunta Kenji.
Me tomo un momento para explicar.
—Mierda Santa. —Kenji agarra el volante—. ¿Así que podría haber muerto? ¿Y no
lo hice?
Lo ignoro.
—¿Pero entonces cómo nos encontraron? ¿Cómo averiguaron dónde vivías…?
—No lo sé —suspira Adam. Cierra los ojos—. Tal vez Kenji está mintiéndonos.
—Vamos, hombre, qué demonios…
—O —interrumpe Adam—, tal vez compraron a Benny.
—No —jadeo.
—Es posible.
237
Todos estamos en silencio por un largo momento. Intento mirar por la ventana,
pero es casi inútil. El cielo de la noche es un tanque de alquitrán sofocando al
mundo que nos rodea.
Me volteo hacia Adam y lo encuentro con su cabeza echada hacia atrás, sus manos
apretadas, sus labios casi blancos en la oscuridad. Envuelvo los suéteres con más
fuerza alrededor de su cuerpo. Ahoga un estremecimiento.
—Adam… —Saco un mechón de pelo de su frente. Su pelo se ha vuelto un poco
largo y me doy cuenta de que nunca realmente le he prestado atención. Ha estado
muy corto desde el día en que entró a mi celda. Nunca habría pensado que su
cabello oscuro sería tan suave. Como chocolate derretido. Me pregunto cuándo dejó
de cortárselo.
Flexiona su mandíbula. Fuerza a sus labios a abrirse. Me miente una y otra vez.
—Estoy bien.
—Kenji…
—Cinco minutos, lo prometo… estoy intentando acelerar esta cosa…
Toco sus muñecas, trazo la delicada piel con la punta de mis dedos. Las cicatrices
sangrantes. Beso la palma de su mano. Él toma un profundo respiro.
—Vas a estar bien —le digo.
Sus ojos aún están cerrados. Intenta asentir.
—¿Por qué no me dijiste que ustedes dos estaban juntos? —pregunta Kenji
inesperadamente. Su voz es llana, neutral.
—¿Qué? —Ahora no es el momento para estar ruborizada.
Kenji suspira. Noto un vislumbre de sus ojos en el espejo retrovisor. La hinchazón
casi se ha ido por completo. Su rostro se está curando.
—Tendría que estar ciego para perderme algo así. Quiero decir, demonios, sólo la
manera en que te mira. Es como que el chico nunca haya visto a una mujer en su
vida. Como poner comida en frente de un hombre muerto de hambre y decirle que
no puede comerlo.
Los ojos de Adam se abren de repente. Intento descifrarlo, pero no me mira.
—¿Por qué no me dijiste? —dice Kenji de nuevo.
238
—Nunca tuve una oportunidad para decirte —responde Adam. Su voz es menos que
un susurro. Los niveles de su energía están cayendo rápido. No quiero que tenga
que hablar. Él necesita conservar su fuerza.
—Espera… ¿me estás hablando a mí o a ella? —Kenji nos devuelve la mirada.
—Podemos discutir esto más tarde… —intento decir, pero Adam sacude su cabeza.
—Le dije a James sin preguntarte. Hice… una suposición —se detiene—. No debería
haberla hecho. Deberías tener una elección. Deberías tener siempre una elección. Y
es tu decisión si quieres estar conmigo.
—Oye, entonces, sólo voy a pretender como que ya no puedo escucharlos, ¿sí? —
Kenji hizo un movimiento al azar con su mano—. Sigan y tengan su momento.
Pero estoy demasiado ocupada estudiando los ojos de Adam, sus labios suaves. Su
ceño fruncido.
Me inclino hacia su oído, bajo mi voz. Susurro las palabras de tal manera que
solamente él pueda escucharme.
—Vas a mejorar —le prometo—. Y cuando lo hagas, voy a mostrarte exactamente
qué elección he hecho. Voy a memorizar cada centímetro de tu cuerpo con mis
labios.
Él exhala de repente, tembloroso, irregular. Traga con fuerza.
Sus ojos están atravesándome. Se ve casi febril y me pregunto si estoy empeorando
las cosas.
Me echo hacia atrás y él me detiene. Descansa su mano en mi muslo.
—No te vayas —dice—. Tu toque es la única cosa que evita que pierda la cabeza.
239
Capítulo 42 Traducido por Rodoni Corregido por Maia8
stamos aquí, y es de noche. Así que según mis cálculos, no
debemos haber hecho algo estúpido.
Kenji se desplaza al parque. Estamos bajo tierra de nuevo, en
una especie de elaborado garaje. En un minuto, estábamos
sobre el suelo, al siguiente, habíamos desaparecido en una zanja. Casi imposible de
localizar, y mucho menos de ver en la oscuridad. Kenji estaba diciendo la verdad
acerca de este escondite.
He estado muy ocupada tratando de mantener a Adam despierto durante los
últimos minutos. Su cuerpo está luchando contra el cansancio, la pérdida de
sangre, el hambre, un millón de diferentes puntos de dolor. Me siento tan inútil.
―Adam tiene que ir directamente al ala médica ―anuncia Kenji.
―¿Tienen un ala médica? ―Mi corazón está en paravelismo5 en la primavera.
Kenji sonríe.
―Este lugar tiene todo. Hará volar tu maldita mente. ―Llega a un interruptor
situado en el techo. Una tenue luz ilumina el viejo sedán. Kenji sale por la puerta―.
Espera aquí. Voy a conseguir a alguien que traiga una camilla.
―¿Qué pasa con James?
―Oh. ―La boca Kenji se retuerce―. Él, eh, va a estar dormido por un largo tiempo.
―¿Qué quieres decir. . . ?
Se aclara la garganta. Una vez. Dos veces. Suaviza las arrugas de la camisa.
―Yo, eh, puede ser o no que le haya dado algo... para aliviar el dolor de este viaje.
5 Paravelismo o paranavegación: actividad recreacional donde una persona es sujetada a la parte trasera de un vehículo (usualmente un bote) mientras se es atado a un paracaídas especialmente diseñado para este deporte.
―E
240
―¿Le diste a un niño de diez años una pastilla para dormir? ―Me temo que voy a
romperle el cuello.
―¿Preferirías que estuviera despierto para todo esto?
―Adam te va a matar.
Kenji mira los párpados caídos de Adam.
―Sí, bueno, supongo que tengo suerte de que no será capaz de matarme esta noche.
―duda. Entra en el coche para deslizar sus dedos por el cabello de James. Sonríe
un poco―. El chico es un santo. Va a estar perfectamente por la mañana.
―No puedo creer que...
―Oye, oye. ―Levanta las manos―. Confía en mí. Él va a estar bien. Simplemente
no quiero que esté más traumatizado de lo que tiene que estar. ―Se encoge de
hombros―. Infiernos, tal vez Adam esté de acuerdo conmigo.
―Voy a matarte. ―La voz de Adam es un murmullo suave.
Kenji se ríe.
―No pierdas la cabeza, hermano, o creeré que no era en serio.
Kenji desaparece.
Miro a Adam, animándolo para que permanezca despierto. Dile que está casi a
salvo. Toco con mis labios su frente. Estudio cada sombra, cada contorno, cada
corte y hematoma en su cara. Sus músculos se relajan, sus rasgos pierden su
tensión. Exhala un poco más fácilmente. Beso su labio superior. Beso el labio
inferior. Beso sus mejillas. Su nariz. Su barbilla.
Todo sucede tan rápido después de eso.
4 personas salen fuera del auto. 2 mayores que yo, 2 mayores que ellos. Un par de
hombres. Un par de mujeres.
―¿Dónde está? ―pregunta la mujer mayor.
Todos están mirando a su alrededor, ansiosos. Me pregunto si me pueden ver
mirándolos.
Kenji abre la puerta de Adam. Kenji no está sonriendo. De hecho, parece...
diferente. Más fuerte. Más rápido. Alto, incluso. Él tiene el control. Una figura de
autoridad. Estas personas lo conocen.
241
Adam es elevado en la camilla y lo evalúan de inmediato. Todo el mundo está
hablando a la vez. Algo sobre costillas rotas. Algo sobre pérdida de sangre. Algo
acerca de las vías respiratorias y la capacidad pulmonar y ¿que ocurrió con sus
muñecas? Algo acerca de cómo comprobar el pulso y ¿cuánto tiempo ha estado
sangrando? El hombre y la mujer joven miran en mi dirección. Todos llevan trajes
extraños.
Trajes extraños. Todo blanco con franjas grises en el borde. Me pregunto si se trata
de un uniforme de médico.
Se están llevando a Adam lejos.
―Espera. ―Salgo del auto―. ¡Espera! Quiero ir con él...
―Ahora no. ―Kenji me detiene. Suavemente―. No puedes estar con él para lo que
tienen que hacer. No ahora.
―¿Qué quieres decir? ¿Qué van a hacer con él? ―El mundo se enfoca y se
desenfoca, las formas grises parpadeando como forzados cuadros, con movimientos
rotos. De repente, nada tiene sentido. De repente, todo me confunde. De repente,
mi cabeza es un pedazo de pavimento y estoy siendo pisoteada hasta la muerte. No
sé dónde estamos. No sé quién es Kenji. Kenji era amigo de Adam. Adam lo conoce.
Adam. Mi Adam. Adam, quien está siendo llevado lejos de mí y no puedo ir con él y
quiero ir con él pero no me dejan ir con él y no sé por qué...
—Ellos van a ayudarlo, Juliette. Te necesito concentrada. No puedes venirte abajo
justo ahora. Sé que ha sido un día de locos, pero necesito que te quedes tranquila.
—Su voz. Tan constante. Tan de repente articulada.
―¿Quién eres tú... ? ―Estoy empezando a sentir pánico. Quiero agarrar a James y
correr, pero no puedo. Ha hecho algo con James y aunque supiera cómo
despertarlo, no puedo tocarlo. Quiero arrancarme las uñas―. ¿Quién eres tú...?
Kenji suspira.
―Estás muerta de hambre. Estás agotada. Estás procesando una conmoción y un
millón de emociones en este momento. Se lógica. No voy a lastimarte. Ahora estás a
salvo. Adam está a salvo. James está a salvo.
―Quiero estar con él. Quiero ver lo que van a hacer con él...
―No puedo dejar que hagas eso.
242
―¿Qué vas a hacer conmigo? ¿Por qué me has traído aquí...? ―Mis ojos están muy
abiertos, lanzándose en todas direcciones. Estoy girando, varada en el medio del
océano de mi propia imaginación y no sé nadar―. ¿Qué quieres de mí?
Kenji mira hacia abajo. Se frota la frente. Busca en su bolsillo.
―Realmente no quería tener que hacer esto.
Creo que estoy gritando.
243
Capítulo 43 Traducido por aLexiia_Rms Corregido por LadyPandora
oy una vieja escalera chirriante cuando me despierto.
Alguien tuvo que lavarme. Mi piel parece de satén. Mis pestañas están
suaves. Mi cabello está liso, sin nudos, brillando en la luz artificial, un
río de chocolate lame la orilla pálida de mi piel, como ondas suaves en cascada
alrededor de mi clavícula. Mis articulaciones duelen, mis ojos queman por un
agotamiento insaciable. Mi cuerpo está desnudo bajo una sábana pesada. Nunca
me he sentido tan primitiva.
Estoy demasiado cansada como para molestarme por ello.
Mis ojos somnolientos hacen un inventario del espacio en donde estoy, pero no hay
mucho que considerar. Estoy en una cama. Hay 4 paredes. 1 puerta. Una pequeña
mesa junto a mí. Un vaso de agua sobre la mesa. Las luces fluorescentes zumbando
sobre mí. Todo es de color blanco.
Todo lo que he conocido está cambiando.
Alcanzo el vaso de agua y la puerta se abre. Me subo la sábana tanto como puedo.
—¿Cómo te sientes?
Un hombre alto con gafas de plástico. Monturas negras. Un jersey sencillo.
Pantalones ajustados. Cabello rubio cayendo en sus ojos.
Sostiene un sujetapapeles.
—¿Quién eres tú?
Agarra una silla de la que no me había dado cuenta en la esquina. La empuja hacia
adelante. Se sienta al lado de mi cama.
—¿Te sientes mareada? ¿Desorientada?
—¿Dónde está Adam?
S
244
Sostiene su pluma en una hoja de papel. Escribe algo.
—¿Tu apellido se escribe con dos erres? ¿O sólo una?
—¿Qué hiciste con James? ¿Dónde está Kenji?
Se detiene. Me mira. No puede tener más de 30 años. Tiene la nariz torcida. Barba
de un día.
—¿Puedo por lo menos asegurarme de que estás bien? Luego contestaré a tus
preguntas. Te lo prometo. Sólo déjame hacer el protocolo básico.
Parpadeo.
¿Cómo me siento? No lo sé.
¿Tuve algún sueño? No lo creo.
¿Sé dónde estoy? No.
¿Creo estar a salvo? No lo sé.
¿Recuerdo lo que pasó? Sí.
¿Qué edad tengo? 17.
¿De qué color son mis ojos? No lo sé.
—¿No lo sabes? —Para de escribir. Se quita las gafas—. Puedes recordar
exactamente lo que sucedió ayer, ¿pero no sabes el color de tus propios ojos?
—Creo que son de color verde. O azul. No estoy segura. ¿Por qué es importante?
—Quiero estar seguro de que puedes reconocerte. Que no te has perdido de vista.
—Sin embargo, nunca he sabido de qué color son mis ojos. Sólo me he mirado en el
espejo una vez en los últimos tres años.
Me da una mirada extraña, los ojos arrugados de preocupación. Finalmente tengo
que apartar la vista.
—¿Cómo me tocaron? —pregunta.
—¿Disculpa?
—Mi cuerpo. Mi piel. Estoy muy… limpia.
—Oh. —Se muerde el dedo pulgar. Marca algo en sus papeles—. De acuerdo. Bueno,
estabas cubierta de sangre y mugre cuando llegaste, y tenías algunos pequeños
245
cortes y contusiones. No queríamos correr el riesgo de que se infectaran. Perdón
por violar tu espacio personal, pero no podemos permitir que nadie traiga ese tipo
de bacterias aquí. Teníamos que hacer una desintoxicación superficial.
—Eso está bien… entiendo —respondo rápidamente—. Pero, ¿cómo?
—¿Cómo?
—¿Cómo me tocaron? —Seguramente lo sabía. ¿Cómo no podía saberlo? Dios,
espero que sepa.
—Oh. —Asiente con la cabeza, distraído por las palabras que está escribiendo en la
hoja. Me mira de reojo—. Látex.
—¿Qué?
—Látex. —Me mira por un segundo. Ve mi confusión—. ¿Guantes?
—Acertado. —Por supuesto. Guantes. Incluso Warner los usó cuando lo descubrió.
Cuando lo descubrió. Cuando lo descubrió. Cuando lo descubrió.
Reproduzco el momento una y otra y otra vez en mi mente. La fracción de segundo
que tardé demasiado en saltar por la ventana. El momento de vacilación que lo
cambió todo. En el instante en que perdí todo el control. Todo el poder. Cualquier
punto de la dominación. Nunca va a parar hasta encontrarme, y todo por mi culpa.
Necesito saber si está muerto.
Tengo que esforzarme para estar quieta. Tengo que esforzarme para no temblar,
estremecerme o vomitar. Tengo que cambiar de tema.
—¿Dónde está mi ropa? —Juego con la perfecta sábana blanca que esconde mis
huesos.
—Ha sido destruida por la misma razón por la que necesitabas ser esterilizada. —
Agarra sus gafas. Se las pone—. Tenemos un traje especial para ti. Creo que va a
hacer tu vida mucho más fácil.
—¿Un traje especial? —Lo miro. Con la boca abierta de sorpresa.
—Sí. Vamos a llegar a esa parte un poco más tarde. —Hace una pausa. Sonríe. Tiene
un hoyuelo en la barbilla—. No me vas a atacar como a Kenji, ¿verdad?
—¿Ataqué a Kenji? —Me estremezco.
246
—Sólo un poco. —Se encoge de hombros—. Por lo menos ahora sabemos que no es
inmune a tu toque.
—¿Lo toqué? —Me siento con la espalda recta y casi olvido agarrar conmigo la
sábana. Me estoy quemando de pies a cabeza, ruborizándome en mi mente, me
aferro a la sábana como si mi vida dependiera de eso—. Lo siento mucho…
—Estoy seguro de que disfrutará con la disculpa. —El Blondie6 está estudiando sus
notas religiosamente, de pronto fascinado por su puño y letra—. Pero está bien.
Hemos estado esperando algunas tendencias destructivas. Tuviste una semana del
infierno.
—¿Eres un psicólogo?
—Más o menos. —Se quita el cabello de su frente.
—¿Más o menos?
Se ríe. Hace una pausa. Juega con la pluma entre sus dedos.
—Sí. A todos los efectos, soy un psicólogo. A veces.
—¿Qué se supone que significa eso…?
Abre su boca. La cierra. Parece considerar responderme, pero me examina en su
lugar. Se me queda mirando durante tanto tiempo que siento que me ruborizo.
Comienza a garabatear frenéticamente.
—¿Qué estoy haciendo aquí? —le pregunto.
—Recuperándote.
—¿Cuánto tiempo he estado aquí?
—Has estado dormida durante casi catorce horas. Te dimos un sedante muy
poderoso. —Mira su reloj—. Parece que lo estás haciendo bien —duda—. Te ves
muy bien, realmente. Impresionante, de verdad.
Tengo un puñado de palabras revueltas en mi boca. Mi cara se empieza a ruborizar.
—¿Dónde está Adam?
Toma una respiración profunda. Hace hincapié en algo en sus papeles. Sus labios
tiemblan en una sonrisa.
6 En español, rubiecito.
247
—¿Dónde está?
—Recuperándose. —Finalmente, me mira.
—¿Está bien?
Asiente con la cabeza.
—Está bien.
Lo miro.
—¿Qué significa eso?
Dos golpes en la puerta.
El desconocido con gafas no se mueve. Vuelve a leer sus notas.
—Adelante —dice.
Kenji camina adentro, un poco indeciso al principio. Me ve de reojo, sus ojos están
cautelosos. Nunca pensé que estaría tan feliz de verlo. Pero mientras es un alivio
ver un rostro reconocido, mi estómago se retuerce de inmediato en un nudo de
culpabilidad, golpeándome desde el interior. Me pregunto como le habré
lastimado. Da un paso adelante.
Mi sentimiento de culpa desaparece.
Lo miro más de cerca y me doy cuenta que está perfectamente sano y salvo. Su
pierna está funcionando bien. Su rostro ha vuelto a la normalidad. Sus ojos ya no
están hinchados, su frente está lisa, suave e intocable. Él tenía razón.
Tiene una cara espectacular.
Una línea de la mandíbula desafiante. Cejas perfectas. El color de sus ojos del
mismo tono negro que su cabello. Elegante. Fuerte. Un poco peligroso.
—Hola, preciosa.
—Lo siento, casi te maté —dejé escapar.
—Oh. —Se sobresalta. Mete las manos en sus bolsillos—. Bueno. Me alegro de que
saliéramos de tu camino.
Me doy cuenta de que lleva una camiseta gastada. Vaqueros oscuros. No había visto
unos vaqueros cualquiera en un tiempo tan largo. Uniformes del ejército, ropas
básicas de algodón, y vestidos elegantes es todo lo que he conocido últimamente.
248
Realmente no puedo mirarlo.
—Me entró pánico —traté de explicar. Junto y separo mis manos.
—Me di cuenta. —Levanta una ceja.
—Lo siento.
—Lo sé.
Asiento con la cabeza.
—Te ves mejor.
Forma una sonrisa. Se estira. Se apoya contra la pared con los brazos cruzados en el
pecho y las piernas cruzadas en los tobillos.
—Debe ser difícil para ti.
—¿Cómo dices?
—Mirarme a la cara. Darte cuenta de que yo tenía razón. Saber que tomaste la
decisión equivocada. —Se encoge de hombros—. Te entiendo. No soy un hombre
orgulloso, lo sabes. Estaría dispuesto a perdonarte.
Me quedo boquiabierta, sin saber si reír o lanzarle algo.
—No me obligues a tocarte.
Sacude la cabeza.
—Es increíble cómo alguien puede verse tan bien y sentirse tan mal. Kent es un
bastardo afortunado.
—Perdonen… —El hombre-psicólogo se pone de pie—, ¿pero ya terminaron? —Mira
a Kenji—. Pensé que venías con un propósito.
Kenji se separa de la pared. Se endereza.
—Correcto. Sí. Castillo quiere verla.
249
Capítulo 44
Traducido por Rodoni
Corregido por Aciditax
hora? ―Blondie está más confundido de lo que yo
estoy―. Pero no he terminado de examinarla.
Kenji se encoge de hombros.
―Él quiere verla.
―¿Quién es Castillo? ―pregunto.
Blondie y Kenji me miran. Kenji mira hacia otro lado. Blondie no.
Él ladea la cabeza.
―¿Kenji no te dijo nada sobre este lugar?
―No ―respondo segura, mirando a Kenji, que no me mira―. Nunca me explicó
nada. Dijo que conocía a alguien que tenía un lugar seguro y pensó que podía
ayudarnos a…
Blondie se queda boquiabierto. Riendo tan fuerte que resoplaba. Se detiene.
Limpia las gafas con el borde de su camisa.
―Eres todo un imbécil ―le dice a Kenji―. ¿Por qué no sólo le dices la verdad?
―Nunca hubiera venido si le hubiese dicho la verdad.
―¿Cómo lo sabes?
―Ella casi me mató.
Mis ojos están lanzándose desde una cara a otra. De pelo rubio a pelo negro y
viceversa.
―¿Qué está pasando? ―demandé―. Quiero ver a Adam. Quiero ver a James. Y
quiero un conjunto de ropa…
―¿A
250
―¿Estás desnuda? ―Kenji estudia mi sábana de repente y sin molestarse en ser
sutil al respecto.
Me sonrojo a pesar de mis mejores esfuerzos, nerviosa, frustrada.
―Blondie dijo que destruyeron mi ropa.
―¿Blondie? ―El hombre rubio se sintió ofendido.
―Nunca me dijiste tu nombre.
―Winston. Mi nombre es Winston. ―Ya no está sonriendo.
―¿No dijiste que tenías un traje para mí?
Frunce el ceño. Mira su reloj.
―No vamos a tener tiempo para eso ahora ―suspira―. Consíguele algo para usar
temporalmente, ¿está bien? ―está hablando con Kenji. Kenji, quien todavía está
mirándome.
―Quiero ver a Adam.
―Adam no está listo para verte todavía. ―Blondie Winston mete su pluma en el
bolsillo.
―Te haremos saber cuando esté listo.
―¿Cómo voy a confiar en cualquiera de ustedes si no me dejan ni verlo? ¿Si no me
dejan ver a James? Ni siquiera tengo mis cosas básicas. Quiero salir de esta cama y
necesito algo para usar.
―Ve a buscar algo, Moto. ―Winston está reajustando su reloj.
―No soy tu perro, Blondie ―lanza Kenji―. Y te dije que no me llames Moto.
Winston pellizca el puente de su nariz.
―No hay problema. También le diré a Castillo que es tu culpa que ella no esté con
él en este momento.
Kenji murmura algo obsceno en voz baja. Va afuera. Casi tira la puerta.
Transcurren unos segundos en una especie de tenso silencio.
Tomo una respiración profunda.
―Entonces, ¿qué significa Moto?
251
Winston gira los ojos.
―Nada. Es sólo un apodo. Su apellido es Kishimoto. Se enoja cuando lo cortamos
por la mitad. Se pone sensible al respecto.
―Bueno, ¿por qué lo cortan por la mitad?
Él resopla.
―Porque es tan difícil de pronunciar como el infierno.
―¿Cómo es eso una excusa?
Frunce el ceño.
―¿Qué?
―Te enojaste porque te llamara Blondie y no Winston. ¿Por qué no tiene derecho
de estar enojado porque lo estés llamando Moto en lugar de Kenji?
Murmura algo que suena como:
―No es lo mismo.
Me deslizo hacia abajo un poco. Apoyo la cabeza en la almohada.
―No seas un hipócrita.
252
Capítulo 45
Traducido por Susanauribe
Corregido por LadyPandora
e siento como un payaso en estas ropas grandes. Estoy usando la
camisa de alguien más. Los pantalones de pijama de alguien más. Las
pantuflas de alguien más. Kenji dice que también tuvieron que
destruir la ropa de mi bolsa de lana, así que no tengo ni idea sobre de quién es el
atuendo que está colgando de mi figura. Prácticamente estoy nadando en el
material.
Trato de hacerle un nudo a la tela que sobra y Kenji me detiene.
—Vas a dañar mi camisa —se queja.
Dejo caer las manos.
—¿Me diste tu ropa?
—Bueno, ¿qué esperabas? No es como si sólo tuviéramos vestidos de más tendidos
por ahí. ―Me dispara una mirada, como si debiera estar agradecida de que incluso
esté compartiendo.
Bueno. Supongo que es mejor que estar por ahí desnuda.
—Así que de nuevo, ¿quién es Castillo?
—Él está a cargo de todo —dice Kenji—. El cabecilla de todo este movimiento.
Mis oídos se agudizan.
—¿Movimiento?
M
253
Winston suspira. Parece tan tenso. Me pregunto por qué.
—Si Kenji todavía no te ha dicho nada él mismo, deberías esperar a escucharlo del
mismo Castillo. Prometo que vamos a responder todas tus preguntas.
—¿Pero qué pasa con Adam? ¿Dónde está James…?
—Wow. —Winston pasa una mano por su cabello desarreglado—. Simplemente no
vas a rendirte, ¿eh?
—Él está bien, Juliette —intervino Kenji—. Necesita un tiempo más para reponerse.
Tienes que empezar a confiar en nosotros. Nadie va a hacer daño a James ni a
Adam. Ambos están bien. Todo está bien.
Pero no sé si bien es lo suficientemente bueno.
Estamos caminando por toda una ciudad subterránea, pasadizos y corredores,
suaves suelos de piedra, burdas paredes sin tocar. Hay discos perforados en el
suelo, brillando con una luz artificial cada ciertos metros. Veo computadoras, toda
clase de artilugios que no reconozco, puertas abiertas revelando habitaciones llenas
con nada más que maquinaria tecnológica.
—¿Cómo encuentran la energía necesaria para mantener este lugar?
Miro mucho más de cerca las maquinas sin identificar, las pantallas parpadeantes,
los inconfundibles sonidos de cientos de computadoras construidas en la estructura
del mundo subterráneo.
Kenji tira de un mecho de mi cabello. Me doy la vuelta.
—La robamos. —Sonríe. Asiente hacia un camino estrecho—. Por aquí.
Personas jóvenes y viejas, de todas las formas diferentes y etnias se mezclan dentro
y fuera de las habitaciones, en la extensión de los pasillos. Muchos de ellos miran,
otros están muy distraídos para notarnos. Algunos están vestidos como los
hombres y la mujer que se apresuraron hacia nuestro auto anoche. Es una extraña
especie de uniforme. Parece innecesario.
254
—¿Entonces… todos se visten así? —susurro, señalando a los extraños que pasamos
tan poco sospechosamente como es posible.
Kenji rasca su cabeza. Tomándose su tiempo para responder a la pregunta.
—No todos. No todo el tiempo.
—¿Qué pasa contigo? —le pregunto.
—Hoy no.
Decido no mimar sus tendencias crípticas, y en vez de eso hago una pregunta más
directa.
—¿Alguna vez vas a decirme cómo sanaste tan rápido?
—Sí —dice, sin inmutarse—. Vamos a decirte un montón de cosas, en verdad. —
Hacemos un abrupto giro hacia abajo en un pasillo inesperado—. Pero primero…
Kenji hace una pausa en una enorme puerta de madera.
—Castillo quiere conocerte. Él es quien te solicitó.
—¿Solicitó?
—Sí. —Kenji parece incómodo sólo por un segundo de flaqueo.
—Espera… ¿qué quieres decir?
—Quiero decir que no fue accidente que terminara en el ejército, Juliette —
suspira—. No fue accidente que apareciera en la puerta de Adam. Y no se supone
que me dispararan o fuera golpeado hasta casi morir, pero pasó. Sólo que no fui
arrojado por un chico al azar. —Casi sonríe—. Siempre he sabido dónde vivía
Adam. Era mi trabajo saberlo. —Una pausa—. Todos hemos estado cuidando de ti.
Mi boca está descansando en mis rótulas.
—Adelante. —Kenji me empuja hacia adentro—. Él saldrá cuando esté listo. Buena
suerte. —Es todo lo que Kenji me dice.
255
En 1,320 segundos camino dentro en la habitación antes de que él lo haga. Se
mueve metódicamente, su rostro es una máscara de neutralidad mientras pone
caprichosos rizos en una cola y se sienta en el frente de la habitación.
Es delgado, en forma, vestido impecablemente en un simple traje. Azul oscuro.
Camisa blanca. Sin corbata. No hay líneas en su rostro, pero hay una raya de gris en
su cabello y sus ojos confiesan que ha vivido al menos 100 años. Debe estar en sus
40. Miro alrededor.
Es un espacio vacío, impresionante en su escasez. Los techos y paredes están
construidos de ladrillos puestos cuidadosamente. Todo se siente extraño y antiguo,
pero de alguna manera la tecnología moderna mantiene el lugar vivo. La luz
artificial ilumina las dimensiones cavernosas, pequeños monitores están
construidos en las paredes de piedra. No sé qué estoy haciendo aquí. No sé qué
esperar. No tengo idea de qué clase de persona es Castillo pero después de pasar
tanto tiempo con Warner, estoy tratando de no elevar muchos mis expectativas. Ni
siquiera me doy cuenta de que he dejado de respirar hasta que él habla.
—Espero que estés disfrutando tu estancia hasta el momento.
Mi cuello vuela hacia arriba para encontrar sus ojos oscuros, su voz suave, sedosa y
fuerte. Sus ojos están brillando con genuina curiosidad, una noción de sorpresa. He
olvidado como hablar.
—Kenji dijo que quería conocerme. —Es la única respuesta que ofrezco.
—Kenji tenía razón.
Se toma su tiempo respirando. Se toma su tiempo moviéndose en el asiento. Se
toma su tiempo estudiando mis ojos, escogiendo sus palabras, tocando sus labios
con dos dedos. Parece haber dominado el concepto de tiempo. Impaciencia,
posiblemente, no es una palabra en su vocabulario.
—He escuchado… historias. Sobre ti. —Sonrisas—. Simplemente quería saber si
eran verdad.
256
—¿Qué ha escuchado?
Sonríe con unos dientes tan blancos que parece como si la nieve estuviera cayendo
de los valles de chocolate de su rostro. Abre su mano. La estudia por un momento.
Alza la mirada.
—Puedes matar a un hombre con nada más que tu piel desnuda. Puedes machacar
cinco metros de hormigón con la palma de tu mano.
Estoy escalando una montaña de aire y mis pies siguen deslizándose. Necesito
agarrarme de algo.
—¿Es verdad? —pregunta.
—Los rumores son más propensos a matarle que yo.
Me estudia durante demasiado tiempo.
—Me gustaría mostrarte algo —dice después de un rato.
—Quiero respuestas a mis preguntas.
Esto ha ido demasiado lejos. No quiero ser arrullada por una falsa sensación de
seguridad. No quiero asumir que Adam y James están bien. No quiero confiar en
nadie hasta que tenga pruebas. No puedo pretender que algo de esto está bien.
—Quiero saber que estoy a salvo —le digo—. Y quiero saber que mis amigos están a
salvo. Había un niño de diez años con nosotros cuando llegamos y quiero verlo.
Necesito estar segura de que está sin daños y saludable. De otra manera, no
cooperaré.
Él me inspecciona durante unos minutos más.
—Tu lealtad es reconfortante —dice, y lo dice en serio—. Lo harás bien aquí.
—Mis amigos…
—Sí. Por supuesto. —Está de pie—. Sígueme.
257
Este lugar es mucho más complejo, mucho más organizado de lo que pensé que
sería. Hay cientos de diferentes direcciones en las cuales perderse, casi tantas
habitaciones, algunas más grandes que otras, cada una dedicada a propósitos
diferentes.
—El comedor —me dice Castillo.
—Los dormitorios. —En el ala opuesta.
—Las instalaciones para entrenar. —Bajando por el pasillo.
—Las habitaciones comunes. —Justo por aquí.
—Los baños. —En el otro extremo del piso.
—Los salones de reunión. —Justo pasando esa puerta.
Cada espacio está abarrotado con cuerpos, cada cuerpo adaptado a una rutina
particular. Las personas miran hacia arriba cuando nos ven. Algunas saludan,
sonríen, con alegría. Me doy cuenta de que están mirando a Castillo. Él asiente su
cabeza. Sus ojos son amables, humildes. Su sonrisa es fuerte, tranquilizadora.
Es el líder de todo el movimiento, es lo que dijo Kenji. Estas personas están
dependiendo de él por algo más que básica supervivencia. Esto es más que su
refugio de lluvia. Esto es mucho más que un lugar para esconderse. Hay una meta
más grande en mente. Un propósito mejor.
—Bienvenida —me dice Castillo, haciendo un ademán con una mano—, a Punto
Omega.
258
Capítulo 46 Traducido por hanna
Corregido por Jut
unto Omega?
La última letra del alfabeto griego. El desarrollo final, el
último de la serie. —Se detiene frente a mí, y por primera
vez me doy cuenta del símbolo de omega cosido en la parte posterior de su
chaqueta—. Somos la única esperanza que nuestra civilización ha tenido.
—Pero, ¿cómo… con tan pequeño número… cómo pueden esperar a competir…?
—Hemos estado construyéndolo desde hace mucho tiempo, Juliette. —Es la
primera vez que dice mi nombre. Su voz es fuerte y estable—. Hemos estado
planeando, organizando, trazando nuestra estrategia desde hace muchos años. El
colapso de nuestra sociedad humana no debe ser una sorpresa. Nosotros lo
trajimos hacia nosotros mismos.
—La cuestión era si las cosas se desmoronaban —continúa—. Sólo cuando. Era un
juego de espera. Una cuestión de quién iba a tratar de tomar el poder y cómo iban a
tratar de usarlo. El miedo —me dice, volviendo por un momento, sus pasos en
silencio contra la piedra—, es un gran motivador.
—Eso es patético.
—Estoy de acuerdo. Lo cual es el porqué parte de mi trabajo es revivir corazones
estancados que han perdido toda esperanza. —Atravesamos otro pasillo—. Y
también decirte que casi todo lo que has aprendido sobre el estado de nuestro
mundo es una mentira.
Me detengo en mi lugar. Casi me caigo.
—¿Qué quieres decir?
—Me refiero a que las cosas no son tan malas como el Restablecimiento quiere que
pensemos que son.
—Pero no hay comida…
—Sólo la que ellos te permiten el acceso.
—¿P
259
—Los animales…
—Se mantienen ocultos. Genéticamente modificados. Criados en los pastizales
secretos.
—Pero el aire… las estaciones… el tiempo…
—No es tan malo como nos hacen creer. Probablemente es nuestro único
problema… pero es causada por las perversas manipulaciones de la Madre Tierra.
Las manipulaciones realizadas por el hombre aún podemos arreglarlas. —Se vuelve
hacia mí. Enfoca mi mente con una mirada firme—. Todavía hay una oportunidad
de cambiar las cosas. Podemos proporcionar agua potable a todas las personas.
Podemos hacer que los cultivos no estén regulados con fines de lucro, podemos
asegurar que no hayan sido genéticamente alterados para beneficiar a los
fabricantes. Nuestra gente está muriendo porque estamos dándoles de comer
veneno. Los animales están muriendo porque los estamos obligando a comer los
residuos, lo que les obligó a vivir en su propia suciedad, jaulas juntas y abusar de
ellos. Las plantas están marchitas debido a que se están deshaciendo de los
productos químicos en la tierra lo que es peligroso para nuestra salud. Pero esas
son cosas que podemos arreglar.
—Estamos hartos, porque están creyendo que nos hace débiles, vulnerables y
maleables. Esto nos paraliza. Crea cobardes en nuestro pueblo. Los esclavos de
nuestros hijos. Es hora de que luchemos. —Sus ojos son brillantes, con sentimiento,
con los puños apretados por el fervor. Sus palabras son muy poderosas y pesadas
en convicción, elocuentes y significativas. No tengo ninguna duda que ha influido a
muchas personas con pensamientos tan extravagantes. La esperanza de un futuro
que parece perdido. La inspiración en un mundo sombrío, sin nada que ofrecer. Es
un líder natural. Un orador talentoso.
Tengo dificultades para creer en él.
—¿Cómo puedes saber con certeza que tus teorías son correctas? ¿Tienes pruebas?
Sus manos se relajan. Sus ojos se calman. Sus labios forman una pequeña sonrisa.
—Por supuesto. —Casi se ríe.
—¿Por qué es tan gracioso?
Sacude la cabeza. Sólo un poco.
―Me divierte tu escepticismo. Lo admiro, en realidad. Nunca es una buena idea
creer todo lo que oyes.
260
Atrapo el doble sentido. Reconociendo esto.
—Touché, señor Castillo.
Una pausa.
—¿Eres francesa, señorita Ferrar?
—Mi madre, tal vez. —Miro para otro lado—. Entonces, ¿dónde está la prueba?
—Este movimiento entero es una prueba suficiente. Sobrevivimos a causa de estas
verdades. Buscamos los alimentos y los suministros de los complejos de
almacenamiento que el Restablecimiento ha construido. Hemos encontrado sus
campos, sus granjas, sus animales. Tienen cientos de hectáreas dedicadas a
cultivos. Los campesinos son esclavos, trabajando bajo la amenaza de muerte para
ellos mismos o sus familiares. El resto de la sociedad es asesinada o encerrada en
los sectores, divididos para ser monitoreados, estudiados cuidadosamente.
Puedo mantener mi cara en blanco, suave y neutra. Todavía no he decidido si
creerle o no.
—Y, ¿qué necesitas de mí? ¿Por qué te importa si estoy aquí?
Se detiene en la pared de cristal. Puntos a través de la habitación contigua. No
contesta mi pregunta.
—Tu Adam se está recuperando gracias a nuestra gente.
Estuve a punto de pasar sobre él en mi prisa por verle. Presiono mis dedos contra el
cristal y por pares en el espacio iluminado. Adam está dormido, su rostro perfecto,
pacífico.
Ésta debe ser el ala médica.
—Fíjate bien ―me dice Castillo―. No hay agujas conectadas a su cuerpo. No hay
máquinas manteniéndolo con vida. Llegó con tres costillas rotas. Los pulmones al
borde del colapso. Una bala en el muslo. Sus riñones estaban molidos junto con el
resto de su cuerpo. Ruptura de la piel, las muñecas ensangrentadas. Un esguince en
el tobillo. Había perdido más sangre de la que la mayoría de los hospitales podría
reponer.
Mi corazón está a punto de caer fuera de mi cuerpo. Quiero romper el cristal y
acunarlo en mis brazos.
—Hay cerca de 200 personas en Punto Omega ―dice Castillo—. Menos de la mitad
de los cuales tienen algún tipo de don.
261
Doy vueltas alrededor, aturdida.
—Te he traído aquí —me dice con cuidado, en voz baja—, porque aquí es donde
perteneces. Debido a que necesitas saber que no estás sola.
262
Capítulo 47
Traducido por hanna Corregido por Violeta
i mandíbula cuelga de mi zapatilla.
―Serías de gran valor para nuestra resistencia ―dice.
―¿Hay otros… cómo yo? ―Me cuesta respirar.
Los ojos de Castillo simpatizan con mi alma.
―Fui el primero en darme cuenta de que mi aflicción no podía ser sólo mía. Busqué a los demás después de los rumores, de escuchar historias, de leer los periódicos para detectar anomalías en el comportamiento humano. Al principio sólo fue por compañía. ―Hace una pausa―. Estaba cansado de la locura. De creer que era inhumano, un monstruo. Pero luego me di cuenta de que lo que parecía una debilidad realmente era una fortaleza. Que juntos podíamos ser algo extraordinario. Algo bueno.
No puedo inhalar. No veo mis pies. No puedo toser, ante la imposibilidad atrapada en mi garganta.
Castillo espera mi reacción.
De repente me siento tan nerviosa.
―¿Cuál es tu… don? ―pregunto.
Su sonrisa desarma mi inseguridad. Extiende la mano. Ladea la cabeza. Oigo el crujido de una puerta lejana. Una mezcla entre el sonido del aire y metal. Doy la vuelta hacia el sonido sólo para ver algo lanzarse a toda velocidad en mi dirección. Me agacho. Castillo ríe. Lo toma en su mano.
Jadeo.
Me muestra la llave atrapada entre sus dedos.
―¿Puedes mover cosas con tu mente? ―No sé dónde encontré las palabras para hablar.
M
263
―Tengo un imposible avanzado nivel de telequinesis. ―Tuerce los labios en una sonrisa―. Así que sí.
―¿Hay un nombre para eso? ―creo que chillé. Intento controlarme.
―¿Para mi condición? Sí. ¿Para la tuya? ―Hace una pausa―. No estoy seguro.
―¿Y los otros… qué… son…?
―Puedes conocerlos, si quieres.
―Yo… Sí, me gustaría ―tartamudeo emocionada, como una niña de cuatro años que aún cree en las hadas.
Me congelo ante un repentino sonido.
Pasos golpean el suelo. Escucho una respiración forzada.
―Señor… ―grita alguien.
Castillo se adelanta. Calmado. Gira alrededor de la esquina dirigiéndose al corredor.
―¿Brendan?
―¡Señor! ―resopla otra vez.
―¿Hay noticias? ¿Qué has visto?
―Escuchamos algo en la radio ―comienza, sus palabras son entrecortadas con un espeso acento británico―. Nuestras cámaras capturaron más tanques patrullando la zona habitual. Creemos que pueden acercarse más…
Se escucha energía estática. Electricidad estática. Ilegibles voces llegan a través de la débil línea del radio.
Brendan maldice en voz baja.
―Lo siento, señor… generalmente no está tan distorsionado… No he podido controlar las cargas últimamente…
―No te preocupes. Sólo necesitas práctica. ¿Tu entrenamiento va bien?
―Muy bien, señor. Casi lo tengo totalmente bajo control. ―Brendan hace una pausa―. En su mayor parte.
264
―Excelente. Mientras tanto, quiero saber si los tanques están más cerca. No me sorprendería escuchar que están un poco más atentos. Intenta escuchar si mencionan algún ataque. El Restablecimiento ha estado intentando localizar nuestro paradero desde hace años, pero ahora tenemos a alguien particularmente valioso para sus esfuerzos y estoy seguro de que lo quieren de regreso. Tengo la sensación que las cosas van a desarrollarse más bien rápido a partir de ahora.
Hay un momento de confusión.
―¿Señor?
―Hay alguien que me gustaría que conocieras.
Silencio.
Brendan y Castillo caminan alrededor de la esquina. Entran a la vista. Tengo que hacer un gran esfuerzo para impedir que mi mandíbula se desencaje. No puedo dejar de mirar fijamente.
El compañero de Castillo es blanco de pies a cabeza.
No sólo su extraño uniforme, que es una cegadora cortina blanca brillante, su piel también es más pálida que la mía. Incluso su pelo es tan rubio que sólo puede ser descrito como blanco. Sus ojos son impresionantes. Son de un ligero tono azul que nunca he visto. Penetrante. Prácticamente transparentes. Luce de mi edad.
No parece real.
―Brendan, te presento a Juliette ―me presenta Castillo―. Llegó ayer. Le estaba dando una visión general del Punto Omega.
La sonrisa de Brendan es tan brillante que casi retrocedo. Estira la mano y estuve a punto de entrar en pánico antes de que frunciera el ceño. Se aleja diciendo:
―Eh, espera… lo siento… ―Flexiona las manos. Aprieta los nudillos. Algunas chispas salen de sus dedos. Estoy atónita.
Se encoge. Sonríe un poco avergonzado.
―A veces electrocuto a la gente por accidente.
Algo en mi pesada armadura se desprende. Se derrite. De repente, me siento comprendida. Sin temor a ser yo misma. No puedo detener mi sonrisa.
265
―No te preocupes ―digo―. Si me das la mano, puedo matarte.
―Caray. ―Parpadea. Me mira fijamente. Espera que me retracte.
―¿Hablas en serio?
―Mucho.
Se ríe.
―Entendido. No tocar. ―Se inclina unos centímetros y baja la voz―. Tengo un pequeño problema con eso, sabes. Las chicas siempre están hablando de electricidad en su romance, pero al parecer, ninguna realmente es muy feliz siendo electrocutada. Es malditamente confuso, es lo que es. ―Se encoge de hombros.
Mi sonrisa es más ancha que el océano Pacífico. Mi corazón está lleno de alivio, comodidad, aceptación. Adam tenía razón. Tal vez las cosas pueden estar bien. Tal vez no tengo que ser un monstruo. Quizás realmente tengo una opción.
Creo que gustará estar aquí.
Brendan me guiña un ojo.
―Fue muy agradable conocerte, Juliette. ¿Te veré luego?
Asiento.
―Creo que sí.
―Genial. ―Me sonríe otra vez. Se gira hacia Castillo―. Le aviso si me entero de algo, señor.
―Perfecto.
Y Brendan desaparece.
Me acerco a la pared de cristal que me separa de la otra mitad de mi corazón.
Presiono la cabeza contra la fría superficie. Ojala se despertara.
―¿Quieres decirle algo?
Alzo la vista y miro a Castillo, que sigue estudiándome. Siempre me analiza. De alguna manera su atención no me incómoda.
―Sí ―digo―. Quiero decirle hola.
266
Capítulo 48 Traducido por Susanauribe
Corregido por Jut
astillo usa la llave en su mano para abrir la puerta.
—¿Por qué el ala médica tiene que estar bloqueada? —le pregunto.
Se gira hacia mí. No es muy alto, me doy cuenta por primera vez.
—Si hubieras sabido dónde encontrarlo, ¿hubieras esperado pacientemente detrás de esta puerta?
Miro hacia el suelo. No respondo. Espero no estar ruborizándome.
Trata de ser alentador.
—Sanarse es un proceso delicado. No puede ser interrumpido o influenciado por emociones erráticas. Somos afortunados al tener dos sanadores entre nosotros, unos gemelos, de hecho. Pero lo más fascinante es que cada uno se enfoca en un elemento diferente; uno en las incapacidades físicas y el otro en lo mental. Las dos facetas deben ser usadas, de otra manera la curación estaría incompleta, débil, insuficiente. —Gira el pomo de la puerta—. Pero creo que Adam está a salvo para verte.
Entro y mis sentidos casi de inmediato son asaltados por la esencia de jazmín. Busco en el espacio flores pero no encuentro ninguna. Me pregunto si es un perfume. Es intoxicante.
—Estaré justo afuera —me dice Castillo.
La habitación está llena de una larga hilera de camas, simplemente hechas. Todas, las 20 o algo así, están vacías excepto por la de Adam. Hay una puerta al final de la habitación que probablemente lleva a otro lugar, pero estoy muy nerviosa para ser curiosa en este momento.
Saco una silla extra y trato de ser tan silenciosa como puedo. No quiero despertarlo. Sólo quiero saber que está bien. Sujeto y suelto mis manos. Soy demasiado consciente de mi corazón agitado. Sé que probablemente no debería tocarlo pero no puedo detenerme. Cubro mi mano con la suya. Sus dedos están calientes. Sus ojos
C
267
se mueven sólo por un momento. No se abren. Él toma una repentina respiración y yo me congelo.
Casi colapso en lágrimas.
—¿Qué estás haciendo?
Mi cuello se alza bruscamente con el sonido de la voz de pánico de Castillo. Dejo caer la mano de Adam. Me alejo de la cama con los ojos muy abiertos, preocupada.
—¿Qué quieres decir?
—¿Por qué estás… simplemente… puedes tocarlo? —Nunca pensé que vería a Castillo tan perplejo, tan confundido. Casi pierde su compostura, un brazo medio extendido en un intento por detenerme.
—Por supuesto que puedo to... —me detengo. Trato de mantenerme calmada—. ¿Kenji no te lo dijo?
—¿Este jovencito tiene inmunidad por tu toque? —Las palabras de Castillo son susurradas, atónito.
—Sí. —Miro de él hacia Adam, todavía suena dormido. También Warner.
—Eso es… increíble.
—¿Lo es?
—Mucho. —Los ojos de Castillo están brillantes, tan impaciente—. Ciertamente no es una coincidencia. No hay coincidencias en esta clase de situaciones. —Hace una pausa. Camina.
—Fascinante. Tantas posibilidades, tantas teorías… —Ya ni siquiera está hablándome. Su mente está trabajando demasiado rápido para seguirle el paso.
Toma una profunda respiración. Parece recordar que sigo en la habitación.
—Mis disculpas. Por favor, continúa. Las chicas saldrán pronto, están asistiendo a James en el momento. Debo reportar esta información tan rápido como sea posible.
—Espera.
Mira hacia arriba.
—¿Sí?
268
—¿Tienes teorías? —le pregunto—. Tú… tú sabes por qué estas cosas están pasándome… ¿a mí?
—¿Quieres decir nosotros? —Castillo me ofrece una sonrisa gentil.
Trato de no ruborizarme. Sólo logro asentir.
—Hemos estado haciendo investigaciones durante años —dice—. Creo que tenemos una buena idea.
—¿Y? —Apenas me las puedo arreglar para respirar.
—Si decides quedarte en Punto Omega, tendremos esa conversación muy pronto, lo prometo. Además, estoy seguro de que probablemente este no es el mejor momento. —Asiente hacia Adam.
—Oh. —Siento mis mejillas arder—. Por supuesto.
Castillo se da la vuelta para irse.
—¿Pero crees que Adam…? —Las palabras salen de mi boca demasiado rápido. Trato de calmarme—. ¿Crees que es como nosotros, también?
Castillo pivotea para darse vuelta. Estudia mis ojos.
—Creo —dice cuidadosamente—, que eso es muy posible.
Jadeo.
—Mis disculpas —dice—, pero en verdad debo irme. Y no quiero interrumpir su tiempo juntos.
Quiero decir sí, claro, por supuesto, absolutamente. Quiero sonreír, despedirlo con la mano y decirle que no hay problema. Pero tengo tantas preguntas, creo que podría explotar; quiero decirle que me diga todo lo que sabe.
—Sé que esto es mucha información para asimilar al mismo tiempo. —Castillo se detiene en la puerta—. Pero tendremos montones de oportunidades para hablar. Debes estar exhausta y estoy seguro de que te gustaría dormir. Las chicas cuidarán de ti, te están esperando. De hecho, serán tus nuevas compañeras de habitación en Punto Omega. Estoy seguro de que estarán felices de responder cualquier pregunta que puedas tener. —Agarra mis hombros antes de irse—. Es un honor tenerte con nosotros, señorita Ferrar. Espero que estés considerando seriamente unirte a nosotros en una base permanente.
Asiento, aturdida.
269
Y él se va.
―Hemos estado haciendo investigaciones durante años ―dijo él―. Creo que tenemos una buena idea ―dijo―. Tendremos esa conversación pronto, lo prometo.
Por primera vez en mi vida, finalmente podré entender lo que soy y no parece posible. Y Adam. Adam. Me sacudo yo misma y tomo mi asiento junto a él. Aprieto sus dedos. Castillo podría estar equivocado. Tal vez todo esto es una coincidencia. Tengo que concentrarme.
Me pregunto si alguno ha oído de Warner últimamente.
—¿Juliette?
Sus ojos están medio abiertos. Me está mirando como si no estuviera seguro de que soy real.
—¡Adam! —Tengo que concentrarme en quedarme quieta.
Él sonríe y el esfuerzo parece agotarlo.
—Dios, es bueno verte.
—Estás bien. —Agarro su mano, resistiéndome a lanzarme en sus brazos—. En verdad estás bien.
Su sonrisa se ensancha.
—Estoy tan cansado. Siento como si pudiera dormir por unos cuantos años.
—No te preocupes, el sedante desaparecerá pronto.
Giro alrededor. Dos chicas con los mismos ojos verdes nos están mirando. Sonríen al mismo tiempo. Sus cabellos castaños son gruesos y lisos cogidos en colas de caballo altas en sus cabeza. Están usando monos grises a juego. Zapatos de ballet dorados.
—Soy Sonya —dice la chica de la izquierda.
—Soy Sara —añade su hermana.
No tengo idea de cómo diferenciarlas.
—Es un placer conocerte —dicen al mismo tiempo.
—Soy Juliette —me las arreglo para decir—. Es un placer conocerlas también.
270
—Adam está casi listo para salir —me dice una.
—Sonya es una excelente sanadora —replica la otra.
—Sara es mejor que yo —dice la primera.
—Él debería estar bien para salir en cuanto el sedante se agote en su organismo —dicen juntas, sonriendo.
—Oh, eso es genial, muchísimas gracias. —No sé a cual mirar. A quién responderle. Miro otra vez a Adam.
Él parece completamente sorprendido.
—¿Dónde está James?
—Está jugando con los otros niños. —Creo que es Sara la que dice eso.
—Lo acabamos de sacar en un descanso para el baño —dice la otra.
—¿Te gustaría verlo? —De regreso con Sara.
—¿Hay otros niños? —Mis ojos son tan grandes como mi rostro.
Las chicas asienten a la misma vez.
—Lo traeremos —dicen en coro. Y desaparecen.
—Parecen agradables —dice Adam después de un rato.
—Sí, parecen. —Todo este lugar parece agradable.
Las chicas regresan con James, que parece más feliz de lo que lo haya visto nunca, casi más feliz que cuando vio a Adam por primera vez. Está emocionado de estar aquí. Emocionado de estar con otros niños, emocionado de estar con, “las chicas hermosas que cuidan de mí porque son agradables y hay tanta comida y me dieron chocolate. Adam, ¿alguna vez has probado el chocolate?” Y tiene una cama grande y mañana a va ir a clase con los otros niños y ya está emocionado.
—Estoy tan feliz que estés despierto —le dice a Adam, prácticamente saltando hacia arriba y abajo en su cama—. Dicen que te enfermaste y estabas descansado y ahora estás despierto así que eso significa que estás mejor, ¿verdad? ¿Y estamos a salvo? En verdad no recuerdo lo que sucedió de camino a aquí —admite, un poco avergonzado—. Creo que me quedé dormido.
Pienso que Adam está ansioso por romperle el cuello a Kenji en este punto.
271
—Sí, estamos a salvo —le dice Adam, pasando una mano por su desordenado cabello rubio—. Todo está bien.
James corre de nuevo hacia la habitación de juegos con los otros niños. Sonya y Sara inventan una excusa para irse para que podamos tener un poco de privacidad. Me gustan más y más.
—¿Alguien ya te ha dicho sobre este lugar? —me pregunta Adam. Se las arregla para sentarse. Sus sábanas se deslizan hacia abajo. Su pecho está expuesto. Su piel está perfectamente curada, apenas puedo reconciliar la imagen que tengo en mi memoria con la que está frente a mí. Olvido responder su pregunta.
—No tienes cicatrices. —Toco su piel como si necesitara sentirlo por mí misma.
Él intenta sonreír.
—No son muy tradicionales en sus prácticas médicas aquí.
Levanto la mirada, perpleja.
—¿Tú… sabes?
—¿Ya conociste a Castillo?
Asiento, perpleja.
Se mueve. Suspira.
—He escuchado rumores sobre este lugar mucho tiempo. Me volví muy bueno en escuchar los susurros, especialmente porque estaba cuidándome a mí mismo. Pero en el ejército oímos cosas. Cualquier y toda clase de amenazas enemigas. Posiblemente embustes. Hubo una charla sobre un movimiento subterráneo inusual desde el momento que me enlisté. La mayoría decían que era mierda. Que era una clase de basura inventada para asustar a las personas, que no había forma de que fuera real. Pero siempre esperé que tuviera una dosis de verdad, especialmente después de que me enteré de ti, esperé que fuéramos capaces de encontrar a otros con habilidades similares. Pero no sabía a quién preguntarle. No tenía conexiones, ni manera de saber cómo encontrarlas. —Niega con su cabeza—. Todo este tiempo, Kenji estaba trabajando encubierto.
—Él dijo que estaba buscándome.
Adam asiente. Se ríe.
—Al igual que yo estaba buscándote. Así como Warner estaba buscándote.
272
—No lo entiendo —murmuro—. Especialmente ahora que sé que hay otros como yo, más fuertes incluso, ¿por qué Warner me quería a mí?
—Él te descubrió antes de que Castillo lo hiciera —dice Adam—. Se sintió como si te hubiera reclamado hace mucho tiempo. —Se inclina hacia atrás—. Warner es muchas cosas, pero no estúpido. Estoy seguro de que sabía que había algo de verdad en esos rumores, y estaba fascinado. Porque tanto como Castillo quiere usar sus habilidades para el bien, Warner quiere manipularlas para su propia causa. Quería convertirse en una clase de superpoder. —Una pausa—. Él invirtió un montón de tiempo y energía estudiándote. No creo que quisiera dejar que ese esfuerzo se desperdiciara.
—Adam —susurro.
Él toma mi mano.
—¿Sí?
—No creo que él esté muerto.
273
Capítulo 49 Traducido por LizC
Corregido por Violeta
o es él
Adam se gira. Frunce el ceño ante la voz.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—Vaya. Qué saludo, Kent. Procura no rasgarte un músculo agradeciéndome por
salvar tu trasero.
—Tú nos mentiste a todos.
—De nada.
—¡Sedaste a mi hermano de diez años!
—Aún así de nada.
—Hey, Kenji. —Lo reconozco.
—Mi ropa se ve bien en ti. —Da un paso un poco más cerca, sonriendo.
Pongo los ojos en blanco. Adam examina mi conjunto por primera vez.
—No tenía nada más que ponerme —explico.
Adam asiente un poco más lentamente. Mira a Kenji.
—¿Tienes un mensaje qué entregar?
—Sí. Se supone que debo mostrarte dónde vas a quedarte.
—N
274
—¿Qué quieres decir?
Kenji sonríe.
—Tú y James serán mis nuevos compañeros.
Adam maldice en voz baja.
—Lo siento, hermano, pero no tenemos suficientes habitaciones para ti y Manos
Calientes por aquí para que tengan su propio espacio privado. —Me guiña el ojo—.
Sin ánimo de ofender.
—¿Tengo qué irme ahora mismo?
—Sí, hombre. Quiero ir a dormir pronto. No tengo todo el día para esperar tu
perezoso trasero.
—¿Mi perezoso…?
Me apresuro a interrumpir antes de que Adam tenga oportunidad de defenderse.
—¿Qué quieres decir, con que quieres ir a dormir? ¿Qué hora es?
—Son casi las diez de la noche —dice Kenji—. Es difícil decirlo bajo tierra, pero
todos intentamos estar al tanto de los relojes. Tenemos monitores en los pasillos, y
la mayoría tratamos de usar relojes. La pérdida de la pista del día y la noche nos
puede joder con bastante rapidez. Y ahora no es momento de ponerse demasiado
cómodo.
—¿Cómo sabes que Warner no está muerto? —pregunto, nerviosa.
—Sólo lo vimos en la cámara —dice Kenji—. Él y sus hombres patrullan muy
fuertemente esta zona. Me las arreglé para escuchar un poco su conversación.
Resulta que a Warner le dispararon.
Mi respiración se atoró, intentando silenciar los latidos de mi corazón.
—Por eso fue que tuvimos suerte anoche… al parecer, los soldados llamaron a la
base porque pensaron que Warner estaba muerto. Hubo un cambio de poder por
275
un minuto. Nadie sabía qué hacer. Qué órdenes seguir. Pero luego resultó que no
estaba muerto. Sólo muy mal herido. Su brazo estaba todo vendado y en un
cabestrillo —agrega Kenji.
Adam encuentra su voz antes que yo.
—¿Qué tan seguro es este lugar de un ataque?
Kenji se ríe.
—Es seguro como el infierno. No sé ni cómo se las arreglaron para llegar tan cerca
como lo hicieron. Pero nunca serán capaces de encontrar el lugar exacto. Incluso si
lo hicieran, nunca serán capaces de forzar la entrada. Nuestra seguridad es casi
impenetrable. Además, tenemos cámaras en todas partes. Podemos ver qué están
haciendo antes de que siquiera lo planeen.
—Aunque, realmente no importa —continúa—. Porque están buscando pelea,
nosotros también. No tenemos miedo de un ataque. Además, no tienen idea de lo
que somos capaces. Y hemos estado entrenando para esta mierda por una
eternidad.
—Tú… —Hago una pausa. Me ruborizo—. Puedes… quiero decir, ¿tienes un... don,
también?
Kenji sonríe. Y desaparece.
Realmente se ha ido.
Me pongo de pie. Intento tocar el espacio en el que estaba de pie.
Reaparece justo a tiempo para saltar fuera de mi alcance.
—Oye, espera, cuidado, sólo porque soy invisible no significa que no puedo sentir
nada…
—¡Oh! —Me aparto hacia atrás. Tiemblo—. Lo siento…
—¿Puedes volverte invisible? —Adam se ve más irritado que interesado.
276
—Te enloqueció, ¿verdad?
—¿Cuánto tiempo has estado espiándome? —Adam entorna los ojos.
—Tanto tiempo como lo necesitaba. —Pero su sonrisa es picara.
—¿Así que eres... corporal? —pregunto.
—Mírate, usando grandes palabras bonitas. —Kenji se cruza de brazos. Apoyándose
contra la pared.
—Quiero decir… no puedes, como, atravesar las paredes o cualquier otra cosa,
¿verdad?
Resopla.
—No, no soy un fantasma. Sólo puedo... mezclarme, creo que es la mejor palabra.
Puedo mezclarme con el fondo de cualquier espacio. Cambiar para coincidir con mi
entorno. Me tomó mucho tiempo averiguarlo.
—Vaya.
—Solía seguir a Adam a casa. Así fue como supe dónde vivía. Y así fue como fui
capaz de escapar… porque no podían verme. De todos modos intentaron
dispararme —añadió, amargo—. Pero por lo menos, me las arreglé para no morir.
—Espera, ¿por qué estabas siguiendo a Adam a casa? Pensé que me estabas
buscando a mí —pregunté.
—Sí… bueno, me enlisté poco después de enterarnos del gran proyecto de Warner.
—Asiente en mi dirección—. Hemos estado intentando encontrarte, pero Warner
tenía más control de seguridad y acceso a más información que nosotros;
estábamos teniendo muchos problemas para rastrearte. Castillo pensó que sería
más fácil tener a alguien en el interior prestando atención a toda esa loca mierda
que Warner planeaba. Así que cuando me enteré que Adam era el hombre principal
implicado en este proyecto en particular y que tenía una historia contigo, envié la
información a Castillo. Él me dijo que me cuidara de Adam, también, ya sabes, en
277
caso de que Adam fuera igual de psico que Warner. Queríamos asegurarnos que no
fuera una amenaza para ti o para nuestros planes. Pero no tenía idea que tratarían
de huir juntos. Me jodieron por completo.
Todos estuvimos en silencio un momento.
—Entonces, ¿cuánto me espiaste? —preguntó Adam.
—Bueno, bueno, bueno. —Kenji ladea la cabeza—. ¿El señor Adam Kent de repente
está sintiéndose un poco intimidado?
—No seas idiota.
—¿Estás ocultando algo?
—Sí. Mi pistola…
—¡Hey! —Kenji aplaude—. ¡Entonces! ¿Estamos listos para salir de aquí, o qué?
—Necesito un par de pantalones.
Kenji repentinamente se ve molesto.
—¿En serio, Kent? No quiero oír esa mierda.
—Bueno, si no quieres verme desnudo, te sugiero que hagas algo al respecto.
Kenji le dispara una mirada asesina a Adam y se aleja, gruñendo algo sobre
prestarle toda su ropa a las personas. La puerta se cierra detrás de él.
—Realmente no estoy desnudo —dice Adam.
—Oh —jadeo. Levanto la mirada. Mis ojos me traicionan.
Él no logra contener la sonrisa esta vez. Sus dedos acarician mi mejilla.
—Sólo quería que nos dejara en paz un segundo.
Me sonrojo. Buscando a tientas algo que decir.
—Estoy tan feliz de que estés bien.
278
Dice algo que no escucho.
Toma mi mano. Me empuja a su lado.
Se inclina y me estoy inclinando hacia delante hasta que prácticamente estoy
encima de él y me desliza entre sus brazos, besándome con un nuevo tipo de
desesperación, un nuevo tipo de pasión, una necesidad ardiente. Sus manos se
enroscan en mi cabello, sus labios tan suaves, tan necesitados contra los míos,
como fuego y miel estallando en mi boca. Mi cuerpo entero está humeante.
Adam se aleja un poquito. Besa mi labio inferior. Lo muerde apenas un segundo. Su
piel está cien grados más caliente de lo que estaba hace un momento. Sus labios
presionan mi cuello y mis manos viajan por la parte superior de su cuerpo y me
pregunto por qué hay tantos trenes de carga en mi corazón, por qué su pecho es
como una armónica rota. Estoy trazando el pájaro atrapado para siempre en el aire
en su piel y me doy cuenta por primera vez que me ha dado alas por mi propia
cuenta. Él me ha ayudado a volar y ahora estoy atrapada en el movimiento
centrípeto, alzando a la derecha en el centro de todo. Atraigo sus labios de vuelta a
los míos.
—Juliette —dice. Una respiración. Un beso. Diez dedos jugando en mi piel—.
Necesito verte esta noche.
Sí.
Por favor.
Dos fuertes golpes nos hacen separar.
Kenji abre la puerta de golpe.
—¿Se dan cuenta qué esta pared es de vidrio, no? —Parece que hubiera mordido la
cabeza de un gusano—. Nadie quiere ver eso.
Le lanza un pantalón a Adam.
Asiente hacia mí.
279
—Vamos, te llevaré con Sonya y Sara. Ellas te acomodarán esta noche. —Se gira
hacia Adam—. Y jamás me devuelvas ese pantalón.
—¿Qué pasa si no quiero dormir? —pregunta Adam, descaradamente—. ¿No estoy
autorizado para salir de mi habitación?
Kenji presiona sus labios. Y entorna los ojos.
—No uso esta palabra a menudo, Kent, pero por favor no intentes ninguna elegante
mierda secreta de escabullirte a escondidas. Tenemos que regular las cosas aquí
por una razón. Es la única manera de sobrevivir. Así que hazle un favor a todos y
mantén los pantalones puestos. La puedes ver en la mañana.
Pero mañana se siente como un millón de años a partir de ahora.
280
Capítulo 50 Traducido por LizC
Corregido por Violeta
as gemelas aún están dormidas cuando alguien llama. Sonya y Sara me
mostraron dónde están los baños de las chicas para que tuviera
oportunidad de ducharme la noche anterior, pero todavía estoy usando la
ropa holgada de Kenji. Me siento un poco ridícula cuando me dirijo a la puerta.
La abro.
Parpadeo.
—Hola, Winston.
Me mira de arriba abajo.
—Castillo pensó que te gustaría cambiarte esa ropa.
—¿Tienes algo para ponerme?
—Sí… ¿recuerdas? Te hizo algo personalizado.
—Oh. Vaya. Sí, eso suena muy bien.
Me deslizo afuera en silencio, siguiendo a Winston por los oscuros pasillos. El
mundo subterráneo es tranquilo, sus habitantes aún duermen. Le pregunto a
Winston por qué estamos levantados tan temprano.
—Pensé que te gustaría conocer a todos en el desayuno. De esa manera puedes
saltar a la rutina regular de las cosas por aquí, incluso empezar a trabajar en tu
formación. —Mira hacia atrás—. Todos tenemos que aprender a aprovechar
L
281
nuestras capacidades de la forma más eficaz posible. No es bueno no tener control
de tu cuerpo.
—Espera, ¿también tienes una habilidad?
—Hay exactamente cincuenta y seis de nosotros que las tienen. El resto son
miembros de nuestra familia, hijos, o amigos cercanos que ayudan en todo lo
demás. Así que sí, soy uno de los cincuenta y seis. Igual tú.
Casi estoy pisándole los talones en un esfuerzo por mantenerme al día con sus
largas piernas.
—Entonces, ¿qué puedes hacer?
No contesta. Y no estoy segura, pero creo que se sonroja.
—Lo siento… —Doy marcha atrás—. No fue mi intención presionar… no debería
haber preguntado…
—Está bien —me interrumpe—. Sólo creo que en cierto modo es estúpido. —Lanza
una risa corta y dura—. De todas las cosas que debería ser capaz de hacer —
suspira—. Por lo menos puedes hacer algo interesante.
Dejo de caminar, aturdida. Horrorizada.
—¿Crees qué esto es una competencia? ¿Para ver qué truco de magia es más
retorcido? ¿Para ver quién puede infligir mayor dolor?
—Eso no es lo que quise decir…
—No creo que sea interesante ser capaz de matar a alguien por accidente. No creo
que sea interesante temer tocar a un ser vivo.
Su mandíbula se tensa.
—No quise decir eso. Yo sólo... me gustaría ser más útil. Eso es todo.
Cruzo los brazos.
282
—No tienes que decirme si no quieres.
Pone los ojos en blanco. Se pasa la mano por el cabello.
—Sólo soy… soy muy... flexible —dice.
Me toma un momento procesar su admisión.
—Como si… ¿puedes doblarte cómo un pretzel?
—Por supuesto. O estirarme si lo necesito.
Lo miro sorprendida con la boca tan abierta que debería sentirme avergonzada.
—¿Puedo verlo?
Se muerde el labio. Reajusta sus gafas. Mira a ambos lados del pasillo vacío. Y
envuelve un brazo alrededor de su cintura. Dos veces.
Estoy boquiabierta como un pez muerto.
—Vaya.
—Es estúpido —se queja—. E inútil.
—¿Estás loco? —Me inclino hacia atrás para mirarlo—. Eso es increíble.
Sin embargo, su brazo ha vuelto a la normalidad y está caminando de nuevo. Tengo
que correr para alcanzarlo.
—No seas tan duro contigo mismo —intento decirle—. No es nada de qué
avergonzarse. —Pero no me está escuchando y me pregunto cuándo me convertí en
una oradora motivacional. Cuándo cambié de odiarme a aceptarme. Cuándo se
volvió bien que yo eligiera mi propia vida.
Winston me lleva a la habitación en la que lo encontré. Las mismas paredes
blancas. La misma cama pequeña. Sólo que esta vez, Adam y Kenji están
esperándome. Mi corazón se pone en marcha y de repente estoy nerviosa.
283
Adam está de pie. Está por su cuenta y se ve perfecto. Hermoso. Sano y salvo. No
hay una sola gota de sangre en su cuerpo. Camina hacia adelante sólo con una
ligera molestia, me sonríe sin ninguna dificultad. Su piel está un poco más pálida
de lo normal, pero completamente radiante en comparación con su tez la noche que
llegamos. Su bronceado natural compensa un par de ojos de un tono azul como el
cielo de medianoche.
—Juliette —dice.
No puedo dejar de mirarlo. Maravillada ante él. Asombrada por lo increíble que se
siente saber que está bien.
—Hola. —Me las arreglo para sonreír.
—Buenos días a ti también —interviene Kenji.
Me asusto. Estoy más rosada que un atardecer de verano, y encogiéndome con la
misma rapidez.
—Oh, hola. —Agito una mano inerte en su dirección.
Resopla.
—Está bien. Terminemos con esto, ¿de acuerdo? —Winston camina hacia una de
las paredes, que resulta ser un armario. Hay un estallido de color en su interior.
Lo saca de la percha.
—¿Puedo, eh, tener un momento a solas con ella?
Winston se quita las gafas. Y se frota los ojos.
—Tengo que seguir el protocolo. Tengo que explicar todo…
—Lo sé… está bien —dice Adam—. Puedes hacerlo después. Sólo necesito un
minuto, te lo prometo. Realmente no he tenido oportunidad de hablar con ella
desde que llegamos aquí.
Winston frunce el ceño. Me mira. Mira a Adam. Suspira.
284
—Está bien. Pero luego, regresaremos. Tengo que asegurarme que todo encaje y
tengo que comprobar la…
—Perfecto. Eso suena muy bien. Gracias, amigo… —Y los está empujando hacia la
puerta.
—¡Espera! —Winston golpea la puerta para abrirla de nuevo—. Por lo menos haz
que se ponga el traje mientras estamos afuera. De esa manera no será una completa
pérdida de mi tiempo.
Adam se queda mirando el material en la mano extendida de Winston. Él se frota la
frente y murmura algo acerca de la gente siempre malgastando su tiempo, y Adam
suprime una sonrisa. Me mira. Me encojo de hombros.
—Está bien —dice, agarrando el traje—. Pero ahora tienes que irte… — Y los empuja
de nuevo al pasillo.
—Estaremos justo afuera —grita Kenji—. Como a cinco segundos de distancia…
Adam cierra la puerta detrás de ellos. Se gira. Sus ojos arden en los míos.
No sé cómo calmar mi corazón. Intento hablar y fallo.
Él encuentra su voz primero.
—Nunca he tenido oportunidad de agradecerte —dice.
Dejo caer la mirada. Pretendo que el calor no está luchando su camino hacia mi
rostro. Me pellizco sin ninguna razón real.
Él da un paso adelante. Se inclina. Toma mis manos.
—Juliette.
Levanto lentamente la mirada hacia él.
—Tú salvaste mi vida.
285
Me muerdo el interior de la mejilla. Me parece tan tonto decir “de nada” por salvar
la vida de alguien. No sé qué hacer.
—Estoy tan feliz de que estés bien. —Es todo lo que logro decir.
Él está mirando fijamente mis labios y me duele en todas partes. Si me besa en este
momento no creo que vaya a dejar que se detenga. Toma una bocanada de aire.
Parece recordar que está sosteniendo algo.
—Oh. ¿Tal vez debería ponerte esto? —Me entrega una pieza ceñida de algo
púrpura. Se ve muy pequeño. Igual que un mono que podría quedarle a un niño
pequeño. Su peso es menos que nada.
Le doy a Adam una mirada en blanco.
Dice sonriendo:
—Pruébatelo.
Lo miro de otra manera.
—Oh. —Salta hacia atrás, un poco tímido—. Cierto… yo sólo… sólo me giraré…
Espero hasta que está de espalda hacia mí antes de exhalar. Miro a mí alrededor.
No parece haber ningún espejo en esta sala. Me libero de la ropa holgada. Coloco
cada pieza en el suelo. Estoy aquí de pie, completamente desnuda, y por un
momento estoy demasiado petrificada para moverme. Pero Adam no se voltea. No
dice una palabra. Examino el brillante material púrpura. Imagino que se supone
que es flexible.
Lo es.
De hecho, es inesperadamente fácil deslizarse en él, como si estuviera diseñado
específicamente para mi cuerpo. Tiene un forro incorporado donde se supone que
va la ropa interior, un apoyo adicional para mi pecho, un cuello que va justo hasta
mi cuello, mangas que tocan mis muñecas, piernas que tocan mis tobillos, una
cremallera que lo une. Examino el material ultra fino. Se siente como si no
286
estuviera usando nada. Es del más rico color púrpura, ajustado a mi piel pero no
apretado en absoluto. Es transpirable, extrañamente cómodo.
—¿Cómo se ve...? —pregunta Adam. Suena nervioso.
—¿Puedes ayudarme a subir el cierre?
Se gira. Abre los labios, vacila, y me da una increíble sonrisa. Sus cejas están
tocando el techo. Me sonrojo tanto que ni siquiera sé a dónde mirar. Da un paso
adelante y me doy la vuelta, muy deseosa de esconder mi rostro, las mariposas
corren a través de mi pecho. Adam toca mi cabello y me doy cuenta que recorre
prácticamente toda mi espalda. Tal vez es hora de que lo detenga.
Sus dedos son tan cuidadosos. Empuja las ondas por encima de mi hombro para
que no queden atrapadas en la cremallera. Traza una línea desde la base de mi
cuello hasta el comienzo de la costura, hasta la inclinación en mi espalda baja. Casi
no puedo mantenerme en pie. Mi columna está conduciendo electricidad suficiente
para abastecer una ciudad. Se toma su tiempo subiéndome el cierre. Recorre con
sus manos mi silueta.
—Dios, te ves increíble. —Es lo primero que me dice.
Me giro. Está presionando su puño en la boca, intentando ocultar su sonrisa,
intentando evitar que las palabras salgan de sus labios.
Toco el material. Decido que probablemente debería decir algo.
—Es muy... cómodo.
—Sexy.
Levanto la mirada.
Está moviendo la cabeza.
—Es sexy como el infierno.
Da un paso adelante. Me desliza entre sus brazos.
287
—Me veo como una gimnasta —murmuro.
—No —susurra, cálido, caliente, ardiente contra mis labios—. Te ves como un
superhéroe.
288
Epílogo Traducido por Rodoni
Corregido por Aciditax
odavía estoy hormigueando cuando Kenji y Winston irrumpen de
nuevo en la habitación.
―Entonces, ¿cómo es este traje que se supone que hará mi vida
más fácil? ―pregunto sin nadie que responda.
Sin embargo, Kenji se congela en su lugar, mirando sin pedir disculpas. Abre su
boca. La cierra. Mete las manos en sus bolsillos.
Winston da un paso adelante.
―Se supone que ayuda con el tema conmovedor ―me dice―. No tienes que
preocuparte sobre ser cubierta de pies a cabeza en este clima impredecible. El
material está diseñado para mantenerte fresca o mantener el calor según la
temperatura. Es ligero y transpirable, por lo que no te sofoca la piel. Asimismo, te
mantendrá a salvo de hacerle daño a alguien sin querer, pero te ofrece también la
flexibilidad de tocar a alguien... intencionalmente. Si alguna vez lo necesitas.
―Eso es increíble.
Él sonríe. Mucho.
―No hay de qué.
Estudio el traje más de cerca. Dándome cuenta de algo.
―Pero mis manos y los pies están totalmente expuestos. ¿Cómo se supone que…?
―Oh, dispara ―interrumpe Winston―. Casi se me olvida. ―Corre hacia el armario
y saca un par de botines negros sin tacón y un par de guantes negros que se
detienen justo antes del codo. Me los entrega. Estudio el cuero de los accesorios y
me maravillo con la flexibilidad elástica de los botines. Podría hacer ballet y correr
una milla en estos zapatos.
―Estos deberían quedarte ―dice―. Ellos completan el equipo.
T
289
Me los pongo y me paro en la punta de mis dedos del pie, disfrutando del lujo de
sentir mi nuevo equipo. Me siento invencible. Realmente me gustaría tener un
espejo por primera vez en mi vida. Miro de Kenji a Adam a Winston.
―¿Qué piensan? ¿Está… bien?
Kenji hace un ruido extraño.
Winston mira su reloj.
Adam no puede dejar de sonreír.
Él y yo seguimos a Kenji y Winston fuera de la habitación, pero Adam hace una
pausa para quitarme el guante izquierdo. Toma mi mano. Entrelaza sus dedos. Me
ofrece una sonrisa que se las arregla para besar a mi corazón.
Y miro a mi alrededor.
Flexiono mi puño.
Toco el material abrazando mi piel.
Me siento increíble. Mis huesos se sienten rejuvenecidos, mi piel se siente vibrante,
saludable. Tomo una gran bocanada de aire y saboreo el gusto.
Las cosas están cambiando, pero esta vez no tengo miedo. Esta vez sé quién soy.
Esta vez he tomado la decisión correcta y estoy luchando para el equipo adecuado.
Me siento segura. Confiada.
Emocionada, incluso.
¿Por qué esta vez?
Porque estoy lista
290
Sobre la autora Tahereh Mafi es una chica.
Tiene 24 años. Nació en una pequeña
ciudad en algún lugar de Connecticut y
actualmente reside en el Condado de
Orange, California, donde bebe
demasiada cafeína y encuentra el tiempo
para ser un poco demasiado perfecta
para su gusto. Cuando no se la puede
encontrar en un libro, se encuentra
leyendo envoltorios de caramelos,
cupones y viejos recibos.
Shatter Me es su primera novela.
Los derechos extranjeros se han vendido
en 22 territorios hasta la fecha y los
derechos cinematográficos fueron adquiridos por la 20th Century Fox. Su obra está
representada por Jodi Reamer de Writers House, LLC.
Serie Shatter Me:
1. Shatter Me
1.5 Destroy Me (16/10/ 2012)
2. Unravel Me (5/2/2013)
3. Sin titulo (otoño 2013)
291
DESTROY ME
En Shatter Me de Tahereh Mafi, Juliette se escapó del Reestablecimiento
seduciendo a Warner - y luego poniendo una bala en su hombro. Pero ella
aprenderá en Destroy Me, que no es tan fácil deshacerse de Warner....
De vuelta en la base y recuperándose de su casi fatal herida, Warner tiene que
hacer todo lo posible para mantener a sus soldados bajo control y suprimir
cualquier mención de rebelión en el sector. Aun obsesionado con Juliette como
siempre, su primera prioridad es encontrarla, traerla de vuelta, y disponer de Adán
y Kenji, los dos traidores que la ayudaron a escapar. Pero cuando el padre de
Warner, el comandante supremo del Restablecimiento, llega para corregir los
errores de su hijo, es claro que tiene mucho planes diferentes para Juliette. Planes
que Warner simplemente no puede permitir.
Ajustada después de Shatter Me y antes de su próxima secuela, Unravel Me,
Destroy Me es una novela contada desde la perspectiva de Warner, el despiadado
líder del Sector 45.
292
Unravel Me (Shatter Me
#2) - Tahereh Mafi
293
Addition Books
Traducido, corregido y diseñado en el Foro The Dark Side
http://thedarkside.forogratuito.net
¡Te esperamos!