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10 REVISTA DE LA UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA LOS JESUITAS Y LA EDUCACIÓN AÑO II OCTUBRE-NOVIEMBRE DE 2010 Año II Número 10 Octubre-noviembre de 2010 REVISTA DE LA UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA Rubén Aguilar Valenzuela Fernando Fernández Font, S. J. Pedro Rubens Ferreira Oliveira, S. J. Carlos Muñoz Izquierdo Eugenio Páramo Ortega, S. J. Alberto Ruy Sánchez Luis Ugalde, S. J. Víctor Jiménez Juan Rulfo, lector profesional Gloria López Morales La cocina mexicana, un símbolo nacional LOS JESUITAS Y LA EDUCACION Un texto inédito de Juan Rulfo sobre Rafael F. Muñoz Dos poemas inéditos de Dolores Castro Rogelio Cuéllar retratado por Calos Monsiváis

Revista ibero

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REVISTA DE LA UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA

Rubén Aguilar Valenzuela

Fernando Fernández Font, S. J.

Pedro Rubens Ferreira Oliveira, S. J.

Carlos Muñoz Izquierdo

Eugenio Páramo Ortega, S. J.

Alberto Ruy SánchezLuis Ugalde, S. J.

Víctor Jiménez Juan Rulfo, lector profesional Gloria López Morales La cocina mexicana,

un símbolo nacional

›LOSJESUITAS

Y LAEDUCACION

Un textoinédito de Juan

Rulfo sobre Rafael F. Muñoz

Dos poemas inéditos de

Dolores CastroRogelio Cuéllar retratado por

Calos Monsiváis

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los jesuitas y la educación3 Dr. José Morales Orozco, S. J. Carta del Rector

4 Rubén Aguilar Valenzuela. Educar a la manera de los jesuitas o ¿qué aporta la educación de los jesuitas?

6 Fernando Fernández Font, S. J. Los retos de la educación jesuita

8 Carlos Muñoz Izquierdo. Religiosidad inteligente y educación superior

12 Eugenio Páramo Ortega, S. J. Educación, tecnología, humanismo y valores

16 Pedro Rubens Ferreira Oliveira, S. J. La tradición jesuita y las nuevas fronteras en la educación

20 Luis Ugalde, S. J. Las universidades jesuitas en América Latina frente al futuro

24 Alberto Ruy Sánchez. El “claustro” jesuítico

DIRECTORIO

UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA CIUDAD DE MÉXICO

Dr. José Morales Orozco, S. J. Rector

Dr. Javier Prado Galán, S. J. Vicerrector Académico

IBERO, REVISTA DE LA UNIVERSIDAD IBEROAMERICANAConsejo editorial Víctor Gavito, Miguel Ángel Granados Chapa, Alan Huber Schowiecky, Vicente Leñero, José Morales Orozco, S. J., María Nieves Noriega de Autrey, Gonzalo Olivares Velázquez, Eugenio Páramo Ortega, S. J., Javier Prado Galán, S. J.

Comité de asesores Carlos Alvarado Santoyo, José Carreño Carlón, Carlos Lugo Galera, Ignacio Padilla, Carlota Peón, Gilberto Prado Galán, Alberto Ruiz Treviño, Ilán Semo, Helena Varela, Gabriela Warkentin

Director Carlos Deveaux Homs

Director editorial Juan Domingo Argüelles Asistente de edición Beatriz Palacios Administración Áurea Maristany

Información Angélica Cortés, Francelia Vargas

Redacción Pedro Rendón

[email protected](55) 5950-4197

Consulta la versión electrónica en:www.uia.mx/revistaibero/

GRUPO MEXICANO DE MEDIOS, S. A. DE C. V.

Socios directores Elías González Rogel, Ricardo Rubio Martínez

Editora Gráfica Albelia Gamboa y Vázquez

Ventas Jorge Hernández Ambriz

Atención a clientes Lupita Espínola Medina

VENTAS PUBLICIDAD (55) 5291-5577

CORREO ELECTRÓ[email protected]

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, Revista de la Universidad Iberoamericana es una publicación bimestral de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México y de Grupo Mexicano de Medios, S. A. de C. V., bajo la responsabilidad de la Dirección de Comunicación Institucional de la UIA. Editor responsable: Carlos Deveaux Homs, [email protected]. Número de Certificado de Reserva otorgado por el Instituto Nacional de Derechos de Autor: 04-2009-082412294600-102. Número de Certificado de Licitud de Título:14722; número de Certificado de Licitud de Contenido: 12295, otorgados por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Domicilio de la publicación: Prolongación Paseo de la Reforma 880, Lomas de Santa Fe, México, D.F., C.P. 01219. Teléfono 5950-4197 y 5950-4198. Fax: 5950-4316. Imprenta: Compañía Impresora El Universal, S.A. de C.V. Allende No. 176, Col. Guerrero, México 06300, D.F. Teléfono 5117-0190. Distribución: Prestadora de Servicios Cipro, S. A. de C.V. Fresas 9 Col. del Valle. Deleg. Benito Juárez. C. P. 03100 México, D.F. La responsabilidad de los artículos publicados refleja, de manera exclusiva, la opinión de sus autores y no necesariamente el criterio de la institución. No se devuelven originales no solicitados ni se entablará correspondencia al respecto. Prohibida la reproducción parcial o total, por cualquier medio o procedimiento, del contenido de la revista, sin autorización previa y expresa, por escrito, de la Universidad Iberoamericana. Año II, número 10, octubre-noviembre de 2010. Fotografía de portada: San Ignacio de Loyola. Autor anónimo. Siglo XVIII. Seminario Conciliar, Guadalupe, Zacatecas. ISSN en trámite.

Índice

actualidad, tecnología, culturay entretenimiento28 Dolores Castro. La llama inextinguible. La poesía es la emoción acendrada. Dos poemas inéditos

30 Juan Rulfo. Literatura / un texto inédito. Rafael F. Muñoz

31 Víctor Jiménez. Literatura / primicia. Juan Rulfo, lector profesional

32 Juan Domingo Argüelles. Literatura. La Revolución Mexicana en las obras de Juan Rulfo y Rafael F. Muñoz

36 Carlos Monsiváis. Mirador. Rogelio Cuéllar: La distancia más corta entre dos imágenes

40 Beatriz Palacios. Saberes / sabores. La cocina mexicana, un símbolo nacional. Entrevista con Gloria López Morales

44 Actualidad Ibero. Urgen modelos alternativos de desarrollo: Rector José Morales Orozco, S. J. Sexto Informe de Actividades ante el Senado Universitario de la UIA

46 Actualidad Ibero. Inauguran Corredor Cultural Santa Fe, ideado por estudiantes de Arquitectura

48 Pedro Rendón. Gente que cambia al mundo. Los alumnos de la Ibero ante el uso de Internet

50 La voz del libro / el eco de la lectura. Qué leer y por qué

52 Itinerario del ocio. Adónde ir y por qué

53 Agenda Ibero

54 Música para camaleones. Qué escuchar y por qué

56 Innovación tecnológica. Dispositivos e instrumentos que facilitan la vida

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carta del rector

Por qué la formación que imparten los jesuitas es di-ferente? ¿es en verdad realmente distinta? ¡Ciertamente lo es! Por sus objetivos y pedagogía, en los que se refleja el carisma y espiritualidad de la Compañía de Jesús, que

tienen su fuente en los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola. La experiencia de los ejercicios espirituales es fundante y transformante: lleva a quien los hace a conducir su vida movido sólo por los valores humanos y religiosos que lo guían a su plena realización humana y espiritual, “a alcanzar el fin para el que fue creado”, en palabras de San Ignacio. De la misma manera, la educación jesuita es “interesada”, busca la transformación de la persona, la integración de todas sus dimensiones (intelectual, afectiva, ética y religiosa) en una continua interacción reflexiva y crítica con el contexto social. La adquisición de conocimientos y el desarrollo de habilidades han de trascender el éxito profesional individual y buscar la transformación social y el bien común.

el modo de ser y proceder de los jesuitas se encarna en sus instituciones educativas: libertad orientada por la verdad, la justicia y la búsqueda del mayor servicio, especialmente hacia los más necesitados; reflexión profunda y crítica sobre la realidad; respeto y valoración de los diversos modos de pensar, creer y actuar; conciencia de las propias decisiones y responsabilidad de las consecuencias del actuar; integración de la libertad individual con el compromiso compartido y solidario. Los colegios y universidades jesuitas no son instrumentos de proselitismo re-

ligioso o ideológico, sino centros que pretenden formar a los mejores alumnos y alumnas para el mundo. Para los jesuitas, la excelencia académica incluye como elemento esencial integrante la pertinencia social, o sea, la respuesta a los principales problemas sociales, culturales, económicos y políticos del mundo. Y en el contexto actual de globalización la colaboración internacional en red es una exigencia ineludible.

La verdad nos hará LibresDr. José Morales Orozco, S. J.Rector

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›Educar a la manera de los jesuitas o ¿qué aporta la educación de los jesuitas?

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La imaginación permite estar a la búsqueda de nuevas posibilidades y tener la mirada siempre en el futuro.

Rubén Aguilar ValenzuelaLicenciado en Filosofía, maestro en Sociología y doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Iberoamericana Ciudad de méxico en donde también es profesor. Fue coordinador de comunicación social y portavoz de la Presidencia de la República. Es socio y director general de Afan, Consultores Internacionales, S. C., colaborador de múltiples publicaciones periódicas de méxico y el extranjero y autor de varios libros, entre ellos El pensamiento de Paulo Freire, La sociedad civil y la participación ciudadana, La diferencia: radiografía de un sexenio y, el más reciente, El narco: la guerra fallida (méxico, Punto de Lectura, 2009), en coautoría con Jorge G. Castañeda

La educación ha sido el eje central de la acción de la Com-pañía de Jesús en sus casi quinientos años de existencia. La labor educativa no sólo ha estado presente en sus co-

legios y universidades —más de una reconocida internacio-nalmente—, sino también en sus misiones, proyectos sociales, trabajo pastoral y como guías espirituales.

El padre general, Adolfo Nicolás Pachón, asegura que la for-mación que hoy tratan de impartir los jesuitas es la “clásica” entendida como “aquella que produce en los estudiantes la apertura a todas las posibilidades y modelos de entender la realidad. Esta educación abre la mente y prepara al alumno para decisiones vitales, que van a ser una contribución a la vida social y política de sus países y del mundo”.

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LOS JESUITAS Y LA EDUCACIÓN/examen

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Abrir brecha y estar en las fronterasSiempre hay que estar abiertos al diálogo de las culturas y la aper-tura al otro. Se sabe lo que se es y piensa y por eso mismo se acepta que otros son y piensan de manera distinta. Lo propio no se rela-tiviza, pero tampoco se absolutiza. Se busca el acercamiento de las culturas. Se asume el reto de comunicarse a fondo con los distintos. Se acepta que vivir interculturalmente implica generar procesos de autocuestionamiento porque todo encuentro serio con el otro, con el distinto, siempre cuestiona y obliga a preguntarse si todo lo que le digo o propongo se sostiene y realmente significa algo para mí mismo.

Vida interiorQue permite aceptar el propio límite, pero siempre en la esperanza de la posibilidad, a la manera del jesuita Teilhard de Chardin, de que toda la creación camina en una espiral de permanente perfección. Contempla la respuesta a interrogantes como: quiénes somos, de dónde venimos y cuál es nuestra misión en el mundo. Una intensa vida interior exige una ética que guía el accionar en la vida y la re-novación permanente. Implica también estar abierto a la posibilidad de la irrupción de Dios en nuestras vidas. Siempre hay que saber perdonar y promover la reconciliación con los otros. No es fácil, pero hay que trabajar en esa dirección.

Trabajo en equipoEl trabajo hoy, cualquiera que sea su campo, requiere de la acción en equipo. Se está en un tiempo de cooperación, de trabajo en red que exige el esfuerzo coordinado “a lo ancho y alto del globo terráqueo”. La complejidad de los temas y la necesidad de plantea-mientos distintos y sugerentes, exige una propuesta multidisciplinar. La época de los genios individuales ya pasó. La solución de los problemas actuales y el abrir nuevas vías y horizontes de acción requiere trabajo en equipo. La realidad plantea preguntas sobre la búsqueda de alternativas en la ciencia y la tecnología, pero también en la política y la economía que sólo se pueden enfrentar en con-junto y desde una perspectiva compleja.

Reflexión críticaLa propuesta educativa actual de los jesuitas supone claridad, pero no necesariamente está garantizado su éxito. Es una concepción original y sugerente, que se ubica en la mejor tradición de la Com-pañía de Jesús, la última de las grandes órdenes de la Iglesia, pero no es garantía de que estas ideas estén permeando en las y los alumnos de los jesuitas en sus colegios y universidades o en el conjunto de su acción apostólica.

El gran reto de éstos y sus colaboradores en todas sus obras es impulsar y hacer valer estas ideas que constituyen una potente pro-puesta educativa para el siglo que apenas inicia. En la universidad ésta debe hacerse todavía más presente a través de un diálogo in-tenso con maestros y alumnos, para que los elementos centrales se conozcan e integren a los planes y programas de estudio. No tengo dudas de que este diálogo sería muy bien recibido por la comu-nidad universitaria. Vivo con orgullo ser profesor de la Ibero, una institución educativa de los jesuitas.

La propuestaLos jesuitas ahora, fieles a su tradición, pero también siempre abier-tos a los cambios y a la renovación, en busca permanente del magis (en busca de más) y del Ad major dei Gloriam (A la mayor gloria de dios), ofrecen una educación humanista que se propone formar en:

Vivir en libertadExige decidir de acuerdo a la conciencia y las propias convicciones sin importar el qué dirán o las consecuencias de ese proceder. Se actúa, pues, en razón de lo que se piensa y cree y no a partir de las costumbres y presiones sociales; aunque no se ignora que se es hijo de una cultura. La manipulación, venga de quien venga, se rechaza y nunca hay adhesión incondicional o “religiosa” a ninguna causa, por más noble que ésta sea.

Se trata de que cada quien piense por sí mismo y no se sume mecánicamente al pensamiento de los otros. No se trata de asumir doctrinas o verdades ya hechas sino pensar por cuenta propia, que exige sentido crítico y el estar siempre dispuestos a dar razón de lo que se piensa. Vivir en libertad implica el rechazo al dogma y refugiarse en el pasado y se descalifican las posiciones que se arti-culan a partir de las modas coyunturales. Se asume que la duda y la incertidumbre son parte de la vida. Hay conciencia de que siempre se está en proceso de aprendizaje y que la libertad nunca está dada sino que es una conquista diaria.

Profundidad de pensamientoQue impulsa siempre a buscar, mediante la reflexión y estudio, las causas de todo lo que sucede y también se propone fundar lo que se dice o plantea. La profundidad, que exige de la experiencia de la vida, garantiza la credibilidad de lo que se sostiene e invita a la universa-lidad. Sólo ésta hace posible el verdadero diálogo. La superficialidad impide hacerse las preguntas propias de toda vida que realmente se toma en serio. La profundidad evita que se dé “gato por liebre”.

Despertar la imaginaciónPosibilita entender la realidad de otra manera y conlleva la posibilidad de hacerse preguntas y ofrecer soluciones distintas a las convencionales. Resulta fundamental para deshacerse de “rémoras y pesos del pasado” que dificultan la creatividad y la innovación. La imaginación no es si-nónimo de la “fantasía”, que es un recurso, para tratar de escapar y eva-dir la realidad. La imaginación permite estar a la búsqueda de nuevas posibilidades y tener la mirada siempre en el futuro. El despertar la ima-ginación, la creatividad y el sentido crítico requiere el trabajo perma-nente que las propicie. Hay que rechazar todo tipo de coerción mental y dogmatismo que atente contra la imaginación y la creatividad.

Responsabilidad socialEl tener sólo tiene sentido en la posibilidad del dar. Se es para uno mismo, pero también para los demás. El mundo no sólo es espacio de lo privado sino también de la construcción de lo público que es nuestra responsabilidad. Hay siempre que ir “felizmente hacia abajo”, en el encuentro de los que menos tienen, para ayudarlos a “subir” y juntos transformar el mundo, para hacerlo un lugar inclu-yente y digno para todos.

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›Los retos de la

educación jesuita

Fernando Fernández Font, S. J.Asistente de Educación de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús y ex Rector de la Universidad Iberoamericana Puebla

La línea conductora de este artículo ha sur-gido de la Conferencia que tuvo el Padre General Adolfo Nicolás, Shaping the Futu-

re. Networking Jesuit Higher Education for a Glo-balizing World, en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, en el foro con los Rectores de las Universidades confiadas a la Compañía de Jesús, el 23 de abril del 2010.

En dicho foro el Padre General Adolfo Nicolás se di-rigió a toda la asamblea para llamar la atención sobre las grandes preocupaciones apostólicas que experimenta como General de la Compañía de Jesús.

Persona académica, universitario “globalizado” por sus más de cuarenta años vividos en Asia, con una extraordinaria visión de los grandes desafíos del mundo actual, el Padre fue dejando caer —casi podríamos decir “a cuentagotas”—sus reflexiones sobre el rumbo por donde hoy la educación superior jesuita ha de caminar y los re-tos que ha de afrontar. Y es evidente que, al hacerlo, marcó el nuevo derrotero de nuestras instituciones de educación superior.

Es imposible glosar todos los puntos que abordó, pero sí podemos destacar aquellos que, sin duda, por su importancia definitiva, esta-ríamos obligados a tomar en consideración.

Su punto de partida es un análisis de la realidad del mundo: éste ha dejado de ser humano, justo, sostenible. El futuro está amenazado. Se ha ido imponiendo una cultura fruto de la globalización, cuyo rasgo principal va siendo una enorme superficialidad. A nivel epis-temológico, el trabajo de pensar con seriedad y sentido crítico, pa-rece cuestión del pasado; pero igualmente a nivel ético, las visiones, los deseos, las percepciones, las relaciones interpersonales, son extre-madamente superficiales, lo que inevitablemente ha conducido a un

relativismo moral, a la intolerancia y el consumis-mo, cuya dramática consecuencia es la incapacidad de buscar la verdad y el entendimiento.

Los jóvenes han perdido progresivamente la ca-pacidad de tratar con la realidad, lo que implica un

proceso gradual de deshumanización. La percepción superficial y egocéntrica de la realidad hace casi impo-

sible el sentir compasión por el sufrimiento de otros. A mayor satisfacción de deseos inmediatos, menor compromiso

para dar la vida por algo que realmente valga la pena. Sin duda, el panorama resulta sombrío, y más aún dicho por alguien de la calidad moral y el conocimiento que posee el Padre Nicolás. Y, ante esto, ¿qué propone?

En primer término, algo simple pero terriblemente complejo: forjar un mejor futuro para la humanidad. Los retos de la Compañía de Jesús no pueden ser otros que los que hoy tiene la sociedad; aun-que vistos desde lo propio de nuestro quehacer como académicos, desde la profundidad de pensamiento y la imaginación creadora, guiados por el discernimiento ignaciano. Sin la comprensión de este nuevo y complejo mundo interior, creado por la globalización, poco podremos aportar.

Lo segundo es redescubrir y poner en práctica nuestra universali-dad. Estamos por todo el mundo y esta presencia nos ha permitido tener una visión amplia para replantear la comprensión de la iden-tidad, la pertenencia y la responsabilidad. Ahora vemos que somos una sola humanidad con desafíos y problemas comunes, de la que so-mos responsables. La universidad se ha de convertir en un proyecto social, de manera semejante a como lo concibió el Padre Ellacuría: Ser una fuerza cultural que abogue por la verdad y la promocione; así como por el desarrollo, la justicia y la paz social.

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LOS JESUITAS Y LA EDUCACIÓN/examen

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El grave problema es que no terminamos de ser una verdadera red de universidades jesuitas. Cada una funciona con relativa au-tonomía; por eso su impacto como proyecto social es limitado. Se nos ha escapado el potencial que poseemos como organismo inter-nacional y multicultural. ¿No podemos ir más allá de las relaciones informales que tenemos como familia y reorganizarnos para ha-cer realidad la universalidad tan propia de la visión ignaciana? ¿No podemos construir redes internacionales más eficaces y universales como instituciones de educación superior para convertirnos en un único proyecto social de carácter mundial? Si pudiéramos lograrlo, se podría trabajar con creatividad el análisis y solución de la pobreza, la desigualdad y las otras formas de injusticia en el mundo, como la degradación del medio ambiente, cuyos afectados principales son los pobres.

El último reto propuesto es aceptar el compromiso de la Com-pañía de Jesús con el ministerio académico. Para nosotros éste es un verdadero “apostolado”. La investigación siempre está dirigida a mejorar las vidas de las personas; no es simplemente una abstrusa conversación entre miembros de un excluyente grupo de élite. La tan traída y llevada “sociedad del conocimiento” se ha convertido en fuente de exclusión para las sociedades, pues sin duda sólo algu-nos sectores resultan beneficiados, pero no así las mayorías.

De ahí que el Padre General lance una serie de preguntas que deberían de pararnos en seco para hacer un profundo examen de conciencia sobre el sentido de nuestras universidades: ¿A final de cuentas, quiénes se benefician del conocimiento producido en nuestras instituciones y quiénes no? ¿Cómo podemos compartir con mayor eficacia este conocimiento con los pobres y excluidos? ¿Se han convertido los claustros de profesores y los estudiantes en voz de los sin voz; en fuentes de derechos humanos para aquellos a

quienes se les niegan esos derechos; en recursos de protección para el medio ambiente; en personas solidarias con los pobres?

El reto es verdaderamente mayúsculo. Sin profundidad de pensa-miento, imaginación, pasión moral y convicción espiritual, no hay posibilidad de avanzar por la línea trazada. Para eso tenemos la tra-dición ignaciana guiada por el Discernimiento. Pero la verdadera cuestión va más allá de una mera orientación o mejora de nuestro servicio; nos lanza a preguntarnos si no es necesario reorientar la misión de la educación superior jesuita. Con la sencillez que el Padre Nicolás utiliza en sus intervenciones, deja caer una serie de cuestionamientos que no podemos tomar a la ligera o cubrir con ideologías justificadoras que rápidamente tienden a la descalifica-ción para continuar como si nada hubiera pasado.

La educación ignaciana ha de cambiar a los estudiantes: ¿En qué se convierten al estar con nosotros? ¿Cuántos egresados adquirieron la experiencia de interactuar con la realidad que los transformó has-ta lo más profundo de su ser? ¿Sólo estamos poblando el mundo de brillantes y capaces superficialidades? Es imperativo preguntarnos si, en la mentalidad de San Ignacio, nuestras universidades —hoy en día— cabrían dentro de lo que él concibió como “ministerio de la Compañía”. ¿Dónde y cómo podemos servir mejor a las necesida-des de la Iglesia y del mundo, dónde somos más necesarios?

Hay que recrear el espíritu. La imaginación creativa y el rigor inte-lectual en la reflexión sobre la experiencia de la realidad, que incluye el mundo destrozado de los pobres, han de llevarnos a construir un mundo más humano, justo, sostenible. No hay otro camino que el de la pedagogía de la contemplación ignaciana (imaginación creativa) que implica una profunda interacción con lo real: llegar a sus profundida-des y recrearla. Nuestra apuesta se sustenta en el Espíritu: estamos con-vencidos que es posible contribuir a forjar un mejor futuro.

El futuro está amenazado. Se ha ido imponiendo una cultura fruto de la

globalización, cuyo rasgo principal va siendo una enorme superficialidad.

El Padre General Adolfo Nicolás, en la Ibero. Fotografías de Teresa Osorio Ochoa.

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Cuando las creencias son el resultado de la maduración espiritual, dan paso a una religiosidad que, sin prescindir de la comunicación con la divinidad, también repercute muy claramente en las relaciones de cada persona con sus semejantes.

Carlos Muñoz IzquierdoDoctor en Planeación Educativa. Académico Emérito y ex director del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (INIDE) de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Entre otros reconocimientos, ha recibido el Premio Interamericano de Educación “Andrés Bello”, otorgado por la Organización de Estados Americanos (OEA) y el Premio a la Contribución a la Educación Superior, concedido por la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES)

IntroducciónNo es por casualidad que los editores de IBERO hayan decidido in-cluir en este número —dedicado, en su parte medular, a las obras edu-cativas impulsadas por la Compañía de Jesús— una reflexión sobre las relaciones entre la religiosidad inteligente y la educación. Nuestra exposición, que se referirá primordialmente a la educación superior, estará dividida en dos partes. En la primera, expondremos lo que en-tendemos por “religiosidad inteligente”; resumiremos las aportaciones que han hecho algunos especialistas para explicar el proceso a través del cual la religiosidad de las personas adquiere las características que distinguen a la religiosidad mencionada; y nos referiremos a la forma en la que la misma se manifiesta en las conductas de los individuos. En la segunda parte abordaremos el tema central de este ensayo. Nos referiremos a la influencia que la religiosidad inteligente puede tener en la orientación de los planes de estudios de las carreras profesionales; así como a las repercusiones que esa religiosidad puede tener en la se-lección e interpretación de los contenidos de los propios currículos.

Religiosidad inteligenteLa religiosidad es uno de los factores que explican las creencias, convicciones y conductas de las personas y, como expondremos en seguida, la que puede ser considerada como “inteligente” se carac-teriza por ser aceptada autónoma y libremente por cada individuo; por tanto, se relaciona con la madurez psicológica. Los especialistas han desarrollado varios modelos para explicar el proceso por el que transita la religiosidad de los individuos hasta que ésta adquiere las características arriba mencionadas. Uno de los más recientes fue propuesto por J. Fowler (1987), y describe la conformación de las

›Religiosidad inteligente y educación superior

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LOS JESUITAS Y LA EDUCACIÓN/examen

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minos relativamente similares la adquisición de la religiosidad que, desde nuestro punto de vista, merece el calificativo de inteligente.

Manifestación de la religiosidad inteligente en las conductas personalesTodas las personas que profesan alguna religión (independien-temente de la etapa en la que se encuentre el desarrollo de sus creencias) participan, con distinta intensidad y frecuencia variable, en determinados ritos litúrgicos. Sin embargo, cuando las creencias se encuentran en las primeras etapas del proceso arriba descrito, se manifiestan en una participación litúrgica meramente “vertical” (así llamada porque sólo se refleja en la comunicación del individuo con la divinidad). En cambio, cuando las creencias son el resultado de la maduración espiritual, dan paso a una religiosidad que, sin pres-cindir de la comunicación con la divinidad, también repercute muy claramente en las relaciones de cada persona con sus semejantes. De manera particular, en esto se apoya el “compromiso social” (es decir, el cumplimiento de la responsabilidad que tiene cada persona de poner sus capacidades y conductas al servicio de la justicia).1

Relaciones entre la “religiosidad inteligente”y la educación superior2

De lo dicho en las líneas anteriores se desprende que la religiosidad inteligente (en cuanto inspira conductas compatibles con el com-promiso social) tiene que imprimir un sello característico en los mo-delos de ejercicio profesional hacia los que se dirigen los currículos, así como en la forma en la que los profesores —y sus estudiantes— interpretan los contenidos de las ciencias y las humanidades.

Modelos de ejercicio profesionalComo sabemos, los currículos están conformados por un conjunto de contenidos, procedimientos y prácticas que son necesarios para adquirir los conocimientos, actitudes y habilidades que se orientan hacia una finalidad determinada. En el caso de la educación supe-rior, esa finalidad queda plasmada en los modelos de ejercicio profe-sional hacia los que se orientan los planes y programas de estudios.

Por lo anterior, la religiosidad inteligente aconseja ofrecer a los alumnos diversas oportunidades curriculares y extracurriculares, que les permitan adquirir el hábito de reflexionar sobre el significa-do, las implicaciones o las raíces histórico-culturales de los proble-mas humanos y sociales que afectan a los sectores más pauperizados de la sociedad. Otras experiencias educativas que las instituciones de educación superior pueden propiciar en sus alumnos se refieren al estudio de asignaturas relacionadas con algunos modelos deseables de práctica profesional —o con determinados enfoques sobre las formas de tratar los problemas del país.

creencias a través de un proceso paralelo a los que siguen el desa-rrollo cognoscitivo (explicado por J. Piaget), el desarrollo humano, (explicado por E. Erikson), así como el desarrollo del juicio moral, propuesto por L. Kohlberg. Fowler distingue en ese proceso seis etapas, que se inician en la “fe intuitiva” y desembocan en la “fe universalista”. Ésta se caracteriza, entre otras cosas, por el hecho de que quienes la profesan son personas más lúcidas y, sin embargo, más “plenamente humanas” que, por lo mismo, están dispuestas a man-tener lazos de amistad con otros individuos cuya fe se encuentre en etapas anteriores del mismo proceso de maduración. En síntesis, el proceso descrito por dicho autor desemboca en lo que comúnmen-te recibe el nombre de “madurez espiritual”.

Otro modelo, atribuido a J. Westerhoff (1976: 9-126), es menos complejo que el mencionado anteriormente, pues considera que las creencias individuales se desarrollan en cuatro etapas. La primera co-rresponde a una “fe experiencial” (que se recibe en la familia); la última se convierte en una “fe propia” (que resulta de la evaluación informa-da de las otras etapas intermedias). A esas etapas corresponden la “fe afiliativa” (que se apoya en el sentido de pertenencia y es producto del proceso de socialización), así como la “fe investigativa” (misma que, a su vez, es un producto de los cuestionamientos a la anterior).

Como se habrá podido advertir, ambos modelos describen en tér-

›Religiosidad inteligente y educación superior

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Asimismo, la religiosidad inteligente exi-ge que los currículos incluyan actividades encaminadas a favorecer —en los alum-nos— el desarrollo de las habilidades que necesitarán para estar condiciones de neu-tralizar (a través de su propio ejercicio pro-fesional) los factores determinantes de los problemas que reflejan un funcionamiento inadecuado de nuestro sistema social. Par-ticular importancia tiene, desde este punto de vista, el servicio social que forma parte de los currículos de di-versas carreras profesionales, pues aquél ofrece a los alumnos diver-sas oportunidades para adquirir las competencias que les permitirán contribuir, en su momento, a resolver los problemas que afectan a los sectores mayoritarios del país.

Interpretación de los contenidos de las cienciasy las humanidadesComo decíamos, los valores derivados de una religiosidad inteligen-te también se reflejan en los significados de los contenidos curri-culares aportados por las ciencias y las humanidades, lo que ocurre tanto en las aulas como fuera de ellas.3 Aunque esta afirmación es válida para una enorme cantidad de contenidos científicos y huma-nísticos, citaremos a continuación un solo ejemplo —tomado de la economía política— que la comprueba en forma contundente.

Al analizar los escritos de Adam Smith (quien es considerado, como sabemos, el “padre de la ciencia económica”)4 un autor espa-ñol descubrió, desde el último tercio del siglo XIX (González. Z: 1873: 1-121), que “el error más importante del sistema económico explicado por Smith y sus seguidores, así como el defecto capital del mismo —ante el cual desaparecen todas las bellezas y méritos que se quieran suponer en sus escritos— es una indiferencia moral y religiosa basada en un espíritu de egoísmo y de indiferencia que el cristianismo no puede menos que condenar, pues es opuesto a su enseñanza, a su historia y a su misión divina sobre la tierra.

Los valores derivados de una religiosidad inteligente también se reflejan en los significados de

los contenidos curriculares.

1 Cabe recordar que a este tema, por su importancia, fue dedicado el primer número de IBERO.2 Es importante hacer notar que el análisis que aquí hacemos —y las conclusio-nes que extraeremos del mismo— no son aplicables exclusivamente a una religiosi-dad inspirada en la religión cristiana. Por eso recomendamos al lector consultar, al respecto, la conferencia dictada por el profesor P. Krishna (ex rector del Centro de Educación de Rajghat, de Varanasi, India) en el XXII Congreso Internacional Mon-tessori, que se realizó en la Universidad de Upssala, Suecia. (Cf. Krishna, P: 1997.)3 No nos referimos aquí a los contenidos curriculares basados en verdades reve-ladas, porque ellos corresponden a un tema de enorme complejidad, que no sería posible abordar en el espacio del que podemos disponer. Ver, por ejemplo, la am-plia discusión del mismo que se encuentra en el capítulo de la Stanford Encyclope-dia of Philosophy, dedicado a la relación entre ciencia y religión (el cual fue escrito en febrero de 2007 y “revisado sustancialmente” el 27 de mayo de 2010). Además, el lector puede encontrar una novedosa síntesis de esta discusión en: Latapí, P. (2008), así como el estudio empírico acerca de la religiosidad de los científicos, que habiendo sido realizado en 1916 y replicado ochenta años después (por supuesto que por otro autor), llegó a conclusiones muy semejantes. Esos estudios son citados por Mönckeberg, B. (1999).4 Cabe recordar que en los escritos de Smith y sus seguidores se apoya la lla-mada “economía neoliberal” que ha tomado carta de ciudadanía en el mundo actual. Por eso es importante mencionar que, de acuerdo con varios pensadores —entre los que se encuentra el filósofo holandés Rob Riemen— “ese sistema eco-nómico ha dado lugar a la crisis de violencia por la que atraviesa nuestro país, la

cual es parte de la que azota al mundo occidental”. (Agradezco a Manuel Bravo, asistente de investigación del INIDE, el haberme puesto en contacto con las ideas de ese filósofo, quien el 27 de agosto del año en curso impartió una conferencia magistral en el Coloquio “Valores para una Sociedad Contemporánea”, realizado en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco.)5 Nosotros los llamaríamos “políticas públicas diseñadas para combatir las des-igualdades sociales”.

BIBLIOGRAFÍAFowler, J. (1987). Faith Development and Pastoral Care. Philadelphia: Fortress Press.González, Z. (1873). Estudios religiosos, filosóficos, científicos y sociales, tomo II, Ma-drid: Imprenta de Policarpo López.Krishna, P. (1997). La educación correcta para el siglo XXI. En: www.unidad-servicio-uruguay.org/a2r7p1.pdfLatapí, P. (2008). “Ciencia y fe: una visión alternativa”. En: La Cuestión Social, año 16, núm. 4 (octubre-diciembre), pp. 357-361. México: IMDOSOC.Möncheberg, B. (1999). Religión, ciencia y alma. Conferencia dictada en el semina-rio “Una mirada al alma” organizado por la Universidad Católica Andrés Bello, de Caracas, Venezuela, la cual fue publicada en la revista Creces (julio).Riemen, R. (2010). Entrevista concedida al diario La Jornada, publicada en la sec-ción “Cultura”, el 27 de agosto.Stanford Encyclopedia of Philosophy (2007, 2010). “Religion and Science”. En: http://plato.stanford.edu/entries/religion-scienceWesterhoff, J. (1976). Will Our Children Have Faith?. New York: The Seabury Press.

Efectivamente, reflexionaba González, “en medio de sus extensas teorías sobre la producción y distribución de las riquezas, sobre el consumo de las mismas y sobre las ventajas de la división del trabajo, Smith no buscó impedir la degradación moral del hombre, no le pre-ocupó la suerte de esa clase infortunada de obreros sepultados en las fábricas y talleres; en una palabra, en la teoría de Smith el hombre mo-ral y religioso no significaba nada, pues desaparecía por completo ante el hombre material, el hombre máquina, el productor de la riqueza. Por eso, los partidarios de la economía liberal definieron al hombre como “un capital acumulado, que no tiene valor sino según la masa de este capital en el interés de la producción”. Por la misma razón, Say (principal representante y propagador —en la Europa continental— de las teorías de Smith) afirmó osadamente que “la equidad no pres-cribe los socorros públicos”.5 En síntesis, es obvio que “esa escuela se encerró en el estrecho círculo de los intereses materiales, y prescindió enteramente de los intereses morales y religiosos del hombre”.

Así, pues, como se habrá podido apreciar, estas citas reflejan ní-tidamente la influencia que puede tener el considerar los valores derivados de una religiosidad inteligente (en el sentido en que aquí la hemos definido) o el dejarlos de lado, al interpretar los contenidos de una ciencia determinada. Y el hecho de que los escritos de Smith y Say se hayan convertido en el fundamento del sistema económi-co actualmente vigente, obliga a los universitarios a examinar esos escritos (y los derivados de los mismos) con la misma lente con que fueron observados por el autor citado.

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LOS JESUITAS Y LA EDUCACIÓN/examen

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Eugenio PáramoOrtega, S. J.Centro Universitario Ignaciano dela Universidad Iberoamericana Ciudadde México

Lo novedoso es que el Padre Generalhace un análisis incisivo de los cambios

positivos y negativos de la educación actual. En particular abundó en la exagerada

valoración de la cultura a través de Internet.

›Educación, tecnología, humanismo y valores

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LOS JESUITAS Y LA EDUCACIÓN/examen

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Nada de lo que vivimos tiene sentido si no tocamos el corazón de las personas.Cora Coralina

En la Universidad Iberoamericana de la ciudad de México se realizó la Reunión Mundial de Rectores de Universidades encomendadas a la Compañía de Jesús, del 22 al 24 de abril

de 2010. Presidió la asamblea el Padre Adolfo Nicolás S. J., Superior General. Impartió una conferencia magistral titulada: “Profundidad, universalidad y ministerio académico. Desafíos a la educación supe-rior jesuita de hoy”. En las siguientes páginas comentaré mis impre-siones de dicha conferencia.

Todo fue comunicado por el Padre Nicolás con un estilo de ora-toria sencilla, profunda, realista, sugerente. La sencillez, transmisión cordial, abre los recónditos entresijos de la receptividad; es como un rico regalo con pocas envolturas. Se me ha pedido que comente lo que me ha impactado. Iré espigando unas citas leídas en el texto, señaladas con co-millas.

Educación viene de las palabras latinas educare, ducere. Significa conducir, señalar. María Mo-liner la define del siguiente modo: “Preparar la inteligencia y el carácter de los niños para que vivan en sociedad”. Humanismo: apro-vechar todos los conocimientos que enri-quecen el espíritu y la sensibilidad. Tecnolo-gía: utilizar toda la ciencia para la obtención de objetivos de construcción positiva. Valores: buscar y practicar aquellos principios humanos, para vivirlos en todas las acciones que dignifiquen a la persona en beneficio individual y comunitario.

Contra la globalización de la superficialidadEn un diálogo previo se le pidió al Padre Nicolás que hablara so-bre las cinco prioridades de la acción de la Compañía de Jesús en el mundo de hoy. “La primera preocupación naturalmente y creo que sin esa nuestro servicio al mundo sería muy limitado, es nuestra renovación espiritual: quiénes somos, de dónde venimos, cuál es nuestro carisma, la función en la iglesia y el mundo, cuál es nuestra inspiración de todo lo que tratamos de hacer y servir”. En su expo-sición se encuentran los principios ancestrales del origen, aplicación y desarrollo de la experiencia de los quinientos años de trabajo educativo de los jesuitas. ¿Entonces qué hay de nuevo? Lo novedoso es que el Padre General hace un análisis incisivo de los cambios po-sitivos y negativos de la educación actual. En particular abundó en la exagerada valoración de la cultura a través de Internet.

Hizo una crítica valiente cuando afirmó que estamos viviendo una “globalización de la superficialidad”. Es demasiado lo que re-cibimos de información a través de la pantalla, que no podemos asimilar. La rapidez y el poco esfuerzo que hacemos para obtener información nos quitan la oportunidad personal o de grupo de distinguir lo bueno de la basura, lo superfluo de lo constructivo. Con una anécdota relató lo que opinaron dos profesores jesuitas de la Universidad de Sofía, en Japón: “Internet es maravilloso. Se

puede obtener una información tan rápida y fácilmente que debe-mos confesar que ahora leemos y pensamos menos, pasamos menos tiempo discerniendo qué hacer”. Si los profesores dicen esto, ¿qué podemos decir de los estudiantes?

“La globalización de la superficialidad constituye un desafío para la educación superior jesuita en el sentido que es menester promover nuevas formas creativas de aquellas características que distinguen la tradición ignaciana, como profundidad de pensamiento e imagina-ción”. Profundidad de pensamiento, anotación clave, de la pedagogía ignaciana, se encuentra en el número 2 del umbral de los Ejercicios

Espirituales de San Ignacio de Loyola: “No es el mucho saber lo que harta y satisface al alma, sino más bien el sentir y

gustar de las cosas internamente”. La sabiduría que significa saborear, gustar, y no tanto abundancia,

ni ultravelocidad como en las computadoras. Más bien la sabiduría que alimenta e impulsa, a través de volver sobre el texto, compren-derlo, asimilarlo. Esto es lo que nos puede educar —ser conducidos— hacia pensa-mientos hondos e imaginaciones recreativas que ilustren. Hay que buscar la sabiduría que origine placer intelectual, afectivo, que po-

tencie acciones positivas.El Padre Nicolás subrayó la importancia de

la imaginación que nos lleva a la creatividad: “La creatividad puede ser uno de los aspectos más ne-

cesarios en los tiempos actuales, creatividad real no es simplemente seguir consignas, repetir lo que escuchamos. La

creatividad real es un proceso activo y dinámico para buscar respues-tas a preguntas reales, inteligentes, encontrar opciones a un mundo infeliz que parece ir en direcciones que nadie puede controlar”.

Por una inspiración ignaciana comúnEl tema de la universalidad educativa, ocupa en su discurso un sitio importante. Para llenar este vacío de lo más universal, o extenderlo con mayor efectividad, sugiere las “redes” de intercambios cultura-les. Acrecentar la comunicación de experiencias educativas, de ayu-das interuniversitarias, viajes, visitas de alumnos y profesores hacia otras culturas de donde puede brotar el enriquecimiento comuni-tario. Comenta en su texto, que muchas personas de varias naciones y culturas, reconocen en la diversidad de nuestros centros de ense-ñanza superior, unas “similitudes familiares”. Señala que hay que abundar en la realidad que ya se tiene: “Sólo hay una inspiración ignaciana en común en vez de una ‘red de universidades jesuitas’”.

Comentó que cuando ha viajado se le pregunta por qué ha dis-minuido el número de los jesuitas que trabajan en obras sociales. Ha respondido que son menos numerosos y que por lo tanto tam-bién menos en número los que trabajan en las labores educativas. Y añadió: “Sin embargo tenemos al mismo tiempo más programas de relevancia social que antes en nuestras universidades y colegios”.

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El Padre Nicolás subrayó la importancia de la

imaginación que nos lleva a la creatividad.

Actualmente en lo educativo, se tiene mayor convencimiento de la práctica urgente de la promoción de lo social. Y añadió: “Sé que toda universidad jesuita, aunque sea de distintas maneras, persigue convertirse en lo que Ignacio Ellacuría, rector jesuita de la Univer-sidad Centroamericana Simón Cañas, martirizado hace veinte años, llamaba proyecto social, impulsada por su compromiso al servicio de la fe y la justicia”.

En el tema de la universalidad, el Padre Nicolás no sólo recuerda que, desde el origen la Compañía de Jesús ha tenido labores sociales. También para confirmar y actualizar, citó el decreto 2, número 20, de la Congregación General XXXV: “El nuevo contexto de glo-balización nos exige actuar como un organismo universal con una misión universal, que hace realidad al mismo tiempo la diversidad radical de nuestras situaciones. Es como una comunidad mundial, y simultáneamente como una red de comunidades locales, que busca-mos servir a otros en todo el mundo.”

Como ideal de trabajo común, propuso lo que llamó tres “Con-sorcios”: “El primero para confrontar con creatividad y desafío del surgimiento de ‘nuevos ateísmos’ agresivos”. Son anticlericales e in-cisivos. Y esto no obstante que en otros países como en el Japón —legendario país secular— se respeta con realismo la separación Iglesia y Estado. En cambio en otras naciones, aun numerosas en habitantes católicos, el ateísmo es combativo. Segundo consorcio: la mirada realista para responder al desafío de la gigantesca pobreza. Refirió que durante sus viajes le preguntan cuáles son los desafíos de la Compañía de Jesús, a lo que él responde: “El desafío es la búsque-da de sentido: ¿vale la pena vivir la vida? Y los desafíos que plantean la pobreza, la muerte, el sufrimiento, la violencia y la guerra.” Y el tercer consorcio está “centrado en nuestras inquietudes compartidas acerca de la degradación del medio ambiente en el mundo”. Como sabemos, esta problemática afecta más a los pobres y necesitados.

Ministerio académico y fidelidad al patrimonio ignacianoSobre el ministerio académico también me impactaron los pun-tos señalados por el Padre Nicolás, como fines en una universidad: “Si somos fieles a nuestro patrimonio ignaciano, la investigación debe concebirse siempre en términos de lo que la XXXIV Con-gregación General llama ‘ministerio académico o apostolado inte-lectual’”, al cual define del siguiente modo: “Siempre es ‘ministerio’ o ‘apostolado’ al servicio de la fe, de la Iglesia, de la familia humana y del mundo creado que Dios desea acercar más y más al ámbito de su Reino de vida y amor”.

Planteó dos desafíos del “ministerio académico” que nacen de la

globalización moderna. El primero surge del hecho de que la globa-lización ha creado “sociedades de conocimiento”. De ahí que para el desarrollo “de personas, culturas y sociedades dependen enorme-mente del acceso al conocimiento para su desarrollo”. La pregunta inquietante es: ¿Cómo les vamos a proporcionar esa cultura a los po-bres? Pregunta que hay que hacer en nuestras universidades: “¿Cómo se han convertido en la voz de los sin voz fuentes de derechos huma-nos para aquellos a los que se niegan derechos, recursos de protec-ción del medio ambiente, personas solidarias con los pobres”.

El segundo desafío atañe al cuestionamiento de una realidad de nuestro mundo, que con su “secularismo agresivo” afirma que “la fe no tiene nada que decir al mundo y sus grandes problemas y por otro lado el resurgimiento de varios fundamentalismos”. Cita el Padre Nicolás al Papa Benedicto: “El secularismo como el fun-damentalismo excluyen la posibilidad de un diálogo fructífero y una cooperación efectiva entre la razón y la fe religiosa”. Afirma el Padre Nicolás que “a medida que se propagan el secularismo y el fundamentalismo, nuestras universidades están llamadas a encontrar nuevas formas de renovar con creatividad este compromiso con el diálogo entre fe y cultura que siempre ha sido una marca distintiva del ministerio académico de los jesuitas”.

El P. Nicolás citó de nuevo al Papa Benedicto, quien dijo a los jesuitas reunidos en C. General 35, D. 1, n 13: “que la misión de la Compañía de Jesús en la Iglesia estaba ‘en las fronteras en donde convergen la fe y la ciencia moderna, la fe y la lucha por la justicia”. Y en la carta número 5: “Ésta no es una tarea simple sino que exige valor e inteligencia, y un profundo sentido de estar enraizado en el propio corazón de la Iglesia”.

ConclusionesAl final hizo una síntesis de su Conferencia de acuerdo a una tradi-ción jesuita: la “repetio”, recordar, resumir:

1) “En respuesta a la globalización de la superficialidad, creo que necesitamos estudiar con mayor profundidad el mundo cultural emergente de nuestros estudiantes y encontrar maneras creativas de fomentar profundidad de pensamiento e imaginación, una profun-didad que es transformadora de la persona”.

2) “A fin de maximizar el potencial de las nuevas posibilidades de comunicación y cooperación, insto a las universidades jesuitas a trabajar porque se establezcan redes operativas internacionales que aborden importantes temas tocantes a la fe, la justicia y la ecología, las cuales plantean desafíos en los distintos países y continentes”.

3) “Por último, les animo a buscar formas creativas de compartir los frutos de la investigación con los excluidos para contrarrestar la desigualdad de la distribución del conocimiento; y en respuesta a la propagación mundial del secularismo y fundamentalismo, invito a las universidades jesuitas a renovar su compromiso con la tradi-ción jesuita de ministerio académico como mediación entre fe y cultura”.

Al formular la siguiente pregunta replanteó la necesidad de ahon-dar en la reflexión: “Si San Ignacio fundara la Compañía de Jesús en este siglo XXI, ¿continuaría aprobando que las universidades fueran un ministerio de la misma?”

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›La tradición jesuitay las nuevas fronterasen la educación

Pedro RubensFerreira Oliveira, S. J.Rector de La Universidad Católica de Pernambuco, Brasil

1. Del riesgo del error al riesgode la experienciaLa visión jesuítica, delante del problema del riesgo del error y de la ilusión, pro-pone una dinámica de conocimiento que busca transformar “los modos de pensar habituales mediante una constante inte-rrelación de experiencia, reflexión y ac-ción” (CE). El sentido de la experiencia no es el de la verificación empírica, es de lo que normalmente llamamos de viven-cia y empatía. Por reflexión no se entiende la pura abstracción, más bien una inteli-gencia de realidad o una inteligibilidad de lo real. Esa visión nos distancia tanto del activismo y del inmediatismo cuanto de la oposición entre lo pragmático y lo teórico.

En la Pedagogía Ignaciana se toma-ron dos puntos más en esta dinámica: el “contexto de aprendizaje” y la evaluación, indispensable en una dinámica educativa que es también auto reflexiva (PI, p. 32).

2. De la incertidumbre almisterio inagotableEl tema de la incertidumbre, indicado por Morin, no aparece tan claramente en la propuesta jesuítica. Dos nociones im-portantes para la fe cristiana pueden ser trabajadas en esa perspectiva: la noción de “misterio”, que puede ser rescatada más allá de los esoterismos de moda y el concepto de “revelación” que merece ser revisado y quitado del contexto anti-modernista en que surgió, para expresar la dimensión ambivalente de lo real. Al final, lo real nunca es evidente: tanto se revela cuanto se esconde. Se presenta una “brecha” para develar un sentido de tras-cendencia: esa dimensión, antes de ser un asunto de fe o de religión, está en relación a una visión de ser humano, consciente de su finitud y abierto al misterio inagotable de su propia humanidad.

En la última Congregación General (CG35) de los jesuitas, en 2008, la educación no fue abordada de ma-

nera específica, así como ninguno de los campos apostólicos en los que está presente la Compañía de Jesús, en tanto, los docu-mentos finales de este encuentro confir-maron las anteriores opciones apostólicas y lanzaron un desafío para redescubrir nuestro carisma propio (CG 35, decreto II), apuntando a la necesidad de avanzar rumbo a “nuevas fronteras” (CG 35, Dec. I, 13.15; 2, 20).

En este sentido, propongo aquí el si-guiente ejercicio: la relectura de la tradi-ción jesuita, según algunas características de la educación de la Compañía de Jesús (CE) y de la Pedagogía Ignaciana (PI), siguiendo la pista de Edgar Morin en su obra Los siete saberes necesarios para la educa-ción del futuro (UNESCO, 2000). El autor propone siete factores para considerar la educación del futuro:

1) Las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión;2) Los principios del conocimiento pertinente;3) Enseñar la condición humana; 4) Enseñar la identidad terrena;5) Enfrentar las incertidumbres;6) Enseñar la comprensión; y7) Antropoética o ética del género humano.Delante de la concepción “universa-

lizante” de Morin, rescatamos algunos elementos fundamentales de la tradición “singular” jesuita, indicando algunos “des-plazamientos” propios de la dinámica ig-naciana.

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La educación jesuita se afirma como una tradición de búsqueda de la formación

integral: excelencia académica que está en íntima relación con la excelencia humana.

›La tradición jesuitay las nuevas fronterasen la educación

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3. De la pertinencia a la excelenciaLa propuesta de un conocimiento perti-nente nace de una crítica de la fragmen-tación del saber. La educación jesuita, por su parte, se afirma como una tradición de búsqueda de la formación integral: excelencia académica que está en íntima relación con la excelencia humana (PI, 107). Se trata de formar líderes que to-men posiciones de responsabilidad en la sociedad. Ahora, esa perspectiva condujo a distorsiones que merecen ser criticadas y corregidas, por tanto cualquiera que haya sido la interpretación en el pasado, la comprensión hodierna de la excelencia no es preparar una élite socioeconómica, sino formar líderes para el servicio del Reino de Dios, a través de la construcción de una sociedad más justa y solidaria (PI, 110).

4. De la comprensión a la solidaridadLa mejor traducción jesuítica para la tarea que Morin llama “enseñar la compren-sión” es “educar para la solidaridad”. A lo largo de toda su tradición, la educación jesuita procuró formar “la persona como una totalidad”: intelectual, profesional, psi-cológica, moral y espiritual. Y como dice el Padre Kolvenbach, “la persona en su totalidad en la realidad global emergente, con sus grandes posibilidades y profundas contradicciones, difiere de la persona en su totalidad de la Contrarreforma, de la Revolución Industrial o del siglo XX. La persona del mañana, en su totalidad, no llegará a ser completa sin una conciencia formada de sociedad y cultura, para con-tribuir generosamente al mundo real, tal cual existe. La persona del mañana, en su totalidad, deberá ser, en síntesis, bien edu-cada para la solidaridad.”1

La persona bien educada en la solidari-dad, no sería formada solamente en el ejer-cicio del diálogo de fe y cultura, fe y cien-cia, fe y justicia, sino también en el espíritu de valorar las otras culturas (CE, 22).

5. De la identidad terrena a la identificación con el Hijo de DiosLa cuestión de la identidad en la forma-ción jesuita “afirma la realidad del mun-do” (CE, 22), en la línea de una identidad terrena sin insistir en la inclusión de Dios como parte constitutiva de esa identidad fundamental. Dios asume la condición humana, compartiendo la forma histórica del ser humano “igual a nosotros en todo menos en el pecado” y por esa encarna-ción, todo ser humano es llamado a iden-tificarse con el Hijo de Dios, una filiación que confiere a cada persona una dignidad inalienable, fundamento de todos los hu-manismos inspirados en el cristianismo.

Lejos de promover ilusiones o idea-lismos, la educación jesuita proporciona un conocimiento del mundo en su am-bivalencia: por un lado un conocimiento realista de la creación que ve la bondad de Dios en toda su creación y por otro incluye a la conciencia los efectos histó-ricos y sociales del pecado (CE, 57). La educación debe tener como punto de partida a la realidad pero, vislumbrando en todo momento su transformación. En educación, el paso previo a una acción pertinente es el desarrollo de la capacidad humana en cuanto al conocimiento de la realidad y la capacidad de evaluarla críti-camente (CE, 58).

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6. De la condición humana a la opción por lo humanoLa gran tradición de la educación jesuita está centrada en la persona humana, a par-tir de su condición actual y de sus poten-cialidades. Esto comprende, primeramente una formación integral de cada individuo dentro de la comunidad humana (CE, 22), desde la formación intelectual completa y profunda (CE, 26) hasta el desarrollo de la imaginación creativa y de la afectividad (CE 28), ayudando así en el desarrollo de todos sus talentos (CE, 25).

El segundo aspecto acentúa la necesidad de la formación de la conciencia crítica: evaluar críticamente los medios de comu-nicación masiva (CE, 30) y hacer un uso crítico de las tecnologías (CE, 27). El uso de los medios tanto/cuanto o en la medi-da que construyen nuestra humanidad (cf. EE, 23) implica una verdadera pedagogía como el “arte y la ciencia de enseñar”. Más allá de una simple metodología, debe incluir una perspectiva de mundo y una visión de la persona humana ideal que se pretende formar (PI, 11): “los jóvenes de-ben sentirse libres para seguir el camino que les permita crecer y desenvolverse como seres humanos” (PI, 15).

La mejor traducción jesuíticapara la tarea que Morin llama “enseñar la comprensión” es“educar para la solidaridad”

7. De la antropoética a laacción educativa: formar hombres y mujeres para los demás“El objetivo supremo de la educación je-suita es el desarrollo global de la persona, que conduce a la acción inspirada por el Espíritu y la presencia de Jesucristo, Hijo de Dios y hombre para los otros” (PI, 12). Toda la educación jesuita está orientada para la formación de y en valores: el co-nocimiento se une a la vida moral (CE, 51) o ética.

Las últimas congregaciones generales además de redefinir la misión jesuita con el binomio “defensa de la fe y promoción de la justicia” añaden el diálogo con las re-ligiones y las culturas. La fe que promueve la justicia es el norte para la formación de un nuevo tipo de persona y de sociedad, en la que cada individuo tiene la opor-tunidad de ser plenamente humano, de la misma manera que cada uno acepta la responsabilidad de promover el desarrollo humano de los demás (CE, 76) o de la responsabilidad ciudadana (PI, 79).

El principio genuino de esa educación orientada a los valores, descansa sobre una concepción fundamental como: “La con-ciencia de que las personas y las estruc-turas pueden cambiar, juntamente con el compromiso de trabajar por esos cambios, de modo que se construyan estructuras humanas más justas, que posibiliten el ejercicio de la libertad unido a una digni-dad humana para todos”. (CE, 58).

En esta perspectiva el valor mayor es el amor: por un lado “el amor se muestra más en obras que en palabras” (EE 231); por otro el amor a Dios implica el amor a la humanidad (CE, 82), preferentemente a los pobres (CE, 85).

1 Peter-Hans Kolvenbach, O serviço da fé e a promoção da justiça na educação superior dos jesuitas nos Estados Unidos, São Paulo, Ed. Loyola Col. Ignatiana 45, pp. 11-32 y 24-25.2 Esos tres aspectos están inspirados en la conferencia del Padre General Adolfo Nicolás, S. J., a los representan-tes de las universidades jesuitas en el Congreso Internacional de Educación Jesuita realizado del 21 al 25 de abril de 2010, en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.

A manera de conclusiónRecordar esas características y dinámicas, en un diálogo con lenguajes contemporá-neos es una demostración impresionante de la actualidad de la tradición educativa jesuita. Delante de los desafíos de la glo-balización se abren nuevas perspectivas: en primer lugar la educación jesuita está llamada a profundizar el conocimiento para superar la globalización de la super-ficialidad y de la exclusión suscitada por la sociedad del conocimiento; en segundo lugar es necesario redescubrir la univer-salidad de la misión a través de redes de cooperación entre los diferentes trabajos apostólicos ignacianos, superando algunas dicotomías (fronteras antiguas) como por ejemplo entre pastoral educativa con la pastoral social, trabajo popular con apos-tolado intelectual, inserción local y misión universal, en fin se hace necesario repen-sar el apostolado académico o educativo jesuita a partir de nuevas fronteras.2

La educación se presenta así como el ejercicio de redescubrir nuestro carisma. Recordemos que todo comenzó con un grupo de jóvenes universitarios que trans-formaron sueños en proyectos y realiza-ciones. Imagínense si ellos hubieran tenido los medios hodiernos, mejor aun sería imaginar lo que podemos hacer con los medios y las oportunidades de que dispo-nemos y tuviéramos la osadía y la creativi-dad de los primeros jesuitas. En este sentido, la tradición es como un ancla lanzada al futuro. (Traducción al español: Mgr. P. Hugo Ara.)

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›Las universidades jesuitas en América Latina frenteal futuro

Luis Ugalde, S. J.Analista político, ex Rector de la Universidad

Católica Andrés Bello de Venezuela y miembrode número de la Academia de Ciencias

Políticas y Sociales de Venezuela

La liberación por las leyesLas universidades modernas nacieron con una gran fe en la razón y en la salvación por el conocimiento y las leyes científicas. El ene-migo era el oscurantismo. La diosa razón y sus leyes nos traerían la liberación y, al conjuro del iluminismo, el mal y las miserias hu-manas serían derrotados. La razón ilustrada confió más en la segu-ridad de las leyes racionales que en la fragilidad de la libertad y la responsabilidad humanas. La ley los hará libres, pensaban. Pero no la ley mosaica, ni el mandato del deber ser, sino las leyes naturales que, según los ilustrados, están inscritas en la condición humana con la misma precisión que las leyes físicas, químicas y biológicas. Descubran —decían— las leyes naturales de la sociedad humana, de la física social y de la economía, respétenlas y ellas inexorablemente les llevarán a la plena felicidad. Leyes “objetivas” liberales, o leyes marxistas. Los liberales deístas creían que el Supremo Arquitecto del Universo había puesto las leyes del mercado de manera que la bús-queda egoísta del interés propio por todos los millones de actores económicos llevaría a la mayor producción y mejor distribución de bienes y servicios.

Años después, en la sociedad burguesa de libertades económi-cas irrestrictas, Marx se encontró con dantescos cuadros de miseria proletaria, algo muy distinto de la prometida libertad, igualdad y fraternidad.

En respuesta, Marx también creyó descubrir la ley de la economía que explica el origen de la miseria y explotación humanas y que al mismo tiempo encierra la clave para llegar al paraíso y al hombre nuevo. La apropiación privada de los medios de producción sería la causa de la explotación humana y de su alienación. La revolución proletaria llevaría a la toma del poder, a la supresión de esa apro-piación privada y a la consecuente extinción del Estado y de la alienación religiosa, como ya innecesario suspiro en la miseria para el hombre nuevo en plena felicidad y abundancia.

Ambos, el liberalismo sin leyes morales ni restricciones jurídicas ni contrapesos socioinstitucionales, y la revolución comunista-es-

tatista con eliminación total de la propiedad privada de los medios de producción, han sido probados durante largas décadas y están a la vista sus resultados antihumanos que dejan en evidencia histórica que esas supuestas leyes por sí mismas no nos liberan, ni producen el paraíso en la tierra.

Los más de dos siglos transcurridos nos dejan algunas evidencias. Ciertamente, el desarrollo autónomo de la razón, de las ciencias y del conocimiento, ha producido transformaciones que han revolu-cionado la historia y modelado de manera asombrosa la vida y la cultura humanas. No menos evidente es que las guerras y revolucio-nes más espantosas han ocurrido en estos dos siglos y que el poder destructivo, y la capacidad de control y de negación de vidas huma-nas en las sociedades modernas supera todo lo antes imaginable.

Por otra parte, hoy como nunca antes la humanidad tiene los medios para derrotar el hambre, las guerras y las discriminaciones; pero también para destruir la tierra como hábitat humano con sólo dejarse llevar por la fuerza de la inercia económica dominante. Se requiere una nueva conciencia mundial para preservar y compartir los recursos naturales vitales y promover el diálogo hacia una hu-manidad única y solidaria.

En medio de estos retos estamos nosotros, universitarios del siglo XXI, como responsables de contribuir al sentido y a la vida digna y libre en nuestros países y a la formación de personas capaces de discernir y de dirigir humanitaria y constructivamente los saberes instrumentales.

Gloria de Dios y vida humana¿En el siglo XXI la universidad jesuita de inspiración cristiana es solamente un nostálgico rezago cultural o más bien una audacia futurista para reactivar el humanismo en un mundo utilitario y exi-toso para los ganadores, pero carente de alma, sentido y espacio vital para la mayoría humana perdedora en el juego del poder político y económico?

El lema de los jesuitas desde su fundación es el conocido Ad

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No podemos ser universidades del siglo XXI sin asumir integralmente la formaciónde la persona y superar elcultivo de la racionalidad instrumental reductiva.

Maiorem Dei Gloriam, con lo que corremos el peligro de imaginar-nos un cielo barroco lleno de ángeles que rodean el trono de Dios cantando sus glorias. Para superar esa evasión, hay que contemplar, como lo hacía San Ignacio, a Jesús de Nazareth dando gloria a Dios al curar a los leprosos e invitar a nacer de nuevo a los intelectuales personificados en Nicodemo, y escucharlo cuando nos invita a ha-cernos hermanos como el buen samaritano. Ahí aprendemos que en cristiano la gloria de Dios es que los hombres y mujeres vivan con sentido y dignidad.

Realidad antropológica y solidaridadEl error antropológico del individualismo liberal y del marxismo estatista llevó a la frustración de sus promesas liberadoras y a socie-dades insostenibles e inhumanas. La condición humana es tal que cada persona se hace a sí misma a partir de lo recibido de otros y con otros. Nacemos por otros y nos hacemos personas con otros, a base de libertad, conciencia, responsabilidad y solidaridad. Es cierto que cada persona busca su propia realización, pero no lo es menos

que la encuentra en la medida en que sale de sí misma por el re-conocimiento del otro. El yo se encuentra a sí mismo en el “nos-otros“, al reconocer y afirmar al otro como tal. Esta es una realidad constitutiva de la persona, de la familia, de los pueblos y de las na-ciones y también de la humanidad en un mundo globalizado.

La persona va siendo y realizándose en la medida que crece en li-bertad, responsabilidad y solidaridad con otros. La racionalidad ins-trumental facilita los medios, pero estos son ambiguos y se pueden aplicar para dar vida o para sembrar muerte. Por eso la universidad tiene que formar integralmente —no sólo en conocimiento racio-nal— hombres y mujeres capaces de discernir la aplicación de la ciencia y de la tecnología y concretarlas en la acción, para que el hombre viva con dignidad y solidaridad.

El economicismo liberal terminó en exclusión y luchas sociales, llevó a la gran depresión de 1929 y —por reacción— a la implan-tación de dos espantosos sistemas estatistas y totalitarios y a las dos guerras mundiales más devastadoras y criminales.

Afirmamos al mercado y al Estado como realidades comple-

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mentarias e indispensables, pero no nos de-bemos tranquilizar pensando que somos equilibrados y prudentes, centrados ante los extremos del colectivismo estatista y del individualismo liberal. Pero si no queremos autoengañarnos, debemos ir más allá, pues sabemos del historial tiránico del Estado y también de los estragos causados por una dominante economía financiera y de gran-des consorcios, lejos de la proclamada com-petencia perfecta en el mercado.

Estado, mercado y razón intelectual, tres realidades extraordina-riamente valiosas e imprescindibles, pero cuya aplicación necesita sujetos humanos con discernimiento, libertad y bondad para uti-lizarlos como instrumentos de humanización y no como ídolos, intocables objeto de adoración. No podemos ser universidades del siglo XXI sin asumir integralmente la formación de la persona y superar el cultivo de la racionalidad instrumental reductiva; ésta, si es exclusiva, lleva a las universidades a ser dóciles servidoras de la demanda del mercado o del Estado, omitiendo la obligada pregunta: ¿Estado, mercado y razón son señores que oprimen o son servidores de la vida humana?

Aquí llegamos a la necesaria formación del corazón, de los afec-tos, de la conciencia y de la responsabilidad social en la universi-dad, que no debe tener su epicentro dentro de sus muros, sino en la sociedad. Y parece evidente que las sociedades latinoamericanas tienen pendiente la superación de la pobreza, la inclusión de los excluidos de la participación política y económica, con elevada pro-ductividad, tanto en la polis como en la empresa. El caudillismo y sus engañosos mitos revolucionarios vuelven en el siglo XXI a cau-sa de las deficiencias de las instituciones, de la miopía económica, de la irresponsabilidad política y del abandono ciudadano.

Seréis como diosesLa Biblia con su sabiduría de mitos, parábolas, relatos, poesías y sen-tencias sapienciales, nos dice que el hombre busca ser como Dios; y la historia, especialmente la moderna, lo confirma. Donde está la suprema aspiración está la suprema tentación. “Seréis como dioses” resuena en el Paraíso de Adán y Eva, y en Babel. La tentación vuelve a Jesús tras el ayuno del desierto: “Si eres Hijo de Dios di que estas piedras se conviertan en panes” (Mateo 4, 3), y en la cruz: “Si eres Hijo de Dios baja de la cruz” (Mateo 27,40).

El poder y el dinero siempre han sido dioses con capacidad de en-gañar al corazón humano y con fuerza para imponerse en las so-ciedades; pero nunca tan fuertes y omnipotentes como en el úl-timo siglo de Mercado, Estado y Racionalidad instrumental.

Jesús nos dice que “nadie pue-de servir a dos señores: a Dios y al dinero” (Mateo 6,24). También nos

enseña que los señores de este mundo tratan a sus gobernados como esclavos. Y concluye que hay un modo de ser como Dios, que es dándose a los demás y sirviendo, al modo del Hijo del hombre “que no ha venido a ser servido sino a servir” (Marcos 10,41-45).

Para el buen samaritano —ese personaje inventado por Jesús—, ga-nar la vida y ser como Dios es hacerse prójimo y servir al herido. Esa es la gloria de Dios, que el herido y el leproso sean curados y vivan.

La Universidad ignaciana se adentra en los extravíos de la razón y del corazón humano y enseña que el único modo de no postrarse en adoración ante los ídolos del poder político, del señorío econó-mico y de la diosa razón, es reconociendo el valor supremo de la vida del otro y afirmándolo en el “nos-otros”. El Dios-amor hecho vida en nosotros y en la historia, es el único Dios que no domina ni niega al otro, aunque debemos reconocer que los cristianos con frecuencia nos hemos convertido en creyentes y servidores del dios de la guerra y del poder.

Libertad, igualdad y fraternidadEl lema de la Revolución Francesa, “Libertad, igualdad y fraterni-dad”, contiene una profunda intuición de la búsqueda humana. Se ha tratado de conseguir la libertad y la igualdad a base de mercado libre y de Estado igualador, pero la fraternidad ha quedado des-cuidada o se ha presupuesto como efecto de leyes objetivas. No, el camino hacia la libertad y la igualdad de oportunidades tiene que descansar en la conciencia, en la opción radical por el otro, en la convicción de que no hay yo sin el “nos-otros” y de que el camino para encontrarnos es salir de nosotros mismos. El uso del poder

político, económico y de la razón, deben ser discernidos

y ordenados socialmente como instrumentos para que el hombre viva, homo vivens. Aquí la antropolo-gía y la espiritualidad se dan la mano para domi-nar las fuerzas salvajes del mercado y del Estado. Esa es la deuda de luz que la Universidad ignaciana tiene con la

sociedad; es la manera de amar y servir universitariamente en este siglo XXI.

El uso del poder político,económico y de la razón, deben ser discernidos y ordenados socialmente como instrumentos para que el hombre viva, homo vivens.

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LOS JESUITAS Y LA EDUCACIÓN/examen

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›El “claustro” jesuíticoAlberto Ruy Sánchez

Mi vínculo estrecho con la educación jesuítica estaba ya sembrado desde mi casa.

LOS JESUITAS Y LA EDUCACIÓN/LÍDER IBERO

“La mañana de mi examen profesional en la Universidad Iberoamericana”. 1975. Fotografía de Jorge Prior.

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Tengo la impresión, necesariamente llena de dudas, de que va-rias de mis manías más radicales vienen de los muchos años en que fui alumno de jesuitas. Digo manías por describir ob-sesiones tanto intelectuales como de actitud vital, que algu-

nas veces pueden ser cualidades y en muchas ocasiones ser defectos. Creo que la manera específica en que comprendo, enfrento y llevo a cabo mis dos profesiones, la de editor y la de escritor, está marca-da profundamente por ese paso intenso y muchas veces dramático por esa máquina de formación y deformación que son las escuelas jesuitas. Un edificio, una maquinaria de iniciación a la vida que tan sólo de forma figurada, por supuesto, llamo claustro, puesto que la idea misma de un lugar cerrado, de claustro claustrofóbico, va en contra de los principios de la orden y de su idea de educación.

Durante seis años fui alumno del Instituto Patria y después de la Universidad Iberoamericana. Es decir que cuando tenía poco más de veinte años, una década y un pico de mi vida habían transcurrido en el claustro jesuítico. Pero mi vínculo estrecho con la educación jesuítica estaba ya sembrado desde mi casa. Comenzó con mi abuelo paterno, un niño sonorense, del pueblo de Álamos, en la orilla del desierto, cuyo padre hacía dos veces al año un largo viaje de varias semanas a caballo para ir a internarlos, a él y a su hermano, en lo que él pensaba que era la mejor escuela más cercana, el colegio de jesuitas de San Juan de Dios en Saltillo. Muchos años después, mi padre, con su familia emigrada a Guadalajara, pasaría por el Instituto de Ciencias, el colegio jesuita de esa ciudad. En ambos, lo que ex-presamente valoraban de esa educación era una incesante curiosidad por el conocimiento muy por encima de la religión o la moral. Pero sobre todo la exigencia de preparase para ser felices y hacer felices a los otros. Lo decían y lo llevaban a cabo. En ambos era evidente una paradójica tensión para ser relajados pero vigilantes, sonrientes pero listos para la ironía (la sonrisa crítica), suaves pero firmes, tal vez dispuestos para la batalla pero nunca, absolutamente nunca violentos, extremadamente atentos a las formas estéticas conscien-tes de que siempre forma es fondo. Y, muy importante, la convicción de que para dirigir o controlar una situación no es de ninguna manera necesario hacerlo evidente. De todo esto, que en gran parte los describe, se hablaba de vez en cuando en el ámbi-to familiar atribuyéndolo claramente a los colegios jesuíticos.

Como parte de ese peculiar cuadro de valores y actitudes, entendido muy a su manera, ambos veían en el dinero una herramienta y nunca una meta. Y estaban orgullosos de ello. De tal modo que cuando llegó el momento de que yo fuera al Instituto Patria mi familia no te-nía capacidad de pagarlo. Y fui parcialmente becado. Lo cual introdujo en mí una aguda conciencia, rei-terada cotidianamente, de no pertenecer a la misma clase social que la gran mayoría de mis compañeros.

Para colmo yo vivía en las afueras de la ciudad, en el pequeño pue-blo de Atizapán de Zaragoza, sin teléfono, con varias horas de viaje diario en transporte público entre mi casa y el Colegio.

Era una escuela con una historia más que centenaria pero llena de metamorfosis, de larga tradición, de rituales añejos y de una gran exigencia intelectual. Funcionaba en los estudios con sistemas pi-ramidales de pertenencia: terminaba la preparatoria sólo la quinta parte de quienes comenzaban la secundaria, seis años antes. A la presión compartida por todos yo sumaba la responsabilidad de ser becario. Pero todos sabían que tenían que dar algo más de lo que se pedía normalmente para seguir siendo, año con año, de los que no eran excluidos. Las exigencias de la Secretaría de Educación, o de la UNAM en la preparatoria, eran vistas como una especie de sótano intelectual, un nivel muy bajo que se satisfacía simplemente con la inercia. En los deportes, que eran muy importantes en el Instituto, se vivía la misma intensa confrontación con los compañeros y, so-bre todo, frente a otras escuelas. Lo mismo sucedía con las artes, el teatro, la oratoria y la música. Había una efervescencia escolar, llena de actividades, de guerras internas y externas, de éxitos y caídas, de tradiciones y exigencias. Muy pronto me incliné por trabajar en la edición de los periódicos escolares y a ella me dediqué varios años. La biblioteca del Colegio fue durante mucho tiempo mi oficina de editor escolar y mi refugio. En ella afirmaba con frecuencia las semillas sembradas en las clases o en muchas de las conversaciones y seminarios especiales con maestros.

Recuerdo como revelaciones entre aquellos estantes de libros, varios momentos clave de contenido jesuítico que me parecían te-rribles y sembraban en mí la inconformidad: por ejemplo, la historia de Teilhard de Chardin, filósofo científico que fue obligado por la orden al silencio, como antes el poeta Gerard Manley Hopkins. O el momento en el que comprendí que San Ignacio y su empresa eran

de verdad delirantes. Que Ignacio, el playboy de su época, en el mo-mento de su conversión asombrosa fue como una especie de Quijote que en vez de haber leído libros

“Con Jorge Vértiz y Maricarmen Torregrosa, en la Ibero, el primer año de la carrera de Comunicación, llamada entonces Ciencias y Técnicas de la Información”. 1970.“Mis credenciales de la Biblioteca y del Gimnasio del Instituto Patria”. 1966 y 1967.

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Hasta las clases de religión, como aquellas deuna materia que se llamaba Apologética, o la

defensa argumentada de Dios, se convertían en lecciones de ardua polémica social.

experimentado. Y era enervante, por ejemplo, que las clases de fi-losofía en la Universidad Iberoamericana de aquellos años setenta las dieran beatos de preparación mediana y mediocre y no jesuitas. Profesores que nunca leían ni nos hacían leer los textos originales sino manuales sobre ellos. Fuentes secundarias. Sabíamos que había jesuitas mexicanos de alto nivel pero que vivían fuera de México. Como un especialista en el existencialismo enviado como supuesto premio a Dinamarca. Nos quedaba la sensación de que la educa-ción jesuítica humanista de alto nivel y exigencia, en algunos cam-pos como la filosofía, no en otros por supuesto, había sido también en la universidad virtualmente clausurada: nuevo sentido y conju-gación de la palabra claustro aplicado metafóricamente a la clausura de la educación jesuítica y de la radicalidad de sus principios.

Las ediciones que hemos llevado a cabo en Artes de México, desde hace varios años bajo la dirección lúcida de Alfonso Alfaro, dedi-cadas a la idea jesuítica de la educación, el arte, la ciencia y otras dimensiones de la vida donde la huella fundamental de la Compañía de Jesús y de su fundador está presente, nos han enseñado a com-prender una parte de lo que somos por contraste con otras socieda-des. Y a valorar la vigencia de una concepción fértil que sigue viva

mento en el que comprendí que un ingrediente sustancial que mo-tivaba el compromiso de mis compañeros era la culpabilidad. En la cual yo nunca nadé con la misma intensidad puesto que aquella antigua conciencia de no pertenecer a la misma clase social que muchos de ellos siguió vigente. Pero lo importante era entonces, salir del claustro, del encierro, del ámbito que daba la espalda a la realidad de nuestra sociedad.

La preocupación política estaba viva y creciendo en la columna misma del colegio. (Y condujo finalmente a su clausura en 1970 entregando la educación de esa élite social a las manos, no siempre limpias y confiables como se ha demostrado, de otra orden, de los Legionarios de Cristo. Pero esa es otra historia). Hubo jesuitas implicados en movimientos sociales extremos en varios puntos del continente. Y hasta las clases de religión, como aquellas de una ma-teria que se llamaba Apologética, o la defensa argumentada de Dios, se convertían en lecciones de ardua polémica social. No por nada cuando el movimiento zapatista se hizo público reconocí inme-diatamente en las primeras declaraciones de Subcomandante Marcos las huellas de aquella educación jesuítica. Y en sus argumentos y métodos las lecciones elementales y claras de aquella guerra me-diática o guerra de las ideas que era la Apologética. Le dije a mi esposa inmediatamente: Marcos es o fue alumno de jesuitas. Y no me equivoqué.

La universidad jesuítica era, para quienes nos formamos en el claustro previo, una versión light de la educación que habíamos

de caballería llenándose del deseo tenaz de ser un héroe más de esas novelas, leyó durante su convalecencia biografías de santos y deseó ser uno de ellos. Y su locura contagió a cientos que se lanzaron a las misiones alrededor del mundo tejiendo una épica increíble.

Recuerdo especialmente el momento en el que comprendí una dimensión sustancial de la poesía mística, la dimensión erótica. Fue cuando deduje que la idea jesuítica, presente en los Ejercicios de San Ignacio, de que se puede llegar a Dios a través de las emociones y no necesariamente del contenido de las palabras era tan revolu-cionaria en su tiempo porque era equivalente actualmente a la idea islámica de que se puede llegar a Dios a través del sexo. Y que ahí estaba la clave de los rituales barrocos a los que asistíamos.

De la biblioteca hacia afuera del figurado claustro venía una de las preocupaciones jesuíticas de aquellos años, a las que fui espe-cialmente sensible. La idea de la posibilidad de un cambio social. Documentada ampliamente en los libros marxistas de la biblioteca, para comprenderlos habría que salir hacia la realidad que nos ro-deaba. Varios de los jesuitas llevaban a cabo trabajo comprometido con las comunidades más necesitadas de la ciudad y varios de los estudiantes participábamos activamente en ellos. Recuerdo el mo-

“Luego de una odisea, para dar con ella, en la tumba del jesuita Matteo Ricci, en Pekín, China”. Febrero de 2010.

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aquí y allá y que incluso es necesaria como contrapeso y antídoto a muchos de los males que la modernidad mal entendida que vivimos nos impone en el mundo. Hemos aprendido el valor de ser barrocos. Una lección que quisiéramos difundir cada día más ampliamente.

Como comencé hablando de claustro, de edificio en el sentido figurado, quisiera terminar contradiciendo esa figuración y regresar a la materialidad del término para hacer una evocación del edificio mismo del Colegio y lo que significó para mí. Sobre todo porque ha sido destruido y, en su lugar, significativamente, se levanta un centro comercial.

Durante seis años, de los doce a los dieciocho, pasé mis días en un laberinto. Tenía la forma de un edificio enorme, recubierto de tezontle, esa piedra roja que dio carácter al centro de la ciudad de México durante siglos. La que Octavio Paz, en un poema, descri-bía como “color de sangre seca”. Se entraba subiendo una ancha escalera por la calle de Molière, en el número de resonancias má-gicas 222. Ocupaba toda la manzana. Atrás tenía varios patios y gimnasios, una cancha de basketball cubierta, talleres muy diversos, incluyendo uno obscuro de fotografía, cafeterías, sala de billar, una biblioteca cuyo orden e inventario todavía recuerdo; y un enorme teatro con sótanos y pasadizos secretos. En la planta alta había la-boratorios científicos que parecían del siglo XIX. Y esa misteriosa antigüedad de máquinas misteriosas resultaba fascinante. Las aulas tenían forma de anfiteatro, con techos muy altos, cada hilera a una altura diferente y un sótano enorme debajo de las bancas al que, por supuesto, entrábamos clandestinamente.

La azotea, cerrada con un candado del que siempre encontrába-mos la llave debajo de algún ladrillo suelto, era un mirador privi-legiado. En esa época remota era uno de los edificios más altos de Polanco. Veíamos las copas de los árboles porque entonces había muchos más en las calles y los jardines privados y hasta en los parques. Entre las disparejas y abundantes manchas verdes surgían

como agujas las torres de las iglesias, la Fuente de Petróleos y la masa del Auditorio Nacional anunciando el comienzo del Bosque de Chapultepec. Hacia atrás, el terreno subía hasta la Defensa Na-cional y antes había ya algunos edificios de departamentos que en-tonces eran modernos. Sobre todo después de las vías del ferrocarril. Algunos de quienes vivían en la colonia podían ver sus casas.

En ese laberinto extraño y para mí fascinante, que por fuera pa-recía y se anunciaba como una escuela, fui muchas veces feliz y también lo contrario. Hice amigos que sigo queriendo y aprendí muchas de las actitudes vitales que aún me mueven y que ante diferentes situaciones me hacen ser escéptico o entusiasta, curioso o indiferente, esforzado o distante, exigente o tolerante. En sus pa-tios y gimnasios, cada tarde formé parte del equipo de atletismo y seguramente ahí tomaron forma los pocos músculos que aún tenga o siga perdiendo. En la moderna iglesia de San Ignacio, justo al lado, donde reina todavía una sufriente imitación de un cuerpo de Giacometti crucificado, tuve mis breves dosis de desliz místico y mi extenso aprendizaje del escepticismo religioso. En las habitaciones de la biblioteca aprendí, como lo dije, que lo interesante estaba tam-bién más allá de las aulas. Y en las aulas a sobrevivir y vivir en una dinámica colectiva. Siendo una escuela católica ahí tuve sin embar-go maestros de otras religiones y eso era a veces una lección más grande que todo lo que se enseñaba. Como yo vivía en un pueblo muy lejano, más allá de ciudad Satélite, Polanco representaba la en-trada laberíntica a la ciudad de México. Y cada tarde, sobre la calle ancha de Ejército Nacional tomaba el primero de los “aventones” o en su defecto de los camiones que me llevarían hacia el norte. Polanco para mí era sobre todo ese edificio del Colegio, ese claus-tro, ese mundo introvertido e interminable, retador y entusiasmante que, antes de ser un centro comercial idéntico a tantos en el planeta, presumía con orgullo ser un lugar de excepción y de excelencia por sus efectos en cada uno de nosotros. El claustro clausurado.

Narrador, poeta y ensayista, además de editor, Alberto Ruy Sánchez es Licenciado en Ciencias y Técnicas de la Información por la Universidad Iberoamericana Ciudad de México; Maestro en Estudios Cinematográfi-cos y Licenciado en Filosofía, por la Universidad de Vincennes, y Doctor en Comunicación por la Universidad de Jussieu, en París. En su obra literaria, traducida a diversos idiomas y mere-cedora de múltiples galardones en México y el extranjero, destacan los libros Los nombres del aire, Los jardines secretos de Mogador, La mano del fuego, Los demonios de la lengua , Nueve veces el asombro y En los labios del agua. Desde 1988 dirige la revista Artes de México, que ha obtenido más de ciento cincuenta premios nacio-nales e internacionales. De él escribió Octavio Paz: “Su inteligencia es aguda sin ser cruel; su ánimo, compasivo, sin condescendencia ni complicidad”. Un auténtico Líder Ibero.“Siete lustros después de mi examen profesional en la

Ibero, en una imagen reciente de Nina Subin”. Mayo de 2010.

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la llama inextinguible

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Nacida en la ciudad de Aguascalientes el 12 de abril de 1923, Dolores Castro es, actualmente, la decana de la poesía de México. A sus 87 años continúa es-cribiendo e impartiendo cursos de poesía, y tiene en

proceso de escritura un libro de poemas que, afirma, será muy diferente a los que a la fecha ha publicado: Dos nocturnos (1952), La tierra está sonando (1959), Cantares de vela (1960), Soles (1977), Qué es lo vivido (1980), Oleajes (2003) e Íntimos huéspedes (2004), entre otros títulos.

Forma parte de la llamada generación del Medio Siglo, junto con Rosario Castellanos (de la que fue gran amiga), Jaime Sabi-nes, Emilio Carballido, Sergio Magaña y Enriqueta Ochoa. Su obra se inserta en la tradición de la mejor poesía escrita por mu-jeres en México, desde Sor Juana Inés de la Cruz, Laura Méndez de Cuenca, María Enriqueta, Josefa Murillo, Concha Urquiza,

›Dolores Castro:La poesía es laemoción acendrada

Rosario Castellanos y Margarita Michelena, entre otras grandes fi-guras de la lírica nacional.

En 1993, con motivo de la publicación de su antología poética No es el amor el vuelo, sentenció: “Escribir poesía es salvar los instan-tes. Se adquiere la conciencia de que si no se es capaz de escribir o de concebir de algún modo la poesía, viviremos a medias. Resolver un poema es resolver un problema vital y la resolución de cada uno de esos problemas vitales es también un ordenamiento total del mundo”.

En uno de sus poemas emblemáticos, Dolores Castro escribe: “No es el amor el vuelo./ Es lo que va despacio/ elevándose ape-nas, flotando como espuma/ adherida, adherida./ Es lo que arrastra el agua sin ahogarlo./ La rama verde de cualquier diluvio,/ lo que guarda humedad de los diluvios/ porque se hundió y flotó./ Es lo que no se ahoga entre lo ahogado”.

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poemas inéditosDolores Castro

Migrante (II)Lanzado hacia la florde los vientos,aún asípediría una brizna de respetoa mi dignidad.

Y desearía cerrar los ojosy antes de dormirver una luzun camino,una puerta abierta para mí.Y en mis sueñosun rumor de palabras conocidas,unas palabras que entienda: un buen deseouna buena intención, un Dios te guarde.Caminar en lugar en donde puedair libremente.Un lugar en donde me conozcan,por mi nombre y mis hechosen el buen tiempo o bajo la tormenta.Por quien he sido, quien soy:un hombre solo,sólo un hombre.

Migrante (I)Duró cuanto duró:Asombrado abrió cinco ventanas a la luz, a la sombra.Hospedó en cada célula suya huevecillos de crisálida y vueloSatisfizo su hambre el pan de cada díay no pudo digerir el sufrimiento.

Poeta sutil por excelencia, su obra ha ido creciendo lenta-mente, con pausas y silencios, y a su obra propia de creación, ha añadido la no menos importante de docencia mediante la cual ha formado a muchas generaciones.

Recientemente, su labor poética y formativa fue reconocida en la ciudad de México al inaugurarse, en junio de 2010, la Casa del Poeta que lleva su nombre, en la Delegación Miguel Hidalgo. Antes, en 2008, el Instituto Nacional de Bellas Artes le rindió un merecido homenaje con motivo de sus 85 años. En esa ocasión dijo: “Éste no es un homenaje para mí, sino para la palabra de la poesía. La poesía es una luz que aparece si leemos, y a veces resurge si escribimos. También me ha permitido saborear mucho mejor el mundo”.

“La poesía es la emoción acendrada”, afirma Dolores Castro. Y muestra de esta emoción acendrada es el par de poemas, inéditos hasta ahora, con el que honra las páginas de IBERO.

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Muñoz fue el primero, que yo sepa, queincursionó en los áridos temas de la Revolución

enmarcando las acciones de aquellos guerreros con hilos poéticos, describiéndolos amablemente,

se puede decir que hasta con lástima.

De los escritores de la Revolución Mexicana Rafael F. Muñoz es quien mejor refleja en sus obras un ámbito poético, dentro del árido mundo en que éstas se desa-

rrollan.Nació Rafael F. Muñoz en Chihuahua en 1899. A los 16 años

toma parte activa en la Revolución como reportero de un diario de la capital de su Estado y así conoce y presencia de cerca los acontecimientos que más tarde servirán de materia prima para sus libros.

R. Morton dice de él que en la obra de Muñoz siempre estará presente la sombra impresionante de Francisco Villa, así como que nunca lo abandonará, ni aún en sus novelas, ese estilo direc-to, exento de detalles que caracteriza al periodista, oficio en el que sigue activo Rafael F. Muñoz.

Al término de la Revolución inicia Muñoz sus actividades en la capital de la República y publica periódicamente en El Universal sus primeros cuentos, que reúne posteriormente en el volumen titulado El feroz cabecilla.

Estos relatos, verdaderos ejemplares de pureza narrativa litera-ria, se caracterizan desde luego por el estilo crudo que Muñoz seguirá manejando subsecuentemente con mayor habilidad. Uno de los cuentos incluidos en esta serie, “Oro, caballo y hombre” es el que con más frecuencia se reproduce en antologías. Narra la muerte del sanguinario Fierro, lugarteniente de Villa, al hundirse en un pantano bajo el peso del oro.

El tratamiento que Muñoz utiliza para contarnos esta anécdo-ta nos recuerda el usado por el escritor norteamericano Conrad Aiken, en el sentido de escamotearle al lector hasta el final el re-sultado. Y también al empezar a relatar aquella cosa como algo sin importancia, la que va adquiriendo conforme se avanza en la lec-tura, pero, como antes decía, sin dar a sospechar el resultado final.

Esta coincidencia viene al caso, ya que Aiken es uno de los más hábiles escritores de este tipo de narraciones y el que Muñoz, seguramente creador de su propio estilo, coincida, nos muestra una más de sus cualidades.

Sin abandonar su tarea periodística, Muñoz publica su primera

›Rafael F. MuñozJuan Rulfo

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LITERATURA /un inédito de Juan Rulfo

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Este texto vuelve a poner en evidencia que la admiración que sentía Rulfo por algunos autoresera el resultado de hacer una lectura a fondo de sus obras.

novela, ¡Vámonos con Pancho Villa! Aunque tratada en forma anecdó-tica, limitada a episodios breves, tal parece como si estuviéramos ante una serie de cuentos; con todo, la acción sigue una secuen-cia lógica y novelada, y su personaje central, Francisco Villa, no abandonado en ningún momento, le da la unidad requerida.

Pocas obras tienen el raudal de conocimientos sobre la som-bría figura de Villa como el que posee Muñoz para relatarnos sus hazañas. Y lo más admirable de esto es la imparcialidad, pues a pesar de la admiración que el autor tiene hacia su personaje, siempre lo trata de manera objetiva, sin conmoverse ni exaltarse. Antes, y en frecuentes ocasiones, se vale de las circunstancias para usar un tono irónico, casi burlesco.

Fue con ¡Vámonos con Pancho Villa! que Muñoz se dio a conocer no sólo como el narrador de los hechos del Guerrillero del Nor-te, sino como uno de los clásicos de la Revolución Mexicana.

Su estilo, diferente al de Azuela o al de Martín Luis Guzmán, le otorgó una categoría muy personal y, más que nada, su manera de decir las cosas lo diferencia marcadamente de los escritores de

Juan Rulfo,lector profesional

Rulfo dijo en una entrevista concedida en Buenos Aires el 13 de mayo de 1979, en el marco de la Feria Internacional del Libro de aquella ciudad, algo que le gustaba enfatizar:

“Yo escribo por afición, no soy un profesional. Leo, eso sí; soy un profesional de la lectura, me interesa mucho la lectura. Y [...] no es por modestia, pero quizá hay pocos autores que leen como yo, a veces leo dos libros por noche... amanezco leyendo, soy un vicioso de la lectura”.1

No son tan escasos los testimonios que dejó Rulfo sobre sus lecturas, aunque no todos son accesibles. En algunas entrevis-tas y conferencias se refirió a los autores que lo habían atraído desde su niñez y aquellos que iría descubriendo con el tiempo, pues siempre se mantuvo actualizado. Quienes conversaron con él se asombraban ante el universo de lecturas que constituyó buena parte de su vida. Pero los testimonios verbales se pierden. Quedan abundantes notas de lectura en sus cuadernos y algunos textos —de los que se ha publicado una parte— como prólogos, respuestas escritas a entrevistas, conferencias y programas de ra-dio. Aquí damos a conocer uno que estaría en cualquiera de los dos últimos casos, inédito.

En la que quizá fue la época de oro de Radio UNAM, las dé-cadas de 1950 y 1960, Rulfo colaboró en programas de los que quedan tenues noticias, como esta nota periodística de mediados de la década de 1950.2

Juan Rulfo empezó sus pláticas por la Radio Universidad (860 Kcs.) con el título de Novelas y novelistas de nuestro tiempo, tratan-do un tema desconocido por muchos escritores: la obra de José Guadalupe de Anda, cuyo nombre figura con cierta vaguedad como uno de los novelistas del ciclo cristero.

Víctor JiménezArquitecto e investigador. Director de la Fundación Juan Rulfo. Coautor del libro Nuevos indicios sobre Juan Rulfo (México, Juan Pablos, 2010), coordinadopor Jorge Zepeda

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LITERATURA/primicia

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esta época. Fue el primero, que yo sepa, que incursionó en los áridos temas de la Revolución enmarcando las acciones de aque-llos guerreros con hilos poéticos, describiéndolos amablemente, se puede decir que hasta con lástima, dentro de la socarronería que encierra allá en sus profundidades el estilo de Muñoz.

Esta misma característica identificará al Muñoz que escribe más tarde la vida de Su Alteza Serenísima, don Ignacio López de Santa-Anna. La biografía de este infortunado rector de México, infortunado para México, adquiere en la obra de Muñoz matices heroicos dentro de lo grotesco. Escrita con originalidad, pre-pondera en ella el lenguaje satírico, el episodio farsa y dentro de todo esto, la vida serena de Su Alteza Serenísima, envuelto en el ropaje de su desfachatez y sus oscuras y personales ambiciones.

Los tristes días que vivió entonces nuestro país, que más que país era un panino de rencillas y de luchas mezquinas por mez-quinos intereses, se reflejan en la biografía de Santa-Anna que escribiera Muñoz, y que, al cabo, como toda buena obra, hecha con sinceridad, nos deja un sabor amargo.

Nos amarga porque desearíamos que todo aquello no hubie-ra sucedido o no hubiera tenido los resultados desastrosos que tanto error acumulado le produjo a México. Cuando vemos, por ejemplo, el gigantesco obelisco que los tejanos han erigido en San Jacinto para conmemorar el triunfo de unos aventureros sobre el fantoche de Santa-Anna —que como dice Muñoz, ga-naba las batallas y perdía las guerras—, más parece que existiera ese monumento para señalar la humillación de México y no de quien decía representarlo.

Pero la verdad es que Santa-Anna existió y Muñoz, con los trazos de su buena calidad de escritor, va forjando esta figura novelesca hasta darnos un libro extraordinario.

Casi al mismo tiempo publica su segundo volumen de cuen-tos: Si me han de matar mañana. En ellos regresa Muñoz a los acontecimientos de la Revolución Mexicana y puede conside-rarse éste, de sus libros, como unido a El feroz cabecilla por los temas, aunque se advierte un dominio mucho más amplio, dijé-ramos más confiado en los elementos que maneja.

También aquí, como en su anterior libro, no sabemos por qué partido simpatiza Muñoz en esta guerra de hermanos; pues vuelve a advertirse la sátira con que trata a los personajes de uno y otro bando.

La verdad es que Santa-Anna existió y Muñoz, con los trazos de su buena calidad de escritor, va forjando esta figura novelesca hasta darnos un libro extraordinario.

El destacado historiador Friedrich Katz ha afirmado, en su libro De Díaz a Madero: Orígenes y estallido de la Revolución mexicana (México, Era, 2004), que “en vísperas de una re-

volución tiene que existir un muy difundido descontento ante las condiciones políticas, económicas y sociales que afectan, no sólo a un sector o clase de la población, sino a una amplia varie-dad de clases y grupos sociales. Tal era el caso de 1910”.

La Revolución Mexicana en el siglo XX tuvo un fondo emi-nentemente agrario, pero es indudable que esta circunstancia se combinó con otros componentes de inconformidad que venían incluso desde un siglo atrás con el triunfo de la Independencia.

José Emilio Pacheco lo explica del siguiente modo: “En un México que en vez de liberarse sólo ha cambiado de amos, la úni-ca tarea importante es impugnar los privilegios o, por el contrario, defenderlos. En términos generales los criollos forman la nueva élite del poder y los mestizos constituyen la oposición. Nadie hace nada por beneficiar a las masas y se cree que la riqueza minera compensa la falta de desarrollo agrícola e industrial. En la búsque-da de un nuevo orden el ejército se vuelve la única fuerza capaz de mantener el control. El país oscila entre el caos y el despotismo”.

No es de extrañar, por esto, que, como afirma Katz, “el 20 de noviembre de 1910, no se sublevó ninguna de las fuerzas en que Madero había confiado. Con una significativa excepción, sólo hubo unos pocos levantamientos esporádicos, en general de pequeños grupos de hombres, en diversas partes de México. La única rebelión seria que tuvo lugar en noviembre y diciembre de 1910, cuando la mayor parte del país estaba aún tranquila y en paz, sucedió en el estado de Chihuahua. Pero lo que en efecto ocurrió allí fue algo más que un simple movimiento armado o un alzamiento. Fue una verdadera insurrección de las masas”.

De Chihuahua, la insurrección armada se extendería, con pa-recida fuerza, a los demás estados del norte, con el Centauro Pancho Villa a la cabeza, para luego, andando el tiempo, coincidir con la Revolución del sur del cuadillo agrario Emiliano Zapata.

La Revolución Mexicana en las obras de Juan Rulfoy Rafael F. MuñozJuan Domingo ArgüellesDirector editorial de IBERO

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LITERATURA /un inédito de Juan Rulfo

LITERATURA/la novela de la Revolución

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Al conmemorarse, este 20 de noviembre,el centenario del inicio de la Revolución Mexicana,

para IBERO es una gran satisfacción entregar asus lectores como primicia editorial el texto

inédito hasta ahora, del gran escritor mexicanoy universal Juan Rulfo.

Juan Rulfo. Archivo de la Fundación Juan Rulfo.

En el cuento titulado “La muerte del perro”, en que narra lo superficial de la fraternidad entre los ejércitos triunfadores, vuelve Muñoz a practicar ese escamoteo de que hablábamos en un principio. Comienza a relatarnos una cosa aparentemente sin importancia, como es quizá la muerte de un perro; pero al cabo, aquello se torna en una sangrienta carnicería de hombres en que, como él mismo lo dice: “La media noche, acostumbrada a presenciar los más sórdidos y misteriosos sucesos, tuvo que cerrar los ojos y huir amedrentada ante tanta sangre.”

Se llevaron el cañón para Bachimba, la penúltima de sus novelas y una de las más importantes, tardó varios años en salir a la publi-cación. La razón es que Muñoz exige mucho de sí mismo y al escribir intenta mejorar lo anterior. A esto se debe la parquedad de su obra y el tiempo que dejó transcurrir para darnos esta nueva novela.

Sin embargo, a pesar de distar mucho de sus primeras publi-caciones sigue en ella tratando el tema inagotable de la Revolu-ción y flota también en el ambiente la sombra de Francisco Villa, aunque aquí sí es realmente la pura sombra, ya que Villa aparece sólo esfumado.

Nos refiere Muñoz, a través de la narración de un muchacho que se lanza a la “bola”, la fracasada e inútil insurrección de Pascual Orozco contra el gobierno constituido. El chamaco que espera regresar a su pueblo después de haber obtenido gloriosas victorias, sólo es testigo de derrotas. Y la final, en Bachimba, donde el cañón “niño” desmiembra los restos de los forajidos.

Por otra parte, Pascual Orozco, otro Santa-Anna de pacotilla, se presta para que Muñoz ejercite la sorna y la abierta ironía hacia una causa que no perseguía otro fin que el saqueo y la rapiña.

Es aquí donde se encuentran también las mejores páginas des-criptivas del paisaje áspero del Norte donde se desarrolla la ac-ción de la novela, como el cuadro casi plástico que hace de las regiones pobladas de mezquites, digno de ser transcrito. Dice:

“En una hora de la tarde atravesamos nuevamente el mezqui-tal, ahora perforado por la negra barrena resoplante de la loco-motora. Era el mismo mezquital, compacto, invasor, que llegaba hasta los bordes inclinados del terraplén para tocar con sus ramas los discos rodantes y las tablas de los carros. Y al pasar a la carrera ante nuestra puerta, el mezquite me fascinó, me atrajo hacia él, me hizo completamente suyo.

Sin vanos alardes de crítico, Rulfo eligió, de los muchos temas que la obra de José Guadalupe de Anda sugiere, la riqueza de los vocablos populares que emplea, la profunda visión de la vida de los rancheros de Jalisco y la verdad que predomina en su relato de la rebelión de los cristeros.

José Guadalupe de Anda nació el 12 de diciembre de 1880, y murió hace poco. Empezó a escribir a los 60 años. Parece haber cumplido aquel consejo de Tolstoi: escribir después de haber vi-vido. Fue telegrafista y ferrocarrilero. Su habilidad, el dominio del oficio, afirma Rulfo, puede advertirse en la fidelidad que predomina en los diálogos y vocablos de su novela Juan del Riel, lo mismo que en el mundo de los pueblerinos rebeldes de Los cristeros.

Hacia 1941 editaron Los cristeros y Los bragados, aunque la pri-mera tenía una primera edición que pasó inadvertida, que data de 1937. En el prólogo de Los cristeros escribió Octavio G. Ba-rreda: “El mismo título de la obra era ya de por sí un obstáculo para su difusión o mejor aceptación entre las élites del país; sin embargo, va imponiéndose poco a poco —de abajo hacia arriba, dijéramos— y en los momentos actuales, a pesar de ser lo único que el autor ha dado a la estampa, éste goza de fama importante

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“Lo había creído agresivo y es humilde. Es un arbusto del cam-po; nadie lo planta, nadie lo cuida; lo mismo asoma en el arenal que en las arrugas del basalto, donde los vientos han dejado una costra de tierra. Parece no tener sed ni hambre, pues crece donde nunca llueve y donde el suelo es estéril; vive de la luz, vive del viento, corre por el llano, sube por los flancos de los cerros, aso-ma curioso en la corona de los cantiles y se vuelca locamente por los precipicios. A veces es un solo tronco, grueso como un muslo; en otras son cien ramas que salen en todas direcciones de un mismo hoyo en la tierra, sin cuidarse de ser rectos, despreo-cupados, versátiles. Los troncos y las ramas son siempre chuecos porque un día quieren crecer para un lado y otro día para otro. No les interesa elevarse; en ocasiones, troncos gruesos como una pierna de hombre se arrastran por el suelo y abanicos de ramas trazan un arco verde como un pompón. Tiene una hoja peque-ñita como el blanco de la uña, y cien de ellas salen de una varita alargada como una aguja. Tiene también espinas, pero nada más para proteger unas vainas rojas que se hinchan con la semilla, que caen, que se dejan arrastrar por la fuerza del viento y que van a convertirse en más mezquites, miles de mezquites, millones de mezquites, que no piden agua ni tienen hambre nunca.

“En algunos lugares llegan a ser más altos que un hombre a caballo; y careciendo de todo, siendo misérrimos, faltos de don alguno, regalan un bien supremo: la sombra. Los becerros cansa-dos, y las vacas sedientas, van a tumbarse bajo su ramaje a rumiar el pasto escaso; y los burros raquíticos, a calmar la sed con las vainas llenas de jugo. Los pastores y caminantes disfrutan tam-bién, dormitando tendidos en el suelo, mientras el sol declina. En otras regiones, el mezquite apenas puede llegar a la altura de la rodilla del hombre, porque sus raíces, por más profunda-mente que se extiendan, palpan tan sólo arena seca y movediza; impotente para dar sombra, se conforma entonces con aplacar la reverberación del sol sobre el arenal.

“Envejece cada año y el invierno lo vuelve gris. Después, sus ramas se van quedando calvas, ennegrecidas como por un incen-dio; se tornan quebradizas, caen en pedazos, se dispersan. Pero del palo duro que quedó enterrado, salen en primavera unos gusanos verdes; ¡el mezquite ha resucitado!

La historia de la Revolución Mexicana es materia de historia-dores, pero también de escritores, y así como en el caso de la Inde-pendencia lo que caracterizó a ésta fue la poesía insurgente, el verso inflamado de patriotismo y reivindicación nacional; en el caso de la Revolución de 1910, fue la narrativa sobre todo la que dio cuenta literaria de este episodio fundamental de la historia mexicana.

En 1915, Mariano Azuela publicó, por entregas, en un pe-riódico, la novela emblemática de la Revolución, Los de abajo, obra que retrata, con todas sus luces y sombras (más éstas que las primeras), el movimiento armado. A decir de Carlos Monsiváis, “las circunstancias literarias y básicamente el tono cultural de la época, le permitieron a la tendencia narrativa conocida como Novela de la Revolución establecer, también programáticamen-te, su arduo pesimismo en relación con los alcances positivos de la transformación nacional”.

Lo que cohesiona y caracteriza a esta corriente literaria es, como bien señala Monsiváis, su “ánimo sombrío y el terco es-cepticismo y el sentimiento de escribir a partir del despojo y la amargura ante el auge de los logreros”. Este ánimo sombrío y esta desilusión por el movimiento armado continuarán inclu-so después de cuatro décadas, cuando Juan Rulfo publica sus cuentos de El Llano en llamas y su novela Pedro Páramo, en 1953 y 1955, respectivamente, dos obras universales que reflejan en muchos momentos esa trágica experiencia.

Hay por supuesto, dentro de esta narrativa, historias que rei-vindican el afán y la noble entrega de algunos personajes, pero es que precisamente la Revolución Mexicana se salva por ciertos hombres y mujeres que creyeron en ella como vía de reivindica-ción social y no por sus logros institucionalizados.

Si algo fundamental dejó el movimiento revolucionario de México, fue la aportación literaria que recoge algunos de los momentos más nobles, pero también otros muy trágicos e inno-bles, de hechos y personajes en esa etapa de nuestra historia.

Y entre las obras emanadas de ese movimiento, que nos hablan de los anhelos y la tragedia de nuestro país, están los libros de Rafael F. Muñoz (especialmente ¡Vámonos con Pancho Villa! y Se llevaron el cañón para Bachimba), leídos y comentados tan agudamente por Juan Rulfo, quien los pone en el sitio privilegiado que merecen.

Al conmemorarse, este 20 de noviembre, el centenario del inicio de la Revolución Mexicana, para IBERO es una gran sa-tisfacción entregar a sus lectores como primicia editorial el texto, inédito hasta ahora, del gran escritor mexicano y universal Juan Rulfo, sobre Rafael F. Muñoz, uno de los clásicos de la Revolu-ción Mexicana, como dijera el propio Rulfo.

En este texto Rulfo se muestra como un lector profesional y un magistral crítico de la materia que conocía y dominaba a la perfección y, al final, nos entrega la imagen más exacta de un escritor al que él admiró, revalorándolo y reivindicándolo con inteligencia y emoción. La lectura crítica de Rulfo enriquece nuestra comprensión sobre este gran autor y, al mismo tiempo, sobre los intereses literarios del autor de Pedro Páramo.

La Universidad Iberoamericana agradece a la Fundación Juan Rulfo, a su director Víctor Jiménez y, muy especialmente, a la señora Clara Aparicio de Rulfo, la distinción que han hecho a IBERO para que sea en sus páginas donde se dé a conocer este inédito del más universal de nuestros escritores.

Pocas obras tienen el raudal de conocimientos sobre la sombría figura de Villa como el que posee Muñoz para relatarnos sus hazañas.

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LITERATURA /un inédito de Juan Rulfo

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“No desaparecerá nunca asesinado, como otros árboles, por el hacha, porque sirve para muy poca cosa. Es eterno, como las rocas; es variable, como las ondas que el viento hace en las dunas. Vive si necesidades, sin preocupaciones, sin cuidados. Se expande, se eleva, se arrastra. Llega confiadamente hasta la puerta misma de la casa del campesino; asoma, tímido, en las primeras calles de las poblaciones. Cuando lo quitan porque estorba, re-surge más allá. Servicial, ofrece sus ramas para formar cercados espinosos que protegen a las gallinas contra el coyote voraz. Y cuando nadie lo utiliza ni para vallado, ni para leña ni para som-bra, como es libre, como es alegre, como nada le preocupa ni le detiene, como no posee nada ni quiere nada, allá se va el mezqui-tero correteando por el llano, como un muchacho travieso que persigue la puesta del sol.”

Esperamos, con todo, que la autocrítica excesiva de Muñoz, obligándose a superar la obra anterior, le permita darnos más cosas suyas, ya que sus libros serán siempre valiosos y sorpren-dentes.

por ser considerado como uno de los 6 o 7 clásicos de la Revo-lución Mexicana”.

De Anda dejó varios manuscritos inéditos: Los Mochos, El cator-ce y unos Cuadros de costumbres que ojalá algún editor tuviera en cuenta para bien de las letras mexicanas.

En el archivo que custodia la familia de Juan Rulfo se conservan algunos textos que habrían sido leídos por él en los programas (todo hace pensar en más de uno) dedicados a José Guadalupe de Anda, que el autor de la nota periodística citada escuchó y co-menta en parte. Pero sería necesario un estudio cuidadoso de los manuscritos para organizarlos y darlos a conocer. Lo que queda en evidencia en esos escritos es la gran admiración que sentía Rulfo por De Anda, injustamente marginado a causa de la visión extremadamente crítica que adoptó sobre el papel del clero en la revuelta cristera, e igualmente advertimos en esas notas la pro-fundidad que podía alcanzar el juicio de Rulfo como lector.

También se conserva entre sus papeles un manuscrito com-pleto, unitario (y podríamos decir que “listo para publicarse”) dedicado a otro autor que Rulfo admiraba sin reservas: Rafael F. Muñoz. Es posible que haya leído este ensayo en la serie de pro-gramas de Radio UNAM (sin descartar que fuese una conferen-cia preparada para otra ocasión), y sólo tuvimos que incorporar al manuscrito de Rulfo la cita sobre los mezquites que, segura-mente, debió leer para el público directamente en su ejemplar de Se llevaron el cañón para Bachimba: se trata del pequeño capítulo que lleva como título “Divagando”. Rafael F. Muñoz falleció en 1972 y Rulfo lo exhorta al final, a mediados de los cincuenta (si fue en su programa de radio, como es lo más probable), a seguir escribiendo. Este texto vuelve a poner en evidencia que la admi-ración que sentía Rulfo por algunos autores era el resultado de hacer una lectura a fondo de sus obras.

Rulfo actuaba entonces como algo más que un crítico literario común. No sólo era un “profesional de la lectura”, sino el reciente autor de El Llano en llamas y Pedro Páramo. El vocablo “panino”, olvidado mexicanismo por “criadero”, “guarida o cubil” —según Santamaría—, provendría de su familiaridad con viejos escritos… Había leído, desde luego, todo lo escrito por Muñoz, abordán-dolo con agilidad; compara su estilo con el de Mariano Azuela y Martín Luis Guzmán (le basta con decir que es “diferente”), lo que se podía esperar, pero también recurre a la historia de Méxi-co, al especialista estadounidense en la novela de la Revolución Mexicana F. Rand Morton y, menos previsiblemente, lleva el análisis, con pertinencia, a la obra de Conrad Aiken. Muy pocos permanecerán insensibles a su elección de la cita de Se llevaron el cañón para Bachimba, ese “cuadro casi plástico” que constituye, sin duda, una de las mejores páginas de la literatura mexicana, donde resulta imposible distinguir entre narración y poesía.

“Rafael F. Muñoz”, de Juan Rulfo, hasta ahora inédito, se re-produce en la revista IBERO con la autorización especial de la señora Clara Aparicio de Rulfo.

1 Citado por Alberto Vital, Introducción, Retales. Compilación de Juan Rulfo, Terracota, La escritura invisible, México, 2008, p. 27.2 No proporciono más información sobre esta referencia para protegerla del plagio que realiza habitualmente de estos materiales el periodista Roberto García Bonilla.

© Juan Rulfo, herederos de Juan Rulfo, 2010.Se publica con la autorización de la Sra. Clara Aparicio de Rulfo. Prohibida su re-producción por cualquier medio, impreso o electrónico, sin la autorización previa correspondiente.

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A veces la hoja blanca, simple, sencilla, sin mancha, es másvaliosa que después de haber sido repasada por la pluma del poeta.

Para mí, que he corrido el riesgo de tropezarme con ese inconveniente, siempre ha sido la hoja en blanco la alberca en que, con gusto y

entusiasmo me lanzo a nadar. Alí Chumacero. Poeta.

La hoja en blancoes lo inconfensable.Carlos Fuentes. Escritor.

Rogelio Cuéllar en la Universidad de Alcalá de Henares, abril de 2010. Fotografía de Ana Clavel.

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mirador

Rogelio Cuéllar:La distancia más corta entre dos imágenes

Carlos MonsiváisCarlos Monsiváis (1938-2010) supo ver e interpretar el oficio y el arte fotográfico de Rogelio Cuéllar (ciudad de México, 1950). Al presentarlo ante los lectores nos permite apreciar de un modo más profundo y sutil sus imágenes. En este caso se trata de retratos de artistas (escritores, dramaturgos, pintores), de entre los miles que ha hecho a lo largo de su precoz carrera que inició a los 17 años de edad. (Su más reciente exposición fue Tabula Rasa, en 2010.) Sin duda, uno de los mejores fotógrafos de México, Cuéllar ha retratado a varias generaciones de artistas. Y, algunos de ellos, se ven a sí mismos y le dicen al fotógrafo lo que les inspira el espacio vacío, la página en blanco, la tela en blanco.

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Irma Palacios. Pintora.

Phil Kelly. Pintor.

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Variedad de imágenes y de atalayas. Ofi-cio de “luz y sombra”. Entrecruce de perspectivas. Árboles que no dejan ver el bosque. Confluencia de lealtades con-templativas o testimoniales. Reunido, este trabajo de Rogelio Cuéllar necesita de discernimientos y sedimentaciones para hallar la unidad en la diversidad, para en-contrar las reclamaciones de la diversidad que no aceptan fácilmente la incorpora-ción a la unidad. ¿A qué amo sirve este fotógrafo: a la información periodística, a ese imponderable llamado “fotografía ar-tística”, a la denuncia política, al intenso gusto personal por el hallazgo de formas caprichosas o por la seducción de formas

insólitas? Cuéllar no se decide porque ya no es la época de las opciones como etiquetas perdurables (“Soy realista, soy artístico, soy denunciativo...”) y él, a un tiempo confía en y desconfía de las apa-riencias, las dispone como en un retrato de familia y las asume tal y como se le van dando, las acepta sin remilgos y las escudriña minuciosamente.

“La realidad de la mirada da realidad a la mirada” (Octavio Paz). Para Cuéllar (o eso me revelan sus fotos, por lo menos; si él piensa de otro modo aquí iniciamos

El espacio en blanco es como un mar sin fondo, y feliz de no saber nada, como soy. Gabriel Macotela. Pintor.

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Un espacio en blanco: la tela / el tiempo quieto / el silencio / o lo casi dicho. Magali Lara. Pintora.

Luis Nishizawa. Pintor.

Fuente de todo vacío y todos los miedos, un espacio en blanco es un lugar insoportable donde deslumbramiento y silencio conspiran atrozmente; pontífice torpe, tiendo sobre él un desmañado puente que me lleva sin remedio incapaz de ver, cegado por el vértigo hasta una nueva batalla, prodigio que se repite una vez y otra, de tal suerte que perdido, extraviado, sin más arma que el amor intento llegar hasta el siguiente, el siguiente, el siguiente y así por toda la vida.Gilberto Aceves Navarro. Pintor.

La hoja en blanco es un vacío llenode rostros. Juan Gelman. Poeta.

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la controversia), la fotografía es lo desdra-matizado, aquello que prescinde de filos, advertencias, cuchillas sentenciosas que se desploman sobre el espectador. Su punto de vista carece de escalofríos literarios y, preocupado por la nitidez y la perfección técnicas, regresa sin complicaciones ni miedos de “pérdida de la originalidad” a los temas de una generación anterior de fotógrafos mexicanos (admirable por lo demás). Él reconoce su inserción en las tradiciones internacionales y nacionales y lo hace sin el sobresalto conmovido o autocomplacido de quien arriba por vez primera a una realidad. Él no “descubre”: informa; no “revela”: ayuda a ver.

Ante los prestigios acumulados de la “foto del contraste irónico”, Cuéllar se decide por el entusiasmo permanente ante las aportaciones de la imagen y se rehúsa a permitir la fácil acción de quien no ve la foto preocupado en interpretarla (manía frecuente de este comentarista).

Lo reiterativo es lo directo, lo eviden-

te es lo oculto. No estamos ante el más obvio de los juegos verbales sino ante las continuas lecciones de la fotografía. Fí-jense en el Cuéllar retratista que espía y acecha temeroso de la rigidez, de las in-numerables mentiras de una pose, de los artificios de la conciencia del sujeto fren-te al objeto que perpetuarán sus gustos, máscaras y maquinaciones.

Otra dimensión del trabajo de Cuéllar: la búsqueda de la abstracción, la incor-poración incesante de texturas, agresio-nes del tiempo, desgastes de la materia. La abstracción, suma azarosa de elemen-tos, triunfo de la mirada, corrupción de lo orgánico. Cuéllar sigue viendo en la fotografía el acceso a otra realidad, esa que —reitero la frase de Lezama Lima— siempre escapa en el momento que había alcanzado su definición mejor.

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Luis de Tavira. Dramaturgo.

El espacio en blanco, sea tela, papel o muroes un reto para el artista creador, quien

se enfrenta a una aventura cada vez que inicia una obra. Si se tiene la disciplina y

el ojo educado, cualquier mancha o líneaque aplica el artista cae en sección de oro.

Raúl Anguiano. Pintor.

La página en blanco. Una nube que se arrebuja en mi escritorio, un ala de albatros que nunca he tocado.

También una botella con un mensaje desconocido hasta para mí que voy a inventarlo. Un barco que zarpa al mar

innombrado de la desmemoria que de pronto se ha tornado color bermellón. Ahí donde un hombre llamado Giotto

se ve a sí mismo repentinamente en una barca y descubre la transparencia rojiza de las aguas. Piensa: Es un ardiente mar

del atardecer. Una voz lo interrumpe: ‘Te equivocas, le dice la voz desde el sol

de la fiebre, ese mar no es más que el torrente de tu propio corazón. Navegas solitario por los ríos de tu sangre, cuerpo

adentro. Por otra parte, no hay otra manera: es un viaje que siempre hay

que emprender solo’. Ahora la nube de papel, que fue ala y barco, roza ya el

horizonte de su propia historia.Ana Clavel. Escritora.

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›La cocina mexicana,un símbolo nacional

Beatriz PalaciosAsistente editorial de IBERO

Entrevista con Gloria López Morales

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Maestra en letras francesas por la UNAM y la Sorbona de París, y con posgrado en relaciones internacionales por El Colegio de México, Gloria López Morales fue

también periodista y profesora de Literatura Francesa. Su acti-vidad profesional siempre ha estado relacionada con la cultura y durante más de tres décadas desempeñó diversos cargos en organismos internacionales como la FAO y la UNESCO. En esta última institución dirigió la Oficina Regional de Cultura para América Latina y El Caribe, con sede en La Habana, así como la revista Ciencias de la Comunicación y los programas para el Quinto Centenario del Encuentro de Dos Mundos.

Colaboradora del periódico Excélsior y de la Agencia IDOC de Roma, además de Coordinadora de la División Internacional del Centro de Estudios del Tercer Mundo y directora de la Revista Medio Oriente para Latinoamérica, entre otras actividades, es autora de múltiples artículos y estudios relacionados con los vínculos en-tre las culturas, el diálogo intercultural y el desarrollo sostenible.

En México, fue Coordinadora Nacional de Patrimonio Cul-tural y Turismo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y coordinó la elaboración de la candidatura que nuestro país presentó en 2004 ante la UNESCO, como un primer intento para el reconocimiento de la cocina mexicana como patrimonio inmaterial de la humanidad.

Actualmente es Presidenta del Conservatorio de la Cultura Gastronómica Mexicana, asociación civil que tiene entre sus principales objetivos la salvaguardia, preservación y promoción

En estos momentos ya podemos decir que lo que hemos logrado con la cocina mexicana es inédito, porque la resistencia para el reconocimiento de las cocinas era muy grande.

de la cocina y el sistema alimentario mexicano, a los que re-conoce como una manifestación sobresaliente del patrimonio cultural de México. Así, desde este organismo, la doctora López Morales, junto con un grupo de especialistas, dio continuidad e impulsó la iniciativa de incluir a la Cocina Tradicional Mexicana en la lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, que en su Convención de noviembre de 2010 en Nairobi, Kenia, la UNESCO dará a conocer de manera oficial.

¿Cómo surgió la idea de postular a la cocina mexicana como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad?Quizá haya que aludir inevitablemente a mi trayectoria personal. Yo soy jubilada de la UNESCO, donde hice toda mi carrera en el sector de cultura, y ahí observé, entre otros fenómenos, la evo-lución del concepto de cultura. En 1982 se realizó en México una gran conferencia mundial sobre las políticas culturales, en donde por primera vez se vincularon los conceptos de cultura y desarrollo, y en donde se amplió la visión de la cultura, con-cibiéndola no sólo como las bellas artes, sino también como un elemento que amalgama, ordena y rige la vida de las comunida-des y de los pueblos.

Para mí eso fue esencial, ya que empecé a vislumbrar que la cultura era algo mucho mayor y pude entender y encontrar que en México tenemos altísimas culturas, que son las que nos han permitido el desarrollo tan notable que hemos alcanzado du-rante milenios, y que incluyen elementos muy importantes, que

SABERES/sabores

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›La cocina mexicana,un símbolo nacional

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van desde nuestras visiones cosmogónicas y modos de vivir hasta cómo nos alimentamos. Así empezó la reflexión sobre la com-plejidad del sistema alimentario, que conlleva una gran cantidad de procesos, ritos, ceremonias, símbolos, etcétera.

Por otro lado, me di cuenta de otro debate que se estaba lle-vando a cabo a nivel internacional: el del turismo, especialmente el cultural, que ha sido la llave del éxito de muchas regiones. La Europa de la segunda posguerra se levantó de la postración gracias a que se abrió al turismo y puso sus riquezas culturales a la vista de todos. Aunque hay que admitir que esta fue una manera inteligente de empezar a explotar sus recursos, también se debe decir que había una ceguera por parte de los gobiernos para reconocer que el auge turístico se debía no sólo a las playas, sino a ese fabuloso patrimonio cultural que no nada más son los sitios históricos, sino que incluye también los modos de vivir de los pueblos, y la comida como uno de los principales atractivos para cualquier viajero.

De este modo se fue haciendo una trama de argumentaciones, fui profundizando en el tema, y me parecía cada vez más incon-cebible que nuestro país siguiera durmiendo sobre su riqueza y la explotara de manera irracional e inconciente. México tiene todo: patrimonio cultural, histórico, natural. Por ese entonces empeza-ba el debate sobre el patrimonio inmaterial, donde está conside-rado el gastronómico, y siendo directora de la Oficina Regional de Cultura de la UNESCO para América Latina y El Caribe, empecé a organizar los primeros Congresos en los que se hizo una reflexión más sistemática con expertos de toda la región.

Después regresé a México y continué con la organización anual de seis Congresos Gastronómicos en Puebla, a los que acu-dían una gran cantidad de expertos de otros países de la región y también de Europa, para seguir reflexionando sobre el desarrollo socioeconómico y sustentable, además del patrimonio cultural y turismo. Producto de esos Congresos, que iniciaron en 1999, y considerando que la cocina mexicana es uno de los principales elementos de nuestra cultura, a instancias de un grupo de exper-tos y verdaderos apasionados de la gastronomía, surgió la idea de postularla en la UNESCO como patrimonio cultural inmaterial.

¿Cuál ha sido el camino recorrido para buscar el reconocimiento mundial de nuestra tradición culinaria?Habiendo trabajado tantos años en la UNESCO pensé que el proceso para lograr que nuestra cocina formara parte del patri-monio cultural inmaterial iba a ser sencillo, pero me equivo-qué. En 2004 hicimos un primer expediente, serio y bien fundamentado, que en la UNESCO fue visto como una ocurrencia porque hasta ese mo-mento no habían tenido ningún caso similar. No existían los parámetros, con criterios fijos y herramientas teóricas, que les permitieran determinar si nuestra propuesta era viable y lle-naba los requisitos, así que no fue aceptada, me parece que en gran medida por incomprensión

por parte de los jurados y falta de empuje institucional en Méxi-co. Visto a la distancia no puedo decir que este primer intento fue un fracaso, porque a partir de ese momento el tema de las cocinas tradicionales se volvió muy vigente.

Nuestro grupo siguió trabajando y en 2005 se creó el Con-servatorio de la Cultura Gastronómica Mexicana, y para 2006 los estados miembros de la UNESCO aprobaron y ratificaron la convención del patrimonio inmaterial donde figuraban por primera vez los criterios para las cocinas tradicionales que nos permitieron, ya desde el Conservatorio, trabajar la propuesta ci-ñéndonos a requisitos muy específicos, entre ellos el de anti-güedad, continuidad histórica, autenticidad, uso de ingredientes y productos originarios y vigencia. Y si hay una cocina antigua que sigue siendo actual como ninguna otra es la cocina mexica-na. Ejemplo de ello son los ocho milenios del maíz.

No fue fácil conformar este expediente porque una cosa es decir qué rico comemos y otra demostrarlo, pero lo hicimos y lo presentamos. Aunque todavía no tenemos el anuncio oficial, tampoco existe uno en contra, y contamos con el observatorio necesario para saber que todo va bien y que en noviembre, en Nairobi, la UNESCO va a hacer la proclamación oficial.

En estos momentos ya podemos decir que lo que hemos lo-grado con la cocina mexicana es inédito, porque la resistencia para el reconocimiento de las cocinas era muy grande, lo que no me extraña porque la argumentación es muy compleja: va des-de la agricultura hasta la nutrición pasando por las costumbres tradicionales, ceremonias, rituales y la visión cosmogónica, que sigue persistiendo en muchas comunidades de México y que no la puede entender fácilmente una persona ajena a este mundo tradicional.

Vendrá el momento de la proclamación y las celebraciones, pero lo más importante es que hemos dado un paso pionero en el mundo al haber expuesto que hay troncos culturales que han preservado sus tradiciones culinarias, las cuales deben ser salvaguardadas, defendidas y promovidas para que no se pierdan, y para que participen de la evolución.

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SABERES/sabores

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¿Cuál es el impacto económico, social y cultural que vislumbra a partir de este nombramiento?El impacto va a ser muy grande pero va a depender de la manera seria en que se aborde el plan de acción con que nos hemos comprometido ante la UNESCO, que implica entre muchas otras cosas, el rescate, salvaguarda y difusión de la cocina. Para ello el Conservatorio se tendrá que aliar con diversos sectores, como el académico, los productores de alimentos, la gastronomía profesional, las instancias de gobierno y con todo ese universo que hace posible que la culinaria mexicana siga viva.

El nombramiento no va a ser poca cosa, y nos va a ayudar a darle seriedad y credibilidad a la cocina mexicana tanto en el país como en el extranjero, y se puede demostrar con cifras que un porcentaje importante de consumidores alrededor del mundo busca la buena comida, empezando por los turistas. Así que tenemos que lograr que los estándares de calidad se con-serven y por eso como Conservatorio nos vamos a empeñar muchísimo en la certificación de la verdadera cocina mexicana, no importando que sea un restaurante de postín, un puesto en el mercado de Oaxaca o los miles de restaurantes mexicanos en Estados Unidos. Tenemos que estar cerca de la gente que trata de seguir cultivando las cocinas regionales para que, no obstante su transformación continua, por ser cultura viva, conserven su autenticidad y salvaguarden las raíces.

Además, dentro de México el objetivo prioritario de este es-fuerzo y de este reconocimiento es que los mexicanos recuperen el gusto por la buena comida y las tradiciones de la mesa. En estos días que está muy actual el tema de la obesidad y la ali-mentación de los niños en las escuelas, si le dieran una mirada al sistema alimentario tradicional, si se enalteciera esa cocina que es verdaderamente equilibrada y nutritiva, se vería que la tene-

mos que defender no sólo por sabrosa, sino también por sana. Y fomentar el consumo de cocina mexicana

nos puede llevar a una cosa más importante: a recuperar nuestra soberanía alimentaria.

¿Qué otras acciones tiene previstas el Conservatorio de la Cultura Gastronómica después del reconocimiento de la UNESCO?

Ya empezamos con muchos proyectos. Somos un grupo de gente de buena voluntad que trabajamos para la cocina

mexicana y aunque llevamos casi diez años con esta la-bor estamos todavía dando los primeros pasos, y el pri-

mero de ellos, con una visión de mayor trascendencia, fue firmar un convenio con amplias líneas de colaboración con el Claustro de Sor Juana, que es una institución que privilegia el tema de la cocina mexicana. Con ellos vamos a desarrollar programas edu-cativos y de turismo gastronómico, por ejemplo.

También hemos tenido desde el inicio relaciones instituciona-les con la UNAM para la organización y desarrollo de algunos proyectos y programas, y pensamos seguir ampliando nuestra red porque creemos que este nombramiento es el eje más sólido que tenemos actualmente para desarrollar un trabajo de alcance nacional en diversos ámbitos. De ahí la importancia de crear un vínculo sólido con instituciones académicas capaces entender la trascendencia de este hecho.

¿Cuál es la aportación de la cocina mexicana al mundo?, ¿qué la distingue de otras cocinas de importancia como la francesa?Hay cocinas tradicionales, no muchas, que merecen reconoci-miento si consideramos los criterios de antigüedad y autenti-cidad. Pienso en China, en el sudeste asiático, la India, la cuenca mediterránea, los países andinos y México, como centro de Mesoamérica. Las demás no son tradicionales. La francesa, por ejemplo, destaca por ese buen gusto que ha tenido para satisfacer el paladar apropiándose de todos los elementos que le llegan de afuera. Es decir, ni la uva ni el trigo nacieron en Francia. Han sido los inventores de novedosas técnicas para transformar los productos y los alimentos con gran refinamiento, pero también con un sentido muy elitista. Mientras que nosotros con las coci-nas tradicionales valoramos lo que hace el pueblo, lo que se ven-de en el mercado. Entre una y otra hay una visión divergente.

México ha hecho muchas aportaciones al mundo, sobre todo a través de productos, entre ellos el jitomate, el cacao o el agua-cate que en este momento se consume mucho a lo largo y ancho del planeta. Pero también aportó una cosa que va más allá de los recursos naturales: la complejidad de las preparaciones gastronó-micas. Sólo las cocinas tradicionales y antiguas de las que habla-ba, por su sabiduría y cultura, son capaces de llevar muy lejos la elaboración de los alimentos.

Otro elemento que caracteriza a nuestra cocina es que no se ha salido de sus contextos culturales más amplios: ceremonial, ritual, como aglutinador social y eje familiar. Además, la cocina puede ser vista también como un símbolo nacional. Yo no creo que en este momento, en un México tan convulso, haya ningún otro valor nacional que convoque más al mexicano que la comida.

Vendrá el momento de la proclamación ylas celebraciones, pero lo más importante es que

hemos dado un paso pionero en el mundoal haber expuesto que hay troncos culturales que

han preservado sus tradiciones culinarias.

Page 39: Revista ibero

Urgen modelos alternativos de desarrollo: Rector José Morales Orozco, S. J.

Informe deActividades

ante elSenado

Universitariode la UIA

Al compartir un mensaje correspondiente a su Sexto Informe de Actividades, el Rector de la Universidad Iberoamericana, doctor José Morales Orozco, S. J., instó

a proponer con urgencia modelos alternativos de desarrollo en este contexto global que se ha traducido en exclusión e in-justicias para muchos pueblos y culturas, en superficialidad de conocimientos y en detrimento del carácter formativo y de pro-yección social de las instituciones educativas.

Ante el Senado Universitario de la Ibero, aceptó continuar dos años más como Rector a invitación de la Asamblea General de Aso-ciados de la Unidad de Innovación, Aprendizaje y Competitividad (UIAC), en acuerdo con el Padre Carlos Morfín, S. J., Provincial de los jesuitas en México, y dijo que para él ha sido un honor el haber estado estos últimos seis años al frente de la Universidad Ibero-americana que ha sumado esfuerzos en estos tiempos difíciles.

Contexto socialLa cultura globalizada, dijo, da un gran valor a la libertad indivi-dual, promueve la iniciativa privada, ofrece nuevas alternativas a la ciencia y a la tecnología para mejorar las condiciones de vida, genera nuevos modos de conocer y de actuar, y brinda grandes posibilidades a la solidaridad, pero esta misma cultura ha generado nuevas formas de empobrecimiento: la exclusión y la injusticia son signos dolorosos de una economía de mercado.

En Latinoamérica, y particularmente en México, existen mu-chos pueblos con culturas que se han caracterizado por la solida-ridad comunitaria y una convivencia respetuosa con su entorno natural, mas para ellos la globalización ha representado insolida-ridad, pobreza cultural, secularismo, individualismo y destruc-ción del medio ambiente.

En México, dijo, se vive una violencia ascendente que vulnera el tejido social. La corrupción, la impunidad, la poca partici-pación de la sociedad civil y la actuación de una clase política más preocupada por sus intereses particulares que por los de la nación han ido erosionando la incipiente democracia.

Por lo que se refiere a la situación de las instituciones de edu-cación superior en América Latina, resalta el hecho de que el au-

mento en la demanda educativa conlleva el riesgo de convertir a las universidades latinoamericanas en centros de entrenamiento o capacitación, que no generan conocimiento, lo cual se suma a esa superficial percepción de la realidad a la que las tecnologías están llevando a los jóvenes.

La globalización de la superficialidad, dijo el doctor José Mo-rales Orozco, S. J., constituye para las universidades jesuitas un difícil reto que debe llevarlas a promover en sus estudiantes la profundidad de pensamiento y la imaginación.

Logros de excelenciaComo instrumento eficaz y responsable del crecimiento y de-sarrollo de las personas y de la sociedad, la Ibero, detalló, ha obtenido logros que son la constatación del esfuerzo realizado como Comunidad Universitaria durante varios años, entre ellos, en 2009, el Premio SEP-ANUIES como la mejor universidad privada de México y el Reconocimiento a las Instituciones de Educación Superior por la calidad de sus programas.

Comentó que la Ibero, que por ahora tiene becado al 13% del total de su alumnado, y recién abrió la Prepa Ibero, ha aprendido que no existen puertos ni puntos de llegada y que siempre es necesario tener parámetros exigentes y generalizados que per-mitan ponderar el trabajo realizado, y esto lo tiene reflejado en el hecho de que el 100% de las licenciaturas en condiciones de hacerlo han conseguido su acreditación; ocho de ellas por ins-tancias internacionales.

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ACTUALIDAD IBERO

Page 40: Revista ibero

Ante el Senado Universitario de la Ibero, aceptó continuar dos años más como Rector a invitación de

la Asamblea General de Asociados de la Unidadde Innovación, Aprendizaje y Competitividad (UIAC).

También ha logrado ingresar diez programas de posgrado al Padrón Nacional de Posgrado de Calidad (PNPC) del Conacyt, y dos cuentan con reconocimiento internacional de excelencia académica.

Y en lo que concierne a profesores, desde el 2004 se ha regis-trado un incremento del número de académicos de tiempo con posgrado, hasta alcanzar hoy el 80%. Se prevé que para mediados del 2011 la totalidad de ellos cuente con ese nivel de estudios.

Asimismo, entre los muchos logros que han sido posibles gra-cias al apoyo del FICSAC, que es el Patronato Económico y de Desarrollo de la UIA, el número de académicos pertenecientes al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) se ha incre-mentado a 85 y se tiene la proyección de que para el 2011 sean 100; se ha duplicado el financia-miento interno y externo a la investigación: se cuenta con 72 proyectos agrupados en 33 líneas de investigación.

Colaboración internacionalEn el terreno de la difusión y la cola-boración con otras instituciones a nivel mundial, la Ibero ha tenido también una agenda muy intensa: fue sede de la Con-ferencia internacional de universidades je-suitas de todo mundo; de la Primera Jornada de la Asociación Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (AUSJAL); del encuentro de la señora Michelle Obama con es-tudiantes, acompañada por la señora Margarita Zavala, y de las conferencias del escritor Carlos Fuentes y del doctor Eric Mas-kin, Premio Nobel de Economía.

En el ámbito editorial, ha alcanzado una elevada producción de libros y revistas. Hoy cuenta con un total de mil 400 títulos en su catálogo.

Compromiso socialY en el rubro de la acción social, en el pueblo de Santa Fe se concluyó la segunda etapa de los proyectos de Mejoramiento Ba-rrial, por los que obtuvo mención honorífica del Premio Urban Age Award que otorga el Deutsche Bank; se apoyó a los indígenas productores de café, de la Misión Jesuita de Bachajón, en el es-tado de Chiapas, un esfuerzo que entre sus resultados destaca la cafetería “Capeltic: Nuestro Café”.

Desde las graves inundaciones que sufrió Tabasco, la Ibero

inició en la Parroquia jesuita de Plátano y Cacao un proyecto de autoconstrucción y mejoramiento integral de vivienda ru-ral, con apoyo de la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi). Este año, se construyeron cincuenta casas y se acondicionaron más de cien. También se brindó ayuda en otras situaciones de emergencia como fueron los casos del terremoto en Haití y las inundaciones en Valle de Chalco.

Otras acciones trascendentes de la universidad son el proyecto de Formación para la Certificación de Docentes en Contextos Indígenas desde un Enfoque Intercultural, que arrancará con mil 500 profeso-res del estado de Guerrero con la seguridad de que se replicará

en muchos otros estados; la colaboración con el Instituto Superior Intercultural Ayuuk, en la comunidad mixe

de Jaltepec, Oaxaca, y la preocupación por los migrantes y por los derechos humanos que

ha llevado a la realización, entre otras acti-vidades, del Sexto Congreso Internacional de Migración y participación en el Me-canismo de Seguimiento y Evaluación del Programa de Derechos Humanos del Distrito Federal.

ServiciosEn infraestructura y servicios, fueron cer-

tificados con la norma ISO 9001:2008 los 33 procesos de las seis dependencias adminis-

trativas de la DGA; se han implementado nuevos sistemas en el área de compras; se ha automatizado el

ingreso al estacionamiento y se ha incrementado significativa-mente el uso del transporte escolar. Y con el interés de reducir la huella ambiental de la Ibero, se puso al día la planta que permite tratar el agua residual para utilizarla en el riego de los jardines; se instaló una planta purificadora que contribuyó a reducir en un 54% la compra de botellas de agua en este año; se cambiaron las luminarias por equipos ahorradores, con los que se redujo en un 18.6% el consumo de energía eléctrica y se evitará la emisión de mil toneladas de bióxido de carbono al año, y se desarrolla un proyecto de hidroponia en la azotea del edificio R, que permite demostrar la forma de aprovechar productivamente las azoteas.

Si bien en la incesante marcha de la excelencia académica no existen terminales, concluyó el Rector, conviene hacer un alto en el camino para considerar lo andado y perfilar la nueva ruta en un contexto que sabemos que cambia aceleradamente y exi-ge respuestas nuevas a situaciones inéditas.

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El Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, reconoció el trabajo de la universidad e instó

a impulsar más espacios.

Cohesionar las zonas Santa Fe corporativa y Santa Fe tra-dicional es el espíritu del Corredor Cultural Santa Fe que se consolidó a partir de un proyecto ideado por los

estudiantes de posgrado de Arquitectura Iván Labastida, Sonia Solís y Delfín Montañana, e inaugurado el 3 de septiembre de 2010 por el Rector de la Ibero, doctor José Morales Orozco, y el Jefe del Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard Casaubón.

Consiste en un circuito de seis kilómetros —so-bre las avenidas Vasco de Quiroga, Juan Salvador Agraz y Santa Fe, en el lado sur poniente de la Ibero— con 35 obras escultóricas colocadas en los camellones, la mayoría sobre discos de

hierro que a la vez cumplen la función de placas informativas. Son creaciones de 18 grandes artistas, entre ellos Vicente Rojo, Manuel Felguérez y José Luis Cuevas.

El Jefe de Gobierno del Distrito Federal y el Rector de la Universidad Iberoamericana coincidieron, durante la ceremo-nia inaugural, en que los espacios culturales contribuyen a una

mayor integración de la sociedad y reconocieron la partici-pación de la Asociación de Colonos Santa Fe y de la

Coordinación de la Maestría en Proyectos Urba-nos de la Ibero para fundamentar la promoción

cultural y la integración social a través de la recuperación de espacios públicos.

La doctora Gabriela Lee Alardín, coordina-dora de la Maestría en Proyectos de Desarro-llo Urbano, explicó que el Corredor Cultural Santa Fe se gestó en un principio como an-

teproyecto de los estudiantes bajo la supervi-sión del académico José Luis Arvizu Verdusco, y

luego, como proyecto ejecutivo, lo concretó el ar-quitecto Juan Pablo Serrano, también académico del

Departamento de Arquitectura de la UIA.Lo que se busca con el Corredor, comentaron el Rector de la

Ibero y el Jefe de Gobierno del Distrito Federal es evitar factores que dividen a la sociedad, y contribuir a una ciudad sustentable. Los espacios culturales, dijo el segundo, ayudan a cambiar los patrones de violencia por los de mayor convivencia social.

Elena Cepeda de León, Secretaria de Cultura del Distrito Fe-deral, quien también participó en la ceremonia inaugural en el Auditorio José Sánchez Villaseñor y luego en el recorrido de las obras, reconoció la participación de las delegaciones Álvaro Obregón y Cuajimalpa. Por su parte, el presidente de la Aso-ciación de Colonos Santa Fe, Sergio Haua Miguel, agradeció la consolidación del Corredor Cultural y dijo que la siguiente etapa contempla la construcción de otros espacios donde las fa-milias puedan llegar a convivir de manera integral.

› Inauguran Corredor Cultural Santa Fe, ideado por estudiantes de Arquitectura

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ACTUALIDAD IBERO

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GENTE QUE CAMBIA AL MUNDO

Alberto Herrera AragónPrácticamente todo el día estoy conecta-do en facebook, y el twitter lo utilizo no para fines personales, sino para mensajes institucionales de Amnistía Internacio-nal. Tengo, además, tres cuentas de correo electrónico. Todas estas aplicaciones de In-ternet las usamos en Amnistía Internacio-nal como herramientas de movilización; por ejemplo, para hacer llamados urgentes

a las autoridades. Tenemos incluso un sis-tema de movilización a través de mensajes sms: la gente se inscribe y les mandamos acciones urgentes por mensaje de celular, a los cuales responde con su firma y noso-tros los enviamos a las autoridades.

Lo importante es que las redes socia-les sean espacios para el ejercicio de la libre expresión. Es impresionante lo que la gente puede hacer y construir a tra-vés de estas redes. Lo otro es que, más allá de lo que se pueda expresar, facilita la movilización. Las repercusiones masivas del twitter, por ejemplo, ante acciones y comentarios que nos afectan socialmente son muy importantes. En la medida en que la gente se expresa, se indigna, de-manda a través de estos medios, las au-toridades se sienten forzadas también a responder. Ésta es la dimensión tecnoló-gica de la globalización. Es la posibilidad de obviar las fronteras, aunque también hay que tener un poco de cuidado con lo que significa la invasión a la privacidad. En términos generales, en una forma de comunicación libre que nos ayuda a to-mar conciencia de los demás.

Estudiante de la Maestría en Derechos Humanos. Es Director Ejecutivo de Amnistía Internacional en México.

Internet es, sin duda, el medio de información, comunicación e interacción más importante en la actualidad. Sus aplicaciones pueden ser positivas o negativas, formativas o deforma-

doras, según sean las intenciones, propósitos y fines de sus usuarios, y los múltiples intereses sociales, educativos, comerciales, políticos, et-

cétera, que existen en torno de la red de redes. A la utilización de esta tecnología, con sus

diversas aplicaciones, se refieren algunos estu-diantes de la Ibero, en la presente encuesta.

Entre la libre expresión y las falsas informacionesPedro RendónRedactor de IBERO

Rafael PajaresInternet es la tecnología que más uso, lo mismo para consultas de información, que para referencias de fuentes bibliográficas, y como medio de comunicación. Desde luego, para tener acceso a muchos pro-ductos tecnológicos se necesita un presu-puesto que no todo el mundo tiene.

Estudiante de la Maestría en Letras Mexicanas.

Sergio Moctezuma PérezActualmente ya no podemos pensar en las sociedades sin todo lo que significa Internet y las redes sociales. Las tecnolo-gías de información no sólo tienen que ver con información, sino también con comercio, economía, política, etcétera.

›Los alumnos de la Ibero ante el uso de Internet

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ción de información. Bien aprovechadas, constituyen herramientas muy importan-tes para el desarrollo profesional y perso-nal. Internet está funcionando como un agente globalizador de la información y ha traído ciertas ventajas, aunque si se emplea mal puede conllevar un problema para las personas que no saben aprove-charlo y que son víctimas de una adic-ción sin utilidad.

Estudiante del Doctorado en Investigación Psicológica.

Carlos Alejandro López MagañaNo tengo una blackberry ni un Iphone, pero en mi computadora, en la que me paso mucho tiempo, estoy continuamen-te checando facebook y twitter. Procuro no estar todo el día conectado a estas re-des porque también me gusta hacer otras cosas, pero en general sí me mantengo conectado. El uso que hago de estas redes

sociales depende su utilidad. Por ejemplo, facebook lo uso para compartir con mis amigos, socializar enviarnos fotos. Twitter no lo uso tanto para decir lo que me está pasando, sino más bien para compartir otras cosas, lecturas, videos, etcétera. Lo que sí creo importante es la propia au-torregulación, por así decirlo, de lo que decimos a través de estas aplicaciones de Internet; distinguir entre lo privado y lo público, para evitar el mal uso de la información. Tal vez suene contradicto-rio, pero lo mejor que tiene Internet es que te brinda la posibilidad de conocer a personas que de otro modo, a través del contacto real, sería casi imposible. Yo, por ejemplo, he entrado en contacto con edi-tores, escritores y artistas de muchos lu-gares, a través de las redes sociales. Lo que hay que evitar es que esa realidad virtual sustituya del todo al mundo real.

Estudiante de la Licenciatura en Diseño Interactivo.

Ixel Paola González GarcíaUtilizo mucho las aplicaciones de Internet. Blackboard es básica para

la universidad, pues es la plataforma de la Ibero para tareas, trabajos, todo. Utilizo también el correo de hotmail y el facebook; no así el twitter. No me conecto durante todo el día, pero con bas-tante frecuencia checo mi correo y mi blackboard. Internet nos proporciona una ayuda muy buena porque así podemos estar en contacto con compañeros que viven muy lejos, a cualquier hora.

Lo mejor es que agilizan la información. El mejor uso que se le puede dar a Internet es la difusión de información verídica, porque

también es cierto que el mal uso propaga informaciones falsas.

Estudiante la Licenciatura en Ingeniería Química.

Desde el punto de vista antropológico debemos centrar cierta atención en los diferentes usos de las tecnologías para ver cómo es posible mejorar nuestras socieda-des, pues Internet y sus aplicaciones inci-den en los comportamientos individuales pero también en los contextos sociales más amplios.Estudiante del Doctorado en Antropología Social.

›Los alumnos de la Ibero ante el uso de Internet

Marta Elvira SantosLa importancia de las tecno-logías informativas en la vida cotidiana me parece fundamen-tal. Éstas han venido a facilitar mu-chos procesos de aprendizaje y obten-

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Qué leer y por Qué

un estudio sobre la espiritualidad del cristianismo en oriente.el primer germen del pensamiento es el deseo.Eugenio Páramo Ortega, S. J.

en este libro se encuentra el novedoso descubrimiento de la riqueza espiritual de los llamados “padres vigilantes o Santos padres” que nos llevan al “Conocimiento espiritual en la Filocalia”. “este libro es un estudio sobre la espiritualidad del cristianismo en oriente”. el término se traduce como la búsqueda de amor a la belleza, amor a Jesús. el arzobispo de la iglesia griega en Francia, Meleitos, define así a la filocalia: “esa belleza divino-humana, divino-cósmica, de la que tienen sed los hombres de hoy”. También filocalia significa una antología, y aquí encontramos una variada selección de textos sobre los itinerarios espirituales de muchos orantes, contemplativos de la natu-raleza, que escribieron sus profundas experiencias. ¿Dónde aprendieron esas enseñanzas que ahora nos transmiten? De la constante y humilde invocación a Dios. Todos estos grandes hombres de oración llevaban también una vida austera, humilde.

en este libro Javier Melloni ribas, jesuita español (Barcelona 1962), doctor especialista de las religiones orientales, presenta y comenta escritos místicos antiguos. y estos textos, al meditarlos, nos pueden ayudar a la realización de sus significados para la práctica de la vida humana y espiritual. Nos benefician también en la purificación de la conciencia, para el dominio de las pasiones, para crecer en la paz interior. y nos pueden facilitar, además del equilibrio personal, a crear armonía en la caridad.

EL DESEO ESENCIAL, DE JAVIER MELLONI RIBAS, S. J. [SAL TERRAE, SANTANDER, 2009]Se trata de otro libro más reciente de Ja-vier Melloni, doctor en Teología y licen-ciado en Antropología Cultural. Como gran estudioso y especialista de las reli-giones orientales, nos recrea de nuevo con el saboreo de textos antiguos y nue-vos de orantes, filósofos y poetas. Desde la primera página toma una reflexión que se encuentra en el rig Veda X, 129, siglo XII-X a. C.: “en primer lugar apareció el Deseo, que fue el primer germen del pensamiento”. De ahí el titulo de su libro, sobre en qué consiste el deseo, y por qué lo llama esencial. es decir como un inicio, base, fundamento del anhelo insaciable, en forma de impulso potente del interior de cada ser de la búsqueda de lo espiritual, a partir de la materia. y también, con Kena upanishad, IV, 6, del siglo VIII a. C., “el Deseo de lo Absoluto es el único anhelo

do también al sediento”. (Jalal Al-Din rumi, siglo XIII.)

esta afirmación me re-cuerda el diálogo de Jesús con la Samaritana, en el pozo de Jacob: “Si supie-ras quién soy yo que te pido agua, sin duda que tú misma me pedirías a mí de beber, y yo te daría agua viva”. (Juan 4, 10). en los nueve capítulos y el epílogo, Melloni ribas

desarrolla también la idea del deseo esen-cial de las más básicas pasiones humanas: respiración, hambre, sed, amor, poder, be-lleza, tecnología, conocimiento, vocación, oración. especialmente atractivo es el ca-pítulo del deseo de la belleza.

digno de todos los seres”. el anhelo es una moción, ideal más puro por alcan-zar del ser humano que nos enaltece.

De ahí que desde la in-troducción y después en los nueve capítulos del libro nos va guiando sa-biamente, hasta llegar al epílogo (“Somos deseo de Dios”). lo buscamos como un deseo atractivo, como necesidad impe-riosa, como el término de la felicidad, de la paz. De este modo, entre citas notables y con reflexiones profundas, comenta el autor su tesis sobre la esencialidad del deseo. También anota: “Mientras el se-diento busca el agua, el agua está buscan-

LOS CAMINOS DEL CORAZÓN: EL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL EN LA “FILOCALIA”,DE JAVIER MELLONI RIBAS, S. J. [SAL TERRAE, SANTANDER, 1995]

LA VOZ DEL LIBRO/el eco de la lectura

50 IBero

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52 IBERO

adóndEIR y

pOR qué

La patria en construcción en la Galería del Palacio nacionalMéxico 200 años. la patria en construcciónConsiderada como la mayor muestra histórica jamás montada en México, en ella se exhiben más de 500 piezas históricas y artísticas, entre pintura, escultura, grabado, manuscritos, documentos originales, impresos, mone-das, indumentaria, textiles, armamento, fotografías y mobiliario, entre las que se encuentran el Acta de Inde-pendencia, los Sentimientos de la Nación de José María Morelos, el estandarte de las tropas Insurgentes durante los años 1810-1813, el acta de excomunión de Miguel Hidalgo, el Sillón presidencial de Benito Juárez, objetos conmemorativos del Centenario de la Independencia, la bandera del General Emiliano Zapata, y las Constituciones políticas de los Estados unidos Mexicanos, entre otras valiosas obras. La magna exposición permitirá también al público asistente recorrer, por vez primera, los Salones presidenciales, además del Museo Recinto Homenaje a Juárez, las Bibliotecas de palacio, el Recinto parlamentario y los murales pintados por el artista mexicano diego Rivera, recién restaurados para la ocasión.Galería del Palacio nacional, hasta julio de 2011

danZacloud Gate dance Theatre of Taiwan: Moon WaterPara los chinos agua de luna o shui yuei es una metáfora de dos cosas. La primera es un proverbio budista: “Las flores en el espejo y la luna en el agua son solamente una ilusión”. La otra describe el estado ideal de aquellos que practican el Tai Chi: “La energía fluye como el agua, mientras que el espíritu brilla como la luna”. El notable coreógrafo Lin Hwai-min utiliza estas dos citas como punto de partida para crear un poético homenaje a la filosofía taoísta. Con esta pieza la compañía taiwanesa demuestra por qué se le considera una de las mejores del mundo, cuyas puestas en escena han dejado una marca indeleble en el público occidental.

auditorio del estado (Guanajuato), 14 de octubre

ÓPeraMontezumano es usual que los monarcas escriban libretos para ópe-ras, sin embargo el ilustrado melómano y flautista Fede-rico II, rey de prusia, lo hizo redactando el texto de la ópe-ra Montezuma para la música de Carl Heinrich Graun. aunque más reflexión personal que historia, esta ópera permite trazar paralelos entre el último em-perador azteca y el monarca germano. Es ahí donde radica el interés de esta singular pieza de teatro musical, en la que Europa vuelve ojos y oídos a américa. Coproduci-da por el Festival Internacional Cervantino y el Festival Internacional de Edimburgo, en Montezuma confluye el talento europeo con el latinoamericano: la dirección musi-cal es del argentino Gabriel Garrido, y la

dirección de escena, del mexicano Claudio Valdés Kuri.

Teatro Juárez (Guanajuato) 14 y 15 de octubre. Teatro Julio castillo (ciudad de México), 21 y 22 de octubre

MÚSicaJazz at lincoln center

orchestra: celebremos américa

El trompetista estadounidense Wynton Marsalis está convencido de que el jazz pro-picia el entrecruzamiento de culturas. por ello no resulta extraño que encabece un proyecto en el que, además de la Lincoln Center Jazz Orchestra, incorpora a músicos iberoame-ricanos: el pianista catalán Cha-no domínguez, el saxofonista y clarinetista cubano paquito d’Rivera, el baterista mexicano

antonio Sánchez y el arpista colombiano Edmar Castañeda. El resultado: una cele-bración musical de américa como un con-tinente generoso en matices que transitará del swing al bolero, del blues al tango, del corrido al canto nuevo y otros estilos, todo sazonado con la savia del jazz.auditorio nacional (ciudad de México), 13 de octubre. explanada de la alhóndiga de Granaditas (Guanajuato), 15 de octubre

TeaTroTeatro Sunil: donka, de daniele FinziEn el mundo del teatro global el nombre

de daniele Finzi es sinónimo de finu-ra, calidad y emotividad, es decir: de

poesía teatral. Finzi ha cultivado la ternura, la bondad, la melanco-lía y la belleza como elementos esenciales de sus figuraciones dramáticas. Con su espectáculo

sobre la vida y la obra de antón Chéjov, montado este año expresa-

mente para celebrar los 150 años del na-cimiento del autor, conmovió tanto al públi-co como a la crítica. El Teatro Sunil, de Suiza, creado por Finzi en 1983, se ha convertido en una referencia del mejor teatro físico, vi-sual y dramático por el virtuosismo que des-pliega en cada uno de estos apartados, en el que no falta, por cierto, la tragedia humana.Teatro Principal (Guanajuato), 4 al 6 de noviembre

ITINERARIO DEL OCIO Festival Internacional Cervantino 2010

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MÚsica para caMaleones

Música para camaleones está dedicada a la recomendación de obras musicales, para lo cual se ha invitado a melómanos, investigadores, expertos, editores, musicólogos y denodados amantes de la música. En esta ocasión agradecemos a Eduardo Lizalde, Eugenio Toussaint y Roberto D’Amico, el que con tanta gentileza y generosidad hayan accedido a compartir con los lectores de IBERO su experiencia y su pasión.

QuéEscuchARy pOR Qué

Beatriz palaciosAsistente editorial de IBERO

Eduardo Lizalde recomienda: Die Verkaufte Braut (La novia vendida), de Bedrich smetana [2007]; La sonnambula, de Vincenzo Bellini [2008] y Armida, de haydn [2007]La ópera Die Verkaufte Braut del compositor checo Bedrich smetana, de melodías evoca-doras de un ambiente popular, está protago-nizada por dos grandes de la ópera: la soprano Lucia popp y el tenor siegfried Jerusalem. Está cantada en alemán y es una grabación en directo de la staatsoper de Viena, bajo el sello discográfico Deutsche Grammophon DVD collection. Realmente disfrutable La sonnam-bula con las voces de la italiana cecilia Bartoli y el peruano Juan Diego Flórez, acompañados por la Orchestra La scintilla, bajo la dirección de Alessandro de Marchi. En este disco del sello Teldec, la ópera cumbre de haydn, Armi-da, es interpretada magistralmente por ceci-lia Bartoli, christopher pregardien y patricia petibon, con la orquesta concentus Musicus

puede encontrar en este álbum es la riqueza de la música de piano de Gershwin interpre-tada magistralmente por Alberto cruzprieto y una manera distinta de acercarse a este com-positor, ya que las transcripciones de Wild son aún más complejas pianísticamente hablando. con este disco el escucha puede ponerse en contacto con el mundo de Gershwin, conocer su estilo de una forma más cercana y de una época determinada, e incluso verlo desde una perspectiva distinta, que es la de Earl Wild, y compenetrarse con su mundo pianístico.

EUGENIO TOUSSAINT. compositor y pianista, es au-tor de música para orquesta y jazz. con los grupos sacbé y Eugenio Toussaint Trío, ha grabado más de una veintena de discos, el más reciente de ellos ti-tulado Oinos. con su álbum Gauguin fue nominado para el Grammy Latino como mejor disco de mú-sica clásica de 2001. Fue anfitrión del programa de revista Suave es la noche de canal 22.

Wien de Viena, dirigidos por Nikolaus har-noncourt.

EDUARDO LIZALDE. poeta, traductor, ensayista y na-rrador, además de experto en música de ópera, es autor, entre otros libros emblemáticos, de El tigre en la casa, La zorra enferma y Caza mayor. ha obtenido los más importantes premios de nuestro país, entre ellos el premio Nacional de Lingüística y Litera-tura, y es miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.

Eugenio Toussaint recomienda: The man I love, de Alberto cruzprieto [2010]sugiero escuchar un disco de muy recien-te aparición que lleva por título The man I love, interpretado por el pianista mexicano Alberto cruzprieto y publicado por el sello Quindecim. se trata de música para piano solo del compositor estadounidense George Gershwin, pero que está adicionada por las maravillosas transcripciones realizadas por el también pianista Earl Wild. Lo que el público Alberto Cruzprieto.

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Roberto D’Amico recomienda: La pasión, de Luz casal [2009]; Duets, Anna Netrebko & Rolando Villazón [2007] y El último trago, de Buika [2009]En lo personal, la música representa un es-pacio profundamente inspirador y un refugio emocional, y este disco de la española Luz casal inspira y emociona. La pasión es al mis-mo tiempo popular y sofisticado, y a través del bolero, hace un viaje por canciones clá-sicas y recupera otras poco conocidas. Muy recomendable. El tenor mexicano Rolando Villazón hace una interpretación realmente

emotiva en este disco en el que comparte créditos con la extraordinaria soprano rusa Anna Netrebko. Es un recuerdo de algunas de las actuaciones que han cantado juntos en el esce-nario y ofrecen además duetos de óperas menos conocidas. El último trago es una recreación, desde un punto de vista clásico, de música mexicana memorable, interpretada por la cantante concha Buika, en el que colabora con el músico cubano chucho Valdés para homenajear a chavela Vargas.

ROBERTO D’AMICO. Actor, director teatral, coreógrafo y traductor. Es profesor de música y actuación, así como creador de múltiples espectáculos históricos y clásicos que se han presentado en países de Europa, Medio Oriente, América Latina, Estados unidos y canadá. Actualmente produce y dirige la obra teatral Amores mexicanos protagonizada por Angélica Aragón.

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Computadora con pantalla multitáctil y giratoriaFabricada en aluminio, la nueva computadora portátil HP TouchSmart TM2 cuenta con una pantalla multitáctil giratoria de 12 pulgadas que puede trans-formarse en un pizarrón digital. Su interfaz permite realizar zoom, rotar objetos o desplazarlos por la pantalla mediante el movimiento de los dedos; además incorpora un lápiz digital para tomar notas, dibujar o retocar fotos de forma sencilla. Tiene capacidad de 8 GB de RAM y 500 GB de disco duro, y utiliza el procesador Intel Core 2 Duo de bajo consumo que asegura 9 horas de funcio-namiento continuo sin necesidad de recarga.

Dispositivos e instrumentos que faCilitan la viDa

Ventilador sin aspasla empresa Dyson lanzó al mercado el air multiplier, un ventilador que funciona sin aspas, y que es capaz de ge-nerar quince veces más flujo de aire que los modelos tra-dicionales. este aparato centra su potencial en una nueva tecnología que le permite expulsar 450 litros de aire fres-co por segundo, de forma continua y sin interrupciones. Con 20 centímetros de diámetro, el air multiplier fun-ciona con un motor digital de alto rendimiento energé-tico colocado en la base del ventilador.

Navaja con memoria USBla compañía suiza victorinox ha creado la na-vaja presentation master, que además de los aditamentos tradicionales como tijeras, lima de uñas, llavero, desatornillador y pluma con punta retráctil, incluye una memoria usB con capacidad de hasta 32 GB, la cual es posible separar de la navaja en caso de que se requiera. este modelo está equipado con tecnología de cifrado, la cual protege los datos de tal modo que sólo es posible acceder a ellos mediante el reconocimiento de huella digital o introduc-ción de contraseña. además de estas funcio-nes, la presentation master posee un control remoto Bluetooth para la computadora y un señalador láser.

tripié magnético para cámaras compactasLos creativos de la firma Gollipod han desarrollado el Gorillapod Magnetic, un tripié para cámara fotográfica que sólo pesa 74 gramos y mide 15 centímetros de largo, el cual puede adherirse a las superficies metálicas e imantadas, gracias a que le han añadido imanes en la parte final de cada una de las patas además de seguir incorporando el sistema de ex-tremos segmentados flexibles. Puede soportar cámaras fotográficas com-pactas o pequeñas videocámaras con un peso máximo de 325 gramos.

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