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Revista catorcenal, hecha en la tierra de los cositías con la bendición de Tata Lampo. Editor responsable: Alejandro Benito Molinari Torres Contacto: [email protected] Fotografía: Ángel Gabriel Penagos Gordillo

REVISTA DIEZ, NÚMERO 29

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La actualidad de la ciudad de Comitán de Domínguez, Chiapas.

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Page 1: REVISTA DIEZ, NÚMERO 29

Revista catorcenal, hecha en la tierra de los cositías con la bendición de

Tata Lampo. Editor responsable: Alejandro Benito Molinari Torres

Contacto: [email protected]

Fotografía: Ángel Gabriel Penagos Gordillo

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DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos.

CONTENIDO: 3.– EDITORIAL:Yoani, agua limpia y transparente.

4.– ZAGUÁN: Arenilla - El viaje del niño que somos.

6.– PATIO: Fotos de la quincena.

13.– DE DIEZ: Yoani.

14.– BALCONES: Casa de Citas. Autor: Héctor Cortés Mandujano.

22.– CORREDORES: Barrio de San Sebastián.

Autores: Luis Felipe Gómez Mandujano, Olga

Alicia Montejo Baeza, Guadalupe García

Gómez y Alejandro Molinari.

32.– EL SITIO: Tiempo de Mesura. Autor: Juan Carlos Gómez

Aranda.

38.– ACTUALIDADES.

46.– TAPANCO: ¡Qué tiempos señor don Simón!

48.– DE DIEZ: Yoani.

Yoani

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Comitán, un pueblo de 9 estrellas y gente de 10.

EDITORIAL Yoani, agua limpia y transparente

Conocimos a Yoani en el Teatro de la Ciudad., de Comitán. Ella estudia telebachillerato en

una comunidad tojolabal, rumbo a Altamirano. Cuando le propusimos ser Chica de DIEZ

aceptó de inmediato. Nos platicó que en su comunidad no tiene acceso a Internet, pero si no-

sotros le prometíamos grabar la revista en un disco compacto y enviárselo, ella también nos

prometía leer DIEZ en la sala de cómputo de su escuela.

Este número está dedicado a ella, a su risa de agua limpia, a la dignidad con que porta

la vestimenta auténtica. Tal vez ella, en este momento, se convierte en símbolo de cómo, en

tiempos de globalización, es posible aprovechar los adelantos tecnológicos de este tiempo sin

perder rasgos de identidad. Ella sabe que le va bien el rasgo cultural que heredó, le va bien

el viento limpio que juguetea en su comunidad, le va bien el sueño de integración aliado a

esa lengua maravillosa que es el tojolabal, y de la que estamos imbuidos los comitecos.

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Comitán, un pueblo de 9 estrellas y gente de 10.

Zaguán

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Comitán, un pueblo de 9 estrellas y gente de 10.

ARENILLA El viaje del niño que somos

Mi papá me dijo que él procuraría mi viaje por todos los

medios de transporte posibles. Así viajé en barco, de

Guaymas a La Paz; en auto, de Comitán a San Cristóbal;

en tren, de Guadalajara a la ciudad de México; en avione-

ta, de La Paz a Santa Rosalía; en autobús, de Arriaga a

Tapachula, y en avión, de la ciudad de México a Tuxtla.

Cuando platiqué esto con un amigo, él, de inmediato, me

dijo: “Te faltó el helicóptero”. “Claro, estúpido”, pensé, y

también faltó el transbordador espacial y el batiscafo y el

ovni y el viaje sobre el buey.

El viaje es el destino de todos los hombres. Unos lle-

gan más lejos que otros, pero todos viajamos. Mi papá me

enseñó que la vida es para atreverse a probar de todo.

¡Que no quede nada por experimentar para llegar a ser

un hombre bueno! Él me dio lo que estuvo a su alcance.

Desde entonces ¡vivo todos mis sueños!

La enseñanza de mi papá fue que los medios faltan-

tes debía procurármelos yo. Lo que hizo mi papá fue po-

ner algo como un papalote en las manos. Los vientos ya

dependen de mí.

Hay hombres que necesitan ir a lugares lejanos para

echar a volar su papalote. Para llegar a su Itaca viajan en

barco, sobre el lomo de bestias o en globos aerostáticos.

Hay otros que para volar no necesitamos más que las pla-

zas, las calles, los balcones y los corredores de las casas

del lugar donde nacimos.

A veces, en la noche, salgo al patio de la casa y miro

el cielo lleno de estrellas. Pienso en los millones de perso-

nas que en ese momento viajan. Alguna ilusión o pena los

lleva de un lugar a otro, duermen de manera intermitente

sobre sillones o bancas de madera húmeda. Despiertan,

llenos de sudor, a la hora que el autobús frena abrupta-

mente en una curva. Son hombres que no pueden evitar

su destino. Entonces cierro los ojos y me entrego también

a mi destino: ¡el viaje!

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Comitán, un pueblo de 9 estrellas y gente de 10.

Patio

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FOTOS DE LA QUINCENA

´Módulo de información turística,

suspendido por el INAH.

¿Querrer decirrr,

entonces, que

ustedes no poderrr

decirrrme dónde

yo poderrr visitarrr

los museos que están

bajo la custodia del

INAH?

Hacérrrrseme un

contrasentido.

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FOTOS DE LA QUINCENA

Diálogo

Madera: ¿Cómo estás?

Pared: Ay, pues con el cuerpo todo agrietado.

Madera: ¿Ya te pusiste algo?

Pared: Pues ungüento 666, pero me sigo sintiendo como pared del “infierno”.

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FOTOS DE LA QUINCENA

¡Ah, qué caray, esto es como el

THE END de la película de la vida!

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FOTOS DE LA QUINCENA

¿Y qué querés ser de grande, hijo?

Pues rábano, betabel o zanahoria,

pero ¡chicharito jamás!

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FOTOS DE LA QUINCENA

¿A qué hora vas por el

pan, mamacita?

¡Ay, no soporto a estos

comitecos igualados!

¿Por qué en Comitán no

hay Jaguares o Ferraris?

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Comitán, un pueblo de 9 estrellas y gente de 10.

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Inscripciones

Abiertas

Licenciaturas en

Trabajo Social y

en Periodismo.

Teléfono: 01-963-6326661

e-mail: [email protected]

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Comitán, un pueblo de 9 estrellas y gente de 10.

Yoani

¡siempre

estamos

cerca de

la luz!

En la DIEZ

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Balcones

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Casa de Citas

Héctor Cortés

Mandujano

Comitán, un pueblo de 9 estrellas y gente de 10.

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Chiapas y lo posible

Hace muchos años leí con enorme gusto El varón rampante (Seix Barral, 1985), de Ítalo Calvino, la

historia de Cósimo Piovasco de Rondó, un muchacho que en un inicio por berrinche decide subirse

a un árbol (de ahí lo de rampante) y no bajar ni para comer. Era 1767 y por eso halló bosques por

doquier que permitieron la hazaña. Ya alejado del capricho, Cósimo descubre las maravillas de la

vida arbórea y con ello reinventa su existencia y reformula el mundo hasta su deceso que, por no

querer tocar tierra, ocurre en el mar. La historia, contada por su hermano, concluye a principios del

siglo XIX y hay una nota sobre la desaparición de “aquellas verdes cúpulas” (p. 245): “Se diría que

los árboles no han resistido, después de que mi hermano se marchó, o que los hombres han sido

presas de la furia del hacha”.

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Muchos años más tarde, y

en una especie de homenaje,

Alejandro Baricco escribió No-

vecento. La leyenda del pianista

en el océano (Anagrama, 1999)

historia de un hombre de extenso

nombre, Danny Boodmann T. D.

Lemon Novecento, pianista

asombroso, nacido en un barco,

quien por decisión propia vivirá

hasta su muerte en su embarca-

ción natal. Aunque la historia se

escribió originalmente para tea-

tro (Baricco reescribió también

Homero, Ilíada, que en monólo-

gos cuenta, como la original, la

guerra de Troya) ya la han vuelto

película. Dice Novecento (pp. 76

-77): “No estoy loco, hermano.

No estamos locos cuando hemos

encontrado el sistema para sal-

varnos [...] acabó mi tierra, para

siempre, dondequiera que se en-

cuentre”.

Me parece que entre am-

bos autores, ambos italianos; que

también entre Cósimo y Nove-

cento, sus criaturas, hay una in-

visible estafeta.

* * *

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Me entero de que entregarán un premio literario y ofi-

cial a un médico “por sus libros inéditos de poesía”.

Es una broma, pensaría cualquiera con dos dedos de

frente. Si viviera en otro país o en otro estado, confie-

so que lo dudaría. ¿Cómo premiar a una persona por

los libros que nadie ha leído? Una de las instrucciones

básicas para vivir en Chiapas es que aquí todo es posi-

ble. Todo.

Propongo que se debe premiar a los arquitectos

por los edificios que no han imaginado, a los novelis-

tas que jamás han escrito una novela, a los actores de

teatro que nunca han estado en escena.

Ya puestos a premiar deberían escogerse a mu-

chachos de secundaria y premiarlos por todo aquello

que quizás en el futuro hagan; celebrar el día de las

madres en los jardines de niñas, considerando que

quizás muchas de ellas se vuelvan madres en el futu-

ro.

Propongo que se entreguen Oscar honorarios a

quienes tengan intenciones de hacer cine y se instituya

el Premio Nobel de Chiapas para aquellos que tal vez

dentro de cincuenta, cien, doscientos años, no impor-

ta, puedan destacar en algo.

Propongo que celebremos la primavera en di-

ciembre y la navidad en agosto (mes que casi ni tiene

celebraciones); propongo también que construyamos

una enorme iglesia para un santo que todavía no lo es

y que nos declaramos sede de los juegos olímpicos del

2100, antes de que algún otro vivo se nos adelante.

Propongo, ya encarrerado, que nos declaremos

los reyes absolutos del analfabetismo y que ya, nunca

más, se editen nuevos libros. No hacen falta para otor-

gar premios literarios. Propongo que este premio, al

premiado y a los premiadores los inscribamos en el

Libro de Récords Guines (para que el premiado y sus

adláteres aparezcan por lo menos en uno de esos des-

preciables artefactos que, pura lata, deben escribirse y

leerse para que tengan algún significado. Y además

están llenos de pura letrita, qué ganas de joder). Tam-

bién iba a proponer un plebiscito para cambiar el

nombre de Ocozocoautla por el de Coita, pero ya se

me adelantaron.

* * *

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Stephen Vizinczey nació en 1933, en Hungría. Resume su vida en “Los diez mandamientos de un

escritor” (Verdad y mentiras en la literatura, Grijalvo, 1988:9): “A la edad de los veinticuatro años,

tras la derrota de la Revolución húngara, me encontré en Canadá con unas cincuenta palabras en

inglés. Cuando me di cuenta de que era un escritor sin una lengua, subí en ascensor al último piso

de un alto edificio de Dorchester Street en Montreal, con la intención de arrojarme al vacío. Al mi-

rar hacia abajo desde la azotea, con terror ante la idea de morirme, pero todavía más de romperme

la columna vertebral y pasar el resto de mi vida en una silla de ruedas, decidí tratar de convertirme

en un escritor inglés. Al final, aprender a escribir en otra lengua fue menos difícil que escribir algo

bueno y viví durante seis años al borde de la miseria antes de estar listo para escribir En brazos de

la mujer madura”.

En brazos... fue un súper éxito en crítica y ventas. En su segunda novela, Un millonario ino-

cente (Grijalvo, 1991), Mark Niven encuentra un tesoro en el fondo marino y ha pensado apoyar,

entre otras cosas, a la educación superior. Un viejo millonario le aconseja que no (p. 287): “Nunca

dé dinero a universidades. ¡Cuando era joven, perdí millones por atender doctos consejos! Un tonto

analfabeto puede ser un tonto útil, puede fregar suelos; pero un tonto con un doctorado es mortal.

Los especialistas en ciencias sociales, los terroristas, los sociobiólogos, los marxistas, los psiquia-

tras, los charlatanes de todo cuño, todas estas hordas de parásitos salen de las universidades. ¿Y sa-

be por qué? Porque la estupidez no se cura con libros, sino todo lo contrario: la educación superior

la agrava. ¡Nada de becas, recuérdelo!”

* * *

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La novela Ayer no te vi en Babilonia, de Antonio

Lobo Antunes (Mondadori, 2007) tomó su título

del letrero que en escritura cuneiforme, en un

fragmento en arcilla, alguien escribió 3 mil años

antes de Cristo. Algunos de esos textos han cruza-

do épocas, siglos, como el que asienta Kenneth

Rexroth en Recordando a los clásicos (FCE,

1993:81) escrito en una estela de Corinto: “Esta

piedra menuda, amado Sabino, es todo el testimo-

nio de nuestro amor inmenso. Siempre te echo de

menos; y espero que no bebas del Leteo y me ol-

vides, cuando bebas las aguas de la nueva muer-

te”.

Más cerca en el tiempo y en el espacio hace

unos días me encontré escrito sobre una banqueta

de la Novena Sur (frente a un lote baldío, antes de

llegar a Grease Monkey, a la vuelta del Noticias)

de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, un recado que, salvo

que arranquen la banqueta o borren el texto,

tendrá quizá más vida que su autor. Dice así: “Soy

hondureño gracias a Dios. Por él estoy aquí. No

temo a nada porque Jeová (la cursiva es mía) vive

en mí. 2000. José FVV”.

* * *

Guillermo Fadanelli, mexicano, autor exitoso de

muchas novelas, escribió un raro libro de aforis-

mos: Dios siempre se equivoca (Joaquín Mortiz,

2004). “Cada aforismo es un universo condensado

donde las explicaciones están de más”, dice Fada-

nelli en el preámbulo. Dos muestras que incluso

he condensado:

1). “Las mujeres odian a los hombres que se

les acercan desinteresadamente” (p. 17), y

2). “Nada hay más práctico que una buena

teoría” (p. 21).

Contactos: [email protected]

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Corredores

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Comitán, un pueblo de 9 estrellas y gente de 10.

Barrio

de

San

Sebastián

Tomado del libro Barrios de Comitán.

Autores: Luis Felipe Gómez Mandujano, Olga Alicia Montejo

Baeza, Guadalupe García Gómez y Alejandro Molinari.

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El barrio de San Sebastián es un barrio de prosapia y de

tradición; por eso, sus vecinos se sienten muy orgullosos

de habitar en él.

Actualmente, en una breve rotonda colocada al ex-

tremo del parque, existe una gran estatua de Fray Ma-

tías de Córdoba; y, un poco más allá, un busto que re-

presenta a doña Josefina García. Si bien, estos dos perso-

najes son figuras relevantes del mismo suceso: el de la

Independencia de Chiapas, ningún otro barrio comiteco

puede ufanarse de tanto. Sólo el barrio de San Sebastián

se puede dar el lujo de haber cobijado a dos héroes. Aho-

ra (época en que estamos escasos de héroes), cualquier

ciudad pegaría de brincos con poseer uno o, cuando me-

nos, la mitad de uno; en cambio, el barrio de San Sebas-

tián, muy calladito y todo, poseyó dos.

Por eso, en el barrio de San Sebastián hay que irse

con cuidado. Que nadie ponga en entredicho la validez

histórica del discurso de la heroína, porque le puede ir

mal. Ya ese mensaje es paradigma de la mujer comiteca:

cuando los hombres dudaron, Josefina García se paró y

dijo que si los hombres no le entraban, pues entonces que

se quedaran cuidando de las casas; que ellas, las muje-

res, estaban dispuestas a apoyar al padre de Córdoba.

¡Ah, qué hermoso gesto, digno del coraje de la mujer co-

miteca! Por desgracia, no se sabe más de esa mujer. Ya la

Cronista de Comitán le agregó el otro apellido: Bravo; y

nadie dice algo, porque ese apellido materno va muy

bien con su personalidad.

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Pero el barrio no sólo es héroes y nombres ilustres; ¡no, por favor! Encima de todo el oro-

pel se encuentra un barrio muy típico, lleno de tradición y de nostalgia. Si uno sabe escuchar, el

rumor del tiempo trae ecos acaso olvidados. Sus árboles son tan viejos que, los niños, a su lado,

se piensan junto a dulces abuelos que platican historias.

El parque fue inaugurado en 1875, pero antes fue una plaza que se utilizó, en festividades,

para improvisar corridas de toros, las cuales eran una mezcla de elementos inocentes y perver-

sos. Los comitecos –generosos- aventaban frutas al suelo; los inditos corrían presurosos a

“pepenarlas”. Ya cuando los indígenas estaban entretenidos en levantar las frutas, los

“cashlanes” soltaban a los toros. Los inditos se divertían; los comitecos, también. Los indígenas

eran revolcados y los “cashlanes” se revolcaban de la risa. Probablemente, a éstos últimos no les

hubiera causado el mismo gusto si ellos hubieran sido los protagonistas de tan vergonzoso es-

pectáculo. Pero, bueno, esos tiempos ya pertenecen al pasado... ¿Será?

Page 26: REVISTA DIEZ, NÚMERO 29

Cuando ese patio se volvió parque, los

vecinos de San Sebastián se mostraron -

preocupados... ¿en dónde harían sus corri-

das? Entonces, don Pancho Alvarado se puso

de pie y dijo: “Yo donaré un solar”. Y así,

frente al famoso árbol de chulul (que dio pie

al dicho popular de: “Está cuajado el chu-

lul”), levantaron el patio de toros.

De hecho, la feria de San Sebastián se

distinguió por sus famosas corridas de toros.

Aún, ahora, los vecinos las echan de menos;

al igual que echan tierra a la memoria del

Presidente Municipal que convirtió a la más

reciente plaza en un parque con juegos infan-

tiles; éste nunca funcionó como tal y sólo se

convirtió en reducto de bolitos y de agasaja-

dores jóvenes, por lo que los vecinos decidie-

ron clausurarlo. Hoy, es un espacio desapro-

vechado. *Nota. El presente ayuntamiento lo remozó y

ahora es un espacio digno.

Sin que todavía sea científicamente ex-

plicado, existe en todo Chiapas una aparente

rivalidad entre habitantes de una ciudad con

los de otra, como si no todos fuésemos hijos

del mismo Padre y de la misma Madre. Los

nacionalismos se entienden o, cuando menos,

se mal justifican. Sin embargo, es inadmisible

que exista rivalidad entre vecinos de una mis-

ma ciudad.

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Antes, los vecinos del barrio de La pila tenían pleito casado con los vecinos de San Sebas-

tián; y es que, según los pileños, los de San Sebastián eran muy “alzaditos”; estos, realmente, se

consideraban de linaje superior.

Ahora, por fortuna, los comitecos saben que por sus venas no corre ninguna sangre azul,

sino la sencilla savia coloradita. Ya se tratan de igual a igual, apreciando, reconociendo y respe-

tando sus naturales diferencias. Se olvidó el encono de antes.

Lo que no pudieron eliminar los vecinos de San Sebastián fue el mote que les pusieron en

algún acto sin definición. “Batanecos”, les dicen. Los enterados cuentan que, probablemente, se

deba a una degeneración del nombre del barrio: San Sebastián, que alguno pronunció como

“San Seba’t’án”. Por lo tanto, “Bataneco” viene de “Batán”. ¡Ah, los lingüistas se morirían de

ganas de obtener esta derivación!

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Lo cierto es que el barrio de San Sebastián se enorgullece, aparte de ser cuna de la Inde-

pendencia de Chiapas, de ser cuna de hombres ilustres y de lustre.

Cada 28 de agosto, la plaza se engalana; muchos políticos y seudopolíticos se unen al

pueblo y, en interminables discursos, recuerdan el momento histórico en el que Fray Matías de

Córdoba arengó –así dicen los oradores- al pueblo, y en feliz tumulto se dirigieron todos al cen-

tro de Comitán para firmar el Acta de Independencia de Chiapas.

Los días 28 de agosto, la plaza de San Sebastián tiene una vida desordenada; al igual que

en el mes de enero de cada año, cuando celebran el día del Santo. De ahí en fuera, el parque

tiene una vida ordenada: es jardín para los vecinos; es local para pequeños puestos en donde

venden palomitas de maíz, curtidos, panes compuestos, chalupas y un extenso etcétera. A veces,

se convierte en jardín del arte, y se ve a talentosos aprendices robar el blanco de zinc a sus telas

sobre bastidores.

Sí, San Sebastián gusta de la vida ordenada; por eso, los vecinos se disgustan cuando, de

tiempo en tiempo, los teporochitos o algunas tristes prostitutas convierten el parque en su ofici-

na o en dormitorio para reposar sus borracheras. “No se vale”, dicen los vecinos, y tienen

razón, pues ese parque merece una condición especial.

Esa plaza, sin duda alguna, fue ingrediente fundamental de inspiración para las notables

familias de artistas que han vivido en el barrio. Baste decir que don Esteban Alfonzo fue vecino

de ahí; de ahí, entonces, mamaron también las connotadas artistas Julia y Lupe Alfonzo.

Al igual que don Esteban, Roberto Martínez fue vecino del barrio. Quienes conocieron a

Roberto Martínez hablan del prodigio que significaba oírlo ejecutar melodías en el piano; di-

cen que, a medianoche, cuando muchos de sus amigos habían dejado su casa, él se quedaba

sólo con los más cercanos y comenzaba a interpretar una serie de improvisaciones, cuyas notas

bajaban y subían, tocando, algunas, esas regiones vedadas al común de los mortales.

Pero no sólo músicos ha cobijado este barrio. También ha sido asiento de los más varia-

dos oficios: plateros, joyeros, talabarteros y zapateros. Nada menos que de San Sebastián era

Esteban García (el artista que hizo el bellísimo resplandor de la imagen de bulto de San Cara-

lampio). ¡El arte no distingue límites! ¡El arte une! Ésta es una prueba de cómo esos dos ba-

rrios, en algún tiempo peleados, están más que unidos en lo esencial.

San Sebastián aportaba una buena parte de las pequeñas industrias que existieron en

Comitán y que hicieron autosuficiente a esta ciudad, cuando la incomunicación no permitía

tantos intercambios comerciales.

Los vecinos de San Sebastián tuvieron mayor contacto con los vecinos del centro de la

ciudad; ya que (las clases sociales así lo indicaban), los de la “alta” vivían en El centro, y San

Sebastián era considerado el nivel inmediato inferior en esa complicada trama social comiteca.

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Pero eso sí, el barrio de San Sebastián se enorgullece de que un hijo suyo, el Dr. Alfaro, se

graduó como médico mucho antes que Belisario Domínguez. Aunque el Dr. Alfaro no viajó a Eu-

ropa, como lo hiciera Belisario, sí estudió en el extranjero. El doctor Alfaro se presentaba como

egresado de la Universidad de San Carlos, de Guatemala.

Como sucede con todos y cada uno de los barrios de Comitán, el de San Sebastián tampoco

tiene bien definidos sus límites, pero algunos vecinos no dudan en decir que éste es un barrio

muy grande en extensión; y no falta quien se avienta la “puntada” de decir que se extiende un

poquito más allá de Uninajab, actual centro recreativo que pertenece al municipio de Tzimol. Y

es que, cuando menos en la temporada de vacaciones, Uninajab se convertía en una sucursal de

San Sebastián, pues era el lugar favorito de recreo de sus vecinos. Quienes vivieron esas tempora-

das hablan, con tal emoción, que el Paraíso Terrenal pareciera no haber contado con tantas ma-

ravillas como Uninajab.

Si hubiera necesidad de elegir al barrio con más arte de Comitán, San Sebastián se llevaría

el sitio de honor. El barrio está lleno de poesía, de magia y de misterio. Por eso, no es de extra-

ñarse que ahí se haya dado todo un movimiento cultural.

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Page 29: REVISTA DIEZ, NÚMERO 29

Todavía, los del barrio recuerdan los nom-

bres de Flaviano y Wilfrido Gordillo, hijos de una

artista llamada Aleja Lara, quienes formaron un

grupo teatral en el que participaban artistas loca-

les tan importantes como José Domingo García,

Paco García y Alfonso Gordillo.

¡Qué emoción cuando se preparó la primera

representación! Todos los vecinos abarrotaron el

patio de la casa de don José Arredondo y fueron

testigos de ese momento señero en la historia cul-

tural de Comitán.

Pero no sólo ellos hicieron teatro, también

Arturo Sánchez, otro valioso talento de esa época.

Es cuestión de cerrar tantito los ojos para

lograr descubrir el espíritu de ese barrio... Imagi-

nar sus callecitas empedradas; imaginar que el

viento juega a las escondidas en el corredor de los

portales; e imaginar, también, a los niños jugando

en el kiosco, que los vecinos llamaban “morisco”,

tal vez por su estilo arquitectónico.

Eso sí, todo mundo, a las diez de la noche,

debía abandonar el parque, porque ponían cade-

nas en las entradas para que, por la noche, no en-

traran las bestias de cuatro patas a hacer perjui-

cios. Por la mañana, quitaban las cadenas; todos

podían, entonces, gozar del parque. Se veía a los

niños jugar canicas, hoyito- pelota o trompo...

Trompos bellísimos, con clavos de asiento;

trompos comprados en las carpinterías del propio

barrio, ahí, en donde fabricaban los barrilitos de

madera que, luego, se utilizarían para transportar

el agua o el pulque.

Era un Comitán más tranquilo, lleno de

pintorescos detalles.

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Page 31: REVISTA DIEZ, NÚMERO 29

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En ese tiempo tenían tanto gusto por su feria que, en el patio de toros, inventaban

una y mil situaciones, a fin de que siempre estuviera utilizado y de que no les llegara la

nostalgia por medio de la ausencia. Ahí, si no había corridas de toros, vendían muletos

o recibían al circo; o las húngaras, con sus bellísimos collares de monedas y sus pañue-

los rojos atados a la cabeza, se dedicaban a leer la suerte y el destino de este árbol lla-

mado Comitán, a través de las manos de sus moradores.

Todo tenía símbolo. Cada objeto era un signo que debía leerse para entender el

mundo. El parque tenía reglas que debían cumplirse: los de mayor posición social da-

ban vueltas en el espacio interno reservado, exclusivamente, para ellos; a los de menor

rango les correspondía el peralte exterior del parque.

Asimismo, los muchachos acostumbraban aventar confeti a las chicas que ahí pa-

seaban. Si era confeti de color verde, significaba amistad; pero, si era de color rojo, el

muchacho se estaba atreviendo a sugerir un romance. Así, las chicas ya sabían a qué

atenerse y sabían si el chavo se acercaba con buenas o con mejores intenciones.

El barrio de San Sebastián está lleno de historia... Con decir que hasta un cam-

peón estatal de box tuvo, claro, en tiempos en que no existían los grandes cinturones

que, hoy, ostentan los campeones; en tiempos en que haber vencido a todos ya decía, sin

papel oficial, que no había puños mejores en la región. Don José Gordillo, Don Chepón,

dio cuenta de los mejores boxeadores del Estado y fue orgullo del barrio.

Cuesta trabajo imaginar a ese fajador de box como integrante del Club Azteca,

que él mismo formó con otros vecinos, como Mario Gordillo, Ernesto Cifuentes, Gui-

llermo Villatoro, Ramiro Soto y varios más, con la intención de jugar ajedrez y damas

chinas. ¿A qué hora jugaban con las damas comitecas? Sin duda alguna que Don

Chepón buscaba cualquier alfil para hacer jaque mediante un oper-cout.

El barrio de San Sebastián ha tenido de todo... Incluso, su parque fue patio de re-

creo de los estudiantes del Colegio Mariano N. Ruiz; privilegio que pocas escuelas se

han dado en el mundo, ¿no?

Hoy, el barrio está muy “chento”, porque las calles volvieron a retomar su ima-

gen original. En estos tiempos de apresurado desarrollo tecnológico, el barrio ha recu-

perado parte de su antiguo rostro. Armando Alfonzo, el autor de Comitán 1940, y, tam-

bién, famoso vecino del barrio, debe tener la misma sonrisa de satisfacción que tiene el

propio San Sebastián.

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El sitio

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Tiempo de mesura

Juan

Carlos

Gómez

Aranda

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Al enterarme el lunes por la mañana del asesinato del candi-

dato del PRI a la gubernatura de Tamaulipas y de algunos

miembros de su equipo, quedé impactado. Pensé en la trage-

dia que sufría el país por la arrogancia de los criminales y

después vino a mi memoria el hombre sencillo y sensible que

conocí una tarde de los primeros días de abril pasado, cuan-

do tuve el gusto de tratar al Dr. Rodolfo Torre Cantú.

Durante el encuentro acaparó mi atención su capacidad

de escuchar, don con el que no todos los políticos fueron do-

tados. Después puede constatar su emoción por la competen-

cia electoral que se avecinaba, sus planes para servir a sus

paisanos y, sobre todo, su compromiso para lograr que ese

entrañable estado recuperara la tranquilidad y avanzara en

la ruta del desarrollo.

Al momento de escribir estas líneas, Rodolfo Torre está

recibiendo un homenaje póstumo. Ojalá que con su sacrifi-

cio que alude a toda la sociedad, y no sólo a un partido o la

sociedad política, germinen nuevos frutos de entendimiento

para la República.

En efecto, México requiere de nuevos pactos sociales y

políticos y es posible que esta crisis sea la inflexión que falta-

ba para que se logren.

Algunos se preguntan: después de esto ¿qué sigue?,

¿una escalada de violencia? Pero otros decimos, lo que este

momento requiere es una gran dosis de templanza de todos

los actores políticos, y a los gobernantes y líderes partidistas

visión de Estado.

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Afortunadamente y salvo contadas excepciones

de pícaros y oportunistas, los principales liderazgos

están actuando con madurez. El Presidente de la Re-

pública reaccionó rápido mostrando solidaridad,

identificando al enemigo común, llamando a la uni-

dad y dialogando con el PRI agraviado.

Los dirigentes del DIA, que aglutina al PRD, PT

y Convergencia, en un hecho responsable pidieron

un encuentro con el Presidente, lo que abona a la ci-

vilidad porque significa dialogar con quien hasta

hace poco tiempo desconocían. Mientras que el PRI

en voz de Beatriz Paredes, Manlio Fabio Beltrones y

Eugenio Hernández, muestra que prevalece la cor-

dura sobre el enojo y la frustración, al tiempo que

guardan luto y definen la agenda futura.

Esperemos que lo que hasta hoy estamos viendo

y escuchando no sea un espejismo, al pasar del enco-

no y la estridencia a la distensión. ¿O será mucho pe-

dir por parte de los atribulados ciudadanos?

Escuchemos el llamado a la unidad, pero no vis-

ta como un reparto de culpas, porque la obligación

de brindar seguridad a los ciudadanos recae en el

Gobierno y sus instituciones. Entendamos la unidad

como la corresponsabilidad que todos los ciudadanos

tenemos para que el engranaje social funcione mejor,

como el grano de arena con que todos debemos de

contribuir para mejorar el clima cívico que la ma-

yoría reclama, simplemente para trabajar en paz.

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Es previsible que el PRI levante la voz, apre-

miando un replanteamiento a la estrategia de

combate al crimen organizado y exija una nueva

relación con el Gobierno. Será oportunidad tam-

bién de colocar en la mesa los temas pendientes

para reformar el Estado y ponerlo a tiempo con

los nuevos desafíos del país.

Por otra parte, estamos frente a un proceso

electoral donde en algunos estados la competen-

cia está reñida y los oponentes han elevado el to-

no, más por rivalidades personales que por pos-

turas ideológicas o programáticas, lo que desafía

la serenidad que el país requiere.

Lo anterior nos obliga a preguntarnos si a

partir de la próxima semana será posible mante-

ner diálogos paralelos: en los tribunales electora-

les para dirimir las inconformidades y acusacio-

nes, en los medios de comunicación para legiti-

mar los triunfos y deslustrar los de los adversa-

rios y en Los Pinos, para conseguir acuerdos so-

bre las reformas pendientes.

Son tiempos de mesura. Los actores políticos

pueden demostrar de qué están hechos porque si

bien la política suele polarizar a los pueblos espe-

cialmente en épocas electorales, los políticos con

vocación de estadistas cuando los hay, pueden

utilizar precisamente los recursos de la política

para combatir al enemigo común: hoy el crimen

organizado; pero en todo tiempo la pobreza, la

marginación, el desempleo, la discriminación, la

disparidad entre las regiones y el rezago social.

[email protected]

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Actualidades

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28 de junio de 2010.

Recopilación de leyendas y cuentos.

Proyecto de alumnas del cuarto semestre de la

Licenciatura en Puericultura.

Primera Expo Estudiantil 2010 - UDS

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Presentación del libro: “El Rey en Acala”

25 de junio de 2010.

Auditorio del Centro Cultural Rosario

Castellanos.

Participaron los dos autores: José

Martínez Torres y Antonio Durán

Ruiz; además Marvey Altuzar Figue-

roa y Alejandro Molinari. La cantante

Cothy Soto interpretó

canciones de José Alfredo Jiménez.

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25 de junio de 2010.

El grupo de maestros del

Colegio Mariano N. Ruiz

se presentó en el Teatro de

la Ciudad “Junchavín”.

Fue una función en

beneficio de la Asociación

Pro Defensa de los

Animales.

Festival cómico musical a favor de PRODEFA

Fotos: Cortesía de María de Jesús Castillejos.

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Antes de celebrar sus

ochenta y cinco años de

vida, en Comitán, Oscar

Bonifaz fue a llenarse del

sol de El Caribe.

El escritor Oscar Bonifaz en Cuba

Fotos: Cortesía de Oscar Bonifaz.

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Programa radiofónico: Crónicas de Adobe

Programa del martes 29 de junio de 2010.

Participaron: Tony Carboney y Cothy Soto Crócker.

Tony platicó acerca del Servicio Postal Mexicano y de Telégrafos

Nacionales, en Comitán de los años cuarentas; y Cothy platicó

acerca de la obra musical de su papá, Ramiro Soto Galindo.

En la foto aparecen Enrique Guzmán Monzón (productor), Tony y

Cothy.

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Concierto en San Cristóbal de Las Casas.

El concierto se celebró en memoria de Vicente Kramsky, quien

falleció a las 6:30 a.m., en su casa de San Cristóbal de Las Casas, el

29 de junio de 2010.

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Tapanco

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En el tapanco encontramos esta fotografía maravillosa, que nos habla de una

afición hacia el deporte por parte de muchachas bonitas del siglo pasado.

¡Qué tiempos señor don Simón!

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Yoani

Mirate

en el

espejo

de la DIEZ,

acá

está tu mejor

rostro.

Nos vemos

en el

número

30.