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El propósito de este taller fue generar insumos para el diseño de un proyecto de ciudad con base en
las necesidades de diferentes sectores creativos de Cúcuta. Los hallazgos surgieron durante el
encuentro participativo con algunos de los actores que inciden en el ámbito artístico y cultural de la
ciudad (principalmente artes escénicas, música, sector audiovisual, museos y artes plásticas y
visuales) y con algunas de las instituciones que hacen parte del Nodo Cúcuta. Los siguientes son los
resultados y el análisis de lo aprendido durante el taller “Dimensiones del sector creativo en Cúcuta”
que duró dos días:
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En Cúcuta hay una tradición importante de actividad cultural. Desde hace muchos años hay teatro
universitario, danzas tradicionales y folklóricas, música de cuerdas y otras formas de artes vivas y
plásticas que se mantienen activas en la ciudad. Además, hay algunas expresiones creativas que han
empezado a desarrollarse desde hace algunos años: la música “alternativa” (rock, metal, hip-hop,
etc.), el grafiti y los proyectos cinematográficos, entre otras. Sin embargo, las propuestas de estos
sectores están desarticuladas y no hay una única política que las incentive de forma integral. Los
invitados al taller describieron la situación actual de la ciudad como una “activitis” refiriéndose con
ello a que, aunque sí hay mucha actividad, cada evento está separado y desligado de los demás. No
hay una política que reúna las iniciativas, tanto públicas como privadas, de manera que haya unicidad
en la oferta cultural de la ciudad.
Sin embargo, los agentes de ambas instancias están muy activos. Del lado del sector público las
Secretarías de Cultura Departamental y de Cúcuta financian iniciativas puntuales y se preocupan por
apoyar actividades, talleres y procesos específicos de formación, entre otras. De parte de los privados
hay también una actividad boyante y desarticulada. Aunque la responsabilidad de la articulación está
fundamentalmente en manos de los agentes privados sectoriales, que deben agremiarse por su propia
iniciativa, es responsabilidad del sector público propender por que haya espacios en que ese proceso
pueda tener lugar.
Además de lo anterior, hay un desequilibrio importante entre la creación, la formación, la circulación,
la distribución y el consumo de prácticas y productos creativos. La creación y la formación tienen
espacios consolidados, pero no hay mecanismos claros de circulación, promoción ni divulgación, lo
que hace que llevar los productos hasta los consumidores no sea fácil. Como se verá más adelante,
esto tiene que ver con el hecho de que en Cúcuta hay muy poca intermediación mercantil y de
consumo, por una parte, y con que no hay una estrategia de política pública claramente establecida.
Para los agentes creativos de Cúcuta resulta claro que hace falta un mejor diseño de política pública
que articule las distintas iniciativas que ya tienen lugar. Hay dos dimensiones fundamentales: en
primer lugar, la política pública debe trazar unos objetivos sectoriales claros que permitan enfilar los
recursos en una misma dirección buscando que las propuestas se apoyen unas a otras como partes de
un todo mayor, en vez de que sean pequeñas acciones disgregadas. En segundo lugar, debe ser
transparente y conocida para los agentes, de manera que se pueda hacer un uso óptimo de los recursos
públicos. Hoy en día los recursos se asignan discrecionalmente y esto hace que las instituciones
públicas tengan una credibilidad reducida y que la capacidad de cubrir un espectro amplio de
propuestas se vea comprometida. Es importante resaltar que, aunque el plan de política pública sí
debe ser diseñado por el sector público, el sector privado debe exigir que éste esté bien propuesto y
debe hacer veeduría de su implementación. Para ello es pertinente que haya procesos de agremiación,
que permitan a los agentes actuar juntos.
Por último, es importante articular mejor el nivel municipal, con el departamental y éste con el
nacional. En Cúcuta tiende a suceder que las instituciones locales (municipal y departamental) tienen
mucho menos protagonismo que las instituciones nacionales (principalmente MinCultura). Por esto,
los creadores perciben que las acciones de la política pública no se desarrollan al nivel local y los
cucuteños se sienten obligados a competir con todo el resto de la nación, recibiendo para ello poco
apoyo de sus instituciones locales.
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En Cúcuta hay algo de infraestructura cultural asociada con la actividad tradicional: teatros, auditorios
universitarios, bibliotecas, espacios de conciertos especialmente usados para música tradicional, etc.
Sin embargo, la mayoría de estos espacios están en malas condiciones. No están adecuados en
términos de dotación, están desactualizados, pobremente gestionados y resultan muy difíciles de usar
por cuestiones de permisos y organización. Especialmente los espacios públicos. Todo esto además
se refleja en unos costos altos de alquiler y adecuación.
De la misma manera, los espacios necesarios para preparar espectáculos (espacios de ensayo) son
usualmente los mismos que los de presentación, razón por la cual el costo de utilizarlos es
excesivamente alto. Esta situación, común en el resto del país, es un cuello de botella importante para
la concreción de la creación y es importante crear mecanismos para que pueda hacerse un uso
funcional en términos de costos y de acceso de los mismos. Por ejemplo, no hay espacios para danza
y sí hay una demanda por los mismos.
En lo que respecta a los espacios no convencionales, Cúcuta ha empezado a ver la emergencia de
casas y espacios privados de exposición, conciertos, etc., pero todos ellos salen de esfuerzos y
exploraciones individuales sin apoyo del sector público. Todos estos son aún espacios muy informales
y poco adecuados para crear un circuito de circulación funcional, pero han surgido porque hay un
público incipiente que busca este tipo de ofertas.
En cuestión de equipos para presentaciones de artes escénicas y de música en vivo la situación es
similar. Hay poca oferta, pero sí hay demanda. Para los espectáculos más grandes y demandantes,
hay que recurrir a productores y proveedores de fuera de la ciudad para suplir las necesidades de las
presentaciones que se llevan a cabo. Para el mercado audiovisual funciona de manera similar: el
principal proveedor de equipos es Bucaramanga. Esto, por supuesto, depende del tamaño de los
eventos. Para los locales en bares o espacios no convencionales, la oferta cucuteña es suficiente, pero
cuando se trata, por ejemplo, de conciertos masivos, es necesario recurrir a agentes externos.
A lo anterior se suma el hecho de que no hay profesionales, técnicos ni empresas especializadas en
producir eventos con habilidad y eficiencia. En general son los mismos creadores quienes tienen que
gestionar los espacios, tanto de presentación, como de ensayo.
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La principal deficiencia de Cúcuta en términos de formación tiene que ver con la inexistencia de
programas para formar intermediarios culturales: agentes que lleven los productos culturales hasta el
público (es decir, intermediarios de consumo como libreros, programadores, etc.) y agentes que
vinculen la creación con el mercado (es decir, intermediarios mercantiles como managers, agentes
literarios, curadores, gestores, etc.) Esta carencia existe al nivel del pregrado y al nivel de la formación
no-profesional (técnica, diplomados, cursos, etc.) Para estos perfiles no hay oferta formativa y es
importante cubrir estas necesidades, pues sin los eslabones que vinculan al mercado con el público,
es mucho más difícil conseguir que haya una circulación fluida de productos y servicios culturales.
A parte de lo anterior, no hay oferta formativa para las ocupaciones técnicas asociadas al sector
artístico y cultural. Ocupaciones como la de camarógrafo, editor audiovisual, impresor, etc. no pueden
aprenderse como carrera formal en Cúcuta. Lo más cercano son laboratorios de producción de
televisión, edición de televisión, producción radial, edición radial, edición de medios digitales y
edición de medios impresos de la UFPS. Es remarcable que, aunque no haya formación, el mercado
sí demanda este tipo de perfiles.
La oferta formativa universitaria para creativos tampoco es muy robusta. El gran referente de la
ciudad, la Universidad Francisco de Paula Santander, a pesar de tener una facultad de Educación,
Artes y Humanidades, no ofrece formación de pregrado específica para estas áreas (el programa más
cercano es arquitectura). La Corporación Unificada Nacional de Educación Superior (CUN) ofrece
por su parte programas de formación en diseño de modas, diseño gráfico, dirección y producción de
medios audiovisuales y comunicación social todos a distancia.
Por último, vale la pena resaltar que hay una cantidad importante de maestros en artes (músicos,
coreógrafos, teatreros, narradores orales) que llevan años creando contenido, pero que no tienen
ningún tipo de certificación profesional, ni de ninguna naturaleza. Una labor que vale la pena llevar
a cabo es la de certificar los conocimientos, las habilidades y los saberes de estas personas con el
ánimo de robustecer y agremiar al sector y darle credibilidad ante el público y ante las instituciones.
A manera de conclusión tres cosas pueden decirse al respecto de la oferta formativa en Cúcuta: no
hay programas de pregrado en específicos para creadores, la oferta en este sentido se reduce a talleres,
clases particulares y academias. Hay muy poca formación para oficios técnicos alrededor de las artes
y la cultura, aunque el sector sí demanda este tipo de perfiles. Y no hay -en absoluto- formación
gerencial asociada a las actividades creativas y artísticas. Es decir, no hay posibilidades de formarse
como intermediario mercantil o de consumo en Cúcuta.
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En Cúcuta, como en otras ciudades de similar tamaño en Colombia, es usual que se pretenda acceder
a la oferta cultural de manera gratuita. Dado que la cultura es un derecho, hay una concepción del
público como un beneficiario y no como un consumidor. Sin embargo, también es cierto que la cultura
es simultáneamente un servicio o un producto como otros, por el que hay que pagar. En Cúcuta, la
primera concepción está mucho más arraigada y falta hacer un tránsito hacia la concepción de la
actividad cultural como servicio pago. Sin embargo, en Cúcuta hay públicos nacientes que tienen
inquietud por la actividad del sector. Por ejemplo, la actividad de teatro universitario de la ciudad,
que tiene una tradición importante, tiene una capacidad de convocatoria que no es despreciable.
Sin embargo, una falencia grande del mercado cultural en esta ciudad tiene que ver con el hecho de
que no hay estrategias ni plataformas unificadas de promoción y circulación de la oferta. Para el
público es difícil enterarse de qué sucede en la ciudad y acceder a esta oferta. Hasta ahora no ha
habido esfuerzos de unificación de esta información, como por ejemplo la creación de una agenda
cultural de la ciudad. Además, las plataformas de circulación que existen (ferias, festivales, etc.) están
muy separados unos de otros. Al pensar en esto es importante considerar que, aunque un festival
unificado puede tener ventajas a la hora de convocar un gran público y en términos de visibilidad,
también es indispensable tener presente que a mayor tamaño, más grandes las dificultades logísticas
y de financiación.
Los espectáculos que más convocan público son los internacionales y los de artistas de la televisión
nacional que tienen una cobertura mediática importante. Por ellos los residentes están dispuestos a
pagar boletas de precios considerables (alrededor de $40.000 pesos). Para los espectáculos locales,
por otra parte, no hay la misma disposición a pagar y hay menos público interesado. Esto se debe, al
menos en parte, a que los artistas no tienen las habilidades para comercializar sus productos y
servicios y no hay oferta de intermediarios que cumplan esta labor. Ese último punto es clave: la
intermediación es fundamental para construir un mercado, pues son estos agentes los que establecen
vínculos entre creadores y consumidores y su labor es fundamental para que la oferta sea visible y la
demanda crezca.
En el caso de las artes plásticas, a pesar de que sí hay procesos de creación, no hay comercio de obras.
Cuando sí lo hay, nuevamente está en manos del mismo artista, quien no siempre tiene los
conocimientos o las herramientas para realizar la tarea de manera satisfactoria para ambas partes.
Tampoco hay en la ciudad ferias, canales de distribución establecidos, espacios de comercialización,
marcas de productos culturales, estrategias de sensibilización. En breve: hay un mercado apenas
incipiente con un público reducido y con poca disposición a pagar por la cultura, no hay información
sobre la agenda cultural y las plataformas de circulación están desarticuladas y no hay ninguna forma
de intermediación cultural establecida.
Siguiendo las criterios de análisis establecidos al inicio del taller (infraestructura, formación,
mercado, y políticas públicas), se hizo una evaluación para definir qué sectores están más
desarrollados, cuáles están en vía de desarrollo, y qué sectores están emergiendo.
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El taller llevado a cabo en Cúcuta arrojó como resultado que ninguno de los sectores culturales de la
ciudad ha llegado a un nivel de desarrollo que permita clasificarlo como planamente desarrollado. Si
bien hay varios sectores con tradición, que tienen tres de los cuatro criterios que definen el desarrollo
de un sector (política pública, infraestructura, mercado y formación), no hay ninguno que tenga estos
cuatro pilares verdaderamente consolidados.
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La actividad teatral de la ciudad está principalmente asociada a la tradición del
teatro universitario. Además, en Cúcuta los estudiantes suelen conformar el público más atento a
dichos espectáculos por lo que el circuito está muy fuertemente asociado a ellos. Además del teatro,
hay otras expresiones asociadas a las artes escénicas: los espectáculos de títeres, la narración oral, las
presentaciones de pantomima y circo. Por ejemplo, en la ciudad hay un festival de títeres que lleva
diez años operando y que siempre ha tenido un público nutrido. Todas estas manifestaciones tienen
su origen en las actividades culturales tradicionales de la región y tienen arraigo de larga data, así que
se puede afirmar que la actividad escénica es prolífera y variada.
Este sector se cuenta entre los más desarrollados en Cúcuta porque además de tener una actividad
creativa importante y un público bastante más desarrollado que otros, tiene un mercado incipiente
pero en crecimiento, algo de infraestructura, un apoyo esporádico del sector público y actividades de
formación (aunque no sea profesional). Los cuatro pilares ya están presentes, pero es necesario
robustecerlos de manera que el sector encuentre su sostenibilidad y contribuya al avance del resto de
las iniciativas culturales.
Con la danza sucede algo similar a lo que sucede en el teatro. Es una actividad arraizada en las
tradiciones y el folclor y por ello tiene mucha presencia en los municipios. Según dijeron los asistentes
al taller, prácticamente en cualquier municipio al que uno vaya en Norte de Santander encontrará un
grupo de danza. Así mismo hay algún grado de formación e infraestructura. A eso se suma que hay
una Red Nortesantandereana de la Danza que lleva a cabo actividades de circulación y formación.
También hay, aunque en menor grado, un movimiento de danza contemporánea y de baile asociado
al hip-hop.
En la región hay una tradición de música de cuerdas que circula esporádicamente por escenarios formales. También hay actividad
en los municipios y sí hay una oferta formativa aunque (de nuevo) no sea profesional. También se ofrecen grandes conciertos comerciales
y hay oferta de música alternativa (rock, hip-hop, metal, etc.) en festivales y bares. A esto se suma que hay infraestructura formal, como la
sala de música del Banco de la República, y un circuito de bares que ofrecen música en vivo, con lo que se evidencia que también hay un
público ávido de música. Hay también un número considerable de espacios privados para la circulación de propuestas nuevas y
tradicionales, de manera que el sector tiene fortaleza. Además, algunos festivales han logrado hacer convenios de circulación nacional y
eso ha ampliado los públicos.
A lo anterior se suma el hecho de que el hip-hop y la música urbana han empezado a tener un protagonismo mayor en la ciudad en los
últimos años. Este público, junto con el del metal, el reggae, el del reggaetón, el del rock y otros géneros contemporáneos han aumentado
en el último tiempo y tienen cada vez más relevancia en la ciudad. Estos géneros tienen un gran arraigo en lo social, pero tienen poca
capacidad de salir al mercado. Como nota al margen, cabe resaltar, como lo hicieron los asistentes al taller, que algunas de estas iniciativas
están asociadas a procesos de construcción de paz.
La principal falencia de este sector es, como en otros, la falta de apoyo de la política pública, por una parte, y las dificultades de encontrar
oportunidades de ingresos cuando circulan, pues la música todavía no tiene un mercado suficientemente fuerte por sí mismo como para
mantener flujos económicos sostenibles en el tiempo.
El último sector en desarrollo es el audiovisual. Esta incluido porque
hay alrededor de diez productoras audiovisuales que realizan producciones para los canales
televisivos regionales (Canal TRO, TKanal, ATN), producciones institucionales, llevan a cabo
trabajos por encargo (filmaciones de bodas, bautizos, primeras comuniones y otros eventos sociales)
y, adicionalmente, se arriesgan de vez en cuando con la realización de un corto o un largometraje
creativo. Por eso el sector ha sido, en esta clasificación, partido en dos: una actividad enfocada en
producciones comerciales, que se considera en desarrollo, y una enfocada en creaciones
cinematográficas, que se considera emergente.
En lo que respecta a la formación para este sector, hay una carrera de producción audiovisual ofrecida
por el CUN y el SENA, lo que garantiza que hay algo de formación y profesionales técnicos
capacitados para este oficio. Este probablemente es uno de los factores determinantes para que la
clasificación que corresponde a este sector sea “en desarrollo”.
Sin embargo, no hay una gran capacidad de circulación y los contenidos no son vistos por grandes
públicos. No obstante, el sector sí está organizado y tiene agentes comprometidos, medios de
producción y capacidades técnicas básicas. De lo anterior se desprende que a este sector le hace falta
apoyo de parte de la política pública y una mejor capacidad de circulación, pues otros factores ya
están dados para que su tamaño aumente.
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En Cúcuta hay edición universitaria desde la Universidad Francisco de Paula
Santander, donde también hay cátedras de literatura y de escritura creativa. A parte de eso hay poca
edición. Los productos editoriales que salen al mercado suelen ser fruto de la auto edición y no tienen
mucha viabilidad comercial. Por otra parte, en la ciudad hay una Fiesta del Libro que se celebra en la
biblioteca pública Julio Pérez Ferrero. También hay un Festival de Poesía, que suele tener buena
afluencia de públicos. Sin embargo, hay pocos lectores y no hay programas de fomento de la lectura.
Toda esta actividad, no se traduce en la ciudad en políticas públicas coherentes.
Durante el taller se sugirió que era pertinente plantear programas dirigidos a identificar a los jóvenes
talentosos de la ciudad, pues se intuye que hay potencial, pero no es visible. Además de esto sería
pertinente que hubiera mecanismos de intermediación que contribuyeran a la sostenibilidad
económica de la actividad literaria. Por ejemplo, en la ciudad no hay librerías que tengan una oferta
nutrida de literatura. Además, hoy en día en Cúcuta, ningún escritor percibe ganancias por su trabajo,
salvo los casos (muy poco representativos) de la autoedición que logra llegar hasta el mercado.
Todavía hay mucho trabajo por hacer antes de que el sector editorial logre consolidar un público fiel,
e intermediarios que permitan generar una economía en torno a la creación.
Aunque es un sector precario se lo considera en emergencia porque con un uso sensato de los recursos
públicos es probable que el sector empiece a generar dinámicas sostenibles.
En Cúcuta hay un movimiento importante de muralismo y grafiti. Está fuertemente
vinculado con la actividad y la cultura del hip-hop, pero cada vez gana más fuerza propia. Esta es la
principal actividad en torno a las artes visuales en la ciudad. La mayoría de las iniciativas son de
orden individual y hay también algo de formación en talleres y escuelas tradicionales atomizadas y
con una presencia menor.
Una de sus principales dificultades radica en que en general no hay un mercado, pues los murales rara
vez se hacen por encargo y, dado que no se trata de piezas que puedan venderse como cuadros, su
mercantilización resulta difícil. Tampoco hay convocatorias públicas que busquen fomentar el
desarrollo del sector. No hay una cantidad grande de espacios de muestra y experimentación (galerías,
espacios de artistas, etc.) Sin embargo, el sector clasifica como emergente porque hay un cúmulo de
actividades disgregadas que podrían beneficiarse de una estrategia de fortalecimiento.
Como se dijo antes, en Cúcuta hay un sector creciente de producción
audiovisual. Dentro del mismo hay algunas pocas productoras que se dedican (al margen de sus
actividades de sostenimiento económico) a desarrollar contenidos audiovisuales creativos, es decir a
la producción cinematográfica. Este sub-grupo de la producción audiovisual se considera en
emergencia, pues gracias a estas iniciativas en Cúcuta ya hay algunos largometrajes y cortometrajes
producidos. Hay un ecosistema que ya tiene empresas, pero necesitaría convertirse en un sector
cultural, pues hoy en día es principalmente una forma de sostenibilidad económica de sus agentes.
Hay bastante organización, pero hay poca producción creativa. También debe resaltarse que la oferta
formativa que hay en la ciudad es de carácter técnico y no artístico.
La circulación del contenido alternativo de cine, por otra parte, es prácticamente nula. Hay dos salas
que ofrecen películas independientes: La torre del reloj (que es la Casa de la Cultura de Cúcuta) y el
teatro Zulima, que tienen una muy baja capacidad de convocatoria de públicos y en ese sentido son
agentes de circulación débiles. Como los demás sectores, este podría beneficiarse de una estrategia
pública que lo impulse.
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Cúcuta es una ciudad que, pese a tener un tamaño medio, tiene un potencial importante de actividad
cultural. Las manifestaciones asociadas a la tradición regional (danza, música de cuerdas, cuentería,
folclor, etc.) tienen una fuerza considerable y un potencial de crecimiento significativo en la medida
en que desarrollen capacidades de encuentro con sus mercados. El teatro universitario tiene historia
en la ciudad y un público mayor que el de otros sectores. El hip-hop (la música, el grafiti y otras
formas asociadas) está en crecimiento en la ciudad y cada vez tiene más público. La literatura (la
declamación de poesía, la edición y la creación literaria) tienen también tendencia al crecimiento y se
percibe que hay un potencial aún no desarrollado en ello. En general, la ciudad tiene un ambiente de
actividad y crecimiento potencial.
Sin embargo, hay tres problemas fundamentales en el sector cultural de Cúcuta. En primer lugar, la
actividad está muy disociada y se concentra en iniciativas reducidas y no articuladas. En segundo
lugar, no hay políticas públicas que propongan mecanismos específicos para fomentar estas
iniciativas y su cadena de valor; el Estado interviene de manera puntual en algunas propuestas,
dejando la sensación de que los criterios son arbitrarios y de que no hay un proyecto sólido que agrupe
las iniciativas. Y por último, el mercado está muy poco desarrollado y no hay agentes que promuevan
la intermediación entre creadores y públicos, de manera que las actividades son difíciles de monetizar
y los públicos, además de no tener mucha información sobre a oferta disponible, no tienen buena
disposición a pagar.
Para estructurar una estrategia para el desarrollo sectorial en la ciudad que considere estas necesidades
se proponen tres grandes líneas de trabajo, que podrán ser apropiadas por el sector público y privado
de la ciudad y detalladas y especificadas en un plan de trabajo e implementación de actividades
concretas.
La primera línea de trabajo propuesta es la creación de una bolsa de estímulos para el desarrollo de
proyectos culturales a nivel regional. Responde a dos necesidades sectoriales transversales: establecer
derroteros de la política pública articulados con las necesidades de los agentes e implementar
mecanismos efectivos de fomento de la actividad cultural y sus cadenas de valor.
Este fondo debe diseñarse con fines concretos para el desarrollo del sector creativo
a nivel regional. Específicamente se requiere de un mecanismo de fomento de actividades de agentes,
empresas y asociaciones que permita consolidar una cadena de valor sectorial fuerte. En el largo plazo
el fondo persigue la sostenibilidad cultural y económica del sector y sus agentes. La demanda
generalizada del sector creativo en Cúcuta es encontrar en la política pública regional un objetivo
común con un derrotero claro para alcanzarlo.
Los participantes del taller insistieron en la importancia de que la definición
de los objetivos comunes y sus derroteros se haga de manera articulada entre las instituciones públicas
y representantes del sector. Esta articulación es necesaria para dar validez, legitimidad y
reconocimiento al fondo. Hoy en día hay una clara falta de legitimidad de la política a los ojos del
sector. Al respecto hay varias ideas. La primera es reconocer los diagnósticos existentes elaborados
por coordinadores de áreas artísticas a nivel departamental así como cualquier otro tipo de propuesta
ya avanzada por parte de actores sectoriales. Esto sirve para alimentar la discusión en torno a los fines
del fondo. En segundo lugar, se propone considerar las experiencias de municipios que ya tienen un
trabajo importante avanzado en el fomento cultural (como Los Patios) y sectores con procesos
organizativos relevantes (como el de la Danza o el Audiovisual). Estos municipios y experiencias
deberán participar en la definición de fines y medios del fondo propuesto. Por último, se definió que
la entidad que debe ejercer el liderazgo y la convocatoria en torno a la creación del fondo es la
Secretaría Departamental de Cultura.
. Se habló de la necesidad no solo de tener objetivos claros y
comunes. También se evidenció la necesidad de implementar mecanismos de asignación de recursos
del fondo que sean claros, transparentes y meritocráticos. Lo anterior pasa por aspectos como el
diseño de convocatorias con criterios de aplicación y selección de proyectos abiertos y conocidos por
todo el sector; por la estructuración de líneas de apoyo a proyectos estratégicas (formación, creación,
circulación, desarrollo de públicos, entre otras); por la selección de evaluadores independiente e
idóneos; por la divulgación oportuna y amplia del alcance y condiciones de la convocatoria y de las
líneas de fomento del fondo, entre varias otras. El Programa Nacional de Concertación, ejemplo
nacional de un mecanismo idóneo, realiza transferencias técnicas para la implementación de
mecanismos de este tipo a regiones.
Para la implementación efectiva y exitosa de un fondo como el que se propone,
es necesario encontrar fuentes de financiación continuas y consistentes. Es por esto necesario
desarrollar un estrategia de financiación que mapee posibles fuentes de recursos como los recursos
del IVA a la telefonía celular, la estampilla procultura, las regalías y otros recursos de inversión
departamentales y municipales, que en conjunto puedan alimentar la bolsa de recursos para el fomento
sectorial.
La segunda propuesta consiste en generar estrategias para desarrollar el mercado cultural nivel local
y los circuitos de circulación de bienes y servicios creativos. El objetivo fundamental es fomentar el
fortalecimiento de cadenas de valor que logren encontrar la oferta creativa con la demanda potencial
con fines de sostenibilidad sectorial.
Un primer hito necesario para el desarrollo de una
estrategia de desarrollo de mercados locales es la identificación y caracterización de los agentes que
intervienen en los procesos de creación, producción, distribución, circulación de bienes y servicios
culturales. Es imposible implementar una estrategia que desconozca sus agentes beneficiarios, el
papel que cumplen y sus necesidades concretas. Para esto se propuso hacer un mapeo de las industrias
creativas y sus agentes que operan en Cúcuta. En el largo plazo, este mapeo debe servir como línea
base de un sistema de información continuo y confiable de indicadores sobre el sector creativo a nivel
departamental, que alimente la toma de decisiones de la política pública y de los agentes privados.
Adicionalmente, otras líneas de diagnóstico pueden complementar la caracterización de agentes,
como estudios de mercado para sectores específicos, entre otros. Al respecto, Findeter financia la
transferencia metodológica de este tipo de mapeos a regiones, lo cual es una oportunidad para Norte
de Santander y Cúcuta. Otro agente fundamental por considerar en este ejercicio es la Cámara de
Comercio de Cúcuta que aúna a los empresarios y emprendedores de la ciudad y puede cofinanciar y
gestionar el proyecto.
A partir de un mapeo del sector y de sus agentes
se propuso elaborar una agenda de la oferta cultural de la ciudad, como herramienta para uso de
consumidores locales así como turistas de la ciudad. Se proponen que la agenda esté disponible en
línea así como físicamente, que articule tanto la oferta de actividades culturales pública como la de
agentes e iniciativas privadas y asociativas. Esta herramienta de promoción y divulgación logra
simultáneamente dos cosas: en primer lugar, obliga al sector público y privado a articularse para saber
qué está ofreciendo y, en segundo lugar, contribuye a la formación de públicos para que la
información sobre la oferta sea óptima. Estos dos factores deberían contribuir a que la oferta esté
mejor consolidada y el público se interese cada vez más por acceder a ella.
Se propuso crear una feria cultural local
que puede servir como plataforma de comercialización y visibilización de bienes y servicios creativos
locales para el encuentro con sus públicos potenciales. La intención es generar un encuentro entre
agentes con disponibilidad al pago por productos creativos locales. El sector de la ciudad y sus
instituciones públicas (Secretaria de Cultura de Cúcuta y Departamental) trabajan actualmente en el
diseño de plataformas para presentar la oferta cultural a los consumidores cucuteños. La Cámara de
Comercio manifestó interés en apoyar la iniciativa. En cualquier caso es fundamental evaluar la
pertinencia de la implementación de una nueva plataforma promovida desde el sector público, que
acarrea altos costos de producción. También se puede evaluar el fomento y cofinanciación pública de
iniciativas de circulación existentes y por existir desde el sector privado y asociativo local, que
permitan encontrar los productos y servicios creativos locales con los públicos y sus diferentes nichos.
Finalmente se propuso la
selección, consolidación y acompañamiento de una oferta local que cumpla estándares necesarios
para acceder a nuevos mercados nacionales e internacionales. La intención es que seleccionen algunos
representantes de la actividad cultural de Cúcuta para representar a la ciudad y el departamento en
otros mercados de mayor tamaño, aprovechando plataformas de negocios existentes, como el BAM,
BOmm, Circulart, PALCO, etc. El acompañamiento que la Cámara de Comercio de Cúcuta ya sugirió
para este objetivo es primordial.
Por último, la tercera necesidad priorizada de la ciudad está en la formación.
A lo anterior se suma la necesidad de certificar los saberes de los maestros en
artes tradicionales que no están reconocidos ante ninguna entidad. Esta labor le corresponde al SENA
y es una manera de formalizar la actividad cultural asociada a prácticas tradicionales ante el público
y ante el mismo sector. También permitiría incluir a sabedores certificados en plataformas de
formación formales. En términos generales la certificación pretende incidir en la sostenibilidad y
empleabilidad de quienes detentan saberes en áreas musicales, dancísticas y escénicas, por ejemplo.
Se priorizó el diseño de programas de formación de públicos,
enfocados sobre todo a niños y jóvenes, para consolidar en el largo plazo una generación de personas
interesadas en la cultura y su diversidad y con disposición a pagar por ella. Estos ejercicios deben
hacerse alrededor del placer de participar en actividades culturales y de consumir productos
culturales. Así mismo sería pertinente llevar a cabo talleres de fomento de la lectura y la escritura que
desarrollen el gusto de los niños. Lo anterior se propuso en una lógica de complemento de la actividad
escolar.
Es necesario consolidar programas (tipo diplomado) de
formación en gerencia y mercadeo para la cultura. Esta oferta es determinante porque sin este tipo de
intermediación (mercantil y de consumo) es mucho más difícil que los productos y servicios culturales
encuentren a su público y que el mercado se desarrolle. Es decir, estos agentes son fundamentales
para pasar de una lógica de público beneficiario a público consumidor. Al respecto se propuso
identificar qué universidades e instituciones de formación ya ofrecen programas y materias
relacionadas con las necesidades de gerencia y mercadeo cultural y puedan consolidar un programa
ajustado a las necesidades de los agentes. Cuando no haya una institución que provea formación sobre
temas específicos se propuso considerar el involucramiento de otras entidades o docentes de otras
ciudades del país.
El propósito de este taller de un día fue generar insumos para el diseño de un proyecto de ciudad con
base en las necesidades de diferentes sectores creativos de San Andrés. Los hallazgos surgieron
durante el encuentro participativo con algunos de los actores que inciden en el ámbito artístico y
cultural de la ciudad (principalmente música, sector audiovisual, gastronomía, artesanías, artes
escénicas y literatura) y con algunas de las instituciones que hacen parte del Nodo San Andrés Islas.
Los siguientes son los resultados y el análisis de lo aprendido durante el taller “Dimensiones del
sector creativo en San Andrés” que duró un día:
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Al hablar
de políticas públicas, lo primero sobre lo que los asistentes al taller llamaron la atención fue el hecho
de que en San Andrés no hay una política pública unificada que permita hacer proyectos culturales
de largo plazo. En las condiciones actuales la mayoría de proyectos son cortos, os procesos son muy
discontinuos y con cada cambio de administración se pierde el trabajo hecho. Hace falta una visión
de largo plazo de la política pública para que el sector se pueda dinamizar, y que contribuya a que los
agentes generen redes que faciliten generar entornos creativos, ampliar los circuitos de circulación,
distribución y exposición de los bienes y servicios culturales de la isla, entre otros.
La falta de continuidad de las acciones que se realizan desde el sector público para la cultura, tanto
de la administración pública departamental como de la municipal, se explica principalmente según
los asistentes, porque las prioridades de las instituciones y la asignación de sus recursos las establecen
autoridades que desconocen las dinámicas del sector cultural y en la mayoría de los casos el criterio
es político y no parte de la experiencia y el conocimiento del sector. Con frecuencia estos funcionarios
carecen de las capacidades técnicas requeridas y sus prioridades a la hora de ejecutar presupuestos y
proyectos no responde a lineamientos de políticas públicas claras y transparentes.
Adicionalmente los asistentes al taller resaltaron que, desde el orden nacional, perciben una falta de
articulación entre las instituciones estas instituciones y las locales, en materia de programas y
actividades culturales. Asimismo, señalaron el agotamiento en el que se encuentran ante las
constantes convocatorias a talleres y a reuniones en las cuales comparten sus experiencias y
conocimiento esperando un cambio en el ecosistema cultural de la isla, pero sin percibir
consecuencias reales. Consideran que este taller, en particular, se ha repetido en la última década
varias veces sin lograr establecer un programa de fomento o desarrollo en la isla, debido
principalmente a que no está articulado con las instituciones locales, como por ejemplo la Secretaría
de Cultura.
Consecuente
con todo lo anterior, los asistentes al taller perciben irregularidades en la ejecución de los recursos de
cultura de la isla. Por tratarse de un ambiente reducido a pocos actores, es generalizada la percepción
que los recursos se asignan o se utilizan sin un análisis profundo de las necesidades, impactos y
beneficiarios del sector cultura en la isla. Por el contrario, la asignación e inversión de los recursos se
percibe como discrecional a los interés o gustos de quien los administra. Esto genera inconformidad
en la comunidad cultural, porque no hay reglas establecidas para acceder a los recursos públicos, esto
propicia que la ejecución de estos recursos se vea como politizada y, en muchas ejecuciones, como
corrupta.
En muchos de los casos, como resultado de la ejecución de los recursos públicos, se percibe que los
beneficiarios de las acciones suelen ser los mismos, o cambiar según las prioridades de los
funcionarios de turno. Además, en tanto que los cargos son políticos, y responden a los intereses del
gobierno de turno, sus prioridades suelen establecerse con criterios políticos o individuales, pero no
corresponde a los lineamientos requeridos para el desarrollo del sector cultural en el largo plazo. Esto
refuerza el principal problema identificado, que es la ausencia de lineamientos estructurados en el
largo plazo de política pública en materia de cultura (nacional, departamental y municipal), lo que
facilita que las acciones realizadas desde el sector público sean discontinuas y con beneficiarios
focalizados y sin impacto sobre el total de agentes culturales en la isla.
Respecto
a las instancias de participación, determinadas por la Ley General de Cultura (del orden
nacional), en la isla hay concejos municipales de cultura, pero las acciones que proponen e
implementan no tienen el impacto necesario para el fortalecimiento del sector de la cultura en
la isla y no repercuten en el mejor direccionamiento de la política pública local. Se percibe que
estos concejos son instancias que ya no representan las diversas posiciones del sector cultural
y que por lo contrario ha generado dinámicas que no vinculan nuevas propuestas o voces del
sector cultural. En breve: son poco funcionales, pues no logran agruparse adecuadamente para
trabajar. Con sus proyectos y propuestas es muy difícil ver los resultados y tienen, al igual que el
resto del sector público, una grave falta de continuidad. Esta problemática en las instancias de
participación no ha permitido unificar una posición del sector cultural de la isla y presionar por el
direccionamiento de una política pública de largo plazo en el sector. Asimismo, no se perciben
iniciativas de articulación entre los agentes del sector cultural por fuera de las instancias descritas
anteriormente, para desarrollar o gestionar proyectos culturales. En términos generales no se percibe
una articulación entre los diferentes, públicos y privados existentes en la isla, para acciones que vayan
más allá de la realización de eventos puntuales.
Un punto muy importante para el desarrollo del
sector cultura en la isla es la articulación de este con el sector turístico. El sector cultural de San
Andrés no está vinculado con el sector turístico. Los participantes al taller perciben que el turismo
que se ha promovido en la isla por décadas (del todo incluido), no solo ha sido ambientalmente
agresivo con los recursos de la isla, sino que ha desplazado las manifestaciones y prácticas culturales
de los isleños. El turismo y las actividades asociadas a este se han tomado todos los espacios de
circulación de bienes y servicios y han generado contenidos que nada tienen que ver con el territorio
que ocupan. Esto se evidencia en la gastronomía, las artesanías y la música, ente otras prácticas
culturales, que están restringidas a pequeños y esporádicos espacios para su circulación y difícilmente
son visibles a los turistas o residentes. Este es un punto neurálgico en el desarrollo del sector, pues el
turismo es por lejos la actividad productiva más grande del municipio, lo que hace que trabajar
articuladamente sea fundamental. En este contexto, es indispensable tener en cuenta que el patrimonio
material e inmaterial del archipiélago puede convertirse en el valor diferenciador turístico más
importante. Si logran articularse el sector turístico y cultural, y sector público y privado lo establecen
como una de sus prioridades en el corto y largo plazo, se puede lograr un importante crecimiento en
los dos sectores, con un impacto en la calidad de vida de los isleños.
Además, en la isla hay poca planeación y mucha improvisación. Causa y consecuencia de lo anterior
es que no haya información actualizada sobre los agentes locales, las actividades culturales que
realizan y sus circuitos de circulación. Hasta la fecha no se han llevado a cabo actividades de
diagnóstico, de mapeo de agentes, de inventario de prácticas y patrimonio, ni de construcción de
agendas sectoriales, entre otras.
El archipiélago en 2016, después de un largo proceso que viene desde el 2013, generó un documento
que contiene El Plan Especial de Salvaguardia (PES) de Cultural practices, and ancestral knowledge
of Raizal people with the sea (Saberes, conocimientos ancestrales y prácticas culturales Raizales en
su convivencia con el mar). Este documento es el resultado de un proceso de dialogo entre los
miembros de la comunidad Raizal del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, con
la colaboración de instituciones del sector público (Ministerio del Medio Ambiente y Desarrollo
Sostenible, Ministerio de Cultura) y privado (ORFA). Este PES, “…busca ofrecer como legado a las
presentes y futuras generaciones, estrategias y herramientas para el afianzamiento de la identidad
cultural del pueblo Raizal en general, pero particularmente el arraigo de su territorio marino” 1; y
propone cinco líneas de trabajo (entre paréntesis las definiciones de Mincultura):
• Lengua creole, tradición oral y lenguajes del mar (conch shell bowing): medio de expresión
o comunicación de los sistemas de pensamiento.
• Pesca tradicional, Navegación y Cat boat: busca salvaguardar la “producción tradicional
(Conocimientos, prácticas e innovaciones propias de las comunidades locales relacionados
con la producción tradicional agropecuaria, forestal, pesquera y la recolección de productos
silvestres, y los sistemas comunitarios de intercambio) y las técnicas y tradiciones asociadas
a la fabricación de objetos artesanales (conjunto de tradiciones familiares y comunitarias
asociadas a la producción de tejidos, cerámica, cestería, adornos y en general, de objetos
utilitarios de valor artesanal).
• Bautismo en el mar: incluye eventos religiosos tradicionales de carácter colectivo
(acontecimientos sociales y ceremoniales periódicos con fines religiosos)
• Cat boat race, hocks boat y cotton boat: Son actos festivos y lúdicos del archipiélago
(acontecimientos sociales y culturales periódicos, con fines lúdicos o que se realizan en un
tiempo y un espacio con reglas definidas y excepcionales, generadoras de identidad,
pertenencia y cohesión social. Se excluyen las manifestaciones y cualquier otro espectáculo
que fomente la violencia hacia los animales).
• Cocina tradicional: Incluye la cultura culinaria isleña (prácticas tradicionales de
transformación, conservación, manejo y consumo de alimentos).
El objetivo específico, señalado en el documento anteriormente nombrado, es el de “…integrar el
patrimonio cultural marino del pueblo raizal a la oferta turística del Archipiélago mediante iniciativas
sostenibles y responsables con la naturaleza y la cultura, que ayuden a potenciar a mediano y largo
plazo el reconocimiento y el respeto del territorio raizal”. Este objetivo es un reconocimiento de la
importancia del turismo como eje central de sostenibilidad económica para el archipiélago y visibiliza
la problemática existente, como se señaló anteriormente sobre una de las principales conclusiones del
taller en materia de política pública, de la desarticulación que existe entre turismo y oferta cultural de
la isla.
Al respecto el PES propone diversas acciones encaminadas a la salvaguardar su patrimonio inmaterial
y a la vinculación de los bienes y servicios derivados de las prácticas culturales de la isla en los
circuitos ya establecidos por la oferta turística, que se exponen en el siguiente cuadro:
• Creación de un Museo de pesca Fortalecimiento de las prácticas
culturales • Escuela de artes y oficios náuticos
• Uso del creole y oferta de formación en ingles en la isla
• Visibilizar la cocina tradicional Fortalecimiento de mecanismos
para circulación de productos y
servicios culturales
• Marca social para la cocina tradicional
• Feria de mercado de productos insulares
Consistente con el PES, los asistentes al taller señalaron que en San Andrés, Providencia y Santa
Catalina hay una gran cantidad de muestras patrimoniales tangibles e intangibles. El bilingüismo de
los habitantes, la lengua creole, la cultura raizal, los sitios arqueológicos y la gastronomía local, entre
otras, son muestras de la riqueza cultural de la isla, que no se ha visto favorecida por el modelo
productivo impuesto por el turismo. Sin embargo, la mayoría de los participantes no tienen
conocimiento de la existencia de alguna política pública que cobije las prácticas y manifestaciones
culturales isleñas o que proteja el patrimonio material. Desconocen el documento del PES (algunos
saben del proceso) y las acciones que propone y por el contrario se encuentran preocupados por la
falta de medidas que salvaguarden las prácticas culturales, los bienes muebles y arqueológicos de la
isla. Los asistentes señalan que, en el último tiempo, por ejemplo, ha habido saqueos a tumbas que
conservan tesoros de la época colonial, no se han mostrado avances en el proyecto de toponomía y
adicionalmente desde la política cultural de la isla, la secretaria de cultura ha mostrado un desinterés
por la preservación de la lengua creole.
Para los participantes en el taller, el patrimonio inmaterial de la isla es determinante en el desarrollo
del sector creativo y la sostenibilidad en el largo plazo de la isla. Los asistentes al taller identificaron
que una pequeña parte de los bienes y servicios culturales que se ofertan en el territorio,
principalmente por los raizales, están ligados a las prácticas culturales tradicionales del archipiélago.
Sin embargo, la mayor proporción de la oferta de bienes y servicios culturales que son alusivos a la
isla, son souvenirs que se producen con lógicas industriales o de maquila (en China o Colombia
continental) o son servicios turísticos que brindan una experiencia turística desarraigada de las
prácticas culturales de la isla. En ambos casos este tipo de oferta satura el mercado de la isla e
invisibiliza la oferta cultural local, esto consecuente con las lógicas impuestas por el turismo del todo
incluido de las cadenas hoteleras.
En términos generales, se percibe que para los asistentes una de las principales amenazas a la
sostenibilidad de las prácticas culturales y ambientales de la isla, está asociada al tipo de oferta
turística que se ha establecido por las cadenas hoteleras y han adoptado el resto de oferentes. Este
modelo de turismo delimita la experiencia turística a una serie de actividades que no incluyen el
encuentro con la cultura isleña y por el contrario le cierran los circuitos de circulación, no le permiten
visibilizarse y no le dan el status que tiene. A continuación, prácticas culturales que fueron resaltadas
en el taller:
▪ La lengua creole es un punto importante de divergencia entre los isleños y las
autoridades municipales. Mientras que los habitantes han buscado preservarlo a través de
educación formal y programas en las escuelas, algunas autoridades desconocen su estatus de
idioma. Algunas instituciones (y funcionarios de política pública) consideran que la lengua creole
está asociada a la condición de esclavitud y que preservarla es preservar ese imaginario. Por eso
están en contra de que se enseñe el creole escrito en las escuelas. Sin embargo, es claro -para los
residentes y para otras autoridades- que esta es una parte importante de la cultura del archipiélago
y que es indispensable encontrar maneras de que las nuevas generaciones sigan aprendiéndola.
▪ Aunque San Andrés tiene una historia de personas que hacen
trabajo manual con fibras naturales en la isla, la mayoría de artesanías que en realidad son
suvenires, hoy por hoy, son importados del exterior, en general son de manufactura china. Estas
mercancías que hacen alusión al caribe de manera genérica, entran a la isla a precios muy bajos
y son vendidas a los turistas, poniendo a los isleños sólo en la posición de negociantes. Aún hoy
sigue habiendo algo de artesanía local, pero tiene unas condiciones de competencia mercantil
insostenibles, pues tienen que competir con los precios de las artesanías importadas que se
comercializan de manera masiva en la isla. Algunos de los productos elaborados en San Andrés
están certificados por Artesanías de Colombia, pero su comercialización nunca ha sido fácil,
debido a que el mercado de suvenires inunda la isla y los espacios comerciales de exhibición.
Además de lo anterior, en el archipiélago no existe un programa de formación y transferencia de
conocimientos de este tipo de prácticas, tampoco existe una oferta de formación gerencial, en
emprendimiento o empresarial para las cooperativas y los artesanos existentes que les permita
mejorar sus productos y circular a nivel local, nacional e internacional. Pese a este diagnóstico,
los participantes al taller consideran que la principal problemática es la faltan espacios de
exposición de artesanías locales.
▪ Una de las principales preocupaciones respecto
al patrimonio inmaterial y material está centrado en la transmisión de conocimiento en los oficios
relacionados con la construcción y reparación de viviendas típicas de la isla, y en general del
trabajo con madera. Los asistentes al taller consideran que una de las características
diferenciadoras de las islas del caribe y del archipiélago es la arquitectura de las casas típicas. En
buena parte consideran que el deterioro y la desaparición progresiva de esta arquitectura se debe
a la pérdida del conocimiento del trabajo con la madera y la dificultad de la población para
acceder a la misma. Esto se repite en los oficios requeridos para las prácticas de pesca tradicional
y deportes náuticos. En conclusión, los asistentes al taller identifican la necesidad de contar con
una escuela taller para fortalecer y fomentar los oficios con la madera y artesanales.
▪ Hay una serie de “fiestas patronales” genéricas que se celebran en la isla
el 30 de noviembre, en honor al santo que le da su nombre. Sin embargo, esta es una festividad
menor que no tiene repercusiones en la vida cotidiana de la población. Los isleños no la
consideran un despliegue importante de su patrimonio cultural. Además de lo anterior, hay un
encuentro de coros, un festival de teatro y hubo una feria del libro que desapareció. Actualmente
la isla cuenta nuevamente con el y este es tal vez el festival que mayor atención
recibe en la isla.
Además de lo anterior, la UNESCO tiene en San Andrés un programa de preservación del ecosistema
llamado Reserva de Biósfera Sunflower. Este plan, del que el archipiélago hace parte desde el 2000,
está centrado alrededor de la conservación de la vida en este ecosistema, pero tiene también el interés
explícito de conservar el patrimonio cultural de la isla. Lo anterior muestra claramente que sí hay
entidades que buscan conservar la cultura san andresana, pero que es indispensable que los residentes
se apropien de estos planes y los pongan en marcha.
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Existe una escasa oferta de formación artística en la isla, tanto en formación artística desde el colegio,
como a nivel profesional, como a nivel de formación gerencial o de gestión de las artes en la isla. La
oferta formativa técnica de las islas está determinada por su vocación al turismo. El principal
obstáculo de la formación para las artes y la cultura en San Andrés es el hecho que de las dos
facultades universitarias que hay en la isla (la sede Caribe de la Universidad Nacional y la sede de la
Universidad tecnológica de Pereira) no ofrecen programas relacionados con este sector. La escasez
de facultades hace que toda la oferta educativa esté reducida, y por supuesto, con ella también las
carreras técnicas para la cultura o posibilidades de formación en gestión cultural, entre otras.
La mayor oferta educativa para las artes está en los colegios, que
dan a los niños clases de instrumento, de artes plásticas, etc. Son los colegios los que están generando
la mayor oferta en formación artística en la isla, sin embargo, esta formación no es estructurada y
escalafonada en el tiempo. Lo que implica que durante la formación escolar el nivel de formación
artística no se incremente, bajo el riesgo que una vez se finaliza la educación escolar, no existe otra
oferta que continúe con este proceso formativo. Algunos profesores ofrecen clases particulares en la
isla y existen escuelas de formación musical privadas, pero tienen baja cobertura de estudiantes,
porque estás dependen de la capacidad de pago por el servicio o la capacidad de sostenibilidad de las
escuelas, que no reciben ningún apoyo público.
A parte de eso no hay ninguna oferta formativa profesional o técnica en artes y cultura. La isla no
ofrece ningún programa para adultos que estén interesados en crear contenidos culturales. La gran
mayoría de maestros de la Isla son empíricos y no están profesionalizados de ninguna forma, por lo
mismo, la formación que ofrecen es desarticulada, no está enmarcada en ningún programa y no otorga
títulos. Por último, la fundación Batuta tiene presencia en la Isla a través de un Centro Musical. Sin
embargo, su formación tampoco es profesional.
El SENA y el INFOTEP (El instituto Nacional de Formación
Técnica Profesional) ofrecen carreras técnicas o tecnológicas en la isla, pero nada en el área de las
artes o en la gerencia de las mismas. Los más cercanos son los programas de animación y audiovisual.
Estos suplen algunas de las necesidades del sector, pero definitivamente no son suficientes. El
programa LASO, que funcionaba por un convenio entre el Ministerio de Cultura y el SENA tuvo
mucho éxito mientras duró, pero ya no existe, y dejó un vacío importante que no se ha remplazado
con alguna otra oferta formativa.
La Universidad de los Andes y la Universidad del
Rosario, de la mano del Ministerio de Cultura, ofrecieron algunos programas de capacitación cortos
en años pasados. Sin embargo, estos diplomados no dejaron tras de sí ninguna oferta formativa
consolidada y fueron esporádicos y transitorios. Como en tantas otras ciudades de Colombia, en San
Andrés falta formación en gerencia y gestión cultural. No hay ningún tipo de programa para
intermediarios que vinculen los productos culturales con los mercados y los públicos que podrían
consumirlos. Los pocos casos de éxito en la isla son siempre producto de la autogestión, de personas
capaces de llevar a cabo todos los pasos de la cadena productiva por su propia cuenta. Esto evidencia
la necesidad de que haya un apoyo estatal que supla estas necesidades y que amplíe la oferta de
formación.
Es frecuente que las iniciativas privadas de formación
en la isla no reciban apoyo del sector público, por lo cual les resulta muy difícil dar continuidad a los
programas y consolidar ofertas más duraderas. Además de lo anterior, no hay becas ni residencias
artísticas de ningún tipo, ni hay mecanismos de apoyo a los pocos gestores culturales que operan en
la isla en este campo.
Por último, vale la pena resaltar que los
profesores de música de San Andrés están profesionalizándose gracias a un proceso a cargo de la
Universidad del Atlántico. La mayoría de ellos aprendieron a interpretar sus instrumentos de manera
empírica, por lo cual no ostentan ningún certificado ni título. Algunos pocos músicos, en general más
jóvenes, son profesionales, pero la mayoría son autodidactas y no están certificados por ninguna
entidad formativa. Esto tiene como consecuencia que las contrataciones y los procesos burocráticos
sean discontinuos. También pone en peligro las prácticas culturales pues los agentes del sector
cultural deben encontrar alternativas de sostenimiento económico distintas a desempeñar su arte.
De la mano con lo anterior, también es claro que falta formación para los funcionarios públicos, que
tienen una alta rotación. Los secretarios de cultura que han pasado por el puesto son cuotas políticas
y no tienen habilidades ni conocimientos técnicos en áreas culturales. De igual manera carecen de la
sensibilidad necesaria para desempeñarse bien en el cargo, con lo que sería indispensable que hubiera
procesos formativos para ellos también.
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Según los asistentes al taller la infraestructura cultural en San Andrés es muy escasa. En la isla no
hay ningún espacio específicamente diseñado para la presentación de espectáculos en vivo, para
exposiciones de artes plásticas o para eventos culturales en general. Más aún, muchos de los edificios
construidos en San Andrés no están diseñados específicamente para la isla, cosa que hace que no
tengan características estéticas ni climáticas coherentes con las necesidades de la isla. Por ejemplo,
el hospital municipal fue diseñado para Tunja (Boyacá) lo que lo hace completamente inadecuado
para un clima y un espacio como este. La infraestructura que se utiliza para eventos culturales, por su
parte, es en realidad infraestructura diseñada con otros propósitos: estadios, canchas, parques, plazas,
plazoletas y calles peatonales son los principales escenarios de este municipio.
De igual manera los asistentes consideran que un espacio tan importante como lo fue la casa de la
cultura actualmente no está en funcionamiento y lleva ya bastantes años en mora de ser habilitado
nuevamente para la formación y circulación de las artes de la isla. En general los asistentes tienen la
percepción que la pérdida de un espacio como este en la isla ha generado un déficit de la oferta
formativa importante en las artes. También señalan que la infraestructura disponible para la
circulación, formación y práctica de las artes está concentrada en la zona central de la isla, por tanto,
en el resto de la isla hay baja cobertura, con excepción de la casa de cultura de la loma.
Además del déficit general de espacios de presentación
aptos para presentar espectáculos frente al público, en la isla no hay tampoco espacios (ni públicos,
ni privados) que se presten para formación y ensayo, lo que dificulta también la preparación de los
eventos y entorpece las iniciativas que buscan crear nuevos espectáculos de artes vivas. Es pertinente
dar un apoyo a los grupos de danza y teatro para que puedan desarrollar sus propuestas poniendo a su
disposición un espacio en que puedan hacerlo. Por ejemplo, sería pertinente adecuar la casa de la
cultura, que es uno de los pocos espacios disponibles, pero no tiene buenos salones para ensayos ni
para presentaciones.
En San Andrés sucede, como en muchos otros municipios de Colombia, que
las promesas de infraestructura tardan mucho más de lo esperado en concretarse. El ejemplo
paradigmático de esto en la isla es la concha acústica, que está en proyecto desde hace años y no
parece avanzar en lo absoluto.
Además de lo anterior, los asistentes al taller llaman la atención sobre el hecho de que los permisos
para llevar a cabo presentaciones en vivo en espacios públicos son difíciles de gestionar, y suelen
traer consigo altos costos. Por una parte, los permisos tienen ellos mismos un costo, pero además de
eso la adecuación de los espacios para poder llevar a cabo los espectáculos y la logística exigida por
la ley también acarrean gastos adicionales. Esto aplica también en los casos en que la entrada es
gratuita, pues así lo dispone la Ley del Espectáculo Público. Si a esto sumamos el hecho (mencionado
más arriba) de que se percibe corrupción en estos trámites, se entiende que los permisos sean uno de
los obstáculos burocráticos y económicos importantes para el sector cultural en San Andrés.
Otro aspecto difícil de la infraestructura cultural en
San Andrés tiene que ver con el hecho de que no hay medios de difusión establecidos para promover
y publicitar los eventos y acontecimientos culturales del archipiélago. Por ejemplo, no hay una
emisora de radio cultural. Y dado que la infraestructura no es sólo cuestión de espacios sino de
disponibilidad material, cabe decir que tampoco hay equipos o personal técnico que tenga los
conocimientos necesarios para adelantar producciones audiovisuales, por ejemplo.
Por su parte, en el archipiélago tampoco hay librerías ni papelerías que vendan libros de interés
general. Las papelerías que venden libros son principalmente de contenidos religiosos. Así, desde que
la feria del libro acabó, no es posible comprar un libro de interés general en la isla, y mucho menos
de autores locales. Por último, tampoco hay galerías ni espacios de exposición de artes plásticas en la
isla. Sí hay dos salas de cine comercial (Yelmo Cines Meridiano y Cine Víctor) que ofrecen películas
de cartelera internacional y nacional.
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Debido a que San Andrés es un destino turístico muy importante para Colombia continental y para
distintos países, principalmente latinoamericanos, la isla tiene una amplia demanda, compuesta
principalmente por los turistas y en mucha menor escala por los residentes y raizales. Los turistas son
los principales demandantes de bienes y servicios en la isla, sin embargo, estos bienes y servicios no
son producidos por empresas o emprendimientos locales o mejor aún de residentes o menos probable
de raizales. Se percibe que existe una concentración de los ingresos producto del turismo en empresas
que no son de San Andrés y no generan impuestos o algún tipo de beneficios para la isla. En general,
una mayor demanda por causa del turismo no se ha reflejado en un mejor mercado para los bienes y
servicios generados por empresas o emprendimientos locales. Esto implica que para abastecer la
demanda en la isla los bienes y servicios que se ofrecen deben ser suplidos por una oferta foránea, lo
que relega a la población residente a ser empleados de estas empresas, principalmente de las cadenas
turísticas.
Los asistentes al taller perciben que esta situación ha generado desigualdad del ingreso en la isla, y
ha marginado a los residentes a mercados locales pequeños e inestables, debido a que el mercado del
turismo está saturado y poco regulado, y son las empresas más grandes las que lo suplen. Desde la
oferte hotelera, de restaurantes y comercial, hasta la oferta de actividades turísticas está saturada y
concentrada en grandes empresas. Esto no permite el ingreso a actores de menor escala o con una
oferta alternativa a la impuesta por este comportamiento del turismo en la isla.
Este complejo mercado de bienes y servicios se reproduce en el ámbito de lo cultural. Los bienes y
servicios producto de la oferta cultural de la isla se ven absorbidos por la misma dinámica de mercado.
Son relegados a pequeños e inestables mercados, producto de poca visibilidad y exposición a los
turistas que circulan en la isla, que, en muchos casos, como lo exponen los participantes al taller son
turistas que no salen del hotel o salen hacer compras sin la posibilidad de toparse con la vida cultural
real de la isla. Este comportamiento ha generado un turismo habituado a no lugares, con poca
sensibilidad sobre las prácticas culturales de la isla y por lo tanto un débil potencial mercado para los
bienes y servicios autóctonos del territorio. Este es el caso como lo identificaron los asistentes al
taller, por ejemplo, de la comida tradicional que está relegada o pocos espacios de muestra en la
peatonal, o a espacios improvisados por los raizales alrededor de la isla. Estos emprendimientos
gastronómicos podrían verse beneficiados con la demanda generada por el turismo, sin embrago estas
limitados principalmente por la población de los residentes. De igual manera en la medida en la que
existiesen más y mejores espacios, es muy probable que se generen nuevos emprendimientos
alrededor de la cocina tradicional de la isla.
Asimismo, los participantes al taller señalaron que son las cadenas hoteleras, por ejemplo, para la
danza y la música, uno de los principales y constantes demandantes de estos servicios artísticos. Sin
embargo, en la mayoría de los casos los contenidos deben suplir imaginarios del caribe y están
condicionados a la interpretación de covers o de danzas del gran caribe, y en casos extremos a cumplir
funciones recreacionales. Si bien esta demanda genera empleo e ingresos a la población artística,
limita la generación de contenidos propios y puede desestimular la creatividad de los artistas de la
isla.
En conclusión, se percibe que existe una demanda turística potencial inexplorada, en principio porque
no existen espacios de encuentro entre esta y los productos y servicios culturales generados en la isla.
Los pocos que existen están cooptados por mercancías o suvenires alusivos a San Andrés maquilados
por fuera, además de que el turismo que se fomenta en la isla no está articulado con la vida cultural
de la isla y no tiene una responsabilidad social frente al ecosistema cultural de la isla.
A continuación, se señalan unos puntos clave a tener en cuenta sobre la configuración del mercado
en la isla:
En la isla hay pocos públicos
interesados en eventos culturales. Los asistentes al taller asocian esto con el hecho de que las
generaciones más recientes (los nacidos de 1990 en adelante) están cada vez más acostumbradas a la
cultura continental que a la cultura tradicional de la isla. En este sentido tienden a demandar más
contenidos del continente, que muestras de la cultura tradicional y con ello hay cada vez menos
creadores de cultura local. Adicional a este desarraigo cultural, los jóvenes, tocados constantemente
por las precariedades de la economía isleña, han empezado a moverse hacia sectores de economías
clandestinas e ilegales, lo que desplaza la cultura y la identidad cultural local. Por ejemplo, con el
crecimiento del narcotráfico, muchos de quienes solían ser pescadores se han convertido en
transportadores de droga.
Los agentes invitados al taller consideran que la cultura puede convertirse en una herramienta de
cambio social potente, pero aún no hay programas establecidos. El primer paso para esto sería
encontrar una manera de fomentar un consumo regular y estable de productos culturales por parte de
los jóvenes y ofrecerles espacios de creación o de formación creativa, que constituyan una alternativa
frente a las actividades delictivas.
Además de lo anterior, muchos
locales de todas las generaciones dejan de asistir a los eventos de la isla por falta de información.
Sería pertinente hacer difusión de los acontecimientos culturales entre sus públicos potenciales. Más
aún cuando los eventos son de entrada libre, es decir, de acceso gratuito, pues en la isla también hay
una muy baja disposición a pagar por la cultura. Como en otros espacios, la noción de la cultura como
un derecho al que el Estado debe garantizar el acceso prima sobre la idea de la cultura como un
producto comercial.
En general en San Andrés hacen falta mecanismos de exposición y difusión como emisoras, agendas
culturales, etc. que permitan la población conocer la programación y la oferta cultural, pues una parte
de la carencia de públicos tiene que ver justamente con el hecho de que en la isla no hay información
disponible. Cambiar este hecho es uno de los pasos necesarios para construir un mercado cultural
sólido en la isla.
También es importante resaltar
que faltan estrategias solidas de mercadeo y financiación. En la isla la mayoría de la financiación es
pública (de hecho, casi el 100%) y esto restringe la capacidad de actuar del sector, pues (como se dijo
más atrás) esos dineros deben sortear muchos obstáculos antes de llegar a ser eventos o productos
culturales completos. Aunque es posible conseguir un margen mínimo de financiación privada, son
pocos los agentes que se arriesgan a ello, pues hay muy poca disposición de pago por eventos
culturales en la isla. En este punto del desarrollo del mercado cultural isleño, sostener eventos con la
venta de boletería resultaría imposible. A esto se suma el hecho de que en los conciertos financiados
por el sector público no es legal cobrar la entrada.
A esto se suma el hecho de que los
agentes privados del sector cultural en San Andrés no están articulados. Las iniciativas, los espacios
y las propuestas que hay son esporádicas, disimiles y no están vinculadas o articuladas entre sí. No
hay programas que cobijen a los agentes locales y los casos en que las instituciones públicas financian
iniciativas culturales son aislados, en vez de ser parte de un plan mayor.
En San Andrés sí hay contenidos y hay contenidos en potencia (música y
músicos, producciones audiovisuales e historias, escritores, etc.) Sin embargo, es frecuente la
situación en que estos son tomados por productores y gestores del continente que, trayendo las
herramientas técnicas y los conocimientos, se llevan los productos dejando muy poco en la isla. Para
resolver este desequilibro es necesario formar agentes locales para que adquieran la capacidad de
gestionar su propio capital.
Esto tiene la dificultad de que para que un privado pueda vender servicios culturales en San Andrés,
tiene que entrar a la isla con un músculo financiero muy importante y lograr hacer un gran impacto
en el mercado local. Aunque los habitantes de la isla consideran que sí es posible vender cultura como
privado en la isla, este es un riesgo muy grande que pocos han asumido hasta ahora.
Es remarcable como muchos de los turistas que visitan San Andrés demandan
música local. Con frecuencia los viajeros buscan instrumentos, música en vivo y otras ofertas que los
conecten con la cultura local y con las manifestaciones raizales. Esta es una arista poco explotada del
sector cultural, pero probablemente más fuerte en potencia. Es decir: es muy importante que la cultura
establezca nexos claros con el sector turismo, porque este es, por lejos, el más grande de los sectores
económicos de la isla. De hecho, esto también explica, según la versión de los asistentes al taller, por
qué hay poco movimiento creativo en la isla. Según su experiencia, la baja en las actividades
culturales se debe en gran parte al hecho de que muchos de los residentes de la isla están tratando de
subsistir a base de iniciativas alrededor del turismo y han dejado de lado algunas de sus prácticas
culturales por responder a esta demanda.
Vale la pena mencionar algunas de las festividades de la isla. El más importante de los
eventos musicales de San Andrés es el festival de música anual llamado Green Moon Festival. Hoy
en día sólo es local, pero los asistentes al taller consideran que con buena gestión y con políticas
públicas claras podría mercadearse a nivel nacional e internacional. Ellos consideran que el festival
debería tener capacidad de aprovechar los mercados del gran caribe. Sin embargo, tiene dificultades
de asignación y consecución de recursos y por eso cada año su organización es difícil y demandante.
El otro festival importante de la isla solía llamarse el Caribbean Evening. Era un festival que
funcionaba todas las semanas poniendo en escena música en vivo y otras manifestaciones propias de
la cultura isleña, pero se quedó sin financiación pública y desapareció. En aras de que esto no suceda
con otros festivales es indispensable diseñar buenas estrategias de política pública que permitan darle
continuidad a estos programas y mantener viva la cultura isleña.
Uno de los problemas graves de San Andrés es
que la isla es muy poco independiente para la producción de material cultural. En general, el personal
y los equipos suelen llegar del interior del país para llevar a cabo la producción. Esto aplica para el
sector audiovisual, para la música grabada, para la música en vivo y prácticamente para cualquier
evento público en vivo en la isla. A esto hay que agregar que, a pesar de que los contenidos (historias,
actores, música) a veces sí son locales, con frecuencia las ganancias que de ellos se derivan no
retornan a la isla. El sector cultural es muy vulnerable a los agentes del interior del país, que con
frecuencia son los únicos que sacan provecho económico de las actividades que se llevan a cabo allí.
Si a esto se suma la situación de corrupción de la isla, es fácil que incluso los dineros públicos
terminen fuera del archipiélago a través de producciones desventajosas para los locales.
También sucede que los eventos del sector son efímeros. Después de terminado un festival, de cerrado
un rodaje o de concluida una grabación, es usual que no quede ninguna forma de conservación de
dicha iniciativa a largo plazo. Los proyectos dejan poco o nada tras de sí, por ejemplo, es frecuente
que los representantes de las instituciones que llegan hasta allá se van sin haber hecho ningún aporte
a la isla en términos reales. De manera similar, los programas de levantamiento de información
(diagnósticos, mapeos, etc.) nunca han devuelto resultados pertinentes.
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Siguiendo los criterios de análisis establecidos al inicio del taller (infraestructura, formación,
mercado, y políticas públicas), se hizo una evaluación para definir qué sectores están más
desarrollados, cuáles están en vía de desarrollo, y qué sectores están emergiendo.
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Como es de esperarse es el turismo el sector con mayor nivel de desarrollo. Lo que es
importante es que los asistentes al taller hacen alusión a la oferta turística alternativa, de manera
contraría a la del todo incluido. Desde esa perspectiva, se observa que la propuesta de turismo
comunitario de la isla, compuesta por las posadas, la oferta gastronómica local y las actividades
culturales propias de la isla, se encuentra en un importante auge y con posibilidades de crecimiento.
Estas nuevas prácticas de turismo se ven beneficiadas por el posicionamiento que tiene la isla como
destino vacacional, por el precio accesible de los tiquetes aéreos, que como lo señalan los asistentes
al taller (que se han visto considerablemente reducidos en los últimos años) y, lo más importante, por
un creciente mercado turístico que valora experimentar la vida cultural de los territorios. Este
fenómeno es tendencia a nivel mundial.
La música es uno de los sectores que, reconocen los asistentes, cuenta con un nivel superior
de desarrollo frente a los otros sectores culturales de la isla. Esto se explica principalmente por la
existencia el Mercado Insular de Expresiones Culturales (MINEC), el Green Moon Festival, los
estudios de producción existentes, las giras nacionales e internacionales de los artistas y el uso de
sonidos (beats) locales en el movimiento de músicas urbanas del país (principalmente el reggaetón
de Medellín).
Eventos como el –MINEC- que realizó en abril de 2017 su sexta versión, se consolidó como una
plataforma especializada para la circulación y promoción de la música del archipiélago de San Andrés
Islas y el Caribe. A lo largo de estos años, el mercado ha tenido un impacto directo en el desarrollo y
posicionamiento de la escena musical del archipiélago y ha contribuido en el fortalecimiento de un
sector productivo y con potencial dinamizador de la economía local. Por su parte el Green Moon
Festival además de ser un espacio de visibilidad para las agrupaciones locales, es un espacio que
activa el consumo cultural de la isla y busca activar espacios de circulación para otras manifestaciones
culturales, así como generar espacios de formación. Adicionalmente, este último cuenta con el interés
de las instituciones públicas locales y la Cámara de Comercio.
Los asistentes al taller reconocen la riqueza que tienen la comida tradicional del
archipiélago, tanto en la preparación como en los ingredientes que incorpora, en su mayoría,
producidos en el territorio. La cocina tradicional es un conocimiento compartido, principalmente por
las mujeres de todas las edades en la isla y su transferencia se da en las casas. Sin embargo, se percibe
que esta transferencia es cada vez menor y que se está perdiendo la tradición culinaria. Paralelo a esta
preocupación por la tradición culinaria, los asistentes, señalan que a diferencia de años anteriores, en
los últimos años se han establecido puestos de venta de comida y postres tradicionales, informales en
su mayoría, alrededor de la isla. Estos puestos de comida tradicional emergen como emprendimientos
familiares, que son de consumo local y se han posicionado en el segmento de los turistas interesado
por la cultura isleña. Esto coincide con lo señalado en el PES sobre la importancia de la cocina en
cultural de la isla y su relación con los recursos existentes y las problemáticas a las que se enfrenta:
Adicionalmente, se percibe que existen diferentes problemáticas que afectan la visibilidad y
posicionamiento de la gastronomía isleña en el circuito turístico. El principal problema es que las
cadenas hoteleras incluyen en sus planes vacacionales toda la alimentación requerida por los turistas,
lo que impide que el turista explore la gastronomía de la isla. Adicionalmente, estas cadenas por lo
general no incluyen cocina tradicional como parte de su menú, menos aún demandan estos productos
de la comunidad. Otro de los problemas identificados, es que los espacios de venta de la comida
tradicional no son de fácil encuentro para el turista desprevenido, su encuentro depende de una
recomendación o conocimiento previo. Por último, estas iniciativas son familiares y en su mayoría
informales, lo que hace que sea una oferta discrecional y transitoria. Esto dificulta el posicionamiento
de la cocina tradicional como una experiencia de oferta continua en la isla.
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• MINEC • Green Moon Festival • Encuentro de coros
• Festival de coros • Festival de Calypso “Bill and Mary”
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• Puestos de comida de la peatonal • Puestos de comida alrededor de la isla • Resturantes de comida tradicional
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• Hostales locales • Posadas nativas
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En la isla hay cooperativas de artesanas, que trabajan con fibras naturales en la elaboración
de joyas, accesorios, objetos, utensilios y piezas de vestir. Asimismo, hay artesanos que trabajan con
la madera en la realización de piezas, objetos y botes. Los asistentes al taller señalan que los artesanos
de la isla han recibido, por cuenta de Artesanías de Colombia, formación y talleres para el
perfeccionamiento del oficio. Sin embargo, esta formación no ha sido continua y no ha propiciado
transferencias de conocimientos a otros individuos. De igual manera se percibe que el conocimiento
en oficios que trabajan la madera, un elemento muy utilizado para la elaboración de las viviendas
tradicionales y botes de pesca, se está perdiendo y ya son pocos los artesanos que puedan trabajar esta
materia prima. Esto en parte se explica, por la sustitución de materiales para la construcción de
vivienda y botes y porque la isla no cuenta con una escuela talleres de oficios. El PES propone, como
medidas para salvaguardar la pesca y la navegación tradicional, una escuela con énfasis en artes y
oficios náuticos. Adicionalmente a los asistentes al taller consideran de gran importancia que la
escuela de oficios oferte formación para la restauración de las viviendas tradicionales y para las
artesanías locales.
Referente al sector editorial, los asistentes señalaron que es amplia la lista de escritores en
la isla, principalmente en poesía. También se resaltaron las publicaciones realizadas de
investigaciones académicas y no académicas sobre temas relacionados con la biosfera natural y la
vida cultural de la isla. Se percibe que en la isla se generan contenidos escritos y que son más cuando
se incluyen los escritos sobre la isla (principalmente de investigación). Sin embargo, estos contenidos
no están disponibles para la compra o consulta de los isleños o turista interesados. Hay solo una
editorial en la isla y no hay ningún sitio para exhibir y vender las publicaciones de los escritores del
archipiélago.
Existe un naciente movimiento de danza asociada a los géneros urbanos de música en la isla,
promovida principalmente por los jóvenes. De igual manera, existen grupos de danzas tradicionales
con trayectoria. Sin embrago, al igual que para el sector de la música, los principales demandantes
son las cadenas hoteleras, que en su mayoría, condicionan los contenidos a danzas del caribe
asociadas a covers musicales. En otros casos, los bailarines deben asumir el rol de recreacionistas.
Respecto al teatro no se entró en profundidad en el taller. Los asistentes no tenían conocimiento
del estado actual del teatro en la isla, sin embargo, se señaló que existe un Festival de teatro bianual
que trabaja principalmente con jóvenes de colegio. También señaló que en décadas anteriores el teatro
era importante en la vida cultural del archipiélago y que actualmente la obra de teatro de mayor
reconocimiento es el Silencio del Tambor (Providencia).
En la isla hay artistas reconocidos y de trayectoria. Sin embargo, se percibe que en la
última década la visibilidad de la obra de los artistas isleños es muy pobre. No hay espacios físicos
para exhibir las obras al público o compradores potenciales. Las exhibiciones de las obras dependen
de la autogestión de los artistas y se restringen en muchos casos exhibiciones en las casas o en lobby
de hoteles que es poco frecuente.
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• SILANDART (Cooperativa multiactiva de artesanos de San Andrés) • Sevenclors (Cooperativa de jóvenes artesanos) • Asociación de Artistas
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• Festival de teatro (bianual) • Marileen Vizcaino
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• William Britton • Ronald Evans • Keivin Myles • Conceicão Cristo • Carl Pomare (Batista Loma) • Make Up foundation of the Art and Culture • Academia • Conce’s Center • Urban Expression
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• Sea of Colors • Rotarios y Jóvenes
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• Juan Ramirez • Haukuis D • Adel Christopher • Lolia Pomans • María Matilde Rodriguez • Lina Chow
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• Hoakley • Forbes
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• Welcome Ediciones • Jimmy Gordon • Dulph Michell • Maiqueta McKellen • Dilia Robinson • Reneé Rehetz
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Se percibe, por parte de los asistentes al taller, que el sector audiovisual en la isla se
está organizando por medio del Consejo de Cine. Asimismo, hay un aumento de empresas en la isla
que realizan productos audiovisuales y se ha incrementado la demanda por estos servicios. Sin
embargo, para lograr que el sector entre a la categoría en desarrollo hacen falta acciones que incentive
la producción audiovisual en la isla, principalmente en el ámbito cinematográfico. El archipiélago
tiene el potencial de posicionarse como un destino de grabación de películas, videoclips musicales y
otros productos audiovisuales. En la actualidad esto ya se da en una pequeña escala. Pero estas
producciones, no demandan o se articulan con los servicios audiovisuales de la isla, no generan
ingresos por el uso de locaciones y tampoco transfieren conocimiento al sector. Finalmente señalan,
al respecto de las películas que han salido en lo los últimos años, que ni sus contenidos ni su
producción es realizada por isleños.
Se percibe que el diseño de moda en San Andrés está generando propuestas que
visibilizan a diseñadores locales, artesanas y modelos. Eventos como el Island Urban Fashion (2014)
visibilizaron a la isla como una región con potencial de crecimiento en este campo. Sin embargo, es
necesario que este tipo de eventos se hagan de manera permanente para que logren tener el impacto
esperado. De igual manera, llaman la atención sobre la importancia que este tipo de eventos sean
liderados por agentes de la isla (Gobernación Cámara de comercio, entre otros), ya que en ocasiones
pasadas se han generado relaciones desiguales cuando son eventos de empresas foráneas a la isla.
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• Native films • Creating medios • Telemar TV • VSD – Art VSD • Upernikao Studio • Forty legs Productions • Henrrieta’s Group
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• Caribbean Top Model Agency & School • Island Urban Fashion Week (2014) • Pasarela de moda típica
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• No participaron en el taller agentes de este sector. Los asistentes perciben el sector como emergente, pero desconocen las dinámicas y actores.
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• No participaron en el taller agentes de este sector. Los asistentes perciben el sector como emergente, pero desconocen las dinámicas y actores.
A partir del análisis de la información recogida durante el taller, identificó los siguientes puntos
de discusión importantes de resaltar. El primer punto de discusión se centró en el rol central que tienen
las políticas públicas en el desarrollo del sector cultural de la isla, ya que la falta de continuidad de
las acciones que se realizan desde el sector público para la cultura, tanto de la administración pública
departamento y municipal, inciden directamente en la sostenibilidad de las iniciativas culturales de la
isla. Ante la ausencia de una política pública en materia de cultura estructurada y pensada para el
largo plazo, las iniciativas locales son muy vulnerables y su existencia está siempre en juego. La
fragilidad de las políticas públicas está acompañada de escaza infraestructura para producir y
comercializar los productos y servicios, de un estrecho y competido mercado en el que deben
desenvolverse y de la inexistente oferta formativa de la isla.
Adicionalmente, se evidencia que los agentes culturales de la isla no confían en las instituciones
públicas de orden municipal, departamental y nacional. La principal razón está asociada a la falta de
continuidad en las acciones que desarrollan las entidades sobre el territorio, que pueden llegar a tener
una amplia variación de objetivos en materia de cultura entre gobiernos locales y nacionales.
Adicionalmente, se percibe de manera generalizada que las acciones que desarrollan las instituciones
públicas sobre el territorio no responden a las necesidades estructurales que tienen el sector cultural
de la isla, en su mayoría son una oferta institucional con poco impacto y que responde a solucionar
problemas de orden coyuntural o a intereses del gobierno de turno. Asimismo, la desconfianza esta
alimentada por la ausencia de mecanismos permanentes y transparentes para la asignación de recursos
a los agentes culturales.
El segundo punto de discusión está enfocado en la relación del sector cultural con el turismo en la
isla. La vocación de la isla se ha orientado por décadas al turismo promovido por las cadenas
hoteleras, que ofrecen como principal y único atractivo las playas de la isla. Las dinámicas de esta
oferta turísticas han generado problemáticas estructurales en la isla a nivel social y ambiental. Por un
lado, es un turismo que genera un fuerte impacto ambiental por el alto consumo de recursos que
implica abastecer a la población flotante de turistas (agua potable, alcantarillado, animales,
contaminación, entre otros). Y, por otro lado, también ha generado desequilibrios sociales. Las
grandes cadenas hoteleras concentran los ingresos generados por el turismo, sin embargo, no se
percibe que algún porcentaje sea reinvertido para la sostenibilidad de la isla o para mejorar las
condiciones de vida de los residentes. Respecto a la relación del turismo (del todo incluido) con la
actividad cultural de la isla, es casi inexistente. Esto se explica principalmente por dos razones, la
primera es que este tipo de turismo no fomenta el acercamiento entre el turista y las manifestaciones
culturales de la isla y la segunda, es que las manifestaciones culturales no ocupan espacios visibles
en la isla. Los asistentes llaman la atención de la importancia de fortalecer el turismo alternativo (al
del todo incluido) que incluye en su agenda las posadas nativas, la gastronomía local y el consumo
de las manifestaciones culturales de la isla (artesanías, música, danza, entre otras), lo que genera
ingresos directos a la población local.
El tercer punto de discusión se centró en la poca visibilidad que tienen las manifestaciones culturales
en la isla. Los productos y servicios derivados de las manifestaciones culturales no han logrado
obtener espacios permanentes que visibilicen su oferta en el mercado local, nacional e internacional.
Son distintas las causas que provocan la baja circulación de productos y servicios culturales. La
principal está asociada a la saturación que tienen el mercado de la isla por suvenires alusivos a la isla,
lo que deja en desventaja a las artesanías o productos culturales realizados en la isla. La segunda está
asociada a la infraestructura, no hay espacios físicos que faciliten la comercialización de productos
culturales de la isla. La ausencia de espacios para la música, la danza, el teatro, galerías, ferias
permanentes de productos culturales, espacios de venta de comida, entre otros, dificultan la
comercialización de estos productos. De igual manera, las plataformas para visibilizar las
manifestaciones culturales son pocas y dependen en gran medida de organizaciones culturales
privadas que no disponen de recursos suficientes para llevar a cabo la gestión de promoción de los
bienes y servicios culturales de la isla.
Cuarto punto se enfocó en la salvaguarda de las manifestaciones culturales de la isla. Existe una
preocupación generalizada entre los asistentes por la pérdida de interés de la población juvenil por
las tradiciones culturales de su comunidad. Esto se puede explicar por la alta exposición que tienen
los jóvenes a prácticas culturales foráneas (música, danza, artes, entre otros), que en principio no sería
un problema si existiese una oferta robusta de formación en artes que incluyera las prácticas culturales
de la isla y/o incentivar la transmisión de conocimiento entre la comunidad. Adicionalmente,
consideran que brindarles visibilidad a las manifestaciones culturales de la isla contribuye a la
valoración de las mismas y posiciona el conocimiento tradicional y sus prácticas entre la comunidad.
Finalmente, las líneas identificadas en el taller coinciden con los hallazgos de El Plan Especial de
Salvaguardia (PES) de Cultural practices, and ancestral knowledge of Raizal people with the sea
(Saberes, conocimientos ancestrales y prácticas culturales raizales en su convivencia con el mar), lo
que supone un trabajo articulado entre el Programa de NODOS del grupo de emprendimiento y la
dirección de patrimonio, ambos del Ministerio de Cultura.
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Teniendo en cuenta las problemáticas y necesidades previamente identificadas, se proponen cuatro
grandes líneas de trabajo, que podrán ser apropiadas por el sector público y privado de la ciudad y
detalladas y especificadas en un plan de trabajo e implementación de actividades concretas.
El desafío en formulación de política pública del orden
municipal y departamental está enfocado principalmente en: i) Generar mecanismos de asignación
de recursos públicos transparentes que respondan a una estrategia de largo plazo, esto puede hacerse
a través de la creación de bolsas de estímulos con líneas de fomento permanentes. ii) Generar
estrategias de comercialización y visibilidad de las productos y servicios derivados de las prácticas
culturales de la isla, esto con el apoyo del sector privado de la isla (hoteles, comercio, entre otros).
iii) Fortalecer los procesos de formación en artes y prácticas del patrimonio inmaterial de la isla, esto
puede ser a través de la formación en el colegio, el fortalecimiento de las casas de la cultura, creación
de escuelas taller de artes y oficios.
Otro de los desafíos en materia de política pública es la articulación de las políticas del orden nacional
con la departamental y municipal, con el objetivo de aunar esfuerzos que permitan generar mayores
impacto sociales y económicos en la isla. La articulación que se considera de mayor relevancia es la
de NODOS (Grupo de Emprendimiento Cultural de Mincultura) con el PES y la política en materia
de cultura a nivel municipal y departamental. Se deben establecer cuáles son las acciones que se
proponen desde cada una de las instancias y establecer objetivos comunes, con el objetivo de no
dispersas esfuerzos y recursos. Adicionalmente, una vez este articulada la política cultural es
convenientes articular esta política con la política de turismo, muchas de las acciones requeridas para
el desarrollo del sector cultural de la isla están mediadas por el turismo.
. La articulación con el sector turístico puede agenciarse desde las
instituciones públicas u organizaciones privadas del sector cultural de la isla, mediante acciones
como: i) Aprovechar la infraestructura asociada al turismo por parte de las empresas,
emprendimientos e iniciativas productivas culturales del archipiélago, mediante alianzas con los
hoteles para gestionar espacios de exposición y comercialización de bienes y servicios culturales.
Esto con el objetivo de ampliar los mercados y visibilizar la cultura isleña. ii) Alianzas con el sector
hotelero para la demanda de bienes y servicios culturales, como parte de su oferta a los turistas. En el
PES se propone la introducción de la comida tradicional en la oferta gastronómica de los hoteles. Esto
puede hacerse mediante la oferta de los productos de la comunidad. Esto también puede suceder con
la música y la danza de la isla, entre otros bienes y servicios culturales. De igual manera esta
negociación puede estar mediada por la política pública de la isla con el fin de generar relaciones
equitativas entre oferentes y demandantes. iii) Incentivar a que las empresas hoteleras, de turismo y
comercio generen planes de responsabilidad social empresarial que contribuyan al desarrollo y
sostenibilidad de las manifestaciones culturales de la isla. Es importante generar la conciencia del
valor agregado que genera los productos y servicios culturales en la oferta turística de la isla. iv)
construir una agenda cultural de manera conjunta que beneficia la oferta turística y las actividades
culturales realizadas en la isla. Esto con el objetivo de promover el consumo de manifestaciones
culturales por parte de los turistas.
. Se requieren estrategias que tengan impacto para
visibilizar y posicionar la cultura isleña, tanto en el circuito turístico como en la comunidad. Para esto
surgieron cinco estrategias: i) Articulación con el sector hotelero para el aprovechamiento de la
infraestructura para generar espacios de comercialización y exhibición de bienes y productos
culturales. ii) Articulación con medios de comunicación masiva. Principalmente con los medios
locales, para generar contenidos que den visibilidad a las manifestaciones culturales de la isla. iii)
Desarrollar mobiliario físico, de fácil movilidad y adaptabilidad para visibilizar y comercializar
bienes y servicios alrededor de la isla. La universidad Jorge Tadeo Lozano y la Universidad de los
Andes han estudiado prototipos para la isla. iv) Fortalecimiento de las plataformas existentes de
circulación de contenidos culturales de la isla como el MINEC y Green Moon Festival, Festival de
Teatro, Encuentros de coros, entre otros eventos. v) Desarrollo de una marca de origen de los bienes
y servicios culturales de la isla. esto con el objetivo de generar una producción con estándares
competitivos en el mercado, promover su circulación y comercialización y establecer el carácter
diferenciador entre estos productos y los productos asociados a la cultura de la isla que no soportan
un carácter cultural (suvenires, covers, maquila, entre otros).
Se proponen cuatro líneas de acciones encaminadas a fortalecer las habilidades y capacidades de
los individuos y organización de la isla. i) Consolidar programas de formación en gerencia y mercadeo
para la cultura. Se identificó la necesidad que tienen las organizaciones en fortalecer sus competencias
gerenciales y de gestión. Estos programas deben ser permanentes y tener un enfoque práctico. ii)
Crear o incentivar la creación de una institución para la formación en artes y oficios, como las escuelas
taller, que oferten formación técnica para las artes y establezcan formación a partir de los saberes
ancestrales de la comunidad, principalmente en el trabajo con la madera y la gastronomía. iii) generar
espacios físicos y plataformas que incentiven la transmisión de conocimiento entre la comunidad.