Relatos Mesa Compartida-Aleixandre

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Introduccin

Introduccin

Una parbola de fondo

"Unos granos cayeron en terreno pedregoso con poca tierra. Al faltarles profundidad, brotaron enseguida; pero al salir el sol se abrasaron y, como no tenan races, se secaron.(...) Otros cayeron en tierra frtil y dieron fruto: unos ciento, otros sesenta, otros treinta. Quien tenga odos que escuche."(Mt 13,5-9)

La imagen de la semilla que se abrasa porque ha cado en un terreno poco profundo, refleja bien lo que puede ocurrirnos a la hora de acoger la semilla de la Eucarista. Es tan escasa nuestra tierra, que la vivencia eucarstica corre el peligro de agostarse, de ritualizarse y resecarse, a falta de races antropolgicas y bblicas que le den savia y hondura.

Preparar la tierra

Las pginas que siguen no son una catequesis sistemtica en torno a la Eucarista, sino una aproximacin selectiva a su misterio desde una perspectiva determinada: la de las actitudes y gestos que genera la experiencia de la comida compartida. Pretenden aadir buena tierra al suelo en el que cae la catequesis sobre la Eucarista, y ofrecer a catequistas y agentes de pastoral elementos de reflexin bblica y antropolgica, junto con sugerencias de actividades y celebraciones. Se trata de posibilitar que la semilla arraigue con profundidad y eche races hondas para llegar a dar fruto.

Lo haremos escuchando "relatos en torno a la mesa compartida", es decir, dejando la palabra a personajes que podemos imaginar cercanos a diferentes escenas del Evangelio, relacionadas ms o menos directamente con la Eucarista. Procedemos de una tradicin narrativa, y su lenguaje puede ayudarnos a dar razn de lo que significa reunirnos para celebrar al Seor muerto y resucitado.

El objetivo no es, en primer trmino profundizar en el sentido de cada parte de la celebracin eucarstica, sino buscar las actitudes de fondo que la fundamentan y la hacen posible: encontrarnos, recordar, entregar, ofrecer, compartir, bendecir, agradecer, entrar en comunin... Lo que nos importa no es "explicar un rito", sino seguir viviendo de las mismas races de las que naci la Eucarista y traducirlas a nuestra existencia de hoy.

De la mano de diferentes personajes, iremos acercndonos a la Eucarista desde alguno de sus aspectos, sin pretender la tarea imposible de agotarlos, sin caer en la tentacin de sembrar demasiado deprisa, hacerlo de una manera superficial, o impacientarnos porque no vemos brotar enseguida los tallos. La parbola nos ha puesto sobre aviso del peligro de lo que crece "en seguida", pero con pocas races.

En cada captulo, adems de la narracin, habr:

TIEMPO PARA LA PALABRA: textos bblicos que estn en el trasfondo del relato

TIEMPO PARA OTRAS PALABRAS: textos de distintas procedencias que ayuden a profundizar en el tema central del captulo

TIEMPO PARA ORAR: sugerencias para la oracin personal

TIEMPO PARA COMPARTIR Y CELEBRAR LA FE: ideas para trabajar el tema con nios, jvenes o adultos.

1. Como pan que se parte

Memorias de una discpula

Me llamo Susana que en hebreo significa "lirio" y junto con los doce, Mara de Magdala, Juana, mujer de Cusa, mayordomo de Herodes, y otras muchas, pertenec al grupo que segua a Jess desde Galilea. (Cf. Lc 8,1-3) Eramos un movimiento extrao, muy distinto de los que solan agruparse en torno a los rabbis o maestros. Estos no aceptaban nunca mujeres en su seguimiento y elegan sus discpulos slo entre varones cultivados y de buena fama, cosa que no ocurra entre nosotros.

Llevbamos una vida itinerante, recorriendo aldeas y poblados en los que Jess iba anunciando la llegada del Reino. El contacto con l era como una rfaga de libertad que, a su paso, haca que todo recobrara vida y novedad. Eran tiempos de recreacin, tiempos de entusiasmo desbordante, como si el vino que l haba derrochado en Can nos embriagase un poco a todos. "Algo nuevo est naciendo, la fiesta de bodas ha comenzado", deca l.

Desde que se corri la noticia de que haba curado a algunos enfermos, la gente acuda donde l estaba y, si no poda entrar en la casa, esperaba a la puerta el tiempo que fuera necesario, con tal de poder verle y tocarle o, al menos, desahogar ante l el peso de sus sufrimientos. Los que vivamos cerca de l, no podamos comprender cmo tena tiempo para todos, cmo poda abarcar con su atencin y con su afecto a cada una de aquellas personas agitadas o abatidas por su enfermedad, empapadas de sudor y de polvo, agotadas por la caminata y la espera, hambrientas de su presencia y de su palabra.

Pan al final de la jornada

Un da, llegamos a una aldea al atardecer, despus de una larga caminata a pleno sol que nos haba dejado extenuados. No habamos probado bocado en todo el da y, cuando entramos en la casa de los conocidos que nos ofrecieron cobijo, las mujeres nos pusimos a preparar la masa del pan y a cocerlo, mientras otros iban a comprar dtiles y aceitunas que lo acompaaran en la cena.

Jess, entretanto, se haba quedado fuera, rodeado de la gente que haba ido llegando. Escuchaba a cada uno, le preguntaba su nombre, tocaba sus heridas y se interesaba por sus fiebres, con la misma ternura con que una madre acariciara y curara las de su hijo enfermo. El contacto de sus manos, deca la gente, comunicaba sosiego y alivio; el aliento de sus palabras contagiaba nimo y esperanza para seguir viviendo y luchando contra las fuerzas de la muerte.

Cuando le llamamos para comer, no hizo caso y continu hablando, escuchando, acariciando. No pareca tener prisa, ni hambre, ni cansancio, y no entr en la casa hasta que despidi al ltimo enfermo.

Cuando tom el pan aquella noche para partirlo y repartirlo, segn su costumbre, todos nos dimos cuenta de que as era l: un pan partido y repartido, una vida devorada por todos los que tenan hambre de vivir, de ser amados, escuchados, comprendidos, sanados. Con la misma naturalidad con que reparta aquel pan, se reparta a s mismo sin reservarse nada, sin guardarse nada, y entregaba a todos su tiempo, su afecto, su inters, su amistad.

Las palabras de la oracin de bendicin nos parecieron nuevas aquella noche: "Bendito seas Seor nuestro, Rey del universo, que nos sostienes y das pan a todo viviente, porque tu misericordia es eterna. T preparas el sustento para todos los seres que has creado. Bendito seas, Seor, que sostienes a todos."

Tiempo para la palabra

Tu herida es incurable, tu herida est enconada.Yo te devolver la salud, y te curar las heridas,orculo del Seor.Os traer del pas del norte,os reunir de los rincones del mundo.Qu gran multitud retorna,entre ellos hay ciegos, cojos,preadas y paridas; si marcharon llorandolos conducir entre consuelos,los guiar hacia torrentespor va llana y sin tropiezos.(Jer 30,17; 31,8-9)

Cuando se puso el sol, le llevaban toda clase de enfermos y los endemoniados. Toda la poblacin se agolpaba a la puerta" (Mc 1,32-33)

Una multitud, al or lo que haca, acuda a l. Dijo a los discpulos que le tuvieran preparada una barca para que el gento no le estrujase. Pues, como curaba a muchos, se le echaban encima. (...) Entr en casa y se reuni tal multitud que no podan ni comer" (Mc 3,10.20)

Terminada la travesa tocaron tierra en Genesaret y atracaron. Cuando desembarcaron, lo reconocieron. Recorriendo la regin, le fueron llevando en camillas todos los enfermos adonde oan que se encontraba. En cualquier aldea o ciudad donde iba, colocaban a los enfermos en la plaza y le rogaban que los dejara tocar al menos la orla del manto. Y los que lo tocaban, se curaban.(Mc 6,53-56)

Tiempo para otras palabras

Una vida entregada. Los nmadas y los escasos sedentarios han adoptado ya la costumbre de venir a pedirme agujas, medicinas, y los pobres, de cuando en cuando, un poco de trigo. Estoy abrumado de trabajo pues quiero terminar cuanto antes un diccionario de tuareg. Como me veo obligado a interrumpir a cada momento el trabajo para ver a los que llegan, o realizar menesteres menudos, esto adelanta poco. (...) Para tener una idea exacta de mi vida, hay que saber que llaman a mi puerta por lo menos diez veces por hora, ms bien ms que menos, pobres, enfermos, viajeros, de suerte que, con mucha paz, tengo mucho movimiento (De las cartas del Hno.Carlos de Foucauld,16-IX-1905 y 30-IX-1901)

El Hno. Carlos se fue dando cuenta de que lo importante no era pasar ratos de adoracin, ni celebrar a todo trance la santa misa, sino ser como Jess. Fue siendo progresivamente asimilado, por decirlo as, por la realidad eucarstica, que expresa la oblacin de Jess a su Padre y el don de s mismo en alimento a los hombres. En adelante sabe que la contemplacin de Jess en la Eucarista, exige de l que se entregue totalmente al Padre y se deje comer por los dems, en una vida que sea prolongacin de la Eucarista (J.F. SIX).[1] [1] Carlos de Foucauld. Itinerario espiritual , Barcelona 1988, 283

Vivir la Eucarista es entregarse a los otros, llegando a ser para ellos, por el amor y la contemplacin eucarstica, algo devorable.(R. VOILLAUME)

Tiempo para orar

Imagina la escena de ese atardecer en Cafarnam que narra Marcos. Mzclate entre la gente que se agolpa a la entrada de la casa donde se hospeda Jess. Trata de poner rostros de hoy a esa multitud annima del evangelio. Quiz te sientas pertenecer al grupo de los que llevan a otros hacia Jess: nmbralos, aviva tu deseo de poder acercar a l a tanta gente que sufre y a la que querras ayudar. Sintete tambin del grupo de enfermos, contacta con tus carencias de fondo, con tu necesidad de sanacin y reconstruccin. Cuando te toque el turno, acrcate a Jess y djale preguntarte: Qu quieres que haga contigo? mientras te impone las manos.

Piensa qu le contestaras si al final te preguntara: Quieres compartir conmigo esta tarea de consolar y sanar heridas? Ests dispuesto a ofrecer tambin tu vida, junto a la ma, como pan que se parte?

Tiempo para compartir y celebrar la feCon nios

Poner en una mesita baja, o en el suelo, un pan sobre un pauelo, con flores y una vela.

Pasar de mano en mano un bote pequeo con la etiqueta: "caviar", o marisco, o la fotografa de algunos platos muy sofisticados y adornados. Se comenta la diferencia entre esos alimentos y el pan: ste representa lo cotidiano, lo accesible, lo que satisface la necesidad bsica del hambriento, lo que se deja al alcance de todos y no se escatima.

Evocar expresiones como "el pan de cada da", "quitarle a alguien el pan ", "esta persona es ms buena que el pan", "dejarse comer" ...

Recordar escenas del evangelio en que Jess "se dejaba comer" y tambin de personas cercanas que se dejan comer el tiempo, que se desviven por otros, que entregan, con la misma sencillez con que se da un trozo de pan, lo que son y lo que tienen.

Se pasa el pan y cada uno toma un pequeo trozo y, con l en la mano en las manos abiertas, dice lo que quiere compartir con otros. Al final se comparte con el de al lado, y se termina con un canto.

Con jvenes.

Escribir la palabra EUCARISTIA con grandes letras y en vertical, e ir poniendo, al lado de cada letra, palabras o temas que ven relacionadas con la Eucarista.

Poner en un mural la foto o dibujo de un puente y hacer la pregunta: qu tengo que atravesar para llegar a la Eucarista? (Dificultades, dudas, preguntas, resistencias...)

Preguntas a Jess: si tuviramos ocasin de abordarle directamente qu preguntas le haramos en torno a la Eucarista?

Con adultos

Cada participante dibuja un crculo en un papel y lo divide en sectores circulares (como porciones de una caja de quesitos) que representen proporcionalmente cmo reparte su tiempo de una semana: dormir, trabajar, comer, relacionarse, leer, orar, TV, ocio etc...

Ver juntos qu lugar ocupan los dems en ese "pastel del tiempo" y hacerse preguntas unos a otros.

Dibujar luego en grande el que imaginamos podra ser el reparto del tiempo de Jess en una semana de su vida pblica y comentar los descubrimientos que se hayan hecho. Hacer ver que lo que importan son las actitudes de fondo que llevan a "vivir para s mismo" o "vivir para los dems".

Terminar con una oracin en la que se va pidiendo a Jess el parecerse a l en sus actitudes de entrega.

En noviembre: 2. El mejor de los vinos

Mi padre fue comerciante de vinos en Can de Galilea y, desde pequeo, me habitu a escucharle dar su opinin al catarlos, despus de permanecer unos instantes con los ojos cerrados para concentrarse en el sabor y el aroma de lo que probaba:- " Este resulta muy afrutado..., este, demasiado spero..., ste es de una cosecha esplndida..."

Sin darme cuenta fui aprendiendo yo tambin y, con el paso de los aos, me hice indispensable en los banquetes y fiestas, no slo de Can sino de toda la comarca y, a veces, hasta de fuera de Galilea. Por eso, cuando Ana y Bartolom, dos jvenes de Can, decidieron casarse y me pidieron que hiciera de maestresala en el banquete de su boda, acept con gusto: conoca a los padres de ambos, comerciantes de buena posicin, y estaba seguro de que no iban a regatear nada con tal de que la celebracin fuera un xito y los convidados estuvieran satisfechos.

Habamos preparado todo con esplendidez, incluso por encima del clculo de invitados que esperbamos, pero cuando me di cuenta de que faltaba sitio en las mesas y que iba entrando ms gente de la prevista, empec a preocuparme. Vi a Mara de Nazaret, una amiga de la madre del novio y que por supuesto estaba convidada, pero, junto a ella, apareci tambin su hijo Jess con su grupo de amigos inseparables, y cuando los vi llegar pens: "Como cada invitado se traiga a sus parientes y a los amigos de sus parientes, las previsiones se nos vienen abajo..."

Y eso fue lo que ocurri: empez a faltar vino y los sirvientes iban y venan nerviosos entre la gente, con sus jarras vacas. Yo estaba medio furioso medio avergonzado, pensando no slo en mi fracaso, sino sobre todo en el disgusto de los novios y sus familias, que iban a ser recordadas como tacaas o, al menos, como poco previsoras, y su alegra se iba a ahogar en el agua, que era la nica bebida que ya podamos servir.

Vino para alegrar la fiesta

De pronto, un sirviente se me acerc con un cacillo lleno de vino y me dijo que lo probara: lo hice y era el mejor de cuantos haba probado en mi vida! Qu estaba ocurriendo?. Me dirig muy alterado hacia el novio y lo encontr con una copa en la mano.

-De dnde ha salido este vino?", le pregunt, -"Por qu no me has avisado de que guardabas para el final este vino, infinitamente mejor que el que hemos servido al principio? Y si lo tenas, cmo has permitido que pasramos tan malos momentos, pensando que se haba acabado?". Se ech a rer mientras apuraba el contenido de la copa y me di cuenta de que el vino comenzaba a hacerle efecto. S tanto como t", me dijo, pero te aseguro que me da igual, que beban todos y se embriaguen en este da inolvidable..."

Yo segua asombrado y busqu al sirviente que me haba trado el vino: me cont que haban notado inquieta a Mara, la de Nazaret, al darse cuenta de que escaseaba el vino y la vieron hablando en voz baja con su hijo que, al parecer, hizo un gesto de desentenderse del asunto. Entonces ella, inesperadamente, se acerc a los servidores y les susurr: -"Mi hijo va a hablar con vosotros, hacedle caso aunque os parezca extrao lo que os diga. Fiaos de l y hacedlo." Entonces Jess se levant y les orden que llenaran de agua las tinajas: ellos, aunque atnitos, le obedecieron, y fue entonces cuando les dijo que me lo dieran a probar a m.

El festn mesinico

Mir a Jess sentado entre su gente, bebiendo y rindose como todos, y de pronto me vinieron a la memoria palabras del Cantar de los Cantares que haba escuchado ms de una vez en la sinagoga:

Ya vengo a mi jardn, hermana y novia ma,a recoger mi blsamo y mi mirra,a comer de mi miel y mi panal,a beber de mi leche y de mi vino.Compaeros, comed y bebed,y embriagaos, amigos mos.(Cant 5,1)

No sera esta abundancia de vino un signo de los tiempos definitivos, de los desposorios de Dios con su pueblo? No estara llegando hasta nuestro pequeo rincn de Galilea la primera rfaga del viento mesinico, el anuncio de que haban acabado los tiempos de escasez y estbamos entrando en la era de la esplendidez y del derroche?

No me atrev a acercarme a Jess, ni a intentar desvelar su secreto: pens que lo importante no era saber sino saborear, no dominar ni controlar, sino asombrarnos, admirarnos, abrirnos a la irrupcin del gozo y de la gratuidad.Y acogerlo con la alegra desbordante de la novia que espera radiante la llegada del novio, y recibe de sus manos la copa del mejor vino de bodas.

Tiempo para la palabra

Se sentir alegre, como si hubiera bebido... (Za 10,7)

As saca l el pan de los campos y el vino que alegra el nimo (Sal 104, 14)

Alegra, gozo y euforia es el vino bebido a tiempo y con tiento.

el vino y el licor alegran el corazn; mejor que los dos gozar del amor (Eclo 31, 28; 40,20)

Amigo nuevo, vino nuevo; deja que envejezca y lo bebers (Eclo 9,15)

Son mejores que el vino tus amores... (Cant 1,2)

Nadie echa vino nuevo en odres viejos; si no, el vino reventar los odres y se perdern el vino y los odres. No, al vino nuevo, odres nuevos Mc 2, 22

Tiempo para otras palabras

Vino y pan en la Biblia. El AT nos suministra una leyenda sobre el origen del vino, inventado por No despus del diluvio (Gen 9,18-28). El relato nos ensea dos cosas: primera, que el vino es espada de doble filo porque da alegra y quita el sentido, el vino despoja y deja inerme; segunda, que el vino o la vid, inaugura etapas decisivas: la era despus del diluvio, la entrada en la tierra prometida, que ostenta sus frutos en un gigantesco racimo, la era de Cristo inaugurada en su pasin, apuntando a su consumacin celeste.

El pan es humilde y sencillo, no se da importancia, se entrega sin presuncin ni resistencia. El vino es la poesa, la propina, la fiesta. Pan y agua son indispensables pero cuando se agasaja o festeja a una persona, se le ofrece pan y vino que equivale a convite, banquete. La palabra propina viene de pino, beber. Representa lo intil de la vida y que, sin embargo, le da sentido y, sin ello, la vida quiz no valga la pena; lo intil puede ser ms importante que lo til. El vino representa la poesa junto a la prosa; es como el color frente a un mundo en blanco negro; es la msica frente a rumores y ruidos; es la danza frente al caminar; es el juego frente al trabajo; es el arte y la artesana frente a la simple tcnica; es el humor frente a la seriedad. Qu vida es cuando falta el vino, que fue creado al principio para alegrar? (Eclo 31,33)

El vino nuevo simboliza la novedad que trae Jess: Lucas reconoce la dificultad de adaptarse a la nueva realidad. Nadie, acostumbrado al vino de siempre, quiere uno nuevo porque dice: Bueno est el de siempre (Lc 3, 39)

Porque el vino significa el amor y tiene color de sangre, representa tambin el sacrificio, especialmente el sacrificio por amor, y nos sugiere la misteriosa relacin que en el hombre tienen ambas cosas. No es autntico el amor que rehusa sacrificarse; no es valioso el sacrificio que no nace del amor. (L.ALONSO SCHKEL)1 1 Meditaciones bblicas sobre la Eucarista, Santander 1986, pp.66-71

Tiempo para orar

Sitate en Can y colcate junto a una de las enormes tinajas de piedra llenas de agua que Juan, intencionadamente, dice que eran de piedra, destinadas a las purificaciones de los judos. Es su manera de hacer ver la rigidez ptrea y la inutilidad del agua a la hora de animar una fiesta. Siente todo lo que hay de agua encerrada e inmvil en tu vida, todo aquello a lo que quiz das valor de purificarte o acercarte a Dios, pero que te deja fro y es tan incapaz como la piedra de movilizar tu vida.

Contempla despus la sala de bodas, despus de haber circulado entre los invitados el vino que contienen ahora las tinajas: la preocupacin se ha convertido en jbilo, hay una comunicacin expansiva, se brinda por los novios...

Reconoce y agradece todo lo que en tu vida se parece al vino, lo que te dilata y anima, lo que te da sentido de fiesta. Acrcate a Mara y cuntaselo. Pdele que te acompae hasta donde est Jess y que le susurre: No tiene vino..., pero quiere hacer lo que t le digas. Qudate un rato bajo la mirada de los dos.

Tiempo para compartir y celebrar la fe

Con niosPuede ser una buena ocasin para educar el sentido de los signos que haca Jess, recorriendo algunos de ellos y haciendo ver que lo importante no es que haga algo "milagroso", sino qu es lo que provocan: alegra, abundancia, sanacin, reconstruccin de las personas etc.

Con jvenes y adultosPoner la palabra EUCARISTIA en el centro de un mural o pizarra y en torno a ella dos crculos concntricos. Repartir tiras de papel en las estn escritas con un color palabras como: sacramento, rito, sacrificio, liturgia, memorial y con otro: alegra, bodas, fiesta, banquete, abundancia, derroche...Cada participante escribe en uno de los dos crculos la palabra que le ha tocado, segn le parezca ms o menos cercana a lo que significa la Eucarista y comentar luego los resultados.Recordar el contexto festivo y de abundancia de los relatos evanglicos de comidas (Lc 5,27; 19,1-10;24,13-35.36-52...) y sacar consecuencias para nuestro talante cristiano hoy.

3. Un puadito de levadura

Nac en esta aldea de Nazaret hace ms de 80 aos, aqu me cas y aqu nacieron mis hijos. Cuando dej la casa de mis padres para irme a vivir a la de mi marido, mis nuevos vecinos fueron Jos el carpintero, su mujer Mara y Jess, su hijo, que entonces deba tener unos 8 aos. A Mara la conoca de siempre, de encontrrmela casi a diario en el camino hacia la fuente: era una muchacha siempre dispuesta a llevarte el cntaro si te adivinaba fatigada, siempre reacia a participar en los cuchicheos y murmuraciones de los vecinos, y que encontraba siempre cosas buenas en las personas de las que se hablaba. Ella misma haba sido en un momento la comidilla del pueblo, cuando nos enteramos de que esperaba un hijo estando an slo desposada con Jos y, durante su embarazo, debi sufrir mucho al ver cmo los corrillos de mujeres se haca un silencio cuando apareca ella, y cmo apenas contestbamos a su saludo. Ella llenaba su cntaro sin decir nada, y se alejaba despus, con la soledad y el silencio como nica escolta.

El tiempo haba pasado, ya nadie recordaba aquella vieja historia, y me alegr de tenerla por vecina y de poder comenzar con ella una nueva relacin: yo le llevaba a veces leche de oveja del rebao de mi marido, y ella me pasaba virutas y maderas del taller de Jos para encender mi horno. Su hijo jugaba con los mos y juntos se sentaban en corro en torno a Mara cuando al atardecer, a la puerta de la casa, les contaba viejas historias de nuestro pueblo, mientras remendaba la tnica gastada de Jos, o trataba de arreglar los rotos que Jess se haba hecho al trepar al limonero de mi patio.

Un da tuvieron que marcharse los dos a un duelo en el pueblo de al lado, y me pidieron que me quedara con el nio porque era demasiado camino para l. Aquel da me tocaba amasar el pan para toda la semana, y le ped que me ayudara: deba ser la primera vez que lo haca, porque miraba con enorme atencin, como quien est asistiendo a una ceremonia importante. Le dej amasar un rato, y le vi disfrutar hundiendo sus manos torpemente en la masa y sintiendo cmo se le pegaba a los dedos. Le ped que me trajera la levadura de la despensa y vino con un trozo enorme. Me ech a rer y le dije: -"Con esto podra fermentar el pan de ms de cien familias...! Mira, slo hace falta este poquito para toda esta masa". El mismo la mezcl con cuidado, y yo la cubr despus con un lienzo limpio para dejarla reposar.

Sali a jugar al patio pero, de vez en cuando, dejaba el juego, entraba en la casa y levantaba un esquina del lienzo para ver si ya haba crecido.-"No estar ya, Juana?", me pregunt cien veces. Le expliqu que a la levadura hay que darle tiempo para que haga su trabajo, que no hay que tener prisa ni impacientarse, sino confiar en la fuerza secreta que hay en ella, capaz de levantar la masa, aunque parezca imposible.

Mis palabras debieron convencerle, porque no volvi a entrar en la despensa hasta que le ped que me ayudara a dar forma a los panes y meterlos en el horno. - "Mira Juana, ste es como un pez del lago..., y ste lo estoy haciendo como si fuera la luna..., y este es como una estrella..."

Los comimos an calientes con un cuenco de leche recin ordeada, y as nos encontraron Mara y Jos a su vuelta. Se sentaron a la mesa con nosotros, y Jess les cont con toda clase de detalles su aprendizaje de panadero: - "Hay que echar muy poca levadura porque, aunque sea tan pequea, tiene mucha fuerza y puede ella sola con toda la masa. Pero hay que tener mucha paciencia, y no empearse en que crezca la masa enseguida, porque lo hace a su manera y no a la nuestra..."

Aprender de la levadura

A partir de ese da, volva de vez en cuando a ayudarme, antes de empezar a trabajar con Jos en el taller, hasta que ste muri. Luego eligi aquella extraa vida itinerante, y slo volv a verlo el da en que volvi a Nazaret, y explic en la sinagoga un texto proftico causando mucho revuelo, tanto que estuvieron a punto de empujarlo por el despeadero.

Como imagin el disgusto que deba tener su madre, entr en su casa para consolarla un poco: los encontr a los dos sentados a la mesa, y como me invitaron a sentarme, aprovech para intentar convencer a Jess de lo equivocado de su camino:

-"No te das cuenta, Jess, de que t y tus amigos no vais a poder arreglar las cosas? Porque es verdad que andan mal, que la gente no se acuerda de Dios nada ms que para pedirle cosas, que unos nos machacan la vida con su obsesin por las leyes, otros nos sacan los dineros a fuerza de impuestos, y otros lo quieren arreglar todo con revueltas y violencia. Y est muy bien todo lo de ese Reino del que t hablas, pero tienes que darte cuenta de la poca fuerza que tenis, de lo pocos que sois y de lo intil que os va a resultar meteros en los..."

-"Ay Juana, Juana!- me contest l, - Parece mentira que me digas estas cosas precisamente t, que me enseaste eso de que la levadura puede levantar la masa, aunque sea muy poquita, y que hay en ella una fuerza escondida por debajo de sus apariencias de pequeez... Y justo eso es lo que pasa con el Reino: que ya est aqu en medio de nosotros, fermentando la masa aunque no nos demos cuenta, y hay que ser pacientes y esperar..."

Aquel da no entend del todo sus palabras, pero tambin ellas debieron hacer en m un trabajo de transformacin: despus de muchos aos y aunque soy ya muy vieja, me he unido al grupo de los que confiesan a Jess como Seor y parten el pan cada domingo para recordarle. Y voy aprendiendo, con ellos, a estar en medio del mundo como esa pizca de levadura con la que El sola comparar el Reino.

Tiempo para la palabra

Les cont otra parbola: El Reino de Dios se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su campo. Es ms menudo que las dems semillas pero, cuando crece, es ms alto que otras hortalizas; se hace un rbol, vienen los pjaros y anidan en sus ramas.

Les cont otra parbola: El Reino de Dios se parece a la levadura: una mujer la toma, la mezcla con tres medidas de masa, hasta que todo fermenta (Mt 13,31-33)

Guardaos de la levadura del pan de los fariseos, y de la de Herodes (Mc 8,15)

Nuestro Cordero pascual fue inmolado, que es Cristo. As que hagamos fiesta, no con levadura vieja, ni con levadura de malicia y perversidad, sino con cimos de pureza y de verdad (1 Cor 5, 7-8)

Tiempo para otras palabras

1. Un signo de ruptura radical. La levadura de los fariseos es ese elemento que cierra, divide e incapacita para comer juntos. En cambio, el discpulo y la Iglesia que representa, deben ser levadura de fraternidad abierta y universal. Salida de Egipto sin retorno, como lo sugiere la presencia en la pascua de pan sin levadura. La levadura es elemento que subraya la continuidad, un pedazo de la masa de hoy fermenta la de maana, y as sucesivamente. Al no tener levadura, se trata de una masa nueva en ruptura radical con el pasado, como lo sugiere Pablo a los de Corinto. La comunidad cristiana es masa nueva y fermento del Reino que comienza. Toda Eucarista implica esa exigencia de ruptura y de comienzo, es decir, de paso, de pascua. (M.DIAZ MATEOS) 1 El sacramento del pan, Lima 1996, p.174

Levadura pascual.Nos envas a ser un signo pequeo,una pizca de Reino entre tus dedos,diminuta levadura entre la harina,aroma de futuro entre el olor a cosecha del trigo molido.

La levadura se disuelveentre las manos clidas de la mujer gilque sabe dispersarla por toda la harina.Queda tapada la masa con un lienzo blanco,y en el silencio de la noche,mientras todos duermen,fermenta y crece desde el fondo de la vasija de maderay la colma hasta los bordes.

Despus, que nadie pregunte por ellaen el sabor familiar del pan calienteque se reparte crujiente al salir del hornoentre los invitados.Puado de levadura,pequea comunidad viva en el charcode la miseria inmvil,calmante compartido en la noche del dolor,sonrisa sin salario, maestra de escuela con sueldo de miseria,grito perdido, profeta de periferiaen el ruido ciudadano.

Levadura pascualque fermenta en el misteriola masa que la devora.(B.GZ.BUELTA) 2 Salmos en las orillas de la cultura y del misterio, Santo Domingo 1993, p.78

Tiempo para orar

Preprate para pasar un da en Nazaret. Lee la narracin Un puadito de levadura, y pide a Jess aprender junto a l lo que quiere ensearnos en sus parbolas sobre la fuerza escondida de la pequeez, cuando se abandona sin miedo entre las manos de Dios. Pide tambin que se abran tus ojos para descubrir los signos de vida y crecimiento que existen a tu alrededor.

Sintete t tambin una pizca de levadura llena de una fuerza secreta y que puedes elegir dnde ponerla: o al servicio de la disgregacin, de la divisin y de las apariencias (es la levadura de los fariseos), o a favor de la comunin, de la reciprocidad y el intercambio para hacer crecer todo lo bueno que encuentras en torno a ti y para crear relaciones personales, en medio de la masificacin que sepulta en el anonimato y la despersonalizacin a tanta gente.

Escucha la conversacin de Jess con su vecina Juana y djate convencer por sus argumentos...

Tiempo para compartir y celebrar la fe

Con nios. Con un poco de creatividad para resolver los problemas tcnicos, se podra hacer masa de pan con el grupo de nios, para que puedan hundir las manos en la harina, esperar el tiempo del fermento, y amasar para formar el pan. Si luego asisten a la Eucarista, aunque an no participen en ella, podran al final compartir el pan amasado, como se hace en la Iglesia ortodoxa. Y esto es verdadera comunin para ellos, aunque an no sea el pan del sacramento.

Tambin se puede dialogar con ellos sobre lo que nos ensea la levadura, e inventar entre todos un cuento en que la protagonista fuera "Doa Levadura" y contara sus experiencia.

Con jvenes y adultos. Leer el texto que sigue, y comentar cmo va nuestra capacidad de contemplar los signos de crecimiento del Reino que se dan a nuestro alrededor, aunque sean tan imperceptibles como la mostaza, o tan lentos como los periodos de fermentacin.En esta noche de Navidad, podemos abrazar sin miedo toda la realidad de nuestro mundo, ofreciendo a la vez el ruido ensordecedor de todos los actos de destruccin, de violencia o de odio que agitan el mundo, y el imperceptible rumor de los innumerables gestos de amor, de vida compartida, de don de s, seguras de que nuestro mundo est salvado. Entonces, en el silencio del corazn de Dios, contemplaremos maravilladas cmo acontece esta fantstica transformacin en la que todo el poder de salvacin que contienen esos gestos de amor, se libera y envuelve el mundo con un manto invisible, como una blsamo vivificante derramado sobre sus heridas. Y nuestros labios susurrarn: Mundo, feliz Navidad... (Felicitacin de Navidad de las Htas. de Jess. Roma 1996).

4. Lev y sus amigos

Cuando comenc a ejercer el oficio de publicano, senta vergenza y esquivaba el trato con los que antes haban sido mis amigos. Notaba sobre m su desprecio y sus crticas, y me humillaba darme cuenta de que evitaban mi compaa; pero me deca a m mismo que me importaba poco todo aquello, en comparacin con el dinero fcil que estaba ganando.

Por aquel entonces hice amistad con Lev, otro recaudador de impuestos que viva situaciones muy parecidas a las mas y, juntos, junto a una jarra de vino, simulbamos rernos del vaco que sentamos a nuestro alrededor, aunque nuestras burlas no conseguan esconder nuestra amargura, ni disimular cunto nos hera sentirnos tratados as.

Haca mucho que no vea a Lev, cuando un da vino a buscarme dando muestras de agitacin y de una intensa emocin, y se puso a contarme, entrecortadamente, su encuentro con un tal Jess de Nazaret: -"Desde que le conoc, me dijo, me di cuenta de que l era distinto de los dems, de que para l no contaba ni una sola de las distinciones que crean clasificaciones y separaciones entre nosotros. Y lo supe cuando vi que se sentaba a la mesa con todos: mujeres junto a hombres, libres junto a esclavos, gente de altos cargos junto a los que todos miran como inferiores, personas de reconocida pureza segn los ritos de nuestro pueblo, al lado de impuros como nosotros, gente respetada junto a muertos de hambre.

Ayer estaba yo sentado, como de costumbre, detrs de mi mesa, repasando mi lista de la gente que haca cola delante de m para pagar, cuando, al levantar los ojos para atender al siguiente, vi que era l quien estaba all parado, mirndome. No puedo explicarte lo que sent, era como si su sola presencia deshiciera barreras y derritiera distancias. Esperaba que me dirigiera una sarta de reproches por colaboracionista y explotador pero, en lugar de eso, escuch con asombro: - Lev, me haces falta quieres venirte conmigo?

Irme con l! Te das cuenta de la locura que supone? Me vas a decir que estoy trastornado, y seguramente no te falta razn, pero, por favor, ven t mismo a conocerle; esta noche doy una cena en su honor, antes de liquidar mi negocio para seguirle."

Una cena inolvidableSin salir de mi estupor, acud a aquella cena en la que nos reunamos todos los amigos de Levi, es decir, lo peorcito de Jerusaln: recaudadores, prostitutas, soldados romanos, comerciantes de todas clases, cambistas, traficantes y ms de alguno ya borracho antes de comenzar la cena.

Jess participaba de la alegra general, que iba creciendo segn circulaba el excelente vino que Lev haba sacado de su bien surtida bodega. Pero algo sentamos los comensales que nos embriagaba mucho ms que aquel vino: estar all, rodeando a Jess, haca caer el fardo del "personaje" que cada uno llevbamos a cuestas y empezbamos a experimentar la libertad de no estar atados a ninguna jerarqua social, religiosa ni econmica, ni a normas de pureza o de legalidad. Era como si l estuviera convencido de que esa comunidad de mesa poda romper las lneas divisorias que nos separaban a unos de otros, y su conviccin nos contagiaba a todos la sensacin de que algo absolutamente nuevo estaba comenzando.

En la sobremesa, se puso a contar la historia de un hombre que tena cien ovejas y, al contarlas por la noche, antes de hacerlas entrar en el redil en una noche de tormenta, se dio cuenta de que se le haba perdido una. Se ech al monte bajo el aguacero para buscarla, y recorri muchas leguas sin conseguir dar con ella. Casi de madrugada la oy balar en lo hondo del barranco por el que se haba despeado, enredndose en unas zarzas; baj a toda prisa, se la carg a los hombros contentsimo y, a la vuelta, convoc a sus vecinos para celebrarlo y les dijo: - Felicitadme! He encontrado la oveja que haba perdido!

Al terminar el relato, sac la siguiente conclusin: - As es Dios, vuestro Padre, y as se alegra cuando encuentra a uno de sus hijos perdidos.

Uno de los comensales, que fue durante un tiempo discpulo de un rabino y conoca la historia, le record: - No has dicho que la oveja perdida era la mejor del rebao y que por eso la quera tanto el pastor. Jess le contest: - No, las cosas con Dios no son as. Para El nadie necesita estar cargado de mritos ni de cualidades para ser querido, sino que su amor es como el de una madre que, entre todos sus hijos, prefiere al pequeo hasta que crezca, al enfermo hasta que sane, al que est de viaje, hasta que vuelva a casa.

Era una manera de hablar justo al revs de todo lo que habamos odo muchos, cuando an frecuentbamos la sinagoga y escuchbamos que Dios se complace en los justos y rechaza a los pecadores. Nos dimos cuenta de que estbamos ante otra manera de interpretar la vida, la ley, las tradiciones, la relacin con Dios y el futuro de nuestro pueblo. Todo estaba cambiando vertiginosamente y el centro de la espiral era aquella mesa en la que un grupo de gente que nos creamos perdidos, empezbamos a darnos cuenta de que habamos sido encontrados.

Tiempo para la palabraSiguiendo adelante vio Jess a un hombre llamado Mateo sentado ante la mesa de los impuestos. Le dice:- Ssgueme. Se levant y lo sigui. Estando Jess en la casa, sentado a la mesa, muchos recaudadores y pecadores llegaron y se sentaron con Jess y los discpulos. Al verlo, los fariseos dijeron a los discpulos:- Por qu come vuestro maestro con recaudadores y pecadores? El lo oy y contest: - Del mdico no tienen necesidad los sanos, sino los enfermos. Id a estudiar lo que significa misericordia quiero y no sacrificios. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores(Mt 9,9-13).

Todos los recaudadores y los pecadores se acercaban a escucharle y los fariseos murmuraban: - Este recibe a pecadores y come con ellos. El les contest con la siguiente parbola: - Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una no deja las noventa y nueve en el pramo y va tras la extraviada hasta encontrarla? Al encontrarla, se la echa a los hombros muy contento, se va a casa, llama a sus amigos y vecinos y les dice: - Alegraos conmigo porque encontr la oveja perdida. Os digo que lo mismo habr en el cielo ms fiesta por un pecado que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse. (Lc 15,1-7)Tiempo para otras palabrasRevolucionar el mundo. En sus comidas con pecadores, Jess pretende reconfigurar un nuevo mundo simblico en el que la misericordia sustituye a la pureza . El: Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso (Lc 6,36), sustituye al: Sed santos como Dios es santo del AT (Lev 19,2). El acceso a Dios no consiste en un proceso de separaciones y aislamientos. La misin implica una estrategia de misin, de acercamiento a lo que est fuera de las fronteras, de hospitalidad para con lo extrao, lo cual, a los ojos de las autoridades judas, significa la introduccin del caos ms absoluto (Han revolucionado todo el mundo, He 17,16). En realidad es la introduccin de un nuevo orden simblico. (R. AGUIRRE) 1La mesa compartida. Estudios del NT desde las ciencias sociales, Santander 1994, p.122

La esencia del cristianismo. Cuando Pablo luch a favor de la comida en comn con cristianos de origen pagano, estaba haciendo patente la voluntad salvfica universal de Dios. Dios, en efecto, quiere celebrar un banquete con todos los hombres (Is 25,6; Lc 14,21) y la Iglesia del futuro deber hacer an ms clara esta voluntad divina si no desea traicionar a su Seor. Instruidos por la carta a los Glatas, es legtimo afirmar que la esencia del cristianismo es synesthiein, comer juntos. (F. Mussner)

Tiempo para orarRelee la escena de la llamada a Lev, centrando tu atencin en las dos mesas que aparecen e imaginando lo que hay en ellas. Junto a la primera, est un recaudador sentado y solo, y sobre ella estn el dinero de la recaudacin y las listas de deudores. En la segunda escena hay tambin una mesa, pero esta vez, en lugar de dinero, hay alimentos y jarras de vino; en vez de un recaudador hay ya un discpulo, y en vez de estar solo, est junto a Jess y rodeado de gente que celebra un encuentro.

Seguramente hay momentos en que te sientes dominado por el deseo de poseer, por la obsesin por las cosas. Recuerda qu tipo de sentimientos han acompaado esas situaciones. Pasa luego a la segunda mesa, sintate junto a Jess, brete a la alegra de saberte acogido por l tal como eres y de estar mezclado con aquellos que parecen excluidos y alejados. Siente que es aqu donde est tu verdadera vida, pide a Jess que vuelva a llamarte a seguirlo cuanto te vea sentado en la otra mesa, la de las posesiones y la soledad...

Tiempo para compartir y celebrar la feCon nios o adolescentes

1. Colocar dos mesas: en una de ellas se pone dinero, o un talonario, y sobre la otra, manteles, platos, vasos, unas flores, como para una fiesta. Unos se sientan en la primera mesa y otros en la segunda y, despus de un tiempo de silencio, dialogan defendiendo cada grupo el por qu se sienta en esa mesa y qu ventajas tiene. Al final, hacer una oracin preguntando a Jess de parte de qu mesa est...

2. Evocar experiencias de dejar fuera del grupo a alguien, rechazarlo, no contar con l. Representarlo en mimo, y pasar a un segundo momento de acogida en que un bocadillo o un juego compartidos provocan en el otro la alegra de la pertenencia. Terminar con una oracin en que se pide a Jess la capacidad de hacer amigos.

Con jvenes o adultosDespus de leer la narracin Lev y sus amigos, preguntarnos:- cmo y con quines compartimos el banquete de nuestra vida - a quines sentamos a nuestra mesa :la de nuestro tiempo, nuestra amistad, nuestros bienes, nuestro inters... - a quines excluimos y por qu - tratar de detectar qu dinamismos de inclusin estn ya presentes y actuantes dentro y fuera de la Iglesia para adherirnos a ellos. Discurrir cmo podemos crecer en ese talante de incorporar, agregar, atraer, vincular...Proyectar "estrategias de inclusin", modos concretos de continuar, en lo corriente de nuestra vida, la experiencia de ser incluidos que vivimos en cada Eucarista.

5. Ayunos o banquetes

Desde muy pequeo, escuch a mi padre las viejas narraciones de la Escritura y aprend a leer en los rollos de pergamino donde conservamos escrita la Ley. Mi padre era jefe de la sinagoga de Hebrn, y fue l quien se ocup de familiarizarme con las tradiciones y costumbres de nuestro pueblo. Recuerdo en especial cmo me fascinaba el relato del man con que nuestros padres fueron alimentados por el Seor en el desierto (Ex 16); por eso, cuando cumpl doce aos y me llamaron por primera vez para leer un texto proftico en la sinagoga, escog estas palabras de Isaas :

"El Seor Dios de los ejrcitosprepara para todos los pueblos en este monteun festn de manjares suculentos,un festn de vinos de solera,manjares enjundiosos, vinos generosos.Arrancar en este monte el velo que cubre a todos los pueblos,el pao que tapa a todas las nacionesy aniquilar la muerte para siempre.El Seor enjugar las lgrimas de todos los rostrosy alejar de la tierra entera el oprobio de su pueblo,lo ha dicho el Seor."(Is 25,6-8)

Yo haba visto celebrar algunos banquetes en mi casa porque mi padre tena muchos amigos y le gustaba ser esplndido con ellos. Y recuerdo, en especial, el que celebramos en las bodas de mis dos hermanos: con el ajetreo de los preparativos, un ambiente festivo invada la casa, los amigos del novio acudan alegremente a acompaarle, una sensacin de cordialidad iba creciendo entre los comensales que expresaban su alegra por el afecto con que se haban cuidado la calidad de los vinos y la abundancia de los alimentos...Quiz por eso me atraa aquella imagen del banquete que el Seor iba a preparar para todos los pueblos.

De joven, anduve inquieto e insatisfecho e ingres en la comunidad de los esenios, una secta juda muy estricta que viva en el desierto con gran austeridad y prolongados ayunos. No dur mucho entre ellos porque me ahogaba el rigor de sus exigencias de pureza y los abandon pronto. Conoc tambin a Juan Bautista junto al Jordn, un hombre enjuto, hecho como de races de rboles porque apenas coma, y escuch su predicacin que quemaba como el fuego.

Unas palabras provocadorasFue all, en el Jordn, donde vi por primera vez a Jess que haba bajado a bautizarse y ms tarde o sobre l opiniones contradictorias: para unos era un embaucador, comiln y borracho, que se sentaba a la mesa con la peor gentuza y se atreva a decir que la pasin de Dios es tener a sus hijos, sobre todo a los ms perdidos, sentados junto a l en su misma mesa para servirlos l mismo, consolarlos y borrar de sus rostros la huella de sus lgrimas. Otros, en cambio, me animaron a acercarme a l, convencidos de que era alguien especial, incluso quiz el propio Mesas.

Un da presenci la discusin que mantuvo con un grupo de fariseos que le reprochaban que ni l ni sus discpulos practicaban el ayuno: -Cmo pueden ayunar los amigos del novio mientras el novio est con ellos?-, les contest Jess, y aquellas palabras se me grabaron muy adentro.

Estara queriendo decir que el banquete mesinico haba comenzado y que l mismo era el novio? Significaba entonces que, para quien se acercaba a l, Dios y el hombre, el ms all y el aqu, el cielo y la tierra, cesaban de oponerse? Entonces, si el ayuno haba dejado de tener sentido, ya no haba que eliminar lo humano para alcanzar el cielo, ni oponer los sentidos y el espritu...

Me di cuenta de que era eso lo que yo andaba buscando, que era a ese Dios al que yo ansiaba descubrir: un Dios que nos invita a la vida como a un banquete de bodas, y que pide nuestra colaboracin para preparar ese festn en el que haya sitio para todos.

Decid seguir cerca de aqul hombre en cuyas palabras haba vuelto a escuchar la profeca de Isaas. Pero slo ms adelante, cuando lo mataron, llegu a saber lo que haba querido decir sobre ayunar por la ausencia del novio. Y slo ahora, al celebrar su presencia de Resucitado cuando partimos el Pan entre nosotros, empiezo a comprender que es l quien convoca a la fiesta, que es l quien enjuga nuestras lgrimas y lava nuestros pies cansados del camino. Y que es l mismo quien se nos da como Pan fraterno y como Vino nuevo del banquete, ya comenzado, del Reino.

Tiempo para la palabraEs este el ayuno que el Seor desea,el da en que el hombre se mortifica?Mover la cabeza como un junco,acostarse sobre estera y ceniza,a eso lo llamis ayuno,da agradable al Seor?El ayuno que yo quiero es ste:abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos,dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos;partir tu pan con el hambriento,hospedar a los pobres sin techo,vestir al que ves desnudoy no cerrarte a tu propia carne.Entonces romper tu luz como la aurora,en seguida te brotar la carne sana,te abrir camino tu justicia,detrs ir la gloria del Seor.Entonces clamars al Seor y te responder,pedirs auxilio y te dir: Aqu estoy.Si destierras de ti los cepos,y el sealar con el dedo, y la maledicencia; si das tu pan al hambrientoy sacias el estmago del indigente,surgir tu luz en las tinieblas,tu oscuridad se volver medioda.El Seor te guiar siempre,en el desierto saciar tu hambre,har fuertes tus huesos, sers un huerto bien regado,un manantial de aguas cuya vena nunca engaa.Reconstruirs viejas ruinas,levantars sobre los cimientos de antao;te llamarn tapiador de brechas,restaurador de casas en ruinas. (Is 58,5-12)

Los discpulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno. Van y le dicen:- Por qu los discpulos de Juan y los fariseos ayunan y tus discpulos no ayunan? Les respondi Jess: - Pueden los compaeros del novio ayunar mientras el novio est con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar. Llegar un da en que arrebaten al novio, y aquel da ayunarn.(Mc 2,18-20)

A quin comparar esta generacin? Son como nios sentados en la plaza que gritan a otros:Hemos tocado la flauta y no habis bailado,hemos cantado endechas y no habis hecho duelo.Vino Juan, que no coma ni beba y dicen: est endemoniado. Viene este Hombre que come y bebe y dicen: mirad qu comiln y bebedor, amigo de recaudadores y pecadores. Pero la sabidura se acredita por sus efectos. (Mt 11,16-19)Tiempo para otras palabrasEl acto central de la Iglesia. Sorprende que Jess haya querido dejar a su Iglesia, como acto central por el que quiere ser recordado, el acto humano de la comida. Por qu la comida y no el ayuno? Porque parece que, segn la mentalidad corriente en la poca de Jess, el ayuno acercaba ms a Dios que la comida. Pero lo que caracteriza el tiempo de Jess, no es el ayuno, sino la fiesta por la presencia del esposo (Mc 2,18-22). La comida compartida expresa mejor la novedad de ese tiempo, porque la comida es un sacramento y el Seor hace suya esa realidad humana del comer para expresar el sueo por el que dio la vida.El memorial del Seor est asociado a la comida y no al ayuno, porque se revela un Dios diferente: el Dios de la vida que desea la vida del hombre.(M.DIAZ MATEOS) 1 El sacramento del pan, Lima 1996, pp.124-129

Dios est prximo. El esposo y los invitados al festn significan que, para quien se acerca a Jess, Dios y el hombre, el ms all y el aqu, el cielo y la tierra, cesan de oponerse. Mientras que la religin, que busca lo eterno, comienza por arrancar al hombre de la naturaleza y provocar en l una escisin, Jess anuncia que su propia relacin con Dios marca el fin de esa oposicin, y permite al hombre redescubrir su verdadera identidad y unidad. Por eso se opone radicalmente a las prcticas habituales y ya no hay que eliminar lo humano para alcanzar el cielo, ni oponer los sentidos y el espritu: desde ahora est permitido sobrepasar el foso que separa los deseos terrenos y las llamadas del Espritu.

A diferencia de la crueldad de tantos educadores utpicos, el mensaje de Jess est adaptado al hombre y da pruebas de un realismo lleno de misericordia. Por eso los discpulos no ayunan mientras el esposo est con ellos. No deben renunciar al mundo para estar cerca de Dios. Descubren, por el contrario a Dios prximo en los lmites de esta tierra, y aprenden paciente y humildemente, a reconocer, da a da, la realidad de la gracia.Ms all de la separacin y del desgarramiento, nuestra vida desemboca en una unidad fundamental y culmina en una alegra sin fin. Dios nos invita a la vida como a un banquete de bodas, el de la unin con Dios, consigo mismo y con el mundo. Por eso se presenta como el esposo: en su persona, la santidad de la vida reflorece y la sacramentalidad del mundo queda reafirmada. (E.DREWERMANN) 2 La parole et l'angoisse. Commentaire de lvangile de Marc, Paris 1988, 59-61

Tiempo para orarCuando los discpulos dijeron a Jess en una ocasin: - Maestro, come, l les contest: Yo tengo otro alimento que vosotros no conocis. Mi alimento es cumplir la voluntad del que me envi y llevar a cabo su obra. (Jn 4,32-33). Ponte ante Jess y pdele que te explique qu quiso decir con esas palabras, lo que suponen para l los deseos y la obra del Padre que le apetecen y le sacian, eso que nos ocurre a nosotros con una buena comida. Mira cul es tu propia manera de situarte ante la voluntad de Dios: si sientes que amenaza tu vida o tus proyectos, o que te contrara en tu crecimiento vital...Pide a Jess llegar a vivirla, no como una exigencia o una imposicin, sino como el sueo de Dios sobre ti que desea que vivas en abundancia. Fate de que si haces de ella tu alimento, crecer lo mejor de ti mismo y te llenar de alegra. Puedes terminar rezando el Salmo 23.

Tiempo para compartir y celebrar la feCon adultos Despus de haber visto en video la pelcula "El festin de Babette", hacer una tertulia sobre ella: lo que ms les ha impactado, qu transformaciones han descubierto en los personajes despus de haber participado juntos del banquete, qu lectura "eucarstica" podra hacerse...

Con jvenesProponer que, despus de trabajarlo en pequeo grupo, se presente en forma plstica (mural, mimo, smbolo, maqueta...), un proyecto que exprese cmo querra que fuera el mundo en que vivimos y por el que quieren soar y trabajar.

Al acabar las presentaciones, el animador pone un mantel sobre la mesa, pan y vino encima, y sillas en crculo; lee el texto de Isaas y, despus de un silencio, pide que cada uno vaya interpretando y traduciendo a situaciones de hoy el sueo de Dios sobre su mundo: pan para todos, relaciones igualitarias, consuelo, desaparicin de exclusiones, alegra y relaciones amistosas y fraternas...Terminar expresando el propio compromiso para ir hacindolo realidad.

6. Con la toalla ceida

Nac en Cafarnam, un pueblo a la orilla del lago, y all viv y trabaj muchos aos hasta que me traslad a Jerusaln e invert mis ahorros comprando una casa en el barrio de los queseros. Era una vivienda amplia, con una gran sala en la planta alta y otra abajo donde instal mi negocio de quesos, el oficio que haba aprendido desde nio con mi padre.

En mis aos de Cafarnam viva cerca de la casa de Zebedeo el pescador, y me cri y jugu desde pequeos con sus hijos, Santiago y Juan. Dej de verlos cuando me traslad a Jerusaln, pero supe que haban dejado la pesca y a su padre, y que los haban visto en compaa de un tal Jess, otro galileo de Nazaret, del que unos decan que era el profeta Jeremas redivivo, otros que Elas, y otros que era un loco revolucionario que acabara malamente en manos de los romanos.

Un da volv a encontrarme con los dos hermanos en el mercado, y me hablaron con entusiasmo del Maestro, como ellos le llamaban, y del cambio que haba dado su vida desde que lo conocieron. Era cierto que haban cambiado: tenan un fulgor nuevo en la mirada, como el de quien posee un secreto que le quema por dentro, y no hablaban de negocios, ni de mujeres, ni de cmo vengarse de los romanos que nos dominaban, sino de una nueva manera de vivir que su Maestro llamaba "Reino".

Nunca he sido amigo de novedades, y bastantes preocupaciones tena con sacar adelante mi familia y mi negocio, as que no les prest demasiada atencin, pero me enter otro da de que, por culpa de su Maestro, se haba armado un tremendo alboroto en la ciudad: haba irrumpido en el templo y haba echado de l a los vendedores y a los cambistas, y en Jerusaln no se hablaba de otra cosa.

Un gesto sorprendenteAl llegar la fiesta de Pascua de ese ao, recib la visita de los dos Zebedeos: su maestro, que deba haberles odo hablar de m, me peda la sala superior de mi casa para celebrar en ella la cena pascual. Intu una situacin de peligro en la que poda quedar implicado, y acced a regaadientes, slo por no negar hospitalidad a mis paisanos.

Llegaron al atardecer y sub yo tambin con ellos, por ver si necesitaban algo, y tambin por cierta curiosidad de conocer a Jess. Puse como pretexto que tena que disponer la jofaina, el jarro de agua y la toalla para que, segn la costumbre, alguna mujer de las que les acompaaban, o un esclavo, les lavara los pies. Ninguno pareca dispuesto a hacerlo, e incluso, antes de reclinarse en torno a la mesa y escoger los puestos, vi que discutan entre ellos sobre quines deban ocupaban los lugares de mayor importancia.

Ya iba a retirarme, cuando vi que uno de ellos, que supuse era el que les acompaaba en calidad de servidor, se quitaba el manto, se cea la toalla, y comenzaba a arrodillarse delante de uno del grupo para lavarle los pies. Se hizo un silencio repentino en la sala que slo rompi la protesta de uno de ellos, que deca con fuerte acento galileo: - Maestro! Lavarme los pies t a mi?Me qued perplejo: Maestro? Era entonces el famoso Jess aqul hombre que se haba ceido la toalla? Era verdad entonces lo que haba odo comentar que l deca: - En el Reino el ms importante es el que sirve, y los grandes son los que se hacen servidores de los otros?

A medida que segua contemplando la escena, el asombro y el desconcierto se iban apoderando de m: qu modo de vida era el que enseaba y practicaba aqul rabbi, y cmo se atreva a sustituir los principios de honra o deshonra, de pureza o impureza, de patrocinio y preminencia que regan nuestro pueblo, por estos gestos de participacin igualitaria, de ruptura de discriminaciones y jerarquas?

Dej la sala sin comprender nada. Entrada la noche, los o cantar el himno de accin de gracias y los vi salir juntos en direccin al torrente Cedrn. Lo que ocurri despus lo conocemos todos y, los que ms tarde nos decidimos a participar del Camino, seguimos recordndolo cada vez que nos reunimos a partir el Pan. Y tambin intentamos hacer, en memoria suya, lo mismo que l hizo: ceirnos la toalla del perdn y del servicio mutuos, y tener como lugar de preferencia el que nos pone a los pies unos de otros.

Tiempo para la palabra

Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jess que llegaba la hora de pasar de este mundo al Padre, despus de haber amado a los suyos del mundo, los am hasta el extremo. Durante la cena, cuando el diablo haba sugerido a Judas Iscariote que lo entregara, sabiendo que todo lo haba puesto el Padre en sus manos, que haba salido de Dios y volva a Dios, se levanta de la mesa, se quita el manto y tomando una toalla, se la cie. Despus echa agua en una jofaina y se puso a lavarles los pies a los discpulos y a secrselos con la toalla que llevaba ceida. (...) Cuando les hubo lavado los pies, se puso el manto, se reclin y les dijo: -

Entendis lo que os he hecho? Vosotros me llamis maestro y seor, y decs bien. Pues si yo, que soy maestro y seor, os he lavado los pies, tambin vosotros debis lavaros los pies unos a otros. Os he dado ejemplo para que hagis lo que yo he hecho. (Jn 13,1-5.12-15)

Jess llam a sus discpulos y les dijo: - Sabis que entre los paganos los que son tenidos por jefes tienen sometidos a los sbditos y los poderosos imponen su autoridad. No ser as entre vosotros, antes bien, quien quiera entre vosotros ser grande que se haga vuestro servidor, y quien quiera ser el primero que se haga vuestro esclavo. Pues este Hombre no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por todos. (Mc 10, 41-45)

Un fariseo lo invit a comer. Jess entr en casa del fariseo y se recost a la mesa. En esto, una mujer pecadora pblica, enterada de que estaba a la mesa en casa del fariseo, acudi con un frasco de perfume de mirra, se coloc detrs, a su s pies, y llorando se puso a baarle los pies en lgrimas y a secrselos con el cabello; le besaba los pies y se los unga con mirra. (...) Jess, volvindose a la mujer, dijo a Simn: - Ves esta mujer? Cuando entr en tu casa, no me diste agua para lavarme los pies; ella me los ha baado con sus lgrimas y los ha secado con su cabello. T no me diste un beso; desde que entr, ella no ha cesado de besarme los pies. T no me ungiste la cabeza con perfume; ella me ha ungido los pies con mirra. Por eso te digo que se le ha perdonado mucho ya que siente tanto amor. Que al que se le perdona poco, poco amor siente. Y a ella le dijo: - Se te perdonan tus pecados. Los invitados empezaron a decirse: - Quin es ste que hasta perdona pecados?. El dijo a la mujer: - Tu fe te ha salvado. Vete en paz. (Lc 7,1-39. 44-50)

Seis das antes de la Pascua juda, Jess fue a Betania, donde estaba Lzaro, al que haba resucitado de la muerte. Le ofrecieron un banquete. Marta serva y Lzaro era uno de los comensales. Mara tom una libra de perfume de nardo puro, muy costoso, ungi con ello los pies de Jess y se los enjug con sus cabellos. La casa se llen del olor del perfume. Judas Iscariote, uno de los discpulos, que lo iba a entregar, dice: - Por qu no han vendido ese perfume en trescientos denarios para repartirlo a los pobres? (Lo deca, no porque le importaran los pobres, sino porque era ladrn y, como llevaba la bolsa, sustraa de lo que echaban). Jess contest: - Djala que lo guarde para el da de mi sepultura. A los pobres los tenis siempre entre vosotros, a m no me tenis. (Jn 12,1-8)Tiempo para otras palabras

Tener parte con Jess. Juan, preocupado porque el nico rito de la comunidad fuera celebrar la vida, en lugar del relato de los gestos de Jess con el pan y la copa, pone el lavatorio de los pies como el gesto ms significativo de la Cena. El que haba servido a todos a lo largo de su vida, sigui fiel a ese servicio hasta la muerte para que los discpulos vivan lo mismo que l: Si yo os he lavado los pies, tambin debis lavaros los pies unos a otros, porque os he dado ejemplo para que hagis lo mismo que yo he hecho (Jn 13,14-15).Los discpulos fueron descubriendo que Jess, en la Cena, celebr lo que haba estado viviendo y lo que estaba dispuesto a vivir por el amor del Padre y de los hombres: su ser entregado por la vida del mundo El pan que voy a dar es mi carne para que el mundo viva (Jn 6,51). Cayeron en la cuenta de que, quien no entraba por la dinmica del servicio al hermano, no tena parte con El (Jn 13,8). Y, al fin, aprendieron que hacer lo mismo que El, no consista en repetir materialmente los gestos de la Cena, sino en asimilar su vida entregada, viviendo entregados a los dems. (J.BURGALETA) 1 Tomad, comed y vivid el amor, Madrid 1989, p.12

Tiempo para orar

Entra en la "habitacin de arriba" de la casa en la que Jess est reunido con sus discpulos para comer juntos la cena de Pascua. Lucas dice que tambin all discutan sobre cul de ellos era el de mayor categora (Lc 22,24-27), y sabemos por el evangelio de Juan que Jess realiza un gesto silencioso, como los que hicieron los Profetas cuando sus palabras no eran escuchadas y recurran a acciones simblicas.

Contempla a Jess levantndose, quitndose el manto, cindose la toalla, tomando la jarra y la jofaina y ponindose de rodillas delante de cada uno de los discpulos para lavarles los pies. Es su manera de estar ante "lo sucio" de los otros, ante sus defectos, sus fallos, sus pecados... Todo eso que a nosotros nos lleva a juzgar con severidad, a criticar, a distanciarnos, a l le impulsa a acercarse, a ponerse de rodillas para lavarlo y devolver al otro la posibilidad de continuar caminando.

Escucha su dilogo con Pedro que se resiste, como t, como casi todos nosotros, a entrar en ese "juego del Evangelio" en el que todo es al revs : "Si no te lavo, no tienes parte conmigo...". Graba en tu corazn esa ley del Reino: slo "tiene parte con Jess" el que se pone de rodillas a su lado para lavar los pies de los ms pequeos.

Pdele al Padre y luego a Mara que "te pongan con su Hijo" precisamente ah...

Tiempo para compartir y celebrar la fe

Con nios. Empezar por la actividad de dibujar cada uno la silueta de su mano en un papel y recortarla. El catequista pone en la pizarra o en un mural la frase: !Echame una mano! y, de dos en dos, los nios van escenificando lo que para ellos significa, y los dems lo adivinan. Al final, narrar el lavatorio de los pies y dejar un silencio para que cada nio d gracias por las veces en que Jess "le ha echado una mano" y pida hacer lo mismo con los dems.

Con jvenes o adultos Despus de leer la narracin "Con la toalla ceida", se puede reflexionar sobre la expresin: Echanos una mano! Se trata de un grito que otro nos lanza y que nosotros tambin lanzamos en muchas ocasiones. Pero para "echar una mano" a alguien, necesitamos tenerlas libres y podemos preguntarnos: qu tenemos en ellas? en qu las ocupamos? Pueden estar siempre dedicadas a retener, guardar, agarrar..., y entonces difcilmente podrn ayudar a los dems (se puede ir escenificando); pueden estar atadas (empapelrselas a uno del grupo con papeles y cinta adhesiva); o con guantes para protegernos y no mancharnos... El grupo puede seguir buscando ejemplos y situaciones, y evocar tambin actitudes de vida que pueden expresar las manos: violencia, splica, ofrecimiento, compasin, ternura, generosidad, paternalismo, imposicin, amistad...2 Cf. A. GINEL, Ms all de la palabra. Gestos y dinmicas para la catequesis , Madrid pp.55-56

7. En torno al cordero pascual

Por qu esta noche no es igual a las dems noches?...

En todas las familias judas, era el ms pequeo de la casa el que haca esta pregunta antes de comenzar la cena de Pascua. Yo esperaba todo el ao con impaciencia que llegara aquel da fascinante, el ms importante de nuestro pueblo, en el que cada familia reunida celebraba con solemnidad la memoria de la salida de nuestros padres de la esclavitud de Egipto.

Unos das antes, mi padre sola llevarme con l al mercado para comprar el cordero: tena que ser macho, de un ao y sin ningn defecto, y cuando lo escogamos y lo traamos a casa, yo me encargaba de darle de comer hasta que llegaba el da de sacrificarlo. Entonces comenzaban mis splicas y mis protestas, porque me haba encariado con l y no quera que lo mataran; por eso me marchaba a jugar lejos de casa, o me tapaba los odos para no or sus balidos.

De todas maneras, cuando llegaba el momento de la cena pascual, yo me olvidaba de mis protestas y de mis lgrimas, porque aquel cordero que mi madre haba preparado con hierbas aromticas y lechugas amargas, nos convocaba a todos en torno a una mesa en la que todo era fiesta y alegra. Despus de las oraciones, los salmos, las bendiciones y el circular solemne de la copa, empezaba el banquete, comamos hasta saciarnos entre risas, chistes y, finalmente, canciones y adivinanzas destinadas a los nios.

Cuando empec a asistir a la sinagoga, me impresion mucho escuchar un lectura, tomada del rollo del profeta Isaas, en la que se hablaba de un servidor misterioso del Seor que "era llevado al matadero como un cordero y enmudeca mientras lo trasquilaban" (Is 53,7) Y tambin otra del profeta Jeremas, quejndose de ser como un cordero manso camino del sacrificio (Jer 11,1).

Siendo an muy joven, conoc en el Jordn al profeta Juan, y me sent seducido por la fuerza de sus palabras y por la pasin con que anunciaba la llegada inminente del Mesas y la urgencia de convertirse y hacer penitencia. Me sum a sus discpulos, y viv con ellos en las cuevas prximas al Jordn, ayunando y recibiendo a los que venan a bautizarse.

Ah va el cordero de DiosUn da en que yo haba subido a Jerusaln, me dijeron que haba venido a bautizarse desde Galilea un tal Jess, pariente de Juan, y que ste estaba conmocionado por el encuentro. Al da siguiente, estando yo junto a Juan, hijo de Zebedeo, que era tambin discpulo del Bautista, vimos que nuestro maestro se pona en pie, mirando hacia el camino que pasaba junto al ro y deca dirigindose a nosotros y sealando con el dedo a alguien que se alejaba: "Ah va el cordero de Dios..." Era tan desacostumbrado en l aquel tono de honda conmocin, que Juan y yo nos levantamos llenos de curiosidad para ver el aspecto de aquel hombre que tanto impresionaba a nuestro maestro. Y como ya se alejaba, y a paso rpido, miramos a Juan y vimos en sus ojos que aprobaba nuestra decisin de irnos detrs de l para conocerle.

Nos pusimos en camino creyendo que no se dara cuenta de que le seguamos pero, de pronto, se volvi y nos mir de frente. Tambin nosotros nos detuvimos con timidez, como sorprendidos en falta. A quin buscis?", nos pregunt. No supimos contestarle, y yo trat de desviar la pregunta: "Maestro dnde vives t?" ,-"Venid conmigo y lo veris". Nos fuimos con l, y nos condujo a su casa, de una sencillez extrema. El mismo nos prepar la cena y, sentados los tres alrededor de la mesa, nos pusimos a hablar.

Y a lo largo de aquella larga sobremesa, viv la sensacin de que el hombre al que habamos seguido, posea una extraa fuerza de atraccin capaz de apiarnos en torno a l, como lo hacamos en torno al cordero que nos congregaba cada noche de Pascua.

Tiempo para la palabra

En aquellos das, el Seor dijo a Moiss y Aarn en Egipto:- Este mes ser para vosotros el principal, ser para vosotros el primer mes del ao. Decid a toda la asamblea de Israel: El diez de este mes, cada uno procurar una res para su familia, una por casa. Si la familia es demasiado pequea para terminarla, que se junte con el vecino de casa; segn el nmero de comensales y lo que coma cada uno, se repartir la res. Ser un animal sin defecto, macho, cordero o cabrito. Lo guardaris hasta el da catorce del mes, y entonces toda la asamblea de Israel lo matar al atardecer. Con algo de la sangre, rociaris las dos jambas y el dintel de la casa donde lo hayis comido. Esa noche comeris la carne asada al fuego, acompaada de pan sin fermentar y verduras amargas. (...)Y lo comeris as: la cintura ceida, las sandalias en los pies, un bastn en la mano; y os lo comeris a toda prisa, porque es la Pascua del Seor. (Ex 12,1-11)

Maltratado, aguantaba,no abra la boca;como cordero llevado al matadero,como oveja muda ante el esquilador,no abra la boca. (...)Entreg su vida hasta la muertey fue contado entre los pecadores,carg con el pecado de todose intercedi por los pecadores. (Is 53, 7.12)

Al da siguiente, estaba Juan con dos de sus discpulos. Viendo pasar a Jess, dice: - Ah est el cordero de Dios. Se lo oyeron decir los discpulos y siguieron a Jess. Jess se volvi y, al ver que le seguan dice:- Qu buscis? Respondieron: - Rab (que significa maestro), dnde vives? Les dice: - Venid y ved. Fueron, pues, vieron dnde resida y se quedaron con l aquel da. Eran las cuatro de la tarde.(Jn 1,35-40)

Lleg el da de los cimos en que haba que sacrificar el cordero pascual. Entonces envi a Pedro y a Juan dicindoles: Id a prepararnos la cena de pascual... Lc 22,8.13)

Ha vencido el Len de la tribu de Jud, el Retoo de David: el puede abrir el rollo de los siete sellos. Entre el trono y los cuatro vivientes, vi que estaba un Cordero herido de muerte (...), y los cuatro vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron ante el Cordero. Y cantaban un cntico nuevo: - Eres digno de recibir el rollo y soltar sus sellos porque fuiste herido de muerte y con tu sangre adquiriste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nacin e hiciste de ellos el reino de nuestro Dios y sus sacerdotes. Me fij y escuch la voz de muchos ngeles que estaban alrededor del trono, de los vivientes y los ancianos: eran miles de miles, miriadas de miriadas, y decan con voz potente: - Digno es el Cordero que fue herido de muerte de recibir el poder, la riqueza, el saber, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza. Y escuch a todas las criaturas, cuanto hay en el cielo y en la tierra, bajo tierra y en el mar, que decan: - Al que est sentado en el trono y al Cordero la alabanza y el honor y la gloria y el poder por los siglos de los siglos. (Ap 5,5.9-14)

Tiempo para otras palabras

Para la tradicin juda, la noche de Pascua concentra todas las noches de la historia iluminadas por la fuerza liberadora de YHWH:La primera noche, cuando YHWH se manifest en el mundo para crearlo. La segunda noche, cuando YHWH se apareci a Abraham que tena cien aos. La tercera noche , cuando YHWH se apareci a los egipcios en medio de la nube (...) y protegi a los hijos de Israel. La cuarta noche, cuando el mundo llegue a su fin para ser disuelto: los yugos de hierro sern quebrados, las generaciones perversas sern anonadadas, Moiss subir en medio del desierto, el rey Mesas vendr al frente del rebao y su palabra marchar entre ellos y yo y ellos marcharemos juntos.

Esta es la noche de pascua para el nombre de YHWH, noche reservada y fijada para la liberacin de todo Israel a lo largo de generaciones. (Targum del Pentateuco)

En todas las generaciones, cada uno de nosotros tiene el deber de considerarse como si l mismo hubiera salido de Egipto, segn est escrito: Ese da dirs a tu hijo: Esto es por lo que el Seor hizo en mi favor cuando sal de Egipto(Ex 13,8). No fue solamente a nuestros antepasados a los que el Seor rescat, sino que tambin a nosotros nos rescat con ellos (Liturgia juda de la cena pascual).

Tiempo para orar

El relato de la vocacin de los dos primeros discpulos en el evangelio de Juan, seala dos detalle preciosos sobre el dnde y el cundo de su experiencia de encuentro con Jess. Dedica un tiempo a hacer memoria de tu propia geografa y calendario de gracia, de los lugares y momentos en los que has tenido algn encuentro con el Seor. Vuelve mentalmente a alguno de ellos y haz, desde ah, un rato de oracin, reviviendo la gracia que all te alcanz.Puedes tambin poner nombres evanglicos a tus experiencias de gracia: cul es tu Beln, Nazaret, Galilea, Tiberiades, Jerusaln, Getseman, Calvario...? Cul es tu momento de cuatro de la tarde?

Tiempo para compartir y celebrar la fe

Con adultos. Cada uno puede exponer lo que significa para l ese extrao ttulo de Jess: Cordero de Dios, y expresar su atraccin o su resistencia ante ese lenguaje. Como el tema sacrificial se presta a interpretaciones equivocadas, se puede leer o repartir uno de estos textos y profundizarlo entre todos:

De la ruptura al encuentro. El primer enfermo de fraternidad, el ser ms comprometido en la transformacin de las relaciones humanas, el ms constante y exclusivamente consagrado a hacer comunin es Cristo Jess. No podemos decir que tenemos sus mismos sentimientos mientras no participemos en su fiebre de comunin. Esta pasin por la comunin, esta fiebre eucarstica cuesta cara: supone una derrota permanente del propio egosmo y un difcil avanzar contra corriente. El sacrificio de Cristo es el paso del mundo de la desunin al de la comunin, de la ruptura al encuentro, de una relacin deteriorada a una relacin renovada.

Una cierta teologa del sacrificio ha ensombrecido toda la belleza, la positividad y la universalidad de la Eucarista. Nuestro autntico y nico drama es nuestra incapacidad de relacin, de hacernos uno. El ltimo deseo de Jess es una demanda dolorosa e insistente de que la pluralidad se convierta en unidad. Aqu est todo el sentido de su misin: Jess ha venido a hacer comunin, nica y exclusivamente. (A. PAOLI) 1Pan y vino. Tierra. Del exilio a la comunin, Santander 1980, pp.29-36

Sacrificio o comunin? Las categoras de holocausto y sacrificio no son las que explican mejor la Eucarista. En Ex 24 aparecen las nociones de alianza, sangre y sacrificio, pero se trata de un banquete que es sacrificio de comunin. A ste nos remite la cena. Lo que importa es saber si el acto esencial del sacrificio es la inmolacin o si es el banquete mismo, signo de la vida del grupo, vivificado por la fuerza de donde procede la vida.El concepto de sacrificio no es el de inmolacin de vctimas, sino de ofrenda personal, por la que se consagra toda la existencia y se hace de ella una donacin amorosa a Dios y a los hombres. En esta concepcin, el oferente y la vctima se identifican, y lo que se subraya no es el dolor y la muerte, sino la donacin y la vida incondicionalmente entregada. No se trata de un rito sino de la vida; no de vctima, sino de ofrenda de todo el ser; no de momentos, sino de toda la existencia. Se trata de responder con el mismo amor con que Dios nos ha amado, comprometindonos con el mismo proyecto de salvacin, de vida y de comunin. (M.DIAZ MATEOS) 2 El sacramento del pan, Lima 1996, pp.186-192

Dolores Aleixandre rscjProvincia de Espaa Centro Sur