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Presencia Apostólica 1

presencia 59

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presencia apostolica 59

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Presencia Apostólica 1

2 Presencia Apostólica

realizando labores de evangelizacióny promoción social en:

Ven a vivir la alegría de servir

n El Ciruelo y Lo de Soto, Costa Chica de Oaxacan Ciudad Juárez n Nuevo Laredon Torreón n León n Morelian Guadalajara n D.F. n Tolucan Cuauhtenco, Estado de México

n Y en más de 60 países

MISIONEROS CLARETIANOS

Te invitamos a formar parte de nuestra red de distribuidores de Agua San Judas [email protected] 01 722 321 28 28 www.aguasanjudastadeo.com

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Presencia Apostólica 1

2 Editorial

3 ¿Cuándo creemos en el Espíritu?

4 Aventuras de un misionero

6 San Judas Tadeo y la Ciudad de México

8 El camino a la paz interior II

10 La magia de agradecer

1 2 Cuando un hijo muere

1 4 La mejor arma es la esperanza

1 6 Las maquilas de Ciudad Juárez: el verdadero rostro del neoliberalismo

1 8 Francisco, el nuevo Papa

20 53 años de misión en la Montaña Alta de Guerrero

2 1 De la Palabra a la acción

CONTENIDO

DirectorErnesto Mejía Mejía, CMF

Consejo EditorialAlejandro Cerón Rossainz, CMFJosé Juan Tapia, CMFAlejandro Quezada Hermosillo, CMFEnrique Mascorro López, CMFRené Pérez Díaz, CMFErnesto Bañuelos C.

EditoraMarisol Núñez Cruz

Arte y DiseñoMirta Valdés Bello

ColaboradoresEnrique A. Eguiarte Bendímez, OARJesús García Vázquez, CMFJuan Carlos Martos, CMFEnrique Marroquín Zaleta, CMF

DistribuciónLiga Nacional de San Judas Tadeo

PRESENCIA APOSTÓLICA, La voz de San Judas Tadeo, es una publicación bimestral. Editor respon sable: José Juan Tapia Tapia. Edi-tada por la Liga Nacional de San Judas Tadeo, A.C. Registro No. 04-2008-041014062100-102. Número ISSN 1665-8914 Distribuida por el Templo Claretiano de San Hipólito y San Ca-siano, A.R., Zarco 12, Col. Guerrero, C.P. 06300, México, D.F. Publicación Claretiana. El material contenido en Presencia Apostólica puede ser reproducido parcialmen te, citando la fuente y sin fines comerciales.Tel: (55) 55 18 79 50 Fax: (55) 55 21 38 89mail: [email protected]úmero suelto: $15.00 M.N. / $2.50 US.Suscripción anual: $150.00 M.N. / $25.00 US.(Incluye gastos de envío).

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EDITORIAL

«El Espíritu que afloraen una cosa cualquiera¡Y toda el alma, caída,

se pone en pie, tan señera…!»Pedro Casaldáliga

Pentecostés es la fiesta del Espíritu Santo, Defensor prometido por Jesús; aliento de Dios que nos pone en movimiento para cumplir con nuestra misión en la vida, pero que también nos enseña la quietud y la contemplación que necesitamos para vivir en paz y sin miedo.

Entre los dones y los frutos que nos da el Espíritu Santo se suelen mencionar la sabiduría, la fortaleza, la piedad, el amor, la alegría, la paz y la paciencia. Pero en realidad, los dones del Espíritu son infinitos y nos ayudan a vivir, a apoyarnos unos a otros y a ser felices. Otro ejemplo de esos dones es la gratitud. Practicar el agradecimiento puede transformar nuestras vidas, al hacernos conscientes de las pequeñas y grandes cosas que tenemos para disfrutar.

En esta ocasión ofrecemos temas para continuar creciendo espiritual-mente, siempre con la perspectiva de aplicar los infinitos recursos que nos da nuestra fe para superar obstáculos y poder hacer frente con esperanza a los retos y desafíos que nos presenta la vida.

ElEspíritu, aliento de Dios

Presencia Apostólica 3

«El Defensor, el Espíritu Santo que enviará el Padre en mi nombre,

les enseñará todo y les recordará todo lo que les he dicho.»

Jn 14,26

Vida cotidiana

Cuando tenemos una esperanza total en Dios,a pesar de tanto fallo, propio y ajeno. Cuando, en medio de la desesperación, experimentamos, sin embargo, un consuelo interior que nadienos podrá quitar.

Cuando ante el desgarrón de la muerte–nuestra o de los otros– asumimos el hecho con fe y esperanza.

Cuando aceptamos decididos unaresponsabilidad o compromiso, aunque no tengamos claras perspectivas de éxito o utilidad.

Cuando vivimos con serenidad el día a día, y aceptamos las contrariedades de cadajornada, sostenidos por una fuerza,cuyo origen no podemos dominar ni abarcar.

Cuando nos entregamos sin condicionesy el caer se convierte en un verdaderoestar de pie.

Cuando, en el fondo de nuestrasinterrogantes, nos sentimos abrazadospor un misterio, latente en lo más hondode nuestro ser, que nos acoge y nos salva.

Cuando vivimos las tinieblas del aparente sinsentido de nuestra existencia, porquesabemos de Quién nos hemos fiado.

Cuando gozamos cada momento alegrede esta vida, como anticipo de la felicidad completa que Dios nos tiene preparada.

Cuando somos capaces de orar en mediode las tinieblas, la sequedad y el aparente silencio de Dios, sabiendoque siempre somos queridos y escuchados, más allá de una respuesta que se puedacomprender y razonar.

Karl Rahner(1904-1984)www.mercaba.org

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¿Cuándo creemos en el Espíritu?

4 Presencia Apostólica

El misionero aprende a amar a Dios y a cono-cerlo en las personas y en todo lo que Él nos da para nuestro benefi-

cio, concretamente para la salud. Dios ha puesto en la naturaleza

los alimentos necesarios para que vivamos sanos y fuertes, sin enfer-medades. Dijo Hipócrates: “Que

tu medicina sea tu alimento.” No obstante, olvidando esta máxima tan antigua como básica, hemos convertido el alimento en veneno que nos causa infinidad de enfer-medades. No nos creamos la pu-blicidad de las grandes empresas, productoras de alimentos chata-rra… Y ojalá pudiéramos dejar de consumir, en lo posible, alimen-

tos procesados. Bueno, pero vea-mos qué le pasó al misionero con respecto a la miel.

LA MIELLas cualidades de la miel son re-conocidas y utilizadas por el hom-bre, desde tiempos remotos y, afor-tunadamente, nuestro país es uno de los principales productores de este alimento. Si se han fijado, la miel es uno de los productos que jamás se descomponen con el frío ni con el calor, y siempre conser-va sus propiedades; más adelante hablaré de ellas.

Sucede que en una ocasión, estando en una de nuestras mi-siones, llegó a la casa parroquial, un joven llamado José. Apenas si podía caminar apoyándose en un palo que le servía de bastón. ¡Po-brecito! Había caminado por la montaña, de esa manera, tres lar-guísimas horas, desde su casa has-ta la parroquia. Desnutrido, y ya sin fuerzas, nos dijo con una voz muy lastimera:

—Por favor, ayúdenme, me duele mucho mi pie.

—Y, ¿qué quieres primero, José, comer o que te veamos el pie? –le pregunté como para ver si le levan-taba un poco el ánimo.

Sonriente me contestó: —Comer, padrecito, ¡hace dos

días que no como!Y en realidad el pobre esta-

ba pálido, flaco, demacrado, pero con ilusiones de vivir. Ensegui-da le preparamos un par de sus-tanciosos huevos, dicho sea de paso, producto de los dos: el ga-llo y la gallina, con unos ricos fri-jolitos, que devoró como si de verdad hiciera dos días que no comía. Su vaso de agua de limón con miel y enseguida comenzó a agarrar color. Comentemos aquí que una de las propiedades te-rapéuticas de la miel es su poder energético. Por su contenido de azúcares simples se asimila rápi-

Aventuras de un misionero

El misioneroy la mielJesús García Vázquez, CMF

Presencia Apostólica 5

damente, por lo que es útil como fuente de energía rápida.

Cuando José terminó de comer, nos fuimos al dispensario médico. Su pie estaba vendado con unos trapos viejos y sucios, pegados a la piel por la secreción purulenta que se iba acumulando en ellos.

— ¡ Ave M a r í a p u r í s i m a ! – E xclamó la madre María, gran religiosa y enfermera, al mismo tiempo que le preguntó:

—Pero, ¿cuánto tiempo llevas así, José? –A su pie, además de estar purulento, ya le faltaba un buen pedazo de carne. Se le veía clarito el hueso de toda la parte interna del tobillo del pie dere-cho. El pie se veía negro, por la mugre y por lo necrosado.

—Seis meses madrecita –con-testó apenado por no haber veni-do antes.

—Pues sé valiente, trataremos de salvarlo –dijo la madre, muy preocupada.

Enseguida pusimos manos a la obra. Le lavamos muy bien el pie con agua y jabón, le quitamos la piel muerta, cubrimos la herida con miel y la vendamos. José ya no tenía dolor. Claro, le habíamos puesto anestesia local, cuyo efec-to, como sabemos, dura sólo unas horas. Pero José aguantó tranquilo las curaciones de todos los días, ya sin anestesia.

Se sabe que, entre las propie-dades terapéuticas de la miel, está el ser antimicrobiana, an-tiséptica y cicatrizante. Se puede usar externamente, debido a estas propiedades, en heridas y que-maduras superficiales, pero estos cuidados deben ser aplicados por personas que conozcan las medi-das higiénicas que se deben to-mar y que sepan valorar la evolu-ción de las heridas.

A la semana, observamos que iba regresando el color de la piel y había brotes de carne y piel nue-

va en la llaga. Luego se nos ocu-rrió aplicarle sábila con miel y, a los seis meses, la llaga, que se ha-bía ido haciendo cada vez más pequeña, estaba completamen-te anulada. ¡Gloria a Dios por la maravillosa miel y la sábila que Él nos da! Gracias a Dios que nos ha regalado tan maravillosos insec-tos, las abejitas, que son tan traba-jadores trayendo la miel, el polen y la jalea real. Y, hasta el veneno de la abejita es tan medicinal que, en tres meses, logramos hacer ca-minar a una pobre mujer que pa-decía artritis degenerativa, que nos llevaron en camilla de palitos, toda encogida de pies y manos. Le daban de comer en la boca y la tenían que mover, pues ya no po-día mover sus miembros. A base de piquetes de abejita, pudo ca-minar y comer por si misma. Me-dia docena de piquetes en las co-yunturas, produciendo la muerte en cada abejita, ya que dejan sus intestinos junto con el aguijón. El veneno aflojó los tendones he-chos bola, y la mujer pudo cami-nar y comer por sí sola.

Muchas veces es necesario utilizar la medicina de la farma-cia, indicada por el médico, pero siempre será mejor curarse con remedios naturales. Y el mejor re-medio es una muy buena alimen-tación con productos naturales.

La miel purifica la sangre y con-tiene alcaloides que la oxigenan, dándole vida a todo el cuerpo.

Como hemos venido comen-tando, la miel tiene infinidad de propiedades: ayuda a curar heri-das y quemaduras superficiales, se utiliza también para tratar la ar-tritis, contra la carnosidad en los ojos “pterígion” (esto lo experi-menté yo). Sus propiedades para el alivio sintomático de los resfria-dos y la tos son de sobra recono-cidas. También limpia la piel –en mascarillas– y nos ayuda a man-

tenernos jóvenes por más tiem-po, pues es energética y antioxi-dante, y muchos etcéteras… Cabe mencionar aquí que la miel no se debe usar en bebés, pues su estó-mago no tiene la acidez necesaria para procesarla.

Pero, tengamos cuidado cuan-do compramos miel, ya que hay muchos vendedores que la adul-teran y muchos otros nos venden glucosa pintada de color miel. Ya casi no hay vendedores en la ca-lle que vendan buena miel (a ve-ces, ni ellos mismos saben que engañan a la gente). Si no cono-ces bien el sabor y el olor de la miel, es mejor que la compres directamente con quien la saca de las colmenas. Y, si ves que el frasquito trae dentro una abejita, no es miel, se la ponen para que te creas el engaño. Lo mismo, si tiene un pedacito de la penca de la colmena, es el mismo truco. El olor de la miel es fuerte, apenas abres el frasco y sientes el olor del néctar de las flores y su sabor es inconfundible, se saborea aún la misma cera que contenía la miel. Recuerda que “el que no oye con-sejo no llega a viejo”.

Es una lástima que muchos es-temos tan adictos al veneno de la comida y bebida chatarras que pre-ferimos vivir enfermos, gastando en medicamentos hasta lo que no tenemos, que cambiar de hábitos.

Disfruta lo hermoso que es vi-vir saludable. El mandamiento: no mataras, también hay que aplicarlo a nuestro cuerpo, ya que muchas veces lo matamos poco a poco y a veces más rápido que inmediata-mente, por no respetarnos a noso-tros mismos y darle a nuestro cuer-po lo que lo mata. Cuídate.

Dios es la Vida, nos hizo para Él y mientras más sanos estamos, mejor le conocemos, le ama-mos, le servimos y le alabamos. ¡Hasta la próxima!

Aventuras de un misionero

6 Presencia Apostólica

La devoción a san Judas Tadeo en México se ha extendido por todo el país, destacan-do la Ciudad de México, y concentrándose principalmente en el Templo de San Hipó-lito, ubicado en la esquina de Av. Hidalgo

y Paseo de la Reforma, donde miles de fieles acuden cada día 28 y en especial para la fiesta de octubre.

En esta ciudad la devoción a San Judas Tadeo cuenta con su historia, siendo también, como en Chile y Estados Unidos, los Misioneros Claretianos, los primeros en promoverla y traer una imagen para su veneración.

San Judas Tadeo enel Templo de Jesús María, México D.F.1

En las crónicas y la historia de los claretianos en México se indica que en el año 1887 se realizaba la segunda fundación en nuestro país en el Templo de Jesús María en el centro histórico de la capital mexi-cana. En ese tiempo en los alrededores de esta iglesia vivían familias y gente con suficientes recursos eco-nómicos, por lo tanto la participación en ese templo era desde personas muy pobres, hasta las personas más sobresalientes de la sociedad.

Hacia el año 1932, tiempo de aparente paz, des-pués de la llamada “Guerra Cristera”, el culto ha-bía prácticamente regresado a la normalidad, tanto en los templos del interior del país, como en la ca-pital, aunque algunos sacerdotes continuaban reali-zando culto en casas particulares por el temor a ser reprendidos. En octubre de ese mismo año, por pri-mera vez, se realiza la novena de san Judas Tadeo en el Templo de Jesús María, aún sin una imagen para su veneración, comienza con ánimo, aunque tam-bién con cierto temor ante la situación que vivía la Iglesia en relación con el gobierno, por lo que poco tiempo después fue decayendo.

El padre Julián Collell CMF, superior de la comu-nidad de Jesús María, con la intención de reavivar el fuego del entusiasmo por esta devoción, obtuvo una hermosa estatua del santo apóstol y una reliquia, y editó una novena en su honor. La imagen de San Judas Tadeo fue fabricada en Barcelona, España y se embar-có el 23 de febrero de 1933. El 30 de mayo de ese año llegó la imagen al Templo de Jesús María. El 25 de ju-nio de 1933 se bendijo solemnemente y se colocó en

el altar debajo del coro. Para el mes de octubre se rea-lizó con éxito la novena y fiesta del apóstol.

En noviembre de 1933 se publicó una orden ofi-cial en la que se mandaba retirar del culto al Templo de Jesús María, para ser convertido en el Archi-vo Histórico Militar. Los últimos días de febrero y los primeros de marzo de 1934, tras la irrevocable decisión de cerrar esta iglesia al culto, el gobierno permitió sacar los objetos de culto de las iglesias en cuestión, entre las que se encontraba también la Parroquia del Purísimo Corazón de María en la Co-lonia del Valle, también administrada por los clare-tianos. Así el 7 de marzo de 19342 un inspector de Bienes Nacionales hizo entrega al encargado de la Parroquia de algunos objetos provenientes de Je-sús María, entre los que se encontraba la ima-gen de san Judas Tadeo. A pesar de todo, en casas particula res cercanas al Templo de Jesús María, con-tinuaba la devoción a san Judas. En septiembre de 1936 la imagen de san Judas Tadeo es trasladada a Puebla para celebrar ahí la novena y su fiesta y de esta forma promover la devoción en ese estado.

San Judas Tadeo enel Templo de San Hipólito, México D.F.

Después de peregrinar por el Templo de Jesús Ma-ría, la Parroquia del Purísimo Corazón de María en México D.F. y por la ciudad de Puebla, en 19553 la imagen de san Judas Tadeo llega por fin al Templo de San Hipólito (atendido por los misioneros claretianos desde 1892). Se consiguió de Bienes Nacionales, el espacio que en la actualidad es la Capilla de los Már-tires Mexicanos para convertirlo en Capilla de San Ju-das, desistiendo del proyecto ese año. En 1958, con la construcción de la torre gemela, se consideró nue-vamente hacer la capilla, que contribuyó a encauzar la corriente vigorosa de la devoción al santo Apóstol, que cuenta con numerosos devotos.4

La situación apostólica con la que comienza la de-voción a san Judas Tadeo en el Templo de San Hipóli-to en el año 1955 es la siguiente: atención humana y espiritual a los sordos, fundando en el edificio anexo al templo la escuela “Rosendo Olleta” para contribuir en la educación integral de estas personas. Otro gru-po que se atendía eran los boleros y papeleros (lim-piabotas y vendedores de períodicos). Asimismo, se

Nuestra devoción

San Judas Tadeo yla ciudad de México

6 Presencia Apostólica

Irving Santiago Patraca, CMF

Nuestra devoción

Presencia Apostólica 7

trabajaba en primeras comuniones de adultos y para legitimar la si-tuación de quienes vivían aman-cebados. Finalmente la atención a obreros y empleados de la Aso-ciación Guadalupana de Obreros, creada en 1908.

Durante el período de 1958 a 1982, a la imagen de san Judas Ta-deo se le añadieron nuevos elemen-tos pertenecientes a su icono grafía tradicional, como son el medallón con el rostro de Cristo, el báculo, sím-bolo del instrumento con el que fue martirizado y la lengüeta de fuego que representa el Espíritu Santo que recibió junto con los demás após-toles y la Virgen María el día de Pentecostés.

Ante la gran afluencia de feligre-ses que iban a pedir los beneficios de Dios por intercesión del santo, la capilla no fue suficiente para recibir

a los miles de fieles, por lo que en 1982 se decidió colocar la imagen en el manifestador.

Es un fenómeno dificil de expli-car y entender que produce admi-ración general, una especie de magnetismo espiritual ante lo inex-plicable. Todos los días 28 de cada mes miles de personas acuden a implorar la protección y ayuda del santo apóstol. No es la publicidad, ni la predicación la que arrastra a mul-titudes a este templo, es la fama de taumaturgo y la verificación de los favores recibidos lo que ha exten-dido la devoción a toda la inmensa ciudad de México. En la predica-ción breve se procura esclarecer la verdadera doctrina sobre el culto de veneración a los santos. El incon-table número de fieles agradece y corresponde a cuanto hace en esas manifestaciones religiosas.6

En México, al igual que en Esta-dos Unidos, con la finalidad de pro-mover la devoción a San Judas Tadeo y compartir experiencias de fe con devotos de diferentes lugares del país y del mundo se creó en el año 2003 la Liga Nacional de San Judas Tadeo A.C. y la revista Presencia Apostó-lica como medio que fortalezca la unión entre los devotos, como un instrumento que ayude a difundir adecuadamente la devoción al santo apóstol, procurando una buena for-mación humana y cristiana.1 Archivo Histórico de la Curia Claretiana de México. Fondo Casa de Jesús María. Diario de la Casa.2 En el AHCCM, Fondo Casa de Jesús María se encuentra el documento que avala dicha entrega de parte de Bienes Nacionales.3 El P. Antonio Bandrés cmf fue el primero en pro-mover la devoción en el Templo de San Hipólito, después fue el P. Ángel Alegre cmf.4 Boletín de la Provincia Claretiana de México, Mayo-Junio 1960, p. 180.5 Ibíd, p. 176 – 177.6 Misioneros Claretianos, Iglesia de San Hipólito y San Casiano, México D.F., 1992, p. 24.

8 Presencia Apostólica

Crecimiento personal

En el artículo anterior comenzamos con un tema necesario para quienes buscamos crecer y abrir nues-

tra alma a Dios, al prójimo y tam-bién a nosotros mismos: construir la paz interior.

Constantemente encontramos reclamos por la paz del mundo; se han hecho tratados internaciona-les buscando tan anhelado obje-tivo. Pero claramente la historia nos reitera lo lejos que estamos de alcanzarla, pues la humanidad en-tera en toda su existencia no ha logrado un sólo año sin guerra. Cier-tamente no se puede alcanzar la paz de los pueblos ni la paz con cualquier ser humano, si no logra-mos la paz con nosotros mismos. Esto implica que la paz del mundo externo viene y se nutre de nues-tro mundo interno. Para contactar lo más profundo de nosotros mismos necesitamos aventurarnos a conquis-tar lo que somos. Necesitamos vivir un proceso de crecimiento amoro-so, sin auto-castigarnos ni culpabili-zarnos. Mientras no realicemos tal

lucha y conquista interior, aunque tengamos grandes logros externos y batallas ganadas en el mundo, seremos esclavos de nuestro pasa-do, de nuestras sombras y demo-nios; es decir, del caos de las tierras inhóspitas de un alma que no se conoce y no tiene la valen-tía de hacerlo. Verdad encierra la sentencia que dice: “Cuando el in-consciente no se vuelve conscien-te, el mundo interno desconoci-do seguirá llevando y dominando tu vida, a lo cual llamarás destino.” La paz interior implica liberarse de las guerras internas y dejar que el estiércol se convierta en abono que ayude a crecer las más bellas flores y frutos que están guardados en nuestro corazón. La invitación que hice en el artículo anterior fue a trabajar con algunos puntos en cada artículo, para aprender a pararse en los terrenos de la paz. Los que trabajaremos en esta ocasión son:

La pérdida de interés en los conflictos

La pérdida de interés en pre-ocuparse y

El cambio de las valoracio-nes que nos empobrecen por otras que amplíen nuestro mundo inter-no y externo, gozosamente

Pérdida de interés enlos conflictos

Ya habíamos señalado que la paz interior no tiene que ver con una inmovilidad sepulcral, y que al ca-minar en la vida, entre más fluimos con ésta y nos conectamos con no-sotros mismos, más vivos y en paz estamos. Lo mismo si aceptamos lo que nos toque vivir y no nos em-peñamos neciamente en imponer nuestros deseos. Decíamos que la vida no es remanso de quietud; implica movimiento, devenir, y mu-chas veces lucha. Sin embargo, muchas veces entramos en luchas equivocadas cuando creyendo en-tender a los demás, en realidad los enjuiciamos, a partir de consig nas que ciegamente seguimos, movidos por impulsos destructivos internos. Sin darnos cuenta, el centro del conflic-to que tenemos afuera, generalmente viene de nuestro mundo interno, de nuestros conflictos no resueltos. Una guerra entre individuos impli-

El caminoa la paz interior II:Valora la vida, abandona

preocupacionesy conflictos

Dinko Alfredo Trujillo Gutiérrez

Presencia Apostólica 9

ca las luchas que cada uno de ellos tiene personalmente y no ha sabi-do arreglar. Siempre el mundo, la sociedad y especialmente el otro, servirán de grandes pantallas para proyectar lo que no hemos digeri-do, aceptado y puesto en orden y, precisamente, en paz. El interés en generar o en entrar en conflictos viene de un corazón ignorante de sí y de la sabiduría de la vida. La competencia necia, la hipersensi-bilidad pueril, la obediencia ciega a líderes atrapados en sus vilezas, iguales o peores que las de sus seguidores, el machismo que em-pobrece el ser del hombre y de la mujer, los credos que en nombre de la paz hacen la guerra, etc., nos dicen a gritos que detrás de la bús-queda de conflictos muchas veces están seres que necesitan crecer y madurar, pacificando sus guerras interiores. Por eso, la paz de una persona siempre es señal de que ha alcanzado riqueza interior.

Pérdida de interésen preocuparse

La palabra preocuparse nos habla en estricto sentido de lo que ocu-rre antes de ocuparse, de lo que podría ser la preparación y planea-ción para lo que se tenga que hacer. Pero, curiosamente, en la práctica implica muchas veces no ocuparse, no actuar, por estar paralizado en la angustia de fantasías catastróficas que nos impiden hacer y resolver pendientes; por lo que la preocupa-ción es un terreno más emocional que intelectual. Y es que, aunque aparentemente la preocupación está en el terreno de las ideas, las cuales dan vueltas y vueltas, muchas veces sin salida, su campo real es el emo-cional; las emociones sumergen a los pensamientos en aguas negras que los ahogan, generalmente cuando la cabeza no puede tomar el mando. Preocuparse emocionalmente de forma negativa, en lugar de ser pre-paración para la ocupación, es el

impedimento que nos detiene a la hora de actuar en la vida. De he-cho, la ocupación se da solamen-te en el tiempo presente. En cam-bio, las preocupaciones siempre se proyectan hacia el futuro, en el temor de lo que no ha sucedido. Por eso quien se ocupa está en lo que está, siempre en presente, mientras el que se preocupa está en lo que no está, siempre en el futuro: la ocupación tiene que ver con la vida, la preocupación con la falta de ésta.

Como hemos señalado, la paz interior siempre se da en el presen-te; es una experiencia viva. Este estado es una ocupación no una preocupación. Incluso, cuando se ha crecido lo suficiente en la paz interior, deja de ser una ocupa-ción, para sólo ser. Quien se an-gustia por alcanzar la paz interior siempre estará impidiendo, de esta forma, lograrlo. Ocuparse en la paz interior lleva a un estado activo de dejar que fluya, aunque sea en la inmovilidad corporal. La paz se logra únicamente permitiéndola. Preocuparse, entonces, es el peor veneno para la paz interior. De hecho un síntoma de que se está alcanzando un estado espiritual de paz es dejarse de preocupar. Hay personas que están tan habituadas a las preocupaciones que no sa-ben vivir sin ellas; han hecho de su vida una cárcel de la cual no están dispuestos a liberarse.

Aprender a revalorargozosamente

Una de las características que tie-ne el ser humano es que es un ser axiológico, esto quiere decir que necesita valores, para darle un sen-tido a su existencia, independien-temente de qué tan válidos y éticos sean dichos valores. Pues hasta los llamados anti-valores son valo-res en sí mismos. Los valores que tengamos como centrales serán nuestra brújula. El problema está

precisamente en el tipo de valores que adoptamos y promovemos. Un valor que enriquece es aquel que vuelve más valioso a quien lo asume. Sin embargo, lo cierto es que muchas personas están atra-padas en valores que les quitan dignidad o que las degradan. Por ejemplo, quienes están volcados hacia afuera y evitan adentrarse en sí mismos, personas cuyos peores temores están en su interioridad, generalmente sin conciencia de cuáles son los valores que realmen-te los guían. Sus peores enemigos son ellos mismos, al evitarse y no conocerse. De los valores que ten-gamos dependerá la posición que tomemos ante nosotros mismos, así como el rumbo que demos a nuestra vida. Es importante tener consciencia de nuestros valores porque muchos llevan una doble vida al no comprender por qué sus valores no coinciden con las nor-mas sociales vigentes. Así, los valo-res pueden ser cárceles que no nos dejan ser libres y coherentes, pueden ser fuente de las peores acciones o, por el contrario, ser fuente de nutrición y engrandecimiento. La paz interior implica una re-elabora-ción de valores que llevará a ele-gir nuevas formas de caminar en la existencia, lo que nos dará una mayor coherencia. Los valores tie-nen su peso no solamente por los argumentos que los sostengan, sino principalmente por el bienestar que conllevan. De tal forma, la vida empieza a ser vivida de una ma-nera novedosa y enriquecedora, el mundo mismo se amplifica, hay un aumento sustancial de momentos y motivos para disfrutar. A mayor paz interior, tendremos frecuentes y desbordantes momentos de gozo y valoración de la vida.

El autor es licenciado en psicología y filo-sofía con maestrías en terapia familiar y de pareja. Terapeuta, catedrático universitario y conferencista.

Crecimiento personal

10 Presencia Apostólica

Desarrollo humano

Hay algo de magia en el ejercicio de agra-decer. Es una forma de generar un retorno positivo a nuestras vi-

das. Cada vez que en nuestra vida tenemos la oportunidad de apoyar de alguna manera a otra perso-na, poder hacerlo es, a la vez, una oportunidad que nos da la vida. La vida es una aventura, una oportu-nidad de dar y recibir.

Estoy convencida de que cada vez que me inunda el sentimiento de gratitud hacia Dios y hacia la vida, todas las fuerzas conspiran para devolverme beneficios mate-riales o espirituales. Cada vez que agradecemos, surge un sentimien-to de expansión que nos hace fluir en el río de la vida y poder enten-der que cada cosa que suceda en ella –aunque algunas veces no nos guste– nos da la oportunidad de conocernos y crecer.

Abrir nuestro corazón a la gra-titud es una elección, pero una vez que lo hacemos, una vez que le abrimos la puerta al agradeci-miento, su energía ilumina todo a nuestro alrededor.

La energía de la gratitudDesde el mismo momento en que despierto y ya antes de abrir los ojos, me digo a mí misma: ¡Estoy viva! ¡Sigo formando parte del mun-do! ¡Gracias Dios! Siento el agra-decimiento en todos mis poros, en toda mi alma; disfruto del mi-lagro de estar viva y de ser cons-ciente de ello.

Cada día que abro los ojos doy las más sinceras gracias por poder ver, oír, oler; por mi corazón que late y por mi cuerpo entero. Digo: “¡Gracias, gracias, gracias!” y voy sintiendo la poderosa energía de la gratitud.

Como decíamos antes, es una decisión personal practicar el agra-decimiento en nuestra vida, pero una decisión que resuena inclu-

¿Por qué elijoperdonar?

La magia deagradecerGylda Valadez Lazcano

Presencia Apostólica 11

Desarrollo humano

so a nivel celular. Como a todos nos sucede, existen problemas en cada vida, pero si me centro en que-jarme de lo que no tengo, dejo de ver lo que si hay –que es mu-cho– y me privo de la oportunidad de agradecer. La persona que sabe agradecer es buena compañía para los demás y para sí misma.

Agradecer nos ayuda aenfocarnos en el presente

A la mente humana le cuesta mantenerse en el momento pre-sente; si la observas, te darás cuen-ta de que siempre está recordan-do algo del pasado o planificando o imaginando algo para el futuro. Practicar el agradecimiento obliga a la mente a ser consciente del mo-mento presente, a ver la realidad aquí y ahora.

Sé feliz hoy y bendice todo lo que tienes aquí y ahora, todo el tiempo y a cada segundo: al ca-minar, mientras trabajas, al con-ducir… Cuanto más agradezcas lo que tienes, más cosas encon-trarás para agradecer. Y llegará un momento en el que ya no podrás parar. El agradecimiento cambia la perspectiva de nuestra vida.

Agradecer nos ayuda a dejar de sentir inconformidad por las cosas malas que hemos vivido y apren-demos a encontrar el regalo que esconde cada situación que expe-rimentamos. Dejamos de elevar oraciones basadas únicamente en la petición y hacemos oraciones de gratitud, lo que nos permite ser más humildes, abrazar la vida sin condicionamientos y lograr una mayor conexión con nuestro espí-ritu. Antiguamente la manera de orar era agradecer.

Cuando nos enfocamos en el agradecimiento estamos estable-ciendo una conexión espiritual con nuestro ser interior que nos ayuda a abrir nuestra mente y corazón para recibir más cosas buenas en nues-tra vida, porque hemos dejado de

desear más o de basar nuestra vida en la consecución de ciertas me-tas para ser completamente felices. De esta forma, al aceptar con amor nuestro momento actual, tenemos la capacidad de disfrutar cada paso de nuestro proceso hacia los sueños que hemos construido, no nos apegamos al resultado y segui-mos siendo felices en el hoy que vivimos, y esta hermosa sensación se logra cuando nos entregamos al agradecimiento.

Haz la pruebaTe propongo un ejercicio. Vive el día de hoy en “clave de agradeci-miento”, ve las cosas que te pa-san, la gente con la que te cruzas y detecta qué puedes agradecer, lo que te nazca con honestidad, y entonces da las gracias a esa per-sona. Agradece a Dios lo que tie-nes también.

Muchas veces las personas se pasan la vida quejándose, desean-do cosas que no tienen, o envi-diando a aquellos que, en algún aspecto, les parecen más afortuna-dos. Hacer eso es vivir en un per-petuo estado de frustración, pues, aunque lográramos aquello que tanto deseamos… no tardaríamos en descubrir que el placer del lo-gro es efímero y que ¡ya no esta-mos satisfechos!

Así transcurren las vidas de la mayoría de nosotros: sin apreciar lo que sí tenemos… esa vida de la que renegamos… No somos conscien-tes del milagro que somos, del lujo que supone el poder estar aquí.

El agradecimiento es una medi-cina milagrosa para el alma. Nos ayuda a valorar nuestra vida, a cen-trarnos en el presente y a disfrutar-

lo. Mi vida parece otra, no es que tenga menos problemas que otras personas, pero ahora se me antoja perfecta y no la cambiaría por nin-guna. Mi cabeza se centra en vivir y disfrutar del presente; en disfru-tar de lo que sí hay y de lo que sí tengo, dejando que el futuro y los sueños se tomen su tiempo, sin prisas ni agobios.

Se ha comprobado que a medi-da que la gratitud aumenta, también lo hacen la felicidad, la actitud po-sitiva ante la vida, la esperanza, la satisfacción e incluso, el rendi-miento laboral y académico. En-ton ces, es importante apreciar las pequeñas y grandes cosas del día a día, como estar en familia com-partiendo una comida caliente, tener una casa en donde vi-vir, amigos para conversar, salud para practicar un deporte y para rendir en la escuela, por citar algunos ejemplos. El simple he-cho de levan tarse y ver el sol pue-de ser un motivo de agradecimiento. También lo son por supuesto, los lo-gros en muchos otros niveles, como tener un buen trabajo o contar con el apoyo de alguien querido en un momento crítico.

Según los expertos, ejercitar el agradecimiento propicia una acti-tud positiva ante la vida para así tener una buena salud mental, que por supuesto se va a reflejar en sa-lud emocional y física, además de que incrementa nuestra inteligen-cia emocional.

Yo les agradezco que hayan leí-do este artículo.

El agradecimiento es una medicina milagrosa para el alma. Nos ayuda a valorar nuestra vida, a centrarnos en

el presente y a disfrutarlo.

La autora es psicoterapeuta corporal y tera-peuta sistémica de pareja y [email protected]

12 Presencia Apostólica

Tanatología

Un hijo puede morir de muchas maneras: an-tes o durante el naci-miento, por muerte de cuna, accidente, enfer-

medad, suicidio, asesinato. Puede morir a cualquier edad y, no impor-ta cómo suceda, la muerte de un hijo siempre será una tragedia. No importa si una madre de 75 años pierde a su hijo de 50, o si la madre de 26 pierde a su hijo de 5 años, no nos parece natural que un hi jo muera antes que los padres.

La naturaleza nos indica que los mayores vamos a morir primero. Así, los abuelos, los viejos, mueren antes que los jóvenes... al menos eso creemos. Nunca estamos pre-parados para la muerte de un niño y menos si se trata de nuestro propio hijo. Además, como padres somos responsable de la protección y del cuidado de nuestros hijos, principal-mente si son pequeños y su pérdida, su muerte, suele ser vivida como un fracaso y con grandes sentimientos de culpabilidad: ¿Qué hicimos o qué no hicimos para que sucediera?

No existe manera de describir

la magnitud del dolor de perder a un ser querido, y si es nuestro hijo, el dolor suele ser aún mayor. Es una de las experiencias más difíciles y dolorosas que podemos sufrir. Es como caer y estar en la oscuridad, en las profundidades del sufrimien-to y de la tristeza. Aunque nuestra vida siga, podemos sentirnos sin vida, ya que estar en esas profundidades es muy confuso y doloroso. Es una experiencia que no tiene compara-ción con ninguna otra.

Cuando perdemos a nuestro es-poso nos llaman viudas; cuando perdemos a nuestros padres somos huérfanos; cuando perdemos a un hijo no existe un nombre para lla-mar a esa experiencia. El dolor es indescriptible y devastador. La ausen-cia del hijo se convierte en la única presencia que uno desea. Cuando nació ese hijo llegaron muchas bendiciones a nuestra vida. Cuando ese hijo muere la sensación puede ser que junto con él o ella todo lo que teníamos se fue.

A este sufrimiento le llamamos duelo. Recordemos que es un pro-ceso que inicia con la muerte de

nuestro ser querido y que va a lle-varnos un tiempo poder superar. Muchos padres que pierden a sus hijos preguntan cuándo se va a acabar el dolor y, conforme pasa el tiempo y ven que el dolor no dis-minuye, se desesperan mucho.

Tenemos poca tolerancia ante el dolor físico y emocional. Si nos duele la cabeza, nos tomamos una pastilla y esperamos que en unos pocos minutos se nos quite el do-lor. Los padres que han perdido hijos llegan a pedir ayuda esperan-do que exista una receta mágica que les alivie el sufrimiento que experimentan. En este caso, el do-lor que tenemos no se alivia de esa manera. Cuando el coche se des-compone, vamos con el mecánico, lo repara y queda listo. Cuando estamos enfermos vamos al doctor y también, después de un diagnós-tico, nos receta y, por lo general, nos curamos a los poco días. Pero ¿qué hacemos cuando sufrimos un dolor emocional tan fuerte? Para aliviar el sufrimiento hay que adaptarnos. El dolor del que ha-blamos en esta ocasión nos va a acompañar mientras estemos vi-vos. Irá siempre con nosotros, por lo que tenemos que aprender a vi-vir con eso. Necesitamos una for-ma de rehabilitación. Por ejemplo: cuando perdemos la vista tenemos que aprender un sistema de lectu-ra y aprendemos a usar un bastón. Vivir la muerte de un hijo nos en-seña nuevas maneras de adaptar-nos. La vida no será la misma. Hay que aprender nuevas maneras de pensar, sentir y actuar.

AprendizajesAprender a vivir con fe; con fe de que mañana amaneceremos, pero con la certeza de que lo único verdadero que tenemos es hoy. La muerte de un hijo nos hace darnos cuenta de que no tenemos ningún control sobre la vida y aunque esta certeza nos genera angustia,

Cuando un hijo muere Ana Laura Rosas Bucio

Presencia Apostólica 13

nos tiene que llevar a entender que tenemos que aprender a vivir la vida con toda su intensidad, porque en cualquier momento se puede acabar.

Aprendemos a esperar. La pro-fundidad oscura y dolorosa a la que entramos nos hace detenernos y pensar en lo que es realmente im-portante, aprendemos a conocer-nos a nosotros mismos y a valorar la vida y esas pequeñas cosas que hacen que ésta valga la pena. Si aprendemos a esperar, sucederán pequeños milagros que hacen que la vida valga la pena vivirse. Es

como estar esperando que llegue el atardecer; no podemos adelan-tarlo, ni atrasarlo, lo único que po-demos hacer es esperar que llegue y, si esto lo hacemos durante va-rias ocasiones, descubriremos que nunca será el mismo.

Aprendemos a tener esperanza; esa esperanza de que algún día nos volveremos a reunir con nuestro ser amado, de que mañana pue-de ser un día mejor, de que podre-mos continuar con nuestra vida, a pesar de la pérdida.

Nunca olvidaremos a nuestro hijo; no nos vamos a recuperar de la pena ni hoy, ni en tres meses. El proceso lleva tiempo y en ese tiem-po se tienen que aprender estrate-gias para seguir viviendo.

Estrategias que puedenayudarnos:

1 enfrentar un solo día a la vez. No preocuparnos de mañana o

de cuántos días nos faltan. Sólo hoy.

2 Aunque se siente la necesidad de estar solo, lo que más ayuda es

estar con los otros, principalmente con aquellos que están sufriendo igual que nosotros: nuestra pareja, los abuelos, los hermanos, los tíos

o primos, todos aquellos que tam-bién perdieron a un ser querido y que también están sufriendo. El dolor acompañado es más fácil de cargar que el dolor solitario.

3 Llorar es natural; es la forma en que el cuerpo libera el dolor y

la tensión. Las lágrimas también son una señal de fortaleza, porque demuestran nuestra salud emocio-nal. Se puede llegar a sentir que nunca vamos a dejar de llorar, pero eso no es cierto. Algún día ya no habrá más lágrimas dolorosas. Y eso será un buen indicador de que nuestro duelo ya cerró.

4 Hay que permitir la libre ex-presión de otras emociones. El

enojo, la desesperación y la cul-pa, son emociones normales que necesitan encontrar una salida co-rrecta para que no nos lastimen.

5 Tener dudas es normal. Lo ideal sería preguntar a las personas co-

rrectas. La muerte deja muchas in-terrogantes y no todas van a poder ser resueltas, pero eso no nos qui-ta el derecho de preguntar.

6 El dolor tiene muchas maneras de expresarse. Una madre tiene

una diferente manera de expresar su dolor que un padre. Las mujeres y los hombres somos diferentes en cuanto a la expresión de nuestro dolor. Nosotras podemos llorar mu-cho, pero nuestro esposo es pro-bable que no lo haga, sin embargo eso no significa que no le duela. Preguntémosle sobre lo que siente. Como pareja, los padres tienen que cuidarse mutuamente, y aunque en ocasiones existe la tendencia a cul-par al otro, es importante entender que la rabia y el odio, no van a regre-sarnos al hijo muerto. En cambio, resolver esas emociones si puede evitar que existan más perdidas.

7 No olvidar a los otros hijos, ellos también perdieron un hermano

y pueden estar sintiendo que van a perder a sus padres como con-secuencia de la muerte de su her-mano. Para ellos la pérdida puede ser múltiple.

8 Es bueno recordar el cumplea-ños pero no celebrarlo. La muer-

te de un hijo no borra el hecho de que vivió. No vamos a olvidarlo nunca, pero hay que darle el lugar que ahora tiene; el lugar de un hijo muerto, que ya no está con noso-tros en vida, pero que lo amamos y lo recordaremos desde la dimen-sión en la que está.

9 Hay que tener cuidado de aque-llas personas que nos aconsejan

que dejemos de llorar, diciendo que no dejamos descansar a nuestro hijo, que nos piden que tengamos resignación, que nos olvidemos de lo sucedido o que ya no hablemos de nuestro hijo fallecido. Son per-sonas que no tienen la intención de hacernos daño, pero que, sin que-rerlo, lo hacen. Llorar nos sana y no afecta el descanso del fallecido; en cambio, dejar de llorar sí entor-pece nuestra curación. No necesi-tamos resignación, sólo aceptación y ésta es un proceso que se irá con-siguiendo poco a poco.

Sobrevivir a la muerte de un hijo es muy difícil, pero recordemos que no estamos solos. La Oración de la serenidad puede ayudarnos: “Señor, dame la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las co-sas que puedo y sabiduría para poder diferenciarlas.” Es una pérdi-da muy difícil, pero no imposible de superar. No estamos solos. Eso es algo que nunca hay que olvidar.

Tanatología

La autora es psicóloga clínica, experta en intervención en crisis, tanatóloga, logotera-peuta y conferencista. Directora académica del Instituto de Formación y Atención en Psicología IFAPS. [email protected]

Hay que aprender nuevas maneras de pensar, sentir y actuar.

14 Presencia Apostólica

Había tenido que salir corriendo de su casa en medio de la noche, pues las sire-nas que avisaban de la llegada de los aviones bombarderos nazis no le habían dado tiempo de agarrar nada. Salió de

su casa con lo que tenía puesto, sin saber si iba a poder regresar a ella. Pronto pudo alcanzar el refugio antiaéreo más cercano a su casa y ahí, bajo la vaci-lante luz de una bombilla, podía oír la llegada de los mortales aviones que dejaban caer terribles bombas sobre su querida ciudad.

No podía sino imaginar que todo lo que estaba afuera había quedado destruido, y que muy probable-mente para estos momentos su casa ya estaría en lla-mas y él lo habría perdido todo. Por ello, ya sentado en el suelo de aquella vieja estación del metro londi-nense, no pudo sino cogerse las piernas con las dos manos y dejar que por sus ojos comenzaran a resba-lar abundantes lágrimas. Mientras estaba absorto en sus tristes pensamientos y se dejaba llevar muy lejos por el abatimiento y la tristeza, sintió que alguien se acercaba. Una voz serena fue la que rompió sus melancólicas meditaciones:

—Eso es precisamente lo que ellos quieren. No se deje usted derrotar, pues no hay peor derrota que no tener esperanza, y darlo todo por perdido.

Al escuchar la voz, el que lloraba levantó los ojos húmedos y vio que quien le hablaba en medio del ruido de los aviones y del bombardeo era un anciano de barba gris y gruesos lentes. Al ver que había escu-chado sus palabras, siguió diciéndole:

—La derrota de un pueblo está en llegar a con-vencer a cada uno de sus habitantes de que ya no hay nada que hacer, de que ha llegado la hora de la de-sesperación y de que cada quien se salve a sí mismo; convencernos de que el mal ha vencido y de que es más fuerte que el bien. Así pretenden dividirnos y desmoralizarnos. Usted no se deje derrotar. Los tiem-pos duros como los que vivimos nos piden a todos tener un alma grande y saber que podrán destruir nuestras casas y quemar nuestra ciudad, pero sus bombas no podrán destruir nunca nuestro espíritu de lucha y afán de superación. Cuando se tiene esperan-za y fe, no hay enemigo grande.

Después de levantarse lentamente los lentes y de acariciarse la barba blanca, siguió diciendo:

—Al mal se le vence con el bien, porque el mal nunca será más fuerte que el bien.

Y mientras las bombas seguían cayendo, el ancia-no se sentó junto a él y le dijo:

Mire, yo antes padecía igual que usted, pensado que no había nada que hacer y que todo estaba perdido,

Historia para meditar

Ilustración: Leticia Asprón

La mejorarma es la

esperanzaEnrique A. Eguiarte, OAR

Presencia Apostólica 15

Historia para meditar

que era hora de lamentarse y de llorar y quejarse con-tra Dios. No obstante ahora he comprendido que el ser humano tiene una gran fuerza en su interior y que precisamente los momentos de crisis y de conflicto son los que dejan ver lo mejor que hay en el corazón del hombre. Déjeme que le cuente que hace veinte años estuve en la Primera Guerra Mundial y ahí, en medio de las trincheras, viendo morir a mis compa-ñeros, me sentía derrotado y llegó un momento en el que aplastado por la humedad, el hambre, la soledad y la muerte que vivíamos todos los días en aquellas terribles trincheras, llegué al borde de la desespera-ción. Dejé de preocuparme por mi persona y ya casi no comía, hundido en una profunda tristeza. Llegué a ser un fantasma andante. En aquel momento el ca-pitán de nuestro destacamento me llamó y me dijo, mientras por encima de nosotros silbaban algunas balas enemigas y cerca caían algunas bombas.

—Soldado, lo veo a usted, desde hace unos días, muy desmoralizado y triste. ¿No se da usted cuenta de que eso es precisamente lo que quieren los ene-migos? No hay mayor derrota que cuando uno se da por vencido. Nuestra mejor arma es la esperanza, y nuestra mejor defensa es la fe en que los males que sufrimos no podrán durar para siempre, sino que al-gún día se acabaran. Soldado, el ser humano tie-ne que vivir la adversidad para descubrir quién es, para aprender a compadecer, para sacar lo mejor de sí mismo. Así que me va a hacer favor –me dijo el capitán– de lavarse la cara, rasurarse, lavar su uni-forme y vestirlo con orgullo. Me va a hacer el favor de no quejarse de todo lo malo que puede haber en estas trincheras y de dar gracias a Dios por todo lo que tiene. Por lo menos dele gracias a Dios de que está usted vivo y de que, si Dios lo quiere, usted saldrá de estas trincheras para poder comprender lo mucho que aprendió en medio de este barro y de esta miseria. Así que, ¡empuñe su mejor arma y derrote al enemigo!

El anciano guardó silencio un momento, como si hubiera retrocedido en el tiempo y él volviera a escuchar la voz de su capitán.

Posteriormente me siguió diciendo:—El capitán tenía razón. Yo era una persona que

había vivido una vida superficial, llena de placeres y comodidades; que había aprendido a quejarme pero no a agradecer, y por ello no tenía fuerza en el alma. En medio de aquella miseria de las trincheras, comprendí que esa era la escuela en la que debía aprender a agradecer y a sacar lo mejor de mí mismo. A partir de ese momento, nunca más me dejé derrotar

por la desilusión. De hecho, gracias al capitán, nues-tro destacamento llegó a distinguirse entre todo el ejército inglés, pues procurábamos vivir pensando más en los demás que en nosotros mismos. No des-cuidábamos nuestro aspecto exterior como comen zó a hacer el enemigo. Nos afeitábamos todos los días y procurábamos llevar el uniforme limpio. Algunos comandantes que nos visitaron nos dijeron, en son de broma, que parecía que nosotros estuviéramos todos los días esperando la visita del Rey de Inglate-rra, pues siempre íbamos limpios y bien presentados. Nuestro espíritu, optimismo e ilusión poco a poco se fue contagiando a otros destacamentos de nuestro ejército –pues el optimismo más que el pesimismo, se extiende y se contagia con mucha facilidad–, y permítame que le diga que la guerra la ganamos, entre otras cosas por eso. Porque no nos dejamos de-rrotar en lo más íntimo de nuestro ser. Cuando un ser humano se ha dado por vencido en su interior, su vida se vuelve una ruina y su figura la de un fantasma que vaga arrastrando su lastimera existencia por todos los rincones.

Por ello, amigo, no importa que lo haya perdido todo en este bombardeo o en los que puedan venir. No se deje derrotar. Vista todos los días su corazón de fiesta, no pierda la esperanza, no olvide que su

mejor defensa es la fe. Que los enemigos no lo que-branten en su interior.

Dicho esto, el anciano se fue y cuando lo busqué entre la gente ya no lo pude distinguir. Muy pron-to el bombardeo había terminado y paulatinamente fuimos saliendo del refugio antiaéreo.

Es verdad que esa noche aquel hombre había perdido muchas cosas materiales, pero había des-cubierto que la grandeza de un ser humano está en su interior, en no dejarse vencer por las adver-sidades, en pedir a Dios su ayuda, en tener siem-pre entre los brazos el arma de la esperanza y el escudo de la fe.

A partir de aquel día ese hombre no se olvidó de vestir su corazón de fiesta todos los días y en medio de los bombardeos que siguieron, él mismo se dedicó a infundir ánimo y aliento a quienes, como él antes, se sentían abatidos y derrotados, pues había comprendi-do bien la lección: donde hay esperanza no tiene lugar la tristeza; cuando se cree tercamente en la fuerza del bien, el mal ya está derrotado.

La grandeza de un ser humano estáen su interior.

16 Presencia Apostólica

k Fe y vida

Tuve la oportunidad de prestar mi servicio misionero de Semana Santa 2013 en la parro-quia de Nuestra Señora

de la Esperanza, atendida por una comunidad de misioneros claretia-nos. La parroquia comprende un vasto territorio, que se ha sectori-zado para atender a nueve capillas, a una de las cuales –el Corazón de María– fui asignado. Mis hermanos tuvieron la buena idea de progra-mar que mis alimentos los tomara con distintas familias, lo que me permitió un buen conocimiento de sus condiciones de vida.

“¿Por qué tantísima gente como ustedes –les preguntaba yo– tuvie-ron que dejar diversas regiones de la República, para aglomerarse en este desierto infernal convertido en basurero?” ¿Por qué residir en este lugar con calores que superan los 40° y fríos hasta por debajo de los 26°

bajo 0, con tormentas de arena que ocultan el sol y torbellinos que hacen volar los tambos de basura? La respuesta era obvia: la oferta de trabajo en un país castigado por el desempleo. Es verdad que nuestro ritmo demográfico ha crecido mu-cho, pero ¿por qué muchos empre-sarios mexicanos, en vez de inver-tir en su país, sacan sus fortunas para depositarlas en bancos o in-versiones del extranjero? ¿Por qué la política de creación de empleos no fomenta las inversiones extran-jeras donde se encuentra la fuerza de trabajo y donde el territorio es más hospitalario?

La globalización permite a las grandes corporaciones hacer mu-chos ahorros en sus gastos de pro-ducción u obtener mayores ganan-cias, si diversas partes del proceso se ubican en lugares diferentes de donde está la matriz (a veces en dis-tintos países), según donde estén

ubicados los mejores recursos, la mejor oferta de mano de obra, el me-jor mercado de consumidores, los menores impuestos, los menores gastos en transporte, etc.

Ciudad Juárez es la exhibición más patente del verdadero rostro del neoliberalismo. Los empresa-rios estadounidenses tienen a su disposición, a la puerta misma de su territorio, una mano de obra abun-dante y calificada (capacitada por México), a la que explotan intensi-vamente, en condiciones de semi-esclavitud. El gobierno mexicano, por su parte, les brinda muchas facilidades: los terrenos donde se asientan las maquiladoras propie-dad de ciudadanos mexicanos, no pagan impuesto predial ni agua; se les brindan estímulos fiscales, se les proporciona infraestructura y se les adecúa el marco legal. Si se instalara tan sólo unos cuantos metros más arriba, cruzando el río,

LAS MAQUILADORASDE CIUDAD JUÁREZ:

EL VERDADERO ROSTRODEL NEOLIBERALISMO

Enrique Marroquín, CMF

Presencia Apostólica 17

Fe y vida kla misma firma corporativa, con las mismas máquinas y elaborando exactamente el mismo producto, tendría que pagar diez veces más. Con los 6 o 7 dólares con que en Estados Unidos pagan una hora de trabajo, aquí se pagan 12 ho-ras, incluyendo el transporte y el tiempo de las comidas1, teniendo como salario mínimo 65 pesos la jornada. La reforma laboral en cier-nes ha disminuido el salario: las horas extras, que se pagaban al triple, ahora se pagarán al doble.

Las maquilas son verdaderos campos de concentración (concen-tran miles de trabajadores y traba-jadoras), donde se fabrican ciertas partes de un producto total, que será finalmente armado en los Esta-dos Unidos. La técnica para el tra-bajo es el “taylorismo” o “fordismo”: una banda va corriendo a velocidad racionalmente controlada. Cada equipo de obreros debe realizar determinada acción, repetida inde-finidamente, a ritmo fijado, durante toda la jornada. Cada movimiento fue diseñado por ingenieros labo-rales, formados por Ciudad Juárez y vigilados por supervisores. Este modelo fue primero exportado de EU a China, dónde se les pagaba el equivalente a unos 40 pesos, con la diferencia de que aquí las ganancias van a parar a la empresa extranjera; en cambio, allá, siendo una sociedad “socializada”, buena parte se revierte hacia la población en forma de servicios públicos. Gracias a esto los trabajadores chinos han venido mejorando su estilo de vida.

Como dije antes, mis compa-ñeros tuvieron la buena idea de que compartiera los alimentos con diversas familias del sector, lo que me permitió conversar con ellos sobre su forma de vida. Platican sin ningún reparo de sus tremendas condiciones de trabajo. Los turnos son larguísimos, los horarios de re-

levo varían de empresa a empre-sa y los empleadores se reservan el derecho del tiempo total de sus operadores (pueden ordenar de momento tres horas extra sin pedir el consentimiento del trabajador). La norma generalizada es que el trabajo se realice de pie, incluso en actividades, como la costura, que presumiblemente podrían realizar-se mejor sentados. De esta forma, por ejemplo, para armar refrigera-dores, quienes ponen los tornillos en la parte de abajo tienen que pasar todo el tiempo agachados, y

quienes los ponen en la parte de arriba, parados de puntitas (téc-nicamente la banda bien podría subirse o bajarse). La explicación dada es el bien del organismo (“evitar la obesidad”), aunque haya muchas mujeres varicosas... Cada operador tiene su reducido espacio y no puede hablar más que lo ne-cesario durante el turno (consiguie-ron que se les permitiera poner las fotos de sus hijos o de la Virgen de Guadalupe en su casilla).

Una consecuencia de esto es la desintegración familiar, Ya que am-bos esposos trabajan en la maquila y los turnos no coinciden. A veces llega la mujer por la noche (incluso a la 1 de la mañana) y el varón sale tempranito (o viceversa). Casi no ven a los hijos. Me contaban de un niño de ocho años que se queda cuidando a sus hermanitos, o bien, son las abuelas quienes se hacen cargo total de los nietos o los encar-gan con los vecinos. Por otra parte, es frecuente que en el equipo de trabajo haya personas de ambos sexos y por el contacto frecuente (que no tienen con su cónyuge)

terminan por aficionarse uno al otro. No habiendo contacto con los hijos, los valores tradicionales no pueden menos que perderse.

La otra parte de la pinza que se cierra sobre los trabajadores son los fraccionamientos, los cuales surgen como hongos en islotes en medio del desierto. Uno de mis compa-ñeros claretianos me llevó a visitar unos establos en el desierto: cada vaca, encerrada en su casilla, se de-dica simplemente a alimentarse en comederos corridos. Me recordó, tanto la maquila, como los fraccio-

namientos. Se trata de casitas todas iguales, minúsculas. Están amurallados, supuestamente por razones de seguridad, de modo que el gobierno no puede, ya que son privados, ni siquiera cambiar al-guna lámpara del alumbrado, tapar baches o patrullar. Se supone que los fraccionamientos, por ley, deben tener alguna área común (por ejem-plo, donde celebrar cultos religiosos de diversas denominaciones, cum-pleaños, asambleas, etc.), pero esto no se cumple.

El resultado, además de la des-integración familiar ya aludida, es una cultura de individualismo, de indi-ferencia, de pérdida de valores, de inter-devoramiento y de estrés. Por eso, el templo representa el único espacio relativamente seguro don-de las personas se encuentran, se conocen, se ayudan entre ellas y se solidarizan. Por ejemplo, la espiri-tualidad de “renovación del Espíritu” les proporciona catarsis, revaloriza-ción del cuerpo, fiesta y mantenimien-to de los valores cristianos.

1 La jornada de 9 horas y media se considera legal, pues compensa el descanso de sábado y domingo.

La globalización permite a las grandescorporaciones hacer muchos ahorros en

sus gastos de producción y obtenermayores ganancias.

18 Presencia Apostólica

Actualidad

San Ignacio de Loyola fundó la Compañía de Jesús (los jesuitas) y a él se le unieron personas que serían grandes figuras: san Francisco Javier, san Francisco de Borja, Pedro Fabro, Diego Laínez, san Pedro

Canisio, san Pedro Claver; algunos darían la gran batalla en el Concilio de Trento.

Una obra de titanesDespués, la Compañía arrastraría a las juventudes formadas en sus colegios; y de las filas de esta con-gregación religiosa han descollado grandes persona-jes de la historia, la filosofía, la antropología: Fran-cisco Javier Clavigero, el P. Kino, Baltasar Gracián, Pedro Arrupe, Francisco Suárez, Miguel Agustín Pro, Theilard de Chardin, Jean Danielou, Karl Rahner.

De sus obras no podemos dejar de citar las Re-ducciones del Paraguay, los colegios que fundaron en México y en muchas partes del mundo entero; los seminarios que dirigieron por mucho tiempo como el de Montezuma, en los Estados Unidos, durante y después de la persecución religiosa en México; la Universidad de Comillas, la Pontificia Universidad Gregoriana, por poner unos ejemplos.

En pocas palabras, la Compañía ha trabajado y trabaja en la acción social, la educación, el ámbi-to intelectual, el servicio a parroquias y comunida-des cristianas y en medios de comunicación.

En 1975 Pablo VI describió así a los jesuitas: “Donde quiera que en la Iglesia, incluso en los campos más difíciles o de primera línea, ha habido o hay confrontaciones: en los cruces de ideologías y en las trincheras sociales, entre las exigencias del hombre y mensaje cristiano allí han estado y es-tán los jesuitas.”

Allí se formó el nuevo PapaDe esta cepa, de la Compañía de Jesús, está hecho el nuevo pontífice Su Santidad Francisco. ¡Cuán-to no escribieron los futurólogos! Se predijo, se apostó, se pensó en fuerzas antagónicas, en coali-ciones. Se especuló en cuanto a edad, nacionali-dad, experiencia, capacidad intelectual, cercanía al papa anterior, tendencia, etc. Él lo dijo con sen-cillez: Mis hermanos cardenales fueron a buscar al nuevo Papa al fin del mundo.

Pero lo único cierto es lo que afirmó Benedicto XVI al despedirse: Siempre supe que en aquella barca estaba el Señor y siempre he sabido que la barca de la

Iglesia no es mía, no es nuestra, sino que es suya. Y el Señor no deja que se hunda: es Él quien con-duce, ciertamente también a través de los hombres que ha elegido, porque así lo quiso.

Es decir, los hombres, los cardenales, han ele-gido al nuevo Pontífice, han sido los instrumentos del Señor, pero ha sido el Espíritu Santo el que ha movido su inteligencia y su voluntad para que la decisión tomada sea la que su Iglesia ne-cesita en estos momentos. El Espíritu Santo fue lo que Jesús, nuestro Señor, prometió: Si ustedes me aman, guardarán mis mandamientos, y yo rogaré al Padre y les dará otro Protector que permanecerá siempre con ustedes, el Espíritu de Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce (Jn 14,15).

Y como recibió la formación de jesuita, sin duda que estará atento a la consigna de todo hijo de San Ignacio de Loyola: Militar para Dios bajo la bandera de la cruz y servir sólo al Señor y a la Iglesia, su Esposa, bajo el Romano Pontífice, Vicario de Cristo en la tierra.

[email protected]

Ernesto Bañuelos C.

Francisco, el nuevo Papa

Presencia Apostólica 19

Manantial San Judas Tadeo

El Nevado de Toluca

El Nevado de Toluca es un volcán ubicado en el es-tado de México, en el Valle del Matlatzinco, 22km al suroeste de la ciudad de Toluca.

El nombre autóctono de este volcán es Xinantécatl, palabra que proviene del matlatzinco y del náhuatl, cuya traducción más aceptada es “hombre desnudo”. Existen varias leyendas matlatzincas acerca del origen de este volcán.

El Nevado de Toluca es la cuarta formación más alta de México y alcanza una altitud de 4680 metros sobre el nivel del mar. El volcán presenta varios picos y laderas, entre los que destacan el Pico del Fraile (cima) y el Pico del Águila (cima secundaria). Actualmente es un volcán extinto. Su última erupción fue en el año 1350 a.C.

La temperatura media del volcán es de entre -2°C y 12°C, y en las faldas el clima va de templado y lluvio-so, en verano, a fresco y frío en invierno.

El enorme y majestuoso Xinantécatl, se ubica en el Parque Nacional Nevado de Toluca, uno de los parques nacionales más espectaculares del país, y forma parte del Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas. En él se desarrollan bosques de encinos y coníferas, así como helechos, arbustos, pastos y musgos que van va-riando con la altitud. La fauna se compone de venados de cola blanca y coyotes (ambos en peligro de extin-ción), conejos, mapaches, ardillas, halcones y águilas reales; además del ganado de la región. También pue-den encontrarse truchas arcoíris y truchas blancas.

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20 Presencia Apostólica

Los Misioneros Claretianos de México mani-festamos nuestra gratitud al pueblo Tlapa-neco (Meph’aa) y a todas aquellas personas, seglares mexicanos y extranjeros, religiosas y religiosos, así como sacerdotes, que en forma

misionera y solidaria han contribuido a la evangelización de este maravilloso pueblo, durante los últimos 53 años.

La labor misionera se ha realizado en numerosas comu-nidades de la Montaña Alta de Guerrero, pertenecientes a las diócesis de Chilapa y Tlapa.

A lo largo de estos 53 años han participado en la evange-lización misionera de este pueblo, además de los Misioneros Claretianos, tres congregaciones religiosas femeninas: Las Misioneras Cordimarianas, las Hermanas de la Providencia de Gap y las Misioneras Eucarísticas de María Inmaculada.

Al acercarnos a la fase de consolidación y entrega de esta misión, nos retiramos con un profundo agradecimiento por lo que Dios nos permitió realizar, a lo largo de tantos años, y confiando en que los nuevos grupos evangelizadores den continuidad al trabajo y lo superen con creces.

53 años de misión en la Montaña Alta de Guerrero

Misioneros Claretianos

Es una misión que ha dado un fuerte impulso misionero a toda la provincia. Hemos tenido que ser no sólo unacomunidad evangelizadora, sino una comunidadevangelizada.

Presencia Apostólica 21

De la Palabra a la acción

LaPalabra

mayo-junio

Mayo 56º Domingo de PascuaJn 14,23-29

(…) Jesús dijo a sus discípulos: “El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará, y ven-dremos a él y haremos en él nuestra morada. El que no me ama no cumplirá mis palabras. La pa-labra que están oyendo no es mía, sino del Pa-dre, que me envió. Les he hablado de esto ahora que estoy con ustedes; pero el Paráclito, el Espíri-tu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho.

La paz les dejo, mi paz les doy. No se la doy como la da el mundo. No pierdan la paz ni se acobarden. Me han oído decir: «Me voy, pero vol-veré a su lado.» Si me amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Se lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, crean.”

La Liturgia nos ofrece hoy apenas siete de los treinta y un versículos del capítulo catorce del evangelio de Juan. ¿Qué tal si nos atrevemos a leer, pausadamente, el contenido de todo este ca-pítulo que nos habla del amor incondicional de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo? En su despedi-da, Jesús advierte que se va para prepararnos un lugar en una de las muchas habitaciones que hay en la casa de su Padre: “…para que donde estoy yo estén también ustedes.” Pero, mientras llega ese día, no caminaremos desorientados, porque: Él es el Camino, la Verdad y la Vida, y no quedamos en orfandad, porque Jesús nos ofrece la constante compañía del Paráclito, que es el Espíritu Santo, el Espíritu de la Verdad, el Consolador.

¡Sólo Dios puede ofrecernos tanto a cambio de nada!

Mayo 12La Ascensión del SeñorLc 24,46-53

(…) Jesús se apareció a sus discípulos y les dijo: “Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto. Ahora yo les voy a enviar al que mi Padre les prometió. Permanezcan, pues, en la ciudad, hasta que reci-ban la fuerza de lo alto.”

Después salió con ellos fuera de la ciudad, hacia un lugar cercano a Betania; levantando las manos, los bendijo, y mientras los bendecía, se fue apartando de ellos y elevándose al cielo. Ellos, después de adorarlo, regresaron a Jerusalén, llenos de gozo, y permanecían constantemente en el templo, alabando a Dios.

Ante el misterio de la Ascensión, no podemos plantarnos con una actitud racionalista. En éste, como en los otros misterios, no hay que preguntarnos el “cómo”, sino el “para qué”. Jesús mismo se encarga de decir el para qué de su Ascensión: para “enviar al que mi Padre les prometió”. Nos pide, entre tanto, que per-manezcamos unidos orando con toda la Iglesia: “Concédenos, Dios todopoderoso, exultar de gozo y darte gracias en esta liturgia de alaban-za, porque la ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria, y donde nos ha precedi-do él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros como miembros que somos de su cuerpo.” Amén.

¡La Ascensión del Señor es también fiesta de la esperanza!

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Mayo 19Domingo de PentecostésJn 20,19-23

Al anochecer del día de la resurrección, estando cerra-das las puer-tas de la casa donde se ha-llaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con uste-des.” Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha en-viado, así también los envío yo.”

Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pe-cados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les queda-rán sin perdonar.”

Se advierte de inmediato que esta escena es muy distinta a la muy co-nocida del día de Pentecostés con sus lenguas de fuego. Con diferente simbología, este relato habla de lo mismo, y de algo más: Jesús, des-pués de su saludo pascual, pone en movimiento a los bautizados: “La paz esté con ustedes.” “Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo.”

“Sopló sobre ellos…” En este nue-vo “ruah” (que significa viento o alien-to) advertimos la intención de Jesús de instaurar una nueva creación con el soplo de su Espíritu: “Reciban el Espí-ritu Santo. A los que les perdonen los pecados les quedarán perdonados…” ¡Felices nosotros –laicos, pastores y consagrados– que pertenecemos a la misma Iglesia, la Iglesia del perdón y de la paz, y del gozo de ser en el mun-do testigos de Jesús resucitado! ¡Ven, Espíritu Santo! ¡Ven!

Mayo 26 La Santísima Trinidad • Jn 16,12-15

(…) Jesús dijo a sus discípulos: “Aún tengo muchas cosas que decirles, pero todavía no las pueden comprender. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él los irá guiando hasta la verdad plena, porque no hablará por su cuenta, sino que dirá lo que haya oído y les anunciará las cosas que van a suceder. Él me glorificará, porque primero recibirá de mí lo que les vaya comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes.”

Entre las muchas cosas que todavía no podemos comprender, como advierte Jesús, está el misterio insondable de la Trinidad de Dios. Sin embargo, en cada paso que damos por la senda del Evangelio vamos descubriendo que Dios es amor, y lo vamos descubriendo al sentirnos arropados por el mismo Dios que, “al llegar la plenitud de los tiem-pos”, se nos revela enviando a su Hijo, nacido de mujer, para rescatar-nos de la ley, y recibir la adopción filial con el Espíritu que nos enseña a clamar “Abba, Padre” que significa “Padre mío” (cfr. Gal 4,4-7).

La Trinidad de Dios es incomprensible, sí, pero tan cercana a la vez, que Juan se atreve a decir en su primera carta: “Lo que hemos visto y oído lo anunciamos a ustedes, para que estén unidos a nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo.”(1 Jn 1,1-3). ¡Increíble, pero cierto!

Junio 2 Domingo • Lc 7, 1-10

(…) Cuando Jesús terminó de hablar a la gente, entró en Cafarnaúm. Había allí un oficial romano, que tenía enfermo y a punto de morir a un criado muy querido. Cuando le dijeron que Jesús estaba en la ciudad, le envió a algunos de los ancianos de los judíos para rogarle que viniera a curar a su criado. Ellos, al acercarse a Jesús, le rogaban encarecidamente, diciendo: “Merece que le concedas ese favor, pues quiere a nuestro pueblo y hasta nos ha construido una sinagoga.” Jesús se puso en marcha con ellos.

Cuando ya estaba cerca de la casa, el oficial romano envió unos amigos a decirle: “Señor, no te molestes, porque yo no soy digno de que tú entres en mi casa; por eso ni siquiera me atreví a ir personalmente a verte. Basta con que digas una sola palabra y mi criado quedará sano. Porque yo, aunque soy un subalterno, tengo soldados bajo mis órdenes y le digo a uno: «¡Ve!», y va; a otro «¡Ven!», y viene; y a mi criado: «¡Haz esto!», y lo hace.”

Al oír esto, Jesús quedó lleno de admiración, y volviéndose hacia la gente que lo seguía, dijo: “Yo les aseguro que ni en Israel he hallado una fe tan grande.” Los enviados regresaron a la casa y encontraron al criado perfectamente sano.

Si prescindimos de la soldadesca que en el pretorio y en el Calvario mar-tirizó a Jesús sin saber ni de qué ni de quién se trataba, ¿será mera casua-lidad que los evangelios pongan a más de un militar como protagonistas de acciones ejemplares? Tres centuriones ejemplifican esta afirmación: el centurión de Cafarnaúm cuyas humildes palabras hacemos nuestras al acercarnos a recibir el cuerpo del Señor, el centurión que dice sorpren-

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dido: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios” y el centurión bautizado por Pedro, cuando el Espíritu Santo, inspirando, primero al centurión y luego a Pe-dro, abre de par en par las puertas a los paganos. El relato de hoy parece movernos a un afecto especial por los soldados, que, sin facilidades para leer el Evan-gelio, van ganando cielo en cada momento crítico de nuestra patria: “Vengan a mí, benditos de mi Padre, porque estuve en desgracia y ustedes me ayudaron.” ¡Oremos por ellos!

Junio 9Domingo • Lc 7, 11-17

(…) Se dirigía Jesús a una población llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de mucha gente. Al llegar a la entrada de la población, se encontró con que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de una viuda, a la que acompañaba una gran muchedumbre.

Cuando el Señor la vio, se compadeció de ella y le dijo: “No llores.” Acercándose al ataúd, lo tocó y los que lo llevaban se detuvieron. Entonces dijo Jesús: “Joven yo te lo mando: levántate.” Inmediatamente el que había muerto se levantó y comenzó a hablar. Jesús se lo entregó a su madre.

Al ver esto, todos se llenaron de temor y comenza-ron a glorificar a Dios, diciendo: “Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.”

La noticia de este hecho se divulgó por toda Judea y por las regiones circunvecinas.

Al contemplar el cortejo fúnebre de Naím, no puede uno menos que pensar en el dolor del número casi in-finito de madres que lloran al lado de un hijo muerto. La “resurrección” del hijo único de una mujer viuda se nos vuelve símbolo del poder del Hijo de Dios, en quien se cumplen las palabras del profeta Isaías: “El Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros.” La autoridad de Jesús, manifestada en el milagro que realiza, no es sólo la de un profeta, sino la de aquel que se presenta como el Mesías de Israel, el Hijo de Dios y el Señor de la vida y de la muerte que sabe compade-cerse de la necesidad humana. Jesús hace presente en la historia la salvación de Dios.

Ahora sólo hay que esperar, vigilantes, que vuelva de nuevo. Conociendo a Jesús, ¿quién puede dudar de su promesa?: “Volveré y los llevaré conmigo, para que donde estoy yo estén también ustedes.” Mientras llega ese día venturoso, sigamos confesando con toda la Iglesia: “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!”

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Junio 16Domingo Lc 7,36-8,3

(…) Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús fue a la casa del fariseo y se sentó a la mesa. Una mujer de mala vida en aquella ciudad, cuando supo que Jesús iba a comer ese día en casa del fariseo, tomó consigo un frasco de alabastro con perfume, fue y se puso detrás de Jesús, y comenzó a llorar, y con sus lágrimas bañaba sus pies, los enjugó con su cabellera, los besó y los ungió con el perfume.

Viendo esto, el fariseo que lo había invitado comen-zó a pensar: “Si este hombre fuera profeta, sabría qué clase de mujer es la que lo está tocando; sabría que es una pecadora.”

Entonces Jesús le dijo: “Simón, tengo algo que decirte.” El fariseo contestó: “Dímelo, Maestro.” Él le dijo: “Dos hom-bres le debían dinero a un prestamista. Uno le debía qui-nientos denarios y el otro, cincuenta. Como no tenían con qué pagarle, les perdonó la deuda a los dos. ¿Cuál de ellos lo amará más?” Simón le respondió: “Supongo que aquel a quien le perdonó más.”

Entonces Jesús le dijo: “Has juzgado bien.” Luego, se-ñalando a la mujer, dijo a Simón: “¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no me ofreciste agua para los pies, mientras que ella me los ha bañado con sus lágrimas y me los ha enjugado con sus cabellos. Tú no me diste el beso de sa-ludo; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besar mis pies. Tú no ungiste con aceite mi cabeza; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por lo cual, yo te digo: Sus pecados, que son muchos, le han quedado perdonados, porque ha amado mucho. En cambio, al que poco se le perdona, poco ama.” Luego le dijo a la mujer: “Tus pecados te han quedado perdonados.”

Los invitados empezaron a preguntarse a sí mismos: ¿Quién es este, que hasta los pecados perdona?” Jesús le dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado; vete en paz.”

Después de esto, Jesús comenzó a recorrer ciudades y poblados predicando la buena nueva del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que habían sido libradas de espíritus malignos y curadas de varias en-fermedades. Entre ellas iban María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, el administrador de Herodes; Susana y otras muchas, que los ayudaban con sus propios bienes.

Esta escena evangélica parece no necesitar mayor comen-tario. Sucede en la casa de un fariseo que parece más mo-vido por la curiosidad de conocer de cerca a su invitado que por escuchar su mensaje… El suceso nos habla de la intención central de Jesús: el perdón de los pecados; nos

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muestra cómo los pecados quedan perdonados, cuan-do se ama de verdad. Esta enseñanza de Jesús nos lleva de la mano a otra escena muy suya de perdón, cuando le pregunta a Pedro: “¿Pedro, me amas más que estos?” y éste le contesta “¡Sí, Señor, tu sabes que te amo! ¡Asunto arreglado! Lo increíble del caso es que, después de años de contemplar a Jesús en sus muchas escenas de perdón, muchos, desafortu-nadamente, aún seguimos dudando de su poder para exorcizar el demonio de los sentimientos de culpa.

Junio 23DomingoLc 9,18-24

Un día en que Jesús, acompañado de sus discípulos, había ido a un lugar solitario para orar, les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy yo?” Ellos contesta-ron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías, y otros, que alguno de los antiguos profe-tas que ha resucitado.”

Él les dijo: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Respondió Pedro: “El Mesías de Dios.” El les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie.

Después les dijo: “Es necesario que el hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los an-cianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día.”

Luego, dirigiéndose a la multitud, les dijo: “Si algu-no quiere acompañarme, que no se busque a sí mis-mo, que tome su cruz de cada día y me siga. Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, ése la encontrará.”

En la reflexión del domingo anterior contemplába-mos el amor y el perdón incondicional de Jesús. Hoy, un escenario diferente nos conduce a un lugar soli-tario para hacernos una pregunta muy personal: “¿Y tú, quién dices que soy yo?” La respuesta acertada la conocemos de sobra: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.” Lo que ya no parece tan obvio, como no lo pareció a Pedro, es que el Mesías seguirá sufrien-do, ahora en su cuerpo místico, que es la Iglesia. No hay vuelta de hoja: “Si alguno quiere seguirme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga.” Sin embargo, no olvidemos las conso-ladoras palabras de Jesús: “Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré.” Con Jesús, no se pierde la vida porque, cuando es por su causa, se vuelve a encontrar. Les invito a leer el texto en el evangelio según san Mateo (11,25-35).

Junio 30DomingoLc 9, 51-62

Cuando ya se acercaba el tiempo en que tenía que sa-lir de este mundo, Jesús tomó la firme determinación de emprender el viaje a Jerusalén. Envió mensajeros por delante y ellos fueron a una aldea de Samaria para conseguirle alojamiento; pero los samaritanos no quisieron recibirlo, porque supieron que iba a Je-rusalén. Ante esta negativa, sus discípulos Santiago y Juan le dijeron: “Señor, ¿quieres que hagamos bajar fuego del cielo para que acabe con ellos?” Pero Jesús se volvió hacia ellos y los reprendió.

Después se fueron a otra aldea. Mientras iban de camino, alguien le dijo a Jesús: “Te seguiré a don-dequiera que vayas.” Jesús le respondió: “Las zorras tienen madrigueras y los pájaros, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en dónde reclinar la cabeza.”

A otro, Jesús le dijo: “Sígueme.” Pero él le respon-dió: “Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre.” Jesús le replicó: “Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú ve y anuncia el Reino de Dios.”

Otro le dijo: “Te seguiré, Señor; pero déjame pri-mero despedirme de mi familia.” Jesús le contestó: “El que empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios.” En esta escena vemos a Jesús subiendo decidida-mente a Jerusalén y escribiendo con trazos fuertes, con su propio caminar, las condiciones indispensa-bles para el seguimiento. No todo es Navidad en el Evangelio. Y a la Pascua se llega sólo después de una penosa subida a Jerusalén. Jesús deja en claro que en su seguimiento hay que despojarse de toda ostentación de poder, por eso reprende a sus dis-cípulos cuando preguntan: “Señor, ¿quieres que hagamos bajar fuego del cielo para que acabe con ellos?” También deja claro Jesús que en ocasiones el seguimiento exige el desprendimiento incluso de la seguridad familiar: “Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre.” Con Jesús “no se puede poner la mano en el arado y mirar hacia atrás...”, pero re-cordemos que lo que es imposible para los hombres es posible para Dios.

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Comentarios elaborados por Domingo Vázquez, CMF

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