Osvaldo Baigoirria - Anarquismo trashumante. Crónicas de crotos y linyeras

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    Osvaldo Baigorria

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    ADVERTENCIA AL LECTOR

    Este libro fue conocido como En Pampa y la va.Crotos, linyeras y otros trashumantes en su primera edi-cin de 1998, en una coleccin dirigida por MaraMoreno. Su revisin, ampliacin y reescritura me lleva-ron, como autor, a considerar que a esta versin le corres-ponda un nuevotitulo.A la inclusin de un eplogo, de unnuevocaptulo (el nmero cinco, que aporta un testimoniofundamental eliminado de la versin anterior por expresopedido de la fuente) y de algunas actualizaciones motiva-das por el paso del tiempo, se suma otra razn de fondo:anarquismo trashumante refiere a una sensibilidad o tem-

    peramento, una inclinacin a la errancia, una voluntad deandar cuya reivindicacin de la tradicin libertaria reapa-rece una y otra vez en estas crnicas de vida.

    Coleccin Utopa Libertaria

    Baigorria, OsvaldoAnarquismo trashumante - 1a ed. - La Plata :Terramar, 2008. 160 p. ; 20x13 cm.

    ISBN 978-987-617-048-2

    1. Anarquismo . I. Ttulo CDD 320.531

    Mientras exista una clase inferior, pertenecer a ella.Mientras haya un elemento criminal, estar hecho de l.Mientras permanezca un alma en prisin,no ser libre.

    Terramar EdicionesPlaza Italia 1871900 La PlataTel: (54-221) 482-0429

    ISBN: 987-987-617-048-2

    La reproduccin de este libro, a travs de medios pticos,electrnicos, qumicos, fotogrficos o de fotocopias estpermitida y alentada por los editores

    Queda hecho el depsito que marca la Ley 11.723

    Impreso en Argentina / Printed in Argentina

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    1. INTRODUCCION A LA TRASHUMANCIADe msticos, truhanes, caminantes y contemplativos.

    Se neg a los goces de la vida tranquila y sehizo un ser de distancias; no am el hogar,que era la sutura con el padre.

    (Ezequiel Martnez Estrada, 1953)

    Para ser croto no se necesita tener nombre.(ngel Borda, circa 1930)

    Desde principios del siglo XX, una subcultura de tras-

    humantes se ha dedicado a recorrer las vas y caminos dela Argentina en fuga del hogar sedentario, el trabajo per-manente, la propiedad, el patrn o la ley. Uno de los lti-mos sobrevivientes de esa especie est sentado frente am, al otro lado de una mesa coronada por una pava y unmate. Se trata de mi padre.

    Decir subcultura no significa que fueron precisamenteuna minora. Clculos oficiales estiman que entre lasdcadas del 30 y el 40 el trazado ferroviario argentino erarecorrido por una masa que oscilaba entre doscientos mily trescientos ochenta mil sujetos que por sus actividades,

    indumentaria y cdigos de comunicacin podan ser lla-mados, lisa y llanamente, vagabundos. O en criollo, cro-tos y linyeras. Es decir: el vagabundeo fue un comporta-miento social generalizado entrelos jvenes extranjeros ynativos de las clases sociales ms bajas de aquellos aos.

    Segn Laureano Riera Daz, legendario militante

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    mudanzas de trabajo, entre el periodismo, la artesanay laagricultura de subsistencia; cambios de vnculos,de pare-jas, de amigos, de proyectos..., todo mi deambular por elmundo se me antoj una ruptura con el hogar paterno.Nunca hasta que di los primeros pasos en la investiga-cin que me llev a escribir este librose me haba ocu-rrido que los quince aos que pas con la mochila a laespalda podan ser en parte herencia, continuidad, exten-sin de un proyecto inconcluso.

    Slo al sentirse legitimado por mi propio inters, l seanima hablar de su experiencia. Recuerdoque cuando lecoment acerca de mis primeraslecturas sobre los crotosgracias a las incitaciones de Ana Mara Ordez yPedroRibeiro,organizadores de un grupo de rescatede lafigura del croto histrico, se pas una mano sobre lacalva y asinti variasveces con la cabeza antes de decir:

    Yo te puedo contar muchas cosas... Cuando era pibeanduve varios aos entre los crotos.

    Pronto aprend que andar entre los crotos significaque l mismo fue croto; que viaj en trenes de carga porlas provincias de Buenos Aires y Santa Fe; que trabajen las juntadas de maz, papa, batata y otras cosechascuando pudo; que pidi o rob si hizo falta; y que dur-mi a la intemperie muchas veces. Todo esto fue salien-do de a poquito, entre mate y mate, mientras crecan misprimeros borradores sobre esta subcultura.

    Le en algn lugar que a los crotos de antes no seles conoca por el nombre sino por un apodo lecomento un da. A vos cmo te llamaban?

    El Pibe Materia responde mi viejo. El apodo melo pusoun croto ladrnquellamabanel PetisoEntrerriano,porque resultaque yo tena otitis crnicay el odo me supu-raba. Entonces el Entrerrianodeca quepor ahse me estabaescapando la materia gris. As me qued ese nombre.

    Qu vida la de tu padre! suspira mi madre de

    anarquista de Pergamino que conoci en carne propiaesa forma de nomadismo, alrededor de la PrimeraGuerra Mundial la mayora de los trabajadores inmi-grantes o criollos acostumbraban a deambular de unlugar a otro hasta encontrar su radicacin definitiva. Ensu libro Memorias de un luchador social, Riera Dazdescribe a esas masas trashumantes, sin radicacin fija,de todos los orgenes nacionales y tnicos que poblaronla Argentina... Con excepcin de las elites y la castapatricia y oligrquica, es poco probable que exista en laArgentina una sola familia que no haya tenido un linye-ra, ocasional o persistente, entre sus antepasados.

    Quiz sea una exageracin, pero ste es precisamen-te el caso de quien escribe estas lneas.

    EL PIBE MATERIA

    Tal vez por pudor, tal vez por temor a la sancin moralde mi madre o de mi familia materna otro estilo, otroorigen, otras pretensiones en un hogar de inmigrantes ita-lianos dedicados a actividades ms sedentarias o decen-tes, la cuestin es que don Samuel Baigorria se lasarregl para ocultardurante casi cincuenta aos su inicia-cin a la trashumancia. Incluso cuando su nico hijo sefue de casa a recorrer el mundo, el viejo se quedcallado.

    Cuando era muchacho, yo tambin anduve bastan-te por la provincia deca apenas, cada vez que yoregresaba y le contaba mis ancdotas de viaje. Y si no

    fuera por tu madre, hubiera andado mucho ms.De modo que me acostumbr a verlo como un hombre

    queno se atrevia aventurarsepor ahporquesu mujernoquera. Mis viajes a dedopor Amrica,desde la Argentinahasta Canad; constantes cambios de lugar de residencia,de Mxicoa Espaa, pasando por Estados Unidos e Italia;

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    existe en castellano desde mediados del siglo XIII con elsentido de vagabundo, mendigo, pobre, bufn, pcaro,bellaco y haragn. Proviene de truand, bribn, vocablocltico relacionado con los galos trugantos o trudanach,que originalmente quera decir vagabundo, y tambin conel antiguo irlands trog, desgraciado,y con el britnico tru,calamitoso.Truhn era la persona que con bufonadas, ges-tos o cuentos procuraba hacer rer y divertir (y se suponeque tambin engaar y estafar) a las poblaciones medieva-les. Ms tarde le qued slo su sentido peyorativo.

    Lo mismo ocurri con nuestros crotos. Claro que unopuede elegir transformar el insulto en elogio. Se dice queDigenes de Sinope acept con gusto el epteto de ElPerro precisamente porque otros lo consideraban unainjuria. Desde un tonel precursor de los atorrantes quevivan en caos en la Buenos Airesde fin del siglo XIX,Digenes divulg los principios de su maestroAntstenes y de la escuela cnica en la Grecia de los

    siglos V y IV a. C. Tambin lo hizo desde un bosque decipreses sobre la colina de Kranein, cerca del santuariode Afrodita, mientras tomaba sol tendido sobre la hierba.Parece que en esa colina ocurri el famoso encuentrocon Alejandro Magno, a quien Digenes, tendido sobresus espaldas, le habra dicho que se apartara porque consu sombra le estaba quitando el sol.

    Hombres acostados panzaarriba,al sol,sobre la hierba.Hombres en caminocon su ataditoa la espalda. Hombresque supieron por instinto aquello que deca Oscar Wildeacerca de la vida contemplativa: la vida que tiene por

    finalidad ser y no obrar, y no solamente ser, sinodevenir, hacerse, es la que nos da el espritu crtico.

    se es el esprituque empuja muchos jvenes de ori-gen trabajador, en la Argentina de las primeras dcadasdel siglo XX, a un devenir croto. Que no es lo mismo queciruja una palabra asociada con el oficio de recolectar

    inmediato, como disculpndolo. Y esas cosas pasancuando uno no tiene buena familia.

    ENTRE NMADAS

    En realidad,siempre hubo trotamundos. Y los motivosde esa trashumancia fueron, en general, misteriosos paralos sedentarios. A veces el detonante fue la miseria; aveces,la incapacidad de soportarlas presiones sociales,larutina, las obligaciones; en otros casos, alguna prdidaafectivau otros problemasfamiliares; en muchos, simple-mente haber escuchado el llamado de la aventura.

    Drop out, salirse, abandonar. Dejarlo todo. Adems delos nmadastribales,es decir, de los grupos que se trasla-dan sobre distintas superficies de un modo colectivo, confamilias, enseres y organizacin social especfica, a lolargo de la historia ha aparecido una y otra vez la figura

    del individuo que abandona familia, vivienda, trabajo yvida sedentaria para nomadizarse por cuenta propia.

    En principiose destaca el monjeerrante o mendicante, elsabio sin casa, el mstico itinerante. En esa imagen pre-sente en distintas tradiciones de Oriente y Occidente sesuelen proyectar ciertas inclinaciones espirituales, la nece-sidadde autoexpresin y la bsqueda de unaverdad que sehallara fuera de los muros del sedentarismo, el trabajofijo o la rutinasocial. Pero hay que tenerambicin,talen-to o predestinacin para irse al desierto, volver y fundaruna iglesia. La mayora de los vagabundos tuvo otras

    suertes: marginados, perseguidos o condenados al ham-bre, fueron marcados con distintasdenominaciones segnlas miradas en parte condenatorias, en parte envidio-sas de los asentamientos que los han visto pasar delargoo acamparpor un tiempo en las cercanas.

    En alguna poca se los llam truhanes. Esta palabra

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    de los siglos XII y XIII, cuando el ordenmedieval tradicio-nal comienza a fisurarse. All aparece una deriva nmadaentre los clrigos vagabundos y escolares mendicantesque visitan los pueblos cantando sus versos al amor libre,a la gula, a la embriaguez y a la vagancia. Los goliardosas llamados por suponerse adeptos de un mtico SanGoliascontribuyen en la AltaEdad Mediaa difundirlasleyendas del pas de Cucaa (en francs Cocagne, eningls Cokaigne), tierra de libertad, abundancia y holgan-za que existira hacia el Sur y hacia el Oeste. Lejosen elmar, al Oeste de Espaa/ hay un pas llamado Cucaa,dice un poema ingls del siglo XIV. Brueghel lo pinta, consu montaade azcar, sus tejadosde pasteles y sus aldea-nos sentados sobre la hierba esperando para abrir la bocacuandouno de esos manjares se ponga a su alcance.

    Romnticos y aventureros se lanzaron a buscar, pormar y tierra, la concrecin de estos mitos. A principiosdel siglo XVIII, los coureurs-de-bois, tramperos y caza-

    dores franceses, se distribuyen sobre la vasta franja debosques vrgenes que se extienden desde Nueva Orleanshasta Quebec, encarnando para los europeos el espritude libertad en armona con la naturaleza del NuevoMundo. Y durante el siglo XIX, la intervencin romnti-ca en las artes y estilos aviva aun ms el fuego de esedeseo de fuga del centro hacia los mrgenes y periferias.

    Luego, la irrupcin del movimiento obrero aade uncorte,unagrietafundamentalen esahuella. Un universo defamilias proletarias hacinadas en las ciudades de Europaprimero, y de Amrica despus, genera una intensa activi-

    dad poltica, sindical e intelectual contra el capital indus-trial, comercial y financiero. La lucha por la reduccin dela jornada laboral incluye el sueo de una sociedad en lacual no se trabaje ms que tres o cuatro horas diarias. Esalucha de base o de vanguardia es colectiva, gremial,partisana,pero tambin irrumpe, aquy all,en el deseode

    botellas, diarios viejos, entre otros residuos y desechos,para revenderlos en corralones y depsitos. Y muchomenos, mendigo, aunque ocasionalmente el croto podapedir para comer, en general prefera trabajar o expro-piar. Croto es, como veremos, un trmino poltico.Naci segn la etimologa ms aceptada en 1920,a partir de una disposicin de Jos Camilo Crotto, gober-nador de la provincia de BuenosAires, que permita a lostrabajadores golondrinas viajar gratis en los trenes pro-vinciales de carga. Todo lo cual habra incentivado lacostumbre ya existente de tomarse estos trenes paraseguir la ruta de las cosechas, o simplemente para viajarde un pueblo a otro sin pagar boleto cuando el trabajoescaseaba. Pero algunos dicen que el origen fue otro.

    Yo difiero declara Martn Finamori, un criollo dems de noventaaos que anduvo en la va buena partedesu existencia. La primera vez que vi el nombre deCrotto asociado a un linyera que andaba con su bolsito al

    hombrofue en una caricaturadel diarioLa Prensa. Porquecuando Irigoyen mand la intervencin a la provincia deBuenosAires, salien ese diarioun dibujodel gobernador,con su mono al hombro, junto al ttulo Se va Crotto.

    Sea comofuere, crotos fueron llamadostodoslos que sevean acurrucados sobre los techos de los vagones de lostrenes que surcaban el campo. Por supuesto que la historiacomienza mucho antes, que siempre hay una prehistoria,que una palabra nuncaalcanza a explicarlotodo, peroaquseguiremosunapista: la de quienes vieron en la trashuman-cia una va para encontrar, precisamente, su propia huella.

    EL PAS DE LA CUCAA

    Esa huella conduceen primer lugarhacia Europa, haciaunabohemiaconectada con la vidaestudiantile intelectual

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    LA SUERTE DEL ANDARIEGO

    Una aclaracin: la huella del vagabundo no es idnti-ca a la del homeless. Mientras que los habitantes sintecho de toda urbe son una muestra de exclusin extre-ma, forzada, impuesta por la sociedad de mercado, elcroto sigui voluntariamente el rastro que lo llevara aun lugar de no-pertenencia. El croto no se defini por lacarencia que implica la preposicin sin. Su estilo fuems la renuncia que el despido. Y ms el abandono delhogar que la prdida de la vivienda.

    Esa huella puede conducir hacia el mar, los bosques,las montaas o las pampas, pero conduce sobre todohacia s misma. La tierra extraa, la separacin, es lasuerte del andariego dice el hexagrama nmero 56 del IChing. Aquel que tiene pocos amigos, se es el andarie-go. El andariego no quiere otra cosa que andar. La hue-lla es un fin en s. El camino es un destino.

    Ser uno soloy nadams, porque una piedra, un viento,un ruido, ya son compaa subraya Jos Amrico BepoGhezzi, el croto ms famoso de la Repblica Argentina.

    Herclito sera uno de los nuestros, exagera EugenioRosalini, croto y profesor de filosofa, durante la Cumbrede los Crotos de Mar del Plata, en 1996. Porque, comodeca Herclitode feso, El Oscuro,en el siglo IV a. C.las cosas se dispersan y se renen de nuevo, se aproxi-man y se alejan. Como los trenes. Como las cosechas detrigo o de maz. Como los vagabundos que se encuentranen un cruce de vas y se desencuentran en otra.

    Y es en uno de esos cruces donde se produce miencuentro con El Pibe Materia.

    fuga que, siempre, es personal. Como Johnny, el persona-je del cuento de Jack London El apstata, muchos ado-lescentes hiperexplotados en insalubres fbricas textiles ometalrgicas un da abandonan trabajo, hogar y familiapara votar con los pies y treparse al primer tren decarga que los lleve hacia la libertad:

    Despus del crepsculo, con las primeras sombras dela noche, un tren de mercancas se detuvo sobre la esta-cin. Mientras cambiaban unos vagones para dejarlos enla va muerta, Johnny se desliz a lo largo del convoy.Abri la puerta de uno de ellos y, con dificultad, se enca-ram para entrar. Luego cerr la puerta. La mquinasilb. Acostado, en la oscuridad, Johnny sonrea.

    Amrica del Norte llam hobo al vagabundo que via-jaba en trenes cargueros de Este a Oeste o de Norte aSur. La base socioeconmica de esta fuga fue el movi-miento internacional de capitales, que aument la inver-sin en vas comerciales de zonas perifricas, zonas que

    por sus recursos naturales y su bajo costo de produccinpermitan obtener materias primas y vender manufactu-ras en nuevas reas de un mercado en expansin.

    As, mientras crecan en Europa las masas de migran-tes desterritorializados por el movimiento internacionalde capitales, a lo largo y ancho de Amrica muchos vie-ron la oportunidad de deambular gracias a trabajos esta-cionales, como las cosechas, la estiba, las barracas ydepsitos portuarios. Y uno de los ms importantes puer-tos de destino fue Buenos Aires. Desde aqu, extendin-dose tierra adentro sobre la telaraa de los trayectos

    ferroviarios, se despleg esa deriva apropiadamente lla-mada como un andar en la va.

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    2. LA TRADICIN ITINERANTEDe los atorrantes, los vagabundos alemanes,los tirabombas, la importancia del ferrocarril,

    las cosechas y el hombre de la bolsa.

    Huelga general para toda la vida!(Gregor Gog, 1929)

    Yo crea que todos los crotos eran ladrones mimadre, sentada a la cabecera de la mesa del comedor, seabanica con una revista. Parece tan sorprendida como yode los relatos de mi padre.

    Ves por qu nunca le dije nada? l me mira decostado. Ella es muy sugestionable.

    Pero mam tena su parte de razn. Las familias deinmigrantes con oficio como la de mi abuelo materno,queera sastre desconfiaban de los queno tenanocupa-cin fija. Los inmigrantes sin oficio constituan el 75 %del total de los recin llegados a Buenos Aires alrededordel 1900. Si no encontraban trabajo,o si tenan que espe-rar varios meses hasta la prxima cosecha, pasaban aengrosar las filas del submundomarginal, portuarioy ori-llero, en crecimiento desde 1880 en adelante.

    EL DEVENIR ATORRANTE

    En esa poca, la palabra atorrante comienza a apare-cer en versos populares y crnicas periodsticas para

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    milagro, de los residuos de la ciudad, de lo que llueveprovidencialmente, del aire, de nada. Pero el caso es quevive sin recurrir al dao.

    Entre la crtica y la alabanza, los cronistas de la pocadibujan unaimagen imprecisade esa tribu urbana en la quepodancontarse napolitanosque se ganaban la vidahacien-do girar la manija de un organito, franceses que abandona-banla ribera para largarse a caminar porel campoy exabo-gados alemanes que mal que les pese a sus apologis-tas,antes de morirde hambre o dedicarse a la mendici-dad, preferan buscarcomida en un gallinero ajeno.

    Este conglomerado de extranjeros tambinvena a sus-tituir a un personaje que el empedrado de las ciudadesexpulsaba hacia el campo: el mendigo de a caballo. A lolargo de todo el siglo XIX, la figura del jinete mendicante,quevivaen lasorillasde la ciudadperorecorralas callescntricas, represent a una especie de hijo bastardo delgaucho nmada que para escapar de la injusticia de la

    civilizacin haba escogido vivir a la intemperie pampea-na. Por contraste, ese mendigo de a caballo dependa delas ddivas de la ciudad. De todos modos, segn cuentaEmilio Daireaux en Vida y costumbres del Plata (1888),acaso por el mero hecho de ir a caballo, no era vulgar nidesdeado, era una especie de gaucho hidalgo, poco apropsito para el trabajo y que no juzgndolo digno de l,se convirtien brujo, adivino, decidor de la buena ventu-ra, poseedor de remedios cabalsticos, algunas vecespayaso, que finga estar loco o tonto para excitar la com-pasin del pueblo y alegrarlos barrios o cuadras.

    El atorrante, por su parte, fue el europeo sin trabajoque se instal en las orillas, tratando de evitar con alti-vez el hbito de la limosna. Producto del cruce entrecorrientes migratorias y un nuevo sistema de relacionessocioeconmicas en la Argentina, particularmente en elrea urbana, el atorrante es un sujeto social que as como

    referirse a los residentes de los grandes caos que yacana lo largo de la ribera portea, desde la barranca de laRecoleta hacia el sur. Segn Fray Mocho, fue el escritorEduardo Gutirrez autor deJuanMoreira quienutili-z esa palabra por primera vez en el diario La PatriaArgentina: la compaa que fabricaba esos caos, destina-dos a las obras sanitarias en construccin, era A. Torrant,nombre de marca que habra quedado grabado como unestigmaparalossquatters de laviejaBuenosAires. No obs-tante, el epteto puede tener otro origen, asociado con elverbo atorrar dormir que ya exista en el vocabularioargentino por lo menos desde 1870. Atorrante sera aquelque, como siempre duerme, nunca trabaja.

    Sin embargo, los atorrantes tenan su dignidad: noeran mendigos, segn admite Fray Mocho (bajo su otroseudnimo, Fabio Carrizo, en una Caras y Caretas dediciembre del 1900), sino gentes que ms por desabri-miento de la vida, por voluntad, abandonan los halagos

    y comodidades que pueden brindarle los recursos o susfamilias y se retiran a un paraje solitario a llevar unaexistencia exenta de las molestias que puedan produciren su organismo las exigencias de la vida diaria.

    Otros relatos acerca de esta minora han sido menosirnicos. Jos Mara Salaverria escriba en TierraArgentina, Madrid, en 1910: El nombre de atorrante loexpresa todo; equivale a holgazn, hambrn, vagabundo.Pero no se parece a ninguno de sus hermanos europeos.No es el pcaro espaol, ni el pordiosero italiano, ni elvagabundo francs; participa de ciertas cualidades de sus

    congneres, sin ser igual a ellos. El cheminaux francs esquien ms se le asemeja; pero este vagabundo de loscaminos de Francia incurre con frecuencia en el robo ola rapiera campestre, en tanto que el atorrante no robani perjudica a las huertas y gallineros. Tampoco pordio-sea. De qu vive, en ese caso? Nadie lo sabe. Vive de

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    con pantalones cortos, sombreros tiroleses y capas delana. Catorce mil de estos wandervogelsirvieron en laPrimera Guerra Mundial, y una cuarta parte de ellosmurieron en combate. Ms tarde, muchos de los sobrevi-vientes se volvieron nazis.

    La influencia de ideas socialistas libertarias y anarcoin-dividualistas en el movimiento obrero y estudiantil euro-

    peo pronto sera el detonante de otro tipo de vagabundo,ms internacional que tirols, ms ateo que goliardo, mslumpenque burgus. En el perodode entreguerras se pro-duce un fenmeno de errancia masiva en direccin a losbosques y camposde Europa. Jvenes alemanes,holande-ses, suecos, noruegos, daneses, etc. salen cada primaveraa andar con un atadito al hombro, durmiendo bajo lasestrellas y trabajando en las cosechas de trigo, fruta olpulo para cerveza. SegnOsvaldo Bayer, hacia finesdelos aos veinte antes de que el crecimiento de las ban-dasde choquenazis barrieranconestefenmeno se cal-

    culaba que slo en Alemania deambulaban cincuenta milvagabundos: toda una subcultura que haba inventado unajerga propia con ms de dos mil vocablos, y un lenguajede signos y seales que dejaban talladasen las cortezasdelos rboles, cercade las carreteras, para avisara otros, porejemplo, si en la prxima aldea haba policas, o perrosbravos, o prostitutas. En su libro Landstreitcher, KnutHamsunnarrla vidade estosseres orgullosos,individua-listas, enemigos de la autoridad.

    Bayer observa que, denominndose a s mismosmonarcas, se juntaban sobre todo en isla de Fehmarn,

    en el mar Bltico, donde despus de trabajar en las cose-chas se gastaban su dinero en las tabernas y prostbulos,realizaban desfiles y festivales, y se enfrentaban con lapolica, a quien ridiculizaban en versos y canciones.Haba entre ellos personajes como Pitz, de quien se decaque haba sido compaero de caminatas de Mximo

    casi no exista antes de 1880 segn observa LeandroH. Gutirrez, tampoco es registrado despus de 1930:La palabra que lo designaba puede haber sobrevivido,pero no aquel sujeto especfico a quien ella evocaba.

    No puede decirse lo mismo de los crotos: aqu, pala-bra y sujeto establecen puntos de contagio que reprodu-cen estilo, costumbre, linaje de minora dentro de una

    tradicin subterrnea en la historia de Occidente.

    MONARCAS DEL CAMINO

    En Alemania ya exista la tradicin del wanderer, delerrante o vagabundo, que Hermann Hess retrat en sunovela Knulp. ste fue el nombre del personaje que selas ingeniaba para no trabajar, que coma y dorma en lacasa de numerosos amigos que envidiaban sus aventu-ras, y que saba seducir a las chicas de todos los pueblos

    que atravesaban su camino. Pero Knulp un da envejece,enferma y se quiebra. Escapando de un hospital en elcual iban a internarlo, al final se encuentra solo, mori-bundo y cansado en medio de una tormenta de nieve y,entre aoranzas de una infancia feliz, se pregunta cmofue que la vida lo llev a ese lugar.As llega a sostenerun dilogo final con Dios, quien le muestra, si bien tar-damente, su vocacin o llamado: Knulp tuvo que ser unvagabundo para llevarle a los sedentarios un poco demsica, de alegra y de nostalgia por la libertad.

    Otros wanderers no esperaron tanto para asumir esa

    misin y se largaron alegremente al camino. Una de lasformas de esta tradicin, sobre finales del siglo XIX, fue elmovimiento llamadowandervogel(pjaroserrantes): ado-lescentes alemanes de origen burgus que, inspirados talvez en los antiguos goliardos, salan de mochileros, com-ponan canciones y acampaban en los bosques, vestidos

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    a grupos de expropiadores (partidarios de la accinarmada). Al enterarse de la represin militar que terminacon la vida de unos 1.500 peones rurales desarmados(segn cifras de los anarquistas), su conmocin es talque decide tomar la decisin que cambiara para siempresu derrotero: atentar contra la vida del jefe militar res-ponsable de los fusilamientos.

    La historia es conocida y ha sido narrada de un modomagnfico por Osvaldo Bayer: Wilckens arroja unabomba de mano al paso de Varela en la calle Fitz Roy, esherido por varias esquirlas, no puede huir muy lejos, ter -mina en la crcel. All ser ejecutado con un tiro en elpecho por un nacionalista de la Liga PatriticaArgentinallamado Prez Milln. Y a partir de ese momento serinmortalizado por decenas de versos y alabanzas.

    As, Miguel ngel Roscigna, en un artculo que apa-rece en el peridico Anarchia, de Severino Di Giovanni,llega a elogiar la figura de los vagabundos que al estilo

    de ese gran linyera que fue Kurt Wilckens, con su monoal hombro, insometibles, inadaptables a la esclavitud delsalario..., recorren el mundo de punta a punta, atacandoy desgarrando en mil formas el falso principio que some-te a los pueblos: la autoridad.

    MAS CROTO QUE LINYERA

    La palabralinyera(al principiocon ghen lugar de y)era usada en la Argentina para designar a quien llevaba al

    hombro ese atadito de ropa que los italianos denominabanquiz irnicamente lingera (del neologismo lingeria:lencera o ropa interior). Todo parece indicar que los pri-meros linyeras fueron italianos, diceAliciaMaguid, la hijade Jacobo Maguid, dirigente histrico de la FederacinLibertaria Argentina (FLA). En un ensayo titulado Los

    Gorki. Eric Muhsam, quien en contra de la idea marxistadel marginal como lumpenproletario, sigui las ideasde Bakunin y fund un grupo llamado Vagabundos.Gregor Gog, quien organiz el primer congreso interna-cional de vagabundos en Stuttgart en 1929, en donde seproclam la huelga general para toda la vida. Y JostPompold, cuya consigna era el da que todas las mujeres

    del mundoejerzan la prostitucin comenzar el verdade-ro clima revolucionario.

    CONTRA LA ESCLAVITUD DEL SALARIO

    Uno de esos personajes fue Kurt Gustav Wilckens, elvengador de losfusilamientos de la Patagonia,que matdeun bombazo al teniente coronel Hctor B. Varela en 1921.Wilckens, que era de una familia de la alta burguesa, nolleg a ser trashumante en su Alemania natal sino en

    Estados Unidos, a partir de 1910. All recorri el pas conun atadode ropaal hombro, trabajandoen las cosechas, enfbricas de envases de conservas y pescados en escabeche,en minas de carbn, participando en asambleas y organi-zando luchas sindicales. Varias veces termin despedidode sus trabajos y encarcelado; finalmente, fue expulsado.Pero en vez de quedarse en Alemania, volvi a cruzar elAtlntico, esta vez en direccin al sur: la Argentina serael destino donde alcanzara la estatura de hroe.

    Aqu tambinWilckens vivi como un linyera y traba-j ocasionalmente en las quintas de frutales, en los huer-

    tos y en los puertos de la Patagonia. Cuando estalla larebelinpatagnica de finesde 1920,Wilckensya vive enBuenos Aires, donde la polica lo tiene fichado por susvinculaciones con gruposanarquistas porteos. Aunqueesun anarcopacifista, un antimilitarista influidopor las ideasde Tolstoi, tambin respeta y conoce personalmente

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    principio, a los cosecheros; o sea, a los que iban a trabajara las juntadas de maz o trigo y despus se volvan a suscasas. En cambio, croto se llamaba a aqul que andabasiempre enla va,a vecesen las cosechas y otrassin traba-jo. Porque era bravo, eh? No era una vida para cualquie-ra. Yo te dira que un croto no se hace; nace.

    Por supuesto que no estuve de acuerdo con esta lti-

    ma afirmacin me pareci retrica, aunque opt porcallarme. Con el tiempo aprend que era exacta.

    EL HOMBRE DE LA BOLSA

    Si la deriva de las bohemias urbanas consisti endeambular por ambientes variados dentro de una mismaciudad segn las solicitaciones del terreno y los reen-cuentros que a l corresponden (Debord), el movimien-to de la bohemia rural fue, por el contrario, en direccin

    a los espacios abiertos y poco habitados.Sin duda, el ferrocarril constituy, como dice Alicia

    Maguid, el decorado indispensable para la puesta enescena de nuestroscrotos. Se haba extendido a lo largodel pas segn la estrategia que ms convena al capitalingls, que incentivaba el desarrollo de ciertas regionesagroexportadoras, como la pampa y el litoral, en detri-mento de otras. Con fletes reducidos para los productosmanufacturados que venan del exterior principalmentetextiles fabricados en Gran Bretaae incrementos paralas artesanas que venan del interior, el trazado de las vas

    se concentren un 90 por cientoen BuenosAires y en lasprovincias del litoral: la meta era abaratar los costos deextraccin y transporte de materias primas para que staspudieran desembocar rpidamente en las zonas portuariasy conquistar mercados para los productosimportados.

    El itinerario de la deriva crota en aquellos aos sigui,

    crotos: la militancia trashumante, publicado en 1970,Alicia seala que durante la primera dcada del siglo XXya era popular una copla en jerga criollo-genovesa: DeTucumn in Salta/ de Salta in Santa Fe/ la pobre linghe-ra/ marcha sempre a pie/ Per qu?/ Per que no gedie....No ge die, expresin asociada probablementecon el italiano non guadagna, no gana (dinero).

    Los linyeras eran, en su mayora, trabajadores golondri-nas que,como las avesmigratorias, venan cadaprimaveraen vapores de tercera clase, viajando a veces en la proa oentrelos puentes, se quedaban tres o cuatro meses para lascosechas, y volvan a Europa alrededor de mayo a gastarseel dinero que haban juntado. Sostiene Julio Mafud en Lavida obrera en la Argentina que en la primera dcada delsiglo XX entraban al pas unos 100.000 trabajadores golon-drinas porao.El atadode ropa quellevabana cuestas,conel tiempo, pas a llamarse el mono, tal vez sugiereHugo Nario por la semejanza con la costumbre de los

    gitanos de andarpor los pueblos con un monito al hombro.El mono se armaba con una bolsa de arpillera con las cos-turas abiertas para guardar la ropa, y se anudaba en dospuntas paraque el brazopasase entre las ataduras, pudien-do as llevarse cmodamente al hombro.

    Ms tarde, la descripcin de golondrina dej de apli-carse a la mano de obra europea que vena a trabajartem-poralmente al pas para designar a todos los que iban yvolvan de las cosechas a sus hogares distantes, en sumayora criollos. Y el trmino linyera comenz a ser sus-tituido por el de croto. Palabra de consonantes fuertes,

    breve, agresiva, til para sealar con un dedo a ese recor-te criollo de una largaderiva.Yo te voy a decir cul es la diferencia entre croto y

    linyera interviene mi padre, con cierto aire de suficien-cia, cortndose un pedazo de budn de pan que cocinmam para acompaar el mate.Se les deca linyeras, al

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    Crotos que ayudaban a fundar bibliotecas populares, sin-dicatos agrarios, conjuntos de teatro, grupos de lectura yestudio. Y crotos filsofos que aadan a las lecturas deMalatesta, Kropotkin, Bakunin, Faure, Fabbri, Reclus yFerrer, los libros de Jos Ingenieros, Gorki, Tolstoi,Stirner, Nietzsche o Schopenhauer, adems del casi olvi-dado Mikhailde Panait Istrati.

    Monarcas de los caminos del ferrocarril, los crotos deaquellos aos fueron una especie de elite de los mrge-nes, una contracultura itinerante que quera sentirselibre, fluida e inasible frente al poder, el patrn y la poli-ca. Sus vidas fueron la propaganda en actos, la puestaen escena de lo que otros escribiran, como seal el dra-maturgo Rodolfo Gonzlez Pacheco en los aos 20: Esel bohemio de la ciudad trasladado al campo. El mismotipo romancesco y belicoso. El mismo hombre, libertariopor esencia, de pie al margen de las vas, como el otro depie al margen de las sanciones burguesas.

    Dejen lo seguro por lo inseguro, llamaba AndrBreton, desde Pars, en la misma dcada. Dejen, encaso necesario, una vida cmoda, lo que se les ofrecepara el porvenir. Partan por los caminos. Los crotos nonecesitaban siquiera enterarse de que existan esas con-signas. Ya haban escuchado su propio llamado.

    por lo tanto, las lneas frreas que conectaban las zonascosecheras. Trigo, lino, cebada, alpiste y granos eranjuntados en los primeros meses del verano en Santiagodel Estero, Santa Fe, BuenosAires, La Pampa y el sur deCrdoba. La cosecha de maz una de las ms solicita-das de mano de obra comenzaba en febrero en el nortede Santa Fe y despus continuaba en la provincia de

    Buenos Aires. Tambin haba cosecha de papa y batataen Buenos Aires, algodn en el Chaco, yerbatales enMisiones, obrajes madereros en Santiago del Estero,Santa Fe y Chaco, azcar y tabaco en Salta, Tucumn yJujuy, y recoleccin de fruta en Ro Negro.

    As comenz a dibujarse esa caricatura del hombrede la bolsa que, con la barba crecida, las ropas desechasy la bolsita a cuestas, merodea las casas del imaginariocolectivo. Slo en los ltimos aos del siglo XX y, enparticular,gracias a las investigaciones de Hugo Nariose empez a rescatar del pasado la figura del croto que

    deambulaba de cosecha en cosecha. Pero as como siem-pre ha sido equvoco colgarle esa etiqueta a todo aquelque vive abandonado en la calle, tambin lo es creer queel crotaje de la primera poca era slo un mundo de bra-ceros rurales en busca de trabajo.

    Haba crotos fugitivosde la ley, la familia o el sistemasalarial. Haba peones rurales pero tambin delincuentes,desde rateros hasta asaltantes a mano armada. Crotos quevendan artesanas, baratijas, biyuterade la poca. Crotosque cuando envejecan se compraban un carritoy un caba-llo para realizar ese reciclaje primitivo que fue el cirujeo.

    Crotos que cazaban nutrias, zorros y vizcachas. Crotosmilitantes, con la bolsita cargada de libros, volantes operidicos anarquistas (bsicamente La Protesta y LaAntorcha) que llevaban a los rincones ms alejados delpas. Crotos que se instalaban como maestros de pueblosin ttulo para alfabetizar a los habitantes rurales.

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    3. TERICOS DE FOGNDe la militancia nmada, las lecturas y discusiones,

    la campaa de ideas y el ngel de la libertad.

    Cada uno es siempre libre de abandonara su capricho, de hacer bando aparte si estole conviene, de quedar en el camino si estfatigado, o de tomar el camino de vuelta siest aburrido.

    (Joseph Djacque, 1858)

    Corra el ao 1931. Mi padre, con sus diecisis aos a

    cuestas, y apenas con tercer gradoaprobado en la primaria,decide abandonar el trabajo de lavacopas que tena en unbar de Mataderos situado en Tellier (hoy Lisandro de laTorre) y Rod porque las cuentas ya no le cerraban: sehaba jugado la mayor parte del sueldo al billar y no tenadinero parallevarlea su mamy cincohermanos.Entoncesse le ocurre no volver a casa y largarse a andar de croto.

    Pero antes fui a un restaurant del barrio a juntar pro-visiones. Me senten unamesaque estabacerca de laven-tana.Ped de todo:para empezar, vermouth con su corres-pondiente picadita. Despusuna parrillada completa, vino,

    postre. Cuando termin de comer, esper a que el mozoestuviera dado vuelta, cerca del mostrador, y sal corrien-do. Me persiguieronvariascuadras. Al finalme escondenun potrero y no me encontraron ms. Enfil para LaTablada. El mozo todava me debe estar corriendo.

    As empez la trashumancia de quien sera conocido en

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    circulacin de ideas. Mi padre fue siempre un lectorvido que form buena parte de su cultura literaria ypoltica gracias a las influencias de los anarquistas quefrecuent en la va. Aos ms tarde me dara a leer losautores que haba aprendido a querer en su juventud:Alejandro Dumas, Julio Verne, Jack London, AnatoleFrance, Vctor Hugo, Len Tolstoi...

    Ya mi saco est deshecho/ se me ha roto el pantaln/por eso es que me encamino/ hacia la revolucin eranlos versos annimos que se cantaban en los fogones.Que me miren por delante/ que me miren por detrs/ yosoy siempre un libertario/ que va contra el capital.

    Por qu haba tanto anarquismo en esa trashumancia?Lgicamente, el discurso anarco sobre la libertad deba serms afna loscrotos quecualquierotrodiscurso polticodela poca. Por otra parte, los peridicos y grupos anarquis-tas siempre se interesaronporpolitizara estosvagabundos.

    Hay, al lado de las vas, bajo los puentes, a travs de

    las montaas, los desiertos y los bosques, innmerosproletarios rebeldes a la explotacin de la autoridad y lamoral burguesas deca La Antorcha, el 1 de mayo de1925. Lingheras, hermanos nuestros!

    Los Iconoclastas, Los Intelectuales, Los Incrdulos oEl Sembrador de Ideas fueron algunos de los gruposorganizados por esos trashumantes politizados. ElManifiesto, Alba Libertaria, La Rebelin, Pampa Libre ,algunos ttulos de las incesantes publicaciones cratasque nacan en cada pueblo donde pona los pies algunode esos militantes nmadas.

    Uno de los textos ms ledos en las ranchadas a lolargo y ancho del pas era la Carta gaucha, escrito enTandil por Luis Woollands, bajo el seudnimo de JuanCrusao. El texto intentaba reproducir la jerga criollahasta en la ortografa: Yo deseaba que todos aprendie-ran de golpe parhaser enseguida noms la revolusin y

    la va comoEl Pibe Materia. En La Tabladase acerc a unfogn alrededor del cual estaban tomando mates unos lin-yeras. stos lo invitaron a quedarse, y le hablaron de lacosecha del maz que en esos momentos comenzaba en laprovincia de SantaFe. Porqu no te venscon nosotros,pibe?, le dijo uno. Yo no s cosechar maz, respondiel Pibe Materia. No importa, te enseamos. Y as fue

    como se enganch con ellos. En un tren de carga, partie-ron esa misma noche.

    Mi viejo aprendi a cortar la chala con la aguja maice-ra y llenar esa bolsa llamada la maleta, que se ataba alcinto y llegaba hasta el suelo. La bolsa se arrastraba porel surco, entre las piernas; por cada una le daban treinta ycinco centavos. Haca diez bolsas por da, y alguna vezquince. Pernoct en estancias o a la intemperie, recorrilos campos techiando sobre los vagones de carga, ven-di baratijas cuando hizo falta.

    Comprabacadenitas, estampitasreligiosas,libros de

    cocinaen un puebloy despus losvenda en otro.Cuandose me acababan, peda. A eso le llambamos hacer lacatlica. O directamente Isabel La Catlica.

    LA MILITANCIA NMADA

    Un nuevotipode sujeto, de personalidadmarginal,cra-ta por instinto,crecaen esoscamposen las primeras dca-das del siglo XX, sealando los posibles rumbos de unamutacin de la existencia social. Una de las opciones era

    el devenir croto como viaje de conciencia, o sea, vaga-bundear para lo que ms tarde se llamara bajar lnea.En las ranchadas, los que no saban leer escuchaban

    las lecturas en voz alta que realizaban los ms militantesa la luzde losfogones. sta fueel aula donde crotos jve-nes comoEl PibeMateriacomenzaron a interesarse por la

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    ya estaban en lucha contra los abusos de la patronal.Atraves huelgas, represin, intento de toma del estable-cimiento por parte de los obreros, despido y crcel. Yluego reinicisu travesa por las provincias argentinas.

    Borda fund sindicatos de trabajadores navales,estiba-dores y peones rurales, en Entre Ros y en Buenos Aires.Ayud a crear clubes deportivos, bibliotecas, peridicos

    comarcales, conjuntos filodramticos en remotas pobla-ciones rurales, a las que llegaba croteando en trenes decarga.Y recogiancdotas, reflexiones, cuentos y poemasque fueron publicados post mortem como Perfil de unlibertario por la editorial Reconstruir en 1987.

    En esos textos se retrata el pas de los crotos desde laexperiencia directa, en un tipo de crnica con poca timi-dez antela seduccin de la apologa:La autoridad, la ley,no figuraban de ningn modo; la hermosa libertad brilla-ba en todo su esplendor. Los vagabundos encontraban allun clima, un ilimitado campo de seguridad y tranquila

    estancia, dice Borda acerca de una estacin ferroviariaalrededor de la cual solan acampar los linyeras. Comopor acuerdo tcito, cuando unos llegaban otros partan.Sabidoes quelos crotosnunca quedanfijos en lugaralgu-no. Ellos estn siempre partiendo. El cambio constante,andar, andar en una fiebre que empuja, que compele, yellos se van siempre de todas partes por muy bien quealguna vez los traten. Y hablando prcticamente de smismo, Borda relata: Siguiendo el rastro del primervagabundo que anduvo de a pie por estas pampas, quereneg del caballo porque lo consider un humano, y de

    otroque andaba en su sangre buscandosenderosno holla-dos, se puso en la huella. Se intern siguiendo la lneaverde del horizonte, terminando por enamorarse de remo-tas lejanas a las que puso empeo en alcanzar.

    Borda reuni el primer glosariode modismosy lunfar-das en el habla de los crotos.Y recogi un refraneroque

    quedarnos dueos del pas... Todos los pobres comeranentonse y tendran con qu vestirse sin gastar nada; bastacon que todos trabajasen un poquito. Y quin iba a sertan maula pa no animarse a trabajar tres o cuatro horaspor da, ques lo que le tocara a cada uno?.

    Pap, es cierto que haba tantos anarquistas entrelos crotos? pregunto, todava algo incrdulo, mientras

    l cambia la yerba del mate.Casi todos eran anarquistas sentencia El Pibe

    Materia. Con la vida que hacan,quotracosa podan ser.

    DESCALZO Y LIGERO

    Mario Anderson Pacheco, Enrique Balbuena, MarcosRiskin, Francisco Martnez, Anacleonte, son algunos delos nombres que Alicia Maguid recuerda como ejemplosdel militante que llegaba con su palabra hasta los parajes

    ms alejados del pas. Aunque tal vez la mejor personi-ficacin de ese sujeto fue ngel Borda.

    Nacidoen EntreRosen 1901,quienluego serauno delos fundadores de la FLA se acerc a la vida de linyera alos catorce aos. Despus de dejar su casa, se puso a tra-bajaren un hornode ladrillos, en un potreroen cuyosalre-dedores acampaban caminantes y viajeros. Y a causa deuna pelea, en la cual muri un hombre, tuvo su primercada en una comisara. Fue castigado con cepo, grilletesy barra.Tras su libertad,con apenas quince aos, comen-z a vagabundear por su provincia y por la de Buenos

    Aires. Aprendi muchos oficios, entre los cuales destacael de croto saquetero o estibador. En medio del clima deagitacin desencadenado por la Revolucin Rusa, Bordamarch hacia el Chaco aunque en vez de tren, utilizlos barquitos y lanchones que navegaban el Paran eingres en la maderera de La Forestal,cuyos trabajadores

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    Hay dos categoras: el que se pelea con la mujer yse va de la casa; y el otro, que va a hacer, como quiendice, campaa ideal. Va y explica cmo tienen que hacer,que luchar, que organizarse. As era l (ngel). No per-da la ocasin en decirles que era necesaria la organiza-cin... El croto idealista realmente nunca perdi ocasinde plantear las luchas. O bien la emancipacin de la

    mujer o la del hombre. Ahora las luchas sociales son dis-tintas, no? Ya no se crotea como antes.

    Nostalgias de otros tiempos, cuando andar en la vaera tambin una militancia..., y cuando una pareja podaencontrar su equilibrio entre libertad y compromiso.

    Yo comprenda que l haba luchado tantos aos,libre de andar de aqu para all, que necesitaba que,aparte de que lo quisieran, comprendieran su ansia delibertad. Yo saba que si lo trataba de atrapar, comoquien dice, en dos das se iba a ir. Entonces trat de res-petarle su libertad..., pero tambin ojo que peda la ma,

    no? Que por algo me llamo Libertad.

    comparte dichos gauchescos con otros provenientes de lainmigracin europea. Vado scalzo e vado leggero, sensarobba e sensa pensiero (voy descalzo y voy liviano, sincosasni pensamientos)deca un refrn talo-croto,hacien-do quizas eco a la deriva linyerade Arthur Rimbaud:Sinhablar, sin pensar, sin dolor ni tristeza/ el amor infinitoascender en mi ser/ e ir lejos, muy lejos,por la natura-

    leza/ feliz como si fuera con alguna mujer.

    EL NGELD E LA LIBERTAD

    En verdad, para la mayora de estos hombres, la mujerconcreta, de carney hueso, fue el factor sedentarizante porexcelencia. ngel Borda, no obstante, se las arregl paracrotear en nombre de la causaaun despusde casarseyde tener una hija.En una viviendade Villa Luganodondese conservan las esculturas quehacangel a partir de ra-

    ces de rboles,su esposa, Libertad, pudo aportar testimo-nios sobre aquella vida a Ana Poliak, la directoradel filmQue vivan los crotos. Lo que se dijo en esas grabacionesnunca fue editadodentro del montaje de la pelcula, peroaqu aparece en parte gracias a la gentilezade Poliak.

    Lo que buscbamos juntos es, justamente, lo queantesse llamabala revolucin social sonlas palabrasdeLibertad, quien aprendi el arte de esperar con pacienciael regreso de su marido de aquellas croteadas. Mujerescrotasno ha habidograncantidad. S de algunamuchachaque anduvo, pero no mucho, no es comn. Ha habido el

    caso de una familia que se va a la cosecha, pero sta noera la idea de la crotera, no? El croto de antes era otracosa. Era la lucha, era ensear a luchar, no?

    Estuvieron casi treinta aos juntos. ngel muri en1980. Durante esa convivencia, Libertad adquiri unamirada poltica acerca del mundo de los crotos:

    ANARQUISMO TRASHUMANTE3736 OSVALDO BAIGORRIA

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    4. LNEAS DE FUGADe linyeras expropiadores, crotos violentos,

    saqueteros, cuchilleros, xitos, fracasos y regresos.

    Trabajadores del mundo: unos y dejad de trabajar.(Jim Haynes, 1978)

    En la vida uno anda siempre como perdido sen-tencia El Pibe Materia, revolviendo el agua donde hier-ven los tallarines. Pero en la va, de croto, uno andacomo encontrado.

    l siempre fue medio poeta suspira mi madre,

    cndida como nunca, mirndolo con admiracin.Supongo que se habrn enamorado mucho. Sin embargo,la imagen que ella me trasmita de l, a lo largo de miniez y adolescencia, no era tan feliz. Mi viejo aparecacomo un honesto y esforzado trabajador con poca fortu-na y a merced de un mal carcter que lo haca cambiaruna y otra vez de empleo; un hombre que se peleaba conlos patrones y que no aguantaba en ningn trabajo. Locual nos ocasionaba una tremenda inestabilidad. sta es,a grandes rasgos, la imagen que qued grabada en mismemorias. No obstante, las ancdotas del tiempo en que

    l fue croto le aaden otra pincelada al cuadro.Yo era medio ladrn solitario en esa poca ase-gura El Pibe Materia. Despus me correg.

    Lgico: una gallina, una oveja ajena, una chacramedio descuidada eran presa fcil para quienes deambu-laban de una cosecha a otra.

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    Gonzlez Pacheco, quien adems de dramaturgo fuedirector de La Antorcha, en un artculo titulado, precisa-mente, Ladrones. Lo nico que est por verse es si losque les roban a ellos no son de la misma data, de unaautntica moral ladrona: apropiadora... Cul es el fin delque roba?Acaparar. O, cuanto menos, sacarle el cuerpo altrabajo y la esclavitud que es su derivado inmediato. Para

    librarse de ser esclavos se juegan la libertad.El Dandy es el apodo de Germinal Cerella, un hijo

    de anarquistas que a su modo se libr de la esclavitud delsalario: primero fue croto, despus pistolero, se dedic alcontrabando y al juego clandestino, y termin disfrutan-do de sus ahorros en un chalet de dos plantas en la loca-lidad de Ituzaing en compaa de una esposa francesaque vena en viaje hippie desde Katmand y que cono-ci en las islas Canarias. Germinal muri a los noventay dos. Su mujer tena cuarenta y cinco aos menos.

    Haba mucha gente del hampa entre los crotos

    informa El Pibe Materia. Yo conoc pistolerosfamosos en su poca: el Chileno, Facha Bruta, Boquita.ste el apodo se lo gan porque tena la jeta as miviejo abre las manos en un ademn que indica el tama-o posible de una boca. Otros eran ladrones de pocamonta. Como uno que se llamaba As de Basto. Cuandoun grupo entraba a robar en alguna casa, l enfilabasiempre para la cocina: se llevaba ollas, sartenes, cace-rolas... Tena una obsesin con eso. El vagn en el queviajaba As de Basto pareca una batera de cocina.

    Haba tambin personajes que deban cuentas a la jus-

    ticia y que se perdan entre los vagabundos para pasardesapercibidos. Cada tanto, algunos de stos reunan unabanda para dar un golpe.

    El Pibe Materia tambin rob en compaa, aunque sinmucho xito. El golpe mayor fuecon unamigo al quellama-ban El Platense, en una tienda de ropas e indumentarias.

    Eran trabajadores tan dignos y con tanto sentido dela responsabilidad social sola justificar HctorWoollands,el hijo de Juan Crusao que no trepidabanen arriesgarse a recibir algn chumbo de los cuidadoresdel capital y en cambio no se sometan a la bajeza y a lahumillacin de ir a solicitar limosna de puerta en puerta.

    Exageraba, por cierto. Algunas veces mi viejo altern

    el pedir de puerta en puerta con llevarse, en algn des-cuido, lo que se le pona a mano.

    Una vez yo andaba haciendo la catlica por el pue-blo de Henderson, provincia de Buenos Aires reme-mora, mientras hace fuerza para que no le tiemble elpulso al servir tres platos de fideos con salsa casera.Resulta que yo iba a pedir a las casas particulares y a loscomercios que encontraba abiertos. De repente meencontr con una armera en la que no se vea a nadie;estaran por el fondo. Entr y claro, al hacer ruido tenanque haber salido a atender. Era su obligacin. Pero como

    no sali nadie, vi unas armas en una vitrina, abr y saquun revlver calibre 38. Por qu? Bueno, ya que ah nome daran nada me lo llev. La necesidad obliga.

    Nole durmucho. Mientrasdorma,otrocroto se lorob.En esa poca no le decamos robar, sino expropiar

    correga El Dandy, un linyera nacido en Mar delPlata y criado en Mataderos entre guapos y orilleros.Desde Proudhon, sabemos que la propiedad es un robo.

    LINYERAS EXPROPIADORES

    No conozco losdetallesde la teora, pero pareceque enlas discusiones de los militantes de entonces, algunoshacan diferencia entre expropiar y apropiar. Desdeque se comprobque la propiedades un robo,no haymsladrones aqu que los propietarios, escriba Rodolfo

    ANARQUISMO TRASHUMANTE4140 OSVALDO BAIGORRIA

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    Latente o abierta, la guerradiranDeleuzey Guattaries entre mquinas sociales sedentarias y nmades. Dospolos de un delirio, advierte El Antiedipo: un polo segre-gativo, paranoico, fascista, que desde una posicin cen-tral afirma: soy de la clase y raza superior; y otro polonmada, esquizo, perifrico, que sigue las lneas de fugadel deseo y dice: no soy de los vuestros, soy de la raza

    inferior, soy una bestia, un negro. La gente honesta medice que no hay que huir,que no est bien, que es inefi-caz, que hay que trabajar para lograr reformas. Mas elrevolucionario sabe que la huida es revolucionaria, with-drawal, freaks, con la condicin de arrancar el mantel dela mesa o de hacer huir un cabo del sistema.

    CROTOS VIOLENTOS

    Mi padre conoci en 1948 a Laureano Riera Daz,

    cuando este ltimo era dirigente panadero del GranBuenos Aires, durante una famosa huelga de veintidsdas que el gremio, por cierto, termin perdiendo. Dazhaba sido un tpico ejemplar del linyera que andaba depueblo en pueblo llevando sus ideales a cuestas. Y en sulibro Memorias de un luchador socialaparecen estampasde eseuniversotrashumante.Perosu miradasobre este rolinyera que corra por las vas no incluye ninguna conce-sin a una supuestaconciencia de clase o espritu sin-dical. Al contrario, all aparecen crotos trabajadores yladrones, libertarios y apolticos, solidarios y aprovecha-

    dores. La itinerancia linyera era una especie de escuela devida para muchos activistas sindicales de aquellos aos,casi como un mulo del viaje al extranjero que acostum-braban hacer los jvenes alemanes de familias burguesaspara perfeccionarse en sus estudios. Riera Daz la definicomo un aprendizaje para la militancia social. Porque

    Mientras l simulaba que estaba eligiendo gneros, en undescuido del patrn El Platense ech mano del burrola caja registradora.Pero no pudo sacar ni monedas;el patrn se dio cuenta de inmediato y tuvieron que salircorriendo en distintas direcciones. El Pibe Materia enfilhacia el descampado. Cuando perdi de vista a la genteque lo vena persiguiendo policas incluidos,se diri-

    gi haciaun alambrado.Se quit las zapatillas,retrocedivarios metros descalzo sobre las huellas que l mismohaba dejado, y despus se escabull debajo de los alam-bres, sobre una zona de pasto bien crecido, en direccina una zanja seca. En ella se acurruc, en espera de lasvoces que se acercaban. Escuch a pocos metros cmosus perseguidores intentaban dilucidar el rumbo delladronzuelo; mencionaron que mejor sera volver conunos perros. El Pibe Materia decidi queno poda mover-se de su refugio; asomando la cabeza sobrelos pastizales,observ incluso el Ford de la patrulla policial rastrillando

    el campo hasta que lleg la noche. Esper. Ya era madru-gada cuando se anim a salir, sigilosamente, para cortarcamino en direccina las vas del ferrocarril. Estaba ves-tido, como la mayora de los crotos, con un pantaln ycamisa azul de dril igual a las que usaban los trabajado-res de la estacin. Cuando llega sta, ya casi clareaba elda y poda pasar por un catango que iba a su trabajo.Mir a lo lejos unos crotos que empezaban a despertarsey hacer un fogn. Home, sweet home: la ranchada. Seuni a ellos; ya estaba fuera de peligro.

    Ms que masas, conglomerados o multitudes, los cro-

    tos formaban grupos de afinidad, bandas transitorias,manadas cuyos integrantes se unan para una changa ocacera, y se separaban en otro cruce de vas. Esta movi-lidad, como se comprende, nunca fue del agrado de lapolica. Osvaldo Bayer afirma que entre vagabundos ypolicas siempre hubo una latente guerra abierta.

    ANARQUISMO TRASHUMANTE4342 OSVALDO BAIGORRIA

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    stas fue la que derrib a un estibador en las cercanas deIngeniero White, en presencia de Riera Daz: el hombrequed retorcindose sobre un charco de sangre. Lo lleva-ron a la asistencia mdica. Pocas horas despus muri poruna hemorragia interna. Pero el trabajo deba continuar.

    Riera Daz se haba acercado a la estiba, junto a algu-nos compaeros, en busca de un trabajito temporario.

    Como la salida del tren estaba retrasada, de pronto senecesitaron ms manos. El anarquista se prendi en latarea.Pronto se dieron cuenta que era novato en el oficio.As que le largaron una bolsa desde de muy alto y giran-do, con remolino, como se acostumbraba decir. RieraDaz se agach, la dej pasar hasta que se estrell contrael suelo, y sac el revlver que tena oculto debajo de lafaja.Disparhaciaarriba.Hubogritos,insultos,gentequecorra a ocultarse de los tiros. Daz escap con sus com-paeros antes de que llegara la polica.Jams se enter siese dahuboalgnmuerto,perosegn l mismoasegu-

    ra nunca derram una gota de sangre inocente.

    ENTRE CUCHILLEROS

    Era una tica peculiar, que combinaba elementos de lainfluencia crata con la tradicin orillera que desprecia-ba a la cobarda como a la autoridad. Un culto libertarioal coraje, que sostena valores como el arrojo, la destre-za y la temeridad en el combate.

    El Dandy croteaba siempre con un cuchillo en la

    faja. Y se entrenaba con otros compaeros, como en elarte de la esgrima, primero con las palmas de las manos,luego con las hojas envainadas. A ese entrenamiento lellamaban canchar.

    Primero se ensea con las manos pona la dere-cha de filo y la mova como un cuchillo. Uno pega un

    un luchador tiene que saber, igual que un albail o unherrero, con qu materiales tiene que trabajar y, sobretodo, conocer a su pueblo, tal como es y no como lo pin-tan literatos y metafsicos.

    As,RieraDazanduvo msde un aopor las provinciasde BuenosAires,SantaFe,EntreRos, Santiago delEstero,Tucumn, comprobando en sus viajes, con profunda

    angustia la ausencia de ideales en muchos de aquellosmarginales, librados a una cierta brutalidad viril, compa-drona y pendenciera hacia sus propios compaeros.

    Como ejemplo, relata una pelea entre crotos saqueteros(estibadores). Estos crotos trabajaban en la carga y descar-ga de bolsas de cereal (trigo, avena, lino,etc.), quellegabana pesar entre setenta y ochenta kilos. Las cargas podanhacerseen vagones o buques, o en galpones parasu alma-cenamiento. En este ltimo caso, haba que subircorrien-do con la bolsa a la espalda hasta ocho o nueve metrospara alcanzarla punta de la estiba(as se llamabaa la pila

    de bolsas). Siempre ocurran accidentes; segn JulioMafud, la indemnizacin por un brazo o pierna rota podallegar a $100, pero la muerte apenas cotizaba $200.

    Los saqueterosse sentan diferentesal resto.Solanves-tir alpargatas de tela fina, chirip o un amplio pantalnpiamonts, pauelo, sombrero, y tenan costumbres quelos distinguan de los otros linyeras, por sus bravuconadasy alardes de destreza con las pesadas bolsas de cereal. Porejemplo, para cargar un tren, alguno soltaba las bolsas yotrolas tena que esperar, una mano en la cintura y la otracon la palma hacia arriba para amortiguar el impacto

    sobre sus espaldas; luego, deba correr hacia el vagn ymandar la bolsa de un envin hacia adentro.Largue sin miedo/ no estoy en pedo, desafiaban los

    veteranos desde abajo al que iba a soltar la bolsa. O lar-gala muerta/ patu hermana la tuerta.La bolsa muertaerala quevena horizontal, la quecaaplanchada;y unade

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    Ahora, lo del entrenamiento es cierto.Una vez estbamosentrenando, con el vasco Macroff, y resultaque yo levan-t sin darmecuenta la rodilla. Me dio un puntazo sin que-rer, ac en el muslo. Sabs lo que hizo el vasco? Corria buscar una cuchara, me la puso sobre la pierna justoabajode la herida,recogiun poco de la sangre que sala,y despus puso a calentar la cuchara sobre el fogn.

    Cuando se calent, me ech la sangre caliente sobre laherida. Enseguidapar de sangrar. Qu cosa, no?

    Y quin era ese Macroff? Qu nombre raro paraun vasco...

    Sera un apodo. Era un tipo muy derecho, todos loqueran en La Tablada. Andaba siempre con una boina.Al poco tiempo lo agarr un tren. Quedaron los pedaci-tos para engrasar las vas.

    Y El Dandy?se andaba entre los crotos slo cuando lo buscaba

    la justicia. Ah nadie lo iba a encontrar. Al final, pag

    con la crcel. Se meti con la banda del Pibe Cabeza,lo agarraron, le habrn probado algunos hechos y estuvono s cunto tiempo en la Penitenciara de Las Heras.Vos sabs que el Pibe Cabeza era un defensor de loscrotos. Se cuenta que al norte de la provincia de Santa Feagarr a un sargento que maltrataba a los linyeras y loat con alambre fardero a la va de un tren. Despus, alPibe lo mataron en Mataderos en 1937, en un tiroteocon la polica. El Dandy, en cambio, tuvo otra suerte.Pas de croto a bacn. Aunque se hubiera comido algu-nos aos a la sombra. Eso es lo que se dice: que con el

    botn escondido, pas toda la vida sin trabajar.Me lo cuenta en clave de picaresca, con admiracin porel sobrevivienteque no ahorr medios paraevitar serperde-dor y que construy su historia de xito en la ilegalidad.Porque un vagabundo precisa tener talento para desplegarsu deseo de ser rey. Y valenta para salir de la miseria a

    cachetazo y el otro pa!, devuelve, eso es canchar, es laprctica, como la esgrima. Despus se sigue con palitos.Y despus con los cuchillos envainados, para no lasti-marse. Aunque...

    Sola mostrar con orgullouna cicatriz en el antebrazo.Este puntazo me lo dio un tal Artiles. Porque l me

    tiruna pualada,as, de punta,y eso se considerauna trai-

    cin a las reglas. Estbamos practicando... Yo tena 18 yese muchacho 24 aos. l trabajaba en un horno de ladri-llos; era de Necochea y famoso para el cuchillo. Resultaque yo cuando canchaba tena la mana de levantar lamano,y Artiles me deca baje la mano, carajo!, porquesi tensla manolevantada te puedenganarabajo hizoungesto de tirar una pualada al vientre y entonces, chau,perdiste. De abajo siempre te va a entrar el cuchillo.

    Y entonces?Estbamos canchando y yo lo tena a mano, lo llev

    reculandohasta la mesa delhornode ladrillosy l se queda

    como apretado contra la mesay cuando me ve as, me tirala pualada. El cuchillo estaba envainado pero claro, depunta, me lo clava ac en el brazo. Entonces yo tiro lavaina al sueloy con el cuchillo pelado, le digo peleame.

    Y el tipo?Cay de rodillas. Cortame, hermano, cortame,

    gritaba. Lloraba como un chico.Tepeda que lo cortaras?S, porque era contra las reglas lo que l hizo. Pero

    yo quera pelear.Y qu hiciste?

    Nada, quedamos amigos, como siempre. La amis-tad es una cosa sublime.Mi padre, como es lgico, tiene su propia versin de

    ese trainingcuchillero.Yo nunca vi crotos con cuchillos envainados afir-

    ma. El cuchillo se llevaba as noms, a la cintura.

    ANARQUISMO TRASHUMANTE4746 OSVALDO BAIGORRIA

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    mientras me guiaba un ojo en un barco en las islasCanarias. Ella tena 23 aos, vena de Katmand, andu-vo por toda elAsia y quera ir a Sudamrica.Yo tena 64.Ya hace ms de veinte aos que estamos juntos.

    Alicia y yo nos miramos. Chalet, barco, islas Canarias?Donde estaba el linyera que vinimos a entrevistar?

    Esque yo pasportodas lasescalassocialescomen-

    z a relatar de un modo casi defensivo, como si nos leye-ra el pensamiento. Viaj en los techos de los trenes ytambin en barco, como un pash. Primero, que con losmilicos de los aos 70, para un anarquista con un nom-bre como el mo no era muy inteligente quedarse en laArgentina. Segundo, me haba rajado del pas con laguita que les saqu a unos tipos que estaban en el nego-cio del oro. As que por ac no poda aparecer. En fin, lapegu. Pero qu te puedo decir: todo lo que soy se lodebo a mi pap. se s que fue un luchador de toda lavida: no fumaba, no beba ni jugaba al ftbol. Al ftbol

    lo consideraba un opio de las multitudes, como todos losverdaderos anarquistas. Yo siempre segu su ejemplo.

    Parece que el viejo acostumbraba llevar a sus hijos aesos picnics en la Isla Maciel donde muchos portabanarmas para hacer prcticas de tiro en el monte o los bal-dos. Germinal recordaba con una cruza de orgullo ynostalgia ese amor del padre por las armas de fuego y latransmisin a los hijos de una cierta pasin expropiato-ria. Es imposible reconstruir con fidelidad el ritmo de surelato; refino y edito como puedo las esquirlas de esacrnica oral trashumante, que a veces pareca no ir a nin-

    guna parte, como la deriva linyera. Germinal era unnarrador veloz, que disparaba fragmentos prontos a inte-rrumpirse ante el cruce de una ancdota imprevista o adisolverse para siempre en una nueva historia.

    Pero aquella vez no fue la primera que yo viaj enbarco, eh. Qu te penss. Conozco el mar desde chiquito.

    Grupos autnomos de afinidad, como Los Atorrantes,Los Desheredados, La Expropiacin, Los Hambrientosde Barracas, La Libre Iniciativa, El Errante y ElDescamisado, entre otros, proliferaron desde fines delsiglo XIX en la Argentina. Algunos de ellos editaronperidicos con tiradas de miles de ejemplares, donde rei-vindicaban la antiorganizacin, el hecho agitador, la

    unin espontnea: "Los individuos deben unirse todavez que quieran llevar a cabo un acto; una vez realiza-do lo que se proponan realizar,el grupo queda disuelto".El Perseguido fue el ms importante de esos diarios. Elsiguiente en importancia fue Germinal.

    Es sabida la antigua costumbre, entre familias liberta-rias, de bautizar a los nios con sustantivos solemnes,notorios, destacados segn referentes mticos o histri-cos. Pero al viejo calabrs Vicente Cerella anotadocomo Chiarelli por los oficiales de inmigracin se lefue la mano: sus hijos fueron Mayo, Numen, Luz,

    Minerva, Iris Anarqua (quien tuvo que ocultar su segun-do nombre con frecuencia), Ateo (quien termin anota-do como Amrico) y Germinal.

    LINYERA PASH

    Fui a visitarlo una tarde calurosa de febrero junto aAlicia Vergili, ex alumna y periodista que me acompasin olvidar de llevar su grabador,por fortuna, a la prime-ra, segunda y tercera entrevista. l nos invit a sentarnos

    en el living, sac una cerveza de la heladera y le pidi asu joven mujer que encendiera el ventilador para que nossintiramos cmodos. Ella tena una sonrisa breve,melanclica. Era delgada, de pelo negro corto, hablabapoco. La present como Lul; me son a nombre falso.

    Nos conocimos en el 77 la seal con la cabeza,

    ANARQUISMO TRASHUMANTE5150 OSVALDO BAIGORRIA

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    pap significaba que le estaba diciendo a todo el mundoque yo todava no era suficiente hombre para defendermesolo.Me enoj con el viejo y me fui de casa.

    ARRIBA DE LA BOSTA

    Los primeros vagabundos que conoci eran artesanos:"vendan baratijas", recuerda. Pero su mentor en la vidade linyera fue un escritor espaol: RafaelAmbrosio de laSantsima Trinidad Ruiz de las Cruces Snchez Games(no Gmez), un nombre que Germinal disfrutaba repetirde un tirn, como si estuviese venciendo a un trabalen-guas, para agregar luego su versin abreviada: Ruiz.

    Parece que este Ruiz public un libro en Crdoba,Visin serrana. Germinal no recordaba cundo, ni lotena consigo, pero me mostr una foto del autor. Unafigura de bigotito con las puntas retorcidas hacia arriba,

    boina y polainas, una estampa de principios del siglo XXque introdujo al joven linyera en esa bohemia diurna queviajaba gratis en los techos de los trenes.

    Vos ac no tens patrn, me deca Ruiz. Slo poreso, ya la va es superior a todo. Si trabajs, sos tantero(trabajar por "tanto", la bolsa de maz o lo que fuere)pero siempre es provisorio, por un tiempito. Despusqueds libre. Y me mostraba a los catangos, los emplea-dos en las estaciones del ferrocarril: ah estaban, atados,encadenados a un pueblito de mierda. Vos sabs porqu les decan catangos? Es el nombre de unos gusani-

    tos que se forman debajo de la bosta. O sea: cuando enel campo levants la bosta y la das vuelta, ves catangos.Empleados de estacin. Calcul: les pagaban un pesocincuenta por da, y todava les descontaban treinta ycinco centavos por la comida. No eran gusanos? Si jun-tando maz se ganaba treinta y cinco o cuarenta centavos

    Porque resulta que cuando la Semana Trgica, en 1919,mi viejo era capo de la FORA en Mar del Plata. As queuna noche rodearon la casa y lo vinieron a buscar. Pasdos aos en la crcel de Baha Blanca. Y cuando sali,decidieron expulsarlo a Italia. Pero como l tena muchaparla, convenci al juez que no poda separarse de sufamilia.Al final, la justiciadictamin que el gobiernonos

    tena que pagar el pasaje a todos.As que viajamos en elPrincipesa Mafalda. Pasamos un ao en el pueblitonatalde mi viejo: Rossano, provincia de Cosenza; despus nosvolvimosa BuenosAires. Siempre viajamostodos juntos,pero como mi viejo no poda entrar legalmente al pas,tuvo que bajarse en Montevideo y entr a la Argentina untiempo ms tarde. Yo tendra entre diezy once aos.Pocodespus de su vuelta empeca linyerear por mi cuenta.

    La familia se estableci en el barrio de Mataderos,donde Germinal conoci a los primeros guapos y malan-dras. Entre stos construy su carcter, con toda esa

    inclinacin al combate y a la fuga.Por causa de una pelea, tuve que irme para siemprede mi casa a los catorce aos. Resulta que yo andaba denovio con dos hermanitas; ninguna de ellas lo saba. Perose enter un to de ellas, un personaje orillero, que un dame vino a ver. "A ver vos, me dijo, ands de novio conmis dos sobrinas?" Y me dio una trompada en la pera queme dej mareado. Me metcorriendo adentrode casa peronoa esconderme, sino a buscarel revlver de mi pap.Ojoque yo sabaque era menor, que ese tipome habagolpea-do delante de todos y que por lo tanto yo no la iba a pagar

    con la crcel.As que sal a desafiarlo. Pero el tipoya noestaba. Ahora, esa noche, cuando mi viejo volvi del traba-jo y se enter,sali a buscarlo. Lo encontrdormido,lo sacde la cama a trompadas, lo dej de hospital. Y yo entoncesme enoj. Sabs por qu me enoj? Porque vivamos enMataderos, no s si me entends. Y lo que haba hechomi

    ANARQUISMO TRASHUMANTE5352 OSVALDO BAIGORRIA

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    un arreglo. La seora me contrat para espiar al marido.Me pagaba diez o veinte pesos por da, no me acuerdo.Le hice bien el trabajo; hasta averig que el tipo tenauna casa de juego ah en Tandil. Despus me fui, no ibaa andar de vigilante toda la vida. Con la guita que junt,me compr un Colt.

    Volvi a las cosechas. Pero ya con el talento y la

    herramienta para empezar a ganarse la vida de otromodo. Adems, tena debilidad por la ropa fina, l siem-pre lo deca. Tal vez era uno de los pocos crotos que lle-vaba sbanas en la bolsa al hombro.

    S, el mo era un monito bien armado, limpitoporfiaba.

    Eso de las sbanas es la primera vez que lo escu-cho le advert.

    Pero s, llevaba una o dos sbanas. Apenas llegaba aun arroyome lavaba toda la ropa. Yo era buen mozo y megustaba vestir bien. Una de las debilidades que tenamos

    los porteos eran los trajes, los zapatos, las camisas bor-dadas,la ropa interiormandadaa hacer a medida.As quecuando poda, me mandaba a hacer ropa, qu te cres.

    QUIEN PREFIERE LA CADA

    A los 17 aos, otra pelea torci para siempre el rumbode su viaje.

    Yo era empleado de un vasco que se llamabaVillegas Iturralde, de Tandil. Le haca de manejante en su

    carro.Me tratababien,comamosde todo, lo acompaabaa beber sus buenos vinos, por supuesto que nunca fuiborracho, en mi casa me haban enseado otra cosa; asque yo esa vez estaba tranquilo, simplemente beba unpoco con el vasco Villegas, en una pulpera. Resulta quecay un tipo recinsalido de la crcelde SierraChica, un

    la bolsa. Cuando un hombre haca veinte bolsas, eranocho pesos. Claro que haba que ser rpido. Pero esasexcursiones eran fructferas. S, era linda la va.

    Germinal junt maz, trabaj de matarife, y tambinde "manejante" (el que conduca las carretas, general-mente de diecisis caballos, en las que llevaban las cose-chas al puerto). Hasta tuvo una breve ocupacin de

    detective para una esposa traicionada por su marido.Estbamos en la Sierra de Tandil con Ruiz y ste

    me dice: "Vos and a buscar agua que yo junto unoscagajones para hacer fuego".

    Unos qu?En Espaa as se le deca a la cagadade los caballos.

    No a la bosta: porque para los chanchos, era bosta; paralos caballos, cagajones. Entonces voy unos 600 metros abuscar agua y, cuando vuelvo, Ruiz seala a una seoraqueestaba lejos,sobre la terraza de un casa queparecauncastillo. "Esa seora vino a preguntarme si haba visto

    pasar a un tipo con traje marrn, rengo, que caminabajunto a otra mujer con velo. Parece que lo anda buscan-do", me dice Ruiz. Yo apenas escucho eso rumbeo para elcastillo."Adnde vas?Ven paraac", me grita Ruiz. Yo,nada: haba visto la oportunidad. Llego entonces al casti-lloy saludo:"Buenastardes".La seora contesta:"Buenastardes". "Lindo da, no?" "Lindo da, s". As va el dilo-go,hastaque la seorapregunta"Ustedes de ac?"."No,yo soy tuberculoso, enfermo de los pulmones, y por reco-mendacin mdica me paso todo los das por las sierras"."Ah" dice la seora,y ah cae:"Usted no vio pasar a uno

    con traje marrn que camina un poquito rengo?" "S, ledigo, iba con una seora con un velo". Le doy la descrip-cin que me haba anticipado Ruiz y entonces la mujerbaja y se vuelvecomoloca,me agarradel brazo:"Dndeest, dnde est?". "Momentito, seora, qu se yo dndeest, lo vi pasar noms". Y bueno.Ah noms llegamos a

    ANARQUISMO TRASHUMANTE5554 OSVALDO BAIGORRIA

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    particip en varios asaltos. Lleg a unirse al grupo queoperaba con El Pibe Cabeza. Y parece que fue uno delos pocos sobrevivientes de aquella banda legendaria. Porcierto, como confirm mi padre, pag sus andanzas concinco aos de crcel en la Penitenciara de Las Heras. Enfebrero de 1937, desde la sombra le escribi un poema aJulio Gordillo,alias Pibe Cabeza, recin abatido por la

    policaen Mataderos. Me lo ley:"l muri al caer el da/un martes de carnaval/ y el rbolque al caer lo vio/ pobre,vencido de muerte/compaero de su suerte/tambin des-apareci/ Pero ahora quiero yo/ cantarle a la sociedad/ sies vencidoen realidad/quien prefiere la cada/ porque enley pierde la vida/ pero no la libertad".

    El diario Germinal, que lleg a tirar 2000 ejemplareshasta su final, en 1898, afirmaba que en el mundo delfuturo "slo los necios trabajarn". Y este Germinal queportaba nombre propio a conciencia quiso vivenciar unaparte de aquel mundo en el presente. En la dcada del

    1950 se dedic al contrabando de autos en la clebrezona franca del paralelo 42. Ah cay de nuevo, despusde un ametrallamiento en la regin del Maytn.

    No se puede usar armas de guerra para reprimir atipos como nosotros le protest al comandante de laGendarmera; nos haban disparado con una ametralla-dora de pie.

    Me lo cont en la segunda entrevista, con esa vozagriada por la edad que qued registrada en la cinta delviejo grabador. Dijo que aquello haba ocurrido como alas tres de la madrugada. Venan por un camino desierto

    del sur y, de repente, son la metralla frente a los autos.Aquel que conduca Germinal recibi dos tiros, uno queentr por una ventana y otro que le revent una goma.Germinal gir el volante de un tirn para dar la vuelta,hacindose a un lado para que no lo chocaran los otrosdos vehculos que venan detrs. E intentaron regresar a

    tal Palacios, que lo conoca al vasco. Y como yo era por-teo y ese tipo era paisano, l me entr a buscar. Yo eraarisco, cosquilloso. Empezamos a discutir por una cosa opor otra, no s si por la guerra del Paraguay, y el vascoVillegas, con el nimo de parar la pelea, me pidi quefuera a buscar los caballos. Entonces este Palacios meofrece un redomn que tena el dueo de la pulpera.

    Sabs qu es un redomn? Es un caballo que cuando losubs puede empezar a corcovear; ahora cuando anda,anda. Yo me cri entre caballos, ah en Mataderos, lesconozco todas las maas y las trampas. Entonces vi queeste Palacios le pona el recado al redomn, pero que locinchaba corrido; o sea, en vez de cincharlo ac (almedio), lo cincha ac (un poco ms adelante de la barri-ga del animal) y entonces el caballo mete la panza y tecorre la cincha;o sea, vos lo aprets pero no queda firmeel recado. Imaginate, un redomn, que poda empezar acorcovear, y con el recado as... Yo lo mir a Villegas, y

    Villegasfue a cincharlobien al caballo, porquel tambinse dio cuentade que el Palacios ese me querahacer pasarun papeln.Y bueno, mont.El caballopeg un saltoy yole met palo y palo, y sal. Lo ms bien; fui a buscar a losotros caballos, volv. Pero ah s, al volver, fui directo alPalacios ese y le dije: "Ah lo tens a tu caballo, todoreventado por los golpes que le di". Entonces el tipo sacel cuchillo. Yo me tena fe para la pelea, para m era unafiesta, era cristalizar mi deseo de probarme con el cuchi-llo. Peleamos. Y lo cort. Pero no vi el final. No s siquedvivo o muerto.Porque se arm un lo brbaro en la

    pulpera, Villegas tuvo que sacar una Full uno de esosrevlveres franceses con tambor, y dispar cuatro o cincotiros. Ah, aprovechando la confusin, yo agarr el monoy me fui a cortar campo. Nunca supe qu pas.

    Germinal aprendi lo ms rpido que pudo a dejar decrotear sin convertirse en catango. Con su primer Colt,

    ANARQUISMO TRASHUMANTE5756 OSVALDO BAIGORRIA

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    un pibe, que ahora debe andar por los 50 y pico de aos.Me acuerdo que yo tena mi oficina en la calle Suipacha,casi esquina Crdoba, un semipiso con todos los chi-ches, empleados, mucama, en fin. Una vez me llevarona un juzgado en lo criminal por culpa de un empleadomo, que haba emitido un montn de pagars, en una delas tantas operaciones de quiebra. Sabs cmo se aviva-

    ron? A ese empleado se le ocurri hacer todos los paga-rs para la fecha del Da de los Inocentes. Qu bestia.Cmo va a hacer ese chiste? Por suerte, el caso lo saquen seguida a un tribunal en lo civil.

    Pero cmo llegaste a tener esa oficina? Pagars,empleados...?

    Par que te cuento lo de Uriondo. Un hombre deveras. Recto. Idealista. Un da me viene a ver a la oficinay me dice: "Tengo que operar al nene del corazn. Hicecuentas, y pens que el nico que me poda tirar un cableera Germinal". As me dijo. Resulta que su nene tena

    cinco aos. Y yo tena un fangote de plata, pero pensaba:y si todolo que hay en la cajade seguridad y en el bancono alcanza? Porque me imaginaba que la operacin iba asaliruna fortuna. Lo iba a operarLiotta,en el HospitaldeNios, te imagins. Le dije: "No hay problema, Emilio,pero cunto preciss?". "Diez mil pesos". Ah... Bueno.No era tanto.O sea:muchaguita en los aos 50,peroparam era una estupidez. Sabs por qu era una estupidez?Porquesaba cmo conseguirla.No era un gilque me des-lomaba laburando. Para m la guita vena fcil. Y por esotambin se podair fcil.As que no lo dud: enseguida le

    di no diez,sinoveinte mil. Uh...Uriondono lo podacreerni los quera agarrar. "Ac est la plata y punto", le insis-t. "Ac hay un motivo por el cual se demuestra que laplatapuede servir para algo". Yo pensabay sigo pensandoas. Para eso sirve. Qu importacunto necesits: se con-siguey punto.Uriondoal finalagarrlos veinte mil,claro.

    toda velocidad en la direccin por la que por habanvenido. Pero no pudieron llegar muy lejos; en el Maitnla Gendarmera ya haba dispuesto una barrera.

    Cuando lo desgrab, Alicia Vergili no pudo ubicar enla cinta cuntos ms aos de crcel tuvo que pasar poresa segunda cada. Haba tanto en aquel relato; detallesque el tiempo borra.

    Y QUE TRABAJEN LOS NECIOS

    Despus me volv un bacn Germinal, satisfe-cho, destap otra cerveza. Estuve en quiebras fraudu-lentas, en el negocio del oro, hice mucha guita. Viv endistintos lugares, compr una finca en Misiones, despusviv en Concepcin del Uruguay, en Necochea, Mendoza...Ahora, ac.

    Miraba a su alrededor, al interior del chalecito de

    suburbio. De repente, la cronologa avanzaba a los sal-tos, las ancdotas se resuman en tres palabras. Y queda-ba claro que haba cosas de las que prefera no hablar.

    Vos viste que la plata no tiene dios ni bandera.Entonces, si hay que conseguirla, slo hay que pregun-tarse cmo, y punto. Nada ms. Gracias a ese pensa-miento mo alguna vez pude ayudar a los amigos. Porejemplo, a Emilio Uriondo. Sabs quin era Uriondo?

    En Los anarquistas expropiadores, Osvaldo Bayertraza un perfil de Emilio Uriondo, uno de esos militan-tes armados de las primeras dcadas del siglo XX, forma-

    do junto a Miguel ngel Roscigna y Severino DiGiovanni. Un criollo de pura cepa, levantisco, leal, auto-didacta. Un expropiador de verdad, que robaba parafinanciar al movimiento libertario y que luego volva asu trabajo habitual de albail.

    Qu tipo. La madre era india, sabs. Uriondo tuvo

    ANARQUISMO TRASHUMANTE5958 OSVALDO BAIGORRIA

  • 8/3/2019 Osvaldo Baigoirria - Anarquismo trashumante. Crnicas de crotos y linyeras

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    estara de esa influencia. Fue cuando vi esto claramente,con toda la fuerza de mi conviccin de anarquista, y todami lgica de hombre lcido, que entr en la fase actual,la comercial y bancaria..., de mi anarquismo".

    Ms que una lgica, una paralgica. O una muestrade la ilimitada potencia del habla, capaz de justificarlotodo. Claro que un discurso satrico no debera usarse

    para desacreditar una lucha, una sed, un ro que empuja tantos hombres y mujeres contra la corriente del capi-tal, las clases y el Estado. Pero entre las muchas formasde ser anarquista (e individualista), la de Germinal seaproximaba demasiado a la de aquella caricatura.

    Sabs qu pasa l no tena paciencia para discu-tir con otra lgica que no fuera la de cierto commonsense construido en la va. Yo, en todo lo que hice,siempre trat de conseguir el mayor producto con elmenor esfuerzo. Es una ley que todo el mundo busca,sigue y obedece. Aunque no lo diga.

    Una ley de la va? Tambinhay otra:el acaparador,elpropietario termina siendo esclavo de "su" propiedad, de"su" dinero. "Propiedad, en el sentido burgus de la pala-bra, significa propiedad sagrada" (mientras que) serlibrede alguna cosa significasimplemente carecer o estarexento de ella" (Max Stirner). Tal vez por eso los vagoscontemplativos de la novela Caterva, de Filloy, gastan yprodigan como aristcratas el dinero "confiscado". Talvez por eso lo mejor es soltar, no aferrarse a ningnpuntofijo,territorio, posesin.No recortarotra porcin de suelopara despus tenerque defenderla entrerejas o paredes.Y

    no darnuncapor seguronada de lo quese tiene.Ni siquie-ra el relato de un testigo presencial grabado en una cinta.Esto ltimo lo aprend de golpe; en la tercera visita, la

    entrevista se derrumb apenas llamamos a la puerta. Esavez,Germinal no ofreci cerveza ni silla para sentarse a lamesa.

    No quiero que escribas nada de lo que grabaste

    El chico se oper, todo un xito. Pero qu pasa?Al mesUriondoviene, y me los devuelve. Los veinte mil enteros.Qu lo pari. Te das una ideade la clase de tipo que era?

    Creo que me doy una idea. Pienso en esa actitud almismo tiempo pcara y heroica, de guerrero y de buscn,de rebelde y de aprovechador con capacidad para hacercierta reconversin de su destino. Por supuesto que des-

    confo de la veracidad de algunas zonas del relato deGerminal, de su orgullo delincuencial, de la ligereza conque se puede fanfarronear en medio de una historia dexito ilegal. Pero tambin me acuerdo del mito del linye-ra rico, millonario, esas leyendas urbanas que solanirrumpir cuando se vea a algn vagabundo con su bolsaal hombro: "Dicen que ese croto tiene millones escondi-dos". Quiz no eran leyendas.

    En El banquero anarquista, Fernando Pessoa propo-ne un discurso argumentativo satrico acerca del dinero.Habla de la acumulacin de capital financiero entre los

    enemigos de la sociedad burguesa. Dice: si se quieredestruir esas ficciones sociales que llamamos Estado,religin, dinero, si se quiere eliminar esas formas quenos subyugan y dominan, habra que subyugarlas o colo-carse por encima de ellas para librarse de su influencia.En especial, dedicarse a dominar la ficcin llamadadinero para no ser sometido por ella. Pero, contina laargumentacin, esto nunca podra lograrse huyendo de lacivilizacin a comer races y beber agua de los manan-tiales. Nunca sera posible rechazar por completo eldinero indispensable para sobrevivir. "Cmo subyugar

    al dinero combatindolo? Cmo hurtarme a su influen-cia y tirana no evitando su encuentro?", se pregunta elargumentador de Pessoa antes de detonar su bomba ret-rica: "El mtodo era slo uno: adquirirlo, adquirirlo encantidad suficiente como para no sentir su influencia, yen cuanto mayor cantidad lo adquiriese, tanto ms libre

    ANARQUISMO TRASHUMANTE6160 OSVALDO BAIGORRIA

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    Mi viejo se encogi de hombros ante el desenlace dela entrevista.

    Debe estar en deuda por alguna mejicaneadasen-tenci, utilizando el clsico trmino lunfardo para laaccin de llevarse todo o parte del botn robado.

    Lo cierto es que mantuve mi palabra. Slo fui tenta-do por algunos colegas a realizar una traicin diminuta,

    casi imperceptible: pondra un seudnimo para contaruna pequea parte de esa crnica de vida.

    Y as lo hice: gracias a algn recuerdo borroso de mipadre, en la primera edicin de este libro inclu un par deprrafos atribuidos a un linyera de Mataderos supuesta-mente denominado El Dandy.

    Los aossiguieronsu paso.GerminalCerella murienel 2004. La fuente ya no corra peligro, haba dejado deexistir. Entoncesempec a sentirmelibre para rescatar porcompleto ese elusivo pedazo de memoria. Y reprodujetodo lo queme conten estaspginas.Palabrasms, pala-

    bras menos, aqu lo nico ficticio es el apodo.

    hasta aqu me dijo, directo a los ojos. No mientrasyo est vivo.

    Me qued sin palabras. Ya haba preparado una listade preguntas para cubrir las perforaciones que exhiba elrelato. Acaso querra dinero, pretendera cobrar por lasentrevistas? No lo mencion, no pareca necesitarlo.

    Sabs qu pasa: todava me pueden andar buscando.

    Mir que mucho de lo que te cont, para la justicia, noprescribe. Adems, hay otracosa:Germinales un nombrenico, nadie lo tiene. En el mundo del hampa, hubo unsolo Germinal. Que fue anarquista. Y linyera.se soy yo.

    No recuerdo qu le dije, protest dbilmente, pero alfinal tuve que aceptar, asegurarle que no arriesgara sunombre en un libro. Acaso un alias?

    Tampoco quiero. La historia que te cont, simple-mente, borrala. Porque cuando salga publicada, algunose va a avivar de que soy yo. Todava andarn pensandoque les debo algo, y por ah hasta tienen razn. Quiero

    vivir tranquilo los ltimos aos que me quedan.Promet respetar su