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DISCUSIONES VILLORO: SOBRE VERDAD, OBJETIVIDAD Y SABER LEÓN OLIVÉ Instituto de Investigaciones Filosóficas, UNAM El libro de Luis Villoro Creer, saber, conocer (1982), fue pu- blicado en México hace más de dos años. Hasta donde sé, a la fecha no ha recibido en el medio filosófico de habla española la discusión que merece en virtud de la importancia de los temas que trata, el rigor con que los aborda, y las contribu- ciones que hace para su esclarecimiento. En lo que sigue dis- cutiré algunos de los problemas tratados por Villoro, sin in- tentar hacer una reseña del libro. No hace falta aclarar que esta discusión, lejos de pretender disminuir los méritos de la obra, intenta subrayarlos al mostrar lo estimulante que puede ser su lectura. Su mejor efecto sería el de contribuir a generar una polémica sobre el libro y los temas que trata, fundamen- tales para la epistemología contemporánea. Mi interés reside fundamentalmente en las nociones de "objetividad" y de "verdad", como presupuestos necesarios para el esclarecimiento de la de "saber". Desde mi punto de vista, una de las contribuciones de Villoro consiste en la clari- dad con que presenta la noción de objetividad, y en señalar su relatividad con respecto a comunidades epistémicas. Creo, sin embargo, que el análisis de Villoro puede refinarse, y la noción de objetividad extenderse de manera que se vea explícitamen- te su relación con contextos de acción práctica y contextos de interacción comunicativa. También me parece conveniente resaltar más el papel de los marcos conceptuales. Propondré que la objetividad ciertamente es relativa, pero a sociedades, entendidas como comunidades epistémicas junto con los mar- cos conceptuales que tienen a su disposición, así como los contextos de acción y de comunicación entre los sujetos que 79

OBJETIVIDAD Y SABERfcaenlinea1.unam.mx/anexos/1156/Olivé_Villoro.pdf · 2018-05-23 · DISCUSIONES VILLORO: SOBRE VERDAD, OBJETIVIDAD Y SABER LEÓN OLIVÉ Instituto de Investigaciones

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DISCUSIONES

VILLORO: SOBRE VERDAD,OBJETIVIDAD Y SABER

LEÓN OLIVÉInstituto de Investigaciones

Filosóficas, UNAM

El libro de Luis Villoro Creer, saber, conocer (1982), fue pu-blicado en México hace más de dos años. Hasta donde sé, a lafecha no ha recibido en el medio filosófico de habla españolala discusión que merece en virtud de la importancia de lostemas que trata, el rigor con que los aborda, y las contribu-ciones que hace para su esclarecimiento. En lo que sigue dis-cutiré algunos de los problemas tratados por Villoro, sin in-tentar hacer una reseña del libro. No hace falta aclarar queesta discusión, lejos de pretender disminuir los méritos de laobra, intenta subrayarlos al mostrar lo estimulante que puedeser su lectura. Su mejor efecto sería el de contribuir a generaruna polémica sobre el libro y los temas que trata, fundamen-tales para la epistemología contemporánea.

Mi interés reside fundamentalmente en las nociones de"objetividad" y de "verdad", como presupuestos necesariospara el esclarecimiento de la de "saber". Desde mi punto devista, una de las contribuciones de Villoro consiste en la clari-dad con que presenta la noción de objetividad, y en señalar surelatividad con respecto a comunidades epistémicas. Creo, sinembargo, que el análisis de Villoro puede refinarse, y la nociónde objetividad extenderse de manera que se vea explícitamen-te su relación con contextos de acción práctica y contextosde interacción comunicativa. También me parece convenienteresaltar más el papel de los marcos conceptuales. Propondréque la objetividad ciertamente es relativa, pero a sociedades,entendidas como comunidades epistémicas junto con los mar-cos conceptuales que tienen a su disposición, así como loscontextos de acción y de comunicación entre los sujetos que

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son miembros de ellas. Por otra parte subrayaré que la inter-pretación que hace Villoro de la concepción semántica de laverdad. tal como la precisó Tarski, no es la única posible, yque de hecho es neutral con respecto a los debates entre rea-listas y antirrealistas, debate que veremos pertinente para losproblemas que discute Villoro. Más aún, propondré que suanálisis queda expuesto a las críticas, desde mi punto de vistacorrectas, que frecuentemente se dirigen contra el realismoque asume, al cual llamaré metafísico, siguiendo la terminolo-gía de Putnam (1981). Por ello sugeriré otra manera de enten-der la verdad. la cual evita las críticas mencionadas, y no sóloes compatible con el análisis de Villoro, sino que es más apro-piada para sus fines. Finalmente examinaré algunas de lasconsecuencias de las anteriores cuestiones con respecto alanálisis de la noción de "saber".

Verdad y realismo

Villoro asegura que la noción de "saber" requiere la de "razo-nes objetivamente suficientes", y a la vez la noción de "justi-ficación objetiva" requiere la de "verdad" (p. 181). Estaúltima resulta así una noción primitiva sobre la cual lo másque puede decirse es lo que Tarski precisó con respecto a laconcepción semántica.

Pero Villoro incluye en su interpretación de la concepciónde Tarski ideas que ya no son semánticas sino metafísicas. yasume una posición realista. Efectivamente. dice que en elanálisis de la condición.

(V) "u" ('S verdadera si y sólo si P

¡J, ('S decir, "lo que hace verdadera la proposlclOn ',,". sólopuede ser el hecho real, tal como existe con independencia decualquier sujeto que lo crea" (p. 176, subrayado mío).

Villoro admite una interpretación realista al aceptar la exis-tencia de hechos reales con independencia de cualquier sujeto.En primer lugar quiero subrayar que Villoro admite la exis-tencia independiente de hechos reales. Y en segundo lugar

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que ve tal independencia con respecto de los sujetos: "Debeaceptarse que si 'p' es verdadera, p existe con independenciade cualquier sujeto" (p. 178).

Villoro justifica su realismo recurriendo al llamado argu·mento de la mejor explicación. Así dice:

... las nociones de "realidad" y de "verdad" son indispen-sables para explicar la objetividad de la justificación ... laobjetividad supone la coincidencia de juicios de una comu-nidad de sujetos epistémicos. En lo que respecta a los jui-cios de hechos, la mejor explicación de esa coincidencia esla existencia real, independiente de los sujetos, de loshechos juzgados. De lo contrario la intersubjetividad sólopodría explicarse por extravagantes hipótesis ... La admi-sión de un mundo real, común a todo sujeto, base de laverificación de todo juicio empírico, es la única explica-ción concluyente, completa y coherente con todos nues-tros conocimientos. La verdad, como correspondencia denuestros juicios con esa realidad, resulta así la única expli-cación racional suficiente de la objetividad de nuestras ra-zones (p. 181).

Villoro piensa, pues, que la noción de verdad y su correla-tiva dc realidad no contaminada por los marcos conceptuales,son necesarias para comprender el concepto de objetividad.

Por "objetividad" Villoro entiende, a la vez, coincidenciade juicios entre los sujetos de una comunidad epistémica. Vi-lloro define esta noción como sigue:

Llamemos 'sujeto epistémico pertinente' de la creencia deS en p a todo sujeto al que le sean accesibles las mismas ra-zones que le son accesibles a S y no otras, y 'comunidadespistémica pertinente' al conjunto de sujetos epistémicospertinentes para una creencia (p. 147).

Ahora bien, la coincidencia de juicios de una comunidadcpistémica, lo cual constituye la objetividad de una creencia,no debe entenderse como una coincidencia de hecho, sino

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como aceptabilidad por parte de los sujetos de lo que es ob-jetivo. Lo que es muy importante es que la aceptabilidad seentiende en relación con las condiciones realmente existentespara la comunidad en cuestión. Se trata entonces de la mejorjustificación que tienen a su alcance los sujetos de esa comu-nidad. La justificación depende de los saberes, de la tecnolo-gía, de los marcos conceptuales disponibles, quizá de las rela-ciones sociales presentes en la comunidad. Otra comunidad,la cual presente variaciones con respecto a los anteriores pa-rámetros, podrá no aceptar lo que la primera admitió comosaber objetivo.

Observemos que Villoro apoya su realismo recurriendo alargumento de la mejor explicación en relación con la posibi-lidad de la objetividad, y acompaña tal argumento con otrosobre la coherencia con respecto a su propio sistema de creen-cias. En otro momento recurre de nuevo al argumento de lamejor explicación, pero en relación con el éxito de la ciencia,o el acierto del saber (p. 222).

Ninguno de los tres argumentos, ni los tres juntos, son sufi-cientes para apoyar el realismo metafísico. Sobre el argumen-to del éxito de la ciencia me he extendido en otro trabajo(Olivé [1983]), por lo cual ahora me limitaré a indicar breve-mente por qué considero insuficiente tal argumento. Es ciertoque el realismo metafísico puede explicar el éxito de la cien-cia, lo que objeto es que por sí sólo aparezca como la únicamanera de explicar dicho éxito. Su debilidad puede apreciar-se, por ejemplo, al considerar una posición que sostenga quelos objetos de la realidad, tanto como nuestro conocimientode ella, son construcciones de los sujetos o de las comunida-des de sujetos. Así, igual que con respecto a la objetividad unantirrealista metafísico puede alegar que objetividad cierta-mente significa concordancia de los juicios de los miembrosde la comunidad con respecto a los objetos que dependen delos marcos conceptuales en uso por esa comunidad, con res-pecto al éxito de la ciencia el antirrealista puede alegar queciertamente el conocimiento científico es exitoso porque seajusta a leyes de comportamiento de los objetos, y porquecontiene proposiciones verdaderas, es decir, proposiciones

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que corresponden a los hechos, pero que esas leyes, esosobjetos yesos hechos no pueden verse como independientesde los marcos conceptuales de las comunidades, lo cual noimpide que el conocimiento sea objetivo, pues todos los suje-tos comparten, con las mejores razones de las que pueden dis-poner, la creencia en la verdad de las proposiciones científicas.

De hecho, todo lo que se diga con respecto a sujetos, el an-tirrealista constructivista podrá reelaborarlo y aceptarlo, perosiempre en relación con los sujetos que comparten un mismomarco conceptual. Con esto comienza a apreciarse la necesi-dad de enfocar esta discusión con respecto a los marcos con-ceptuales y no con respecto a los sujetos.

Villoro podría replicar alconstructivista que la verdadtiene que asumirse como común a todos los sujetos, incluyen-do sujetos que pertenezcan a comunidades epistémicas diferen-tes, los cuales podrían usar marcos conceptuales diferentes.Pero el problema entonces es entender cómo podrían ponersede acuerdo diferentes sujetos, recurriendo a diferentes marcosconceptuales, sobre la proposición que debe considerarse, ysobre su pretendida verdad. Eso supone, por lo menos, unaintersección de sus marcos conceptuales. Creo que Villoroqueda comprometido con esta idea, pero no la trata explícita-mente. Para dar cuenta de ella se precisa dar un lugar centrala los marcos conceptuales.

También puede apreciarse la importancia de los marcosconceptuales, aun para la teoría de Villoro, a través de su aná-lisis de la garantía del acierto del saber.

Villoro sostiene que "la garantía de acierto, en el saber, esla justificación objetiva. La objetividad supone el acuerdo po-sible de una comunidad epistémica" (p. 222). Pero debe sub-rayarse que este acuerdo es de hecho, en relación con las con-diciones realmente existentes para tal comunidad. La posibi-lidad de justificación objetiva, a la vez, reside en la verdad delo que se sabe. La garantía de acierto proviene en última ins-tancia de una "atadura" de lo que se sabe con la realidad,para usar la misma metáfora que emplea Villoro.

Pero, ¿cuál es la atadura entre saber y realidad? La objeti-vidad del saber no lo es. Pues como Villoro mismo lo aclara,

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una comunidad C2 puede descubrir que otra CI en realidadno sabía que p, aunque para CI fuera objetivamente justifica-do considerar que sabía que p. Si la objetividad fuera la ata-dura, CI tendría atado su saber a la realidad, y ni C2 ni nadiepodría desatarlo. Villoro es claro en esto, la objetividad quie-re decir sólo que los sujetos de una comunidad tienen la mejorjustificación que pueden tener para creer que algo es verdade-ro, pues dentro del alcance de esa comunidad no es posiblehallar razón alguna que contravenga esa creencia. En ese sen-tido la objetividad es garantía de la verdad para esa comuni-dad. Y por eso, para esa comunidad es garantía de acierto.

Pero la noción de "garantía de acierto" es ambigua, puedequerer decir confianza (incluso absoluta) en que se va a acer-tar. Éste es el sentido en que Villoro usa el término en suexpresión "la justificación objetiva es garantía de acierto", yes correcto. Los sujetos de una comunidad tienen la garantíade acertar, es decir, están justificados cn tener toda la con-fianza en que acertarán, porque el saber en cuestión está obje-tivamente justificado, esto es, dentro de su comunidad esimposible contravenir esa creencia, es un saber.

Pero hay otro sentido de "garantía" que no depende de lacreencia, ni de las justificaciones de los sujetos involucrados.Es el sentido del término "garantía" en la siguiente pregunta:¿cuál es la garantía de que un sujeto acierte y obtenga un finutilizando instrucciones que se basan en proposiciones verda-deras pero que el sujeto en cuestión no sabe que lo son, ocree que lo son por razones equivocadas? La respuesta es quela garantía dc acierto en este caso es la verdad de las proposi-ciones, esté o no el sujeto al tanto de esa verdad. Villoro po-dría replicar que en ese caso, aunque contingentemente equi-vocado, el sujeto podría llegar a darse cuenta de la verdad delas proposiciones, es decir, podría llegar a tener un saberobjetivamente justificado.

Pero la concepción de objetividad de Villoro nos permiteimaginar un caso en que, por definición, los sujetos tengan unsaber objetivamente justificado pero falso, y les sea imposibledarse cuenta de ello. Pensemos en una comunidad ya desapa-recida y a un observador, un historiador, que la investiga a

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través de documentos. Así que por definición es imposible lainteracción entre el observador y los sujetos de la comunidad.El investigador descubre que en ella se seguían prácticas tera-péuticas muy exitosas, cuyo éxito puede explicar, porque deacuerdo con el saber de su propia comunidad altamente científi-ca. aquellas prácticas utilizaban una serie de drogas conocidaspor sus científicos contemporáneos, y muy efectivas paracombatir males que los síntomas descritos en los documentosque analiza permiten considerar como la enfermedad X. Elobservador tiene evidencia suficiente de que en la comunidadestudiada se creía que los enfermos sanaban por intervenciónde espíritus convocados por medio de ritos en los que se pre-paraban infusiones con yerbas que contenían las substanciasmedicinales, las cuales luego se administraban a los enfermos.Los miembros de aquella comunidad sab ían que los enfer-mos se curaban con esos brebajes, y sanaban porque interve-nían los espíritus. Su creencia estaba objetivamente justifica-da, era pues un saber, y los miembros de aquella comunidadtenían garantía de éxito porque tenían justificación objetivaen considerar verdadera su creencia. Desde el punto de vistadel observador también hay garantía de acierto, pero esa ga-rantía no es porque hayan tenido justificación objetiva losmiembros de la comunidad, sino porque su creencia era ver-dadera, ipero no su creencia en la intervención de los espíri-tus!, sino su creencia en que si administraban ciertos brebajesa un enfermo con tales y cuales síntomas, éste sanaría. Laconclusión es que desde el punto de vista del observador, lagarantía de acierto está dada por la verdad de las proposicio-nes, pero esa verdad puede no ser conocida, o no estar objeti-vamente justificada para los miembros de la comunidad encuestión. Más aún. como desde la posición de Villoro puedehaber conocimiento objetivo pero falso, en tal caso la garan-tía de acierto no puede ser la verdad. Tenemos, pues, dosnociones de garantía. Llamémosles garantía! y garantía, , res-pectivamente.

Quizá lo anterior se vea más claro con la siguiente cita deVilloro sobre la ciencia:

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La objetividad de su justificación le permite ser una garan-tía de verdad para cualquier sujeto que tenga acceso a susrazones (p. 224).

Se trata, claro, de garantíal: cualquier sujeto epistémicopertinente está plenamente justificado en creer que (es decir,en tener confianza en que) las proposiciones científicas sonverdaderas, y por ello está justificado en tener plena confian-za en el acierto.

Pero la garantía, no es la que pide, o puede tener, un suje-to epistémico pertinente, sino la que puede tener un observa-dor, en este caso un filósofo o un sociólogo de la ciencia,quien se pregunta por qué el conocimiento, o los saberes en laterminología de Villoro, tienen éxito al aplicarse. Esa garan-tía, no es la objetividad, pues el conocimiento objetivo deuna comunidad puede ser falso, y además como en el ejemploanterior, la noción de objetividad puede no ser aplicableporque el observador es ajeno y no puede interactuar con lossujetos epistémicos pertinentes. El observador, para tener ga-rantíaj , debe ver una atadura con la realidad. Esta garantía,no es otra cosa que la verdad. Pero en este caso, a diferenciaque en garantía, , la objetividad no garantiza la verdad. Pode-mos decir, pues, que la objetividad garantizal la verdad, quees garantíal para los sujetos epistémicos pertinentes. Pero laobjetividad no es garantía, de la verdad, ni del acierto, pueslas razones objetivamente suficientes dentro de un marcoconceptual pueden no serlo para el observador que está fuerade él. Esto es claro en Villoro al reconocer la falibilidad detodo saber, pues si todo saber, que por definición está objeti-vamente justificado, es decir, está garantizado 1 , fuese verda-dero, ¿por qué sería corregible? Pero la verdad sí es garant ía,del acierto.

En resumen, la garantíal responde a una pregunta sobrelos sujetos epistémicos pertinentes: ¿por qué están justifica-dos en tener confianza plena en acertar? Porque consideranque su conocimiento es verdadero. ¿Qué garantía tienen? Lagarantíal: ese conocimiento está objetivamente justificado.La garantía, responde a una pregunta sobre el saber mismo,

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no sobre los sujetos que saben y la confianza que puedentener. Aquí se trata de la pregunta: ¿por qué tienen éxito lasacciones realizadas con base en ese saber? Porque hay unaatadura con la realidad, lo sepan o no los sujetos que lo usan,esté a su alcance o no el darse cuenta. (En esta discusión heequiparado "verdad" con "atadura", aceptando así implíci-tamente la interpretación correspondentista. Adelante ofrece-ré razones para rechazar dicha interpretación. Eso no debeverse como una incoherencia de mi parte. Me parece que laanterior discusión se lee más claramente usando el término"verdad", por eso la he dejado así. Sin embargo, puede re-formularse leyendo "atadura" en todos los casos donde apa-rece "verdad". El argumento no cambia, ni se pierde preci-sión, pues todavía no sabemos cómo entender el término"verdad". )

La noción de garantía, incluye la idea de Villoro de que"realidad" y "verdad" "son indispensables para explicar laobjetividad de la justificación" (p. 181). Sin embargo Villoroparece pasar por alto que esa explicación debe llevar consigouna justificación para algún sujeto que la aceptara o rechaza-ra, digamos un observador externo. Como se verá adelante,esto conduce a una tensión en su libro.

De acuerdo con lo anterior resulta insuficiente el análisisdel saber como estados internos de los sujetos. El saber encuestión está a disposición de los sujetos, pero de hecho estácontenido en marcos conceptuales. Entre otras cosas eso es loque hace posible que el historiador lo descubra como un re-curso de la comunidad que investiga.

Así pues, la noción de marco conceptual es indispensablepara distinguir entre garantía! y garantía, (que Villoro mane-ja sólo de forma implícita), y la noción de garantía (o lasnociones de garantía), son a la vez necesarias para entender elargumento del éxito, o acierto del saber, a favor del realismo.Pero he sugerido que en términos de la garantía! no puedeapoyarse al realismo (pues aquí se trata de confianza y node atadura), se le puede apoyar sólo en términos de garantfa, ,en combinación con un análisis del cambio de marcos concep-tuales.

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He sugerido ya algunas razones para cambiar el foco delanálisis hacia los marcos conceptuales. Otra razón para adop-tar una concepción societaria del conocimiento reside en quehay sociedades, por lo menos las actuales sociedades indus-trializadas, en las cuales ninguna persona puede poseer todoel saber heredado y producido en ellas. Así, puede ser correc-to interpretar a la expresión "5 sabe que JI" como referida aestados internos de la persona 5. Pero cuando hablamos delsaber a disposición de una sociedad, no debemos interpretarlocomo referido al saber de los sujetos individuales de esa socie-dad, sino al saber contenido en los marcos conceptuales a dis-posición de esa sociedad. Claro está que los saberes sólo sedesarrollan y se ponen en uso a través de las acciones de laspersonas. Pero el saber de las sociedades no puede reducirsea la suma de los saberes que poseen sus miembros individuales.Eso equivaldría a la reducción de una sociedad a la suma desus miembros. Tesis que debe rechazarse. (He discutido estacuestión en otros trabajos, por ejemplo Olivé [1985] Y[1984]. )

Incluyo aquí este comentario, no porque me parezca quede él se deriva una objeción al análisis de Villoro, sino por-que creo que para apuntalar una posición realista como la quedebe asumir para su análisis, es pertinente enfatizar la dimen-sión social del saber, y como he mencionado, también enfocarel problema de cambios de marcos conceptuales, lo cual reba-sa el mero análisis de la expresión "5 sabe que p":

Un rasgo importante del realismo metafísico que suponeVilloro, consiste en la admisión de que el progreso del saberestriba en un acercamiento a la única completa .Y verdaderadescripción acerca del mundo real, si bien esa descripciónaparece sólo como un límite que de hecho es inalcanzablepara los sujetos reales (cfr. p. 195).

El problema con esta posición es que se presta a malos en-tendidos, por ejemplo, para Putnam [1981] el realista metafí-sico "quiere pensar que el mundo consiste en objetos que sonal mismo tiempo independientes de la mente y auto-identifi-cantes" (p. 54).

Ciertamente es un sinsentido la idea de objetos auto-identi-

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ficantes, pues las identificaciones se hacen desde puntos devista, son sujetos que usan marcos conceptuales quienes iden-tifican objetos, y los objetos pueden ser identificados sólo através de los marcos conceptuales. Pero una genuina posiciónrealista no tiene que admitir objetos auto-identifican tes. Esun problema de cómo se defina "identificación". Debe enten-derse en términos de una relación entre un objeto y un con-cepto, por lo cual la noción de auto-identificación de objetosconduce a la idea de que los objetos tienen en sí mismos suconcepto. Habría así una indisoluble ligazón entre la realidady la interpretación de esa realidad, digamos entre realidad eideas. Eso es lo que Hegel debe de haber creído. Yeso resultaadecuado para el realista metafísico de Putnam, pues la únicaverdadera y completa descripción de la realidad sería aquellaen términos de cada uno de los conceptos ligados, en esamisma realidad, con los objetos.

Por mi parte considero que un genuino realismo debe acep-tar que hay una realidad no contaminada por conceptualiza-ciones, es decir, independiente de todo marco conceptual.Pero igualmente debe rechazar la idea de que existe un único,verdadero y completo marco conceptual que ofrece la des-cripción correcta de la realidad, Eso quiere decir que debenadmitirse los diversos marcos, correspondientes a diversospuntos de vista, y que aun siendo diferentes pueden ser co-rrectos. La noción de objeto auto-identificante debe rechazar-se por incoherente (pues sólo hay identificación desde marcosconceptuales y no desde los objetos), o porque si se hacecoherente se llega a una metafísica indeseable (Hegel).

En suma, podemos dar por lo menos tres razones paraabandonar la noción correspondentista metafísica de la ver-dad: 1) nadie ha ofrecido una adecuada elucidación de esetipo de correspondencia (pero ésta podría ser una desventajacontingente y superable), 2) si se lleva hasta sus últimas con-secuencias, la idea de la correspondencia metafísica debe iracompañada de la aceptación de una única, verdadera y com-pleta descripción del mundo, la que equivale a reconocer quehay objetos auto-identificantes, pero entonces debe admitirseuna identidad entre realidad y razón, o realidad y discurso, lo

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cual es una tesis metafísica indeseable, 3) esa noción de ver-dad es incoherente con una perspectiva social que permitaentender la existencia de diferentes puntos de vista, y a vecesde incompatibles sistemas de creencias, o de marcos concep-tuales, los cuales sin embargo pueden describir adecuadamen-te una realidad; esta cuestión es también importante para elanálisis de cambios de marcos conceptuales.

Falta todavía esclarecer el término "adecuadamente" en laoración anterior. Para ello propondré una modificación ala noción de objetividad de Villoro, así como una noción di-ferente de verdad, compatible con su sistema. Según esa pro-puesta, "adecuación a la realidad de incompatibles marcosconceptuales" podrá analizarse según los contextos, comoobjetividad o como verdad, en los sentidos que enseguida ex-plicaré. (Para ello sigo la propia idea de objetividad de Villoro,así como ideas de Habermas. Sin embargo, propongo modifi-caciones en ambos casos. He desarrollado con detalle estasmodificaciones en ülivé [inédito l.)

La objetividad se refiere al reconocimiento público, en unasociedad particular, de que hay una situación de hecho, lacual puede tener efectos en la sociedad en cuestión. Su esta-tuto de real está garantizado por tener efectos en esa realidadsocial. Las creencias objetivas, entonces, siempre tendránefectos en la sociedad en la que son relevantes. La objetividadno debe verse referida a contextos universales de acción prác-tica, sino a contextos de acción restringidos a sociedadesparticulares. Sin embargo, dentro de cada sociedad particularno está restringida a la acción práctica, entendida como accióninstrumental basada en conocimiento técnico, sino que puedeextenderse a contextos de interacción comunicativa. Por eso,las creencias aceptables en esa sociedad por cualquier miem-bro de ella, la aceptación de las cuales puede tener efectos enla misma, serán objetivas. Se ve entonces que recojo del aná-lisis de Villoro la restricción, y por consiguiente la relativiza-ción a sociedades. Lo que es objetivo para una sociedad puedeno serlo para otra. Pero todo conocimiento objetivo pue-de servir de base para acciones, o para interacciones, las cuales

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tienen efectos reales en la sociedad en cuestión o en su medioambiente.

La verdad es también un concepto epistémico. Las proposi-ciones y creencias verdaderas son las aceptables para cualquiersujeto en condiciones epistémicas ideales. La verdad no escorrespondencia con una realidad descontaminada de concep-tualización. Las condiciones epistémicas ideales son las condi-ciones de posibilidad de la comunicación. Por eso son reales yposibles, aunque en general no son actuales. Es importanteapreciar esto, pues significa que las condiciones epistémicasideales no son utópicas. Si llegasen a actualizarse, lo que deello puede inferirse no es que habría un único sistema de pro-posiciones que describe correctamente al mundo, sino que lossujetos interactuantes en esas condiciones construirían unnuevo marco conceptual a partir de los diferentes marcosconceptuales a su disposición en el momento en que comen-zara la interacción. La disputa cesaría cuando de comúnacuerdo todos los sujetos involucrados aceptaran cierto marcoconceptual y admitieran o rechazaran las proposiciones endisputa.

De lo anterior se sigue que parte del conocimiento objetivose intersecta con el verdadero, pero no todo conocimiento ob-jetivo es verdadero.

La verdad se refiere a contextos discursivos y de interac-ción, es decir, se trata de poder justificar una pretensión deverdad frente a quienquiera que la dispute, cualquiera quesea su marco conceptual. La verdad simplemente es un predi-cado que se aplica a proposiciones o a creencias para indicarque pertenece a la clase de las "buenas", es decir de las queson aceptables por cualquier sujeto, cualquiera que sea la so-ciedad de la que provenga. Pero para eso la interacción nopuede ser cualquiera, no se trata de convencer por la fuerza,ni de disputar la aceptación de una proposición agresivamen-te, sino por medio del diálogo en condiciones ideales decomunicación. Así, el resultado de la interacción entre sujetoscuyos marcos conceptuales originales eran diferentes, debe-ría ser la creación de un nuevo marco conceptual derivado delos primeros.

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Lo anterior nos permite entender la verdad sin asumir elcompromiso de que exista el verdadero .y completo marcoconceptual al cual tienden todos los marcos de hecho produ-cidos.

Otra ventaja del enfoque epistémico de la verdad frente alcorrespondentista metafísico se aprecia al aplicar al análisisde Villoro sus propios criterios para evaluar su pretensión deverdad.

Villoro propone que un sujeto S atribuye verdad a una pro-posición "p" porque tiene razones objetivamente suficientespara ello. Pero las razones son relativas a las comunidadesepistémicas, y el saber que P es un saber falible. Para Villorolo que es relativo es la garantía de verdad (garantía¡ ), no laverdad misma, la cual es absoluta, pues es correspondencia.

Con lo anterior queda expuesto a la siguiente objeción quefrecuentemente se ofrece frente a las concepciones correspon-dentistas metafísicas de la verdad, y al realismo que la acom-paña. Villoro afirma:

La admisión de un mundo real, común a todo sujeto, basede la verificación de todo juicio empírico, es la única expli-cación concluyente, completa y coherente con todos nues-tros conocimientos (p. 181).

¿Cuál es el estatuto de esta proposición? Más aún, ahí eltérmino "nuestros conocimientos" se refiere a un cuerpo deconocimientos social e históricamente localizados, y por ende,de acuerdo con su propia posición, revisables por otras comu-nidades epistémicas. De hecho es pertinente la pregunta acercadel estatuto de la teoría del conocimiento de Villoro: ¿expre-sa un saber falible?, ¿es una teoría empírica? ¿Aceptaría Vi-lloro que de su teoría sólo se puede decir, en el mejor de loscasos, que nadie podría encontrar razones para contravenirlaen nuestra comunidad epistémica, pero que otra comunidadpuede desecharla como falsa con buenas razones? Creo quede antemano podemos descartar la opción de considerarque la teoría está formada por enunciados analíticos.

Debo aclarar que no veo nada criticable en una posición

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que acepte la corrigibilidad de su propia teoría. Por el contra-rio eso es muy saludable. Pero se apreciará que la cuestión defondo aquí en juego no se refiere a la corrigibilidad en el sen-tido de que una teoría siempre puede mejorarse, y puedeadmitir críticas constructivas (sobre lo cual no queda dudaque Villoro está de acuerdo). La dificultad es sobre el estatu-to de los juicios de la teoría, y de la teoría misma. El proble-ma es que Villoro parece quedar comprometido con una epis-temología naturalizada según la cual la teoría del conocimien-to es una teoría empírica. Quizá nuestra comunidad la aceptecomo saber objetivo, pero es falible y otra comunidad puederechazarla con buenas razones, podría descubrir que es falsa.

Si asumimos la noción de verdad aquí propuesta no surgeesta dificultad. La teoría del conocimiento no es una teoríaempírica, no se aceptará o rechazará con base en experiencias--si bien el saber empírico no es irrelevante, ni para su desa-rrollo ni para su justificación. Más aún, no siempre es perti-nente plantearse si es una teoría objetiva, es decir, si expresaun saber objetivo. Pues desde lo que aqu í he propuesto, la ob-jetividad está ligada a contextos de acción práctica, o de inte-racción comunicativa, pero siempre en relación con la modioficación de la realidad social (se den cuenta o no los sujetos).

Podría pensarse que la teoría del conocimiento puede estarligada a contextos de liberación, por ejemplo de desmistifica-ción y desestabilización de ideologías dominantes, y en esesentido puede afectar a la realidad social, y por consiguientetiene sentido plantearse el que sea objetiva. La intención deVilloro, manifiesta a través de su capítulo sobre una éticade las creencias, y la investigación por venir que anuncia ensu libro, ofrecen fundamento para considerar que admitiríaesta idea.

Ahora bien, lo que puede asegurarse en definitiva es que lateoría del conocimiento, particularmente la de Villoro, tienepretensiones de verdad, es decir, sus enunciados tienen pre-tensiones de verdad. Bajo la concepción correspondentistametafísica lo más que puede decirse es que en nuestra comu-nidad epistémica hay las mejores razones posibles para creerque es verdadera. Pero queda la tensión entre sostener que es

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verdadera (corresponde con la realidad) -y por consiguientepresumimos que cualquier otra comunidad la encontrará ver-dadera-, y la admisión de que sin embargo es falible. ParaVilloro todo conocimiento empírico es falible:

la garantía de verdad, para los enunciados empíricos, esrelativa a un tiempo y a una sociedad histórica. Las razonesque pueden ser suficientes para una comunidad epistémicaCI en el tiempo t l pueden ser insuficientes en el tiempot2 para otra comunidadC2 (p. 180).

Desde la perspectiva que aquí se propone se elimina esatensión. La objetividad es relativa a las sociedades. Así, lateoría del conocimiento de Villoro, o cualquier otra, si esobjetiva lo es en una sociedad específica. Ahí es objetivaporque afecta a la realidad de esa sociedad. Pero otra sociedadpuede no ser afectada de ningún modo aunque sea capaz deentender la teoría. Sin embargo, esa otra sociedad, si la teoríaes verdadera, tendría que aceptarla también, si la disputara encondiciones epistémicas ideales. Así-puede entenderse que lasteorías filosóficas no sean empíricas, pero que contengan pro-posiciones sintéticas. Si son verdaderas es que son admisiblespor cualquier sujeto. Las teorías del conocimiento pertenecena esta clase.

La importancia de esto es que para entender como verda-dera a la teoría del conocimiento, ella misma no tiene queverse al mismo tiempo, como correspondiente a la realidadpero falible. Como explicaré adelante, puede verse sin tensiónalguna como verdadera y corregible (aunque no como falible)al mismo tiempo.

Es importante aclarar que no pretendo discutir si la teoríadel conocimiento de Villoro, o cualquier otra, de hecho esverdadera. Lo único que sostengo es que Villoro al reconocerla falibilidad del conocimiento, y adoptar al mismo tiempo laconcepción correspondentista metafísica de la verdad, se en-frenta al problema de aceptar un conocimiento como verdade-ro, es decir como correspondiente a la realidad, el cual sinembargo es falible, esto es, otras comunidades pueden encon-

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trarlo falso. Eso puede no ser problemático entendido en rela-ción con los sujetos epistémicos pertinentes, pero es proble-mático entendido en relación con observadores que pidengarantías, de la efectividad de los saberes, y como hemos vis·to es problemático también para una teoría como la de Villorosi se aplica reflexivamente.

La tensión en cuestión proviene de la aceptación de la ver-dad absoluta como correspondencia, y de entender la justifi-cación sólo como la justificación de hecho alcanzable en unacomunidad particular por sus sujetos. La propuesta que hedefendido considera a la verdad también absoluta, pero no lasepara de la justificación como lo hace Villoro, sino por elcontrario, la define en términos de una justificación universal.

Consecuencias para el análisisde la noción de "saber"

Una de las más importantes contribuciones del libro de Villo-ro consiste en una modificación al análisis tradicional de lanoción de "saber". De acuerdo con Villoro dicha noción debeentenderse en los siguientes términos.

S sabe que p si y sólo si:1) S cree que p, y2) S tiene razones objetivamente suficientes para creer

que p (p. 175).

Villoro ofrece tres argumentos para respaldar su propuesta,particularmente para eliminar la condición de verdad, es decir,la condición que asegura que" 'p' es verdadera" debe formarparte del análisis de "S sabe que p",

Para terminar esta discusión haré algunas observacionessobre esos argumentos.

El primero dice que:

La definición no es precisa mientras no mencione quiénjuzga la verdad de 'p', ¿Debe entenderse que" 'p' es verda-dera" es aseverada por S, o por cualquier sujeto posible?(p. 182).

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Ante la posible réplica de que la condición de la verdad de"p" debe incluirse porque es independiente de las otras y sóloestablece que el hecho p, al cual se refiere la creencia de S,existe realmente con independencia de cualquier sujeto, Vi-lloro afirma:

La segunda condición establecería la verdad absoluta de"p" como una relación diádica entre una oración (o propo-sición) y un hecho. Entonces debemos suponer que no haynadie que juzgue la existencia de esa relación. En efecto,en el momento que admitamos que hay alguien que la juz-ga, la juzgaría por sus razones, y estaríamos en una de lasdos posibilidades antes examinadas. (A saber, que es S oalgún sujeto epistémico pertinente -miembro de la mismacomunidad de S- quien juzga.) Interpretada la relación deverdad como verdad absoluta, independientemente de lasrazones aducidas por un sujeto, no puede aplicarse a nin-gún juicio de un sujeto. Así, la segunda condición se enun-ciaría dc manera que, por principio, nadie puede aseverarlay, por consiguiente, nadie puede juzgar que S sabe. Enefecto, nunca se puede saber que una oración es verdaderay, por ende, que alguien sabe, más que por el criterio deverdad, esto es, por razones (p. 183).

Lo anterior me parece correcto. Sin embargo, creo que Vi-lloro ha dejado de considerar una tercera posibilidad. Cuandoél se refiere a cualquier sujeto, tiene cn mente cualquier suje-to epistémico pertinente. Esta noción es adecuada para deter-minar la objetividad, pero es muy restrictiva para determinarla verdad. Es cierto que será siempre un sujeto S' el quejuzgue la pretensión de saber de otro sujeto S, pero ademásde las dos posibilidades examinadas por Villoro, que S' seaidéntico a S, o que S' sea miembro de la comunidad episté-mica de S, hay una tercera posibilidad: que S' sea un obser-vador externo a la comunidad de S. Cierto que S' juzgará deacuerdo con sus razones, relativas a su sociedad. Pero aqu í esfundamental lo que señalé arriba acerca de la noción episté-mica de verdad. Si S Y .'\' interactuaran con el fin de acordar

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la verdad, sus marcos conceptuales podrían transformarse envirtud de su interacción, y podrían llegar a un acuerdo sobrela verdad o falsedad de la proposición que expresa la creen-cia de S. En ese caso se podría entender literalmente la ideaque sugiere el mismo Villoro de que quien juzga la pretensiónde saber de S puede ser cualquier sujeto, y no cualquier suje-to epistémico pertinente. Desde la perspectiva que propongoSe alcanzaría una auténtica universalidad. Esto no hace faltadesde la perspectiva de la comunidad epistémica en cuestión,pero es indispensable desde el punto de vista de la teoría delconocimiento.

Más aún, creo que el tratamiento que ha hecho Villoro lodeja expuesto a la objeción de que ahora él confunde unadefinición de saber, la cual debería incluir la condición deverdad de "p"; con los criterios para saber que S sabe. Esto severá más claro si pasamos a su segundo argumento.

El segundo argumento es el siguiente:

Si "S sabe que p" incluye" '1" es verdadera" y "verdadera"se entiende en el sentido de la verdad absoluta, entoncessólo sabríamos las proposiciones infalibles (p. 184).

Esto es cierto, pero Villoro incluye aquí una conjunción:que el concepto de saber incluye que "p" es verdadera y que"verdadera" se entiende en el sentido de la verdad absolutacomo correspondencia.

Por consiguiente, si deseamos rechazar la conclusión dcque sólo sabríamos las proposiciones infalibles, un caminociertamente es el que escoge Villoro, el de no incluirla cláu-sula" 'fJ' cs verdadera" en la definición de saber. Pero quedaotra opción: la de rechazar la concepción correspondentistametafísica de la verdad.

ASÍ, en el aspecto puramente lógico del argumento, noestamos obligados a aceptar la solución que Villoro elige. Porconsiguiente el argumento no es concluyente.

Pero hay una cuestión conceptual de fondo, más allá delalógica, en la cual se aprecia que Villoro no ha guardado la dis-tinción entre la definición de X y los criterios para aceptar

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que es el caso que X. Villoro mismo subraya eso con respectoa la verdad (p. 179). Su argumento se basa en la idea de quela definición debe precisar quién juzga la.verdad de "/1". Peroa eso puede replicarse que eso es necesario sólo en relacióncon los criterios para decidir que S sabe que P» y no para ladefinición de "saber". Por esto, creo que sus argumentos sonsólidos, pero con respecto a los criterios para decidir si haysaber, pero no contra la definición tradicional de saber, quees lo que él quiere criticar. Creo, en cambio, que si se optapor la versión epistémica de la verdad, entonces sus argumen-tos adquieren solidez incluso contra la definición, como ve-remos enseguida.

Se ve fácilmente que la anterior dificultad se liga con loque planteé arriba acerca del estatuto de la propia teoría deVilloro. Conviene subrayar este punto.

En efecto,Villoro quiere aplicar el concepto de "saber" asaberes objetivamente justificados pero falibles. Un saber esobjetivamente justificado si hay razones objetivamente sufi-cientes que aseguran a cualquier sujeto

que el objeto de su creencia no sólo tiene existencia paraél, sino también tiene existencia real, independiente de supropio juicio. Las razones objetivamente suficientes bastan,por lo tanto, para que un sujeto pueda asegurar que sucreencia es verdadera y que sabe, son pues, criterio de ver-dad ... (p. 179).

Pero si son criterio de verdad de "p"; entonces garantizan"para un sujeto, la existencia real de p" (ibid.).

Villoro no quiere relativizar la existencia real de JI al sujeto,sino sólo las garantías que el sujeto tiene para creer en esaexistencia real. "Saber" implica entonces tener razones obje-tivamente suficientes para establecer que "p" es verdadera, osea que P existe como un hecho con independencia de todojuicio. Pcro eso sólo se aplica a los sujetos de la comunidadepistémica en cuestión. Otro sujeto, perteneciente a otra co-munidad, podría reconocer que después de todo "p" es fatila

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y p no existe. Pero de hecho, una vez que nos percatamos delo que Villoro nos dice, nos damos cuenta de que todo lo quecreemos puede ser falso, nuestro saber es falible. Ya vimosque eso es un problema cuando nos preguntamos sobre la teo-ría del conocimiento misma, pues la debemos ver como falible.

Pero además, ¿qué ocurre cuando "p" es verdadera? (quede acuerdo con Villoro quiere decir absolutamente verdadera).La definición de Villoro no permite distinguir entre un saberdonde lo que se sabe es verdadero y un saber donde hay fali-bilidad. Y esto proviene de que Villoro enfoca sólo el análisisde "S sabe que p" desde la perspectiva de S o de cualquierotro sujeto pertinente, pero no desde la de cualquier otrosujeto.

Conviene subrayar aquí que el meollo de una teoría delconocimiento debe estar formado por lo que es común a todacomunidad epistémica y a todo marco conceptual posible,por ejemplo, las condiciones epistémicas ideales y sus correla-tivas nociones epistémicas de objetividad y de verdad.

Si "p" es verdadera, aunque no lo sepa el sujeto, o aunquesu saberlo sea relativo a su comunidad, la teoría del conoci-miento tiene que reconocer que jamás habrá razones acepta-bles por cualquier sujeto que la puedan contravenir. Por esoconviene refinar el análisis de modo que no queden compro-metidos con la idea de que todo saber es falible. La teoría delconocimiento debe poder distinguir entre saber que es verda-dero, y ya no es susceptible de encontrarse falso, y el saberque no lo es. Pero eso precisa ir en el análisis de la expresión"S sabe que p" más allá de la perspectiva de la comunidadepistémica de S. Una teoría epistémica de la verdad, no corres-pondentista, admite que el saber, que por definición es objeti-vamente justificado, puede ser verdadero en ocasiones, perono lo es necesariamente; y si es verdadero puede ser corregible.Debe distinguirse entre corregible y falible. Falible significaque el saber en cuestión puede después de todo ser falso. Yésa es la tensión para Villoro. Porque el saber que era verda-dero, lo que desde la teoría del conocimiento debe suponersecomo tal, porque así lo .debe juzgar cualquier sujeto que quie-ra explicar la objetividad o el acierto del saber en cuestión,

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pertenezca o no a la comunidad pertinente, tiene que versecomo falible, es decir, que puede resultar falso. En cambio,desde mi perspectiva el saber verdadero lo será siempre, porqueserá aceptable para cualquier sujeto en condiciones adecuadas.Ahora bien, como el saber verdadero no corresponde con larealidad, aunque sí se refiere a ella, es corregible. Por ejemplo,la descripción de un objeto siempre puede hacerse más preci-sa, o simplemente ser distinta en función de otros intereses.La proposición "La Tierra es redonda" es verdadera. Siempreserá aceptable para cualquier sujeto en condiciones ideales.Pero es una descripción que es pertinente sólo en ciertos con-textos, y siempre será susceptible de cambios y de precisiones,siempre será corregible. Pero si pensamos que es falible debe-mos aceptar que alguna comunidad podría encontrar razonesmuy buenas y demostrar que es falsa. Desde la perspectiva dela teoría del conocimiento eso no significaría falsa para esacomunidad, sino simplemente falsa, absolutamente falsa. Yeso, desde la perspectiva de la misma teoría del conocimiento,es inadmisible.

El tercer argumento de Villoro se basa en los ejemplos deltipo Gettier. Asegura que su propuesta escapa a las objecionesque surgen de ese tipo de ejemplos. Su conclusión es que esosejemplos aparecen porque la

justificación se basa en razones diferentes a aquellas quegarantizan la verdad de la creencia. Para que S sepa que }J

1 1 h" "es menester que o sepa por as razones que acen P ver-dadera y no por otras (p. 190).

Su estrategia para enfrentar esos ejemplos consiste en sim-plificar el análisis,

entendiendo la 'justificación' de manera que no sea inde-pendiente de la condición de verdad, pero entonces, nopuede entenderse como justificación sólo para el sujeto,sino como justificación para cualquiera (p. 191).

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Pero como ya he señalado, no se trata realmente de justifi-cación para cualquiera sino sólo para cualquier sujeto episté-mico pertinente.

De nueva cuenta, puede apreciarse que la interpretaciónepistémica de la verdad es más apropiada para lo que Villorodesea, pues está directamente ligada con la justificación uni-versal, auténticamente para cualquier sujeto, mientras que lanoción correspondentista de la verdad está desligada de loscontextos de justificación. Villoro dice literalmente que setrata de no ver a la justificación del saber con independenciade lo que hace verdadera a "u". Pero su análisis se ha basadoen una concepción que por definición establece la diferenciaentre la verdad absoluta como correspondencia, y la justifi-cación para creer en ella, relativa a los sujetos y falible. Porconsiguiente aparece de nuevo la tensión en su análisis delsaber al pedir que en la definición del mismo se refleje launión entre una concepción de verdad absoluta, desligada delos contextos de justificación, y una concepción que relativizala justificación de la verdad.

En suma, me parece que la eliminación de la condición dela verdad de "JI" en la definición tradicional de "5 sabe quer". que propone Villoro es correcta. Lo que sugiero es que laconcepción epistémica de la verdad es más apropiada para suanálisis. Por un lado evita la tensión arriba mencionada, y porotro establece claramente que el saber, al ser creencia objeti-vamente justificada, no tiene que ser creencia verdadera, puesla objetividad se refiere a aceptabilidad por cualquier sujetoepistémico pertinente, mientras que verdad se refiere a acepotabilidad por cualquier sujeto, y hemos visto que hay inde-pendencia lógica entre ambas nociones.

La concepción correspondentista nos ha acostumbrado apensar que es racional exigir una justificación de la pretensiónde que nuestro saber correspotul« con la realidad. Desde la pers-pectiva epistémica de la verdad lo racional es exigir justifica-ción objetiva, como lo propone Villoro, pero entendiendoque esa justificación objetiva sólo ofrece garantía¡ de verdad,Bajo la concepción correspondentista es problemático que lajustificación objetiva no pueda ofrecer garantías, de verdad,

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sobre todo cuando se aplican reflexivamente los criterios deuna teoría del conocimiento. A la luz de la concepción epis-témica ese problema no surge más, pues desde su ángulo unsaber objetivamente justificado en una sociedad particulardebe tener efectos reales en ella. Pensemos por ejemplo encreencias que justifican, es decir, legitiman relaciones de do-minación en una sociedad de castas. Mientras esa sociedadsubsista establemente, esas creencias estarán objetivamentejustificadas, incluso corresponden con la realidad de esa socie-dad. Pero la proposición que diga de dos miembros de esa so-ciedad, A y R, que "A es superior a R", aunque aceptablepara cualquier sujeto pertinente, cualquier sujeto que compar-ta los marcos conceptuales que definen a esa sociedad, no esaceptable para cualquier sujeto, no es verdadera. (He desarro-llado este punto en ülivé [inédito], véase también Olivé y Es-quivel [1983].)

Análogamente, la teoría del conocimiento que incluya estastesis puede admitir la posibilidad de que un saber, quizá ellamisma, esté objetivamente justificado, esto es, tenga efectosen la realidad social en la que es pertinente. Una teoría delconocimiento, por ejemplo, podría tener efectos de desmisti-ficación y por consiguiente servir de base para acciones deemancipación. Pero esa objetividad sería relativa a esa socie-dad, y no hay problema alguno para que la teoría se recono-ciese, aunque objetiva, no verdadera, es decir, no aceptablepor cualquier sujeto. La concepción correspondentista, encambio, debe enfrentar la paradoja de que si es objetiva tienegarantía de ser verdadera, es decir, de corresponder con larealidad, pero al mismo tiempo, como es falible, ella tieneque aceptar que puede ser falsa.

La propuesta de este trabajo enfrenta con mayor éxito alescepticismo, pues no tiene que conceder que todo saber esfalible. Puede admitir, y explicar, en cambio, que el saberes corregible, pero no por eso falso.

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BIBLIOG RAFÍA

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