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ore
s
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36
La gata Katata no hace
más que quejarse de
Lo aburrida que es su
vida y Le pide ayuda
a morris. eL mapache
ha reaLizado Las ha-
zañas más sorpren-
dentes y sabe que
Los gatos tienen sie-
te vidas, así que se-
guro que Logrará
encontrar una que Le
guste a Katata, ¿o no?
la escritora argentina
gabrieLa KeseLman,
con gran sentido del
humor, vuelve a con-
movernos con esta
historia de morris,
un mapache dispues-
to siempre a ayudar
a otros animales. eso
sí... a cambio de un poco
de chocolate.
Gabriela Keselman
Morris, ¡puuuf! Ilustraciones de Maxi Luchini
seri
em
or
ris
Dirección editorial: Elsa AguiarCoordinación editorial: Paloma Jover y Patrycja Jurkowska Cubierta e ilustraciones: Maxi Luchini
© del texto: Gabriela Keselman, 2013© de las ilustraciones: Maxi Luchini, 2013© Ediciones SM, 2013
Impresores, 2 Urbanización Prado del Espino 28660 Boadilla del Monte (Madrid) www.grupo-sm.com
atención al clienteTel.: 902 121 323 Fax: 902 241 222e-mail: [email protected]
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
Para estas gatitas con vidas superchulas: Jordana, Iara, Gadea,
Lu Jing, Lara y Florencia.
4
Había una vez un mapache llamado Morris.
Vivía con su mamá y su papá. Y con su hermanito, Rayujo.
Morris iba al cole, jugaba, dormía... Bueno, dormía hasta que alguien lo despertaba justo a mitad de un ronquido. Alguien que venía a pedirle ayuda...
6
–¡Despierta, Morris! –dijo la gata Katata–. ¡Puuuf!
Morris intentó moverse. Pero alguien lo estaba aplastando.
7
–¡Despierta, Morris! –insistió Katata–. ¡Puf! Mi vida no es nada chula... ¡Y tienes que conseguirme otra vida! ¡Puf!
8
–¡¿Otra quééé?! –exclamó Morris. Se soltó como pudo. Y se alejó dando un tropezón.
Katata siguió tumbada en la cama y resopló. Luego protestó por cualquier cosa. Puso mala cara sin motivo. Se quejó por tonterías. Refunfuñó porque sí. Le fastidió esto de aquí. Le molestó lo de más allá. Gruñó como hacía cada día. Y al fin repitió:
–¡¡¡PUUUF!!!
10
Morris era un héroe. Era el héroe más héroe del bosque, del río, del prado y de la vuelta al mundo.
11
Realizaba las hazañas más extraordinarias. Las más asombrosas. Las más sorprendentes. Pero nunca había conseguido una vida nueva para alguien. Esta hazaña era... ¡imposible!
–¡Puf, Morris...! –insistió Katata–. ¡Puf! ¡Puf! ¡Puuuf!
Morris siempre pedía chocolate a cambio de sus hazañas. ¡Pero esta no la iba a hacer ni aunque le diesen chocolate para toda la vida!
–Te daré chocolate para toda la vida –dijo Katata.
¡Chocolate para toda la vida...! ¡Era una recompensa increíble!
Morris salió disparado hacia el perchero donde colgaba sus antifaces de héroe.
No tenía tiempo de elegir cuál ponerse.El de Héroe Más Héroe,
el de Encontrar Algo Imposible, el de ¡Ánimo, Morris!...
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Metió todos los antifaces en su mochila. Cogió la mano de Katata y la arrastró hacia el bosque. Ella rezongó, claro. Y dijo:
–¡Puuuf!
16
Pero Morris tenía que ir a la Piedra de Pensar Juntos. Allí estarían sus amigos esperándole. Y Morris necesitaba compartir con ellos esta hazaña. ¡Era la más imposible a la que iba a enfrentarse!
