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MODULO PSICOLOGIA UNIDAD CURRICULAR Psicología Social CURSO: Psicología Social Año: 2013 Semestre: 3er. Código: 612 Tipo de Curso: Obligatorio Créditos: 10 ENCARGADA/O DE LA UNIDAD CURRICULAR: Prof. Adj. Gabriela Etcheverry DOCENTE RESPONSABLE DEL CURSO: Prof. Adj. Nelson De León Prof. Adj. Gabriela Etcheverry Prof. Adj. María Ana Folle Prof. Adj. Jorge Maceiras Prof. Tit. Joaquín Marqués Prof. Adj. Lis Pérez II.d. Maceiras J. & Bachino, N. (2008). Territorio, ámbito y campo. En Etcheverry, G. & Protesoni, A. (Eds.) Derivas de la Psicología Social Universitaria. Montevideo: Levy. BIBLIOGRAFIA BÁSICA: II - La construcción del conocimiento en psicología social. Producción de saber y verdad. La construcción dialógica de conocimiento. El lugar del saber popular. Territorio, ámbito y campo. Herramientas para el pensamiento crítico. PARA USO EDUCATIVO

Modulo 2 IId. Maceiras

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MODULO PSICOLOGIA

UNIDAD CURRICULAR Psicología Social

CURSO: Psicología Social

Año: 2013

Semestre: 3er. Código: 612

Tipo de Curso: Obligatorio Créditos: 10

ENCARGADA/O DE LA UNIDAD CURRICULAR: Prof. Adj. Gabriela Etcheverry

DOCENTE RESPONSABLE DEL CURSO: Prof. Adj. Nelson De León

Prof. Adj. Gabriela Etcheverry

Prof. Adj. María Ana Folle

Prof. Adj. Jorge Maceiras

Prof. Tit. Joaquín Marqués

Prof. Adj. Lis Pérez

II.d. Maceiras J. & Bachino, N. (2008). Territorio, ámbito y campo. En Etcheverry, G. & Protesoni, A. (Eds.) Derivas de la Psicología Social Universitaria. Montevideo: Levy.

BIBLIOGRAFIA BÁSICA:

II - La construcción del conocimiento en psicología social. Producción de saber y verdad. La construcción dialógica de conocimiento. El lugar del saber popular. Territorio, ámbito y campo. Herramientas para el pensamiento crítico.

PARA USO EDUCATIVO

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Territorio, Ámbito y Campo1

Lic. Natalia Bachino

Mag. Jorge Maceiras Besnati

Introducción

Nos gustaría aludir que aquí no pretendemos agotar la temática a tratar, y a la vez,

especificar que nuestro propósito es ante nada situarnos en la perspectiva de generar

las condiciones de posibilidad para la interlocución con aquellos actores que así lo

entiendan.

Las categorías que trabajaremos a lo largo de esta comunicación son territorio, ámbito

y campo, que como se verá, están vinculadas a posturas epistémicas. Tienen que ver

con las posibilidades de conocer y comprender lo que ahí, en la delimitación de un

recorte de realidad puesto a consideración, el sujeto que asume tal encargo despliega.

En otras palabras, tiene que ver con la naturaleza de la relación entre quien pretende

conocer y comprender y aquello que tiene por destino ser comprendido o conocido.

Someramente queremos mencionar que desde el punto de vista epistémico nos

situamos en la perspectiva que considera al mismo en términos de teoría del

conocimiento, cuestión esta que nos independiza de dar cuenta del estatuto científico

de las categorías a trabajar. “Este tipo de epistemología reflexiona sobre cómo se

construye el conocimiento humano; intenta reflexionar sobre las condiciones de

emergencia en que surgen los saberes, las posibilidades de enunciación, los niveles

de validez y las relaciones que establecen con otros saberes.” (Folle & Protesoni,

2005: 42)

Nos referiremos a las condiciones de surgimiento de las nociones antes mencionadas

pero no para solidificarlas, hasta aquí territorio, hasta aquí ámbito, hasta aquí campo,

sino para ver que en realidad no existen como categorías puras, todo lo contrario, se

hallan en constante interpenetración y movimiento, a veces territorio, a veces ámbito, a

veces campo.

Transitaremos por el análisis y crítica de algunos dualismos, en particular los que

interpelan las díadas sujeto-objeto y teoría-práctica. Ejercicio de la crítica que implicará

1 Esta comunicación es una versión revisada y ampliada de la que presentamos como

docentes, en un espacio de trabajo diseñado en forma plenaria en el Curso de Introducción a la Psicología Social del Área de Psicología Social de la Facultad de Psicología de la UR. Agradecemos la revisión y corrección realizada a este trabajo por la Prof. Adj. Mag. María Ana Folle.

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mostrar que en la creación de estos dualismos no hay nada de natural, todo lo

contrario, todo naturalizado.

Finalmente daremos cuenta de que las categorías referidas mantienen una relación de

interconexión, continuidades y discontinuidades; no obstante lo cual, las estamos

presentando claramente discriminadas solo con fines didácticos, sabiendo que a la

hora de intervenir éstas se muestran con límites difusos.

Territorio

“…de un cuerpo inepto, se ha hecho la máquina que se necesitaba;

se han corregido poco a poco las posturas; lentamente una coacción

calculada recorre cada parte del cuerpo, lo domina, pliega el conjunto,

lo vuelve perpetuamente disponible...”

Michel Foucault

La palabra territorio remite a “porción de la superficie terrestre perteneciente a una

nación, región, provincia, etc. || 3. Circuito o término que comprende una jurisdicción,

un cometido oficial u otra función análoga. || 4. Terreno o lugar concreto, como una

cueva, un árbol o un hormiguero, donde vive un determinado animal, o grupos de

animales relacionados por vínculos de familia, y que es defendido frente a la invasión

de otros congéneres.” (Real Academia Española, 2001: 2165)

Vemos que se sugiere soberanía y delimitación precisa de una cierta porción de

realidad que está sujeta a formaciones instituidas de gobierno que la rigen y

administran, y que por tanto reivindican autonomía e independencia de acción sobre

ella. Metáfora que nos sitúa en la perspectiva de pensar las disciplinas invariablemente

ligadas al territorio, ejerciendo poder, soberanía, dominación y exclusión de todo

aquello que le es ajeno (“otros congéneres”)

La noción de territorio es tributaria a una concepción epistemológica positivista propia

de la modernidad, la que erige a las disciplinas como organizadoras del conocimiento,

y en términos globales de una cosmovisión del mundo regida por la primacía de la

razón y el progreso permanente y lineal. Es en este sentido donde advertimos que

todo acto de conocimiento que contempla un objeto a conocer y un sujeto

cognoscente se concibe en compartimentos estancos, fragmentados, hendidos,

partidos, separados, desdoblados, descompuestos (splitting).

“…el hombre se pensaba radicalmente separado de la naturaleza; observador y

observado eran términos rigurosamente separados. En un universo domesticado de

esencias estables, de procesos reversibles, de leyes universales, reglado y predictible

[…] creía poder observar desde una perspectiva exterior independiente y arrancar al

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mundo-objeto sus secretos para dominarlo a su arbitrio, sólo un proyecto era posible:

conocer para dominar.” (Najmanovich, 1995: 53)

Reparamos que la modernidad pone el énfasis en la razón como valor último,

desplazando en este sistema de conocimiento a la emoción del sujeto cognoscente.

La emoción en este universo se percibe como interferencia u obstáculo ya que le

estaría quitando el estatuto científico a ese conocimiento, por lo tanto en este

momento la implicación queda colocada en el lugar de lo impensado. Entendiendo por

aquella al conjunto de relaciones concientes e inconcientes que los actores mantienen

con los sistemas institucionales donde despliegan el acto cognoscitivo. Queda

entonces excluida la posibilidad de que el sujeto se interpele por las circunstancias

involucradas en la acción particular de conocer, lo que estaría obturando la capacidad

del pensar en relación a lo que se hace, así como en relación al saber cómo se piensa

en ese hacer.

El sujeto que ejerce la acción de intervenir con la disposición de conocer es en este

caso el técnico, y se ubica separado del recorte de realidad que define como su objeto

de estudio. Objeto formal y abstracto que es medible, reproducible, cuantificable,

autónomo, no contradictorio y unívoco y que se halla desligado de un sujeto

cognoscente, que a su vez tiene las características de ser a-histórico, aséptico,

trascendente y que en su interpretación de la realidad buscará verdades últimas

regidas por la obtención de una pretendida objetividad. Clara primacía de la lógica de

lo uno e imposibilidad de considerar lo múltiple que conllevaría la inclusión en el acto

cognitivo de aproximaciones a otros campos disciplinarios.

Modo de pensar y operar que en definitiva no supera los reduccionismos que son

propios a las lógicas de objeto discreto “que se delimitaron en los momentos

fundacionales de las ciencias humanas [y] que territorializaron tales saberes en

disciplinas académico-profesionales…” (Fernández, 2007: 28)

Se busca entonces generar visibilidad y comprensión a la vez que construir estrategias

de intervención desde un territorio disciplinario y disciplinante. La teoría y la técnica

despliegan en este sentido su mayor violencia simbólica, ya que diagraman cual

“lente” que se antepone a la mirada del técnico para indicarle y construirle el objeto de

estudio que tiene ante sí. Violencia simbólica que consiste en poner formas

reconocidas como convenientes y legítimas, produciendo efectos territorializantes que

no se presentan como tales al percibirse como universales. Foucault diría que una de

las razones de la eficacia del ejercicio del poder es que oculta parte de sus propios

mecanismos; en este sentido, la violencia simbólica nunca se presentaría como tal y

sus axiomas y dogmas no se cuestionarían sino que serían atribuidos al orden de las

cosas, a lo natural.

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El técnico, que a ciencia cierta de investigador tiene poco, interpreta y aplica,

buscando de esta forma reencontrarse con un conjunto de certezas que empalmen

con el universo teórico disciplinario desde el cual partió. En última instancia, lo que se

estaría buscando es el reconocimiento de ese universo teórico antes que cualquier

eventualidad de un conocimiento nuevo, impredecible, que sorprenda.

Aquí la lógica que impera es la de la trascendencia, a saber, a partir del código propio

del territorio teórico disciplinario y mediatizado por la técnica, se va a otorgar un

sentido a lo que se entiende acontece en aquel lugar definido como recorte de realidad

u objeto que se halla reservado a la indagación. Estamos ante el gobierno de las

técnicas (tecnocracia), y estas pasan a ser “instrumentos cristalizados, arrancados de

las realidades que les dieron vida y considerados con un valor „en si‟ de carácter

universal” (Raggio, 1999: 72)

El dualismo teoría-práctica ostenta su mayor cristalización, de hecho ubicados en este

registro epistémico podemos pensar que el nivel de articulación (y si hay algo para

articular es porque está disociado) se da a partir de la noción de praxis. Entendida esta

como la puesta en juego de una intervención sobre un recorte de realidad desde un

referente teórico y que en el encuentro con el referente empírico (lo que podríamos

llamar práctica), produce un efecto de retorno sobre la teoría en donde esta se ratifica

o rectifica.

Tomando como ejemplo, y para ilustrar cómo opera un territorio disciplinario, podemos

remitirnos a las primeras experiencias de aplicación (y subrayamos esta palabra) del

psicoanálisis a los grupos.3 Ahí vemos cómo se extrae del psicoanálisis su teoría y su

técnica creada para ser desplegada en un espacio de trabajo dual, y se la extrapola

hacia un espacio de trabajo grupal. Y un momento donde esto se manifiesta

claramente es en las primigenias intervenciones del psicoanálisis en los grupos.

Donde se consideraba “…absolutamente válido [al psicoanálisis] para interpretar

regiones de otras territorialidades disciplinarias; esto implica no considerar otros

campos disciplinarios como tales, sino como meros espacios de aplicación del

psicoanálisis. Este tipo de extrapolaciones que suelen constituir -aun hoy- fuertes

impensables del psicoanálisis, pudieron hacer posible que estos primeros

psicoanalistas de grupo consideraran que solo era cuestión de trasladar el bagaje

tecnológico y su forma de contrato dual al colectivo, sin necesidad de grandes

modificaciones.” (Fernández, 1989: 95)

3 Véase la primera parte del capítulo 4: Hacia una Clínica Grupal del libro de Ana Ma.

Fernández “El Campo Grupal –notas para una genealogía”

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Actualmente vemos que este artificio resulta sumamente rudimentario, ya que la

violencia que se ejerce desde la teoría y la técnica es aquí evidente. Coerción que

recae sobre lo que se pretende conocer o comprender a punto de partida de no

reconocerlo como un universo con legalidades propias o a descubrir, pero claramente

diferenciable del setting psicoanalítico tradicional.

Ámbito

“…líneas de articulación o segmentaridad, estratos, territorialidades;

pero también líneas de fuga, movimientos de

desterritorialización y de desestraficación.”

Gilles Deleuze & Félix Guattari

La noción de ámbito tal cual la plantea José Bleger en “Psicohigiene y psicología

institucional” en los años 60‟ es una categoría que aunque por momentos remite al

disciplinamiento propio del territorio, por otros, tiene la capacidad de abrir el abanico a

nuevas prácticas psicológicas que muestran atisbos rupturistas. Estos involucran una

ampliación de los lugares de intervención del psicólogo, al tiempo que promueven el

desarrollo de nuevos modelos conceptuales. Es por ello que desde una perspectiva

actual lo entendemos como una categoría bisagra, entre la noción ya referida de

territorio y la que trabajaremos más adelante de campo.

José Bleger era médico, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA)

docente universitario y discípulo de E. Pichon Rivière, por lo que toma de él, entre

otros aportes, el de epistemología convergente “según la cual las ciencias del hombre

conciernen a un objeto único: „el hombre-en-situación‟ susceptible de un abordaje

pluridimensional. Se trata de una interciencia, con una metodología interdisciplinaria,

la que funcionando como unidad operacional permite un enriquecimiento de la

comprensión del objeto de conocimiento y una mutua realimentación de las técnicas

de aproximación al mismo.” (Pichon Rivière, 1985: 12)

Por otro lado Bleger también es influenciado por las concepciones de estrategia de

Atención Primaria en Salud (APS) que comienzan a desplegarse a nivel mundial en

ese momento histórico. En la misma, el hombre es entendido como un ser

bio-psico-social y por lo tanto compartimentado por distintas disciplinas en una lógica

propia del territorio.

Es en este escenario que Bleger convoca al psicólogo al trabajo en salud pública y en

el espacio público en general, interrogando fuertemente las prácticas hegemónicas en

psicología que tenían lugar en la época y que eran principalmente la del profesional

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liberal, psicoanalista, trabajando desde la enfermedad y en forma individual en el

consultorio privado. Es así que plantea que “El psicólogo clínico debe salir en busca de

su „cliente‟: la gente en el curso de su quehacer cotidiano.” (Bleger 1991: 37)

Al considerar relevantes las nociones pichonianas de hombre-en-situación y salud y

enfermedad como un continuo, vemos cómo Bleger está apuntando a comprender al

sujeto en el transcurrir de su vida cotidiana, afirmando que es aquí donde es necesario

intervenir para prevenir la aparición de la enfermedad o promover conductas más

saludables. Manifiesta asimismo que es preciso desarrollar nuevos instrumentos

conceptuales, dispositivos de intervención y una concepción de trabajo en equipo

interdisciplinario. También relaciona estrechamente la práctica con la investigación,

donde la primera ya no es una mera aplicación de la técnica, y es aquí donde

observamos que se ve influenciado por la metodología de investigación-acción de Kurt

Lewin. Y esto le permite plantear que la práctica no está subordinada a la investigación

sino que es su centro, y siendo consecuente con ello, critica al modelo médico

asistencial disociado de la investigación, al tiempo que busca interrogar las prácticas

psicológicas de la época, ampliando los ámbitos de intervención a la vez que los

modelos conceptuales.

“El enfoque social es doble: comprende movilidad y ampliación de los modelos

conceptuales, y extensión del ámbito de trabajo. Para ello es necesario el desarrollo

de nuevos instrumentos de trabajo que permitan el abordaje de cualquiera de los

ámbitos con modelos conceptuales de otros. Bleger buscó responder algunas

interrogantes del orden de ¿dónde intervenir?, ¿cómo y con qué?, ¿sobre quién o qué

se interviene?” (Etcheverry, 2001:102)

La noción de ámbito a veces aparece referida a un lugar físico y otras como modelo

conceptual. A lo largo de “Psicohigiene y Psicología Institucional” por momentos refiere

al ámbito como lugar de trabajo entendido empíricamente (individuos, grupos,

instituciones y comunidades) y es ahí cuando lo encontramos más cerca de la noción

de territorio antes trabajada y de un paradigma positivista, ya que estaría posicionado

desde una lógica del objeto discreto. De todas formas creemos que intenta hacer un

movimiento para salirse de esta restricción al establecer en su esquema la siguiente

distinción. “Conviene aclarar que no son sinónimos y que, por lo tanto, no coinciden

psicología individual y ámbito psicosocial, tanto como tampoco coinciden psicología

social con ámbito sociodinámico; la diferencia entre psicología individual y social no

reside en el ámbito particular que abarcan una y otra, sino en el modelo conceptual

que utiliza cada una de ellas; así, se puede estudiar la psicología de grupos (ámbito

sociodinámico) con un modelo de psicología individual, tanto como se puede estudiar

al individuo (ámbito psicosocial) con un modelo de la psicología social”. (Bleger, 1991:

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48) Es en este sentido que nos permite pensar que la psicología social no se

encuentra definida ni por el número de personas con las que se trabaja, ni por el lugar

donde se trabaja, sino por el enfoque con el que se trabaja. Por ello entendemos que

la mayor potencia del término ámbito se encuentra cuando la referencia al mismo es

en términos de modelo conceptual, donde el ámbito “…comprende la extensión o

amplitud particular en que los fenómenos son abarcados para su estudio o para la

actividad profesional.” (Bleger 1991: 51-52)

El autor en cierta medida problematiza el curso del desarrollo histórico que han

seguido los modelos psicológicos hegemónicos, los que tomando modelos

conceptuales gestados para pensar los fenómenos que ocurren en el sujeto, los han

trasladado para describir o caracterizar lo que acontece en las “agrupaciones

humanas”. Claramente reparamos en que son insuficientes para manifestarse sobre

las peculiaridades que en estas tienen lugar, y por eso destacamos la propuesta en

cuanto convoca al desarrollo y creación de modelos conceptuales que puedan dar

cuenta de los fenómenos específicos que en esas “agrupaciones humanas” tienen

lugar. “En cuanto a la ampliación de ámbitos, el desarrollo de la psicología ha seguido

el curso del sentido A, pero esta dirección ha coincidido en cierta medida con una

extensión de los modelos de la psicología individual a todos los otros ámbitos.”

(Bleger, 1991: 48)

(Bleger, 1991: 47)

Comunitario

Institucional

Sociodinámico

Psicosocial

(Grupos)

(Individuos)

A

(Instituciones)

B

(Comunidades)

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El sentido A estaría mostrando que los ámbitos en términos de modelos conceptuales,

yendo del individuo al grupo, a la institución y a la comunidad, generan un efecto de

territorialización con la consecuente violencia simbólica. Aquí se hace visible el sesgo

rupturista del planteo blegeriano, al que ligamos con la salida de esa lógica

disciplinaria unidireccional que se halla representada por el movimiento en la dirección

y sentido A. Por ello entendemos que este aporte lo ubica en el terreno de la

innovación, la que estaría planteada a partir de indicar la apertura a la movilidad y al

uso de modelos conceptuales que provienen de diversos ámbitos, los que en su

accionar son los que configuran el movimiento en el sentido B. El autor entonces dirá

que “…a medida que vamos abarcando en la práctica nuevos ámbitos y se estructuran

nuevos modelos conceptuales adecuados, se impone el sentido B.”

Esta concepción nos permite por ejemplo al trabajar en clínica con un sujeto (individuo

desde el texto de Bleger), poder pensar los distintos planos que lo componen así como

las diversas dimensiones que se hallan “jugadas” en esa singularidad; donde el mismo

está incluido en distintos grupos, su familia (como forma distintiva de grupalidad), una

determinada comunidad, al tiempo que es subjetivado por múltiples instituciones.

También nos habilita en la utilización de una herramienta, como por ejemplo el mapa

de red, surgido para intervenir en determinado ámbito como lugar empírico

(comunidad), para trabajar en otro como puede ser la clínica individual, donde se lo

estaría utilizando para abordar y comprender las redes sociales de un paciente

determinado.

Vemos claramente cómo Bleger propone una inflexión respecto al modelo conceptual

predominante, que estaba centrado en las disciplinas, con alto nivel de especificidad y

bien delimitadas unas de otras. En dicho modelo al individuo debía abordárselo con

teoría y técnica de alguna rama de la psicología individual, sea esta psicoanalítica o

cognitivo comportamental, por nombrar dos; igualmente con un grupo, al que debía

tratárselo con teoría y técnica de grupos, y lo mismo con los otros espacios

demarcados (instituciones y comunidades), pero siempre, siempre manteniendo la

relación entre el recorte espacial y la teoría y la técnica que para dicho ámbito se

había gestado.

Campo

“La orquídea se desterritorializa al formar una imagen, un calco de avispa;

pero la avispa se reterritorializa en esa imagen. No obstante, también

la avispa se desterritorializa, deviene una pieza del aparato de reproducción

de la orquídea; pero reterritorializa a la orquídea al transportar el polen”.

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Gilles Deleuze & Félix Guattari

Lo que nos sugiere la noción de campo antes que nada, es que no estamos ante un

objeto discreto con las cualidades que les son propias y que se constituyeron como

tales en el encuentro con una forma de posicionamiento epistémico del sujeto

cognoscente. Al decir de Ana Mª. Fernández y Juan C. De Brasi “campo que rescata lo

diverso como aquello que agrupa lo discontinuo, sin cultivar lo homogéneo” 4 y que

nos ubica en una concepción epistemológica de la complejidad “que implica una nueva

manera de pensarnos a nosotros mismos, la ciencia que producimos y el mundo que

construimos gracias a nuestras teorías y nuestra capacidad creativa.” (Dabas &

Najmanovich, 1995: 62)

Por lo tanto, si nos pronunciamos en términos de campo es porque nos distanciamos

definitivamente de pensar en términos de objeto discreto, situación que amplía las

posibilidades respecto a lo que se investiga, pudiendo pensar ahora sí desde la lógica

de la paradoja y de lo discontinuo, dejando atrás un pensamiento lineal causa–efecto.

Este movimiento de descentramiento estaría implicando posicionarse desde una

epistemología que contemple lo transdisciplinario, lo que posibilitaría generar mayor

visibilidad ya que se minimizarían ciertos puntos ciegos, entendiendo por estos un

cierto campo de visión epistémico que no es advertido, fenómeno que también

involucra el no darse cuenta que no se ve, es decir, una “ceguera de segundo orden”.5

En tal sentido lo que una teoría no permite percibir no son sus ocasionales errores o

fallas sino sus impensados, o sea, aquellas invisibilidades producidas a partir de sus

condiciones de posibilidad de enunciación.

Poniendo a consideración el dualismo sujeto-objeto, al ejercer sobre este par

dicotómico una mirada crítica desde esta perspectiva concluimos que ya no es sujeto

cognoscente y objeto a ser conocido. Todo lo contrario o al menos todo diferente, el

signo que los separe o los una no debe ser ya (-) sino (:), para así poder plantear la

díada en términos de sujeto: objeto, buscando indicar de esta manera que la relación

que establecen es de indeterminación. “La relación es de incertidumbre, lo cual nos

remite a un camino de investigación. Hablamos de procesos a elaborar, porque la

relación no está marcada y no sabemos bien cuál es la relación…” 6 Indicamos así que

4 Véase Ana Mª Fernández & Juan C. De Brasi (comp.) “Tiempo histórico y campo grupal -Masas, grupos e instituciones-“, p. 15. 5 Véase el artículo de Heinz Von Foerster “Visión y conocimiento, disfunciones de segundo

orden”, donde desarrolla ampliamente entre otras, esta noción de ceguera de segundo orden así como la de punto ciego. 6 Véase el artículo referenciado de Juan C. De Brasi (1995) “Grupo: Multiplicidad”, él trabaja

con esta puntuación para dar cuenta de que la relación es de incertidumbre y

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las fronteras que unen separando o separan uniendo son difusas, porosas, de límites

inexistentes o imprecisos, lo que nos habilita a pensar en términos de conexiones y

acoples. Condición de posibilidad para pensar en términos de multiplicidad, lo que

lleva implícito el trabajo en el entre, en el “y”, donde se establece entre los elementos

la síntesis conectiva que es lo inmanente mismo del encuentro.

La figura que se ubicaría en el lugar del sujeto cognoscente queda claro que aquí no

es la del técnico, asentado en formaciones de dominación y ejercicio de una violencia

simbólica y disciplinaria, sino la del investigador, ya que como vimos, no hay nada que

aplicar.

Trabajaremos entonces con dos categorías que formuladas en términos de campo nos

permiten especular cómo se interviene y piensa en relación a un recorte de realidad

donde ya no existe un sujeto cognoscente escindido de un objeto de conocimiento.

Donde al primero lo concebimos desterritorializándose para advenir constructor de un

campo de conocimientos, al tiempo que al segundo, campo de problemáticas a

formular. Enfoque que está indicando que ninguno posee existencia propia en tanto se

conforman como tales en el encuentro, y es por ello que les corresponde ser pensados

en términos de inmanencia. Y más aún al considerar que lo realmente importante es el

proceso de conocimiento en un espacio abierto, interconectado y susceptible de

adaptación y modificación en conexión con una realidad que es antes que nada

contextual. Es decir, solo funcionan en conexión, acoplando, siendo asimilados al

modelo de la máquina y no al de la mecánica. La forma en que opera la mecánica es

cerrada sobre si misma, la máquina por el contrario no funciona nunca de manera

aislada, siempre conectando, siempre borrando las fronteras o haciéndolas difusas,

operando por flujos.

“El trabajo en campos de problemas y no de objeto unidisciplinario implica considerar

que pensar problemáticamente es trabajar ya no desde sistemas teóricos que operen

como ejes centrales sino pensar puntos relevantes, que operen permanentemente

descentramientos y conexiones no esperadas; el problema no es una pregunta a

resolver sino que los problemas persisten e insisten como singularidades que se

despliegan en el campo.” (Fernández, 2007: 29)

En términos de campo no hay un lugar para lo teórico por un lado y lo práctico por otro

como categorías disociadas, ya no teoría-práctica, solo relaciones de indeterminación

(teoría: práctica) Es en este punto donde nos permitimos seguir a Foucault dialogando

consecuentemente el posicionamiento del sujeto cognoscente es el de investigador. El autor aborda una concepción de grupo en el artículo y puesta a consideración esta y sus descentramientos se propone ubicarla no en un a priori, sino en el proceso de construcción del proceso grupal mismo.

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con Deleuze cuando manifiestan: “La práctica es un conjunto de conexiones de un

punto teórico con otro, y la teoría un empalme de una práctica con otra. [...] Es en esto

en lo que una teoría no expresa, no traduce, no aplica una práctica; es una práctica.”

(Foucault, 1992: 78-79)

Indicamos y reiteramos, desde este posicionamiento no se piensa ni opera desde un

marco teórico que estaría signado por la lógica de lo uno y sumido en criterios de

verdad adhiriendo a relatos totalizadores y totalizantes. Se trata de construir

instrumentos para pensar campos de problemáticas, donde la constitución del campo

de conocimientos desde donde intervenir se va construyendo atendiendo a lo

específico, lo local y puntual, y donde no tienen cabida cristalizaciones teórico-técnicas

con criterio de universalidad. Situados en este enfoque es que nuevamente

recordamos el diálogo de Foucault con Deleuze cuando expresan: “Eso es, una teoría

es exactamente como una caja de herramientas […] Es preciso que sirva, que

funcione. Y no para uno mismo. Si no hay personas para utilizarla, comenzando por el

teórico mismo, que deja entonces de ser teórico, es que no vale nada, o que el

momento no llegó aún.” (Foucault, 1992: 79)

Ya no marco teórico ni disciplina, la tarea propositiva entonces apunta al

desdisciplinamiento de los cuerpos disciplinarios, cuestión que implica incurrir en

procedimientos complejos por cierto y que están encaminados hacia una elucidación

crítica, la que podríamos descomponer siguiendo a Ana Ma. Fernández en tres

grandes líneas: “desnaturalizar los dominios de objeto instituidos sin por ello invalidar

los conocimientos que ellos han producido y producen. […] deconstruir las lógicas

desde donde han operado sus principios de ordenamiento, [y] genealogizar, o al

menos realizar algunos rastreos genealógicos que permitan interrogar los a priori

desde los que un campo de saberes y prácticas ha construido sus

conceptualizaciones.” (Fernández, 2007: 28)

Nos gustaría ejemplificar sobre algunos de los aspectos presentados en este ítem a

través de la siguiente viñeta: un hombre oriundo del medio rural se dispone a solicitar

un tratamiento psicológico y en una primera instancia se le propone una frecuencia

semanal de 2 sesiones de 50 minutos de duración. Se va viendo a lo largo de los

primeros encuentros que esos minutos no son suficientes para que el paciente pueda

desplegar un discurso que habilite a trabajar y pensar sobre su padecimiento. Luego

de 2 o 3 sesiones de 50 minutos hay una comprensión por parte del psicoterapeuta

acerca de aquello que insistiendo se presenta como obstáculo al trabajo clínico. La

suposición que se construye por parte de este, recae sobre la existencia de una

temporalidad diferente que no es la urbana. Se busca no violentar técnicamente esa

disposición y consecuentemente se la considera e incluye en el trabajo clínico, es a

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partir de ello que se propone un cambio que consiste en una frecuencia de una sesión

semanal pero de 100 minutos (es decir 1hora 40minutos). Allí, inmanentemente, se

constituyó un campo de problemas a la vez que campo de conocimientos, en el

entremedio, en el espacio de trabajo que es espacio de producción. Campo de

problemas porque ya no hay una sujeción intransigente al referente temporal

establecido a priori, nada a aplicar, sí “…desdisciplinar las territorializaciones

disciplinarias, para poder demarcar las cuestiones de otro modo.” (Fernández, 2007:

28) Y también campo de conocimientos, porque el técnico adviene investigador, en

tanto ya no hay una primacía de la técnica como criterio de verdad al interrogar el

precepto que dice que es en 50 minutos que se tiene o debe desplegar un discurso en

la clínica. “Los procesos de conocimiento están insertados de este modo a partir de

sus historicidades, implicaciones, estrategias discursivas y extradiscursivas,

afecciones singularizadas y requerimientos que los frenan o potencian…”. (Fernández

& De Brasi, 1993: 14)

En este ejemplo tan breve y que solo abarca algún aspecto de lo que aquí

pretendemos mostrar, vemos cómo sería proceder en términos de campo,

apartándose de territorializaciones técnico-disciplinarias al interrogar una regla que el

encuadre psicoanalítico considerara un a priori de valor universal. Vemos también

cómo este movimiento (el que propone el psicoterapeuta) posibilitó generar visibilidad

sobre las temporalidades, que sería una de las líneas de análisis que componen el

dispositivo de intervención y donde se deja entrever que dispositivo y encuadre son

puestos a consideración como categorías claramente diferenciables.7

Desenlaces

No es lo mismo estar inconcluso que estar indeciso.

Estar inconcluso quiere decir estar vivo.

Marcelo Percia

7 Véase el artículo referenciado “¿Que es un dispositivo?”, allí Deleuze dirá que un dispositivo

es como una especie de ovillo o madeja y propone pensarlo como un conjunto de líneas –hilos- que se entrecruzan de manera compleja, a la manera rizomática y no arborescente. Nos dice que “esas líneas del dispositivo no abarcan ni rodean sistemas cada uno de los cuales sería homogéneo por su cuenta [...], sino que siguen direcciones diferentes, forman procesos siempre en desequilibrio y esas líneas tanto se acercan unas a otras como se alejan unas de otras. Cada línea está quebrada y sometida a variaciones de dirección (bifurcada, ahorquillada), sometida a derivaciones.”

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Nuestra intención, como esperamos se haya podido observar, fue darle trámite a las

tres categorías puestas a consideración en la perspectiva de conocer y comprender

algo más acerca de ellas.

Algunas de las ideas propuestas por Deleuze y Guattari cuando trabajan sobre el

Modelo tecnológico en “1440 Lo Liso y Lo Estriado”, nos posibilitan pensar la relación

que se despliega en torno a la díada territorio y campo, pero no para fijarlos como par

en radical oposición, nuevamente todo lo contrario o por lo pronto diferente, para

pensarlos sí, pero antes que nada en movimiento.

Nuestra disposición es promover la expansión de lo hasta aquí expresado con el

trabajo sobre lo metafórico, valga para ello la idea de que una “lente” que se antepone

al observador lo puede hacer advenir técnico o investigador. Lente-tejido-disciplina o

lente-fieltro-transdisciplina respectivamente.

“Un tejido presenta en principio un cierto número de características que permiten

definirlo como espacio estriado. […] el fieltro, procede de forma totalmente distinta,

como un antitejido. El fieltro no implica ninguna separación de los hilos, ningún

entrecruzamiento, sino únicamente un enmarañamiento de las fibras […] Un conjunto

imbricado de este tipo no es en modo alguno homogéneo: sin embargo es liso, y se

opone punto por punto al espacio del tejido (es infinito por derecho, abierto o ilimitado

en todas las direcciones; no tiene derecho ni revés, ni centro; no asigna fijos y móviles,

sino que más bien distribuye una variación continua)” (Deleuze & Guattari, 1988: 484-

485)

Si bien la referencia metafórica establecida por nosotros al considerar los diferentes

posicionamientos epistémicos como “lentes” que diagraman una forma de encuentro

entre objeto/campo de problemáticas y sujeto/campo de conocimientos parece lícita.

No podemos dejar de advertir que esta categorización establece demarcaciones que

segmentan duramente, por lo que corresponde mencionar que donde se construye un

campo de problemáticas siempre existe también algún indicio de territorialización y a la

inversa. Respecto a la primera derivación, siempre en el campo aparece un efecto de

teoría, es decir, surgen micro-instancias donde lo procesual queda capturado bajo la

égida del territorio. En cuanto a la segunda, siempre en un efecto de territorialización

se materializan líneas que desatienden la captura, son desvíos que trascienden los

dominios de ese territorio y que podrían, si el técnico cede, ingresar en un proceso de

desterritorialización. Situación que sólo es posible si se contempla al desvío y se da

cabida a lo novedoso que insiste y no puede ser comprendido (en una doble acepción:

como sinónimo de entender y de estar incluido en) desde un referente teórico

disciplinario dado.

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“Unas veces podemos señalar una oposición simple entre los dos tipos de espacios.

Otras debemos indicar una diferencia mucho más compleja que hace, que los términos

sucesivos de las oposiciones consideradas no coincidan exactamente. Otras, por

último, debemos recordar que los dos espacios solo existen de hecho gracias a las

combinaciones entre ambos: el espacio liso no cesa de ser traducido, transvasado a

un espacio estriado; y el espacio estriado es constantemente restituido, devuelto a un

espacio liso.” (Deleuze & Guattari, 1988: 483-484)

Finalizando ya, queremos decir que nominamos este apartado desenlace con la

intención de dejar de lado toda pretensión de conclusión o cierre; por el contrario,

nuestra idea es dejarlo abierto al planteo de nuevas líneas que permitan desatar otras

y así, y así sucesivamente. Pretendiendo significar de esta manera que desplegar los

sentidos posibles que emerjan de esta comunicación en parte nos compete y en parte

atañe al lector.

Primavera de 2008

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