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MIAMI MIAMI Lonely Planet Traveller Junio 2017 82 CRÉDITO FOTO Miami Ocean Drive conserva algunos de los edificios ‘art déco’ más emblemáticos de Miami La Giralda de Sevilla inspiró al arquitecto del Biltmore Hotel, en Coral Gables IZQUIERDA Pintura mural del artista brasileño Sipros, en Wynwood Turistas frente a una caseta de socorro de Miami Beach; DERECHA Típico sándwich cubano con sangría Cuatro barrios que representan cuatro realidades muy diferenciadas: los refinados Coconut Grove y Coral Gables, la transgresora Wynwood, la inimitable Little Havana y el ‘glamour’ añejo de Miami Beach. Todos ellos, indisolublemente, conforman Miami, una de las ciudades más eclécticas y apasionantes de los Estados Unidos LA MESTIZA DEL SUR TEXTO Y FOTOS KRIS UBACH @KrisUbach

MIMI MIMI La Giralda de Sevilla inspiró al Miami mural del artista … · 2020. 5. 20. · MIMI MIMI 84 Lonely Planet Traveller Junio 2017 Junio 2017 Lonely Planet Traveller 85 Kristian

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Junio 2017 Lonely Planet Traveller 83Lonely Planet Traveller Junio 201782

CRÉ

DIT

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Miami

Ocean Drive conserva algunos de los edificios ‘art déco’ más emblemáticos de Miami

La Giralda de Sevilla inspiró al arquitecto del Biltmore Hotel, en Coral Gables IZQUIERDA Pintura mural del artista brasileño Sipros,

en Wynwood

Turistas frente a una caseta de socorro de Miami Beach; DERECHA Típico sándwich cubano con sangría

Cuatro barrios que representan cuatro realidades muy diferenciadas: los refinados Coconut Grove y Coral Gables, la transgresora Wynwood, la inimitable Little Havana y el ‘glamour’ añejo de Miami Beach. Todos ellos, indisolublemente, conforman Miami, una

de las ciudades más eclécticas y apasionantes de los Estados Unidos

L A M E S T I Z A D E L S U R

TEXTO Y FOTOS KRIS UBACH @KrisUbach

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Kristian Tejera Conserje del Biltmore Hotel

“A pesar de que tan solo lleva un año como conserje del emblemático Biltmore Hotel, Kristian se ha convertido en todo un experto en la historia de este enclave histórico. “El nadador olímpico Johnny Weissmüller, al que todos recordamos por su interpretación en las películas de Tarzán de los años 30, trabajó como instructor de natación en la piscina de este hotel. Y el mismísimo Al Capone montó un speak easy en la planta decimotercera, un establecimiento clandestino donde se corrían apuestas y en el que fue asesinado el gánster Thomas J. Fatty”. Con la Segunda Guerra Mundial y durante 20 años esta residencia noble ejerció como hospital militar y en la actualidad, reconvertido de nuevo en hotel de lujo, sigue siendo una referencia entre las celebridades. Entre los numerosos visitantes de la última década se cuentan dos españoles ilustres: Antonio Banderas y Julio Iglesias (biltmorehotel.com)”

CUANDO RALPH MIDDLETON MUNROE desembarcó en Biscayne Bay (bahía Vizcaína) desde Nueva York en 1886, este rincón del sur de Florida apenas contaba con una población de 550 almas repartidas entre familias seminolas, jornaleros de Bahamas y pioneros llegados desde otras partes de Estados Unidos. Munroe pagó 400 dólares por 160.000 metros cuadra-dos de selva tropical e hizo levantar una confortable residencia y un embarcadero rodeado de bosques de manglar. Hoy, la que fuera su casa convive a diario con la agitación de un barrio, el de Coconut Grove, en el que muchas cosas destacan por ser las primeras en Miami. Además de la morada de Munroe, que hoy ejerce como museo, en el distrito se estableció la primera comunidad afroamericana y el primer club para mujeres –aún activo–, quienes, además, inaugurarían la primera biblioteca.

Pero con la llegada del ferrocarril en 1895, los habitantes de Coconut Grove vieron cómo su idílico y aislado enclave a ori-llas de Biscayne Bay era objeto de deseo de numerosas fortunas que empezaron a construir sus mansiones a orillas de la bahía. El Coconut Grove que hoy conocemos sigue manteniendo ese espíritu de barrio rico e intelectual: la alegría económica se pal-pa en las terrazas de sus restaurantes, en sus cafés a la europea, en las galerías de arte y en sus malls peatonales. Los vecinos de este barrio se mueven en bici, compran en tiendas de cultivo orgánico y pasean al perro enfundados en su mejor outfit de-portivo. Ellos y el perro, por supuesto.

Algo parecido sucede en otro distrito colindante, Coral Ga-bles, que desde su fundación a principios del siglos XX siem-pre fue imán para los bolsillos más desahogados. La elegante y pausada Coral Gables es el sueño cumplido de un promotor inmobiliario, George E. Merrick, quien decidió levantar, en plena península de Florida, toda una ciudad inspirada en la arquitectura de España e Italia. En tan solo tres años, Merrick gastó 20 millones de dólares para construir mil casitas de estilo Mediterranean Revival y las encajó en una cuadrícula de bou-levards bautizados en honor a las principales ciudades y regio-nes españolas. El mascarón de proa de tan megalómana inicia-tiva fue el Biltmore Hotel, una obra monumental cuyos perfiles imitan a los de la Giralda sevillana. El propio rey Alfonso XIII premiaría a Merrick por semejante homenaje patrio otorgándo-le la Medalla de la Orden de Isabel la Católica en 1927.

El centro neurálgico de Coral Gables –que a diferencia de su vecina Coconut Grove nunca se anexionó a la ciudad de Miami y posee sus propios órganos de gobierno– es la distinguida Mi-racle Mile. Más de 140 tiendas y alrededor de 120 restaurantes son las credenciales de este paseo comercial en el que todos los sábados se celebra un popular mercado de agricultores. Además de por las compras y el buen comer, Coral Gables, que está considerado el Beverly Hills de Miami, tiene el atrac-tivo de conservar intactos todos los edificios históricos que lo vieron nacer. Por supuesto allí sigue el Biltmore Hotel, y muy cerca se encuentra la Venetian Pool, toda una extravagancia acuática inspirada en la icónica ciudad italiana. Entre el resto de edificios considerados monumento histórico están el Ayun-tamiento, la vieja estación de bomberos, la iglesia Congresional de Coral Gables y varias mansiones privadas entre las que se cuenta, como no, la que ocupó el propio George E. Merrick.

Casa de Ralph Middleton Munroe, en Coconut Grove

DERECHA Las calles de Coral Gables tienen nombres de

ciudades españolas

Típica cocina sureña en

Coral Gables

Barman del restaurante Swine, en la Miracle Mile IZQUIERDA La exuberante vegetación tropical sigue siendo uno de los mayores encantos de Coral Gables y Coconut Grove

COCONUT GROVE Y CORAL GA BLESLos primeros pioneros que se instalaron en el sur de Florida lo hicieron aquí, entre cocoteros y manglares a orillas de Biscayne Bay. Cien años más tarde, los elegantes (y carísimos) barrios residenciales de Coconut Grove y Coral Gables han conseguido perpetuar su encanto pretérito.

Los orígenes

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Pedro “AMOS” Artista

“Cuando Pedro empezó a pintar en las calles de su Miami natal hace veinticuatro años, no podía imaginar cómo iban a cambiar las cosas en el panorama del arte urbano: “Siempre fuimos artistas, pero ahora se nos reconoce”. Pedro, que como muchos en este mundillo comenzó siendo clandestino, ha viajado por todo el mundo para plasmar sus obras. Es un reconocido artista urbano y puede vivir de ello, algo que parecía impensable en la década de los 80, cuando este se consideraba un arte marginal. Su especialidad es el grafiti, “que no hay que confundir con la pintura mural” –comenta– “el grafiti siempre implica letras”. Sus textos abstractos decoran algunas paredes de Wynwood y también ilustran los anuncios de conocidas marcas de coches y de ropa. “Todos los grafiteros tenemos un apodo que escogemos o que alguien nos pone. El mío es AMOS y mi hijo, que tiene 8 años, ya está pensando cuál será el suyo”

HACE TAN SOLO DIEZ AÑOS este distrito consagrado al arte urbano –uno de los más grandes y con mayor concentración de instalaciones artísticas del mundo– simplemente no existía. Maticemos: existía, pero era algo diametralmente opuesto a lo que es hoy. Y es que el actual Wynwood Arts District tuvo otro nombre en el pasado: Little San Juan. Igual que sucedió con la Little Havana de los cubanos, este barrio eminentemente obre-ro, tomado por las fábricas textiles y los almacenes, cre-ció gracias a una nutrida comunidad de origen portorri-queño. Pero en las décadas de los 70 y los 80, estas calles fueron perdiendo su vocación obrera para convertirse en el particular patio de juegos del crimen organizado y las bandas latinas. Como es natural, en aquellos años muy pocos en Miami se atrevían a poner un pie en este lugar.

Si Coral Gables contó con el visionario Merrick para su transformación, también en Wynwood entró en escena un magnate con mucho dinero y buen olfato para los negocios inmobiliarios. En el 2006 el empresario Tony Goldman se unió a las voces que pedían un cambio en este lugar –espoleado por su exitosa (y lucrativa) metamorfosis del neoyorkino SoHo– e invirtió su fortuna en suelo de Wynwood. El negocio no le fue del todo mal: pagó 5 dólares por metros cuadrados que hoy se cotizan a 1.500 dólares. Tres años después, en el 2009, Goldman abría un espacio artístico para dar cabida a todos aquellos artistas urbanos que hacía ya un tiempo que plasmaban sus obras en los muros de las antiguas fábricas y los patios traseros. Nacía así el Wynwood Walls. Hoy, esta galería de arte a cielo abierto es el epicentro turístico de un distrito que nada tiene que ver con lo que una vez fue. Por ella han pasado los más reputados artistas urbanos del mundo: Peter Tunney, Shepard Fairey (autor del famoso cartel de Obama Hope), The London Police y también voces femeninas como Maya Hayuk, Aiko o Lady Pink entre muchos otros que transforman la fisonomía de este lugar una vez al año. Solo hay que darse un paseo por el barrio para comprobar que el arte en forma de mural, instalaciones y grafitis trasciende los muros de la galería Wynwood Walls para cubrir cualquier rincón desde paredes hasta farolas, persianas, interiores de restaurantes e incluso pasos de cebra.

Una parte de Wynwood son los artistas, los diseñado-res, las start-ups, los talleres y las más de 70 galerías de arte que se han domiciliado entre Biscayne Boulevard y la NW 6th Avenue. La otra mitad son los coleccionistas y los inversores que llegan de tantas ciudades del mundo para hacerse con una pieza original o para contratar a los últimos nombres del momento. Todos ellos convergen aquí una vez al año, durante la feria internacional Art Basel cuando a toda esa creatividad y a esa pintura en aerosol se le pone un precio en dólares.

IZQUIERDA, ARRIBA, Terraza del restaurante Wynwood Kitchen and Bar ABAJO Obra del artista español Okuda en Wynwood Walls

Conrado de la Torre es director de la Gary Nader Fine Art, especializada en obras de Botero IZQUIERDA y ABAJO, DERECHA, Fachadas de Wynwood

WYNWOODEl barrio más joven y mutante de Miami debe su fama a la creatividad de muchos artistas (anónimos y consagrados) que han plasmado sus ideas en los muros y fachadas de viejos almacenes textiles.

Revolución a golpe de aerosol

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Corinna Moebius Antropóloga y escritora

“Esta neoyorquina de nacimiento lleva once años viviendo en Little Havana y es toda una personalidad en el barrio. Habla perfecto español, baila rumba, visita los pequeños cafés a diario y participa activamente en numerosas causas del vecindario. “Mis amigos me dicen que tengo sangre cubana, ¡pero yo soy gringa!”. Corinna, antropóloga cultural y coautora del libro A History of Little Havana, es toda una experta en las expresiones de “cubanidad” y trabaja documentando cómo se vive el nacionalismo en el exilio. “Little Havana es uno de los tesoros nacionales de Estados Unidos y debemos protegerlo porque este patrimonio cultural y humano único es una parte muy importante de la historia de este país”

AUNQUE LA CIFRA VA EN LIGERO descenso debido a la tan controvertida gentrificación, se estima que el 98 % de habitantes de Little Havana tienen origen latino y que apro-ximadamente la mitad proviene de Cuba. Aunque siempre se ha dicho que la Pequeña Habana nació por la llegada de los exiliados del régimen castrista, lo cierto es que los habitantes de este distrito vertebrado entorno a la 8th Street (Calle Ocho) arribaron a Miami en diferentes oleadas migratorias. Mucho antes de la subida de Fidel Castro al poder ya había cubanos en la ciudad, de hecho en los años 30 ya era la comunidad in-migrante más numerosa en este barrio que por aquel entonces se denominaba Riverside.

La Little Havana es hoy una ciudad dentro de la ciudad que ve peligrar por momentos su existencia. La expansión de los vecinos Downtown y Brickell avanza, por lo que el cristal y el acero de los rascacielos cada vez estrechan más el cerco en tor-no a este rincón de nacionalismo en el exilio. Aquí no hay que buscar grandes monumentos, arquitectura histórica, ni eleva-das colecciones de arte. La esencia de la Calle Ocho está en las expresiones de “cubanidad” que en ella se llevan a cabo. Son esas conversaciones frente a un café compartido –una colada como lo llaman aquí– que se vierte en pequeños vasitos de plástico, que la tradición manda repartir entre amigos y veci-nos. Ese “arte del chisme” que se practica en las ventanitas de los pequeños cafés que inundan el barrio, lugares donde los angloparlantes han aprendido a pedir el menú en español por-que no queda otra: una empanada de pollo, unas croquetas y un arroz con leche. Los autobuses turísticos se detienen frente al Parque Dominó y los visitantes hacen cola para fotografiar a los ancianos jugando sobre las mesas decoradas con mapas de Cuba. Un cartel en la entrada deja claras las normas: “Solo es posible jugar si se tienen más de 55 años” y “No están per-mitidas las apuestas”. Los parroquianos confieren cierto ritmo, cierto teatro a sus partidas; y la política es el tema que más ampollas levanta entre los asistentes que llevan décadas mati-zando sus opiniones sobre el futuro de Cuba.

En la Calle Ocho también hay fábricas de puros, tiendas de guayaberas, colmados, locales donde se toca rumba en direc-to e incluso algún almendrón –vehículo clásico– aparcado frente al restaurante de moda. Pero ni la Pequeña Habana ter-mina en la Calle Ocho ni los cubanos son los únicos latinos que han traído sus particulares costumbres y estilo de vida al barrio. Solo hay que dar un pequeño paseo más allá del epicentro turístico para comprobar que hay restaurantes hon-dureños, verdulerías bolivianas, pastelerías nicaragüenses y bombonerías venezolanas, por citar solo algunos ejemplos de los cientos que existen. Los negocios, conscientes de que el vecindario es altamente heterogéneo, combinan y enriquecen su oferta de modo que, por ejemplo, en una misma pastelería se venden panes de pico de Nicaragua, cheesecakes nortea-mericanos, pan cubano y semitas de Honduras. Pero entre la múltiple oferta comercial no hay Starbucks ni boutiques de Gap o de Tommy Hilfiger. Y en eso radica la mayor parte de su encanto: esto no se parece a ningún otro lugar de Miami. Ni del mundo.

Fábrica de puros Titán de Bronce ABAJO Los gallos son el icono turístico más fotografiado de la Calle Ocho

Jorge Verdecea llegó desde Santiago de Cuba hace 36 años ABAJO, IZQUIERDA, Detalle en fachada de la Calle Ocho DERECHA Partida de dominó

LITTLE HAVANAEs un barrio único en el mundo que, más que por grandes monumentos o arquitectura histórica, destaca por el propio día a día de sus habitantes. Su encanto está en las conversaciones de ventanilla en los pequeños cafés, en las fábricas de puros, en las escuelas de baile y en las partidas de dominó.

Cubanos en el exilio

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Yined Ramirez-Hendrix Periodista

“Cuando Yined llegó a la ciudad hace 16 años desde su Puerto Rico natal para trabajar como periodista en un conocido canal de televisión latino, Miami Beach era muy distinta de lo que es ahora. “Allá por el año 2000 esta zona era un distrito residencial muy popular entre los jubilados. Cuando salíamos de los clubes nos encontrábamos a los viejecitos apostados en sus balcones leyendo el periódico”. Yined, que ahora trabaja por su cuenta y escribe sobre gastronomía, reconoce que ya no viene tan a menudo a Miami Beach, pero cuando lo hace es para visitar algún restaurante. “Mis favoritos son el sushi de Sushi Samba y las delicias mediterráneas de Byblos. Para satisfacer la sed de un buen cóctel nada como The Repour o Freehand. Pero cuando tengo un antojo de mofongo y sabor puertorriqueño me dirijo a Jimmyz’ Kitchen, un puestito que hay en Alton Road ”

Cartel de neón del antiguo Hotel Tiffany IZQUIERDA Típica tarta sureña Key Lime ABAJO caseta de socorrista en South Beach

‘Food truck’ en South Beach ABAJO, DERECHA

Los cocoteros siguen dominando el paisaje en

muchos puntos de Miami

MIAMI BEACH, conocida como “el banco de arena del billón de dólares”, es en realidad una isla artificial. Originalmente cubierta por un bosque de manglar, este terreno fue adquirido por dos agri-cultores que quisieron convertirla en una plantación de cocoteros que nunca prosperó. Pero la historia de esta ciudad está llena de visionarios que llegaron con planes urbanísticos rompedores y la zona de Miami Beach no escapó a tales quimeras. En 1913 el emprendedor Carl Fisher imaginó, en aquel arenal rodeado de manglares, una futura y brillante ciudad turística colmada de ho-teles, lujosas zonas residenciales y amplias playas flanqueadas por cocoteros. Y así fue. Los manglares se dragaron, a la isla se le añadió un puente que la unía con tierra firme y pronto las constructoras empezaron a disputarse el terreno para sus particulares proyectos inmobiliarios.

El gran boom constructivo llegaría entre los años 20 y 40, mo-mento en que se levantaron la mayor parte de las edificaciones de estilo art déco y mimo (Miami Modern) que hoy decoran Miami Beach y South Beach, el extremo sur de la isla. Entre las calles 5th y 23th –recién bautizada como Art Deco Historic District– se han conservado más de 800 edificios históricos que saltan a la vista por sus formas geométricas, sus fachadas color pastel y sus elementos característicos en forma de carteles de neón, ojos de buey y paredes de pavés. Y no todo lo que vemos es lo que parece. Las normativas de conservación impiden cualquier cambio en las estructuras, por lo que hay algunos edificios que lucen vistosos carteles de neón con el nombre que tuvo el hotel en el pasado. Esta operación de marke-ting más que discutible no se produce en los emblemáticos Beacon Hotel (de 1936), Colony Hotel (de 1935) o en el Delano (1947), entre otros, que conservaron el nombre antiguo y que siguen sacando rendimiento al hecho de estar entre los iconos más fotografiados de la ciudad.

Para continuar con los emblemas de Miami Beach solo hay que poner los pies sobre los 13,6 kilómetros de una playa cuyas arenas recibieron más de once millones de visitantes en el año 2015. En ella se erigen las casetas de socorrista más famosas del planeta, ele-mentos únicos que ya existían en los años 20, pero que la intempe-rie se ha encargado de hacer renovar con bastante frecuencia. Mu-chas de las treinta y una casetas que vemos hoy fueron diseñadas por William Lane, un arquitecto local que, por cierto, no quiso co-brar por ellas, tras el paso del devastador huracán Andrew en 1992.

Miami Beach es también un destino gastronómico de primera no solo para los viajeros, sino también para vecinos del barrio y para residentes de otros puntos de la ciudad que están de acuerdo en que el panorama culinario de aquí resulta altamente tentador. Se puede probar cocina típica del sur de Florida, como las gachas con marisco, los huevos rellenos o la tarta Key Lime en locales como el Yardbird, que reivindica la cocina sureña regada con bourbon y cerveza artesana. También hay restaurantes, como el recién inau-gurado Tatel o The Bazaar by José Andrés, que recuerdan que las recetas españolas también son patrimonio de Miami. Cocina euro-pea (italiana sobre todo) y latina como la que sirve el Larios on the Beach, propiedad de Gloria Estefan, pero también japonesa, corea-na, tailandesa, china o vietnamita. Para más exotismo si cabe, hay incluso restaurantes persas (en Rice House of Kabob) y haitianos (en Tap Tap).

MIAMI BEACHEs la imagen más estereotipada de ese Miami de sol y playa, de cócteles con sombrilla de papel, de souvenirs en forma de palmera, de arquitectura en colores pastel y de noches iluminadas con luces de neón.

‘Art déco’ y neones de fama mundial

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Junio 2017 Lonely Planet Traveller 93Lonely Planet Traveller Junio 201792

1 Situado en pleno Art Déco Historic District, el hotel

Ritz Carlton South Beach, construido en 1953, es una de las opciones más elegantes y sofisticadas en primera línea de mar en el distrito de Miami Beach. Una de sus mayores bazas es su spa de día, que acaba de reinaugurarse con la última tecnología Timeless Capsule y que también ofrece tratamientos en las zonas de piscina y playa (dobles desde 275 €; ritzcarlton.com).

2 Miami, que cuenta con el barrio de Wynwood y con

la prestigiosa feria Art Basel (artbasel.com), tiene también numerosas propuestas museís-ticas dedicadas al arte moderno y contemporáneo. Entre ellos están los novísimos Institute of Contemporary Art (icamia-mi.org) y Pérez Art Museum Miami (pamm.org) que se unen a los ya consagrados The Bass Museum of Art (bassmuseum.org) y Museum of Contempo-rary Art North Miami (moca-nomi.org).

3 Para probar la cocina sureña más auténtica hay que di-

rigirse a estos dos restaurantes hermanos, el Swine (en Coral Gables) y el Yardbird (en Miami Beach), que recuperan las viajas recetas de la señora Lewellyn, la abuela del propietario. En la carta, gachas con queso, tomates verdes fritos o huevos rellenos con ingredientes proce-dentes de la agricultura ecológi-ca (runpigrun.com; runchickenrun.com).

4 Situado a medio camino entre Wynwood y el De-

sign District, el Hampton Inn by Hilton Honors es una de las mejores opciones para moverse a pie entre los dos barrios, algo que fuera de South Beach re-sulta todo un lujo. Con tan solo dos meses de vida, el Hampton ofrece habitaciones amplias, luminosas y con una pequeña cocina por si no apetece salir a cenar fuera (Dobles desde 140 €; miamimidtown. hamptonbyhilton.com)

5 Situado al norte de Wynwood entre la

Biscayne Boulevard y NW1 Avenue, la meca para las compras de prèt a porter y piezas de decoración de alta gama se llama Design District. Además de las boutiques de apellido ilustre como Prada, Louboutin o Vuitton, el distrito cuenta con más de 130 galerías de arte, instalaciones urbanas y numerosos eventos en forma de ferias y mercados de arte o gastronómicos (miamidesigndistrict.net).

6 Inaugurado hace apenas dos meses y con tres em-

bajadores de lujo: Rafa Nadal, Paul Gasol y Enrique Iglesias, el TATEL ha llevado hasta Miami lo mejor de la cocina española sin caer en los tópicos. En la carta, especialidades tan nues-tras como el pà amb tomàquet, las anchoas de Santoña o los chipirones a la parrilla, todo ello servido con música en directo en un ambiente que recuerda los fabulosos años 20 (tatelres-taurants.com).

PLANIFICA TU ITINERARIOMiamiH A Z L O R E A L I D A D

ESENCIAL CÓMO LLEGAR

Iberia (iberia.com) ofrece dos vuelos diarios por sentido entre Madrid y Miami, desde 721 € ida y vuelta, precio final. Desde finales de julio, Iberia dispondrá de

una tercera cabina en sus vuelos con Miami, la Turista Premium, con asientos más anchos, mayor separación entre filas, más equipaje facturado y prioridad en el embarque y desembarque, entre otras ventajas.

CLIMAMiami goza de un clima subtropical que garantiza ambiente soleado y cálido la mayor parte del año. Entre diciembre y marzo las temperaturas suelen oscilar entre

los 15 y los 26 ºC; y en verano, de junio a agosto, durante las horas centrales del día el termómetro suele sobrepasar los 30 ºC.

MÁS INFORMACIÓNmiamiandbeaches.com