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MARTÍN FIERRO José Hernández (10/11/1834 – 21/10/1886) SEGUNDA PARTE 1 Atención pido al silencio y silencio a la atención- Que voy en esta ocasión, si me ayuda la memoria, a mostrarle que a mi historia le faltaba lo mejor. Viene uno como dormido cuando vuelve del desierto- Veré si a esplicarme acierto entre gente tan bizarra, y si al sentir la guitarra de mi sueño me despierto. Siento que mi pecho tiembla, que se turbia mi razón, y de la vigüela al son imploro a la alma de un sabio que venga a mover mi labio y alentar mi corazón. Si no llego a treinta y una de fijo en treinta me planto- Y en esta confianza adelanto, porque recibí en mi mismo, con el agua del bautismo la facultá para el canto. Tanto el pobre como el rico la razón me la han de dar- y si llegan a escuchar lo que esplicaré a mi modo, digo que no han de reir todos, algunos han de llorar. Mucho tiene que contar el que tuvo que sufrir, y empezaré por pedir no duden de cuanto digo: pues debe creerse al testigo si no pagan por mentir. Gracias le doy a la Virgen, Gracias le doy al Señor, porque entre tanto rigor y habiendo perdido tanto, no perdí mi amor al canto ni mi voz como cantor. Que cante todo viviente otorgó el Eterno Padre- Cante todo el que le cuadre como lo hacemos los dos, pues sólo no tiene voz el ser que no tiene sangre. Canta el pueblero...y es pueta , canta el gaucho... y ¡Ay Jesús! lo miran como avestruz, su inorancia los asombra; mas siempre sirven las sombras para distinguir la luz. El campo es del inorante. El pueblo del hombre estruido- Yo que en el campo he nacido digo que mis cantos son, para los unos – sonidos, y para otros – intención. Yo he conocido cantores que era un gusto el escuchar- mas no quieren opinar y se divierten cantando; pero yo canto opinando que es mi modo de cantar. El que va por esta senda cuanto sabe desembucha - y aunque mi cencia no es mucha, esto a favor previene: yo sé el corazón que tiene el que con gusto me escucha.

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MARTÍN FIERRO José Hernández (10/11/1834 – 21/10/1886)

SEGUNDA PARTE

1Atención pido al silencioy silencio a la atención-Que voy en esta ocasión,si me ayuda la memoria,a mostrarle que a mi historiale faltaba lo mejor.

Viene uno como dormidocuando vuelve del desierto-Veré si a esplicarme aciertoentre gente tan bizarra,y si al sentir la guitarrade mi sueño me despierto.

Siento que mi pecho tiembla,que se turbia mi razón,y de la vigüela al sonimploro a la alma de un sabioque venga a mover mi labioy alentar mi corazón.

Si no llego a treinta y unade fijo en treinta me planto-Y en esta confianza adelanto,porque recibí en mi mismo,con el agua del bautismola facultá para el canto.

Tanto el pobre como el ricola razón me la han de dar-y si llegan a escucharlo que esplicaré a mi modo,digo que no han de reir todos,algunos han de llorar.

Mucho tiene que contarel que tuvo que sufrir,y empezaré por pedirno duden de cuanto digo:pues debe creerse al testigosi no pagan por mentir.

Gracias le doy a la Virgen,Gracias le doy al Señor,porque entre tanto rigory habiendo perdido tanto,no perdí mi amor al cantoni mi voz como cantor.

Que cante todo vivienteotorgó el Eterno Padre-Cante todo el que le cuadrecomo lo hacemos los dos,pues sólo no tiene vozel ser que no tiene sangre.

Canta el pueblero...y es pueta,canta el gaucho... y ¡Ay Jesús!lo miran como avestruz,su inorancia los asombra;mas siempre sirven las sombraspara distinguir la luz.

El campo es del inorante.El pueblo del hombre estruido-Yo que en el campo he nacidodigo que mis cantos son,para los unos – sonidos,y para otros – intención.

Yo he conocido cantoresque era un gusto el escuchar-mas no quieren opinary se divierten cantando;pero yo canto opinandoque es mi modo de cantar.

El que va por esta sendacuanto sabe desembucha-y aunque mi cencia no es mucha,esto a favor previene:yo sé el corazón que tieneel que con gusto me escucha.

Lo que pinta este pincelni el tiempo lo ha de borrar-Ninguno se ha de animara corregirme la plana;no pinta quien tiene ganasinó quien sabe pintar.

Y no piensen los oyentesque del saber hago alarde-He conocido aunque tarde,sin haberme arrepentidoque es pecado cometidoel decir ciertas verdades.

Pero voy en mi camino

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y nada me ladiará,he de decir la verdá,de naides soy adulón,aquí no hay imitaciónesta es pura realidá.

Y el que me quiera enmendarmucho tiene que saber-Tiene mucho que aprenderel que me sepa escuchar-Tiene mucho que rumiarel que me quiera entender.

Más que yo y cuantos me oiganmás que las cosas que tratanmás que lo que ellos relatanmis cantos han de durar-Mucho ha habido que mascarpara echar esta bravata.

Brotan quejas de mi pecho,brota un lamento sentido;y es tanto lo que he sufridoy males detal tamaño,que reto a todos los añosa que traigan el olvido.

Ya verán si me despiertocómo se compone el baile-y no se sorprenda naidessi mayor fuego me anima;porque quiero alzar la primacomo pa tocar al aire.

Y con la cuerda tirantedende que ese tono elija,yo no he de aflojar manijamientras que la voz no pierda;si no se corta la cuerdao no cede la clavija.

Aunque rompí el estrumentopor no volverme a tentar-tengo tanto que contary cosas de tal calibre,que Dios quiera que se libreel que me enseñó a templar.

De nadie sigo el ejemplo,nadie a dirigirme viene-Yo digo cuanto conviene,y el que en tal güeya se planta,

debe cantar cuando cantacon toda la voz que tiene.

He visto rodar la bolay no se quiere parar,al fin de tanto rodarme he decidido a venira ver si puedo viviry me dejan trabajar.

Sé dirigir la manseray también echar un pial-sé correr en un rodeo,trabajar en un corral-Me sé sentar en un pértigolo mesmo que en un bagual.

Y empréstenmé su atenciónsi ansí me quieren honrar,de no, tendré que callarpues el pájaro cantorjamás se para a cantaren árbol que no da flor.

Hay trapitos que golpiar,y de aquí no me levanto;escúchenmé cuando cantosi quieren que desembuche-Tengo que decirles tantoque les mando que me escuchen.

Déjenmé tomar un trago,estas son otras cuarenta,mi garganta está sedienta,y de esto no me abochorno-pues el viejo como el hornopor la boca se calienta.

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Triste suena mi guitarray el asunto lo requiere-ninguno alegrías esperesinó sentidos lamentos,de aquel que en duros tormentosnace, crece, vive y muere.

Es triste dejar sus pagosy largarse a tierra agenallevándose la alma llenade tormentos y dolores-mas nos llevan los rigorescomo el Pampero a la arena.

Irse a cruzar el desiertolo mesmo que un foragido,dejando aquí en el olvido,como dejamos nosotros,su mujer en brazos de otroy sus hijitos perdidos.

Cuántas veces al cruzaren esa inmensa llanura,al verse en tal desventuray tan lejos de los suyosse tira uno entre los yuyosa llorar con amargura.

En la orilla de un arroyosolitario lo pasaba-en mil cosas cavilaba,y a una güelta repentinase me hacía ver a mi chinao escuchar que me llamaba.

Y las aguas serenitasbebe el pingo trago a trago-mientras sin ningún halagopasa uno hasta sin comer,por pensar en su mujer,en sus hijos y en su pago.

Recordarán que con Cruzpara el desierto tiramos-En la pampa nos entramos,cayendo por fin del viajea unos toldos de salvajes,los primeros que encontramos.

La desgracia nos seguía,llegamos en mal momento-Estaban en parlamentotratando de una invasión,y el indio en tal ocasiónrecela hasta de su aliento.

S armó un tremendo alborotocuando nos vieron llegar-No podíamos aplacartan peligroso hervidero-nos tomaron por bomberosy nos quisieron lanciar.

Nos quitaron los caballosa los muy pocos minutos-Estaban irresolutos,quien sabe qué pretendían-Por los ojos nos metíanlas lanzas aquellos brutos.

Y déle en su lengüeteohacer gestos y cabriolas-Uno desató las bolasy se nos vino enseguida-Ya no creíamos con vidasalvar ni por carambola.

Allá no hay misericordiani esperanza que tener-El indio es de parecerque siempre matar se debe-pues la sangre que no bebele gusta verla correr.

Cruz se dispuso a morirpeliano y me convidó-Aguantemos, dije yo,el fuego hasta que nos queme-Menos los peligros temequien más veces los venció.

Se debe ser más prudentecuando el peligro es mayor-siempre se salva mejorandando con alvertencia,porque no está la prudenciareñida con el valor.

Vino al fin el lenguarazcomo a trairnos el perdón-

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Nos dijo – “La salvaciónse la deben a un cacique,me manda que les espliqueque se trata de un malón”.

“Les ha dicho a los demásque ustedes queden cautivos-por si cain algunos vivosen poder de los cristiano,rescatar a sus hermanoscon estos dos fugitivos”.

Volvieron al parlamentoa tratar de sus alianzas,o tal vez de las matanzas,y conforme les detallohicieron cerco a caballorecostándose en las lanzas.

Dentra al centro un indio viejoy allí a lengüetiar se larga-Quien sabe qué les encarga,pero toda la riuniónlo escuchó con atenciónlo menos tres horas largas.

Pegó al fin tres alaridosy ya principia otra danza-Para mostrar su pujanzay dar pruebas de ginetedio riendas rayando el fletey revoliando la lanza.

Recorre luego la fila,frente a cada indio se para,lo amenaza cara a caray en su juria aquel malditoacompaña con su gritoel cimbrar de la tacuara.

Se vuelve aquello un incendiomás feo que la mesma guerra-Entre una nube de tierrase hizo allí una mezcolanzade potros, indios y lanzas,con alaridos que aterran.

Parece un baile de fieras,según yo me lo imagino-Era inmenso el remolino,las voces aterradoras-

Hasta que al fin de dos horasse aplacó aquel torbellino.

De noche formaban cercoy en el centro nos ponían-para mostrar que queríanquitarnos toda esperanzaocho o diez filas de lanzasalrededor nos hacían.

Allí estaban vigilantescuidándonos a porfía,cuando roncar parecían“Güincá” gritaba cualquiera,y toda la fila entera“Güincá” - “Güincá” repetía.

Pero el indio es dormilóny tiene un sueño projundo-es roncador sin segundo,y en tal confianza es su vidaque ronca a pata tendidaaunque se le dé güelta el mundo.

Nos averiguaron todocomo aquel que se previene-Porque siempre les convienesaber las juerzas que andan,dónde están, quiénes las mandan,qué caballos y armas tienen.

A cada respuesta nuestrauno hace una esclamación-y luego en continuaciónaquellos indios feroces-cientos y cientos de vocesrepiten el mismo son.

Y aquella voz de uno soloque empieza por un gruñido-llega hasta ser alaridode toda la muchedumbre-Y ansí adquieren la costumbrede pegar esos bramidos.

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De ese modo nos hallamosempeñaos en la partida-No hay que darla por perdidapor dura que sea la suerte-ni que pensar en la muertesinó en soportar la vida.

Se endurece el corazón,no teme peligro alguno-Por encontrarlo oportunoallí juramos los dosrespetar tan sólo a Dios-de Dios abajo a ninguno.

El mal es árbol que crecey que cortado retoña-La gente esperta o bisoñasufre de infinitos modos-La tierra es madre de todos,pero también da ponzoña.

Mas todo varón prudentesufre tranquilo sus males-yo siempre los hallo igualesen cualquier senda que elijo-La desgracia tiene hijosaunque ella no tiene madre.

Y al que le toca la herenciadonde quiera halla su ruina-Lo que la suerte destinano puede el hombre evitar-porque el cardo ha de pinchares que nace con espina.

Es el destino del pobreun continuo zafarrancho,y pasa como el carancho,porque el mal nunca se saciasi el viento de la desgraciavuela las pajas del rancho.

Mas quien manda los pesaresmanda también el consuelo-La luz que baja del cieloalumbra al más encumbraoy hasta el pelo más delgaohace su sombra en el suelo.

Pero por más que uno sufraun rigor que lo atormenteno debe bajar la frentenunca – por ningún motivo-El álamo es más altivoy gime constantemente.

El indio pasa la vidarobando o echao de panza-La única ley es la lanzaa que se ha de someter-Lo que le falta en saberlo suple con desconfianza.

Fuera cosa de engarzarloa un indio caritativo-Es duro con el cautivo,le dan un trato horroroso-Es astuto y receloso,es audaz y vengativo.

No hay que pedirle favorni que aguardar tolerancia-Movidos por su ignoranciay de puro desconfiaos,nos pusieron separaosbajo sutil vigilancia.

No pude tener con Cruzninguna conversaciónno nos daban ocasión,nos trataban como agenos-como dos años lo menosduró esta separación.

Relatar nuestras penuriasfuera alargar el asunto-Les diré sobre este puntoque a los dos años reciénnos hizo el cacique el biende dejarnos vivir juntos.

Nos retiramos con Cruza la orilla de un pajal-Por no pasarlo tan malen el desierto infinito,hicimos como un benditocon dos cueros de bagual.

Fuimos a esconder allínuestra pobre situación

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aliviando con la uniónaquel duro cautiverio-tristes como un cementerioal toque de la oración.

Debe el hombre ser valientesi a rodar se determina,primero, cuando camina,segundo, cuando descansa,pues en aquellas andanzasperece el que se acoquina.

Cuando es manso el terneritoen cualquier vaca se priende-El que es gaucho esto lo entiendey ha de entender si le digoque andábamos con mi amigocomo pan que no se vende.

Guarecidos en el toldocharlábamos mano a mano-Éramos dos veteranosmansos pa las sabandijas,arrumbaos como cubijascuando calienta el verano.

El alimento no abundapor más empeño que se haga-Lo pasa uno como plaga,ejercitando la industria-y siempre como la nutriaviviendo a orillas del agua.

En semejante ejerciciose hace diestro el cazador-Cái el piche engordador,cái el pájaro que trina-todo vicho que caminava a parar al asador.

Pues allí a los cuatro vientosla persecución se lleva-nadie escapa de la leva,y dende que la alba asomaya recorre uno la loma,el bajo, el nido y la cueva.

El que vive de la cazaa cualquier vicho se atreveque pluma o cáscara lleve-pues cuando el hambre se siente

el hombre le clava el dientea todo lo que se mueve.

En las sagradas alturasestá el Maestro principal,que enseña a cada animala procurarse el sustento,y le brinda el alimentoa todo ser racional.

Y aves y vichos y pejes,se mantienen de mil modos-Pero el hombre en su acomodoes curioso de oservar:es el que sabe llorar-y es el que los come a todos.

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Antes de aclarar el díaempieza el indio a aturdirla pampa con su rugir,y en alguna madrugada,sin que sintiéramos nadase largaban a invadir.

Primero entierran las prendasen cuevas como peludos;y aquellos indios cerdudossiempre llenos de recelos,en los caballos en pelosse vienen medio desnudos.

Para pegar el malónel mejor flete procuran-Y como es arma seguravienen con la lanza sola,y varios pares de bolasatados a la cintura.

De ese modo anda liviano,no fatiga el mancarrón;es su espuela en el malón,después de bien afilao,un cuernito de venaoque se amarra en el garrón.

El indio que tiene un pingoque se llega a distinguir,lo cuida hasta pa dormir;de ese cuidao es esclavo-Se lo alquila a otro indio bravocuando vienen a invadir.

Por vigilarlo no comey ni aún el sueño concilia-sólo en eso no hay desidia,de noche, les aseguro,para tenerlo segurole hace cerco la familia.

Por eso habrán visto ustedes,si en el caso se han hallao,y si no lo han observaotenganló dende hoy presente-que todo pampa valienteanda siempre bien montao.

Marcha el indio a trote largo,paso que rinde y que dura;viene en direción seguray jamás a su capricho-No se les escapa vichoen la noche más oscura.

Caminan entre tinieblascon un cerco bien formao;lo estrechan con gran cuidaoy agarran al aclararñanduces, gamas, venaos-cuanto ha podido dentrar.

Su señal es un humitoque se eleva muy arriba-Y no hay quien no lo apercibacon esa vista que tienen-De todas partes se vienena engrosar la comitiva.

Ansina se van juntando,hasta hacer esas riunionesque cáin en las invasionesen número tan crecido-Para formarla han salidode los últimos rincones.

Es guerra cruel la del indioporque viene como fiera;atropella donde quieray de asolar no se cansa-De su pingo y de su lanzatoda salvación espera.

Debe atarse bien la fajaquien aguardarlo se atreva;siempre mala intención lleva,y como tiene alma grandeno hay plegaria que lo ablandeni dolor que lo conmueva.

Odia de muerte al cristiano,hace guerra sin cuartel-Para matar es sin yel,es fiero de condición-No golpea la compasiónen el pecho del infiel.

Tiene la vista del águila,del león la temeridá-

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En el desierto no habráanimal que él no lo entienda-ni fiera de que apriendaun istinto de crueldá.

Es tenaz en su barbarie,no esperen verlo cambiar,el deseo de mejoraren su rudeza no cabe-El bárbaro sólo sabeemborracharse y peliar.

El indio nunca se ríay el pretenderlo es en vano,ni cuando festeja ufanoel triunfo en sus correrías-La risa en sus alegríasle pertenece al cristiano.

Se cruzan por el desiertocomo un animal feroz-Dan cada alarido atrozque hace erizar los cabellos,parece que a todos elloslos ha maldecido Dios.

Todo el peso del trabajolo dejan a las mujeres-El indio es indio y no quiereapiar de su condiciónha nacido indio ladróny como indio ladrón muere.

El que envenenen sus armasles mandan sus hechiceras-Y como ni a Dios venerannada a los pampas contiene-Hasta los nombres que tienenson de animales y fieras.

Y son, ¡por Cristo bendito!lo más desasíaos del mundo-esos indios vagabundos,con repunancia me acuerdo-Viven lo mesmo que el cerdoen esos toldos inmundos.

Naides puede imaginaruna miseria mayor-Su pobreza causa horror-No sabe aquel indio bruto

que la tierra no da frutosi no la riega el sudor.

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Aquel desierto se agitacuando la invasión regresa-Llevan miles de cabezasde vacuno y yeguarizo-Pa no afligirse es precisotener bastante firmeza.

Aquello es un herviderode pampas, en celemín-Cuando riunen el botínjuntando toda la hacienda,es cantidá tan tremendaque no alcanza a verse el fin.

Vuelven las chinas cargadascon las prendas en montón-Aflige esa destrución-acomodaos en carguerosllevan negocios enterosque han saquiao en la invasión.

Su pretensión es robar,no quedar en el pantano-Vienen a tierra de cristianoscomo furia del infierno;No se llevan al Gobiernoporque no lo hallan a mano.

Vuelven locos de contentocuando han venido a la fija-Antes que ninguno elija,empiezan con todo empeño,como dijo un santiagueño,a hacerse la repartija.

Se reparten el botíncon igualdá, sin malicia;no muestra el indio codicia,ninguna falta comete-Sólo en esto se sometea una regla de justicia.

Y cada cual con lo suyoa sus toldos enderiesa-Luego la matanza empiezatan sin razón ni motivo,que no queda animal vivode esos miles de cabezas.

Y satisfecho el salvajede que su oficio ha cumplido,lo pasa por aí tendidovolviendo a su haraganiar-Y entra la china a cueriarcon un afán desmedido.

A veces a tierra adentroalguna punta se llevan-pero hay pocos que se atrevana hacer esas incursiones,porque otros indios ladronesles suelen pelar la breva.

Pero pienso que los pampasdeben de ser los más rudos-Aunque andan medio desnudosni su conveniencia entienden-Por una vaca que vendenquinientas matan al ñudo.

Estas cosas y otras pioreslas he visto muchos años;pero si yo no me engañoconcluyó ese bandalaje,y esos bárbaros salvajesno podrán hacer más daño.

Las tribus están desechas,los caciques más altivosestán muertos o cautivosprivaos de toda esperanza-Y de la chusma y de lanza,ya muy pocos quedan vivos.

Son salvajes por completohasta pa su diversión-pues hacen una junciónque naides se la imagina;recién le toca a la chinael hacer su papelón.

Cuanto el hombre es más salvajetrata pior a la mujer-Yo no sé que pueda habersin ella dicha ni goce-¡Feliz el que la conocey logra hacerse querer!

Todo el que entiende la vidabusca a su lao los placeres-

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Justo es que las considereel hombre de corazón-Sólo los cobardes sonvalientes con sus mujeres.

Pa servir a un desgraciaopronta la mujer está-Cuando en su camino váno hay peligro que la asuste,ni hay una a quien no le gusteuna obra de caridá.

No se hallará una mujera la que esto no le cuadre-Yo alabo al Eterno Padre,no porque las hizo bellas,sino porque a todas ellasles dio corazón de madre.

Es piadosa y diligentey sufreida en los trabajos-Tal vez su valer rebajoaunque la estimo bastante-Mas los indios inorantesla tratan al estropajo.

Echan la alma trabajandobajo el más duro rigor-El marido es su señor,como tirano la manda-Porque el indio no se ablandani siquiera en el amor.

No tiene cariño a naidesni sabe lo que es amar-¡Ni qué se puede esperarde aquellos pechos de bronce!Yo los conocí al llegary los calé dende entonces.

Mientras tiene que comerpermanece sosegao-Yo que en sus toldos he estaoy sus costumbres observo,digo que es como aquel cuervoque no volvió del mandao.

Es para él como jugueteescupir un crucifijo-Pienso que Dios los maldijoy ansina el ñudo desato\

él indio, el cerdo y el gato,reclaman sangre del hijo.

Mas ya con cuentos de pampasno ocuparé su atención-Debo pedirles perdónpues sin querer me distraje,por hablar de los salvajesme olvidé de la junción.

Hacen un cerco de lanzas,los indios quedan ajuera-Dentra la china ligeracomo yeguada en la trilla,y empieza allí la cuadrillaa dar güeltas en la era.

A un lao están los caciques,capitanejos y el trompa-tocando con toda pompacomo un toque de fagina-Adentro muere la china,sin que aquel círculo rompa.

Muchas veces se les oyena las pobres los quejidos-mas son lamentos perdidos-alrededor del cercaoen el suelo están mamaoslos indios dando alaridos.

Su canto es una palabray de ai no salen jamás-Llevan todas el compásIoká-ioká repitiendo,me parece estarlas viendomás fieras que Satanás.

Al trote dentro del cerco,sudando, hambrientas, juriosas,desgreñadas y rotosasde sol a sol se lo llevan-Bailan, aunque truene o llueva,cantando la mesma cosa.

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El tiempo sigue en su giroy nosotros solitariosde los indios sanguinariosno teníamos que esperar-El que nos salvó al llegar era el más hospitalario

Mostró noble corazón,cristiano anelaba ser-La justicia es un deber,y sus méritos no callo-nos regaló unos caballos y a veces nos vino a ver.

A la voluntá de Dios ni con la intención resisto-Él nos salvó- pero, ¡ah Cristo!muchas veces he deseadono nos hubiera salvado ni jamás haberlo visto.

Quien recibe beneficiosjamás los debe olvidar-Y al que tiene que rodaren su vida trabajosa,le pasan a veces cosasque son duras de pelar.

Voy dentrando poco a pocoen lo triste del pasaje-Cuando es amargo el brabajeel corazón no se alegra-Dentró una virgüela negraque los diezmó a los salvajes.

Al sentir tal mortandálos indios desesperaos,gritaban alborotaosCristiano echando gualichoNo quedó en los toldos vichoque no salió redotao.

Sus remedios son secretos,los tienen las adivinas-No los conocen las chinassinó alguna ya muy vieja,y es la que los aconsejacon mil embustes la indina.

Allí soporta el pacientelas terribles curaciones-pues a golpes y estrujonesson los remedios aquellos-Lo agarran de los cabellosy le arrancan los mechones.

Les hacen mil heregíasque el presenciarlas da horror-Brama el indio de dolorpor los tormentos que pasa-Y untándolo todo en grasalo ponen a hervir al sol.

Y puesto allí boca rribaalrededor le hacen fuego-Una china viene luegoy al oido le da de gritos-Hay algunos tan malditosque sanan con este juego.

A otros les cuecen la bocaaunque de dolores cruja-Lo agarran allí y lo estrujan,labios le queman y dientescon un güevo bien calientede alguna gallina bruja.

Conoce el indio el peligroy pierde toda esperanza-Si a escapárseles alcanzadispara como una liebre-Le da delirios la fiebrey ya le cáin con la lanza.

Esas fiebres son terribles,y aunque de esto no disputo,ni de saber me reputo,será, decíamos nosotros,de tanta carne de potrocomo comen estos brutos.

Había un gringuito cautivoque siempre hablaba del barco-y lo augaron en un charcopor causante de la peste-Tenía los ojos celestescomo potrillito zarco.

Que le dieran esa muertedispuso una china vieja-

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Y aunque se aflige y se queja,es inútil que resista-Ponía el infeliz la vistacomo la pone la oveja.

Nosotros nos alejamospara nover tanto estrago-Cruz se sentía con amagosde la peste que reinaba-y la idea nos acosabade volver a nuestros pagos.

Pero contra el plan mejorel destino se rebela-¡La sangre se me congela!El que nos había salvado,cayó también atacadode la fiebre y la virgüela.

Ya no podíamos dudar,al verlo en tal padecer,el fin que había de tener;y Cruz que era tan humano:- “Vamos” , me dijo, “paisano,a cumplir con un deber”.

Fuimos a estar a su ladopara ayudarlo a curar-Lo vinieron a buscary hacerle como a los otros-Lo defendimos nosotros,no lo dejamos lanciar.

Iba creciendo la plagay la mortandá seguía,a su lado nos teníacuidándolo con pacencia-Pero acabó su esistenciaal fin de unos pocos días.

El recuerdo me atormenta,se renueva mi pesar-Me dan ganas de llorar,nada a mis penas igualo-Cruz también cayó muy maloya para no levantar.

Todos pueden figurarsecuánto tuve que sufrir-Yo no hacía sinó gemiry aumentaba mi aflición

no saber una oraciónpa ayudarlo a bien morir.

Se le pasmó la virgüela,y el pobre estaba en un grito-Me recomendó un hijitoque en su pago había dejado-- “Ha quedado abandonado, me dijo, “aquel pobrecito”.

- “Si vuelve, búsquemeló”,me repetía a media voz-- “En el mundo éramos dospues él ya no tiene madre:que sepa el fin de su padrey encomiende mi alma a Dios”.

Lo apretaba contra el pechodominao por el dolor-Era su pena mayorel morir allá entre infieles-Sufriendo dolores cruelesentregó su alma al Criador.

De rodillas a su ladoyo lo encomendé a Jesús-Faltó a mis ojos la luz-tuve un terrible desmayo-Caí como herido del rayocuando lo ví muerto a Cruz.

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Aquel bravo compañeroen mis brazos espiró;hombre que tanto sirvió,varón que fue tan prudente,por humano y por valienteen el desierto murió.

Y yo con mis propias manos,yo mesmo lo sepulté-A Dios por su alma roguéde dolor el pecho lleno-Y humedeció aquel terrenoel llanto que derramé.

Cumplí con mi obligación,no hay falta de que me acuse,ni deber de que me escuse,aunque de dolor sucumba-Allí se señala su tumbauna cruz que yo le puse.

Andaba de toldo en toldoy todo me fastidiaba-El pesar me dominaba,y entregao al sentimiento,se me hacía cada momentooir a Cruz que me llamaba.

Cual más cual menos los criollossaben lo que es amargura-En mi triste desventurano encontraba otro consueloque ir a tirarme en el sueloal lao de su sepultura.

Allí pasaba las horassin haber naides conmigo-teniendo a Dios por testigo-y mis pensamientos fijosen mi mujer y mis hijos,en mi pago y en mi amigo.

Privado de tantos bienesy perdido en tierra agena-parece que se encadenael tiempo y que no pasara,como si el sol se pararaa contemplar tanta pena.

Sin saber qué hacer de míy entregado a mi aflición,estando allí una ocasión,del lado que venía el vientooí unos tristes lamentosque llamaron mi atención.

No son raros los quejidosen los toldos del salvaje,pues aquel es bandalajedonde no se arregla nadasinó a lanza y puñalada,a bolazos y a coraje.

No precisa juramentodeben crerle a martín Fierro-He visto en ese destierroa un salvaje que se irrita,degollar una chinitay tirársela a los perros.

He presenciado martirios,he visto muchas crueldades-crímenes y atrocidadesque el cristiano no imagina;pues ni el indio ni la chinasabe lo que son piedades.

Quise curiosiar los llantosque llegaban hasta mí-Al punto me dirigíal lugar de ande venían-¡Me horroriza todavíael cuadro que descubrí!

Era una infeliz mujerque estaba de sangre llena-y como una Madalenalloraba con toda gana-Conocí que era cristianay esto me dio mayor pena.

Cauteloso me acerquéa un indio que estaba al lao;porque el pampa es desconfiaosiempre de todo cristiano,y vi que tenía en la manoel rebenque ensangrentao.

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Más tarde supe por ella,de manera positiva,que dentró una comitivade pampas a su partido,mataron a su maridoy la llevaron cautiva.

En tan dura servidumbrehacían dos años que estaba-Un hijito que llevabaa su lado no tenía-La china la aborrecíatratándola como esclava.

Deseaba para escaparsehacer una tentativa-pues a la infeliz cautivanaides la va a redimir,y allí tiene que sufrirel tormento mientras viva.

Aquella china perversadende el punto que llegó,crueldá y orgullo mostróporque el indio era valiente-Usaba un collar de dientesde cristianos que él mató.

La mandaba trabajarponiendo cerca a su hijitotiritando y dando gritospor la mañana temprano,atado de pies y manoslo mesmo que un corderito.

Ansí le imponía la tareade juntar leña y sembrarviendo a su hijito llorar,y hasta que no terminaba,la china no la dejabaque le diera de mamar.

Cuando no tenían trabajola emprestaban a otra china-Naides, decía, se imagina,ni es capaz de presumircuánto tiene que sufrirla infeliz que está cautiva.

Si ven crecido a su hijito,como de piedá no entienden,y a súplicas nunca atienden,cuando no es éste es el otro,se lo quitan y lo vendeno lo cambian por un potro.

En la crianza de los suyosson bárbaros por demás-No lo había visto jamás;en una tabla los atan,los crían ansí y les achatanla cabeza por detrás.

Aunque esto parezca estrañoninguno lo ponga en duda:entre aquella gente ruda,en su bárbara torpeza,es gala que la cabezase les forme puntiaguda.

Aquella china malvadaque tanto la aborrecía,empezó a decir un día,porque falleció una hermana,que sin duda la cristianale había echado brujería.

El indio la sacó al campoy la empezó a amenazarque le había de confesarsi la brujería era cierta;o que la iba a castigarhasta que quedara muerta.

Llora la pobre afligida,pero el indio en su rigorle arrebató con furoral hijo de entre sus brazos,y del primer rebencazola hizo crujir de dolor.

Que aquel salvaje tan cruelazotándola seguía-Más y más se enfurecíacuanto más la castigaba,y la infeliz se atajabalos golpes como podía.

Que le gritó muy furioso- “Confechando no querés”-

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Y la dio vuelta de un revés,y por colmar su amarguraa su tierna criaturase la degolló a los pies.

“Es increíble”, me decía,“Que tanta fiereza esista- no habrá madre que resista,aquel salvaje inclementecometió tranquilamenteaquel crimen a mi vista”.

Esos horrores tremendosno los inventa el cristiano-- “Ese bárbaro inhumano”,sollozando me lo dijo,“Me amarró luego las manoscon las tripitas de mi hijo”.

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De ella fueron los lamentosque en mi soledá escuché-En cuanto al punto lleguéquedé enterado de todo-Al mirarla de aquel modoni un istante tutubié.

Toda cubierta de sangreaquella infeliz cautiva,tenía dende abajo arribala marca de los lazazos-Sus trapos hechos pedazosmostraban la carne viva.

Alzó los ojos al cieloen sus lágrimas bañada,tenía las manos atadas,su tormento estaba claro;y me clavó una miradacomo pidiéndome amparo.

Yo no sé lo que pasóen mi pecho en ese istante,estaba el indio arrogantecon una cara feroz:para entendernos los dosla mirada fue bastante.

Pegó un brinco como gatoy me ganó la distancia-aprovechó esa gananciacomo fiera cazadora-desató las boliadorasy aguardó con vigilancia.

Aunque yo iba de curiosoy no por buscar contienda,al pingo le até la rienda,eché mano desde luegoa éste que no yerra fuego,y se armó la tremenda.

El peligro en que me hallabaal momento conocí-Nos mantuvimos ansí,me miraba y lo miraba;yo al indio le desconfiabay él me desconfiaba a mí.

Se debe ser precavidocuando el indio se agazape-en esa postura el tapevale por cuatro o por cinco-como el tigre es para el brincoy fácil que a uno lo atrape.

Peligro era atropellary era peligro el juir,y más peligro seguiresperando de este modo,pues otros podían veniry carniarme allí entre todos.

A juerza de precauciónmuchas veces he salvado,pues en un trance apuradoes mortal cualquier descuido-Si Cruz hubiera vividono habría tenido cuidado.

Un hombre junto con otroen valor y en juerza crece-el temor desaparece,escapa de cualquier trampa-Entre dos, no digo a un pampa,a la tribu si se ofrece.

En tamaña incertidumbre,en trance tan apurado,no podía por descontadoescaparme de de otra suerte,sinó dando al indio muerteo quedando allí estirado.

Y como el tiempo pasabay aquel asunto me urgía,viendo que él no se movíame fui medio de soslayocomo a agarrarle el caballoa ver si se me venía.

Ansí fue, no aguardó másy me atropelló el salvaje-es preciso que se atajequien con el indio pelée-El miedo de verse a piéaumentaba su coraje.

En la dentrada no másme largó un par de bolazos-

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Uno me tocó en un brazo,si me da bien me lo quiebra-pues las bolas son de piedray vienen como balazo.

A la primer puñaladael pampa se hizo un ovillo-era el salvaje más pilloque he visto en mis correrías-y a más de las picardíasarisco para el cuchillo.

Las bolas las manejabaaquel bruto con destreza,las recogía con prestezay me las volvía a largar,haciéndomelas silvararriba de la cabeza.

Aquel indio, como todos,era cauteloso - ¡ay juna!Aí me valió la fortunade que peliando se apotra,me amenazaba con unay me largaba la otra.

Me sucedió una desgraciaen aquel percance amargo,en momentos que lo cargoy que él reculando vá-me enredé en el chiripáy caí tirao largo a largo.

Ni pa encomendarme a Diostiempo el salvaje me dio-Cuanto en el suelo me vióme saltó con ligereza-juntito de la cabezael bolazo retumbó.

Ni por respeto al cuchillodejó el indio de apretarme-Allí pretende ultimarmesin dejarme levantar-Y no me daba lugarni siquiera a enderezarme.

De valde quiero moverme,aquel indio no me suelta-Como persona resueltatoda mi juerza ejecuto-

pero debajo de aquel brutono podía ni darme güelta.

¡Bendito Dios poderoso,quien te puede comprender!Cuando una débil mujerle diste en esa ocasiónla juerza que en un varóntal vez no pudiera haber.

Esa infeliz tan llorosaviendo el peligro se anima-como una flecha se arrima,y olvidando su aflición,le pegó al indioo un tirónque me lo sacó de encima.

Ausilio tan generosome libertó del apuro-Si no es ella, de seguroque el indio me sacrifica-Y mi valor se duplicacon un ejemplo tan puro.

En cuanto me enderecénos volvimos a topar-No se podía descansary me chorriaba el sudor-En un apuro mayorjamás me he vuelto a encontrar.

Tampoco yo le daba alcecomo deben suponer-Se había aumentao mi quehacerpara impedir que el brutazole pegara algún bolazode rabia a aquella mujer.

La bola en manos del indioes terrible y muy ligera-Hace de ella lo que quierasaltando como una cabra-Mudos – sin decir palabra,peliábamos como fieras.

Aquel duelo en el desiertonunca jamás se me olvida,iba jugando la vidacon tan terrible enemigo,teniendo allí de testigoa una mujer afligida.

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Cuanto él más se enfurecíayo más me empiezo a calmar-Mientras no logra matarel indio no se desfoga;al fin le corté una sogay lo empecé a ventajar.

Me hizo sonar las costillasde un bolazo aquel maldito;y al tiempo que le dí un gritoy le dentro como bala,pisa el indio y se refalaen el cuerpo del chiquito.

Para esplicar el misterioes muy escasa mi cencia-Lo castigó, en mi concencia,Su Divina Magestá-Donde no hay casualidásuele estar la Providencia.

En cuanto trastabillómás de firme lo cargué,y aunque de nuevo hizo piélo perdió aquella pisada;pues en esa atropelladaen dos partes lo corté.

Al sentirse lastimaose puso medio afligido-Pero era indio decidido,su valor no se quebranta-le salían de la gargantacomo una esspecie de aullidos.

Lastimao en la cabezala sangre lo enceguecía;de otra herida le salíahaciendo un charco ande estaba-Con los pies la chapaliabasin aflojar todavía.

Tres figuras imponentesformábamos aquel terno-Ella en su dolor materno,yo con la lengua dejuera,y el salvaje como fieradisparada del infierno.

Iba conociendo el indioque tocaban a degüello-

Se le erizaba el cabelloy los ojos revolvía-Los labios se le perdíancuando iba a tomar resuello.

En una nueva dentradale pegué un golpe sentido-Y al verse ya mal herido,aquel indio furibundolanzó un terrible alarido-que retumbó como un ruidosi se sacudiera el mundo.

Al fin de tanto lidiar,en el cuchillo lo alcé-En peso lo levantéaquel hijo del desierto-ensartado lo llevé,y allá recién lo larguécuando ya lo sentí muerto.

Me persiné dando graciasde haber salvado la vida;aquella pobre afligidade rodillas en el suelo,alzó sus ojos al cielosollozando dolorida.

Me hinqué también a su ladoa dar gracias a mi santo-En su dolor y quebrantoélla a la Madre de Diosle pide en su triste llantoque nos ampare a los dos.

Se alzó con pausa de leonacuando acabó de implorar-y sin dejar de llorarenvolvió en unos trapitoslos pedazos de su hijitoque yo le ayudé a juntar.

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Dende ese punto era juerza abandonar el desierto,pues me hubieran descubierto;y aunque lo maté en pelea de fijo que me lanceanpor vengar al indio muerto.

A la afligida cautivami caballo le ofrecí-Era un pingo que adquirí,y donde quiera que estabaen cuanto yo lo silbabavenía a refregarse en mí.

Yo me le senté al del pampa;era un oscuro tapao-Cuando me hallo bien montaode mis casillas me salgo-Y era un pingo como galgoque sabía correr boliao.

Para correr en el campono hallaba ningún tropiezo-Los ejercitan en esoY los ponen como luz,De dentrarle a un avestruzy boliar bajo el pescuezo.

El pampa educa al caballocomo para un entrevero-Como rayo es de ligeroen cuanto el indio lo toca-y como trompo en la boca,da güeltas sobre de un cuero.

Lo varea en la madrugada-Jamás falta a este deber-Luego lo enseña a correrentre fangos y guadales-Ansina esos animaleses cuanto se puede ver.

En el caballo de un pampano hay peligro de rodar-Jué pucha – y pa disparares pingo que no se cansa-con prolijidá lo amansasin dejarlo corcobiar.

Pa quitarle las cosquillascon cuidao lo manosea-Horas enteras emplea,y por fin solo lo dejacuando agacha las orejasy ya el potro ni cocea.

Jamás le sacude un golpe,porque lo trata al bagualcon pacencia sin igual,al domarlo no le pega,hast que al fin se le entregaya dócil el animal.

Y aunque yo sobre los bastosme sé sacudir el polvo-a esa costumbre me amoldo-con pacencia lo manejan,y al día siguiente lo dejanrienda arriba junto al toldo.

Ansí todo el que procuretener un pingo modelo-lo ha de cuidar con desvelo,y debe impedir tambiénel que de golpes le deno tironeen en el suelo.

Muchos quieren dominarlocon el rigor y el azote,y si ven al chafaloteque tiene trazas de malo,lo embraman en algún palohasta que se descogote.

Todos se vuelven pretestosy güeltas para ensillarlo-Dicen que es por quebrantarlo,mas compriende cualquier bobo,que es de miedo del corcoboy no quieren confesarlo.

El animal yeguarizo,perdonenmé esta advertencia,es de mucha conocenciay tiene mucho sentido-Es animal consentido,lo cautiva la pacencia.

Aventaja a los demásel que estas cosas entienda-

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Es buenoque el hombre aprienda,pues hay pocos domadores,y muchos frangolladoresque andan de bozal y rienda.

Me vine como les digotrayendo esa compañera-Marchamos la noche enterahaciendo nuestro caminosin más rumbo que el destinoque nos llevara ande quiera

Al muerto, en un pajonalhabía tratao de enterrarlo,y después de maniobrarlolo tapé bien con las pajas,para llevar de ventajalo que emplearan en hallarlo.

En notando nuestra ausencianos habían de perseguir-y al decidirme a venir,con todo mi corazónhice la resoluciónde peliar hasta morir.

Es un peligro muy seriocruzar juyendo el desierto-Muchísimos de hambre han muerto,pues en tal desasosiegono se puede ni hacer fuegopara no ser descubierto.

Solo el albitrio del hombrepuede ayudarlo a salvar-No hay ausilio que esperar,sólo de Dios hay amparo-En el desierto es muy raroque uno se pueda escapar.

Todo es cielo y horizonteen inmenso campo verde¡Pobre de quel que se pierdeo que su rumbo estravea!Si alguien cruzarlo deseaeste consejo recuerde.

Marque su rumbo de díacon toda fidelidá-Marche con puntualidásiguiéndolo con fijeza,

y si duerme, la cabezaponga para el lao que vá.

Oserve con todo esmeroadonde el sol aparece-Si hay ñeblina y le entorpecey no lo puede oservar,guárdese de caminar,pues quien se pierde perece.

Dios les dio istintos sutilesa toditos los mortales-El hombre es uno de tales,y en las llanuras aquellaslo guían el sol, las estrellas,el viento y los animales.

Para ocultarnos de díaa la vista del salvaje,ganábamos un parajeen que algún abrigo hubiera-a esperar que anochecierapara seguir nuestro viaje.

Penurias de toda clasey miserias padecimos-Varias veces no comimoso comimos carne cruda,y en otras, no tengan duda,con raíces nos mantuvimos.

Después de mucho sufrirtras peligrosa inquietú-alcanzamos con salúa divisar una sierra-Y al fin pasamos la tierraen donde crece el ombú.

Nueva pena sintió el pechopor Cruz en aquel paraje-y en humilde vasallajea la Magestá infinitabesé esta tierra benditaque ya no pisa el salvaje.

Al fin la misericordiade Dios nos quiso amparar-Es preciso soportarlos trabajos con constancia-Alcanzamos a una estanciadespués de tanto penar.

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Ay mesmo me despedíde mi infeliz compañera-- “Me voy”, le dije, “ande quiera,aunque me agarre el gobierno,pues infierno por infierno,prefiero el de la frontera”.

Concluyo esta relación,ya no puedo continuar-Permítanmé descansar,están mis hijos presentes,y yo ansioso porque cuentenlo que tengan que contar.

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Y mientras que tomo un tragopa refrescar el garguero-Y mientras tiempla el muchachoy prepara su estrumento-les contaré de qué modotuvo lugar el encuentro-Me acerqué a algunas estanciaspor saber algo de cierto,creyendo que en tantos añosesto se hubiera compuesto;pero cuanto saqué en limpiofue que estábamos lo mesmo.Ansí me dejaba andarhaciéndome el chancho rengo,porque no me conveníarevolver el avispero;pues no inorarán ustedesque en cuentas con el gobiernotarde o temprano lo llamanal pobre a hacer el arreglo.

Pero al fin tuve la suertede hallar un amigo viejo,que de todo me informó,y por él supe al momentoque el juez que me perseguíahacía tiempo que era muerto;por culpa suya he pasadodiez años de sufrimiento,y no son pocos diez añospara quien ya llega a viejo.Y los he pasado ansí,si en mi cuenta no me yerro:tres años en la frontera,dos como gaucho matrero,y cinco allá entre los indioshacen los diez que yo cuento.Me dijo a más ese amigoque anduviera sin recelo,que todo estaba tranquilo,que no perseguía el gobierno,que ya naides se acordabade la muerte del moreno-Aunque si yo lo matémucha culpa tuvo el negro.Estuve un poco imprudentepuede ser, yo lo confieso,pero él me precipitóporque me cortó primero-

Y a más me cortó en la caraque es un asunto muy serio.

Me aseguró el mesmo amigoque ya no había ni el recuerdode aquel que en la pulperíalo dejé mostrando el sebo.El de engreído me buscóyo ninguna culpa tengo;él mesmo vino a peliarme,y tal vez me hubiera muerto.Si le tengo más confianzao soy un poco más lerdo-Fue suya toda la culpaporque ocasionó el suceso.

Que ya no hablaban tampoco,me lo dijo muy de cierto,de cuando con la partidallegué a tener el encuentro.Esa vez me defendícomo estaba en mi derecho,porque fueron a prendermede noche y en campo abierto-Se me acercaron con armas,y sin darme voz de presome amenazaron a gritosde un modo que daba miedo-Que iban a arreglar mis cuentas,tratándome de matrero,y no el gefe el que hablabasinó un cualquiera de entre ellos.Y ese me parece a míno es modo de hacer arreglos,ni con el que es inocente,ni con el culpable menos.

Con semejantes noticiasyo me puse muy contentoy me presenté ande quieracomo otros pueden hacerlo.De mis hijos he encontradosolo a dos hasta el momento-Y de ese encuentro felizle doy las gracias al cielo.A todos cuantos hablabales preguntaba por ellos,mas no me daba ningunorazón de su paradero-Casualmente el otro díallegó a mi conocimiento

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de una carrera muy grandeentre varios estancieros-Y fui como uno de tantosaunque no llevaba un medio.No faltaban, ya se entiende,en aquel gauchaje inmenso,muchos que ya conocíanla historia de Martín Fierro;y allí estaban los muchachoscuidando unos parejeros-Cuando me oyeron nombrarse vinieron al momento,diciéndome quienes eranaunque no me conocieron,porque venía muy aindiaoy me encontraban muy viejo.La junción de los abrazos,De los llantos y los besos,se deja pa las mujerescomo que entienden el juego.Pero el hombre que compriendeque todos hacen lo mesmo,en público canta y bailaabraza y llora en secreto.Lo único que me han contadoes que mi mujer ha muerto.Que en procura de un muchachose fue la infeliz al pueblo,donde infinitas miseriashabrá sufrido por ciero.Que por fin a un hospitalfue a parar medio muriendo,y en ese abismo de malesfalleció al muy poco tiempo.

Les juro que de esa pérdidajamás he de hallar consuelo;muchas lágrimas me cuestadende que supe el suceso.Mas dejemos cosas tristesaunque alegrías yo no tengo;me parece que el muchachoha templao y está dispuesto.Vamos a ver que tal lo hace,y juzgar su desempeño.Ustedes no los conocen,yo tengo confianza en ellos-no porque lleven mi sangre,eso fuera lo de menos,sinó porque dende chicoshan vivido padeciendo.

Los dos son aficionados-les gusta jugar con fuego,vamos a verlos correr-Son cojos...hijos de rengo.

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EL HIJO MAYOR DE MARTÍN FIERRO

La Penitenciaría

Aunque el gajo se pareceal árbol de donde sale,solía decirlo mi madrey en su razón estoy fijo:“- Jamás puede hablar el hijocon la autoridá del padre”.

Recordarán que quedamossin tener donde abrigarnos-ni ramada ande ganarnosni rincón ande meternos,ni camisa que ponernosni poncho con qué taparnos.

Dichoso aquel que no sabelo que es vivir sin amparo-Yo con verdá les declaro,aunque es por demás sabido-dende chiquito he vividoen el mayor desamparo.

No le merman el rigorlos mesmos que lo socorren-Tal vez porque no se borrenlos decretos del destino,de todas partes lo correncomo ternero dañino.

Y vive como los vichosbuscando alguna rendija-El güérfano es sabandijaque no encuentra compasión,y el que anda sin direcciónes guitarra sin clavija.

Sentiré que cuanto digoa algún oyente le cuadre-Ni casa tenía, mi madre,ni parentela, ni hermanos;y todos limpian sus manosen el que vive sin padre.

Lo cruza éste de un lazazo,lo abomba aquél de un moquete,otro le busca el cachete,

y entre tanto soportar,suele a veces no encontrarni quien le arroje un soquete.

Si lo recogen lo tratancon la mayor rigidez-Piensan que es mucho, tal vez,cuando ya muestra el pellejo,si le dan un trapo viejopa cubrir su desnudez.

Me crié, pues, como les digo,desnudo a veces y hambriento,me ganaba mi sustento,y ansí los años pasaban-Al ser hombre me esperabanotra clase de tormentos.

Pido a todos que no olvidenlo que les voy a decir-En la escuela del sufrirhe tomado mis leciones-Y hecho muchas reflecionesdende que empecé a vivir.

Si alguna falta cometola motiva mi inorancia,no vengo con arrogancia,y les diré en conclusiónque trabajando de pionme encontraba en una estancia.

El que manda siempre puedehacerle al pobre un calvario-A un vecino propietarioun boyero le mataron-Y aunque a mí me lo achacaron,salió cierto en el sumario.

Piensen los hombres honradosen la vergüenza y la penade que tendría el alma llenaal verme ya tan tempranoigual a los que sus manoscon el crimen envenenan.

Declararon otros dossobre el caso del dijunto-Más no se aclaró el asunto,y el juez, por darlas de listo,“- Amarrados como un Cristo”,

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nos dijo, - “irán todos junto”.

“- A la justicia ordinariavoy a mandar a los tres”-Tenía razón aquel juez, y cuantos ansí amenacen;orddinaria...es como la hacen,lo he conocido después.

Nos remitió como digoa esa justicia ordinaria-Y fuimos con la sumariaa esa cárcel de malevos,que por un bautismo nuevole llaman penitenciaría.

El porqué tiene ese nombrenaides me lo dijo a mí-más yo me lo esplico ansí: le dirán penitenciaríapor la penitencia diariaque se sufre estando allí.

Criollo que cai en desgraciatiene que sufrir no poco-Naides lo ampara tampocosi no cuenta con recursos-El gringo es de más discurso,cuando mata se hace el loco.

No sé si el tiempo que corrióen aquella sepultura-Si de ajuera no lo apuran,el asunto va con pausa-tienen la presa seguray dejan dormir la causa.

Inora el preso a qué ladose inclinará la balanza-Pero es tanta la tardanza,que yo les digo por mí-el hombre que dentre allídeje ajuera la esperanza.

Sin perfecionar las leyesperfecionan el rigor-sospecho que el inventorhabrá sido algún malditopor grande que sea un delitoaquella pena es mayor.

Eso es para quebrantar

el corazón más altivo-Los llaveros son pasivos,pero más secos y durostal vez que los mesmos murosen que uno gime cautivo.

No es en grillos ni en cadenasen lo que usté penarásino en una soledáy un silencio tan projundo,que parece que en el mundoes el único que está.

El más altivo varóny de cormillo gastao,allí se vería agobiaoy su corazón marchito,al encontrarse encerraoa solas con su delito.

En esa cárcel no hay toros,allí todos son corderos;no puede el más altanero,al verse entre aquellas rejas,sino amujar las orejasy sufrir callao su encierro.

Y digo a cuantos inoranel rigor de aquellas penas-Yo que sufrí las cadenasdel destino y su inclemencia:que aprovechen la esperencia,del mal en cabeza agena.

¡Ay! madres, las que dirigenal hijo de sus entrañas,no piensen que las engaña,ni que les habla un falsario;lo que es el ser presidiariono lo sabe la campaña.

Hijas, esposas, hermanas,cuantas quieren a un varón-diganlés que esa prisiónes un infierno temido-donde no se oye más ruidoque el latir del corazón.

Allí el día no tiene sol,la noche no tiene estrellas-Sin que le valgan querellas

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encerrao lo purifican-y sus lágrimas salpicanen las paredes aquellas.

En soledá tan terriblede su pecho oye el latido-Lo sé, porque lo he sufridoy créameló el aulitorio,tal vez en el purgatoriolas almas hagan más ruido.

Cuenca esas horas eternaspara más atormentarse,su lágrima al redamarsecalcula en sus afliciones,contando sus pulsacioneslo que dilata en secarse.

Allí se amansa el más bravo,allí se duebla el más juerte-El silencio es de tal suerte,que cuando llegue a venirhasta se le han de sentirlas pisadas a la muerte.

Adentro mesmo del hombrese hace una revolución-Metido en esa prisión,de tanto no mirar nadale nace y queda grabadala idea de la perfeción.

En mi madre, en mis hermanos,en todo pensaba yo-al hombre que allí dentróde memoria más ingrata-fielmente se le retratatodo cuanto ajuera vió.

Aquel que ha vivido librede cruzar por donde quiera,se aflige y se desesperade encontrarse allí cautivo;es un tormento muy vivoque abate la alma más fiera.

En esa estrecha prisiónsin poderme conformar,no cesaba de esclamar:- ¡Qué diera yo por tenerun caballo que montar

y una pampa en que correr!

En un lamento constantese encuentra siempre embretao-El castigo han inventaode encerrarlo en las tinieblas-Y allí está como amarraoa un fierro que no se duebla.

No hay un pensamiento tristeque al preso no lo atormente-Bajo un dolor permanenteagacha al fin la cabeza-Porque siempre es la tristezahermana de un mal presente.

Vierten lágrimas sus ojospero su poema no alivia-En esa constante lidiasin un momento de calma,contempla con los del almafelicidades que envidia.

Ningún consuelo penetradetrás de aquellas murallas-El varón de más agallas,aunque más duro que un perno,metido en aquel infiernosufre, gime, llora y calla.

De furor el corazónse le quiere reventar,pero no hay sinó aguantaraunque sosiego no alcance-¡Dichoso en tan duro tranceaquel que sabe rezar!

Dirige a Dios su plegariael que sabe una oración,en esa tribulacióngime olvidado del mundo,y el dolor es más projundocuando no halla compasión.

En tan crueles pesadumbres,en tan duro padecer,empezaba a encanecerdespués de muy pocos meses-Allí lamenté mil vecesno haber aprendido a ler.

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Viene primero el furor,después la melancolía-en mi angustia no teníaotro alivio ni consuelosinó regar aquel suelocon lágrimas noche y día.

A visitar otros presossus familias solían ir-Naides me visitó a mímientras estuve encerrado-¡Quién iba a costiarse allía ver un desampado!

¡Bendito sea el carceleroque tiene buen corazón!Yo sé que esta bendiciónpocos pueden alcanzarla,pues si tienen compasiónsu deber es ocultarla.

Jamás mi lengua podráexpresar cuánto he sufrido-en ese encierro metido,llaves, paredes, cerrojos-Se graban tanto en los ojosque uno los ve hasta dormido.

El mate no se permite-No le permiten hablar,no le permiten cantarpara aliviar su dolor-Y hasta el terrible rigorde no dejarlo fumar.

La justicia muy severasuele rayar en crueldá-Sufre el pobre que allí estácalenturas y delirios,pues no existe pior martirioque esa eterna soledá.

Conversamos con las rejaspor sólo el gusto de hablar-Pero nos mandan callary es preciso conformarnos,pues no se debe irritara quien puede castigarnos.

Sin poder decir palabrasufre en silencio sus males-

Y uno en condiciones talesse convierte en animal,privan del don principalque Dios hizo a los mortales.

Yo no alcanzo a comprenderpor qué motivo será,que el preso privado estáde los dones más preciososque el justo Dios bondadosootorgó a la humanidá.

Pues que de todos los bienes,en mi inorancia lo infiero,que le dio al hombre altaneroSu Dvina Magestá-la palabra es el primero,el segundo es la amistá.

Y es muy severa la leyque por un crimen o un vicio,somete al hombre a un suplicioel más tremendo y atroz,privado de un beneficioque ha recebido de Dios.

La soledá causa espanto-El silencio causa horror-Ese continuo terrores el tormento más duro-Y en un presidio seguroestá de más tal rigor.

Inora uno si de allísaldrá pa la sepoltura-El que se halla en desventurabusca a su lao otro ser;pues siempre es bueno tenercompañeros de amargura.

Otro más sabio podráencontrar razón mejor-Yo no soy rebuscador,y ésta me sirve de luz:se los dieron al Señoral clavarlo en una cruz.

Y en las projundas tinieblasen que mi razón esiste,mi corazón se resistea ese tormento sin nombre-

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MARTÍN FIERRO José Hernández (10/11/1834 – 21/10/1886)

Pues el hombre alegra al hombre,y el hablar consuela al triste.

Grabenló como en la piedracuanto he dicho en este canto-Y aunque yo he sufrido tantodebo confesarlo aquí-El hombre que manda allíes poco menos que un santo.

Y son buenos los demása su ejemplo se manejan-Pero por eso no dejanlas cosas de ser tremendas-Piensen todos y compriendanel sentido de mis quejas.

Y guarden en su memoriacon toda puntualidálo que con tal claridáles acabo de decir-Mucho tendrán que sufrirsi no cren en mi verdá.

Y si atienden mis palabrasno habrá calabozos llenos-Manéjense como buenos,no olviden esto jamás-Aquí no hay razón de más,más bien las puse de menos.

Y con esto me despido,todos han de perdonar-Ninguno debe olvidarla historia de un desgradiado-Quien ha vivido encerradopoco tiene que contar.

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EL HIJO SEGUNDO DE MARTÍN FIERRO

Lo que les voy a decirninguno lo ponga en duda,y aunque la cosa es peludaharé la resolución-Es ladino el corazónpero la lengua no ayuda.

El rigor de las desdichashemos soportao diez años-pelegrinando entre estrañossin tener donde vivir,y obligados a sufriruna máquina de daños.

El que vive de ese modode todos es tributario;falta el cabeza primarioy los hijos que él sustentase dispersan como cuentascuando se corta el rosario.

Yo anduve ansí como todos,hasta que al fin de sus díassupo mi suerte una tíay me recogió a su lado-Allí viví sosegadoy de nada carecía.

No tenía cuidado algunoni que trabajar tampoco-Y como muchacho locolo pasaba de holgazán-Con razón dice el refránque lo bueno dura poco.

En mí todo su cuidadoy su cariño ponía-Como a un hijo me queríacon cariño verdadero-y me nombró de herederode los bienes que tenía.

El juez vino sin tardanzacuanto falleció la vieja-“- de los bienes que te deja”me dijo, “- yo he de cuidar”,es un rodeo regular

y dos majadas de ovejas.

Era hombre de mucha labia,con más leyes que un dotor-Me dijo “- vos sos menor,y por los años que tienesno podés manejar bienes,voy a nombrarte un tutor”.

Tomó un recuento de todoporque entendía su papel,y después que aquel pastello tuvo bien amasao,puso al frente un encargaoy a mí me llevó con él.

Muy pronto estuvo mi poncholo mesmo que cernidor-El chiripá estaba pior,y aunque para el frío soy guapo,ya no me quedaba un traponi pa el frío ni pa el calor.

En tan triste desabrigotras un mes iba otro mes,guardaba silencio el juez,la miseria me invadía-Me acordaba de mi tíaal verme en tal desnudez.

No se decir con fijezael tiempo que puse allí-Y después de andar ansícomo moro sin señor,pasé a poder del tutorque debía cuidar de mí.

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Me llevó consigo un viejoque pronto mostró la hilacha-Dejaba ver por la fachaque era medio cimarrón-Muy renegao, muy ladrón,y le llamaban Viscacha.

Lo que el juez iba buscandosospecho y no me equivoco-Pero este punto no toconi su secreto averiguo-mi tutor era un antiguode los que ya quedan pocos.

Viejo lleno de camándulas,con un empaque a lo toro-Andaba siempre en un morometido no sé en que enriedos-con las patas como lorode estribar entre los dedos.

Andaba rodiao de perros,que eran todo su placer-jamás dejó de tenermenos de media docena-Mataba vacas agenaspara darles de comer.

Carniábamos noche a nochealguna res en el pago;y dejando allí el resagoalzaba en ancas el cuero,que se lo vendía a un pulperopor yerba, tabaco y trago.

¡Ah! viejo más comercianteen mi vida lo he encontrao-Con ese cuero robaoél arreglaba el pastel,y allí entre el pulpero y élse entendía el certificao.

La echaba de comedido;en las trasquilas, lo viera,se ponía como una fierasi cortaban una oveja;pero de alzarse no dejaun vellón o unas tijeras.

Una vez me dio una sobaque me hizo pedir socorro,porque lastimé un cachorroen el rancho de unas vascas-Y al irse se alzó unas guascas,para eso era como zorro,

¡Ay juna! dije entre mí,me has dao esta pesadumbre-Ya verás cuanto vislumbreuna ocasión medio güena,te he de quitar la costumbrede cerdiar yeguas agenas.

Porque maté una viscachaotra vez me reprendió-Se lo vine a contar yo,y no bien se lo hube dicho-“- Ni me nombres ese vicho{ -me dijo, y se me enojó.

Al verlo tan irritaohallé prudente callar-Este me va a castigar,dije entre mí, si me agravia-Ya ví que les tenía rabiay no las volví a nombrar.

Una tarde halló una puntade yeguas medio vichocas,después que voltió unas pocaslas cerdiaba con eompeño-Yo vide venir al dueñopero me callé la boca.

El hombre venía juriosoy nos cayó como un rayo-Se descolgó del caballorevoliando el arriador-y lo cruzó de un lazazoaí no más a mi tutor.

No atinaba don viscachaa qué lado disparar,hasta que logró montar,y de miedo del chicote,se lo apretó hasta el cogotesin pararse a contestar.

Ustedes creerán tal vezque el viejo se curaría-

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No señores, lo que hacía,con más cuidao dende entonces,era maniarlas de díapara cerdiar a la noche.

Ese fue el hombre que estuvoencargao de mi destino-Siempre anduvo en mal camino,y todo aquel vecindariodecía que era un perdularioinsufrible de dañino.

Cuando el juez me lo nombró,al dármelo de tutor,me dijo que era un señorel que me debía cuidar-enseñarme a trabajary darme la educación.

Pero qué habia de aprenderal lao de ese viejo paco,que vivía como el chuncacoen los bañaos, como el tero-Un haragán, un ratero,y más chillón que un barraco.

Tampoco tenía más bienesni propiedá conocidaque una carreta podriday las paredes sin techode un rancho medio deshechoque le servía de guarida.

Después de las trasnochadasallí venía a descansar-Yo desiaba averiguarlo que tuviera escondido,pero nunca había podidopues no me dejaba entrar.

Yo tenía unas jergas viejasque habían sido más peludas-Y con mis carnes desnudas,el viejo, que era una fiera,me echaba a dormir ajueracon unas heladas crudas.

Cuando mozo fue casao,aunque yo lo desconfío-Y decía un amigo míoque de arrebatao y malo

mató a su mujer de un paloporque le dio un mate frío.

Y viudo por tal motivonunca se volvió a casar;no era fácil encontrarninguna que lo quisiera,todas temerían llevarla suerte de la primera.

Soñaba siempre con ella,sin duda por su delito,y decía el viejo malditoel tiempo que estuvo enfermo,que ella dende el mesmo infiernolo estaba llamando a gritos.

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Siempre andaba retobao,con ninguno solía hablar-Se divertía en escarbary hacer marcas con el dedo-y cuanto se ponía en pedome empezaba aconsejar.

Me parece que lo veocon su poncho calamaco-después de echar un buen tacoansí principiaba a hablar:“- Jamás llegués a parara donde veás perros flacos”.

“- El primer cuidao del hombrees defender el pellejo-Lleváte de mi consejo,fijáte bien en lo que hablo:el diablo sabe por diablopero más sabe por viejo”.

“- Hacéte amigo del juez,no le dés de qué quejarse-Y cuando quiera enojarsevos te debés encojer,pues siempre es güeno tenerpalenque ande ir a rascarse”.

“- Nunca le llevés la contraporque él manda la gavilla-Allí sentao en su sillaningún güey le sale bravo-A uno le dá con el clavoy a otro con la cantramilla.”

“- El hombre, hasta el más soberbio,con más espinas que un tala, aflueja andando en la malay es blando como manteca-Hasta la hacienda bagualacai al jagüel en la seca.”

“- No andés cambiando de cueva,hacé las que hace el ratón-Conserváte en el rincónen que empezó tu esistencia-Vaca que cambia querenciase atrasa en la parición”.

Y menudiando los tragosaquel viejo como cerro-“- No olvidés, me decía, Fierro,que el hombre no debe creer,en lágrimas de mujerni en la renguera del perro”.

“- No te debés afligiraunque el mundo se desplome-lo que más precisa el hombre,tener, según yo discurro,es la memoria del burroque nunca olvida ande come”.

“- Dejá que caliente el hornoel dueño del amasijo-Lo que es yo, nunca me aflijoy a todito me hago el sordo-El cerdo vive tan gordoy se come hasta los hijos”.

“- El zorro que ya es corridodesde lejos la olfatea-No se apure quien deseahacer lo que le aproveche-La vaca que más rumeaes la que da mejor leche”.

“- El que gana su comidabueno es que en silencio coma-ansina, vos ni por bromaquerrás llamar la atención-Nunca escapa el cimarrónsi dispara por la loma”.

“- Yo voy donde me convieney jamás me descarrío,lleváte el ejemplo míoy llenarás la barriga-Aprendé de las hormigas,no van a un noque vacío”.

“- A naides tengás envidia,es muy triste el envidiar,cuando veás a otro ganara estorbarlo no te metas-Cada lechón en su tetaes el modo de mamar”.

“- Ansí se alimentan muchosmientras los pobres lo pagan-

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Como el cordero hay quien lo hagaen la puntita, no niego-Pero otros como el borregotoda entera se la tragan”

“- Si buscás vivir tranquilodedicáte a solteriar-Mas si te querés casar,con esta advertencia sea,que es muy difícil guardarprenda que otros codisean.”

“- Es un vicho la mujerque yo aquí no lo destapo-Siempre quiere al hombre guapo,mas fijáte en la eleción;porque tiene el corazóncomo barriga de sapo”.

Y gangoso con la tranca,me solía decir, “- Potrillo,recién te apunta el cormillomas te lo dice un toruno:no dejés que hombre ningunote gane el lao del cuchillo”.

“- Las armas son necesarias,pero nadie sabe cuándo;ansina si andás pasiando,y de noche sobre todo,debés llevarlo de modoque al salir salga cortando”.

“- Los que no saben guardarson pobres aunque trabajen-Nunca por más que se atajense librarán del cimbrón-Al que nace barrigónes al ñudo que lo fajen”.

“- Donde los vientos me llevanallí estoy como en mi centro-Cuando una tristeza encuentrotomo un trago pa alegrarme;a mí me gusta mojarmepor ajuera y por adentro”.

“- Vos sos un pollo, y te convienentoditas estas razones,mis consejos y lecionesno echés nunca en el olvido-

En las riñas he aprendidoa no peliar sin puyones.

Con estos consejos y otrosque yo en mi memoria encierroy que aquí no desentierro,educándome seguía-Hasta que al fin se dormíamesturao entre los perros.

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Cuando el viejo cayó enfermo,viendo yo que se empiorabay que esperanza no dabade mejorarse siquiera-le truje una culandreraa ver si lo mejoraba.

En cuanto lo vió me dijo:“- Este no aguanta el sogazo-Muy poco le doy de plazo,nos va a dar un espetáculo,porque debajo del brazole ha salido un tabernáculo”.

Dice el refrán que en la tropanunca falta un güey corneta-Uno que estaba en la puertale pegó el grito aí no más:- “Tabernáculo...qué bruto,un tubérculo dirás.”

Al verse ansí interrumpido,al punto dijo el cantor:“- No me parece ocasiónde meterse los de ajuera,tabernáculo, señor,le decía la culandrera”.

El de ajuera repitiódándole otro chaguarazo-“- Allá va un nuevo bolazo,copo y se la gano en puerta:a las mujeres que curanse las llama curanderas”.

No es bueno, dijo el cantor,muchas manos en un plato,y diré al que ese baratoha tomao de entremetido,que no créia haber venidoa hablar entre liberatos.

Y para seguir contandola historia de mi tutor,le pediré a ese dotorque en mi inorancia me deje,pues siempre encuentra el que tejeotro mejor tejedor.

Seguía enfermo como digo,cada vez más emperrao-Yo estaba ya acobardaoy lo espiaba dende lejo;era la boca del viejola boca de un condenao.

Allá pasamos los dosnoches terribles de invierno-Él maldecía al Padre Eternocomo a los santos benditos-pidiéndole al diablo a gritosque lo llevara al infierno.

Debe ser grande la culpa que a tal punto mortifica-Cuando vía una reliquiase ponía como azogao,como si a un endemoniadole echaran agua bendita.

Nunca me le puse a tiro,pues era de mala entraña-Y viendo heregía tamaña,si alguna cosa le daba,de lejos se la alcanzabaen la punta de una caña.

Será mejor, decía yo,que abandonado lo deje-Que blasfeme y que se quejey que siga de esta suerte,hasta que venta la muertey cargue con este hereje.

Cuando ya no pudo hablarle até en la mano un cencerro-Y al ver cercano su entierro,arañando las paredesespiró allí entre los perrosy este servidor de ustedes.

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Le tomé un miedo terribledespués que lo ví al dijunto-Llamé al alcalde y, al punto,acompañado se vinode tres o cuatro vecinosa arreglar aquel asunto.

“- Ánima bendita”, dijoun viejo medio ladiao-“- Que Dios lo haiga perdonao,es todo cuanto deseo-Le conocí un pastoreode terneritos robaos”.

“- Ansina es”, dijo el alcalde,“con eso empezó a poblar-Yo nunca podré olvidarlas travesuras que hizo;hasta que al fin fue precisoque le privasen carniar”.

“De mozo fue muy ginete,no lo bajaba un bagual-Pa ensillar un animalsin necesitar de otro,se encerraba en el corraly allí galopiaba el potro”.

“Se llevaba mal con todos”-Era su costumbre viejael mesturar las ovejas,pues al hacer el apartesacaba la mejor partey después venía con quejas”.

“- Dios lo ampare al pobrecito”,dijo en seguida un tercero-“Siempre robaba carneros,en eso tenía destreza-enterraba las cabezas,y después vendía los cueros”.

“Y qué costumbre teníacuando en el jogón estaba-Con el mate se agarrabaestando los piones juntos-“Yo tayo”, decía “y a punto”,y a ninguno convidaba”.

“Si ensartaba algún asao,¡Pobre, como si lo viese!poco antes de que estuviese,primero lo maldecía,luego después lo escupíapara que naides comiese”.

“Quien le quitó esa costumbrede escupir el asador,fue un mulato resertorque andaba de amigo suyo-Un diablo muy peliadorque le llamaban Barullo.”

“Una noche que les hizocomo estaba acostumbrao,se alzó el mulato enojaoy le gritó: “- Viejo indino,yo te he de enseñar, cochino,a echar saliva al asao”.

“Lo saltó por sobre el juegocon el cuchillo en la mano;¡La pucha el pardo liviano!en la mesma atropelladale largo una puñaladaque la quitó otro paisano”.

Y ya caliente, Barullo,quiso seguir la chacota,se le había erizao la motalo que empezo la reyerta:el viejo ganó la puertay apeló a las de gaviota”.

“De esa costumbre malditadende entonces se curó-A las casas no volvió,se metió en un cicutaly allí escondico pasóesa noche sin cenar.”

Esto hablaban los presentes-Y yo que esta a su laoal oir lo que he relatao,aunque él era un perdulario,dije entre mí “- Qué rosarioles están rezando al finao”.

Luego comenzó el alcaldea registrar cuanto había,

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sacando mil chucheríasy guascas y trapos viejos,temeridá de trebejosque para nada servían.

Salieron lazos, cabrestos,coyundas y maniadores-Una punta de arriadores;cinchones, maneas, torzales,una porción de bozalesy un montón de tiradores.

Había riendas de domar,frenos y estribos quebraos;bolas, espuelas, recaos,unas pavas, unas ollas,y un gran manojo de argollasde cinchas que había cortao.

Salieron varios cencerros-Alesnas, lonjas, cuchillos,unos cuantos coginillos,un alto de jergas viejas,muchas botas desparejasy una infinidá de anillos.

Había tarros de sardinas,unos cueros de venao-unos ponchos aujeriaos-Y en tan tremendo entreveroapareció hasta un tinteroque se perdió en el juzgao.

Decía el alcalde muy serio:“Es poco cuanto se diga,he de darle parte al juez-y que me venga despuéscon que no se los persiga”.

Yo estaba medio azoraode ver lo que sucedía-Entre ellos mesmos decíanque unas prendas eran suyas,pero a mi me parecíaque esas eran aleluyas.

Y cuando ya no tuvieronrincón donde registrar,cansaos de tanto huroniary de trabajar de valde-“Vamonós”, dijo el alcalde,

“Luego lo haré sepultar”.

Y aunque mi padre no erael dueño de ese hormiguero,él allí muy cariñerome dijo con muy buen modo:“Vos serás el herederoy te harás cargo de todo”.

“Se ha de arreglar este asuntocomo es preciso que sea;voy a nombrar albaceauno de los circustantes-Las cosas no son como antestan enredadas y feas”.

¡Bendito Dios! pensé yo,ando como un pordiosero,y me nuembran herederode toditas estas guascas-¡Quisiera saber primerolo que se han hecho mis vacas!

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Se largaron como he dichoa disponer el entierro-Cuando me acuerdo me aterrome puse a llorar a gritosal verme allí tan solitocon el finao y los perros.

Me saqué el escapulario,se lo colgué al pecador-Y como hay en el Señormisericordia infinita,rogué por la alma benditadel que antes jué mi tutor.

No se calmaba mi duelode verme tan solitario-Aí le champurrié un rosariocomo sijuera mi padre-besando el escapularioque me había puesto mi madre.

“Madre mía”, gritaba yo,“Dónde andarás padeciendo-El llanto que estoy virtiendolo redamarías por mí,si vieras a tu hijo aquítodo lo que está sufriendo”.

Y mientras ansí clamabasin poderme consolar-los perros para aumentarmás mi miedo y mi tormento-en aquel mesmo momentose pusieron a llorar.

Libre Dios a los presentesde que sufran otro tanto-Con el muerto y esos llantosles juro que falta pocopara que me vuelva locoen medio de tanto espanto.

Decían entonces las viejascomo que eran sabedoras,que los perros cuando lloranes porque ven al demonio;yo créia en el testimoniocomo cré siempre el que inora.

Aí dejé que los ratonescomieran el guasquerío-Y como anda a su albedríotodo el que güérfano queda-alzando lo que era míoabandoné aquella cueva.

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Supe después que esa tardevino un pion y lo enterró-Ninguno lo acompañóni lo velaron siquiera-Y al otro día amaneciócon una mano dejuera.

Y me ha contado ademásel gaucho que hizo el entierro,al recordarlo me aterro,me da pavor este asunto,que la mano del dijuntose la había comido un perro.

Tal vez yo tuve la culpaporque de asustao me fui-supe después que volví,y asegurárselos puedo,que los vecinos de miedo no pasaban por allí.

Hizo del rancho guaridala sabandija más sucia;el cuerpo se despeluzay hasta la razón se altera-Pasaba la noche enterachillando allí una lechuza.

Por mucho tiempo no pudesaber lo que me pasaba-Los trapitos con que andabaeran puras hojarascas-Todas las noches soñabacon viejos, perros y guascas.

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Anduve a mi voluntácomo moro sin señor-Ese fue el tiempo mejorque yo he pasado tal vez-De miedo de otro tutorni aporté por lo del juez.

“Yo cuidaré”,me había dicho,“De lo tu propiedá-todo se conservará,el vacuno y los rebaños-hasta que cumplás 30 añosen que seás mayor de edá”.

Y aguardando que llegaseel tiempo que la ley fija-pobre como lagartijay sin respetar a naides,anduve cruzando el airecomo bola sin manija.

Me hice hombre de esa manerabajo el más duro rigor-Sufriendo tanto dolormuchas cosas aprendí-y por fin víctima fuidel más desdichado amor.

De tantas alternativasesta es la parte peluda-Infeliz y sin ayudafue estremado mi delirio,y causaban un martiriolos desdenes de una viuda.

Llora el hombre ingratitudessin tener un jundamento,acosa sin miramientoa la que el mal le ocasiona,y tal vez en su personano hay ningún merecimiento.

Cuanco yo más padecíala crueldá de mi destino-rogando al poder divinoque del dolor me separe-me hablaron de un adivinoque curaba esos pesares.

Tuve recelos y miedospero al fin me disolví-Hice coraje y me fuidonde el adivino estaba,y por ver si me curabacuanto llevaba le dí.

Me puse al contar mis penasmás colorao que un tomate-y se me añudó el gaznatecuando dijo el ermitaño-“- Hermano, le han hecho dañoy se lo han hecho en un mate”.

“- Por verse libre de ustélo habrán querido embrujar”-Después me empezó a pasaruna pluma de avestruz-Y me dijo: “de la Cruzrecebí el don de curar”.

“- Debés maldecir”, me dijo“A todos tus conocidos,ansina el que te ha ofendidopronto estará descubierto-Y deben ser maldecidostanto vivos como muertos”.

Y me recetó que hincaoen un trapo de la viuda,frente a una planta de rudahiciera mis oraciones,diciendo “- No tengás duda,eso cura las pasiones”.

A la viuda en cuanto pudeun trapo le manotié-Busqué la ruda y al piépuesto en cruz hice mi rezo-Pero, amigo, ni por esode mis males me curé.

Me recetó otra ocasiónque comiera abrojo chico-El remedio no me esplico,mas por desechar el malal ñudo en un abrojalfi a ensangrentarme el hocico.

Y con tanta medeciname parecía que sanaba-

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Por momentos se aliviabaun poco mi padecer,mas si a la viuda encontrabavolvía la pasión a arder.

Otra vez que consultésu saber extraordinariorecibió bien su salario,y me recetó aquel pilloque me colgase tres grillosensartaos como rosario.

Por fin la última ocasiónque por mi mal lo fui a ver-me dijo: “- No, mi saberno ha perdido su virtúyo te daré la salú,no triunfará esa mujer”.

“Y tené fe en el remediopues la cencia no es chacota,de esto no entendés ni jota-Sin que ninguno sospeche,cortále a un negro tres motasy hacélas hervir en leche.”

Yo andaba ya desconfiandode la curación maldita-Y dije “Este no me quitala pasión que me domina-Pues que viva la gallinaaunque sea con la pepita”.

Ansí me dejaba andar,hasta que en una ocasiónel cura me echó un sermón,para curarme sin duda;diciendo que aquella viudaera hija de confisión.

Y me dijo estas palabras que nunca las he olvidao-“- Has de saber que el finaoordenó en su testamentoque naides de casamientole hablara en lo sucesivo-Y ella prestó el juramentomientras él estaba vivo”.

“Y es preciso que lo cumplaporque ansí lo manda Dios-Es necesario que vos

no la vuelvas a buscar-porque si llega a faltarse condenarán los dos”.

Con semejante advertenciase completó mi redota-Le vi los pies a la sota,y me alejé a la viudamás curao que con la rudacon los grillos y las motas.

Después me contó un amigoque al juez le había dicho el cura,“Que yo era un cabeza duray que era un mozo perdido,que me echaran del partido,que no tenía compostura”.

Tal vez por ese consejoy sin que más causa hubiera,ni que otro motivo diera-me agarraron redepentey en el primer contingenteme echaron a la frontera.

De andar persiguiendo viudasme he curao del deseo-En mil penurias me veo-Mas pienso volver tal vez,a ver si sabe aquel juezlo que se ha hecho mi rodeo.

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Martín Fierro y sus dos hijosentre tanta concurrenciasiguieron con alegríacelebrando aquella fiesta.Diez años, los más terribleshabía durado la ausencia-Y al hallarse nuevamenteera su alegría completa.

En ese mesmo momentouno que vino de ajuera,a tomar parte con ellos,suplicó que lo almitieran.Era un mozo forasterode muy regular presencia,y hacía poco que en el pagoandaba dando sus güeltasAseguraban algunosque venía de la frontera,que había pelao a un pulperoen las últimas carreras;pero andaba despilchao,no traía una prenda buena,un recadito cantordaba fe de sus pobrezas.

Le pidió la bendiciónal causaba la fiesta,y sin decirles su nombreles declaró con franquezaque el nombre de Picardíaes el único que lleva.Y para contar su historiaa todos pide licencia,diciéndolés que en seguidaiban a saber quien era.Tomó al punto la guitarra,la gente se puso atentay ansí cantó Picardíaen cuanto templó las cuerdas.

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Picardía

Voy a contarles mi historiaperdónenme tanta charla-Y les diré al principiarla,aunque es triste hacerlo así,a mi madre la perdíantes de saber llorarla.

Me quedé en el desamparo,y al hombre que me dio el serno lo pude conocer;ansí, pues, dende chiquito,volé como el pajaritoen busca de qué comer.

O por causa del servicioque tanta gente destierra-O por causa de la guerraque es causa bastante seria,los hijos de la miseriason muchos en esta tierra.

Ansí por ella empujadono sé las cosas que haríay aunque con vergüenza mía,debo hacer esta advertencia,siendo mi madre Inocenciame llamaban Picardía.

Me llevó a su lado un hombrepara cuidar las ovejas-Pero todo el día eran quejasy guascazos a lo loco,y no me daba tampocosiquiera unas jergas viejas.

Dende el alba hasta la nocheen el campo me tenía-Cordero que se moríamil veces me sucedió,los caranchos lo comíanpero lo pagaba yo.

De trato tan rigorosomuy pronto me acobardé-El bonete me apretébuscando mejores fines,y con unos volantines

me fui para Santa Fe.

El pruebista principala enseñarme me tomó-y ya iba aprendiendo yoa bailar en la maroma,mas me hicieron una bromay aquello me indijustó.

Una vez que iba bailando,porque estaba el calzón roto,armaron tanto alborotoque me hicieron perder pié;de la cuerda me larguéy casi me descogoto.

Ansí me encontré de nuevosin saber donde meterme-Y ya pensaba volverme,cuando por fortuna mía,me salieron unas tíasque quisieron recogerme.

Con aquella parentela,para mí desconocida,me acomodé ya enseguida;y eran muy buenas señoras,pero las más rezadorasque he visto en toda mi vida.

Con el toque de oraciónya principiaba el Rosario-Noche a noche un calendariotenían ellas que decir,y a rezar solían venirmuchas de aquel vecindario.

Lo que allí me aconteciósiempre lo he de recordar-pues me empiezo a equivocary a cada paso refalo-Como si me entrara el malocuanto me hincaba a rezar.

Era como tentaciónlo que yo esperimenté-Y jamás olvidarécuánto tuve que sufrir,porque no podía decir“Artículos de la Fe”.

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Tenía al lao una mulataque era nativa de allí-Se hincaba cerca de mícomo el ángel de la guarda-Pícara, y era la pardala que me tentaba así.

“- Resá” me dijo mi tia,“Artículos de la Fe”-Quise hablar y me atoré,la dificultá me aflige-Miré a la parda y ya dije“Artículos de Santa Fe”.

Me acomodó el coscorrónque estaba viendo venir-Yo me quise corregir,a la mulata miréy otra vez volví a decir“Artículos de Santa Fe”.

Sin dificultá ningunarezaba todito el día,y a la noche no podíani con un trabajo inmenso;es por eso que yo piensoque alguno me tentaría.

Una noche de tormenta,vi a la parda y me entró chucho-Los ojos – me asusté mucho,eran como refocilo;al nombrar a San Camilo,le dije San Camilucho.

Esta me da con el piéaquella otra con el codo-¡Ah viejas!, - por ese modo,aunque de corazón tierno,yo las mandaba al infiernocon oraciones y todo.

Otra vez que como siemprela parda me perseguía,cuando yo acordé, mis tiasme habían sacao un mechónal pedir la estirpaciónde todas las heregías.

Aquella parda malditame tenía medio afligido,

y ansí, me había sucedido,que al decir estirpación-le acomodé entripacióny me cayeron sin ruido.

El recuerdo y el dolorme duraron muchos días,soñé con las heregíasque andaban por estirpar-Y pedía siempre al rezarla estirpación de mis tias.

Y dale siempre rosarios,noche a noche y sin cesar-Dale siempre barajarsalves, trisagios y credos-Me aburrí de esos enriedosy al fin me mandé mudar.

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Anduve como pelota,y más pobre que una rata-Cuando empecé a ganar platase armó no sé qué barullo-Yo dije: a tu tierra grulloaunque sea con una pata.

Eran duros y bastanteslos años que allá pasaron-Con lo que ellos me enseñaronformaba mi capital-Cuando vine me enrolaronen la Guardia Nacional.

Me había ejercitao al naipe,el juego era mi carrera-hice alianza verdaderay arreglé una trapisondacon el dueño de una fondaque entraba en la peladera.

Me ocupaba con esmeroen floriar una baraja-Él la guardaba en la cajaen paquete como nueva;y la media arroba llevaquien conoce la ventaja.

Comete un error inmensoquien de la suerte presuma,otro más hábil lo fuma,en un dos por tres lo pela-y lo larga que no vuelaporque le falta una pluma.

Con un socio que lo entiendese arman partidas muy buenas,queda allí la plata agena,quedan prendas y botones-siempre cain a esas riunionessonzos con las manos llenas.

Hay muchas trampas legales,recursos del jugador-No cualquiera es sabedora lo que un naipe se presta-con una cincha bien puestase la pega uno al mejor.

Deja a veces ver la bocahaciendo el que se descuida-juega el otro hasta la viday es seguro que se ensarta,porque uno muestra una cartay tiene otra prevenida.

Al monte, las precaucionesno han de olvidarse jamás-Debe afirmarse ademáslos dedos para el trabajo-y buscar asiento bajoque le dé la luz de atrás.

Pa tayar, tome la luz-dé la sombra al adversario-acomódese al contrarioen todo juego cartiao-tener un ojo ejercitaoes siempre muy necesario.

El contrario abre los suyos,pero nada vé el que es ciego-dándole soga, muy luegose deja pescar el tonto-Todo chapetón cree prontoque sabe mucho en el juego.

Hay hombres muy inocentesy que a las carpetas van-Cuando asariados están,les pasa infinitas veces,pierden en puertas y en treses,y dándoles mamarán.

El que no sabe, no ganaaunque ruegue a Santa Rita-En la carpeta a un mulitase le conoce al sentarse-Y conmigo, era matarse,no podían ni a la manchita.

En el nueve y otros juegosllevo ventaja y no poca-Y siempre que dar me tocael mal no tiene remedio,porque sé sacar del medioy sentar la de la boca.

En el truco, al más pintaosolía ponerlo en apuro-

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Cuando aventajar procuro,sé tener, como fajadas,tiro a tiro el as de espadaso flor, o envite, seguro.

Yo sé defender mi platay lo hago como el primero-El que ha de jugar dineropreciso es que no se atonte-si se armaba una de monte,tomaba parte el fondero.

Un pastel, como un paquete,sé llevarlo con limpieza;dende que a salir empiezanno hay carta que no recuerde-Sé cual se gana o se pierdeen cuanto caín a la mesa.

También por estas jugadassuele uno verse en aprietos-mas yo no me comprometoporque sé hacerlo con arte,y aunque les corra el descarteno se descubre el secreto.

Si me llamaban al daonunca me solía faltarun cargado que largar,un cruzao para el más vivo-y hasta atracarles un chivosin dejarlos maliciar.

Cargaba bien una tabaporque la sé manejar-No era manco en el billar,y por fin de lo que esplicodigo que hasta con pichicosera capaz de jugar.

Es un vicio de mal finel de jugar no lo niego-Todo el que vive del juegoanda a la pesca de un bobo-y es sabido que es un roboponerse a jugarle a un ciego.

Y esto lo digo claramenteporque he dejao de jugar-y les puedo asigurarcomo que fui del oficio-

Más cuesta aprender un vicioque aprender a trabajar.

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Un nápoles mercachifleque andaba con un arpista,cayó también en la listasin dificultá ninguna:lo agarré a las treinta y unay le daba bola vista.

Se vino haciendo el chiquito,por sacarme esa ventaja;en el pantano se encajaaunque robo se le hacía-Lo cegó Santa Lucíay sesocupé las cajas.

Lo hubieran visto afligidollorar por las chucherías-“ - Ma gañao con picardía”decía el gringo y lagrimiaba,mientras yo en un poncho alzabatodita su merchería.

Quedó allí aliviao del pesosollozando sin consuelo-Había caído en el anzuelo,tal vez porque era domingo,y esa calidá de gringono tiene santo en el Cielo.

Pero poco aprovechéde fatura tan lucida-El diablo no se descuida,y a mí me seguía la pistaun ñato muy enredistaque era oficial de partida.

Se me presentó a esigirla multa en que había incurrido,que el juego estaba prohibidoque iba a llevarme al cuartel-Tuve que partir con éltodo lo que había alquirido.

Empecé a tomarlo entre ojospor esa arbitrariedá-Yo había ganado es verdácon recursos, eso sí;pero él me ganaba a mífundao en su autoridá.

Decían que por un delitomucho tiempo anduvo mal-Un amigo serviciallo compuso con el juez,y poco tiempo despuéslo pusieron de oficial.

En recorrer el partidocontinuamente se empleabaningún malevo agarraba,pero traía en un carguerogallinas, pavos, corderosque por aí recoletaba.

No se debía permitirel abuso a tal estremo-Mes a mes hacía lo mesmo,y ansí decía el vecindario,“Este ñato perdularioha resucitao el diezmo”.

La echaba de guitarreroy hasta de concertadorsentao en el mostradorlo hallé una noche cantandoy le dije “- co...mo...quiandocon ganas de oir un cantor”.

Me echó el ñato una miradaque me quiso devorarmás no dejó de cantary se hizo el desentendidopero ya había conocidoque no lo podía pasar.

Una tarde que me hallabade visita vino el ñato,y para darle un mal ratodije fuerte: “- Ña...to...ribiano cebe con el agua tibia”.Y me la entendió el mulato.

Era el todo en el juzgao,y como que se achocóaí no más me contestó-“- Cuando el caso se presientete he de hacer tomar calientey has de saber quien soy yo”.

Por causa de una mujerse enredó más la cuestión-

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Le tenía el ñato afición,ella era mujer de ley,moza con cuerpo de güeymuy blanda de corazón.

La hallé una vez de amasijo,estaba hecha un embelesoy le dije: “- Me interesoen aliviar sus quehaceres,y ansí, señora, si quiereyo le arrimaré los güesos”.

Estaba el ñato presentesentao como de adornopor evitar un trastornoella al ver que se dijusta,me contestó: “- Si usté gustaarrímelos junto al horno”.

Aí se enredó la madejay su enemistá conmigo-Se declaró mi enemigo,y por aquel cumplimientoya sólo buscó el momentode hacerme dar un castigo.

Yo veía que aquel malditome miraba con rencor-Buscando caso mejorde poderme echar el pial;y no vive más el lialque lo que quiere el traidor.

No hay matrero que no caiga,ni arisco que no se amanse-Ansí yo, dende aquel lanceno salía de algún rincón-Tirao como el San Ramóndespués que se pasa el trance.

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Me le escapé con trabajoen diversas ocasiones-Era de los adulones,me puso mal ccon el juez:hasta que al fin una vezme agarró en la eleciones.

Recuerdo que esa ocasiónandaban listas diversas-Las opiniones dispersasno se podían arreglar-Decían que el juez por triunfarhacía cosas muy perversas.

Cuando se riunió la gentevino a proclamarla el ñatodiciendo con aparato“Que todo andaría muy malsi pretendía cada cualvotar por un candilato”.

Y quiso al punto quitarmela lista que yo llevé-mas yo se la mezquiné,y ya me gritó “-Anarquista,has de votar por la listaque ha mandao el comiqué”.

Me dio vergüenza de vermetratado de esa manera;y como si uno se alteraya no es fácil de que ablande,le dije: “Mande el que mandeyo he de votar por quien quiera”.

“En las carpetas de juegoy en la mesa eletoral,a todo hombre soy igual-Respeto al que me respeta,pero el naipe y la boletanaides me lo ha de tocar”.

Aí no más ya me cayóa sable la polecía-Aunque era una picardíame decidí a soportar-y no los quise peliarpor no perderme ese día.

Atravesao me agarróy se aprovechó aquel ñato-Dende que sufrí ese tratono dentro dende no quepo-Fí a ginetiar en el cepopor cuestión de candilatos.

Injusticia tan notoriano la soporté de flojo-Una venda de mis ojosvino el suceso a voltiar-ví que teníamos que andarcomo perro con tramojo.

Dende aquellas elecionesse siguió el batiburrillo-aquel se volvió un ovillodel que no había ni noticia-¡Es señora la Justicia-y anda en ancas del más pillo!

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Después de muy pocos días,tal vez por no dar esperay que alguno no se fuera-hicieron citar la gente,pa riunir un contingentey mandarlo a la frontera.

Se puso arisco el gauchaje,la gente está acobardada-salió la partida armada,y trujo como perdicesunos cuantos infelicesque entraron en la voltiada.

Decía el ñato con soberbia:“- Esta es una gente indina,yo los rodié a la sordina,no pudieron escapar;y llevaba orden de arriartodito lo que camina”.

Cuando vino el comentantedijeron: “Dios nos asista”-llegó y les clavó la vista;Yo estaba haciéndome el sonzo-Le echó a cada uno un responsoy lo plantó en la lista.

“- Cuadráte”, le dijo a un negro,“Te estás haciendo el chiquito-cuando sos el más malditoque se encuentra en todo el pago,un servicio es el que te hagoy por eso te remito”.

A otro

“- Vos no cuidás tu familiani le das los menesteres;visitás otras mujeresy es preciso, calavera,que aprendás en la fronteraa cumplir con tus deberes.”

A otro

“- Vos también sos trabajoso;cuando es preciso votarhay que mandarte llamar

y siempre andás medio alzao-Sos un desubordinaoy yo te voy a filiar”.]

A otro

“- ¿Cuánto tiempo hace que vosandás en este partido?¿Cuántas veces has venidoa la citación del juez?No te he visto ni una vez,has de ser algún perdido.”

A otro

“- Este es otro barulleroque pasa en la pulperíapredicando noche y díay anarquizando a la gente-Irás en el contingentepor tamaña picardía.”

A otro

“- Dende la anterior remesavos andás medio perdido;la autoridá no ha podidojamás hacerte votar-Cuando te mandan llamarte pasás a otro partido. “

A otro

“- Vos siempre andás de florcita,no tenés renta ni oficio;no has hecho ningún servicio,no has votao ni una vez-Marchá – para que dejésde andar haciendo perjuicio”.

A otro

“Dame vos tu papeleta,yo te la voy a tener-Esta queda en mi poder,después la recogerás-y ansí si te resertástodos te pueden prender.”

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A otro

“Vos porque sos ecetuaoya te querés sulevar,no vinistes a votarcuando hubieron eleciones-No te valdrán eseciones,yo te voy a enderezar.”

Y a éste por este motivo,y a otro por otra razón,toditos, en conclusión,sin que escapara ninguno,fueron pasando uno a unoa juntarse en un rincón.

Y allí las pobres hermanas,las madres y las esposasredamaban cariñosassus lágrimas de dolor-Pero gemidos de amorno remedian estas cosas.

Nada importa que una madrese desespere o se queje-Que un hombre a su mujer dejeen el mayor desamparo;hay que callarse, o es claroque lo quiebran por el eje.

Dentran después a empeñarsecon éste o aquel vecino-Y como en el masculinoel que menos corre vuela-deben andar con cautelalas pobres, me lo imagino.

Muchas al juez acudieron,por salvar de la jugada;el les hizo una cuerpiada,y por mostrar su inocencia,les dijo “- tengan pacenciapues yo no puedo hacer nada.”

Ante aquella autoridápermanecían suplicantes-Y después de hablar bastante“- Yo me lavo” , dijo el juez,“Como Pilatos los piés,esto lo hace el comendante.”

De ver tanto desamparoel corazón se partía-Había madre que salíacon dos, tres hijos o más-Uno adelante otro atrás-y las maletas vacías.

Dónde irán, pensaba yo,a perecer de miseria-las pobres si de esta feriahablan mal, tienen razón;pues hay bastante materia

para tan justa aflición.

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Cuando me llegó mi turnodije entre mí “ya me toca”- Y aunque mi falta era pocano sé porqué me asustaba-les asiguro que estabacon el Jesús en la boca.

Me dijo que yo era un vago,un jugador, un perdido-Que dende que fi al partidoandaba de picaflor-Que había de ser un bandidocomo mi ante sucesor.

Puede que uno tenga un vicio,y que él no se reforme-Mas naides está conformecon recebir ese trato:yo conocí que era el ñatoquien le había dao los informes.

Me dentró curiosidáal ver que de esa maneratan siguro me dijeraque fue mi padre un bandido;luego lo había conocido,y yo inoraba quien era.

Me empeñé en averiguarlo,promesas hice a Jesús-Tuve por fin una luz,y supe con alegríaque era el autor de mis díasel guapo sargento Cruz.

Yo conocía bien su historiay la tenía muy presente-Sabía que Cruz bravamente,yendo con una partida,había jugado la vidapor defender a un valiente.

Y hoy ruego a mi Dios piadosoque lo mantenga en su gloria;se ha de conservar su historiaen el corazón del hijo-Él al morir me bendijo,yo bendigo su memoria.

Yo juré tener enmienday lo conseguí deveras;puedo decir ande quieraque si faltas he tenidode todas me he corregidodende que supe quien era.

El que sabe ser buen hijoa los suyos se parece-Y aquel que a su lado crecey a su padre no hace honorcomo castigo merecede la desdicha el rigor.

Con un empeño constantemis faltas supe enmendar-Todo conseguí olvidar,pero por desgracia mía,el nombre de Picardíano me lo pude quitar.

Aquel que tiene buen nombremuchos dijustos ahorra-Y entre tanta mazamorrano olviden esta alvertencia:aprendí por esperencia

que el mal nombre no se borra.

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He servido en la fronteraen un cuerpo de milicia;no por razón de justiciacomo sirve cualesquiera.

La bolilla me tocóde ir a pasar malos ratospor la facultá del ñatoque tanto me persiguió.

Y sufrí en aquel infiernoesa dura penitencia,por una malaquerenciade un oficial subalterno.

No repetiré las quejasde lo que se sufre allá-Son cosas muy dichas yay hasta olvidadas de viejas.

Siempre el mesmo trabajarsiempre el mesmo sacrificio,es siempre el mesmo servicioy el mesmo nunca pagar.

Siempre cubiertos de harapossiempre desnudos y pobres,nunca le pagan un cobreni le dan jamás un trapo.

Sin sueldo y sin uniformelo pasa uno aunque sucumba,confórmese con la tumba-y sinó...no se conforme.

Pues si usté se ensoberbeceo no anda muy voluntario,le aplican un novenariode estacas – que lo enloquecen.

Andan como pordioserossin que un peso los alumbre-porque han tomao la costumbrede deberle años enteros.

Siempre hablan de lo que cuesta,que allá se gasta un platal-Pues yo no he visto ni un rialen lo que duró la fiesta.

Es servicio extrordinariobajo el fusil y la vara-Sin que sepamos qué carale ha dao Dios al comisario.

Pues si va a hacer la revistase vuelve como una bala,es lo mesmo que luz malapara perderse de vista.

Y de yapa cuando va,todo parece estudiao-Va con meses atrasaosde gente que ya no está.

Pues ni adrede que lo haganpodrán hacerlo mejor,cuando cai, cai con la pagadel contingente anterior.

Porque son como sentenciapara buscar al ausente,y el pobre que está presenteque perezca en la endigencia.

Hasta que tanto aguantarel rigor con que lo tratan,o se resierta, o lo matan,o lo largan sin pagar.

De ese modo es el pastelporque el gaucho-ya es un hecho,no tiene ningún derechoni naides vuelve por él.

¡La gente vive marchita!Si viera cuando echan tropa,les vuela a todos la ropaque parecen banderitas.

De todos modos lo cargan,y al cabo de tanto andar-cuando lo largan, lo largancomo pa echarse a la mar.

Si alguna prenda le han daose la vuelven a quitar,pocho, caballo, recao,todo tiene que dejar.

Y esos pobres infelices

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al volver a su destino-salen como unos longinossin tener con qué cubrirse.

A mí me daban congojasel mirarlos de ese modo-Pues el más aviao de todoses un perejil sin hojas.

Aura poco ha sucedido,con un invierno tan crudolargarlos a pié y desnudospa volver a su partido.

Y tan duro es lo que pasa,que en aquella situaciónles niegan un mancurrónpara volver a su casa.

¡Lo tratan como a un infiel!Completan su sacrificiono dándole ni un papelque acredite su servicio.

Y tiene que regresarmás pobre de lo que jué-por supuesto a la mercédel que lo quiere agarrar.

Y no averigüe despuésde los bienes que dejó-de hambre, su mujer vendiópor dos – lo que vale diez.

Y como están convenidosa jugarle manganeta,a reclamar no se metaporque ese es tiempo perdido.

Y luego, si a alguna estanciaa pedir carne se arrima-al punto le cain encimacon la ley de la vagancia.

Y ya es tiempo, pienso yo,de no dar más contiingente-si el gobierno quiere gente,que la pague y se acabó.

Y saco ansí en conclusión,en medio de mi inorancia,

que aquí el nacer en estanciaes como una maldición.

Y digo, aunque no me cuadredecir lo que naides dijo:la provincia es una madreque no defiende a sus hijos.

Mueren en alguna lomaen defensa de la ley,o andan lo mesmo que el güey,arando pa que otros coman.

Y he de decir ansí mismo,porque de adentro me brota,que no tiene patriotismo

quien no cuida al compatriota.

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Se me va por donde quieraesta lengua del demonio-Voy a darles testimoniode lo que ví en la frontera.

Yo sé que el único modo,a fin de pasarlo bien,es decir a todo amény jugarle risa a todo.

El que no tiene colchónen cualquier parte se tiende-el gato busca el jogóny ese es mozo que lo entiende.

De aquí comprender se debe,aunque yo hable de este modo,que uno busca su acomodosiempre lo mejor que puede.

Lo pasaba como todoseste pobre penitente-pero salí de asistentey mejoré en cierto modo.

Pues aunque esas privacionescausen desesperación,siempre es mejor el jogónde aquel que carga galones.

De entonces en adelantealgo logré mejorar,pues supe hacerme lugaral lado del ayudante.

Él se daba muchos aires,pasaba siempre leyendo,decían que estaba aprendiendopa recebirse de flaire.

Aunque lo pifiaban tantojamás lo vi dijustao-Tenía los ojos paraoscomo los ojos de un santo.

Muy delicao – dormía en cuja-y no sé porqué sería-la gente lo aborrecíay lo llamaban “La Bruja”.

Jamás hizo otro servicioni tuvo más comisiones,que recebir las racionesde víveres y de vicios.

Yo me pasé a su jogónal punto que me sacó,y ya con él me llevó,a cumplir su comisión.

Estos diablos de milicosde todo sacan partido-cuando nos vían riunidosse limpiaban los hocicos.

Y decían en los jogonescomo por chocarrería-“Con La Bruja y Picardíavan a andar bien las raciones.”

A mi no me jué tan malpues mi oficial se arreglaba;les diré lo que pasabasobre este particular.

Decían que estaban de acuerdoLa Bruja y el proveedor,y que recebía lo pior-puede ser – pues no era lerdo.

Que a más en la cantidápegaba otro dentellón,y que por cada raciónle entregaban la mitá.

Y que esto lo hacía del modocomo lo hace un hombre vivo;firmando luego el recibo,ya se saben por el todo.

Pero esas murmuracionesno faltan en campamento;déjenmé seguir mi cuento,o historia de las raciones.

La Bruja las recebíacomo se ha dicho a su modo-Las cargábamos y todose entrega en la Mayoría.

Sacan allí en abundancia

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lo que les toca sacar-y es justo que han de dejarotro tanto de ganancia.

Van luego a la compañía,las recibe el comendante;el que de un modo abundantesacaba cuanto quería.

Ansí la cosa liviana,va mermada por supuesto-Luego se le entrega el restoal oficial de semana.

Araña, ¿quién te arañó?otra araña como yó.

Este le pasa al sargentoaquello tan reducido-Y como hombre prevenidosaca siempre con aumento.

Esta relación no acabosi otra menudencia ensartoel sargento llama al cabopara encargarle el reparto.

Él también saca primeroy no se sabe turbar-naides le va a averiguarsi ha sacado más o menos.

Y sufren tanto bocadoy hacen tantas estaciones,que ya casi no hay racionescuando llegan al soldado.

Todo es como pan benditoy sucede de ordinariotener que juntarse variospara hacer un pucherito.

Dicen que las cosas vancon arreglo a la ordenanza-¡Puede ser! pero no alcanzan,¡Tan poquito es lo que dan!

Algunas veces, yo pienso,y es muy justo que lo diga,sólo llegaban las migasque habían quedao en el lienzo.

Y esplican aquel infiernoen que uno está medio loco,diciendo que dan tan pocoporque no paga el gobierno.

Pero eso yo no lo entiendo,ni a averiguarlo me meto;soy inorante completo,nada olvido y nada apriendo.

Tiene uno que soportarel tratamiento más vil-A palos en lo civil,a sable en lo militar.

El vestuario es otro infierno;si lo dan, llega a sus manos,en invierno el de verano-y en el verano el de invierno.

Y yo el motivo no encuentroni la razón que esto tiene,más dicen que eso ya vienearreglado dende adentro.

Y es necesario aguantarel rigor de su destino;el gaucho no es argentinosino pa hacerlo matar.

Ansí ha de ser, no lo dudo-y por eso decía un tonto:“- Si los han de matar prontomejor es que estén desnudos”.

Pues esa miseria viejano se remedia jamás;todo el que viene detráscomo la encuentra la deja.

Y se hallan hombres tan malos,que dicen de buena gana-El gaucho es como la lana,se limpia y compone a palos.

Y es forzoso el soportaraunque la copa se enllene;parece que el gaucho tiene

algún pecao que pagar.

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Esto contó Picardíay después guardó silencio,mientras todos celebrabancon placer aquel encuentro.Mas una casualidá,como que nunca anda lejos,entre tanta gente blancallevó también a un moreno,presumido de cantory que se tenía por bueno-Y como quien no hace nada,o se descuida de intento,pues siempre es muy conocidotodo aquel que busca pleito-se sentó con toda calma,echó mano al estrumentoy ya le pegó un rajido-Era fantástico el negro,y para no dejar dudasmedio se compuso el pecho.Todo el mundo conocióla intención de aquel moreno-Era claro el desafíodirigido a Martín Fierro,hecho con toda arrogancia,de un modo muy altanero.Tomó Fierro la guitarra,pues siempre se halla dispuesto-y ansí cantaron los dosen medio de un gran silencio.

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Martín Fierro

Mientras suene el encordao,mientras encuentre el compás,yo no he de quedarme atrássin defender la parada-Y he jurado que jamásme la han de llevar robada.

Atiendan pues los oyentesy cállense los mirones-A todos pido perdones,pues a la vista resaltaque no está libre de faltaquien no está de tentaciones.

A un cantor lo llaman bueno,cuando es mejor que los piores-Y sin ser de los mejores,encontrándose dos juntoses deber de los cantoresel cantar de contrapunto.

El hombre debe mostrarsecuando la ocasión le llegue-Hace mal el que se nieguedende que lo sabe hacer-Y muchos suelen tenervanagloria en que los rueguen.

Cuando mozo fui cantor-Es una cosa muy dicha-Mas la suerte se encaprichay me persigue constante-De ese tiempo en adelantecanté mis propias desdichas.

Y aquellos años dichosostrataré de recordar-Veré si puedo olvidartan desgraciada mudanza-Y quien se tenga confianzatiemple y vamos a cantar.

Tiemple y cantaremos juntos,trasnochadas no acobardan-Los concurrentes aguardan-y porque el tiempo no pierdan,haremos gemir las cuerdas

hasta que las velas no ardan.

Y el cantor que se presente,que tenga o no quien lo ampare,no espera que yo dispareaunque su saber sea mucho-Vamos en el mesmo puchoa prenderle hasta que aclare.

Y seguiremos si gustahasta que se vaya el día-Era la costumbre míacantar las noches enteras-Había entonces, donde quiera,cantores de fantasía.

Y sí alguno no se atrevea seguir la caravanao si cantando no gana,se lo digo sin lisonja-haga sonar una esponjao ponga cuerdas de lana.

El Moreno

Yo no soy señores míossinó un pobre guitarrero-Pero doy gracias al cieloporrque puedo, en la ocasión,toparme con un cantorque esperimente a este negro.

Yo también tengo algo blanco,pues tengo blancos los dientes-Sé vivir entre las gentessin que me tengan en menos-Quien anda en pagos agenosdebe ser manso y prudente.

Mi madre tuvo diez hijos,los nueve muy regulares-Tal vez por eso me amparela Providencia divina-En los güevos de gallinael décimo es el más grande.

El negro es muy amoroso,aunque de esto no hace gala,nada a su cariño igualani a su tierna voluntá-es lo mesmo que el macá

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cría los hijos bajo el ala.

Pero yo he vivido librey sin depender de naides-Siempre he cruzado a los airescomo el pájaro sin nido-Cuanto sé lo he aprendidoporque me lo enseñó un flaire.

Y sé como cualquier otroel porqué retumba el trueno-Por qué son las estacionesdel verano y del invierno-Sé también de donde salenlas aguas que caín del cielo.

Yo sé lo que hay en la tierraen llegando al mesmo centro-En dónde se encuentra el oro,en dónde se encuentra el fierro-y en dónde viven bramandolos volcanes que echan juego.

Yo sé del fondo del mardonde los pejes nacieron-yo sé porqué crece el árbol,y porqué silban los vientos-Cosas que inoran los blancoslas sabe este pobre negro.

Yo tiro cuando me tiran,cuando me afloja, aflojo;no se ha de morir de antojoquien me convide a cantar-Para conocer a un cojolo mejor es verlo andar.

Y si una falta cometoen venir a esta riunión-echándolá de cantor,pido perdón en voz alta-pues nunca se halla una faltaque no esista otra mayor.

De lo que un cantor esplicano falta qué aprovechar-Y se le debe escucharaunque sea negro el que cante-Apriende el que es inorante,y el que es sabio, apriende más.

Bajo la fuente más negrahay pensamiento y hay vida-La gente escuche tranquilano me haga ningún reproche-También es negra la nochey tiene estrellas que brillan.

Estoy pues a su mandao,empiece a echarme la sondasi gusta que le responda,aunque con lenguaje tosco-en leturas no conozcola jota por ser redonda.

Martín Fierro

¡Ah! negro, si sos tan sabiono tengás ningún recelo;pero has tragao el anzuelo,y al compás del estrumento-has de decirme al momentocuál es el canto del cielo.

El Moreno

Cuentan que de mi colorDios hizo al hombre primero-mas los blancos altaneros,los mesmos que lo convidan,hasta de nombrarlo olvidany sólo lo llaman negro.

Pinta el blanco negro al diablo,y el negro, blanco lo pinta-Blanca la cara o retintano habla en contra ni a favor-De los hombres el Criadorno hizo dos clases distintas.

Y después de esta advertenciaque al presente viene al pelo-Veré, señores, si puedo,sigún mi escaso saber,con claridá respondercuál es el canto del cielo.

Los cielos lloran y cantanhasta en el mayor silencio-lloran al cair el rocío,cantan al silbar los vientos-lloran cuando cain las aguas

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cantan cuando brama el viento.

Martín Fierro

Dios hizo al blanco y al negrosin declararlos mejores-Les mandó iguales doloresbajo de una mesma cruz;mas también hizo la luzpa distinguir los colores.

Ansí ninguno se agravie,no se trata de ofender-A todo se ha de ponerel nombre con que se llama-Y a naides le quita famalo que recibió al nacer.

Y ansí me gusta un cantorque no se turba ni yerra-Y si en tu saber se encierrael de los sabios projundos-Decime cuán en el mundoes el canto de la Tierra.

El Moreno

Es pobre mi pensamiento,es escasa mi razón-mas pa dar contestaciónmi inorancia no me arredra-También da chispas la piedrasi la golpea el eslabón.

Y le daré una respuestasigún mis pocos alcances-Forman un canto en la Tierrael dolor de tanta madre,el gemir de los que muereny el florar de los que nacen.

Martín fierro

Moreno, alvierto que traisbien dispuesta la garganta-sos varón y no me espantaverte hacer esos primores-En los pájaros cantoressólo el machoo es el que canta.

Y ya que al mundo vinistes

con el sino de cantar,no te vayas a turbar,no te agrandes ni te achiques-Es preciso que me espliquescuál es el canto del mar.

El Moreno

A los pájaros cantoresninguno imitar pretende-de un don que de otro dependenaides se debe alabarpues la urraca apriende a hablarpero sólo la hembra apriende.

Y ayúdame ingenio míopara ganar esta apuesta-Mucho el contestar me cuesta-pero debo contestarvoy a decirle en respuestacuál es el canto del mar.

Cuando la tormenta brama,el mar que todo lo encierracanta de un modo que aterracomo si el mundo temblara-Parece que se quejarade que lo estreche la tierra.

Martín Fierro

Toda tu sabiduríahas de mostrar esta vezganarás sólo que estésen vaca con algún santoLa noche tiene su cantoy me has de decir cuál es.

El Moreno

No galope que hay aujeros,le dijo a un guapo un prudente-Le contesto humildementela hoche por canto tieneesos ruidos que uno sientesin saber de donde vienen.

Son los secretos misteriosque las tinieblas esconden-Son los ecos que respondena la voz del que dá un grito,

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como un lamento infinitoque viene no sé de dónde.

A las sombras sólo el sollas penetra y las impone-En distintas direccionesse oyen rumores inciertos-Son almas de los que han muertoque nos piden oraciones.

Martín Fierro

Moreno, por tus respuestasya te aplico el cartabón-pues tenés disposicióny sos estruido de yapa-Ni las sombras se te escapanpara dar esplicación.

Pero cumple su deberel leal diciendo lo cierto-Y por lo tanto te alviertoque hemos de cantar los dos-dejando en la paz de Dioslas almas de los que han muerto.

Y el consuelo del prudenteno hace falta en la partida-Siempre ha de ser comedidala palabra de un cantor-Y aura quiero que me digasde dónde nace el amor.

El Moreno

A pregunta tan escuratrataré de responder-Aunque es mucho pretenderde un pobre negro de estancia-mas conocer su inoranciaes principio del saber.

Ama el pájaro en los airesque cruza por donde quiera-y si al finde su carrerase asienta en alguna rama,con su alegre canto llamaa ssu amante compañera.

La fiera ama en su guaridade la que es rey y señor-

Allí lanza con furoresos bramidos que espantan-porque las fieras no cantan,las fieras braman de amor.

Ama en el fondo del marel pez de lindo color-Ama el hombre con ardor,ama todo cuanto vive-De Dios vida se recibey donde hay vida hay amor.

Martín Fierro

Me gusta negro ladinolo que acabás de esplicar-ya te empiezo a respetaraunque al principio me rei-y te quiero preguntarlo que entendés por la ley.

El Moreno

Hay muchas dotoreríasque yo no puedo alcanzar-Dende que aprendí a inorarde ningún saber me asombro-Mas no ha de llevarme al hombroquien me convide a cantar.

Yo no soy cantor ladinoy mi habilidá es muy poca-mas cuando cantar me tocame defiendo en el combate-Porque soy como los mates:sirvo si me abren la boca.

Dende que elige a su gustolo más espinoso elige-Pero esto poco me afligey le contesto a mi modo-La ley se hace para todosmas solo al pobre le rige.

La ley es tela de araña-en mi inorancia lo esplico,no la tema el hombre rico-nunca la tema el que mande-Pues la ruempe el vicho grandey sólo enrieda a los chicos.

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Es la ley como la lluvianunca puede ser pareja-el que la aguanta se queja,pero el asunto es sencillo-La ley es como el cuchillo,no ofende a quien lo maneja.

Le suelen llamar espaday el nombre le viene bien-Los que la gobiernan vena donde han de dar el tajo-Le cai al que se halla abajoy corta si ver a quien.

Hay muchos que son dotoresy de su cencia no dudo-mas yo soy un negro rudo,y aunque de esto poco entiendo,estoy diariamente viendoque aplican la del embudo.

Martín Fierro

Moreno, vuelvo a decirte,ya conozco tu medida-Has aprovechao la viday me alegro de este encuentroya veo que tenés adentrocapital pa esta partida.

Y aura te voy a decirporque en mi deber está-Y hace honor a la verdáquien a la verdá se duebla,que sos por juera tinieblasy por dentro claridá.

No ha de decirse jamásque abusé de tu pacencia-y en justa correspondenciasi algo querés preguntar-podés al punto empezarpues ya tenés mi licencia.

El Moreno

No te trabés lengua mía,no te vayas a turbar-Nadie acierta antes de errar-Y aunque la fama se juega-El que por gusto navega

no debe temerle al mar.

Voy a hacerle mis preguntasya que a tanto me convida-y vencerá en la partidasi una esplicación me dá-sobre el tiempo y la medida,el peso y la cantidá.

Suya será la vitoriasi es que sabe contestar-se lo debo declararcon claridá, no se asombre,pues hasta aura ningún hombre,me lo ha sabido esplicar.

Quiero saber y lo inoro,pues en mis libros no está,y su respuesta vendráa servirme de gobierno-Para qué fin el Eternoha criado la cantidá.

Martín Fierro

Moreno te dejás caircomo carancho en su nido;ya veo que sos prevenidomas también estoy dispuesto-Veremos si te contestoy si te das por vencido.

Uno es el sol – uno el mundo,sola y única es la Luna-Ansí han de saber que Diosno crió cantidá ninguna-El Ser de todos los seressólo formó la unidá-Lo demás lo ha criado el hombredespués que aprendió a contar.

El Moreno

Veremos si a otra preguntaDá una respuesta cumplida-El Ser que ha criado la vidalo ha de tener en su archivo-Mas yo inoro qué motivotuvo al formar la medida.

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Martín Fierro

Escuchá con atenciónlo que en mi inorancia arguyo;la medida la inventóel hombre para bien suyo-Y la razón no te asombre,pues es fácil presumir-Dios no tenía que medirsinó la vida del hombre.

El Moreno

Si no falla su saberpor vencedor lo confieso-Debe aprender todo esoquien a cantar se dedique-Y aura quiero que me espliquelo que sinifica el peso.

Martín Fierro

Dios guarda entre sus secretosel secreto que eso encierra,y mandó que todo pesocayera siempre a la tierra-Y según compriendo yo,dende que hay bienesy males,fue el peso para pesarlas culpas de los mortales.

El Moreno

Si responde a esta preguntaténgase por vencedor-Doy la derecha al mejor-y respóndame al momento-Cuándo formó Dios el tiempoy por qué lo dividió.

Martín Fierro

Moreno, voy a decir,según mi saber alcanza-El tiempo sólo es tardanza-de lo que está por venir-No tuvo nunca principioni jamás acabará-porque el tiempo es una rueday rueda es eternidá-Y si el hombre lo divide

sólo lo hace en mi sentirpor saber lo que ha vividoo le esta que vivir.

Ya te he dado mis respuestas,mas no gana quien despunta,si tenés otra preguntao de algo te has olvidao,siempre estoy a tu mandaopara sacarte de dudas.

No procedo por soberbiani tampoco por jatanciamas no ha de faltar constanciacuando es preciso luchar-Y te convido a cantarsobre cosas de la estancia.

Ansí prepará morenocuanto tu saber encierre-y sin que tu lengua yerre,me has de decir lo que empriendeel que del tiempo depende,en los meses que train erre.

El Moreno

De la inorancia de naidesninguno debe abusar-Y aunque me puede doblartodo el que tenga más arte,no voy a ninguna partea dejarme machetiar.

He reclarao que en leturassoy redondo como jotano avergüence mi redotapues con claridá le digo-No me gusta que conmigonadie juegue a la pelota

Es buena ley que el más lerdodebe perder la carrera-Ansí le pasa a cualquieracuando en competencia se hallaun cantor de media tallacon otro de talla entera.

No han visto en medio del campoal hombre que anda perdido-Dando güeltas afligido

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sin saber donde rumbiar-ansí le suele pasara un pobre cantor vencido.

También los árboles crujensi el ventarrón los azota-y si aquí mi queja brotacon amargura, consiste-en que es muy larga y muy tristela noche de la redota.

Y dende hoy en adelante,pongo de testigo al cielo,para decir sin receloque si mi pecho se inflamano cantaré por la famasinó por buscar consuelo.

Vive ya desesperadoquien no tiene que esperar-A lo que no ha de durarningún cariño se cobre-Las alegrías en un pobreson anuncioss de un pesar.

Y este triste desengañome durará mientras viva-Aunque un consuelo recibajamás he de alzar el vuelo-Quien no nace para el cielode balde es que mire arriba.

Y suplico a cuantos me oiganque me permitan decir,que al decidirme a venirno sólo jué por cantar.sinó porque tengo a másotro deber que cumplir.

Ya saben que de mi madrefueron diez los que nacieron-Mas ya no esiste el primeroy más querido de todos-murió por injustos modosa manos de un pendenciero.

Los nueve hermanos restantescomo güérfanos quedamos-dende entonces lo lloramossin consuelo, creanmelóy al hombre que lo mató

nunca jamás lo encontramos.

Y queden en paz los güesosde aquel hermano querido-a moverlos no he venido,mas si el caso se presenta-espero en Dios que esta cuentase arregle como es debido.

Y si otra ocasión payamospara que esto se complete,por mucho que lo respetecantaremos, si le gusta-sobre las muertes injustasque algunos hombres cometen.

Y aquí pues, señores míos,diré como en despedida,que todavía andan con vidalos hermanos del dijunto-Que recuerdan este asuntoy aquella muerte no olvidan.

Y es misterio tan projundolo que está por suceder,que no me debo metera echarla aquí de adivino;lo que decida el destinodespués lo habrán de saber.

Martín Fierro

Al fin cerrastes el picodespués de tanto charlar,ya empezaba a maliciar,al verte tan entonao,que traías un embuchaoy no lo querías largar.

Y ya que nos conocemosbasta de conversación;para encontrar la ocasiónno tienen que darse priesa-Ya conozco yo que empiezaotra clase de junción.

Yo no sé lo que vendrá,tampoco soy adivino-Pero firme en mi caminohasta el fin he de seguir-Todos tienen que cumplir

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con la ley de su destino.

Primero fue la fronterapor persecución de un juez-Los indios fueron después,y para nuevos estrenos-aura son estos morenospa alivio de mi vejez.

La madre echó diez al mundo,lo que cualquiera no hace-Y tal vez de los diez pasecon iguales condiciones-La mulita pare nonestodos de la mesma clase.

Al hombre de humilde colornunca sé facilitar,cuando se llega a enojarsuele ser de mala entraña-se vuelve como la araña,siempre dispuesta a picar.

Yo he conocido a toditoslos negros más peliadores-Había algunos superioresde cuerpo y de vista - ¡ay juna!-Si vivo les daré una...historia de las mejores.

Mas cada uno ha de tiraren el yugo en que se vea;yo ya no busco peleas,las contiendas no me gustan-Pero ni sombras me asustanni bultos que se menean.

La creía ya desollada,más todavía falta el rabo-Y por lo visto no acabode salir de esta jarana-Pues esto es lo que se llamaremachársele a uno el clavo.

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Y después de estas palabrasque ya la intención revelan,procurando los presentesque no se armara pendencia,se pusieron de por medioy la cosa quedó quieta-Martín Fierro y los muchachosevitando la contienda,montaron y paso a pasocomo el que miedo no lleva,a la costa de un arroyollegaron a echar pié en tierra.Desensillaron los pingosy se sentaron en rueda,refiriéndose entre síinfinitas menudencias;porque tiene muchos cuentosy muchos hijos la ausencia.Allí pasaron la nochea la luz de las estrellas,porque ese es un cortinaoque lo halla a uno donde quiera,y el gaucho sabe arreglarsecomo ninguno se arregla-El colchón son las caronas,el lomillo es cabecera,el cojinillo es blanduray con el poncho o la jergapara salvar el rocíose cubre hasta la cabeza-Tiene su cuchillo al lado,pues la precaución es buena;freno y rebenque a la mano,y teniendo el pingo cerca,que pa asigurarlo bienla argolla del lazo entierra-aunque el atar con el lazodá al hombre mala idea-Se duerme ansí muy tranquilotodita la noche entera-Y si es lejos del caminocomo manda la prudencia,más seguro que en su ranchouno ronca a pierna suelta.Pues en el suelo no hay chinches,y es una cuja cameraque no ocasiona disputasy que nadie se la niega-Además de eso, una noche

la pasa uno como quiera,y las va pasando todashaciendo la mesma cuenta-Y luego los pajaritosal aclarar lo despiertan-Porque el sueño no lo agarraa quien sin cenar se acuesta.Ansí pues aquella nochejué para ellos una fiesta,pues todo parece alegrecuando el corazón se alegra-No pudiendo vivir juntospor su estado de pobreza.Resolvieron separarse,y que cada cual se jueraa procurarse un refugioque aliviara su miseria.Y antes de desparramarsepara empezar vida nueva,en aquella soledáMartín Fierro con prudencia-a sus hijos y al de Cruzles habló de esta manera.

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Un padre que dá consejosmás que padre es un amigo,ansí como tal les digoque vivan con precaución-Nadie sabe en qué rincónse oculta el que es su enemigo.

Yo nunca tuve otra escuelaque una vida desgraciada-No estrañen si en la jugadaalguna vez me equivoco-Pues debe saber muy pocoaquel que no aprendió nada.

Hay hombres que de su cenciatienen la cabeza llena;hay sabios de todas menas,mas digo sin ser muy ducho-Es mejor que aprender muchoel aprender cosas buenas.

No aprovechen los trabajossi no han de enseñarnos nada-El hombre, de una miradatodo ha de verlo al momento-El primer conocimientoes conocer cuando enfada.

Su esperanza no la cifrennunca en corazón alguno-En el mayor infortuniopongan su confianza en Dios-De los hombres, sólo en uno,con gran precaución en dos.

Las faltas no tienen límitescomo tienen los terrenos-Se encuentran en los más buenos,y es justo que les prevenga-Aquel que defectos tenga,disimule los agenos.

Al que es amigo, jamáslo dejen en la estacada,pero no le pidan nadani lo aguarden todo de él-Siempre el amigo más fieles una conduta honrada.

Ni el miedo ni la codiciaes bueno que a uno lo asalten-Ansí no se sobresaltenpor los bienes que perezcan-Al rico nunca le ofrezcany al pobre jamás le falten.

Bien lo pasa hasta entre Pampasel que respeta a la gente-El hombre ha de ser prudentepara librarse de enojos-Cauteloso entre los flojosmoderado entre valientes.

El trabajar es la leyporque es preciso adquirir-No se espongan a sufriruna triste situación-Sangra mucho el corazóndel que tiene que pedir.

Debe trabajar el hombrepara ganarse su pan;pues la miseria en su afánde perseguir de mil modos-Llama en la puerta de todosy entra en la del haragán.

A ningún hombre amenacenporque naides se acobarda-Poco en conocerlo tardaquien amenaza imprudente-que hay un peligro presentey otro peligro se aguarda.

Para vencer un peligro,salvar de cualquier abismo,por esperencia lo afirmo,más que el sable y que la lanza-suele servir la confianzaque el hombre tiene en sí mismo.

Nace el hombre con la astuciaque ha de servirle de guía-sin élla sucumbiría,pero sigún mi esperencia-se vuelve en unos prudenciay en los otros picardía.

Aprovecha la ocasiónel hombre que es diligente-

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y tenganló bien presente,si al compararla no yerro-La ocasión es como el fierro,se ha de machacar caliente.

Muchas cosas pierde el hombreque a veces las vuelve a hallar-Pero les debo enseñary es bueno que lo recuerden-Si la vergüenza se pierdejamás se vuelve a encontrar.

Los hermanos sean unidosporque esa es la ley primera-Tengan unión verdaderaen cualquier tiempo que sea-Porque si entre ellos peleanlos devoran los de ajuera.

Respeten a los ancianos,el burlarse no es hazaña-si andan entre gente estrañadeben ser muy precavidos-Pues por igual es tenidoquien con malos se acompaña.

La cigüeña cuando es viejapierde la vista- y procurancuidarla en su edá maduratodas sus hijas pequeñas-Apriendan de las cigüeñaseste ejemplo de ternura.

Si les hacen una ofensa,aunque la echen en olvidovivan siempre prevenidos;pues ciertamente sucede-que hablará muy mal de ustedesaquel que los ha ofendido.

El que obedeciendo vivenunca tiene suerte blanda-mas con su soberbia agrandael rigor en que padece-obedezca el que obedecey será bueno el que manda.

Procuren de no perderni el tiempo, ni la vergüenza-Como todo hombre que piensaprocedan siempre con juicio-

y sepan que ningún vicioacaba donde comienza.

Ave de pico encorvadole tiene al robo afición-Pero el hombre de razónno roba jamás un cobre-pues no es vergüenza ser pobrey es vergüenza ser ladrón.

El hombre no mate al hombreni pelee por fantasía-Tiene en la desgracia míaun espejo en qué mirarse-Saber el hombre guardarsees la gran sabiduría.

La sangre que se redamano se olvida hasta la muerte-La impresión es de tal suerte,que a mi pesar, no lo niego-Cai como gotas de fuegoen la alma del que la vierte.

Es siempre, en toda ocasión,el trago el pior enemigo-Con cariño se los digo,recuérdenló con cuidado-AAquel que ofiende embriagadomerece doble castigo.

Si se arma algún revolutissiempre han de ser los primeros-No se muestren altanerosaunque la razón les sobre-En la barba de los pobresaprienden pa ser barberos.

Si entregan su corazóna alguna mujer querida,no le hagan una partidaque la ofenda a la mujer-Siempre los ha de perderuna mujer ofendida.

Procuren, si son cantores,el cantar con sentimiento-no tiemplen el estrumentopor sólo el gusto de hablar-y acostúmbrense a cantaren cosas de jundamento.

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Y les doy estos consejosque me ha costado adquirirlos,porque deseo dirigirlos,pero no alcanza mi cenciahasta darles la prudenciaque precisa pa seguirlos.

Estas cosas y otras muchasmedité en mis soledades-sepan que no hay falsedadesni error en estos consejos-es de la boca del viejode ande salen las verdades.

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Después a los cuatro vientoslos cuatro se dirijieron-Una promesa se hicieronque todos debían cumplir-Mas no la puedo decirpues secreto prometieron.

Les advierto solamente,y esto a ninguno le asombre,pues muchas veces el hombretiene que hacer de ese modo-Convinieron entre todosen mudar allí de nombre.

Sin ninguna intención malalo hicieron, no tengo duda-Pero es la verdá desnuda,siempre suele suceder-Aquel que su nombre mudatiene culpas que esconder.

Y ya dejo el estrumentocon que he divertido a ustedes-Todos conocerlo puedenque tuve constancia suma-Este es un botón de plumaque no hay quien lo desenriede.

Con mi deber he cumplido-Y ya he salido del paso,Pero diré, pos si acaso,pa que me entiendan los criollos-Todavía me quedan rollospor si se ofrece dar lazo.

Y con esto me despidosin espresar hasta cuando-Siempre corta por lo blandoel que busca lo seguro-Mas yo corto por lo duro,y ansí he de seguir cortando.

Vive el águila en su nido,el tigre vive en la selva,el zorro en la cueva agena,y en su destino incostante,sólo el gaucho vive errantedonde la suerte lo lleva.

Es el pobre en su orfandáde la fortuna el desecho-porque naides toma a pechoel defender a su raza-Debe el gaucho tener casa,escuela, iglesia y derechos.

Y han de concluir algún díaestos enriedos malditos-La obra no la facilito,porque aumentan el fandango-los que están como el chimangosobre el cuero y dando gritos.

Mas Dios ha de permitirque esto llegue a mejorar-pero se ha de recordarpara hacer bien el trabajo,que el fuego, pa calentar,debe ir siempre por abajo.

En su ley está el de arribasi hace lo que le aproveche-De sus favores sospechehasta el mesmo que lo nombra-Siempre es dañosa la sombradel árbol que tiene leche.

Al pobre al menor descuidolo levantan de un sogazo-Pero yo compriendo el casoy esta consecuencia saco-El gaucho es el cuero flaco,da los tientos para el lazo.

Y en lo que esplica mi lenguatodos deben tener fé;ansí, pues, entiendanmé,con codicias no me mancho-no se ha de llover el ranchoen donde este libro esté.

Permitanmé descansar,¡Pues he trabajado tanto!En este punto me plantoy a continuar me resisto-Estos son treinta y tres cantos,que es la mesma edá de Cristo.

Y guarden estas palabrasque les digo al terminar-

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En mi obra he de continuarhasta dárselas concluida,si el ingenio o si la vidano me llegan a faltar.

Y si la vida me falta,tenganló todos por cierto,que el gaucho, hasta en el desiertoSentirá en tal ocasión-Tristeza en el corazónal saber que ya estoy muerto.

Pues son mis dichas desdichaslas de todos mis hermanos-Ellos guardarán ufanosen su corazón mi historia-Me tendrán en su memoriapara siempre mis paisanos.

Es la memoria un gran don,calidá muy meritoria-Y aquellos que en esta historiasospechen que les doy palo-sepan que olvidar lo malotambién es tener memoria.

Mas naides se crea ofendidopues a ninguno incomodo-Y si canto de este modopor encontrarlo oportuno-No es para mal de niingunosino para bien de todos.

FIN DE MARTÍN FIERRO

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