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    1/8

    EL

    DRAivrA

    DE LA EBPERANZA

    DE

    ANDRE

    1v1ALRAUX

    Hablar

    de .Andre

    Malraux como uno de

    los

    mas destacados

    representantes

    de

    la novela de aventuras en Ia

    literatura

    f-rance

    sa contemponinea es una actitud a la vez legitima y engan.osa.

    Porque

    (.que es

    la

    novela de aventuras, en el sentido tradicional

    que le da

    la

    crit

    ica

    francesa,

    sino

    un genero

    del

    que parecen

    quedar excluidas

    tanto

    la complejidad psicol6gica como la hon-

    dura

    .esenciales a

    este

    noyelista?

    Y

    sin embargo,

    que

    podr.(amos

    b usca1 en el q u ~ no ft e

    ra

    el

    relato

    exaltado de-

    aventuras tales

    como las que

    ha descubierto y

    vivi.do nu

    estra

    epoca? Siempre

    que en

    el

    transcurso

    de la primera rnitad de nuestro siglo es

    tall6 alguna agitacion social o politica, Malraux

    se

    arroj6 a ella

    con el ardor del

    que anhela

    calmar en si

    un

    desasosiego mortal.

    Carentes del espesor

    de un

    universo

    rico

    y amplio, poblado

    por una marav.ill

    osa

    variedad de personajes que llegan a ser fa

    miliares

    al

    lect or,

    como

    en

    Proust, Dickens

    o Dostoievsky,

    las

    novelas

    de

    Malraux parecen aridas

    y

    mon6tonas.

    No

    quiso el,

    como Balza

    c, correr

    parejas con el

    registro civil ; sus perso

    naj

    es se nos descubre.n poco; se m uestr

    an

    remisos a

    ~ m l ~ n

    zarse con

    el

    lector;

    Y

    el

    tel6n de fondo demasiado

    constante

    de

    varias

    de

    sus novelas ha si

    do descrito despectivamente como

    u.a

    inme.uso campo de

    chatarra:

    tal es la importancia que

    el

    au or

    concede a

    las

    escenas de combate y a la descdpci6n

    de

    un ar

    mamento

    guerre

    ro

    que

    pronto

    pasarfa

    de moda

    .

    Sin

    embargo,

    Malram:: goza entre los

    criticos

    literarios

    de

    un prestig?.o tan

    elevado como

    el

    de l

    os

    co

    ifeos de la novela con los cuales con

    t rasta diam

    etralment

    e su producci6n. Sus novelas de aventuras

    en la

    selva cambodgiana

    o en el Extremo Oriente, que parecian

    ex6ticas en los

    p r i m r o ~

    aii os de nuestro siglo, pronto llegaron

    a considerarse profeticas y de gran

    valor

    re

    pres

    entative

    a me- .

    elida

    que

    el

    mtmdo se

    daba cue

    n

    ta de

    la r

    ealidad hist6rica que

    l

    as

    inspiraba.

    Como

    muchos

    j6ven.es de su generaci6n, .Malraux cae bajo la

    in.flue

    ncia

    de Spengler y de Nietzsche.

    Su

    drama sera contemplar

    como se

    desploma el mundo,

    en

    tanto qu

    e

    la conciencia

    p

    ropia

    se rebela contra la muerte y errt:abla un

    duelo con

    la nada. Diez

    t nos antes de a nausea de

    Sartre

    ,

    bul

    le en

    Malrau :

    la angustia

    \ existencial.

    Es

    uno de aquellos que piensan que Dios

    ha

    muerto,

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    310 MARA E.

    G O N Z L E Z

    PADILLA

    y

    consiguientemente experimentan el desamparo del hombre en

    medio

    de un

    universo indiferente

    y

    absurdo.

    Es del

    nmero

    de

    los que pretenden

    hallar

    un desage temporal al afn del Infi-

    nito,

    y que

    querran como ateos justificar

    la

    huella divina

    en el

    hombre. Pertenece

    por fin al

    grupo

    de

    escritores filsofos

    que

    se empean en exigir un orden nuevo para reemplazar el orden

    cristiano. De ah su

    admiracin

    por

    Marx,

    de

    quien llega

    a ser

    un discpulo entusiasta, aunque no del todo dcil.

    Por lo tanto, el drama de Malraux es a la vez personal y so-

    cial, y su empeo por resolverlo no le deja punto de reposo.

    Elabora al efecto una filosofa, y busca en la novela, aun antes

    que en el

    ensayo, medio

    para

    dar a las

    ideas cuerpo

    y

    forma

    correcta.

    La esperanza

    (1937)

    es una de las obras donde mejor se con-

    jugan

    el

    drama

    y las

    soluciones

    que

    para

    l

    propone

    el

    autor.

    Relato de una violenta tragedia europea

    la

    derrota de los re-

    publicanos espaoles, all en la cuarta decena de este siglo,

    su

    ttulo

    parece extrao y contradictorio. Sin embargo, el mis-

    m o Malraux nos pone sobre la pista de una explicacin desde

    la

    primeraparte,

    La

    ilusin

    lrica :

    haba esta no che cargada

    de una

    esperanza confusa

    y sin

    lmites, esta noche

    en que

    cada

    hombre tena algo

    que

    hacer sobre

    la tierra . L a

    accin comien-

    za ya a definirse como la cualidad humana por excelencia, como

    lamanera dellegar arealizar eldestino de cada cual. Todoslos

    personajes que Malraux introduce en La

    esperanza

    actan ya sea

    por gusto o por conviccin. Sonhombres den aciona lidades dis-

    tintas:

    espaoles, franceses, ingleses, italianos; de diferentes

    creencias:

    catlicos

    o ateos; de

    diversas concepciones

    polticas:

    comunist s anarquistas, socialistas o liberales;

    deseosos

    de ga-

    narse

    la

    vida como mercenarios

    o

    comprometidos

    en la

    lucha

    por su propia voluntad; pero todos tienen esto en comn: ' que

    estn unidos

    por la

    accin revolucionaria.

    Esta

    accin la presenta Malraux y la ama tal cual es, violenta

    y

    peligrosa.

    N o

    escatima

    al

    lector ninguna

    de sus

    atrocidades.

    Las-

    crticas que de l se han hecho llegan a tildar de activis-

    mo o de

    sadismo

    su

    gusto persistente

    por la

    sangre,

    por el

    fuego

    y por la

    muerte. Bastara leer

    las

    pginas

    terribles

    donde

    describe'

    el sitio del Alczar de Toledo o el bombardeo de Ma-

    drid,

    o lacadade losaviadores en el mar o en la montaa, para

    constatar esta tendencia. Pero quiz

    sea ms

    justo reconocer

    en

    ello

    un

    realismo leal

    y

    sincero, porque

    el

    hecho

    es

    que,

    a

    pesar de la crudeza de los '

    detalles,

    no hay nunca en Malraux

    un gusto del sufrimiento por el sufrimiento mismo. Con una

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    LA ESPERANZA DEMALRAUX 311

    lucidez imperturbable coloca a sus hroes frente a estas trage-

    dias, porque sa es su manera de superar el drama profundo

    que seadhiere a la condicin delhombre, el nico animalque

    sabe que debe

    morir .

    Sumergidos en la accin, sobre el escenario siniestro de un

    incendio, acompaados

    del

    rugir incansable

    del

    can,

    en el

    men-

    guado descansoque precede osiguea la batalla,-los personajes

    de La esperanza dejan

    caer,

    como al azar, frases, comentarios,

    que

    iluminan los motivos de su actuacin.

    Ahora

    bien, estas fra-

    ses demuestran,siempre que lo que ellos buscan al afrontar con

    tanto arrojo

    los

    males

    de la

    guerra,

    es el

    remedio

    a un mal su-

    premo. Los hay que, como Puig, quieren realizar sus sueos

    dando

    prueba de audaciay decarcter,porque creen que estas

    cualidadesson la mejor ayuda para resolver cualquier problema;

    que

    tienen

    un

    gusto casi asctico

    del

    sacrificio, como Hernn-

    dez; que anhelan superarse, asombrarse a s mismos, como el

    Negus,

    o

    reconquistar

    la

    dignidad humana reformando

    la

    socie-

    dad, como Barca. Los hay

    y

    son casi todos que recurren a

    la

    accin para huir

    de su yo

    solitario

    y

    hallar

    la

    fraternidad,

    porque los hombres unidos

    a la vez por la

    esperanza

    y por la

    accin,

    alcanzan como

    los

    hombres unidos

    por el

    amor, dominios

    que

    no alcanzaran por s solos ; pero los hay tambin que se

    preocupan por actuaren una especie de

    desafo

    a la muerte has-

    ta llegar a notemerlams y a

    tratarla

    con indiferencia, incluso

    con

    desdn:

    He

    pensado mucho

    en la

    muerte dice Scali;

    desde que me bato ya no piensoms en ella. As la accin se

    convierte

    a la vez en un divertimiento a la manera dePascaly

    en un deberprimario: el de saberse mortal y el de obrar en

    consecuencia,

    porque lo terrible de la muerte es que sella el pa-

    sado transformando la vida en destino.

    As pues,

    la

    cuestin fundamental para

    los

    personajes

    de La

    esperanza

    es

    actuar

    y

    obrar bien. Pero,

    en

    tanto

    que son

    hom-

    bres de accin, el drama de estos hroes se plantea al nivel en

    que esta accin choca con limitaciones o exigencias exteriores

    o

    con principios y necesidades interiores.

    Elprimer gnero de obstculos hace surgir lo quepodra lla-

    marse un drama de circunstancias.

    Cada

    vez ms diezmados,

    faltos decoordinaciny deequipo moderno, estos hombres de -

    benbatirse todos los das contra un enemigo que tiene recursos

    materiales ms amplios. Por doquier se hallan observaciones

    semejantes

    estas:

    Como aviacin regular hemos dejado

    de

    existir .., O

    llegan

    los

    aviones

    del

    extranjero o

    no

    habr ms.

    que

    morir

    lo

    mejor posible .

    Y en

    efecto, estos 'hombresviven

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    312 MARA E.

    G O N Z L E Z

    PADILLA

    esperando

    la

    muerte,

    la

    suya propia

    o la de los

    com paeros que-

    ridos, cuyoregreso despusde un encuentro resulta amargo.

    Ahora bien, elvalor y la abnegacinno bastan. Hay que or-

    ganizar

    el

    Apocalipsis ,

    crear

    un

    nuevo ejrcito capaz

    de

    oponer-se a los fascistas, y nada es ms difcil

    dice

    Garca

    que

    hacer pensar a las gentes sobre lo que van a hacer .

    Por

    otra

    parte, aunque Malraux exalta constantemente la fra-

    ternidad

    que

    nace

    y se

    alimenta

    en los

    hombres

    por la

    adhesin

    comn a una accin peligrosa, hay ocasiones aunque poco nu-

    merosas

    en que presenta escenas de malentendidos o de celos

    entre los personajes. As

    Magnin

    choca con las exigencias del

    partido comunista. Leclerc est celoso de Altignes, y ms tarde,

    cuando

    se da cuenta de que ha huido en pleno combate, se tor-

    na egosta, grun y de una comicidad torpe y forzada. L a

    vergenza corrompe , dice Malraux. E l hombre quellega a per-

    der el valor de enfrentarse a la muerte, pierde el sentido de la

    fraternidad

    y de la

    dignidad propia.

    Otro aspecto del drama surge cuando los hombres encuentran

    que la guerra esalgo incontrolable y absurdo. Se ha convertido

    en un

    monst ruo

    con

    vida

    p or

    decirlo

    as

    independiente.

    Las

    escenas

    en los

    hospitales crispan

    los

    nervios.

    En el

    Alczar,

    en

    tanto

    que hay

    mujeres

    que dan a

    luz,

    se

    fusila

    a los

    prisioneros.

    Manuel

    siente

    deseos

    de

    hacer una Espaa nueva,

    lo

    mismo

    contra Franco

    que

    contra

    el

    muchacho

    que

    acaba

    de

    mojar fra-

    mente el dedo en la sangre de un.enemigo para escribir sobre

    un

    m uro Muera

    el

    fascismo .

    En un

    encuentro,

    el

    Negus

    va

    hasta quemar vivoa un hombre que lo mira a la cara. Estupe-

    facto, ofrece como nico comentario: Lo que es difcil, eviden-

    temente.

    ..

    es no

    vacilar.

    Por lo tanto, se comprendela dramtica situacin de los que

    actan

    por

    humanismo,

    por

    consideraciones ticas. Hernndez

    es el prototipo en este sentido. Se le reprocha que haga llegar

    las

    cartas

    de

    Moscard

    a la

    mujer

    de

    ste.

    Su

    tristeza

    es

    espe-

    cialmente profunda porque es un

    soador,

    y la guerra, tal como

    estos hombres lahacen, no tiene lugar para lo s idealistas opara

    los m oralistas. Vivir en fun ci n de una m oral es siempre un

    drama ,

    dice Garca; y aade: La accin no se piensa sino en

    trminos de accin.

    Hernndez es tambin una figura dramtica, porque su sino

    quiere que a la hora demorir sea un hroe sin .auditorio. En

    este personaje, Malraux describe la angustia del condenado a

    muerte cuyo infortunio reviste adems un toque irnico, puesto

    que le haba sido como anunciado en una conversacin con M o-

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    LA

    ES P ERANZ A

    DE

    MALRAUX

    313

    reno, el

    prisionero

    que el

    azar puso

    en

    libertad. Durante

    tu

    encarcelamiento, qu cosa exigi de t el mximo

    esfuerzo? ,

    le habapreguntado Hernndez a Moreno. Aprendera no te-

    ner voluntad ,

    haba respondido ste.

    Sin

    embargo,

    al

    describir

    el

    fusilamiento

    de

    Hernndez

    y de sus

    compaeros,

    M alraux no

    niega al condenadoamuerte una voluntadterrible: L o ms es-

    pantoso de los prisioneros dice es suvalor. Son obedientes;

    no son pasivos.

    Para

    los

    catlicos,

    el

    esfuerzo

    de

    conciliar

    sus

    creencias

    con

    la orientacin anticlerical de la accin republicana no pasa desa-

    percibido.

    Guernico

    piensa que la guerra contribuye a inaugu-

    rar en Espaa el verdadero cristianismo. En cuanto a Ximnez,

    opone

    la fe y la

    paciencia

    a la

    catstrofe general

    ^

    al

    misterio

    de

    los designios

    divinos: Dios,

    por su parte, tiene tiempo de es-

    perar...

    M as

    por qu...

    por qu

    ser preciso

    que su

    espera

    sea aqu?

    Existe igualmente un drama para el

    artista: T,

    t, el in-

    trprete

    de M assaccio, deFiero della Francesca, cmo puedes so-

    portar

    e'ste

    universo?

    pregunta a Scali el

    viejo lvear.

    Y es

    evidente que Scali est aterrado por lo que llama el elemento

    fisiolgico

    de la guerra; es decir, por la animalidad que

    desata

    1

    en

    el

    hombre.

    Como

    intelectual Unamuno tambin lo

    har

    lvear

    plan-

    tea el

    problema

    de los

    frutos

    de la

    guerra:

    La

    ganancia

    que os

    acarreara

    la

    liberacin econmica, quin

    me

    asegura

    que

    ser

    mayor que las prdidas acarreadas por la nueva sociedad, ame-

    nazada por todas partes, obligada por su angustia a la prdida

    de

    garantas, a la violencia, quiz a la delacin? Para l lo ms

    importante

    reside

    en el perfecc ionam iento individual, cosa que

    escapa acasi todos los queestn comprometidos en la revolu-

    cin.

    E n

    cuanto

    a su

    drama personal

    (su

    hijo

    ha

    quedado ciego

    a

    consecuencia

    de un encuentro), se

    refugia

    en el

    arte,

    que

    cree

    vencedor del dolor y del sufrimiento: L a poesa y la msica

    valenpor la viday la

    muerte.

    E n lvear sehallanlas bases de la obra menos pesimista que

    Malraux escribir ms tarde, es decir,

    Las voces del silencio El

    museo imaginario de la

    escultura

    mundial...

    lvear

    se

    aferra

    al

    arteviendo

    en l la

    renovacin constante

    de las

    obras

    que

    cons-

    tituiran lo ms fuerte y lo ms puro del

    hombre :

    lo queMal-

    raux

    ha

    llamado despus

    el

    anti-destino ,

    interpretando

    el

    arte

    como

    la

    energa creadora

    del

    hombre

    en

    lucha contra

    la

    muerte.

    Sea cual fuere la situacin de los personajes de La

    esperanza

    es

    indudable

    que

    Malraux experimenta

    una

    gran simpata

    por

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    314 MARA E.

    G O N Z L E Z

    PADILLA

    ellos.

    M as

    quiz ninguno

    le es tan

    caro comoManuel,

    en el que

    rene las tres vertientes queadmira en el hombre: la sensibili-

    dadartstica 'Manuel ama la msica; la capacidad intelectual

    Manuel

    es ingeniero; y el gusto por la

    accin'

    M anuel se con-

    vierte

    en

    jefe.

    E l

    drama

    de

    Manuel

    y su

    valor humano,

    para

    Malraux brotan de la transformacin que aqul debe sufrir

    para enfrentarse a una responsabilidad cada vezmayor. M anuel

    es por excelencia el hroe pico de La esperanza. De ms en

    ms,

    lo que piensa y, sobre todo, lo que hace determinan la suer-

    te de grandes grupos humanos. Pero ello exige un proceso de

    desprendimiento por

    as

    decir asctico, durante

    el

    cual

    la

    individualidad de Manuel se va subordinando en forma cada vez

    ms

    absoluta a las exigencias del ejrcito revolucionario en for-

    macin. Renuncia al amor, a la compasin, al propio querer o

    no querer. Toda

    crisis

    del ejrcito es una

    crisis

    de mando ,

    dice

    Ximnez

    a

    Manuel.

    E n

    consecuencia,

    lo que

    importa

    es ha-

    cer

    jefes. Pero

    si

    bien

    el

    jefe

    debe inspirar amor,

    no

    debe jams

    seducir: Siempre

    es

    peligroso querer

    ser amado.

    E n Ser y hacer , la tercera parte de

    La

    esperanza Manuel

    logra detener

    la

    desbandada

    en

    masa

    de una

    gran muchedumbre,

    que se precipita sobre Madrid despus de la derrota delAlczar.

    E l gozo deM anuel nacede haber sabidoinspirar aesta multitud

    amorfa el sentido de la organizacin. Pero habr ocasiones en

    que

    el joven hroe se ver dividido entre el respeto y la compa-

    sin

    humanos

    y las

    exigencias

    de la guerra. Ha

    tomado

    parte

    en la

    condenacin

    a

    mu erte

    de dos

    v oluntarios

    que

    desertaron

    en

    pleno combate, y el grito de desesperacin que le lanzan cuando

    se

    convencen

    de que no ha de

    orlos ( Entonces ahora

    ya no

    tienes

    voz

    para

    nosotros? )

    resuena largamente

    en sus

    odos.

    A

    medida que Manuel setornams eficaz como jefe, ms se aleja

    de lo s

    hom bres. Quieres actuar

    sin

    perder nada

    de la

    frater-

    nidadle dice

    Ximnez;

    yo creo que el hombre es demasiado

    pequeo para eso. Y M alraux hace no tar que, en ese m om ento,

    X imnez pensab a que esa fraternidad no pued e ser hab lada

    'sino

    a

    travs

    de

    Cristo .

    En

    efecto,

    la mstica unin con toda la humanidad de que el

    cristiano disfruta gracias

    a la

    vida sobrenatural

    y a la

    comunin

    de los santos, aun cuando las exigencias de su vida hayan d

    alejarlo de los hombres,

    habra

    sido la solucin a la fraternidad

    que Manuel deseaba preservar en s mismo. Pero inexplicable-

    mente no es en Cristo en quien Malraux, ni Manuel por consi-

    guiente,

    van a

    buscar

    ni la

    fraternidad

    ni el

    sentido

    del

    heros-

    mo. A ambos convienela observacin de Ximnez en el mismo

  • 7/23/2019 malraux el drama de la esperanza.pdf

    7/8

    L A E S P E R A N Z A D E M A L R A U X 3 1 5

    pasaje: N o puedo deciros sino cosas que no podis or. La po-

    sicin de Malraux, comolo explica sagazmenteAndr R ousseaux

    'en su Literatura del siglo

    xx

    entraa a este respecto un equvo-

    co

    que estanto ms dramtico cuanto que la cuestin se

    plantea

    en

    las

    bases mismas

    de su

    filosofa.

    Celosa

    del

    valor

    de la

    vida,

    su obra seera no puede satisfacerse con nada que sea inferior

    a la grandeza, por lo que se la persigue en La esperanza con el

    ardor que el alma pone en alcanzar el don absoluto, el infinito.

    Ahora

    bien,

    la

    tragediaestriba

    en que al

    negar

    a

    Dios

    y

    desechar

    la

    vida eterna,

    el

    infinito habr siempre

    de

    defraudar

    a

    quien-

    quiera

    que lo

    prentenda.

    Los personajes de Malraux*luchan tan valerosamente contra

    la

    angustia,

    la soledad, la humillacin y la muerte, que explcita-

    mente

    se

    comprometen

    a una

    lucha contra

    la

    nada, pero

    no lo-

    gran superarla, puesto que lo que conquistan son slo ganancias

    temporales: la fraternidad, la dignidad del hombre, el derecho

    de orientar sus vidas y de organizar la sociedad, la audacia de

    no temer a lam uerte, quevendr a arrancarlos deeste mu ndoa

    pesar de su indiferencia. Todo esto parece bello y es sin duda

    valioso, mas

    perece

    con el

    hombre.

    Dicho

    de

    otra

    manera,

    los

    hroes

    de

    Malraux

    no son

    perfecta-

    mente heroicos en el sentido puro de la palabra, porque, como

    diraPeguy, seresisten a dejar deganar o aperder todo;buscan

    siempre un fruto personal en su actuacin, puesto que desean

    superar sus condiciones, salvarse de las limitaciones humanas.

    Su

    po sicin entonces

    se

    asemeja sobremanera

    a la del

    santo

    que

    sacrifica todo

    por el

    Infinito, pero para

    un

    bien personal tam-

    bin: su propia salvacin. Slo que esta posicin de Malraux

    es

    mucho

    ms

    difcil

    de

    sostener,

    ya que el

    santo posee

    la fe que

    hace nacer en l la

    confianza

    de la felicidad

    eterna,

    en tanto

    que

    los hroes de

    La esperanza

    deben remontar al absoluto sin

    ayuda alguna y,tras no lograrlo, volver a caer en la relatividad

    del

    tiempo.

    De

    ah que se haya dicho con acierto que los personajes de

    Malraux

    son santos frustrados. Como filsofos son atractivos,

    mas

    no

    pueden defenderse

    de una

    dialctica poderosa.

    Su filo-

    sofa

    simple no resuelve, sino que corta de tajo el drama del

    hombre.

    Se

    niega

    a

    reconocer

    los

    problemas morales

    y

    buena

    parte

    de los

    psicolgicos,

    y

    sera sumamente difcil

    de

    aplicar

    en las

    diversas condiciones

    y

    entre gentes

    de

    todos

    los

    das.

    L os

    personajes por excelencia de Malraux, como los hroes de

    la

    epopeya clsica,

    tienen que

    convertirse

    enseres excepcionales,

    que se

    destacan sobre

    la

    masa

    del

    pueblo.

    E l

    clima

    en que su

  • 7/23/2019 malraux el drama de la esperanza.pdf

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    316 MARA E. GONZLEZ PADILLA

    accin

    se

    desarrolla

    es el de una

    tensin perpetua

    que se

    tra-

    duce

    en el

    ritmo

    pattico,

    jadeante, cortado

    de lanarracin.E m-

    briagarse de

    herosmo;

    he ah su consejo. Se comprende luego

    la

    influencia

    del

    autor

    en la

    juventud,

    que

    tiene

    sed de

    vivir

    y

    ama el

    conflicto,

    el

    arrojo,

    la aven tu ra . . .

    Pero

    Malraux, con el

    trempo,ha debido abandonar esta posicin. Su filosofa delarte,

    aunque todava orgullosa

    y

    rebelde,

    es ya

    mucho

    m s tranquila.

    N os

    es

    preciso aguardar

    su

    ltimo mensaje. Quin sabe

    si en-

    trar algn

    da por los

    caminos

    del

    herosmo cristiano, donde

    sin duda le est reservado un sitio deeleccin?

    M A

    E N R I Q U E T A G O N Z L B Z P A D I L L A

    Facultad

    de

    Filosofa

    y

    Letras.