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1 macedonia mayo 2012 J Ó VENES MISIONEROS EN ECUADOR El pasado mes de Julio, Pablo y Kristian, dos jóvenes dehonianos de la pastoral del co- legio Fray Luis de León, emprendieron su viaje hacia Bahía de Cáraquez (Ecuador) para llevar a cabo un voluntariado misionero. Después de 34 días de Pablo y 50 de Kristian, han vuelto con las mochilas cargadas de emociones, sentimientos, recuerdos, risas, lágrimas y, sobre todo, de Dios. FOTOS DE LAS ACTIVIDADES DE VERANO Boletín de Pastoral Juvenil SCJ Año XV Junio 2012 [email protected]

MACEDONIA - agosto

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Revista de pastoral juvenil y vocacional de los Dehonianos en España

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macedonia mayo 2012

JÓV E N E S M I SI O N E R O S

E N E CU A D O R

El pasado mes de Julio, Pablo y Kristian, dos jóvenes dehonianos de la pastoral del co-legio Fray Luis de León, emprendieron su viaje hacia Bahía de Cáraquez (Ecuador) para llevar a cabo un voluntariado misionero. Después de 34 días de Pablo y 50 de Kristian, han vuelto con las mochilas cargadas de emociones, sentimientos, recuerdos, risas, lágrimas y, sobre todo, de Dios.

F O T O S D E L A S

A CT I V I D A D E S D E V E R A N O

B o l e t í n d e P a s t o r a l J u v e n i l S C J

A ñ o X V — J u n i o 2 0 1 2

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Dios siempre funciona

París siempre funciona. Eso creía

Audrey Hepburn. Dios también lo

hace. Dios funciona a través de sen-

deros angostos, de atardeceres

violáceos y de impertérritas pisadas

que suspiran tras la nuca del pere-

grino que las precede. Funcionar es

cosa de máquinas, no de hombres.

Nosotros no siempre funcionare-

mos, pero tomar conciencia de que

en alguna ocasión decaeremos…

no es tarea fácil. Y el Camino de

Santiago está para solidificar esa

cruda realidad en cada uno de los

peregrinos que se rinden en la cune-

ta, en su mochila que siempre pesa

demasiado, o en las cuestas que rep-

tan, trepadoras, derritiéndose en el

horizonte tembloroso.

La primera fase del peregrino es vencer al

miedo. La Playa de las Catedrales es la estam-

pa de este momento. Una playa a mar abier-

to, custodiada por imponentes piedras me-

galíticas que crujen rascando el cielo. De re-

pente, una gaviota se aproxima renqueante a

las rocas que afilan la irregular elipse, la brisa

le hace tambalearse en su recorrido; pero no

desiste en su objetivo y rasga la espesa nebli-

na, con rumbo incierto. Cada peregrino em-

pieza su ruta de esta forma, oscilando entre

la incertidumbre y la confianza.

Lo imprescindible. Lo necesario. Lo super-

fluo. En los primeros momentos, muchas de

las pertenencias que nos acompañan habi-

tualmente y que encorsetan al alma han ido

descabalgando paulatinamente, para liberarla

y dejarla que se alce hasta las ramas reverdeci-

das. Sin embargo, al tiempo que las nimieda-

des de la rutina quedan desvalorizadas, la pro-

mesa de agradecer diariamente las cosas a las

que no se les otorga valor se convierte en una

realidad: la almohada, un chorro generoso de

agua caliente, la ropa que queda impoluta y

destilando frescor después del lavado, el café

humeante que nos espera pacífico cada maña-

na… La periodicidad con que actúan en nues-

tra vida propicia que las concibamos como

una obligación de la sociedad… o del destino.

La segunda fase es la fragilidad. La hojaras-

ca que se entrelaza formando caminos casi

oníricos abraza la pequeñez de los hombres.

El camino ha sido desde siempre y por exce-

lencia la metáfora de la vida, porque la vida no

es lineal, nos embiste con irreverencia y nos

hace sentirnos vulnerables. Los primeros pa-

sos sobre las huellas de Santiago rebosan ilu-

sión. No obstante, llega un punto en que los

mismos pasos se nos antojan infranqueables y

perdemos conciencia de nosotros mismos. En

este momento, Dios carga una mochila cual-

quiera, con nombre y rostro. Calza igualmente

botas, suda y le duelen los pies. Pero nos tien-

de la mano, enciende una conversación avis-

pada o nos ofrece una chuchería que acaba en

un chispazo con la debilidad que nos impide

continuar. Indudablemente, ese es Él. Tam-

bién la fuente que se arremolina en un discre-

to recoveco, la flagrante orquídea que pace

en un lado del sendero, o la visión del punto

de llegada, los gigantes de Sobrado dos

Monxes en la lejanía, que vociferan el fin de

una etapa.

El Camino de Santiago está enmarcado por

conchas de vieira. En la pintura de Botticelli,

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estirando los dedos

de ambas manos.

Y finalmente, Santia-

go de Compostela y

su nostálgico ritual de

entrada. La gaita de

una de las bocacalles

de la plaza del Obra-

doiro acelera el pulso,

hilvana incontables

emociones y contra-

pone la sencillez del

hombre a la majestuo-

sidad de la catedral,

siempre plomiza y

húmeda. Como un re-

baño, los peregrinos

desembocan en un enternecedor jolgorio y se

apean en la Misa del Peregrino, todos repa-

sando los distintos alicientes que los dispusie-

ron a caminar físicamente, y que a la vez les

han hecho caminar, brincar, extenuarse y re-

posar interiormente. Al finalizar la Misa del

Peregrino, el Botafumeiro imprime ese instan-

te en un tejido de incienso, mientras se va va-

ciando el recinto y la euforia inicial se transfor-

ma en paz eterna.

A su salida, el peregrino ha llegado al des-

enlace: puede atraer la compostela con impe-

cable caligrafía hacia el pecho, puede rozar el

magnetismo divino de esa estampa y repasar

los altibajos del Camino; puede sentir la voz

que brota de la tierra, que le recuerda que es

frágil, que volverá… y que, por si al principio

dudó… “Dios siempre funciona”.

Patricia Mendilibar (Valencia)

Venus llega a la costa sobre una concha áspe-

ra. Es el nacimiento de una Venus sencilla,

desnuda y límpida. El peregrino, asimismo, se

despoja de las fruslerías que rodean su vida y

anida en las conchas que, en su cuenta atrás,

lo aproximan hasta la tumba del Apóstol. Ése

es su verdadero renacimiento.

En la mezcolanza de sentimientos, emerge

la tercera fase: la esperanza. Para cada perso-

na empieza en un momento distinto. Quizás

es cuando la luz se inmiscuye entre los fron-

dosos arbustos, o al alcanzar una colina, o el

melodioso silbido de un pájaro que arrebata

la desesperanza. Es quizás en el momento en

que se cruzan los caminos con un mismo des-

tino, o se tejen historias de paisajes venide-

ros. También ocurre al reducir los huecos en

la credencial del peregrino, con una dichosa

reserva: el sello de Monte de Gozo.

En cualquier caso, la esperanza del peregri-

no se experimenta desde la imponencia de

dicho Monte, con la tenue visión de la Cate-

dral de Santiago, que casi se puede acariciar

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de el primer vistazo al cuadro, Vermeer nos quiere

señalar que la fe es motor de luz en la humanidad,

naciendo desde el interior, y que es necesario

“descorrer las cortinas” para que esa luz interior que

es la fe, ilumine nuestra vida y la del resto.

No es casualidad tampoco la delicadeza en los

detalles (muy propios en la pintura de Vermeer). So-

bre la mesa un cáliz y un crucifijo y de fondo una co-

pia de una crucifixión de Jordaens. En el techo una

esfera de cristal. La esfera se interpreta como un

símbolo del entendimiento entre los hombres. El re-

sto de elementos nos muestra la fe de que Cristo ha

resucitado, que su sangre es la que bebemos ahora

en el cáliz, y que a la mesa, para alimentarnos tam-

bién en lo espiritual, debe estar la palabra.

También llama la atención la piedra angular

que aplasta a la serpiente en un primer término, y el

globo terráqueo sobre el que se apoya la mujer que

representa la fe. Es una imagen de poderosa fuerza,

en la que la fe está por encima del mundo. No es ca-

sualidad que en ésta época actual, tan convulsa en la

que vivimos, la Iglesia nos invite a acudir a la fe como

motor de nuestra vida.

Quizá Vermeer no pensaba en esto, pero la

imagen nos sugiere la posibilidad de poder caminar

alrededor del mundo, con fe…porque con Él, con el

resucitado, y con el corazón (fijaos en el detalle de la

mano, justo encima del corazón), podemos hacer

verdad nuestro lema de este año. CONTIGO. Confío.

Camino. Amo.

Eugenio Salas (Madrid)

Vermeer:

Alegoría de la Fe Durante este curso, la Iglesia Católica nos

va a invitar a redescubrir nuestra fe. Desde

el 11 de Octubre (coincidiendo con el 50

aniversario del Concilio Vaticano II) comen-

zamos este “Año de la fe” con una pregun-

ta clara de presentación: «Cuando venga el

Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tie-

rra?» (Lc 18, 8).

A lo largo de la historia del arte (D.C.) la fe

ha sido plasmada de diversas maneras,

identificándola, en especial, con la luz. Te-

nemos muchos ejemplos de ello: desde las

grandes catedrales góticas, a la pintura

modernista cargada de simbolismo, pasan-

do por los juegos de luces propios de la

pintura barroca.

Por aquí vamos a empezar. En medio del

barroco encontramos una obra dedicada a

la fe. “Alegoría de la fe”, es un cuadro de

Johannes Vermeer, posiblemente el pintor

holandés más importante de esta época,

después de Rembrandt, que como tantos

otros autores, no pudo saborear su éxito

en vida. El cuadro se encuentra en el mu-

seo Metropolitan de Nueva York.

La alegoría de la fe es de los cuadros más

barrocos de toda su obra. Por fecha (1674)

nos situamos en este estilo, pero la pintura de Ver-

meer, en general, es una pintura más aséptica, con

menos carga ornamental, que busca la belleza en la

cotidianeidad y en escenas íntimas.

Un dato que demuestra la influencia barroca

en la obra es que el cuadro fue vendido pocos años

después de la muerte de Vermeer por una importan-

te suma, a diferencia del resto de su obra, menos

admirada por alejarse de los patrones de este estilo.

La escena utiliza recursos habituales del ba-

rroco, como una cortina rica en decoración, desco-

rrida, que permite descubrir la imagen femenina del

centro del lienzo. La utilización de la luz resulta fun-

damental en la composición de la obra, pero a dife-

rencia de otros cuadros de Vermeer, la luz no viene

de un ventanal al lateral de la figura protagonista,

sino que sale de la misma figura. De este modo, des-

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Caminha no amor!

EJD Brasil y JMJ 2013

En este número queremos acercarnos a los

dehonianos brasileños que andan muy ata-

reados preparando el próximo EJD

(Encuentro de Jóvenes Dehonianos) previo a

la JMJ (Jornada Mundial de la Juventud) en

Río para el próximo año.

El lema de la JMJ es “Id y haced discípulos

de todos los pueblos” y el escogido para el

EJD es “Caminad en el Amor”.

Por eso el símbolo propuesto como logo es

éste: una huella, de quien participa, pero

también una huella de Dios en nuestra vida.

Tres elementos componen la huella:

En la parte superior aparece el Cristo

Redentor, que se encuentra en Río

(sede de la JMJ 2013) sobre el Pan de

Azúcar teniendo de fondo un amanecer

(sol, mar, cielo…).

A sus pies se sitúa un camino de colores

amarillo y naranja. El camino indica un

destino último, pero también un espacio

donde surge el caminar con Cristo, y éste

como Redentor, Reparador, Salvador.

En la parte inferior, la cruz dehoniana.

Nuestra espiritualidad nos propone que

el camino va hacia Cristo pero que

también nace de Él. Tanto la imagen

de Cristo como la cruz dehoniana

aparecen unidos, tanto por el color

que comparten como por el cami-

no.

Los colores utilizados para el logo

pertenecen a la gama cromática de

los colores de la bandera brasileña:

verde, azul, amarillo y blanco.

Hay otro símbolo que acompañará

durante todo el curso a nuestros

hermanos dehonianos: una original

y bella custodia, que del mismo

modo que la cruz de los jóvenes,

peregrinará por las distintas casas

de las provincias brasileñas.

Si quieres más información, no du-

des en entrar en la web.