12
paginas 51 a 60 Luciana Machado Arquitecta, UBA, Universidad Nacional de Buenos Aires. Vive y ejerce en Nueva York hace 11 años. Habiendo participado en proyectos comerciales y residenciales con la firma ICOM Architects, es ahora project manager de Meridian Design Associates Architects, P.C., con quienes desarrolla proyectos para televisión, radio y corporativos. Machado es corresponsal en Manhattan de la revista Casa Country y desde este número colabora con AN. Apuntes de Manhattan Título: La última travesura de FG en Nueva York Por la arquitecta Luciana Machado No importa si por un tiempo, hasta que otro le “cope la parada”, la Beekman Tower de Nueva York es, con sus 267 metros, el edificio residencial más alto del continente. Lo interesante es la interpelación que su figura metálica que parece someter al viejo Manhattan desde sus brillantes alturas. Un nuevo ícono neoyorkino, firmado por Frank Gehry. N° 4 año II febrero 2013 tapa Auditorio en la iglesia del convento de Sant Francesc. David Closes Santpedor (Cataluña) España

La ultima travesura de Frank Gehry en New York por la arq. Luciana Machado

Embed Size (px)

DESCRIPTION

No importa si por un tiempo, hasta que otro le “cope la parada”, la Beekman Tower de Nueva York es, con sus 267 metros, el edificio residencial más alto del continente. Lo interesante es la interpelación que su figura metálica que parece someter al viejo Manhattan desde sus brillantes alturas. Un nuevo ícono neoyorkino, firmado por Frank Gehry.

Citation preview

paginas 51 a 60

Luciana Machado

Arquitecta, UBA, Universidad Nacional de Buenos Aires. Vive y ejerce en Nueva York hace 11 años. Habiendo participado en proyectos comerciales y residenciales con la firma ICOM Architects, es ahora project manager de Meridian Design Associates Architects, P.C., con quienes desarrolla proyectos para televisión, radio y corporativos. Machado es corresponsal en Manhattan de la revista Casa Country y desde este número colabora con AN.

Apuntes de Manhattan

Título: La última travesura de FG en Nueva YorkPor la arquitecta Luciana Machado

No importa si por un tiempo, hasta que otro le “cope la parada”, la Beekman Tower de Nueva York es, con sus 267 metros, el edificio residencial más alto del continente. Lo interesante es la interpelación que su figura metálica que parece someter al viejo Manhattan desde sus brillantes alturas. Un nuevo ícono neoyorkino, firmado por Frank Gehry.

N° 4

año II febrero 2013

tapa

Auditorio en la iglesia del convento de Sant Francesc.

David Closes

Santpedor (Cataluña)España

Apuntes desde Manhattan

La última travesura de Frank Gehry en Nueva Yorkpor la arquitecta Luciana Machado

No importa si por un tiempo, hasta que otro le “cope la parada”, la Beekman Tower de Nueva York es, con sus 267 metros, el edificio residencial más alto del continente. Lo interesante es la interpelación que su figura metálica que parece someter al viejo Manhattan desde sus brillantes alturas. Un nuevo ícono neoyorkino, firmado por Frank Gehry.

Apuntes desde Manhattan

La última travesura de Frank Gehry en Nueva Yorkpor la arquitecta Luciana Machado

No importa si por un tiempo, hasta que otro le “cope la parada”, la Beekman Tower de Nueva York es, con sus 267 metros, el edificio residencial más alto del continente. Lo interesante es la interpelación que su figura metálica que parece someter al viejo Manhattan desde sus brillantes alturas. Un nuevo ícono neoyorkino, firmado por Frank Gehry.

Conocida también como “Nueva York by Gehry”, su silueta extraña confronta con un entorno más tradicional surgiendo sin ninguna timidez entre la enmarañada edificación que la rodea. El diseño de la fachada dibuja largas olas que acompañan la verticalidad del edificio ondeando desde la terraza al suelo, tocándose y separándose en altura, materializadas en un acero brillante que espeja la luz cambiante del día y la iluminación nocturna.

Abajo, Manhattan

La expresión “entrar en el espacio”, es la que utiliza el arquitecto para explicar la sensación que tienen los habitantes de la torre al disponer de ventanales de piso a techo que proveen una insólita variedad de vistas panorámicas de la ciudad hasta más allá del río Hudson. Las vistas en todo momento del día y durante todo el año, son cambiantes. Los cinco puentes del río Este y el entorno de rascacielos más bajos, aparecen como en un anfiteatro en las orientaciones Este y Norte. Por el Norte también llegamos con la mirada hasta Central Park y al puente George Washington. Allí afuera, la ciudad se mueve, bulle, vive, late en tres dimensiones, filmando una película constante de vivencias para disfrute exclusivo del habitante de la torre.

Conocida también como “Nueva York by Gehry”, su silueta extraña confronta con un entorno más tradicional surgiendo sin ninguna timidez entre la enmarañada edificación que la rodea. El diseño de la fachada dibuja largas olas que acompañan la verticalidad del edificio ondeando desde la terraza al suelo, tocándose y separándose en altura, materializadas en un acero brillante que espeja la luz cambiante del día y la iluminación nocturna.

Abajo, Manhattan

La expresión “entrar en el espacio”, es la que utiliza el arquitecto para explicar la sensación que tienen los habitantes de la torre al disponer de ventanales de piso a techo que proveen una insólita variedad de vistas panorámicas de la ciudad hasta más allá del río Hudson. Las vistas en todo momento del día y durante todo el año, son cambiantes. Los cinco puentes del río Este y el entorno de rascacielos más bajos, aparecen como en un anfiteatro en las orientaciones Este y Norte. Por el Norte también llegamos con la mirada hasta Central Park y al puente George Washington. Allí afuera, la ciudad se mueve, bulle, vive, late en tres dimensiones, filmando una película constante de vivencias para disfrute exclusivo del habitante de la torre.

El proyecto

Diseñada en 2007 y terminada en 2012, la Torre Beekman expone el estilo deconstructivista tan usual en Gehry, donde la envolvente se despega de las formas tradicionales apostando a lo diferente. Por sus múltiples funcionalidades así como por el entorno que la rodea, podríamos decir que tanto su presencia allí como sus destinos de uso son eclécticos. Es que, si bien se trata de una torre residencial -903 unidades residenciales con plantas de distinta distribución- la base del edificio, de seis plantas expresadas con un concepto monolítico y sólido –pareciera que el proyectista hubiera querido hacer una

concesión estética al antiguo Manhattan- con muros de ladrillos rojos, alberga una escuela infantil y un centro de salud. El entorno, por su parte, no le facilitó las cosas: la torre necesariamente confronta con su vecino más destacado, el edificio Woolworth, con su aire de catedral gótica con gárgolas y pináculos, proyectado por Cass Gilbert en 1913, y también con el puente de Brooklyn y los edificios de la alcaldía, de corte tan tradicional, incentivando la comparación y destacando más, si fuera posible, la figura alta, delgada y revestida de metal de la torre, como un gigantesco Quijote.

El proyecto

Diseñada en 2007 y terminada en 2012, la Torre Beekman expone el estilo deconstructivista tan usual en Gehry, donde la envolvente se despega de las formas tradicionales apostando a lo diferente. Por sus múltiples funcionalidades así como por el entorno que la rodea, podríamos decir que tanto su presencia allí como sus destinos de uso son eclécticos. Es que, si bien se trata de una torre residencial -903 unidades residenciales con plantas de distinta distribución- la base del edificio, de seis plantas expresadas con un concepto monolítico y sólido –pareciera que el proyectista hubiera querido hacer una

concesión estética al antiguo Manhattan- con muros de ladrillos rojos, alberga una escuela infantil y un centro de salud. El entorno, por su parte, no le facilitó las cosas: la torre necesariamente confronta con su vecino más destacado, el edificio Woolworth, con su aire de catedral gótica con gárgolas y pináculos, proyectado por Cass Gilbert en 1913, y también con el puente de Brooklyn y los edificios de la alcaldía, de corte tan tradicional, incentivando la comparación y destacando más, si fuera posible, la figura alta, delgada y revestida de metal de la torre, como un gigantesco Quijote.

Como viene sucediendo en algunas de las principales obras que vemos estos años en NYC, en la Beekam se utilizó hormigón iCrete ™, marca proveedora de tecnologías de hormigón para la construcción, porque sus mezclas permiten una reducción de hasta 40% de gases con efecto invernadero y costos más bajos.

La utilización de iCrete en esta obra supone menor t iempo de f raguado y endurecimiento, reducción de la retracción, mayor durabilidad, disminución de la fluencia lenta y mayor resistencia al ataque de álcalis y silicatos.

Como viene sucediendo en algunas de las principales obras que vemos estos años en NYC, en la Beekam se utilizó hormigón iCrete ™, marca proveedora de tecnologías de hormigón para la construcción, porque sus mezclas permiten una reducción de hasta 40% de gases con efecto invernadero y costos más bajos.

La utilización de iCrete en esta obra supone menor t iempo de f raguado y endurecimiento, reducción de la retracción, mayor durabilidad, disminución de la fluencia lenta y mayor resistencia al ataque de álcalis y silicatos.

Para bien o para mal, es diferente, divertido, extravertido y es, sin dudas, una nueva travesura del genial Gehry.

El hormigón estructural fue recubierto por una piel de acero que, junto a las formas, producen esa fisonomía plástica que parece moverse según el punto donde nos paremos frente a ella. Los reflejos que producen los más de 10.000 paneles metálicos de distintos tamaños que recubren la fachada subrayan esa sensación de edificio en movimiento. Algunos críticos consideran una extravagancia la decisión del proyectista de ubicar bay windows (ventanas-galerías) a más de 200 metros del suelo.En todo caso, no es más que otro de los motivos por los cuales este edificio está destinado a separarse del pelotón de torres más o menos altas, más o menos lindas y más o menos funcionales de las que Manhattan tiene muchas.

Para bien o para mal, es diferente, divertido, extravertido y es, sin dudas, una nueva travesura del genial Gehry.

El hormigón estructural fue recubierto por una piel de acero que, junto a las formas, producen esa fisonomía plástica que parece moverse según el punto donde nos paremos frente a ella. Los reflejos que producen los más de 10.000 paneles metálicos de distintos tamaños que recubren la fachada subrayan esa sensación de edificio en movimiento. Algunos críticos consideran una extravagancia la decisión del proyectista de ubicar bay windows (ventanas-galerías) a más de 200 metros del suelo.En todo caso, no es más que otro de los motivos por los cuales este edificio está destinado a separarse del pelotón de torres más o menos altas, más o menos lindas y más o menos funcionales de las que Manhattan tiene muchas.

año 2 - numero 4 - febrero de 2013