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La sabiduría de Hermes Trismegisto II - La vía de la iluminación .media “El objetivo último de las enseñanzas herméticas es la “regeneración”, regeneración que proporciona la conciencia de la unidad con todo lo creado, o dicho en otros términos, la iluminación, o el despertar de una conciencia universal” 10 Febrero 2021

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La sabiduría de Hermes Trismegisto II - La vía de la

iluminación.media

“El objetivo último de las enseñanzas herméticas es la “regeneración”, regeneración que proporciona la conciencia de la unidad con todo lo creado, o dicho en otros términos, la iluminación, o el despertar de

una conciencia universal”

10 Febrero 2021

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Text: Jesús Zatón Image: web-CCO

A la parte 1

En Hermes-Mercurio encontramos un claro sincretismo en el que podemos distinguir tres aspectos relevantes:

• el escriba divino egipcio, Thot-Hermes;

• el mediador y mensajero de los dioses, el Hermes-Mercurio grecorromano (capaz de reconciliar los opuestos: lo uno y lo múltiple, la fe y el conocimiento, el racionalismo materialista y la imaginación creadora…);

• y el mítico iniciador, Hermes Trismegisto (“El tres veces grande”) egipcio-heleno-árabe.

Hermes Trismegisto, recoge en su triple naturaleza, tanto las tradiciones del conocimiento oculto egipcio, vinculadas a la palabra y la escritura (se consideraba que el Hermes-Thot egipcio era el inventor de la palabra y la escritura), como las tradiciones herméticas (mágico-alquímicas) simbolizadas por el Hermes-Mercurio (el mensajero y mediador del hombre con los dioses, el “psicopompo” o conductor de las almas), y el modelo del iniciado o adepto. El objetivo último de las enseñanzas herméticas es la “regeneración”, regeneración que proporciona la conciencia de la unidad con todo lo creado, o dicho en otros términos, la iluminación, o el despertar de una conciencia universal. Así, el primer libro del “Corpus Hermeticum” se inicia con una visión, con la aparición de Poimandres, que se identifica a sí mismo con el “Nous”, la Inteligencia Suprema, y que pregunta al candidato preparado: “¿Qué quieres ver y qué quieres aprender y conocer por medio de tu pensamiento?” (CH I,1). El conocimiento revelado por Poimandres ha de ser aprendido y conocido por el “pensamiento”. No obstante, cabe señalar que no se trata de un conocimiento intelectual, sino derivado del desarrollo del poder superior del pensamiento (el Manas superior).

 “La Inteligencia, oh Tat, proviene de la realidad misma de Dios (…) La Inteligencia pues, no está separada de la realidad de Dios, sino como si se desplegara de ella, como la luz se despliega del Sol. Esta inteligencia es el Dios que está en nosotros, por ella algunos hombres son dioses, y su humanidad está muy cerca de la divinidad. Por

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esto el Buen Genio llamó inmortales a los dioses, y a los hombres dioses mortales”(CH XII,1).

Ahora bien, la “Inteligencia” (el nuevo cuerpo mental o “Manas” superior) no es algo que le sea dado al ser humano por nacimiento, sino que debe ser conquistado. “Dios ha distribuido la razón entre todos los seres humanos, pero no la inteligencia (…), no viene de lo alto, sino que se forma aquí abajo, en las almas de los hombres que no poseen intelecto” (CH IV, 3). Y cuando el candidato (Tat) pregunta por qué Dios no ha repartido la inteligencia entre todos los hombres, Hermes responde: “Porque (Dios) ha querido, oh hijo mío, colocarla en medio de las almas como un premio a conquistar” (CH IV, 3). El desarrollo del nuevo cuerpo mental, del nuevo pensamiento es, en realidad, un nacimiento. Por ello, cuando el candidato reconoce ante Hermes Trismegisto que desconoce de qué matriz nace el hombre (inmortal), y de qué semilla (CH XIII,1), el maestro responde que de la Voluntad de Dios, y que “Lo que nace será distinto, será un dios hijo de dios” (CH XIII, 2). Cuando el candidato reconoce que se le está hablando en enigmas, Hermes responde:

“¿Qué puedo decirte, hijito? No puedo decirte otra cosa, sino que habiendo yo mismo contemplado una visión inmaterial, por la misericordia de Dios, salí de mí mismo y entré en un cuerpo inmortal, y ya no soy el de antes, pero he nacido en la inteligencia” (CH XIII,3).

Pero añade, a continuación: “Esta experiencia no se puede enseñar ni ver con este elemento material con que vemos aquí”. (CH XIII.2). Toda búsqueda espiritual se lleva a cabo en el propio interior del ser humano, pues no existe nada que no sea Dios:

“¡Porque Tú eres todo lo que yo puedo ser, Tú eres todo lo que yo puedo hacer, Tú todo lo que yo puedo decir, ¡porque Tú eres todo y no hay nada que no seas Tú!” (CH V,11).

Por tanto, el candidato puede exclamar: “Porque Tú eres lo que soy, lo que hago, lo que digo.” (CH V, 11). El candidato que puede expresar tales palabras ha desplazado su mente hacia su Ser interior, ha dejado de identificarse con el cuerpo material, y así puede conocer a Dios, pues solo es posible conocer a Dios identificándose con Él. Solo

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lo semejante conoce lo semejante. El candidato debe llevar a cabo un cambio de mentalidad, de modo que el “ojo del corazón” pueda volverse hacia el Centro, hacia el Uno, dejando de lado la “tumba” del mundo ilusorio, pues el mayor mal, según Trismegistos, es la ignorancia (no conocer a Dios). Por ello se le recomienda que busque la mano que le guíe “a las puertas del conocimiento”, y que desgarre “el velo de la ignorancia" (CHVII). El objetivo de las enseñanzas herméticas es preparar al candidato para recibir el “nous” (el Espíritu o la parte más elevada y divina del Alma). Ello solo puede ser llevado a cabo si el candidato puede sumergirse en la “Crátera”, esto es, en un campo de fuerza divino, concentrado. Quienes pueden asimilar tales fuerzas divinas y permitir que las mismas transformen su personalidad material, poseen la Gnosis, se convierten en “los iniciados de la Inteligencia, los hombres perfectos” (CH IV,4), y alcanzan la inmortalidad, mientras que los que no siguen este desarrollo “poseen la razón, pero no la inteligencia, e ignoran por qué y para qué han nacido” (CH IV,4).Y así, Hermes exclama:

“Tal es, ¡oh Tat!, la ciencia del intelecto, la posesión de las cosas divinas y la comprensión de Dios. Tal es el don del cráter divino.TAT: ¡Yo también quiero ser bautizado, oh padre!HERMES: Si no empiezas por odiar a tu cuerpo, oh hijo mío, no puedes amarte a ti mismo. Amándote a ti mismo, poseerás la inteligencia y entonces obtendrás la ciencia (el Conocimiento).TAT: ¿Qué quieres decir, oh padre?HERMES: Es imposible, oh hijo mío, apegarse a la vez a las cosas mortales y a las cosas divinas”. (CH IV,6).

La idea subyacente es que el ser humano no es su cuerpo, sino más bien que el cuerpo es la “cárcel” del principio inmortal.  El “nous” (o principio espiritual) debe dejar de identificarse con el cuerpo (sôma) para regresar a su morada original (o volverse “dios”). Así, cuando el candidato exclama: “Me has enseñado todas las cosas que yo deseaba, ¡Oh Nous!, pero háblame ahora de la Ascensión y de cómo se produce” (CH I,24), Poimandres responde que debe abandonar todas las ataduras que le atan a las “esferas” (los planos astrales). Para ello el candidato debe purificarse y desprenderse de los siete vicios que atenazan su alma, con el fin de que pueda “atravesar” los siete cielos planetarios que configuran el mundo inferior (Hebdómada), vinculados con los vicios, alcanzar la octava estancia (la “región ogdoádica”) y, desde

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la misma, entrar en Dios (CH I.25). El hermetismo postula que la mente ordinaria no puede ni ver, ni siquiera imaginar a Dios, pues Dios no puede ser conceptualizado por la mente discursiva. La “visión” de lo divino (la Iluminación) solo puede se alcanzada a través de la mente superior, pura e intuitiva (“nous”), pero “para ello es necesario que uno de sus rayos ilumine tu pensamiento” (CH V,2). Lo que los textos herméticos, enseñan, en esencia, es que la verdadera sabiduría no viene de “fuera”, sino que se encuentra dentro del propio ser humano, pues el “pensamiento” humano (El Manas superior unido a la intuición,) es imagen de Dios (“Solo el pensamiento ve lo invisible”, CH V,2), y en el mismo se halla todo el Conocimiento.