1
a14 l País ___ El Comercio ___ domingo 9 de octubre del 2011 El apellido es un primer paso, pero no es suficiente para saber si se desciende o no de una familia noble o de los emperadores incas. Por eso fue importante viajar a Cusco e investigar documentos del Archivo Arzobispal y de la igle- sia de San Jerónimo. Ahí se hallaron registros de los últimos tres siglos, desde el año 1770. La misión era tratar de conectar a personas de hoy en San Jerónimo, con descen- dientes reales que vivían en la zona a fines del siglo XVIII. En estos registros, uno de los apellidos más recurrentes es el de Atayupanqui, y es así que a través del análisis de partidas de bautizo y de matrimonio fue posible vincu- lar a don Víctor Atayupanqui Flo- res (1955), y a su más conocida tía, Isabel Atayupanqui Pachacútec (1924), con Asencio Atayupanqui, noble del ayllu Aucaylli y miembro de la panaca del inca Yahuar Huá- cac, que vivió en esta zona alrede- dor del año 1800. Los Atayupanqui no solamen- te eran nobles y de buena posi- ción sino que, a juzgar por los docu- mentos de la época, estaban vin- culados a la nobleza imperial más rancia de entonces. Uno de los documentos halla- dos muestra que don José Ramos Tito Atauchi, descendiente direc- to del emperador Huayna Cápac y cacique de Santa Ana, fue padri- no de bautizo de Mariano, hijo de don Asencio, en 1786. Y don Simón Tisoc Sayre Túpac Ynga, cacique principal del ayllu Sucso-Aucaylli en San Jerónimo, fue padrino de su hijo Jerónimo en 1791. Otras familias nobles, como los Tupacyupanqui, Sinchi Roca, Cco- rimanya, Cusiquispe, Ramos, Suta, Tito, Vereras y Yanquirimachi, for- man parte de la investigación que impulsa El Comercio, para conocer mejor los orígenes de los peruanos y peruanas, qué pasó con sus pro- piedades, qué injusticias padecie- ron y cuál fue el papel de sus ante- pasados en la historia del Perú. Más información sobre genea- logía indígena en http://dinastias- perubolivia.blogspot.com/. La reconstrucción de la genealogía prehispánica LA INVESTIGACIóN La realeza inca en e “Somos la última generación que sabe”, dice Víctor Atayupan- qui Flores (56), del barrio de San Jerónimo, en Cusco. “Nuestros hijos ahora hablan inglés en vez de quechua. Yo hablo perfecta- mente quechua”. Los Atayupan- qui son nobles del ayllu Aucaylli, una de las panacas reales y por tanto descendientes de empe- radores incas. Don Víctor aún recuerda los años 60 cuando la familia vestía sus mejores ropas para la fiesta de Corpus Christi, como lo había hecho su linaje desde tiempos inmemoriales. “Nuestros abuelos insistían en que nunca teníamos que sentir vergüenza de nuestro apellido. ‘Debes ser orgulloso’, decían, ‘so- mos descendientes de incas’”. Pe- ro, más de 500 años después de la conquista, ¿qué pasó con las panacas reales? MEMORIA PREHISPÁNICA Hoy los barrios de San Jerónimo y San Sebastián son los últimos vestigios de las panacas reales y los Atayupanqui son la familia noble más numerosa en San Je- rónimo. Isabel Atayupanqui Pa- chacútec, una prima del padre de Víctor, recibió el año pasado un reconocimiento oficial de las autoridades locales. Se trata de NOBLES PREHISPÁNICOS: RECUPERANDO ESLABONES PERDIDO Investigación que auspicia El Comercio visibiliza linaje imperial actual Los Atayupanqui son la familia noble más numerosa del barrio de San Jerónimo RONALD ELWARD Investigador y genealogista uno de los pocos casos en que la memoria prehispánica sigue vi- va. Los Atayupanqui todavía son dueños de chacras en las tierras ancestrales de sus ayllus: Sucno- Aucaylli, Andamachay y Raurau. Tierras que datan del inicio de la época colonial. “Cada agosto subimos el apu Pachatusan, la montaña más im- portante cerca de San Jerónimo, parahacerunpagodetierra.Siem- pre hacemos esto”, dice Víctor Ata- yupanqui. Pero su familia no es la única. Están los Tupacyupanqui, Ccorimanya y Sinchi Roca. Para muchos otros, sin em- bargo, su única vinculación con el pasado es el sonido evocador de su apellido. EL GRAN CALENDARIO En su libro “El calendario inca”, el historiador holandés Tom Zui- dema, profesor emérito de la Uni- versidad de Illinois, EE.UU., pro- pone que Pachacútec creó el sis- tema de panacas reales adscrito a la mecánica de un gran calenda- rio. “Los ayllus, pueblos y grupos étnicos de los cuatro suyos esta- ban representados e incluidos en los rituales de pasaje de un mes a otro, que eran ordenados por las diez panacas”, escribe. Eran cin- co las panacas de Hurin Cusco (el bajo Cusco) y cinco panacas de Hanan Cusco (el alto Cusco). Cada panaca habría asumi- do importantes funciones vin- culadas con el calendario inca, los ritos religiosos y estaban a cargo de determinadas huacas, además, de cumplir la misión de mantener vivo el recuerdo de uno de sus ancestros. EN EL VIRREINATO Tras la conquista, los descendien- tes de la familia real inca debie- ron adaptarse a la nueva realidad para mantener sus privilegios y posición. Adoptaron la religión católica, aprendieron el idioma y vivieron según el sistema español. El historiador cusqueño Do- nato Amado Gonzales señala que “De las grandezas y prosperidades pasadas venían a las cosas presentes: lloraban sus reyes muertos, enajenado su imperio y acabada su república... Estas y otras semejantes pláticas tenían los incas y pallas en sus visitas, y con la memoria del bien perdido, siempre acababan su conversación en lágrimas y llanto, diciendo: trocósenos el reinar en vasallaje...” Inca Garcilaso de la Vega “Comentarios reales” EL PODER DEL SíMBOLO. A la izquierda avanza TIERRAS ANCESTRALES. Los Atayupanqui poseen los mismos campos de cultivo que pertenecían a la panaca Aucaylli, a los pies del apu Pachatusan. CONTINUIDAD. La procesión del Corpus Christi se representa en el Cusco des de hace siglos, pero hoy el paisaje humano y social es diferente. Hasta mediados del siglo XIX por delante iban los aristócratas incas, autoridades políticas del momento, en su “Nuestros abuelos insistía en que no teníamos que sentir vergüenza de nuestro apellido porque descendemos de incas” VICTOR ATAYUPANQUI FLORES Zootécnico RONALD ELWARD RONALD E El Comercio ___ domingo 9 de octubre del 2011 ___ País l a15 el Cusco del siglo XXI El sacerdote andino Lucas Checa Pérez (63) creció en Pisccacucho, donde empieza el Camino Inca, cerca de Machu Picchu. Un día su madre le preguntó: “¿A quién voy a dejar mi costumbre?”. Era curandera como su tío y su tío- abuelo. Lucas supo entonces cuál era su destino. “Desde el inicio se tuvo resisten- cia a la cultura del invasor, por eso se preservó el quechua y se man- tienen ceremonias, ofrendas, entre otras”, explica. En la religiosidad andina Lucas tiene el nivel 4 y espera llegar al 5 el año próximo, participando en el Qoyllur Riti. Dice que en ese nivel “ya tienes cierto control sobre los elementos. Puedes hacer llover o parar la lluvia”. Indica que solo hay dos o tres personas que han alcanzado el nivel 6 y viven en comunidades altoandinas secretas. El nivel más alto es el 7 y, para Checa, perso- najes como Cristo o Buda llegaron a ese máximo desarrollo espiri- tual. Él ha trabajado con chama- nes mexicanos y cuenta que allá suelen decir: “El águila está a la espera de que el cóndor despier- te”. Se trata del despertar de las panacas reales, “porque es nues- tra cultura ancestral”. OS Y el cóndor despertará MITO CONTINENTAL “las panacas de Hanan Cusco, descendientes de los emperado- res modernos Wiracocha, Pacha- cútec, Túpac Yupanqui y Huayna Cápac, vivían en las parroquias de Santa Ana, San Blas, San Cristóbal y San Pedro”. Tenían las funciones más importantes, como alcalde mayor, alguacil mayor y el dere- cho de llevar la mascapaycha –la vincha roja del emperador inca– durante las fiestas de Corpus Christi y de Santiago. Las demás panacas, de Hurin Cusco y descendientes de los in- cas remotos, vivían en los barrios de Belén, San Jerónimo y San Sebastián. Ambos grupos tenían fortunas considerables. LA DECADENCIA En el siglo XVIII sus destinos em- pezaron a cambiar. “Las panacas Hanan perdieron su posición por el fuerte proceso de mestizaje iniciado en el siglo XVI”, explica Amado. Sus barrios fueron ab- sorbidos por la ciudad de Cusco. Las panacas Hurin, que vivían lejos de la ciudad, empezaron a comprar los cargos importantes y a desplazar a los Hanan, ya mesti- zados con el colonizador blanco. Durante la rebelión de Túpac Amaru, los descendientes reales apoyaron a la corona española, pero fueron igualmente castiga- dos por los españoles. Se les pro- hibió hablar quechua, pintar sus retratos y vestirse como incas, y debieron pagar tributo. Con el decreto de Bolívar en 1825,que eliminó los títulos no- biliarios, ellos perdieron los pri- vilegios. Pero su influencia no desapareció del todo. Hasta 1840 los descendientes reales eran reconocidos e, incluso, fueron quienes recibieron en el Cusco a los presidentes Santa Cruz y Or- begoso, en 1836 y 1837, respec- tivamente. Durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX se produjo la decadencia de las panacas, mas no su desapa- rición. TAREA PENDIENTE Esta investigación que auspicia El Comercio muestra que hasta fines del siglo XIX en Cusco hubo comunidades con una clara me- moria de su ascendencia y perte- nencia a las panacas reales, a pe- sar de su menguada influencia. Los Atayupanqui son hoy ejemplo viviente de la vigencia de la nobleza de los incas en el Perú del siglo XXI. π A LA ESPERA. Los chamanes mexi- canos dicen que el águila espera el despertar del cóndor, o las panacas. ENCUENTRO DE CULTURAS. La aristocracia cusqueña aparece del lado izquierdo, frente a la española, a la derecha. SAN JERóNIMO. Uno de los tradicionales barrios del Cusco, donde todavía viven descendientes de panacas reales. CASONA. Las calles todavía conservan muestras de arquitectura colonial. DANZANTE. Fiesta del Señor de Qoyllur Riti, la mayor peregrinación andina. a quien seguramente era el noble indígena de mayor rango, al único que se le permitía llevar la mascapaycha o corona inca. us mejores galas. Hoy los personajes van en trajes normales o de campesinos cusqueños. Aquí con las andas de San Jerónimo. an ELWARD RONALD ELWARD RONALD ELWARD MUSEO ARZOBISPAL DEL CUSCO MUSEO ARZOBISPAL DEL CUSCO JUAN PONCE / ARCHIVO LUIS CHOY

La realeza Inca en el Cusco del Siglo XXI

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Que pasó con los descendientes de los emperadores Inca después la conquista?

Citation preview

Page 1: La realeza Inca en el Cusco del Siglo XXI

a14 l País ___ El Comercio ___ domingo 9 de octubre del 2011

El apellido es un primer paso, pero no es suficiente para saber si se desciende o no de una familia noble o de los emperadores incas.

Por eso fue importante viajar a Cusco e investigar documentos del Archivo Arzobispal y de la igle-sia de San Jerónimo. Ahí se hallaron registros de los últimos tres siglos, desde el año 1770. La misión era tratar de conectar a personas de hoy en San Jerónimo, con descen-dientes reales que vivían en la zona a fines del siglo XVIII.

En estos registros, uno de los apellidos más recurrentes es el de Atayupanqui, y es así que a través del análisis de partidas de bautizo y de matrimonio fue posible vincu-lar a don Víctor Atayupanqui Flo-res (1955), y a su más conocida tía, Isabel Atayupanqui Pachacútec (1924), con Asencio Atayupanqui, noble del ayllu Aucaylli y miembro de la panaca del inca Yahuar Huá-cac, que vivió en esta zona alrede-dor del año 1800.

Los Atayupanqui no solamen-te eran nobles y de buena posi-

ción sino que, a juzgar por los docu-mentos de la época, estaban vin-culados a la nobleza imperial más rancia de entonces.

Uno de los documentos halla-dos muestra que don José Ramos Tito Atauchi, descendiente direc-to del emperador Huayna Cápac y cacique de Santa Ana, fue padri-no de bautizo de Mariano, hijo de don Asencio, en 1786. Y don Simón Tisoc Sayre Túpac Ynga, cacique principal del ayllu Sucso-Aucaylli en San Jerónimo, fue padrino de su hijo Jerónimo en 1791.

Otras familias nobles, como los Tupacyupanqui, Sinchi Roca, Cco-rimanya, Cusiquispe, Ramos, Suta, Tito, Vereras y Yanquirimachi, for-man parte de la investigación que impulsa El Comercio, para conocer mejor los orígenes de los peruanos y peruanas, qué pasó con sus pro-piedades, qué injusticias padecie-ron y cuál fue el papel de sus ante-pasados en la historia del Perú.

Más información sobre genea-logía indígena en http://dinastias-perubolivia.blogspot.com/.

La reconstrucción de la genealogía prehispánica

la invEstigaCión

La realeza inca en el Cusco del siglo XXI

“Somos la última generación que sabe”, dice Víctor Atayupan-qui Flores (56), del barrio de San Jerónimo, en Cusco. “Nuestros hijos ahora hablan inglés en vez de quechua. Yo hablo perfecta-mente quechua”. Los Atayupan-qui son nobles del ayllu Aucaylli, una de las panacas reales y por tanto descendientes de empe-radores incas. Don Víctor aún recuerda los años 60 cuando la familia vestía sus mejores ropas para la fiesta de Corpus Christi, como lo había hecho su linaje desde tiempos inmemoriales. “Nuestros abuelos insistían en que nunca teníamos que sentir vergüenza de nuestro apellido. ‘Debes ser orgulloso’, decían, ‘so-mos descendientes de incas’”. Pe-ro, más de 500 años después de la conquista, ¿qué pasó con las panacas reales?

MEMORIA PREHISPÁNICAHoy los barrios de San Jerónimo y San Sebastián son los últimos vestigios de las panacas reales y los Atayupanqui son la familia noble más numerosa en San Je-rónimo. Isabel Atayupanqui Pa-chacútec, una prima del padre de Víctor, recibió el año pasado un reconocimiento oficial de las autoridades locales. Se trata de

NOBLES PREHISPÁNICOS: RECuPERaNdO ESLaBONES PERdIdOS

Investigación que auspicia El Comercio visibiliza linaje imperial actual

Los Atayupanqui son la familia noble más numerosa del barrio de San Jerónimo

Ronald ElwaRd Investigador ygenealogista

uno de los pocos casos en que la memoria prehispánica sigue vi-va. Los Atayupanqui todavía son dueños de chacras en las tierras ancestrales de sus ayllus: Sucno-Aucaylli, Andamachay y Raurau. Tierras que datan del inicio de la época colonial.

“Cada agosto subimos el apu Pachatusan, la montaña más im-portante cerca de San Jerónimo, para hacer un pago de tierra. Siem-pre hacemos esto”, dice Víctor Ata-yupanqui. Pero su familia no es la única. Están los Tupacyupanqui, Ccorimanya y Sinchi Roca.

Para muchos otros, sin em-bargo, su única vinculación con el pasado es el sonido evocador de su apellido. EL GRAN CALENDARIOEn su libro “El calendario inca”, el historiador holandés Tom Zui-dema, profesor emérito de la Uni-versidad de Illinois, EE.UU., pro-pone que Pachacútec creó el sis-tema de panacas reales adscrito a la mecánica de un gran calenda-rio. “Los ayllus, pueblos y grupos étnicos de los cuatro suyos esta-ban representados e incluidos en los rituales de pasaje de un mes a otro, que eran ordenados por las diez panacas”, escribe. Eran cin-co las panacas de Hurin Cusco (el bajo Cusco) y cinco panacas de Hanan Cusco (el alto Cusco).

Cada panaca habría asumi-do importantes funciones vin-culadas con el calendario inca, los ritos religiosos y estaban a cargo de determinadas huacas, además, de cumplir la misión de mantener vivo el recuerdo de uno de sus ancestros.

EN EL VIRREINATOTras la conquista, los descendien-tes de la familia real inca debie-ron adaptarse a la nueva realidad para mantener sus privilegios y posición. Adoptaron la religión católica, aprendieron el idioma y vivieron según el sistema español.

El historiador cusqueño Do-nato Amado Gonzales señala que

“De las grandezas y prosperidades pasadas venían a las cosas presentes: lloraban sus reyes muertos, enajenado su imperio y acabada su república... Estas y otras semejantes pláticas tenían los incas y pallas en sus visitas, y con la memoria del bien perdido, siempre acababan su conversación en lágrimas y llanto, diciendo: trocósenos el reinar en vasallaje...”inca garcilaso de la vega“Comentarios reales”

El podEr dEl símbolo. A la izquierda avanza quien seguramente era el noble indígena de mayor rango, al único que se le permitía llevar la mascapaycha o corona inca.

tiErras anCEstralEs. Los Atayupanqui poseen los mismos campos de cultivo que pertenecían a la panaca Aucaylli, a los pies del apu Pachatusan.

Continuidad. La procesión del Corpus Christi se representa en el Cusco des de hace siglos, pero hoy el paisaje humano y social es diferente. Hasta mediados del siglo XIX por delante iban los aristócratas incas, autoridades políticas del momento, en sus mejores galas. Hoy los personajes van en trajes normales o de campesinos cusqueños. Aquí con las andas de San Jerónimo.

“Nuestros abuelos insistían en que no teníamos que sentir vergüenza de nuestro apellido porque descendemos de incas”

VICTOR ATAyuPANquI fLORESZootécnico

roNalD ElwarD

roNalD ElwarD

El Comercio___ domingo 9 de octubre del 2011___ País l a15

La realeza inca en el Cusco del siglo XXI

El sacerdote andino Lucas Checa Pérez (63) creció en Pisccacucho, donde empieza el Camino Inca, cerca de Machu Picchu. Un día su madre le preguntó: “¿A quién voy a dejar mi costumbre?”. Era curandera como su tío y su tío-abuelo. Lucas supo entonces cuál era su destino. “Desde el inicio se tuvo resisten-cia a la cultura del invasor, por eso se preservó el quechua y se man-tienen ceremonias, ofrendas, entre otras”, explica.

En la religiosidad andina Lucas tiene el nivel 4 y espera llegar al 5 el año próximo, participando en el Qoyllur Riti. Dice que en ese nivel “ya tienes cierto control sobre los elementos. Puedes hacer llover o parar la lluvia”.

Indica que solo hay dos o tres personas que han alcanzado el nivel 6 y viven en comunidades altoandinas secretas. El nivel más alto es el 7 y, para Checa, perso-najes como Cristo o Buda llegaron a ese máximo desarrollo espiri-tual. Él ha trabajado con chama-nes mexicanos y cuenta que allá suelen decir: “El águila está a la espera de que el cóndor despier-te”. Se trata del despertar de las panacas reales, “porque es nues-tra cultura ancestral”.

NOBLES PREHISPÁNICOS: RECuPERaNdO ESLaBONES PERdIdOS

Y el cóndor despertará

MITO CONTINENTAL

“las panacas de Hanan Cusco, descendientes de los emperado-res modernos Wiracocha, Pacha-cútec, Túpac Yupanqui y Huayna Cápac, vivían en las parroquias de Santa Ana, San Blas, San Cristóbal y San Pedro”. Tenían las funciones más importantes, como alcalde mayor, alguacil mayor y el dere-cho de llevar la mascapaycha –la vincha roja del emperador inca– durante las fiestas de Corpus Christi y de Santiago.

Las demás panacas, de Hurin Cusco y descendientes de los in-cas remotos, vivían en los barrios de Belén, San Jerónimo y San Sebastián. Ambos grupos tenían fortunas considerables.

LA DECADENCIAEn el siglo XVIII sus destinos em-pezaron a cambiar. “Las panacas

Hanan perdieron su posición por el fuerte proceso de mestizaje iniciado en el siglo XVI”, explica Amado. Sus barrios fueron ab-sorbidos por la ciudad de Cusco.

Las panacas Hurin, que vivían lejos de la ciudad, empezaron a comprar los cargos importantes y a desplazar a los Hanan, ya mesti-zados con el colonizador blanco.

Durante la rebelión de Túpac Amaru, los descendientes reales apoyaron a la corona española, pero fueron igualmente castiga-dos por los españoles. Se les pro-hibió hablar quechua, pintar sus retratos y vestirse como incas, y debieron pagar tributo.

Con el decreto de Bolívar en 1825,que eliminó los títulos no-biliarios, ellos perdieron los pri-vilegios. Pero su influencia no desapareció del todo. Hasta 1840

los descendientes reales eran reconocidos e, incluso, fueron quienes recibieron en el Cusco a los presidentes Santa Cruz y Or-begoso, en 1836 y 1837, respec-tivamente. Durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX se produjo la decadencia de las panacas, mas no su desapa-rición.

TAREA PENDIENTEEsta investigación que auspicia El Comercio muestra que hasta fines del siglo XIX en Cusco hubo comunidades con una clara me-moria de su ascendencia y perte-nencia a las panacas reales, a pe-sar de su menguada influencia.

Los Atayupanqui son hoy ejemplo viviente de la vigencia de la nobleza de los incas en el Perú del siglo XXI. π

A LA EspErA. Los chamanes mexi-canos dicen que el águila espera el despertar del cóndor, o las panacas.

ENCuENTrO dE CuLTurAs. La aristocracia cusqueña aparece del lado izquierdo, frente a la española, a la derecha.

sAN jEróNIMO. Uno de los tradicionales barrios del Cusco, donde todavía viven descendientes de panacas reales.

CAsONA. Las calles todavía conservan muestras de arquitectura colonial.

dANZANTE. Fiesta del Señor de Qoyllur Riti, la mayor peregrinación andina.

EL pOdEr dEL síMbOLO. A la izquierda avanza quien seguramente era el noble indígena de mayor rango, al único que se le permitía llevar la mascapaycha o corona inca.

CONTINuIdAd. La procesión del Corpus Christi se representa en el Cusco des de hace siglos, pero hoy el paisaje humano y social es diferente. Hasta mediados del siglo XIX por delante iban los aristócratas incas, autoridades políticas del momento, en sus mejores galas. Hoy los personajes van en trajes normales o de campesinos cusqueños. Aquí con las andas de San Jerónimo.

“Nuestros abuelos insistían en que no teníamos que sentir vergüenza de nuestro apellido porque descendemos de incas”

vICToR ATAyuPANquI fLoREsZootécnico

roNald elward

roNald elward

roNald elwardmuseo arzobispal del cusco

museo arzobispal del cuscoJuaN poNce / archivo

luis choy