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La picadura del escorpión
Las ideas y los personajes que precipitaron la crisis financiera de 2008 y que detienen el desarrollo económico y
social del mundo
Fernando Villarán
Agosto 2012
2 La picadura del escorpión -‐ Fernando Villarán
Resumen
Luego de explicar el título en la Introducción, el libro La picadura del escorpión comienza con un diálogo que sostengo con la secretaria de mi padre, ya entrada en años. Ella me pide consejos sobre una inversión que quiere hacer en CLAE, la pirámide que Carlos Manrique organizó en el Perú a fines de los ochenta. Le recomiendo no poner su dinero en esa institución, pero la señora no me hace caso, invierte todos sus ahorros, y los pierde a los pocos meses, cuando el gobierno interviene a la institución y se descubre el fraude. Manrique fue denunciado por la Superintendencia de Banca y Seguros (SBS) y sentenciado a 8 años de cárcel en 1995.
De allí me traslado a Nueva York, y describo la pirámide que montó Bernard Madoff desde principios de los sesenta, con la que llegó a manejar 50 billones de dólares de la gente de mayores ingresos en Estados Unidos y el mundo. A diferencia de Manrique, a Madoff no lo supervisó nadie ni mucho menos fue denunciado por las autoridades competentes. La pirámide de Madoff estalló después de la crisis financiero de setiembre del 2008, cuando sus inversionistas, contagiados por el pánico general, le fueron a pedir su dinero y no tenía como devolvérselo. Sus propios hijos lo denuncian ante la FBI, las autoridades lo llevan a juicio y lo condenan a 150 años de prisión.
Instalado en Nueva York analizo los orígenes de la Banca de Inversión y su excesiva libertad para realizar operaciones financieras muy rentables, especulativas, y en el filo mismo de la ley. Describo cómo crearon los instrumentos financieros, que Warren Buffet calificó de armas de destrucción masiva, como los derivatives y las securities. Primero inundaron el mercado de las hipotecas en Estados Unidos, y luego otros mercados, en el mundo entero.
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El banco de inversión más audaz fue Lehman Brothers, emitiendo, vendiendo y acumulando la mayor cantidad de estos instrumentos financieros tóxicos. Su CEO, Dick Fuld, conocido como el “gorila de Wall Street”, llevó sus operaciones financieras a límites de riesgo nunca vistos; cuando aparecieron los primeros indicios de su manejo irresponsable, las acciones de su banco se vinieron al piso y sufrió la más fuerte “corrida” de dinero de la historia. Al no poder cumplir con los inversionistas no le quedó más remedio que declararse en quiebra el lunes 15 se setiembre del 2008, considerado el día en que estalló la crisis financiera mundial.
En el segundo capítulo describo cómo se gestó y desató la crisis, relatando en detalle todos los acontecimientos ocurridos durante el mes de setiembre de 2008, día por día. Presento, no sólo las decisiones de los bancos de inversión, los movimientos en la bolsa de Nueva York, y las reacciones de los inversionistas, sino también las preocupaciones y medidas que tomaron la FED, el Banco Central de Estados Unidos, y el Ministerio de Economía (secretaría del tesoro), tratando de evitar, por todos los medios a su alcance, la crisis que se les venía encima. El personaje central de estos acontecimientos fue Henry (Hank) Paulson, en ese momento ministro de economía, pero que había sido durante mucho tiempo el CEO de Goldman Sachs, otro de los bancos de inversión de Wall Street. Era una muestra gigantesca de conflicto de intereses, pero a nadie en el gobierno de George Bush, hijo, parecía preocuparle.
Para salvar a los bancos de Estados Unidos, incluyendo el suyo, Paulson diseño y aplicó un plan de salvataje que ascendía a 700 billones de dólares, el mayor paquete en la historia norteamericana. El Congreso trata de mejorar este paquete para que también ayude a los que estaban perdiendo sus casas, aunque lo cierto es que la mayor parte de ese dinero fue para los bancos.
Ante la gravedad de la situación Barack Obama, cuya elección en noviembre de 2008 se la debe al estallido de la crisis financiera poco meses antes,
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encontró una situación financiera y productiva inmanejable, y no le quedó más remedio que dar otros paquete, por 790 billones de dólares. Esta vez estas medidas tuvieron el objetivo de reactivar la economía ya en franca recesión, en lo que sería el retorno de las ideas keynesianas, después de más de treinta años de destierro, a la política económica norteamericana.
Termino el capítulo describiendo los efectos de la crisis sobre la economía mundial, la recesión, el desempleo, el incremento de la pobreza, y presento las diversas interpretaciones de la crisis, desde la postura “negadora” de los neoliberales que la originaron, hasta las críticas de Krugman y Stiglitz, pasando por las interpretaciones marxistas, un poco desfasadas de la realidad.
El tercer capítulo lo dedico de lleno a desenmascarar lo que llamo, junto con otros, “la ideología neoliberal” que ha estado a la base de la crisis. Comienzo por analizar las ideas originales de Adam Smith, y demuestro que lo que hoy se defiende en su nombre, tiene poco que ver con sus verdaderas propuestas y posturas. Para él, el mercado es competitivo o no es mercado; mientras que muchos de sus “seguidores” defienden sin ruborizarse mercados totalmente monopolizados y dominados por unas cuantas empresas, que terminan teniendo “demasiado poder”.
Otra de las ideas que critico es la estrategia del chorreo (trickle down en inglés) mediante la cual se sostiene que son los ricos y las grandes empresas las que van a impulsar el desarrollo de los países; por ello la primera medida que dan, en su momento, Margareth Thatcher y Ronald Reagan es bajarle los impuestos a los ricos y a las corporaciones. Pensaban que esto iba a traer más inversión, más empleo y bienestar a los pobres, cuando en realidad lo único que hizo fue empeorar la distribución de ingreso, concentrando la riqueza en pocas manos, y empobreciendo a los trabajadores y la clase media.
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Termino ese capítulo con una discusión sobre quiénes han sido los grandes economistas desde que se creó esta disciplina, a fines del siglo XVIII. Generalmente se reconocen como los tres grandes a Adam Smith, Carlos Marx y John Maynard Keynes. Los tres ciertamente han tenido un fuerte impacto en sus respectivas épocas, y muchas de sus ideas se mantienen hasta el día de hoy. Sin embargo, por encima de estos tres está Joseph Schumpeter, economista austriaco que puso a la innovación tecnológica en el centro de la teoría económica. Postulaba que ella era la principal responsable del crecimiento económico y de la generación de riqueza, y los emprendedores eran los personajes que se encargaban de llevar las ideas creativas a la realidad económica.
Este ha sido el gran olvido de occidente. Durante 30 años, en Estados Unidos y buena parte de Europa, se pensó que el sector financiero podía liderar la economía, que la especulación podía ser el motor del crecimiento, y que la codicia era la motivación más apropiada para los negocios. Ello significó el abandono de las actividades productivas, industriales, de la investigación y desarrollo, y de la innovación. En el contrapunto entre Wall Street y Silicon Valley, Estados Unidos prefirió al primero y abandonó al segundo, con los resultados que todos estamos viendo.
El cuarto y último capítulo es más propositivo. Comienzo por la innovación, dando ejemplos de su actuación a lo largo de la historia, el papel de las revoluciones tecnológicas, comenzando por la revolución industrial inglesa, y proponiendo políticas que permiten generalizar y expandir la innovación en todos los países del mundo.
También ubico y defino a los emprendedores, y resalto el rol vital que cumplen en las economías modernas; son los verdaderos creadores de la riqueza, en oposición a los hombres de negocio que simplemente mueven el dinero de un lado para otro. Propongo medidas concretas para multiplicarlos y apoyarlos hasta en los más alejados rincones.
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Las pequeñas empresas no solamente son las unidades económicas más numerosas en todas partes, son también el gran crisol donde surge la innovación, se inician los emprendedores, y se generan las oportunidades para todos, sobre todo para los más jóvenes. Son, además los grandes generadores de empleo, en todos los países del mundo; hoy día, en que el desempleo es el principal problema en los países desarrollados, y en muchos en desarrollo. Su apoyo, formalización y crecimiento son absolutamente indispensables para crear sociedades estables no sólo económicamente sino también social y ambientalmente.
Hay que sumar a estos tres elementos (la innovación, los emprendedores y las pequeñas empresas), la educación de calidad, reconocido universalmente como el principal mecanismo de ascenso social y económico. Es una condición indispensable para la igualación de las oportunidades y la equidad.
Estos cuatro elementos representan una nueva estrategia de desarrollo, de abajo hacia arriba, es decir, la estrategia opuesta a la que ha terminado de fracasar con la crisis financiera. Esta es la estrategia que deben asumir los gobiernos que interpretan bien el mandato democrático del voto popular, y que trabajan para el bienestar de las mayorías.
Termino el libro postulando que ahora se pueden hacer revoluciones económicas, políticas, o sociales, literalmente en cada esquina, desde cualquier rincón; ahora hay los medios tecnológicos y comunicacionales para ello. A diferencia del pasado, ya no es necesario tomar el poder político central para cambiar el mundo, se puede hacerlo de a pocos, por partes y cucharadas.