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8/6/2019 La invitada ausente- Eliseo Vern
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La invitada ausente
Por Eliseo Veron
04/06/11 - 12:56
Beatriz Sarlo, prestigiosa intelectual argentina y autora de numerosos libros, acaba depublicar La audacia y el clculo y el martes 23 de mayo particip como invitada en el
programa 6, 7, 8 de Canal 7. Esta es la manera ms neutra que encontr de hacer
referencia a la noticia sobre la que quiero hablar. Seguramente no es una descripcin
objetiva, pero por lo menos es algo distinto a: Sarlo le gan la pulseada a 6, 7, 8
(Clarn); La mujer que desenmascara el relato del kirchnerismo o Beatriz Sarlo
desnud a 6, 7, 8 (ambos ttulos de La Nacin); Un cruce que conmovi al mundo
Nac&Pop (PERFIL). Trato simplemente de dejar fuera de mi discurso las modalidades
usadas en los medios por ejemplo, ese tono pico de combate para construir el
acontecimiento en cuestin: lo mejor es que de aqu en adelante lo llame X.
1. X result de hecho, a mi juicio, una fantstica operacin de promocin y
autolegitimacin de 6, 7, 8. Segn parece, consigui uno de los ratings ms altos de subreve historia siempre bajo, claro, pero hay que tener en cuenta la repercusin: un
programa de pura propaganda oficialista con muy bajo rating aparece sbitamente
mencionado en titulares destacados de los principales diarios del pas, de mltiples
blogs, de numerosos sitios de Internet de informacin; es decir, mucho ms all de su
propia militancia que se agita en Facebook. Beneficiario: el Gobierno. Los artfices de
ese valor agregado fueron, entre otros, los medios que ese mismo gobierno ha definido
como sus principales enemigos. Supongo que ste es un ejemplo del aspecto clculo
del kirchnerismo, del que Sarlo habla en su libro, pero en este caso ella, opositora
declarada del Gobierno, parece haber sido el instrumento. Los medios opositores
aprovecharon la ocasin para reiterar sus puntos de vista, denunciando una vez ms el
carcter propagandstico de 6, 7, 8. Todo eso es comprensible y redundante. No creo
que X, ni su repercusin, hayan modificado sensiblemente la actual configuracin de
actitudes de la llamada opinin pblica.
2. Por otro lado, X fue parte del lanzamiento del nuevo libro de Beatriz Sarlo. En
cualquier pas del mundo, el plan de medios de un buen editor incluye la lista de
programas de TV con los que hay que negociar para que el autor o la autora sea
invitado/a. Efectos probables en el caso X: Qu bien, la autora acepta participar en el
programa de televisin que ella misma critica duramente en su libro! Pero tambin:
Qu bueno, el propio programa que Beatriz Sarlo critica la invita a discutir! Qu
madurez que tiene el debate poltico en la Argentina! Los beneficios se derraman en
este caso sobre ambas partes.3. Pienso en cambio que X fue polticamente discutible. Del principio al fin de su
intervencin, Beatriz Sarlo despleg una muy clara lnea de razonamiento. Expuso sus
puntos de vista con una admirable serenidad pedaggica, dada la hostilidad del contexto
en el que se encontraba y slo interrumpi, por momentos, su movimiento mental, para
identificar y frenar, con rotunda eficacia, las observaciones y comentarios
descalificadores algunos francamente groseros que le eran dirigidos: fueron estos
parates de Sarlo los que circularon despus en la Red y reaparecieron al da siguiente
en muchos medios grficos y electrnicos. En la alternancia de la toma de palabra, los
dems integrantes de la mesa (particularmente los otros dos invitados, Mariotto y
Forster) se limitaron a repetir con cara de piedra y una imperturbable mala fe respecto
de lo que Sarlo deca los lugares comunes kirchneristas sobre las elites dominantes, elmonopolio de Clarn y La Nacin, la produccin popular de sentido, la radical novedad
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del surgimiento, en 2003, del nuevo hroe del pueblo y la importancia de un pluralismo
indispensable en la expresin de las ideas y las opiniones, pluralismo del cual 6, 7, 8 es
la perfecta contrafigura. Increble: esos discursos, ms all de las operaciones de cambio
de turno de palabra, no tenan ninguna marca de la presencia de la invitada. Es como si
Sarlo no hubiera estado all. Las marcas de presencia las tuvo que poner ella: Yo no
us ese trmino, no seas insolente, conmigo no, etc. X fue un extrao objetoaudiovisual: cuarenta minutos de debate donde en ningn momento hubo debate.
4. No puedo saber lo que pas por la cabeza de los que siguieron el programa en directo
(en este caso, dada la variacin del rating, debe haber habido una proporcin mayor de
curiosos, ajenos al fundamentalismo kirchnerista) o de los que (como yo) vieron
despus el programa bajndolo de Internet. Mi impresin fue que era ms de lo mismo,
pero que la presencia de la invitada ausente les dio a esos discursos una dimensin que
hasta ese momento no haban tenido, como resultado de un dispositivo alucinante: Sarlo
fue sistemticamente ignorada como enunciadora, pero forzada (porque estaba
fsicamente all) a escuchar los discursos de los dems. Era verosmil suponer que
alguno de los animadores o de los invitados habituales de 6, 7, 8, estara dispuesto a
pensar en lo que se iba a decir, sobre todo viniendo de un otro que no es ese otro que esun mismo; es decir, otro militante kirchnerista? Porque sin esa hiptesis, para alguien
que se declara opositor/a al Gobierno, la decisin de ir a semejante programa no tena
sentido. O habr algn implcito compartido ms bsico, por ejemplo que, de todos
modos, en la televisin no se puede pensar?
5. Esta ltima cuestin me inquieta, y hay sntomas. Cuando Sarlo comenz a acumular
crticas a propsito del largo montaje sobre los indignados espaoles que abri el
programa de 6, 7, 8, insistiendo en que en ese montaje faltaban muchas cosas que hacen
a una cobertura periodstica adecuada y que no se entiende lo que est sucediendo,
Carlos Barragn interrumpi diciendo: Pero la televisin es as!. En una columna de
Pgina/12 del 29 de mayo sobre el libro de Beatriz Sarlo, Horacio Verbitsky alude al
pasar a un medio tan ubicuo y pauprrimo como la televisin. Pero lo que ms me
perturb fue el discurso negativo de la propia Sarlo, en el primer captulo de La audacia
y el clculo. Se complace en recordar la definicin de la televisin propuesta por
Bernard Stiegler (una especie de Bernard-Henri Lvy de izquierda): el reino de la
estupidez y califica a La televisin de aire, entre otras metforas, de descomunal
tubo digestivo.
6. Llegado a este punto, confieso mi desconcierto. Porque todo esto nos retrotrae (una
vez ms!) a los aos sesenta y setenta, y me recuerda aquel discurso despectivo e
irnico de los intelectuales de izquierda ante la televisin de masas. Aqu estamos en
problemas: la mala televisin argentina no es sinnimo de La televisin y para
encontrar buenos programas de televisin de aire (categora que de todos modos estcondenada a desaparecer) en los que se debaten problemas econmicos, polticos y
culturales, particularmente en perodos de eleccin, no es necesario ir muy lejos; basta,
por ejemplo, con tomarse un avioncito a Brasil.