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Equilibrio Económico, Revista de Economía, Política y Sociedad. Vol. 9 (1) Semestre enero-junio de 2013
Núm. 35, pp. 41- 70 ISSN: 2007-2627; ISSN (versión electrónica): 2007-3666
La dolarización de la economía mexicana en la etapa de
apertura comercial
Vicente Germán-Soto*
Oliver J. Sifuentes Herrera**
Resumen
Este trabajo investiga si durante la apertura comercial la dolarización de
la economía mexicana ha mostrado alguna tendencia a incrementarse. La
internacionalización de la economía y la concentración del comercio
intraindustrial con Estados Unidos pueden dar lugar a un ‘efecto
dolarización’ que, de ser importante, llevaría a una pérdida de la
autonomía monetaria y cambiaria del país que puede ser preocupante.
Los resultados obtenidos desde una ecuación de regresión rechazan que
la dolarización esté ganando terreno, sin embargo, señalan al riesgo
cambiario como uno de los factores que más influyen en la demanda de
dólares.
Palabras Clave: dolarización, apertura comercial, riesgo cambiario.
Dollarization of the Mexican economy in the
trade opening era
Abstract
This work investigates over whether the trade opening, the dollarization
of the Mexican economy has shown an upward trend. Globalization of the
economy and the concentration of the intra-industrial trade with the
United States can give rise to a ‘dollarization effect’ that, of being
important, would take to a loss of the monetary and exchange autonomy
of the nation, and it can be worrisome. The results from a regression
model reject that a dollarization process is taking place, nevertheless,
they also highlight that exchange risk is an important factor in the
demand of dollars.
Keywords: dollarization, trade opening, exchange risk.
Recibido el 20 de enero de 2012 Aceptado el 20 de febrero de 2013
JEL Codes: C13, E41, F15.
*Profesor e investigador de la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de Coahuila. [email protected]
**Egresado de la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de Coahuila. [email protected]
La dolarización de la economía mexicana
I. Introducción
Los países de América Latina, específicamente México, iniciaron hace ya algunas
décadas un proceso que paulatinamente los puede llevar a la dolarización de sus
economías. Algunos autores como Málaga (2000), Schuler (2000), Encinas (2009 y
2010) subrayan que en Ecuador, El Salvador y Panamá la moneda de circulación
legal es el dólar de los Estados Unidos de América. Mientras tanto, en países como
Guatemala, Honduras y Nicaragua se han presentado sólidos intentos por
dolarizarse, al mismo tiempo que otro grupo de países como México, Argentina,
Bolivia, Perú y Venezuela tienen todas las características de lo que se conoce
como economías extraoficialmente dolarizadas (Málaga, 2000).
Desde mediados de los años ochenta y principalmente desde la firma del tratado
de libre comercio entre México, los Estados Unidos y Canadá, la economía
mexicana ha estado cada vez más expuesta al exterior. Esta creciente apertura le
ha representado al país una mayor entrada de capital extranjero e,
intrínsecamente, la absorción de nuevas tecnologías de producción que se han
visto reflejadas en tasas de crecimiento positivas en los últimos quince años.
Muchos autores han investigado las consecuencias de este nuevo modelo de
crecimiento y las conclusiones apuntan a que se han cosechado tanto resultados
favorables como no favorables (véase, por ejemplo, entre otros, los trabajos en
materia de crecimiento de Chiquiar, 2005; y Carrion-i-Silvestre y German-Soto,
2007 y 2009).
Aunque la exploración de esta nueva etapa de la economía mexicana presenta
diversas facetas (por ejemplo, desigualdad, crecimiento, innovación, tecnología,
inversiones foráneas, etc.) y de que las consecuencias en el bienestar de la
población pueden ser diversas, en este trabajo el interés principal es en torno al
efecto “dolarización” que dicho modelo puede estar concibiendo.
Es una idea común que cuando una economía abre sus puertas al sector externo
ésta puede llegar a incrementar sustancialmente su stock monetario en moneda
extranjera, principalmente en términos de dólares. Este fenómeno es conocido
como “efecto dolarización” y llega a niveles preocupantes cuando una gran
Germán-Soto y Sifuentes Herrera
proporción de las transacciones económicas se realiza en moneda extranjera,
provocando un efecto de sustitución de la moneda doméstica. Además de la
vecindad geográfica entre México y Estados Unidos, hay vínculos muy estrechos
entre estas dos naciones como el fuerte volumen de comercio intraindustrial que
mantienen, el flujo de exportaciones, la recepción de inversiones foráneas, las
remesas internacionales, el flujo migratorio, entre otras, que hacen interesante
explorar el grado e intensidad en que pudiera estar presentándose el efecto
“dolarización” en la economía mexicana.
Algunos investigadores (véase Málaga, 2000; Schuler, 2000; entre otros) asumen
que un proceso de dolarización parece estar presente en el país. En este sentido,
la hipótesis será probar si efectivamente la economía mexicana se encuentra
extraoficialmente dolarizada, tal y como se señala que puede ocurrir como
consecuencia del fuerte proceso de internacionalización de la misma.
De dolarizarse la economía mexicana habría importantes cambios beneficiosos
como la eliminación del fenómeno del riesgo cambiario, la mejora del sistema
monetario y se acabaría con los ciclos de inflación y devaluación. Así, también se
tendría una mayor integración con el país vecino y se aprovecharían los beneficios
obtenidos de la adopción de la nueva moneda. En general, se percibe a la
dolarización como una panacea a los problemas económicos que aquejan a la
sociedad. Sin embargo, también hay desventajas que es conveniente considerar y
que se comentan más adelante. En cualquier caso, el análisis que se ofrece a
continuación busca explorar la magnitud de este fenómeno ante la mayor
integración comercial que ha tenido lugar en el país.
II. El proceso de sustitución de monedas
El término sustitución de la moneda se refiere a los casos en los cuales el billete
nacional se abandona para dar paso al uso de una moneda extranjera.
La dolarización de la economía mexicana
Como sucedió con la zona euro, donde la unión monetaria fue un evento buscado y
perfectamente planeado que nació a partir de la pérdida de las funciones del
dinero de cada uno de los países miembros.
Algunas teorías, como la de las áreas monetarias óptimas, están relacionadas al
proceso de sustitución de monedas. Mundell (1961) estableció los cimientos
teóricos de lo que hoy es una realidad con la unión monetaria europea y el euro.
Esta teoría constituye la base de lo que se conoce como unión monetaria y
representa un antecedente del tema de la dolarización.
Establecer un área monetaria en alguna zona geográfica (por ejemplo
Norteamérica) implica que la región debe cumplir con la existencia de movilidad
de factores al interior. Sin embargo, para la conclusión lógica de un área
monetaria los países integrantes deben renunciar en parte a su soberanía
nacional, ya que “excepto en las áreas que han renunciado a la soberanía
nacional, no es viable recomendar una reorganización de las monedas”, Mundell
(1999: 35).
De acuerdo con la teoría de Mundell (1999) la creación de las áreas monetarias
óptimas se justifica mejor cuando cada país (y así también cada moneda) tiene
movilidad interna e inmovilidad externa de factores. Pero si el trabajo y el capital
no tienen suficiente movilidad dentro de un país, no se puede esperar que la
flexibilidad del precio externo de la moneda nacional desempeñe la función de
estabilización que se le atribuye, y es de esperar que las tasas de desempleo o de
inflación varíen entre las diferentes regiones.
El argumento de un área monetaria óptima entre los países de Norteamérica
tendría algunas implicaciones difíciles de superar, a pesar de existir ciertas
condiciones que justificarían la adopción del dólar como mecanismo de cambio.
Primero, México tendría que renunciar a una parte de su soberanía nacional, lo
que puede ser bastante complicado. Segundo, hay asimetrías enormes entre
México y Estados Unidos en tasas de desempleo, inflación, crecimiento
económico, nivel tecnológico, educación, etc., que hacen sumamente complicada
la justificación de un área monetaria común, tal y como lo propone la teoría de
Mundell.
Germán-Soto y Sifuentes Herrera
Algunas condiciones que justificarían la adopción del dólar como moneda, en el
caso mexicano, aluden al elevado intercambio comercial que existe entre México
y los Estados Unidos, además, el país se encuentra dentro de una área geográfica
favorable para llevar a cabo cualquier tipo de intercambio. De Lombaerde (2002:
187) comenta que esta teoría propone una serie de variables interrelacionadas
como lo son: la movilidad de los factores de la producción, la interdependencia
comercial del grupo de países, el grado de apertura, el volumen de comercio
intraindustrial, la sincronía de los choques externos, entre otros. De aquí entonces
que el uso del dólar esté más justificado como moneda ancla y no alguna otra
divisa, como podría ser el euro o el yen.
Una sustitución monetaria es diferente a una adopción de la moneda, pues ésta
última se observa en áreas donde un conjunto de países retoma una moneda como
recurso legal para el intercambio, mientras que la sustitución se da cuando los
países deciden de forma individual, tomar cierta unidad de dinero como uso legal
de intercambio. El caso de la dolarización se mantiene dentro de la sustitución
monetaria como medio legal para el intercambio.
La dolarización es, entonces, un fenómeno que consiste en un proceso en el que
gradualmente el instrumento de cambio local va cediendo las funciones propias
del dinero a la moneda ancla.1
Así, entonces, en el caso de México el término “dolarización” hace referencia a la
sustitución del peso por el dólar. De Lombaerde (2002) argumenta, además que
una economía de mercado requiere forzosamente que las funciones del dinero
operen plenamente, por lo que la dolarización sería un fenómeno al que
estrictamente podría llamársele como remonetarización espontánea,2 mediante el
cual el mercado logra que esas funciones estén plenamente cubiertas.
1 Es decir, la divisa extranjera encargada de sustituir la moneda local.
2 En este caso la remonetarización hace referencia a la magnitud en la que las transacciones reales y
financieras de un país se realizan en moneda no nacional.
La dolarización de la economía mexicana
2.1 ¿Por qué ocurre la sustitución de monedas?
En general ocurre por la pérdida de las funciones del dinero. El hecho de que una
moneda pierda estas funciones es el elemento crucial para hablar de una
sustitución de la moneda de casa por una moneda externa y fuerte que haga
frente a la ausencia de estas funciones indispensables. Para el caso de México si
las funciones se pierden por completo, el dólar representaría una opción de
sustitución adecuada para restablecerlas, dada la elevada integración comercial y
económica del país con Estados Unidos.
En tal situación de pérdida de las funciones monetarias, la dolarización, a juicio
de Encinas (2009), se puede dar en tres etapas: primero, la moneda local deja de
cumplir su papel de reserva de valor; segundo, si la divisa local pierde su función
de unidad de cuenta, entonces la contabilidad financiera de las empresas se
registra bajo alguna divisa extranjera, mientras que la fiscal u oficial se registra
en la moneda local así como la indexación de precios y salarios se hace al tipo de
cambio de la moneda ancla; finalmente, y de forma gradual, se pierde su
desempeño como medio de pago (Encinas, 2009: 4).
2.2 Ventajas y desventajas de la sustitución de monedas
Algunas ventajas que puede generar el proceso de sustitución son las siguientes
(véase Recarte, 2005, entre otros). Primero, el logro de una integración más
estrecha con la economía mundial y, sobre todo, con la economía con mayores
relaciones comerciales, ya que con ello se reducen los costos de transacción y se
asegura la estabilidad de precios. Segundo, se elimina la posibilidad de tener un
financiamiento inflacionario, ya que de esta manera los países logran fortalecer
sus instituciones financieras. Tercero, aumenta la confianza de la sociedad.
Recarte (2005) subraya, además, que se simplifican los intercambios económicos,
pues el abandono de la moneda doméstica supone que los precios quedarían bajo
lo que ocurra con los precios de los bienes de la moneda ancla. Cuarto, y de
acuerdo con Recarte (2005), la dolarización evita las crisis monetarias y de
balanza de pagos, pues sin moneda nacional no hay posibilidad de una
Germán-Soto y Sifuentes Herrera
depreciación fuerte, ni de salidas súbitas de capital motivadas por el temor a una
devaluación.
Algunas desventajas señalan que el país que adquiere la moneda ancla pierde
autonomía monetaria, lo que también implica renunciar a una parte de la
soberanía nacional. Segundo, las sociedades incrementan su escepticismo sobre la
capacidad de las autoridades económicas para llevar a cabo una política
monetaria y fiscal sana. Tercero, Berg y Borensztein (2000) consideran que los
países son reacios a retirar su propia moneda para escoger la de otro país, pues
ésta representa un símbolo de identidad nacional. Estas razones, entre otras,
hacen que la dolarización no se vea en el ámbito popular como algo del todo
deseable.
Además, desde el punto de vista práctico puede haber resistencia política que en
ocasiones puede llegar a ser fuerte. Desde el punto de vista económico, el
derecho a emitir la moneda del país otorga al gobierno ciertos ingresos de
señoreaje que aparecen como utilidades del banco central y que se transfieren al
gobierno. Ese ingreso lo perderían los países que dolaricen y lo recibiría el país
ancla. El país que dolarice su economía cederá toda posibilidad de tener una
política monetaria y cambiaria autónoma (Berg y Borensztein, 2000: 18-19).
Algunos analistas como Mercado (2006) defienden la idea de dejar circular las dos
monedas para que la sociedad valore cuál de ellas tiene mayor peso según las
políticas monetarias aplicadas, con la finalidad de enviar indirectamente
información al gobierno. Es decir, si el gobierno hace mala política, entonces
tener la posibilidad de abandonar el peso; de lo contrario, si la política es
adecuada, entonces fortalecerlo.
III. Globalización y dolarización: ¿una relación muy estrecha?
La respuesta a la interrogante ¿una relación muy estrecha?, se encuentra en la
opción de desarrollo económico que ha elegido México en su etapa más reciente,
La dolarización de la economía mexicana
es decir, en la liberalización o apertura comercial. Esta forma de conducir el
crecimiento económico (al igual que la gran mayoría de los países) significa
incrementar la interrelación con el exterior, mayor competencia por inversiones
de capital y, por tanto, aumento de las transacciones, lo que conlleva a que
algunas monedas se vuelvan más relevantes para la producción mundial. El
proceso es conocido como globalización y dentro de éste cobra sentido un factor
más específico: la globalización monetaria. Este último es el que justifica que se
analice la posibilidad de que la economía se encuentre dolarizada, dado el mayor
auge de la globalización monetaria de los últimos veinte años.
Algunas fuerzas que conducen a la integración monetaria son los tipos de cambio,
los mercados de capitales y las políticas monetarias de cada país. Una
herramienta que analiza la interacción entre estas fuerzas es la denominada como
“trilema de la economía abierta” desarrollada por Obstfeld y Taylor (1998). Según
este trilema (véase la Figura 1) no se puede tener, simultáneamente, un tipo de
cambio fijo y un mercado abierto de capitales al tiempo que el país mantiene una
política monetaria orientada hacia el logro de objetivos internos.
Figura 1. El trilema de una economía abierta.
Fuente: Obstfeld y Taylor (1998).
Germán-Soto y Sifuentes Herrera
De acuerdo con la Figura 1, solo se pueden tener dos fuerzas a la vez, pero no se
podrían controlar las tres. Esto conlleva efectos importantes, ya que si se quiere
tener un tipo de cambio fijo en un mercado abierto de capitales se debe renunciar
a políticas monetarias autónomas, por ejemplo. Sin embargo, el tipo de cambio es
una variable clave dentro de la política económica, ya que es necesario para la
estabilidad monetaria y cambiaria, mientras que las políticas monetarias
autónomas permiten llevar a cabo un exitoso plan nacional de desarrollo. Encinas
(2009) comenta que este último punto se vería seriamente complicado al no
disponerse de una herramienta tan efectiva como es la política monetaria.
Una forma moderna de anclar firmemente el tipo de cambio de una moneda a una
divisa fuerte lo constituye el llamado “currency board” 3, término que ha sido
traducido como consejo monetario, caja de conversión o junta monetaria
(Encinas, 2009: 12). En este sistema la masa monetaria en circulación es
respaldada cien por ciento por reservas en divisas en el banco central. A cualquier
salida de capitales le corresponde, por lo tanto, una disminución del circulante, lo
que implica la inmediata elevación de las tasas de interés locales y, por lo
contrario, a la entrada de divisas le correspondería el incremento del dinero en
circulación y la consecuente baja en el tipo de interés interno.
De acuerdo con Encinas (2009: 12) la evolución del Tratado de Libre Comercio de
América del Norte llevará a todos los miembros actuales del mismo, tarde o
temprano, al establecimiento de una unidad monetaria común, así como a los
países que se unan a este acuerdo. En este escenario, es casi obvio que los Estados
Unidos preferirían que fuera su propia moneda la de uso general, sin embargo,
dadas las condiciones políticas y económicas entre México y los Estados Unidos, la
formalización de un acuerdo de esta naturaleza entre ambas naciones podría no
ser deseada incluso por el país que mantiene la moneda ancla.
3 O junta monetaria, la cual es una autoridad monetaria necesaria para conservar un tipo de cambio fijo con
una moneda extranjera.
La dolarización de la economía mexicana
3.1 El papel del tipo de cambio
La determinación del tipo de cambio en México depende en el corto plazo de la
oferta y demanda del propio dólar, así como del comercio internacional, el
intercambio económico y las tasas de interés.
La Teoría de la Paridad del Poder Adquisitivo sostiene que el intercambio
de una mercancía de un país por otra de otro país debe darse a un
precio tal que exprese la equivalencia entre ellos y debe mantener ese
precio relativo en el tiempo. En México se ha observado desde hace ya
muchas décadas que conforme transcurre el tiempo el tipo de cambio se
incrementa, tal y como se manifiesta en el trabajo de Ortiz (1980), para
el periodo de 1933 a 1980, y como se destaca en la Figura 2 para un
periodo más reciente.
La Figura 2 muestra que con el paso del tiempo se pagan más pesos por dólar, es
decir, la paridad peso-dólar se incrementa. Como la tendencia observada es
siempre hacia la alza, resulta importante saber, entonces, si el tipo de cambio es
el correcto.
Barcelata (2008) aborda esta interrogante y la respuesta que obtiene es
que de acuerdo a cálculos propios sobre la variación de los tipos de
cambio existe una sobrevaluación del peso frente al dólar que en función
del año base elegido puede llegar a ser superior al 38% (Barcelata, 2008:
29). Esto implica que en el año 2008 la paridad debió estar en 10.74
pesos y no en 13.77, como se muestra la Figura 2.
Germán-Soto y Sifuentes Herrera
Figura 2. Evolución del tipo de cambio nominal.
Fuente: elaboración propia con datos del Banco de México.
La variación del tipo de cambio es importante porque puede llegar a ser un factor
fundamental en el proceso de dolarización. Edwards (2000) encuentra que en el
caso mexicano el tipo de cambio ha permitido estabilizar la inflación, pero con
posibles consecuencias sobre la dolarización.
IV. Modelo y metodología de estimación
4.1 Descripción del modelo
Según la clasificación de Schuler (2000), México se encuentra entre los países
clasificados en la categoría de “extraoficialmente dolarizados” en relación a la
moneda estadounidense. También Málaga (2000), y Encinas (2009 y 2010)
mantienen una posición en este sentido. De acuerdo con ello, en este trabajo se
0.000
2.000
4.000
6.000
8.000
10.000
12.000
14.000
16.000
19
86
.1
19
86
.4
19
87
.3
19
88
.2
19
89
.1
19
89
.4
19
90
.3
19
91
.2
19
92
.1
19
92
.4
19
93
.3
19
94
.2
19
95
.1
19
95
.4
19
96
.3
19
97
.2
19
98
.1
19
98
.4
19
99
.3
20
00
.2
20
01
.1
20
01
.4
20
02
.3
20
03
.2
20
04
.1
20
04
.4
20
05
.3
20
06
.2
20
07
.1
20
07
.4
20
08
.3
20
09
.2
Pesos por dólar Tipo de cambio nominal
La dolarización de la economía mexicana
aborda una estructura de regresión para constatar si efectivamente, en función de
los datos usados, México se puede considerar como una economía
extraoficialmente dolarizada. Es decir, se plantea la hipótesis de que la economía
mexicana se encuentra extraoficialmente dolarizada, puesto que los residentes
nacionales desean mantener sus saldos monetarios reales en moneda extranjera,
particularmente en dólares americanos.
Dado el contexto internacional de las economías y las relaciones comerciales con
el país vecino del norte, la economía mexicana requiere de transacciones en
moneda extranjera y esto se observa con mayor claridad en la zona fronteriza,
pues la ubicación geográfica favorece dicho intercambio entre los dos países y
hace de ésta una área monetaria distinta a la del resto del país.
La teoría de la demanda de dinero considera a las divisas como cualquier otra
mercancía que demandan los ciudadanos. En la práctica, las personas prefieren
saldos reales en moneda extranjera cuando existen riesgos cambiarios, además
constituye una manera eficaz de mantener y aumentar la riqueza real.
La evidencia empírica que se ofrece está basada en la especificación
econométrica ensayada en el trabajo de Ortiz (1981) para el caso del proceso de
dolarización que exhibió la economía mexicana durante 1933 a 1980, sin embargo,
antes de proceder con ello resulta conveniente situar la teoría básica del dinero.
Keynes en su famoso libro de la Teoría General del Empleo, el interés y el dinero
proporcionó un concepto clave sobre las dinámicas monetarias: la preferencia por
la liquidez. Esta teoría trata de explicar los factores que determinan el tipo de
interés de la economía, es decir, cómo se ajustan para equilibrar la oferta y la
demanda de dinero. Por tanto, la propuesta teórica es una mera aplicación de la
ya conocida por los economistas ley de la oferta y la demanda. Se asume que sus
dos elementos (la oferta y la demanda de dinero) interactúan y mantienen una
relación de dependencia con la tasa de interés.
La oferta monetaria de la economía es controlada por el banco central. Éste la
altera al modificar la cantidad de reservas que existen mediante operaciones de
mercado abierto, es decir, por medio de la compra-venta de documentos
financieros de rentabilidad del gobierno. Estas transacciones conllevan un proceso
Germán-Soto y Sifuentes Herrera
que puede describirse aproximadamente como sigue. Cuando se compran
documentos financieros de cierta rentabilidad emitidos por el gobierno (por
ejemplo CETES) el dinero pagado por el banco central se deposita en los bancos
comerciales del país, lo que hace que se incrementen las reservas bancarias.
Cuando se venden CETES el dinero recogido reduce las reservas bancarias, por lo
que estos cambios alteran la capacidad de los bancos para prestar e invertir.
Debido a que la cantidad ofrecida de dinero es fijada por el banco central, ésta no
depende de otras variables económicas. Por ejemplo, una vez que el banco
central toma una decisión sobre el monto de dinero en circulación, ésta es la
misma independientemente del nivel de producción o del tipo de interés vigente.
Tradicionalmente, se representa a la oferta monetaria como una curva totalmente
vertical, tal y como se muestra en la Figura 3.
Figura 3. La curva de oferta monetaria.
Fuente: Mankiw (1998).
El otro elemento de esta teoría es la demanda de dinero. Para comprender cómo
se da este proceso será necesario recordar que la liquidez de un activo cualquiera
“… se refiere a la facilidad con que puede convertirse en el medio de cambio de la
La dolarización de la economía mexicana
economía”, Mankiw (1998: 641). De acuerdo con esta definición el dinero, como
medio de compra-venta de mercancías, constituye por definición el activo más
líquido (Mankiw, 1998). Esta facilidad de intercambio explica por sí solo por qué el
público prefiere mantener dinero en lugar de otros activos menos líquidos, aunque
otros activos ofrezcan tasas más elevadas de rendimiento. Otros muchos
determinantes son atribuidos al dinero, pero la teoría de la preferencia por la
liquidez enfatiza uno que considera como el más relevante: el tipo de interés. La
razón para ello es que este factor representa un costo de oportunidad elevado por
mantener dinero líquido. Así, la Figura 4 representa la curva de demanda del
dinero en función del tipo de interés.
Figura 4. La demanda de dinero
Fuente: Mankiw (1998).
La demanda de dinero tiene pendiente negativa porque un aumento del tipo de
interés tiende a elevar el costo del dinero, lo que reduce su cantidad en demanda
o en circulación.
De acuerdo con la teoría de la preferencia por la liquidez el tipo de interés se
ajusta para lograr el equilibrio entre oferta y demanda de dinero. Al juntar las
Germán-Soto y Sifuentes Herrera
figuras 3 y 4 es posible formarse una idea de cómo se consigue el equilibrio (véase
la Figura 5).
Tal y como se infiere de la Figura 5, para niveles de interés superiores o inferiores
al de equilibrio, los agentes buscarán ajustar su posesión de activos y, como
consecuencia, llevarán al tipo de cambio hacia el equilibrio. Esto significa que de
acuerdo al tipo de interés de equilibrio y a la cantidad de dinero fijada por el
banco central los agentes desearán en mayor o menor medida mantener sus
activos en moneda nacional (si el tipo de interés resulta atractivo, el riesgo
cambiario es bajo, los precios están estables, etc.) o en moneda extranjera (si el
rendimiento que ofrecen es elevado, los precios internacionales son estables,
existe mayor riesgo cambiario en el país, la inflación interna es elevada o la
riqueza que poseen las personas se incrementa).
Figura 5. El equilibrio en el mercado del dinero.
Fuente: Mankiw (1998).
Además del tipo de interés, existen otras muchas razones por las que las personas
prefieren mantener saldos reales en moneda extranjera. Si denotamos como Md a
La dolarización de la economía mexicana
la demanda interna de dinero, como P al nivel de precios de la economía, como d
a la inflación doméstica, con f a la inflación extranjera, con r al tipo de interés,
con al riesgo cambiario y, finalmente, con w a la riqueza existente, entonces,
una primera aproximación a la demanda de dinero en términos reales está
expresada por la ecuación (1):
, , , ,d
d fMf r w
P
(1)
donde la parte izquierda de la ecuación (1) está en función de las variables
expresadas en la parte derecha de la misma. La ecuación (1) simplemente resume
la relación que mantiene la demanda de saldos reales con la economía, es decir,
ésta de alguna manera depende de los niveles de inflación internos y externos, el
tipo de interés, el nivel de riqueza y el riesgo cambiario del país.
La ecuación (1) sólo expone la demanda de saldos reales que poseen las personas
en términos de moneda nacional, por ejemplo en términos de pesos mexicanos.
Sin embargo, una parte de la demanda total de saldos reales es mantenida en
divisas, por ejemplo dólares estadounidenses, la cual también depende del
movimiento de las variables incluidas en la ecuación (1). En la ecuación (2) se
expone esta situación:
, , , ,f
d fMf r w
P
(2)
Para estudiar la relación expresada en las ecuaciones (1) y (2) será necesario
asumir alguna forma funcional mediante la cual la demanda de saldos reales está
relacionada al resto de variables. Ortiz (1981) asume que las ecuaciones (1) y (2)
pueden ser expresadas como funciones exponenciales y que los rendimientos
relativos de las variables exógenas pueden representarse en forma diferencial.
Con esto, es posible valorar directamente el impacto que ejercen las variaciones
que experimentan las variables exógenas sobre la endógena. De acuerdo con Ortiz
(1981), la función de demanda de saldos reales puede escribirse de la siguiente
manera:
Germán-Soto y Sifuentes Herrera
0 1 2 3( )expd
d f dMw r
P
(3)
para el caso de la demanda de saldos reales mantenidos en moneda nacional.
Mientras que para la demanda de saldos reales mantenidos en moneda extranjera
(o en dólares estadounidense), se tiene la siguiente función:
0 1 2 3( )expf
d f dMw r
P
(4)
donde los parámetros α y β son los de interés ya que miden el impacto de cada
variable. Ambas ecuaciones (3) y (4) se hallan en su forma determinística, para
admitir que la relación en realidad no es tan exacta serán necesarios algunas
correcciones.
4.2 Metodología de estimación empírica
Al restar (3) de (4), representar en forma logarítmica y reacomodar términos, se
obtiene la siguiente expresión:
01 1
0
2 2 3 3
( )ln ln
( )
fd f d f
d
f f
wM
M w
r r
(5)
Imponiendo a la ecuación (5) las siguientes condiciones de simetría:
i i para
cada i, y al añadir el término de error estocástico, se llega a la siguiente
expresión:
01 2
0
( )ln ln
( )
fd f
td
wMu
M w
(6)
Con la incorporación de la ecuación (6) en un modelo de ajuste parcial, se obtiene
finalmente la ecuación que será objeto de estimación empírica:
1 2 3
1
ln lnf f
d f
td d
t
M M
M M
(7)
La dolarización de la economía mexicana
Se aprecia en la ecuación final que tanto Md como Mf
corresponden a los
depósitos a la vista del público, tanto en moneda nacional como
extranjera, respectivamente. Para el caso de un residente nacional, el
rendimiento real de sus activos monetarios en pesos d se puede aproximar por
la tasa de inflación. El rendimiento real de sus tenencias de moneda extranjera es
simplemente % esperado de apreciación del dólarf d
en términos de
pesos.
Así, el diferencial d f representa la depreciación esperada del tipo de
cambio. Una variable lógica para medir la depreciación esperada del tipo de
cambio es la diferencia entre los tipos de cambio nominal y real. Este modelo
usado inicialmente por Ortiz (1981) es el que se utiliza para obtener evidencia del
fenómeno de dolarización en la economía mexicana, aunque con algunas
variantes.
El modelo se aplica al periodo que va de 1986 a 2009, es decir, se busca probar si
la dolarización se halla presente en la etapa de mayor liberalización económica
del país, ya que un argumento suficiente para ello es que con la liberalización
comercial México da lugar a un proceso de dolarización que puede ser creciente
en la medida que el país incrementa su relación con el exterior. Por otro lado, se
considera la posibilidad de que la relación temporal de las variables haya sufrido
algún cambio estructural a lo largo del periodo de estudio, ya que la crisis de
1994-1995 pudo haber cambiado tal relación. Con ese fin se propone aplicar la
prueba Chow de estabilidad paramétrica.
4.2.1 La prueba Chow: estabilidad paramétrica
La prueba Chow, o prueba para la estabilidad estructural, o prueba paramétrica,
se utiliza en modelos de regresión que involucran series de tiempo, pues tal vez
exista un cambio estructural en la relación entre la variable regresada y las
regresoras. Por cambio estructural se quiere decir que los valores de los
Germán-Soto y Sifuentes Herrera
parámetros del modelo no permanecen constantes a lo largo del periodo de
estudio.
De acuerdo con Gujarati (2004) la prueba Chow asume que los términos de error
en las regresiones de los subperiodos están normalmente distribuidos con la misma
varianza, por lo que se puede considerar que ambos términos están
independientemente distribuidos (Gujarati, 2004: 263-268).
Este indicador consiste, básicamente, en recoger la suma de residuos al cuadrado
de la regresión restringida (cuando no hay diferencia de periodos) y no restringida
(cuando sí hay diferencia de periodos) para estimar la siguiente prueba F:
1 2 2
R NR
NR
SRC SRC kF
SRC n n k
(8)
No se rechaza la hipótesis de la estabilidad paramétrica, es decir no hay cambio
estructural, si el valor del estadístico F calculado desde la ecuación (8) no excede
el valor crítico de la prueba F para los grados de libertad asociados y el nivel de
significancia especificado. En este caso se podría justificar la utilización de la
regresión agrupada. Por el contrario, si Fc > Ft entonces se rechaza la hipótesis de
la estabilidad paramétrica y se concluye que las regresiones restringida y no
restringidas son diferentes, en cuyo caso la regresión restringida, o agrupada, es
de dudoso valor
V. Datos, variables e indicadores de dolarización
Se utilizan datos trimestrales del periodo que va del primer trimestre de 1986 al
tercero de 2009, es decir, se tienen 95 observaciones temporales. Los datos están
conformados por depósitos en moneda nacional y extranjera, cifras de la inflación
nacional y extranjera e indicadores del riesgo cambiario. Esta última variable es
medida a través de la diferencia entre los tipos de cambio nominal y real. Para
tratar con la categoría riqueza se usan datos del producto interno bruto en
términos reales (en millones de pesos de 1993), mientras que los depósitos de
dinero, tanto en moneda nacional como extranjera (es decir, los depósitos en
La dolarización de la economía mexicana
dólares), se hallan en millones de pesos. La base de datos fue creada de la
consulta electrónica de los archivos de las páginas de INEGI, Banxico y H. Congreso
de la Unión.
Se analizan dos medidas de dolarización. El primero, que se muestra en la
ecuación (9), corresponde al sugerido por el Consejo Monetario
Centroamericano:4
f
t
DT
PIB
(9)
donde δ representa el índice de dolarización para el t-ésimo trimestre, DTf se usa
para representar los depósitos totales en moneda extranjera y PIB es la
producción nacional. Esta razón proporciona una medida del grado de la
producción de un país que se encuentra dolarizada. Si se analiza la evolución en el
tiempo de este indicador entonces se tiene una idea de la tendencia exhibida en
términos relativos a la producción total del país.
En la Figura 6 se muestran los resultados con este indicador. Allí se mide la
evolución de la dolarización en relación a la producción real total. Como se
aprecia, se conforma una tendencia uniformemente ascendente excepto en 1994 y
1995, años afectados por la crisis financiera. A partir de los años noventa, el PIB
mexicano muestra evidencia de un mayor grado de dolarización, a juzgar por la
tendencia positiva descrita por la curva.
4 El cual se puede consultar en la página web: http://www.secma.org
Germán-Soto y Sifuentes Herrera
Figura 6. Índice de dolarización a partir de la relación dólar/PIB.
Fuente: elaboración propia con datos del Banco de México.
Otra medida de dolarización consiste en estimar la proporción de dólares del total
de depósitos realizados en moneda nacional. La ecuación (10) refleja esta
relación:
f
t d
DTDP
DT
(10)
donde tDP es el cociente dólar-peso, fDT representa los depósitos totales en
moneda extranjera y dDT los depósitos totales en moneda nacional.
La Figura 7 muestra la evolución de este índice para la economía mexicana de
1986.1 a 2009.3. Destacan dos comportamientos claramente diferenciados. En una
primera etapa el índice es creciente, principalmente en los años previos al tratado
de libre comercio con Norteamérica, sin embargo, desde entonces éste ha
permanecido más bien en cifras constantes y no parece indicar ni una tendencia a
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La dolarización de la economía mexicana
la alza ni a la baja. Es posible apreciar, también, el efecto de la crisis de 1994-
1995 manifestado en un crecimiento súbito del cociente de dolarización que
rápidamente regresa a niveles constantes.
Una inspección visual permite deducir que las figuras 6 y 7 llegan a resultados
aparentemente diferentes con respecto al proceso de dolarización. En la Figura 6
parece existir evidencia de un proceso creciente, mientras que en la Figura 7 se
muestra un desarrollo que evoluciona alrededor de una constante. La respuesta se
encuentra en las variables usadas para cada indicador, puesto que una mayor
inversión extranjera y un incremento en las operaciones exteriores resulta en un
aumento de la demanda de divisas, lo que no implica lo mismo para el total de
depósitos pues la Figura 7 muestra niveles bajos de depósitos en moneda
extranjera respecto a depósitos en pesos.
Figura 7. Cociente dólares/pesos en depósitos (1986-2009).
Fuente: elaboración propia con datos del Banco de México.
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Germán-Soto y Sifuentes Herrera
Variable Coeficiente Error estándar P-value
Cociente dólar-peso (-1) 0.6625 *** 0.2194 0.0036
Expectativas de devaluación 0.0077 0.0265 0.7733
Expectativas de devaluación (-1) 0.0013 0.0259 0.9590
Expectativas de devaluación (-2) 0.0051 0.0249 0.8368
Riesgo cambiario 1.3224 * 0.7844 0.0967
Riesgo cambiario (-1) -4.6627 *** 1.2266 0.0003
Riesgo cambiario (-2) 3.2086 *** 0.8645 0.0004
Riqueza -0.0068 0.5351 0.9898
Riqueza (-1) -0.4515 * 0.2732 0.1000
Riqueza (-2) 0.3854 0.5299 0.4697
Variable dependiente: cociente dólar-peso
Periodo de estimación: 1986.1 - 2009.3
Observaciones incluidas: 75 después de ajustes
Suma de residuos al cuadrado: 1.5494
Durbin-Watson: 1.92
R2 = 0.89
Notas: variables estimadas en forma logarítmica de acuerdo a la ecuación (7).
Los valores entre paréntesis indican el número de rezagos de las variables.
*, ** y *** indican significancia al 10%, 5% y 1%, respectivamente.
Información adicional de la regresión
VI. Resultados del modelo de regresión
La ecuación (7) se estimó para el periodo 1986 (a partir del trimestre 1) a 2009
(hasta el trimestre 3). La variable expectativa de devaluación no es observable,
por lo que se realizó una aproximación a partir de las diferencias en las tasas de
inflación mantenidas entre México y los Estados Unidos. El riesgo cambiario
tampoco es una variable observable y en este caso se aproximó a través de la
diferencia entre el tipo de cambio nominal y el real. Para considerar la posibilidad
de efectos retardados en el tiempo, las variables explicativas fueron consideradas
con hasta dos periodos de rezago. Ensayos con mayores rezagos resultaron en
coeficientes estimados insignificantes, por lo que como máximo sólo fueron
requeridos dos rezagos. Por otro lado, al tratarse de variables que evolucionan en
el tiempo es de esperarse un fuerte problema de correlación serial. Para tratar y
corregir este problema el modelo se estimó a través del procedimiento Cochrane-
Orcutt. Las estimaciones para el periodo global arrojaron la información que se
presenta en el Cuadro 1 para el caso del cociente dólar-peso.
Cuadro 1. Resultados de regresión de la demanda de dólares, 1986.1 a 2009.3
La dolarización de la economía mexicana
El riesgo cambiario fue significativo, así como el primer rezago del cociente dólar-
peso y de la riqueza, sin embargo, las expectativas de devaluación no parecen
constituir una razón importante para que los agentes económicos incrementen la
demanda de dólares, a juzgar por la no significación de la variable tanto en su
valor actual como en sus rezagos. Este resultado parece ser consecuencia lógica
de la mayor estabilidad de precios que caracterizó al periodo de estudio,
principalmente desde los años noventa.
Las otras variables, además de significativas, presentan el signo esperado. Por
ejemplo, la variable con mayor influencia sobre la tasa de dolarización, como
cabría esperar, es el nivel de dolarización del periodo inmediato anterior. El signo
positivo indica que un componente importante del nivel de dolarización actual es
el valor registrado en el periodo anterior. Como un efecto de retroalimentación, si
los agentes aprecian que la economía está débil, entonces buscan minimizar el
riesgo invirtiendo en divisas (o dólares); pero si perciben que está fuerte, la
demanda de dólares disminuye, es decir, un efecto negativo lleva a una
disminución también de la demanda de dólares.
En el caso de la riqueza, el cociente de dolarización se reduce después del primer
trimestre (véase primer rezago), como consecuencia de que al aumentar la
producción se incrementan los depósitos en pesos. Sin embargo, no pasa lo mismo
con el riesgo cambiario. El coeficiente estimado positivo y significativo del riesgo
cambiario en su valor contemporáneo igual a 1.32 sugiere que por cada
incremento del 1 por ciento del factor riesgo cambiario en el país, las personas
aumentan la demanda de dólares en un valor cercano a 1.32 por ciento y aunque
el efecto del primer rezago es estimado negativo, en el segundo rezago el efecto
se vuelve positivo y mucho mayor, lo que da cuenta de la elevada volatilidad
cambiaria registrada en el país durante el periodo de análisis.
Al igual que otros estudios (Armenta y Lagunes, 2001), los resultados del modelo
no aducen a evidencia estadística convincente que avale una dolarización de la
economía mexicana. Los agentes económicos, sin embargo, parecen más sensibles
al riesgo cambiario que induce a mantener una mayor cantidad de dólares como
mecanismo de protección.
Germán-Soto y Sifuentes Herrera
El ajuste del modelo que es estimado en 89 por ciento sugiere que las variables
incluidas captan importantemente el fenómeno de la dolarización. Mientras que el
estadístico Durbin-Watson igual a 1.92 sugiere que la presencia de correlación
serial no representa un problema serio después de haber realizado correcciones
para controlar por este fenómeno, por lo que se puede confiar en la
interpretación del conjunto de estimaciones.
Los resultados no difieren mucho cuando se usa el índice de dolarización (es decir,
la relación dólar a PIB) como variable dependiente. Las expectativas de
devaluación siguen sin afectar la relación, mientras que el riesgo cambiario
continúa como el principal factor que acelera la dolarización. También aquí el
aumento de la riqueza no constituye un elemento que eleve la dolarización. El
Cuadro 2 resume los principales resultados con esta alternativa.
Cuadro 2. Resultados de regresión de la demanda de dólares, 1986.1 a 2009.3
La dolarización de la economía mexicana
Las figuras 6 y 7 sugieren que tal vez exista un cambio estructural en el cociente
de dolarización como consecuencia de la crisis financiera de 1994-1995. Esta crisis
pudo haber alterado de forma importante la relación de las variables como para
crear una reforma estructural. Gujarati (2004) plantea el uso de la prueba Chow
para valorar la estabilidad paramétrica del modelo, la cual consiste en ver si los
parámetros sufrieron alguna modificación de su valor durante el periodo de
análisis, basada en el uso de la suma de los residuos al cuadrado (SRC) de las
regresiones. Los pasos para estimar la prueba Chow son:
1.- Se estima la ecuación original, a la que se llamará regresión global o
regresión restringida, la cual toma datos desde el tercer trimestre de 1986,
hasta el tercer trimestre del año 2009 (los resultados de los cuadros 1 y 2
constituyen las estimaciones de esta regresión).
2.- Enseguida, la regresión global se divide en dos periodos y se estiman las
ecuaciones correspondientes. Se llamará regresión 1 al periodo que abarca
desde el tercer trimestre de 1986 hasta el segundo trimestre de 1996.
3.- El siguiente paso es obtener la regresión del segundo periodo, el cual
comprende del tercer trimestre de 1996 hasta el tercer trimestre de 2009.
4.- Con los datos obtenidos se calcula una prueba F (véase ecuación (8)) para
ver si existe un cambio estructural dentro la serie de tiempo y se compara con
el valor crítico tabulado.
Las regresiones por subperiodo arrojan los resultados de la prueba Chow que se
muestran en el Cuadro 3 para los dos modelos ensayados. No se muestran los
resultados de las regresiones por subperiodo por falta de espacio y porque además
las estimaciones no mejoraron significativamente a las del periodo global.
Germán-Soto y Sifuentes Herrera
Cuadro 3. Resultados de la prueba de cambio estructural.
Dado que F calculada es menor a la F crítica es posible rechazar la hipótesis nula
de inestabilidad paramétrica en ambos modelos, con lo cual se puede concluir que
no existe evidencia de que haya un cambio estructural en los datos. En este caso,
las regresiones de los periodos 1 y 2 son de dudoso valor, por lo que todas las
conclusiones se pueden derivar de la ecuación no restringida, también llamada
ecuación global.
Una vez obtenido el resultado de la regresión del modelo y las pruebas aplicadas,
se observa que el proceso de dolarización en la economía no es preocupante, sin
embargo, la tendencia a dolarizar saldos monetarios reales ocurre cuando se
incrementa el riesgo cambiario. Por lo tanto, si hablamos de un ámbito
macroeconómico los resultados sugieren que la economía mexicana no presentará
riesgos a dolarizarse siempre que los agentes económicos perciban estabilidad de
precios y tipos de cambio estables.
Sin embargo, es posible que regiones específicas observen un comportamiento
distinto, es decir tiendan a dolarizarse, como puede estar sucediendo en las
regiones fronterizas de México con los Estados Unidos, donde la circulación del
dólar es mucho mayor que en el resto del país y la competencia con el peso es
más fuerte.5 Aunque este caso merece investigarse a mayor profundidad.
5 Agradecemos a dos dictaminadores anónimos esta observación.
Cociente de Índice de
dolarización dolarización
SRC de la regresión global 1.5495 1.2881
SRC de la regresión no restringida 1.4893 1.2930
Grados de libertad (numerador) 10 10
Grados de libertad (denominador) 40 40
Valor F calculado 0.1617 -0.0151
Valor F tabulado 2.80 2.80
Modelo
La dolarización de la economía mexicana
VII. Conclusiones
El estudio del tipo de cambio parece mostrar una pequeña evidencia de la
tendencia del dólar en la economía mexicana, es natural que conforme avanzan
los años esta paridad se incremente, pero según las aportaciones de Barcelata
(2008) y otras referencias bibliográficas, se concluye que dicha paridad debería
ser menor a la observada actualmente. Entre más pesos por dólar se tenga como
paridad, el dólar ganará un mayor terreno en la economía.
La evolución de los índices de dolarización constituye una forma adecuada de
mostrar evidencia sobre el comportamiento de monetización extranjera en
economías no dolarizadas oficialmente, como en el caso de la economía
mexicana.
Los resultados econométricos señalan que existe un proceso a incrementar los
saldos en dólares después de dos periodos (trimestres), ya que las variables fueron
positivas y significativas hasta el segundo periodo. Dentro de estas variables la
que estimó un impacto mayor fue el riesgo cambiario, aunque este resultado
parece responder a la volatilidad financiera que experimentó el país (crisis de
1994/95, y los años de recesión entre 1998 y 2002). Se destaca que las
expectativas de devaluación no constituyen una fuente de dolarización, ello habla
muy bien de los beneficios obtenidos por un control de la inflación tan estricto
que se siguió desde los años noventa.
A priori, la crisis ocurrida en 1994-1995 sugiere tratar la serie en dos partes. Es
decir hacer dos periodos y estudiar cada una por separado. Sin embargo, una vez
aplicada la prueba Chow se encuentra que las medidas de dolarización regresaron
a su senda normal. Por tanto, la crisis de 1994-1995 sólo produjo un cambio
transitorio sin consecuencias de largo plazo en la dolarización de la economía.
La evidencia empírica puede enriquecerse si se considera una metodología
econométrica diferente a la usada aquí. Por ejemplo, pueden aplicarse pruebas
estocásticas de series de tiempo como raíces unitarias y de cointegración para
tener estimaciones menos sujetas a los supuestos implícitos desde una regresión
por mínimos cuadrados ordinarios. Se dejan estas ideas como posibles líneas de
investigación futura.
Germán-Soto y Sifuentes Herrera
Finalmente, los resultados permiten rechazar la hipótesis de que la economía
mexicana se encuentra extraoficialmente dolarizada, dado que la relación dólares
a pesos en depósitos (así como de dólares a producto) se ha mantenido
prácticamente constante entre 1986 y 2009. Además, las regresiones sugieren la
no existencia de algún cambio de régimen que indique mayor dolarización desde
que se acentuó el proceso de apertura comercial en el país.
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