La crítica nihilista del conocimiento en Nietzsche

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    La crtica nihilista del conocimiento en Nietzsche

    JRGEN HABERMAS

    PUBLICADO EN SOBRE NIETZSCHE Y OTROS ENSAYOS, VERSINCASTELLANA DE CARMEN GARCA TREVIJANO Y SILVERIO CERCA, MADRID,TECNOS, 1982.

    La obra de Nietzsche ha ejercido una particular fascinacin en el perodo deentreguerras, sobre todo en Alemania. El pathos de sus juicios y de sus prejuicios, lasimpresionantes frmulas de su filosofa de la decadencia y la seductora proposicinde los afectos que dicen s, han determinado el carcter espiritual y losplanteamientos de toda una generacin de intelectuales seudoradicales, descontentosde la tradicin occidental. Mentes tan heterogneas como Oswald Spengler, CarlSchmitt, Gottfried Benn, Ernst Jnger, Martin Heidegger e incluso Arnold Gehlenmuestran afinidades en este apasionamiento; son ejemplos de un efecto que derivams hondamente de las expresiones del pensamiento que del argumento aislado.Nietzsche configur y robusteci por entonces una mentalidad que, ciertamente, no haquedado delimitada en modo alguno a los revolucionarios de derecha. Todo estonos queda atrs y nos es casi incomprensible. Nietzsche ha perdido por completo sucapacidad de contagio.

    LA DISCUSIN FILOSFICA EN TORNO A NIETZSCHE

    La influencia directamente literaria estuvo acompaada en los aos veinte, y alprincipio de los aos treinta, de una discusin filosfica sobre la concepcin delmundo de Nietzsche. Los tres elementos centrales de su doctrina: el surgimiento delnihilismo, la voluntad de poder y el eterno retorno de lo mismo fueron, sobre todo,reconstruidos como tesis de un escritor filosfico e investigados en su conexinmutua. La forma implcita de una filosofa no slo asistemticamente expuesta, sinoajena por principio a la argumentacin y obediente tan slo a la disciplina de la

    concisin aforstica, ofrece a la interpretacin un inusitado margen de libertad. Dichomargen ha invitado con demasiada frecuencia a los intrpretes a utilizar a Nietzsche

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    como pantalla de proyeccin de la propia filosofa. As demuestra Klages[i] enNietzsche una contraposicin metafsica entre vida y espritu; Bumler[ii] extrae deNietzsche una filosofa del poder bien contempornea; Jaspers[iii] diluye en smboloslas afirmaciones de Nietzsche y fija su mirada en el movimiento trascendente delpensar; Heidegger[iv] interpreta a Nietzsche como fin y viraje de la metafsica

    occidental -un ltimo y grande ejemplo del ocultamiento de la verdad del ser; eincluso Lwith[v], a pesar de mantener cuidadosamente ante la vista el conjunto de laobra filosfica de Nietzsche, utiliza empero la doctrina del eterno retorno parademostrar su propio retroceso desde la cima de lo moderno, es decir su vuelta delpensamiento histrico a la concepcin cosmolgica de la antigedad.

    Tras la segunda guerra mundial, la discusin alemana en torno a Nietzsche encuentraun eco en USA y en Hungra. Walter Kaufmann[vi] sita enrgicamente losfragmentos de doctrina filosfica de Nietzsche en conexin con la crtica de la religin,y por tanto con la tradicin ilustrada de la edad moderna. Una mitigacin clasicista

    del concepto de superhombre le permite prescindir totalmente de aquellasimplicaciones que han sido, no obstante, decisivas para la historia de la influenciapoltica de Nietzsche. En ellas se concentra Lukcs,[vii] quien concibe a Nietzschecomo el filsofo que en el perodo imperialista llev por vez primera a expresinexplcita la corriente, nacida con el Romanticismo, de un irracionalismo tpicamentealemn, dependiente del retardado desarrollo social.

    La discusin filosfica habida hasta ahora con Nietzsche tiene algo de comn, pormuy heterogneos que hayan sido los puntos de vista interpretativos y pordifcilmente que se dejen armonizar entre s las distintas interpretaciones: el habersemovido dentro de la dimensin elegida por el mismo Nietzsche. Ha seguido elimpulso que brot de la ruptura con la gran filosofa, a mediados del siglo XIX, y decuyas consecuencias prcticas cobr Nietzsche aguda conciencia asignndoles laetiqueta de nihilismo. La discusin filosfica ha conectado con la experienciafundamental de Nietzsche: la constatacin de que la pretensin, clsicamente abrigadapor la teora, de comprender la esencia del mundo y mediante ello orientar al hombreen su accin, no puede coexistir por ms tiempo con las pautas de la ciencia moderna(ni resiste a una crtica de la ideologa de orientacin positivista regida por esaspautas). Nietzsche ha despojado de su pretensin teortica a las tradiciones de fe de lareligin judeocristiana y asimismo de la filosofa griega, reducindolas a apelacionesde la legislacin moral, a motivaciones del obrar y de la consolidacin normativa delpoder. Las orientaciones del obrar resultan depender tan slo de valores, queprescinden de un nexo teortico, y con ello de la posibilidad de una fundamentacincrtica: aqu est, precisamente, el escndalo. Al no poder liberarse de la exigenciafilosfica de concebir lo que es y lo que debe ser, y al tener que sostener a la vez queesa exigencia es filosficamente irrealizable, se le plantear a Nietzsche un problemaque en modo alguno se plantea al positivismo.

    Nietzsche no se conforma con la solucin escptica de aquel nihilismo pasivo que se

    aferra a la indiferencia frente a un pluralismo de valores; l encuentra absolutamentela misma insuficiencia en el decisionismo, que se le antoja una confirmacin activista

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    de la irracionalidad de los valores. Ms bien intenta, a travs de la reflexin sobre lagnesis del nihilismo, rescatar el fundamento que posibilite de nuevo una visinorientadora del obrar: Por qu, pues, es necesario el surgimiento del nihilismo?Porque son los valores que hasta ahora hemos tenido los que llegan con l a su ltimaconsecuencia; porque el nihilismo es la lgica, pensada hasta el fin, de nuestros

    grandes valores e ideales -porque hemos de vivir primero el nihilismo para llegar astras lo que propiamente sea el valor de esos valores... Tenemos necesidad, cuantoantes, de nuevos valores...[viii]. Los nuevos valores reclaman un proyectofilosficamente fundado de orientaciones del obrar futuro, no proyecciones arbitrariaspara una praxis ciega.

    Nietzsche ha ensayado darnos esta fundamentacin filosfica de la transmutacin detodos los valores con una teora de la voluntad de poder y con la hiptesis del eternoretorno de lo mismo. La conexin de cada uno de estos dos fragmentos de doctrinacon un nihilismo pensado hasta el fin como resultado de una crtica de la moral que

    se extiende a toda la tradicin occidental, es iluminadora: el fin del pensamientoteleolgico, el fin de un objetivismo, ante el cual las creaciones subjetivas habancobrado el carcter de estructuras subsistentes en s mismas, es igualmente ratificadopor la libre productividad de una voluntad de poder consciente de s, como,asimismo, por el resignado reconocimiento del curso cclico de la naturaleza,indiferente para con los sujetos. Menos iluminadora es, sin embargo, la relacindialctica que guardan entre s estas dos tesis, al parecer inconciliables. En la discusinfilosfica que he mencionado se delinean, en principio, cuatro propuestas de solucin.Las dos primeras son simples, pero, evidentemente, se quedan cortas: o bien una delas dos tesis, la doctrina del eterno retorno, es postergada en favor de la otra, o bien

    son las dos desdibujadas hasta el extremo de que su conciliacin deja de ser problema.Los otros intentos se dirigen a establecer entre ambas tesis un orden serial, tantolgico como histrico-psicolgico. Por una parte, est el intento de concebir lahiptesis del eterno retorno como la doctrina propiamente afirmativa de Nietzsche: latesis de la voluntad de poder no representa ms que el estadio de reflexin en el quela conciencia moderna se hace cargo de sus, hasta entonces velados, presupuestosnihilistas, y se supera a s misma en favor de un retroceso a la concepcin antigua delmundo. A este intento se opone frontalmente el otro, que consiste en interpretar comomero trnsito la tesis del eterno retorno de lo mismo: esta doctrina tiene el valor deinstalarse como ejercicio que nos libera del anatema del pensamiento teleolgico y nos

    deja por ello inicialmente en situacin de remontarnos ms all de las tradicionesmorales, en las cuales ha quedado eventualmente dogmatizado un complejoparticular de las condiciones de vida, y reconocer la voluntad de poder como lacondicin general de la razn prctica.

    Yo no quisiera entrar en esta discusin, porque no estoy convencido de que an tengapleno sentido una confrontacin directa con la filosofa de Nietzsche sobre laconsumacin del nihilismo. El supuesto filosfico de la discusin, a saber, la hiptesisde que sea factible interpretar los aforismos en su conjunto como un sistema, fuesiempre cuestionable. El fragmento es, y no casualmente, la forma literaria de unpensamiento que busca sustraerse a la coercin del sistema. Mas hoy es totalmente

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    discutible si la conexin de aquellos tres teoremas puede reclamar algo ms que uninters histrico-cultural aislado. Las interpretaciones contrapuestas que handeterminado la discusin mantenida hasta ahora slo pueden ser comprobadas ycorregidas si uno considera temticamente la destruccin nietzscheana de lastradiciones occidentales, y no slo la crtica de la ideologa en general, sino el supuesto

    bsico de la crtica de la moral de que el instinto de decadencia se ha enseoreado delinstinto de ascensin. Basta tomar una de las frases nucleares de esta filosofa de ladecadencia para reconocer en ella las lneas de aquella crtica de la cultura de fin desicle especficamente burguesa, que tiene menos el aire de llegar a ser ella misma,tomada en serio, crtica de la ideologa que de convertirse en objeto de sta.

    Otra cosa sucede con los argumentos formales que operan a la base del desarrollotemtico de la tesis nihilista. La crtica de la moral tiene como presupuesto general laperspectiva de la interconexin de teora y praxis vital. Nietzsche ha visto que lasnormas del conocimiento no son independientes por principio de las normas del

    obrar; que hay una vinculacin inmanente entre conocimiento e inters. Aqu seapuntan, en mi opinin, los elementos de una teora no convencional delconocimiento, que pueden servir para una investigacin filosfica de intencinsistemtica.

    Yo encuentro las bases para una reconstruccin de la teora nietzscheana delconocimiento, que est implcita sobre todo en los fragmentos pstumos, en un trabajode Alfred Schmidt[ix], que intenta hacer fructfero el pragmatismo de Nietzsche parauna critica del conocimiento apoyada en Marx; y posteriormente en el notable libro deArthur C. Danto[x], que parte de la crtica del lenguaje de Nietzsche y establecesorprendentes paralelismos con la filosofa analtica que arranca del ltimoWittgenstein. Hasta el presente, y desde las tempranas exposiciones de RudolfEisler[xi] y de Hans Vaihinger[xii], la teora del conocimiento de Nietzsche apenashaba encontrado un inters serio[xiii]. Por tanto, es hoy necesario plantear de nuevola discusin.

    CRITICA DEL HISTORICISMO

    La crtica de Nietzsche se dirige por igual contra el concepto contemplativo delconocimiento y contra el concepto de la verdad como correspondencia. La teora puraque, desligada de todas las relaciones prcticas de la vida, concibe las estructuras de larealidad de manera tal que las proposiciones teorticas son verdaderas sicorresponden a un ser en s, es mera apariencia. Pues los actos de conocimiento estninsertos en nexos de sentido que necesariamente se constituyen de antemano en lapraxis vital, en el hablar y obrar. Ciertamente, la filosofa bajo esa apariencia de lateora pura, como antes bajo mitos y religiones, ha producido un saber que

    permaneci referido a la praxis: las normas del mundo humano deban tomarse delorden de la naturaleza; lo que se contemplaba como cosmos poda transmutarse en

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    ethos. Pero la ciencia moderna ha roto con esta categora de conocimiento de laesencia. Igual que antes, esta ciencia quisiera reivindicar para s la ilusin de la purateora, pero con las ontologas, con las interpretaciones, tambin referidasconstantemente en secreto a la praxis, del ser en general, la relacin de teora y praxisse trastorna desde su fundamento. De las teoras cientficas se sigue un saber

    tcnicamente utilizable, pero no un saber normativo ni orientador de la conducta: Laciencia averigua el curso de la naturaleza, pero no puede jams impartir rdenes alhombre. Inclinacin, amor, placer, dolor, exaltacin, creacin... nada de esto conoce laciencia. Lo que el hombre vive y experimenta, tiene l que interpretarlo para s desdealguna parte; y de acuerdo con ello, valorarlo[xiv].

    Por aquel entonces Nietzsche, en la primera mitad de los aos setenta, tuvo todavaante los ojos un modelo de un conocimiento que permaneca al servicio de la vida:el conocimiento del historiador. Aqu, en el dominio de las ciencias histrico-filolgicas que haban tomado su gran impulso precisamente con la escuela histrica,

    pareca poder conservarse an, al menos en principio, aquel vnculo entre vivir yconocer que haba sido desgarrado por la moderna ciencia natural y, en pos de ella,por una destruccin positivista de la filosofa. La segunda de las Consideracionesintempestivas trata de La utilidad y los inconvenientes de la historia para la vida,porque Nietzsche ve en el desarrollo metdico de las ciencias contemporneas delespritu el peligro de que el saber orientador de la conducta sea tambin arrojado deeste refugio. El historicismo es la forma en que las ciencias del espritu sindependizan de la praxis y disuelven el ltimo vnculo entre conocimiento e inters.

    Ya antes de que el sentido histrico y la cultura de la comprensin omnmodahayan encontrado en Dilthey su gran defensor metodolgico y su brillante teorizador,investiga Nietzsche la problemtica de una posicin que encuentra en cualesquieraobjetivaciones del espritu un motivo de reproduccin emptica. La presentacinesttica de un universo de hechos espirituales conduce, en verdad, a una anestesia delsentido histrico: coadyuva al enriquecimiento de una interioridad catica, pero haceal hombre insensible para una tradicin que es relegada al mutismo del museo. Dadoque los procedimientos positivistas de las ciencias del espritu no slo requieren quese reflexione sobre la dependencia de intereses dogmticamente limitativos, sino quetambin, y como precio de la objetividad del conocimiento, llevan consigo unaextincin general de la subjetividad del cognoscente, el historiador pierde el acceso ala historia misma. Slo en la medida de una participacin en la trama vital, y anoperante, de la historia, puede ser sta apropiada teorticamente. Una vez quedan laspersonalidades vaciadas de la manera descrita, hasta haber logrado imponerles unaperpetua falta de subjetividad o, como se dice, objetividad, entonces resulta imposiblehacer nada con ellas; no importa qu sea lo bueno y justo que pueda haber sucedido,trtese de una hazaa, de poesa o de msica: inmediatamente mira el vacuo eruditopor detrs de la obra y pregunta por la historia del autor[xv].

    De nuevo es la independizacin del conocimiento respecto de la praxis lo que

    desasosiega a Nietzsche. La narracin histrica trocada en ciencia relega lastradiciones vigentes a un rea ausente de compromisos, en vez de mover a

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    apropirselas en una reflexin rica en consecuencias para la praxis. Su nicaconclusin prctica es: en todas las pocas fue diferente; nada importa cmo seast![xvi]. A esta neutralizacin de las consecuencias del saber histrico que sirven deorientacin para la accin corresponde ciertamente la palpable consecuencia de unapraxis intacta de teora, entregada a los intereses naturales, sustrada a los impulsos

    que garantizan la madurez: Pero esto precisamente slo quiere decir: los hombresdeben ser educados para cumplir los objetivos de la poca, para que as,oportunamente, ayuden en lo posible; deben trabajar en la fbrica de las utilidadesgenerales antes de alcanzar la madurez, al objeto, ciertamente, de que no la alcancennunca, pues esto sera un lujo que arrebatara una cantidad de fuerza al mercado detrabajo[xvii].

    Nietzsche dilucida las funciones que puede asumir una historia no enajenada de lapraxis vital y que ha asumido en la conciencia histrica de los pueblos, considerandolos ejemplos de la historiografa monumental, la historiografa de anticuario y la

    historiografa crtica. Las tres se ajustan al principio de que el conocimiento del pasadoes buscado en servicio del presente y del futuro. Reaccionan a necesidades queproceden de la misma trama objetiva de la vida y requieren determinadas formas deelaboracin de la tradicin. La historiografa monumental se dirige a la grandeza delpasado, que se contrapone al presente con la fuerza imperativa del modelo. Cuandola violencia de muertas tradiciones paraliza la vida presente, cuando la continuidadde la historia debe saltar en pedazos, presta aliento el ejemplo del pasado -esto fueposible una vez, y por tanto tambin ahora ser posible de nuevo!- para romper conlas rutinas del presente. La historiografa de anticuario procede en cambio justamentecuando amenaza romper la continuidad de la historia y las interpretaciones de la vida

    que slo son capaces de dar sentido al presente amenazan ser oprimidas o niveladasen una conciencia ahistrica. Esta erosin de lo tradicional es contrarrestada por unpensamiento vinculador que mantiene abierta la dimensin del recuerdo. Cierto quela apropiacin de la tradicin puede subsistir como aplicacin viva a la situacinpresente slo en la medida en que las ideas cargadas de futuro sean enrgicamentedepuradas de lo apologtico y oscurecedor que arrastren consigo. Slo lahistoriografa crtica, que muestra que todo pasado es (tambin) digno de ser

    juzgado puede conducir a una liberadora reflexin sobre la historia como una seriede represiones, deseos insatisfechos y posibilidades frustradas.

    Los tres tipos de historiografa sealan tres momentos de la reflexin histrica engeneral. Esta interpreta el lema de la historia como mensaje de orculo: Slo comoarquitectos del futuro, como conocedores del presente lo comprenderis[xviii]. Peroesto significa que el sujeto cognoscente no puede, en la consideracin de la historia,prescindir del horizonte de su mundo; slo desde l puede apropiarse un saber quereincide sobre las perspectivas de su obrar y cuyo horizonte configura y amplia. No esel prescindir metdicamente de las relaciones cognitivas del punto de partida de lahermenutica lo que garantiza amplitud y serenidad a la conciencia histrica, sinoaquella fuerza selectiva de la comunicacin que Nietzsche llama fuerza plstica deun hombre, de una cultura: me refiero a aquella fuerza de crecer peculiarmente

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    desde s mismo, de conformar y asimilar lo pasado y lo extrao, de sanar heridas, desustituir lo perdido, de restaurar por s las formas destrozadas[xix].

    Desde luego que estas consideraciones no conducen propiamente a las ciencias delespritu a una reflexin sobre s. Nietzsche tiene el convencimiento de que es la

    historiografa trocada en ciencia como tal lo que enajena inevitablemente a ladescripcin histrica y la aleja de la praxis vital. La crtica del historicismo comoobjetivismo de las ciencias del espritu no se dirige, por tanto, contra una falsaautocomprensin ciencista de la historia contempornea, sino contra la historia comociencia: la constelacin de vida y conocimiento slo se ha alterado por la exigencia deque la narracin histrica debe ser ciencia. La hermenutica filosfica que se hadesarrollado desde una crtica inmanente, procurada fenomenolgicamente, enDilthey y en las bases de filosofa vitalista de la escuela histrica, ha llegado entretantoa un resultado diferente. Tampoco los rigurosos procedimientos de una investigacinobjetivizante pueden disolver el nexo lgico entre la comprensin hermenutica y la

    precomprensin perspectivista de los intrpretes[xx]. Aquella constelacin de vida yconocimiento, que Nietzsche postula para escribir la historia, puede ciertamente serocultada por la historia cientifista, pero nunca ser totalmente suprimida: elladetermina inalienablemente la lgica de las ciencias del espritu, cualquiera que sea elmodo en que la autocomprensin objetivista lo pueda hacer olvidar. Nietzsche, por suparte, lleva su exigencia desde fuera al interior de la historia: sta debe recuperar susignificado para la praxis vital despojndose a s misma, aun pagando el precio de unaposible objetividad, de la camisa de fuerza de la metodologa cientfica y dejando deser ciencia estricta.

    Incluso frente a las ciencias del espritu era este postulado una exigencia. Aququisiera Nietzsche todava tranquilizarse con la consideracin: No es la victoria de laciencia lo que seala nuestro siglo XIX sino la victoria del mtodo cientfico sobre laciencia[xxi]. Pero, claramente, no propone esta frmula en primer lugar contra lasciencias de la naturaleza. Una exigencia anloga de romper con el pensamientometdico se hubiera enfrentado aqu con el inconmovible corpus de la investigacin.Adems Nietzsche saba que el nihilismo se apoyaba en las reglas de la crtica queprimeramente haba establecido la ciencia moderna. Aun cuando l quisiera salvar lasintenciones del exigente concepto de una teora que tiene significacin para la vida, apesar de la reconocida ruptura con la tradicin, no podra desde luego salvarlas encontra del mtodo cientfico -por tanto, en contra de la lgica de las ciencias de lanaturaleza y del espritu, cuyos modelos, empero, haban forzado aquella ruptura. SiNietzsche quisiera hacer patente la posibilidad de un saber orientador de la conducta,su crtica no podra dirigirse sobre la concepcin de la historiografa como ciencia,sino que ms bien debera retroceder radicalmente hasta por detrs de la concepcincientfica del mundo para concebir el conocimiento como tal desde su anterior einalienable vinculacin con la praxis, en contra de toda ilusin, incluida la ciencista,del objetivismo. Este es el sentido de la consumacin del nihilismo.

    Curiosamente, esta crtica radical del conocimiento se haba introducido ya en 1873con el ensayo Sobre la verdad y la mentira en sentido extramoral, sin dejar huella

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    alguna en la Segunda consideracin intempestiva, publicada slo un aodespus[xxii]. Pero desde la mitad de la dcada de los setenta vuelve Nietzsche atomar esta crtica. Ahora somete tambin a la ciencia moderna a la mismarecriminacin, moral y crticamente motivada, de ideologa, para la cual hastaentonces se haba limitado a proporcionar los cnones. Intuye que la autoconciencia

    ciencista de dicha ciencia ha abandonado ciertamente la pretensin normativa deconocer las esencias, pero en conjunto, al pretender la comprensin descriptiva de lasleyes naturales y de la explicacin causal de los sucesos naturales, ha aceptado ensecreto la herencia del concepto contemplativo del conocimiento y del concepto de laverdad como correspondencia: Alborea ahora en cinco o seis mentes tal vez, quetambin la fsica es, a lo sumo, una exposicin y una ordenacin..., pero no unaexplicacin, del mundo[xxiii].

    UN CONCEPTO REVISADO DE LO TRASCENDENTAL

    El ensayo Sobre la verdad y la mentira en sentido extramoral, que debe poner aldescubierto las bases morales del concepto de verdad, deja ya adivinar el esbozo de lateora nietzscheana del conocimiento. Nietzsche parte de dos funciones delconocimiento. El entendimiento es un medio de afirmacin propia: est al servicio dela adaptacin y del dominio de la naturaleza. La proyeccin de mundossimblicos refleja, por una parte, ilusiones y fantasas desiderativas que permiten unasatisfaccin virtual, compensacin de fracasos y el disimulo de debilidades y peligros

    reales. La red de formas simblicas que arrojamos sobre la naturaleza tiene, por otraparte, la funcin de poner bajo control un medio ambiente amenazador y asegurar lareproduccin de la vida lejos de los cuernos y agudos colmillos de las fieras. Enambos casos se apoya el entendimiento en el instinto de crear metforas, y por tantoen la energa fundamental de crear sentido simblico. En ambos casos entra el mundoficticio de los smbolos al servicio de la satisfaccin de necesidades elementales; allposibilita una simulacin y sustitucin fantsticas, aqu una disponibilidad tcnica yun ejercicio fctico de poder. En ambos casos debe, ciertamente, cumplirse la adicionalcondicin de que el hombre no perciba como tales sus propias maquinaciones. Slo lailusin objetivista de que sus interpretaciones puedan ser bsicamente verdaderas, y

    sus ficciones conocimiento, le confiere seguridad: Slo por el olvido del primitivomundo de metforas... slo olvidndose el hombre de s mismo como sujeto, yprecisamente como sujeto que crea artificialmente, vive en tranquilidad, seguridad ycoherencia[xxiv].

    El soterrado objetivismo que oculta que la subjetividad creadora de sentido es la queproduce las condiciones de posible interpretacin de aquello que tomamos comorealidad, es condicin de existencia de una especie que se conserva por virtud de lainteligencia. En cuanto es entrevista aquella ilusin, inmediatamente se desmoronatambin el correspondiente concepto de verdad en el sentido de un convencionalismolingstico. La posibilidad de verdad como objetividad de la validez de proposiciones

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    est eo ipso puesta con el lenguaje, ya que la comprensin lingstica requiere elconocimiento intersubjetivo de reglas. El peculiar instinto de verdad es slo undeber moral que la sociedad impone para existir: ser veraz quiere decir usar lasmetforas comunes, y por tanto, expresado moralmente: ...mentir segn unaconvencin establecida[xxv].

    El estrato elemental de la significacin simblica consiste en imgenes que sonproducidas poticamente con ocasin de estmulos externos. Entre imagen yexcitacin nerviosa no existe, por tanto, ninguna relacin unvoca y reversible decorrespondencia; cmo haya de cambiarse el motivo externo en significacinmetafrica es algo que depende ms bien de la subjetividad creadora de sentido; asejercitamos un juego de tanteo sobre el dorso de las cosas. Slo la fijacinconvencional de determinadas metforas proporciona a los productos de la fantasauna apariencia de correspondencia y con ello, de verdad. Esta asimilacin poticadel entorno, la metamorfosis del mundo en el hombre se consuma realmente

    siempre en el marco de las formas gramaticales primitivas. Si nos movisemos slo enel estrato de las metforas quedaramos cautivos del mundo de los sueos. Slo elaparato de conceptos y abstracciones funda un mundo intersubjetivo de vidadespierta. Esta construccin de conceptos est preformada en el lenguaje.

    En la gramtica del lenguaje estn incluidas las reglas segn las cuales nosotrosordenamos categorialmente los contenidos metafricos. Esa artstica forjacin demetforas presupone ya aquellas formas... Slo por la firme persistencia de estasformas originales se explica cmo, desde las mismas metforas, podra reconstruirsedespus, a su vez, un edificio de conceptos[xxvi]. La ciencia se deja concebir comouna continuacin reflexiva de la abstraccin situada inmanentemente ya en ellenguaje, e igualmente el arte como una continuacin de la forjacin originaria demetforas al nivel del lenguaje desarrollado. El tipo de hombre racional es elcientfico, que desarrolla el entendimiento al servicio del dominio de la naturaleza; elartista, por el contrario, es el hombre intuitivo. Aqul rechaza el mal, sin obtener,empero, felicidad de sus abstracciones; ste, al dar expresin a sus intuiciones, no sloproscribe los peligros, sino que experimenta a la par iluminacin, entusiasmo,salvacin. Por lo dems, Nietzsche exhibe en esta ocasin una especie de dialcticanegativa que hace saltar las categoras de la ciencia en el plano mismo delplanteamiento cientfico y se deja guiar por intuiciones -un camino alternativo a lamstica: ...el hombre enmudece, ...o habla en metforas netamente prohibidas o eninauditas construcciones conceptuales, para, al menos a travs de la destruccin y dela burla de las antiguas barreras de conceptos, corresponder creadoramente a lasugestin de la poderosa intuicin actual[xxvii]. Nietzsche no ha hecho, en cuanto yoalcanzo a ver, ningn uso de la posibilidad de justificar su propia teora, incluso suteora del conocimiento, bajo este punto de vista del hablar indirecto.

    Ahora bien, si la ciencia se limita a desplegar el aparato categorial edificado sobre ellenguaje y objetiviza a la naturaleza dentro de este marco cuasitrascendental al tiempo

    que la analiza con vistas a una posible utilizacin tcnica, entonces la ms inmediata

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    tarea de una teora del conocimiento cientfico es repetir y revisar desde la lgica dellenguaje la crtica trascendental kantiana de la conciencia.

    Una gran parte de los anlisis dispersos, que se encuentran sobre todo en la obrapstuma, pero tambin en el primer libro de Aurora y en los textos reeditados de

    Humano, demasiado humano, de Ms all del bien y del mal y de El crepsculo de losdolos, puede entenderse tambin como un intento de deducir lingstico-trascendentalmente las categoras. Las categoras, o prejuicios de la razn, tienen anuestro lenguaje por perpetuo abogado. El lenguaje pertenece por su origen a la pocade la ms rudimentaria forma de psicologa: el anlisis consciente de laspresuposiciones fundamentales de la metafsica del lenguaje, o dicho en nuestroidioma, de la razn, nos pone en presencia de un tosco fetiche[xxviii].

    El ms viejo artculo de fe es el concepto del yo como una identidad. Esta identidades proyectada a todas las cosas, con lo cual surge por vez primera la categora decosa, de la que se pueden predicar propiedades -si no nos considersemos anosotros mismos como unidades, nunca hubisemos formado el concepto de "cosa".En la primitiva forma gramatical de la proposicin, la relacin sujeto-predicado haderivado hacia un esquema general de explicacin. De anlogo modo se ha fijadocomo forma gramatical la ficticia distincin entre el sujeto activo y el obrar mismo.Dicha distincin arrastra consigo las categoras de causa y efecto, pues la causalidades representada segn el modelo de una obediencia del sujeto agente ante las leyes:Nosotros encontramos una frmula para expresar un tipo de consecuencia quesiempre se repite; con ello no hemos descubierto ninguna ley, ni mucho menos unafuerza, que sea la causa de la repeticin de la consecuencia. El que algo suceda de tal ytal modo es interpretado aqu como si un ser obrase, siempre por obediencia a una leyo a un legislador:... el fallo se oculta en la potica intromisin de un sujeto[xxix]. A1igual que las categoras del entendimiento (y las reglas de la lgica), Nietzsche concibetambin los esquemas perceptivos del tiempo y del espacio, las operaciones del contary del medir (tiempos, espacios y masas) como ficciones, que adquirimos en el ejerciciode la gramtica de nuestro lenguaje como a priori necesitante de toda posibleinterpretacin tanto ordinaria como cientfica.

    Pero si los prejuicios de la razn, que Kant haba llamado juicios sintticos a priori,

    tienen sus races en la estructura del lenguaje, y si la identidad del sujeto hablante, apartir de la cual haba forjado Kant la unidad de la conciencia trascendental engeneral, el yo constituyente del mundo, es igualmente una ficcin lingstica -entonces el aparato categorial no puede seguir llamndose trascendental en el sentidokantiano. Nietzsche cambia la pregunta: Cmo son posibles los juicios sintticos apriori? en la pregunta: Por qu es necesaria la fe en tales juicios?. Ciertamente queaquellos prejuicios de la razn siguen siendo trascendentales en el sentido deineludibles condiciones subjetivas de toda posible interpretacin lingstica de larealidad; pero no son de ninguna manera trascendentales en el sentido de validezapriorstica, es decir, incondicionada. Porque estn totalmente adheridos a las formas

    contingentes de nuestro lenguaje, y las reglas gramaticales del lenguaje son, comotodo lo simblico, una creacin de la poiesis, de la actividad creadora de sentido. La

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    compulsin que nos fuerza a tener por verdaderos los prejuicios a priori de la raznno resulta de que stos sean verdaderos en un sentido trascendental; ms bien es, alcontrario, que el sentido de verdad resulta de la funcin necesitante del tener-por-verdadero. De ah la pregunta de Nietzsche: por qu es necesaria la fe en los juiciossintticos a priori?

    La respuesta de Nietzsche es: porque en esta necesitacin lgica se impone lacompulsin metalgica de la historia natural, que es cabalmente la necesidad prcticade la reproduccin de la vida: Hasta qu punto es nuestro entendimiento unaconsecuencia de las condiciones de existencia? Nosotros no lo tendramos si no nosfuese necesario; y no lo tendramos as, si no lo necesitsemos as, si pudisemos vivirtambin de otra manera[xxx]. Todava ms incisivamente: En la constitucin de larazn, de la lgica, de las categoras, ha sido decisiva la necesidad instintiva; lanecesidad no de conocer, sino de subordinar, de esquematizar con una finalidad decomprensin y de clculo... Las categoras son verdades slo en el sentido de que son

    para nosotros condicionantes de vida; as el espacio euclideo es una de talesverdades condicionantes de vida... La necesidad subjetiva que nos dice que nopodemos replicar a esto es una necesidad biolgica...[xxxi]. La fe en la verdad de los

    juicios sintticos a priori se reduce a estimaciones de valor: nosotros preferimos encada caso la simblica que mejor corresponde a la tarea de aseguramiento de laexistencia, y por tanto, de ampliacin de nuestro dominio tcnico sobre la naturaleza.La categora de la estimacin de valor arrastra el lastre de un concepto revisado delo trascendental. Nietzsche concibe los juicios sintticos a priori como juicios de valor.A las reglas trascendentales implcitamente contenidas en la gramtica del lenguaje ysegn las cuales constituimos un mundo emprico, un mundo de casos idnticos, las

    llama l juicios fisiolgicos de valor: la proscripcin de determinadas funcionesgramaticales es, en ltimo trmino, la proscripcin de juicios fisiolgicos devalor[xxxii]. Lo mismo vale para las reglas de la lgica formal: Tambin detrs detoda lgica y de su aparente autonoma de movimiento hay juicios de valor, o dichoms claramente, exigencias fisiolgicas de conservar un determinado tipo devida[xxxiii].

    Estas y parecidas formulaciones son precipitadas; justifican una interpretacinnaturalista. A menudo se revisten de las crudas formas del pragmatismo que mstarde desarroll F. C. Schiller[xxxiv] y que en el rea de lengua alemana fue adoptadopor W. Jerusalem. No obstante, una interpretacin ms exacta podr encontrar queNietzsche no sobrepasa el planteamiento kantiano, sino que primero lo prolonga conla crtica del lenguaje, y luego, con un viraje peculiar, lo radicaliza. La reduccin dereglas trascendentales a juicios de valor indica solamente que a las realizaciones,constitutivas de mundo, del aparato categorial contenido en el lenguaje hay queconsiderarlas como surgidas bajo condiciones empricas. Este sentido de empricono puede, ciertamente, ser ya pensado bajo categoras que por su parte debenreducirse a las condiciones empricas de conservacin y reproduccin del sujeto de laespecie, que alcanzan expresin en los juicios trascendentales de valor. Aquel sentidode emprico slo puede ser justificado en un plano metaterico. Y slo bajo unasalvedad anloga podra el Nietzsche crtico del conocimiento hablar de necesidad

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    biolgica o de exigencias fisiolgicas; y hacer uso en absoluto del marco categorialde la teora de la evolucin. Para explicitar la ambigedad metdica del lenguajecuasibiolgico en que bosqueja las condiciones de gestacin del aparato categorial,tena que haberse situado Nietzsche en aquella dimensin de una experiencia de laconciencia que antes, ciertamente bajo presupuestos idealistas, haba iniciado la

    Fenomenologa del espritu de Hegel. Pero l no se entreg a esta autorreflexin de lacrtica del conocimiento. Ms bien abandona, con su inversin de la filosofatrascendental, el concepto mismo de verdad y busca una salida en el grandiososubjetivismo de su teora de la voluntad de poder. Esta se apoya en una doctrinaperspectivista de los afectos que debe disolver la teora tradicional del conocimiento.

    DOCTRINA PERSPECTIVISTA DE LOS AFECTOS

    Puesto que los prejuicios de la razn estn determinados por estimacionestrascendentales de valor, la verdad de los juicios a priori no puede consistir en sucorrespondencia con una cierta constitucin de la realidad misma, sino slo en elhecho de que han acreditado su eficacia ante la realidad en una previa conexin deintereses. De esta reduccin de la verdad a instrumentalidad vital infiere Nietzsche noslo la inutilidad del concepto de verdad como correspondencia, sino tambin lainutilidad del concepto de verdad como tal. Sustituye la verdad de los enunciados porla fe subjetiva en la verdad de los enunciados: Las "verdades" a priori msfirmemente credas son para m suposiciones hasta el momento presente, por ejemplo,

    el principio de causalidad, hbitos de creencia muy bien ejercitados y tan asimiladosque el no creer en ellos sera la ruina de la especie. Pero son por eso verdades?Valiente consecuencia! Como si la verdad se demostrase por el hecho de que elhombre subsiste![xxxv]. Este argumento parece a primera vista plausible. Ha sidofrecuentemente esgrimido contra las formas ms ingenuas de instrumentalismo: lautilidad de un instrumento no guarda ninguna relacin lgica vinculante con lavalidez de los enunciados. Correlativamente, tampoco podemos pasar del factum dela utilidad de determinadas ficciones a concluir la verdad de las mismas: El no-poder-contradecir demuestra una imposibilidad, no una verdad[xxxvi]. Nietzsche novacila, por tanto, en calificar aquellos juicios fundamentales de valor que eran para

    Kant los juicios sintticos a priori, como los ms falsos juicios y los ms profundoserrores, y no a pesar de, sino por su absoluta imprescindibilidad fctica. Y aqu lanegacin de verdadero es, naturalmente, un uso irnico del lenguaje. Lo queinmediatamente es impugnado con respecto a la validez de las categoras es slo lapretensin del concepto clsico de verdad. Esto no diferencia todava a Nietzsche deKant; pues a las condiciones subjetivas de la posible objetividad del conocimientopuede no corresponderles una estructura del ente mismo, puede no corresponderlesningn en-s.

    Ahora Nietzsche da un paso ms y afirma que, bajo el presupuesto de estimacionestrascendentales de valor, carece de sentido hablar en absoluto de conocimiento

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    posible, y por tanto de juicios que puedan ser objetivamente verdaderos. Slopodemos dar interpretaciones cuya validez, referida a una perspectiva expresa enestimaciones de valor, es, por tanto, fundamentalmente relativa: Qu significa laestimacin de valor? Remite a algn otro universo, a un universo metafsico, o lorechaza? (Como todava crea Kant, que vino antes del gran movimiento histrico).

    Dicho escuetamente: dnde ha surgido? O acaso no ha surgido? Respuesta: laestimacin moral del valor es una explicacin, una especie de interpretacin. Laexplicacin misma es un sntoma de determinados estados fisiolgicos, e igualmentede un determinado nivel espiritual de juicios dominantes: Quin explica? -Nuestrosafectos[xxxvii]. En lugar del conocimiento de la naturaleza fenomnica se introduce,por tanto, la ilusin perspectivista; y dado que las perspectivas, por su parte, sefundan en nuestros afectos, en lugar de la teora del conocimiento se introduce unadoctrina perspectivista de los afectos. Su principio supremo es que toda fe, todotener-por-verdadero es algo necesariamente falso, porque no hay un mundoverdadero[xxxviii] Esta es la consumacin del nihilismo.

    Yo no quisiera considerar la cuestin de qu status pueda tener la teora nietzscheanade las perspectivas. Lo que me interesa es, ms bien, saber si de alguna manera resultaconsecuentemente de las precedentes investigaciones de crtica del conocimiento. Porcierto que no hay manera alguna de ver por qu las condiciones trascendentales, si esque ya no pueden ser pensadas como inventario vlido a priori de un sujeto separadodel devenir y exclusivamente determinado por la unidad de sus realizacionessintticas, no deberan ser entendidas igualmente en todo momento como condicionessubjetivas de la posible objetividad del conocimiento. Ciertamente, debemosabandonar aquella pretensin de validez absoluta de un conocimiento de la

    naturaleza que aparece bajo las formas de la intuicin y las categoras delentendimiento, pretensin que Kant intent salvar por medio de la deduccintrascendental. Y sin esta deduccin, no es de hecho oportuno expresar en la forma de

    juicios sintticos a priori absolutamente verdaderos el sentido de las normas segn lascuales se ha realizado la sntesis. Tales juicios, al haber surgido por obra del inters -que gua al conocimiento- de la autoafirmacin de un sujeto especfico contingente,tienen el status de reglas originadas subjetivamente, de ficciones, que podran serinmediatamente reducidas a nuestra capacidad peculiar de simbolizacin -Nietzschehabla de creacin de sentido, poiesis, fabulacin-, aun cuando, obviamente,dicho status es el de ficciones corroboradas en la historia de la especie. Pues

    precisamente conforme a la medida de estas ficciones, que han sido sedimentadaslingsticamente, es objetivada la realidad de modo tal, desde el punto de vista de suprovechosa explotacin, que resulta posible adquirir y acumular enunciadosempricos intersubjetivamente vlidos, de comprobada utilidad tcnica. El sentido delacierto emprico de los enunciados puede ser delucidado por referencia a laposibilidad de su traduccin en recomendaciones tcnicas. Pero el xito de lasoperaciones a que llevan estas recomendaciones no es por ello idntico con la verdadde las proposiciones de las que dichas recomendaciones con la ayuda del recurso aobjetivos, han sido deducidas. Las informaciones son tiles para la vida, o sea,tcnicamente valorables slo en la medida en que aciertan a dar con algo en el

    marco trascendental de la posible utilizacin tcnica de la realidad objetiva. Estemarco trascendental no puede, desde luego, reclamar una validez absoluta en el

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    sentido de Kant. El mundo que nosotros constituimos en este marco es literalmente unproyecto tpico de nuestra especie, una perspectiva que depende ademscontingentemente del determinado equipamiento orgnico del hombre y de lasconstantes de la naturaleza que le circunda. Pero no por eso es arbitrario.

    El propio Nietzsche habla de la exigencia con que se imponen las estimacionestrascendentales de valor de nuestros prejuicios racionales; ah se manifiesta lacompulsin de la naturaleza, tanto de una naturaleza circundante como de lanaturaleza subjetiva del hombre, bajo cuyas condiciones fcticas se han configuradolos prejuicios racionales a travs de la historia de la especie, en un procesotrascendental de aprendizaje; estos prejuicios han sido inventados slo en la medidaen que han hecho posible hallar proposiciones empricamente acertadas sobre larealidad. Si es correcto que sin un dar valor a las ficciones lgicas, sin un medir larealidad en el mundo, puramente inventado, de lo incondicionado, de lo siempre-idntico-consigo-mismo, sin un constante falseamiento del mundo por el nmero, el

    hombre no podra vivir -que el renunciar a los juicios falsos sera un renunciar a lavida, sera una negacin de la vida[xxxix], entonces las condiciones subjetivas de laconstitucin de un mundo manejable de casos idnticos no son, empero, purasinvenciones, ni tampoco en absoluto falsificaciones, sino los elementos,adquiridos en un proceso de forjacin colectiva, de un proyecto peculiar a nuestraespecie para el dominio posible de la naturaleza. Las investigaciones de Nietzsche encrtica del conocimiento sugieren consecuencias en el sentido de un tal pragmatismodeterminado lgico-trascendentalmente. Pero Nietzsche no ha sacado esasconsecuencias. Insiste en que: Nuestro aparato cognoscitivo no est dirigido al"conocimiento"[xl].

    Un motivo para la negacin de la diferencia entre ilusin y conocimiento es,seguramente, un inconfesado tradicionalismo: Nietzsche ha tenido siempre en menteel concepto metodolgico de verdad. Medidas con esta exigencia clsica, lascondiciones subjetivas de objetividad posible anulan tambin, simultneamente con elobjetivismo tradicional (Kant habl de subrepcin), la posibilidad de proposicionesontolgicamente verdaderas. Pero el perspectivismo que afirma Nietzsche no cuentacon la universalidad de la apariencia de la naturaleza, sino de la aparienciaperspectivista como tal: tan slo hay interpretaciones, pero ningn texto. Este giroirracionalista, que adems en pocos lugares es pensado hasta sus ltimasconsecuencias como filosofa monadolgica de la vida (Hiptesis de que slo haysujetos, de que el objeto es slo una especie de accin de un sujeto sobreotro...)[xli], est motivado por una generalizacin de experiencias estticasfundamentales. Si, a pesar de todo, se busca un fundamento inmanente al movimientofilosfico del pensamiento, entonces podra hacerse comprensible aquellaindependizacin sustancializante del interpretar, incluso como reaccin de defensacontra una mala interpretacin naturalista, a la que Nietzsche de hecho prest suapoyo con demasiada frecuencia[xlii]. Nietzsche pudiera haber visto que una relacininmediata entre el aparato categorial y las regularidades de la reproduccin orgnicade la vida, y en consecuencia el frecuente recurso a las llamadas exigencias fisiolgicas

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    y necesidades biolgicas, tenan que enredarlo en las contradicciones de unaantropologa darwinista del conocimiento[xliii].

    Nietzsche no se ha hecho eco de la tensin entre Kant y Darwin, pero desde luego quetuvo conciencia de que no poda descender del plano de una crtica lgico-

    trascendental del lenguaje para trasladarse sin ms al plano de las investigacionesempricas. De esta confusin poda escapar reduciendo, por una parte, lasestimaciones de valor a aquel impulso potico fundamental que una vez habaidentificado con la forjacin de metforas -y, por tanto, a la proyeccin de sentido, a lacreacin de ficciones-, y poniendo al mismo tiempo este acto de permanenteinterpretacin, de constante poetizar, en conexin con el acontecer bsico del procesode la vida orgnica: En verdad, la interpretacin es un medio para llegar a dominaralgo. El proceso orgnico presupone un constante interpretar[xliv]. Con ello elproceso de interpretar se eleva, ciertamente, a la categora de una natura naturans.Una tal creacin de sentido, hipostasiada en voluntad de poder, es algo absoluto. En

    ella desaparece la diferencia entre un proyecto propio de la especie, que ha deacreditarse en condiciones contingentes, y las proyecciones de ensoacin en las quecobran frgil forma nuestras fantasas desiderativas. En ella se disipa aquelladiferencia que Nietzsche haba sealado en su primer escrito de crtica delconocimiento: la diferencia entre la produccin de esquemas explicativos del mundoal servicio del dominio de la naturaleza y la produccin de apariencia ilusoria alservicio de la adaptacin.

    Pero slo sobre la base de esta diferencia hubiera podido Nietzsche advertir tambinla compatibilidad de dos categoras del conocimiento: ciencia y reflexin. Si la cienciase deja comprender nominalisticamente como un proceso de conocimiento quedepende de que sobreponga a la realidad un esquema explicativo convencional demodo tal que la naturaleza slo pueda ser captada como una naturaleza que seaparece bajo el punto de vista de su eventual disponibilidad tcnica, entonces lasexperiencias que el sujeto especfico realiza con sus propias producciones y proyectospoticos en intercambio con la facticidad de la naturaleza son sustradas a lairracionalidad: el proceso de configuracin que nuestra especie recorre -bajo lassolicitaciones de la, por as decirlo, exteriormente racionalizada naturaleza-, tiene unaestructura que nosotros no hemos inventado, sino por la que, ms bien, estamosconstituidos. Una reconstruccin de aquel proceso de configuracin no puede, portanto, proceder nominalisticamente: es ms bien, en el sentido de la experienciafenomenolgica de Hegel, reflexin, recuerdo que abre desde dentro el texto delpropio pasado, ante cuya fuerza crtica se disuelven las objetivaciones opacas a laintuicin. La consumacin del nihilismo nietzscheano en la crtica del conocimiento sedebe exclusivamente a la fuerza de esta reflexin. Pero Nietzsche no puede percibirla,y se sirve de ella slo para movilizar todo argumento en contra de los derechos de lamisma reflexin.

    Jrgen Habermas

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    [vii] Die Zerstrung der Vernunft (El asalto a la razn), 1955, pp. 244-317.

    [viii] Edicin Schlechta, vol. III, p. 635.

    [ix] Zur Frage der Dialektik in Nietzsches Erkenntnistheorie (El problema de ladialctica en la teora del conocimiento de Nietzsche). Vase la bibliografa.

    [x] Nietzsche as Philosopher (Nietzsche como filsofo). Vase la bibliografa.

    [xi] Nietzsches Erkenntnistheorie und Metaphysik (Teora del conocimiento ymetafsica de Nietzsche), 1902.

    [xii] Nietzsche als Philosoph (Nietzsche como filsofo), 1916.

    [xiii] Excepciones son, en cierto modo, Hans Barth y Michael Landmann. Vase labibliografa.

    [xiv] Schlechta, vol. III 343.

    [xv] Consideraciones intempestivas, Segundo Fragmento: De la utilidad y de losinconvenientes de los estudios histricos para la vida, nm. 5.

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