Jenny Thayer

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  • CAPITALISMO Y PORNOLOGA LA PRODUCCIN DE LOS CUERPOS SEXUADOS

    JORGE PAVEZ / LILITH KRAUSHAAREDITORES

    QILLQAUNIVERSIDAD CATLICA DEL NORTE

  • CAPITALISMO Y PORNOLOGA LA PRODUCCIN DE LOS CUERPOS SEXUADOS

    JORGE PAVEZ / LILITH KRAUSHAAR (EDS.)

    Universidad Catlica del NortePrimera edicin de 500 ejemplares: mayo de 2011Inscripcin en el Registro de Propiedad Intelectual N 203.787ISBN 978-956-287-327-7

    QILLQAInstituto de Investigaciones Arqueolgicas y Museo R. P. Gustavo Le Paige s. j.Email: [email protected] - San Pedro de AtacamaCasilla 17, Correo San Pedro de Atacama Regin de Antofagasta - Chile Tel.: (56 55) 851066 Fax: (56 55) 851002

    Esta publicacin y el seminario que le da origen fueron auspiciados por:el Programa de Posgrado en Antropologa del Instituto de Investigaciones Antropolgicas y Museo R.P. Gustavo Le Paige S.J. (Universidad Catlica del Norte);el Proyecto MECESUP UCN 07703 Fortalecimiento e internacionalizacin de los estudios de posgrado con excelencia acadmica en ciencias antropolgicas;el Proyecto de investigacin FONDECYT 11080269 Trabajo minero y trabajo sexual: configuraciones materiales y discursivas de las relaciones de sexo/gnero en las ciudades mineras del norte de Chile.

    La publicacin y el seminario fueron tambin patrocinados por:el Departamento de Filosofa de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educacin, yel Laboratorio de Desclasificacin Comparada.

    Ocho Libros Editores Ltda.Providencia 2608, oficina 63Providenciawww.ocholibros.clEmail: [email protected]: (56 2) 3351767

    Diseo: Ocho Libros Editores Imagen de portada: Colotipo de Eadweard Muybridge, Woman Getting into Bed, de la serie Animal Locomotion, 1887.

    Impreso en Chile por Imprenta Salesianos S.A.Hecho en Chile / Printed in Chile

    Ninguna parte de esta publicacin puede ser reproducida o transmitida, mediante cualquier sistema, sin la expresa autorizacin de los propietarios del copyright.

  • Introduccin .................................................................................................. 11Jorge Pavez & Lilith Kraushaar

    I. UTOPA, MQUINAS Y PROPIEDAD Feminismos del segundo sexo ...................................................................21 Alejandra Castillo

    En mi propio cuerpo. Hospitalidad / Propiedad / Soberana ....................26 Alejandro Madrid Z.

    Para leer el Cautiverio feliz ..........................................................................41 Rodrigo Naranjo

    A partir de una utopa lvi-straussiana Cuerpos, mquinas, pornografa ...............................................................64 Andr Menard

    Jenny .........................................................................................................84 Willy Thayer

    II. HISTORIA, TRABAJO Y CAPITALISMO Comunidad e inmunidad sexual. A propsito del intercambio econmico-sexual en una historia social de Chile (siglos XIX-XX) ....... 105 Jorge Pavez Ojeda

    De la trasgresin a la criminalizacin. Los cuerpos de la cordura en la poca colonial ........................................ 155 Margarita Iglesias Saldaa

    Antes de la ley. Salvajismo y comercio sexual en Tierra del Fuego y Patagonia austral, 1884-1920 ..................................... 180 Joaqun Bascop Julio

    Nombrar, usar y abusar del cuerpo en las faenas del nitrato antes de la gran crisis de 1930 ................................................................. 217 Sergio Gonzlez Miranda

    La transformacin de la conciencia obrera minera en la fase de transnacionalizacin del mercado interno .................................................241 Francisco Zapata S.

    NDICE

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    Si se ha podido ficcionar que en un comienzo fue la mano natural lo que condujo a la creacin de la Jenny como interfaz; y que en un segundo momento, la interfaz creada, fue desarrollndose hasta disponerse como campo ilimitadamente expandido, esta ilimitacin termina incluyendo, como posibilidad suya, la supuesta mano natural que flota, ahora, como una terminal ms entre las virtualidades de la Jenny, en su inmanencia y multiplicidad abstracta.

    MARX, Grundisse II

    I

    La lectura que les voy a proponer de la spinning Jenny de Marx fue elaborada para una ocasin diferente de esta. Lo que intent sugerir, en aquella ocasin, fue que cuando Walter Benjamin, en el texto La obra de arte en la era de su reproductibilidad tc-nica, sindicaba a la fotografa como eptome o resumen de la Revolucin Industrial, lo que haca, en realidad, era traducir a la Jenny. En ese contexto en que intentaba analogar la fotografa de Benjamin con la Jenny de Marx, sobre todo la matriz barroca que operaba en ambas, la potencia de plegar bajo (y de plegarse a) sus respectivas performances las potencias de vida, fue que convers de estas maquinitas con Jorge Pavez. Y entonces surgi la idea de que expusiera sobre la Jenny en algn encuentro prximo, encuentro que result ser este mismo.

    Hace un mes ms o menos, cuando recib el programa general de este seminario, advert que el breve texto sobre la Jenny que haba escrito en relacin a la cmara fotogrfica de Benjamin, exiga un aadido, un elemento que lo readecuara para

    1 En 1764, el mecnico James Hargreaves inventa la spinning Jenny (o simplemente Jenny). Hargreaves bautiz esta mquina con el nombre de una de sus hijas (no la iba a llamar con el nombre de uno de sus varoncitos). La trayectoria sucesiva de la Jenny, tal como se expone en la secuencia Wikipedia, desde un estadio primitivo hasta uno desarrollado, proponin-donos la evolucin cronolgica de una mquina monolateral, especializada en la hilande-ra, y en un esquema principio medio fin, choca con el devenir de la Jenny tal como nos lo propone Marx en El Capital. No encontramos en El Capital, el relato evolutivo de una mquina especializada bajo el esquema principio medio fin; sino la sugerencia de un

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    este seminario. Me propuse entonces adosarle un marco, un parerga, una especie de passepartout poroso, que reorientara su escucha adecundola hacia las posibles discu-siones ms especficas de este coloquio.

    El marco en cuestin tendra que posibilitar una lectura de la Jenny como es-quema comprensivo, a la vez crtico o deconstructivo, de las llamadas Instituciones Totales. Esta expresin, Instituciones Totales, alude inmediatamente, como se sabe, a las instituciones de encierro contemporneas, crceles de alta seguridad, a las celdas de incomunicacin, a zonas de detencin como la de Abu-Graib, campos de con-centracin o de refugiados, a los manicomios de los llamados enfermos crnicos, a los encierros de los condenados a cadena perpetua. Por extensin, a la ciudad, la cotidianeidad, los hbitos y sobreentendidos. Pero tambin, y sobre todo, a micro instituciones totales cotidianas, que a diario experimentamos como mortificacin, aunque sea por breves instantes; aunque la experiencia del tiempo en ellas, en su

    1. Modelo de la spinning Jenny en un museo de Wuppertal. 2. La spinning Jenny mejorada usada en fbricas textiles. 3. La mule Jenny automtica de Robert. 4. Mquina spinning auto-mtica de 1889, Alemania. 5. La spinning Manchester de 1892. 6. Una mule spinning de 1962.

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    devenir inespecfico, abstracto, transgenrico, de una mquina que se expande espacial, cuantitativa y funcionalmente de modo multidireccional y simultneo; disyuncional. En su devenir inespecfico, la Jenny de Marx se va plegando y ensamblando segn indefinidas terminales, de la ms diversa ndole o especie, a medida que se expande planetariamente. Su movimiento no se reduce simplemente a un proceso de desarrollo dialctico que supera, incorpora y suma ms y ms funciones de modo sistemtico en un cuerpo interdisciplinario total organizado polifuncional. Mas como la vida, la Jenny de Marx se abre caminos erosio-nando especificidades, sistemas, identidades, en un devenir simultneo que crece por el medio, cargado de pulsiones segmentarias, sin ninguna pulsin o sentido general.

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    pasaje, pueda devolvernos a la eternidad o, en cualquier caso, a un tiempo que no parece hospitalario con la experiencia.

    Hace dos semanas tuve la oportunidad de escuchar, en un seminario parecido a este, en cuanto a su circulacin de afectos digo a Renato Curcio, quien haba termi-nado de cumplir una condena de 20 aos en una crcel de alta seguridad en Italia.2 En su exposicin nos deca que a partir de un determinado momento, durante su encierro, haba hecho suya, junto con otros internos, la hiptesis que muchos especia-listas, a mediados de los setenta, sostenan a propsito de las Instituciones Totales. La hiptesis en cuestin afirmaba que estas instituciones lo eran esencialmente de mor-tificacin. De mortificacin en sentido fuerte, es decir, instituciones que producen, que obran, la muerte, que fabrican cadveres, cadveres en un nmero significativo de suicidas, cadveres por golpizas, por enfermedades, por demencia. Por lo tanto que no se trataba en ellas de ejercer mortificaciones disciplinarias, en el sentido que indu-jeran el fomento de una subjetividad productiva en la cohesin social.3 No se trataba en ellas de una farmacopea que fomentara la vida quitndola mediante mortificaciones. Tales instituciones lo eran, segn la hiptesis de aquellos especialistas, tcnica, esen-cial y directamente de mortificacin; en el sentido del bloqueo hasta la asfixia de las potencias de vida, en cualquier parte que ellas se manifestaran, mediante el estrs y la depresin anmica de la incomunicacin, la privacin de sensaciones; y ms espec-ficamente, mediante una tcnica de dao neurofisiolgico intenso e irreversible, de traumatismos mltiples y violaciones. Si es efectivo que contemplada desde el lado de la muerte la vida consiste en la produccin del cadver,4 estas instituciones con-templaban al viviente que entraba en ellas, solo desde el lado de la muerte, de lo que ellas deban producir, desde su obra: el cadver.

    Fue la apropiacin de esta hiptesis la que habra estimulado a Curcio a investi-gar sobre qu tipo de actividades, dentro de la institucin mortificadora, pudieran, en mortificacin, potenciar la vida, de-potenciar la mortificacin. Qu tipo de ac-tividades inmanentes a las potencias y agencias mortificadoras, y apoyadas en ellas, podran potenciar la vida, sin perseguir con ello un fin disciplinario, teraputico, ni finalidad alguna, ms all de la simple afirmacin de la vida.

    2 Jornadas Umbrales, 2-6 de noviembre 2009, Universidad Internacional de Andaluca.

    3 No se trataba de castigos como ese proceso de golpes dolorosos/placenteros que, en el Gorgias Platn denominaba la kolakeia, un mecanismo pedaggico para hacer surgir el alma (la orthotes), la cohesin, el organismo, ah donde solamente haba un agregatum de pasiones y elementos descompuestos.

    4 Walter Benjamin, Ursprung des deutschen Trauerspiels, Frankfurt am Main, 1989 (El origen del drama barroco alemn. Madrid, 1990. Traduccin de Jos Muoz Millanes).

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    En la apuesta de Curcio resonaban, consciente o inconscientemente, muchos enunciados o sintagmas que circulan en los debates contemporneos sobre la guber-namentalidad, la pena de muerte, las instituciones de encierro, la soberana. Enuncia-dos como el de Bichat (1771-1802), segn el cual, la vida sera el conjunto de las funciones que resisten a la muerte, como si las potencias de vida se desarrollaran exactamente en el mismo espacio que la mortificacin, como si mortificacin y vida fueran la doble faz, el rostro jnico, espectral, de una misma realidad. Resona-ban tambin sintagmas de Michel Foucault, sintagmas tales como, y cito: las fuerzas que resisten al biopoder se apoyan sobre aquello mismo que el biopoder subsume, es decir, se apoyan sobre la vida y sobre el hombre en tanto que es viviente; se apo-yan en la vida que, siendo objeto de poder, se dirige contra el dispositivo de poder que se propone controlarla.5 Resonaban enunciados como este de Deleuze, cito: La vida se convierte en resistencia al poder cuando el poder asume como objeto la vida... las dos operaciones pertenecen al mismo horizonte.6 Como si lo agente de la vida fuera al mismo tiempo lo paciente de la mortificacin; y lo agente de la mortificacin lo paciente de la vida, en donde agente y paciente de mortificacin, agente y paciente de vida, entraran en un umbral de espectral indistincin.

    Agamben, que ha referido alguno de los enunciados que recin les citaba, remite tambin a Spinoza, a los estoicos. Estos ltimos, nos dice Agamben, se habran ser-vido del verbo pasearse para tematizar la vacilacin infinita entre agente y paciente. En el paseo, la causa agente del paseo es inmanente al efecto paciente del paseo mismo. En la comunicacin de Curcio, en la propuesta de indagacin sobre qu tipo de actividades inmanentes a las potencias y agencias mortificadoras, y apoyadas en ellas, podran potenciar la vida, sin perseguir con ello un fin teraputico, resonaba la vacilacin infinita entre el agente y el paciente de mortificacin y de vida; vacilacin infinita entre agente y paciente que ya no poda atribuirse simplemente a un sujeto, a un principio intencional. Probablemente el paseo en el patio de la crcel, o en la celda, el paseo de la preocupacin en cualquier parte, el peripatetismo del estrs, sea la mejor expresin de ese instante indecidible entre agente y paciente de mortifica-cin y de potenciacin de la vida, instante indecidible que ya no pertenece a sujeto ni mquina decisional alguna, aunque sea inmanente a ellos.

    El paseo de que hablaban Spinoza o los estoicos, haba sido traducido por Curcio en la actividad de la conversacin, entendiendo la conversacin como un salir de paseo en el lenguaje. Un poco como Benjamin comprenda la conversacin

    5 Cit. en Giorgio Agamben, Limmanenza assoluta, La potenza del pensiero, Vicenza, 2005 (La inmanencia absoluta, La potencia del pensamiento, Buenos Aires, 2007).

    6 Cit. en ibd.

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    en su ensayo El Narrador. Y Curcio remita explcitamente a ese ensayo. Porque en ese ensayo de Walter Benjamin, en la conversacin, en las istoras (sin h) que, nos dice Benjamin, surgan entre los laburantes en el taller del artesano, en los relatos como hebras sueltas, sin articulacin general, sin juicio o tribunal, como citas a la orden del da, la vida afirmaba sus potencias en medio de la mortifi-cacin del trabajo.

    La conversacin es inmanente a esa institucin total que es el lenguaje, institu-cin total del lenguaje; lenguaje como institucin total que Nietzsche, que Artaud, pero ms contemporneamente Blanchot y otros, en diversos momentos, denun-ciaron como lugar en el cual las legiones del poder hacen su primavera. Porque el lenguaje consiste en una legislacin que obliga a decir segn una sintaxis frrea, segn gneros y especies, sujetos y predicados, cuando parece dejarte hablar como en una llanura por la que caminas sin sorpresas.

    No se trataba para Curcio, ni tampoco para Benjamin, creo, de comprender la conversacin, y los relatos que sueltamente van apareciendo y disolvindose en ella, como una actividad crtica parecida a la que Barthes o Valry proponen, en el sentido de activar en el lenguaje con el lenguaje, a contrapelo del lenguaje, una zan-cadilla a la lengua, hablando de la lengua, visibilizando su tirana, mientras hablas en ella. No se trataba de esa revolucin en el lenguaje que Barthes designaba como literatura en el sentido de Mallarm, de Kafka, de Joyce. Se trataba de algo aparente-mente ms simple y posible en los espacios de mortificacin carcelaria. De lo que se trataba era que en la conversacin saliera a respirar la experiencia, la vida como experiencia, es decir: la vida como aquello que te pasa, y que pasndote, te libera, te potencia, sin que t puedas simplemente articularte en ello; y sin que, al mismo tiempo, termine por dislocarte completamente. La vida como experiencia, es decir, como aquel acontecimiento que desbloquea, erosiona, imprimiendo en ella una marca indeleble; sin que esos acontecimientos aniquilen la posibilidad misma de la experiencia, y sin que puedan simplemente ser re-articuladas en los dispositivos de hbito. La conversacin como zona de respiracin, como suelta articulacin, como salir de paseo con el fantasma, pero en donde esa respiracin, ese paseo, no es puesto a trabajar en el sentido teraputico del duelo, del triunfo, del progreso, y ms bien persevera en la interrupcin desobrante o proliferante.

    William Blake y Federico Nietzsche escriban que la vida era una efmera y fan-tasmal interrupcin de la muerte. Marx en la Ideologa Alemana, escriba que la vida era, antes que todo, produccin y reproduccin de la vida en un horizonte de necesidades y escasez, presuponiendo como escenario una lgica del hambre que atrapaba a la vida en la esclavitud teleolgica de su autoproduccin y reproduccin, escogiendo la esclavitud del trabajo como si se tratara de su salvacin (Spinoza).

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    Resonaban en las palabras de Curcio, estas otras palabras de Benjamin, cuando sugera que la revolucin, la irrupcin del Mesas (y hemos de entender esto aqu, como brote de vida o deseo) no era un magno acontecimiento, como el de las To-rres Gemelas,7 sino una operacin minoritaria, inmanente a la ms inaparente ruti-nariedad de los das, a saber: la cotidiana e inaparente declaracin del verdadero estado de excepcin; esto es, una excepcin que no funda, que no instituye, que suspende la institucin, que no conserva reglas.8 Una respiracin que, en los contratos judicia-les, en el marasmo de las mquinas cotidianas que estetizan la vida en estereotipos seriales, haba de activarse, abasteciendo tales mquinas e interrumpindolas a la vez, en la medida de lo posible: cito a Benjamin, cada segundo es una pequea puerta por la que puede entrar el Mesas; a nosotros, como a cada generacin que vivi antes que nosotros, nos ha sido dada una dbil fuerza mesinica.9

    Esa vida, esa respiracin o desbloqueo, ese verdadero estado de excepcin, no sera algo determinable, capitalizable, apropiable, porque es justamente la capitaliza-cin aquello que interrumpe. Ese verdadero estado de excepcin se parece mucho a lo que Deleuze llama vida abstracta, en el sentido de pura indeterminacin virtual.

    Mediante la activacin del paseo cotidiano y de la conversacin como un salir de paseo por el lenguaje, se introduce un correctivo mnimo, aunque absoluto, en la hiptesis primera asumida por Curcio. Si las instituciones totales lo eran de mortificacin en sentido fuerte, es decir, de mortificacin como unos procesos uni-laterales de fabricacin de cadveres, de hacer morir sin dejar vivir, o de hacer vivir sin dejar morir (como en la tortura), en ellas mismas, en ese entendido, en la materialidad, en la inmanencia misma de sus soportes, podan activarse desobra-mientos, erosiones que potenciaban la vida.

    De este modo, en el nombre Institucin Total, en que resuena ese otro de obra de arte total (Obra de arte total Stalin, por ejemplo, ttulo del relativamente reciente libro de Boris Groys10), la palabra institucin no quiere decir solo cosa establecida, fundada, canonizada. La palabra institucin significa tambin, como para Guattari, para Deleuze, la accin de instituir, la potencia instituyente, lo cual abre una espec-tralidad en el propio nombre Institucin; desata una espectralidad, una virtualidad en

    7 Jacques Derrida, Le Concept du 11 septembre, Paris, 2004. (Autoinmunidad: suicidios simblicos y reales. Dilogo con Jacques Derrida, en La filosofa en una poca de terror, Buenos Aires, 2004).

    8 Walter Benjamin, Zur Kritik der Gewalt, Gesammelte Schriften II/1, Frankfurt/M, 1989 (Para una crtica de la violencia, Archivos de filosofa 2/3, Santiago, 2010).

    9 Walter Benjamin, ber den Begriff der Geschichte, Gesammelte Schriften I/2, Frankfurt/M, 1989 (Dialctica en suspenso, Santiago, 1995).

    10 Boris Groys [1990], Obra de arte total Stalin, Madrid, 2008.

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    el nombre propio: Institucin Total, nombre propio en cuya traza la vida mortificada, lo viviente o la vida en estado de mortificacin, puede una poltica, en el sentido de lo que puede un cuerpo, en el sentido de la pregunta qu puede un cuerpo?

    II

    La circulacin ampliada del capital, en su despliegue planetario, es figurada por Marx en el devenir de la spinning Jenny, mquina herramienta compleja,11 eptome de la Revolucin Industrial, cuya performance se expone en El Capital12 y en los Grun-drisse.13 Cul sera la potencia de la Jenny, ms all de ser homnima de la esposa de Marx, para que este le otorgue el rango de acontecimiento, del acontecimiento que se revelar, pstumamente, como traza de la Revolucin Industrial, traza que recin ahora, no hace mucho, post-industrialmente, ingresa en el campo de visibilidad? En que consiste la Jenny, el devenir de su nombre propio, la cifra de su devenir?

    La mquina-herramienta-compleja es un mecanismo que ejecuta funciones an-logas a las que realiza una fuerza de trabajo artesanal con herramientas similares.14 Slo que el nmero de terminales-herramientas que la fuerza de trabajo artesanal puede manipular simultneamente, est limitado a la potencia y el talento aurtico particular de la fuerza de trabajo manufacturera del caso. La Jenny que hil en su inicio con 12, 18 y hasta con 100 husos simultneamente, hace saltar ese lmite impuesto por el modo de produccin artesanal de un cuerpo-mquina de trabajo con terminales fijas, endgenas, especializadas, liberando dichos lmites, cuantitati-vamente primero y cualitativamente despus, hacia la vertiginosa agencia de una mquina-cuerpo de trabajo inespecfica, abstracta, anorgnica, politcnica, transdi-ciplinaria, dispuesta en un devenir proteico, un rgimen de virtualizacin ilimitada de su usuariedad.

    11 El paso de la herramienta simple a la mquina herramienta compleja, no reside en el des-plazamiento del motor desde la fuerza motriz humana a una fuerza motriz externa, sea el agua, el viento, o el buey. Si esto fuera as, habran mquinas herramientas complejas desde que Adn y Eva araban con bueyes el paraso. La mquina herramienta compleja se diferencia de la mera herramienta, no por el quin de su fuerza motriz, si el caballo o el hombre, sino porque el nmero de terminales que puede manipular simultneamente la mquina herramienta, excede absolutamente las posibilidades de manipulacin directa del cuerpo humano. Esta diferencia introduce transformaciones, antes que fsicas, his-tricas. Lo que cambiar con la Jenny es la comprensin histrica de la virtualidad del cuerpo y del trabajo.

    12 Karl Marx, Das Kapital, Berln, 1966 (El Capital, Mxico, 1989).13 Karl Marx [1857-1858], Grundrisse II, Grundrisse der Kritik der Politischen konomie (Ro-

    hentwurf), Berlin, 1953. 14 Marx, Das Kapital.

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    La Jenny, como cuerpo mecnico, ya haba sido ensoada en el siglo XVII por Descartes, en su Tratado del mundo, uno de cuyos captulos est dedicado al Tratado del hombre fingido. Descartes no solo indag la posibilidad mdica de un cuerpo-mquina inmortal, a travs del trasplante de piezas. Teoriz la posibilidad de un cuerpo-mquina-mathesis de composicin, descomposicin y recomposicin in-finita, no solo de sus piezas y su mecnica sino, sobre todo, de sus elementos y principios. Una mquina-soberana, mquina-genio-maligno desprendida, en pri-mer lugar, del arte:

    porque el arte requiere de un ejercicio y disposicin habitual del cuerpo que impide que diversas artes puedan ser aprendidas y ejecutadas todas a la vez, por un mismo hombre; ya que las mismas manos no pueden adaptarse a cultivar los campos y taer la ctara, o a varios oficios diferentes, con tanta facilidad como a uno solo, de modo que su ejercitacin excelente exige dedicacin exclusiva.15

    Y desprendida tambin, en segundo lugar, y antes que todo, de los principios del arte, de todo arte en general, de los principios y elementos de composicin. Ms que interesarle el variado universo de las composiciones, a Descartes lo que le atrae es el orden de los elementos, de los principios y las materias a partir de los cuales la composicin se compone. Le atrae el orden de los elementos, porque en tales ele-mentos reside el poder, la posibilidad de la composicin y, a la vez, la composicin, la posibilidad del poder. Quien gobierna los principios y elementos de composicin de los mundos, gobierna no solo los mundos, sino la posibilidad misma de estos.16

    15 Ren Descartes, Regulae, uvres et lettres, Paris, 1953 (Obras escogidas, Buenos Aires, 1967). 16 El rgimen de la composicin est, para Descartes, de punta a cabo gobernado por la

    imaginacin como poder compositivo de paisajes de diverso orden: fsicos y astrofsicos, biolgicos y anatmicos, urbanos y campesinos, costumbristas de distinto tipo y compleji-dad; retratos, pinturas anecdticas o abstractas, ms o menos coloridas; ilusiones, recuerdos, evocaciones con tintes de nimo y pasiones de intensidad variopinta; ecos, espectros, ms o menos plausibles del sueo, el ensueo y el artificio, etc. Segn su quehacer lo sugiere, la imaginacin como facultad de componer paisajes, constituye un poder finito de com-posicin infinita. Hace a partir de lo que ella no hace, y que le ha sido dado. Requiere de materiales y de principios de composicin. Se trata pues, en un primer movimiento, de suspender el universo de las composiciones o imaginaciones para desentraar, en ellas mismas, los elementos y mecanismos a partir de los cuales estn hechas y funcionan. La estrategia para su desentraamiento consistir en buscar, en ellas mismas, aquello que sin ser compuesto, constituye la base de su composicin: los principios y materiales a partir de los cuales la imaginacin los compuso. Principios y materiales que condicionan el po-der de la imaginacin como posibilidad constructora de mundos. Una vez despejados los

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    Reiteramos: la actividad liberada por la incontinencia de la Jenny, erosionar los contratos en que el talento yace confinado a una interfaz feudal. Con la spinning

    principios y elementos de la imaginacin, en una analtica que va de lo compuesto a lo no compuesto en lo compuesto, queda a la vista, por decirlo as, la escena de las condiciones de la imaginacin; condiciones las cuales no seran producto de la imaginacin, sino, por el contrario, su ley, su lmite, la prescripcin a partir de la cual ella es libre de producir cuantas composiciones quiera, infinitas probablemente, pero siempre sujetas a los principios que la gobiernan, sin poder gobernarlos ella. La libertad de la imaginacin carece, entonces, de soberana. No tendra la posibilidad de declarar el estado de excepcin de los principios que la prescriben; no podra, por lo mismo, decidir sus principios. No es ella su propio poder constituyente. Resulta ms bien ser un principio constituyente a partir de principios cons-tituidos, una especie de cnsul comisarial.

    A esos principios que la condicionan se los denomina comnmente, principios del enten-dimiento. Tales principios, por constituir las condiciones de la imaginacin, decamos, no pueden ser imaginados ni compuestos por ella, toda vez que ella imagina y compone desde ah. La imaginacin encuentra su lmite en el entendimiento. Y el entendimiento, es el entendimiento soberano respecto de sus categoras y principios? Puede este declarar la excepcin de sus principios? Es el poder constituyente de los principios que lo consti-tuyen? Esta, creo, es la turbulencia donde hay que centrar la cuestin de la soberana del principio, del prncipe, de la mquina-genio-maligno, del sujeto, como sujeto sin sujecin de la sujecin. La pregunta por la soberana de los principios del entendimiento abre, en el texto cartesiano, la turbulencia hiperblica de la soberana, de la posibilidad de un prin-cipio compositivo o de una imaginacin que, por sobre el entendimiento o por sobre los principios, sea la que, como estado de excepcin, decida sin principio los principios; una ima-ginacin que sin regla, sin motivo, sin preocupacin, sin condicin, con total indiferencia y como fiat puro, incondicionado, pueda crear, entre otras cosas, los principios y condiciones del entendimiento como lmites de una imaginacin no soberana, sujeta a otra soberana.

    Las verdades matemticas, que usted llama eternas, han sido establecidas por Dios y de-penden enteramente de l, lo mismo que todo el resto de las criaturas [...] decir que estas verdades son independientes de l, es hablar de Dios como un Jpiter o Saturno. De ningn modo tema para publicar en todas partes que es Dios quien ha establecido estas leyes [...] como un rey establece las leyes en su reino [...] Le dirn a usted que si Dios ha establecido esas verdades, las podra cambiar como un rey hace con sus leyes; a lo que hay que respon-der que s, si su voluntad puede cambiar. Pero yo las comprendo como eternas e inmutables. Y pienso lo mismo de Dios. Pero su voluntad es libre [...] y su poder es incomprensible; y generalmente podemos asegurar que Dios puede hacer todo lo que podemos comprender; pero no que no puede hacer lo que no podemos comprender; pues sera temerario pensar que nuestra imaginacin tiene tanta extensin como su poder [...] l ha sido tan libre de hacer que no fuera verdadero que todas las lneas tiradas del centro de la circunferencia fuesen iguales como de no crear el mundo [...] Pero no me parece que deba decirse jams de ninguna cosa que no pueda ser hecha por Dios; puesto que toda razn de lo verdadero y de lo bueno depende de su omnipotencia, ni siquiera me atrevera a decir que Dios no puede hacer que exista una montaa sin valle o que uno y dos no sean tres; sino solamente digo que l me dio una mente tal que no puedo concebir la montaa sin valle o una adi-cin de dos y uno que no sea tres, etc., y que tales cosas implican contradiccin solo en mi concepto. Ren Descartes, Correspondencia, Oeuvres et Lettres, Pars, 1953.

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    Jenny, la virtualidad de las fuerzas productivas ser liberada en una proliferacin inespecfica, politcnica, cada vez ms ilimitada, segn terminales en devenir. La virtualidad productiva, hasta entonces sujeta a las relaciones sociales manufactureras, condicionada por el valor uso trabajo de una manualidad artesanalmente disciplinada, entrar en contacto con el torbellino, el genio maligno de la Jenny, que ensamblar los hbitos artesanos en relaciones de produccin abiertas a la ilimitacin del valor de cambio, ilimitacin en cuyo proceso sin teleologa, todo valor uso especializado de trabajo, devendr valor de uso abstracto de trabajo, valor uso de valor. Los cuerpos, usos, gustos y relaciones feudales se vern rpidamente dispuestos como accesorios en una cooperacin de mquinas, cada vez ms inespecficas, que aaden a los cuer-pos y terminales ms y ms funciones, exigidas directamente, por la virtualidad del valor de cambio, a transmutarse en trabajo abstracto, en valor uso de valor.17

    En la Jenny, sin embargo, el devenir abstracto de la mano, del trabajo, del valor uso, ser a la vez necesariamente compatible con la mxima especializacin y bloqueo del cuerpo en terminales y poses de trabajo disciplinario, especfico; siempre, s, como trabajo especfico de capital, valor uso especfico de valor, como fetichizacin o estetizacin de la virtualidad del valor de cambio en proceso.

    Al igual que muchas herramientas constituyen los rganos de una mquina herramienta, muchas mquinas-herramientas constituyen los rganos de un motor

    17 El valor pasa constantemente de una forma a otra, sin perderse en estos trnsitos y convirtindose as en sujeto automtico. Si plasmamos las formas o manifestaciones es-pecficas que el valor que se valoriza reviste sucesivamente a lo largo del ciclo de su vida, llegaremos a las siguientes definiciones: capital es dinero; capital es mercanca. En realidad, el valor se erige aqu en sujeto de un proceso en el que, bajo el cambio constante de las for-mas de dinero y mercanca, su magnitud vara automticamente, desprendindose como plusvala de s mismo como valor originario, o lo que tanto vale, valorizndose a s mismo. En efecto, el proceso en que engendra plusvala es su propio proceso, y, por lo tanto, su valorizacin la valorizacin de s mismo. Ha obtenido la virtud oculta y misteriosa de en-gendrar valor por el hecho de ser valor. Lanza al mundo cras vivientes, o al menos pone huevos de oro [...] En la circulacin simple, el valor de las mercancas reviste, a lo sumo, frente a su valor de uso, la forma autnoma del dinero: en cambio, aqu se nos presenta sbitamente como una sustancia pro gresiva, con movimientos propios, de que la mer-canca y el dinero no son ms que simples formas. An hay ms. En vez de repre sentar relaciones entre mercancas, el valor aparece revistiendo, como si dijramos, una relacin privada consigo mismo. Considerado como valor originario se distingue de s mismo en cuanto plusvala, a la manera como el Dios Padre se distingue del Dios Hijo, aunque ambos tengan la misma edad y formen de hecho una sola persona, pues la plusvala de 10 libras esterlinas es lo que convierte a las 100 libras esterlinas en capital, y tan pronto como esto ocurre, tan pronto como el Hijo, y a travs de l el Padre, es engendrado, se borran de nuevo sus diferencias, y ambos se reducen a una unidad, a 110 libras esterli-nas. Marx, Das Kapital.

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    colectivo. Una mquina-herramienta como la Jenny, opera simultneamente mu-chas y diversas herramientas, potencialmente infinitas herramientas. Un motor co-lectivo operar muchas mquinas herramientas, potencialmente infinitas mquinas herramientas. La mquina combinada de muchas, potencialmente infinitas mquinas herramientas, constituye paulatinamente un devenir simultneo y heterocrnico compuesto por diversas clases de mquinas y grupos de mquinas. Ese devenir es tanto ms perfecto cuanto menos segmentado, ms continuo y fluido, ms abstracto, sea su movimiento general y el de sus partes.

    Ms o menos sbitamente, el obrero y su herramienta, la mquina individual, ser redistribuido en la inmanencia de la Jenny, ensamblado primero, en un monstruo mecnico cuyo cuerpo llenar galpones enteros, y cuya fuerza demoniaca encu-bierta por el movimiento solemnemente acompasado de sus miembros gigantescos, estallar en la danza locamente febril y vertiginosa de innumerables rganos medios y terminales. Luego la Jenny proliferar en redes de mquinas combinadas (entre las cuales muchas de ellas constituyen mquinas que producen mquinas), y en redes de redes que irn configurando una superficie politcnica y policrnica de cooperacin abstracta. As la hilandera mecnica devino tejedura mecnica, y entre ambas revo-lucionaron la quimiomecnica en el blanqueado y el estampado y la tintorera. As tambin la revolucin de la hilandera prolifer en la Gin, la mquina desmontadora para separar las fibras de la semilla, provocando una revolucin de la agricultura que desbloque, a su vez, las condiciones generales del proceso de produccin social, lanzando a la circulacin masas de capital y de obreros, ejrcitos de cesantes y de lumpen (lumpfen18), en diversos estratos o agenciamientos de produccin. La Jenny velozmente devino intercambio mundial, redes de vapores fluviales y transocenicos, ferrocarriles y telgrafos, en la celeridad febril de la produccin a gran escala.19 El mercado mundial ensamblar planetariamente historias, literaturas, y terminar por ensamblar los mundos cotidianos de vida, sus quehaceres y enseres a toda escala.

    Con la madurez de la Jenny se hizo presente el modo de produccin especfica-mente capitalista: una invaginacin abstracta de mundos de vida. Es esta invaginacin la que se convierte en el agente real del talento, la virtualidad, el devenir abstracto de la produccin en la que participan indefinidas fetichizaciones de trabajo abs-tracto, como trabajo usuario, los que cooperan y forman la mquina abstracta del valor en proceso.20 La naturaleza, escribi Marx, no construye ni mquinas de tejer

    18 Tcnicamente para Marx, el lumpfen es lo que prolifera como resto entre modos de produccin. En gran medida el lumpfen es una figuracin precisa del devenir, del entre, del medio, del choque entre modos de produccin.

    19 Todas las referencias anteriores han sido tomadas de Marx, Das Kapital. 20 La forma revestida, el fetiche adoptado por el instrumento de trabajo inmediato en el

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    automticas, ni locomotoras, ni ferrocarriles, ni telgrafos elctricos.21 Estos son productos del potencial de fantasa, del talento (en devenir) de la mano (en devenir); de la mano como talento y virtualidad en devenir; del talento y la virtualidad en devenir, como mano.

    Si se ha podido ficcionar que en un comienzo fue la mano natural lo que con-dujo a la creacin de la Jenny como interfaz; y que en un segundo momento, la interfaz creada fue desarrollndose hasta disponerse como campo ilimitadamente expandido, esta ilimitacin termina incluyendo, como posibilidad suya, la supuesta mano natural que flota, ahora, como una terminal ms entre las virtualidades de la Jenny, en su inmanencia y multiplicidad abstracta.22

    Si en un comienzo esta metamorfosis pareci avanzar segn eslabones disci-plinarios, saltando de un campo de la divisin tcnica del trabajo a otro, de una fase a otra, segn estaciones o estadios tcnicos, a poco andar esta metamorfosis se comportar barrocamente como el herpes o los arroyos que, como parntesis in-vertidos )(, crecen por el medio socavando los bordes, los lechos, desgastando los contratos, las contenciones, excedindolos, excedindose, afirmando derivas y calveros sin detenerse ni identificarse en ninguna, hoyando las estructuras de reco-nocimiento en un flujo abstracto, soltando virtualidades sin posarse nunca en un inicio, en un medio, en un final, deviniendo sin fbula (principio-medio-fin) ni teleologa, en turbulencias tpicas.

    Si el despliegue de la Jenny se expone representacional, pedaggicamente, a ratos, en el texto de Marx, en un via crucis discontinuo segn eslabones y acopla-mientos, su devenir abandonar la sintaxis discreta en un flujo continuo, sin em-palmes ni estaciones. Del mismo modo en que el aerolito solo persevera mientras hiende la atmsfera, y el valor de cambio lo hace solo mientras crece y se valoriza sin congelarse en ninguna cantidad, la Jenny muere si para de erosionar, de erosio-narse, si se establece, si deja de alterar y de alterarse, si se identifica, aunque sea por un instante. Al contrario del annk stnai (es necesario detenerse) de Aristteles, la Jenny y el valor de cambio, se abisman en un devenir sin principio, sin medio, sin fin, aconteciendo solo como plus o exceso. Y no se trata de un exceso de esto o de aquello, que crece por superacin de un estado anterior, sino de un exceso puro,

    que una fuerza de trabajo es cogida por algn ngulo especial de su virtualidad, y puesta a desgastarse en el devenir productivo, es abolida: en adelante es segn el capital mismo, en un crecimiento a-telos, que las indefinidas actividades se exponen como fetiches de un nico acto abstracto en que las actividades usuarias (las terminales especficas) se revelan como pura abstraccin: valor en crecimiento, valor uso de valor en crecimiento.

    21 Marx, Grundrisse II. 22 Ibd.

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    nunca exceso de, sin lugar (topos), sin presencia. Exceso menos presencia, inminencia ms virtualidad.

    Si tcnicamente para Marx, lumpfen es lo que prolifera como resto, como virtualidad no subsumible en el choque de mquinas heterocrnicas en devenir, el lumpen, lo lumprico, podra figurar como nombre para esa virtualidad que, siendo inmanente a las mquinas, no pertenece a ninguna, y ms bien crece entre ellas, erosionndolas, sin que lo lumprico se deje de subsumir a una mquina, clase o subjetividad alguna. En este sentido la Jenny es lumprica.

    En el proceso transformista de la Jenny, as como en el proceso ampliado de valori-zacin del capital, hay menos devenir que proceso, segn el texto de Marx. Si enfoca-mos el proceso ms que el devenir, la abstraccin de la Jenny, su politecnia, deviene subsuncin trascendental fctica de las singularidades, nihil homogneo, igualacin de lo desigual; y no erosin y desbloqueo inmanente de los trascendentales, como devenir puro, sin punto de partida ni punto de llegada; devenir abstracto que no me-taforiza, que carece de eslabones, como un flujo sin cauce, sin marco, sin borde, sin reconocimientos, en medio de la inmanencia proliferando singularidades mltiples. Esto indica, grosso modo, un diferendo entre el Deleuze que hay en Marx y el Marx que hay en Deleuze.

    Preguntas y comentarios

    JORGE PAVEZSobre la mquina Jenny, me gustara saber si podemos aterrizar tu lectura: si la apa-

    ricin de la mquina Jenny para hilar deja a muchas mujeres desempleadas, sera este el momento en que se constituye el ejrcito de reserva femenino, y ms especfica-mente prostitucional? Es decir, todas estas mujeres que eran hilanderas y que quedan evacuadas del ejrcito de produccin, quedan todas estas mujeres como ejrcito de reserva para la prostitucin? Y luego, respecto al estatus de esta mquina, cons-tituye esta un fetiche en el proceso capitalista, o produce fetiches?, o es un fetiche que produce fetiche? No s bien dnde ubicar esta mquina me gusta esa idea de cuerpos fijos como terminales de esta mquina y el lugar central que t le das a la mano: la mano tiene un lugar importante en la historia del trabajo femenino; las masas de mujeres digitadoras a mediados del siglo XX por ejemplo, eran antes costureras, hilanderas, si vamos yendo hacia atrs, y hoy en da esta incorporacin, tan frenada como promovida, de introduccin de mano de obra femenina en la minera. Enton-ces hoy, la tecnologa opera con mquinas para escribir y los joystic, y se produce una construccin de la mujer como la que mejor maneja su motricidad manual.

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    CLAUDIA LAGOSCmo aprehender el fenmeno del capitalismo financiero en el contexto de

    la globalizacin, de la volatilizacin de los mercados, de la volatilizacin de los ca-pitales, a partir de la lectura que t propones, que a m me resuena mucho ms al capitalismo clsico que a este, que es mucho ms intangible?

    WILLY THAYERA propsito de las hilanderas, a propsito de los restos de un modo de

    produccin al chocar con otro modo de produccin: tcnicamente hablando, para Marx, los choques de produccin producen algo que se llaman lumpfen. Al menos desde mi lectura el lumpen sera esa virtualidad no subsumible, que es inmanente a los modos de produccin, pero no es reducible a estos, y por ello podra operar ese espacio de la conversacin del que hablaba Curcio. Ahora, el problema que tiene ese enfoque es que desubjetiva absolutamente a la nocin de lumpen, ese instante no pertenece a ningn sujeto, a ninguna clase, no per-tenece, sino que desaparece ah, en la medida que lo metemos a una clase, en algn gnero, ya lo posamos en las estructuras de las identidades de las mquinas que estn jugando en la Jenny.

    Respecto al campo de lectura de la industria del salitre como campo, podra tocar o rozar la ltima pregunta a propsito del capital financiero. Yo creo que la Jenny, la metfora de la Jenny, que tiene que ver tambin con la pregunta respecto a la mano, porque la mano finalmente es la mano natural, que deviene mquina y que deviene una mano mltiple Pero en realidad para Marx esa cuestin est vinculada a la no-cin de talento, la mano es el principio del talento y obviamente el talento est ligado con el principio de la produccin. El problema es que el talento siempre est ligado o atrapado en manos que tienen determinadas fijaciones, trataciones que pueden ser lla-mados modos de produccin generales o contextos, entonces la figura de la Jenny, de lo que est hablando, leda muy deleuzianamente (nunca Marx habla de devenir, habla de proceso en un sentido muy hegeliano, pero hay un Marx en Deleuze y un Deleuze en Marx), leyndolo muy deleuzianamente el devenir de esa mano es la virtualizacin de los modos de produccin, lo cual significa que en la coexistencia o en la sincrona de modos de produccin, de memorias o de materialidades, en esa sincrona y en ese choque, se producen instantes de virtualidad que no pertenecen a ningn modo de produccin o que no son simplemente identificables en un modo de produccin, porque son inmanentes a ella. Entonces, yo no creo que el capitalismo financiero sea simplemente separable, como una etapa distinta del capitalismo industrial moderno, sino que estos coexisten, hay formas de coexistencias ms all de que uno pueda fijar ms hegemonas o menos hegemonas.

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    Si uno cae en un lugar y dice Bueno, cmo es la cosa aqu?, entras en un juego ms o menos infinito respecto a tal o cual maquinaria, pero siempre hay co-existencias de tecnologas y en la medida que hay coexistencias, estn esos espacios de virtualizacin o de lumpenizacin, que no necesariamente funcionan como aquello que es tirado fuera, o sea, es tirado fuera pero tambin es una afirmacin que puede operar como principio destructivo por decirlo as, como principio erosionador. Entonces con el concepto de mano, obviamente que no me estoy refiriendo a ninguna tecnologa en especial, ni siquiera a la mano natural porque eso tambin es una tecnologa, es una tecnologa que pasa como si no fuera una tecnologa, esa es su gracia, una tecnologa que juega a la ideologa de que no es una tecnologa, lo mismo que la idea de un cuerpo aurtico, natural, fijo en determi-nadas funciones orgnicas que no puede sobrepasar. Eso tambin es una tecnologa que est ensamblada con otras tecnologas, por ello la Jenny no habra que leerla en un sentido apocalptico, como una especie de meta tcnica que lo carcome todo, lo subsume todo y lo homogeniza todo, sino ms bien como un aparato altamente diferencial. Lo cual complica las cosas, porque esta figura de la Jenny puede ser leda muy similarmente a las operaciones del capitalismo, se parece mucho a la polimor-fia, al polimorfismo, al policronismo y a la versatilidad del capitalismo.

    Respecto de la ficha valor uso y valor cambio, yo retomara un poco esa misma figura. La pregunta que yo hara ah es cmo funciona la coexistencia de modos de produccin que uno podra denominar algunos ms atrasados y otros ms de-sarrollados, unos menos modernos, otros ms modernos. No obstante llamarlos as significa ya instalar una organizacin del tiempo, una diacrona de un antes y un despus; pero los modos de produccin son simultneamente obsolescentes unos respecto de los otros, no se pueden organizar con arreglo a una temporalidad gene-ral. A menos de que uno asuma algo as como una metafsica del tiempo global, en donde ocurren las cosas y van ocurriendo en un cierto orden. No s si va por ah pero yo me enganchara con eso que t decas en el sentido de la memoria, tambin de la temporalidad y de la espacialidad. El espacio y el tiempo son predicados de los objetos. Por ejemplo este micrfono tiene una temporalidad y una espacialidad que est en su fibra, en su materialidad, que es distinta a la de la mesa. Esta mesa que est aqu no est en ningn tiempo, hay un heterocronismo completo en la materialidad de los objetos, que opera como una instalacin. Freud hablaba de un aparato psquico, la temporalidad de un aparato psquico, cul es la temporalidad de Roma? deca, es un mismo aparato psquico en el que coexisten, en una mis-ma actualidad, cuestiones de la infancia, cuestiones de la ancianidad (a menos que estemos como dice Deleuze en un momento en donde la sinapsis no funciona y eso hace que ya nada funcione con nada).

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    Respecto de la pregunta por el cuerpo yo invertira la figura del cuerpo, no quiero decir que la invertira esencialmente, dira que solo hay cuerpo ah donde hay interrupcin de las mquinas para utilizar de nuevo la figura del lumpen o de ese residuo, esa residualidad, que no es trascendente a la mquina sino que es inmanente, es inmanente a las fricciones. Ese residuo, a eso yo lo llamara cuerpo, todo lo otro es algo as como un cuerpo posedo

    Yo recuerdo, para poner un ejemplo muy simple, que Renato Curcio estuvo seis aos en reclusin, incomunicacin, aislamiento. Entonces claro, cmo se poda ejercer ah algo as como una erosin? Y l deca Aprend un truco de respiracin a m eso no deja de juntrseme con lo que dice Marcel Du-champ. Ahora, qu hacemos con eso? Yo no s mucho Creo que hay que tener una mano derecha muy representacional, de poltica representacional, en donde hay que batallar ah tambin. El problema es que eso es pura reapropia-cin. Tampoco creo que esos espacios de virtualizacin estn asegurados, que no sean reapropiables, pero trabajan en un sentido de desapropiacin. Y sobre el tema de la conversacin en espacios en donde justamente todo eso est prohibido, es muy difcil juntarse, es muy difcil conversar e incluso es muy difcil pasear o caminar en un espacio carcelario Pero tambin es muy difcil conversar en todos los espacios, entonces yo no s si la pregunta tuya apunta a una cosa ms de fondo, de si sigue habiendo una cosa as como un espacio para la experiencia por ejemplo, o un espacio para la conversacin. Hasta qu punto todas las conversaciones que uno arma o tiene son conversaciones que estn completamente estereotipadas y no es uno el que habla? Como el gigol de [la pelcula] Inteligencia artificial, no s si recuerdan a ese robot que era todo Hollywood y que poda armar cualquier tipo de conversacin segn la ocasin, tena todas las conversaciones grabadas como en un pendrive. Ah no hay ms que la caricatura de un contexto de materialidades y de fibras materiales que coexisten. Entonces mientras haya toda esa coexistencia, porque no hay como no tener esa parte artesanal en el cuerpo, esa parte manufacturera (vamos por lo menos una vez al bao en el da y esa es una dimensin aurtica del cuerpo que coexiste con muchas otras cosas). Mientras haya esa coexistencia uno puede pensar que hay dimensiones de experiencia o dimensiones lumpricas para usar el ttulo de Diamela Eltit

    ANDR MENARDRespecto a toda esa dimensin orgnica, la caca, el sexo hasta qu punto el

    goce no es ya la dimensin en la que uno se aliena?, no es justamente el capitalis-mo y la mquina Jenny que se enchufan con esa especie de maquinismo primario?

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    WILLY THAYERClaro, y para poner la pregunta desde otro lado, si es que no leemos maqunica-

    mente como inmanencia y multiplicidad, para decirlo en esos trminos, pensamos la inmanencia como multiplicidad o pensamos la inmanencia como homogenei-dad? O instalamos un modo de produccin nico, homogneo y planetario que todo lo subsume, y ah tenemos un tipo de institucin total o de campo total. O bien instalamos esta otra figura ms deleuziana, que tiene ms respiraciones, in-manencia y multiplicidad, pero tampoco resolvemos el problema Entonces, yo tengo la impresin que, al menos en los lugares en que yo habito, en los lugares en que a m me toca jugrmelas por algo, me queda ms o menos claro como lo voy a hacer. Son siempre polticas muy singulares, muy atenidas al lugar Pensar en una poltica asociada a revoluciones totales no tiene mucho sentido. Porque no s si est para una institucin total, en un sentido heideggeriano, nihilista, homogneo, o tambin marxiano. Porque la lectura ms comn de Marx, o por lo menos, la del valor, es que, si bien el valor se expresa en la multiplicidad infinita de fetiches, el valor uso se acab Ni siquiera en el paraso haba valor uso, la ley del valor retroactivamente convierte en cambio toda usuariedad, como la muerte del aura benjaminiana Ahora bien, si nos vamos por esa va totalmente apocalptica no hay nada, no hay experiencia

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