Entrevista Octavio Armand Japón Cuba Pintura Cine

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  • 7/28/2019 Entrevista Octavio Armand Japn Cuba Pintura Cine

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    A KWAIDAN SEVERO SARDUY VAN GOGH SADOMASOQUISMO DIALCTICA DE

    N ESCRITO SOBRE UN CUERPO CINE VOZ Y ESCRITURA LA SIMULACIN HOMES NARCISO ESPEJO TERTULIANO MIRADA JOYCE AZAR CASTRACIN VENEZRO SARDUY VAN GOGH SADOMASOQUISMO DIALCTICA DEL AMO Y EL ESCL

    Entrevista aOctavio Armand

    (Cuba, 1946)

    Por Johan Gotera

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    Entrevista realizada por Johan Gotera

    Diseo y maquetacin: Miguel ngel Hernndez

    Junio 2013

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    JOHAN GOTERA: En el lmeKwaidan (Historias de antasmas, dirigida por Masa-ki Kobayashi, 1964), inspirada en los cuentos japoneses de La cadio Hearn, vemos laterradora escena de Hoichi, el monje ciego asediado por antasmas. Hoichi tambines msico, y recrea con subiwa antiguas batallas que los espritus guerreros quieren volver a escuchar. Para protegerlo de las visitas nocturnas que lo requieren desde el

    ms all, los calgra os cubren el cuerpo del monje con mantras, olvidando una partela oreja, un ori cio que lo perder. Severo Sarduy comenta la escena en La simulacinMe desmay en el cine, dir, y concluye: Todo lo que no es textual es castrablQu relaciones intuye usted entre cuerpo y escritura, entre mirada y audicin, a partirde esta escena?

    OCTAVIO ARMAND:Comencemos por la oreja de un pintor, no la del msico. La orejade Van Gogh, arrancada segn la leyenda como o renda a una prostituta. Con ella el pinpretende privatizar a una mujer pblica. Quiere poseerla pero equivoca de abajo arriba

    parte del cuerpo. Una posesin inactiva. Una entrega. Una sumisin. Evidentemente ideliza a Raquel para poder colocarla en su cielo estrellado. Como los babilonios, que orgazan el inquieto rmamento intuyendo signos en las constelaciones, l pretende organizel suyo, que parece una lluvia de estrellas. Lluvia la suya porque aterriza arriba, como ucatedral; o sea, interpreta al cielo ssmicamente, como epicentro, y lo surca en el doble stido de la palabra, sembrando all a su diosa, semilla de su nada. De ah el sacri cio deoreja, que es erupcin, desprendimiento, lava.

    Imagino que deseaba tener a Raquel como modelo. Acaso quisotransubstanciar su cuerpo en el pan del lienzo y el vino de la pinturahacindolo invisible para la venta y as devolverlo glorioso para estreno de la mujer que pudo haber sido su mejor autorretrato. Feti-chista, quiere despertar una icono lia pero solo inaugura sospechay recelos de iconoclasia. O rece pinceles a quien est acostumbraa penes. Seguramente el halago resulta aterrador. Para que la diosno se sienta amenazada, debe demostrar que solo l correr riesgos peligros en el culto que rinde, tan exaltado como ino ensivo. Pinto

    no puede extirparse los ojos para la castracin simblica. Por eso se arranca la oreja. embudo del sonido, que es imn de lo incorpreo, pabelln del vaco, le sirve de suplencCon usin adrede de un sentido con otro. Sinestesia anatmica. Versin muy suya de Vocales de Rimbaud, donde suenan los colores. Es tambin, ese ragmento mutilado, comel asa de su cuerpo, taza de porcelana que gira en esa hlice sangrienta, y l entrega en upersonalsima ceremonia del t. Pero ni la ulana era japonesa ni agarraba a los cuerpque complaca por un asa de cartlago sin punta. Su culto no exiga reyes a plazo ni prgresivas castraciones.

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    Otra cosa muy distinta es que al msico le arranquen la oreja. Por ah s se llega a tutano taxativo, a su laberinto primario. Asa til, la que deja expuesta su cuerpo tachadpara una ceremonia de verdes azotes invisibles. El etichismo sadomasoquista entre lo visible y lo visible, entre el amo ensortijado en sus crecidas exigencias ante el esclavopretende ocultarse, negndole la msica que despierta al vencido, que hace del pasado u

    ereccin repetida, ritualizable, lleva a un desgarrn en la rontera de la visibilidad, enestremecido cielo nocturno vuelve Van Gogh donde la voz de Hoichi y las cuerdas biwa incorporan luces, antasmas, nobles, guerreros.

    Durante la noche naval erizada en una taza de t, Hoichi cantala rara pica de los vencidos. Sacri ca el cuerpo a la invisibili-dad para poder desplegar como velas voz y cuerdas y a la vezdesprenderse de los antasmas, zarpando al sur de la memora-ble batalla. Pero los antasmas que responden al cuerpo visible

    con reclamos, responden con golpes al cuerpo casi totalmentea antasmado por la escritura que no lo deja bilateralmente des-orejado.

    La escritura tiene como nico propsito dejar en blanco a la pgina. Vaciarla con sinos repletos de segundas intenciones. Sesupone que el cuerpo desaparezca en lossignos, sumergindose en la tinta de supropia sombra, hasta decir basta comola inmensidad de la noche acadia en laescritura de los cielos. La escritura es elmar en urecido que se traga a los gue-rreros Heike, ondula en los pliegues po-

    rosos de la piel, rompe en las articulaciones, se vuelve espuma en la voz y la vibracincuatro cuerdas.

    Revivir la derrota es vencer. O casi. Hoichi entona la pica de los vencidos y as essienten recompensados sus bros. Espiritualmente reivindicados, se imponen en un reinpstumo y simblico que trasciende a la historia. Al n vengan la derrota. En el recuenpor compases donde el tiempo lineal ni cuenta ni se cuenta, nota a nota regresan del ondel mar como erizos, corales y estrellas, fechas las pas disparadas en el presto, listas pel combate mano a mano las puntas que trepan y enlazan con sus luces las luces enemig

    Veamos bien a Van Gogh. Completemos su met ora, dndole otro giro a sus girasolSintmoslo como proceso de desmaterializacin. Proceso donde sin duda resaltan dramticos episodios sicos, sobre todo la espectacular mutilacin como suicidio por partes

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    desmembramiento anatmico que a la sangre como colorprimario le da una ominosa presencia en la paleta, y queconcluye en el rotundo no del suicidio. No menos decisi- vo, sin embargo, resulta el dramatismo simblico refejadoen la pintura, tanto en lo aparencial y explcitamente gu-

    rativo del autorretrato, como en su conmovedora deriva,la decreciente escalada del abandono, pues son autorretra-tos vacos el cuarto, la silla, la pipa, las botas, los zapatos.Inventarios de ausencia. Deseo irre renable de convertirseen imagen, de desalojar el volumen en el plano, de quedarse en la helada super cie espejo, uera del cuerpo, uera de la realidad, apagndose en los intensos colores de lque parece emanar de sus ojos.

    Hoichi tambin padece un proceso de desmaterializacin. Al cubrir su cuerpo la escrit

    ra lo borra, lo vaca, lo traduce de letra a espritu, de masa bablica a mdula pentecosDesaloja a su ser de su estar, aplaca su volumen tridimensional para que se cumpla excsivamente en el volumen sin dimensiones de la msica. El escriba lo criba. La nalidhacer de la ceguera un camino de ida y vuelta, convirtiendo al ciego en ciego invisible, pque exista solo como voz, solo como pulsaciones y acordes, sin ver ni verse, expresin pdel espritu.

    Al pintar, Van Gogh intenta convertirse en imagen, sombra de colores. Al cubrir a Hoicla escritura intenta ir ms all an. Eliminando corpsculo a corpsculo las tres dimesiones, trata incluso de apagar su cero, dejndolo sin imagen. Pero el proceso se trunen la oreja descuidada, olvidada, como si de un rbol talado permaneciera suspendiduna rama entre cielo y tierra. El texto inconcluso es un inmenso ragmento. La oreja, vulnerable, tambin lo es. Tensin exasperante de dual irona: arrancada la oreja visibcomo hoja en blanco, la invisibilidad resulta plena, completa; y la escritura, que supoapogeos de la mirada, un mirar atento, oculta al cuerpo, oculta al manuscrito. La miradcomo palimpsesto borra y se borra en la parte aparte, uera de contexto, al descubiertola totalidad apagada, integrada por minuciosos trazos caligr cos al vaco, altao. Esa orejamereca mejor destino. Unas pinceladas de Van Gogh, por ejemplo.

    Hoichi, teatro donde convergen como antagonistas dos tradiciones, la escritural y la oraLa piel sirve de soporte para la primera, el canto patentiza a la segunda. Recubierto caligra a, re/vistindose a travs del signo epitelializado, anatomizado, el cuerpo acceuna desnudez ajena a la suya pero que le sirve de armadura. El nico sentido posible deescritura que suscita es externo a l, pues distrae a la mirada que lo escruta, la aleja, aputando a la anulacin de su perspectiva, que ser apenas el punto ciego que desapareceirradiar y se borra al emitir signos. Estrategia nica de tcticas opuestas: tinta de pulpo

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    bioluminosidad de calamar, esconderse en la oscuridad y esconderse en la luz. Hermetmo del cuerpo que dice estoy en otra parte, no aqu.

    La dermatogra a propaga signos que atraen po-derosamente la mirada, pero solo para desviarla,

    rebotndola mediante los ideogramas hasta ex-tenuarla en un texto de cicatrices sin cuerpo. Demanera muy gr ca al desplegarse, y muy dram-tica tambin y an ms gr ca y dramtica aldejar de hacerlo, la incompleta trans ormacin

    acometida por la escritura convierte a Hoichi en escenario y alegora. Cuerpo espectacuy especular: quien pretenda verlo, ve signos, ve otra cosa, como si uera de azogue, y ararlo, verlo, solo se recibieran imgenes refejadas, acaso esas que l mismo proyecta pacumplirse en la ausencia.

    Se supone que el msico ciego quede minuciosa y exhaustivamente cubierto por un teto sagrado. Esplndidos trazos de caligra a japonesa pretendenhacerlo invulnerable a los poderosos espritus de los Heike, queal or los acordes del lad de cuatro cuerdas, elbiwa, se asomandesde la otra orilla para exigir que Hoichi vuelva a evocar los su-cesos de la batalla que siglos atrs perdieran contra el clan rival,los Genji. La invulnerabilidad pretendida para Hoichi es muy particular, pues implica la negacin de su propio no. Es decir,entraa una cura por simpata, una trans erencia mgica de su ceguera para a antasmaante los antasmas. l se vuelve antasma como ellos; y ellos, a su vez, se vuelven ccomo l. No un teatronoh pero s del no. La transparencia como mscara, como camufajeper ecto. Transparencia de acuarela para revelar la negacin del color, el negro.

    La escritura sagrada, versin drmica del anillo de Giges, har invisible al ciego. Uespectacular potica de la lectura que aspira a la plenitud de la negacin, del vaco, del rrn absorbente y exacto. Anticipndose a la lectura, los signos literalmente desentraal protagonista, reducindolo a texto, luego a papel a su papel, a n de ser un dejarser. Anulado, borrado, Hoichi devendra met ora de un palimpsesto, se hara indetectble. Versin negra de la pgina en blanco de Mallarm. Versin al revs, donde la presecia prismtica de todos los colores en la luz se trueca en la ausencia de todos los colorcediendo el blanco al negro y la super cie donde la luz tiene lugar al abismo que la nie

    Versin al revs no solo porque la dramtica con rontacin con los antasmas ocurrela alta noche sino porque el oscuro en rentamiento tanto como los oscuros en rentadostn sumidos y como subsumidos en la oscuridad absoluta. Todos son puntos ciegos en un

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    lnea tambin ciega. Es como si el soporte de una escritura uese previamente cubierto un bao de tinta para que cada trazo ah plasmado se disuelva como minsculo poro en piel de la noche, por absorcin, combinados solvente y soluto en la armoniosa solucin dcero, la nada, la negacin mutua.

    Qu no le insinuar todo esto al espectador, punto ciego l tambin en la oscuridade la sala de cine? Entregado a la noche, entregado al abismo con que amaga convertila pantalla, el espectador asiste al dramatismo de la luz como a una esta que deja vebelleza del paisaje; la belleza s, la belleza de la violenta lucha sobre el mar revuela contrapuesta maravilla de la escritura ja sobre el cuerpo absolutamente quieto. Se nprepara as dentro de la paradoja que compartimos para el estreno de la oscuridad comprotagonista. El msico que ni ve ni puede ser visto, y la escritura, nen del no, proyectceguera como la luz proyecta imgenes en la pantalla. Hoichi est escondido en su propcuerpo, escondido en los signos que lo cubren para borrarlo, aadindolo como tinta r

    ca a la tinta de la noche. Proyectar sombras, echar noche, extraa aspiracin de un cine nmudo sino ciego. Paradoja de aprovechar la luz y los colores no para iluminar la pantasino para apagarla, creando una pantalla negra, donde en la aadida oscuridad ambientde la sala ni vemos ni nos ven, como si todos uramos Hoichi en el solitario apogeo de voz.

    El papel de la escritura es borrar el papel. Aparece para desa-parecer, sacri cndose al disolver la materia el cuerpo que lasostiene. Visibilidad oral y oralidad visible, entraa un papel es-trictamente pasivo y re erencial como testigo de la voz, condicinsubalterna refejada en el protagonista ciego, cuya voz conmueve alos muertos como la de Or eo conmoviera a Caronte, a Cerbero y almismo Hades, pero a quien le alla traiciona la escritura.

    La tradicin japonesa empalma con los remotos orgenes de la tradicin occidental. Lcoincidencias sugieren mucho ms que un pie de pgina. Basta recordar a Homero, y enceguera de Homero a Demdoco, comomatrioska de ciegos con sus enormes noches cada vez ms pequeas, como si el viejo Brueghel tambin hubiera dirigido un extrao coroaedas, pintando un ciego dentro de otra noche. La batalla naval entre los clanes japonesune en una misma marea alta al mar de Oriente con el Mediterrneo surcado ida y vuelpor los aqueos. Genji los aqueos vencedores, Heike los troyanos vencidos, ciegos todosque pulsan cuerdas y reviven la memoria. En la epopeya griega los dioses no se hacen vbles para todos. En la japonesa tambin hay un s y un no en lo visible. La luz ciertameno se reparte por igual; establece privilegios, premia, castiga; sus rayos improvisan rteras selectivas, como nos lo hacen ver precisamente estos ciegos, ellos mismos rontde luz y sombra enlazadas como guerreros en el canto. Las sombras sin cuerpo del Had

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    son aqu pequeas llamas sin lea, candela sin combustible. Solo vemos el zigzaguearevoloteo de esos cocuyos airados y la oreja de Hoichi, la hoja en blanco que ser arranccomo la hoja de un calendario, como para quitarle el tiempo al tempo de la msica y aescritura del templo.

    No insisten ambas tradiciones en la primaca de la voz sobre la escritura al asumirparbola de los invidentes? Prescindencia de la letra que mata, ueros de la oralidad coespritu que vivi ca. Ambas tradiciones, en el sentido negado, subrayan la jerarqua depresencia plena, la que se remonta al comienzo del antes, al origen de los orgenes. Amba su manera, aluden a una tradicin comn: las escrituras sagradas, que son tales precismente porque no son escrituras sino meras transcripciones de la voz de Dios. Una teona. Claro ejemplo, la Biblia, cuyo Viejo Testamento arranca del Verbo, de la voz creadoque engendra al nombrar, y cuyo Nuevo Testamento, el del Verbo encarnado, culmina eel Apocalipsis de san Juan, el Telogo, del cual sealo un curioso episodio como pun

    nal:El Telogo se voltea para mirar la voz que le habla y ve un cuerpo resplandeciente. Es

    ngel que se revela en llamas, arco iris, sol, uego. Muestra un librito abierto y le pidpro eta que se lo coma: Toma y cmelo, y te amargar las entraas, pero en tu boca sdulce como la miel. Tal cual. Aunque amargo en las entraas, en la boca apetente el libsabe a miel, pues la escritura ha vuelto a su origen oral y divino, endulzando la letra comhuella o eco de una voz que a travs del pro eta volver a escucharse sin la intermediacmuda de los signos. JG: En una de las vietas de La simulacin cuyo manuscrito usted entreg para supublicacin en Monte vila Editores, Sarduy se detiene ante la vidriera de una tien-da en el barrio homosexual de Nueva York y refexiona sobre la oscura dialctica que lesugieren dos mscaras sadomasquistas. Una la del amo tiene ori cios para la boca y los ojos, puede ver y hablar, dar rdenes, ordenar; otra la del esclavo enceguecequien la use puesto que carece de ori cios para los ojos y apenas deja libre el ori cio dla boca, para recibir. La primera mscara implica un o cio dominante, la posibilidadde ver, de escribir el cuerpo del otro; la segunda slo puede recibir, como en la comu-nin, el alimento que le o rezcan. Aqu parece darse otra vezel vnculo entre poder, mirada y escritura que anteriormenteha sugerido.

    OA:Las mscaras que Severo ve en una tienda de la calle Christo-pher no lo ven a l. No decoran rostros sino vidrieras. Estn detrsde un vidrio y no sobre la piel. Solo comprometen a la posiblecompraventa, expresin quiz de un sadomasoquismo econmi-

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    co que a su vez explota al sadomasoquismo sexual. Son mscaras que ocultan para dey de nen precisamente en sus vacos, los ori cios que corresponden a ori cios anatmcos: la boca, la cuenca de los ojos. No retratan al enmascarado re rindolo por alegoo alusin a terceras personas; al contrario, por la oscura uncin dialctica que impliclo someten estrictamente al orden anatmico y siolgico y a las pulsiones annimas d

    ano y el alo. Un sometimiento personal delegoal id, de la identidad a la carne, previo alsometimiento impersonal del esclavo al amo y del ano al alo. Son mitades asimtridesequilibradas, de una despersonalizada transaccin violenta.

    Para Sarduy la dinmica entre cuerpo y escritura es incesante y bi valente: hay escrituras sobre los cuerpos y cuerpos que escriben sobotros cuerpos, que se incorporan en otros cuerpos, para asumirlos, imitarlos, caricaturizarlos, poseerlos. Cuerpos que son inscripciones, cdgos, lenguajes, traducciones, que rigen sus partes gramaticalmente, sin

    tcticamente, como partes de la oracin. En el caso de las mscaras, cuypretensin es desalojar de identidad al deseo para vincular dos cuerporeidos en uno solo, hay como una contraccin gramatical. Son articulantes y preposicionales; preceden al sujeto/sustantivo como relacionantes, pero para disimularlo, negarlo, objetivarlo, cosi carlo, suspenderl

    engarzndolo innominado en la reduccin. Fetichismo recproco y metonimia dual de parte por el todo y el todo para la parte.

    Las mscaras contrapuestas niegan al espejo, solo se refejan al excluirse como posibconvergencia de miradas. Por una parte, hay la mirada obturada del esclavo, mirada dojos extirpados por oclusin, que despierta de inmediato la temtica de la castracin simblica; y por otra, la mirada lica, casi punzo-penetrante del amo. Mirada, esta, aplicen dos sentidos: sicamente, se unta sobre lo que mira, lo cubre, lo embadurna, como uescritura oleaginosa, de rote y lamidas; porque mentalmente se proyecta con tesn, cirre renable insistencia, y es de en oque inapelable y constrictor. Es notable otra bivalerefejada en el uso de los trminos. Prctica clnica, quirrgica, digamos que de riguroaplicacin, donde los trminos mismos sintetizan las variantes, como si en ellos la teatrlidad etichista aspirara a una esceni cacin verbal, a la vez de nitoria y descriptiva.claro ejemplo es la contraposicin de polaridades complementarias, de atraccin magntica, en el positivo saturar opuesto al negativo suturar, que en ltima instancia remiterespectivamente al alo y la ereccin y a la boca o el ano y la castracin.

    Segn Sarduy, la escritura sutura todo ori cio, cierra al cuerpo. La mscara, tambin.la inversa, el travestismo y todo trabajo que exponga al cuerpo satura a la realidad, la cma con la sobreabundancia mimtica que pareciera expresar un barroco horror al vacproclamando que todo es alo y ereccin, que no hay castracin.

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    El mimetismo travesti no anula al alo sino quelo reproduce en el cuerpo emenino; es tumes-cente all, no para desaparecer penetrndolo, sinopara asomar desde lo aparentemente ajeno. Mo-mentneo, parpadeante cambio de gnero, melo-

    dramtica operacin sin ciruga, no pretende bo-rrar el cuerpo propio en el ajeno, sino rea rmarlo,duplicarlo, propagarlo. Falo invaginado, abultadoen la vagina, a la cual desplaza, como si la identidad se albergara precisamente en el cuesimulado. Escritura de sombras en el tutano de la luz, pulpo escondido en la tinta y no pla tinta. Un rotundo no a rmativo.

    El ocultamiento del rostro, que en el caso del esclavo implica la absoluta invisibiliddel amo, y el intento de invisibilidad de Hoichi mediante la escritura drmica, que ope

    como amuleto sagrado y pretende desaparecerlo en s mismo, sugieren tangentes con uepisodio mitolgico, el anillo de Giges. Lo que rodea, enmascara, orra, oculta cuerosido en el ojo y escritura descosida en la oreja, eso que circuye para borrar, para anues anular.

    Anillo escritura, anillo mscara, anillo amuleto, en el caso de Hoichi deja expuesta camente a la oreja y en el caso del esclavo nicamente a la boca, rganos de la expresoral. La invisibilidad completa del amo y la invisibilidad incompleta del msico se deba la mscara del esclavo, cuyo nico boquete corresponde a la boca, y a la escritura qinadvertidamente ha dejado en blanco, y como al margen, a la oreja.

    Ciego, el msico no ve, oye; odo, y visto por la oreja al garete, es castigado. El esclavo poco ve, pero oye r agas de insultos, rdenes, escupitajos verbales; y aunque boquiabieno habla: lame, chupa, traga. Sin voz ni habla, es boca anal para el bacanal. Circundadambos cuerpos representan un vaco, lo colman como el rea de un crculo en relacinsu circun erencia, un crculo de cuyo centro boca, oreja no escapan. Con su miradcon su pene/trante pluma, el amo escribe, mana tinta, semen, escritura. Es dedo ndice quseala, dirige; y dedo anular, que se pone como anillo la boca ajena, al cuerpo ajeno. Ediindetectable, incastrable, se somete al interrogatorio de su es nge, el es nter vuelto bbocarriba, que no estrangula. Lo visible y lo invisible acuden as del encuentro al desenlcon algo de silogismo y mucho de paradoja: el herosmo sumiso del esclavo, de obedienaudaz y a ciegas, y el mandamiento cobarde del amo envalentonado y como endiosado pla ceguera servil. Saturar y suturar que se conjugan sin nombres ni pronombres. Verbos srienda, imperativos sin apelaciones. JG: La historia de Cuba parece dar dos ejemplos que interesaran mucho a Hegel: la

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    historia del sacri cado Manita en el Suelo y la del silencio en que se hunde el poetaJuan Francisco Manzano al ser liberado por su amo. En esas escenas se da una curiosa versin de la dialctica del amo y el esclavo. Puede el esclavo, en un giro inesperaddarle la libertad a su amo?

    OA:El azar que te reuni con Severo en las pginas de un libro y luego a nosotros en ulibrera caraquea otra vez rima a Cuba con Venezuela. Y es que los dos nombres qmencionas, Juan Manzano y Manita en el Suelo, remiten a convergencias que se reiterinsistentemente desde hace siglos.

    Me explico con ejemplos. La bandera de Cuba onde por primera vez en Crdenas 1850. La enarbol el general Narciso Lpez, de origen venezolano, usilado en la isl1851 por luchar en pro de la independencia y la anexin a EstadosUnidos. El general Manuel Cedeo, hroe de Carabobo, de quien

    Bolvar dijo ninguno ms valiente que l, era bayams; y el hroems valiente de Cuba, Antonio Maceo Grajales, era hijo de MarcosMaceo, pardo venezolano al servicio del ejrcito colonial, que llega Santiago de Cuba en 1825. Jos Mara Heredia, santiaguero, vividurante varios aos en Venezuela, adonde su padre haba llegadocomo oidor de la Audiencia de Caracas en 1810. Ese mismo aoManuel de Zequeira, habanero, ue nombrado comandante militarde Coro. En 1881 Mart residi en Venezuela. Admirador de Ceci-lio Acosta, no as de Guzmn Blanco, tuvo que regresar del trpicoentrpico a la nieve de Nueva York. Era de origen venezolano unode los hombres ms ricos de la Cuba decimonnica, Toms Terry; y tambin era venezolano uno de los hombres ms ricos de la Cuba del siglo XX, Julio Loa quien se le conoca como Rey del Azcar. Hoy por hoy el hombre ms rico de Venezues de origen cubano. Creo que con lo dicho ya es su ciente para que Celia Cruz exclaazcar! y entremos a tu laberinto.

    Juan Manzano tuvo dos lenguajes: como esclavo, la poesa; como liberto, el silencComo esclavo tuvo tambin prosa. En su Autobiogra a,escrita entre 1835 y 1839, cuenta alo Mira de Amescua su propia prspera y adversa ortuna: niez de buen trato en casa la marquesa Justiz de Santa Ana, esposa de don Juan Manzano, a quien debe su nombreapellido, luego maltrato al cambiar de amo hasta que un nuevo giro de la rueda lo coloen casa de don Nicols de Crdenas y Manzano, donde adems de tropezar con su apelliaprende a leer y escribe sus primeras dcimas. La Autobiogra alo hizo peligrosamente c-lebre. Muy pronto traducida al ingls y al rancs y publicada en Londres y Pars en 18por Madden y Schoelcher respectivamente, ue utilizada como arma propagandstica plos abolicionistas. Clebre como esclavo y celebrado como poeta, en 1836 recibi la lib

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    tad a cambio de 800 pesos recaudados por iniciativa de Domingo deMonte y los tertulianos que se reunan en casa de este cubano naciden 1804 nada menos que en la tierra del cacique Mara, all por lhoya del Coquivacoa y el relmpago del Catatumbo! Si en el crculo Domingo del Monte hubiera habido un Tertuliano as, con mays-

    cula quiz tendramos en criollo el credoquia absurdum, pues JuanManzano ue ms libre como esclavo que como liberto y le tuvo mmiedo a la libertad que al amo. Imposible, por lo tanto cierto, hubierdicho el a ricano. A Hegel y a Kojve, que comentaLa dialctica del amo y del esclavo,la paradoja hubiera dado cepo a pie de pgina.

    La sombra de Tertuliano le queda an mejor a Manita en el Suelo, alias Manuel Caam

    zo. Traspongo los apelativos porque en su caso las paradojas se visten de gala. De entrano era hombre de pies en la tierra sino de manos en el suelo. Los pies parece haberl

    tenido en una nube. Y lo de Manita en el Suelo, si bien remite con dejo costumbrista aestampa de brazos muy largos, no excluye otras precisiones, como mano a la obra, rpien reyerta y cuchillo.

    Por Caamazo, Manuel es tela de trama separada, donde borda un episodio de rara valenta y nobleza. Estamos en La Habana, hoy es el 27 de noviembre de 1871. Son apromadamente las cuatro de la tarde. Ocho estudiantes de medicina, inocentes pero culpadode pro anar la tumba de un periodista espaol, el integrista Gonzalo Castan, van a s

    usilados de dos en dos y de rodillas ante los muros de los barracones del Cuerpo ReaIngeniera, entonces aledao a la ortaleza de La Punta. Estos hechos, tan bochornosocultan otros de signo opuesto.

    La historia ha consignado los nombres de los ocho estudiantes.Se conocen los pormenores de su vida y de su muerte, que aotras ao los cubanos conmemoran dentro y uera de la isla. Sinembargo, muy poco se sabe de otros cinco mrtires que cayerona tiros y bayonetazos ese mismo da, vctimas seguramente delodioso Cuerpo de Voluntarios. Los cadveres, que aparecieron endiversas partes de La Habana, sin duda como escarmiento, ue-ron a parar entre colmillos de tiburn o en tumbas sin nombre.A ortunadamente, de uno de ellos la tradicin oral ha conservadonombre y apellido y el singularsimo apodo, que los completa, retratando, caricaturizandal personaje.

    Supe de Manita en el Suelo a mis veintitantos aos, cuando buscaba a Cuba como utesoro enterrado en Nueva York. Hace ya tanto tiempo que me resulta di cil precisar ex

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    tamente cundo y cmo me conmovi su sombra. Lo cierto es que la ancdota que lo rtrata de cuerpo entero me llega a travs de un msico, como si ciertas horas de aquel 27noviembre se tuvieran que medir en compases para as asomar un tiempo ms personalduradero. Historia secreta, borrada, que se revela inesperadamente en notas sincopadacomo de jazz. Y me la re eren en alusin a la pera Manita en el Suelo, msica de Alejan-

    dro Garca Caturla y libreto de Alejo Carpentier. Pudo haber sido Julin Orbn, ntimo dCarpentier, quien apadrin a uno de sus dos hijos; o Natalio Galn, sandunguera enciclopedia de la msica cubana, sobre todo de la tradicin popular, colaborador de Carpentieen La msica en Cuba.

    Vamos primero al azar concurrente, que vuelve a mostrar sus ases en tu terruo, la tierdel sol amada, pues uno de los estudiantes usilados el 27 de noviembre, ngel LabordPerera, de 17 aos, era nieto de ngel Laborde y Navarro, capitn de la Armada espa vencida en la Batalla del Lago en 1823. La convergencia oblicua rene muchos ngelela cabeza del al ler, pero a este le toc La Punta y qued atravesado como para una colcin de mariposas.

    Nuestra interminable conversacin aqu se ha separado en preguntas y respuestas, lo cuse justi ca, pues con ellas tratamos de apostar contra el olvido. Son mitades que aspiracomo escalones, a unir cielo y tierra. Pero hay mitades que jams se deben desprender duno. No se justi ca en absoluto que la muerte de los ocho estudiantes haya sido separade la de los cinco esclavos negros. Son muertes siamesas. Que se haya pretendido ucrnica de alto relieve y otra tachada, solapada, advierte lo mucho que la historia deal olvido. Divide y vencers, en nuestra crnica anacrnica, aconseja tiles mutilacionIlusiones de papel y ceniza.

    Ahora existen diversas versiones acerca de los jvenes negros qumurieron al tratar de rescatar a los estudiantes. Una los seala comomiembros de la Hermandad Abaku, especie de masonera negra quluego ue acogiendo a hermanos blancos. Segn esta versin, Manien el Suelo y sus compaeros, todos abaku, intentaron evitar el inminente usilamiento porque uno de los estudiantes era co rade. Digla versin que yo escuch hace dcadas: el allido rescate se debe agrupo de esclavos domsticos de una o varias de las amilias de los codenados. Eran sirvientes, caleseros, cocineros o quiz reposteros, compor cierto lo ue y parece que muy bueno Juan Manzano.

    En mi versin, los hechos se revisten de una estremecedora irona. Unos esclavos muren al tratar de liberar a sus amos. La paradoja es digna de Tertuliano. Y de Hegel. Y Kojve. En ltima instancia parece decirnos, o as lo entiendo yo, que quien necesita

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    liberado es el amo, no el esclavo. El no-tener y el no-ser del esclavo es la llave que libequien supuestamente tiene para que tenga de veras y a quien supuestamente es para qusea de veras. Solo ser libre el amo, solo ser manumiso, l tambin, si el sometido dejsometerse y de someterlo a la esclavitud. Solo ser ms el amo al ser menos que su proesclavo, reconocindose como esclavo del esclavo. La liberacin del esclavo es insu ci

    La liberacin solo se da, solo se completa, cuando el esclavo libera a su amo. Lo liberaperdona. Pues el sometimiento es mutuo. Y la libertad tambin. Eso lo pudo haber convesado Manita en el Suelo con Kojve. Hasta con Hegel. JG: Usted ha escrito, al re erirse a Robert Morris, que la mxima aspiracin de la vistes ver el ojo. Porque el ojo alta siempre en lo visto. Es la pieza imposible en el espacarmado por la mirada. Esa aspiracin imposible e insaciable, esconde una voluntadde poder, o, por el contrario, es un punto ciego que unciona como incitacin a practi-car zonas inexploradas an no vistas de la creacin?

    OA: Ambas cosas. Narciso se pierde en su propia mirada. Queda atrapado en su imageprecisamente cuando en oca el par de par de ojos que lo miran. En-trecruce de una mirada duplicada que se anula, que lo anula. Con el vrtigo de la cada simultnea hacia adentro y hacia a uera, el aguay el punto de uga que fota dibujado en el autorretrato lo absorben.Alusin y elisin: se busca hasta encontrarse y se encuentra hastaperderse. Nu rago de su propia mirada, cae en su ondo por uera.Cae en su retina. En sus vsceras. En su sangre. En su sombra. Unatautologa catastr ca. Tautoscopia y autopsia: el cuerpo se zambu-lle en su imagen y la rompe, la astilla, la corta, la hiende, la abre.Entra en la muerte como un cadver amnitico. Hijo de ro y nin a,Narciso regresa a la clula, al protoplasma; y renace, per ectamente concntrico, entre ptalos.

    Los espejos y marcos de Morris representan una des/ilusin ptica. Se muestran comhalago y premio a la mirada del espectador que en vano pero insistentemente la buscase busca en ella. Anticipan ptalos posibles, probable trans ormacin. Mirada laminafor laminada, del ser rebanado, negado. Del cero invisible. Promesa rustrada para umetamor osis rustrada. Se me ocurre que su ensamblaje puede ser emparentado conmscaras sadomasoquistas de la calle Christopher. Solo que en esta coreogra a progreel amo y el esclavo son uno, un mismo pattico yo. Los ori cios de la mscara dominase multiplican en marcos vacos y solo se clavan en su propia oquedad. Son abiertos pojos tuertos, para una mirada que es un hueco, que insiste pero no existe. Son ojos extipados por los espejos. Huecos para huecos para huecos. Universo de un ni ver ni verse.mito al revs: los muchos ojos de Argos para no ver y la mirada absorta de Narciso para

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    verse. Un todo para nada, pues.

    Quiz haya una advertencia en todo esto acerca de los lmites del sentido y los sentidLa capacidad para seducir y engaar muchas veces radica en convergencias entre la meny las percepciones que la intrigan, con undindola, desorbitndola. La magia y la prest

    gitacin son claros ejemplos del enmeno. Las ilusiones pticas tambin.La mentira como desvo de la mente implica el ries-

    go de engaar y el peligro an mayor de engaarse. Lamayutica socrtica ue un es uerzo por desmontar es-pejismos de un razonar raudulento, insostenible. Ennuestra poca ese es uerzo por pensar sin desvos, sinespejismos provocados por el propio logos, lo ha reto-mado Wittgenstein, cuya lucha contra la acundia algo

    debe a su raz juda, tanto as que a veces recuerda aMoiss predicando contra los alsos pro etas.

    Pero dejo estos episodios para retomar el camino del mito, donde uno puede aprendemucho al perderse. Y comienzo al revs, sealando un caso excepcional de la hiptesis arriesgar. El alarde descriptivo de Homero obliga a pensar en una ceguera com/pensadEl placer del detalle, el encanto de la pequeez, mani estos en la exaltacin de la belleel inventario de la ealdad, me hacen recordar a Milton, ese ciego que se quejaba al destar porque el da lo devolva a su noche. Homero parece haber soado laIlada y laOdisea.Solo as se puede comprender la minuciosidad de su narracin. Es el testigo que no vnada pero que lo so todo. La singular belleza del escudo de Aquiles, ese precursor aleph; la ealdad de las heridas, descritas como para protocolos de autopsia; la sntesilos extremos estticos en la diminuta mosca, minera de la podredumbre pero cali cadcomo hroe de la edad de bronce por su tenacidad, todo remite a la ptica del punto cieg

    Y ahora, a la conjetura. En la orga dionisaca sucumbe lo apolneo. El odo calla al ola msica al dilogo. Los sentidos conspiran unos contra otros y todos contra el sentid verdadero. Por eso Scrates quiere a rmar el predominio de la mente, de la idea, sobre sentidos.

    Entregarse a los sentidos es perder el sentido. Y es que cadasentido tiene su abismo: el tacto se pierde en la seda o la pielacariciada; el odo en el canto de las sirenas; el ol ato en el per-

    ume que embriaga; el paladar en el sabor que condena a loslot agos al olvido, demencia que es una orma trgica de lamuerte. Es necesario protegerse. Lo hace Odiseo, orientado por

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    Circe, al amarrarse al mstil de la nave para escuchar el canto de las sirenas, luego de qtoda la tripulacin se tapara con cera las orejas evidente paralelismo antittico respeal caso de Hoichi, quien resulta vulnerable porque la escritura que le sirve de amuleto,camufaje, no le ha cubierto una oreja. Pero si Circe ampara a Odiseo y su tripulacin dengao de las sirenas, otro dios tuvo que intervenir a avor del hroe para ampararlo

    engao de la propia Circe.Las intervenciones divinas que previenen acerca de estos engaoguran en la Rapsodia X. Antes de que Circe desmontara la tram

    pa de las sirenas,trompe-loreille equivalente a lostrompe-loeil queabundaron en la pintura barroca, Hermes desmonta la trampa suya,que para el desarreglo aprovecha otro sentido, el paladar. Con comida y bebida, la diosa hechicera, la herbolaria, ha trans ormaden cerdos a los compaeros de Ulises. Hermes inmuniza al hroe

    acilita el rescate de sus hombres ensendole la naturaleza de unhierba sagrada que le servir de antdoto para el venenoso engaode la diosa. Se trata de una planta negra en la raz y de for blanca como la leche. Los diossegn Hermes, la llamanmoly. La planta es sagrada y el nombre tambin, nada extrao tra-tndose de una revelacin hermtica nuevamente volvemos al caso de Hoichi, protegientre lo visible y lo invisible por trazos caligr cos, pues Hermes es una deidad asociadla rontera y al cruce, a los mensajes y la escritura.

    Escritura hermtica la de Hoichi, pues, que lo protege, como el moly. Cambiamos de gnero y llegamos a la mitologa moderna, alUlises,donde Molly sin duda alude al moly. Denombre, hierba que evita la trans ormacin del hombre en cerdo, lobo o len; y de apedo, forecer, milagro regenerativo primaveral, diosa vegetal, diosa tierra: Molly Bloom esmujer de Leopold Bloom, el cornudo. Copia necesariamente irnica, por moderna, lo qeste diablo tiene en casa no da precisamente para eptetos homricos. Su mujer de ovariy de varios no hace gala de semejanza alguna con la discreta y prudente Penlope. Comconsuelo, sin embargo, Leopold tiene en Molly, aunque compartida, buena cama. Casi tabuena, por lo botnica, como aquel tronco de olivo que el hroe original puli y enderecomo lecho y nave ja para sus sueos, adornndolo de oro, plata y mar l.

    Y para nalizar, pregunto: prob Leopold el moly casi mexicano de Molly antes de copartir el apellido con ella? Su apcope, Leo, sugiere que no ue as.

    Caracas, diciembre de 2012

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    Octavio Armand(Guantnamo, 1946).Poesa: Entre testigos.Edicin independiente. Es-paa. 1974.Piel menos ma. Nmero extraordinario de la revistaEscolios. Cali ornia StateUniversity. Los ngeles. 1976.Cosas pasan. Monte vila Editores. Caracas. 1977.Biogra a para eacios.Editorial Pre-Textos. Espaa. 1980.Cmo escribir con erizo. Universidad deLos Andes. Mrida. 1982.Origami. Fundarte. Caracas. 1987.Son de ausencia. Casa de la

    Poesa J. A. Prez Bonalde. Caracas. 1999.Clinamen. Editorial Kalathos. Caracas. 2011.Ensayo: El pez volador. Ediciones Casa de la Poesa J.A. Prez Bonalde. Caracas. 1997.El aliento del dragn. Casa de la Poesa J. A. Prez Bonalde. Caracas. 2005.Superfcies. Montevila Editores. Caracas. 1980.Re ractions.Lumen Books. Nueva York. 1994.Horizontes de juguete. Ts-Ts editores. Buenos Aires. 2008.Memoria?:El ocho cubano. Editorial E ory Atocha. Madrid. 2012.

    Johan Gotera(Maracaibo, 1974).Ensayo: Severo Sarduy: alcances de una novelstica y otrosensayos. Monte vila Editores. Caracas. 2005.Octavio Armand contra s mismo. Editorial

    E ory Atocha. Madrid. 2012.

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