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BALTASAR GRACIÁN EL HÉROE Prólogo y comentarios Xavier Fähndrich Richon

El Heroe Baltasar Gracian

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Filosofia

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  • BALTASAR GRACIN

    EL HROE

    Prlogo y comentarios

    Xavier Fhndrich Richon

  • Este libro no podr ser reproducido, ni total ni parcialmente, sin el previo permiso escrito del editor. Todos los derechos

    reservados.

    Edicin no venal.

    Diciembre de 2001.

    de la edicin: Estrategia Local, S.A.

    del prlogo y comentarios: Xavier Fhndrich Richon Transcripcin del texto: Merc Sobrino Salazar Diseo y maquetacin: Frdric Wolf Montes

    Impreso en: Alsograf, S.A. Depsito Legal: B-36.295-2001

    Estrategia Local, S.A. Plaa de Castella, 3, 1er. 08001 Barcelona

  • OTROS TTULOS DE ESTA COLECCIN:

    - Espejo de Prncipes.

    Pedro Belluga Tous (1441). Seleccin, prlogo y notas, Albert Calder Cabr, 2000 (119 pginas).

    - Regiment de la cosa pblica.

    Francesc Eiximenis (1383). Seleccin, prlogo y notas, Albert Calder Cabr, 1999 (120 pginas).

    - El Concejo y Consejeros del Prncipe.

    Fadrique Furi Ceriol (1559). Prlogo y notas para gober-nantes del siglo XXI, Albert Calder Cabr, 1998 (128 pgi-

    nas).

  • Tt)

  • INTRODUCCIN

    Baltasar Gracin naci en Belmonte de Calatayud (hoy Belmonte de Gracin), provincia de Zaragoza, el 8 de enero de 1601. Este ao 2001 se cumplen, por tanto, 400 aos de su nacimiento. En 1619 ingres en el noviciado de los jesuitas en Tarragona, orden religiosa a la que perteneci hasta el final de su vida (muri en Tarazona el 6 de diciembre de 1658). Sus diferentes destinos (ctedro de Filosofa en la Universidad de Ganda, predicador y confesor en Huesca, confesor del Virrey de Aragn, vice-rrector en Tarragona, predicador y profesor de Escritura en Zaragoza, etc.) le permitieron entrar en contacto con algunos de los mejores

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  • eruditos, poetas e intelectuales del momento y frecuentar bibliotecas muy bien provistas, como por ejemplo la de Juan Lastanosa en Huesca con ms de 7000 volmenes. Precisamente, Lastanosa marc de forma significativa el futuro de Gracin. Fue su mecenas y fue quin le anim a publicar en 1637 su primera obra: "El Hroe".

    Gracin est considerado hoy uno de los mejores prosistas barrocos espaoles. En vida, sus obras se tradujeron al francs y al ingls, y se distribuyeron en castellano en Portugal, pero en los reinos de Espaa tuvo que hacer frente a duras crticas. En el siglo XVIII fue traducido al alemn, holands, polaco, rumano, hngaro y ruso. Pero slo fue redescubierto y reivindicado como autor crucial hacia finales del siglo XIX y principios del XX, por filsofos alemanes como Schopenhauer y Nietzsche. En Espaa no mere-ci una consideracin igual hasta principios del siglo XX, cuando al mismo tiempo se redescu-bri a Gngora y a "El Greco".

    Desde entonces, Gracin es un autor bastante conocido. Son especialmente famosos dos ttulos

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  • suyos: "El Orculo Manual y Arte de Prudencia" de 1647 y "El Criticn", escrito entre 1651 y 1655. Pero la produccin de este jesuita aragons, que se consideraba a s mismo ms escritor que religioso, no se detiene en estos dos ttulos. Baltasar Gracin escribi otros tra-tados igualmente soberbios, entre ellos "El Hroe". Tal vez el ms desconocido, a pesar de la vigencia actual de su contenido y de consti-tuir la piedra angular a partir de la cual nace el resto de su produccin intelectual y literaria.

    Esta nueva edicin de "El Hroe" pretende rescatarlo del olvido y acercarlo al lector de hoy resaltando su utilidad casi cuatro siglos despus de su aparicin.

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  • PRLOGO

    "El Hroe" expone en veinte consejos o "pri-mores", como los denomina Gracin, las cuali-dades que cualquier lder o gobernante debe poseer para alcanzar la perfeccin. La intencin del autor, expuesta en la introduccin al lector de entonces, es ofrecer una "brjula de marear a la excelencia" y "una arte de ser nclito con pocas reglas" para que lderes y gobernantes sepan enfrentarse con xito a los retos de su poca. Eso s, de manera compatible con la fe y la doctrina cristianas.

    Hay quien ha visto en "El Hroe", un manual

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  • pedaggico para la educacin del prncipe Baltasar Carlos (hijo de Felipe IV) y otros un atrevido sarcasmo hacia los gobernantes de la poca. Pero no hay nada de eso. "El Hroe" pretende construir un tipo ideal de "caballero cristiano". Gracin consigue plasmar en 20 bre-ves pero densos captulos la definicin de la sin-gularidad y de la perfeccin en un lder ideal, usando ms de un prototipo histrico como argumento o ilustracin de sus tesis, poniendo como ejemplo positivo o negativo las vidas de personajes como Ciro, Alejandro Magno, Catn, Csar, Tiberio, los reyes de Aragn, etc., junto a otros ejemplos contemporneos suyos o de la historia reciente de Europa, como Fernando El Catlico, los reyes espaoles de la casa de Austria, los reyes de Francia, as como, guerre-ros, diplomticos y cortesanos vinculados a stos.

    "El Hroe" es una obra de temtica profana. A pesar de su profundo respeto a la religin, el hecho de haber sido publicada sin el visto bueno de su orden supuso para Gracin tener proble-mas: sus superiores jesuitas consideraban "El Hroe" un libro poco compatible con su condi-

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  • cin de sacerdote y religioso. Gracin arrastr este sambenito toda su vida, a pesar de intentar protegerse firmando sus libros con el nombre de su hermano "Lorenzo" o con el seudnimo "Garca de Marlones". La persecucin dentro de su orden lleg hasta el extremo de recibir en 1658 una reprensin pblica con ayuno a pan y agua, y ser destituido de su ctedra en Zaragoza. No obstante, poco despus fue rehabi-litado.

    Hay quien ve en estos problemas y castigos los tpicos inconvenientes del genio avanzado en su tiempo. En efecto, Gracin es considerado un gran precursor del pensamiento moderno. Con "El Hroe" y con el resto de su obra, Gracin consigue reunir un compendio completsimo de los medios materiales de que dispone el hombre para lograr el xito en una sociedad pesimista y en cierta forma fatalista, que espera ms solu-ciones de procedencia divina que fruto del tra-bajo, la dedicacin y la ambicin humanas.

    Gracin, impregnado tambin de este pesimis-mo, no se conforma, se rebela. Luch hasta el final de su vida por mejorar a los hombres de su

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  • poca. Sus obras son un derroche de consejos, avisos y reglas para todo aqul que desee huir de la mediocridad que segn l tanto abunda, no slo en los reinos espaoles, sino en el mundo entero.

    La limitacin de la circulacin de las ideas que significaron la Contrarreforma (iniciada en el Concilio de Trento de 1545-1563) y los con-flictos con substrato religioso, como la Guerra de los Treinta Aos (1618-1648), llev a muchos escritores del siglo XVII a buscar nuevas formas originales para ampliar y difundir las ideas de renacimiento. El barroco literario se convirti en un intento de compatibilizar los modelos renacentistas con la doctrina de la Iglesia Catlica.

    "El Hroe" es un ejemplo de esta tendencia: las ideas e influencias son renacentistas, pero su forma, estilo y su orientacin son caractersticos del ms puro barroco espaol, tanto en lo ambi-guamente ensortijado del lenguaje, como en la prudencia en las afirmaciones, como en la espi-ritualidad y la fe como justificacin de toda accin.

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  • Gracin reconoce en "El Hroe" influencias de Sneca, Esopo, Homero, Aristteles y el conde de Castiglione, entre otros, pero hay quien tambin afirma que existen claras cone-xiones con Maquiavelo, Erasmo y Giovanni Botero, etc.

    "El Hroe" es el fruto del estudio concienzudo durante ms de 17 aos del pensamiento y de la experiencia de todos estos autores y de muchos ms. En sus 20 "primores" o captulos aparece condensado todo ese saber y ese trabajo. Con esta obra maestra, Gracin nos ofrece un con-junto equilibrado y compacto de consejos, que a pesar de contar con ms de 360 aos de anti-gedad siguen teniendo una extraordinaria vigencia para responsables polticos del siglo XXI. Es una gua til hacia la excelencia para gobernantes y lderes.

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  • NOTA DE ESTA EDICIN

    "El Hroe" es un libro escrito en un estilo lite-rario "conceptista". Una corriente esttica en la literatura castellana barroca que se caracteriz por la bsqueda de la concisin en la forma de expresar los pensamientos y las ideas, por el uso constante del ingenio y de juegos de ideas y de palabras con la intencin de impresionar al lec-tor. Los "primores" o captulos de este libro son un fiel reflejo de este estilo.

    El lector actual encontrar en "El Hroe" un lxico rico, una sintaxis compleja, un estilo pla-gado de metforas, de paradojas, de anttesis,

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  • que acercan este texto en prosa a la belleza y a la complejidad de la poesa. Por otra parte, cada "primor" se presenta lleno de ejemplos his-tricos y mitolgicos que a menudo no pasan de una simple alusin, coqueteando con la erudi-cin del lector. Por eso, a pesar de resultar sumamente interesante desde un punto de vista literario e histrico, la lectura de "El Hroe" puede resultar "incmoda", desde el punto de vista de los hbitos de lectura y de los estnda-res de consumo cultural actuales.

    Para facilitar la lectura y comprensin de "El Hroe" se ha aadido un comentario al princi-pio de cada uno de los "primores". Cada comen-tario consta de dos partes. Primero, un breve resumen y exposicin de las principales ideas de cada primor. Cada idea principal est identifica-da con un nmero entre parntesis que permite conectarla con el prrafo donde aparece en el texto original. La segunda parte del comentario es un apunte sobre la vigencia actual de los con-sejos, advertencias y modelos de conducta que defiende Gracin.

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  • COMENTARIO DEL PRIMOR PRIMERO Que el Hroe platique incomprehensibilidades de caudal

    Gracin comienza este tratado afirmando que un hroe conseguir ser admirado y respetado -l habla de "veneracin" y de "crdito"- si procura cubrir sus actos e intenciones con un halo de incomprensin y de enig-ma, para que los dems no adivinen fcilmente cmo es o cmo piensa, porque "formidable fue un ro hasta que se le hall vado, y venerado un varn hasta que se le conoci trmino a la capacidad" (1).

    Un "lder" debe cultivar la cualidad de no descifrar del todo su personalidad, o al menos esforzarse en ello si no posee esa cualidad de forma innata y / o comple-ta (2). Debe ser precavido ante la curiosidad de los que le observan porque sta suele redoblarse con cada ade-mn, gesto o palabra que realice (3) y, sobre todo, debe mantener una actitud de anticipacin (4).

    Gracin pone como ejemplo de hroe poseedor de esta cualidad a su admirado Fernando de Aragn (1452-1516)-"gran rey primero del Nuevo Mundo, lti-mo de Aragn, si no el non plus ultra de sus heroicos reyes" (5) - el cual consigui impresionar a todos sus ministros, e incluso a su esposa la reina Isabel (1451-1504), ms con esta cualidad que con todos los xitos de su reinado (6).

    Gracin termina este primor con una enrgica exhor-

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  • tacin para que toda persona que aspire a la "grande-za" -al xito como lder- tenga en cuenta este consejo, cuyas cuatro ltimas lneas resumen de forma clara y concisa todo lo expuesto anteriormente: "Todos te conozcan, ninguno te abarque..." (7).

    Muchos comentaristas polticos han construido su carrera gracias a su capacidad observacin de la rea-lidad y al anlisis de las decisiones de los lderes pol-ticos junto con de las circunstancias que las han acom-paado (crisis, personas, objetivos, ideas, prejuicios, sentimientos...). Este trabajo es lo que les permite inten-tar predecir el sentido de decisiones futuras como, por ejemplo, las tpicas quinielas ante cualquier remodela-cin ministerial. Pero, no siempre aciertan.

    Existen instrumentos para el anlisis del proceso de toma de decisiones de personas. R. Axelrod ya desarro-ll en los aos setenta ("Structure of decision. The cog-nitive maps of Political Elites", R. Axeldrod, Princeton University Press, 1976) una herramienta basada en el uso del mapa cognitivo de un lder o de una elite polti-ca para predecir sus decisiones, diagnsticos o argu-mentaciones. El mapa cognitivo captura la estructura causal de las declaraciones personales de un lder y genera las consecuencias que puden surgir de esta estructura. A partir de este mapa o de este sistema de creencias personales, se pueden deducir ciertas reglas que ayuden a derivar explicaciones del pasado, a hacer predicciones de futuro o a elegir entre polticas en el presente.

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  • PRIMOR PRIMERO Que el Hroe platique

    incomprehensibilidades de caudal

    Sea sta la primera destreza en el arte de entendidos: medir el lugar con su artificio. Gran treta es ostentarse al conocimiento, pero no a la comprehensin; cebar la expectacin, pero nunca desengaarla del todo; prometa ms lo mucho, y la mejor accin deje siempre esperan-zas de mayores.

    (1) Excuse a todos el varn culto sondarle el fondo a su caudal, si quiere que le veneren todos. Formidable fue un ro hasta que se le hall vado, y venerado un varn hasta que se le conoci trmino a la capacidad; porque ignorada y presumida profundidad siempre mantuvo, con el recelo, el crdito.

    (2) Culta propiedad fue llamar seorear al des-cubrir, alternando luego la vitoria sujetos: si el que comprehende seorea, el que se recata nunca cede.

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  • (3) Compita la destreza del advertido, en tem-plarse, con la curiosidad del atento, en conocer-le: que suele sta doblarse, a los principios de una tentativa.

    (4) Nunca el diestro en desterrar una barra remat al primer lance; vase empeado con uno para otro, y siempre adelantndolos.

    Ventajas son de ente infinito envidar mucho con resto de infinidad. Esta primera regla de grandeza advierte, si no el ser infinitos, a pare-cerlo que no es sutileza comn.

    En este entender, ninguno escrupulear aplau-sos a la cruda paradoja del sabio de Mitilene: "ms es la mitad que el todo"; porque una mitad en alarde y otra en empeo, ms es que un todo declarado.

    (5) Fue jubilado en sta, como en todas las dems destrezas, aquel gran rey primero del Nuevo Mundo, ltimo de Aragn, si no el non plus ultra de sus heroicos reyes.

    Entretena este Catlico monarca, atentos

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  • siempre, a todos sus conreyes, ms con las pren-das de su nimo, que cada da de nuevo brillaba, que con las nuevas coronas que cea.

    (6) Pero a quien deslumbr este centro de los rayos de la prudencia, gran restaurador de la monarqua goda, fue, cuando ms, a su heroica consorte; despus, a los tahures del palacio, suti-les a brujulear el nuevo rey, desvelados a son-darle el fondo, atentos a medirle el valor.

    Pero qu advertido se les permita, y detena Fernando! qu cauto se les conceda y se les negaba! Y al fin ganles.

    (7) Oh varn candidato de la fama! T, que aspiras a la grandeza, alerta al primor. Todos te conozcan, ninguno te abarque: que con esta treta, lo moderado parecer mucho; y lo mucho, infinito; y lo infinito, ms.

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  • COMENTARIO DEL PRIMOR II

    Cifrar la voluntad

    La capacidad de ocultar a los dems lo ms profun-do de una personalidad, no servira de nada si el can-didato a "hroe" no supiera hacerlo tambin con sus sentimientos (1).

    Gracin pone como primeros ejemplos histricos -y como argumentos de peso - al emperador romano Tiberio (42 aC-37dC) y al rey Luis XI de Francia (1423-1483) que tuvieron xito gracias a esta cualidad, el primero para mantenerse en el poder largo tiempo y el segundo para conseguir la corona (2).

    Controlar los mpetus de nuestra voluntad debe basarse ms en el disimulo que en la represin de las debilidades, ello permitir que, al menos en apariencia, el "hroe" o lder conserve su credibilidad como tal (3). Un lder demuestra ser sobresaliente cuando es capaz de conocer las debilidades de los dems y es an supe-rior cuando sabe ocultar las suyas (4). Para Gracin, el mero hecho de mostrar cierta debilidad ante las pasiones del nimo (odio, ira, amor...) equivale a per-der toda ventaja ante los "atentos [que] maquinan pol-ticamente" (5).

    El autor remata este segundo "primor" con dos ejem-plos contrapuestos. Presenta a Alejandro Magno (336-323 aC) como ejemplo de hroe que no alcanz la divi-nidad a causa de sus flaquezas, ya que muy a pesar de

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  • haber conquistado uno de los mayores imperios de la historia: "Sirvile poco conquistar un mundo, si perdi el patrimonio de un prncipe, que es la reputacin" (6). Y a Isabel la Catlica, a la cual le reconoce un pudor y decoro admirables, pero en cambio, le recrimina su falta de crdito como "lder" (7).

    Este segundo "primor" parece hecho a medida para el ex-Presidente de los Estados Unidos Bill Clinton (1946), cuya administracin (1992-2000) seguramente pasar a la historia ms por los escndalos mediticos y legales provocados por sus "flaquezas" que por sus importantes logros en poltica. William J. Clinton con-sigui xitos notables, especialmente durante su primer mandato, como la firma del Acuerdo Norteamericano de Libre Comercio (NAFTA) en 1993, impulso del Acuerdo de Paz entre Israel y Palestina (1993), en el de Irlanda del Norte (1995) y en la resolucin del conflic-to de Bosnia-Herzegovina (1995). Pero sus escarceos amorosos, descubiertos durante su segundo mandato, y sus mentiras a los jueces y a la opinin pblica, mina-ron su reputacin y su credibilidad. Sus esfuerzos por conseguir una paz definitiva en Oriente Medio antes del fin de su mandato en 1999 no obtuvieron un ltimo xito poltico que hubiera servido para recobrar la "ventaja ante los atentos [que] maquinan polticamente"...

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  • PRIMOR II

    Cifrar la voluntad

    (1) Lega quedara el arte si, dictando recato a los trminos de la capacidad, no encargase disi-mulo a los mpetus del afecto.

    (2) Est tan acreditada esta parte de sutileza, que sobre ella levantaron Tiberio y Luis toda su mquina y poltica.

    Si todo exceso en secreto lo es en caudal, sacramentar una voluntad ser soberana. Son los achaques de la voluntad desmayos de la reputacin, y, si se declaran, muere comnmen-te.

    (3) El primer esfuerzo llega a violentarlos; a disimularlos, el segundo. Aquello tiene ms de lo valeroso; esto, de lo astuto.

    Quien se les rinde baja de hombre a bruto; quien los reboza, conserva, por lo menos en apa-riencias, el crdito.

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  • (4) Arguye eminencia de caudal penetrar toda voluntad ajena; y concluye superioridad saber celar la propia.

    (5) Lo mismo es descubrirle a un varn un afecto, que abrirle un portillo a la fortaleza del caudal; pues por all maquinan polticamente los atentos, y las ms veces asaltan con triunfo. Sabidos los afectos, son sabidas las entradas y salidas de una voluntad, con seoro en ella a todas horas.

    So dioses a muchos la inhumana gentilidad, aun no con la mitad de hazaas de Alejandro, y negle al laureado macedn el predicamento o la caterva de deidades. Al que ocup mucho mundo, le seal poco cielo; pero, de dnde tanta escasez, cuando tanta prodigalidad?

    (6) Asombr Alejandro lo ilustre de sus proe-zas con lo vulgar de sus furores; y desmintise a s mismo, tantas veces triunfante, con rendirse a la avilantez del afecto. Sirvile poco conquistar un mundo, si perdi el patrimonio de un prnci-pe, que es la reputacin.

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  • Es Caribdis de la excelencia la exorbitancia irascible; y Escila de la reputacin, la demasa concupiscible.

    Atienda, pues, el varn excelente, primero a violentar sus pasiones; cuando menos, a solapar-las con tal destreza, que ninguna contratreta acierte a descifrar su voluntad.

    Avisa este primor a ser entendidos, no sindo-lo; y pasa adelante a ocultar todo defecto, desmintiendo las atalayas de los descuidos y deslumbrando los linces de la ajena obscuridad.

    (7) Aquella Catlica amazona, desde quien Espaa no tuvo que envidiar las Cenobias, Tomiris, Semramis y Pantasileas, pudo ser or-culo destas sutilezas. Encerrbase a parir en el retrete ms obscuro; y, celando el connatural decoro, la innata majestad echaba un sello a los suspiros en su real pecho, sin que se le oyese un ay, y un velo de tinieblas a los desmanes del semblante. Pero quien as menudeaba en tan escusables achaques del recato, cmo que escrupuleara en los del crdito!

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  • No graduaba de necio el cardenal Madrucio al que aborta una necedad, sino al que, cometida, no sabe ahogarla.

    (8) Accesible es el primor a un varn callado; calificada inclinacin, mejorada del arte; prenda de divinidad, si no por naturaleza, por semejan-za.

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  • COMENTARIO DEL PRIMOR III

    La mayor prenda de un Hroe

    Para Gracin, una de las cualidades que todo gran lder ha de tener, y tiene, es "entendimiento": la capaci-dad de razonar. l considera que esta cualidad es lo mejor en el hombre, incluso ms que sus propios xitos

    (1).

    El entendimiento, se completa con dos cualidades ms: el juicio (o sindresis: la capacidad natural de juzgar rectamente) y el ingenio (o agudeza). Las tres juntas: entendimiento, juicio e ingenio constituyen un verdadero prodigio (2), e incluso, son difciles de dis-cernir de forma independiente, por lo que Gracin pide excusas a la hora de abordar las dos ltimas por sepa-rado: "sfrasele a la poltica con ms derecho a intro-ducir divisin entre el juicio y el ingenio (3).

    Todo "hroe" ha tenido siempre ingenio y son ejem-plo de ello los hechos que se explican de Alejandro Magno y los actos e ideas de Csar (100-44 aC) (4). Para Gracin, la agudeza, esa perspicacia natural para crear e inventar con rapidez, es lo que permite a una persona convertirse en "hroe": "(...) las prontitudes del ingenio, (...) alas son para la grandeza..." (5).

    El ingenio es una "cualidad-comodn" de las dems cualidades en el comportamiento de un hroe, dice Gracin, ya que la historia conserva antes una frase acertada o una sentencia justa de un hroe que cual-

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  • quier otra obra material (6). Muchos xitos se fraguan ms a partir de una idea acertada y oportuna que en la potencia o el poder que dan los medios que puedan haber a disposicin de un gobernante (7).

    Para Gracin, la rapidez o la "prontitud" en que se puede actuar, constituye tambin una prueba de agude-za (8) y cita una ancdota sobre el rey Salomn (1000-932 aC) para ilustrarlo, aunque esta cualidad para actuar no es patrimonio exclusivo de "hroes", sino que los pcaros y los aprovechados ("tagarotes"), tan repre-sentativos de su tiempo.

    Concluye con lo ms substancial de este "primor": la agudeza es una cualidad natural, se nace con ella, pero es con "arte", es trabajndola, como se consigue ampliarla y usarla para provecho propio, especialmen-te trabajando la capacidad de anticipacin. La agude-za puede cultivarse a partir de dichos o hechos ajenos, stos pueden ser la base para crear un estilo propio en forma de "prontitudes" y "agudezas" originales (10).

    Actualmente, tambin se exige "entendimiento", "jui-cio" y "agudeza" a los lderes polticos. Los ciudadanos de hoy tambin desean que sus representantes polticos destaquen por su capacidad de aprehender unos pro-blemas econmicos y sociales cada vez ms complejos, y por saber ofrecerles una solucin eficaz o, en su defecto, una explicacin coherente y a tiempo.

    No obstante, esa cualidad que hace 400 aos se espe-raba en una sola persona o "hroe" y de forma innata,

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  • hoy es una funcin ms colegiada y basada en instru-mentos eficaces de anlisis y de diseo de estrategias y de polticas. La complejidad y alta variabilidad de los problemas actuales, han obligado cada vez ms a cons-tituir equipos de trabajo multidisciplinares para encon-trar respuestas a tiempo e incluso con anticipacin. El ingenio y la prontitud, ya no son patrimonio de una sola persona, son patrimonio de grupos coordinados de expertos en los diferentes mbitos relacionados con cada problema. Aunque bien es cierto que el funciona-miento regular de muchos ayuntamientos e institucio-nes pblicas, y en consecuencia el futuro de las comu-nidades que gobiernan, siguen dependiendo en gran medida de decisiones nacidas de un instante de "agu-deza" de una sola persona y no de un trabajo en equi-po y experto.

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  • PRIMOR III

    La mayor prenda de un Hroe

    Grandes partes se desean para un gran todo, y grandes prendas para la mquina de un Hroe.

    Gradan en primer lugar los apasionados, al entendimiento por origen de toda grandeza; y, as como no admiten varn grande sin excesos de entendimiento, as no conocen varn excesi-vamente entendido sin grandeza.

    (1) Es lo mejor de lo visible el hombre, y en l el entendimiento: luego sus vitorias, las mayo-res.

    (2) Adcuase esta capital prenda de otras dos: fondo de juicio y elevacin de ingenio, que for-man un prodigio si se juntan.

    (3) Seal prdigamente la filosofa dos potencias al acordarse y al entender; sfrasele a la poltica con ms derecho introducir divisin entre el juicio y el ingenio, entre la sindresis y la agudeza.

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  • Sola esta distincin de inteligencias pasa la verdad escrupulosa, condenando tanta multipli-cacin de ingenios a confusin de la mente con la voluntad.

    Es el juicio trono de la prudencia; es el inge-nio esfera de la agudeza. Cya eminencia y cya mediana deba preferirse, es pleito ante el tribu-nal del gusto. Atngome a la que as imprecaba: Hijo, Dios te d entendimiento del bueno.

    (4) La valenta, la prontitud, la sutileza de ingenio, sol es deste mundo en cifra; si no rayo, vislumbre de divinidad. Todo Hroe particip exceso de ingenio.

    Son los dichos de Alejandro esplendores de sus hechos. Fue pronto Csar en el pensar, como en el hacer.

    Mas, apreciando los Hroes verdaderos, equi-vcase en Augustino lo augusto con lo agudo; y en el lauro que dio Huesca para coronar a Roma, compitieron la constancia y la agudeza.

    (5) Son tan felices las prontitudes del ingenio,

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  • cuan azares las de la voluntad. Alas son para la grandeza, con que muchos se remontaron del centro del polvo al del sol, en lucimientos.

    Dignbase tal vez el gran turco desde un bal-cn, antes al vulgo de un jardn que al de la plaza prisin de la majestad, y grillos del decoro. Comenz a leer un papel, que, o por burla o por desengao de la mayor soberana, se lo vol el viento de los ojos a las hojas. Aqu los pajes, mulos dl y de s mismos, volaron escala abajo con alas de lisonja. Uno de ellos, Ganime-des de su ingenio, supo hallar atajo por el aire: arrojse por el balcn. Vol, cogile, y suba cuando los otros bajaban; y fue subir con propie-dad, y aun remontarse, porque el prncipe, lison-jeado eficazmente, le levant a su valimiento: que la agudeza, si no reina, merece conreinar.

    (6) Es en todo porte la malilla de las prendas, gran pregonera de la reputacin: mayor realce cuanto ms sublime el fundamento.

    Son agudezas coronadas ordinarios dichos de un rey. Perecieron grandes tesoros de monarcas, mas consrvanse sus sentencias en el guardajo-

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  • yas de la fama.

    (7) Valiles ms a muchos campeones tal vez una agudeza que todo el hierro de sus escuadro-nes armados, siendo premio de una agudeza una vitoria.

    Fue examen, fue pregn, del mayor crdito, en el rey de los sabios y en el ms sabio de los reyes, la sentenciosa prontitud en aquel estremo de pleitos, que lo fue llegar a pleitear los hijos: que tambin acredita el ingenio la justicia.

    Y aun en brbaros tribunales asiste el que es Sol de ella. Compite con la de Salomn la pron-titud de aquel gran turco. Pretenda un judo cor-tar una onza de carne a un cristiano, pena sobre usura; insista en ello con igual terquera a su principe, que perfidia a su Dios. Mand el gran juez traer peso y cuchillo; conminle el degello si cortaba ms ni menos. Y fue dar un agudo corte a la lid, y al mundo un milagro de el inge-nio.

    (8) Es la prontitud orculo en las mayores dudas, esfinge en los enigmas, hilo de oro en

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  • laberintos; y suele ser de condicin de len, que guarda el estremarse para el mayor aprieto.

    (9) Pero hay tambin perdidos de ingenio como de bienes, prdigos de agudeza: para pre-sas sublimes, tagarotes; para las viles, guilas. Mordaces y satricos: que si los crueles se ama-saron con sangre, stos con veneno. En ellos la sutileza con estraa contrariedad, por liviana, abate, sepultndolos en el abismo de un despre-cio, en la regin del enfado.

    (10) Hasta aqu favores de la naturaleza; desde aqu realces del arte. Aqulla engendra la agude-za, sta la alimenta, ya de ajenas sales, ya de la prevenida advertencia.

    Son los dichos y hechos ajenos, en una frtil capacidad, semillas de agudeza; de las cuales fecundado el ingenio, multiplica cosecha de prontitudes y abundancia de agudezas.

    No abogo por el juicio, pues l habla por s bastantemente.

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  • COMENTARIO DEL PRIMOR IV

    Corazn de rey

    Gracin denomina "corazn de rey" una cualidad que hoy en da calificaramos de ambicin, arrojo y valenta. De hecho, los ejemplos y ancdotas de este "primor" nos llevan a pensar que "corazn de rey" es una combinacin de las tres.

    El "corazn de rey" es una cualidad de hroe, lo mismo que "gran cabeza es de filsofos..." (1). Para Gracin es imprescindible, porque sin el "corazn de rey" la cualidad anterior, el "entendimiento", no sirve de nada. No sirve de nada ser un lder prevenido, jui-cioso e ingenioso si en el momento de actuar nos falta la decisin y la valenta para abordar un problema. No sirven de nada las grandes ideas o propuestas, si en el momento de comunicarlas o defenderlas falta firmeza y conviccin (2).

    Gracin, pone de nuevo a Alejandro Magno y a Csar como ejemplos. Afirma que la decisin de este ltimo le empuj siempre a conseguir la totalidad de sus objetivos. Y lo hace aludiendo implcitamente a una frase atribuida a Csar, pero tambin a otros persona-jes histricos posteriores: "o Csar o nada" (3).

    Luego an se prodiga ms en ejemplos y ancdotas: la forma inteligente en que Carlos VII de Francia (1403-1461) apel la sentencia que le desheredaba (4),

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  • el arrojo de Carlos Manuel de Saboya (1580-1630) frente sus enemigos (5), la manifestacin de valenta del prncipe de Arabia Jacob Almanzor (940-1002) (6) o la extraa forma empleada por el emperador Adriano (76-138 dC) para demostrar su coraje (7).

    No es cuestin ahora de juzgar el arrojo o la valenta de los lderes polticos espaoles actuales porque se les supone. An as, si alguna vez a alguno le ha faltado decisin o la empleada no fue suficiente, puede ser con-secuencia de la soledad de muchos lderes frente a deci-siones importantes. Soledad que en gran medida tiene su origen en la falta de apoyo tcnico que padecen alcaldes, concejales y otros responsables polticos. No por falta de gentes competentes en su entorno (polticos o tcnicos), sino por falta de instrumentos y mtodos de anlisis modernos y eficaces que le permitan basar su decisin y la justificacin de sta en algo ms que su intuicin y su valenta personal.

    La no-decisin o la falta de continuidad en su imple-mentacin una vez tomada, es en la mayora de casos ms fruto de la falta de apoyo que de la falta de ambi-cin o arrojo. La legalizacin del PCE en abril de 1977 provoc una grave crisis de gobierno. Adolfo Surez (1932) tom una decisin trascendental para la intro-duccin de la democracia en Espaa y tomndola demostr tener "el corazn de rey" que describe Gracin. La "operacin Tarradellas" en octubre de 1977, que implic el reconocimiento de la Generalitat republicana, tambin fue un ejemplo de arrojo poltico.

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  • PRIMOR IV

    Corazn de rey

    (1) Gran cabeza, es de filsofos; gran lengua, de oradores; pecho, de atletas; brazos, de solda-dos; pies, de cursores; hombros, de palanquines; gran corazn, de reyes; de las divinidades de Platn, y texto con que en favor del corazn arman, algunos, pleitos a la inteligencia.

    (2) Qu importa que el entendimiento se ade-lante, si el corazn se queda? Concibe dulce-mente el capricho lo que le cuesta mucho de sacar a lucimiento al corazn.

    Son estriles por la mayor parte las sutilezas del discurso, y flaquean por su delicadeza en la ejecucin.

    Proceden grandes efectos de gran causa; y por-tentos de hazaas, de un prodigio de corazn. Son gigantes los hijos de un corazn gigante; presume siempre empeos de su tamao, y afec-ta primeros asuntos.

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  • Grande fue el de Alejandro, y el archicorazn, pues cupo en un rincn dl todo este mundo hol-gadamente, dejando lugar para otros seis.

    (3) Mximo, el de Csar, que no hallaba medio entre todo y nada.

    Es el corazn el estmago de la fortuna, que digiere con igual valor sus estremos. Un gran buche no se embaraza con grandes bocados, no se estraga fcilmente con la afectacin, ni se aceda con la ingratitud. Es hambre de un gigante el hartazgo de un enano.

    (4) Aquel milagro del valor, digo el delfn de Francia entonces y Carlos sptimo despus, noti-ficndole la sentencia, estrujada en el supremo por los dos reyes el de Francia, su padre, y el de Inglaterra, su antagonista en que le declara-ban por incapaz de suceder en la corona de los lilios, respondi invicto que se apelaba. Ins-tronle con admiracin que a quin. Y l, que a la grandeza de su corazn, y a la punta de su espada. Y valile.

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  • No brilla tan ufano el casi eterno diamante en medio de los voraces carbunclos, como soliza (si as puede decirse un hacer del sol) un augusto corazn en medio de las violencias de un riesgo.

    (5) Rompi con solos cuatro de los suyos el Aquiles moderno, Carlos Manuel de Saboya, por medio de cuatrocientas corazas enemigas, y satisfizo a la universal admiracin, diciendo que no hay compaa en el mayor aprieto como la de un gran corazn.

    Suple la sobra dl la falta de todo lo dems, siendo siempre el primero que llega a la dificul-tad, y vence.

    (6) Presentronle al rey de Arabia un alfanje damasquino, lisonja para un guerrero. Alabron-le los grandes de la asistencia ulica, no por ceremonia, si con razn; y, atentos a la fineza y arte, alargranse a juzgarle por rayo de acero, si no pecara algo en corto. Mand llamar el rey al prncipe para que diese su voto, y poda, pues era el famoso Jacob Almanzor. Vino, examinle, y dijo que vala una ciudad: propio apreciar de un prncipe. Inst el rey que si le hallaba alguna

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  • falta. Respondi que todas eran sobras: Pues, prncipe, estos caballeros todos le condenan por corto. l, entonces, echando mano a su cimi-tarra, dijo: Para un caballero animoso, nunca hay arma corta; porque con hacerse l un paso adelante, se alarga ella bastantemente, y lo que le falta de acero, lo suple el corazn, de valor.

    (7) Lauree este intento la magnanimidad en los agravios, timbre augusto de grandes corazones. Ense Adriano un raro sobre excelente modo de triunfar de los enemigos, cuando al mayor de los suyos le dijo: Escapstete.

    No hay encomio igual a un decir Luis duod-cimo de Francia: No venga el rey los agravios hechos al duque de Orliens. stos son mila-gros del corazn de un Hroe.

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  • COMENTARIO DEL PRIMOR V

    Gusto relevante

    El gusto relevante es tambin una cualidad natural que se da al mismo tiempo que el ingenio (1). No basta con tener buen gusto, sino que hay que aspirar a tener-lo "relevante" y eso puede aprenderse a travs del inter-cambio o comunicacin de otras personas que tengan el buen gusto "superlativo" (2).

    Para Gracin el gusto relevante es la capacidad de medir, de apreciar, de valorar las cosas con objetividad, a partir de un cierto "gusto crtico" (3) y de cierta pre-vencin ante debilidades como la "adulacin" o la "admiracin"(4). Escribe una ancdota que protagoni-z el rey Felipe II (1527-1598) como ejemplo de una de las facetas de "gusto relevante" que consider justo el elevado precio de una piedra preciosa al caerle en gra-cia la alabanza que le hizo el mercader portugus que se la venda (5), sobre todo porque ste no se excedi ya que "(...) en materia de alabanza, es arte medir justo".

    Para tener "gusto relevante" no se trata de desmere-cer las cosas, como Felipe II desdeando las propieda-des del diamante del comerciante portugus, ni como Fernando lvarez de Toledo y Pimentel (1507-1582), tercer Duque de Alba, a quin le parecan poca cosa sus 40 aos de victorias en Europa (Alemania, Npoles, Pases Bajos, ...) al no haber tenido la ocasin de medirse con un ejrcito turco superior en fuerzas,

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  • dnde su destreza y su experiencia contaran ms que el poder de los tercios que comand (6).

    El quinto primor de Gracin no pretende formar para la mofa o la burla o para ser un tasador ms que nte-gro del valor de las cosas (7), sino para que un "hroe" sepa valorar las cosas con objetividad (8). A esta obje-tividad, slo se llega con un gran conocimiento y a tra-vs de la prctica, y de una sana prudencia... (9).

    A menudo hemos odo decir que "lo ms caro no siempre es lo mejor" o que "lo ms barato, a la larga, sale caro". Parece que Gracin ha conseguido elevar una cualidad bastante cotidiana a un estadio ms noble, puesto que se trata de un manual para "hroes". Pero es cierto que lo que vale para la vida cotidiana tambin puede valer para la gestin pblica. Los gobernantes se ven obligados cada vez ms a desarro-llar una habilidad de este tipo para comprar, contratar o licitar cualquier tipo de equipamiento, servicio o infraestructura. La ley de contratacin de las adminis-traciones pblicas ya establece criterios y mecanismos que aseguran una decisin de compra objetiva y trans-parente, exigiendo que se tenga en cuenta aspectos como la solvencia tcnica, la experiencia, etc. Pero an as, para bastantes responsables institucionales parece como si el precio, en dinero, de las cosas fuera la varia-ble ms importante (s, claro, se est administrando el dinero de todos), pero la especializacin, la calidad, la innovacin, etc. tambin son variables tanto o ms rele-vantes a la hora de tomar una decisin con... "gusto relevante".

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  • PRIMOR V

    Gusto relevante

    (1) Toda buena capacidad fue mal contentadiza. Hay cultura de gusto, as como de ingenio. Entrambos, relevantes, son hermanos de un vien-tre, hijos de la capacidad, heredados por igual en la excelencia.

    Ingenio sublime nunca cri gusto ratero.

    (2) Hay perfecciones soles y hay perfecciones luces. Galantea el guila al sol; pirdese en l el alado gusanillo por la luz de un candil; y tmasele la altura a un caudal por la elevacin del gusto.

    Es algo tenerlo bueno, es mucho tenerlo rele-vante. Pganse los gustos con la comunicacin, y es suerte topar con quien le tiene superlativo.

    Tienen muchos por felicidad (de prestado ser) gozar de lo que apetecen, condenando a infelices los dems; pero desqutanse stos por los mismos filos: con que es de ver la mitad del mundo riyn-dose de la otra, con ms o menos de necedad.

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  • (3) Es calidad un gusto crtico, un paladar difcil de satisfacerse: los ms valientes objetos le temen, y las ms seguras perfecciones le tiemblan.

    (4) Es la estimacin, preciossima; y de discre-tos, el regatearla. Toda escasez en moneda de aplauso es hidalga; y, al contrario, desperdicios de estima merecen castigo de desprecio.

    La admiracin es comnmente sobrescrito de la ignorancia: no nace tanto de la perfeccin de los objetos cuanto de la imperfeccin de los concep-tos.. Son nicas las perfecciones de primera mag-nitud; sea, pues, raro el aprecio.

    (5) Quien tuvo gusto rey, fue el prudente de los Filipos de Espaa, hecho siempre a objetos mila-gros, que nunca se pagaba sino de la que era maravilla en su serie.

    Presentle un mercader portugus una estrella de la tierra, digo un diamante de oriente, cifra de la riqueza, pasmo del resplandor. Y, cuando todos aguardaban, si no admiraciones, reparos en Filipo, escucharon desdenes, no porque afectase el gran monarca lo descomedido como lo grave, sino por-

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  • que un gusto hecho siempre a milagros de natura-leza y arte no se pica as vulgarmente. Qu paso ste para una hidalga fantasa! Seor dijo, setenta mil ducados que abrevi en este digno nieto del sol, no son de asquear. Apret el punto Filipo, y djole: En qu pensbadeis cuando disteis tanto? Seor acudi el portu-gus como tal, pensaba en que haba un rey Filipo segundo en el mundo. Cayle al monar-ca en picadura ms la agudeza que la preciosidad, y mand luego pagarle el diamante, y premiarle el dicho, ostentando la superioridad de su gusto en el precio y en el premio.

    Sienten algunos que el que no excede en alabar, vitupera. Yo dira que las sobras de alabanza son menguas de la capacidad, y que el que alaba sobrado, o se burla de s o de los otros.

    No tena por oficial el griego Agesilao el que calzaba a un pigmeo el zapato de Enclado; y en materia de alabanza, es arte medir justo.

    (6) Estaba el mundo lleno de las proezas del que fue alba del mayor sol, digo de las vitorias de don Hernando Alvarez de Toledo; y con llenar un

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  • mundo, no mediaban su gusto. Estrandole la causa, dijo que, en cuarenta aos de vencer, teniendo por campo toda Europa, por blasones todas las empresas de su tiempo, le pareca todo nada, pues nunca haba visto un ejrcito de turcos delante, donde la vitoria fuera triunfo de la destre-za, y no del poder; donde la excesiva potencia humillada ensalzara la experiencia y el valor de un caudillo. Tanto es menester para acallar el gusto de un Hroe.

    (7) No amaestra este primor a ser Momo un varn culto, que es insufrible destemplanza; si a ser integrrimo censor de lo que vale. Hacen algu-nos esclavo al juicio, del afecto; pervirtiendo los oficios al sol y a las tinieblas.

    (8) Merezca cada cosa la estimacin por s, no por sobornos del gusto.

    (9) Slo un gran conocimiento, favorecido de una gran pltica, llega a saber los precios de las perfecciones. Y donde el discreto no puede lisa-mente votar, no se arroje, detngase: no descubra antes la falta propia que la sobra estraa.

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  • COMENTARIO DEL PRIMOR VI

    Eminencia en lo mejor

    Para Gracin la perfeccin slo la puede represen-tarla Dios, "Ser que por no recibirlo de otro, no sufre limitaciones " (1). No obstante, a pesar de que muchas prendas son naturales o innatas, otras muchas pueden adquirirse a lo largo de la vida, y unas son tan vlidas como las otras (2).

    Gracin define la perfeccin total como una catego-ra platnica, un ideal que hay que intentar alcanzar. La eminencia en lo mejor es un trabajo fcil si se busca en una nica materia, pero es una ardua tarea si se quiere conseguir ser el mejor en todo. Generalmente, no existe tal "hroe" en la realidad, pero si en abstrac-to (3). Saber esto ya es una condicin necesaria para lograr alcanzar esta cualidad de hroe. Las experien-cias de Felipe II y del rey Filipo de Macedonia (383?-336? aC) para con sus hijos ilustra perfectamente a lo que refiere Gracin (4).

    Una persona que aspire a ser un buen lder o "hroe" no debe limitarse a ser el mejor en una sola cosa. Debe aspirar a lo que Gracin define como "una universali-dad plausible". A travs de una "ambicin de infini-dad", debe aspirar a ser cuanto mejor sea posible en todas aquellas materias que se lo permitan, movido por el empuje o el deseo de conseguir la perfeccin: Evidentemente, entendida como ideal, no como objetivo alcanzable (5).

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  • Adems no debe conformarse con tener una ligera idea de cada materia (6) sino tomrselo como un ejer-cicio permanente de por vida (es lo que hoy en da lla-maramos "excelencia" y "autoexigencia") cuyos nicos lmites los marca una posible falta de perseverancia personal o lo que an nadie ha vencido nunca: el tiem-po (7).

    Un "hroe" debe destacar por una "eminencia" o por hacer algo mejor que los dems, no llegar a tal condi-cin siendo simplemente bueno o regular en muchas cosas. Si destaca por algo, si es "eminente en lo mejor", lograr la admiracin, la veneracin de los dems (8), tal y como lo refleja Gracin en la ancdota sobre Diego Prez de Vargas (s.XIII) y el rey Alfonso III de Aragn, II de Catalua (1265-1291) (9).

    Los medios de comunicacin y tambin la opinin de los ciudadanos, que no siempre es lo mismo, han desta-cado siempre una cualidad de los lderes sobre las otras: de Felipe Gonzlez (1942), el carisma; de Bill Clinton, la empata; de Margaret Thatcher (1925), la decisin; etc. Explotaron sus mejores cualidades, lle-gando a ser los ms eminentes o mejores de esos momentos en sus respectivos pases, y al mismo tiempo, trabajaron, entrenaron, ejercitaron, otras cualidades que deban mejorar. Esta actitud, este deseo de exce-lencia, se extiende da a da entre los profesionales de la poltica. La formacin y el entrenamiento prctico son la clave para mejorar y alcanzar cotas de eficien-cia profesional prximas a la excelencia.

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  • PRIMOR VI

    Eminencia en lo mejor

    (1) Abarcar toda perfeccin slo se concede al primer Ser, que, por no recibirlo de otro, no sufre limitaciones.

    (2) De las prendas, unas da el cielo, otras libra a la industria; una ni dos no bastan a realzar un sujeto; cuanto destituy el cielo de las naturales, supla la diligencia en las adquisitas. Aqullas son hijas del favor; stas, de la loable industria, y no suelen ser las menos nobles.

    (3) Poco es mester para individuo; mucho, para universal; y son tan raros stos, que se nie-gan comnmente a la realidad, si se conceden al concepto.

    No es uno solo el que vale por muchos. Gran-de excelencia en una intensa singularidad cifrar toda una categora, y equivalerla.

    No toda arte merece estimacin, ni todo em-pleo logra crdito. Saberlo todo no se censura;

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  • platicarlo todo sera pecar contra la reputacin.

    Ser eminente en profesin humilde es ser grande en lo poco, es ser algo en nada. Quedarse en una mediana apoya la universalidad; pasar a eminencia desluce el crdito.

    (4) Distaron mucho los dos Filipos, el de Espaa, y Macedonia. Estra el primero en todo y segundo en el renombre, al prncipe, el cantar en su retrete, y abon el macedn a Alejandro, el correr en el estadio. Fue aqulla, puntualidad de un prudente; fue ste, descuido de la grandeza. Pero corrido Alejandro, antes que corredor, acudi bien: que a competir con reyes, an an.

    Lo que tiene ms de lo deleitable tiene menos de lo heroico, comnmente.

    (5) No debe un varn mximo limitarse a una ni a otra perfeccin; sino, con ambiciones de infinidad, aspirar a una universalidad plausible, correspondiendo la intensin de las noticias a la excelencia de las artes.

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  • (6) Ni basta cualquiera ligera cognicin empeo de corrida, que suele ser ms nota de vana locuacidad que crdito de fundamental entereza.

    (7) Alcanzar eminencia en todo no es el menor de los imposibles; no por flojedad de la ambi-cin, si de la diligencia, y aun de la vida. Es el ejercicio el medio para la consumacin en lo que se profesa, y falta a lo mejor el tiempo, y ms presto el gusto, en tan prolija plctica.

    Muchas medianas no bastan a agregar una grandeza, y sobra sola una eminencia a asegurar superioridad.

    (8) No ha habido Hroe sin eminencia en algo, porque es carcter de la grandeza; y cuanto ms calificado el empleo, ms gloriosa la plausibili-dad. Es la eminenca en aventajada prenda, parte de soberana, pues llega a pretender su modo de veneracin.

    Y si el regir un globo de viento con eminencia, triunfa de la admiracin, qu ser regir con ella un acero, una pluma, una vara, un bastn, un

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  • cetro, una tiara?

    (9) Aquel Marte castellano, por quien se dijo "Castilla capitanes, si Aragn reyes", don Diego Prez de Vargas, con ms hazaas que das, reti-rse a acabarlos en Jerez de la Frontera. Retirse l, mas no su fama, que cada da se estenda ms por el teatro universo. Solicitado de ella Alfonso, rey novel, pero antiguo apreciador de una eminencia, y ms en armas, fue a buscarle disfrazado, con solos cuatro caballeros.

    Que la eminencia es imn de voluntades, es hechizo del afecto.

    Llegado el rey a Jerez y a su casa, no le hall en ella, porque el Vargas, enseado a campear, engaaba en el campo su generosa inclinacin. El rey, a quien no se le haba hecho de mal ir desde la corte a Jerez, no estra el ir desde all a la alquera. Descubrironle desde lejos, que con una hoz en la mano iba descabezando vides con ms dificultad que en otro tiempo vidas. Mand Alfonso hacer alto, y emboscarse los suyos. Apese del caballo, y, con majestuosa galantera, comenz a recoger los sarmientos

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  • que el Vargas, descuidado, derribaba. Acert ste a volver la cabeza, avisado de algn ruido que hizo el rey, o (lo que es ms cierto) de algn impulso fiel de su corazn. Y, cuando conoci a su majestad, arrojndose a sus plantas, a lo de aquel tiempo, dijo: Seor, qu hacis aqu? Proseguid, Vargas dijo Alfonso, que a tal podador, tal sarmentador.

    Oh triunfo de una eminencia!

    Anhele a ella el varn raro, con seguridad de que lo que le costar de fatiga lo lograr de cele-bridad.

    Que no sin propiedad consagr la gentilidad a Hrcules el buey, en misterio de que el loable trabajo es una sementera de hazaas, que prome-te cosecha de fama, de aplauso, de inmortalidad.

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  • COMENTARIO DEL PRIMOR VII

    Excelencia de primero

    Gracin sostiene que un "hroe" tendr ms posibili-dades de xito y de reconocimiento social si es el pri-mero en realizar alguna empresa, y si es con "eminen-cia", con afn de perfeccin, an ms (1).

    Pero no se trata de ser primero en el tiempo, sino el primero en la eminencia (2): la "excelencia de primero" es la cualidad que se alcanza a travs de la originali-dad ("... la raridad encarece la moderada perfeccin") y de la innovacin ("Es (...) destreza no comn inventar nueva senda para la excelencia..."). Advierte, adems, que hay muchos caminos nuevos y muchos de ellos ni siquiera explorados, y esos son los que acortan el cami-no al xito (3).

    Pone como "hroes" ejemplares al rey Salomn, al emperador Tiberio y a Felipe II, que no siguieron los caminos trazados por sus padres, sino que supieron ele-gir misiones originales, evitando imitarlos, y llegando a emularlos en xito y fama (4).

    En las artes tambin ocurre. Gracin se prodiga en ejemplos de la cultura clsica (Horacio, Virgilio, ...) y contemporneos: el "galante pintor" que "quera ser primero en esa grosera" es... Velzquez! (1599-1660), nombrado pintor del rey en 1623 (5).

    El primor concluye con una idea ya expresada: "en la innovacin se encuentra un camino original hacia el

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  • xito", cualquiera que sea la profesin (6).

    Es evidente que en poltica la innovacin y la origi-nalidad son un requisito imprescindible para alcanzar el xito, ya estemos hablando de ganar unas elecciones como de gobernar. Los primeros 20 aos de ayunta-mientos democrticos tuvieron "las sendas de la origi-nalidad" muy definidas, e incluso condicionadas por el alarmante dficit de infraestructuras, equipamientos y servicios de los municipios a finales de los 70. Durante dos dcadas, los 80 y los 90, el diseo de polticas y la toma de decisiones consisti en definir la "lista de esca-seces" y marcar en ella una cierta prioridad en su implementacin, al mismo tiempo que se controlaba con ms o menos acierto el endeudamiento. En estas circunstancias, pocos han sido los ayuntamientos "excelentes de primero".

    Veinte aos de trabajo han acabado con "la lista" y, en cierta manera, con los recursos. Hoy la poltica municipal se halla ante el reto de encontrar soluciones originales a problemas tan complejos que hacen que los medios sean siempre limitados. Los polticos municipa-les que antes las encuentren y las lleven a buen fin sern "hroes", y no slo en el sentido "graciano" del trmino... Parece que empieza una nueva poca, en la que abundarn las demandas de mayor nmero de pol-ticas y servicios a las personas, de cambios de actitudes de la administracin (mayor sensibilidad hacia las per-sonas) y de exigencia de mayores cotas de eficacia. Un caldo de cultivo ideal para encontrar un camino origi-nal.

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  • PRIMOR VII

    Excelencia de primero

    (1) Hubieran sido algunos fnix en los emple-os, a no irles otros delante. Gran ventaja el ser primero; y, si con eminencia, doblada. Gana, en igualdad, el que gan de mano.

    Son tenidos por imitadores de los pasados los que les siguen; y, por ms que suden, no pueden purgar la presuncin de imitacin.

    Alzanse los primeros con el mayorazgo de la fama, y quedan para los segundos mal pagados alimentos.

    Dej de estimar la novelera gentilidad a los inventores de las artes, y pas a venerarlos. Troc la estima en culto: ordinario error, pero que exagera lo que vale una primera.

    (2) Mas no consiste la gala en ser primero en tiempo, sino en ser el primero en la eminencia.

    (3) Es la pluralidad descrdito de s misma,

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  • aun en preciosos quilates; y, al contrario la rari-dad encarece la moderada perfeccin.

    Es, pues, destreza no comn inventar nueva senda para la excelencia, descubrir moderno rumbo para la celebridad. Son multiplicados los caminos que llevan a la singularidad, no todos sendereados. Los ms nuevos, aunque arduos, suelen ser atajos para la grandeza.

    (4) Ech sabiamente Salomn por lo pacfico, cedindole a su padre lo guerrero. Mud el rumbo, y lleg con menos dificultad al predica-mento de los Hroes.

    Afect Tiberio conseguir por lo poltico, lo que Augusto por lo magnnimo.

    Y nuestro gran Filipo gobern dcsde el trono de su prudencia todo el mundo, con pasmo de todos los siglos. Y si el Csar, su invicto padre, fue un prodigio de esfuerzo, Filipo lo fue de la prudencia.

    Ascendieron con este aviso muchos de los soles de la Iglesia, al cenid de la celebridad.

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  • Unos por lo eminente santo, otros por lo suma-mente docto; cul por la magnificencia en las fbricas, y cul por saber realzar la dignidad.

    Con esta novedad de asuntos se hicieron lugar siempre los advertidos en la matrcula de los magnos.

    Sin salir del arte, sabe el ingenio salir de lo ordinario, y hallar en la encanecida profesin nuevo paso para la eminencia. Cedile Horacio lo heroico a Virgilio, y Marcial lo lrico a Horacio. Dio por lo cmico Terencio, por lo sat-rico Persio, aspirando todos a la ufana de pri-meros en su gnero: que el alentado capricho nunca se rindi a la fcil imitacin.

    (5) Vio el otro galante pintor que le haban cogido la delantera el Ticiano, Rafael y otros. Estaba ms viva la fama cuando muertos ellos. Valise de su invencible inventiva: dio en pintar a lo valentn. Objetronle algunos el no pintar a lo suave y pulido, en que poda emular al Ticiano; y satisfizo galantemente que quera ms ser primero en aquella grosera, que segundo en la delicadeza.

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  • (6) Extindase el ejemplo a todo empleo, y todo varn raro entienda bien la treta: que en la eminente novedad sobra hallar extravagante rumbo para la grandeza.

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  • COMENTARIO DEL PRIMOR VIII Que el Hroe prefiera los empeos plausibles

    Cuidado! Dice Gracin en este nuevo "primor". Cuidado con la originalidad, porque tal vez sean pocos los que entiendan una decisin o empeo poltico, y muchos los que la critiquen simplemente porque no es...

    "plausible".

    Gracin explica esta nueva cualidad en un "lder" contrastando las trayectorias vitales de dos "hroes", uno mitolgico y otro histrico (1). Mientras Hrcules (o "Heracles" o "Alcides") fue conocido y admirado por todo el mundo, Catn (234 aC-149 aC) apenas si fue conocido ms all de Roma. La diferencia, segn el autor, la marca el hecho de que los doce trabajos de Hrcules (el Len de Nemea, la Hidra de Lerna, etc.) son xitos mucho ms "plausibles", del gusto y de la comprensin de la mayora, mientras que los esfuerzos de Catn por preservar la moral y las costumbres romanas y combatir la influencia griega (hizo aprobar leyes contra el lujo, denunci a varios senadores corruptos, etc.), resultaron impopulares y relegaron al poltico romano a ser menos famoso, a pesar de su bri-llantez como tribuno y censor y de tratarse de empresas justas e importantes (3).

    A pesar de un ejemplo tan claro, Gracin dice que algunos siguen prefiriendo los trabajos ms difciles o imposibles aunque slo reciban la aprobacin de esos

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  • pocos que suelen ser los que estn ms informados sobre la materia o los ms atentos a la poltica, y a pesar de que la mayora, no tan experta o activa, no los apoye (4). Es cierto, dice Gracin, que slo la elite de la sociedad entender que se dediquen esfuerzos a empresas "superiores". Son una minora que en su opi-nin merece tenerse en cuenta (5), pero, la destreza ver-dadera es saber elegir la misin ms "plausible" y saber ganar el apoyo de la mayora ("sobornar la aten-cin comn") a la poltica que se quiera llevar a cabo

    (6).

    Por lo tanto, una misin o una poltica "plausible" es aquella que es importante y necesaria para todos (7), aquella en que la excelencia sea palpable (8), la que se "ejecuta a vista de todos y a gusto de todos", con obje-tivos tangibles y sin caer en la tentacin de ser mera-mente ornamental (9).

    Poseer esta cualidad es saber elegir una causa o poltica a travs de la cual destacar ante la gente (10). En el caso de los prncipes, se trata de elegir la guerra

    (!) antes que la paz porque la historia demuestra que "lo belicoso tiene ms de plausible que lo pacfico" (11). Y en el caso del ingenio, y concretamente en la construccin y reproduccin de un discurso, conviene adaptarlo a quin lo escucha para que, en primer lugar, pueda ser comprendido y, luego, aplaudido... (12).

    Llama la atencin la plena vigencia de este "primor" de Gracin. La "plausibilidad" de muchas decisiones polticas se atribuye -errneamente- a la bondad de sus

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  • objetivos, a la perfeccin tcnica, a la importancia de los resultados que producir, a la aquiescencia de los "patricios" locales... Actualmente, muchos lderes pol-ticos escatiman recursos a una parte consustancial y primordial de una poltica: la comunicacin. El xito de una poltica depende en gran medida de la adhesin que sta pueda conseguir en la mayora de los electo-res. Un proyecto tcnico y un programa de ejecucin perfectos deben incluir desde el primer momento de su diseo una estrategia y un plan de comunicacin pro-pios, sino cualquier iniciativa en este campo puede no ser lo suficientemente certera y, consecuentemente, fra-casar en el logro de su legitimacin (que no, legitimi-dad).

    Hoy en da sigue siendo cierto todo lo que apunta este "primor" de Gracin. Un lder poltico, ya sea un diputado, un alcalde o un rector de universidad, debe saber elegir el mejor momento para lanzar una inicia-tiva, tomar una decisin o implementar una poltica, debe conseguir el apoyo de los expertos, de los influ-yentes y de los prximos; pero tambin, la adhesin de la mayora ... Debe saber elegir, en palabras de Gracin, su "empeo plausible" y eso, hoy se consigue mejor con un "plan de marketing y de comunicacin". Es lo ltimo en lo que se suele pensar o lo primero que se olvida en el diseo de polticas. Desgraciadamente.

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  • PRIMOR VIII Que el Hroe prefiera los empeos plausibles

    (1) Dos patrias produjeron dos Hroes: a Hrcules, Tebas; a Catn, Roma; fue Hrcules aplauso del orbe, fue Catn enfado de Roma. Al uno admiraron todas las gentes, al otro esquiva-ron los romanos.

    (2) No admite controversia la ventaja que llev Catn a Hrcules, pues le excedi en pru-dencia; pero ganle Hrcules a Catn en fama.

    Ms de arduo y primoroso tuvo el asunto de Catn, pues se empe en domear monstruos de costumbres, si Hrcules de naturaleza; pero tuvo ms de famoso el del tebano.

    (3) La distancia consisti en que Hrcules emprendi hazaas plausibles, y Catn odiosas. La plausibilidad del empleo llev la gloria de Alcides a los trminos del mundo, y pasara ade-lante si ellos se alargaran. Lo desapacible del empleo circunscribi a Catn dentro de las

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  • murallas de Roma.

    (4) Con todo esto, prefieren algunos, y no los menos juiciosos, el asunto primoroso al ms plausible; y puede ms con ellos la admiracin de pocos que el aplauso de muchos, si vulgares.

    Milagros de ignorantes llaman a los empeos plausibles.

    (5) Lo arduo, lo primoroso de un superior asunto, pocos lo perciben, pero eminentes; y as, lo acreditan raros. La facilidad del plausible per-mtese a todos, vulgarzase, y as el aplauso tiene de ordinario lo que de universal.

    Vence la intensin de pocos a la numerosidad de un vulgo entero.

    (6) Pero destreza es topar con los empleos plausibles. Punto es de discrecin sobornar la atencin comn. (7) En el asunto plausible manifistase a todos la eminencia; y a votos de todos se gradu la reputacin.

    (8) Dbense estimar en ms los ms. Es palpa-

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  • ble la excelnca en tales hazaas; y, si con evi-dencia, plausible. Las primorosas tienen mucho de metafsico, dejando la celebridad en opinio-nes.

    (9) Empleo plausible llamo aquel que se ejecu-ta a vista de todos, y a gusto de todos, con el fundamento siempre de la reputacin: por excluir aquellos tan faltos de crdito cuan sobra-dos de ostentacin. Rico vive dc aplauso un his-trin, y perece de crdito.

    (10) Ser, pues, eminente en hidalgo asunto, expuesto al universal teatro, eso es conseguir augusta plausibilidad.

    (11) Qu prncipes ocupan los catlogos de la fama, sino los guerreros? A ellos se les debe en propiedad el renombre de magnos. Llenan el mundo de aplauso, los siglos de fama, los libros de proezas, porque lo belicoso tiene ms de plausible que lo pacifico.

    (12) Entre los jueces se entresacan los justicie-ros a inmortales, porque la justicia sin crueldad siempre fue ms acepta al vulgo que la piedad

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  • remisa.

    En los asuntos del ingenio triunf siempre la plausibilidad. Lo suave de un discurso plausible recrea el alma, lisonjea el odo: que lo seco de un concepto metafsico los atormenta y enfada.

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  • COMENTARIO DEL PRIMOR IX

    Del quilate rey

    Todos tenemos una cualidad destacable, "prenda relevante" en palabras de Gracin. La cuestin es saber cul es. Conocer ese atributo puede ser una cuestin de suerte o de inteligencia. Lo que s es poco inteligente es querer hacer cosas en las que es necesario otro tipo de habilidades que no se tienen (1).

    No hay nadie que no destaque en una actividad, pero son pocos los que destacan por ser excelentes en ella. Todos solemos tenernos por buenos en alguna cosa, pero de ah a alcanzar el grado de perfeccin mximo (el "quilate rey") hay un buen trecho. Nos puede enga-ar el empeo, la pasin que pongamos en una empre-sa, y que luego, con el tiempo, comprobemos que tal vez hicimos bien el trabajo, pero no alcanzamos la cima de la perfeccin de la que habla Gracin (2).

    Hay que procurar ser el mejor en aquello que es ms importante, o audaz o... "plausible", si tenemos en cuenta los consejos del "primor anterior". Un "hroe" no se puede perdonar ser mediocre en una tarea menor o fcil. Es ms tolerable si la mediocridad coincide tanto en la persona como en la tarea (3).

    Gracin cita al poeta latino Horacio (65 aC-8 dC) "... no emprendas ninguna misin si se opone a la sabi-dura (a Minerva)...". Con ella previene ante lo que suele pasar ms a menudo: que las personas tienden a

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  • auto engaarse cuando se trata de descubrir para qu estn mejor dotadas. Incluso si descubren que es mejor no embarcarse en una nueva aventura, encuentran excusas para hacerlo (4).

    Gracin dice que hay tantas vocaciones como perso-nas hay en el mundo. Si alguien juicioso y respetado (el "monarca") determinara qu profesin conviene ms a cada uno en funcin de sus cualidades, nadie aceptara su propuesta, puesto que es ms fuerte la vocacin, y ms, si va unida a la obstinacin. Aunque lo ms nor-mal sea que vocacin y pasin acaben por separarse...

    (5).

    Ante este anlisis, Gracin sentencia diciendo que lo que debe hacer una persona prudente es echar mano de la cualidad del primor quinto ("el gusto relevante": esa capacidad de calibrar las cosas con objetividad) y medirla con las fuerzas de la vocacin, para reconocer qu cualidad relevante posee, y slo entonces, cumplir con el primor octavo ("preferir los empeos plausi-bles") (6). Eso es lo que Hernn Corts (1485-1547) hizo y por eso consigui equipararse a Csar y a Alejandro Magno (7).

    Tiene mucha razn Gracin. Es una cualidad muy necesaria en un lder poltico. Ser capaz de juzgarse a uno mismo racionalmente -como ser humano, como profesional, como progenitor, etc.- y confrontar el resul-tado de ese juicio a la misin, al trabajo o a la carrera que uno quiere elegir, ayuda a eliminar muchas dudas, a encontrar sinergias y a acortar el camino al xito.

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  • Generalmente, las personas no realizan este ejercicio de forma sistemtica y fra, la trayectoria de cada una es el resultado de la combinacin de decisiones racio-nales, impulsos y oportunidades aprovechadas o desa-provechadas. En un lder poltico un solo error puede significar el fin de una carrera.

    En la poltica, como en casi todas las profesiones, ya no es posible ser un "Leonardo da Vinci", un hombre del renacimiento sabio y hbil en todas las artes. Hoy en da se tiende a la especializacin o dicho en pala-bras de Gracin: a la "eminencia en lo mejor" ("primor sexto") y a la excelencia de primero ("primor sptimo").

    Todo lder poltico que aspire a una carrera larga y brillante debera seguir el consejo del jesuita: trazar su "plan de carrera", analizando una por una sus cualida-des, sus vocaciones, sus oportunidades y sus objetivos, y elegir el camino ms sensato y seguro hacia el xito. Sin olvidar que la realidad cambia, tanto la propia como la ajena, y que conviene revisar y actualizar los planes peridicamente.

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  • PRIMOR IX

    Del quilate rey

    (1) Dudo si llame inteligencia, o suerte, al topar un Hroe con la prenda relevante en s, con el atributo rey de su caudal.

    En unos reina el corazn, en otros la cabeza; y es punto de necedad querer uno estudiar con el valor, y pelear otro con la agudeza.

    Contntese el pavn con su rueda, prciese el guila de su vuelo: que sera gran monstruosidad aspirar el avestruz a remontarse, expuesta a ejemplar despeo; consulese con la bizarra de sus plumas.

    (2) No hay hombre que en algn empleo no hubiera conseguido la eminencia. Y vemos ser tan pocos, que se denominan raros, tanto por lo nico, como por lo excelente; y como la fnix, nunca salen de la duda.

    Ninguno se tiene por inhbil para el mayor empleo; pero lo que lisonjea la pasin, desenga-

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  • a tarde el tiempo.

    (3) Excusa es no ser eminente en el mediano, por ser mediano en el eminente; pero no la hay en ser mediano en el nfimo, pudiendo ser pri-mero en el sublime.

    (4) Ense la verdad, aunque poeta, aqul: "T no emprendas asunto en que te contradiga Minerva". Pero no hay cosa ms difcil que desengaar de capacidad.

    Oh, si hubiera espejos de entendimiento, como los hay de rostro! l lo ha de ser de s mismo, y falsifcase fcilmente. Todo juez de s mismo halla luego textos de escapatoria, y sobornos de pasin.

    (5) Grande es la variedad de inclinaciones prodigio deleitable de la naturaleza, tanta como en rostros, voces y temperamentos.

    Son tan muchos los gustos como los empleos. A los ms viles, y aun infames, no les faltan apasionados. Y lo que no pudiera recabar la poderosa providencia del ms poltico rey, facili-

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  • ta la inclinacin.

    Si el monarca hubiera de repartir las mecni-cas tareas: Sed vos labrador, y vos sed mari-nero, rindirase luego a la imposibilidad: nin-guno estuviera contento aun con el ms civil empleo; y ahora la eleccin propia se ciega aun por el ms villano.

    (6) Tanto puede la inclinacin; y, si se auna con las fuerzas, todo lo sujetan. Pero lo ordina-rio es desavenirse.

    Procure, pues, el varn prudente halagar el gusto, y atraerle, sin violencias de despotiquez, a medirse con las fuerzas; y, reconocida una vez la prenda relevante, emplela felizmente.

    (7) Nunca hubiera llegado a ser Alejandro espa-ol y Csar indiano el prodigioso marqus del Valle, don Femando Corts, si no hubiera barajado los empleos; cuando ms, por las letras hubiera lle-gado a una vulgarsima mediana; y por las armas se empin a la cumbre de la eminencia, pues hizo trinca con Alejandro y Csar, repartindose entre los tres la conquista del mundo por sus partes.

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  • COMENTARIO DEL PRIMOR X Que el Hroe ha de tener tanteada

    su fortuna al empearse

    En este "primor", Gracin pone a la fortuna ms como una prenda natural de cualquier "hroe" que como una cualidad que pueda adquirirse. No obstante, el mismo ttulo del "primor" apunta a que tal vez la cua-lidad que un lder debe tener no es tanto la fortuna - porqu ya se le presupone- como la cualidad de reco-nocer si est a su favor o en su contra antes de acome-ter cualquier accin.

    Csar posea esta cualidad y lo saba, e incluso la haca evidente de una manera un tanto ufana (1). Toda su vida estuvo seguro de tener la suerte de cara... hasta que se le acab -y quiz para sorpresa suya- en la esca-linata del Senado. As pues, Gracin aconseja la con-veniencia de "consultar" nuestra suerte antes de emprender cualquier accin. No hacerlo podra llevar-nos al fracaso (2).

    La buena fortuna es considerada por algunos ms valiosa que la sabidura o que el valor, otros -menos afortunados- la consideran de necios (3). Pero en defi-nitiva, tercia Gracin, tanto el valor como la buena suerte han sido cualidades que siempre han acompaa-do a los hroes (4). Y si no es as, mejor dejarlo a tiem-po (5).

    Y para ilustrar tales afirmaciones, Gracin cita el

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  • ejemplo de un hroe contemporneo suyo: a Fernando de Austria (1609-1641), cardenal infante, "heroico e invicto" hermano de Felipe IV (1605-1665), vencedor sobre los suecos en 1634 -tres aos antes de la publica-cin de "El Hroe"- en la batalla de Nrdlingen. No obstante, cabe pensar que este victorioso militar no tuvo la ocasin de leer este manual y poner en prctica este "primor", puesto que en 1640 se le acab la racha al perder la ciudad de Arras y, un ao despus, morir

    (6). Porque aquello que tambin debe permitir la apli-cacin de este primor es ser capaz de reconocer a los "hroes" con buena o mala suerte, como Solimn (1494-1566) que huy ante Carlos V (1500-1558) ms por la fama de "suertudo" del emperador que por el podero de su ejrcito. Al contrario de Francisco I de Francia (1994-1547) que ignor su mala fortuna y acab prisionero de Carlos V en la batalla de Pava (1525) (7).

    Pero Gracin nos reserva lo mejor para el final. Afirma en el ltimo prrafo de este "primor" que la buena o la mala suerte se contagia y que un lder pre-cavido tender a rodearse o a alejarse de unos y otros procurando salir siempre ganando (8).

    Nos hallamos ante uno de los primores menos racio-nales de Gracin? La buena suerte se tiene o no se tiene, es ms valiosa que el trabajo y la experiencia, y es contagiosa? Racionalmente todos nos atreveramos a contradecir al sabio jesuita, pero quin no se ha sor-prendido alguna vez a s mismo bendiciendo o maldi-ciendo su suerte?

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  • Es evidente que si situamos este "primor" en el campo poltico, hay momentos en una carrera personal o en un perodo de gobierno en los que las cosas van muy bien, donde los obstculos se superan con facili-dad, donde cualquier decisin es bien acogida, etc. Hasta que... se acaba. Actualmente, sigue siendo impo-sible predecir cundo empieza o acaba un perodo de buena o mala fortuna. Franois Mitterrand (1916-1996), dos veces elegido Presidente de Francia, cont con el apoyo de una pitonisa, a la cual consult muchas veces antes de emprender cualquier accin de gobier-no. Bill Clinton, presidente de los Estados Unidos de Amrica, tambin tuvo un consejero espiritual con unas funciones parecidas. Pero no son una garanta.

    Entonces, cmo cumplir el consejo de Gracin? Dice bien claro que cualquier lder debe sondear su for-tuna antes de emprender cualquier empresa. Existen mtodos e instrumentos ms racionales y fiables como, por ejemplo la "planificacin estratgica", que ayuda a tomar decisiones dando ms margen a variables objeti-vas y menos "al azar ". Lo que permite actuar ponien-do ms nfasis en los recursos propios que en la "suer-te", o saber dnde se encuentra para ir a buscarla.

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  • PRIMOR X

    Que el Hroe ha de tener tanteada su fortuna al empearse

    La fortuna, tan nombrada cuan poco conocida, no es otra, hablando a lo cuerdo y aun catlico, que aquella gran madre de contingencias, y gran hija de la suprema Providencia, asistente siem-pre a sus causas, ya queriendo, ya permitiendo.

    sta es aquella reina tan soberana, inescruta-ble, inexorable, risuea con unos, esquiva con otros, ya madre, ya madrastra, no por pasin, si por la arcanidad de inaccesibles juicios.

    Regla es muy de maestros en la discrecin poltica tener observada su fortuna, y la de sus adherentes. El que la experiment madre logre el regalo, empese con bizarra: que, como aman-te, se deja lisonjear de la confianza.

    (1) Tena bien tomado el pulso a su fortuna el Csar, cuando, animando al rendido barquero, le deca: No temas, que agravias a la fortuna de Csar . No hall ms segura ncora que su

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  • dicha. No temi los vientos contrarios el que lle-vaba en popa los alientos de su fortuna. Qu importa que el aire se perturbe, si el cielo est sereno? que el mar brame, si las estrellas se ren?

    (2) Pareci en muchos temeridad un empeo, pero no fue sino destreza, atendiendo al favor de su fortuna. Perdieron otros, al contrario, grandes lances de celebridad, por no tener comprehen-sin de su dicha. Hasta el ciego jugador consulta la suerte al arrojarse.

    (3) Gran prenda es ser un varn afortunado, y, al aprecio de muchos, lleva la delantera. Estiman algunos ms una onza de ventura que arrobas de sabidura, que quintales de valor; otros, al con-trario, que fundan crdito en la desdicha como en la melancola. Ventura. repiten, de necio, y mritos de desgraciado.

    Suple con oro la fealdad de la hija el sagaz padre; y el universal, dora la fealdad del ingenio, con ventura.

    (4) Dese Galeno a su mdico, afortunado; al

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  • capitn, Vejecio; y Aristteles, a su monarca. Lo cierto es que a todo Hroe le apadrinaron el valor y la fortuna, ejes ambos de una heroicidad.

    (5) Pero quien de ordinario prob agrios de madrastra, amaine en los empeos, no terquee: que suele ser de plomo en el disfavor.

    Disimleseme en este punto hurtarle el dicho al poeta de las sentencias, con obligacin de res-tituirlo en consejo a los amantes de la prudencia: "T no hagas ni digas cosa alguna teniendo a la fortuna por contraria".

    (6) El Benjamn, hoy, de la felicidad es, con evidencia de su esplendor, el heroico, invicto y serensimo seor cardenal infante de Espaa, don Fernando, nombre que pasa a blasn o coro-na nominal de tantos Hroes.

    Atenda todo el orbe suspenso a su fortuna, satisfecho asaz de su valor, y declarle esta gran princesa por su galn en la primera ocasin; digo, en aquella, tan inmortal para los suyos como mortal para sus enemigos, batalla de Norlinguen, con progresos de finezas en Francia

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  • y Flandes, y con el resto de todo su favor en Jerusaln.

    (7) Parte es deste poltico primor saber discer-nir los bien y mal afortunados, para chocar, o ceder, en la competencia.

    Previno Solimn la gran felicidad de nuestro catlico Marte, quinto de los Carlos, para que estuviera el valor en su esfera. Temi ms a sola ella que a todos los tercios de Poniente, contem-placin de otros.

    Amain an a tiempo, y valile, ya que no la reputacin, pues se retiraba della, la corona.

    No as el primer Francisco de Francia, que afect ignorar su fortuna y la del csar, y as, por delincuente de prudencia, fue condenado a pri-sin.

    (8) Pganse de ordinario la prspera y adversa fortuna a los del lado. Atienda, pues, el discreto a ladearse, y en el juego deste triunfo, sepa encartarse y descartarse con ganancia.

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  • COMENTARIO DEL PRIMOR XI Que el Hroe sepa dejarse, ganando con la fortuna

    Otra cualidad de "hroe" es saber predecir el momento en que la buena suerte puede declinar o desa-parecer, y saber retirarse a tiempo. Mejor es saber con-servar la honra que esperar a que la mala suerte se la lleve (1). Como en el caso que menciona Gracin: el marqus de Mariano (1497-1555) comandante de los ejrcitos de Carlos V fue quien convenci al emperador de levantar el sitio de la ciudad de Metz (1552-53), al norte de la actual Francia, dicindole que la fortuna no slo tiene "la inestabilidad de la mujer" sino tambin la ligereza de los jvenes (2). Un comentario que hoy entrara directamente en la categora de lo "poltica-mente incorrecto". Pero Gracin casi podra parecer-nos que ya intuy esta pasin por lo correcto, porque dice: "(...) no son livianas variedades de mujer, sino alternativas de una justsima providencia" (3).

    Segn Gracin, los insaciables deberan tomar como ejemplo a Carlos V que supo retirarse del gobierno a tiempo ("coron con prudente fin todas sus hazaas") al monasterio de Yuste (en 1556) ya que a juicio del jesuita "tan gloriosa es una bella retirada como una bella acometida" (4). Otros hroes que no actuaron as perdieron toda su fama y cita Gracin, entre otros ejem-plos, el de Belisario (500-565), general bizantino, que salv Constantinopla varias veces de invasiones y ase-dios, y que conquist Italia para el emperador

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  • Justiniano (482-565), pero que acab ciego y pidiendo limosna (aunque la mayora de los historiadores no dan crdito a este final, y lo atribuyen a una leyenda popu-lar poco fundada) (5).

    Tras este ejemplo, Gracin diserta sobre el compor-tamiento de la suerte. No hay manera de saber cmo se comportar, pero hay seales que si se conocen permi-ten prevenir su comportamiento futuro: si se obtiene mucho en poco tiempo, el "hroe" debe sospechar que su suerte acabar pronto; si las desgracias se acumu-lan, la suerte no puede tardar... (6) Y si no, que se lo digan a Abul, hermano del rey de Granada que pas de reo de muerte a soberano en el tiempo que tard en aca-bar una partida de ajedrez (7).

    La cualidad que el "hroe" debe cultivar es la de saber retirarse a tiempo y no tentar su suerte (8).

    Pocos polticos saben retirarse a tiempo. La mayora suele arriesgarse hasta el final y slo se retira tras un fracaso en las urnas. Es lo que le sucedi a Helmut Kohl (1930), Canciller de Alemania: no intuy el des-gaste electoral que comportaban los sacrificios que se hicieron para lograr una unificacin alemana rpida. Con una retirada a tiempo habra conservado toda su aura y su fama. Margaret Thatcher hizo lo contrario y todava es alguien en la poltica de su pas. La Primera Ministra britnica supo poner por delante los intereses de su partido y sus objetivos. La limitacin de manda-tos sera una medida que contribuira a institucionali-zar este principio.

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  • PRIMOR XI

    Que el Hroe sepa dejarse, ganando con la fortuna

    (1) Todo mvil instable tiene aumento y decli-nacin. Aaden otros, estado, donde no hay esta-bilidad.

    Gran providencia es saber prevenir la infalible declinacin de una inquieta rueda. Sutileza de tahur, saberse dejar con ganancia, donde la pros-peridad es de juego, y la desdicha tan de veras.

    Mejor es tomarse la honra, que aguardar a la rebatia de la fortuna, que suele en un tumbo alzarse con la ganancia de muchos lances.

    (2) Faltarle de constante lo que le sobra de mujer, sienten algunos escocidos. Y aadi el marqus de Mariano, para consuelo del empe-rador sobre Metz, que no slo tiene instabilidad de mujer, sino liviandad de joven en hacer cara a los mancebos.

    (3) Mas yo digo que no son livianas varieda-

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  • des de mujer, sino alternativas de una justsima providencia.

    (4) Acierte el varn a serlo en esto: recjase al sagrado de un honroso retiro, porque tan glorio-sa es una bella retirada como una gallarda aco-metida.

    Pero hay hidrpicos de la suerte, que no tienen nimo para vencerse a s mismos, si les est bai-lando el agua la fortuna.

    Sea augusto ejemplar de este primor aquel gran mayorazgo de la fortuna y de la suerte, el mximo de los Carlos y aun de los Hroes. Coron este gloriossimo emperador con pruden-te fin todas sus hazaas. Triunf del orbe con la fortuna, y al cabo triunf de la misma fortuna. Supo dejarse, que fue echar el sello a sus proe-zas.

    (5) Perdieron otros, al contrario, todo el caudal de su fama en pena de su codicia. Tuvieron monstruoso fin grandes principios de felicidad, que, a valerse desta treta, pusieran en cobro la reputacin.

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  • Pudiera asegurar un anillo arrojado al mar, y restituido en el arca de un pescado, arras de inseparabilidad entre Policrates y la Fortuna. Pero fue poco despus el monte Micalense trgi-co teatro del divorcio.

    Ceg Belisario para que abriesen otros los ojos, y eclipsse la Luna de Espaa para dar luz

    a muchos.

    (6) No se halla arte de tomarle el pulso a la felicidad, por ser anmalo su humor; previnen-nos algunas seales de declinacin.

    Prosperidad muy aprisa atropellndose unas a otras las felicidades siempre fue sospechosa, porque suele la fortuna cercenar del tiempo lo que acumula del favor.

    Felicidad envejecida, ya pasa a caduquez; y desdicha en los estremos, cerca est de mejora.

    (7) Estaba Abul, moro, hermano del rey de Granada, preso en Salobrea, y para desmentir sus confirmadas desdichas, psose a jugar al aje-drez, propio ensaye del juego de la fortuna.

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  • Lleg en esto el correo de su muerte: que siem-pre sta nos corre la posta. Pidi Abul dos horas de vida; muchas le parecieron al comisario, y otorgle slo acabar el juego comenzado. Djole la suerte, y gan la vida, y aun el reino; pues antes de acabarlo lleg otro correo con la vida y la corona, que, por muerte del rey, le presentaba Granada.

    Tantos subieron del cuchillo a la corona, como bajaron de la corona al cuchillo. Cmense mejor los buenos bocados de la suerte con el agridulce de un azar.

    (8) Es corsaria la fortuna, que espera a que carguen los bajeles. Sea la contratreta anticiparse a tomar puerto.

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  • COMENTARIO DEL PRIMOR XII

    Gracia de las gentes

    Adems de conseguir la comprensin y la adhesin de la gente, el "hroe" debe ganarse su afecto y su admiracin (1). Esta cualidad puede tener algo de innato, pero para Gracin es ms una habilidad que puede entrenar y perfeccionar con trabajo personal (2).

    La "gracia de las gentes" podra entenderse hoy por lo que llamamos "don de gentes", "conectar con la gente". Destacar en las cualidades de un "hroe" no es suficiente para lograr esa conexin con las personas

    (3) aunque as se pueda creer. El afecto de la gente tam-bin se puede obtener de forma sistemtica y premedi-tada como en el caso del Duque de Guisa (1550-1588) que perdi el favor de Enrique III de Francia (1551-1589) por tener ms popularidad que el propio monar-ca entre los franceses, durante el convulso perodo de las guerras de religin entre catlicos y hugonotes. El rey finalmente orden su asesinato. De ah el comenta-rio de Gracin de "feliz gracia si la hermanara con la de su rey" (4).

    Para Gracin, a la "gracia de las gentes", hay que aadir la del rey y la de Dios, y en orden inverso de importancia. La que parece un aviso para aquellos incautos no tuvieron en cuenta esto y creyndose casi invulnerables, gracias al apoyo popular, se lanzaron en aventuras que acabaron con su carrera (5).

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  • El afecto de las personas se gana con amor, cortesa y generosidad, como en el caso del emperador romano Tito (39dC-81dC) que por su benevolencia y su solici-tud con los desfavorecidos mereci el apelativo de "amor y delicias del gnero humano" (5). O tambin como el rey Alfonso V de Aragn y IV de Catalua "el Magnnimo" (1396-1458) que parece que en 1435 con-sigui conquistar Gaeta, una ciudad al sur de Italia, ms con esta cualidad que con la fuerza (6).

    Pero a pesar de que se puede cultivar y obtener la gracia de las gentes, tambin conviene cultivar la de los historiadores. Para Gracin, en la obra de stos tam-bin se halla la inmortalidad de un "hroe" (7).

    En trminos ms actuales, hablaramos del favor de los... periodistas. Efectivamente, a un lder poltico de hoy no le basta mantener el favor de sus votantes sino que tambin necesita contar con el de los medios de comunicacin. Como dice Gracin, los dos favores son necesarios, a pesar de que hay responsables polticos que slo cultiven uno de ellos...

    Se ha hablado mucho sobre las relaciones entre pol-ticos y periodistas. No son pocos las que las han califi-cado de "amor-odio" o de "mal necesario". La verdad es que hay una interdependencia que no es fcil de ges-tionar. En una sociedad moderna, los medios de comu-nicacin constituyen un poderoso y masivo canal de difusin de mensajes polticos, de transmisin de infor-macin y de construccin-deconstruccin de imgenes pblicas. Tambin se trata de una relacin entre perso-

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  • nas que, a fuerza de contactos, llega incluso a ser muy prxima y personal, hasta llegar a tener una cierta apa-riencia de "amistad". Se trata slo de apariencia, ya que entre profesionales que pueden tener en algn momento de su carrera intereses enfrentados, "la amis-tad" no parece ser la mejor manera de gestionar una relacin de trabajo seria. Cuntas carreras polticas no han pasado por malos momentos (o han acabado mal) por una de esas "amistades" traicionadas?

    En el caso de polticos y periodistas, o de partidos y empresas de comunicacin, las relaciones deberan orientarse y basarse mucho ms en los principios y mtodos del marketing y de las relaciones pblicas. stos que permiten un intercambio de servicios de forma libre, profesional y cordial, y no tanto una comu-nin de intereses provisional, disfrazada con los nobles ropajes de la amistad.

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  • PRIMOR XII

    Gracia de las gentes

    (1) Poco es conquistar el entendimiento si no se gana la voluntad; y mucho, rendir con la admiracin la aficin juntamente.

    Muchos, con plausibles empresas, mantienen el crdito, pero no la benevolencia.

    (2) Conseguir esta gracia universal, algo tiene de estrella; lo ms, de diligencia propia. Discurrirn otros al contrario, cuando, a igual-dad de mritos, corresponden con desproporcin los aplausos.

    Lo mismo que fue en uno imn de las volunta-des, es en otro, conjuro. Mas yo siempre le con-ceder aventajado el partido al artificio.

    (3) No basta eminencia de prendas para la gra-cia de las gentes, aunque se supone. Fcil es de ganar el afecto, sobornado el concepto; porque la estima mue la aficin.

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  • (4) Ejecut los medios felizmente para esta comn gracia, aunque no as para la de su rey, aquel infaustamente nclito duque de Guisa, a quien hizo grande un rey, favorecindole, y mayor otro, emulndole: el tercero, digo, de los Enricos franceses. Fatal nombre para prncipes en toda monarqua: que en tan altos sujetos hasta los nombres descifran orculos.

    Pregunt un da este rey a sus continuos: Qu hace Guisa, que as hechiza las gen-tes? Respondi uno, extravagante ulico, por nico en estos tiempos: Sire, hacer bien, a todas manos: al que no llegan derechamente sus benvolos influjos, alcanzan por reflexin; y cuando no obras, palabras. No hay boda que no festeje, bautismo que no apadrine, entierro que no honre; es corts, humano, liberal, honrador de todos, murmurador de ninguno; y, en suma, l es el rey en el afecto, si vuestra majestad en el efecto.

    Feliz gracia, si la hermanara con la de su rey: que no es de esencia el excluirse. Por ms que encarezca Bayaceto que la plausibilidad del ministro causa recelo al patrn.

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  • Y de verdad que la de Dios, del rey y de las gentes son tres gracias ms bellas que las que se fingieron los antiguos. Danse la mano una a otra, enlazndose apretadamente todas tres; y si ha de faltar alguna, sea por orden.

    (5) El ms poderoso hechizo para ser amado es amar. Es arrebatado el vulgo en proseguir, si furioso en perseguir.

    El primer mvil de su squito, despus de la opinin, es la cortesa y la generosidad: con stas lleg Tito a ser llamad