of 23 /23
Sebastián Gómez, El derrotero de Los Libros (19691976) y su crítica pedagógica. La interpretación educativa de Antonio Gramsci a través de Christine Buci-Glucksmann, Izquierdas 28: 292-314, Julio 2016 292 El derrotero de Los Libros (19691976) y su crítica pedagógica. La interpretación educativa de Antonio Gramsci a través de Christine Buci-Glucksmann The course of Los Libros (1969-1976) and its pedagogical critic. Educational interpretation of Antonio Gramsci by Christine Buci-Glucksmann Sebastián Gómez Resumen El artículo contribuye al abordaje de la recepción pedagógica de Gramsci en Argentina a través del análisis de una revista característica de la nueva izquierda intelectual: Los Libros (1969-1976). Fundamenta que la publicación, en un proceso conflictivo, mantuvo la especificidad de la crítica cultural y pedagógica. Aunque Gramsci resultó evocado en distintas oportunidades, Los Libros, le dedicó una interpretación mediante la traducción de un escrito de C. Buci-Glucksmann. Desde una lectura althusseriana del comunista italiano, su interpretación respondía al proyecto crítico-pedagógico de la publicación. Palabras clave: Los Libros, Gramsci, crítica pedagógica, Althusser; Buci-Glucksmann. Abstract The article contributes to addressing the educational reception of Gramsci in Argentina through the analysis of a feature magazine new intellectual left: Los Libros (1969-1976). Founded that the publication, in a conflictive process, kept the specificity of cultural and educational criticism. Although Gramsci was evoked on several occasions, Los Libros, gave him an interpretation by a written translation of C. Buci-Glucksmann. From a reading of the Italian Communist by Althusser, responding to critical interpretation-education project of the publication. Keywords: Los Libros, Gramsci, pedagogical critic, Althusser, Buci-Glucksmann. Argentino. Doctor de la Universidad de Buenos Aires en Educación. Mgr. de la Universidad de Buenos Aires en Pedagogías Críticas y Problemáticas socioeducativas. Lic. en Ciencias de la Educación UBA. Investigador becario del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Correo electrónico: [email protected].

El derrotero de Los Libros (1969 1976) y su crítica ... · Antonio Gramsci a través de Christine Buci-Glucksmann, Izquierdas 28: 292-314, Julio 2016 292 El derrotero de Los Libros

  • Author
    lecong

  • View
    214

  • Download
    1

Embed Size (px)

Text of El derrotero de Los Libros (1969 1976) y su crítica ... · Antonio Gramsci a través de Christine...

Sebastin Gmez, El derrotero de Los Libros (19691976) y su crtica pedaggica. La interpretacin educativa de

Antonio Gramsci a travs de Christine Buci-Glucksmann, Izquierdas 28: 292-314, Julio 2016

292

El derrotero de Los Libros (19691976) y su crtica pedaggica. La

interpretacin educativa de Antonio Gramsci a travs de

Christine Buci-Glucksmann

The course of Los Libros (1969-1976) and its pedagogical critic. Educational

interpretation of Antonio Gramsci by Christine Buci-Glucksmann

Sebastin Gmez

Resumen

El artculo contribuye al abordaje de la recepcin pedaggica de Gramsci en Argentina a

travs del anlisis de una revista caracterstica de la nueva izquierda intelectual: Los Libros

(1969-1976). Fundamenta que la publicacin, en un proceso conflictivo, mantuvo la

especificidad de la crtica cultural y pedaggica. Aunque Gramsci result evocado en

distintas oportunidades, Los Libros, le dedic una interpretacin mediante la traduccin de

un escrito de C. Buci-Glucksmann. Desde una lectura althusseriana del comunista italiano,

su interpretacin responda al proyecto crtico-pedaggico de la publicacin.

Palabras clave: Los Libros, Gramsci, crtica pedaggica, Althusser; Buci-Glucksmann.

Abstract The article contributes to addressing the educational reception of Gramsci in Argentina

through the analysis of a feature magazine new intellectual left: Los Libros (1969-1976).

Founded that the publication, in a conflictive process, kept the specificity of cultural and

educational criticism. Although Gramsci was evoked on several occasions, Los Libros,

gave him an interpretation by a written translation of C. Buci-Glucksmann. From a reading

of the Italian Communist by Althusser, responding to critical interpretation-education

project of the publication.

Keywords: Los Libros, Gramsci, pedagogical critic, Althusser, Buci-Glucksmann.

Argentino. Doctor de la Universidad de Buenos Aires en Educacin. Mgr. de la Universidad de Buenos

Aires en Pedagogas Crticas y Problemticas socioeducativas. Lic. en Ciencias de la Educacin UBA.

Investigador becario del Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas (CONICET). Correo

electrnico: [email protected]

mailto:[email protected]

Sebastin Gmez, El derrotero de Los Libros (19691976) y su crtica pedaggica. La interpretacin educativa de

Antonio Gramsci a travs de Christine Buci-Glucksmann, Izquierdas 28: 292-314, Julio 2016

293

Introduccin

El artculo se inscribe en una tesis doctoral en educacin realizada en la Facultad de

Filosofa y Letras Universidad de Buenos Aires (UBA): La recepcin y usos de Antonio

Gramsci en la nueva izquierda pedaggica y el nacionalismo popular pedaggico (1959

1976) (Argentina). Contribuye a la indagacin de la recepcin educativa del comunista

italiano a travs del anlisis de una publicacin caracterstica de la nueva izquierda

intelectual: Los Libros (LL, 1969 1976). Se estructura en dos momentos. Primero:

establece una racconto del derrotero de la revista, distinguiendo dos etapas. A diferencia de

las perspectivas predominantes que analizan a la publicacin en clave de una

sobrepolitizacin ascendente y asfixiante a expensas de una prdida ejercida sobre lo

especfico, argumenta que bajo un signo contradictorio y conflictivo, LL persisti en la

crtica cultural en su segunda etapa. Segundo: polemiza con una asidua interpretacin

historiogrfica que analiza el itinerario del revolucionario sardo por Argentina y Amrica

Latina en trminos de oposicin a la corriente althusseriana, ahondando la interesante veta

sugerida por Starcenbaum1.

Aunque categoras gramscianas se emplearon por distintos autores/as a lo largo de la

publicacin sin ofrecer un tratamiento particular de la obra de Gramsci, en el n 32

(octubre/noviembre de 1973) consagrado al tpico educativo, LL reprodujo un artculo de la

filsofa francesa Christine Buci-Glucksmann, Gramsci y la cuestin escolar. De manera

tensa con las claves de lectura del acervo gramsciano sugeridas por su maestro, L.

Althusser, C. Buci-Glucksmann ofreca una renovada exgesis que responda al doble

proyecto crtico educativo de LL: a) elucidar la dominacin ideolgica del aparato escolar;

b) fundamentar una intervencin poltica en la institucionalidad educativa burguesa.

El presente manuscrito expone resultados producidos a travs de un enfoque cualitativo,

esto es, un enfoque que busc reconstruir la trama y el sentido del empleo pedaggico de

Gramsci en LL. De ah que se desplegaron estrategias y tcnicas metodolgicas de corte

cualitativo para responder a este ejercicio hermenutico. Concretamente se recolectaron

datos mediante la indagacin documental, centrndose en LL y el libro de C. Buci

Glucksamnn dedicado a la obra de Gramsci2. Las revistas culturales de aquellos aos,

adems de expresar zonas conflictivas de interseccin entre la actividad editorial y la

1 Marcelo Starcenbaum, (2011), El marxismo incmodo: Althusser en la experiencia de Pasado y Presente,

Izquierdas, n 11, 2011, 35-53.

En el artculo se refiere al althusserianismo como una tendencia poltico-filosfica inaugurada por L.

Althusser a travs de una serie de escritos entrada la dcada del 60: La revolucin terica de Marx (1965),

Para Leer el Capital (1967), La filosofa como arma de la revolucin (1968) e Ideologa y aparatos

ideolgicos de Estado (1969) que se afincaron en la axiomtica global del estructuralismo lvistrasussiano.

El althusserianismo conform una escuela ntida de pensamiento en los 60 de ampla repercusin, que entr

en revisin y crisis hacia los aos 70. Ver Emilio De Ipola, Althusser, el infinito adis, Bs. As., Siglo XXI,

2007.

2 Christine Buci Glucksamnn, Gramsci et l'tat (Pour une Thorie Matrialiste de la Philosophie), Paris,

Fayard, 1975. Traducido al espaol, Gramsci y El Estado (Hacia una teora materialista de la Filosofa),

Mxico, Siglo XXI, 1978.

Sebastin Gmez, El derrotero de Los Libros (19691976) y su crtica pedaggica. La interpretacin educativa de

Antonio Gramsci a travs de Christine Buci-Glucksmann, Izquierdas 28: 292-314, Julio 2016

294

intervencin poltica, se caracterizaron por trazar un crculo para sealar el lugar que

ocupaban o aspiraban a ocupar, tomando distancia, de manera ms o menos polmica, de

otras posiciones. A travs de la inclusin de ciertos escritos (como declaraciones,

manifiestos, publicidades, etc.) pretendan crear vnculos y solidaridades estables,

instaurando un nosotros y un ellos. Trasuntaban, en muchos casos, una estrategia de

grupo que se dirima en una sintaxis, aprehensible no slo en las declaraciones editoriales

sino tambin en la disposicin y contenidos de los textos. El anlisis de esta sintaxis de la

revista es decisivo para determinar sus contornos ideolgicos y estticos, su poltica (esto

es, el campo de lo deseable y lo posible de cada proyecto) y su geografa (es decir, el

espacio de circulacin y el espacio imaginario en el que se ubicaba idealmente el proyecto

de la publicacin)3. Bajo este tratamiento de la fuente documental, el empleo de Gramsci

slo es inteligible al dar cuenta de los propsitos centrales, los antagonismos y las

modificaciones de la publicacin a lo largo de su existencia. De all que, como se intentar

demostrar, el artculo de C. Buci-Glucksmann ofreca una interpretacin del legado

gramsciano inscripto en el proyecto y la demarcacin poltico-terica de la publicacin.

Como ya se dijo, tambin se indago el libro de C. Buci Gluksmann. Es sabido que mientras

la fuerza de las revistas culturales reside en la capacidad de cristalizar determinada

estrategia susceptible de adecuarse en su devenir y permanecer atenta al signo de la

coyuntura, el libro suele conservar una mayor distancia respecto de la inmediatez,

colocando el foco en la elaboracin de algn tipo de sistema conceptual4. En este sentido, el

abordaje del libro de la autora busca dar cuenta de los propsitos y nudos conceptuales que

atravesaron su artculo, iluminando coincidencias con la estrategia y el proyecto crtico-

pedaggico de LL.

En la investigacin del itinerario de la obra de autores y autoras, como Gramsci para este

caso, es indudable distinguir el campo de origen del de recepcin, dando cuenta de los

intereses especficos en pugna del ltimo como tambin de las marcaciones e

interpretaciones de los receptores. Existe un carcter productivo en la lectura y en los

usos de la obra de un autor/a5 que reclama conjugarse con su historicidad. Asimismo no se

trata de develar empleos correctos e incorrectos en referencia a una interpretacin vlida,

sino de comprender modalidades y condiciones de posibilidad socio-histricas y socio-

polticas de determinados usos6.

3 Beatriz Sarlo, El rol de las revistas culturales, Bs. As., Facultad de Filosofa y Letras Universidad de

Buenos Aires, 1992; Adriana Petra, El momento peninsular. La cultura italiana de posguerra y los

intelectuales comunistas argentinos, Izquierdas, n 8, 2010, 1-25. 4 Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano, Ensayos argentinos. De Sarmiento a la vanguardia, Bs. As, Centro

Editor, 1983. 5 Hans-Robert, Jauss, Pour une esthtique de la rception, Pars, Gallimard, 1978.

6 Horacio Tarcus, Marx en la Argentina. Bs. As., Siglo XXI, 2007, 20-21.

Sebastin Gmez, El derrotero de Los Libros (19691976) y su crtica pedaggica. La interpretacin educativa de

Antonio Gramsci a travs de Christine Buci-Glucksmann, Izquierdas 28: 292-314, Julio 2016

295

El periplo de Los Libros (19691976). La permanencia de la crtica cultural

LL fue una publicacin caracterstica de la nueva izquierda intelectual en Argentina

hacia fines de los aos 60 y principios de los 70. El primer nmero apareci en cercana al

Cordobazo, julio de 1969, y el ltimo, el n 44, en enerofebrero de 19767. Durante su

periplo estuvo atravesada por dos procesos caractersticos de los aos 60/70: la

modernizacin cultural y la radicalizacin poltica. En otras palabras, LL se dirimi entre

un discurso especializado y una pretendida intervencin poltica desde su propia esfera de

competencia.

Hctor Toto Schmucler que en 1968 haba vuelto a la Argentina luego de estudiar en

Francia con Roland Barthes promovi el proyecto de LL y lo dirigi en soledad hasta el n

23 (noviembre de 1971), cuando se conform un Consejo de Redaccin. La revista asumi

como modelo de referencia la publicacin francesa La Quinzaine Littraire (fundada en

1966 por Maurice Nadeau y Franois Erva). Como sta, su propuesta original resida en

intervenir mensualmente en el mercado editorial reseando libros de distintas reas:

literatura, antropologa, comunicacin, psicoanlisis, filosofa, pedagoga. En sus inicios, el

libro fue el formato predilecto constituyndose como el objeto decisivo. Se pretenda

divulgar conceptualizaciones que hasta entonces eran patrimonio de grupos restringidos de

expertos, y desacralizar as la impronta burguesa de la literatura. La revista era vendida en

quioscos, lo cual insinuaba su ansia de popularizacin, sin por ello perder agudeza crtica.

El primer subttulo es indicativo del proyecto original de LL: Un mes de publicaciones

en Argentina y el mundo. La publicacin estaba animada por objetivos modernizadores:

poner al da, actualizar, los saberes producidos en las distintas reas de conocimiento y, con

ello, dar a conocer nuevas corrientes de pensamiento como la antropologa estructural, el

psicoanlisis lacaniano o el marxismo althusseriano. La nota editorial del primer nmero,

con el ttulo La creacin de un espacio, ilustraba los propsitos de LL y sus aires

modernizadores. En principio, buscaba llenar un vaco, sin reconocer antecedentes, ni

7 Existen una serie de trabajos que han abordado el recorrido de LL. En ellos, en general, se ha puesto el eje en

el tratamiento de la cuestin literaria, pero la faceta pedaggica y los usos de Gramsci en la publicacin han

sido inexplorados. Entre los trabajos sobre LL se encuentran:

Jorge, Panesi, La crtica argentina y el discurso de la dependencia, Panesi, J. Crticas. Bs. As., Norma, 2000

[1985], 17-48; Eva Fontdevila y Adrin Pulleiro, Los Libros. De la modernizacin a la partidizacin,

Revista Zigurat, n5, 2004, 168173; AA.VV, Los Libros: la construccin de un texto posible, entre el

Cordobazo y el Golpe. El Matadero. Revista crtica de literatura argentina, n 4, 2005, 241260; Jos Luis

De Diego, Quin de nosotros escribir el Facundo? Intelectuales y escritores en Argentina (1970 1986),

La Plata, Al Margen, 2007; Anna Popovitch, La recepcin de Althusser por la Nueva Izquierda Argentina: el

caso de Los libros (19691976). Granados Garca, A. (coord.), Las revistas en la historia intelectual de

Amrica Latina. Mxico, Universidad Autnoma Metropolitana / J. Pablos, 2012, 127-143; Patricia Somoza y

Elena Vinelli, Para una historia de Los Libros, Los Libros: edicin facsimilar. Bs. As., Biblioteca nacional,

2011, 9-19; Adrin Celentano, Insurreccin obrera y compromiso intelectual, Archivos de historia del

movimiento obrero y la izquierda, n 4, 2014, 5376.

Sebastin Gmez, El derrotero de Los Libros (19691976) y su crtica pedaggica. La interpretacin educativa de

Antonio Gramsci a travs de Christine Buci-Glucksmann, Izquierdas 28: 292-314, Julio 2016

296

parentescos. Como en otras franjas de la nueva intelectualidad de la dcada del 60, se abra

camino sin recurrir a maestros8.

El proyecto era radicalmente nuevo y estaba signado por la exclusin acadmica de sus

actores. El vaco divisado no se relacionaba slo con una vacancia en el mercado editorial

sino tambin con las caractersticas de una universidad intervenida por los sectores ms

conservadores. Como es sabido, los efectos de la Revolucin Argentina (1966-1973) no

fueron uniformes en las universidades, pero la Facultad de Filosofa y Letras de la UBA se

vio particularmente afectada. Una revista como la mentada por H. Schmucler, editada en

Buenos Aires, no encontraba, para sus animadores, eco alguno en la facultad intervenida,

reacia a las nuevas tendencias intelectuales. As los parmetros de legitimacin de la

actividad intelectual transcurran entre pares y en contraposicin con sus mayores. La

revista tampoco era la expresin de alguna organizacin poltica. En suma, LL se vio

compelida a construir su propio anclaje institucional. El apoyo inaugural de la editorial

Galerna y de Guillermo Schavelzon (que apareci como editor responsable), result vital.

Ahora bien, si exista un vaco, en qu consista ese espacio a ocupar? Cules eran los

lmites de este nuevo espacio? La expresin francesa nouvelle critique nueva crtica

determinaba los parmetros. Novedad y crtica, modernizacin cultural y radicalizacin

poltica, se anudaban en el proyecto original: Se trata pues, de crear un espacio que en el

caso de Los Libros tiene un terreno preciso: la crtica, darle un objeto definirla y

establecer los instrumentos de su realizacin permitirn dibujar la materialidad con la que

se pretende llenar el vaco de la recordada expresin de circunstancia9.

Dos aspectos resaltan aqu10

. Por un lado, la crtica no se defina como una prctica sino

como un espacio, un terreno. Las huellas del influyente estructuralismo se advertan en

el proyecto original. Como en otras franjas de la nueva intelectualidad durante los aos 60,

el faro poltico intelectual se corra de J. P. Sartre para afincarse en el estructuralismo. Por

otro lado, la crtica no se adjetivaba. Ni crtica literaria, ni crtica poltica, ni crtica social.

Crtica a secas. Tambin aqu, sobrevolaban las marcas del estructuralismo. R. Barthes

ya haba proclamado la intransitividad de la escritura, su innecesario complemento. A

travs de la crtica del libro se cuestionaba y abordaba el pensamiento en su conjunto. Y en

este pasaje, la ideologa, en tanto objeto de la crtica, operaba como mediacin. Se

consideraba que en todo discurso exista un nivel de significacin que era preciso y posible

desentraar. Al permanecer el lenguaje cargado de ideologa, el objetivo se ampliaba a la

totalidad del pensamiento y no se resuma al lenguaje literario.

Si bien es improcedente reducir la influencia en este aspecto al legado althusseriano, su

ascendencia resultaba ms que evidente. Recurdese que el filsofo francs haba definido

la ideologa, en una sociedad clasista, como una falsa conciencia. Toda ideologa que

explicitaba, tambin enmascaraba. Lejos de suministrar a los hombres el conocimiento

objetivo del sistema social, daba pie a una representacin mistificada y deformante. La

8 Oscar Tern, Nuestros aos sesentas. La formacin de la nueva izquierda intelectual en la Argentina, 1956

1966, Bs. As., Puntosur, 1991, 97. 9 Editorial, Los Libros, n 1, julio de 1969, 3.

10 De Diego, op. cit, 24.

Sebastin Gmez, El derrotero de Los Libros (19691976) y su crtica pedaggica. La interpretacin educativa de

Antonio Gramsci a travs de Christine Buci-Glucksmann, Izquierdas 28: 292-314, Julio 2016

297

nueva crtica estaba destinada a desenmascarar, a interrogar las ideas. El enemigo de esta

tentativa no era otro que el realismo. Los nuevos instrumentos liberaban al crtico de la

lectura ingenua. Se deba trabajar y desmenuzar, bajo la certeza de contar con los medios

adecuados, al propio texto, a su realismo. Tambin aqu soplaban los aires de un proyecto

modernizador11

que se conjug con el sitio asignado al trabajo intelectual por parte del

proyecto althusseriano12

. La prctica terica de una ciencia reclamaba cierta autonoma de

la prctica poltica, trabajaba con los hechos ideolgicos elaborados por la prctica

tericoideolgica anterior, a la que someta a crtica, y contribua decididamente a la lucha

de clases al ofrecer un conocimiento objetivo de las leyes de la dinmica social. En LL, al

igual que en L. Althusser, el trabajo terico se jerarquizaba y, paulatinamente, la

publicacin le asign, como el filsofo francs, un lugar especfico en la conflictiva escena

poltica y en la tarea de someter a crtica los desarrollos tericos e ideolgicos circundantes.

La escisin althusseriana entre ciencia e ideologa apareca como fundamento de esta

tentativa.

Existen hilos de continuidad a lo largo del trayecto de LL, pero es posible divisar dos

etapas, siendo el n 29 (marzoabril de 1973) el momento divisorio. En su recorrido, la

unidad entre modernizacin y radicalizacin persisti, aunque tuvo nfasis distintos. La

primera etapa es identificable por la presencia de H. Schmucler en la direccin, el formato

tabloide y por el rasgo sobresaliente de una revista crtica de libros que se fue extendiendo

progresivamente hacia otros objetos culturales y procesos polticos latinoamericanos. La

segunda etapa, marcada por la direccin de Carlos Altamirano, Ricardo Piglia y Beatriz

Sarlo, as como por el desplazamiento de H. Schmucler, se caracteriz por una mayor

extensin y menor cantidad de artculos. Adems de operar una mudanza del inters inicial

por los procesos regionales a la confrontacin entre China y la URSS, la Revolucin China

y la divulgacin de textos de Mao TseTung, se habilit la inclusin de anlisis de la

coyuntura y, por tanto, exigi una mayor precisin poltica. Tambin implic cambios

estticos: se abandon el formato tabloide por uno reducido y, tendencialmente,

desaparecieron las ilustraciones en la tapa, que fueron reemplazadas por los ttulos de las

notas centrales. Por ltimo, la frecuencia: pas de una publicacin mensual a rodar cada dos

meses.

Aunque el n 29 result decisivo, la publicacin estuvo atravesada por diversos puntos

de inflexin. Uno de ellos acaeci en el n 8, mayo de 1970. La nota editorial, titulada

etapa, era la segunda editorializacin de la publicacin (luego del nmero inicial) e

introduca novedades. En primer trmino, un nuevo anclaje: Amrica Latina. Reconocidas

editoriales latinoamericanas comenzaban a auspiciar la publicacin. La mentada

latinoamericanizacin, como aseguraba el editorial, responda, fundamentalmente, a

demandas financieras. La proyectada difusin, por otra parte, se alcanz en escasa medida.

La cantidad de ejemplares aument, promediando una tirada de 5.000, y su distribucin

alcanz gran parte de Latinoamrica, pero el destino del consumo no vari: la mayor parte

11

Panesi, op. cit, 24. 12

Popovitch, op. cit, 132

Sebastin Gmez, El derrotero de Los Libros (19691976) y su crtica pedaggica. La interpretacin educativa de

Antonio Gramsci a travs de Christine Buci-Glucksmann, Izquierdas 28: 292-314, Julio 2016

298

de las ventas siguieron realizndose en Argentina13

. De todas maneras, la cuestin

latinoamericana y la problemtica de la dependencia animaron su ejercicio crtico. La

innovacin fundament el nuevo subttulo de la revista. El lugar del mundo lo ocupaba,

ahora, la regin: Un mes de publicaciones en Argentina y Amrica Latina. Adems el

editorial auguraba cambios ms profundos:

Tambin se innovar en otros aspectos. Ya se sabe que el formato libro no

privilegia ninguna escritura. Es posible que las obras ms importantes se estn

escribiendo en las noticias periodsticas o en los flashes televisivos. O en los

muros de cualquier parte del mundo. Estos textos, al igual que los libros

tradicionales, requieren una lectura que descubra su verdad. Los Libros se

ocupar, pues, cuando sea necesario, de los diarios, la televisin, el teatro, la

radio, el cine14

.

Como se ver, a los artculos de crtica literaria la revista le comenzar a aadir otros

ligados a temticas estrictamente polticas (a partir del n 1516, enerofebrero de 1971).

No obstante, entre ambas esferas, hubo una serie de textos que ocuparon una posicin

intermedia: se trataba de ensayos de crtica cultural, esto es, anlisis de objetos de la cultura

de masas15

. En rigor, el editorial n 8 abri la mirada hacia nuevos objetos que ya estaban

siendo tematizados aunque, es cierto, de una manera marginal: en el n 1 hubo un ensayo

sobre los graffitti16

mientras en el n 2 y n 7 se abord el cine17

. A partir del n 8 existi

una mayor consideracin sobre estos objetos aledaos, una suerte de extensin de las

fronteras18

. As, en el curso de la publicacin se registr una prolfica produccin sobre

distintos objetos culturales como el cine19

, la televisin20

, las historietas21

, etc. LL los

abord bajo el proyecto crtico original: cuestionar su realismo. Y, nuevamente, la

ideologa apareca como instancia mediadora. Se trataba de dar cuenta de la dinmica y de

los mecanismos ideolgicos de los aparatos o instituciones culturales que producan los

objetos populares.

13

Somoza y Vinelli, op.cit, 11. 14

Editorial, Los Libros, n 8, mayo de 1970, 3. 15

Peller, op. cit, 13. 16

Eduardo Gudio Kieffer, Graffiti, Los Libros, n 1, julio de 1969, 26. 17

Edgardo Cozarinsky, Escritura y cine: dos tiempo verbales, Los Libros, n 2, agosto de 1969, 13; Pier

Paolo Pasolini, Teorema, Los Libros, n 7, enero de 1970, 69. 18

Panesi, op. cit, 24. 19

Entre otros, Mximo Soto, San Martn, mito y consumo, Los Libros, n 8, mayo de 1970, 2425; Juan

Carlos Brasi, La captacin de una ausencia: a propsito de pequeos asesinatos, Los Libros, n 27, julio de

1972, 2425; Beatriz Sarlo, Cine argentino. De Juan Moreira a La Tregua, Los Libros, n 39, enerofebrero

de 1975, 1114; Beatriz Sarlo, Sobre Nazareno Cruz y el lobo, Los Libros, n 41, mayojunio de 1975, 24

25. 20

Entre otros, Beatriz Sarlo, Los canales del Gran acuerdo, Los Libros, n 27, julio de 1972, 37; Beatriz

Sarlo, Elecciones: cuando la televisin es escenario, Los Libros, n 29, marzoabril de 1973, 410. 21

Por ejemplo, Oscar Steimberg, El lugar de Mafalda, Los Libros, n 17, marzo de 1971, 6 7.

Sebastin Gmez, El derrotero de Los Libros (19691976) y su crtica pedaggica. La interpretacin educativa de

Antonio Gramsci a travs de Christine Buci-Glucksmann, Izquierdas 28: 292-314, Julio 2016

299

Tambin sobrevolaban las huellas althusserianas en este desplazamiento del objeto. La

propuesta de L. Althusser elaborada en el famoso ensayo Ideologa y aparatos ideolgicos

de Estado, fundamentaba un anlisis ideolgico de las instituciones culturales. Trataba los

fenmenos culturales como prcticas simblicas ancladas en aparatos atravesados por

tensiones ideolgicas22

. La ideologa continuaba operando como instancia analtica

mediadora en LL, pero ya el centro no era el abordaje intratextual o la mediacin libresca,

sino su anclaje institucional. Desde luego, el antagonismo social no se subsuma al mbito

ideolgico, pero la publicacin registraba este espacio como un lugar privilegiado de la

disputa a su alcance. Como se ver, el aparato escolar resultar un objeto privilegiado en

esta reflexin. A su vez, la revelacin de estos mecanismos de produccin social de la

ideologa se ligaba con la intervencin poltica. La revista se propona desmenuzar y

evidenciar la dominacin, la dependencia cultural, para abrir, de este modo, brechas

posibles de intervencin en el terreno polticocultural. La crtica devena prospectiva23

.

Sintticamente, esta faceta crtica en LL se estructuraba en dos momentos. Primero, al

emplear la nocin de crisis abra aquello que el anlisis de la dominacin ideolgica

clausuraba: las brechas al interior de la rutina institucional. Segundo, sugera los caminos

prcticos de intervencin.

Otro punto de inflexin en el periplo de LL lo constituy el n 1516, enerofebrero de

1971 (un nmero doble especial, deca su tapa), cuando comenz el anlisis de los

procesos polticos latinoamericanos. La publicacin se comprometa con la radicalizacin

poltica en curso. Chile, el segundo faro poltico latinoamericano luego de Cuba para la

intelectualidad crtica de entonces, inaugur este nuevo momento. Nmeros siguientes se

dedicaron a otros pases de la regin. De todos modos el proyecto crtico original

permaneci. El editorial n 21 (agosto de 1971) al tiempo que anunciaba el

autofinanciamiento de LL ante la desvinculacin de Galerna y la prdida de auspicio de

importantes editoriales de Latinoamrica, reafirmaba la necesidad de abordar tambin

esos otros textos que constituyen los hechos histricos sociales a travs de decodificar el

mundo ideolgico en que se insertan24

. Adems, el editorial sugera un cambio que estaba

por llegar en la publicacin. Otra vez las metforas estructuralistas. Se trataba de un

constituir un espacio. Cul era la renovada ocupacin? Una crtica poltica de la

cultura, como sugera el editorial. El n 22 (septiembre de 1971) cristaliz el cambio a

travs de un nuevo subttulo para la publicacin: Para una crtica poltica de la cultura.

A estas innovaciones le siguieron otras. Desde el n 23 (noviembre de 1971), por

razones financieras, dej de imprimirse en color. El blanco y negro la acompaar hasta su

ocaso. En este nmero se introdujo otra modificacin: apareci un Consejo de Direccin,

integrado por H. Schmucler que prosigui, a su vez, como Director responsable, Carlos

Altamirano y Ricardo Piglia ambos de filiacin maosta. La razn principal de esta

innovacin reposaba en la voluntad pasajera del director de imprimirle una impronta

maosta a la revista. Como recuerda, R. Piglia: Toto Schmucler se vuelve maosta por

22

Popovitch, op. cit, 140. 23

AA.VV., op. cit, 248. 24

Editorial, Los Libros, n 21, agosto de 1971, 3.

Sebastin Gmez, El derrotero de Los Libros (19691976) y su crtica pedaggica. La interpretacin educativa de

Antonio Gramsci a travs de Christine Buci-Glucksmann, Izquierdas 28: 292-314, Julio 2016

300

quince das ms o menos (risas). En esos quince das, como yo tambin era maosta,

decidimos darle esa orientacin a la revista. Y entonces yo digo: invitmoslo a

Altamirano, que tambin era maosta25

.

Pero la posicin poltica del director fue efmera. Al igual que sus excompaeros de ruta,

los impulsores de Pasado y Presente, H. Schmucler comenz a simpatizar con el ala

combativa del peronismo. Entonces volvi sobre su jugada: ampli el Consejo de

Direccin, recientemente creado. En el n 25 (marzo de 1972) sum a Beatriz Sarlo, por

entonces adherente al peronismo, a Germn Garca su amigo y renuente a asumir posicin

poltica alguna y a su compaera, Miriam Chorne. Pero el nuevo esquema no resolvi los

desequilibrios polticos divisados por H. Schmucler: B. Sarlo, al poco tiempo, se pas del

peronismo al maosmo, especficamente al Partido Comunista Revolucionario (PCR, que

surgi en 1968); G. Garca se desentenda de la querella poltica en la revista; M. Chorne no

asumi una actitud beligerante a la altura de los/as otros/as miembros. La relacin de

fuerzas al interior de LL no era favorable para su fundador.

El n 27 (julio de 1972) destinado a abordar el Gran Acuerdo Nacional (GAN) fue un

decisivo punto de ruptura. C. Altamirano haba sido designado como responsable para

escribir un artculo introductorio sobre el asunto. La posicin poltica del autor estaba lejos

de H. Schmucler, quien no avalaba la inclusin de un artculo tan crtico del peronismo. El

director de la revista prepar otro, pero fue rechazado por el ala maosta que apoyaba

tanto la posicin de C. Altamirano como la publicacin del artculo (que, finalmente, sali

en el n 2726

). Aunque el n 28 (septiembre de 1972) intent retomar el proyecto original,

las tensiones eran elocuentes. El n 29 (marzoabril de 1973) cristaliz el alejamiento de H.

Schmucler, G. Garca y M. Chorne. El ala maosta pas a ocupar el centro de la revista: C.

Altamirano, B. Sarlo (ambos del PCR) y R. Piglia (de Vanguardia Comunista VC-.

agrupamiento aparecido en 1965). El PCR y VC constituan las agrupaciones maostas ms

importantes en Argentina por entonces.

Es frecuente afirmar que la nueva conduccin de LL implic la acentuacin de su

politizacin y, por tanto, una prdida del proyecto original27

. Se suele suponer que esta

politizacin fue en ascenso hasta que disgreg las razones iniciales. Sin dudas, la nueva

direccin maosta introdujo modificaciones (ya apuntadas) que significaron una nueva

etapa para LL, pero se estima desacertado sostener que esta politizacin resolvi la tensin

entre modernizacin y radicalizacin a expensas de una prdida o de una represin

ejercida sobre lo especfico28

. Aqu se reedita, una vez ms, la concepcin de los aos 70

en clave de una sobrepolitizacin, incapaz de atender a las especificidades. Aplicado a LL:

la crtica cultural se habra subsumido a la poltica, ergo, se disgregaron los propsitos

25

Entrevistado por Somoza y Vinelli, op. cit, 15. No deja de llamar la atencin que el recuerdo de una

convergencia poltica se simplifique a un episodio meramente contingente y se solape con la risa, en una

suerte de ridiculizacin del derrotero de la publicacin. Tal vez el afn de abjurar de este pasado terico, sea

una de la causas de la forma que asume el recuerdo. 26

Carlos Altamirano, El Gran Acuerdo Nacional, Los Libros, n 27, julio de 1972, 1013. 27

Fontdevila y Pulleiro, op. cit, 18. 28

Panesi, op. cit, 29.

Sebastin Gmez, El derrotero de Los Libros (19691976) y su crtica pedaggica. La interpretacin educativa de

Antonio Gramsci a travs de Christine Buci-Glucksmann, Izquierdas 28: 292-314, Julio 2016

301

iniciales. La politizacin se los llev consigo. Sin embargo es posible afirmar que su

proyecto de crtica cultural no fue abandonado. La propia editorial del n 29 reafirm la

orientacin de los aos previos. El objeto fundamental de anlisis prosegua: la ideologa y

su enraizamiento en las prcticas culturales de las instituciones. Y el proyecto tambin: Se

tratara de descifrar elaborando al mismo tiempo los mtodos y los instrumentos de

anlisis las formaciones ideolgicas como dimensin especfica de la poltica de las

clases sociales y cuya eficacia, si bien subordinada, es real29

.

La aspiracin del editorial abarc al conjunto de la segunda etapa de la revista. Lejos de

una prdida sobre lo especfico, LL continu con su anlisis sobre los mecanismos y

dinmicas de los aparatos culturales. Si la cuestin pedaggica haba sido tematizada hasta

el momento, su profundizacin y abordaje ocurrir, tal y como se ver, en su segunda etapa.

Varias de las esferas culturales contempladas en el primer ciclo vital de LL continuaron:

adems de la pedagoga, los anlisis sobre la salud mental30

, el problema de la urbanizacin

en las ciudades de Buenos Aires y Rosario31

, el folklore y la cultura popular32

, la

antropologa y el imperialismo33

, etc. Indicativo de la permanencia del proyecto, se

conserv la estructura de la publicacin, la que inclua su caracterstica seccin dedicada a

libros de reciente publicacin (con algunos brevsimos comentarios) en sus ltimas pginas.

Es incuestionable que, en su tramo final, la discrepancia poltica y la influencia de los

partidos marcaron a la revista. De hecho, aunque se redujo la publicidad, aparecieron

nuevos anuncios vinculados a publicaciones del PCR y VC, y la ltima crisis de LL provino

de una discordancia poltica al interior del arco maosta explicitada en el n 40 (marzo-abril

de 1975) sobre la caracterizacin del gobierno de Isabel Pern. Pero la evolucin estuvo

lejos de la linealidad34

. El proyecto, de ntida presencia althusseriana, de establecer una

relacin orgnica, aunque al mismo tiempo autnoma entre el compromiso poltico y la

produccin intelectual, entre la prctica terica y la praxis poltica, no claudic linealmente,

sino que, aun con sus tensiones y modificaciones, persisti en la segunda etapa de la

revista.

El 44 (enerofebrero de 1976) fue el ltimo nmero de LL. La irrupcin del golpe

cvicomilitar en marzo de 1976 signific la clausura y allanamiento de la publicacin. El

n 45 qued definitivamente perdido. Como otras expresiones de radicalizacin de los aos

70, la tragedia toc a su puerta con el golpe cvicomilitar.

29

Editorial, Los Libros, n 29, marzoabril de 1973, 3. 30

El n 34 (marzoabril de 1974) fue dedicado exclusivamente a este tema. Tambin, en el n 38 (noviembre

diciembre de 1974) contuvo artculos al respecto. El asunto se retom en el n 40 (mayojunio de 1975) que

adems de un artculo, le consagr parte de la portada. 31

El n 36 (julioagosto de 1974) llev como ttulo: La urbanizacin dependiente: Buenos Aires / Rosario.

La mayora de los artculos abordaron el asunto. 32

El n 39 (enerofebrero de 1975) le destin un artculo al tema. Tambin all se abarc el cine argentino, el

uso y produccin de anfetamina y la dependencia tecnolgica en Amrica Latina. 33

El n 43 (septiembreoctubre de 1975) desarroll esa temtica. 34

Celentano, op.cit, 71.

Sebastin Gmez, El derrotero de Los Libros (19691976) y su crtica pedaggica. La interpretacin educativa de

Antonio Gramsci a travs de Christine Buci-Glucksmann, Izquierdas 28: 292-314, Julio 2016

302

El proyecto crticopedaggico de LL

La cuestin pedaggica result un tema frecuente. LL se ocup del asunto en al menos

siete niveles: a) reseas extensas sobre libros recientemente publicados35

; b) artculos que

tenan como objeto la obra de un escritor o corriente pedaggica o bien de autores cuyas

consideraciones impactaron en el terreno pedaggico36

; c) artculos que reflexionaron sobre

el papel y funcionamiento de la institucin educativa escolar o universitaria37

; d)

artculos que inscribieron el sistema educativo local en los problemas de la dependencia

poltica y econmica del pas. Si bien la teora y el problema de la dependencia ti a varias

de las reflexiones pedaggicas en LL, hubo algunos casos paradigmticos38

; e) artculos

polticos o reproduccin de documentos de colectivos destinados a analizar la situacin del

movimiento universitario o bien de dar cuenta de experiencias polticopedaggicas39

; f) el

abordaje de los procesos polticos en pases latinoamericanos incluy, en casi todos los

casos, reflexiones sobre el plano pedaggico; g) los brevsimos comentarios que aparecan

en el catlogo de libros publicados en las ltimas pginas de la revista a fin de actualizar

la bibliografa al lector/a. En esta parte de la publicacin, la seccin pedagoga

denominada ms tarde educacin estuvo desde un principio y se conserv en casi todos los

nmeros.

Ms all de estos niveles, el tratamiento del tpico pedaggico permaneci,

predominantemente, bajo el proyecto de la nueva crtica. Por un lado, se actualizaban y

comentaban las novedades en el rea. Por el otro, la crtica educativa contena dos ejes:

develar los mecanismos de funcionamiento del aparato escolar, en particular, su impronta

ideolgica y, a partir de ello, estructurar una crtica prospectiva. Se trataba de situar el

sistema educativo en las conflictivas relaciones de fuerzas. Ambos ejes animaron los

nmeros consagrados al tema pedaggico: el n 31, agostoseptiembre de 1973, y el n 32,

35

Ya en el n 1, Juan Carlos Torre, Estudiantes: nueva oposicin, Los Libros, n 1, julio de 1969, 223; en

el n 7, cuando apareci por primera vez la seccin Pedagoga, Diana Marzoratti, La escuela y el mundo de

trabajo, Los Libros, n 7, enerofebrero de 1970, 28; S/autor/a, Paulo Freire: pedagoga del oprimido, n

17, marzo de 1971, 2830. 36

Por ejemplo, Rafael Urzain, Frantz Fanon: Alienacin y violencia ms all del tercer mundo, Los Libros,

n 13, noviembre de 1970, 2425. 37

Justa Ezpeleta, Marta Teobaldo y Guiller Villanueva Educacin, ideologa y control social. Los Libros, n

13, noviembre de 1970, 1822; Carlos Altamirano, Universidad: cultura y dependencia, Los Libros, n 23,

noviembre de 1971, 56; Juan Carlos Tedesco, Educacin y poltica en Amrica Latina, Los Libros, n 40,

marzoabril de 1974, 1116. 38

Fernando Mateo, La enseanza tcnica en Argentina, Los Libros, n 43, septiembreoctubre 1975, 1920. 39

Ramn Cuevas y Osvaldo Reisz (seudnimos de Antonio Marimn y Horacio Crespo dos jvenes

intelectuales alineados al PCR), El movimiento estudiantil: de la Reforma al Cordobazo, Los Libros, n 21,

agosto de 1971, 1719; Adrin Caballero, Facultad de Arquitectura de Rosario: balance de seis meses de

lucha, Los Libros, n 23, noviembre de 1971, 1113; S/autores/as, Chile: La Reforma Universitaria en la

Universidad de Concepcin, Los Libros, n 23, noviembre de 1971, 1417; Agrupacin docente 29 de Mayo

de la Facultad de Filosofa y Letras de la UBA, Frente a una historia que no es la nuestra, n 24, enero de

1972, 2023; Jorge Togneri, Facultad de Arquitectura de La Plata: una experiencia, n 24, enero de 1972,

2426.

Sebastin Gmez, El derrotero de Los Libros (19691976) y su crtica pedaggica. La interpretacin educativa de

Antonio Gramsci a travs de Christine Buci-Glucksmann, Izquierdas 28: 292-314, Julio 2016

303

octubrenoviembre de 1973, titulados respectivamente Argentina: educacin e ideologa

y Educacin en Argentina (II). Aparecieron en el marco del proceso de movilizacin y

organizacin sindical que culmin en la fundacin de la Confederacin de Trabajadores de

la Educacin de la Repblica Argentina (CTERA). Con ellos, LL pretendi tanto evidenciar

la dominacin ideolgica40

, como ponderar las disputas y posibilidades en el aparato

escolar41

, por ejemplo, a travs de la reproduccin de documentos de sindicatos docentes42

.

Con todo, al n 31, consagrado a desmenuzar los mecanismos ideolgicos dominantes del

aparato escolar, le prosigui el n 32, ms atento a la elaboracin de propuestas o a la

intervencin polticopedaggica.

La iniciativa crtica inicial de LL, esto es, su afn revelador de la ideologa intratextual,

expresado ntidamente en el terreno de la literatura, abarc tambin al mbito educativo. En

la materialidad escolar, donde la ideologa se arraigaba y produca sus efectos deformantes,

los manuales escolares resultaron un objeto privilegiado de estudio. As, por ejemplo, J.

Delgado, C. Martnez y J. Schwartzman, en el n 38 de LL (noviembrediciembre de 1974),

analizaron los manuales de literatura de la escuela secundaria en Argentina, para evidenciar

su funcionalidad enmascaradora y los desplazamientos de otras manifestaciones literarias43

.

Los/as autores/as refirieron a Gramsci, concretamente a una cita del libro Los intelectuales

y la organizacin de la cultura44

. La literatura escolar replicaba la distincin de diversos

grados en la actividad intelectual observada por el comunista italiano. En la cspide, los

creadores de las diversas ciencias, de la filosofa, del arte; en la parte inferior, los ms

humildes administradores y divulgadores de la riqueza intelectual ya existente.

Anclados/as, en sintona con L Althusser, en la crtica a la materialidad del dominio

ideolgico, asuman esta observacin gramsciana para analizar la institucin educativa,

especficamente, a travs de los manuales escolares.

Al igual que en el periplo de LL, los textos no fueron los nicos objetos. Se

contemplaron otros bajo el mismo proyecto crtico. Es decir, el anlisis de los textos

escolares estuvo acompaado por otros objetos del espacio educativo pero siempre bajo la

40

Del n 31: Horacio Cuello y Fernando Mateo, Un discurso ideolgico transaccional: los objetivos de la

poltica educacional de la Revolucin Argentina, Los Libros, agostoseptiembre de 1973, 1319; Juan

Carlos Tedesco, Educacin e ideologa en Argentina. Notas para una investigacin, Ibid, 412. 41

Reina Cheja y Beatriz Grego, Apuntes para una teora de la insercin en el proceso educativo, Los Libros,

n 31, agostoseptiembre de 1973, 2427. Con un evidente filn althusseriano condensado en la nocin de

problemtica y el trabajo terico, proponan intervenciones prcticas fundamentadas en conocimientos

cientficos. Otras artculos que sealaban los quiebres en el sistema educativo en el n32, fueron: Horacio

Cuello y Fernando Mateo, Crisis ideolgica y sindicalizacin: el magisterio del Gran Buenos Aires, Ibid,

1017; Leandro Leiva, Argentina 1973: Movimiento docente, Ibid, 1820; Horacio Cuello y Fernando

Mateo, Algunos datos cronolgicos acerca del proceso de sindicalizacin de la docente (19711973), Ibid,

2426. 42

S/autores/as. Declaracin del Congreso de la Central nica de Trabajadores de la Educacin de la

Repblica Argentina y de la Agrupacin 18 de noviembre, Los Libros, n 32, octubrenoviembre de 1973,

2123. 43

Josefina Delgado, Carlos Martnez, Julio Schwartzman La enseanza en los textos de la escuela

secundaria, Los Libros, n 38, noviembrediciembre de 1974, 815. 44

Ibid, 11.

Sebastin Gmez, El derrotero de Los Libros (19691976) y su crtica pedaggica. La interpretacin educativa de

Antonio Gramsci a travs de Christine Buci-Glucksmann, Izquierdas 28: 292-314, Julio 2016

304

perspectiva de elucidar la dominacin ideolgica en su seno. En definitiva, se trataba de

leer no slo los textos escolares sino tambin el aparato ideolgico escolar como un texto a

develar. En esta empresa la ideologa fue la instancia mediadora privilegiada.

El tratamiento de la cuestin educativa supuso su delimitacin respecto de corrientes

pedaggicas del perodo. Un blanco recurrente fue P. Freire, tan en boga por entonces, y

apropiado, en el plano local, por el nacionalismo popular pedaggico. LL abordaba en dos

claves las obras de P. Freire: en una clave modernizadora y otra radicalizada. Por un lado,

daba cuenta de las apariciones de sus libros. Por otro, lo someta a severos

cuestionamientos. El editorial n 21 (agosto de 1971) explicitaba un criterio que no siempre

fue respetado. All se deca: Ms de una vez, numerosos temas dejaron de considerarse en

las pginas de la revista porque no se encontr la persona adecuada para un adecuado

tratamiento. Por otra parte, nos negamos sistemticamente a repetir comentarios meramente

descriptivos o valoraciones cargadas de adjetivos45

.

Aplicable a los artculos, los breves comentarios que en algunos casos acompaaban a

los libros recientemente publicados en la ltima seccin, desmentan esta preocupacin por

no desembocar en valoraciones cargadas de adjetivos. Si bien eran comentarios al paso

que no despertaban mayor inters ni siquiera haba firma, estaban signados por un

abandono del rigor de la escritura crtica y caan en descalificaciones contra escritores de

quienes la revista se diferenciaba ostensiblemente46

. En el apartado sobre los libros

distribuidos del n 33 (enerofebrero de 1974) se incluy una obra de P. Freire Extensin

o comunicacin? La concientizacin del medio rural, acompaado de un brevsimo

comentario que introduca una afirmacin autocrtica del autor: Paulo Freire, en las

palabras que abren el volumen, dice haber preferido mantenerlo casi como lo escrib, con

sus omisiones y sus puntos ingenuos. Los postulados freirianos por una educacin

concientizadora eran reiteradamente impugnados y tildados por parte de la nueva izquierda

pedaggica de idealistas o ingenuos al no centrarse en la lucha de clases. Pero, si la propia

cita del autor no era suficiente para alertar al lector/a, el brevsimo comentario remataba:

El debate est abierto sobre la teora de la educacin que, al parecer, Freire est

cuestionando ms rpidamente que sus epgonos.

El tratamiento crtico a P. Freire tambin se registr en distintos artculos, aunque sin

una adjetivacin tan elocuente. Existen varios escritos en esta lnea, pero el trabajo de

Guillermo Garca es uno de los ms ilustrativos47

. En el n 31 (agostoseptiembre de 1973)

el autor reflexion sobre la pedagoga y su papel en los procesos revolucionarios que se

venan gestando en nuestras sociedades dependientes. Una de sus responsabilidades

45

Editorial, Los Libros, n 21, agosto de 1971, 3. 46

De Diego, op. cit, 36. 47

Guillermo Garca, Pedagoga y revolucin, Los Libros, n 31, agostoseptiembre de 1972, 2022. Otros

artculos que contuvieron crticas a los planteos de P. Freire en LL fueron: Leandro Leiva Argentina 1973:

movimiento docente, Los Libros, n 32, octubrenoviembre de 1973, 1820; Carlos Mallo, Educacin

popular Concientizacin o prctica revolucionaria?, Los Libros, n 38, noviembrediciembre de 1974, 27

29; Carlos Mallo, Paulo Freire y la pedagoga de la concientizacin, Los Libros, n 40, marzoabril de

1975, 1723.

Sebastin Gmez, El derrotero de Los Libros (19691976) y su crtica pedaggica. La interpretacin educativa de

Antonio Gramsci a travs de Christine Buci-Glucksmann, Izquierdas 28: 292-314, Julio 2016

305

resida en efectuar una accin de esclarecimiento y difusin ideolgica48

. Aclaraba que

esta accin de propaganda ideolgica, en su interior, no era revolucionaria sino que

dependa del marco histrico. En ese sentido consideraba confusos ciertos planteos de P.

Freire49

. El hecho de insistir en evitar toda accin pedaggica en trminos de propaganda

o sloganizacin dado que en s mismos eran recursos reaccionarios, conduca a una

concepcin pedagogista de la revolucin. Esto quiere decir que se imponan criterios

pedaggicos a una teoraaccin revolucionaria cuando su definicin deba pasar o

considerar otras instancias econmicas, polticas, etc. que desbordaban la presunta

normatividad pedaggica.

G. Garca le endilgaba un sesgo ingenuo a P. Freire que se asentaba en la crtica

althusseriana al humanismo. Para el filsofo francs, el humanismo era tributario de una

ideologa burguesa, e inscriba al hombre en el principio de toda teora, desgajndolo de sus

condiciones reales. La lucha de clases se opacaba en pos de una teora basada en algn

ideal de tipo moral, religioso o filosfico sobre el hombre. Lejos de cualquier tentativa

humanista, G. Garca reclamaba una crtica pedaggica atada a las condiciones materiales

de existencia, a la contienda clasista.

Ilustrativo de la incompatibilidad entre P. Freire y L. Althusser resulta la seleccin

bibliogrfica sobre la cuestin educativa incluida en el n 31, preparada por Horacio Cuello

y Fernando Mateo. All se agrupaba la bibliografa en tres tems: a) educacin y poltica

educacional; b) educacin y economa; c) educacin e ideologa. Dentro de cada tem se

distingua entre producciones ligadas a una concepcin y una ejecucin orientada a la

conservacin y reproduccin del sistema y aquellas animadas por una perspectiva crtica.

Dentro del tercer tem, y como parte de las producciones asociadas a la conservacin, se

ubicaba a Pedagoga del Oprimido, mientras que Ideologa y aparatos ideolgicos se

integraba a la perspectiva educativa crtica.

En este marco, no llama la atencin que la apelacin pedaggica de Gramsci en LL haya

permanecido desapegada del legado de P. Freire y se encuentre en tensin o articulacin

con la obra althusseriana. Para asir esta clave de lectura del comunista italiano, es preciso

distanciarse de un consenso historiogrfico, ahondando la interesante veta abierta por

Starcenbaum50

al reflexionar sobre la experiencia del colectivo de intelectuales argentinos

nucleados en la revista Pasado y Presente. El consenso historiogrfico supone que el auge

del marxismo estructuralista en la dcada del 60 contrajo un conocimiento de Gramsci a

travs de la obra de L. Althusser y, por tanto, de una forma difusa, siendo un obstculo para

su recepcin creativa y productiva. Esta tesis, compartida en nuestro pas por algunos

autores51

, tambin se encuentra en los estudios sobre la recepcin de Gramsci en Amrica

48

Garca, op. cit, 20. 49

En La educacin como prctica de la libertad y Pedagoga del oprimido, ambos editados por Siglo XXI. 50

Op. cit. 51

En su investigacin del colectivo Pasado y Presente, Ral Burgos, Los gramscianos argentinos, Bs. As.,

siglo XXI, 2004, 191, califica la identidad althusseriana en trminos de contingencia, mientras Horacio

Crespo, En torno a Cuadernos de Pasado y Presente, 19681983, Claudia Hilb (comp.), El poltico y el

cientfico. Ensayos en homenaje a Juan Carlos Portantiero, Bs. As., Siglo XXI, 2009, 193, habla de la

Sebastin Gmez, El derrotero de Los Libros (19691976) y su crtica pedaggica. La interpretacin educativa de

Antonio Gramsci a travs de Christine Buci-Glucksmann, Izquierdas 28: 292-314, Julio 2016

306

Latina en las dcadas del 60 y 70 como apunt Starcenbaum52

: Nogueira (1988) plantea que

la obra de Gramsci se encontr con una intelectualidad inundada de estructuralismo y del

efecto Althusser53

; Coutinho sostiene que el privilegio alcanzado por la supuestamente

radical obra althusseriana releg la produccin gramsciana54

; Crdova (1991) apunta como

lamentable el hecho de que la figura de Gramsci fuera conocida a travs de las crticas

althusserianas55

; Massardo considera que la legitimidad alcanzada por el althusserianismo

conllev una postergacin de la recepcin de Gramsci, impidiendo una valoracin de la

productividad de su obra56

. En el terreno educativo, Torres y Morrow han sealado la

lectura problemtica de Gramsci por parte del estructuralismo althusseriano en la dcada

del 60, que tild su obra de humanista e historicista57

. Seguramente, el marcado tono

antialthusseriano de algunas de estas interpretaciones est atravesado por el balance crtico

de la izquierda latinoamericana respecto al derrotero terico de los aos 60 y 70. Por el

contrario, el gramscismo descubierto entrados los 70, vendra a dar respuesta a cuestiones

obturadas por el althusserianismo.

Una exgesis de Gramsci en LL desde el ngulo pedaggico

Aunque Gramsci fue evocado en general y, en particular, en el plano educativo a lo largo

de la publicacin, un caso emblemtico aconteci a travs de la traduccin de un artculo de

Christine BuciGlucksmann, Gramsci y la cuestin escolar58

en el n 32 (octubre

noviembre de 1973), abocado al mbito pedaggico. No sera procedente asumir el artculo

como una oficial expresin del tratamiento de Gramsci por parte de LL, pero es cierto que

result el nico manuscrito consagrado al pensamiento gramsciano por parte de la

publicacin, lo que le asigna relevancia.

contaminacin althusseriana de J. Aric al fundamentar el propsito de los Cuadernos de Pasado y Presente.

Ver Marcelo Starcenbuam, Ms all del principio de exclusin: Gramsci y Althusser en Pasado y Presente,

Prismas, n 2, 2014, 199-203. Estas interpretaciones son solidarias del cannico estudio de Tern, op. cit.,

105 que al analizar la primera poca de la revista Pasado y presente (1963-1965) le endilga un marxismo

humanista y, explcitamente, lo aleja de la posterior propuesta althusseriana sobre el marxismo. 52

Op. cit., 36-7. 53

Marcos Aurlio Nogueira, Gramsci, a questo democrtica e a esquerda no Brasil, en Carlos Nelson

Coutinho y Marcos Aurlio Nogueira (org), Gramsci e a Amrica Latina, Rio de Janeiro, Paz e Terra, 1988,

130-152. 54

Carlos Nelson Coutinho, Brasil y Gramsci: variadas lecturas de un pensamiento. Nueva Sociedad.

Democracia y poltica en Amrica Latina, n 115, 1991, 104-113. 55

Arnaldo Crdova, Gramsci y la izquierda mexicana. Nueva Sociedad. Democracia y poltica en Amrica

Latina, n 115, 1991, 160-63. 56

Jaime Massardo, Gramsci in America Latina. Questioni di ordine teorico e poltico, Alberto Burgio y

Antonio A. Santucci, Gramsci e la rivoluzione in Occidente. Roma, Eds. Riuniti, 1990, 324-355. 57

Carlos Torres y Raymond Morrow, Las Teoras de la Reproduccin Social y Cultural. Manual Crtico.

Madrid, Editorial Popular, 2002. 58

Christine BuciGlucksmann, Gramsci y la cuestin escolar, Los Libros, n 32, octubrenoviembre de

1973, 48. El artculo haba aparecido en Literature/science/idologique, n 34, 1972, 4-10.

Sebastin Gmez, El derrotero de Los Libros (19691976) y su crtica pedaggica. La interpretacin educativa de

Antonio Gramsci a travs de Christine Buci-Glucksmann, Izquierdas 28: 292-314, Julio 2016

307

Vale puntualizar que Gramsci no fue en ningn momento presentado en LL, ni existieron

reseas de sus libros. Tampoco se registraron discrepancias o rechazos a su obra. Ms bien

existieron algunos elocuentes reconocimientos por parte de los animadores principales. R.

Piglia aseguraba: La publicacin de los tres tomos de escritos de B. Brecht sobre arte y

literatura es sin duda el acontecimiento ms importante de la esttica marxista desde la

aparicin de los Cuadernos de Antonio Gramsci59

.

Por qu LL incluy este artculo de C. BuciGlucksmann? Cules fueron sus mviles

para traducirlo? El texto condensaba los dos ejes del proyecto crticopedaggico de la

revista: a) desmenuzar los mecanismos de la dominacin ideolgica escolar; b)

fundamentar una crtica educativa prospectiva. Asimismo, el manuscrito presentaba una

relacin tensa con el legado althusseriano y, especficamente, su interpretacin de la obra

gramsciana sin caer, por ello, en abordajes de corte voluntaristas o idealistas. El escrito de

C. BuciGlucksmann incluido en LL fue contemporneo a un libro de la autora que realiz

entre 1973-1974 y que fue publicado en 1975 en Francia donde abord el conjunto de la

produccin gramsciana (Idem)60

. Adems de trabajar con la edicin cronolgica e ntegra

de los Cuadernos que conoci de primera mano en sus visitas al Instituto Gramsci en

Roma contempl los escritos gramscianos precarcelarios. Una ardua tarea de exgesis de

casi 500 pginas. Su artculo, incluido en LL, slo gana inteligibilidad al situarlo en este

proyecto ambicioso de la autora.

C. BuciGlucksmann, militante del Partido Comunista Francs (al que ingres en 1966),

permaneci bajo las influencias de su maestro, L. Althusser. En su lectura de Gramsci, se

registraban los propsitos del althusserianismo: volver a las fuentes del marxismo,

distancindose tanto de las versiones mecanicistas como de las nuevas tentativas

revisionistas de cuo humanista o historicista. Adems, la filsofa francesa se apoy en los

cdigos althusserianos para leer a Gramsci, aunque, a partir de la autocrtica de su maestro

(ante todo, en 1974 cuando se public en Pars lments dautocritique), se diferenci de L.

Althusser e inaugur un nuevo camino. No obstante, esta distancia fue slo parcial.

Reiteradamente, el legado althusseriano anim su exgesis sobre el revolucionario sardo.

Como haba sugerido L. Althusser y, luego, desarroll Nicos Poulantzas, C. Buci

Glucksmann emprendi una lectura sintomtica de Gramsci. Citaba a su maestro, cuando

sostena que Leer es practicar una problemtica61

.

59

Ricardo Piglia, Mao TseTung Prctica esttica y lucha de clases, Los Libros, n 25, marzo de 1972, 25. 60

Otro escrito de la autora contemporneo al artculo y homogneo en su fundamentacin de la lectura de

Gramsci, se encuentra en su introduccin al libro de Lucio Colletti, From Rousseau to Lenin: Studies in

Ideology and Society, London, New Left Books, 1972, 3-10, consagrado a la discusin del historicismo y de

su interpretacin por L. Althusser. Tambin en Christine Buci-Glucksmann, Mode de production, Formation

conomique et sociale, Thorie de la Transition. A propos de Lnine, La Pense, n 159, septiembre-octubre

de 1971, 50-58, la autora reivindic el andamiaje y cdigos althusserianos para trabajar con el legado

marxista. 61

BuciGlucksmann, op. cit., 1978 [1975], 29.

Sebastin Gmez, El derrotero de Los Libros (19691976) y su crtica pedaggica. La interpretacin educativa de

Antonio Gramsci a travs de Christine Buci-Glucksmann, Izquierdas 28: 292-314, Julio 2016

308

La filsofa francesa inscriba al revolucionario sardo en la problemtica del Estado62

.

Desde esa perspectiva indag en la originalidad gramsciana y en sus diferentes conceptos.

Gramsci, anclado en la tradicin marxistaleninista, haba introducido una novedad a travs

de su concepto de Estado ampliado o pleno y operado un desdoblamiento del concepto de

hegemona, reparando ya no slo en la constitucin de la clase proletaria sino tambin en el

anlisis del Estado a travs de la nocin de aparatos de hegemona. Mediante la

problemtica sealada, la autora, como fiel althusseriana, albergaba vastas expectativas.

Del abordaje del tratamiento gramsciano del Estado se derivaban cuestiones de ndole

filosficas. Su teora del aparato hegemnico se traduca en una teora del aparato de

hegemona filosfico (AHF) y, por tanto, estableca una nueva relacin entre filosofa,

cultura y poltica, esto es, una gnoseologa de la poltica. En resumidas cuentas, C. Buci

Glucksmann, siguiendo una lectura sintomtica, rastreaba la filosofa gramsciana no en sus

enunciados filosficos explcitos, sino en su abordaje del Estado. Subyaca aqu, en su

poltica, una filosofa implcita que cualquier lectura literal evada y slo era asequible a

travs del desplazamiento que operaba la inscripcin de la problemtica del Estado en la

obra gramsciana. La poltica realizaba a la filosofa, le otorgaba un contenido real, material.

La autora daba cuenta de esta conjuncin de la poltica y la filosofa que denominaba

gnoseologa de la poltica tanto al analizar la filosofa en su inscripcin superestructural

teora del aparato de hegemona filosfico, como al derivar conceptos a partir de la nueva

estrategia poltica gramsciana la guerra de posiciones para los pases capitalistas

avanzados. Con su teora del AHF y su gnoseologa de la poltica, bregaba por elucidar los

elementos de una filosofa materialista en Gramsci y, as, ajustar cuentas con la dialctica

idealista63

. Despus de todo, prosegua el combate de L. Althusser contra la hegelianizacin

de Gramsci.

Esta lectura sintomtica de Gramsci, tension a L. Althusser en varios niveles. C. Buci

Glucksmann emprendi una nueva aproximacin al comunista italiano, distante de la

realizada por su maestro. Bsicamente, la crtica al historicismo gramsciano por el

althusserianismo, partiendo de una matriz comn a todo historicismo de J.P. Sartre a G.

Lukcs, a pesar de que haba arrojado luz sobre la presencia hegeliana en el marxismo, era

insostenible e inaplicable a Gramsci. La autora demostr que, atendiendo al abordaje

gramsciano del Estado, se desprenda una filosofa que lejos estaba de abrevar en el

historicismo hegeliano o crociano. El mote historicista endosado por L. Althusser a G.

Lukcs o K. Korsch no se ajustaba a Gramsci. El revolucionario sardo haba emprendido

una delimitacin tanto del mecanicismo como del revisionismo idealista64

. Si para L.

Althusser deba desgajarse la filosofa historicista gramsciana, para la autora, la filosofa

gramsciana tena un filn, no historicista, sino ms bien materialista, tangible slo a travs

de la problemtica del Estado. Esta lnea inexplorada por L. Althusser fue desarrollada por

C. BuciGlucksmann. Asever que la ampliacin del Estado a travs de los aparatos de

62

Tambin en BuciGlucksmann, op. cit., 1973, 5. Aqu la autora centr su interpretacin de la obra de

Gramsci a partir de la refundacin que ste efectu del concepto de Estado. 63

BuciGlucksmann, op. cit., 1978 [1975], 1429, 404419. 64

Op. cit., 1978 [1975], 2056, 278.

Sebastin Gmez, El derrotero de Los Libros (19691976) y su crtica pedaggica. La interpretacin educativa de

Antonio Gramsci a travs de Christine Buci-Glucksmann, Izquierdas 28: 292-314, Julio 2016

309

hegemona supona atender a contradicciones secundarias o especficas. As un modelo

expresivo del todo social de origen hegeliano, conforme a la matriz terica de todo

historicismo tal y como propona L. Althusser en Para leer el Capital, no aplicaba a

Gramsci. Segn la autora, la unidad social en el comunista italiano no se resuma en la

praxis sino que presentaba momentos desiguales, heterogneos. Asimismo, intent

desandar un punto cardinal de la crtica althusseriana: la acusacin de historicista a Gramsci

que se asentaba, entre otros puntos, en su homologacin de ciencia o filosofa con

ideologa. En otras palabras, la comprensin de Gramsci de la ciencia como superestructura

desechaba, segn L. Althusser, la tarea terica o la reduca a un mero empirismo a una

contrastacin constante con la prctica, con las cambiantes coyunturas. Anclaba los

conceptos marxistas, los conceptos cientficos en la situacin histrica, al tiempo que

identificaba filosofa e historia. Bsicamente, C. Buci Glucksmann respondi a esta crtica

trabajando el filn materialista de la filosofa de Gramsci e interpretando la tesis

gramsciana de la ciencia como superestructura, no en trminos de un subjetivismo de

clase del tipo ciencia burguesa/ciencia proletaria, sino como parte de la bsqueda del

conocimiento objetivo.

Igualmente, en este camino original, la filsofa francesa repar reiteradamente en

preceptos althusserianos. Trabaj la ligazn de la filosofa con la lucha de clases. El

estatuto de la filosofa gramsciana se dirima en la disputa clasista, por lo que le haba

demandado ajustes perpetuos al revolucionario sardo. De ah que la autora distingui entre

historizacin legtima e historicismo. Era preciso situar a Gramsci en la historia, para

desideologizar los anlisis y medir mejor la validez real de sus conceptos. En otras

palabras, se requera una historizacin legtima, pero que jams deba derivar en un

historicismo sustituyente de la tarea terica gramsciana65

. En ltima instancia, como su

maestro, jerarquizaba y sostena la autonoma de la prctica terica. Adems, la autora se

apoyaba en aquellas intuiciones productivas divisadas por L. Althusser en el comunista

italiano, entre ellas las relaciones entre filosofa y poltica, la ampliacin del Estado, el

carcter material de la ideologa. Dbil en el terreno filosfico, en el plano del materialismo

histrico Gramsci presentaba apuntes dignos de consideracin, segn el filsofo francs. C.

BuciGlucksmann66

profundiz y enriqueci estas intuiciones registradas por su maestro,

pero en lugar de escindirlas del mbito filosfico, las trabaj como parte de la filosofa

materialista gramsciana a la luz de la problemtica del Estado67

. En definitiva, mediante el

empleo del mtodo de lectura althusseriano y la incorporacin de algunas de las

observaciones de su maestro, pero distancindose de otras, la autora emprendi una

renovada lectura de la obra del comunista italiano.

La introduccin de un artculo de C. BuciGlucksmann por LL, adems de expresar la

familiaridad de la publicacin con elaboraciones francesas, guardaba un tono coherente con

la revista, al postular una clave de lectura de Gramsci alejada del humanismo. Esta

afinidad, este registro compartido fue un nivel que justific la opcin por el artculo. Hay

65

BuciGlucksmann, op. cit, 1973, 4; BuciGlucksmann, op. cit., 1978 [1975], 24 66

BuciGlucksmann, op. cit., 1978 [1975], 417. 67

Op. cit., 1978 [1975], 91.

Sebastin Gmez, El derrotero de Los Libros (19691976) y su crtica pedaggica. La interpretacin educativa de

Antonio Gramsci a travs de Christine Buci-Glucksmann, Izquierdas 28: 292-314, Julio 2016

310

otro pegado a ste que tambin contribuy y, presumiblemente, result ms palpable para

los protagonistas de la publicacin: el manuscrito de C. BuciGlucksmann responda

orgnicamente al proyecto crtico de LL en el plano pedaggico. En principio, la autora

ofreca una interpretacin materialista de Gramsci y, especficamente, de su tratamiento de

la cultura. El comunista italiano, en la versin de C. BuciGlucksmann, no abogaba por un

culturalismo idealista que desplazara al marxismoleninismo del terreno de la lucha de

clases hacia la cultura, sino que abordaba la cultura en su encarnacin conflictiva y

material, en su enraizamiento en los aparatos hegemnicos.

Adems de la ms que evidente distancia con el economicismo, esta lectura de Gramsci

coincida con el proyecto de LL, Una crtica poltica de la cultura, y con su demarcacin

de las tentativas humanistas, manifestadas por el nacionalismo popular. stas jerarquizaban

el discurso fanoniano o freiriano y, por tanto, las posibilidades de transformacin a travs

de la voluntad. Para C. BuciGlucksmann, como para LL, la disputa cultural deba

centrarse, no en la voluntad, sino en la lucha de clases y, desde esa posicin, asir la

dominacin, las opciones populares y el papel de los intelectuales. Especficamente, se

trataba de aprehender la ampliacin del Estado y la dinmica de los aparatos culturales,

tema tan reiterado en LL, en base al enfrentamiento clasista. De hecho, para C. Buci

Glucksmann la ocultacin del concepto de aparatos de hegemona en la exgesis sobre

Gramsci, haba conducido a una preeminencia de lo ideolgico sobre el anlisis de las

superestructuras, a una preeminencia de la problemtica del bloque histrico sobre la de

relaciones de fuerza y del Estado, en suma, a una desviacin cultural idealista en la

interpretacin del comunista italiano68

.

La nocin gramsciana de aparatos hegemnicos empleada por la autora, contribua a una

de las aristas del proyecto de LL: evidenciar los mecanismos ideolgicos de dominacin

arraigados materialmente en los aparatos culturales, entre ellos, el educativo. C. Buci

Glucksmann trabajaba sobre la ampliacin del Estado divisada por L. Althusser en

Gramsci. Tanto los aparatos de hegemona como los Aparatos Ideolgicos de Estado (AIE)

evidenciaban las formas de persuasin, de construccin de consenso de las clases

dominantes. Ubicaban, pues, el lugar, las funciones y las eficacias diferenciales de los

aparatos en el conjunto social.

Sin embargo, esta crtica de la cultura reclamaba, para la publicacin, otro costado: una

crtica prospectiva. El artculo de C. BuciGlucksmann avanzaba y cuestionaba el legado

althusseriano y poulantziano sobre Gramsci en un punto sensible: el atravesamiento de la

lucha de clases en el Estado produca grietas. El aparato de hegemona gramsciano no se

reduca a los AIE69

. stos ltimos, y aqu la autora se apoyaba en la autocrtica de L.

Althusser, resultaban un obstculo cuando se quera determinar polticamente los nexos

entre la base, la superestructura y la lucha de clases. Es decir, el concepto de reproduccin

se mostraba insuficiente para asegurar la riqueza del Estado ampliado gramsciano al

escindirlo de la concreta contienda clasista.

68

BuciGlucksmann, op. cit., 1978 [1975], 38. 69

BuciGlucksmann, op. cit, 1973, 7.

Sebastin Gmez, El derrotero de Los Libros (19691976) y su crtica pedaggica. La interpretacin educativa de

Antonio Gramsci a travs de Christine Buci-Glucksmann, Izquierdas 28: 292-314, Julio 2016

311

Para la autora, las parejas tericas y metodolgicas de Gramsci eran bipolares: no haba

una teora de la hegemona sin una teora de la crisis de hegemona; no haba una anlisis

de la integracin de las clases subalternas por una clase dominante sin la teora de los

modos de autonomizacin de los sectores populares; no haba una ampliacin del concepto

de Estado sin la redefinicin de una perspectiva estratgica nueva la guerra de posiciones

que posibilitaba a las clases subalternas luchar por un nuevo Estado. De ah el error de N.

Poulantzas: reducir la utilizacin del concepto de hegemona solamente a las prcticas de la

clase dominante, convirtiendo de este modo la hegemona en sinnimo de ideologa

dominante. Al conjugar los aparatos de hegemona con la problemtica del Estado

gramsciano y la estructuracin de una estrategia de nuevo tipo para los pases capitalistas

avanzados, C. BuciGlucksmann conclua que al consenso dominante le continuaba, en

Gramsci, una impugnacin de las clases subalternas y, por tanto, una disputa en los

aparatos culturales. Los efectos de la hegemona devenan ms que contradictorios. En su

artculo, incluido en LL, marcaba las diferencias entre el Estado ampliado gramsciano y los

AIE althusserianos: Lo que interesa a Gramsci es la dialctica que permite que una clase

subalterna se convierta en hegemnica. De all la profundizacin de conceptos como el de

crisis y del modo mismo segn el cual se organiza la nueva hegemona (teora del partido y

reforma intelectual y moral) en sus relaciones con la clase y el conjunto de la sociedad70

.

Por ello, C. BuciGlucksmann coloc como nudo del pensamiento gramsciano el

carcter pedaggico de cada relacin hegemnica. Expresada de manera neurlgica en el

aparato escolar, este vnculo no se reduca, sin embargo, a las relaciones especficamente

escolares sino que atravesaba al conjunto social. La impronta vincular, pedaggica, de la

hegemona permita asir tanto la dominacin como las impugnaciones en los aparatos

hegemnicos. De all que, en su artculo, la autora repar, siguiendo a Gramsci, en las

opciones subalternas a la hegemona burguesa.

La propia editorial del n 32, se haca eco de este asunto cardinal: Toda relacin de

hegemona es, a la vez y por su funcin pedaggica, aseguraba71

. La jerarqua de este tema

gramsciano se explicaba por la doble respuesta que el artculo de C. BuciGlucksmann

ofreca al proyecto crtico de LL. En otras palabras, adems de analizar la dominacin en

las instituciones burguesas, fundamentaba una arista principal para la publicacin: la lucha

especfica en los aparatos culturales, a fin de desagregar todas las reservas organizativas de

la clase dominante. Asimismo, la perspectiva de la autora fundamentaba la crisis del

sistema educativo y, por tanto, las bases de la crtica prospectiva. LL sola aludir a la crisis

orgnica o hegemnica que atravesaban las instituciones educativas como parte de una

crisis social ms vasta, jerarquizando una instancia mediadora: la ideologa. Espacio

propicio, en consecuencia, para categoras gramscianas atentas al papel de la ideologa y su

arraigo social, como crisis orgnica. El editorial del n 31 comenzaba de la siguiente

manera: La cuestin educativa. Crisis es, sin duda, la palabra que aparece casi

inmediatamente si se quiere definir hoy el problema de la escuela en la Argentina72

.

70

BuciGlucksmann, op. cit., 1973, 7. 71

Editorial, Los Libros, n 32, Octubrenoviembre de 1973, p. 3. 72

Editorial, Los Libros, n 31, agostoseptiembre de 1973, p.3.

Sebastin Gmez, El derrotero de Los Libros (19691976) y su crtica pedaggica. La interpretacin educativa de

Antonio Gramsci a travs de Christine Buci-Glucksmann, Izquierdas 28: 292-314, Julio 2016

312

La nocin de crisis orgnica, extendida y diseminada en las pginas de la publicacin,

tena en el artculo de C. BuciGlucksmann un tratamiento particular, denso. La autora

profundizaba en las caractersticas de la crisis orgnica observadas por Gramsci y

enfatizaba que no se reduca al mbito educativo, sino que era una crisis global, una crisis

de hegemona de la clase dirigente, una crisis que comprenda al Estado y a sus aparatos de

hegemona al Estado ampliado, a la capacidad de direccin ideolgica y cultural de la

clase dominante73

. Es sabido que bajo la nocin de crisis orgnica, se jugaba un dilema

traumtico en Gramsci: o comenzaba a operar un poder apoyado en fuerzas ilegales y

cmplices de la burguesa y se preparaba una forma extrema de coercin estatal, o bien, se

opona una fuerza popular organizada y estratgica.

Desde ya, la autora, como LL, bregaba por la segunda opcin. As, y nuevamente

emerga la crtica prospectiva, C. BuciGlucksmann recopilaba las reflexiones de Gramsci

como solucin ante la crisis. Por un lado, y en lnea con M. Manacorda, sugera en su

artculo dos alternativas especficamente educativas: la alternativa escolar y la alternativa

pedaggica. La primera supona el acceso de la clase obrera a una escuela nica, general,

desinteresada, lejos pues de la mera especializacin que propona la burguesa. La segunda,

indicaba una pedagoga de la promocin, una pedagoga activa, pero que no deba

desembocar en un mero espontanesmo. Instaba a un abordaje agudo y productivo de la

cultura subalterna que encerraba tanto elementos crticos como elementos importados de las

ideologas dominantes. A fin de valorar la cultura popular y tejer un vnculo democrtico,

no paternalista, la autora recordaba la III tesis sobre Feuerbach de Marx, tantas veces

aludida por Gramsci: el educador debe ser educado.

La lucha de clases atravesaba al ejercicio crtico de la autora, por lo que cualquier

alternativa postulada no poda afincarse slo en el plano educativo o escolar. La suerte que

corriesen las soluciones propuestas en el mbito educativo era indisoluble de la lucha

global por la constitucin del nuevo bloque histrico. Con ciertos aires maostas74

afines a

los principales animadores de LL, C. BuciGlucksmann se centraba en Gramsci, y

especialmente en sus consideraciones sobre la cuestin meridional, para bregar por la

conformacin de una alianza entre el proletariado y la gran masa campesina, capaz de

romper el bloque agrario conducido por los propietarios terratenientes y sus intelectuales.

La inclusin del artculo de C. BuciGlucksmann, por tanto, no result fortuita.

Responda de forma orgnica y coherente a una serie de singularidades de LL. Al dilogo

con el legado althusseriano y a la demarcacin con las tentativas humanistas, le segua un

Gramsci capaz tanto de criticar la materialidad del dominio escolar como de sugerir vetas

de transformacin social y educativa.

73

BuciGlucksmann, op. cit., 1973, 7. 74

BuciGlucksmann, op. cit., 1973, 5.

Sebastin Gmez, El derrotero de Los Libros (19691976) y su crtica pedaggica. La interpretacin educativa de

Antonio Gramsci a travs de Christine Buci-Glucksmann, Izquierdas 28: 292-314, Julio 2016

313

Conclusin

Se ha intentado dar cuenta del derrotero de LL, atendiendo al doble proceso que la

anim: la modernizacin cultural y la radicalizacin poltica. Afirmando la persistencia de

la crtica cultural en la segunda etapa de la revista, se indag en su proyecto crtico

pedaggico signado por develar los mecanismos ideolgicos del aparato escolar y

estructurar una crtica prospectiva. Aunque en distintas oportunidades conceptos

gramscianos fueron esgrimidos en esta lnea, la traduccin del artculo de la filsofa

francesa C. BuciGlucksmann le permiti a la publicacin fundamentar su crtica

pedaggica a travs de una lectura del acervo gramsciano desapegado de las vertientes

humanistas. Lejos de una mera oposicin entre el althusserianismo y el gramscismo, la

autora ofreca zonas de compatibilidad e intercambio coherentes con la tonalidad del

proyecto crtico-pedaggico de LL. De todas maneras, permanece pendiente un estudio

capaz de desmenuzar los mltiples usos de Gramsci por parte de la revista, siendo el

presente artculo tan slo una contribucin.

Sabido resulta que a partir de los aos 80, Gramsci se volver gravitante en la teora

educativa. Sin embargo, es preciso advertir que hacia principios de los 70, el revolucionario

sardo ya animaba a la pedagoga crtica. El althusserianismo no fue apropiado linealmente

para pensar el tpico educativo por parte de la nueva izquierda en los aos 60/70 sino que

estuvo atravesado por ciertas incomodidades. En el caso de LL, el legado gramsciano

permiti desandar una de esas incomodidades a travs de fundamentar una veta suturada

por el filsofo francs: la intervencin poltico-pedaggica. De alguna manera si L.

Althusser permita limar los costados subjetivistas y voluntaristas de Gramsci, la obra

gramsciana fundamentaba la crtica prospectiva.

Recibido: 8 abril 2016 Aceptado: 6 junio 2016

Bibliografa

AA.VV, Los Libros: la construccin de un texto posible, entre el Cordobazo y el Golpe.

El Matadero. Revista crtica de literatura argentina, n 4, 2005, 241260.

Adrin Celentano, Insurreccin obrera y compromiso intelectual, Archivos de historia del

movimiento obrero y la izquierda, n 4, 2014, 5376.

Adriana Petra, El momento peninsular. La cultura italiana de posguerra y los intelectuales

comunistas argentinos, Izquierdas, n 8, 2010, 1-25.

Anna Popovitch, La recepcin de Althusser por la Nueva Izquierda Argentina: el caso de

Los libros (19691976). Granados Garca, A. (coord.), Las revistas en la historia

intelectual de Amrica Latina. Mxico, Universidad Autnoma Metropolitana / J. Pablos,

2012, 127-143

Arnaldo Crdova, Gramsci y la izquierda mexicana, Nueva Sociedad. Democracia y

poltica en Amrica Latina, n 115, 1991, 160-63.

Sebastin Gmez, El derrotero de Los Libros (19691976) y su crtica pedaggica. La interpretacin educativa de

Antonio Gramsci a travs de Christine Buci-Glucksmann, Izquierdas 28: 292-314, Julio 2016

314

Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano, Ensayos argentinos. De Sarmiento a la vanguardia, Bs.

As, Centro Editor, 1983.

Beatriz Sarlo, El rol de las revistas culturales, Bs. As., Facultad de Filosofa y Letras -

Universidad de Buenos Aires, 1992

Carlos Nelson Coutinho, Brasil y Gramsci: variadas lecturas de un pensamiento, Nueva

Sociedad. Democracia y poltica en Amrica Latina, n 115, 1991, 104-113.

Carlos Torres y Raymond Morrow, Las Teoras de la Reproduccin Social y Cultural.

Manual Crtico. Madrid, Editorial Popular, 2002.

Christine Buci Glucksamnn, Gramsci y El Estado (Hacia una teora materialista de la

Filosofa), Mxico, Siglo XXI, 1978 [1975].

Emilio De Ipola, Althusser, el infinito adis, Bs. As., Siglo XXI, 2007.

Eva Fontdevila y Adrin Pulleiro, Los Libros. De la modernizacin a la partidizacin,

Revista Zigurat, n5, 2004, 168173.

Hans-Robert, Jauss, Pour une esthtique de la rception, Pars, Gallimard, 1978.

Horacio Crespo, En torno a Cuadernos de Pasado y Presente, 19681983, Claudia Hilb

(comp.), El poltico y el cientfico. Ensayos en homenaje a Juan Carlos Portantiero, Bs.

As., Siglo XXI, 2009.

Horacio Tarcus, Marx en la Argentina. Bs. As., Siglo XXI, 2007.

Jaime Massardo, Gramsci in America Latina. Questioni di ordine teorico e poltico,

Alberto Burgio y Antonio A. Santucci, Gramsci e la rivoluzione in Occidente. Roma, Eds.

Riuniti, 1990, 324-355.

Jorge Panesi, La crtica argentina y el discurso de la dependencia, Panesi, J. Crticas. Bs.

As, Norma, 2000 [1985], 17-48.

Jos Luis De Diego, Quin de nosotros escribir el Facundo? Intelectuales y escritores en

Argentina (1970 1986), La Plata, Al Margen, 2007.

Marcelo Starcenbaum, (2011), El marxismo incmodo: Althusser en la experiencia de

Pasado y Presente, Izquierdas, n 11, 2011, 35-53.

Marcelo Starcenbuam, Ms all del principio de exclusin: Gramsci y Althusser en Pasado

y Presente, Prismas, n 2, 2014, 199-203.

Marcos Aurlio Nogueira, Gramsci, a questo democrtica e a esquerda no Brasil, Carlos

Nelson Coutinho y Marcos Aurlio Nogueira (org), Gramsci e a Amrica Latina, Paz e

Terra, Rio de Janeiro, 1988, 130-152.

Oscar Tern, Nuestros aos sesentas. La formacin de la nueva izquierda intelectual en la

Argentina, 19561966, Bs. As., Puntosur, 1991.

Patricia Somoza y Elena Vinelli, Para una historia de Los Libros, Los Libros: edicin

facsimilar. Bs. As, Biblioteca nacional, 2011, 9-19.

Ral Burgos, Los gramscianos argentinos, Bs. As., siglo XXI, 2004.