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Consultado el (poner fecha) en el Libro de acta del Curso “Nuevas Políticas Educativas para el Siglo XXI”. Departamento de Pedagogía de la Universidad de Jaén. Jaén, España. En el período de 3 al 5 de abril de 2008.
Educar en el Siglo XXI
Elda Gomes Araújo1
Grupo de Investigación IDEO (HUM-660)
Aprender y enseñar en el siglo XXI es un gran desafío que debe estar
presente en el quehacer cotidiano del medio escolar si deseamos vivenciar las
dimensiones humanas de la ética y de la ciudadanía. En un mundo que se tor-
na cada vez más dependiente de la máquina e impactado por las Tecnologías
de la Información y de la Comunicación (TIC), el desarrollo de una nación será
medido por el grado de información que tiene, manipula y produce. Es nece-
sario que la escuela amplié sus conexiones con la sociedad para que pueda
atender sus carencias y sus necesidades. Además, por otro lado, es responsa-
bilidad de los gobiernos elaborar e implementar políticas públicas para el sec-
tor educativo, de formas que permitan la formación de los ciudadanos en la
diversidad de conocimientos, o sea, un ciudadano preparado para las nuevas
necesidades y parámetros del mundo globalizado.
Las formas como el hombre descubrió cómo transmitir las informacio-
nes constituyen uno de los mayores legados de la civilización. En la sociedad
primitiva, los conocimientos eran transmitidos oralmente, o sea, cara a cara,
el emisor y el receptor compartían el mismo espacio físico, y la cultura y la
sabiduría del pueblo estaban relacionadas con sus mitos, leyendas, fábulas,
creencias y tabúes. En esa forma de educación, las personas con más vivencias
se organizaban para transmitir a las nuevas generaciones las experiencias y las
informaciones que permitían mantener la comunidad.
1 Doctora en Ciencias de la Educación por la Universidad de Jaén. Profesora de la Universidad
Federal de Amapá (Brasil).
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A partir de la aparición de la tecnología moderna, la invención de la
imprenta en el siglo XV, en Maguncia (Alemania), por parte de Gutenberg, las
cosas cambian. Surge la presa móvil como el libro, el periódico, mucho más
barato y accesible que los pergaminos y los libros manuscritos. Esos nuevos
medios hacen cambiar el soporte material de la información; ahora la infor-
mación no depende de la memoria para ser preservada y transmitida. Con la
imprenta, la educación entra en la era de la modernidad, haciendo posible
que la información pueda ser compartida de manera irrestricta, en todos los
lugares y en todos los tiempos.
El Siglo XIX trae nuevas tecnologías que posibilitan transmitir la in-
formación a distancia. El acto de aprender y de enseñar gana por medio del
telégrafo por hilo (Samuel Morse, 1837), el teléfono con hilo (Grahan Bell,
1876) y la radiotelegrafía (Marconi, 1895). Todos esos medios ganan un nuevo
aliado, allá por el año 1905, en los Estados Unidos de la América, surgió la
radio como medio de divulgación rápida de información.
Con la llegada de los años cincuenta del Siglo XX, una nueva herra-
mienta aparece en la escena: la televisión. La introducción de la TV en el con-
texto educativo tuvo su inicio en la década de los años sesenta y ha predomi-
nado hasta los años ochenta. Fueron varios los programas educativos creados
con apoyo exclusivo en la TV, pues se trataba de un medio de comunicación
capaz de asociar voz e imagen. Haeberle (1997) muestra que con las primeras
transmisiones de una señal de televisión por satélite, hizo nacer en muchos
educadores la ilusión de que a través de la imagen y de la voz de un profesor
el problema de la marginación educativa, de buena parte del mundo, estaría
resuelto.
Más tarde, otros medios fueron apareciendo en busca de nuevas for-
mas de organización del proceso de enseñanza y aprendizaje, haciendo posi-
ble la interacción entre los actores educativos, profesor y alumno, además de
promover la creación de departamentos de investigación y de formación de
profesores.
Vivimos un momento muy especial en el área de la educación. La
Educación gana impulso gracias al desarrollo de las TIC, combinando docu-
mentos escritos, videos, cintas de audio, programas transmitidos por radio y
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por televisión y con la asistencia de tutores en centros de apoyo – presencial o
a distancia- donde se establecen las relaciones entre los alumnos y entre éstos
y sus tutores, favoreciendo la diseminación y la democratización con el acceso
a la educación en diferentes niveles, permitiendo atender a una gran masa de
alumnos, como de hecho se ha puesto de manifiesto en la última década del
siglo pasado. Otros recursos se han agregado a la educación como el ordena-
dor, la videoconferencia, el teléfono y el fax. Para asegurar el éxito pedagó-
gico es preciso rodearse de múltiples recursos.
Hoy la tecnología de ambientes de red, por ejemplo, es un medio pa-
ra facilitar la interacción social y facilitar el aprendizaje individual a través
de las interacciones con un grupo. Por lo tanto, es un medio que posibilita la
construcción colectiva del conocimiento compartido. En este modelo, cada
alumno puede interaccionar con el profesor, con el material y también con
otros alumnos. Asimismo, el alumno pude aprender directamente de la propia
fuente o ayudado por otro alumno con más experiencia (aprendizaje media-
do), no teniendo la necesidad de la presencia física del profesor para trabajar
con el material de estudio.
Con la utilización de las modernas tecnologías en el campo educativo,
en especial, las tecnologías de la información y de la comunicación en red,
tenemos un nuevo escenario que posibilita al alumno un ambiente rico, entre
diferentes actores educativos, además de permitir su acceso a informaciones
y conocimientos sistematizados. Así, tenemos otra forma de actuar. Antes, el
énfasis del aprendizaje se centraba en el autodidactismo, ahora el nuevo es-
pacio de enseñanza y aprendizaje es mediado por los soportes tecnológicos
digitales de la red. Vivimos en la sociedad del conocimiento, en la cual obte-
ner información ya ha dejado de ser el problema principal: ahora el problema
está en cómo generarla.
Las TIC pueden, dependiendo de la forma como son utilizadas, poten-
ciar el proceso educativo, una vez que posibilitan la manipulación de gran
cantidad de información, permitiendo más fácilmente su almacenamiento, el
tratamiento, así como la recuperación de la información. Mientras tanto, el
uso de las TIC por si solas no aseguran el aprendizaje del individuo. La cons-
trucción del conocimiento depende de la apropiación de la información por el
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individuo, es decir, depende de la utilización de la información y el modo de
atribuirle significado. El contexto de la información en el que el individuo está
inserto puede que no tenga sentido para él, entonces el papel de la educación
es el de producir situaciones para la creación de ambientes significativos que
favorezca, efectivamente, el conocimiento y el desarrollo de nuevas habilida-
des cognitivas. Para Lévy (1999: 160) “aunque los soportes de información no
determinen automáticamente el conocimiento, ellos no dejan de contribuir
para organizar fuertemente la ecología cognitiva”2.
De esa forma, aprender y enseñar en el Siglo XXI, es necesariamente
trabajar con la aprendizaje en una perspectiva de construcción de ecologías
cognitivas, donde la capacidad de aprender está siendo cada vez más necesa-
ria en las distintas interacciones que, como sujetos, establecemos con los
otros, con el medio, o sea, con la sociedad.
Saber aprender y enseñar en el Siglo XXI es enfrentar este desafío en
nuestro contexto educacional actual: crear estrategias para el desarrollo de
una ecología cognitiva generadora de una sociedad del conocimiento, donde
competencias y habilidades para aprender y enseñar sean accesibles a todas
las personas.
El concepto de aprendizaje, como el de educación, es sin duda uno
de los más complejos en el sentido de encontrar un consenso entre los espe-
cialistas. Puede tener varias lecturas que va desde una dimensión biológica o,
una visión psicológica, hasta un componente social. El aprendizaje está en
varias áreas del saber, especialmente, en el área de educación. En el devenir
de los años se han realizado investigaciones con la finalidad de explicarlo.
Estas investigaciones tienen visiones distintas.
La idea de que el sujeto aprende haciendo está muy presente tanto
en el pensamiento pedagógico (Piaget con sus enfoques constructivistas), co-
mo en la visión popular de aprendizaje. Para Piaget (1983), el conocimiento,
no procede, en sus orígenes, de un sujeto consciente de sí mismo ni de los
objetos ya construidos de los que se apodera. El conocimiento resulta de las
2 Lévy define la ecología cognitiva como el medio a través del cual se desarrollan las dimen-siones técnicas y cognitivas de los grupos humanos.
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interacciones que se producen a medio camino entre los dos. Tenemos así la
premisa sobre la que se elabora la teoría, denominada “aprendizaje natural”,
mediante la cual los bebés o los niños realizan sus actividades sin conocimien-
to teórico alguno: prueban y se equivocan, vuelven a probar, rectifican y, fi-
nalmente, aprenden. En este proceso, basado en la teoría del ensayo y error,
se centra la base de todo aprendizaje.
Para aprender haciendo es necesario que el sujeto sea expuesto a si-
tuaciones reales de aprendizaje, pues precisa vivir situaciones que presenten
problemas que tengan relación con su contexto personal, perceptivo, cogniti-
vo y no sólo con problemas “escolares”, alejados de cualquier realidad. En las
formas tradicionales de enseñanza, muchos de contenidos que se han enseña-
do en la escuela no guardan relación con la vida cotidiana del alumno. De esta
manera, no se despierta un interés personal en el sujeto, pues se trataría de
aprender contenidos que no tienen sentido, ya que son los objetivos con apli-
cación práctica los que determinan si es necesario aprender algo nuevo o no.
Todo proceso de aprendizaje debe ser estudiado en sintonía con el
desarrollo humano. Aprender haciendo es una de las formas universales de
aprender. Podemos decir que ese acto se aproxima al aprendizaje natural por
relacionarse con los objetivos y, por lo tanto, despiertan gran motivación por
parte de quien aprende, además de suponer una relación inmediata con el
esquema “entrenamiento-error-acierto”. Para Vygotsky (1998), la motivación
es la base de la acción y la que impulsa necesidades, intereses, deseos y acti-
tudes en los sujetos. Defiende que el pensamiento, las intervenciones y las
experiencias de los alumnos deben ser culturalmente mediadas, una vez que
la cultura estructura su contexto social.
El nexo de mediación está representado por los signos, de manera que
actúan sobre el individuo y sobre el ambiente. Por lo tanto, se trata de un
aprendizaje social, que considera que los procesos cognitivos ocurren durante
la interacción (Silva, 2000).
En las instituciones no escolares como la familia, el grupo de amigos,
el aprendizaje de un oficio no necesita conocimiento científico, pues apren-
der haciendo es una práctica extendida en diversas culturas, sobre todo, en
un contexto de intercambio. Aprender haciendo no se limita al aprendizaje
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manual, ya que cualquier tipo de conocimiento puede ser enseñado y apren-
dido de diversas formas: el sujeto aprende a escribir escribiendo, aprende a
leer leyendo, a hablar hablando la lengua, a poner en funcionamiento una
máquina manejándola, etc., e, incluso, los conocimientos más abstractos se
pueden hacer operativos y transformarlos en un programa de acción. No se
trata de establecer una oposición entre aprender haciendo y otras formas de
aprender. De lo que se trata es de revalorizar el aprendizaje práctico, tanto
en relación a las destrezas simples como complejas, tanto de habilidades físi-
cas como cognitivas, como sabemos bastante descuidado en las escuelas.
En realidad, tras la idea de aprender haciendo, como en cualquier
otro tipo de aprendizaje, se encuentran conceptos más generales y formas
concretas de aprender: en el caso de constructivismo, por ejemplo, cuando un
sujeto aprende la actividad que está realizando pone el énfasis en dicha acti-
vidad que está aprendiendo, lo que supone una mayor implicación cognitiva y,
por lo tanto, una mayor asimilación de estructuras mentales previas al sujeto.
Claro que no es sólo la presencia física del sujeto, aunque pueda pa-
recerlo en algún momento, sino la actividad mental, la implicación y la moti-
vación la que ponen a éste en disposición de aprender y establecer sus objeti-
vos personales.
La unión de estos elementos están en el centro del aprendizaje acti-
vo: para que un sujeto aprenda tiene que haber (emocionalmente, cognitiva-
mente e, incluso, físicamente) un intento consciente de comprender o inte-
grar el conocimiento que se tiene, con una disposición a rectificar y analizar
los errores, con un objetivo deliberado por reconocer y fijar los factores que
han conducido al éxito o a la comprensión.
El desafío que se configura, entonces, es pensar como nuestras escue-
las, en sus acciones cotidianas, pueden organizar actividades educativas que
provoquen la demanda de aprendizaje significativo. En el momento actual, los
proyectos pedagógicos deben buscar la coherencia entre las prácticas de en-
señaza y los nuevos paradigmas científicos que, en el contexto de los emer-
gentes cambios, deben estar presentes en las reformulaciones pedagógicas.
A partir de las ideas de Piaget y Vygotsky, dentro de la teoría socio-
constructivista-interaccionista aliada con el uso de las TIC, es posible presen-
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tar al alumno un nuevo ambiente transformado y resignificado en el sentido
de ser, estar, sentir y de comunicar, más allá de la experiencia del empo-
werment. Es decir, se da la oportunidad de hacer aquello que antes se consi-
deraba imposible. Así, pues, es necesario crear un ambiente rico en estímulos
intelectuales, contextualizado, motivado para trabajar con actividades en
grupo a través de la interacción alumno-alumno y profesor-alumno. Estas teo-
rías del aprendizaje explican las relaciones entre los sujetos, los objetivos de
aprendizaje y el proceso de mediación, a fin de aumentar el potencial cogni-
tivo de los alumnos y motivarlos a aprender. Es decir, las relaciones con el
conocimiento gana una nueva dimensión ya que el sujeto cognitivo es cons-
truido en ambientes que incorporan nuevas relaciones con los objetivos de
conocimiento.
Para Piaget lo que un niño puede aprender está determinado por su
nivel de desarrollo cognitivo. Sin embargo, para Vygostky, el desarrollo cogni-
tivo está condicionado por el aprendizaje. De esta manera, mantienen una
concepción que muestra la influencia permanente del aprendizaje en la forma
como se produce el desarrollo cognitivo. De acuerdo con Vygostky, un alumno
que tiene más oportunidades de aprender que otro, adquirirá más información
y adquirirá un mejor desarrollo cognitivo (Carretero, 1997).
Las teorías contemporáneas de aprendizaje que abordan el socio-
constructivismo-interaccionista, han llamado la atención de diversos educado-
res por la transformación por la que pasa la enseñanza al incorporar las TIC,
ya que amplían los cambios de aprendizaje y conocimiento de los alumnos.
Las TIC han desencadenado transformaciones en el campo de la edu-
cación. De esta forma surge una nueva sociedad de la información y del cono-
cimiento, que es vista como un desafío para un sector de la humanidad, pro-
vocando un cambio de paradigma, con nuevas formas de enseñar y aprender.
La escuela es un espacio privilegiado de interacción social, mas este
espacio debe interligarse e integrase en los demás espacios de conocimiento
existentes en la actualidad. En la sociedad del hipertexto, la escuela debe
incorporar los recursos disponibles por las TIC, en el sentido de hacer puentes
entre los conocimientos, dando lugar a un nuevo elemento de cooperación y
transformación. En este contexto es preciso desarrollar trabajos para capaci-
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tar a los profesores en relación al uso de esas tecnologías en la enseñanza, ya
sea para la enseñaza presencial, semipresencial o a distancia.
Como no se puede disociar la enseñanza y el aprendizaje, aunque se
está viendo un cambio en el objetivo para aprender, consideramos necesario
hablar del papel del profesor como alguien que es conocedor de los saberes
del alumno, al cual debe proponer desafíos motivándolo para el aprendizaje.
Y las TIC imponen aprendizajes afines que obligan a abrir las puertas de las
aulas. Hoy esos tradicionales espacios de enseñaza-aprendizaje no tienen lími-
te físico, pues las personas pueden intercambiar informaciones, pesquisas,
datos a cualquier hora y en cualquier lugar. Y de esa forma el profesor debe
procurar establecer relaciones con otros profesionales de áreas afines para
que puedan alcanzar los objetivos establecidos en su planificación de aula, o
sea, que sus alumnos aprendan efectivamente.
Marquezi (1997) afirma que un alumno equipado con un ordenador
multimedia y un proveedor de Internet puede aprender en una única semana
mucho más que en un año en el aula. Las posibilidades del uso del ordenador
por los alumnos son inmensas. Ordenadores conectados en red posibilitan a los
alumnos una herramienta de trabajo en grupo que redimensionan el aprendi-
zaje cooperativo/colaborativo, compartiendo información. Los beneficios de
ese proceso de producción de conocimiento son enormes.
Sabemos que tanto mayor es el mundo de un individuo cuanto mayor
es el número de palabras que él conoce, cuantos más conceptos formula y
cuanto mayor es su consciencia respecto a su contexto socio-económico-
político-cultural. Así, mejor es su formación para un mundo globalizado que
exige un ciudadano con múltiples conocimientos.
Ese mundo globalizado desafía a las instituciones educativas que de-
manda de los alumnos una formación compatible con las necesidades actua-
les, creadas a través de las redes electrónicas de comunicación, con Internet
y las múltiples posibilidades mediáticas de acceso a la información y la am-
pliación cada vez mayor, en nuestro planeta, de la producción de conocimien-
tos disponibles en los bancos de datos presentes en el ciberespacio.
Ante esta realidad, la acción docente debe estar dirigida a enseñar
para aprender, visto que la mayor demanda educativa actual es formar suje-
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tos con capacidad de aprender de modo creativo, continuo, crítico y autóno-
mo. Debe ser objetivo de la escuela preparar el alumno para “aprender a
aprender”, para la construcción de nuevos modos de producción del saber,
generando las condiciones necesarias para el necesario y permanente proceso
de educación continuada.
Aprender a aprender es abordado por Piaget (1983) cuando analiza
los factores determinantes del desarrollo intelectual al señalar la existencia
de cuatro factores: la herencia que produce la madurez interna; la actividad
física del niño que se deriva de su actuación sobre los objetos; la transmisión
social considerada por Piaget como un factor educativo; y como cuarto y prin-
cipal factor de desarrollo, la equilibración que explica la posibilidad de variar
el ritmo de desarrollo intelectual, en función de los contextos sociales y edu-
cativos. Para este teórico:
La equilibración me parece un factor principal de ese desarrollo. Com-
prendemos al mismo tiempo la posibilidad de aceleración y la imposibili-
dad de una aceleración que va más allá de ciertos límites. (…) No creo
que suponga una ventaja acelerar el desarrollo de un niño más allá de
ciertos límites. Un exceso de aceleración corre el riesgo de romper el
equilibrio. El ideal de la educación no es aprender lo máximo, maximali-
zar los resultados, sino ante todo es aprender a aprender; es aprender a
desenvolverse y continuar aprendiendo después de dejar la escuela (Pia-
get, 1983: 225).
Aprender y enseñar en el siglo XXI debe ser observado mediante la
búsqueda activa de metodologías pedagógicas, que fomenten, en las redes
informatizadas, las necesidades de accesos a las informaciones y al conoci-
miento. En este sentido, alumnos y profesores precisan caminar unidos en la
investigación y en la búsqueda de modalidades de aprendizaje cooperativo.
Un importante desafío para el aprender y el enseñar en el Siglo XXI es
construir y reconstruir modelos, pues se hace imposible trabajar con un pa-
trón único de procedimientos y estrategias, teniendo en cuenta que las tecno-
logías de la información crean por su flexibilización e integración amplias al-
ternativas de aprendizaje, donde cada profesor y alumno serán al mismo
tiempo usuarios y creadores de nuevos modelos y estrategias de enseñanza.
En la sociedad del Siglo XXI, es la práctica educativa en sí la que ne-
cesita ser revisada en profundidad en relación a sus prácticas didácticas, en
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sus concepciones epistemológicas y en sus distintos aspectos curriculares,
pues el avance de la ciencia, de las tecnologías y de los medios de comunica-
ción, exigen coherencia en los contextos educacionales, necesitando atender
las demandas actuales en relación a los nuevos paradigmas científicos, nece-
sarios en la economía globalizada.
El grande desafío de la educación del Siglo XXI, donde las fronteras
culturales, políticas y, principalmente económicas tienden a desaparecer, tal
vez sea la creación de modelos pedagógicos que atiendan las necesidades de
nuestro tiempo, o sea, que proporcione al hombre una real sociedad democrá-
tica, que permita alcanzar más rápidamente el objetivo de la educación: la
democracia e igualdad para todos.
Esa sociedad democrática debe favorecer la autonomía para que el
sujeto pueda ejercer su ciudadanía. Tener autonomía significa poseer una se-
rie de condiciones para realizar una determinada acción, y dar autonomía a
un sujeto es proporcionarle condiciones para atender sus deseos y las necesi-
dades, además de posibilitarle realizaciones personales, etc. Significa que
precisamos, en el día a día de la escuela, modificarlos espacios y tiempos de
las instituciones educativas, hacer cambios, promover rupturas e ir más allá
de los modos tradicionales de enseñaza y aprendizaje. Cambios significativos
que deben acontecer en las actitudes de los profesores, pues la urgencia es
real. Hay que instaurar el deseo de una comunicación que entienda el alumno
como un sujeto activo, histórico que precisa de técnicas y instrumentos, mas
necesita también comprender la realidad de su tiempo, de su contexto social,
y de ser visto en sus múltiplas interacciones y en sus diferentes capacidades
perceptivas, sensoriales y cognitivas, es decir, que sea percibido como un su-
jeto en sus múltiples dimensiones.
La educación del Siglo XXI debe empezar como un proceso más amplio
de conquistas sociales y políticas, y el camino para alcanzar ese objetivo es la
información, la ciencia y la tecnología. No obstante, integrar tecnología y
educación no significa sólo combinar función técnica y función educativa, sino
colocar a la sociedad en permanente estado de cambio social. En la escuela
del Siglo XXI, alumnos y profesores, en su nuevo caminar, disponen de nuevos
modos de enseñar y aprender. En este continuo movimiento de resignificar las
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relaciones interpersonales se crean nuevas relaciones, en un proceso de cons-
truir conocimientos, nuevas posturas, nuevos estímulos de percepción, nuevas
formas de pensar y nuevas visones de mundo.
Bibliografía
Carretero, M. (1997). Construtivismo e Educação. Porto Alegre: Artes Médicas.
Haeberle, Á.(1997). Un Medio de Comunicación para el Desarrollo en el Rol de
la Televisión en la Educación Masiva. En Atracción Mediática: el fin de si-
glo en la educación y la cultura. Mercedes Cafiero, Roberto Marafioti e
Nadia Tagliabue. Buenos Aires: Biblos, pp.363-369.
Lévy, Pierre. (1999). Cibercultura. Rio de Janeiro: Ed.34.
Marquezi, D. (1997). O bom menino tem auto-educação. Informática – Exame.
Vol.12, nº 135, jun.
Piaget, J. (1983). A epistemologia genética - sabedoria e ilusões da filosofia –
problemas de psicologia genética. São Paulo: Victor Civita.
Silva, M. (2000). Sala de aula interativa. Rio de Janeiro: Quartet.
Vygostsky, L. (1998). Pensamento e Linguagem. São Paulo: Martins Fontes.