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Educar en el Siglo XXI - unifap.br · mo en la visión popular de aprendizaje. Para Piaget (1983), el conocimiento, no procede, en sus orígenes, de un sujeto consciente de sí mismo

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Fonte:

Consultado el (poner fecha) en el Libro de acta del Curso “Nuevas Políticas Educativas para el Siglo XXI”. Departamento de Pedagogía de la Universidad de Jaén. Jaén, España. En el período de 3 al 5 de abril de 2008.

Educar en el Siglo XXI

Elda Gomes Araújo1

[email protected]

Grupo de Investigación IDEO (HUM-660)

Aprender y enseñar en el siglo XXI es un gran desafío que debe estar

presente en el quehacer cotidiano del medio escolar si deseamos vivenciar las

dimensiones humanas de la ética y de la ciudadanía. En un mundo que se tor-

na cada vez más dependiente de la máquina e impactado por las Tecnologías

de la Información y de la Comunicación (TIC), el desarrollo de una nación será

medido por el grado de información que tiene, manipula y produce. Es nece-

sario que la escuela amplié sus conexiones con la sociedad para que pueda

atender sus carencias y sus necesidades. Además, por otro lado, es responsa-

bilidad de los gobiernos elaborar e implementar políticas públicas para el sec-

tor educativo, de formas que permitan la formación de los ciudadanos en la

diversidad de conocimientos, o sea, un ciudadano preparado para las nuevas

necesidades y parámetros del mundo globalizado.

Las formas como el hombre descubrió cómo transmitir las informacio-

nes constituyen uno de los mayores legados de la civilización. En la sociedad

primitiva, los conocimientos eran transmitidos oralmente, o sea, cara a cara,

el emisor y el receptor compartían el mismo espacio físico, y la cultura y la

sabiduría del pueblo estaban relacionadas con sus mitos, leyendas, fábulas,

creencias y tabúes. En esa forma de educación, las personas con más vivencias

se organizaban para transmitir a las nuevas generaciones las experiencias y las

informaciones que permitían mantener la comunidad.

1 Doctora en Ciencias de la Educación por la Universidad de Jaén. Profesora de la Universidad

Federal de Amapá (Brasil).

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A partir de la aparición de la tecnología moderna, la invención de la

imprenta en el siglo XV, en Maguncia (Alemania), por parte de Gutenberg, las

cosas cambian. Surge la presa móvil como el libro, el periódico, mucho más

barato y accesible que los pergaminos y los libros manuscritos. Esos nuevos

medios hacen cambiar el soporte material de la información; ahora la infor-

mación no depende de la memoria para ser preservada y transmitida. Con la

imprenta, la educación entra en la era de la modernidad, haciendo posible

que la información pueda ser compartida de manera irrestricta, en todos los

lugares y en todos los tiempos.

El Siglo XIX trae nuevas tecnologías que posibilitan transmitir la in-

formación a distancia. El acto de aprender y de enseñar gana por medio del

telégrafo por hilo (Samuel Morse, 1837), el teléfono con hilo (Grahan Bell,

1876) y la radiotelegrafía (Marconi, 1895). Todos esos medios ganan un nuevo

aliado, allá por el año 1905, en los Estados Unidos de la América, surgió la

radio como medio de divulgación rápida de información.

Con la llegada de los años cincuenta del Siglo XX, una nueva herra-

mienta aparece en la escena: la televisión. La introducción de la TV en el con-

texto educativo tuvo su inicio en la década de los años sesenta y ha predomi-

nado hasta los años ochenta. Fueron varios los programas educativos creados

con apoyo exclusivo en la TV, pues se trataba de un medio de comunicación

capaz de asociar voz e imagen. Haeberle (1997) muestra que con las primeras

transmisiones de una señal de televisión por satélite, hizo nacer en muchos

educadores la ilusión de que a través de la imagen y de la voz de un profesor

el problema de la marginación educativa, de buena parte del mundo, estaría

resuelto.

Más tarde, otros medios fueron apareciendo en busca de nuevas for-

mas de organización del proceso de enseñanza y aprendizaje, haciendo posi-

ble la interacción entre los actores educativos, profesor y alumno, además de

promover la creación de departamentos de investigación y de formación de

profesores.

Vivimos un momento muy especial en el área de la educación. La

Educación gana impulso gracias al desarrollo de las TIC, combinando docu-

mentos escritos, videos, cintas de audio, programas transmitidos por radio y

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por televisión y con la asistencia de tutores en centros de apoyo – presencial o

a distancia- donde se establecen las relaciones entre los alumnos y entre éstos

y sus tutores, favoreciendo la diseminación y la democratización con el acceso

a la educación en diferentes niveles, permitiendo atender a una gran masa de

alumnos, como de hecho se ha puesto de manifiesto en la última década del

siglo pasado. Otros recursos se han agregado a la educación como el ordena-

dor, la videoconferencia, el teléfono y el fax. Para asegurar el éxito pedagó-

gico es preciso rodearse de múltiples recursos.

Hoy la tecnología de ambientes de red, por ejemplo, es un medio pa-

ra facilitar la interacción social y facilitar el aprendizaje individual a través

de las interacciones con un grupo. Por lo tanto, es un medio que posibilita la

construcción colectiva del conocimiento compartido. En este modelo, cada

alumno puede interaccionar con el profesor, con el material y también con

otros alumnos. Asimismo, el alumno pude aprender directamente de la propia

fuente o ayudado por otro alumno con más experiencia (aprendizaje media-

do), no teniendo la necesidad de la presencia física del profesor para trabajar

con el material de estudio.

Con la utilización de las modernas tecnologías en el campo educativo,

en especial, las tecnologías de la información y de la comunicación en red,

tenemos un nuevo escenario que posibilita al alumno un ambiente rico, entre

diferentes actores educativos, además de permitir su acceso a informaciones

y conocimientos sistematizados. Así, tenemos otra forma de actuar. Antes, el

énfasis del aprendizaje se centraba en el autodidactismo, ahora el nuevo es-

pacio de enseñanza y aprendizaje es mediado por los soportes tecnológicos

digitales de la red. Vivimos en la sociedad del conocimiento, en la cual obte-

ner información ya ha dejado de ser el problema principal: ahora el problema

está en cómo generarla.

Las TIC pueden, dependiendo de la forma como son utilizadas, poten-

ciar el proceso educativo, una vez que posibilitan la manipulación de gran

cantidad de información, permitiendo más fácilmente su almacenamiento, el

tratamiento, así como la recuperación de la información. Mientras tanto, el

uso de las TIC por si solas no aseguran el aprendizaje del individuo. La cons-

trucción del conocimiento depende de la apropiación de la información por el

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individuo, es decir, depende de la utilización de la información y el modo de

atribuirle significado. El contexto de la información en el que el individuo está

inserto puede que no tenga sentido para él, entonces el papel de la educación

es el de producir situaciones para la creación de ambientes significativos que

favorezca, efectivamente, el conocimiento y el desarrollo de nuevas habilida-

des cognitivas. Para Lévy (1999: 160) “aunque los soportes de información no

determinen automáticamente el conocimiento, ellos no dejan de contribuir

para organizar fuertemente la ecología cognitiva”2.

De esa forma, aprender y enseñar en el Siglo XXI, es necesariamente

trabajar con la aprendizaje en una perspectiva de construcción de ecologías

cognitivas, donde la capacidad de aprender está siendo cada vez más necesa-

ria en las distintas interacciones que, como sujetos, establecemos con los

otros, con el medio, o sea, con la sociedad.

Saber aprender y enseñar en el Siglo XXI es enfrentar este desafío en

nuestro contexto educacional actual: crear estrategias para el desarrollo de

una ecología cognitiva generadora de una sociedad del conocimiento, donde

competencias y habilidades para aprender y enseñar sean accesibles a todas

las personas.

El concepto de aprendizaje, como el de educación, es sin duda uno

de los más complejos en el sentido de encontrar un consenso entre los espe-

cialistas. Puede tener varias lecturas que va desde una dimensión biológica o,

una visión psicológica, hasta un componente social. El aprendizaje está en

varias áreas del saber, especialmente, en el área de educación. En el devenir

de los años se han realizado investigaciones con la finalidad de explicarlo.

Estas investigaciones tienen visiones distintas.

La idea de que el sujeto aprende haciendo está muy presente tanto

en el pensamiento pedagógico (Piaget con sus enfoques constructivistas), co-

mo en la visión popular de aprendizaje. Para Piaget (1983), el conocimiento,

no procede, en sus orígenes, de un sujeto consciente de sí mismo ni de los

objetos ya construidos de los que se apodera. El conocimiento resulta de las

2 Lévy define la ecología cognitiva como el medio a través del cual se desarrollan las dimen-siones técnicas y cognitivas de los grupos humanos.

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interacciones que se producen a medio camino entre los dos. Tenemos así la

premisa sobre la que se elabora la teoría, denominada “aprendizaje natural”,

mediante la cual los bebés o los niños realizan sus actividades sin conocimien-

to teórico alguno: prueban y se equivocan, vuelven a probar, rectifican y, fi-

nalmente, aprenden. En este proceso, basado en la teoría del ensayo y error,

se centra la base de todo aprendizaje.

Para aprender haciendo es necesario que el sujeto sea expuesto a si-

tuaciones reales de aprendizaje, pues precisa vivir situaciones que presenten

problemas que tengan relación con su contexto personal, perceptivo, cogniti-

vo y no sólo con problemas “escolares”, alejados de cualquier realidad. En las

formas tradicionales de enseñanza, muchos de contenidos que se han enseña-

do en la escuela no guardan relación con la vida cotidiana del alumno. De esta

manera, no se despierta un interés personal en el sujeto, pues se trataría de

aprender contenidos que no tienen sentido, ya que son los objetivos con apli-

cación práctica los que determinan si es necesario aprender algo nuevo o no.

Todo proceso de aprendizaje debe ser estudiado en sintonía con el

desarrollo humano. Aprender haciendo es una de las formas universales de

aprender. Podemos decir que ese acto se aproxima al aprendizaje natural por

relacionarse con los objetivos y, por lo tanto, despiertan gran motivación por

parte de quien aprende, además de suponer una relación inmediata con el

esquema “entrenamiento-error-acierto”. Para Vygotsky (1998), la motivación

es la base de la acción y la que impulsa necesidades, intereses, deseos y acti-

tudes en los sujetos. Defiende que el pensamiento, las intervenciones y las

experiencias de los alumnos deben ser culturalmente mediadas, una vez que

la cultura estructura su contexto social.

El nexo de mediación está representado por los signos, de manera que

actúan sobre el individuo y sobre el ambiente. Por lo tanto, se trata de un

aprendizaje social, que considera que los procesos cognitivos ocurren durante

la interacción (Silva, 2000).

En las instituciones no escolares como la familia, el grupo de amigos,

el aprendizaje de un oficio no necesita conocimiento científico, pues apren-

der haciendo es una práctica extendida en diversas culturas, sobre todo, en

un contexto de intercambio. Aprender haciendo no se limita al aprendizaje

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manual, ya que cualquier tipo de conocimiento puede ser enseñado y apren-

dido de diversas formas: el sujeto aprende a escribir escribiendo, aprende a

leer leyendo, a hablar hablando la lengua, a poner en funcionamiento una

máquina manejándola, etc., e, incluso, los conocimientos más abstractos se

pueden hacer operativos y transformarlos en un programa de acción. No se

trata de establecer una oposición entre aprender haciendo y otras formas de

aprender. De lo que se trata es de revalorizar el aprendizaje práctico, tanto

en relación a las destrezas simples como complejas, tanto de habilidades físi-

cas como cognitivas, como sabemos bastante descuidado en las escuelas.

En realidad, tras la idea de aprender haciendo, como en cualquier

otro tipo de aprendizaje, se encuentran conceptos más generales y formas

concretas de aprender: en el caso de constructivismo, por ejemplo, cuando un

sujeto aprende la actividad que está realizando pone el énfasis en dicha acti-

vidad que está aprendiendo, lo que supone una mayor implicación cognitiva y,

por lo tanto, una mayor asimilación de estructuras mentales previas al sujeto.

Claro que no es sólo la presencia física del sujeto, aunque pueda pa-

recerlo en algún momento, sino la actividad mental, la implicación y la moti-

vación la que ponen a éste en disposición de aprender y establecer sus objeti-

vos personales.

La unión de estos elementos están en el centro del aprendizaje acti-

vo: para que un sujeto aprenda tiene que haber (emocionalmente, cognitiva-

mente e, incluso, físicamente) un intento consciente de comprender o inte-

grar el conocimiento que se tiene, con una disposición a rectificar y analizar

los errores, con un objetivo deliberado por reconocer y fijar los factores que

han conducido al éxito o a la comprensión.

El desafío que se configura, entonces, es pensar como nuestras escue-

las, en sus acciones cotidianas, pueden organizar actividades educativas que

provoquen la demanda de aprendizaje significativo. En el momento actual, los

proyectos pedagógicos deben buscar la coherencia entre las prácticas de en-

señaza y los nuevos paradigmas científicos que, en el contexto de los emer-

gentes cambios, deben estar presentes en las reformulaciones pedagógicas.

A partir de las ideas de Piaget y Vygotsky, dentro de la teoría socio-

constructivista-interaccionista aliada con el uso de las TIC, es posible presen-

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tar al alumno un nuevo ambiente transformado y resignificado en el sentido

de ser, estar, sentir y de comunicar, más allá de la experiencia del empo-

werment. Es decir, se da la oportunidad de hacer aquello que antes se consi-

deraba imposible. Así, pues, es necesario crear un ambiente rico en estímulos

intelectuales, contextualizado, motivado para trabajar con actividades en

grupo a través de la interacción alumno-alumno y profesor-alumno. Estas teo-

rías del aprendizaje explican las relaciones entre los sujetos, los objetivos de

aprendizaje y el proceso de mediación, a fin de aumentar el potencial cogni-

tivo de los alumnos y motivarlos a aprender. Es decir, las relaciones con el

conocimiento gana una nueva dimensión ya que el sujeto cognitivo es cons-

truido en ambientes que incorporan nuevas relaciones con los objetivos de

conocimiento.

Para Piaget lo que un niño puede aprender está determinado por su

nivel de desarrollo cognitivo. Sin embargo, para Vygostky, el desarrollo cogni-

tivo está condicionado por el aprendizaje. De esta manera, mantienen una

concepción que muestra la influencia permanente del aprendizaje en la forma

como se produce el desarrollo cognitivo. De acuerdo con Vygostky, un alumno

que tiene más oportunidades de aprender que otro, adquirirá más información

y adquirirá un mejor desarrollo cognitivo (Carretero, 1997).

Las teorías contemporáneas de aprendizaje que abordan el socio-

constructivismo-interaccionista, han llamado la atención de diversos educado-

res por la transformación por la que pasa la enseñanza al incorporar las TIC,

ya que amplían los cambios de aprendizaje y conocimiento de los alumnos.

Las TIC han desencadenado transformaciones en el campo de la edu-

cación. De esta forma surge una nueva sociedad de la información y del cono-

cimiento, que es vista como un desafío para un sector de la humanidad, pro-

vocando un cambio de paradigma, con nuevas formas de enseñar y aprender.

La escuela es un espacio privilegiado de interacción social, mas este

espacio debe interligarse e integrase en los demás espacios de conocimiento

existentes en la actualidad. En la sociedad del hipertexto, la escuela debe

incorporar los recursos disponibles por las TIC, en el sentido de hacer puentes

entre los conocimientos, dando lugar a un nuevo elemento de cooperación y

transformación. En este contexto es preciso desarrollar trabajos para capaci-

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tar a los profesores en relación al uso de esas tecnologías en la enseñanza, ya

sea para la enseñaza presencial, semipresencial o a distancia.

Como no se puede disociar la enseñanza y el aprendizaje, aunque se

está viendo un cambio en el objetivo para aprender, consideramos necesario

hablar del papel del profesor como alguien que es conocedor de los saberes

del alumno, al cual debe proponer desafíos motivándolo para el aprendizaje.

Y las TIC imponen aprendizajes afines que obligan a abrir las puertas de las

aulas. Hoy esos tradicionales espacios de enseñaza-aprendizaje no tienen lími-

te físico, pues las personas pueden intercambiar informaciones, pesquisas,

datos a cualquier hora y en cualquier lugar. Y de esa forma el profesor debe

procurar establecer relaciones con otros profesionales de áreas afines para

que puedan alcanzar los objetivos establecidos en su planificación de aula, o

sea, que sus alumnos aprendan efectivamente.

Marquezi (1997) afirma que un alumno equipado con un ordenador

multimedia y un proveedor de Internet puede aprender en una única semana

mucho más que en un año en el aula. Las posibilidades del uso del ordenador

por los alumnos son inmensas. Ordenadores conectados en red posibilitan a los

alumnos una herramienta de trabajo en grupo que redimensionan el aprendi-

zaje cooperativo/colaborativo, compartiendo información. Los beneficios de

ese proceso de producción de conocimiento son enormes.

Sabemos que tanto mayor es el mundo de un individuo cuanto mayor

es el número de palabras que él conoce, cuantos más conceptos formula y

cuanto mayor es su consciencia respecto a su contexto socio-económico-

político-cultural. Así, mejor es su formación para un mundo globalizado que

exige un ciudadano con múltiples conocimientos.

Ese mundo globalizado desafía a las instituciones educativas que de-

manda de los alumnos una formación compatible con las necesidades actua-

les, creadas a través de las redes electrónicas de comunicación, con Internet

y las múltiples posibilidades mediáticas de acceso a la información y la am-

pliación cada vez mayor, en nuestro planeta, de la producción de conocimien-

tos disponibles en los bancos de datos presentes en el ciberespacio.

Ante esta realidad, la acción docente debe estar dirigida a enseñar

para aprender, visto que la mayor demanda educativa actual es formar suje-

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tos con capacidad de aprender de modo creativo, continuo, crítico y autóno-

mo. Debe ser objetivo de la escuela preparar el alumno para “aprender a

aprender”, para la construcción de nuevos modos de producción del saber,

generando las condiciones necesarias para el necesario y permanente proceso

de educación continuada.

Aprender a aprender es abordado por Piaget (1983) cuando analiza

los factores determinantes del desarrollo intelectual al señalar la existencia

de cuatro factores: la herencia que produce la madurez interna; la actividad

física del niño que se deriva de su actuación sobre los objetos; la transmisión

social considerada por Piaget como un factor educativo; y como cuarto y prin-

cipal factor de desarrollo, la equilibración que explica la posibilidad de variar

el ritmo de desarrollo intelectual, en función de los contextos sociales y edu-

cativos. Para este teórico:

La equilibración me parece un factor principal de ese desarrollo. Com-

prendemos al mismo tiempo la posibilidad de aceleración y la imposibili-

dad de una aceleración que va más allá de ciertos límites. (…) No creo

que suponga una ventaja acelerar el desarrollo de un niño más allá de

ciertos límites. Un exceso de aceleración corre el riesgo de romper el

equilibrio. El ideal de la educación no es aprender lo máximo, maximali-

zar los resultados, sino ante todo es aprender a aprender; es aprender a

desenvolverse y continuar aprendiendo después de dejar la escuela (Pia-

get, 1983: 225).

Aprender y enseñar en el siglo XXI debe ser observado mediante la

búsqueda activa de metodologías pedagógicas, que fomenten, en las redes

informatizadas, las necesidades de accesos a las informaciones y al conoci-

miento. En este sentido, alumnos y profesores precisan caminar unidos en la

investigación y en la búsqueda de modalidades de aprendizaje cooperativo.

Un importante desafío para el aprender y el enseñar en el Siglo XXI es

construir y reconstruir modelos, pues se hace imposible trabajar con un pa-

trón único de procedimientos y estrategias, teniendo en cuenta que las tecno-

logías de la información crean por su flexibilización e integración amplias al-

ternativas de aprendizaje, donde cada profesor y alumno serán al mismo

tiempo usuarios y creadores de nuevos modelos y estrategias de enseñanza.

En la sociedad del Siglo XXI, es la práctica educativa en sí la que ne-

cesita ser revisada en profundidad en relación a sus prácticas didácticas, en

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sus concepciones epistemológicas y en sus distintos aspectos curriculares,

pues el avance de la ciencia, de las tecnologías y de los medios de comunica-

ción, exigen coherencia en los contextos educacionales, necesitando atender

las demandas actuales en relación a los nuevos paradigmas científicos, nece-

sarios en la economía globalizada.

El grande desafío de la educación del Siglo XXI, donde las fronteras

culturales, políticas y, principalmente económicas tienden a desaparecer, tal

vez sea la creación de modelos pedagógicos que atiendan las necesidades de

nuestro tiempo, o sea, que proporcione al hombre una real sociedad democrá-

tica, que permita alcanzar más rápidamente el objetivo de la educación: la

democracia e igualdad para todos.

Esa sociedad democrática debe favorecer la autonomía para que el

sujeto pueda ejercer su ciudadanía. Tener autonomía significa poseer una se-

rie de condiciones para realizar una determinada acción, y dar autonomía a

un sujeto es proporcionarle condiciones para atender sus deseos y las necesi-

dades, además de posibilitarle realizaciones personales, etc. Significa que

precisamos, en el día a día de la escuela, modificarlos espacios y tiempos de

las instituciones educativas, hacer cambios, promover rupturas e ir más allá

de los modos tradicionales de enseñaza y aprendizaje. Cambios significativos

que deben acontecer en las actitudes de los profesores, pues la urgencia es

real. Hay que instaurar el deseo de una comunicación que entienda el alumno

como un sujeto activo, histórico que precisa de técnicas y instrumentos, mas

necesita también comprender la realidad de su tiempo, de su contexto social,

y de ser visto en sus múltiplas interacciones y en sus diferentes capacidades

perceptivas, sensoriales y cognitivas, es decir, que sea percibido como un su-

jeto en sus múltiples dimensiones.

La educación del Siglo XXI debe empezar como un proceso más amplio

de conquistas sociales y políticas, y el camino para alcanzar ese objetivo es la

información, la ciencia y la tecnología. No obstante, integrar tecnología y

educación no significa sólo combinar función técnica y función educativa, sino

colocar a la sociedad en permanente estado de cambio social. En la escuela

del Siglo XXI, alumnos y profesores, en su nuevo caminar, disponen de nuevos

modos de enseñar y aprender. En este continuo movimiento de resignificar las

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relaciones interpersonales se crean nuevas relaciones, en un proceso de cons-

truir conocimientos, nuevas posturas, nuevos estímulos de percepción, nuevas

formas de pensar y nuevas visones de mundo.

Bibliografía

Carretero, M. (1997). Construtivismo e Educação. Porto Alegre: Artes Médicas.

Haeberle, Á.(1997). Un Medio de Comunicación para el Desarrollo en el Rol de

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Marquezi, D. (1997). O bom menino tem auto-educação. Informática – Exame.

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Silva, M. (2000). Sala de aula interativa. Rio de Janeiro: Quartet.

Vygostsky, L. (1998). Pensamento e Linguagem. São Paulo: Martins Fontes.