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BIBLIOTECA CLÁSICA GREDOS, 37

Diálogos I - Apología, Critón, Eutifrón, Ión, Lisis, Cármides, Hipias Menor, Hipias Mayor, Laques y Protágoras

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    BIBLIOTECA CLSICA GREDOS, 37

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    PLATN

    D I LOGO SI

    APOLOGIA, c r j t n, e u t t f r n, i o n , l i s i s, c r m i d e s,HIPIAS MENOR, HIPIAS MAYOR, LAQUES, PROTAGORAS

    INTRODUCCIN GENERAL POREMILIO LLED fIGO

    TRADUCCIN T NOTAS POR

    ). CALONGE RU1Z, E. LLED fIGO, C. GARCA GUAL

    &EDITORIAL GREDOS

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    Asesor pura La secc in griega: Carlos Garc a Gual .

    Segn tas normas di: la B. C- G., la traduccin de este volumen ha

    sido revisada por Ca r l o s Ga r c a Gua l y Pe d r o BAd e n a s,

    EDITORIAL GREDOS, S. A.

    Snchez Pacheco. 81, Madd. Espaa, 198S.

    La traduccionc: introducciones y notas han sido llevadas a cabo por

    J. Caln ge (Apohyja, Critn. Ewifrn, Hipias Menore Hipias Mayor}.

    E. U tffon , Lisis y Camines) y C. Garca Gual (laques y Proigonu).

    P r i m e r a lajU-io.M. mayo de 1981.1.Reimpresin, diciembre de 1982.

    2.* RcunprcMoit, septiembre de 1985.

    Depsito Legal: M, 26034-1985.

    ISBN 84-249-0081-2.

    Impreso en Esparta. Printcd in Spain.

    Grficas Cndor, S. A., Snchez Pacheco, 81, Madrid, 1985, 5904.

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    INTRODUCCIN GENERAL

    . EL COMIENZO DE LA ESCRITURA FILOSFICA

    La obra de Platn ocupa en la historia de las ideasun lugar privilegiado y nico. Las pginas que siguenintentan sealar las caractersticas de ese privilegio yel sentido de esa singularidad. El privilegio consiste,

    fundamentalmente, en el hecho de que es l quien habr de marcar una buena parte de los derroteros por losque tendr que desplazarse, despus, la filosofa. La singularidad se debe a que, antes de Platn, no poseemosninguna obra filosfica importante. Platn es, pues,nuestro Adn filosfico o, al menos, ha tenido que asumir este papel. Lo cual no quiere decir que Platn sea,

    en sentido estricto, el primer filsofo. Sabemos queantes de \ hubo una importante tradicin que, de unamanera global e inexacta, se ha dado en llamar preso-crticos. Tales, Anaximandro, Herclito, Anaxgoras,

    JenfaneSj Parmnides, etc., son personajes de esa tra*dicin. Pero por una serie de circunstancias la obraescrita, si es que puede hablarse as, de estos pioneros

    lia [legado a nosotros de manera incompleta y fragmentaria. Es cierto que esos fragmentos recogidos y editados por un genial investigador \ han tenido fuerza no

    1 H. Dihls, Die Fragmente de.r Vorsokrat'tkcr, l vols.. Bcr*

    lin, 1952*.

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    slo para entrelazarse vivamente en el tejido platnico, sino para estimular sin descanso a la fiJosofa posterior. Pero tambin es cierto que si, en los volmenesde Diels, prescindimos del aparato critico, la traduccin y las referencias indirectas, apenas si llegara aun centenar de pginas el legado de dos largos siglosde cultura filosfica.

    A este hecho casual, a este gran naufragio cultural,se debe el que la primera voz importante, por su volumen, en la historia del pensamiento sea la de Platn.

    Ms de veinte dilogos autnticos y unas cuantas cartas, constituyen el legado del intelectual ateniense. Esavoz su obra ha resonado incesantemente a lo largode lo que suele llamarse cultura europea. Ha atravesadoel tiempo, y en l ha experimentado modulaciones diversas, confusas, o ntidas; atentas a sus ms mnimasinflexiones, o perdidas en los cuatro o cinco tonos ma

    yores de esa voz. El desvelo provocado por la obraplatnica ha dado origen a una abundante bibliografaque, sobre todo, en nuestro siglo, ha contribuido aenriquecer las perspectivas desde las que aproximarnos al filsofo griego y poder afinar nuestra sensibilidad para escuchar mejor su voz y el posible mensajeque, a travs de ella, pudiera comunicrsenos2.

    El problema, sin embargo, consiste en saber si esposible esa aproximacin a travs del ingente material de interpretaciones que, dificultndonos la lectura,

    2 Sirvan como ejemplo del inters por Platn los dos volmenes de la revista Lus t rum dedicados, exclusivamente, ale bibliografa platnica: L ust rum I n t enw i i ona le Forsd i ungs-bcrichte aus dem Berelch des klnssischen Altenums4 (1959), y5 (1960), en los que H. Cherniss ha recogido 2.025 ttulos sloen Ir los aos 1950-57. Tambin, la Phil osoplr i sche Ri w dschau,en tres nmeros especiales de los aos 1957, 1961 y 1976, hapublicado ms de mil pginas, en las que E, M. Man\sse habecho la resea de los ms importantes libros publicados eningls, alemn y francs, sobre el filsofo ateniense.

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    nos proyectan desde los tpicos en que, repetidamente,se encuadra el platonismo. Pero, al mismo tiempo, lavuelta a un pasado terico, apoyado en el lenguaje,nico y exclusivo medio en el que llevar a cabo esaaproximacin, condiciona tambin nuestra representacin de ese pasado y plantea continuamente el alcancede su sentido.

    Un cierto primitivismo hermenutico ha sido, pues,la causa de que gran parte de las investigaciones sobrela filosofa griega y, podra decirse, sobre la filosofa

    en general reflejen esa monotona de respuestas quenos ha dado la historia de la filosofa. Porque muchasde estas respuestas no han sido provocadas por preguntas originales, sino que surgan como simples descripciones, como recuento de filosofemas, de estereotipos tericos, en los que se narraba lo que sueletrivializarse como exposicin del * pensamiento de un

    filsofo.Pero si tiene sentido la lectura del pasado y, en l,de las ideas que, como resultado de la experiencia conel mundo y los hombres, alcanzaron a expresarse enel lenguaje, esta lectura ha de realizarse en una atmsfera peculiar. No puede tener lugar en el espacio tri-vializado de una tradicin cuajada, en parte, sobre

    cauces que hoy son insuficientes para dar cabida a unpensamiento y a unas experiencias que han desbordado siempre sus mrgenes* Precisamente, el interspor encontrar respuestas nuevas en la tradicin filosfica o literaria, slo puede alimentarse con la diversidad de las preguntas que podamos hacerle. Investigar,entender, consiste, sobre todo, en preguntar. La lectu

    ra de un texto que llega hasta nuestro presente desdeun tiempo perdido, no puede nicamente alcanzar laplenitud de su significado en funcin de los problemasque, a primera vista, nos plantee, sino de todos losplanos que seamos capaces de descubrir con nuestras

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    preguntas. Hacer historia es saber preguntar al pasado, Y saber preguntar consiste en formular continuamente aquellas encuestas que necesita la soledad delpresente, para encontrar compaa y solidaridad entodo lo que le antecedi. Hacer historia es reivindicarla continuidad, humanizar el tiempo, al aceptar lasmodulaciones que en la monotona cronolgica ha marcado la voluntad humana. Por eso, hacer historia es,adems, proyectar el futuro, orientarle en la clarividente recuperacin de lo que otros hombres hicieronpara traernos el presente desde el que historiamos.

    Por supuesto que no se trata aqu de plantear cuestiones metodolgicas o hermenuticas de difcil encaje,sino de intentar descubrir alguna perspectiva quepermita escuchar, con relativa claridad, la voz del filsofo ateniense. Convertir, pues, la lengua en habla;actualizar, en lo posible, el lenguaje platnico para, en

    esa actualizacin, recuperar los estmulos a los que esavoz responde, los contenidos que trasmite y los personajes a los que se dirige.

    II. EL PENSAMIENTO COMPARTIDO

    En torno a toda filosofa importante han surgidoteoras subsidiarias y discusiones sobre ellas. Estas discusiones lian fructificado en una clase intelectual deinvestigadores que entretejieron a esas figuras filosficas en el hilo de sus propias ideas. Tal vez esta sub-jetivizacin de los objetos histricos sea inevitable,pero, a veces, ha quedado slo la urdimbre de esas

    interpretaciones prolongadas en el vaco aire de especulaciones, sin el objeto que, en un principio, las habaoriginado. La vida, la realidad presente y la pasada sehan convertido as en tema de abstracciones interminables, de difcil lectura, si se pretende or tras ellas

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    algo tan concreto e inmediato como una voz y unmensaje.

    Platn, sin embargo, merece, en este sentido, unaespecial atencin. El filsofo que inici la escritura filosfica lo hizo bajo la forma de dilogo. El primerfilsofo-escritura no nos leg largos tratados sobre elser, la justicia, o la bondad, sino que, agrupando unacompleta galera de personajes de su tiempo, los pusoa hablar, y en ese habla, en boca de Scrates, Laques,Cnnides, Adimanto, Gaucn, Hermgenes, Lisis, etc.,consiste ja filosofa platnica. Por ello, no tiene sentidoesa divertida objecin de la dificultad de entender loque Platn quera decir, de lo ambiguo de su planteamiento, de los finales sin solucin y sin respuestas definitivas. La filosofa de Platn es la suma del discurso de todos los interlocutores de sus dilogos, la suma detodas sus contradicciones. De ah su inacabada rique

    za, de ah su modernidad. Precisamente por ello, nossigue interesando: no por las posibles soluciones quepudiera ofrecer a tantos problemas como aparecen ensu obra, sino porque en ellos seal la mayora de lascuestiones que han seguido preocupando a la filosofa.Pero, tal vez, al descubrirlas en el habla de sus interlocutores, al ver en ese friso de la sociedad ateniense

    el concreto nacimiento de los problemas filosficos,pueda llegarse a un punto eD el que plantear, una vezms, el significado de una obra filosfica importantesea, definitivamente, dar un paso largo en direccin ala filosofa, a la clarificacin de algunas de sus aporiasms tenaces y a la solucin de alguna de sus ms este-rilizadoras crisis.

    1. Ques un dilogo pl at ni co?

    El contenido de Ja filosofa platnica se nos entregaen un discurso que entrecorta la intervencin de los

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    interlocutores. Como la escritura apenas si era usualen la comunicacin de las ideas, la nica forma de contacto intelectual fue el encuentro entre los ciudadanos.Efectivamente, Atenas ofreca la posibilidad de eseencuentro. Se reflexionaba en la calle, en los gimnasios,en el gora. Se pensaba en voz alta- Todo pensamientoera inevitablemente transformado en lenguaje paraalguien: un pensamiento compartido, esperando elasentimiento o el rechazo, pero creciendo siempre entreaquellos que participaban en l. Tambin antes de Platn y Scrates hubo comunicacin filosfica, pero esos

    fragmentos de los filsofos de los siglos vi y v a. C., loson de poemas, al estilo de los tradicionales poemaspicos, de apotegmas semirreligiosos, de pequeos discursos. Su fuerza radica en la independencia y novedadde sus contenidos frente a los que transmita la picatradicional, pero la forma conserva an el tono solemne,

    casi dogmtico, del lenguaje religioso Era una filosofa litrgica, ritual, con un tinte soteriolgico apoyadoen la misma solemnidad de un Logos, todava no Dilogo. El pblico que oyera recitar el poema de Parm-nides, o Llegase al conocimiento de un2s palabras deHerclito, debi de escucharlas con la actitud pasiva yesperanzada del que oye un mensaje que le pide aca

    tamiento, aunque abriese un pequeo resquicio de claridad en la total tiniebla que era, entonces, el mundopara los hombres. Sin embargo, este lenguaje dogmtico, monopolizador de una exclusiva visin del universo, corri paralelo a una serie de realizacionesprcticas que tambin llevaron a cabo algunos de estosprimeros filsofos. Precisamente aquellos de los que no

    conservamos ms que unas cuantas palabras sin contexto. Sabemos que ensearon a medir distancias, avadear ros, a observar los astros, a dividir el tiempo, a federar ciudades. Entre los hexmetros de Parmni-des y las realizaciones prcticas de Tales, comenz a

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    aglutinarse ese conglomerado de proposiciones queJuego haba de llamarse filosofa.

    Peror con Platn, la filosofa presenta su radicalinstalacin en el lenguaje; en el lenguaje propiedadde una comunidad, objeto de controversia y de anlisis.Los dilogos de Platn constituyen, por ello, una de lasformas ms originales, a travs de la que nos ha llegadola filosofa, Platn aproxim lo que suele denominarsepensamiento a la forma misma en la que el pensamiento surge: el dilogo. Pero no el dilogo como

    posible gnero literario, sino como manifestacin deuo espacio mental en el que concurra el lenguaje, dela misma manera que en el espacio de la Polis concurra La vida. As, consecuente con la realidad de lapoca, Platn llev a cabo, para hablarnos de susideas, la casi contradictoria operacin de escribirdilogos. Porque un dilogo es, en principio, el puente

    que une a dos o ms hombres para, a travs de l,exponer unas determinadas informaciones e interpretaciones sobre el mundo de las cosas y de los significados. En este sentido podramos decir que, para lafilosofa, en principio fue el dilogo, o sea, la pre-sencia viva y originaria del Logos. Y Platn, que eraconsciente del carcter secundario de la escritura, tal

    como nos lo cuenta en el Fedro (247c), y que habaheredado una tradicin en la que et lenguaje escritoera simple colaborador del verdadero acto de comunicacin humana, que es el lenguaje hablado, puso demanifiesto, en la escri turade sus dilogos, el carcterpreeminente de la vida, de la realidad, sobre el clausurado y abstracto universo de los signos.

    En esta escritura, Platn pretende superar lo queel dilogo ocasional pudiera tener de perecedero. Elpensamiento como algo interior, segn nos informaPlatn (Teet* 189e) dilogo del hombre consigo mismo, haba surgido ya en el siglo v a. C, cuando,

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    precisamente por ello, comienza a cobrar mayor importancia Ja escritura y a descubrirse as el medio parahacer prolongar hacia el futuro la voz que, de otra forma, no habra podido superar la muralla del instante:

    ampliar la resonancia de la Academia en el mbito msamplio de la historia; convertir, a su vez, a la historiaen una inmensa Academia en la que pudiese continuamente fluir el habla de los personajes platnicos.

    Fruto de la democracia que se haba iniciado en elsiglo v a. C., el dilogo supuso la eliminacin del lenguaje dogmtico. La verdad se desvelaba no en el imperio del sacerdote o del rey, sino en la coincidenciade los hombres, en el enfrentamiento de sus opiniones,en las que no haba, en principio, nadie que administrase ese discurso, que lo impusiese desde el espacioprivilegiado de un monlogo sin respuesta. Es ciertoque los sofistas, iniciadores de las discusiones filosfi

    cas, crearon con ellas un escepticismo ante cualquierforma de discurso establecido y, en consecuencia, dieron lugar a una verdadera democratizacin del Logos.Nadie poda atribuirse el monopolio de la seguridad enlo dicho. Todo era revocable y discutible. No hubo uncdigo filosfico que detentase una lectura frrea einequvoca de las cosas. Pero al dejar reducidos los

    problemas a los limites de su expresin y al marco detantas controversias momentneas, la reflexin sobreel mundo y los hombres se convirti, en primera insr1tancia, en una reflexin sobre el lenguaje, o sea, sobreel dominio intersubjetivo y comunitario en el que cadaconciencia individual estaba inserta.\ Pero hay, adems, otra razn vlida para entender

    la forma dialgica de la obra platnica. Slo un pensamiento ya hecho, cuajado en una terminologa y, enel mejor de los casos, probado en la tradicin y en lavida podra alcanzar la seguridad de una1inequvoca1lectura del mundo. Pero la filosofa creadora, o sea,

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    adecuada a las profundas mutaciones sociales que haban tenido lugar a lo largo de los siglos vi y v a. C nopoda aceptar un lenguaje monoltico, inequvoco, primario y, en consecuencia, falso. El pensamiento sobrelas cosas tena que pasar, previamente, por ser unpensamiento sobre el lenguaje; tena que ensayar unaserie de tanteos, de operaciones previas, que fueran,lentamente, probando todos los caminos posibles porlos que pudiera andar el hombre. En un espacio en elque la experimentacin an no haba tenido lugar paradesarrollarse adecuadamente, no haba alternativa posible. El nico mbito humano en el que se habanalmacenado experiencias, era la lengua. La famosa definicin aristotlica de que aquello que distingue al hombre de los otros animales es el hecho de que puedecomunicarse, utilizando su capacidad de emitir sonidos 3,encontr ya en Platn un precursor. La emisin de

    sonidos no es puramente fsica. La articulacin fon-tica, las modulaciones del aire, convertidas en voz,transmitan contenidos, alusiones a la realidad o ala idealidad y, con ello, interpretaciones de hechoso circunstancias. El hombre se distingua por esa capacidad de hablar y, al mismo tiempo, por disponerde un sistema conceptual y expresivo, la lengua, en el

    que se haba recogido ya t odo lo hablado.Pero el pensamiento que pretendiese continuar uncierto tipo de reflexin crtica, iniciada ya entre losfilsofos jonios, tena que someter a revisin el ser mismo de esa lengua y dar razn, dentro de ella, de lo que deca y man i fest abasobre el mundo y los hombres.

    Los dilogos de Plptn ofrecieron un bloque de len

    guaje, pareci^d al' de los poemas de Homero, las tragedias cjle Esquilo o Sfocles, las historias de Herdoto.Pero njientras stos conservaban, incluso en los di

    3 CiV Abisttbles , Poltica 1253a 10-11.

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    logos de la tragedia, una contextura nica en la quese presentaba el discurso fluyendo anormalmentedesde sus propios presupuestos, en los dilogos platnicos, esta fluencia apareca entrecortada por las pre

    guntas con Las que los interlocutores del dilogo cuestionaban la misma coherencia del discurso. Los dilogos platnicos son, pues, un mensaje emitido, criticado,contradicho por todos los personajes que en ellos intervienen. Es un pensamiento roto ya, desde un principio,por la presin que en l ejercen los intereses, la educacin, la personalidad social de los que hablan. Peroesta ruptura de la aparente coherencia del discursofilosfico acrecienta, de hecho, su riqueza- De la misma manera que el poder, en la democracia ateniense,busc su apoyo en la comunidad de los ciudadanos yquiso brotar, directamente, de elia y disolverse, encierto sentido, en el pueblo, el lenguajepuso a dispo

    sicin de todos los posibles hablantes, los derechosadquiridos a lo largo de su evolucin predemocrtica.Los dilogos de Platn no son slo una contestacinal mismo mensaje platnico, a su propia filosofa, sino,sobre todo, una contestacin a la lengua en s y aL almacenaje de conceptos sumidos natura lmenteen ella yan no criticados, no revisados. El discpulo del

    hablador Scrates, el enemigo de los sofistas, tena,sin embargo, que ser consecuente con la nica formaposible de empezar a filosofar: la investigacin en ellenguaje de la i deol ogaque en l hubiesen depositadolos siglos anteriores. Para ello, no haba ms que unaposibilidad: hacer que el pensamiento fuese el resultado de enfrentamientos y discusiones, convertir el

    discurso en habla, el supuesto conocimiento en opinin,y situar, detrs de todo lo dicho, la ineludible formade una duda. A travs de esta inseguridad es de dondepoda el hombre sacar no tanto un inmediato bloque

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    de seguridades, sino el camino para, ai fin y si eraposible, conseguirlas.

    Esta peculiar forma de dilogos es el punto departida inevitable para entender, verdaderamente, qu

    es lo que pretendi hacer Platn y qu es lo que quisodecirnos. Sorprende, pues, que la mayora de los investigadores no hayan insistido en este hecho esencialpara la filosofa platnica. Muchos de ellos ni siquieralo mencionan, preocupados exclusivamente en descubrir la marcha de los filosofemas de Platn, en resumir sus ideas, en contamos la fbula de lo que Pl atnpensaba. Es cierto que hay en Platn unas ideascentrales; que puede organizarsesu pensamiento, en fundn de ellas; que cabe, hasta cierto punto, constituirun Corpus plafionicum, agrupando sus tesis ms repetidas; pero esto falsifica el contenido de la filosofaplatnica y nos desva de su sentido.

    Platn, aunque pretendi imprimir en los dilogosel sello de lo que el personaje Scrates deca en ellos, y esta impresin poda configurar sus posibles tesisfundamentales, dej, sin embargo, que el argumento, la in formacinsocrtica se deslizase y se perdiesemuchas veces en la trama de los personajes, en el deliciosamente ensordecedor ruido de los que hablan, en

    la voz de los interlocutores que se enfrentan al relativoprotagonismo de Scrates.Lgicamente, en un momento de crisis para la de

    mocracia y condicionado por su tradicin familiar,Platn tena que reconstruir algo de los dogfnasperdidos, tena que demostrar, con sus ideas, la decepcinque la democracia desajustada produca en su sueo

    aristocrtico. El importante anecd otario personal queconocemos, a este respecto, no es, con todo, suficientepara explicar un predominio de dogmas en el incesante fluir de sus dilogos. Lo que realmente imperaes el mar, el inexplorado mar de la lengua, la marea

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    de opiniones, dudas, incertidumbres, que en ella flotan,el apremiante deseo de llegar a algn puerto; pero,sobre todo, la salida de los acantilados de todos loslenguajes antes hablados, para emprender la nunca

    acabada segunda navegacin.

    2. Cmo se U e un dilogo pl al ni co?

    Toda obra filosfica es lenguaje. En ella la palabrase reposa en el silencio de la pgina. La dialctica delo pensado acaba objetivndose en la lgica de lodicho. No queda ya sino el uniforme discurso de lodicho, lo que, al fin, ha alcanzado, despus de vacilaciones y enfrentamientos, Za aparente firmeza de laletra. Pero lo dicho permanece siempre como La nicaposibilidad de alzarse hasta un sentido, de Llegar hastaun pensamiento, o sea, hasta otro lenguaje en 1a mete

    del lector con quien lo dicho de algn modo, tiene quedialogar.La escritura, desde el originario lenguaje hablado,

    es el exclusivo medio en el que se cosifica el procesodel pensamiento y, por consiguiente, la nica plataforma para lanzamos a la aventura de entender, de explicar y de asimilar. La palabra nos transporta hacia la

    realidad cultural e histrica que la provocaba, y hacialos estmulos individuales y colectivos que constituyene integran el espeso horizonte de la historia. Sin estasreferencias, es imposible la lectura de un texLo.

    No se trata, sin embargo, de llevar a cabo complicadas manipulaciones hermenuticas, que nos descubranlos mltiples hilos que constituyen la trama de un tex

    to. EL problema que ha de plantearse es, ms bien,cmo puede lo dicho en el texto alcanzar la plenitudde su sentido, cmo reconstruir el verdadero mundode sus alusiones. Porque toda palabra es, efectivamente,el arranque de la referencia, el centro de una alus i vi-

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    dad. Entender un texto debe consistir en hacer qnecada palabra, cada frase resuene hasta el ms lejanolmite del horizonte histrico ante el que se desplaza.En el caso de un tema exclusivamente especulativop. ej.> algunos de los problemas ms abstractos deel Sofi st a oel Parmni des, de Platn; o la deduccintrascendental de las categoras en la Crt i ca de Ia raznpurade Kant, entender alguna de estas pginas quiere decir traducir ese lenguaje a otro que, al desplegarse, ya no precise ms de traduccin alguna- En

    definitiva> entender untexto ser, pues, hacer que todoslos sintagmas que lo configuran sean iluminados portodos los paradigmas ausentes que lo constituyen.Estos paradigmas pueden ser exclusivamente tcnicosy terminolgicos como el de los ejemplos citadoso culturales, en un amplio sentido.

    Prcticamente, desde Saussure hemos utilizado un

    cmodo esquema pedaggico que, estandarizado porUllman, ha servido para simplificar y, en cierto sentido,trivializar el proceso cognoscitivo. Sobre el conocidotringulo lingstico, se nos ha contado que un vrticeera algo a lo que se denominaba significante,, otro vrtice simbolizaba el signif icadoy, al fin, en el otro, apareca la cosa. Entender deba ser, adems, a]go as como

    intercalar, entre el significante y el significado, una teora de relaciones que, atravesando este ltimo, nosllevase a la cosa, Pero aqu surge La cuestin, cuL esla cosa filosfica?, a qu realidad se vuelven lossignificantes ntre el impreciso campo de los significados?, qu tenemos que entender cuando leemos untexto filosfico, en nuestro caso un dilogo de Platn?

    Parece que nuestros ojos que pasan por los signosescritos, si no necesitamos traduccin, tienen que de-jar lugar a otro momento ms difcil de precisar,porque se apoya en lo que llamaramos interioridad en el que el signo escrito se convierte en significante,

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    o sea, se convierte en estmulo que nos proyecta haciael significado. Pero este dominio del significado estconstruido sobre complicados sistemas referen cales.Un texto verdaderamente entendido ser aquel en elque se han hecho patentes las mediaciones de esasreferencias.

    El texto, los dilogos de Platn, aparecen en nuestro presente. Nos hablan desde un pasado que los engendr y les dio La atmsfera en la que, adecuada ycoherentemente, desplazarse. EL texto est ahi, parali

    zado en e) resultado de aquel monlogo que se sueledenominar, con evidente impropiedad, pensamiento filosfico. La palabra, en estos textos, se cierra en el arcode un dilogo imposible. Porque nosotros no podemosdialogar realmente con l; entre la voz del texto elodo, o los ojos del interlocutor, se ha Intercalado ellargo silencio de la historia. Las variaciones del tiempo

    histrico han ido desplazando la originaria actualidaddel texto; sin embargo, la paciente reconstruccin delos hechos y, sobre todo, la de su significado misin,fundamentalmente, de la filologa pueden ayudamos,de algn modo, a recobrar la actualidad perdida.

    En im dilogo platnico este problema de la reconstruccin o la interpretacin presenta especial inters.

    No ha habido en toda la filosofa posterior ningunaobra filosfica tan viva y, por su misma viveza, taninteligible. El primer nivel de esta inteligibilidad sedebe, sobre todo, al gnero literario en el que estafilosofa se nos ofrece, o sea, al dilogo. Es cierto quealgunos filsofos, o cientficos, han utilizado la formade dilogo para comunicarse, as Bruno, Galileo, Ber-

    keley, Lebniz, etc., pero el dilogo es, en estos casos,la mera sucesin de montonos discursos, puestos enla boca de acartonados y convencionales personajes.Son monlogos, partes de un mismo bloque de ideas,cortados slo por la incisin caprichosa de un nom

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    bre... FUonus, Hylas, Sagredo, Filaleto, que se responsabiliza de lo que sigue a continuacin, una vez queaparece en escena. Al lado de estos dilogos, los dePlatn pertenecen a un gnero absolutamente distinto;pertenecea a la vida real. Los problemas surgen en eldesarrollo mismo de la conversacin; los personajessienten los planteamientos y los vemos asombrarse, ilu~sionarse, divagar, discutir, casi respirar a travs de eseinmenso espacio terico en que PlatD los sumerge, yque cada vez se ampla ms, a medida que hablan ypiensan. Incluso en aquellos largos monlogos, como

    p. ej., el de Diotima en el Banquete, los sentimos atravesados por la presencia de Scrates que los relata, ointerrumpidos por los golpes de Alcibades borracho,en la puerta de Agatn (Banq. 212c). Toda esta invasinde la vida sobre el pensamiento, de la realidad y laperspectiva sobre el xtasis del lenguaje, hace de la

    obra platnica una obra singular y nica, y conviertea la funcin del lector en algo que, en iodo momento,trasciende el acto de leer.

    Adems de la propia proyeccin que, en la lenguagriega, tengan los significantes que apuntan hacia aquello que significan, en el dilogo platnico presenta ellenguaje una nueva proyeccin. Las respuestas que

    busca ese lenguaje no se encuentran en el mbito terico, en la subjetividad del lector que va entendiendoqueslo que ese lenguaje dice. El discurso platnicono discurre, en principio, para nosotros, sus lectores.Aparentemente de espaldas al futuro, el lenguaje dePlatn habla para s mismo, o sea, para la gran familiade personajes que habitan el universo platnico. Todo

    discurso, all, est dicho para el otro, para Adimanto,para Crmides, para Agatn, para Scrates* Toda palabra resuena, no en el inmenso espacio perdido de unahistoria especiante, sino en la cerrada familiaridad deun espacio terico compartido y asimilado por todos

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    sus moradores. No hay respuestas, no hay soluciones,sino que todo lo dicho, incluso lo que parece serlocomo respuesta, queda siempre enmarcado en la dudao en la contradiccin de algn personaje, o en el vacocreador que supone no saber, en el fondo, quin habla,quin es el ltimo responsable de! gran teatro de Platn. Porque cuando nos hemos adentrado alguna vezpor la bibliografa platnica, hemos ledo que muchosintrpretes plantean, como una gran dificultad hermenutica, la trivialidad de que no sabemos si detrs de

    Scrates est Platn, si lo que Platn pone en boca deScrates son ideas socrticas o platnicas, etc.No importa, en absoluto, saber qu nombre colocar

    como responsable de este inagotable torrente de opiniones, de este imborrable reflejo de una poca y delos ingredientes tericos que la constituyeron. Cuandola filosofa se hace respuesta, cuando se configura slo

    en el asptico marco de su propio dogma, el pensamiento se seca y anquilosa; cuando la filosofa se configura como pregunta escuchada, pero nunca plenasmente respondida, como bsqueda, dificultad, encuesta,el pensamiento se dinamiza, y gana as continuidad y,en consecuencia, futuro.

    Precisamente por ello, lo que menos interesa aqu

    es quin haba en el fondo de estos dilogos, para que,as, su autoridad no pueda articular lo dicho en laresponsabilidad de un emisor singular. La fuerza deeste mensaje radica en que, a travs de l, nos ha llegado la ms amplia y completa imagen de lo que es unplanteamiento filosfico y, con ello, la sntesis ms ricade las dificultades que presenta pensar con el lenguaje,

    teorizar en la vida.En el Crm i des (159a), como en el M enn (82b),

    Scrates destaca la importancia de ser griego o hablar griego para que pueda darse el dilogo, y para quepueda configurarse exactamente el planteamiento de

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    una cuestin. Toda obra literaria o filosfica es, fundamentalmente, lenguaje, pero la estructura del dilogopresta, a la materialidad lingistica que la compone,las claves reales de su interpretacin. La preguntasocrtica clava su duda en el lenguaje. La desconfianzaen lo que oculte la masa de lo dicho hace inseguras y,por tanto, creadoras a sus afirmaciones. Porque detrsde las mltiples manifestaciones de los problemas desvelados por el discurso platnico, queda abierta, depar en par, la puerta para nuevas visiones, para ms

    extensas perspectivas.Al lado de esta desconfianza, se descubren tambinlos lmites del lenguaje. Porque ima pregunta formulada no puede encontrar otra respuesta que la que seencierre en el lenguaje mismo, en el habla del interrogado. Quiz no podamos escapar de esta inmensacrcel lingstica, quiz todo el ser, toda la realidad

    no pueda descubrirse, ni siquiera existir, al otro ladodel muro del lenguaje, pero cada una de las interrogaciones platnicas, aun aceptando los lmites de esemuro, es un empeo por mirar ms all de l.

    La pregunta platnica es hacia el lenguaje y desdeel lenguaje; por eso se dirige a un interlocutor que vaa responder. La interrogacin y la respuesta no miran,

    en principio, a la realidad, ni la investigan o experimentan, como despus habr de hacer Aristteles,cuya escritura es un reflejo de lo que ve en la naturaleza, de lo que ve en los animales que observa: Unluminoso ojo que especula y penetra. Platn es, en principio, un fino odo que escucha, aunque sus ideaslo ue realmente se ve pareciesen contradecir la

    preeminencia acstica. O, tal vez, una mirada lingstica, que observa lo dicho, que se esfuerza en despejarlas mltiples incgnitas originadas desde la opacidaddel lenguaje, al iluminarlo con su interrogacin. En eldilogo encontramos, por tanto, un pensamiento rea-

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    lazndose en comn, aunque, para llegar hasta nosotros,haya tenido que solidificarse en escritura- Esta solidificacin presenta, sin embargo, innumerables grietasarticuladas por un tejido de motivaciones y justificaciones que no volveremos a encontrar en la historiaposterior de la filosofa.

    La obra filosfica presenta fundamentalmente cuatro planos distintos: 1) el lenguaje a travs del cualse articula la informacin; 2) los contenidos o significados que ese lenguaje originalmente pretende trans

    mitir; 3) la tradicin de la que parte y que, en ciertamanera, aparece tambin integrada en la comunicacin;4) los posibles lectores que han constituido el horizonte frente al que la obra se despLa2a, y con los que, encierto sentido, cuenta.

    Estos cuatro planos, exentos ya de la originariamatriz histrica, pueden simplificarse en dos: la masa

    ms o menos homognea de sustancia lingstica y ellector que va a procurar entender lo que ese lenguajedice. Pero, en el dilogo platnico la obra filosficaaparece de una manera ms complicada y rica. All lamasa de sustancia lingstica presenta, al menos, lossiguientes niveles:

    1) El lenguaje primero que materializa los posibles

    contenidos. 2) La diversificacin de estos contenidos enfuncin de los interlocutores. 3) El lenguaje de Scratescomo preeminente y, sin embargo, siempre discutiblediscurso. 4) Las mltiples interferencias de los lenguajes y contenidos que se enfrentan en el dilogo. 5) Elautor que se identifica o diversifica a travs de los quedialogan. 6) El autor que guarda su identidad ms all

    de lo que expresan sus representantes en el dilogo.7) El interlocutor histrico, o sea, el lector que, dealgn modo, se interesa tambin en el dilogo y discurre azarosamente por lo escrito, como dialoganteperdido, cuya voz no se escuchar nunca. 8) El lector

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    total, que pretenda globalizar el resultado de todo ellargo dilogo, que busque el hilo que anuda tantasopiniones, y lo enhebra en algo que llamar: el pensamiento de Platn.

    Los planos mencionados pueden sintetizarse encuatro: 1) el lenguaje y sus referencias como tal lenguaje; 2) el dilogo y las modificaciones de contenidodebidas a las inflexiones y opiniones de los dialogantes;3) los interlocutores que diversifican esos contenidos,los enfrentan y analizan en funcin de motivacionesoriginadas por la educacin, biografa, intereses, etc.;4) el lector-interlocutor que oye un discurso quebradocontinuamente por su estructura de dilogo, y quenecesita un cdigo ms complejo para entenderlo.

    El planteamiento diversificador ms elemental en eldilogo es la pregunta que busca justificar un trminoo un concepto. Son centenares las preguntas socrticas

    sobre modelos como: Contesta Scrates, ques laretrica en. tu opinin (Gorgis 22b); Qu dirasHipias que esla ley, un bien o un mal para las ciudades? (Hip ias Mayor2&4d); El poder de la opinines anlogo o distinto al de la ciencia? (Rep. 477b), etc.

    Desde la masa del lenguaje se va formando, entre los meandros del dilogo, una pregunta que se expresa

    en unques?La formulacin de tal jncertidumbre,paralizadora del fluir del discurso, viene preparada porun lenguaje que busca saltar al otro lado de su propiainseguridad. Hay un dominio ms o menos indefinidode problematicidad que, necesitando situarse en unterreno ms firme, remansa su cauce indeciso en eldique de una interrogacin. Cada pregunta marca, pues,

    un estadio en el dilogo y, desde el momento que seplantea el ques, se va camino de una respuesta quesature la interrogacin, disparada desde el dilogoprevio, hada todo lo que an se va a hablar. Sumergidala pregunta en la respuesta integradora, se va perfi

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    lando, otra vez, la nueva incertidumbre. Pero, cul esel criterio unificador de pregunta y respuesta? Conqu se contrasta la pregunta para su repudio, o asimilacin en el discurso posterior?

    En una interpretacin clsica de la filosofa platnica diramos que hay en el lenguaje dos niveles:el nivel real de Jas opiniones, de los criterios que nohan sido contrastados ni verificados, y el nivel ideal,el nivel del eidos, que preside al lenguaje y que, articulado en un espacio indiscutible, constituye la norma y,

    en definitiva, la verdad ante la que se mide la realidad,en este caso el lenguaje de las opiniones. En el mismolenguaje tiene que habitar, de algn modo, este destellodel mundo ideal que es, al fin y al cabo, metalings-tico, para que toda pregunta pueda, en cierto sentido,contestarse, y todo problema solucionarse. Es posibleque estas respuestas o soluciones no sean definitivas,

    no lo sean plenamente, pero el que llegue a formularse una pregunta, enunciada con unques?, implica quees esperada una respuesta y que es posible contestarladentro de los mismos presupuestos del lenguaje.

    Las respuestas pueden ser de dos tipos: la descript ivay la lgica. La descript iva se construye sobre elsiguiente esquema: a) Pregunta que alude a un sistema

    conceptual ya establecido, y dentro del cual esperaramos la respuesta, p. ej., qu es un nmero irracional?,qu es el movimiento?, qu es un juicio sintticoa pr io r i ?b) Respuesta que, desde un sistema conceptual, asume la pregunta y la disuelve y explcita en unlenguaje dentro del que ya no es necesario volver aplantearla, c) Teora que sustenta ese lenguaje; que

    tal vez no captamos en toda su amplitud; pero que hace coherente la pregunta con la respuesta. Esta teoradesempea un papel parecido ai del mundo ideal platnico. Su existencia permite, precisamente, el que tenga sentido la pregunta, cuyo momento de incertidum-

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    bre queda, automticamente, superado en el esquematerico de la respuesta.

    La respuesta lgica, no quiere decir sino que sedesenvuelve en el mismo nivel del Logos, sin que haya

    un tercer nivel terico, constituido ya con anterioridada la pregunta y que predetermine el mbito de la explicacin. El esquema sera, por tanto: a) Preguntaque, en principio, no espera respuesta desde ningnnivel conceptual preestablecido, p. ej., qu es la verdad?, qu es la belleza?, etc. b) Respuesta que, desde7.a misma lengua, desde su mismo cdigo natural, configura una explicacin subjetivizada por la peculiarperspectiva con que el interlocutor ve el mundo y haconstruido en l su personalidad. Este tipo de respuestas pueblan los dilogos de Platn, y su posible verdadconsiste en la cantidad de asentimiento que puedanprovocar en los interrogadores.

    En el nivel descript ivo, el tringulo semntico, anteriormente aludido saturarla plenamente sus tres vrtices siendo la cosa, de algn modo, la definicin que,dentro de una teora fsica, o filosfica, pudiera darse:as, la respuesta aques la luz?en la fsica moderna,seran las distintas definiciones que ofrezca la fsica departculas u ondas. La respuesta aquson tos j u d os

    si ntt i cos a pr i or i? sera un par de lneas de laCrt i ca de la razn pura. Porque, fuera de esta respuesta en cada uno de los cdigos lingsticos, qu podraser la cosaluz, la cosajuicio sinttico a pr i o r i?

    En el supuesto nivel lgico, la cosa filosficapresenta una mayor dificultad por lo que respecta a sugrado de consistencia lingstica El significado de las

    palabras justicia, belleza, realidad consiste enlos campos semnticos establecidos en torno a ellas,en las resonancias con que se han enriquecido en sulargo contraste con los ms diversos contextos. Peroestos campos semnticos son amplios e imprecisos; su

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    significado no responde de una manera tan clara comoel de gato, al trmino castellano gato, o al alemnKatze. Esta amplitud del significado hace que la posible cosa terica, del tercer vrtice del tringulo,tenga que ceir y concretar la vaguedad de la referencia, la imprecisin del significado. La respuesta que dael interlocutor socrtico consiste en concretar, desde lalengua, los trminos exactos en los que, como personajedel dilogo, la convierte en habla. Cada respuesta, eneste nivel, son hitos del lenguaje, diversos estadios de

    concretizacin, en los que, por un proceso de parcialesaciertos o totales errores, se va dibujando, en la trama de la lengua, el hilo del habla, en boca del determinadointerlocutor*

    En este ptmto se plantea una nueva cuestin: cmoes esperada y desde dnde es esperada la respuesta?Tiene que haber, de alguna manera, una conexin con

    el que pregunta, para que la respuesta sea aceptada.Ha de darse una especie de dominio trascendental, uncampo intermedio en el que se extienda la preguntahasta chocar con la respuesta que se aproxima. Si nohay este dominio comn, esta frontera en una tierrade nadie, no puede darse la comunidad dialctica.

    La respuesta descript ivaimplica el clausurado universo de una teora, por encima de la usual experiencia de la lengua. Ese universo es, en cierto sentido,metalingstico, aunque se nos comunique bajo la me*ludible forma de lenguaje. Est regido por cdigosdistintos o ms limitados que el cdigo que orienta lospasos esenciales del lenguaje natural. Las configuracio

    nes de esos cdigos son, adems, paralingiisticas; secien a las peculiares leyes del paradigma cientfico ofilosfico que las constituyen*

    Por el contrario, las respuestas lgicas, o sea, aquellas que no se levantan desde ningn cerrado dominio

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    terico, sino que van surgiendo de la matriz mismade la lengua hablada por los personajes de un dilogo,crean, con su mensaje, el cdigo ai que se cien. Estas respuestas, suponen que dentrodel lenguaje existe unaentidadque presta comunidad! continuidad y coherencia a lo dicho. En este momento la respuesta se despegadel planteamiento concreto del logos, para realizarseabstractamente en el eidos. Pero, as como podemosaceptar las respuestas descriptivasen nombre de laclaridad que comporta una teora evidente, las respuestas lgicaslas vamos aceptando desde un difuso campo de intereses, en el que las motivaciones vitales oideolgicas del que acepta una respuesta fraternizan,con idnticas motivaciones, en el interlocutor que lasformula. En el terreno de las respuestas que no hansido previamente ya teorizadas en un sistema conceptual, Platn intentaba mostrar la imposibilidad de que

    una de esas respuestas verificase plenamente la pregunta. En su poca de madurez esta respuesta no poda hacerse totalmente en el l engua j ede ah sus contradicciones y su escepticismo lingstico, porque ellenguaje era doxatopinin, y Platn pretenda ir msall, hacia el lugar del eidos, de las ideas. Los dilogosplatnicos no persignen una respuesta positiva a los

    interrogantes que en ellos surgen. Las respuestas sonmomentos parciales que, en el mejor de los casos, vanorganizando el enfrentamiento final con el eidos, queno es sino silencio. Haba, pues, que superar el lenguaje, pero pasando a travs de l, tomndolo comocampo de experimentacin, como trasunto en la histo^ria de las tensiones y luchas de la sociedad y de la

    misma vida,

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    . CONTENIDO, ESTILO Y COMPLEJIDADDE LOS DIALOGOS

    1, Mat eri a d e los dilogos

    Llegamos as al primer crculo de problemas a quese har referencia ms adelante y que sirve para situarel contenido de la obra filosfica de Platn. Pero, antesde ello, conviene exponer algunas de las que podra-mos llamar cuestiones externas de la obra platnica.En este punto puede plantearse el problema de: cmoexponer a Platn?, qu metodologa seguir para introducimos en este t i c o mundo en el que se refleja la historia de hombres que vivieron hace veinticuatro siglos?

    Es evidente que la nica manera realmente fecunda,es leer a Platn mismo y reflexionar sobre sus plantea

    mientos! sus soluciones y sus aporas. Una introduccinque pretenda ser til tiene, pues, que incitar a esalectura directa y colaborar a situarnos lo ms cerca posible de los autnticos temas debatidos en la obraplatnica. Es cierto que esta lectura directa es la ricamanera posible de conocer realmente la obra de un filsofo, ya se trate de Descartes, Kant, Hegel, Nietzsche;,

    pero !a inmediatez, la frescura y vivacidad, Ja bellezaliteraria de los dilogos, ofrece frente a otros gnerosfilosficos, a otros autores, una extraordinaria ventaja.La origmariedad de la filosofa platnica la primeraobra de importancia en nuestra tradicin presentapor el adanismo anteriormente reseado alguna peculiar dificultad. Si, como se ha escrito, la filosofa euro

    pea no ha sido otra cosa que notas a pie de pginapuestas a los dilogos de Platn4, empezar con una

    * A. N. WflrtHffiAD, Process and Reality, Nueva York, 1929,pg. 63.

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    falsa o insuficiente lectura del platonismo implicarauna falsa interpretacin del pensamiento posterior.Tambin es cierto que, a un pensamiento sin tradicininmediata escrita, hay que presentarlo en el horizontede la historia y la sociedad que lo condiciona. Ayudar aentender la obra de Platn quiere decir rodearla de losdatos histricos fundamentales que acompaen el texto escrito y que sirvan de clave y solucin a muchos desus planteamientos.

    Pocas cuestiones quedan sueltas en la obra platnica que no puedan comprenderse en el marco de losproblemas de su tiempo y de la filosofa ausenteen l,pero> de algn modo, presente en los dilogos. Inclusoaquellas dificultades tcnicas que podran presentar lalectura de los escritos ms complicados: Parmni des,Teet eo, Sof i st ai expresan entre lneas el cdigo parasu interpretacin.

    Pero, junto a la explicacin acertada de esos datoshistricos, cabe tambin, desde la estructura mismadel dilogo platnico, considerar 1a marcha entrecortada del discurso platnico como un medio poderosode estimular el pensamiento y la capacidad reflexiva dellector, para pensar con Jo pensado. De esta manera losvectores lanzados desde el dilogo y que parece que

    nunca han de sumarse para constituir el delimitadoespacio de concretos mensajes, sirven> sin embargo,para prolongar y ampliar continuamente la reflexin,para estimular otros lenguajes en que se replantee denuevo la filosofa platnica y la filosofa que, desde ella,se crea. Por eso, la congelada descripcin de filosofe-mas, de pequeos resmenes en los que se pretende

    encerrar lo que Platn ha dicho, falsifica, la mayor parte de las veces, el sentido abierto de su pensamiento.

    Para llegar a ese pensar con lo pensado importaatender a la organizacin de la reflexin platnicamisma, al ensamblaje de sus argumentos y contradio

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    ciones, en una palabra, a la desarticulacin de los elementos que componen su discurso y, como se ha dichoanteriormente, integran una determinada respuesta, nproceso alternativo de anfisis y sntesis, que Deva adesmembrar y reconstruir los mecanismos mentales ylos contenidos reales de esos mecanismos. Para ello,tendra que llevarse a cabo una disolucin del lenguaje filosfico en la lengua originaria; entender, incluso,ios incipientes trminos filosficos, los an balbucientes tecnicismos, desde el lugar privilegiado que ofreceun lenguaje que, en el fondo, an no ha empezado aperderse con la historia posterior, en el endurecido dominio de 1a terminologa; sentir La lenguacomo habla,l discurso filosfico como opinin particular puestaen la boca de personajes reales que, por ello, hablany obran desde la realidad. Estos personajes, por cierto,no son filsofos, en el sentido usual del trmino, y el

    que sus conversaciones filosficas, pudieran, sin granescndalo, tener lugar entre personajes tan diversos ytan poco filsofos, como los que recorren las pginas delos dilogos, es una prueba ms de la libertad y espontaneidad con qne hay que leer a Platn y con que hayque acercarse a su filosofa*. La materia filosfica setrataba con el desenfado y el an ti academicismo que

    vemos en ios dilogos. Podramos, por el contrario,imaginar una discusin tan libre y por personas cualesquiera sobre los temas filosficos que aparecen enlas cartas de Leibniz, t)escartes, Mersenne, Kant,Herz, etc.? La filosofa se ha convertido en La filosofade los profesores, de aquellos que, pblica o privadamente, se haban profesionalizado en el menester

    filosfico Que requera ya una cierta liturgia terminolgica y unos oficiantes que, en cierto sentido, la administraban. Separada de la vida, y por mucho que pudiera influir en ella, la filosofa, tal vez inevitablemente,iba a desdoblarse en una vertiente de libertad y ima

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    vertiente reseca y rida, incrustada ya en el mismo discurso cartesiano o kantiano, formada no tanto por loque de creador y revolucionario tuviera ese discurso,cuanto por una herencia cultural en la que, como sehabra de decir de Hegel, se almacenaba, por igual, lovivo y lo muerto.

    Tambin el fcil engranaje con la historia de sudempo es un alivio importante para entender el sentido de 1a obra platnica. Claro que esto supone unacomplicacin, ya que las abundantes resonancias, con

    que en los dilogos se recogen los problemas del tiempo, los llenan precisamente de ecos que, de no ser biendeterminados en su procedencia, pueden confundir elsonido autntico de Platn. Sin embargo, quiz no pueda darse en una obra Literaria o filosfica un sonidopuro, una lengua en la que se separe con precisin elmineral de la ganga, o quiz no exista ganga histrica,

    quiz no exista nunca voz individual, mensaje ntido enel que no resuenen las mltiples voces reales de unasociedad y de sus problemas y preocupaciones.

    La obra literaria o filosfica, al ser lenguaje y, porconsiguiente, estar hecha de una materia que preexistecon independencia de su manipulacin individual, aportauna carga semntica, una historia social que se inter

    cala en toda comunicacin personal, convirtiendo asta en algo que trasciende los planteamientos individuales. El lenguaje es la prueba ms contundente delcarcter social y comunitario del individuo, de la amplitud y repercusin de todo mensaje, aparentementesingular.

    A esta facilidad de lectura, debido a la rica carga de

    referencias histricas, de vida real que la obra de Platn lleva consigo, se une el hecho de que no hay dilogoque se baya perdido. Al menos no existe ningn escritorposterior que cite alguna obra platnica que no poseamos. Comparado, adems, con la tradicin inmediata,

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    el texto platnico que ha llegado hasta nosotros se hatransmitido en muy buen estado5. Si se comparan losmanuscritos antiguos que llegan basta los tiempos deFocio con los papiros encontrados en poca moderna,en Egipto, se comprueba la correccin con que loscopistas bizantinos transmitieron los textos. La obraplatnica mereci tambin, en la antigedad, no sloser editada con relativo esmero Trsilo, Aristfanesde Bizancio #sino cuidadosamente comentada, aunquemuchos de estos comentarios hayan llegado a nosotrosde forma incompleta. Los ms importantes son los deProclo al Parmni des, Repbl i ca, Crto, T imeo yA l cbades; los de Hermias al Pedro, y los de OLim-piodoro al Gorgias y al Fedn. Ya en ei siglo n.Albino redact, en griego, una introduccin a la filoso-fa de Platn que se ha reeditado en el volumen VI de1a edicin de Plata de K, Fr. Hermann, en la Biblio

    teca Teubneriana, Leipzig, 1856 (nueva e d 1921-1936).En la tradicin europea fue la traduccin de Marsi-lio Ficino, 1483-84, la que puede considerarse la primera, en la poca moderna, de una larga historia deediciones, traducciones e interpretaciones6. En Venecia,en 1513, aparece el texto griego de la edicin de AldoManucio, y en 1578, en Lin, se publica la de Henri

    Estienne o Henricus Stephanus, cuya paginacin va aservir de pauta internacional para todas las edicionesmodernas del texto platnico. Seguir las vicisitudes deeste texto, hasta las ediciones ms recientes de Biucky Dodds, as como las de sus interpretaciones Tene-mann, Hegel, Scbleiermacher, Grote, Bonitz, Campbell,Burnet, Ritter, Lutoslawsky, Taylor, Wilamowitz, Sbo-

    5 Sobre esta cuestin, vase H , A l u n e , H is t o ir e du t e x t e de P l a i o n , Parts, 1915. Tambin G. JacuMKN, Der PlatODtextu,Nachr. Akad. Gtt . PhiUi is t . KJ11, 1941. (N. S., 4/7, 1942.)

    * Cf., entre otras, la obra de H. von Stbin, Siebert Bcherzur Geschichte des Platonismus, Gotinga, 1862-1875.

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    rey, FriedJnder, Winspear, Robin, Tovar, Crombie, porno citar ms que algunos de ellos, no deja de ser unempeo apasionante, A travs de estas interpretacionesse descubre cmo una obra puede ser leda y entendida;

    cmo cada poca ha proyectado, en Platn, sus propios e inevitables prejuicios, y cmo, de la experienciade esta lectura, podemos nosotros reivindicar nuevashorizontes y comprobar, una vez ms, la riqueza de lahistoria del pensamiento griego y, en general, de todafilosofa. En la lectura de la obra filosfica hay quebuscar, no el recuento y la sntesis de pequeos dogmastericos, de insignificantes cogulos que paralizan elfluir de la vida intelectual de la sociedad, sino el esfier*zo constante por analizar, desde el lenguaje, los esquemas sobre los que se articula la existencia.

    La filosofa, si tiene algn sentido todava el releerlay redescubrirla en sus clsicos, requiere que nos apro

    ximemos a ella con Ja promesa de liberarla de la pesada y, tal vez, inevitable carga de interpretaciones quehan acabado por enterrar su voz originaria.

    La moderna historiografa, ms que una labor de interpretacin, ha de realizar una labor de liberacin, dereplanteamiento de sus autnticos problemas y de losque afectan a la sociedad en la que stos se planteaban,

    aprovechando, por supuesto, todas las investigacionesrealmente valiosas que nos ayuden para llevar a caboesta tarea.

    2. El est i l o platni co

    El esrilo de Platn se ha considerado frecuente

    mente como una dificultad para alcanzar su filosofa.Este planteamiento proviene de un tpico prejuicio acadmico, segn el cual toda filosofa no poda ceder,para ser realmente filosofa, a la tentacin de hacer dela escritura filosfica una entidad suficiente como para

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    alcanzar as un valioso nivel de expresin y belleza. Elsupuesto rigor filosfico, el absurdo mito de la profun*di dad, tena necesariamente que enmarcarse con unlenguaje confuso, enrevesado, que otorgase un ciertocarcter misterioso a la comunicacin filosfica. Ladificultad de esta filosofa, disimulaba con su ropajecrptico, la ms absoluta vaciedad. Lo grave es que unaserie de coanotaciones mgicas han ido tiendo, debido a estos prejuicios, la historia de la filosofa, de talmodo que ha llegado a pensarse muchas veces quecuanto ms difcil pareciese un pensamiento, ms profundo y jugoso era. No es necesario explicitar ms estehecho, que no merecera la pena ser mencionado si nohubiese lastrado, durante siglos, la originalidad y libertad del lenguaje filosfico.

    Precisamente, como no hay separacin entre pensamiento y lenguaje,- el espesor, la vivacidad, la riqueza

    del lenguaje platnico son, entre otras, una prueba msdel volumen, agilidad e importancia de sus ideas.La escritura de Platn, tena que concordar con la

    atmsfera de belleza y humanidad que, a pesar de todas las contradicciones, haba circundado a las realizaciones del siglo v a. C. y que se prolongar en buenaparte del iv. Sera absolutamente anacrnico que una

    poca que haba visto desarrollarse a Sfocles, Tucdides Eurpides, Fidfas, Pendes, Scrates, Gorgias, no seexpresase, filosficamente, como lo hizo PLatn, La belleza, claridad y exactitud de su lenguaje no eran otracosa que la absoluta identificacin con la cultura y lavida real de su tiempo.

    Pero, adems, su lenguaje y estilo constituyen una

    prueba valiosa que nos hace pensar en el seDtdo de lafilosofa, en las diferencias que presenta, ya en su or-gen, frente a la historia posterior. En esta historia, porinteresantes y curiosas presiones tericas y sociales,dignas de ser analizadas ms detenidamente en otra

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    ocasin, lo que se denomina filosofa, ha ido convirtindose en un gnero literario peculiar, importante sinduda; pero radicalmente distinto de aquellas conversaciones surgidas, como al azar, mientras Scrates se baaba los pies en el ro Hiso. Sin embargo, a pesar deesta aparente ligereza, nadie ha negado que all, juntoa esas aguas, tuvo lugar una de las pocas experienciasfilosficas realmente importantes en la historia de lahumanidad7.

    3. D ilogo y f i l osofa

    Otra dificultad que se ha atribuido a Platn consista en considerar la forma de dilogo como algo queentorpeca el contacto directo e inmediato con la comunicacin filosfica- El que semejante argumentohaya podido formularse repetidas veces es una prueba

    ms de los prejuicios y anacronismos con que se hapretendido estudiar la filosofa griega. Habra sidoposible que el discpulo de Scrates hubiese podidoelegir otro medio de comunicacin? No era el dilogola nica forma de expresar la historia ideal de Atenas,la vida intelectual de sus habitantes? Qu otra manerahaba de manifestar comunitariamente lo que pensaban

    y las cosasde las que hablaban? El dilogo era la forma adecuada de la democracia, y el que un aristcrata como Platn dialogase fue una leccin ms de sumagisterio.

    El encuentro con el pensamiento tena que darseall donde el pensamiento se encontraba: en el go-ra, en las calles, en los gimnasios, en la absoluta publi

    cidad de un pensamiento compartido- Tendran que

    7 Sobre el esdlo de Platn, vase, p. ej., C. J. Classek,Spr achh che Dei turt g ai s T rebh rai t pU i t oni schen und sokra-l schen Phi l osophi erens, Munich, 1959*

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    pasar siglos para que el pensamiento se hiciese subjetividad, monlogo; para que se sintiese a la naturalezadistante y al individuo ajeno; para qus el hombre huyese del mundo porque, tal vez, el rrnmdo que buscabaya no estaba ah. Es cierto que Platn comienza a percibir ya esta distancia, pero tendra que pasar todavala poca de Aristteles y su genial anlisis de la natu-raleza sus descripciones de animales en sus obrasbiolgicas, de las manifestaciones culturales retrica, potica, del lenguaje y comportamiento humano analtica, tica, para que el griego comenzase a

    sentir la soledad y la extraeza. Esa soledad en la que,premonitoriamente, haba descubierto la verdaderaesencia de la tragedia. Precisamente, cuando el hroetrgico alcanza su momento supremo, en el que la tragedia se levanta y lo muestra en la plenitud de su ser,entonces se trasparenta tambin la clave de lo trgico:

    la soledad. En ese mismo momento comienza su silencio y su aniquilacin. Porque la estructura de lapsychegriega, para evitar la tragedia, necesita de losotros, se prolonga e identifica con la comunidad, ysta es el verdadero paisaje que acampana a toda manifestacin de su cultura y a los entramados ms sutilesde su pensamiento.

    Esta comunidad, en el orden filosfico, la representpara Platn el dilogo. En l conserva, ms o menosconscientemente, la vida en la que, esencialmente, sepresenta el pensamiento y se fecundan, al entrecruzarse, las ideas. Platn quiere adecuar su obra a unapoca en la que la filosofa no puede arrancar si noes desde la raz misma de la comunidad y de sus

    problemas como tal comunidad. El dilogo nos abre,adems, a otro tema capital del platonismo: l a di alctica. El pensamiento es un esfuerzo, una tensin, y,precisamente, en esa tensin se pone a prueba, se enriquece y progresa. La filosofa para Platn es el

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    cam i no hacala filosofa. No es una serie de esquemasvacos, que brotan, sin contraste, desde el silencio de lasubjetividad, sino que se pi ensa di scut i endo, haciendoenredar el hilo del pensamiento en las argumentaciones

    de los otros para, as, afinarlo y contrastarlo. Una filosofa que nace discut idanace ya humanizada y enriquecida por la solidaridad de la sociedad que reflejay de la que se alimenta. Una vez ms, la gran oposicinentre el camino y la meta, el esfuerzo por llegar y eldescanso de la llegada. Por eso, el dilogo es pedaggico, destaca los pasos que han de darse, y no cree, como los falsos educadores, que la ciencia es algo quese pueda imprimir, de pronto, en el espritu (Rep.518b).

    4. Fil osofa r en el cam i no

    El carcter de encuentro fortuito, de discurso circunstancial, aparece en la mayora de los dilogos. Lasprimeras lneas nos hablan ya de ese fluir de la vida.Los personajes se encuentran casualmente; vienen dealgn sitio y van a otro. Siempre hay una sorpresa deencuentros, muchas veces inesperados, que van a prolongarse brevemente, mientras se remansa la prisa

    inicial en la discusin filosfica. Y luego cuando se hahablado suficientemente, concluye el dilogo con lamarcha de Scrates o de algn interlocutor, en caminopara un nuevo encuentro. Un espacio mental abiertoen la existencia; una salutacin inicial en la que sehabla de amigos, de sucesos y lugares conocidos. Unatopografa real que va a iniciar la topografa ideal de

    los conceptos. Un pintoresco cuadro de poca lo forman estos comienzos de dilogo que no me resisto areproducir a modo de breve antologa impresionista:

    jHola, bello y sabio Hipias! |Tiempo ha que Atenasno recibe tu visita! (Hi p ias M ayor281a). jBienven-

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    do Ion! Be dnde nos vuelves ahora? De tu patria,EXeso?* ( I o n 530a). Cmo aqu a estas horas, Cri-tn? Acaso no es muy temprano an? Por supuestoque s. Qu hora ser, ms o menos? Entre dos luces*(Cr i in43aX De dnde sales, Scrates? Seguro quevienes de ver a Alcibades. A propsito de l, me loencontr el otro da, y me pareci un hombre hermosotodava, un hombre, sin embargo, Scrates, que, dichoentre nosotros, est ya poblando su barba (Progo-ras309a). Habis visto, Nielas y Laques, el combate

    de este hombre armado de todas sus armas? (Laques178a). Haba regresado, la vspera por la tarde, deicampo de batalla de Potidea, aorando volver, por lalarga ausencia, a los lugares que sola frecuentar. Meencamin, pues, a la palestra de Taureas, frente al santuario de La Reina (Crm i des153a). Volva yo de laAcademia, derecho al Liceo, por el camino que, pegado

    a ella, va por fuera de la muralla, cuando al encontrarme junto a la poterna, donde a fuente de Panopo, metropec a Hiptales, el de Jernimo, y Ctesipo, el Pea-nio, y a otros jvenes que con ellos estaban reunidos.Y viendo Hiptaies que me acercaba dijo: A dndevas y de dnde vienes, Scrates? (L is is203a). Quha ocurrido, Scrates, para que dejando tus consabidas

    charlas en el Liceo, te encuentres aqu, en las cercanasdel Prtico Real? (Eut i f rn 2a). As dicen que hayque llegar a la guerra y al combate, Scrates. Quiznos hemos retrasado y, como suele decirse, hemosllegado tarde a la fiesta? (Gorgias447a) Del goravienes, Menxeno? (M enxeno 234a). Quin era,Scrates, aquel con quien t hablabas ayer en el Liceo?

    Os rodeaba tanta gente, que fue intil que me acercase a escuchar; no pude entender nada. Sin embargo, empinndome por encima de los otros, consegu llegar aver algo. Tu interlocutor me pareca un extranjero.Quin era? (Eut idemo271a). Mira aqu viene Scra

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    tes, quieres que le demos a conocer el tema de nuestra charla? (Crfi l o 383a), Me parece que algo s delo que preguntis Precisamente anteayer suba a laciudad desde mi casa de Falero, y uno de mis conoci

    das que me vio desde atrs, me llam de lejos, yllamndome entre bromas dijo: |Eh, faJerense, t,Apolodoro, no me esperas? Yo me detuve y le esper*(Banquete172a). Estuviste t, Fedn, con Scratesel da en que bebi el veneno en la crcel, o se lo has odo contar a otro? Estuve yo personalmente, Eque-crates* (Fedn57a) En compaa de GLaucn, el hijode Aristn, baj ayer al Pireo con Intencin de dirigirmis splicas a la diosa y queriendo ver, asimismo,cmo realizaban la fiesta que iba a tener lugar por primera vez Me pareci muy bella la procesin de losnaturales del pueblo, aunque no menos que la que celebraban los tracios. Despus de orar y de haber visto

    la ceremonia, emprendimos el regreso hacia la ciudadPero Polemarcoj el hijo de Cfalo, dndose cuenta desde lejos, que marchbamos a casa, mand al esclavoque corriese hacia nosotros para pedirnos que le espersemos. Y as fue como cogindome del manto pordetrs me dijo: Polemarco os suplica que os quedis(Repblica 327a-b). Querido Fedro, a dnde vas y

    de dnde vienes? De estar con Lisias el hijo de Cfalo,Scrates, y voy a pasear fuera de las murallas, pues hepasado all mucho tiempo sentado desde por la maana temprano, y siguiendo los consejos de Acmeno, tuamigo y mo, yo doy mis paseos a lo largo de loscaminos; l asegura que son ms estimulantes que losque se dan por las calles (Fedro227a). a Hace mucho

    o poco que has llegado del campo, Terpsin? Hace yamucho tiempo. Y, precisamente, te andaba buscando, yme extraaba no encontrarte. (Teeteto142a). Cuandohubimos llegado a Atenas, procedentes de Ciazmenas,nuestra patria, encontramos en la plaza pblica a Adi-

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    manto y a Glaucn. Adimanto, tomndome de la mano,me dijo: 'Bienvenido, Cfalo, y si algo se te ofrece enque te pueda ser til, dnoslo' (P armni des 126a),Aqu nos tienes, Scrates, conforme a nuestro acuerdode ayer, y he aqu tambin, con nosotros, a este extranjero de Elea, compaero de Parmnides y Zenn(Sofista216a). Te doy Jas gracias, Teodoro, por haberme hecho conocer a Teeteto y, con l, al extranjero( Pol t i co257a). Uno, dos, tres. Pero, querido Timeo,dnde est el cuarto, el que yo agasaj ayer y que ahora me invita? (Timeo17a). Con qu placer, Scrates,como quien va a acabar un largo camino, me veo yaconcluyendo el discurso (Cri t ias106a).

    Los finales de algunos dilogos tambin quedanabiertos hacia nuevas perspectivas, o hacia la vidamisma en la que los personajes vuelven a sumergirse:

    Pues cuando se vayan dirn que nosotros creamos

    que ramos amigos as me considero yo pero nohemos sido capaces de descubrir qu es (Lis is223b).Vente maaoia a casa. Ahora podemos separamos. Nofaltar, Lismaco, maana estar all (Laques 189e).Una vez intercambiadas estas palabras, nos separamos (Protgoras362a). Y despus de emplear as sujomada, al caer la tarde, se fue a dormir a su casa

    (Banquete223d)> A esta pregunta de Critn ya no contest, sino que al cabo de un rato, tuvo un estremecimiento, y el hombre le descubri: tena la mirada inmvil. Al verlo Critn, le cerr la boca y los ojos(Fedn118a). Que la felicidad nos acompae tanto eneste mundo, como en ese viaje de mil aos que acabamos de referir (Repblica 621d). Vmonos (Fedro

    279c). Pues bien, compaero, hasta la prxima. Cuando regrese ya me instruirs. Hoy, puesto que ya has hecho los preparativos, ponte en camino hacia el campo. Hermgenes te dar escolta. De acuerdo, Scrates,pero t por tu parte, ponte a pensar en ello (Crt i l o

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    440e). Es tiempo de que me vaya a otra parte (M enn100c). Maana, al amanecer volveremos a encontrarnos aqu (Teeteto 210d). Djalo para otra ocasin.Ando con prisas y es hora de que me vaya. Qu es lo

    que vas a hacer? Te marchas quitndome la muchaesperanza que tena de aprender de ti lo que es lapiedad? (Eu t i f rn loa). Entonces, me dejis ir?( Fi ebo 67b). T, aydame. Te ayudar (Leyes969a).

    5. La compl ej i dad del pensam i ent o de Plat n

    En un importante libro, Schuhl8 ha recogido losnumerosos temas que constituyen la materia platnica. Despus de la lectura de este trabajo, comprendemos mejor la inapreciable sntesis cultural y la esplndida elaboracin que los dilogos representan. Aqullegan los problemas de una democracia en declive, los

    mitos en los que los griegos haban reconstruido unaespecie de historia ideal para sus frustraciones y logros; la ardua pregunta sobre la felicidad humana,sobre la justicia, sobre la bondad, sobre el placer, sobrela at et. Pero tambin se recogen los planteamientoscientficos de su tiempo, la matemtica sobre todo; la

    cuestin del conocimiento, del cambio incesante de larealidad, del poder de los sentidos, de la memoria, dela imaginacin. El tema de la belleza, del arte y de lafuncin de los artistas ocupa algunas de las pginasms intensas de los dilogos. Creyendo Platn, comoScrates, que la excelencia humana puede alcanzarsecon el conocimiento, dedica a la educacin y a los pro

    blemas de la libertad pedaggica largos debates en la

    8 P. M. Schuhl, Essa i su r la jormat i on de a pense grecque.I n t roduc t ion h is to r ique Vtude de la ph iosophi e pl aoni ci en-ne, Pars, 1949.

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    Repblica. En este dilogo y en las Leyesinciden todoslos temas polticos de su tiempo, desde la teora de lajusticia, hasta las inolvidables pginas en las que sedescriben los regmenes polticos aristocracia, tirana, democracia, oligarqua, timocracia, y la estmo tura de la personalidad humana que se inclina haciacada una de estas constituciones. Y, por encima deesto: la misin del ciudadano o del filsofo; el deseodel conocimiento; la tendencia hacia el bien; el Amorcomo base y estmulo de la vida humana; la relacincon lo divino, con 1a prctica religiosa. La condena de

    Scrates le lleva, unido al problema de la justicia en elEstado, a plantear el tema de la muerte y la supervivencia, y, de paso, a la identificacin absoluta entrepraxis y teora, entre el amplio mundo de las ideas yel pequeo recinto del comportamiento individual; ala indisoluble unin entre lo que un hombre dice y lo

    que haoe. El descubrimiento de las ideas, de un sistemaque organizase el conocimiento y su posibilidad paraarrancarlo de la inestabilidad del mundo, iba unidotambin a una reflexin continua sobre la transformacin de la naturaleza por la tcnica, sobre la transformacin misma del hombre. La delimitacin de los conceptos lleva consigo el inters por aproximarse a las

    pautas que rigen la personalidad humana, a su constitucin, al conocimiento de s mismo. El anlisis de laprudencia, como posibilidad de configurar actos y comportamientos, implica tambin la clarificacin de problemas especulativos, enredados en la trama del lenguaje y conformando la mente del hombre que nopuede defenderse, con su propio juicio, de esta crcel

    lingstica.

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    IV. LA OBRA ESCRITA DE PLATON Y EL ORDENDE LOS DIALOGOS

    1. Prob l emas de cronol oga

    Poseemos todos los escritos de Platn. Su ordenacin en tetralogas se atribuye a Trsilo, astrlogo favorito de Tiberio, en el siglo i d. C 9. Pero la ordenacin de Trsilo se hizo, como era lgico en aquel tiempo,de modo arbitrario, sin tener en cuenta el orden cronolgico de los dilogos. Quiz en otro filsofo no fueratan importante conocer con precisin la evolucin desus escritos y sus implicaciones. Sin embargo, unaobra como la de Platn, proyectada sobre el horizontehistrico ms inmediato y alimentada muchas vecesde 'l, poda estudiarse mejor si se trazaba el arco

    exacto con que se tensa ante la historia. La gran discusin compuesta por la suma de todos los dilogospoda escucharse ms claramente, si se acertaba a determinar el momento de aparicin en escena de losdistintos protagonistas.

    Cmo establecer, pues, el orden de estos dilogos?Un interesante aspecto de la investigacin platnica se

    ha ocupado de esta cuestin con positivos resultadosdesde que L. Campbell, en 1867, public su edicin delSofistay el Polt ico.

    El inters por el estudio de la cronologa obedecatambin a una concepcin particular de la filosofaplatnica que, en principio, se adecuara mejor a unaexposicin gentica que sistemtica. Gnesi s contra

    sistemaeran dos momentos opuestos de dos distintasmaneras de entender 1a filosofa. Si se acenta el as

    9 Cf. V. Gojbl, en Jt E>, 2.a serie, 11, pgs. 58143. Taylr,i b i d pg 11, le supone un rtor; Wtlamowitz, (bli1, pg. 585,irn intelectual de Ja corte.

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    pecto ahistrico del pensamiento, si se quiere ver en lafilosofa un sistemaconcepta] cerrado y en el que suselementos se organizan conforme a una lgica internay absoluta, el desarrollo histrico no slo es improce

    dente, sino que incluso puede estorbar a una consideracin total, homognea de las ideas. Se trata deconfigurar un lenguaje en cuya estructura puedansituarse unos puntos que determinen los limites y elcontenido mismo de lo qnese dice. Pero el sistema noes ms que la caricatura del pensamiento, su efmeracoherencia queda pronto destensada por la presin queen ella ejercen el movimiento del saber y de la sociedad. Una concepcin sistemtica, a pesar de que excepcionalmente pueda ser fructfera, implica una interpretacin dogmtica, intemporal, del conocimiento. Eslgico, sin embargo, que, en pocas en Jas que an noexista Ja conciencia histrica, !a exposicin de (os

    dogmas* filosficos fuese una de las pocas manerasposibles de establecer una cierta racionalidad en lavisin que del mundo nos daban los filsofos.

    Pero, a partir del siglo xrx, con la nueva proyeccinhistrica que iluminaba los productos de la cultura, lafilosofa no poda escaparse a esta modificacin de suscontenidos. Adems, la filosofa platnica presentaba,

    por su propio desarrollo dialctico, una estructura adecuada a la exposicin gentica. Fue Schleiennacher, elgran traductor de Platn al alemn, quien intent razonar una primera organizacin gentica de los dilogos.Su error consisti, sin embargo, en situar al Fedroalcomienzo de la serie. Pero si se aceptaba este orden, lagnesi s apenas tena sentido, ya que no se entenda

    cmo temas importantes del Fedroquedaban abandonados, despus, sin motivo, y aparecan una serie dedistorsiones que entorpecan la evolucin coherente.En lugar de una curva armnica que, mediante puntosclaves de inflexin, desde su arranque, iba configurada

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    por algunos dilogos caractersticos I on , Protgoras,Fedn, Repblica, Parmni des, Leyes, apareca unalnea quebrada en la que, a distintos niveles, se situaban inconexamente los dilogos. Por ejemplo, nuestraidea de la teora poltica de Platn es muy distinta sino sabemos ver La correspondencia y continuidad entreGorgias, Repbl i ca, Polt i co, Leyes.

    A continuacin se recogen algunos de los mtodostradicionales, que han servido, durante aos, para irestableciendo la cronologa de los dilogos, siguiendo

    la sntesis que hace Praechter10. Con el desarrollo delas computadoras, la mayora de estos mtodos son yainnecesarios. De codas formas se alude a ellos, porque

    Jas tcnicas modernas han confirmado, casi siempre,tan meritorios esfuerzos.

    El primer mtodo para establecer la cronologa sebas en cr i t er i os ext ernos:

    1) Referenci a en los dilogos a personas o sucesoshistricos cuya fecha se conoce- Con este criterio seprecisaba el trmino posl quem; pero quedaba, unavez fijada esta posterioridad, una gran imprecisin. As,p. ej., s en el Teeteto se toma como protagonista aEuclides de Mgara, es de suponer que todo el dilogose refiera a una fecha posterior al 399, ya que es enMgara donde Platn se refugia despus de la muertede Scrates. A! comienzo del Banquete(172c) se menciona a Agatn, poeta trgico que triunfa en el ao 416noticia que conocemos por testimonios de gramticos.En honor de Agatn tuvo lugar e] banquete que narraApolodoro y que hay que situar, por tanto, en ese ao

    416 o poco despus; pero Ja fecha de composicin

    1 . Pbaechtbr, Die Philosophie des AJtertums, cu Grwi-driss dt r Geschichte der Philosophie, de Fk- Uebhrwbg, I,Darmstadt, 1957^.

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    debi de ser en tomo al ao 385, ya que ms adelante(193a) se refiere a la disgregacin poli tica de Mandneapor los Lacedemoiiios, que tuvo lugar en ese ao 385(Jenofonte, H elni casV 2, l ) 11.

    2) Referenci as de un dilogo a ot ro. A pesar de queno abundan este tipo de noticias hay excepciones, comolas citas del Sofista, en el Pol t i co284b y 286b. Haymenciones al Parmni des, relativamente claras, enTeeteto183e y en Sofista217c. El Timeo, p. ej comienza con una recapitulacin de la Repblica.

    3) Dependenci a de ot ras obr as de la poca. Quizel tema ms interesante es el de Iscrates y la alabanzaque de l hace Scrates en el Fedro278. Pero Iscratespronuncia, en tomo al ao 390, un discurso coDtra lasofstica que, en cierta manera, atacaba a Scrates. Enel Eut idemo (304d), Platn se toma la revancha. Esto nos hace suponer que el Fedroes anterior al 390 y el

    Eut idemo posterior. Los estudios de Th. Gomperzumostraron que la cuestin no era tan simple y que elFedro era posterior al famoso discurso de Iscrates.El elogio de Platn podra haber tenido lugar despusde La publicacin del Btis i r isde Iscrates, que se refiere a la Repblica de PLatn elogiosamente. Tal vez,entonces, imagine Platn un Iscrates joven y le vati

    cine dotes filosficas, de las que ya Platn es testigocon la publicacin del Busi r is .

    Sin embargo para el establecimiento preciso de lacronologa platnica se necesitaban criterios ms firmes.

    11 Sobre esta cuestin, importante para el tema de 2a con

    cepcin de la historia y de la perspectiva, pueden verse losdatos que aparta G. C Ftetd, Pl ai o and his Contemporari& s,Londres, 1967*, pgs. 72 y sigs. (1* ed,, 193).

    Q Tu. Gompehz, Iscrates und die Sokratik, Wiener St l idien XXVII (1905), 163-207, y XXVIII (1906), 142.

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    Cri t er i os i nt ernos:

    a) Cont eni do real de los dilogosten relacin conla mayor o menor referencia en ellos a temas tpicos

    del platonismo. Este criterio se presta tambin a imprecisiones. Sirve nicamente para determinar losgrandes perodos de la obra platnica: socrtico, teorade las ideas, lgico; pero presenta dificultades cuandose trata de ordenar los dilogos correspondientes dentro de cada perodo. Schleiermacher, p. ej., sostenaque los dilogos que tratan de un tema, con abundantes

    alusiones mticas, son anteriores a aquellos en quePlatn se expresa ms concisamente. As, el Fedroesanterior a los dilogos en que se habla de la divisinde las tres partes del alma sin imgenes o mitos.

    b) Est ruct ur a art st i ca. Los dilogos escritos confuerza potica y en los que los personajes aparecenrodeados de una cierta teatralidad, pinsese en el Protgoras, cuya composicin es ms cuidada y abundanrecursos literarios Banquete, Fedn, son anteriores a aquellos en los que apenas tiene importancia lacobertura artstica y en los que los personajes no tienen la fuerza rd los matices psicolgicos de la primerapoca- As, el Parmni des, Sof i st a, Polt i co, FUcbo. Esposible afirmar que este grupo de dilogos perteneceya a una poca en la que las contrariedades polticasde Ja fracasada experiencia siracusana, han acentuadola melancola del filsofo. La explosin de alegra delProtgoras, el recreo gozoso del Banqueteslo podanexpresarse en una poca de exaltacin vital, incluso deesperanza poltica.

    c) El lenguaje. El criterio ms fecundo y que hadado importantes frutos, ha sido la esomet ra. LewisCampbelln fue el primero que, en el prlogo a su

    u L Campdell, The Sophi st es and Poi t i cus oj Pl ato,Oxford, 1867 (reedicia, Nueva York, 1973).

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    edicin del Sofistay el Polt i co, comenz a establecercriterios estilomtricos, basados en el estudio de partculas o grupos de partculas que aparecan o desaparecan con insistente frecuencia, segn la poca del

    dilogo estudiado14. Dittenberger y von Arnim ucontinuaron estas investigaciones, que pudieron formularsecon precisin matemtica.

    Pero fue Lutoslawski17 quien, con su ya clsicaobra sobre la lgica de Platn, estableci la estilme-tra, como criterio cientfico, para solucionar Jos problemas planteados por la cronologa. LutosJawski resea a todos los autores que le precedieron en el anlisisdel vocabulario platnico, que, sobre la base de lxicode Ast13, se elevaba a 10.000 palabras. Este nmeroabarca los trminos ms frecuentes, ya que el nmerototal de todas las palabras de PJatn supera las 600.000.

    Una palabra rara en Platn es la qe, segn los

    ndices de frecuencia establecidos, ocurre menos de60 veces en sus escritos. Este criterio lxico, era, sinembargo, menos fecundo que el que poda deducirse,no tanto de las palabras, cuanto de las relaciones entreellas, como ya el mismo Platn haba mencionado enel Pedro(236a).

    14 Hay obras, como jas Lcyzs, eo las que CanopbeU encuentra 1.065 palabras nuevas, que, extraamente, no aparecen enlos otros dilogos. Una prueba, tal vez, de su redaccin porFilipo de Opunte?

    W. Di.TTENBeRGER, SprachJche Kriterien fr die Chrono-Jogie der platonischen Dialogen*, Hermcs 16 (1881), 321-345.

    16 Hans von Arnew, De Pl t ons D i al ogs quaestiones chro-nologicae, Rostock, 1896.

    W. Lutoslawski, Th e Or i ginattd Grovsth of Plato's Logic,\ vith aj A ccount o f Pai o's St y l e and o f t he Chronol ogy o f hi sWrit i t igs , Londres, 1897.

    Fjriedrich Ast, Lex icn Pla ton ic ton s ive vocum p la ion ica -ru tn ndex, 3 vols., Leipzig, 1835-1838 (reedicin, Darmsiadt,1956).

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    La estilometria se fundaba en la repeticin de fenmenos estilsticos a los que Lutoslawski denominestile mas. Los esdJemas manifiestan ciertos hbitosinconscientes, que, plasmados en repeticiones y agrupaciones de partculas, expresaban diversas influencias,viajes, medio social, amistades, etc. Este tipo de partculas presentaban, por su exclusivo carcter de tr-itnos reiacionanieSj una extraordinaria facilidad paraser controlados de manera estadstica y, conforme aello, para establecer unos ncleos de comportamientoslingsticos que medan con precisin el encademientode los dilogos *

    2. El orden de tos dilogos

    De acuerdo con los criterios deducidos de largas ycuidadas investigaciones, puede afirmarse con seguridad que, a excepcin de algunos insignificantes cam

    bios, los dilogos de Platn se dividen y organizan enlos siguientes grupos (al lado de ellos se indican brevemente algunos de sus temas generales):

    POCA DB juventud (393 -389)

    Apol oga Problemas de la arel. Discusiones conceplua-on les eo busca de la precisin de denos trminos.

    59 Por supuesto que el roe Lodo esrilomtrico ha tenido algunos detractores, no slo por susplanteamientos concretos, sinopor el hecho de tomar las Leyes como punto de referenciaimprescindible, al considerarse esta obra como la ltima dePlatn. Gilhhkt RrLE, en el ltimo captulo de su libro Plato'sProgress, Cambridge, 1966, sostiene que las Leyes fueron escritas uno o dos aos antes de su ltimo viaje a Sicilia en. el

    36, aproximadamente a los 65 aos de edad (pg. 296). Lo quequed inacabado en la ltima mano que guiso dar a algunosdilogos, entre ellos las Leyes. Por consiguiente, una estilme tra que parte de )a hiptesis de que las Leyeses el ltimodilogo de los escritos est condenada a una total tergiversacin.

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    Critn Preocupaciones ticas. No hay referencia alguProtgoras na a la teora de las Ideas. Socratismo. El temaLaques de La justificacin de Scrates. La justicia enTrasimaco funcin de la muerte de Scrates, Teora menor

    Lists del amor. El sentido de las relaciones famiCrm i des liares.Eut i j rn

    POCA DB TRANSICIN (388-385)

    Gorgias Primer viaje a Sicilia (388-387). Platn tieneM enn 40 aos. A su regreso, fundacin de la Acade

    Eut idemo mia 387, Problemas polticos, Scrates frente aH ipi as M enor los sofistas y, por tanto, frente a la democraCrt i l o cia. Temas presocrticos, sobre todo rfico-pita-H ipi as M ayor gricos, Surge el tema de la preexistencia eM enxeno inmortalidad. Teora lgica de los conceptos.

    Primeros esbozos de la teora de las Ideas,Anlisis del Zenguaje.

    POCA DB MADUREZ (385-370)

    Banquete Teora de las Ideas, base de la epistemologaFedn platnica, de la tica y de la poltica. OrganizaRepblica cin del Estado. Teora del amor. Grandes miFedro tos