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Dehaene El Cerebro Lector

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  • ciencia que ladra...serie mayor

    Dirigida por Diego Golombek

  • Traduccin de Mara Josefina DAlessioRevisin tcnica de Virginia Jaichenco y Yamila Sevilla

  • Dehaene, StanislasEl cerebro lector: ltimas noticias de las neurociencias sobre la lectura, la enseanza, el aprendizaje y la dislexia.- 1 ed.- Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 2014.448 p.; 23x16 cm.- (Ciencia que ladra... // Serie Mayor, dirigida por Diego Golombek)

    Traducido por Mara Josefina DAlessio

    ISBN 978-987-629-358-7

    1. Neurociencias. I. DAlessio, Mara Josefina, trad.CDD 616.8

    Ttulo original: Reading in the Brain

    2009, Stanislas Dehaene 2014, Siglo Veintiuno Editores Argentina S.A.

    Diseo de cubierta: Juan Pablo Cambariere

    Imagen de cubierta: Photos.com ISBN 978-987-629-358-7 Impreso en Altuna Impresores // Doblas 1968, Buenos Airesen el mes de marzo de 2014 Hecho el depsito que marca la ley 11.723Impreso en Argentina // Made in Argentina

  • ndice

    Este libro (y esta coleccin) 9

    Introduccin. La nueva ciencia de la lectura 13De las neuronas a la educacin 15Las neuronas de la cultura 16El misterio del simio lector 17La unidad biolgica y la diversidad cultural 19Una gua para el lector 21

    1. Cmo leemos? 25El ojo: un escner pobre 28La bsqueda de invariabilidad 34Amplificar las diferencias 37Cada palabra es un rbol 37La voz silenciosa 42Los lmites del sonido 47La lgica oculta de algunos sistemas de escritura 48El sueo imposible de la ortografa transparente 52Dos rutas para la lectura 57Diccionarios mentales 61Una asamblea de demonios 62Lectura paralela 66Decodificacin activa de letras 67Conspiracin y competencia en la lectura 70Del comportamiento a los mecanismos cerebrales 72

    2. La caja de letras del cerebro 75El descubrimiento de Joseph-Jules Djerine 77Alexia pura 80Lo que una lesin pudo revelar 82El anlisis moderno de las lesiones 84Cmo decodificar el cerebro lector 90La lectura es universal 93

  • 6 El cerebro lector

    Un mosaico de preferencias visuales 97Cun rpido leemos? 102Electrodos en el cerebro 104Invariabilidad de la posicin 108La lectura subliminal 115Cmo la cultura modela el cerebro 121Los cerebros de los lectores chinos 126El japons y sus dos formas de escritura 128Ms all de la caja de letras 130Sonido y significado 135De la ortografa al sonido 138Avenidas que conducen al significado 140Una marejada cerebral 145Los lmites del cerebro en la diversidad cultural 148La lectura y la evolucin 151

    3. El simio lector 153De monos y hombres 156Neuronas para objetos 158Clulas abuelas 163Un alfabeto en el cerebro del mono 167Protoletras 171La adquisicin de la forma 175El instinto de aprendizaje 176Reciclaje neuronal 179El nacimiento de una cultura 183Neuronas para la lectura 185Neuronas de bigramas 189Un rbol de palabra neuronal 195Cuntas neuronas para la lectura? 197Una simulacin de la corteza del lector 200Sesgos corticales que le dan forma a la lectura 201

    4. La invencin de la lectura 209Los rasgos universales de los sistemas de escritura 212Una proporcin urea para los sistemas de escritura 216Signos artificiales y formas naturales 217Precursores prehistricos de la escritura 219De contar a escribir 221Los lmites de la pictografa 224

  • ndice 7

    El alfabeto: un gran paso hacia delante 230

    Vocales: las madres de la lectura 233

    5. Aprender a leer 235El nacimiento de un futuro lector 238Tres pasos para la lectura 241Volverse consciente de los fonemas 242Grafemas y fonemas: el problema del huevo y la gallina 244La etapa ortogrfica 247El cerebro de un lector joven 247El cerebro analfabeto 251Qu cosas nos hace perder la lectura? 254Cuando las letras tienen colores 259De la neurociencia a la educacin 263Las guerras de la lectura 264El mito de la lectura por palabra completa 268La ineficiencia del enfoque del lenguaje integral 271Algunas sugerencias para educadores 274

    6. El cerebro dislxico 281Qu es la dislexia? 284Problemas fonolgicos 285La unidad biolgica de la dislexia 291El sospechoso de siempre: el lbulo temporal izquierdo 295Migraciones neuronales 298El ratn dislxico 302La gentica de la dislexia 304Superar la dislexia 307

    7. La lectura y la simetra 313Cuando los animales mezclan la derecha y la izquierda 318Evolucin y simetra 321La percepcin de la simetra y la simetra del cerebro 322Los seguidores modernos del doctor Orton 326Ventajas y desventajas de un cerebro simtrico 328Neuronas y simetra 330Conexiones simtricas 333Simetra latente 338Romper el espejo 341La simetra rota o la simetra oculta? 343

  • 8 El cerebro lector

    La simetra, la lectura y el reciclaje neuronal 347Un caso sorprendente de dislexia en espejo 349

    8. Hacia una cultura de las neuronas 355Resolver la paradoja de la lectura 358La universalidad de las formas culturales 359El reciclaje neuronal y los mdulos cerebrales 362Hacia una lista de las invariantes culturales 364

    Ciencias naturales 364Matemtica 364Artes 365Religin 366

    Por qu somos la nica especie cultural? 368Una plasticidad exclusivamente humana? 369Cuando la mente lee otras mentes 371Un espacio de trabajo neuronal global 373

    Conclusin. El futuro de la lectura 381

    Agradecimientos 385

    Bibliografa 387

    Crdito de las figuras 439

  • Este libro (y esta coleccin)

    El fantico incendiario de libros se da cuenta entonces de que todo el pueblo ha escondido los libros memorizndolos. Hay libros por todas partes, ocultos en la cabeza de la gente! Ray Bradbury, Fahrenheit 451

    Libro, t no has podido empapelarme,no me llenaste de tipografa,de impresiones celestes,no pudiste encuadernar mis ojos.Pablo Neruda, Oda al libro I

    Leer es un signo de los tiempos modernos y una actividad rela-tivamente joven para nosotros los humanos. La lectura, con su alfabeto, sus materiales y sus escribas, debe tener unos 6000 aos, pero su lector, el cerebro, ya cumpli unos 200 000 aitos. De dnde sali esta capacidad tan reciente, entonces? Es lo que investiga, y cuenta maravillosamente en este libro, Stanislas Dehaene: qu le pas a ese pedacito de cerebro, ubicado en algn lado abajo a la izquierda, para que de pronto aprendie-ra a leer, como hicimos nosotros cuando temblorosamente desciframos Emilio lee solo. Lee alel, len, letras en alguna pgina de Mi amigo Gregorio, el libro de lectura de primer grado (y s, esto es estrictamente autobiogrfico).

    La gran paradoja que seala Dehaene es la existencia misma de ese pedacito de cerebro lector: para qu y cmo evolucion? Represen-ta una adaptacin en s mismo? A qu? O es un rea que evolucion para una funcin determinada y, ya que estaba, tom a su cargo la de la lectura? Segn el autor, la paradoja se resuelve si se tiene en cuenta que la arquitectura cerebral, que heredamos de pap y mam y de cuan-to humano camin sobre el planeta, admite ajustes, cambios, giros a la izquierda. As fue como la plasticidad cerebral (esa capacidad de cam-bio) le permiti a algn antiguo Borges deleitarse con la lectura para siempre, de acuerdo con un proceso que Dehaene llama reciclaje neu-

  • 10 El cerebro lector

    ronal. Sin nimo de anticipar el final de la historia, vale contar que el autor incluso especula con la funcin originaria de ese cerebrito lector: tal vez tuviera que ver con la agudeza visual para seguir presas y escapar de predadores. Pero para llegar a ese final, haremos antes el ms incre-ble tour de la neurociencia: entender la lectura es entender a nuestro cerebro y, claro, a nosotros mismos.

    En el fondo, el libro trata tambin de ese curioso casamiento entre genes y ambiente, entre naturaleza y cultura, entre un cerebro listo de fbrica y el tuneado que le vamos haciendo a medida que aprendemos. A medio camino entre el determinismo y el vale todo, Dehaene lleva su hiptesis del reciclaje cultural al extremo para explicar los orgenes y los presentes de la alfabetizacin. Casi sin darnos cuenta pasamos revista a experimentos, anatomas, imgenes cerebrales, tambin a los smbo-los que dieron lugar a los distintos alfabetos a lo largo de la historia. Porque en todo esto hay un cerebro de mono que aprendi a leer; he aqu una de nuestras grandes capacidades como humanos. Y cul es el origen de esta capacidad lectora? Estamos solos en la madrugada de la palabra escrita? S y no. Hay experimentos que demuestran que pri-mates como los babuinos son capaces de aprender a discriminar entre palabras y no-palabras. Es ms: luego de aprender las palabras, estos mo-nos son capaces de identificar palabras reales desconocidas para ellos. Esto no quiere decir que estn leyendo; obviamente no entienden el significado de lo que ven, pero lo anterior sera prueba de que la capa-cidad de leer (en el sentido de discernir smbolos escritos) podra ser independiente de la del lenguaje. Ser que de ese modo los chicos van aprendiendo a seleccionar qu de esas cosas extraas que aparecen es-critas en papeles, carteles o la tele son verdaderamente palabras?

    Pero si los monos no pueden comprender significados, nosotros s. Como si tuviramos una palabra en la punta de la lengua, ltimamente se ha podido buscar esas palabras en la punta del cerebro. Comparando la actividad cerebral que se produce en respuesta a la observacin de la misma palabra en diferentes lenguas, cientficos holandeses detectaron circuitos nerviosos que parecen entender el concepto de lo que se lee o escucha. Eso quiere decir que tal vez todos tengamos una especie de diccionario en el cerebro, que nos permite determinar que love signi-fica amor.

    Es que un tema que tambin fascina a los neurolingistas es qu suce-de al aprender una segunda lengua. Por qu nos resulta natural asimi-lar la lengua materna, e incluso una segunda en la infancia, y en cambio sufrimos para pronunciar the cat is under the table una vez adultos?

  • Este libro (y esta coleccin) 11

    Este aprendizaje no slo nos permite comprar un pasaje en el metro de Nueva York o Pars: investigaciones recientes afirman que aprender una segunda lengua nos cambia literalmente el cerebro. El lenguaje influye en nuestra forma de pensar; as, esas dos lenguas nos permiten abrir el abanico de opciones de pensamiento y el cerebro bilinge se demuestra ms flexible; esto es conocido para el lenguaje hablado, pero resulta fas-cinante preguntar qu le ocurre al cerebro lector de distintos idiomas, tanto en lo que se refiere al contenido como a los smbolos y alfabe-tos usados (y aqu Dehaene nos invita al lejano Oriente, para ver qu les pasa a nuestras neuronas cuando leen de arriba abajo ideogramas y signos que no podran ser ms diferentes de aquelos a los que estamos acostumbrados).

    Leer, se sabe, es un placer, y esto tampoco escapa a las lupas neuro-cientficas. Incluso hay evidencia de que la lectura de textos de ficcin tiene beneficios psicolgicos. Un trabajo de la Universidad de Toronto sugiere que la simulacin de la realidad se transmite desde las pginas hasta nuestros cerebros, lo que se traduce en cambios en medidas de empata y de percepcin de relaciones interpersonales. Y esto pareci ser especfico de la ficcin: leer La dama del perrito de Chjov indu-ce cambios en test de sociabilidad en comparacin con leer aburridos prlogos como este (lo cual seguramente no se aplica al resto de este maravilloso libro). As, para el cerebro, la ficcin es mucho ms que un mero entretenimiento.

    Pero tal vez lo ms importante que destacar es que este libro, ms all de ser inmensamente entretenido, enva seales, propone planes, se escapa de sus pginas para llegar desde el laboratorio a los ms diversos mbitos de la sociedad. Hay que destacar que Dehaene tambin se de-dica a pensar cmo conocer este aprendizaje de la lectura o, en su otra pasin, de los nmeros puede traer beneficios al sistema educativo. Es que nuestro autor es, adems, pionero en esta novedosa disciplina que se ha dado en llamar neuroeducacin.

    Tras mucho tiempo de experimentacin en los campos de la memo-ria, del aprendizaje, de la atencin y, como en este caso, de la lectura y la escritura, los neurocientficos notaron que hay un mundo ah afuera y que mucho de lo que hacen con sus bienamados ratones podra llegar a ser aplicable nada menos que en la escuela de sus hijos. Es curioso: se dice que si un mdico de hace un siglo entrara ahora en un quirfano se sentira de lo ms perdido con tantas maquinolas, luces, ruidos, im-genes y robots, que hasta llegan a ocultar al paciente. La medicina fru-to de la bioingeniera, de la computacin, de la biologa molecular se

  • 12 El cerebro lector

    ha transformado por completo. Por el contrario, un maestro de hace cien aos se sentira completamente a gusto en un aula de hoy en da, con sus pupitres o gradas, su pizarrn, su discurso magistral. Y aqu es donde Dehaene se pregunta qu hacer con todo lo que hemos apren-dido del cerebro lector; su respuesta es maravillosamente simple: No es que los cientficos cognitivos reemplazarn a los maestros de escuela [], pero no hay nada en lo que un poco de ciencia no pueda ayudar. Si conocemos ms sobre el cerebro de los alumnos (y el plural del ver-bo abarca a maestros y padres), seguramente podremos comprenderlos ms y ayudarlos, empujarlos suavemente, acompaarlos mejor.

    Parecera que lo que nos dicen los experimentos sobre cmo ensear a leer, a escribir, a aprender aritmtica y, por qu no, a pensar todava no ha traspasado completamente la frontera entre los laboratorios y el aula. Es hora de que ciencia y escuela se encuentren, y este libro es un gran paso en esa direccin.

    Como dira don Jorge Luis, mientras otros se enorgullecen por lo que han escrito, a nosotros nos queda enorgullecernos por lo ledo. En fin, que para el cerebro no hay nada mejor que un buen libro. Y este, sin duda, es uno de ellos.

    La Serie Mayor de Ciencia que ladra es, al igual que la Serie Clsica, una coleccin de divulgacin cientfica escrita por cientficos que creen que ya es hora de asomar la cabeza por fuera del laboratorio y contar las maravillas, grandezas y miserias de la profesin. Porque de eso se trata: de contar, de compartir un saber que, si sigue encerrado, puede volverse intil. Esta nueva serie nos permite ofrecer textos ms extensos y, en muchos casos, compartir la obra de autores extranjeros contemporneos

    Ciencia que ladra... no muerde, slo da seales de que cabalga. Y si es Serie Mayor, ladra ms fuerte.

    Diego Golombek

  • IntroduccinLa nueva ciencia de la lectura

    Retirado en la paz de estos de siertos,con pocos, pero doctos libros juntos,vivo en conversacin con los difuntosy escucho con mis ojos a los muertos.Francisco de Quevedo

    En este preciso momento, su cerebro est realizando una proeza asombrosa: est leyendo. Sus ojos analizan la pgina en pequeos movimientos espasmdicos. Cuatro o cinco veces por segundo, su mira-da se detiene el tiempo suficiente para reconocer una o dos palabras. Por supuesto, usted no se percata de cmo esta informacin va ingresando entrecortadamente. Slo los sonidos y los significados de las palabras llegan a su mente consciente. Pero cmo es que unas pocas marcas de un papel blanco proyectadas en su retina pueden evocar un universo entero, como hace Vladimir Nabokov en las primeras lneas de Lolita?:

    Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entraas. Pecado mo, alma ma. Lo-li-ta; la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos paladar abajo hasta apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo. Li. Ta.

    El cerebro del lector contiene un complicado conjunto de mecanismos que armonizan admirablemente para concretar la lectura. Este talento se mantuvo como un misterio durante muchsimos siglos. Hoy, la caja negra del cerebro se ha abierto y est naciendo una verdadera ciencia de la lectura. Los avances que han hecho la psicologa y la neurociencia a lo largo de los ltimos veinte aos han comenzado a de senmaraar los principios que subyacen a los circuitos cerebrales de la lectura. Hoy, los modernos mtodos de neuroimgenes (o imgenes cerebrales) revelan, en apenas minutos, las reas del cerebro que se activan cuando descifra-mos palabras escritas. Los cientficos pueden rastrear una palabra escri-ta mientras avanza desde la retina a travs de una cadena de etapas de

  • Introduccin 15

    procesamiento, cada una de ellas marcada por una pregunta elemental: estas son letras? Cmo son? Conforman una palabra? Cmo suena? Cmo se pronuncia? Qu significa?

    Sobre esta base emprica, est materializndose una teora de la lec-tura. Esta teora postula que los circuitos cerebrales que heredamos de nuestra evolucin primate pueden destinarse a la tarea de reconocer palabras impresas. De acuerdo con este enfoque, nuestras redes neuro-nales se reciclan, literalmente, para la lectura. La percepcin de cmo la alfabetizacin cambia el cerebro est transformando profundamente nuestra perspectiva de la educacin y de las dificultades del aprendiza-je. Se estn creando nuevos programas de recuperacin que a la larga permitiran encarar la extenuante incapacidad para descifrar palabras conocida como dislexia.

    Mi propsito en este libro es compartir mi conocimiento acerca de los avances ms recientes y poco divulgados de la ciencia de la lectu-ra. En el siglo XXI, una persona promedio todava sabe ms acerca de cmo funciona un auto que sobre el funcionamiento interno de su pro-pio cerebro una situacin extraa e impactante. Quienes toman deci-siones en nuestros sistemas educativos oscilan con los vientos cambian-tes de las reformas pedaggicas, y a menudo ignoran descaradamente cmo aprende a leer el cerebro en realidad. Los padres, los educadores y los polticos suelen reconocer que hay una brecha entre los progra-mas educativos y los descubrimientos ms actuales de las neurociencias. Pero, en general, su idea de cmo puede contribuir este campo a los avances en la educacin est basada nicamente sobre un par de imge-nes en color del cerebro en funcionamiento. Por desgracia, las tcnicas de imgenes que nos permiten visualizar la actividad cerebral son sutiles y, en ocasiones, engaosas. La nueva ciencia de la lectura es tan joven y se mueve tan rpido que todava es relativamente desconocida fuera de la comunidad cientfica. Mi meta es proporcionar una simple intro-duccin a este emocionante campo, y aumentar la conciencia sobre las sorprendentes capacidades de nuestros cerebros lectores.

    De las neuronas a la educacin

    La adquisicin de la lectura es un paso muy importante en el de sarrollo de un nio. Y muchos nios tienen que hacer grandes esfuerzos al co-mienzo para aprender a leer, y hay encuestas que indican que alrededor

  • 16 El cerebro lector

    de un adulto de cada diez no logra dominar incluso los rudimentos de la comprensin de textos. Son necesarios aos de mucho trabajo antes de que la maquinaria del cerebro que es la base de la lectura, parecida a la de un reloj, funcione de forma tan aceitada que nos olvidemos de que existe.

    Por qu la lectura es tan difcil de dominar? Qu modificaciones profundas en el circuito cerebral acompaan su adquisicin? Existen estrategias de enseanza mejor adaptadas al cerebro del nio que otras? Qu razones cientficas, si es que hay alguna, explican por qu el m-todo fontico la enseanza sistemtica de la correspondencia de le-tras con sonidos parece funcionar mejor que la enseanza de palabras completas? Aunque todava queda mucho por descubrir, la nueva cien-cia de la lectura aporta respuestas cada vez ms precisas para todas estas preguntas. En particular, subraya por qu las primeras investigaciones de la lectura avalaban errneamente el enfoque de la palabra completa, y cmo las investigaciones recientes sobre las redes cerebrales de la lec-tura prueban que esas teoras estaban equivocadas.

    Comprender lo que ocurre durante la lectura tambin echa luz so-bre sus patologas. A partir de nuestras exploraciones de la mente y del cerebro del lector, presentaremos pacientes que repentinamente perdieron la habilidad de leer luego de una apopleja. Tambin voy a analizar las causas de la dislexia, cuyas bases cerebrales estn saliendo a la luz progresivamente. Est claro, ahora, que el cerebro dislxico es sutilmente diferente del cerebro de un lector normal. Se han identifi-cado muchos genes de susceptibilidad a la dislexia. Pero de ninguna manera esto es motivo para de sesperanzarse o renunciar. Se estn defi-niendo nuevas terapias de intervencin. El reentrenamiento intensivo del lenguaje y de los circuitos de lectura ha trado consigo grandes mejoras en los cerebros de los nios, fcilmente detectables con neu-roimgenes.

    Las neuronas de la cultura

    Nuestra habilidad para leer nos pone cara a cara con la singularidad del cerebro humano. Por qu el Homo sapiens es la nica especie que se ensea a s misma activamente? Por qu es nico en su capacidad de transmitir una cultura sofisticada? Cmo se relaciona el mundo bio-lgico de las sinapsis y las neuronas con el universo de las invenciones culturales humanas? La lectura, y tambin la escritura, la matemtica, el

  • Introduccin 17

    arte, la religin, la agricultura y la vida de ciudad han incrementado radi-calmente las capacidades innatas de nuestros cerebros de primates. Slo nuestra especie supera su condicin biolgica, crea un ambiente cultural artificial para s misma y se ensea nuevas habilidades como la lectura. Esta competencia nicamente humana es desconcertante y amerita una explicacin terica.

    Una de las tcnicas bsicas de la caja de herramientas del neurobi-logo consiste en ponerle neuronas a la cultura, es decir, dejar que las neuronas crezcan en una placa de Petri. En este libro promuevo una cultura de las neuronas diferente, una nueva forma de mirar las actividades culturales humanas, basada en nuestra comprensin de cmo estas se proyectan en las redes neuronales donde se asientan. La meta reconocida de las neurociencias es describir cmo los componen-tes elementales del sistema nervioso conducen a las regularidades que pueden observarse en la conducta de nios y adultos (incluidas las ha-bilidades cognitivas avanzadas). La lectura ofrece uno de los bancos de pruebas ms apropiados para este enfoque neurocultural. Cada vez entendemos mejor cmo sistemas de escritura tan diferentes como el chino, el hebreo o el ingls se inscriben en nuestros circuitos cerebra-les. En el caso de la lectura, esto nos permite trazar con claridad vncu-los directos entre nuestra arquitectura neuronal innata y nuestras ha-bilidades culturales, pero esperamos que este enfoque neurocientfico se extienda en el futuro a otros mbitos importantes de la expresin cultural humana.

    El misterio del simio lector

    Si vamos a reconsiderar la relacin entre el cerebro y la cultura, debemos abordar un enigma que llamo la paradoja de la lectura: por qu nuestro cerebro de primates puede leer? Por qu tiene una inclinacin a la lec-tura, aun cuando esta actividad cultural fue inventada slo hace unos pocos miles de aos?

    Hay buenas razones por las que esta pregunta engaosamente simple merece ser llamada una paradoja. Hemos descubierto que el cerebro alfabetizado contiene mecanismos corticales especializados que estn exquisitamente dispuestos para el reconocimiento de las palabras escri-tas. Es an ms sorprendente que los mismos mecanismos, en todos los humanos, estn sistemticamente alojados en regiones cerebrales idnti-cas, como si hubiera un rgano cerebral para la lectura.

  • 18 El cerebro lector

    Pero la escritura naci solamente hace cinco mil cuatrocientos aos en la zona de la Media Luna Frtil, y el alfabeto en s mismo tiene slo tres mil ochocientos aos. Estas cantidades de tiempo son una nimie-dad en trminos evolutivos. De este modo, la evolucin no tuvo tiempo de de sarrollar circuitos especializados de lectura para el Homo sapiens. Nuestro cerebro est construido sobre el mapa gentico que les permi-ti sobrevivir a nuestros ancestros cazadores y recolectores. Disfrutamos de leer a Nabokov y a Shakespeare utilizando un cerebro de primates originariamente diseado para la vida en la sabana africana. Nada de nuestra evolucin podra habernos preparado para absorber el lenguaje a travs de la visin. Sin embargo, las neuroimgenes demuestran que el cerebro adulto contiene circuitos fijos finamente preparados para la lectura.

    La paradoja de la lectura nos recuerda la parbola con la que el reve-rendo William Paley quiso probar la existencia de Dios. En su Teologa natural (1802), imagin que en un pramo de sierto alguien encontraba un reloj completo, con sus intrincados mecanismos internos claramente diseados para medir el tiempo. No sera esto una prueba transparen-te, argumentaba Paley, de que hay un relojero inteligente, un diseador que cre el reloj deliberadamente? De forma similar, Paley sostena que los intrincados dispositivos que encontramos en los organismos vivos, como los sorprendentes mecanismos del ojo, prueban que la naturaleza es la obra de un relojero divino.

    Charles Darwin nos aport una famosa refutacin para Paley, porque le demostr que la seleccin natural ciega puede producir estructuras sumamente organizadas. Incluso si los organismos biolgicos, a prime-ra vista, parecen diseados para un propsito especfico, al examinarlos ms de cerca se revela que su organizacin est lejos de la perfeccin que uno esperara de un arquitecto omnipotente. Imperfecciones de todo tipo demuestran que la evolucin no es guiada por un creador in-teligente, sino que sigue caminos aleatorios en la lucha por sobrevivir. En la retina, por ejemplo, los vasos sanguneos y los cables nerviosos es-tn situados por delante de los fotorreceptores, de modo que bloquean parcialmente la luz que llega y crean un punto ciego: un diseo cierta-mente muy pobre.

    Siguiendo las huellas de Darwin, Stephen Jay Gould dio muchos ejem-plos del resultado imperfecto de la seleccin natural, incluido el pulgar del panda (Gould, 1992). El evolucionista britnico Richard Dawkins tambin explic que los delicados mecanismos del ojo o del ala nica-mente podran haber emergido a travs de la seleccin natural, o con el

  • Introduccin 19

    trabajo de un relojero ciego (Dawkins, 1996). El evolucionismo darwi-niano parece ser la nica fuente evidente de diseo de la naturaleza.

    Cuando se trata de explicar la lectura, sin embargo, la parbola de Paley es problemtica de una manera sutilmente diferente. Los meca-nismos cerebrales que son la base de la lectura son ciertamente compa-rables en la complejidad y en su fino diseo con los del reloj abando-nado en el pramo. Toda su organizacin est orientada hacia la nica meta aparente de decodificar las palabras escritas de forma tan rpida y precisa como sea posible. No obstante, ni la hiptesis de un creador inteligente ni la de un lento surgimiento gracias a la seleccin natural parecen brindar una explicacin plausible de los orgenes de la lectura. Simplemente, el tiempo fue muy poco para que la evolucin haya dise-ado circuitos de lectura especficos. Cmo es, entonces, que nuestro cerebro primate aprendi a leer? Nuestra corteza es resultado de millo-nes de aos de evolucin en un mundo sin escritura: por qu puede adaptarse a los de safos especficos planteados por el reconocimiento de la palabra escrita?

    La unidad biolgica y la diversidad cultural

    En las ciencias sociales, la adquisicin de habilidades culturales como la lectura, la matemtica o las bellas artes raramente, si es que alguna vez, se plantea en trminos biolgicos. Hasta hace escaso tiempo, muy pocos cientficos sociales consideraban que la biologa cerebral y la teora de la evolucin eran siquiera relevantes para sus campos. Incluso hoy, la ma-yora de ellos apoya implcitamente un modelo simplista del cerebro, ya que lo concibe de manera tcita como un rgano infinitamente plstico, cuya capacidad de aprendizaje es tan amplia que no plantear ningn lmite en el alcance de la actividad humana. Esta no es una idea nueva. Data de las teoras de los empiristas britnicos John Locke, David Hume y George Berkeley, quienes planteaban que el cerebro humano deba ser comparado con una pgina en blanco que progresivamente recibe a travs de los cinco sentidos las marcas del ambiente natural y cultural del hombre.

    Esta visin de la humanidad, que niega la existencia misma de una naturaleza humana, ha sido a menudo adoptada sin cuestionamientos. Pertenece al modelo estndar de las ciencias sociales (Barkow, Cos-mides y Tooby, comps., 1992; Pinker, 2002), compartido por muchos antroplogos, socilogos, algunos psiclogos e incluso unos pocos neu-

  • 20 El cerebro lector

    rocientficos que ven la superficie cortical como en general equipoten-cial y libre de estructura de dominio especfico (Quartz y Sejnowski, 1997). Este modelo sostiene que la naturaleza humana se construye, de manera gradual y flexible, a travs de la impregnacin cultural. Como resultado, de acuerdo con esta perspectiva los nios nacidos dentro de la cultura inuit, entre los cazadores recolectores del Amazonas o en una familia de clase media de Nueva York, tienen poco en comn. Incluso la percepcin del color, la apreciacin musical o la nocin de lo que est bien y lo que est mal deberan variar de una cultura a otra, simplemen-te porque el cerebro humano tiene pocas estructuras estables ms all de la capacidad de aprender.

    Los empiristas sostienen adems que el cerebro humano, sin impor-tar las limitaciones biolgicas y a diferencia del de muchas otras espe-cies animales, puede absorber cualquier forma de cultura. Desde esta perspectiva terica, hablar sobre las bases cerebrales de los inventos cul-turales como la lectura es, pues, absolutamente irrelevante, algo muy similar a analizar la composicin atmica de una obra de Shakespeare.

    En este libro, refuto dicha visin simplista de una adaptabilidad in-finita del cerebro a la cultura. La nueva evidencia acerca de los circui-tos cerebrales de la lectura demuestra que la hiptesis de un cerebro equipotencial es errnea. Si el cerebro no fuera capaz de aprender, no podra adaptarse a las reglas especficas de la escritura del ingls, el japons o el rabe. Este aprendizaje, sin embargo, est restringido de manera muy firme, y sus mecanismos en s mismos estn rgidamente especificados por nuestros genes. La arquitectura cerebral es similar en todos los miembros de la familia de los Homo sapiens, y se diferencia muy poco de la de otros primates. A lo largo y a lo ancho del mundo, las mis-mas regiones cerebrales se activan para decodificar una palabra escrita. Ya se trate de francs o de chino, el aprendizaje de la lectura recorre un circuito genticamente condicionado.

    Sobre la base de estos datos, propongo una teora novedosa de las inte-racciones neuroculturales, radicalmente opuesta al relativismo cultural, y capaz de resolver la paradoja de la lectura. La llamo la hiptesis del reciclaje neuronal. Desde este punto de vista, la arquitectura del cere-bro humano obedece a restricciones genticas muy fuertes, pero algunos circuitos han evolucionado para tolerar un margen de variabilidad. Parte de nuestro sistema visual, por ejemplo, no est programado de antema-no, sino que permanece abierto a cambios en el ambiente. En el marco de un cerebro bien estructurado en otros aspectos, la plasticidad visual les dio a los antiguos escribas la oportunidad de inventar la lectura.

  • Introduccin 21

    En general, un conjunto de circuitos cerebrales, definido por nues-tros genes, brinda pre-representaciones (Changeux, 1983) o hiptesis que nuestro cerebro puede tener sobre los futuros de sarrollos en su am-biente. Durante el de sarrollo del cerebro, los mecanismos de aprendiza-je seleccionan qu pre-representaciones pueden adaptarse mejor a de-terminada situacin. La adquisicin cultural se da gracias a este margen de plasticidad cerebral. Lejos de ser una pizarra en blanco que asimila todo lo que se encuentra a su alrededor, nuestro cerebro se adapta a una cultura dada cambiando mnimamente el uso de sus predisposicio-nes para darles un uso diferente. No es una tabula rasa en la cual se acu-mulan construcciones culturales, sino un dispositivo cuidadosamente es-tructurado que se las arregla para adaptar algunas de sus partes para un nuevo uso. Cuando aprendemos una nueva habilidad, reciclamos algu-nos de nuestros antiguos circuitos cerebrales de primates, en la medida, por supuesto, en que esos circuitos puedan tolerar el cambio.

    Una gua para el lector

    En los captulos que siguen voy a mostrar cmo el reciclaje neuronal pue-de explicar la alfabetizacin, sus mecanismos en el cerebro, e incluso su historia. En los tres primeros captulos, analizo los mecanismos de la lec-tura en los adultos expertos. El captulo 1 prepara la escena al analizar la lectura desde un punto de vista psicolgico: cun rpido leemos y cules son los determinantes ms importantes del comportamiento lector? En el captulo 2, paso a hablar de las reas del cerebro que se ponen en fun-cionamiento cuando leemos, y de cmo pueden visualizarse utilizando modernas tcnicas de imgenes cerebrales. Finalmente, en el captulo 3, bajo al nivel de las neuronas individuales y de su organizacin en los circuitos que reconocen letras y palabras.

    Abordo mi anlisis de una forma absolutamente mecnica. Propongo exponer los engranajes del cerebro del lector de una forma muy similar a aquella en la que el reverendo Paley sugera que desmantelramos el reloj que se encontraba abandonado en el pramo. El cerebro del lector no revelar, sin embargo, un mecanismo perfecto de reloj diseado por un relojero divino. Nuestros circuitos de la lectura contienen no pocas imperfecciones que delatan el acuerdo de nuestro cerebro entre lo que se necesita para la lectura y los mecanismos biolgicos disponibles. Las peculiares caractersticas del sistema visual de los primates explican por qu la lectura no opera como un escner rpido y eficiente. A medi-

  • 22 El cerebro lector

    da que movemos nuestros ojos por la pgina, colocamos cada palabra lentamente en la regin central de nuestra retina, slo para que estalle en una mirada de fragmentos que nuestro cerebro luego vuelve a unir. Slo porque estos procesos se han vuelto automticos e inconscientes, gracias a aos de prctica, es que tenemos la ilusin de que la lectura es simple y se da sin esfuerzo.

    La paradoja de la lectura expresa el hecho irrefutable de que nues-tros genes no han evolucionado para hacernos capaces de leer. Mi ra-zonamiento frente a este enigma es bastante simple. Si el cerebro no evolucion para la lectura, lo opuesto debe ser verdad: los sistemas de escritura deben haber evolucionado en el marco de nuestras limitacio-nes cerebrales. El captulo 4 repasa la historia de la escritura bajo esta luz, comenzando con los primeros smbolos prehistricos para terminar con la invencin del alfabeto. A cada paso, hay evidencia de leves y cons-tantes ajustes culturales. Por muchos milenios, los escribas se esforzaron por disear palabras, signos y alfabetos que pudieran funcionar dentro de los lmites de nuestro cerebro de primates. Hasta hoy, los sistemas de escritura mundiales todava comparten un nmero de rasgos de diseo cuyos orgenes pueden rastrearse, bsicamente, hasta las restricciones impuestas por nuestros circuitos cerebrales.

    Continuando con la idea de que nuestro cerebro no fue diseado para la lectura, sino que recicla algunos de sus circuitos para esta acti-vidad cultural nueva, el captulo 5 examina cmo aprenden a leer los nios. La investigacin psicolgica concluye que no hay muchas formas de convertir un cerebro primate en el de un lector experto. Este captu-lo explora con cierto detalle la nica trayectoria de de sarrollo que pare-ce existir. Sera un buen consejo para las escuelas aprovechar este cono-cimiento para optimizar la enseanza de la lectura y mitigar los dramti-cos efectos del analfabetismo y la dislexia.

    Tambin voy a mostrarles luego cmo un enfoque neurocientfico puede echar luz sobre los rasgos ms misteriosos de la adquisicin de la lectura. Por ejemplo, por qu tantos nios a menudo escriben sus primeras palabras de derecha a izquierda? Al contrario de la idea acep-tada, estos errores de inversin en espejo no son los primeros signos de la dislexia, sino una consecuencia natural de la organizacin de nuestro cerebro visual. En la mayora de los nios, la dislexia se relaciona con otra anomala muy distinta en el procesamiento de los sonidos del ha-bla. El captulo 6 se ocupa de describir los sntomas de la dislexia, sus bases cerebrales y los descubrimientos ms recientes respecto de sus ba-ses genticas, mientras que el captulo 7 ofrece una revisin de aquello

  • Introduccin 23

    que los errores de escritura en espejo pueden decirnos acerca del reco-nocimiento visual normal.

    Finalmente, en el captulo 8, vuelvo sobre el increble hecho de que slo nuestra especie sea capaz de lograr inventos culturales tan sofisti-cados como la lectura, una proeza nica que no puede ser igualada por ningn otro primate. En completa oposicin con el modelo de la cien-cia social estndar, segn el cual la cultura se pasea gratuitamente por un cerebro-pizarra en blanco, la lectura demuestra que la cultura y la organizacin cerebral estn ligadas inextricablemente. A lo largo de su larga historia cultural, los seres humanos descubrieron poco a poco que podan reutilizar sus sistemas visuales como medio sustituto de entrada de la lengua, y llegaron as a la lectura y la escritura. Tambin voy a discutir brevemente cmo otros rasgos culturales humanos importantes podran someterse a un anlisis similar. La matemtica, el arte, la msi-ca y la religin tambin pueden considerarse dispositivos evolucionados, moldeados por siglos de evolucin cultural, que han invadido nuestros cerebros de primates.

    Todava queda un ltimo enigma: si el aprendizaje existe en todos los primates, por qu el Homo sapiens es la nica especie que tiene una cultura sofisticada? Aunque este trmino se aplica a veces a los chimpan-cs, su cultura apenas va ms all de unas pocas buenas tcnicas para abrir nueces, lavar papas o pescar hormigas con un palo: nada compara-ble a la aparentemente ilimitada produccin humana de convenciones y sistemas simblicos conectados que incluyen las lenguas, las religiones, las formas de arte, los deportes, la matemtica o la medicina. Los pri-mates no humanos pueden aprender lentamente a reconocer smbolos nuevos como las letras o los dgitos, pero nunca piensan en inventarlos. En mi conclusin, propongo algunas ideas tentativas sobre la singula-ridad del cerebro humano. La originalidad de nuestra especie puede venir de una combinacin de dos factores: una teora de la mente (la habilidad para imaginar la mente de los otros) y un espacio de trabajo global consciente (un retn interno donde puede volver a combinarse una infinita variedad de ideas). Ambos mecanismos, inscriptos en nues-tros genes, conspiran para hacernos la nica especie cultural. La varie-dad aparentemente infinita de las culturas humanas es slo una ilusin, provocada por el hecho de que estamos atrapados en un crcu lo vicioso cognitivo: cmo podramos llegar a imaginar otras formas diferentes de aquellas que nuestros cerebros pueden concebir? La lectura, aunque es una invencin reciente, permaneci dormida por milenios dentro del conjunto de potencialidades inscripto en nuestros cerebros. Detrs

  • 24 El cerebro lector

    de la aparente diversidad de los sistemas de escritura humana yace un conjunto central de mecanismos neuronales universales que, como una marca de agua, revelan los lmites de la naturaleza humana.