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DÍA DE LA CONSTITUCIÓN

Diciembre 2014

Saludos a los asistentes.

Gracias a todos por acudir a este acto conmemorativo del

Día de la Constitución, efeméride que desde hace unos años

realizamos conjuntamente el Gobierno regional, la

Diputación, la Subdelegación del Gobierno y el

Ayuntamiento de Guadalajara, porque nuestro objetivo hoy

es común y compartido: poner en valor el texto

constitucional, reivindicar la importancia de los valores que

lo impregnan y defender nuestros derechos y deberes como

ciudadanos de un Estado Social y Democrático de Derecho.

Hace 36 años, uno de nuestros periódicos provinciales

titulaba en portada, tres jornadas después del referéndum, de

la siguiente manera: “Los alcarreños dijeron SÍ a la

Constitución”. Destacaba que la jornada transcurrió sin

incidentes y que más del 81% de los votos fueron

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afirmativos, superando el número de votantes, el 76%.

El 6 de diciembre de 1978 fue un día húmedo y gris que

no hizo apetecible el salir a la calle, pero el mal tiempo

tampoco fue un obstáculo para el ejercicio del voto en la

capital y en los pueblos de la provincia.

Ese mismo periódico refleja algunos datos curiosos

recogidos durante la jornada, como que en algunos pueblos,

como Villanueva de Palositos o Villacadima, con 5 y 6

habitantes censados respectivamente, la votación terminó

inmediatamente. O que en más de 15 pueblos de la

provincia, no había ningún joven de entre 18 y 21 años. En

la capital, sin embargo, sumaban 3.418 y, al parecer, no se

dio entre ellos un porcentaje excesivamente alto de votantes.

Parece que ha llovido mucho desde entonces, pero si

echamos la vista atrás, “las cosas” que nos ocupaban hoy a

las cuatro instituciones presentes en este acto, guardan

mucha sintonía con el momento actual.

Por ejemplo, por aquellas fechas, en diciembre de 1978,

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era un problema el caos circulatorio de la Plaza de los

Caídos, o el impago de unos terrenos cedidos al

Ayuntamiento en el Depósito de las Aguas. Tiempo después

de aprobarse en referéndum la Constitución, quedó

constituía la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha,

con la presencia de ministros y los presidentes de varias

regiones. También salió a subasta el solar del Colegio

Provincial de San José en 210 millones de pesetas y se

cifraba en 160 millones de pesetas lo que iba a costar la

estación depuradora de aguas residuales.

Son algunos trazos del retrato que presentaba en ese mes

de diciembre de hace 36 años Guadalajara, una provincia

que tras la aprobación de la Constitución Española siguió su

ritmo, su actividad diaria, sin aparentes cambios. Los

ciudadanos no notamos una alteración en lo cotidiano, pero

en el fondo, en lo esencial, el 6 de diciembre constituyó un

punto de inflexión en nuestras vidas por marcar un antes y

un después en la historia de España. De modo que, si

miramos atrás, con la perspectiva del tiempo, podemos

apreciar el espectacular avance que nuestra sociedad ha

experimentado en los últimos años.

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La Constitución Española es el cuaderno de ruta de todos

los españoles. El marco de un Estado en el que la igualdad,

la libertad, la justicia y el pluralismo político son los valores

supremos de nuestro ordenamiento jurídico. Nos sentimos

orgullosos de ello y actos como el de hoy nos permiten

expresarlo abiertamente.

Hoy, además, debe ser un día de agradecimiento y

reconocimiento hacia quienes fueron los artífices de nuestra

Constitución; pero también hacia quienes la han defendido

entregando, incluso, su vida, y hacia quienes hoy siguen

luchando con firmeza y determinación para preservar

cualquier intento de violación del texto constitucional y

evitar la vulneración de los principios que lo inspiraron.

Con sus 169 artículos, la Constitución representa la

derrota de la discordia frente a la voluntad de entendimiento

y reconciliación de los españoles, que supieron arrinconar

sus diferencias y anteponer el interés general al particular.

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Si hoy existe es porque así lo quisimos. No fue heredada

ni impuesta, sino creada desde la libertad. Y si se sostiene a

pesar del paso del tiempo es porque ésa sigue siendo nuestra

voluntad; porque no tiene otro dueño que el pueblo español,

que es, además de su autor, su destinatario.

Uno de los frutos de la Constitución es un modelo de

estado organizado territorialmente en regiones, entidades

que gozan de autonomía para la gestión de sus respectivos

intereses, que tienen un carácter democrático y

representativo y que gozan de suficiencia económica para el

desempeño de las funciones que la Ley les atribuye.

Pero el hecho de pertenecer a una determinada comunidad

autónoma, no implica que dejemos de ser todos

ciudadanos españoles e iguales ante la Constitución. Y ésta

es una cuestión que debemos tener muy presente en tiempos

en los que está siendo amenazada por conductas

secesionistas. No hay más que una nación sino la española,

la que formamos todos los españoles, en quienes reside la

soberanía.

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Estamos asistiendo a intentos de ruptura del consenso con

el que se fraguó nuestra Carta Magna; estamos siendo

testigo de cómo algunas voces se empeñan en retroceder a

un pasado que nos divide. Y por eso es lógico temer que

puedan desplomarse los cimientos de nuestro patrimonio

constitucional. Pero ante este escenario, debemos decir alto

y claro que nuestro futuro no se construye con intolerancia y

radicalismo, sino sobre las bases de la igualdad, la libertad y

el respeto que nos han sustentado durante las últimas

décadas.

Nuestra Constitución no es inamovible, pero su

modificación debe tener un consenso y un pacto previo

similar al del 78. Y los debates y propuestas de reforma

deben incluir qué se quiere modificar, cómo se quiere

modificar y hasta dónde se quiere modificar.

La Carta Magna también salvaguarda derechos tan

importantes como el pluralismo político o el derecho a la

vida; pero también es garante de nuestra libertad y de la

libertad de expresión, un derecho fundamental que nos

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permite denunciar sin temor la vulneración de principios

constitucionales, las injusticias o reivindicar el avance hacia

la consecución real de otros derechos como la igualdad

efectiva de oportunidades.

Porque esta conmemoración, además de dar lugar a la

reflexión, también debe contener un cariz reivindicativo. No

sólo debemos poner en valor lo mucho que la Constitución

ha supuesto para la maduración de nuestro país, sino que

también nos debe servir para plantearnos aquellos aspectos

que todavía están pendientes y que son posibles de alcanzar

si todos remamos hacia la misma dirección.

El 6 de diciembre de 1978 se abrió ante nosotros el

periodo más brillante de convivencia, paz, progreso y

bienestar. 36 años después, depende de nosotros, los

españoles, el seguir trabajando por un futuro empapado de la

concordia, el respeto y la sensatez que presidieron ese

histórico día.

Viva la Constitución, Viva España, Viva el Rey.

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