Cuentos de Animales Fantasticos

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CUENTOS DE A N I M A L E S FA N T S T I C O S PA R A N I O S

MINISTERIO DE EDUCACIN NACIONAL

Repblica de Colombia

INSTITUTO NACIONAL PARA CIEGOS INCI

CENTRO REGIONAL PARA EL FOMENTO DEL LIBRO EN AMRICA LATINA Y EL CARIBE

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Por los cuentos, Coedicin Latinoamericana, 1998

Editora tica, S.A. /Brasil Grupo Editorial Norma /Colombia Subsecretara de Cultura /Ecuador Editorial Piedra Santa /Guatemala Cidcli, S.C./Mxico Editorial Nueva Nicaragua /Nicaragua Promocin Editorial Inca, S.A./Per Ediciones Huracn /Puerto Rico E d i t o r a Ta l l e r /Repblica Dominicana Ediciones Ekar - Banco d e l L i b r o / Ve n e z u e l a

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Para esta en braille,

edicin 1998

Centro Regional para el Fomento del Libro en Amrica Latina y el Caribe, CERLALC Instituto Nacional para Ciegos, INCI Seleccin de textos Cerlalc Diseo y diagramacin Cerlalc - Editorial del Inci Ilustraciones Ti n a S a m p e r Impreso en Colombia la Editorial del INCI Santaf de Bogot, D.C., Colombia, 1998. por

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EL

HOMBRE

CAIMN

Colombia

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P R E S E N TA C I N

El hombre caimn es una leyenda de la costa norte de Colombia en la cual se inspir Sandro Romero Rey para escribir esta versin.La popularsima cancin colombiana Se va el caimn de Crescencio Salcedo, tambin tiene su origen en este relato. S a n d r o R o m e r o R e y, g u i o nista y crtico de cine y televisin, y director de obras de teatro, vive en Cali. Fue ganador del Concurso Nacional de Cuento 1978 con su obra Roma o para leer al revs.

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La ilustradora MARA CRISTINA (-TINA-) SAMPER S. Naci en Santaf de Bogot - Colombia, en el ao 1958. Desde temprana edad se inici en las artes plsticas: fotografa, escultura, pintura, grabado. Su trabajo lo ha concentrado en la ilustracin de libros y materiales para los nios y jvenes. Ha incursionado en el trabajo artstico en tcnicas novedosas del grabado, acuarela y collage.

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GLOSARIO

M e r e n g u e : d a n z a p o p u l a r, conocida tambin en algunos pases del Caribe.

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EL

HOMBRE

CAIMN

ste

es el caimn, ste es el caimn, que dice toda la gente. ste es el caimn, ste es el caimn, un caimn inteligente.

S, mi amigo. Esta historia empez aqu mismo. Y el que es hoy hombre caimn se sentaba all, donde est usted ahora dispuesto a tomar u n v a s o d e r o n , u n q u e s o y, por ltimo, su plato de arroz con coco. Miraba siempre hacia la orilla opuesta del ro y cuando adivinaba la presencia de alguien al otro lado, apuraba su arroz y desapareca en el agua. Que por

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qu haca todo esto? No se desespere, amigo, termine de tomarse su ron y escuche, que este cuento apenas lo empiezo. Es una historia de a m o r, c o m o t o d a s , c o n l a d i ferencia que el hombre sali mejor librado que cualquiera, a pesar de todas las adversidades. As que si va a pedir otro trago, hgalo de una vez, que yo aqu empiezo mi relato y no paro hasta el final. Un hombre, alegre y despreocupado, viajaba continuamente de Pinillos a Magangu vendiendo toda suerte de alimentos y frutas hermosas. A grandes voces y en medio del jugueteo entre l y

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las gentes de por aqu, el hombre diverta a todos con sus historias absurdas de cmo adquira los productos, hasta el punto de convencer a los compradores de que lo que se llevaban eran objetos maravillosos. Una tarde, mientras anunciaba a gritos la venta de unas naranjas que, segn l, posean las esencias del amor eterno, descubri para su fortuna la presencia de una bella mulata con el pelo recin enjuagado que caminaba despreocupada. El hombre entabl c o n v e r s a c i n c o n l a m u c h a c h a y, rpidamente, ambos se vieron profundamente atrados. Ella se llamaba

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Roquelina y era la hija de un severo e inabordable comerciante de arroz. Sus hermanos, que jugaban el secreto papel de vigilantes de los pasos de la muchacha, al darse cuenta de que Roquelina era atrada cada vez ms por las frases pomposas del hombre, dieron la voz de alarma a su padre. As pues, amigo, cuando el hombre apareci como de costumbre con sus alaridos y sus productos de otro mundo, y se precipit feliz a saludar con canciones a su querida Roquelina, se encontr frente a la presencia poco amable de su imposible suegro.

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Aqu el que vende soy yo, le dijo tajantemente el padre. Y mi hija no es arroz. As que puede irse con su msica a otra parte, antes de que tengamos problemas. O yo no s!. Y sin agregar una palabra ms, tom a Roquelina del brazo y la arrastr con l. Fue desde ese momento cuando el hombre empez a venir todos los das a esta tienda, a pedir el mismo ron, el mismo queso y el mismo arroz con coco, y a mirar hacia el ro. Por qu? Rpidamente lo fui entendiendo: aqu los hombres se baan en esta orilla. Hacia la mitad de la corriente hay un

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remolino, y al otro lado se baan las mujeres. Asimismo, aqu la gente va a la necesidad en el agua y se cobra un centavo por todo. Qu pasaba? Pues nada ms que el hombre se haba puesto de acuerdo con Roquelina para que cuando ella fuera a baarse, l atravesara el ro a nado y fuera a visitarla. Usted se estar preguntando cmo hara el hombre para atravesar aquel remolino, que a primera vista se adivina no apto para seres humanos. Pues aqu es donde reside el secreto de la historia. El hombre terminaba de comerse el arroz, se meta a l a g u a y, p o c o a p o c o , s u

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cuerpo se iba corrugando, sus brazos se encogan en pequeas patitas, sus piernas se unan en una agitada cola y cada uno de los granitos de arroz que se haba comido se iban transformando en una hilera de dientes filudsimos, hasta quedar convertido en un e x p e r t s i m o c a i m n n a d a d o r. As el hombre caimn atravesaba gilmente el remolino y, l u e g o d e v i o l e n t o s c h a p o teos, lograba llegar hasta donde Roquelina, quien ansiosa lo esperaba para ir a descubrir con l las profundidades secretas del ro. El hombre vena aqu diario, beba y coma su a

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eterna racin y se lanzaba en su viaje reptil donde su amada Roquelina. Esta visita permanente fue poniendo alerta a todos los pescadores de la zona. Una maana, uno de los hermanos de Roquelina alcanz a percibir la cola desenfrenada del hombre caimn rompiendo el remolino, y de inmediato dio la voz de alarma. To d o s l o s p e s c a d o r e s d e Magangu se dieron a la caza del caimn. Pero cualquier esfuerzo era intil. Mientras ms obstinados eran los hombres tratando de aniquilar al animal, ms gil se volva

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el hombre para llegar orilla de Roquelina.

hasta

la

Tmese el otro roncito, amigo, que esta historia ya se precipita a su final y tiene que prepararse para lo que sigue. Me va siguiendo? El pap de Roquelina, hombre ostentoso y sediento de fabricarse su propio orgullo, ubic con exactitud el sitio por donde el caimn sola nadar y organiz un cerco para atraparlo. Una maana, un buen nmero de pescadores navegaron afanosamente por estos parajes, buscando sin descanso al caimn, comandados por el padre

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de Roquelina. Mientras esto suceda, el hombre de nuestra historia, sentado all donde usted est, termin su ron, su queso y su arroz y se fue de aqu. Hacia dnde iba si todos lo buscaban? Luego lo supe: el muy vivo se ech al agua mientras todos estaban en su bsqueda, nad agitadamente hasta el barco del pap de R o q u e l i n a y, d e u n a , s e devor todo el arroz que encontr. Acto seguido, busc a su amada que dormitaba en el muelle. Suavemente la acomod sobre su espalda y, s i n d e s p e r t a r l a , s e a l e j con Roquelina en silencio. Nunca volvi a saberse de ellos. Pero, desde ese da,

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todos los hombres de por aqu esconden temprano a sus mujeres y se apuran a comerse todo el arroz que tengan en la olla, antes de que el hombre caimn venga y haga desaparecer mujer y granos. ste es ms o menos el cuento, amigo. Lo bueno es que por aqu, desde esos das, se canta un merengue que dice:

Esta maana, temprano, c u a n d o b i e n m e f u i a b a a r, vi un caimn muy singular con cara de ser humano.Ya s e d a c u e n t a p o r q u es. Lo nico que no puedo brindarle, amigo, es su plato

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de arroz con coco. Por estos das, no s por qu, ha estado escaso por aqu. Pero... no quiere que le cuente otra historia?

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EL CABALLITO DE SIETE COLORES

Guatemala

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P R E S E N TA C I N Es un cuento de la tradicin oral guatemalteca, de los que llaman cuentos maravillosos. El autor de esta versin: Hctor Felipe Cruz Corzo. N a c i e n S a n L u c a s To l i mn, municipio del departamento de Solol, en Guatemala, en el ao 1952. Es maestro de Educacin Primar i a , c o m p o s i t o r, l i c e n c i a d o en Ciencias Jurdicas y Sociales. Premiado en certmenes de literatura a nivel nacional y centroamericano. Cofundador y presidente del grupo potico EL SERENO de la ciudad Antigua

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Guatemala. Entre sus publicaciones figuran: Poemas p a r a d e c l a m a r , Ta l l e r e s d e l i t e r a t u r a i n f a n t i l y Ta lleres de canciones infantiles en los que tiene una experiencia de 12 aos.

GLOSARIO

Chichicaste: arbusto silvestre, especie de ortiga, espinoso, de tallo fibroso que se utiliza para hacer cordeles. Ocote: especie de pino muy resinoso, cuya madera, hecha rajas, sirve para hacer fuego rpidamente.

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Alcaravn: ave zancuda de unos 60 centmetros de altura, de cuello muy largo cola pequea.

y

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EL CABALLITO DE SIETE COLORES pie de la montaa, estaba la granja de don Isidro. Era una granja limpia, grande y prspera. Sus hortalizas eran las mejores de la regin y los agricultores de los alrededores lo visitaban con frecuencia para que l les revelara sus secretos. Una noche, don Isidro y sus tres hijos escucharon un tropel de caballos retozando entre las hortalizas. Encendieron sus linternas, se colgaron al hombro las escopetas y salieron a ver qu pasaba. Tremendo susto A Al

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se llevaron, cuando se dieron cuenta que eran unos caballos de todos los colores! Les apuntaron para dispararles. Pero, como eran caballos encantados, las balas se volvieron humo en el espacio. Al or los disparos, los caballos abandonaron las hortalizas, habindolas daado mucho, y se fugaron sin dejar rastro siquiera, como si en v e z d e c a m i n a r, v o l a r a n . Cuando amaneci, don Isidro y sus hijos fueron a ver sus hortalizas, ponindose todos muy tristes al verlas machucadas. Resembraron y don Isidro le orden a l h i j o m a y o r, q u e s e l l a m a b a Juan, cuidar las siembras

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durante la noche. Juan obedeci. Pero, entonces, se apoder de l un sueo profundo y se durmi. A la maana siguiente, las hortalizas estaban maltrechas de nuevo. Cuando don Isidro se dio cuenta, reprendi severamente a su hijo: Eres un intil. bueno para nada... Un

No fue mi culpa, padre. Lleg a m un suave olor a flores nocturnas y me venci un sueo extrao -le contest.

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Ahora te quedars lando t -le orden al medio, que se llamaba Carlos. Muy bien, contest ste. padre

vede en

-le

Pero, como pas en la n o c h e a n t e r i o r, s e e s p a r c i por toda la granja un olor semejante al que despiden las flores de un rbol llamado Galn de Noche, y Carlos se durmi. Llegaron los caballos y dejaron las hortalizas hechas trizas. La furia de don Isidro, cuando vio sus siembras arrancadas, fue incontenible. Rega a Carlos:

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Ta m b i n t , e r e s holgazn -le dijo.

un

No fue mi culpa, padre. Mientras velaba, lleg un olor dulce y delicado. Luego, un sueo profundo hizo presa de m. Ahora te quedars velando t -le dijo a Jos, el ms pequeo de sus tres hijos. Muy bien, padre -Respondi ste. mo.

Jos, que era muy listo, ide un plan para no dormirse: sorprender a los caballos y de ser posible capturar a alguno. Colg una

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hamaca entre dos naranjos, la llen con hojas de chichicaste y se recost. Cuando lleg aquel olor suave y pen e t r a n t e , e m p e z a b o s t e z a r, pero el escozor que le causaba el roce con las hojas del chichicaste, era tan fuerte, que pudo vencer el sueo. Rascndose estaba, cuando entr a las hortalizas el tropel de caballos de todos los colores. Jos se qued admirado al ver lo maravillosos que eran. Pero, como l era muy listo, cogi una sog a , y e n u n d e c i r, J e s s ! , l a z al caballo ms hermoso. Pareca como si el arcoiris se hubiese retratado en l.

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El caballo relinchaba y haca grandes esfuerzos por zafarse, pero no pudo, pues la soga tena atada una crucita de ocote que lo fue calmando, hasta dejarlo manso como una palomita de castilla. Los otros caballos, al ver que su rey haba sido atrapado, huyeron despavoridamente. Cuando el caballito de siete colores se vio imposibilitado, le propuso a Jos un trato: Sultame que quieras. y te dar lo

ro

No puedo. Eres un pcay, c o m o t a l , d e b e s d a r

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cuenta a fechoras.

mi

padre

de

tus

Sultame y pondr las hortalizas mejor que antes. Adems, te socorrer en cualquier peligro que te encuentres. Para creerte, arregla primero las hortalizas. Est escucha: bien. Observa y

Piedras blancas, piedras lisas, ojos del alcaravn aqu se levantarn las mejores hortalizas.

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En el acto, all crecieron las ms hermosas verduras ante el estupor de Jos, quien finalmente se atrevi a decir: Ve o q u e s p o s e e s p o d e r e s m g i c o s . Te s o l t a r p o r que un caballo tan hermoso como t, no debe ser prisionero. Pero promteme que nunca ms molestars las hortalizas de mi padre. Te lo prometo.

Jos lo solt y el caballito se perdi como un globo de colores que se lleva el viento.

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las cinco de la maana, don Isidro y sus dos hijos fueron a ver las hortalizas y se asombraron de encontrarlas ms hermosas que antes. Ya v e n - l e s d i j o d o n Isidro-, mi hijo ms pequeo es un valiente. Y corri a abrazarlo. A los dos hermanos mayores les entr envidia y decidieron abandonar la casa de su padre. Se fueron por un camino desconocido... Don Isidro se enferm de pura tristeza y Jos tuvo que salir a buscarlos. Cuando e l l o s l o v i e r o n v e n i r, l o cogieron de las manos y los pies y lo echaron en un pozo

A

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profundo. Con toda seguridad se hubiera muerto, pero l se acord del caballito de siete colores y lo llam. El caballito acudi en el mismo instante y lo salv. Entonces Jos corri de nuevo para alcanzar a sus hermanos; stos al verlo, se miraron las caras, incrdulos, pues no comprendan cmo haba salido del pozo. Hermanitos, nuestro padre est enfermo por vuestra ausencia -les dijo. Qu nos importa!, -le c o n t e s t a r o n e l l o s . Ya t i e n e su hijo chiquito que le sirva todo.

en

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Se fueron montaa adentro, mientras Jos siguindoles los pasos, les suplicaba que volvieran. Luego que pasaron el ojo agua, leyeron un real decreto clavado en el tronco de un guarumo, que deca: de

QUIEN GANE MAANA LA ARGOLLA DE ORO EN LA CARRERA D E C I N TA S A C A B A L L O , S E C A S A R CON LA PRINCESA. Hay que decir de una vez, que el hoyito de aquella argolla era como la cabeza de un alfiler y grandes caballeros la haban intentado ganar sin xito.

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Los hermanos envidiosos decidieron hacer la prueba. To m a r o n a J o s c o m o s u criado y lo pusieron a baar y a adornar los caballos. Al da siguiente, los hermanos Juan y Carlos montaron sus caballos, y ordenaron:

le

Cuando regresemos, queremos de almuerzo chuletas y papas fritas, bien doraditas. No podra ir a espiar carrera yo, hermanitos? y,

la

No! -le ordenaroncarcajendose, partieron.

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Jos estaba tan triste que no tena ganas de nada. En eso se acord de su amigo, el caballito de siete colores, y lo llam. Al instante aqul acudi: En qu le pregunt. puedo servirte?

Quiero participar contigo en la carrera de cintas ganar la argolla, para casarme con la princesa -le contest Jos. Con mucho gusto -le el caballito, y salieron rumbo al palacio. Ya haban todos los caballeros pasado, sin llevarse

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dijo

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la argolla de la princesa. En eso, el anunciador dijo: Que pase el ltimo!

Y la gente enmudeci al ver pasar al caballito de siete colores con cascos de plata, montura de terciopelo y un jinete vestido de oro y seda que se llev la argolla, dejando en el ambiente un aroma exquisito. se es mi yerno! -grit el rey desde el palco real, y la princesa se ruboriz. Minutos despus, Jos se present al palacio con la argolla; y al da siguiente,

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se efectu la ceremonia de la boda en la Capilla Mayor del Palacio. Jos mand a llamar a sus dos hermanos, los perdon, y les rog que fueran por su padre para vivir en el Palacio Real. Y el caballito de siete colores desapareci, como por encanto...

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