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El “maistro” y el maestro* Un buen maestro es como un buen “maistro” carpintero. Cuando uno entra al taller de un buen “maistro” carpintero, se observa, en el centro, un sólido banco de trabajo, con sus prensas de madera y sus tablones de apoyo. En las paredes, colocadas sobre tableros, un sinnúmero de herramientas de todos tipos, con sus siluetas bien delineadas, con el fin de poderlas colocar siempre en su lugar. Para cortar una madera, un buen “maistro” carpintero cuenta con un gran número de posibilidades, ya que puede utilizar desde las herramientas manuales de todo tipo como son los serruchos grandes, medianos y pequeños, serrotes, sierras pequeñas para cortes circulares, sierras manuales, circulares y de cinta, hasta herramientas eléctricas como las sierras eléctricas de banco, también circulares y de cinta; además en el patio tiene una sierra eléctrica gigante, como de aserradero. ¿Cuál de estas herramientas utilizará este “maistro” carpintero para cortar la madera? La respuesta depende de un gran número de circunstancias. En primer lugar, del tipo de mueble que se va a construir. Si es uno de ebanistería fina, utilizará herramientas delicadas, que no despostillen la madera. Si va a construir un mueble de tipo rústico, tal vez no importen algunos defectos en los cortes. Si el trozo de madera a cortar es pequeño, podrá utilizar un serrucho de mano, pero si es grande, tendrá que utilizar una sierra de banco para apoyar en él la madera y lograr un corte recto. El tipo de herramienta a utilizar también dependerá de la dureza o suavidad de la madera y su grosor, del tipo de corte que requiera hacer: recto, circular o con un ángulo determinado. Si va a hacer cortes especiales para ensambles, tal vez use el reuter, o un serrucho para iniciarlas y un formón para terminarlas milimétricamente. En síntesis: un buen “maistro” carpintero tiene muchas herramientas, sabe para que sirve cada una de ellas, sabe cuándo debe utilizar unas y otras, y sabe manejar todas. El buen profesor se asemeja a este buen “maistro” carpintero: conoce una gran cantidad de técnicas didácticas, las sabe utilizar todas, y

Cuento El “maistro” y el maestro

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Page 1: Cuento El “maistro” y el maestro

El “maistro” y el maestro*

Un buen maestro es como un buen “maistro” carpintero.

Cuando uno entra al taller de un buen “maistro” carpintero, se observa, en el centro, un sólido banco de trabajo, con sus prensas de madera y sus tablones de apoyo. En las paredes, colocadas sobre tableros, un sinnúmero de herramientas de todos tipos, con sus siluetas bien delineadas, con el fin de poderlas colocar siempre en su lugar.

Para cortar una madera, un buen “maistro” carpintero cuenta con un gran número de posibilidades, ya que puede utilizar desde las herramientas manuales de todo tipo como son los serruchos grandes, medianos y pequeños, serrotes, sierras pequeñas para cortes circulares, sierras manuales, circulares y de cinta, hasta herramientas eléctricas como las sierras eléctricas de banco, también circulares y de cinta; además en el patio tiene una sierra eléctrica gigante, como de aserradero.

¿Cuál de estas herramientas utilizará este “maistro” carpintero para cortar la madera? La respuesta depende de un gran número de circunstancias.

En primer lugar, del tipo de mueble que se va a construir. Si es uno de ebanistería fina, utilizará herramientas delicadas, que no despostillen la madera. Si va a construir un mueble de tipo rústico, tal vez no importen algunos defectos en los cortes.

Si el trozo de madera a cortar es pequeño, podrá utilizar un serrucho de mano, pero si es grande, tendrá que

utilizar una sierra de banco para apoyar en él la madera y lograr un corte recto.

El tipo de herramienta a utilizar también dependerá de la dureza o suavidad de la madera y su grosor, del tipo de corte que requiera hacer: recto, circular o con un ángulo determinado.

Si va a hacer cortes especiales para ensambles, tal vez use el reuter, o un serrucho para iniciarlas y un formón para terminarlas milimétricamente.

En síntesis: un buen “maistro” carpintero tiene muchas herramientas, sabe para que sirve cada una de ellas, sabe cuándo debe utilizar unas y otras, y sabe manejar todas.

El buen profesor se asemeja a este buen “maistro” carpintero: conoce una gran cantidad de técnicas didácticas, las sabe utilizar todas, y sabe cuándo debe utilizar unas y cuándo debe utilizar otras.

En cambio, cuando entramos al taller de un “maistro" carpintero de segunda o tercera categoría, nos encontramos, a manera de un banco de trabajo, con una mesa vieja de cocina, con una pata rota, y un tabique abajo para que no se mueva demasiado.

Las únicas herramientas que se ven por ahí son un serrucho, un martillo y un desarmador. ¿Qué tipo de muebles podríamos encargarle a este “maistro”? Tal vez un librero pequeño de dos repisas, que meteremos en el armario donde nadie vaya a verlo.

Si le preguntamos a este “maistro” qué tipo de muebles puede hacer con esas pocas herramientas, seguramente nos responderá algo como lo siguiente:

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“Olvídese. Llevo 20 años trabajando de carpintero y viera usté todos los muebles que he hecho”.

Como las personas que conocen poco, este “maistro” piensa que lo que él hace es lo mejor, que nada ni nadie lo podría igualar.

Algunos profesores se asemejan a este “maistro” carpintero, ya que únicamente cuentan con tres herramientas básicas para dar su clase: la técnica expositiva, el pizarrón y el libro de texto. Cuando les piden un curso, utilizan la técnica expositiva. Cuando tienen que impartir un taller, lo convierten en curso y sólo utilizan la técnica expositiva. Cuando dirigen un seminario, también lo convierten en un curso, y vuelven a utilizar únicamente la técnica expositiva. Si van a impartir un laboratorio, de nuevo lo convierten en curso, para el cual utilizan, como siempre, la técnica expositiva.

Las habilidades que estos profesores desarrollan en los alumnos son siempre las mismas: atender en clase, tomar apuntes y aprendérselos de memoria para los exámenes.

Si alguien les pregunta qué tan útil consideran la técnica expositiva para la formación de sus alumnos, seguramente responderán algo como lo siguiente: “Olvídese. Llevo 20 años como docente, y viera cómo me ha servido esta técnica. La uso para todo y sirve para todo. No hay mejor técnica que la expositiva. Es la reina de las técnicas”. Lo que sucede es que no han observado los efectos que producen en los alumnos otras metodologías de trabajo, y por eso piensan que lo que ellos hacen es lo mejor y que nada ni nadie los puede igualar.

Volvamos a nuestro ejemplo. Un día, el “maistro” de segunda necesitaba hacer un ensamble especial. Supo que

su colega tenía un reuter, y decidió ir a pedírselo prestado. El reuter es una herramienta circular, muy potente, que utiliza una broca en su parte inferior. Existe un sinnúmero de brocas, de diferente forma y tamaño, para hacer cortes, ranuras y desbastes en la madera.

¡Colega! Supe que tienes un reuter. ¿Me lo prestas para hacer unos cortes que necesito para mis ensambles?

¡Cómo no! Aquí lo tienes. ¿Sabes usarlo?

¡Cómo no voy a saber usarlo! Si llevo 20 años trabajando en esto. Hasta la duda ofende.

Así, el “maistro” de segunda coloca la madera en el banco de trabajo. Pone la broca que necesita en el reuter y procede a hacer el corte. Como la madera estaba suelta, y el reuter tenía mucha potencia, éste se deslizó a lo largo de la madera, en zigzag, dejando una ranura completamente desfigurada.

¡Pin… reuter! Ya me echó a perder la madera, no sirve para nada.

No, compañero –le dijo el otro- es que así no se usa. Mira, primero tienes que calibrar la broca, a la profundidad que necesites. Debes hacer pruebas en un trozo de madera, hasta que produzca el corte a la profundidad que deseas. Luego, tienes que calibrar la guía y probarla, hasta que el corte quede a la altura que necesitas. Ya que calibraste el reuter, tienes que fijar un tablón sobre el banco sobre unas prensas, para que no se mueva; además, es muy útil colocar arriba otra tira de madera que sirva como guía; también la tienes que calibrar y fijar para que el corte se vaya derecho.

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Mientras le explicaba esto, el buen “maistro” carpintero iba realizando todos los pasos. Una vez preparado todo, encendió el reuter, y en tres segundos había hecho el corte deseado con toda exactitud y precisión.

¿Ya ves, colega? Todo es cosa de saberlo utilizar.

A algunos profesores les sucede algo semejante. Escuchan a otro profesor hablar acerca de una nueva técnica y se interesan en ella.

¡A ver! Préstame tus apuntes. Mmm… ¡Qué interesante! Mañana mismo aplico esta técnica.

Oye, pero ¿sabes utilizarla?

¡Cómo no voy a saber! Si llevo 20 años dando clase. Hasta la duda ofende, colega.

Así, al día siguiente llega a su clase y aplica la técnica. Como no la conocía bien, porque ni la había vivido él mismo ni había visto a otros aplicarla pasa por alto una serie de detalles básicos. Todo sale mal, pierde el control sobre el grupo de alumnos, estos toman la técnica como un juego o un pasatiempo, el tema no se profundiza y, al final todos quedan con un mal sabor de boca.

¡Estas técnicas no sirven para nada! No sé por qué pensé que podrían servir de algo. Lo único que funciona bien es la técnica expositiva. Cada vez me convenzo más de que la exposición es la única forma de enseñar adecuadamente.

La misma técnica que no le funcionó a este profesor, utilizada de forma adecuada y en el momento preciso, le permite a otro profesor desarrollar en sus alumnos un gran

número de habilidades que fortalecen su formación intelectual.

Recuerdo una frase que una vez me dijo un “maistro” carpintero: “Para nuestro trabajo, la mitad son las herramientas, y la otra mitad es saber utilizarlas”.

Espero que este pequeño cuento sirva como reflexión inicial e invite a nuestros lectores a enriquecer su “caja de herramientas”, para practicar su uso y para encontrar mejor sentido a su quehacer docente.

*Zarzar Charur, Carlos. Temas de didáctica. Reflexiones sobre la función formativa de la escuela y del profesor, México, Patria, 1995 (Reimp. 1996)

Juan Manuel Robredo UscangaDirector de Desarrollo Educativo

abril de 1998