Crisis y Teoria de La Crisis Paul Mattick

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    ndice

    Presentacin, 3

    Prefacio, 4

    1. La economa burguesa, 5

    2. La teora de la crisis de Marx, 24

    3. Los epgonos, 40

    4. Esplendor y miseria de la economa mixta, 61

    5. El capitalismo tardo, de Ernest Mandel, 78

    6. Valor y precio en Marx, 106

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    Presentacin de esta edicin.

    Crisis y teora de la crisis fue publicado originalmente en 1974. El grueso de la versin aqupresentada ha sido tomado de la edicin en castellano de Ediciones Pennsula (Barcelona, 1977,Trad. de Gustau Muoz). No obstante, hemos decidido completarla de acuerdo con la edicininglesa, que contiene un prefacio y aade a la obra como captulo adicional la crtica del autor aEl capitalismo tardo (1972) de Ernest Mandel, fechada asimismo en 1972. La traduccin deeste ltimo texto se ha tomado de la versin tambin publicada por Pennsula, incluida en la

    compilacin Crtica de los neomarxistas (1977, Trad. de Gustau Muoz). Todas lastraducciones publicadas por Pennsula fueron realizadas a partir de las versiones originales enalemn, Krisen und Krisentheorien y Ernest Mandels Sptkapitalismus.

    El prefacio que el autor prepar, presumiblemente para la edicin britnica -ya que no fueincluido en la edicin de Pennsula-, lo hemos traducido nosotros a partir de la versin digital,publicada por Class Against Class (http://www.geocities.com/cordobakaf/index.html).

    Por ltimo, decidimos insertar como captulo final el artculo Valor y precio en Marx, queest bastante relacionado con los temas tratados. ste texto fue publicado en Negaciones(Revista Crtica de Teora, Historia y Economa), n 6, otoo de 1978 (Trad. de Justo G.Beramendi). Esta versin contiene diferencias de desarrollo con la disponible en ingls(http://www.marxists.org/archive/mattick-paul/1983/bourgeois-economics/index.htm) en el

    Marxists Internet Archive y publicada pstumamente en la compilacin Marxismo y economaburguesa (1983). Puede suponerse que la aqu reproducida sea una versin anterior, msbreve.

    Se han realizado correcciones mnimas en todos los textos, all donde de detectaron erratasevidentes.

    * * *

    Este libro puede considerarse una de las obras sintticas fundamentales del comunismo deconsejos, al mismo nivel que De la revolucin burguesa a la revolucin proletaria de OttoRhle (1920), los Principios Fundamentales de Produccin y Distribucin Comunistas delGrupo de Comunistas Internacionalistas de Holanda (GIKH, 1930) o la ms famosa, Los

    Consejos Obreros de Anton Pannekoek (1942-47).

    Crculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques

    http://www.geoticies.com/cica_web

    [email protected]

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    Prefacio

    No hace tanto que la economa keynesiana pareca ofrecer instrumentos no slo para superarlas depresiones, sino tambin para evitarlas. Esto ya no es verdad, por cuanto nos encontramosen un mundo post-keynesiano en el que ni las tendencias al equilibrio de la oferta y lademanda, ni las intervenciones keynesianas en los procesos econmicos, son capaces deimpedir el continuo deterioro de la economa a travs de la inflacin en aumento y del crecientedesempleo. Debido a la larga prosperidad de posguerra en las naciones capitalistas dirigentes, a

    mucha gente esto se le ha presentado como una desagradable sorpresa, y ha provocado unanueva preocupacin acerca del problema de la crisis capitalista. Aunque ampliamente ignoradaspor los economistas burgueses hasta 1929, las crisis acompaaron todo el desarrollo capitalistacomo un regulador decisivo del proceso de acumulacin del capital. Vale la pena, as, echarleun vistazo global al ciclo de crisis, a cmo se ha manifestado histricamente tanto como arespecto de las respuestas que ha evocado en la teora econmica.

    En lo concerniente a la economa burguesa hay, sin embargo, poco que decir, en tanto suteora general del equilibrio no deja sitio a la dinmica procesual de desequilibramiento de laexpansin del capital. La acumulacin aparece aqu como una cuestin de ahorro, o como unfenmeno del crecimiento, para los cuales ha de encontrarse una senda de equilibrio conobjeto de escapar del persistente ciclo comercial. Que el problema no sea en absolutotomado en consideracin, refleja el ineludible reconocimiento de que muchas, sino todas las

    categoras de la teora econmica burguesa, no tienen mayor repercusin en el desarrollocapitalista a largo plazo de la que tienen en las relaciones cotidianas de produccin eintercambio del mercado capitalista. Hay una fuerte tendencia a volver la vista a la economapoltica clsica, o incluso a Marx, en busca de una aproximacin terica ms til para solucionarlos problemas de la produccin de capital. En relacin a esto, es interesante notar que lascuestiones propuestas por los economistas actuales meramente repiten, pero de una forma mssuperficial, las discusiones alrededor del problema de la crisis mantenidas dentro del campomarxista en torno al cambio del siglo [XIX-XX]. Estas controversias tambin concernan a laposibilidad de una senda de equilibrio, que condujese a un desarrollo armonioso, libre decrisis.

    Las interpretaciones diferentes y contradictorias de la teora de la crisis de Marx puedenproporcionar algn consuelo a sus oponentes, pero no indican ms que la infiltracin de los

    conceptos econmicos burgueses en la doctrina marxiana, en tanto complemento terico de laintegracin prctica del movimiento socialista en el sistema capitalista. Haba, y hay, un dobleempeo en reconciliar, al menos en cierta medida, el antagonismo histrico entre el marxismoy la teora econmica burguesa, lo que encuentra su reflejo en un creciente eclecticismo porambas partes. Que la crisis del marxismo est an profundizndose puede suponerse a partirdel artculo acerca del libro de Ernest Mandel sobre el Capitalismo tardo, artculo queactualiza, por as decirlo, la discusin y la confronta con una teora marxista de la crisis nodiluida.

    Paul Mattick

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    Pero un gran perodo histrico nunca muere tan rpidamente como acostumbran aesperar sus herederos ni tampoco, quiz, como necesariamente han de esperarlo para

    poder arremeter contra l con el empuje requerido.

    Franz Mehring

    Captulo 1

    LA ECONOMIA BURGUESA

    El despliegue progresivo de la economa capita-lista fue desde sus comienzos un proceso lleno deretrocesos. Haban buenos y malos tiempos y sebuscaba una explicacin de por qu. El carcterdecisivamente agrario de la produccin socialpermita al principio todava deducir las causas dela penuria econmica de la inestabilidad de laNaturaleza. De otro lado, la reducidaproductividad del propio trabajo agrcolaconjugada con el crecimiento de la poblacindespertaba el temor de que la produccin

    capitalista en ciernes se enfrentaba con lmitesnaturales que conducan al advenimiento de unestado estacionario de la sociedad. La economapoltica burguesa se caracterizaba por un profundopesimismo del que slo pudo desprenderse con laaceleracin del desarrollo del capital.

    A pesar de que en la teora clsica las relacionessociales eran concebidas como relacionesnaturales, ello no era obstculo para que, a travsde la distribucin, los clsicos se dedicasenespecialmente a las relaciones sociales. Si bien elequilibrio entre intereses diversos quedaba

    preservado en la teora clsica por la va delintercambio, al estar ste determinado por lascantidades de trabajo contenidas en lasmercancas, no dejaba, por otra parte, de ponerseen cuestin. En una consideracin puramente for-mal de las relaciones de cambio y bajo el supuestode libre concurrencia, los intereses individualesparecan coincidir con los de la sociedad en suconjunto y la ley econmica del intercambio deequivalentes pareca ser una ley justa. Ahora bien,al tomar en consideracin el reparto clasista delproducto social en renta de la tierra, salario ybeneficio, resultaba que el proceso formal de

    intercambio no era una abstraccin legtima de larealidad.

    La teora del valor-trabajo construida por los cl-sicos consideraba el estado de cosas dado y suulterior desarrollo desde el punto de vista delcapital y, con ello, desde el punto de vista de laacumulacin capitalista. Con pocas excepciones,aun cuando con diversidad de argumentos, losclsicos supusieron que la acumulacin capitalistase enfrentaba con barreras, expresin de lo cualhaba de ser la cada de los beneficios. SegnDavid Ricardo la acumulacin encontraba un lmite

    inevitable en la productividad decreciente delcultivo de la tierra. Un desnivel creciente encuanto a rendimientos entre el trabajo industrial yel trabajo agrcola haba de elevar los costes

    salariales y hacer descender la tasa de beneficiosfavoreciendo a la renta de la tierra. Esta teora eraevidentemente reflejo de las relaciones que exis-tan en la poca de Ricardo entre terratenientes ycapitalistas y no tena nada que ver con lastendencias de desarrollo inmanentes a laproduccin de valor. Segn Marx, la incapacidadde Ricardo para explicar las leyes de desarrollo delcapital a partir de la produccin misma de capitalfue lo que le impuls a huir de la economa a laqumica orgnica1.

    No obstante, Marx vea en el miedo de loseconomistas ingleses ante el descenso de la tasade beneficio una profunda comprensin de lascondiciones en que se desenvuelve la produccincapitalista. Lo que, por ejemplo, inquietaba aRicardo era que la tasa de beneficio, el acicatede la produccin capitalista, condicin y motor dela acumulacin, corre peligro por el desarrollomismo de la produccin [...] Se revela aqu de unmodo puramente econmico, es decir, desde elpunto de vista burgus, dentro de los lmites de lacomprensin capitalista, desde el punto de vista

    de la produccin capitalista misma, su limite, surelatividad, el hecho de que este modo deproduccin no es absoluto, sino puramente his-trico, que es un modo de produccin que corres-ponde a una, cierta poca limitada, de desarrollode las condiciones materiales de produccin2.

    Al derivarse la tendencia al descenso de losbeneficios primariamente del aumento de laconcurrencia y, en conexin con el incremento dela poblacin, de la creciente renta de la tierra, nose tard mucho en enfrentar tambin al salariocon las necesidades de beneficios de la

    acumulacin. De otro lado, la difusin del trabajoasalariado constitua un estmulo, a travs delconcepto de valor vinculado al tiempo de trabajo,para el planteamiento de cuestiones en torno a lacausa del beneficio. Tales cuestiones encontraronrespuesta en la reivindicacin, por parte de losproductores, de la totalidad del producto de sutrabajo. Al igual que el beneficio mismo, el capitalacumulado fue entendido tambin como suma de

    1 Karl Marx, Grundrisse der Kritik der politischen konomie,Berln, 1953, p. 639. (Traduccin castellana de P. Scarn,

    Elementos fundamentales para la crtica de la economapoltica (Borrador) 1857-1858, 3 vols., Madrid, 1972, vol. 2,p. 288.)2 Karl Marx, Das Kapital, vol. III, MEW 25, pp. 269-270.(Trad. cast. de W. Roces, El Capital, vol. III,Mxico, 1971,4a. reimp., p. 256.)

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    trabajo no pagado. El rechazo del cargo de ex-plotacin capitalista requera, por consiguiente, laretirada de la teora del valor-trabajo. Por otraparte, el problema de la acumulacin poda sersencillamente olvidado ya que los temores quehaba suscitado demostraron ser falsos. Laacumulacin no disminuy, sino que aument y elcapital estableci inequvocamente su dominiosobre la sociedad. El trabajo asalariado y el capitaldaban origen a los principales antagonismos declase y determinaban las evoluciones siguientesde la economa burguesa.

    Los economistas no tenan por qu ser forzosa-mente conscientes del carcter crecientementeapologtico de la economa. A partir de laconviccin de que la capitalista es la nicaeconoma posible, cualquier crtica que se le hagaresulta una deformacin subjetiva e injusta de larealidad. La apologtica aparece como objetividad,como conocimiento cientfico que no se veafectado ni siquiera por las carenciasdemostrables del sistema. De todos modos, lageneralizacin de la economa capitalista exiga unplanteamiento ahistrico as como la transforma-cin de las categoras de la economa poltica enleyes generales del comportamiento humanocomunes a todas las formas de sociedad. Dadoque el pasado slo puede ser comprendido a partirdel presente, la economa burguesa era para Marxtambin una clave para la comprensin de lasformaciones sociales anteriores, pero no al modode los economistas, que borran todas lasdiferencias histricas y ven la forma burguesa en

    todas las formas de sociedad

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    .

    Lasdeterminaciones abstractas generales, que pue-den encontrarse ms o menos en todas las formasde sociedad, presentan sin embargo en cadasociedad particular un carcter correspondientenicamente a esa sociedad. El dinero en tanto quemedio de cambio y el dinero en tanto que capitalexpresan relaciones sociales diferentes y losmedios de trabajo empleados en el pasado nopueden equipararse con el capital que se valorizaa s mismo. La economa capitalista no puedeentenderse a partir de las determinacionesabstractas generales del comercio y del trfico

    humanos y limitarse a ellos slo puede obedecer ala ignorancia de las verdaderas relaciones socialeso al deseo de sustraerse a problemas con ellasrelacionados.

    Segn Marx, en la base de la teora clsica delvalor haba una confusin de la produccin en susentido natural y en su sentido econmico. Erapor esto por lo que tomaba como punto de partidael trabajo y conceba el capital como una cosa yno en tanto que relacin social. Sin embargo, paradesarrollar el concepto de capital es necesariopartir no del trabajo, sino del valor y adems del

    valor de cambio ya desarrollado en el movimiento

    3 Karl Marx, Grundrisse, op. cit., p. 26. (Trad. cast. cit., p.26.)

    de la circulacin4.La diferencia entre el valor decambi y el valor de uso de la fuerza de trabajoforma la base de la existencia y del desarrollo dela sociedad capitalista y tiene como presupuesto laseparacin del obrero de los medios deproduccin. El trabajo en s mismo carece devalor, pero la fuerza de trabajo en tanto que mer-canca produce adems de su propio valor unaplusvala de la que resultan las diferentescategoras econmicas de la economa mercantilcomo el precio, el beneficio, el inters y la rentade la tierra y en la que, al propio tiempo,encuentran su ocultamiento.

    La crtica marxiana de la economa burguesa era,por tanto, doble: consista, por una parte, en lams consecuente aplicacin de la teora del valor-trabajo al desarrollo capitalista sobre la base delas categoras econmicas fetichistas dadas y, porotra, en el desenmascaramiento de esascategoras poniendo de manifiesto su carcter derelaciones de clase y de explotacin peculiares delmodo de produccin capitalista. Lo que los clsicosno podan hacer, explicar las dificultades que ibancreciendo con el capital por el antagonismo entrela produccin de valores de uso y la de valores decambio inherente al modo de produccincapitalista, lo pudo hacer Marx, quien asconsigui mostrar cmo los lmites con que seenfrenta el capital proceden del mismo capital. Ydado que tras las categoras econmicas seocultan relaciones de clase, reales, lascontradicciones econmicas propias del capitaleran al mismo tiempo antagonismos actuales

    pudiendo ser superadas, por consiguiente, por lava revolucionaria.

    La no atencin al antagonismo de clase entre ca-pital y trabajo propio del capitalismo habapermitido a la economa clsica autoconcebirsecomo ciencia libre de prejuicios sin caer por elloen un puro positivismo. Tena tambin un carcternormativo que le vena dado por el hecho de queelaboraba proposiciones encaminadas a laresolucin de situaciones negativas persistentes ode nueva aparicin. Se pensaba que la armonaesperable de la economa de mercado era

    obstaculizada por tentativas opuestasprovenientes todava de la poltica monopolista ymonetaria propia del mercantilismo. Al mismotiempo, no obstante, empezaba a ponerse enduda ya que la concurrencia universal fuese lapanacea para todas las ilicitudes de naturalezaeconmica. El evidente empobrecimiento de losobreros motiv a John Stuart Mill a proponercambios en las consecuencias econmicas de laproduccin capitalista a travs de una ms justadistribucin a conseguir por vas polticas. ParaMarx, la relacin entre la produccin y la dis-tribucin estaba fijada por la produccin misma.

    Lo inspido de Mill estribaba, para Marx, en queconsideraba eternas las relaciones de produccin

    4Ibid., p. 170.(Trad. cast. cit., vol. I, p. 198.)

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    burguesas, pero histricas sus formas dedistribucin, (con lo que) no entenda ni las unasni las otras5. Los elementos normativos de laeconoma clsica no expresaban sino unacomprensin defectuosa de la sociedad burguesa.

    En general, la economa poltica que se form alcomps del capitalismo, vena a ser laaprehensin ideal y la exposicin de la produccinde mercancas vista desde el punto d vistaburgus; una produccin que proporcionababeneficios a los propietarios de los medios deproduccin a travs del intercambio. La crticaprctica de la economa poltica era ella mismatambin economa poltica, pero desde el punto devista de los obreros y, como tal, se agotaba en lalucha de stos por condiciones de vida mejores.La economa poltica era, as, lucha de clases entreel capital y el trabajo enmascarada bajocategoras econmicas. Mientras la burguesa seatuvo a la teora del valor-trabajo basada en eltiempo de trabajo, hizo justicia, a su modo, a losdatos objetivos, por ms que pasase de largocalladamente ante el hecho de la explotacin. Conel abandono de la teora del valor-trabajo se priva s misma de la posibilidad de conocimientoobjetivo de los hechos econmicos y dej enmanos de la crtica marxiana la consideracincientfica de la sociedad burguesa.

    Sera, de todos modos, errneo suponer que elabandono burgus de la teora del valor-trabajoha de ser atribuido con exclusividad a la negacindel hecho de la explotacin. Dejando aparte que la

    teora del valor-trabajo no fue entendida en suverdadero sentido, esto es, en el sentido de ladoble naturaleza de la fuerza de trabajo comovalor de uso y como valor de cambio, tampocotena ya inters prctico para la burguesa. Paraella de lo que se trataba era no de los valores enbase al tiempo de trabajo sino de los preciosdesvinculados de los valores y establecidos por laconcurrencia. A pesar de que esto no deberahaber supuesto un obstculo para que los clsicos,partiendo de su punto de vista social global,demostrasen a pesar de todo la validez de lateora del valor y aun cuando esto en gran parte

    se intent, la solucin del problema del valor ha-ba de quedarle reservada a Marx. As pues, lasdificultades tericas inherentes a la teora delvalor-trabajo tuvieron, seguramente, su parte deresponsabilidad en el abandono de la ley delvalor-trabajo.

    Sea como sea, derivar el beneficio, el inters y larenta de la tierra de la ley del valor slo podallevar a la idea de que junto a su propio valor losobreros producen una plusvala de la que se apro-pian las capas no productoras de la sociedad.Haba que hacer desaparecer la idea de que slo

    el trabajo produce valor para poder justificar losingresos que adoptan la forma de beneficio,

    5Ibid., p.644. (Trad. cast. cit., vol. II, p. 294.)

    inters y renta de la tierra. Esto, adems denecesario, no dejaba de ser plausible, puesto queen condiciones capitalistas los obreros precisan decapital para producir en la misma medida en queste precisa de ellos. Si la desposesin de losobreros era la premisa de la produccincapitalista, la posesin de capital era la premisade la existencia proletaria. Dado que la una eratan necesaria como la otra y dado que se vivasobre la tierra, se poda hablar de tres factores -tierra, trabajo y capital- que participaban por igualen la produccin. De teora del valor se hizo, portanto, en principio una teora del coste de produc-cin determinada por esos factores.

    A pesar de ser incompatible con la ley del valor,la teora del coste de produccin se convirti enconcepto objetivo ya que en ella se establecanaparentemente diversas aportaciones a laproduccin social configurando su valor. El valorde las mercancas resultaba en esta teora no slodel trabajo directo utilizado en su produccin sinotambin de las condiciones de produccinpreviamente posibilitadoras de ese trabajo. Elinters, a menudo confundido con el beneficio,hall su explicacin capitalista en la productividaddel capital. El beneficio puro se atribuy a laremuneracin del empresario, cuya actividadaparentemente aportaba todava una parteadicional al ulterior valor social total. La teora, sinembargo, no era satisfactoria ni desde el punto devista terico ni desde el punto de vista prctico.La consideracin de la propiedad como fuente devalor en s misma no estaba exenta de problema-

    ticidad. Pero la identificacin del precio de merca-do de la fuerza de trabajo con su valor permita lailusin de suponer que la ganancia obtenida en elmercado no tena su origen en la explotacin. Losproblemas de la economa burguesa parecandesaparecer en cuanto se concentraba toda laatencin en el mercado, dejando fuera de laconsideracin la produccin. Al centrarse laatencin en el mercado se avanzaba hacia latransformacin del concepto objetivo de valor enconcepto subjetivo.

    La idea evidente de que la valoracin de las mer-

    cancas depende de su utilidad para los compra-dores tampoco fue extraa a los clsicos. As, yaJean-Baptiste Say intent derivar el valor directa-mente de la utilidad, llegando sin embargo a laconclusin de que la utilidad no poda medirse.sta slo poda medirse por la cantidad de trabajoque cada cual estaba dispuesto a rendir paraadquirir sta o aqulla mercanca til. Tambinpara Marx el valor de uso de las mercancas eracondicin previa para que tuviesen valor decambio. Pero desde su punto de vista no setrataba del intercambio de productos del trabajodestinado a la satisfaccin de las necesidades

    individuales, sino del intercambio de valores deuso dados que aparecan como valor de cambiocontra una cantidad mayor de valor de cambiobajo la forma de dinero o de mercanca. Expre-

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    sado en equivalentes de tiempo de trabajo, estoslo es factible si existe una mercanca cuyo valorde uso es superior a su valor de cambio y esto enun sentido objetivo y medible. La mercancafuerza de trabajo cumple esta condicin. Ahorabien, si se deja de lado este hecho, el intercambioaparece realmente como un procesoefectivamente destinado a la satisfaccin de lasnecesidades individuales y la valoracin de lasmercancas como algo dependiente de lamultiplicidad d las inclinaciones subjetivas delhombre.

    Aislado de la produccin, el problema del preciopoda ser visto como un puro fenmeno demercado. Si la oferta de mercancas superaba a sudemanda, el precio descenda; si ocurra lo contra-rio, entonces el precio se elevaba. El movimientode los precios, sin embargo, no poda explicar elprecio mismo. Si se rechazaba el conceptoobjetivo de valor haba, de todos modos, queconservar el concepto de valor para no caer en ladeterminacin del precio a partir del precio. Lasolucin se encontr dando un salto de laeconoma a la psicologa. En la base del precio, seafirmaba ahora, se hallan las valoracionesindividuales de los consumidores, que se expresanen la demanda. La escasez y la rareza en relacincon la demanda explican las relaciones de precios.No tard mucho tiempo en convertirse la teorasubjetiva del valor en tanto que teora de la uti-lidad marginal prcticamente en patrimoniocomn de la economa burguesa.

    Con la teora de la utilidad marginal el conceptomismo de economa poltica perdi sentido, siendosustituido por el de la economa pura. Desde unpunto de vista metodolgico, la teora de lautilidad marginal no se distingua de la economaclsica, pero su contenido dej de vincularse aproblemas de orden social para enfocar laconducta del individuo frente a los bienes a sualcance y las repercusiones de esa conducta sobreel proceso del intercambio. Naturalmente, laeconoma clsica se refera tambin al hombreaislado en tanto que homo oeconomicusafanndose en concurrencia con otros hombres

    aislados por conseguir la mxima ganancia. Peroesa concurrencia se entenda como un proceso deigualacin y ordenacin tendente a adecuar laproduccin y la distribucin a las necesidadessociales. Este proceso se llevaba a cabo,ciertamente -como guiado por una mano invisible-a espaldas de los productores, pero no por estodejaba de realizarse y de establecer el necesarionexo entre el inters privado y el inters general.Es evidente que a los marginalistas no podapasrseles por la cabeza negar la existencia de lasociedad. Pero para ellos, las relaciones socialeseran nicamente un medio para la realizacin de

    la relacin econmica entre el hombreindividual y las cosas percibidas por l como ti-les. Esa relacin vala igual para el individuo fuerade la sociedad como para todo hombre en

    cualquier sociedad, de modo que se tornabasuperfluo estudiar la naturaleza de cualquiersociedad determinada.

    En la base de la teora de la utilidad marginal es-taba el descubrimiento no demasiado lejano deque tanto de lo bueno como de lo malo se puedeacabar por tener demasiado y la aplicacin de estaconstatacin a la economa. En Alemania fueHermann Heinrich Gossen6 quien defendi porprimera vez este principio. Al principio no halldemasiado eco, pero luego fue ganandoconsiderable reconocimiento como consecuenciade la popularidad del concepto de utilidadmarginal desarrollado autnomamente enInglaterra por William Stanley Jevons7. Al mismotiempo fundaba Karl Menger8 la escuela austra-ca de economa terica basada sobre el conceptosubjetivo del valor y a la que, "entre otros, hayque adscribir a Friedrich von Wieser9 y a Eugenvon Bhm-Bawerk10. A pesar de que lasaportaciones de estos economistas se diferencianen el detalle unas de otras, se les puede meter atodos en el mismo saco de cofundadores de lateora de la utilidad marginal.

    El punto de partida de esta teora est constitui-do por las necesidades individuales. La valoracinde esas necesidades es asunto de la concienciahumana y es, por tanto, algo subjetivo. Enrelacin con la carencia o abundancia de bienes elvalor de cambio y el valor de uso son solamenteformas distintas del fenmeno general del valordeterminado por la conciencia. La necesidad de un

    bien determinado, no obstante, es limitada. Elpunto en el que en una escala de satisfaccinsupuesta cesa el deseo de un bien, determina suutilidad marginal y, con ella, su valor. Dado quelas necesidades del hombre son mltiples, efectasu eleccin de los diversos bienes de un modo talque obtiene la mxima utilidad marginal. Comoalgunos goces momentneos tienen consecuenciasperjudiciales, compara los goces del momento conlas privaciones posteriores para sustraerse acualquier prdida de goce. En relacin con elmercado, el valor de una mercanca se mide paratodo hombre segn su utilidad marginal,

    alcanzndose la utilidad mxima cuando lasutilidades marginales de todas las mercancascompradas por l son de la misma magnitud.

    Quin ignora que la vida va acompaada deplacer y de sacrificio y que cada cual intentareducir al mximo los sacrificios y aumentar elplacer? Igual que las alegras y las penas erancuantificables para el filsofo utilitarista yreformador social Jeremy Bentham, para Jevons

    6Entwicklungsgesetze des Menschlichen Verkehrs, und der

    daraus flieenden Regeln fr Menschliches Verhalten, 1854.7Theory of Political Economy, 1871.8Grundstze der Volkswirtschafslehre, 1871.9 Ober den Ursprung und die Hauptgesetze deswirtschaftlichen Wertes, 1884.10Kapital und Kapitalzins, 1884.

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    era posible calcular el placer y el sacrificio, acausa de lo cual resultaba posible concebir yexponer matemticamente la economa. Pero loque no pudo conseguir Say, tampoco lo lograronJevons y los marginalistas y los intentos de hacermensurable la utilidad subjetiva fueron prontoabandonados. Se convino en que la utilidad podaser comparada, pero no medida con exactitud.

    La apologtica burguesa se haba marcado dostareas. Por una parte crey necesario hacerintervenir al beneficio, el inters y la renta de latierra en la creacin de valor y, por otra parte, lepareci conveniente apuntalar con elementoscientfico-naturales la autoridad de la economa.Este segundo deseo fue el que impuls labsqueda de leyes econmicas generalesindependientes de cualquier coordenada deespacio o de tiempo. En caso de poderse verificarese tiempo de leyes, estaran llamadas tambin ajustificar la sociedad establecida pudindosesoslayar cualquier idea orientada a su transfor-macin. La teora subjetiva del valor pareca cum-plir al mismo tiempo los dos tipos de tareas. Podaomitir toda consideracin de las relaciones decambio peculiares del capitalismo y al mismotiempo derivar la distribucin del producto social,fuese cual fuese su configuracin, de lasnecesidades mismas de los agentes del cambio.

    Este intento contaba con un precedente en laidea de Nassau W. Senior11 de que el inters y elbeneficio haban de hacer las veces de unaremuneracin dada al capitalista por el sacrificioque para l supona la abstinencia del consumo en

    inters de la formacin de capital. As, tanto loscostes de capital como los costes de trabajo -estosltimos en sentido de la penalidad del trabajo-podan ser igualmente considerados comoabstinencia, quedando en pie de igualdad elbeneficio y el salario. Dejando a parte estasabstinencias, el cambio serva para la satisfaccinde las necesidades de los que participaban en l,los cuales no podan sino ganar, ya que cada cualvalora, evidentemente, ms los bienes o los ser-vicios que obtiene que los que l da a cambio. Elcapitalista compra la fuerza de trabajo porquepara l importa ms que la suma de salarios que

    entrega a cambio y el obrero vende su fuerza detrabajo porque para l representa menos que elsalario que obtiene a cambio. De este modo, en elcambio ganan los dos y la explotacin desaparecedel horizonte.

    Dado que era imposible medir el valor subjetivo,pronto se renunci a la fundamentacinpsicolgica de la utilidad marginal, sin por ello, noobstante, dejar de lado la teora misma. Ahoraempez a relacionarse no ya con la utilidadmisma, sino con las valoraciones subjetivas talcomo se expresan en la demanda del mercado. La

    utilidad, se subrayaba ahora, no se relaciona tantocon una determinada mercanca como con el

    11Outline of the Science of Political Economy, 1836.

    conjunto de mercancas entre las que elcomprador est dispuesto a elegir. Estas escalasde preferencias de los consumidores serepresentan grficamente por medio de lasllamadas curvas de indiferencia. Se distinguaentre la magnitud absoluta (cardinal) de la utilidady la utilidad relativa (ordinal) puesta de manifiestoa partir de las escalas de preferencias. El conceptode utilidad marginal se transform en el de la tasamarginal de sustitucin. El aumento de cantidadde una mercanca compensaba el descenso decantidad de otra hasta que las tasas marginalesalcanzadas procurasen en su sustituibilidadrecproca el mximo de satisfaccin. Con otraspalabras: el comprador distribuye su dinero demanera que todas las mercancas adquiridas porl son para l equivalentes, de modo que concluyesatisfactoriamente sus elecciones. No todos losmarginalistas estuvieron dispuestos a abandonarel concepto de utilidad cardinal y para otros el deutilidad ordinal no iba lo suficientemente lejos,porque de todos modos segua vinculado todavaal valor subjetivo. Dado que la utilidad marginalsolo puede manifestarse en el precio, stosltimos prefirieron una teora pura de los preciosalejada de cualquier problema relacionado con elvalor.

    Tampoco era posible considerar el precio comodeterminado exclusivamente por la demanda,puesto que, sin duda, haba produccin yexactamente igual que haba precios de demanda,haba precios de oferta. As, resultaba sencillocombinar la teora subjetiva del valor con la

    teora, anterior a ella, de los costes de produccin.De este empeo surgi la llamada teoraneoclsica, cuyo ms importante exponente fueAlfred Marshall12. De todos modos, los costes deproduccin seguan entendindose en trminossubjetivos, como abstinencia por parte del ca-pitalista y como sacrificio causado por el trabajo.Al igual que la demanda estaba determinada porla utilidad marginal, detrs de la oferta seesconda el punto marginal de disposicin a seguirtrabajando o a demorar el consumo a favor de laformacin de capital. Marshall, de todos modos,saba muy bien que los factores determinantes de

    la oferta y de la demanda no podan ser conocidoscomo tales y que el nico punto de apoyo de esosfactores reales haba de buscarse en lasrelaciones de precios en presencia. Es el sistemamonetario el que convierte las valoracionessubjetivas en precios en los que se reflejan lasnecesidades reales y las abstinencias. El valorsubjetivo no susceptible de clculo se convierte atravs del precio en valor mensurable. La oferta yla demanda regulan los precios en direccin alequilibrio de modo tal que si no en cualquiermomento s a largo plazo la relacin entre laoferta y la demanda determina el valor de las

    mercancas.

    12Principles of Economics, 1890.

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    Otra variante de la teora de la utilidad marginalcontemplaba la produccin como requisito previoevidente de las relaciones de cambio que no exigamayor atencin. Para Leon Walras13, fundador dela escuela de Lausana, la economa en suconjunto no era sino una teora del intercambio demercancas y de la formacin de los precios.

    Para l tambin el valor se derivaba de laescasez de los bienes en comparacin con lasnecesidades existentes, explicando la utilidadmarginal las diversas intensidades en cuanto apercepcin de las necesidades. Pero igual que elindividuo alcanza a travs de sus elecciones en elmercado un equilibrio en cuanto a satisfaccin desus diversas necesidades, el intercambio socialglobal tiende tambin a un equilibrio general en elque el valor global de los bienes y serviciosdemandados se corresponde con el valor global delos ofrecidos.

    La hiptesis de una tendencia al equilibrio de laoferta y la demanda a alcanzar a travs delintercambio estaba, sin embargo, en la base detodas las teoras del mercado. Lo que Walrasintent fue justificar con cientificidad y exactitudla validez de esta hiptesis. Para l, la utilidadmarginal no slo era evidente, sino tambinsusceptible de medida: se consegua aplicando elprincipio de sustitucin al mercado de mercancasen su conjunto, en el que todos los precios estnindisolublemente entrelazados unos con otros. Losprecios eran para l las relaciones inversas de lascantidades de mercanca intercambiadas. Los

    costes de produccin estaban integrados, para l,por los salarios, intereses y rentas que entrabanen ellas y que entendidos como serviciosproductivos, eran puestos en pie de igualdad.Todas las personas cambian por los serviciosproductivos que presentan los bienes de consumoque les corresponde. La realidad del valorsubjetivo que se manifiesta en los precios deequilibrio se pone de relieve en el equilibrio de laeconoma y ese equilibrio demuestra por su parteel concepto del valor subjetivo. Como el valor y elequilibrio se condicionan mutuamente, la teoradel valor se reduce a la del equilibrio general y

    basta demostrar tericamente su posibilidad paralograr la demostracin de la validez de la teorasubjetiva del valor.

    A pesar de esta conclusin circular, laperspectiva del equilibrio en la consideracin de laeconoma en su conjunto, por sectores o por casosparticulares, sigui siendo uno de los mtodosprincipales de la economa burguesa, y estoporque desde su punto de vista, todo elmovimiento del mundo -no solo en la economa-tiende al equilibrio. Naturalmente, el sistemawalrasiano del equilibrio general -expuesto en

    trminos de un sistema de ecuacionessimultneas- era solamente un modelo y no una

    13 Elements d'conomie politique pure ou theorie de larichesse sociale, 1874.

    representacin de situaciones reales. De todosmodos, s que aspiraba a presentarse comoconocimiento de la realidad, ya que si bien laeconoma poda alejarse de la situacin deequilibrio, siempre tenda a volver a ella. Dado elcarcter inabarcable y complejo de los procesoseconmicos, entrelazados de muchas maneras, lademostracin terica del posible equilibrio slopoda lograrse por caminos matemticos a unnivel de abstraccin, tal que, a pesar decorresponder a la teora, perda cualquier contactocon la realidad.

    Sobre la base del supuesto de que en ltima ins-tancia el valor de las mercancas lo determinan losconsumidores, la distribucin social de la rentaquedaba fuera de consideracin. Esta situacinintent remediarla John Bates Clark14 mediante laaplicacin del anlisis marginal a los factoresproductivos. Igual que en el consumo haba unaescala de satisfaccin que conduca a la utilidadmarginal, el aumento continuo de trabajocondicionaba la existencia de una disminucin ensu productividad hasta un punto marginal. Estepunto marginal se manifestaba en los salariosdados en cada caso. La identidad, o el equilibrioentre el salario y la productividad marginal podasufrir perturbaciones, pero slo para reconstituirsepor s misma. Si la productividad marginal, porejemplo, sobrepasaba al salario, la demanda detrabajo aumentaba, hasta que se restableciese elequilibrio entre la productividad marginal y elsalario. Si, por el contrario, el salario estaba porencima de la productividad marginal, la demanda

    de trabajo retroceda hasta el restablecimiento dela identidad entre la productividad marginal y elsalario. Lo que ocurra con el trabajo asalariado,ocurra tambin en el caso de todos los demsfactores productivos, de modo que en el equilibriotodos los factores participaban en el reparto de larenta total de acuerdo con su productividadmarginal. De este modo, no slo la oferta y lademanda sino tambin la distribucin del productosocial quedaban explicadas a partir del principiode la utilidad marginal o del sacrificio marginal. Ycomo cada factor de la produccin obtena la partedel producto social que corresponda a su

    aportacin particular a la produccin social, ladistribucin dada no slo estaba econmicamentecondicionada; era tambin justa.

    La incorporacin de la produccin social a la teo-ra subjetiva del valor les pareci inadecuada aalgunos de sus partidarios. Para Bhm-Bawerk15,segn el cual toda la produccin serva en ltimotrmino slo para el consumo, no tena sentidoentrar demasiado pormenorizadamente en laproduccin o hablar de una dependencia de ladistribucin de la renta de la productividadmarginal de los factores de la produccin. La

    produccin de capital constitua para l un rodeoen la produccin opuesto a la produccin directa

    14The Distribution of Wealth, 1899.15 Vase nota 10.

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    sin medios de produccin esenciales. De estemodo, todo proceso de produccin en el que seutilizasen medios de produccin era un proceso deproduccin capitalista incluso en el caso de unaeconoma socialista. Para Bhm-Bawerk sloexistan dos factores productivos: el trabajo ylatiera; el capital lo consideraba un concepto pu-ramente terico, no histrico. Todos los bienespresentes son medios de consumo, los bienesfuturos -igualmente medios de consumo-aparecen entretanto como bienes de capital ycomo prestaciones de trabajo. El beneficio,considerado slo como inters, no se deriva de laproduccin, sino qu aparece en el cambio debienes presentes con bienes futuros. La utilidadmarginal decide acerca de las diferentesvaloraciones del presente y del futuro.

    Para Bhm-Bawerk el inters no slo es inevita-ble sino que tambin est justificado, ya que todaproduccin depende del ahorro de los capitalistasy tanto los obreros como los terratenientes estnsometidos al crdito de capital. Ambos no puedenvivir directamente de su produccin, ya que starequiere plazos de maduracin de diversaduracin. Tienen que vivir de productosproducidos en un perodo de tiempo anterior.Aquel que no est dispuesto o no quiere limitar suconsumo y ahorrar, queda excluido del intersganado por el perodo de tiempo. A pesar de queel inters es la forma en la que el rendimiento delos bienes de capital se abona o se cobra, no esun producto del trabajo o del capital, sinosolamente una ganancia generada por el mero

    transcurso del tiempo, algo as como un regalo delcielo. El inters es tanto ms un don del cielocuanto que al mismo tiempo es el instrumento delequilibrio y del progreso econmico. Regula elequilibrio necesario entre la produccin actual y laproduccin futura a travs de la regulacin de lasinversiones de capital en lo relativo a suampliacin o limitacin en funcin de lasnecesidades de consumo existentes. Con elincremento de los rodeos productivos, aumenta lamasa de bienes de consumo, con lo que se reducela necesidad de nuevos ahorros destinados amedios de produccin adiciones. As, el progreso

    social se manifiesta en una tasa de intersdescendente.

    En cualquier caso, no vale la pena pasar a laconsideracin de otros representantes de la teorasubjetiva del valor; del mismo modo, fueadecuado ignorarlos en gran parte en la poca desu mximo florecimiento. Marx no se pronuncidirectamente sobre esto16 y para Friedrich Engels

    16 La posibilidad de que Marx conociese los planteamientosde la teora subjetiva del valor se desprende de su estudiodel economista ingls W. F. Lloyd, estudio sobre el que ha

    llamado la atencin W. Pieper en una apostilla a una cartade Marx a Engels (MEW 27, p. 169). A pesar de que Lloydhaya cado en el olvido ms an que Gossen en Alemania, oque A. J. Etienne-Juvenal Dupuit en Francia, debe serconsiderado como uno de los primeros representantes de lateora subjetiva del valor (W. F. LLOYD,A Lecture on the

    no era sino un mal chiste17, a pesar de que lepareca perfectamente posible que seconstituyese sobre la base de la teora del valor deuso y de la utilidad marginal jevonsiana-mengeriana un plausible socialismo vulgar18. Dehecho, una parte de la socialdemocraciareformista recurri en su momento a la teora dela utilidad marginal alegando que la presunta noatencin de Marx a la demanda y a su influenciaen la formacin de los precios le priv de laposibilidad de entender verdaderamente losproblemas econmicos. Mientras la teorasubjetiva del valor se extenda en el camposocialdemcrata, en el campo burgus empezprimero por perder credibilidad hasta ser final-mente abandonada por completo. El rechazo delvalor psicolgico por parte de la burguesa mismanos ahorra una crtica ms extensa de esta teora.

    La superacin de la teora subjetiva del valor seconsum de dos formas diferentes: por una partea causa de su exageracin con lo que perdi elltimo contacto aparente con la realidad y por otraparte por la renuncia abierta a reconducir el precioal valor. En relacin con el primer empeo puedemencionarse a Joseph A. Schumpeter19. Laescuela austraca sustentaba el punto de vista deque para los consumidores el valor de los bienesde consumo acabados depende de su utilidadmarginal y que las mercancas no acabadas, comolas materias primas y las mquinas, hallan supropia utilidad marginal en la utilidad marginal delas mercancas acabadas a travs de un procesode imputacin. Desde el punto de vista de los

    consumidores, las diversas materias primas,medios de produccin y semifabricados no tienenutilidad directa sino slo indirecta. Esta utilidadindirecta encuentra expresin a travs del caminode la imputacin en los precios de los bienes deconsumo. Lo mismo ocurra con la circulacin elelas mercancas. Se distingua a este respecto entrebienes de primer y de segundo orden; los ltimoseran aquellos que todava no haban entrado en elconsumo y cuya utilidad deba ser imputada a lautilidad marginal de los bienes de consumo.Schumpeter conclua de esto que en una

    Notion of Value as Distinguishable not only from Utility, butalso from Value in Exchange, Londres, 1834). Por otraparte, Marx se ocup en extenso en El Capital,as como enlas Teoras sobre la plusvala, de la teora subjetiva delvalor de S. Baily (A Critical Dissertation on the Nature,Measures and Causes of Value: chiefly in reference to thewritings of Mr. Ricardo and his followers, 1825). Igualmentede la teora del valor de uso en Glosas marginales alTratado de Economa Poltica de A. Wagner(MEW 19, pp.355-383).17 El 5 de enero de 1888 Engels escriba a N. F. Danielson:Ahora est de moda aqu, precisamente, la teora de Stan-ley Jevons, segn el cual el valor est determinado por lautilidad, es decir, valor de cambio-valor de uso, y por otraparte por la cuanta de la oferta (es decir, por los costes de

    produccin), lo que no es sino una manera confusa de decirbajo mano que el valor est determinado por la oferta y porla demanda (MEW 37, p. 8).18 MEW 25, p. 17.19 Das Wesen und der Hauptinhalt der theoretischen Na-tionalkonomie, 1908.

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    perspectiva terica la oferta y la demanda eranuna y la misma cosa, ele modo que por lo quehaca a las relaciones de equilibrio podaconsiderarse que era suficiente la parte de lademanda.

    En el tratamiento dispensado por Schumpeter alequilibrio, no slo eran superfluos los precios deoferta, dado que podan subsumirse como precios(le demanda, sino que tambin podan pasarsepor alto el beneficio y el inters incluyndolos enla rbrica del salario. Dado que la produccinpoda verse como intercambio, Schumpeter novea ninguna necesidad de hablar de la utilidad ode su contrario. Sustitua el concepto subjetivo devalor por una lgica de la eleccin ya que elconcepto subjetivo de valor no iba ms all dedecir que cada cual, de acuerdo con su buensentido y sus ingresos, se orienta a la hora deefectuar sus compras segn los precios dados.Careca de inters para l investigar las causasque determinan las elecciones; simplemente, lastomaba como punto de partida para el anlisiseconmico. La lgica de la eleccin bastaba paralas construcciones matemticas del equilibrio, lascuales, a su nivel de abstraccin, carecan encualquier caso de toda relevancia real. Pero no poresto dejaba de ser la teora pura un medio parael conocimiento de la realidad y de mantener conella el mismo tipo de relacin que la mecnicaterica con la construccin prctica de mquinas.En todo caso, ocuparse de la teora pura tenavalor en s mismo, porque era de por sinteresante y satisfactorio para la curiosidad

    humana.Entre otros, Gustav Cassel20 se distingui parti-

    cularmente por sus esfuerzos encaminados aeliminar la teora de la utilidad marginal alegandoque se basaba en un razonamiento circular. Apesar de que la teora se propona explicar losprecios, recurra a los precios para explicar lautilidad marginal. Como en opinin de, Casselpara llevar a buen trmino los negocios basta conel conocimiento de los precios, el anlisiseconmico no tena ninguna necesidad de unateora del valor particular. Los negocios haban de

    referirse a cantidades medibles, el dinero y losprecios. Cassel tomaba como punto de partida lahiptesis de una carencia general determinante delas relaciones econmicas; la tarea de la economaera adaptar del mejor modo posible a lasdiferentes necesidades los medios insuficientespara su satisfaccin.

    La derivacin de los precios de la escasez de losbienes, sin embargo, no puede llevar sino aexplicar un precio a partir de otro, dejando abiertala cuestin de qu es lo que se esconde detrs delos precios. Pero para la economa burguesa no

    hay ninguna necesidad de plantear esa cuestin.Por eso y porque puede pasar muy bien sin ella,

    20Theoretische Nationalkonomie, 1918.

    ha abandonado la teora de la utilidad marginalinicial, aun cuando en casos de necesidad puedarecurrir vagamente a ella afirmando que detrs delos precios se encuentran, en ltimo trmino, lasvaloraciones subjetivas de los consumidores. S,se ha dicho que la moderna teora econmica seconvirti en ciencia objetiva justo por susubjetividad. Segn Ludwig von Mises21 lasnecesidades de los hombres pueden reconocerseen sus acciones y stas no precisan investigacinulterior: hay que admitirlas tal como sepresentan. Dado que la teora de la utilidad margi-nal ha venido a significar, en ltimo trmino, sola-mente una limitacin del campo de la economa almecanismo de los precios, ha de considerarsecomo fracasada la sustitucin de la teora objetivadel valor por la utilidad marginal psicolgicamentefundamentada. Los intentos orientados en estesentido no condujeron sino a la exclusin delproblema del valor de la economa burguesa.

    Aun cuando la utilidad marginal fue abandonada,el anlisis marginal sigui siendo patrimoniocomn ele la economa burguesa. Para JoanRobinson, esto prueba que tambin conceptosmetafsicos, que no expresan ms quesinsentidos, pueden ser provechosos para laciencia22. En tanto que mtodo de anlisis, elprincipio marginal no es sino la generalizacin dela renta diferencial ricardiana, que haca dependerlos precios de los productos agrcolas de losrendimientos de las tierras menos frtiles. Auncuando en medida distinta, la ley de losrendimientos decrecientes ha de ser vlida

    tambin tanto para la industria como paracualquier otra clase de actividad econmica ydeterminar los precios y sus modificaciones. Delmismo modo que el individuo, de acuerdo con elprincipio de la utilidad marginal y sobre la base delos precios dados, organiza sus compras demanera tal que dentro de los lmites impuestospor sus ingresos obtiene el mximo de satis-faccin, se deriva de la universalidad de esteprincipio racional o econmico y a travs de ladependencia recproca de los precios unaconstelacin general de los precios que pone enconsonancia la oferta y la demanda. Donde la

    demanda global coincide con la oferta global,todos los precios son precios de equilibrio; o, a lainversa, el principio econmico (o el clculomarginal) conduce a la formacin de precios queexpresan un equilibrio general. De este modo, lateora pura quedaba anclada en el omnicom-prensivo principio marginal sobre el que estconstituida en todos sus detalles de mayorconsideracin la teora de los precios.

    Si en la vida cotidiana no vale la pena para elconsumidor -dejando aparte si est capacitadopara ello o no- distribuir sus gastos para

    optimizarlos en el sentido del clculo marginal,

    21 Nationalkonomie, Theorie des Handels und Wirts-tenschafens, 1940.22Economic Philosophy, 1964, p. 70.

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    tampoco en las acciones del empresario capitalistajuega el clculo marginal el papel que le atribuyenlos economistas. Se admite, de todos modos, quelas reflexiones tericas de los analistas marginalesno son imgenes exactas de las situacionesreales. Pero estaran, a pesar de todo, losuficiente cercanas a la realidad como para tener,adems de valor de conocimiento cientfico,tambin validez prctica. El hecho de que losempresarios llevan a buen puerto sus negocios sinpreocuparse para nada de los mtodos de clculode la economa terica, no es un obstculo paraque los tericos vean en la vida econmica actualla confirmacin de la validez de sus teoras.

    Bastara con que se tradujesen las ideas de loshombres de negocios al lenguaje de loseconomistas y viceversa para que quedasedemostrado que los empresarios haceninconscientemente lo mismo que los tericoslogran con plena conciencia. Es desde luegoevidente que la construccin de un modelo para ladescripcin analtica de un proceso no es lo mismoque ese proceso real en la vida cotidiana y delmismo modo tampoco podemos esperar encontraren la vida cotidiana las valoraciones numricamente exactas que podemos encontrar en elmodelo cientfico23. Aun cuando se admite que enel comportamiento de los consumidores y de loshombres de negocios es posible encontrar tambinelementos no econmicos, ambos, sin embargo,deberan, en general, operar racionalmente, esdecir, actuar de modo tal que obtuviesen con losmnimos costes las ganancias mximas posibles.

    Los empresarios han de preocuparse de hallarrelaciones proporcionadas entre la produccin y lademanda, entre el capital invertido y los salarios aabonar, as como de encontrar la eleccineconmica entre instrumentos de produccin ymaterias primas, lo que segn el principio de latasa marginal de sustitucin significa que la tasamarginal de los costes coincide con la de lasganancias en el punto en el que modificacionesulteriores en las diversas combinaciones de losmltiples factores que intervienen en laproduccin no producen ya ms ganancias.

    Por consiguiente, se trata en realidad no de unproblema econmico, sino de un clculo de gastose ingresos ms preciso que el que se encuentranormalmente. Pero al mismo tiempo, este mtodode clculo es considerado tambin como elprincipio que est en la base de todos losfenmenos econmicos, porque lleva a undenominador comn a todas las relaciones decambio, con lo que elimina el defecto inherente ala teora clsica del valor simplementeidentificando el valor y el precio. A pesar de quetomaban como punto de partida el valor-trabajo,los clsicos hablaban tambin de precios de

    mercado particulares, los cuales de todos modos

    23 F. Machlup, Marginal Analysis and Empirical Research, enThe American Economic Review, septiembre, 1946, pp.537 y 547.

    seguan estando determinados por las relacionesde valor. Para ellos el verdadero contenido de laeconoma poltica era la cuestin de la distribucindel producto social entre las clases. Con el ad-venimiento del valor subjetivo y de la teora purade los precios, todos los problemas econmicosquedaron centrados exclusivamente en elintercambio y los problemas suscitados por lateora clsica, como los de la relacin valor-precioy los de la distribucin, se dejabansimultneamente de lado. La actitud con respectoa la distribucin era justo la misma que habanadoptado los clsicos hacia la produccin, es decir,se consideraba que la distribucin, fuese cualfuese su configuracin, estaba regulada por elsistema de precios. El problema de la distribucindejaba de constituir un objeto especifico de laeconoma terica. Se consideraba la distribucincomo una pieza ms del problema de la formacingeneral de los precios, ya que todos los precios enconjunto y unos con otros estaban en una relacinfuncional, con lo que la solucin del problemageneral de los precios inclua ya de por s lasolucin del problema de la distribucin.

    Todas las cuestiones relacionadas con la econo-ma quedaban as sometidas a un principio nico,y encontraban en l su explicacin. Este principioconsista en un procedimiento calculatorio que,frente a todas las concepciones econmicas, podapasar por neutral. A los ojos de sus partidarios, elanlisis marginal y la metodologa del equilibrio del resultante, daban por primera vez un carctercientfico a la economa. Pero el objeto de sus

    clculos no era, ni ms ni menos, que la viejailusin que se remontaba a los clsicos de laposibilidad de un equilibrio entre la oferta y lademanda, y de las formaciones de precioscorrespondientes. La matematizacin de laeconoma hecha posible por el anlisis marginaldeterminaba, sin embargo, ya de por s, laconsideracin del equilibrio en tanto que modeloesttico. Pero como la economa capitalista noconoce situaciones estticas, es imposible verificarsobre la realidad la validez de los modelos deequilibrio esttico y las exactitudes matemticasque no se les puede negar se refieren no al

    contenido de conocimientos econmicos, sino a latcnica de las operaciones matemticas declculo24.

    A diferencia de Marx, para quien la hiptesis deuna situacin esttica (o de reproduccin simple)no era ms que un instrumento metodolgico parademostrar la necesaria dinmica del sistema capi-talista, la economa burguesa utilizaba el modelode economa esttica para prestar respaldo cien-tfico a la supuesta tendencia al equilibrio. El di-vertimiento con esos modelos de equilibrio, queya no habla de interrumpirse, suscit en la

    economa terica el convencimiento de que eseinstrumento conceptual era premisa de cualquier

    24 H. Grossmann, Marx, die klassische Nationalkonomieund das Problem der Dynamik, 1969, p. 53.

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    anlisis econmico. A pesar de que la economareal jams se encuentra en pleno equilibrio, lasperturbaciones existentes, slo podan entendersedesde el punto de vista del equilibrio. Igual quecualquier mquina puede en un momento dadorequerir una reparacin, tambin el sistema deequilibrio econmico poda sumirse, a causa detrastornos internos o externos, en el desequilibrio.En ambos casos slo el anlisis del equilibrio,permita investigar las causas de lasperturbaciones y mostrar los elementosconducentes al restablecimiento del equilibrio.

    As, la idea del equilibrio de la oferta y la de-manda que se impone en el mercado por mediode la concurrencia, no ha dejado de ser desdeAdam Smith y Jean-Baptiste Say patrimoniocomn de la economa burguesa, sin que importenlos cambios experimentados por las sucesivasjustificaciones de este supuesto, ni hasta qupunto se haya alejado, entretanto, de lo queocurre en la realidad. La cuestin que seplanteaba la teora neoclsica no era cmofuncionaba realmente el sistema de precios, sinocmo funcionara si el mundo fuese tal como apa-rece en la imaginacin de los economistas. Estateora necesitaba del equilibrio para ver en elsistema de precios el regulador de la economa ynecesitaba la amalgama del sistema de preciospara hacer pasar el estado de cosas actual porracional y, por tanto, por inatacable. Pero lo quesali de todo esto no fue sino la mano invisiblede Adam Smith expresada en frmulasmatemticas y el convencimiento de Say de que

    toda oferta comportaba la aparicin de unademanda equivalente.

    La teora neoclsica no slo se haba quedadoparada al nivel de los primeros resultados de laciencia econmica burguesa, sino que tambinhaba retrocedido considerablemente con respectoa stos, porque con el mtodo del equilibrio eraimposible para ella abordar el verdaderomovimiento del capital, el proceso deacumulacin. La imagen momentnea delequilibrio esttico nada poda decir sobre elproceso de desarrollo. Pero como no es posible

    pasar por alto los cambios experimentados por laeconoma, se consideraba que eran una cosaevidente y que no precisaban mayoresexplicaciones. Dado que no se poda abandonar elequilibrio esttico sin confesar la propiabancarrota terica, los tericos del mercadorecurrieron a la esttica comparativa, es decir,a la comparacin de un equilibrio no presente conun equilibrio inexistente posterior con el fin de co-nocer las transformaciones econmicas que entre-tanto hayan tenido lugar. Dado que en elequilibrio neoclsico se excluye todo beneficio ocualquier otro excedente, la reproduccin

    ampliada del sistema que da fuera deconsideracin. En la medida en que de todosmodos se lleve a efecto, cae fuera del campo de laeconoma terica. De las transformaciones cons-

    tatables, sin embargo, se espera que indiquen elritmo del desarrollo, de manera que no haga faltalimitarse a las relaciones de situaciones ya dadas,sino que sea posible tambin ocuparseespeculativamente del futuro.

    A diferencia de la teora neoclsica, los clsicosdirigan su atencin a la acumulacin del capital,al aumento de la riqueza nacional. Sus teoras dela distribucin partan de la necesidad de laacumulacin e investigaban qu era lo queestimulaba o, en su caso, obstaculizaba la'acumulacin. La economa del beneficio era elrequisito indispensable de la acumulacin. Labsqueda del beneficio era, por tanto, unfenmeno que serva a la colectividad, ya queconstitua una premisa para la mejora de lascondiciones de vida por medio del crecimiento dela produccin y de la productividad. Los problemasdel mercado estaban subordinados a los deacumulacin y sucumban ante la ley de la ofertay la demanda. En condiciones de concurrenciageneral el cambio era considerado, como unproceso regulador de la economa inscrito en elmarco de un desarrollo social progresivo.

    Pero frente a esta economa autorregulada, y porlo tanto exenta de crisis, haba una realidadrecalcitrante. La acumulacin de capital, lejos deser un proceso constantemente progresivo, sevea interrumpida por profundas crisis que desdecomienzos del siglo XIX se repetanperidicamente. Cmo explicar estas crisis, quesin duda estaban en contradiccin con la teora

    econmica dominante? A pesar de que losclsicos, y en particular Ricardo, se concentrabanen el problema de la acumulacin del capital, nopor ello dejaban de compartir el convencimientode Say25, de que la economa de mercado es unsistema de equilibrio en el que toda ofertaencuentra una demanda equivalente. De estemodo, sus teoras de la acumulacin seentrelazaban con una consideracin del equilibrioesttico que les llevaba a buscar lasperturbaciones del equilibrio del sistema fuera delsistema. En opinin de Say todo hombre producecon la intencin de consumir o de vender su pro-

    ducto para adquirir otras mercancas que le sirvanpara su consumo. Como esto ocurre con todos losproductores, la produccin, consiguientemente, hade coincidir con el consumo. Cuando todas lasofertas y demandas coinciden, el resultado es elequilibrio social. Este equilibrio, de todos modos,puede verse temporalmente perturbado por laexistencia de sobreoferta de una determinadamercanca o de demanda insuficiente de cualquierotra.. Pero los movimientos de precios que seproducan en estas situaciones conducan alrestablecimiento del equilibrio. Al margen de estetipo de perturbaciones, no poda darse ninguna

    sobreproduccin general por la misma razn quela acumulacin no poda situarse por encima de

    25Trait d'conomie politique, 1803.

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    las exigencias en cuanto a consumo de la so-ciedad.

    Pero frente a esto se encontraban las crisisgenerales de sobreproduccin que tenan lugar enaquella poca y para las cuales la teora clsica noencontr ninguna explicacin inmanente alsistema. Su presencia motiv que J. C. L.Sismonde de Sismondi26 se apartase de la teoraclsica para acabar pronto rechazando todo elsistema de laissez-faire. En su concepcin eraprecisamente la libre concurrencia, que no sebasaba en nada, sino en los precios, la que en vezde conducir a un equilibrio y al bienestar general,preparaba el terreno para la miseria de lasobreproduccin. La anarqua de la produccincapitalista; la bsqueda del valor de cambio sinconsideracin de ninguna clase hacia lasnecesidades sociales era lo que ocasionaba laexistencia de una produccin superior a lademanda en momentos dados y con ello las crisisperidicas. El subconsumo generado por ladesigual distribucin era la causa de la-sobreproduccin y del ansia de mercados exterio-res con ella vinculada. Sismondi se convirti as enel fundador de la todava hoy ampliamentedifundida teora del subconsumo como causa de lacrisis capitalista.

    Particularmente John A. Hobson27 junto a otrosmuchos, aplic la teora de Sismondi alcapitalismo desarrollado ponindola en relacincon el imperialismo: Desde su punto de vista, queanticipa el posterior de Keynes, la demanda de

    bienes de consumo cae a causa de la desigualdistribucin y de la acumulacin creciente decapital. Consiguientemente, cae tambin la tasade expansin del capital. Como el consumo nopuede irparejo-a la produccin, se generan. crisisperidicas, porque una parte del beneficiocumulado ya no puede ser invertido produc-tivamente, quedando estril. Slo ladesintegracin de la sobreproduccin cuandosobreviene la depresin permite reanudar elproceso de expansin, pero en un momentoposterior se revertir de nuevo a lasobreproduccin y a la presencia de capital impro-

    ductivo. La sobreproduccin derivada del consumoinsuficiente explica tambin la necesidad demercados exteriores caractersticas delimperialismo, as como la concurrenciaimperialista. Hobson, de todos modos, era de laopinin de que este estado de cosas poda serpaliado mediante intervenciones reformadoras delEstado en el mecanismo econmico orientadas aestimular el consumo, En este sentido, quedprisionero de la economa capitalista.

    Sobre lo que aqu hay que llamar la atencin essobre el hecho de la necesidad que se planteaba

    de apartarse de las teoras clsica yposteriormente neoclsica si lo que se quera era

    26Nouveau Principes d'conomie Politique, 1819.27The Industrial System, 1909; Imperialismus, 1902.

    aproximarse al acontecer econmico real. En elmarco del mecanismo de mercado supuestamenteautorregulado, los procesos realmente econmicosresultaban incomprensibles, lo que hizo tanto aSismondi como Hobson apartarse de la teora delmercado. As, ocuparse de la crisis capitalista,igual que ocuparse de las condiciones sociales engeneral, supona al mismo tiempo apartarse de lasconcepciones econmicas tradicionales paradesarrollar teoras ms cercanas a la realidad. Sinembargo, sobre la base de las relaciones de pro-piedad capitalistas esto slo es posible en una me-dida limitada. La realizacin de intentos en estesentido estaba condicionada no slo por laprofunda contradiccin que se abra entre la teoradominante y la realidad, sino tambin por losefectos de la concurrencia capitalista sobre lasposibilidades de desarrollo de los pasesatrasados. Resultante de esto fue, por una parte,el empirismo de la escuela histrica, y, por otra, lavisin evolutiva del institucionalismo,enfrentndose ambos contra las teorasdesarrolladas por los clsicos.

    En el proceso de acumulacin capitalista, la ven-taja de los que llegan primero supone un perjuiciopara aquellos que se quedan atrs. As, ellibrecambio apareca como un privilegio y unmonopolio para Inglaterra que dificultaba laindustrializacin de los pases poco desarrollados yque haca resultar insoportable la miseria de susaos fundacionales. En la lucha contra laconcurrencia monopolista habla que apartarse delprincipio del laissez-faire ycon ello de las teoras

    de la economa clsica. No se trataba, a esterespecto, como crea Rosa Luxemburg, de unaprotesta de la sociedad burguesa contra elconocimiento de sus propias leyes28 sino deintentos por alcanzar con medios polticos elestadio de desarrollo que correspondera a laideologa librecambista. Slo a consecuencia de laexperiencia de la lucha concurrencial internacionalperdi su influencia la economa poltica inglesa,vigente hasta entonces en los paseseconmicamente dbiles, para dejar paso a unaideologa acorde con la intervencin estatal y conla poltica proteccionista. El hecho de que la es-

    cuela histrica slo respondiese a las necesidadesparticulares de los pases dbiles en laconcurrencia internacional, era algo evidente yaen su caracterstica contradiccin dada porqueaconsejaba en el marco nacional lo mismo querechazaba a nivel internacional.

    Por otra parte, los representantes de la escuelahistrica se esforzaban en demostrar que la distri-bucin sometida exclusivamente a las leyes delmercado conduca al empobrecimiento de lostrabajadores, con lo que ponan en cuestin laexistencia misma de la sociedad burguesa. Este

    temor pareca confirmarse por el ascenso de unmovimiento obrero independiente. Haba que

    28Gesammelte Werke 1/1, 1970, p. 731.

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    remediar el empobrecimiento y hacerloprecisamente con un desarrollo capitalista msrpido y ms ordenado. As se lleg a la alianzacon la poltica econmica de orientacin nacionalde la Sozialpolitik, del llamado socialismo dectedra, una ideologa que se enfrentaba contralas abstracciones de la teora clsica, pero no paraeliminarla por completo, sino tan slo paraadaptarla por medio de la crtica histrica a losintereses nacionales particulares.

    La economa era, a ojos de la escuela histrica,mucho ms que el simple conocimiento delmecanismo del mercado deductivamentedesarrollado. Contena tambin elementoshistrico-determinados, tanto nacional-especficoscomo econmico-externos, de la totalidad social yde su desarrollo, que haba que conquistar por lava inductiva, de modo que slo despus de unaconsiderable investigacin histrica era posiblepronunciarse acerca del contenido de la economapoltica. Pero el empeo no pas del momento dela investigacin, ya que la progresivahomogeneizacin de las economas causada por lacapitalizacin que iba imponindose en el mundooccidental, unific tambin las teoras econmicas.La influencia de la escuela histrica se perdi,pero no as la exigencia que suscit deinvestigacin libre de prejuicios de los fenmenoseconmicos empricamente dados, cosa quefinalmente acab materializndose en lainvestigacin de la coyuntura.

    Aun cuando la economa burguesa se haba visto

    afectada por las crisis y por las oscilacionescoyunturales, careca de una teora de las crisisinmanente al sistema capitalista. Las fluctuacioneseconmicas se explicaban por fenmenos quehaba que buscar fuera del mismo sistema. Jevonslleg a este respecto tan lejos como pararelacionarlas con fenmenos naturales externos ala misma Tierra. Hizo el descubrimiento de que lasmanchas solares que aparecen peridicamentecoincidan con las crisis econmicas. Las manchassolares influan sobre las condicionesmeteorolgicas y consiguientemente sobre laproduccin agrcola, cuyo hundimiento conduca a

    una crisis general. De todos modos, esta teoraencontr poco 'eco, a pesar de que, sin duda, lascondiciones meteorolgicas influyen sobre laeconoma. Pero las crisis tienen lugar tambinaunque haga buen tiempo. Tampoco es posibleestablecer una verdadera conexin entre lameteorologa y las manchas solares.

    Schumpeter29 intent, por el contrario, explicar eldesarrollo resultante del ciclo coyuntural y el ciclomismo a partir del propio sistema capitalista. Entanto que conocedor de la teora marxista eraconsciente de que todo progreso esencial depende

    del desarrollo de las fuerzas productivas sociales.Los soportes de esas fuerzas productivas nuevas

    29Theorie der Wirtschaftlichen Entwicklung, 1911.

    eran para l empresarios particularmente em-prendedores por cuya genialidad se rompan losprocesos econmicos corrientes, montonos ysimplemente -autorreproductores. Schumpeterdesarroll una especie de teora heroica de lasoscilaciones coyunturales e identific en sushroes la dinmica del sistema capitalista.

    A este fin necesitaba, de todos modos, dosteoras distintas as como dos tipos humanospsicolgicamente diferentes. En el equilibriogeneral de la `teora pura no haba desarrollo.Pero tambin en el mundo real la mayora de losindividuos eran demasiado indolentes y faltos deimaginacin como para oponerse a la rutina de lasituacin esttica. Como ya se ha dicho, en elequilibrio no hay beneficio y donde aparece indicala presencia de una perturbacin del sistema,destinada, sin embargo, a ser superada por laaccin de los contramovimientos que ella mismasuscita. El problema se planteaba del siguientemodo: Cmo puede derivarse desarrollo de unasituacin que no conoce absolutamente ningndesarrollo?

    Ante este interrogante Schumpeter se vio benefi-ciado por el hecho de no haberse olvidado, comoantiguo partidario de la escuela histrica, de quela economa no tiene por qu limitarse a lasabstracciones del equilibrio de la oferta y lademanda. Para comprender la dinmica delsistema capitalista haba que contemplar a stetambin desde una perspectiva histrica ysociolgica. Pero en el marco de la teora

    econmica, a lo nico que haba que atender eraal mecanismo especial por el cual era posibledinamizar el modelo esttico. El mecanismoestaba personificado en una clase de hombresque, agitados o bendecidos por la inquietudcreadora, rompan con su obstinada actividad elciclo del equilibrio esttico. Este tipo, elempresario lleno de ideas, en busca decombinaciones industriales, cientficas,empresariales y organizativas siempre nuevas quetransformen cuantitativa y cualitativamente laproductividad y la produccin, destruye elequilibrio econmico determinado por los

    consumidores de tal modo que slo resulta posiblerestablecerlo a un nivel nuevo y superior. Esteproceso espontneo, casual, pero que se repetacontinuamente, tena como resultado el ciclocoyuntural, creacin y destruccin simultnea, enel que se manifestaba la dinmica del sistemacapitalista. Era de lamentar, pero resultabainevitable, el hecho de que las dificultades de laadaptacin a las circunstancias cambiantesocasionasen costes y calamidades. De todosmodos, esos perjuicios podan paliarse mediantemejores prognosis econmicas e intervencionesestatales. En cualquier caso, la dinmica inherente

    al sistema capitalista era de mayor importanciaque el problema del equilibrio econmico con elque hasta entonces se haba ocupado casiexclusivamente la economa burguesa.

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    Aun cuando la teora del desarrollo de Schumpe-ter tena que ver con las leyes de movimiento delcapitalismo slo en la imaginacin del propioSchumpeter, s que vena a ser una expresin dela considerable inquietud acerca de lasoscilaciones coyunturales y perodos de crisis quese agudizaban al comps de la crecienteacumulacin de capital que se reflejaba en lateora burguesa. La realidad de la crisis haca de lateora del mecanismo autorregulado de los preciosuna adivinanza que no poda ser resuelta pormedio de la teora dominante. El intento deSchumpeter de explicarla a partir de las repetidasrupturas de las configuraciones de equilibrioocasionadas por una casta peculiar de hombres noera una explicacin sino, nicamente, la confesinde que las tendencias al equilibrio atribuidas almercado no correspondan a la realidad. De estoya se haban dado cuenta anteriores crticos delcapitalismo Sismondi y Hobson. Pero la simpleconstatacin de que la armona terica entre laoferta y la demanda y entre la produccin y elconsumo era refutada por la realidad se reducaen ltimo trmino tan slo a la descripcin desituaciones evidentes, cosa que por s misma nadadice acerca de las leyes de movimiento peculiaresdel capital.

    Tampoco la crisis poda entenderse sobre la basede las concepciones econmicas dominantes, peroera un problema que no poda pasarse por alto,por lo que se le intent seguir por caminosempricos. Esta va ya haba sido anticipada por el

    establecimiento de organismos privados que sededicaban a la investigacin de la coyuntura conla finalidad de aprovechar desde el punto de vistade los negocios las oscilaciones coyunturales. Asapareci una rama particular de la economa quese ocupaba exclusivamente de la "investigacin dela coyuntura y que era capaz de ampliarse atravs de la recogida de datos de naturalezaprivada o estatal que se multiplicabansistemticamente. La investigacin de la co-yuntura se propona exponer el curso de la econo-ma, al igual que ste segua a la realidad,valindose de la "teora pura" nicamente en

    tanto que teora elemental30

    .Esta concesin no demasiado generosa ya era

    una exageracin, puesto que la investigacin de lacoyuntura slo poda desarrollarse situndose enun antagonismo directo con los fundamentos de lateora econmica. Esta teora se refierenicamente a una situacin de equilibrio estticoen la que no se producen modificaciones en losdatos del ciclo econmico. Justamente esteequilibrio estacionario es lo que est excluido de lateora de la coyuntura, ya que sta se basa en elcambio continuo de la economa. En la teora

    elemental se admiten tambin, es cierto, des-viaciones con respecto al equilibrio, pero son des-30 E. Wagemann, en: Vierteljahrshefte zur Konjunkturfor-schung, 1937, H. 3, p. 243.

    viaciones que conducen nicamente al restableci-miento del equilibrio. En la teora de la coyuntura,el inters no se centra en irregularidadespasajeras, sino en el intento de sacar a la luz lasleyes de movimiento del capital y el fenmeno delas crisis. El xito de ese intento adems conduceal establecimiento de un sistema dinmico deldesarrollo capitalista llamado a superar eltratamiento esttico.

    Es perfectamente comprensible el hecho de quela teora marxiana del desarrollo capitalista y desus leyes de movimiento, que estaba elaboradadesde haca mucho tiempo, fuesepremeditadamente ignorada. Los mtodos libresde prejuicios de la escuela histrica tenan queprestarle a la investigacin de la coyuntura lanecesaria objetividad que permite conocer elcurso real del acontecer econmico. En pers-pectiva histrica y apuntando a las cambiantes re-laciones mercantiles y a sus oscilaciones seintentaba, sobre la base de las estadsticaspertinentes y haciendo uso de mtodosmatemticos como el clculo de la correlacin,seguir el ritmo de la vida econmica con el fin dedeterminar sus fuerzas motrices y sus conexionesinternas. De todos modos, la investigacinpuramente histrica no puede dar de s ms queella misma; hay una constatacin de hechos que,antes como despus, precisan de explicacin. Parallegar a esa explicacin se hace necesaria unateora que no slo describa el ciclo, sino quetambin lo haga inteligible. Pero en ninguna de lasteoras aparentemente dinmicas de la

    coyuntura

    31

    se penetra en las causas de losmovimientos cclicos; por el contrario, esosmovimientos constituyen su punto de partida y setoman como dados. En estas condiciones, lasteoras de la coyuntura no pasaron de serexposiciones del movimiento dinmico de laeconoma sin llegar a sacar en ningn caso a la luzla misma dinmica.

    La multiplicidad de los fenmenos econmicospareca aludir a la existencia de una pluralidad decausas de las oscilaciones de la coyuntura y

    31

    Entre otros: JUGLAR, Des crises commerciales et de leurretour periodique, 1889; VEBLEN, The Theory of BusinessEnterprise, 1904; KARMIN, Zur Lehre von derWirtschaftskrise, 1905; LECUE, Des crises generales et

    periodiques de Surproduction, 1907; BOUNIATAN, Studienzur Theorie und Geschichte der Wirtschaftskrisen, 1908;MITCHELL, Business Cycles and their Causes, 1913;HARTREY, Goodand Bad Trade: An Inquiry into the Causesof Trade Fluctuations, 1913; SOMBART, Der ModerneKapitalismus, 1917; VOGEL, Die Theorie der Volkswirts-chaftlichen Entwicklungsprozesses und das Krisenproblem,1917; AFTALION, Les crises periodiques de Surproduction,1913; MOMBERT, Einfhrung in das Studium derKonjunktur, 1921; LIEFMAN, Grundstze derVolkswirtschaftslehre, 1922; HOSSON, Economics of

    Unemployment, 1922; KUZNETS, Cyclical Fluctuations,1926; SPIETHOFF, Krisen, en Handwrterbuch derStaatswissenschaften, 1925; LOWE, Der gegenwrtigeStand der Konjunkturforschung in Deutschland, en:Festgabe fr Lujo Brentano, 1925; CASSEL, TheoretischeNationalkonomie, 1918.

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    permita la elaboracin de diferentes teoras lascuales, a pesar de estar frente a los mismoshechos, se distinguan por la acentuacin diversaque colocaban sobre uno u otro aspectos delproceso en su conjunto. Para esclarecer el ritmode la economa se distingua entre factoreseconmicos y no econmicos y entre factoresendgenos y exgenos del ciclo coyuntural o biense elega una combinacin de ambos. En lasexplicaciones particulares se colocaban en unprimer plano y se haca elemento decisivo delmovimiento en su conjunto bien a las cuestionesmonetarias y crediticias, bien a los factorestcnicos, a las discrepancias de mercado, a losproblemas de inversin o a cuestiones de ordenpsicolgico. Desde estos diversos puntos de vistase buscaban las causas de la crisis y de ladepresin en los procesos de la poca pasada deprosperidad y de su debilitamiento y, a la inversa,los medios y lasvas capaces de hacer posible elpaso de las situaciones de crisis a un nuevo auge.

    La investigacin de la coyuntura no se proponaelaborar una exposicin ms exactametdicamente entendida de las oscilacionescoyunturales perceptibles de todos modos, sinoms bien descubrir posibilidades de intervencinencaminadas a paliar las situaciones de crisis yorientadas a la normalizacin de los cambiantesprocesos econmicos en el sentido de alcanzar unequilibrio entre los abruptos desniveles queseparan la coyuntura alcista del punto ms bajode la crisis. El diagnstico de la coyuntura deballevar, de un lado, a una prognosis coyuntural

    susceptible de facilitar la adaptacin de laactividad econmica a una tendencia dada deldesarrollo econmico y, de otro lado, al intento deestabilizar a largo plazo la economa mediante unapoltica coyuntural orientada a compensar el cursoautomtico del ciclo. La investigacin de lacoyuntura se contemplaba a s misma, pues, comociencia aplicada cuyas prognosis, a pesar de sersiempre abstractas, permitan sin embargo laformulacin de conclusiones analgicassusceptibles, en ciertas condiciones, de adquiririmportancia prctica.

    En cualquier caso, todo esto haba de ser conse-guido sobre la base del orden social establecido,no puesto nunca en cuestin, limitndose portanto desde un principio su campo a lasinvestigaciones cclicas de los fenmenos delmercado. El terreno de investigacin de la teoracoyuntural, el mbito en el que se movan lasdiversas teoras con que se revesta, no era el dela naturaleza del capitalismo, sino el de su mundofenomnico. Lo intrincado de la economa demercado desarrollada y el desconocimiento o lafalsa interpretacin de las realidades econmicaseran la causa, en la perspectiva de la teora de la

    coyuntura, que motivaba el desarrollo lleno dedesproporcionalidades que segua el ciclocoyuntural El consumo se queda por detrs de laproduccin, la expansin del crdito conduce a un

    exceso de inversin y los beneficios disminuyen acausa de una injustificada expansin de laproduccin para que en un momentodeterminado, el momento de la crisis, sedesencadene un movimiento opuesto en el que lasinversiones se quedan por detrs del ahorro, elmercado sobrecargado no encuentra demandasolvente, los valores de capital van hacia ladestruccin, la produccin decrece rpidamente yse extiende el desempleo. La crisisy el perodo dedepresin que se desarrolla a partir de ella acabancon los excesos del perodo de expansin hastaque se restablecen las proporciones econmicasnecesarias para posibilitar un nuevo auge el cual,de todos modos, caminar hacia otro puntoculminante destinado a dejar paso a una nuevacrisis.

    Nos encontramos ante observaciones adecuadasde los procesos econmicos determinados por lasleyes de la crisis capitalista, pero sin que se dninguna explicacin de esas mismas leyes de lacrisis. Los movimientos cclicos aparecen comoseparaciones de una norma que sin esasdesviaciones funcionara perfectamente. La reglaque se tiene en mente es el mecanismo deequilibrio de la teora pura, el cual, de todosmodos, slo puede imponerse por el camino de lasirregularidades; las proporcionalidades necesariaspara el funcionamiento normal de la economaslo pueden darse como resultado de los altibajosde la actividad econmica. El ciclo coyuntural es laverdadera forma de las tendencias abstractas alequilibrio del mecanismo de mercado. Por con-

    siguiente, sobre la base de estas premisas, no eramuy difcil concluir que un conocimiento exacto delos elementos desviacionistas poda posibilitar latoma consciente de medidas econmicasdestinadas a paliar o a eliminar las carasnegativas del ciclo.

    De acuerdo con esto, la economa capitalistaestaba caracterizada por la presencia detendencias estticas y tendencias dinmicas,siendo las ltimas premisa de las primeras. Si estofuese as, entonces la teora pura, laconsideracin esttica del equilibrio, estara

    subordinada a las teoras de la coyuntura, seraexpresin de una situacin que no aparecera sinotemporalmente y slo como fase de transicinentre situaciones sometidas a un cambio cons-tante y carecera de relevancia a la hora de ladeterminacin de la verdadera situacin de laeconoma y de la direccin de su movimiento. Apesar de que la teora del equilibrio general seautoconceba nicamente en tanto que exposicinabstracta del sistema de precios y no pretendaostentar ninguna concordancia inmediata con losprocesos econmicos reales, no por ello dejaba deasumir el valor de teora del conocimiento de los

    fenmenos econmicos. Desde su punto de vista,los movimientos de la coyuntura podanentenderse tambin como testimonio de lapropensin realmente existente al equilibrio, ya

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    que las desviaciones de una situacin de equilibriocaracterizada como norma, conducan en ltimoextremo nuevamente al equilibrio. Lasdesviaciones, aun cuando siempre presentes,quedaran integradas una y otra vez por la accinde los mecanismos equilibradores propios delsistema, de manera tal que resultaba imposiblediscutirle a la teora del equilibrio la primaca entrelas teoras econmicas.

    As, algunos tericos burgueses de la economallegaban tan lejos como a negar la existencia engeneral del ciclo coyuntural. Por ejemplo, IrvingFisher32 no encontraba motivo alguno para hablarde un ciclo coyuntural ya que el contenido de estefenmeno se reduca al registro de la actividadeconmica que se situase por encima o por debajode la media. La hiptesis de que esos procesosestuviesen sometidos a una cierta periodicidad yque como tal pudiesen dar pie a la formulacin depredicciones econmicas era insostenible mientrasla economa estuviese determinada por relacionesde precios cambiantes. Para l era msimportante mostrar cmo poda discurrir laeconoma sin desviaciones cclicas para poder ascaptar, el: carcter d esas perturbaciones y,donde fuese posible, enfrentarse a ellas. As selleg finalmente a una divisin del trabajo en ladisciplina econmica que reservaba a los tericospuros la consideracin del equilibrio, mientrasque acotaba para los economistas de tendenciasms empricas el campo del anlisis coyuntural.

    Aparte de que no hay investigacin factual im-

    parcial, es digno de mencin, como pudocomprobarlo W. C. Mitchel33 a partir de su propiaexperiencia, que incluso el mismo material fcticopuede ser interpretado y utilizado por dosobservadores de maneras completamentedistintas. Por consiguiente, todos los anlisisestadsticos han de considerarse con escepticismo,conveniencia sta que a menudo se pierde devista, dado que las cifras y tablas elaboradasadquieren, por el mero hecho de su publicacin,una autoridad que en realidad no les corresponde.Tambin Oskar Mongenstern34 ha llamado laatencin sobre el hecho de que los anlisis

    estadsticos de las ondas coyunturales son muypoco de fiar en lo que se refiere a amplitud,dependencias recprocas y conexiones histricas,aun cuando normalmente no se percibe estainseguridad. Los datos aceptados no estnexentos de errores y las conclusiones que sededucen de ellos son dudosas.

    A pesar de las insuficiencias confesadas de la in-vestigacin estadstica y del valor variable de losdatos, los resultados que pudo conseguir la

    32

    Our Unstable Dollar and the so-called Business Cycle, enjournal of the American Statistical Association*, vol. XX, p.192.33Business Cycles: The Problem and its Setting, 1927, p.364.34On the Accuracy of Economic Observations, 1963, p. 60.

    investigacin sealaban la existencia demovimientos cclicos en la economa capitalista.Pero con ello la investigacin no haca, sinoconfirmar lo que de todos modos era evidente,aun cuando ms desde un punto de vistacualitativo que cuantitativo. Los aos de crisis de1815, 1825, 1836, 1847, 1857 y 1866 sugirieronla existencia de un ciclo decenal, aun cuando nofue posible poner en claro por qu las ondascoyuntura les seguan ese ritmo particular. Lascrisis posteriores y la reelaboracin de los datosreferentes a las crisis del pasado mostraron unaregularidad menos pronunciada en las situacionescrticas que se repetan peridicamente, as comodiferencias de intensidad segn los pases. Detodos modos, pudo determinarse que las crisisadquiran con el transcurso del tiempo un carctercada vez ms internacional y uniforme. Laaplicacin ms exacta del anlisis estadstico delas series temporales puso de manifiesto laexistencia, por una parte, de movimientoscoyunturales de alcance ms reducido entre lasdos fases del ciclo coyuntural y, por otra parte, delas llamadas ondas largas que comprendandentro de su mbito ondas ms limitadas. De estemodo se estableca un vnculo entre lasoscilaciones coyunturales y la tendencia de baseque estaba detrs de ellas: las ondas largas o latendencia secular cuya duracin fue estimada,en funcin de los dif