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Compositores Venezolanos La Colonia Inicios Como es imagen del tiempo, cada tiempo tiene su música. En lo concerniente al tiempo que llamamos en la música "período colonial venezolano", sólo se conoce con precisión lo que se refiere a su etapa final, correspondiente al último tercio del siglo XVIII y primer tercio del siglo XIX, pues sólo se conservan manuscritos musicales que datan de esta época. En otras regiones de América sí encontramos manuscritos mucho más antiguos que datan de mediados del siglo XVI. Esos manuscritos reposan en catedrales que se levantaron en ciudades virreinales como Ciudad México, Guatemala, Nueva España, Bogotá, Lima. Cada catedral poseía su capilla musical, dirigida por un maestro de capilla que era secundado por un organista y un grupo de cantantes e instrumentistas. La vida pública y sobre todo la actividad musical de las ciudades americanas giraba en torno a las catedrales. La historia musical de occidente mantiene con la iglesia una deuda enorme. Esto es particularmente cierto en nuestro país que, como el resto de los países de América Latina, fue sometido a un proceso de evangelización y conversión católica de sus habitantes; sólo bajo esta condición eran otorgadas concesiones políticas y económicas en los territorios

Compositores Venezolanos

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Compositores Venezolanos

La Colonia

Inicios

Como es imagen del tiempo, cada tiempo tiene su música. En lo concerniente al tiempo que llamamos en la música "período colonial venezolano", sólo se conoce con precisión lo que se refiere a su etapa final, correspondiente al último tercio del siglo XVIII y primer tercio del siglo XIX, pues sólo se conservan manuscritos musicales que datan de esta época.

En otras regiones de América sí encontramos manuscritos mucho más antiguos que datan de mediados del siglo XVI. Esos manuscritos reposan en catedrales que se levantaron en ciudades virreinales como Ciudad México, Guatemala, Nueva España, Bogotá, Lima. Cada catedral poseía su capilla musical, dirigida por un maestro de capilla que era secundado por un organista y un grupo de cantantes e instrumentistas. La vida pública y sobre todo la actividad musical de las ciudades americanas giraba en torno a las catedrales.

La historia musical de occidente mantiene con la iglesia una deuda enorme. Esto es particularmente cierto en nuestro país que, como el resto de los países de América Latina, fue sometido a un proceso de evangelización y conversión católica de sus habitantes; sólo bajo esta condición eran otorgadas concesiones políticas y económicas en los territorios conquistados. Podemos entender entonces cómo la concepción del mundo y la moral establecida en Venezuela durante la conquista fue simplemente aquella relativa a la religión católica. Es claro, pues, que la historia cultural y musical venezolana se encuentra estrechamente vinculada a ese credo religioso.

Gracias a diversos documentos sabemos de la actividad musical en las catedrales venezolanas. La primera de éstas comenzó a ser levantada el año 1535 en Santa Ana de Coro, sede desde 1531 del Obispado de la Capitanía General de Venezuela. Desde 1536, cuando se nombró al clérigo Juan Rodríguez Robledo como 'chantre' de la catedral de Santa Ana, la música estuvo siempre presente en las celebraciones religiosas de nuestro país. Diversos documentos nos muestran el profundo interés que tuvieron nuestros obispos de acompañar nuestras festividades religiosas con la mejor música, intentos que siempre encontraron trabas de tipo económico, solventadas medianamente con las modestas

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contribuciones de los fieles. Frecuentemente azotada la ciudad de Coro por piratas, el Obispado de Venezuela fue trasladado a la ciudad de Santiago León de Caracas hacia el año 1636.

La enseñanza musical también era dominio de la iglesia. En 1640, el Cabildo Metropolitano ordenó la creación de una escuela de Canto Llano1. Para dictar una lección diaria en esta institución se contrató a un profesor con un salario de 50 pesos. Se estima que ésta fue la primera escuela de música que existió en Caracas. Luego, en 1696, se fundó en el Colegio Seminario de Santa Rosa una cátedra de Canto Llano para la cual se nombró maestro de capilla catedrático a don Francisco Pérez Camacho. En 1721, el Colegio Seminario fue convertido en la Universidad de Caracas y don Pérez Camacho pasó a retiro. Su sustituto, don Silvestre Mediavilla, no debió haber permanecido mucho tiempo ocupando el cargo que don Pérez Camacho había dejado vacante, ya que casi inmediatamente la cátedra fue cerrada, y así permaneció desocupada desde entonces hasta el año 1774 cuando el presbítero Ramón Delgado, entonces sochantre de la catedral de Caracas, la ocupó hasta 1785.

Hacia esta época, último tercio del siglo XVIII, a pesar de la pobre situación económica, se desarrolló un sorprendente movimiento musical en Caracas. A partir de entonces comenzamos a tener una idea más precisa de la música del período colonial venezolano, gracias a una significativa cantidad de manuscritos musicales que conservamos de este tiempo. Entre esos manuscritos destaca la partitura de una Misa de Difuntos a tres voces compuesta por José Antonio Caro de Boesi "para el uso del Oratorio del Patriarca San Felipe Neri de Caracas". De todos los manuscritos de esta época, éste es el más antiguo. En la primera página aparece una inscripción en tinta: "Año 1779". Conocemos muy poco de la música que se producía en Caracas antes del aparecimiento de esta obra.

Desde finales del siglo XVI, 'chantres', organistas y maestros de capilla de las catedrales de Coro y Caracas, escribieron obras para el servicio religioso. Entre estos músicos cabe nombrar a los ya mencionados Juan Rodríguez Robledo, chantre de la catedral de Santa Ana de Coro desde 1536; Francisco Pérez Camacho, bajonista2 de la catedral de Caracas en 1682, maestro de capilla cinco años más tarde, catedrático de música del Colegio Seminario de Santa Rosa desde 1696. Habría que mencionar a Ambrosio Carreño, nacido en Caracas en 1721 y formado musicalmente por un organista de la catedral, el Padre Jacobo Miranda. Ambrosio Carreño, maestro de capilla de la catedral de Caracas entre 1749 y 1778, dedicó su vida entera a la música, fue maestro de varios músicos de finales de la Colonia, entre quienes destacan Pedro Nolasco Colón.y don Bartolomé Bello, padre de Andrés Bello.

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El importante movimiento musical que se consolidó en Caracas hacia la última parte del siglo XVIII, tuvo su impulso fundamental en la figura del Padre Sojo. Don Pedro Ramón Palacios y Sojo, hermano del abuelo materno de Simón Bolívar, nació en Guatire, actual estado Miranda, el 17 de enero de 1739. Era un fiel y empedernido amante de la música; fundó en Caracas una congregación semejante a la del oratorio San Felipe Neri que ya existía en Italia desde 1564. Este oratorio se había caracterizado desde su creación por haber tenido la música como un valioso instrumento de propagación de la fe religiosa. El Padre Sojo viajó a Italia y a España para obtener la aprobación del Papa Clemente IV, la cual le fue otorgada el año 1769, quedando establecido el oratorio, en Caracas, el 18 de diciembre de 1771. Su sede se ubicaba en la actual esquina de Cipreses, ahí donde hoy se levanta el Teatro Nacional.

En la época cuando se fundó ese oratorio, ya había algunos jóvenes que poseían conocimientos musicales. El Padre Sojo se dio a la tarea de agrupar estos talentos dispersos; encargó a uno de ellos, a Juan Manuel Olivares, el adiestramiento musical de otros jóvenes, quienes constituirían las dos generaciones de músicos venezolanos que hemos llamado "Escuela de Chacao", pues estos músicos pasaban temporadas en la hacienda que poseía el Padre Sojo en Chacao, específicamente en la zona caraqueña que hoy llamamos La Floresta. Durante estas temporadas, seguramente recibían enseñanza de Juan Manuel Olivares. Son estos compositores los que produjeron el notable repertorio de música escrita en estilo clásico que constituye el acervo musical de la colonia venezolana. El grueso de la producción de la Escuela de Chacao está constituido por música del género sacro: misas, te deum, motetes, graduales, lamentaciones, pésames, tonos de Navidad, ofertorios, salves, entre otras formas musicales asociadas a las festividades católicas. No se descarta que hayan escrito obras profanas, pero de este género sólo sobrevive el Dúo de violines atribuido a Juan Manuel Olivares.

 

Escuela de Chacao: primera generación

Las obras pertenecientes al estilo de la Escuela de Chacao fueron escritas para dos, tres o cuatro voces, en textura homofónica, es decir, con ritmo similar, en pasajes que alternaban frecuentemente con un "solo" vocal sencillo; estaban instrumentadas estas obras para la: violines, violas, violonchelos, contrabajos, dos oboes, dos trompas, con incorporación ocasional del clarinete, la flauta o el fagot. En cuanto a carácter, esta música, austera en recursos, es expresiva en contenido emocional y excluye todo elemento afro o indio.

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El estilo de la Escuela de Chacao -el sentimentalismo que le era propio, su sencillez de recursos armónicos y contrapuntísticos empleados- fue conservado por nuestros compositores hasta bien entrado el siglo XIX. Muchas obras de los compositores de la Escuela de Chacao lograron alcanzar tal popularidad que fueron reescritas una y otra vez a lo largo del siglo XIX, logrando sobrevivir al desastre de la Guerra de Independencia, a la subsiguiente Guerra Civil, y a la acostumbrada amnesia histórica característica de la modernidad occidental. Es esta popularidad, junto al esfuerzo tenaz de nuestros músicos y musicólogos, lo que explica la supervivencia del repertorio colonial venezolano. Habría que agregar a este impulso conservador, el elemento que proporciona nuestro orgullo nacional, ya que todos los compositores de la Escuela de Chacao, músicos venezolanos de la Colonia, nacen y se forman en Venezuela, llegando incluso a estar íntima y activamente involucrados con la causa independentista.

La música de la Escuela de Chacao, a pesar de su relativa sencillez, goza de una particular expresividad, un aliento singular que la diferencia también de otras escuelas contemporáneas. Juan Bautista Plaza, en un estudio detallado sobre la música colonial venezolana, observa que los músicos venezolanos de la Colonia produjeron una música que estaba al día con la europea de entonces. Hubo que esperar mucho tiempo para que en Venezuela se repitiera ese fenómeno de contemporaneidad en producciones musicales.

Compositores de este período:

Juan Manuel Olivares. (Caracas, 1760 - 1797) Francisco Velásquez, el viejo (Caracas, 1755 - 1805)

José Antonio Caro. (Caracas, 1758 - 1783)

Pedro Nolasco Colón. (Valencia, c.1770 - Caracas, 1813)

Escuela de Chacao: segunda generación

Surgió con el tiempo una generación de jóvenes compositores formados dentro del estilo de la Escuela de Chacao, de allí que se conozca este grupo con el nombre de "Segunda Generación" de la mencionada escuela. En las obras que hoy se conservan de estos músicos, se hace evidente una asimilación del espíritu de la música religiosa europea del siglo XVIII. El estudio de las obras de los grandes maestros del clasicismo europeo les brindó a estos músicos los medios

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técnicos a través de los cuales pudieron satisfacer necesidades del ambiente espiritual de la época.

El estilo de la Escuela de Chacao seguramente se vio afectado por el levantamiento de un teatro público en el año 1783 en la actual esquina de El Conde. Su construcción había sido ordenada por el gobernador Capitán General Brigadier don Manuel González de Navarra, quien tuvo a su cargo la administración pública venezolana desde finales de 1782. La presencia de un teatro público es muestra de cómo la vida civil caraqueña empezaba a exigir sus propias manifestaciones culturales y sociales. En mayo del año 1808, en este teatro se llevó a efecto en Caracas la primera temporada de ópera, la cual estuvo a cargo de la compañía francesa Espenú.

En el teatro de El Conde se realizaban representaciones donde, al final del espectáculo, se entonaban canciones patrióticas que eran coreadas con entusiasmo por el público. Para estas presentaciones, seguramente se requirieron servicios de músicos, quedando abierto un nuevo campo de trabajo para ellos. Los inventarios del teatro apuntan el pago que se hizo en varias ocasiones a músicos pero lamentablemente no se especifica a quienes. Los compositores de la Segunda Generación de la Escuela de Chacao entraron en contacto con repertorio profano fresco, lo cual tuvo que influenciar en sus conceptos formales y repercutir en sus creaciones.

Compositores de este período

José Ángel Lamas (Caracas, 1775 - 1814)

Cayetano Carreño ( Caracas, 1774 - 1836)

José Lino Gallardo Ocumare del Tuy, 1773 - Caracas, 1837)

Juan José Landaeta (Caracas, 1780 - 1812)

José Francisco Velázquez, el joven Caracas, 1781 - 1822)

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La República

Tiempos de contrariedad: música durante la lucha de independencia

El maravilloso movimiento musical generado en Venezuela durante la Colonia, se vio disminuido por los acontecimientos de la Guerra de Independencia, recrudecida intensamente hacia 1814. Desde 1810, aproximadamente, las actividades musicales en Venezuela habían comenzado a hacerse cada vez más escasas, hasta 1821, cuando se consolidó la independencia de la República. En estos años de guerra, la música está prácticamente ausente de la vida civil caraqueña.

Las autoridades patrióticas que se instalaron en el gobierno a partir del 19 de abril de 1810, en un afán por mantener el orden ciudadano, se mostraron más vigilantes respecto de las expresiones musicales espontáneas en las calles. En 1811 prohíben la ejecución pública de instrumentos musicales como la guitarra, o la maraca, y de todos aquellos que pudieran suscitar alboroto y desorden. Sin embargo, pese a estas prohibiciones, para las celebraciones del primer aniversario del 19 de abril, la misma junta de gobierno contrató al músico Francisco Villalobo para que organizara un concierto en la Universidad de Caracas. También la iglesia celebró el acontecimiento con una misa solemne y Te Deum en la catedral de Caracas. Luego, por motivo de la firma del Acta de Independencia, el 5 de julio de 1811, el gobierno ofreció una orquesta para la celebración de este acto. También, por estos años ya se ofrecían conciertos por abono, los cuales probablemente no prosperaron.

En el año 1812, un terremoto vino a acrecentar la lastimosa situación social y económica que sufría la vida caraqueña de entonces. Poco antes de este desastre, habían aparecido invitaciones a participar en bailes por suscripción; son las primeras noticias que se tienen de ello. Ya para 1814, prácticamente es nula toda la actividad musical en Venezuela. Apenas en el año 1818, llegó a instalarse en Caracas una academia de música gracias a la iniciativa de Lino Gallardo. No se trataba propiamente de una institución de enseñanza musical, sino de una reunión

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de amateurs en tertulias o veladas musicales públicas; tal era el significado que tenía la palabra "academia" en esa época.

La iniciativa de realizar conciertos por abono fue retomada hacia el año 1819, cuando se fundó en Caracas la primera Sociedad Filarmónica del país. Esta sociedad recibió la aprobación del general en jefe realista Pablo Morillo y se mantuvo durante poco más de un año realizando conciertos mensualmente. Pero no es sino hacia 1821 cuando, vencidas las fuerzas realistas, la vida civil del país alcanzó una relativa estabilidad y se reanudan las actividades culturales. Pese a las adversas circunstancias de los años de la guerra de independencia, el estilo de la Escuela de Chacao perduró hasta mediados del siglo XIX.

Resurgimiento de la vida musical

En 1820, empezaron a representarse comedias y espectáculos dramáticos en la casa del señor Ambrosio Cardozo. El año 1831, el señor Cardozo construyó un teatro entre las esquinas caraqueñas que hoy conocemos como El Chorro y Coliseo. Este teatro, recordado como el Coliseo de Caracas, albergaba de 800 a 1000 personas. Es en este local donde se dieron a conocer algunas obras dramáticas que fueron representadas por compañías españolas que visitaron la capital, así como dos óperas de Rossini, puestas en escena por músicos criollos. El Coliseo fue desechado como teatro público hacia el año 1850, y para el año 1853, de él sólo quedaba un solar en ruinas.

Del montaje de óperas en el Coliseo se conserva una interesante crónica en el periódico La Oliva del 1º de septiembre de 1836. En ella se menciona el montaje de dos óperas de Gioacchino Rossini: La Urraca Ladrona, presentada dos veces, y El Barbero de Sevilla, puesta en escena sólo una vez. El montaje fue llevado a cabo por una compañía lírica criolla que dirigía Atanacio Bello Montero; esta compañía recibió gratos elogios de visitantes extranjeros que asistieron a las representaciones. En 1843 se presentó en El Coliseo una compañía lírica italiana: la Compañía de Ópera de Alejandro Galli. Esta temporada es famosa en nuestra historia musical por una acalorada polémica que levantó entre los críticos y melómanos caraqueños.

Atanacio Bello, de quien hablaremos con más detalles, había organizado con otro músico, José María Izaza, una Sociedad Filarmónica hacia 1831. Existía en la época la costumbre de incluir tonadillas sinfónicas y bailes en las noches de comedias, por lo que la orquesta de la Sociedad Filarmónica tuvo ocasión para debutar con bastante frecuencia. Entre los instrumentistas que formaban la

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orquesta se encontraban distinguidos músicos caraqueños como, por ejemplo, Juan Meserón y Felipe Larrazábal. Esta orquesta tuvo oportunidades para presentar programas de conciertos donde seguramente se interpretaban obras creadas por nuestros compositores.

El amplio interés del sector oficial de la época por la música es patente, por ejemplo, en la figura del General José Antonio Paez. En sus años de juventud, Paez conoció las danzas e instrumentos de la época, los cuales dominaba a la perfección. Muchas anécdotas se desprenden de los momentos de esparcimiento musical que encontró entre una batalla y otra durante las luchas de independencia. Por el año 1852, estableció relaciones amistosas en Europa con Louis Moreau Gottshalk, quien le dedicó Marche de Nuit, su opus 17. Durante su permanencia en Buenos Aires, dedicó a una niña dos obras en las cuales podemos apreciar sus dotes de melodista: Escucha Bella María y La Flor del Retiro.

Respecto a la educación musical durante esta época, encontramos la preocupación del gobierno por consolidar una institución oficial dedicada a esa labor. La Diputación Provincial de Caracas, en la Resolución del 3 de diciembre de 1849, y en Ejecútese del Gobierno Superior Político de la Provincia, del 7 del mismo mes, establece la creación de una escuela de música destinando para ello un presupuesto específico de trescientos pesos anuales. Esta escuela formaría parte de una Academia, y se instaló el 1 de enero de 1850, siendo su director el maestro Atanacio Bello Montero.

 

Escuela de Chacao: continuadores

Los compositores que comenzaron a destacarse después de culminada la guerra de independencia, escribían todavía en el estilo de la Escuela de Chacao, ya que seguramente fueron fomados en esta Escuela. Pero hay que reconocer en la música de estos creadores ciertas novedades, sobre todo en el trabajo de orquestación, pues introdujeron nuevos instrumentos y nuevas combinaciones en las partituras para orquesta. Por otra parte, el repertorio musical comenzó a cambiar y los compositores ya no escribían exclusivamente para las celebraciones religiosas. A este período pertenecen los manuscritos más antiguos de sinfonías y de música de cámara que se conservan.

Compositores de este período

Juan Francisco Meserón (Caracas, 1779 - 1845) José María Gómez Cardiel (Cumaná, 1797 - Trinidad, 1872)

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Atanasio Bello Montero. (Caracas, 1800 - 1876)

José María Osorio (Caracas, 1803 - Mérida, 1852)

José María Montero (Caracas, 1782 - 1869)

José Lorenzo Montero

Compositores venezolanos románticos

Hacia mediados del siglo XIX comenzaron a penetrar al país ideas románticas. Entonces era sumamente inestable la situación política venezolana. Durante la segunda mitad del siglo XIX la presidencia de la república pasaba violentamente de una mano a otra. Debido a este desequilibrio político y social, fueron escasas las formas musicales del género sinfónico. Afortunadamente, sí se desarrollaron ampliamente los géneros musicales de salón: proliferó la producción de danzas para piano y de canciones. En Caracas, el vals alcanzó pronto arraigo y, al popularizarse, adquirió una personalidad propia, llegando a convertirse el tradicional vals europeo en el valse venezolano. Se difundió también la canción romántica, forma musical apta para la expresión del sentimentalismo propio del espíritu de la época. Esporádicamente aparecieron la zarzuela, las fantasías y rapsodias para piano sobre temas tomados de arias de óperas y, finalmente, algunas óperas.

En octubre de 1854, durante el gobierno de José Tadeo Monagas, se inauguró el Teatro Caracas. Se encontraba ubicado en la actual esquina de Veroes. Tenía capacidad para 1500 personas. Esta edificación vino a satisfacer un clamor que desde hacía años estaba haciendo la sociedad caraqueña. Para el acto de su inauguración fue traída una compañía lírica italiana que representó la ópera Ernani de Giuseppe Verdi. La orquesta que acompañó esta compañía en tan especial ocasión, fue dirigida por José María Velásquez, hijo de José Francisco Velázquez, el joven. Esta agrupación orquestal estuvo formada por profesores y músicos aficionados de la capital.

En el Teatro Caracas se llevaron a cabo todo tipo de eventos públicos. Su existencia ratifica un desplazamiento del centro cultural en la vida social del venezolano, y comienza a ubicarse fuera de la iglesia. Por años, este local solventó las exigencias culturales de la vida civil caraqueña. El Teatro Caracas funcionó hasta el año 1913, cuando, convertido en cine, fue devorado por un incendio durante la presentación de un filme.

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El cambio de centro que experimentó la cultura caraqueña durante la segunda mitad del siglo XIX, también se hizo patente en el ámbito de la educación musical. En 1870 se creó por decreto el Conservatorio de Bellas Artes. La misma resolución mencionaba a don Felipe Larrazábal como director de esta nueva institución. Al parecer, esta institución no se concretó sino hasta el año 1877, cuando apareció un nuevo decreto que anunciaba la creación en Caracas de un instituto de Bellas Artes, que comprendería tres academias: dibujo y pintura, escultura y música. Como director de esta institución se nombró a don Ramón de la Plaza; Eduardo Calcaño ejerció funciones de director-presidente en el instituto.

Luego, por decreto del 4 de agosto de 1887, Antonio Guzmán Blanco creó la Academia Nacional de Bellas Artes; se incluía en ella la enseñanza especial de dibujo artístico, pintura, arquitectura, música y declamación. El 16 de septiembre del mismo año fue instalada esta Academia y en el mes de octubre de 1887 fue inaugurada con un acto solemne donde estuvieron presentes el presidente de la República y los ministros del gabinete. El primer director de esta academia fue don Emilio J. Mauri. Para su funcionamiento se destinó el antiguo edificio que desde entonces y por más de medio siglo fue el único local que sirvió de sede a la enseñanza musical en la capital, ocupado hoy por la Escuela de Música "José Ángel Lamas" y que está ubicado al lado de la Santa Capilla de Caracas.

Pero si bien fue en el Teatro Caracas donde por vez primera se puso en escena en la capital de la República una ópera con música de un compositor venezolano, Virginia de José Ángel Montero, se diría que nuestros músicos criollos tuvieron mejor acogida en el Teatro de La Unión, reconstruido en 1866 y convertido en el Teatro de La Zarzuela. Se ubicaba este teatro en la actual esquina de Maderero. Era el local donde se realizaban los nacimientos y jerusalenes, representaciones de carácter popular para las cuales los mejores compositores de la época escribieron música. Era este teatro el sitio donde tenían efecto las expresiones dramáticas y musicales de tinte más popular. En el Teatro de la Zarzuela nuestros compositores estrenaron zarzuelas nacidas de su inspiración. Este género dramático había llegado a Caracas en 1864 con la compañía del señor Saturnino Blen, gustó mucho y comenzó a hacerse popular. La ópera estaba más bien reservada a un público distinto, perteneciente a un estrato social pudiente y acomodado.

Pronto, el Teatro Caracas fue insuficiente y, para el año 1880, Guzmán Blanco decidió darle un nuevo teatro a Caracas. Construyó entonces el Teatro Guzmán Blanco que actualmente conocemos como Teatro Municipal. Éste fue inaugurado con gran solemnidad el 1º de enero de 1881, gracias al apremio de la dirección personal del propio ministro Jesús Muñoz-Tébar. La primera temporada de ópera se inició el 4 de enero; El Trovador de Giuseppe Verdi fue la ópera elegida para

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la especial ocasión. Este Teatro todavía se mantiene en pie, pese a las inclemencias históricas, a pesar de la violencia con que la modernidad ha desfigurado su delicado perfil arquitectónico.

 

Compositores venezolanos románticos:

José Ángel Montero (Caracas, 1832 - 1881). José Gabriel Núñez Romberg (Maturín, 1834 - Cumaná 1918).

Felipe Larrazábal (Caracas, 1816 - 1873).

Federico Villena (Turmero, edo. Aragua, 1835 - Caracas, 1899).

Reynaldo Hahn (Caracas, 1874 - París, Francia, 1947).

Ramón Delgado Palacios (Caracas, 1867 - 1902).

Sebastián Díaz Peña (Puerto Cabello, edo. Carabobo, 1844 - Maracay, edo. Aragua, 1926).

Jesús María Suárez (n. Caracas, 1845).

Teresa Carreño (Caracas, 1853 - Nueva York, 1917).

Salvador Narciso Llamozas (Cumaná, edo. Sucre, 1854 - Caracas, 1940).

Pedro Elías Gutiérrez (La Guaira, 1870 - Macuto, 1954).

Manuel Leoncio Rodríguez (Valencia, 1870 - Caracas, 1943).

Andrés Delgado Pardo (Caracas, 1870 - 1940)

Joaquín Silva Díaz (Cumaná, 1886 - Caracas, 1977)

Henrique León (Guatire, 1854 - 1899).

Régulo Rico (Guatire, 1878 - 1960).

Augusto Brandt (Puerto Cabello, 1892 - Caracas, 1941).

 

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La Modernidad Musical en Venezuela 

Tiempos de renovación

Por los años veinte de este siglo, se inició en Venezuela un importante proceso de renovación musical animado en gran parte por un ideal nacionalista de restauración. En él participaron activamente músicos como Juan Bautista Plaza, Vicente Emilio Sojo y José Antonio Calcaño, quienes se dedicaron con denuedo a la recopilación de nuestro acervo musical y folklórico, así como al rescate de la institución de la enseñanza musical. El movimiento musical que germinó entonces, tuvo sus raíces en la Escuela de Música y Declamación, hoy Escuela de Música "José Angel Lamas". Como el antiguo edificio que ha servido de sede durante muchos años a la enseñanza musical en Caracas está ubicado en la esquina de Santa Capilla, a los compositores que ahí se formaron se les ha agrupado bajo la denominación "Escuela de Santa Capilla"; se trata del movimiento musical más coherente y completo desplegado en el país desde la Escuela de Chacao, músicos venezolanos que no sólo se destacaron como creadores de gran talento, sino también por su fuerza emprendedora: fundaron instituciones que han sido decisivas en la vida musical venezolana y supieron imprimir a los ritmos y melodías nacionales un extraordinario vigor y una incomparable belleza.

En los primeros años del siglo XX, el país mostraba una imagen desoladora en lo concerniente a las actividades musicales. Exceptuando los bailes, algunas representaciones de óperas y zarzuelas y ciertas iniciativas particulares dirigidas a la interpretación de música de cámara, no existía en Venezuela vida musical. En ese ambiente social se soñaba con una orquesta sinfónica estable y permanente para la capital. Hacia los años veinte, comenzaron los primeros intentos que llevaron a la creación de la Orquesta Sinfónica Venezuela. Curiosamente, el surgimiento de esta orquesta permanece vinculado a la Iglesia Católica, lo mismo que el rico movimiento musical de la colonia venezolana.

Monseñor Ricardo Bartoloni, sacerdote italiano, Secretario de la Nunciatura Apostólica venezolana, era amigo y colaborador de Lorenzo Perosi, Director de la Capilla Sixtina del Vaticano. El año 1921 emprendió el montaje en Caracas de cuatro obras sacras de Perosi: el oratorio La Resurrección de Lázaro, la Misa Pontificial, la Misa Eucarística y la Misa de Requiem. De éstos, el primero de

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ellos, el del oratorio La Resurrección de Lázaro, es de suma importancia en la historia de la música venezolana porque hubo que reunir un coro de sesenta voces y una orquesta con igual número de instrumentistas. En esta tarea trabajaron, junto a Monseñor Bartoloni, el profesor Vicente Martucci y Monseñor Nicolás E. Navarro. El éxito alcanzado en el montaje del oratorio de Perosi, instó su repetición el día de la celebración del Papa. Para la época, fue realmente una hazaña reunir los músicos suficientes para realizar estos montajes. Este triunfo fue el impulso que aprovechó el Maestro Martucci para intentar fundar una orquesta estable en la ciudad de Caracas. Esta iniciativa fue consolidada el 11 de febrero de 1922 con la constitución de la orquesta de la Unión Filarmónica de Caracas, germen de lo que después, en 1930, sería la Orquesta Sinfónica Venezuela.

Acompañaban a Vicente Martucci en esta gesta, el ilustre violinista y compositor doctor Manuel Leoncio Rodríguez y el violoncelista Andrés Añez. En 1926, después de los loables esfuerzos de sus miembros por mantenerse, la Sociedad, lamentablemente fue disuelta por decisión de sus propios integrantes.

No obstante, los músicos caraqueños de la época siguieron persistiendo en el proyecto de dotar a la ciudad capital de una orquesta sinfónica. El 15 de enero de 1930, se reunió un grupo de músicos, muchos de los cuales habían sido integrantes de la "Unión Filarmónica", y constituyeron la "Sociedad Orquesta Sinfónica Venezuela". Como presidente de esta institución, resultó elegido Vicente Emilio Sojo, pero en vista de que éste no aceptó el cargo y se le concedió a Vicente Martucci. El 24 de junio de ese mismo año, día en que se celebraba la Batalla de Carabobo, se llevó a efecto el primer concierto de esta orquesta en el Teatro Nacional. Al igual que la "Unión Filarmónica", la Orquesta Sinfónica se sostenía con los aportes de sus afiliados, músicos ejecutantes. No es sino hacia el año 1947 cuando, gracias a las influencias políticas de Sojo, la Sociedad Orquesta Sinfónica Venezuela fue incluida en los renglones del presupuesto del Ministerio de Educación, logrando por fin una asignación económica. Desde entonces, sus integrantes percibirían sueldos y asignaciones mensuales por sus labores en la orquesta, por ello sólo podían permanecer en ella artistas de nivel profesional. Quedaron vacantes un 40% de las sillas y el Profesor Pedro Antonio Ríos Reyna fue comisionado para buscar en Europa músicos profesionales idóneos. Fueron contratados entonces un total de 32 profesores ejecutantes extranjeros. Alcanzaba la Orquesta Sinfónica su madurez y podía enfrentar ahora partituras de gran exigencia con gran fidelidad.

La Orquesta Sinfónica Venezuela fue una de las instituciones centrales en la actividad musical del país durante las décadas de los treinta y de los cuarenta. Otra institución fundamental en esa época, cuando el movimiento musical

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moderno comenzaba a desarrollarse en el país, fue el Orfeón Lamas. Con el Orfeón Lamas se inicia el actual movimiento coral venezolano. Antes no existía en Venezuela ninguna agrupación coral estable. Sorprende saber que esta agrupación, clave dentro de nuestro movimiento musical, tuvo su origen en las "carnestolendas" de enero de 1928, cuando un grupo de músicos, todos disfrazados de ucranianos, salió por las calles caraqueñas, yendo de una residencia a otra de la ciudad cantando con voz timbrada y excelente afinación, sorprendiendo por su maravillosa musicalidad. Ese grupo de jóvenes y alegres músicos estaba formado por Vicente Emilio Sojo, los hermanos Emilio y José Antonio Calcaño, Juan Bautista Plaza, Miguel Angel Calcaño y William Werner. La idea de cantar a coro se les había ocurrido después de entrar en contacto con una agrupación vocal de Ucrania que se había presentado en el Teatro Municipal de Caracas a finales de 1927. Esa alegre unión de músicos fue el germen de lo que sería el Orfeón Lamas: en marzo de 1929 comenzó a reunirse en la residencia de José Antonio Calcaño un grupo de músicos, algunos aficionados, para ensayar piezas de compositores venezolanos; después de unos meses, se agregó a este grupo otro de voces femeninas, completándose así la agrupación coral y constituyéndose un orfeón. Después de un año de ensayo y trabajo arduo, el Orfeón Lamas ofreció su primera presentación en el Teatro Nacional el 15 de julio de 1930.

El repertorio del Orfeón Lamas estuvo constituido por obras de los compositores venezolanos de la Escuela de Santa Capilla, discípulos de Sojo, y por obras sacras de compositores venezolanos de la Colonia. Muchas de las obras coloniales sólo existían como antiguos manuscritos en mal estado de conservación y tuvieron que ser reconstruidas parcialmente. Los conciertos sacros del Orfeón Lamas exigieron y propiciaron una incomparable labor de rescate y difusión de ese repertorio.

La Orquesta Sinfónica Venezuela acompañó siempre al Orfeón Lamas en los famosos Conciertos Sacros iniciados por Sojo en el año 1933, y, desde entonces, se llevaron a cabo con regularidad durante varios años, bajo la batuta de este insigne maestro, todos los Viernes de Concilio en el Teatro Municipal. Es memorable, por ejemplo, el concierto sacro realizado el 31 de marzo de 1933 en el Teatro Municipal, donde participaron aproximadamente cien coralistas y la Orquesta Sinfónica Venezuela; este concierto fue transmitido en vivo a través de la "Broadcasting Caracas" al interior y exterior del país. En 1938, el Orfeón Lamas fue invitado a las celebraciones del IV Centenario de la fundación de la ciudad de Bogotá. Ofreció en aquella ocasión tres exitosos conciertos en el Teatro Colón de la Capital colombiana.

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Revisando la historia de estas dos agrupaciones, el Orfeón Lamas y la Orquesta Sinfónica Venezuela, encontramos como pilar fundamental de ellas la vigorosa personalidad de Vicente Emilio Sojo. Lo mismo podemos decir de la enseñanza de la composición musical en el país: la Escuela de Santa Capilla cuyo eje fue este maestro, quien también fue durante años titular de la Cátedra de Composición de la Escuela de Música y Declamación, luego Escuela Superior de Música "José Angel Lamas".

Vicente Emilio Sojo (Guatire, 1887 - Caracas, 1974) Juan Bautista Plaza (Caracas, 1898 - 1965)

José Antonio Calcaño (Caracas, 1900 - 1978)

Juan Vicente Lecuna (Valencia, Venezuela, 1891 - Roma, Italia, 1954)

Miguel Ángel Calcaño (Caracas, 1904 - 1958)

Eduardo Plaza Alfonzo (Caracas, 1911 - 1980)

María Luisa Escobar (Valencia, 1912 - Caracas, 1985)

 

La Escuela de Santa Capilla.

Desde 1940 hasta el año 1964 dominaron la escena musical caraqueña los músicos de la Escuela de Santa Capilla, es decir, los que realizaron estudios en la hoy llamada Escuela José Angel Lamas, ubicada justamente en la caraqueña esquina de Santa Capilla y que fueron discípulos de Sojo. Con estos compositores el Nacionalismo musical venezolana alcanza su máxima expresión. Son artistas de gran sensibilidad social y fieles a los valores espirituales de su pueblo. La elevada calidad que ha dado a sus composiciones una reconocida universalidad, nunca entró en conflicto con el gusto popular del venezolano. Como la música de los compositores de la Escuela de Chacao, las creaciones de los músicos de la Escuela de Santa Capilla han alcanzado gran popularidad, llegando a arraigarse en el recuerdo como rico patrimonio espiritual de la nación.

Antonio Estévez (Calabozo, Edo. Guárico, 1916 - Caracas, 1988) Ángel Sauce (Caracas, 1911 - 1995).

Evencio Castellanos (Cúa, Edo. Miranda, 1915 - Caracas, 1984)

Antonio José Ramos (Carúpano, Edo. Sucre, 1901)

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Víctor Guillermo Ramos (Cúa, Edo. Miranda, 1911)

Inocente Carreño (Porlamar, Edo. Nueva Esparta, 1919)

Gonzalo Castelanos (Canoabo, Edo. Carabobo, 1926)

Antonio Lauro (Ciudad Bolívar, Edo. Bolívar, 1917 - Caracas, 1986)

Carlos Enrique Figueredo (Tocuyito, Edo. Carabobo, 1910 - 1986)

Moisés Moleiro (Zaraza, Edo. Guárico, 1904 - Caracas, 1979)

Luis Felipe Ramón y Rivera (San Cristóbal, 1913 - Caracas, 1993)

José Clemente Laya (Caracas, 1913 - Maracay, Edo. Aragua, 1981)

Blanca Estrella Veroes de Méscoli (San Felipe, Edo. Yaracuy, 1913 - Caracas, 1987)

 

Años Cincuenta

En noviembre de 1949, Vicente Emilio Sojo se separó definitivamente de la Orquesta Sinfónica Venezuela. En 1951, esta agrupación realizó su primera gira al exterior; viajó a Lima para participar en las festividades conmemorativas del Cuarto Centenario de la Universidad de San Marcos. En esa ocasión se ejecutaron obras de compositores venezolanos como Antonio Estévez y Evencio Castellanos. El siguiente viaje fue en 1953 a La Habana para celebrar el centenario de José Martí.

Desde su creación, sobre todo a partir de 1950, han pasado por la Orquesta Sinfónica Venezuela, como músicos invitados, insignes directores y solistas de fama internacional. Es memorable la participación de esta agrupación en el Primer Festival de Música Latinoamericana, realizado en Caracas en 1954, donde se reunieron por vez primera los principales músicos latinoamericanos de la época para hacer escuchar su mensaje. Hasta la década de los ochenta, la actividad musical del país se centró fundamentalmente en esta orquesta. Luego han surgido numerosas agrupaciones orquestales en Caracas y en el interior del país, muchas de ellas gracias al empeño del doctor José Antonio Abreu a través de su proyecto de Orquestas Juveniles siendo la actual Orquesta Sinfónica Simón Bolívar su mejor fruto.

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El Orfeón Lamas, por otro lado, a partir de la década de los cincuenta experimentó un proceso de decadencia que lo condujo paulatinamente a su total desaparición aproximadamente a comienzos de los años sesenta. Afortunadamente, su presencia había animado la creación de otras agrupaciones similares. En 1942 se fundó en la Universidad Central de Venezuela, por iniciativa de Antonio Estévez, el Orfeón Universitario; al año siguiente, en 1943, Ángel Sauce fundó el Orfeón Juan Manuel Olivares, coral obrera auspiciada por el Ministerio de Educación y de la cual surgió luego la Coral Venezuela. Ambas agrupaciones todavía realizan una loable labor en pro de la cultura nacional. También hay que recalcar que tanto Estévez como Sauce fueron discípulos de Sojo y formaron parte de la primera promoción de maestros compositores formados en el país.

En marzo de 1954, durante el gobierno del general Marcos Pérez Jiménez, se efectuó en Caracas la X Conferencia Interamericana. Para esa ocasión, se construyeron en el país grandes obras de infraestructura como la autopista Caracas - La Guaira, la Avenida Rafael Urdaneta, el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela. Esta última fue sede de tan importante evento. En la misma semana se inauguró el Anfiteatro "José Ángel Lamas", mejor conocido como la Concha Acústica de Bello Monte. Este local fue construido para ser la sede permanente de la Orquesta Sinfónica Venezuela. El acto de inauguración fue un importante acontecimiento que contó con la asistencia del presidente de la República, miembros del gabinete, cuerpo diplomático y delegados a la X Conferencia Interamericana; se efectuó un concierto con la Orquesta Sinfónica Venezuela que en su primera parte fue dirigido por el maestro Vicente Emilio Sojo, y en la segunda parte, por el maestro Wilhelm Fürtwangler, entonces director de la Orquesta Sinfónica de Berlín.

En noviembre de este mismo año se celebró en Caracas el I Festival de Música Latinoamericana, evento donde por prmera vez se dieron cita compositores de diversas regiones del continente.

Andrés Sandoval (Caracas, 1924) Modesta Bor (Juan Griego, edo. Nueva Esparta, 1926)

José Luis Muñoz (Caracas, 1928 - 1982)

Raimundo Pereira (Calabozo, edo. Guárico, 1927 - Caracas, 1996)

Nelly Mele Lara (Caracas, 1922 - 1993)

Primo Casale (Lombardía, Italia, 1904 - Caracas, 1981)

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Jesús Antonio Calderón (San Juan de Colón, edo. Táchira, 1921)

Rhazés Hernández López (Petare, edo. Miranda, 1918 - Caracas, 1991)

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Contemporaneidad  

Tiempos de cambio

En 1961, la pianista de origen francés Monique Duphil estrenó en Mérida los Casualismos para piano de Rhazés Hernández López, obra esta basada en un juego libre de los elementos fundamentales de la técnica dodecafónica: tratamiento atemático de la forma, ausencia de todo sentido descriptivo o anecdótico y de cualquier sentimentalismo melódico y armónico; búsqueda de la sonoridad totalmente pura. Casualismo sería una de las primeras intenciones voluntarias de aprovechar los nuevos procedimientos composicionales que la vanguardia musical del siglo XX estaba brindando.

Por el año 1965, por iniciativa del Dr. Inocente Palacios, se crea el Estudio de Fonología Musical del INCIBA, cuya sede estuvo ubicada en el Anfiteatro José Ángel Lamas, mejor conocido como Concha Acústica de Bello Monte. A pesar de la apatía reinante en Caracas respecto a las entonces novedosas tendencias musicales que se producían en Europa y Estados Unidos, el compositor caraqueño Alfredo Del Mónaco produjo sus primeras piezas electroacústicas: Cromofonías I (1967) y Estudio Electrónico I (1968).

A partir de los años setenta comenzaron a aparecer nuevas agrupaciones orquestales. Dentro de este despliegue de grupos orquestales vale la pena comentar el desarrollo del movimiento de orquestas juveniles. El año 1974, el Dr. José Antonio Abreu creó y dirigió una orquesta juvenil con estudiantes provenientes de las diversas escuelas de música de Caracas, siendo apoyado en este proyecto por el maestro Ángel Sauce. Este esfuerzo desembocó en la creación el año 1975 de la Sociedad Civil Orquesta Nacional Juvenil "Juan José Landaeta". Esta institución creó ese mismo año dos orquestas juveniles más, una en Maracay y otra en Barquisimeto. Tal iniciativa creó un efecto de avalancha, pues las actividades que realizaron estas agrupaciones sirvieron de estímulo para muchos jóvenes que sintieron entusiasmo y deseos de participar en ellas. La Sociedad Civil sintió entonces la necesidad de ampliar sus funciones y de ofrecer también una formación a los ejecutantes que formaban parte de las orquestas juveniles. Pronto, la Orquesta "Juan José Landaeta", actualmente Orquesta

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Sinfónica "Simón Bolívar", comenzó a realizar giras por Europa y Latinoamérica. Después de varios años de intenso trabajo, en 1979, el gobierno venezolano creó la Fundación del Estado para la Orquesta Nacional Juvenil de Venezuela para garantizar la protección económica de la Sociedad Civil. En la actualidad, después de más de veinte años de actividad musical, el movimiento de orquestas juveniles tiene núcleos en todas partes del país, instituciones de enseñanza musical, incluso a nivel universitario, como el Instituto Universitario de Estudios Musicales (IUDEM), y talleres de luthería. Desde 1982, la O.E.A. aprobó un Proyecto Multinacional de Extensión Latinoamericana y del Caribe tomando como modelo el sistema educativo creado por la Orquesta Nacional Juvenil de Venezuela; comenzaron a desarrollarse entonces orquestas juveniles similares a las de Venezuela en Colombia, Ecuador, y Trinidad. Este movimiento se ha desarollado en tal forma que se ha extendido hasta la creación de orquestas infantiles.

Otras orquestas han aparecido en la capital, como la Orquesta Filarmónica de Caracas -hoy día desaparecida-, la Sinfonietta de Caracas y la Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas. La Orquesta Sinfónica Venezuela sufrió un ajuste del cual surgió la actual Orquesta Filarmónica Nacional. Otra agrupación sinfónica de importancia es la Orquesta Sinfónica de Maracaibo. También hay que considerar que las antiguas orquestas juveniles son hoy en día orquestas sinfónicas profesionales de elevado nivel.

Entre los tantos eventos musicales de importancia realizados en el país, cabe mencionar el III Festival de Música Latinoamericana, realizado en Caracas en 1966. Este festival suscitó acaloradas polémicas en el medio musical caraqueño porque en él, nuestros músicos y el público de la capital tuvo que enfrentar obras de factura y concepciones inéditas. Luego, en el año 1977, se realizaron dos festivales de música contemporánea, uno en Maracaibo y otro en Caracas. Hubo varios intentos de resucitar el antiguo festival latinoamericano, pero no fue sino hasta el año 1990, gracias a la valiosa colaboración del Consejo Nacional de la Cultura, CONAC, bajo la dirección del Dr. José Antonio Abreu, entonces ministro de la cultura, cuando se llevó a cabo el IV Festival de Música Latinoamericana en Caracas. Desde entonces se ha venido realizando anualmente este importante evento musical, llegando en 1995 a su novena edición. Este festival, que tiene carácter internacional, es relevante porque en él tenemos oportunidad no sólo de conocer los últimos trabajos de nuestros compositores sino valorar la labor de nuestros intérpretes.

 

Alfredo Del Mónaco.