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EL ARTE ES PARTE DE LA VIDA

Catalogo Luis H. Padilla

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Biografía del pintor hondureño Luis H. Padilla

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EL ARTE ES PARTE DE LA VIDA

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LUIS H. PADILLA

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Para Luis H. Padilla “el arte es parte de la vida, se nutre de ella.” Todo artista serio tiene que hacer un arte que corresponda a su gente y a su momento, para que la obra tenga validez. La realidad hondureña que se logre manifestar de la mejor forma en una determinada obra, puede alcanzar universalidad; el artista debe nutrirse de la vivencias de su medio y trabajar un arte que sea consciente y representativo del momento histórico que le toca vivir”. Con esto queda dicho, que se debe aspirar, ante todo, a una representación artística objetiva, en la cual se establece como premisa lo que se llama “momento histórico”, allí se encuentra una posibilidad artística de la existencia, de los fenómenos so-cio-culturales.

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La tarea es convertir gradualmente esos elementos y fenómenos en el arte, como parte de lo que nos rodea, puesto que no hay ni ruptura, ni límite entre la materia que se utiliza y el resultado que se obtiene; así, pues, se brindan obras, pinturas en las que la mirada “tiene que pensar de modo distinto a lo habitual”... la experiencia vital como pintor me ha llevado hasta donde yo no había pensado, me ha dado las más grandes satisfacciones, hasta el punto que se me haría difícil expresarme a través de otras formas. La pintura es mi centro de gravedad y es impredecible hasta donde se puede llegar...”

Jorge Salazar Isaza, escritor colombiano, ha delineado que este artista hondureño se nutre de la tradición del Renacimiento italiano, bajo los secretos de los números aúreos 618, de cuando las artes y las ciencias convivían; cuando las artes y las ciencias convi-vían; Padilla dispone sus formas en diálogo con el espectador. Algo sucede en cada pin-tura, pero no se trara de un hecho en el tiempo. De ahí una serie de títulos que permiten entrar sin aprioris a la contemplación. Cada pincelada luce en su equilibrio y la serenidad se desprende del conjunto. El dolor está transfigurado en una fuerza de la luz que enmar-ca cada pintura en un rito.

Para el escritor Salazar, la unidad de la obra de Padilla está dad por el manejo atenuado de los colores que se extienden como un manto ceremonial sobre la tierra. El pincel es-parce poros refulgentes sobre la tela y contribuye a crear este universo... las figuras cha-mánicas de sus pinturas siempre están de viaje con sus atados de sueños: recorren un camino mítico, donde hombres y mujeres velan por el equilibrio del mundo.

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La dimensión de paso en las obras de Padilla está acentuada por los pies descalzos, achatados en enseñados a la rudeza del camino; ellos sostienen la figura en un espa-cio sobrenatural donde se comunica con nosotros y nos sentimos así arropados en el mismo abrigo de ternura; la interioridad y la dignidad de los gestos se ciernen sin ilu-siones, sin temos a las sombras...

Es notable que la apreciación de Salazar, va en absoluto más allá de la percepción común del espetador, que se encuentra, en presencia de la “feminidad”evocada en las obras de Padilla.

Son mujeres cuyo cuerpo aparece cubierto, vestido, donde se percibe cierta desnu-dez que encuetra su punto de salida en el “rostro descubierto”; en otros lugares se evoca la rugosidad del mundo vegetal y el mundo humano y que de forma placentera se convierten en una acertada confrontación artística en casa una de la obras.

“La pintura de Luis H. Padilla se va quedando con lo esencial”, escribe Clementina Suárez escritora hondureña para la exposisión ”Diferentes Etapas”. “Lo propio, va alcanzando ese centímetro, dentro de la obra que es su propio estilo, su manera, el rectángulo de su mundo, donde con absoluta libertad se manifiesta sin aprensión, ni resistencia alguna.”

Otro factor que resalta en el plano básico de la obra de Luis H. Padilla es la elección del formato, donde ha demostrado en las “Diferentes Etapas”una evolución como la llaman algunos; para otro, es una obra que va desde la transformación de un buen orden estructural al orden conceptual, plástico o estético de imágenes pictóricas.

Para Clementina Suárez, artistas como Padilla no terminan ni empiezan allí. El pintor y repinta el lienzo, borra lo intranscendente, lo forzado, le da transparencia y esponta-neidad, y para lograrlo tiene que saltar del inconsciente al consciente; apresa una rea-lidad mágica que mueve y conmueve la inteligencia y sensibilidad...

Parece ser que los escritores sobre arteinsertan a Luis H. Padilla en un movimiento que aplica un efoque que va desde el núcleo mismo de la conciencia a la noción de identidad personal. Como una realidad externa, donde nosotros mismo estamos diso-ciados, disgregados; somos el espacio de la bellezaconvulsiva, que es también el es-pacio de la identidad personal hacia la identidad colectiva.

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Es una obra que se realiza con la idea de visualizar lo imposible, de manera absolutamente personal, con una técnica minuciosa relacionada sin duda con la experiencia preofesional que el arte requiere y un cono-cimiento innovador constante. Otra nota característica de su pintura es que las imágenes a causarnos asombro por su contenido dimanante del entorno social en desarrollo y en otras nos produce una sensación de encantamiento, nos arrastra a un juego intelectual, nos da la vuelta por el mundo conocido del arte reconocido, haciéndonos dudar conceptual-mente de cuál es nuestra identidad y nuestra condición social.

Cada elemento en la obra es individual y posee vida propia; de ahí el infinito número de sensaciones y de lecturas que puede provocar cada una de las partes de las figuras: el rostro, las manos, la mirada, los pañuelos operan con signos-emblemas dotados de significados y carac-terísticos precisa, determinadas por la lógica totalizadora del discurso plástico. Se reafirma, en síntesis, que Luis H. Padilla pertenece, por así decirlo, a la escuela modernista de artistas que hacenconverger su cos-mopolitismo en un arte de base figurativa, de un lenguaje poderoso, irreductible, desde la delicadeza florentina de un Modigliani hasta la demencial aspereza de un Soutine, se coloca al hombre/la mujer y su problemática existencial en el centro de atención y se dota a la imagen de una intensa potencialidad semántica.

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Quizás todo esto obedezca a que la vocación de dialogar sobre nuestras viven-cias, preocupaciones y anhelos, es una ineludible necesidad humana: la de com-partir sentimientos, de poner a prueba nuestra capacidad cominicativa y interpre-tativa, de tratar de mejorar, modificar o reinventar el mundo en que se vive para que se ajuste más a nuestras necesidades;as allí, donde lo privado del artista, lo íntimo se convierte en un recurso de todos, porque se ha seleccionado unos de los delicados lenguajes de las imágenes visuales: la pintura.

“Reconstruir el mundo a imagen del hombre”, elocuente título de un artículo es-crito por el escritor Eduardo Bärh para una exposición de Luis H. Padilla donde se señalan las diferentes etapas de la plástica del artista; “tenemos nosotros en Padi-lla una recreación del mundo a través de la sucesión de figuras desgarradas, de gestos suplicantes, algunas mortalmente heridas por la monotonía ambiental. Era fácil distinguir también la preferencia por los colores sepia y café, blanco sucio y gris que rodeaban muchas de sus composiciones. Había, eso sí, una capa mate sobre todas las cosas. Por ello podemos entender la personalidad del pintor y pudimos distinguir cualquiera de sus cuadros en cualquier parte que lo viéramos.

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Ahora, en esta segunda etapa, aunque el cambio no ha sido brusco, sino más bien cauteloso, Padilla se permite figuras que mantienen cierto movimiento. Es uno de los detalles magistrales de du segunda etapa; vemos el movimiento de manera tan sutil, sugerido, que no sobresale en detrimento de las démas ca-racteísticas de la composición. Vemos el movimiento en el cabello de algunas figura, en unas cofias que se mueven por el viento o en los pliegos cristalinos de los vestidos.

En esta segunda estapa hay más libertad para el fondo y para la profundidad. Algunos de los rostros se han vuelto menos sufrientes, los colores se han vuelto menos sufrientes, los colores se han vuelto más agresivos aunque siem-pre sobre una reminiscencia de aquellos colores de la primera etapa, y, aquí está lo profesional, sin que se pierda la línea, el punto de vista...

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El pintor pasa de la uniformidad de las imágenes que antes estaban íntimamente ligadas a un grupo que no era familiar a un grupo de figuras que llevan en sí sus contradicciones. En esta etapa hay una explsión callada de colores nuevos; esta es, a mi juicio y dentro del fraseo de la composisión, un intento renacentista...Pero lo que más nos impresiona es el trazo cristalino, la perfección de cada detalle, la fuerza y personalidad de la textura. Gracias a esos trabajos cristalinos de la figuras se vuelven omnipresentes.

No es casual que la crítica haya generado aportaciones de importancia a la obra de Padilla, de hecho la excepcional conciencia del artista de sí mismo y de su trabajoha sido de alguna forma influyente sobre la mayoría de artistas, permaneciendo la extraña capacidad de sugestión de una personalidad que, con toda lucidez en cada exposición o en cada discusión de taller no sólo asiste a exponer su obra como vehículo de iden-tidad, sino que asiste al espectáculo de la convulción de su conciencia individual y del desvanecimiento de valores humanos y de la conciencia colectiva.

Luis Padilla nos sorprende constantemente, descubriéndonos aspectos insospechados de la realidad del ser como entre social y filosófico. Fue decisivo para el desarrollo de su arte, la vivencia de su infancia, su entorno rural de naturaleza virgen: todos los elementos en un complemento de convivencias, como la corriente de un río convertido en conocimiento visual que lo lleva a navegar por los recuerdos de un viejo baúl, hasta el estudio profundo de la búsqueda del ser y su lugar en él era contemporánea.

La aportación de Luis H. Padilla consiste fundamentalmente en plasmar imágenes, que se hallan en la superficie de lo real y lo imaginario, ya sean elaboradas con un enfoque socio-cultural, al exterior de "el" o de despegue interior de "el"; todo es real en sus elementos reconocibles para un espacio perfectamente equilibrado.

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Padilla ha manifestado a propósito de su quehacer pictórico: "veo la pintura como evolución. Por eso me he podido encontrar con elementos y necesidades de la misma obra. Cuando egresé de la Escuela Nacional de Bellas Artes creía que pintar era solamente una habilidad, hacer combinaciones de colores y dibujar bien, pero a medida que uno se va enfrentando a la pintura y a la vida misma, se da cuenta que para hacer una obra de arte, para llegar a canalizar, no se necesita solamente la habilidad del pincel y el manejo de formas y colores, sino hay algo más, el pintor tiene que incursionar en más de una cosa: la pintura tiene que echar mano de la literatura, la filosofía, las ciencias exactas, la tecnolo-gía y otros campos.

Para mí, en un principio, todo fue una sola confusión, pero siempre ha habido una búsqueda con relación al compromiso del arte en la socie-dad, el arte como reflejo del desarrollo... intensifiqué la búsqueda y el trabajo con la pintura y la vivencia misma me fueron aclarando puntos acerca de cómo se desarrolla un determinado estilo dentro del arte.

Son factores y necesidades de una época, ya que todo arte a través de sus manifestaciones ha reflejado se época, ha quedado como testimonio de su tiempo.”

Las anteriores palabras de Padilla, ante una entrevista de prensa son reveladoras en su aparente sensillez: es imposible al leerlas, no recordar la vieja sentencia de Leonardo, que califica a la pintura de “cosa menta-le”, por lo que cualquier aproximación a los fundamentos plásticos de Padilla son una fascinación que no depende de la idea, sino del objeto, del motivo humano puesto en la obra, es lo que sugiere a la imaginación del espectador, donde se relega de hecho la idea previa en que se sus-tenta el orden de los necesarios articios pictórico que transgreden la verosimilitud, al modo de determinadas perspectivas o excesos anatómi-cos en la pintura, o de determinada disposición visible.

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Cada una de las obras de Padilla sólo es accesible mediante un análisis detenido de los desviós que presenta como motivo plástico. Se verá así, que en una serie de figu-ras “puestas” de lado, de frente, como queriendo salir de un espacio que no es propio, donde aparece un elemento natural del artista, es el gran tamaño es escala que nos muestra la dimensión de los seres que habitan ese tiempo, que es el espacio de la sociedad. En otras obras, es transparente la posición de la figura, la mujer, es comple-ta, siempre de frente; allí hay discontinuidades y peculiaridades; tamaño proporcional de cada una de las partes del cuerpo, posición de las manos, sombras en la atmósfe-ra, su movimiento dado al antojo de la luz.

Para el artista “la mujer es el símbolo más sensible, además se presenta para hacer una forma más sutil y de mayoires posibilidades de colorido, manejándolo como sím-bolo: es la fecundidad, la dialéctica, la naturaleza en todas sus manifestaciones ” en-contrar la esencia de los elementos que constituyen la obra en un todo sirve para recontruir el mecanismo necesario de la creación permanente del artista, donde se reafirma su imperiosa eficacia y experiencia plástica.

Es así, pues que: “ La obra de Luis H. Padilla- señala Rigoberto Paredes, poeta hondureño- ha sido desde su génesis, un proceso tenaz y laborioso de afirmación vital, de conformación de un lenguaje plástico consecuente con su particular situación de mundo.

En muy pocos pintores hondureños podemos encontrar esa incidencia orgánicamente productiva entre vida y obra o más exactamente entre práctica social y práctica artísti-ca. Pintor realista en el sentido brechtiano de la palabra, es decir, en cuanto que son artistas los que ”en todas sus obras piensan históricamente”, en cuanto que “ el realis-mo no es un asunto exclusivo de arte, sino es un grave asunto político- filosófico- práctico...”

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Padilla plasma sus obras como un hecho de conciencia e inteligencia a través del cual Arte y Realidad o Arte y Sociedad se necesitan mutuamente, se entrelazan en la actividad transformadora del hombre. Esa condición de oficio está debidamente respaldada, de cuadro, en cuadro por un trabajo original y riguroso que hace de Luis H. Padilla uno de los pintores más completos de nuestro país.

La figura humana con toda su problemática y objetividad, es materia primas en la pintura de Padilla. Pero sin retratismo, fidelidad anatómica, no afán hedonista distante de repre-sentación.

Se trata más bien del despojo esencial de la figura mediante fríos trazos gestuales, apa-rencial encabalgamiento de líneas, luces y colores en una envolvente composición, que en definitiva, es lo que da forma al poder connotativo de la imagen plástica, precisamente es la concepcíon y codificación visual de esa imagen donde radica el mayor acierto de la pintura de Padilla. El ha sabido tratar ese carácter lineal y coherente que guarda la relación entre representación y objeto representado, sin menoscabo del arte ni de los rasgos signi-ficativos de la realidad social recreada en el cuadro.

La obra pictórica de Luis H. Padilla es el testimonio silencioso - y en cierto modo silen-ciado- de la terrible comedia humana que hoy tiene como escenario inmediato... de ahí la desgarradora identidad de sus gestos, la desolada atmósfera que los constriñe.

Pero ello, no es sino motivación de una secreta inconformidad que cobra vida en el es-pectador de estos cuadros, en el destinatario de esa crónica del espanto que Padilla ha ido articulando con formas y colores.

El tono imperturbable de su pintura es, pues, inquietante, contradictorio en cuanto que el estatismo de las imágenes nos impacienta y nos exige creer en la necesidad del movi-miento, en la urgente transformación del mundo...”

Para Fausto Maradiaga, escritor hondureño, “ esa terrible y angustiosa vocación de darle vida al universo, mantiene y agiganta la figura existencial del artista. A cada instante, la realidad se afirma en cada una de las manifestaciones del arte (la pintura en este caso) y para ello, afianza sus gamas en la necesidad incuestionable de la inquietud humana del que se sabe protador de cada unos de esos momentos... el sufrimiento reflejado en cada rostro de cada personaje, domina en cada detalle refleja el dominio de las técnicas...

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...La obra aborda el tema social con un extraordinario colorido a base de veladuras y un trabajo constructivista con numerosos planos, donde los elementos naturales asumen su calidad: la horizontalidad del agua; la verticalidad de fuego; las ondas de las corrientes aéreas y la solidez térrea. Sobre estas columnas se erigen los rostros hieráticos de cierta tristeza, nos refleja el fenómenos social contemporáneo...

Por lo que sus rostros han adquirido miradas profundas más allá del eco, en las que no sabemos con certeza si miran hacia nuestro interior con mayor firmeza que nosotros mismos o, al contrario, somos nosotros los que nos aventuramos con vo-luptuosidad en la quieta batalla de penetrar en ellas más allá de lo explicado se-mánticamente...por un momento parece que son los ojos donde nuestra fuerte aten-ción se detiene y extasía, sino más bien los fingidos rostros incompletos o alterados intencionalmente por el artista... nos fijamos en la inclinación de cada rostro con su complejidad, el cual nos sitúa dentro del movimiento general de cada obra, sin poder aislar los elementos componentes de un todo...”

Jeanette Crane, del semanario Evening Independent de los E.E.U.U., en el co-mienzo de los años ochenta escribió que los lienzos de Padilla “están generalmente plagados de figuras patéticas y en algunos de esos lienzos se encuentran también retratos singulares y soberbios, llenos de ironía de leve y disimulada crítica, la com-posición, compleja y dinámica al borde de la violenci en ciertos casos, está construi-da con colores ricos, pero ”mudos”; otros de sus trabajos asemejan y recuerdan sombras que flotan con destellos azules zafiro o rubí en el vacío del firmamento... concentra su pintura en las caras y los datos acumulados enfrente de sí mismo, pinta retratos de la condición humana. Así va más allá de la barrera del idioma y de los abstáculos culturales, llegando a un entendimiento común.”

Luis Padilla se sumerge en el pasado luminoso de Honduras, escribe el colombiano Heriberto lópez con motivos de una exposicion en la casa de las Américas en Bélgi-ca, “ los vestidos de los personajes juegan a la perspectiva para hacer transparente la mirada, los rostros atraviesan la luz...conformando lo que llamamos figuras habi-tantes del alma, figuras que contienen el espacio ideal de la realidad del ser. El pintor elabora su trabajo en la esencia del desplazamiento de lo común a lo personal para ofrecernos así el sello de la dignidad de los orígenes.”

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El elemento rostro o caras en la obra de Luis H. Padilla, estimula la investigación crítica que queda reflejada en las citas anteriores, es una forma de darle una adecuada ubica-ción a los elementos que han sido constantes en el desarrollo del arte padillano. Estable-ce parámetros para el estudio del desarrollo de la obra en conjunto de Luis H. Padilla

En síntesis, se puede argumentar que cada enstante o en cada época de la obra hay una muestra de identidad, que puede desvanecerse: desde el momento en que ha sido vulnerada la convención de la imagen o figura establecida del mundo, desaparece tam-bién la seguridad, de “saber quiénes somos”.

Padilla lo manifiesta reafirmando que “en el inicop tuvo grandes preocupaciones exis-tenciales, de allí que el ser constituye una constante en mi trabajo. Encuentro inagotable como tema, el de expresar el encuentro del ser humano consigo mismo y la naturaleza.”Es una forma del artista de denunciar que el mundo y nuestra identidad son ilusorios o susceptibles de desvanecerse, denunciar qué, no sabemos, ni quiénes somos; es punto de partida en más de tres décadas de pintura de Luis H. Padilla, es idea de él hacia el interior de la sociedad contemporánea.

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En parte, al analizar la obra de Luis H. Padilla, nos adentramos a una realidad plástica, a un concepto estético que transciende, influye y establece una relación espacial en la sociedad de las diferentes manifestaciones artís-ticas.

Donde su obra ha sido la “negación- afirmación” de la realidad física usualmente percibida, es un arte libertador, de una constante búsqueda de la propia identidad en un país donde no existen identidades reconocibles; es entonces que, a través de lso lienzos de Luis H. Padilla, vemos -o creemos ver- nuestro rostro es el desvanecimiento de otro; estamos frente a un es-pacio plástico donde nuestra identidad es a la vez la disolución de la misma.

Las obras que Padilla pinta muestran un ambiente particular, desentendido con una imagen del mundo, armónico plásticamente, pero lleno de contra-dicciones sociales, en convivencia con elementos naturales. Padilla es un artista abierto al mundo y con ganas de hacer y realizar un sin fin de pro-yectos, mira más allá de las sombras de su propia existencia, artista con suerte, “sin más problemas, que los que yo mismo me he hecho”, señala el pintor. Su arte lo reconcilia con la realidad haciendo un camino más allá del horizonte de la realidad misma. Los elementos artísticos van desde la com-posición geométrica hasta las superficies estructurales, donde la luz y el equilibrio nos remiten a diversos enfoques luminosos; podría ser un juego sutil de luz y de color; no se descuidan en el aspecto externo de los hom-bres y mujeres presentados en cada una de sus obras.

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Para Charles Bewbow escritor norteamericano “cada lienzo va acompañado de una finura, por sus delicadas líneas, tan finas con un grabado, logrando a travéz de finas cédulas de empaste cuyos bordes son, acentuados con colores contrastantes minu-ciosas y detallados. Se podría decir que cada pulgada del lienzo exige un estudio fascinante”.

La composición la determinan las grandes superficoes, limitadas por suavez contor-nos, que dan lugar a la apreciación de estructuras humanas, constructivistas donde partes de la anatomía humana son detallados, calculadamente equilibradas y van más allá de la inmediata técnica en la composición figurativa: es un medio para representar metafóricamente una zona dolorosa de la sociedad misma.

La aplicación de la línea se convierte en una caligrafía fina y generosa, como una simplificación posible de formas de parentesco y de reconocimiento esencial para el movimiento; es un recurso de movimiento en el sujeto representado. La figura, en-tonces, está perfilada con líneas minuciosas encerrada en sí misma, un color o deta-lle acentúa su forma y le presta plasticidad monumental a los seres, en un medio de composición socio-humano donde Luis H. Padilla desplaza todo lo que no está al servicio del cuadro, lo que lo perjudica. La obra tiene una armonía general; todo detalle superfluo desplazaría del espíritu del observador lo esencial de la obra.

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Bien es cierto que Luis H. Padilla es abierto a los moviemientos artísti-cos de la modernidad: la positiva acogida de elementos del cubismo, particularmente su fascinación a tiempo de Picasso, de los muralistas mexicanos o de Rufino Tamayo, es un punto de partida como influencia, sin caer por ello en la “alienación”, es una forma de abstracción particular de su conocimiento universal; agrega a estos movimientos nuevos conte-nidos, los llena de vitalidad y aplicación en la expresión plástica social en un período del desarrollo de su obra. Mediante la experimentación en el arte, pudo encontrar su estilo personal e inconfundible de una animada confrontación entre la intuición sensitiva y la abstracción imaginativa del ser social. Hoy por hoy, pinta a riesgo propio, “ mi pintura va en evolu-ción. Un cuadreo de la medida siguiente: es una cadena, lleva un desa-rrollo coherente dentro de mi obra que me ha dado buenos resultados.”

Su arte tiene un estilo unificado, de un dominio sorprendente de los secretos del color, (sin violencia, sin agresividad), su pintura nos plantea urgentes interrogantes, hurga en nuestro íntimo ser, es el creador de formas, de rostros, de seres a los que construye y les da vida; con el estricto grosor del ser y su destino. Trabaja con precisión y por ello es capaz de obtener matices novedosos, expresivos y esquemáticos que buscan a todo trance la comunicación, con simplicidad perfecta; y nos descubre las misteriosas relaciones que existen entre cosas y personas, dándoles significado inédito, cercano a una sensación de descubrimien-to...

Padilla es, entonces, el artista de nuesto tiempo, es el creador de un mundo plástico, que es cosa distinta a la pura composición conceptual de los elementos que constituyen cada una de las obras. En otras palabras: la grandeza de Padilla no consiste sólo en haber llevado a cabo una serie de obras que vulneran o se someten a la crítica como motivo de la percepción usual, sino en haber suscitado, mediante la actividad artística, un universo plástico de influencia autónoma.

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Parece ser que la imagen del mundo exterior e interior puede expresarse en líneas conceptuales; es una especie de traducción de la inquietudes del gene-rador de signos estéticos. Para Luis H. Padilla la pintura es su manera de ver y enfrentar la vida como forma de pensamiento y acción, de allí la autenticidad y constante producción, donde el vigor de la obra se debe a la selección y síntesis que se manifiesta en su sistema de elementos estéticos, artísticos y temáticos: como expresión de la imagen elemental del ser humano y la nece-sidad vital de encontrar las fuentes de las leyes naturales o en la búsqueda de un “modelo” que supone el paso de lo simple a lo complejo, del concepto social a la interpretación visual.

Ya en una acasión el poeta Rigoberto Paredes sintetizó parte de la actividad del artista en el siguiente poema:

FIGURASA Luis H. Padilla

Como mano diestra, desatada,Como quien hace lo que sabe,pone a la realidad en tela de juicio.No inventa, nada tiene que buscardonde no hay. Untado está,hasta los ojos,de todas las gamas del dolor.Por eso muestra sólo lo que ve,lo que es:figurasde la vida real (desfiguradas de verdad), que calca, pule y sacade la luz, para que en ella nos miremos pintados

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Datos Biográficos

1947Luis H. Padilla Nace en la localidad de Caridad, Valle, Honduras

1965Comienza sus estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes

1967Culmina sus estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes con el título de profesor en artes plásticas

1968Se hace acreedor del Primer Premio del Salón de Artes Plásticas organizado por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH)

1969Se hace acreedor al Primer Premio Profesional del Salón de Artes del Instituto de Cultura Interamericana (IHCI) de Tegucigalpa

1971Participa en el VII Salón Nacional de Arte del Instituro de Cultura Interamericana (IHCI) y se hace acree-dor al Gran Premio.Exposición colectiva para el Segundo Festival de Arte Latinoamericano en Lima, PerúParticipa en la Primera Bianal Centroamericana de Pintura organizada por el Museo de Arte Constarricen-se

1972Participa en la Primera Bianal Centroamericanaorganizada por el Consejo Superior Universitario de Centro América (CSUCA)

1973Le acreditan el Gran Premio de Pintura Nacional del Salón de Arte de IHCI, Tegucigalpa

1975El Banco Central de Honduras organiza el Primer Salón de Arte. Luis H. Padilla se hace merecedor del Primer Premio

1976Participa en el Primer Festival Nacional de Dibujo Organizado por la Biblioteca Nacional y Obtiene el Primer Premio

1977Expone por primera vez de forma individual en la Galería del Instituto de Cultura Interamericana (IHCI)

1978Banco Atlántida invita le invita a participar a nivel nacional en el Salón de Arte donde alcanza el Primer PremioParticipa en la III Bienal Centroameicana organizada por la Compañia Xerox San Salvador, El Salvador

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1979Participa en la Primera Bienal Latinoamericana “Mitos y Magias” en Sao Paulo, BrasilExpositor en la Primera Bienal de Valparaíso, Chile, América del SurExpositor individual en el Centro Cultural Sampedrano, San Pedro Sula

1980Acreedor del Primer Premio de evento exclusivo de la ESSO Standard Oil, S.A. Limited en el Salón Centroa-mericano de PinturaRecibe el Primer Premio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en el salón conmemorativo a dicha institución.

1981Es invitado a participar en la II Bienalde Pintura de Valparaíso, ChileAcreedor del Primer Premio en el salón organizado por la Cervecería HondureñaParticipa en las subastas realizadas por la Galería Sotherby´s en la ciudad de New York, U.S.A.Expone de forma individual en Beaux Art Gallery, St. Petersburg, Florida, U.S.A.

1982Expone en la galeria Beaux Art, St. Petersburg, U.S.AParticipa en la Primera Bienal de Pintura en la ciudad de Panamá, Panamá y se hace merecedor a la Prime-ra Mención de HonorEs expositor en la Segunda Bienal de Pintura de Centroamérica y Panamá, organizada por la Comisión V Centenario del descubrimiento de América. san José, Costa Rica

1983Expone individualmente en la Galería Etcétera Panamá, Panamá

1984Es invitado especial para ser expositore individual y conferencista en la Galería de la Universidad de Ver-mont, U.S.A.Expone de forma individual en Metrópolis Galerie Internacional D´Art Geneva, SuizaParticipa en una muestra latinoamericana en la Galería Krysler Madrid, España

1985Forma parte de la exposición colectiva para el Salón Des Indepéndents París, FranciaExpone de forma individual en el Centre International D´ArtContemporain París, FranciaExpone en la Galería 1-2-3 de forma individual San Salvador, El SalvadorEs fundador y miembro de Consejo Editorial de la revista Arte

1986Recibe la Primera mensión de Honor de los Organizadores de la Primera Bienal Latinoaméricana de Arte Miami, Florida, U.S.A.Es expositor en la Galerie Hautefeuille París, FranciaExpositor en la Galería Plástica Ciudad de Guatemala, Guatemala

1989Es invitado a participar en la Segunda bienal de Cuenca, EcuadorExpone individualmente en la Galería de Arte Víctor Navarro México D.F., MéxicoExpositor en la exposición colectiva latinoamericana de gira por las ciudades de Bilbao, España, Francfort, Alemania, Zurich, Suiza organizada por el Comité Internacional de Emancipación e Identidad deAmérica Latina

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1990Es expositor individual en la Galería de Arte Clásico San José, Costa RicaExpone en la Galería Gutemberg 186 México D.F., México

1991Expositor en la Galería Plástica Contemporánea Ciudad de Guatemala, GuatemalaA nivel internacional es expositor en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) Tokio, Japón

1992Expositor en la Galería Plástica Contemporánea Ciudad de Guatemala, Guatemala

1993A nivel nacional se hace acreedor de Segundo Premio por la Paz en el Salón Conmemorativo de la Organización de la Naciones Unidas (ONU)Participante en la Bienal organizada por la Galería 1-2-3 san salvador, El Salvador

1994Exposición en honor de sus 25años de trabajo artístico, Pinacoteca Arturo H. Medrano Banco Central de Honduras (B.C.H.)

1996Expositor individual en el Instituto Cultural Israel-Iberoamericana Jerusalen, IsraelExpositor en la Maison de L´Amérique Latina Bruselas, BélgicaExpone de forma colectiva en Sun Yat Sen Memorial Taipe, TaiwanExpone en el Kaohsiung Museum of Fine Arts Taipe, Taiwan

1997Visita la IV Bienal de la Habana, CubaExposición individual en la Pinacoteca Municipal del Pireo, Grecia

1998Participa en la exposición del Parlamento Europeo Bruselas, BélgicaExpone en el 50 aniversario de IIDH Instituto Interamericano de Derechos Humanos San José, Costa Rica

1999Participa en la exposición de la Galería Reinold Ketelbuters Bruselas, Bélgica

2000Participa en la Gran Subasta del museo Metropolitano de Monterrey, México

2001Participante en la Gran Subasta del Museo del Hombre de Guayasamin Madrid, España

2002Exposición individual en la Opera Art Gallery Cairo, Egipto

2003Participa en la exposición en la Societé des Artistes Francais Le Salon París, Francia

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2005Exposición nacionales individuales y colectivas en ambas ciudades de Tegucigalpa y San Pedro Sula, Honduras

2008Expone en la Gallery Nuri, Fundación Centro Cultural “Artistic Honduras Uncovered Korea 2008” Seul, Corea del Sur

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