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FINIS TERRE INSTITUTO OSCAR MASOTTA DELEGACIÓN RÍO GALLEGOS Auspiciado por el Institut du Champ Freudien y el Depto. de Psicoanálisis de la Universidad de París VIII N°13 Octubre de 2013 © Alex Hall

Boletín Finisterre nº13

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Publicación del Instituto Oscar Masotta - Delegación Río Gallegos. En él se encontrarán diversos artículos de divulgación psicoanalítica, que aportan a la excelencia de nuestros debates actuales. La Causa Freudiana es el espíritu que orienta a los miembros e invitados de la Delegación, que aquí exponen.

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FINIS TERRE

INSTITUTO OSCAR MASOTTA

DELEGACIÓN RÍO GALLEGOS

Auspiciado por el Institut du Champ Freudien y el Depto. de Psicoanálisis de la Universidad de

París VIII

N°13

Octubre de 2013

© Alex Hall

DEBATES ACTUALES

Neutralidad en Psicoanálisis

A- Un tema relevante a la práctica psicoanalítica, es la posición que ocupa el analista -al momento de sus intervenciones en la dirección de la cura- frente a su paciente. Freud advertía a los practicantes, sobre el peligro de ubicarse como un Ideal a alcanzar por parte del sufriente. Lo que llevaría a querer dirigir ya no la cura, sino la vida, acciones y decisiones de los paciente. A la imposición de un modelo sobre qué es estar sano, al excesivo querer el bien para el paciente, donde el “bien” es el Ideal de lo que el terapeuta cree qué es lo correcto, más allá de la particularidad y condiciones del paciente, lo denominó Furor Curandis. En otras palabras: lo que es bueno para uno, no es bueno para otro.

La experiencia demostraba a Freud que entrar por esa vía, conducía el tratamiento al fracaso. Y ello debido a que el analista quedaba destituido de su función, para dirigir el tratamiento como un sujeto más, con sus prejuicios, su moral, sus tabúes, sus cegueras, etc. Por ello, la neutralidad era para Freud una condición esencial a exigir para el practicante del psicoanálisis.

Podemos pensar como posiciones no neutrales, aquellas en las que el terapeuta ocupa activamente -sin saberlo o sabiéndolo expresamente- un rol maternal o paternal con respecto al paciente, transitando desde del consuelo empático de la soledad y el desamparo hasta la imposición bondadosa -y no tanto- de una moral ajena.

Tal como nos indica Mauricio Tarrab en su libro “Tras las huellas del síntoma” (Grama Ediciones, 2005), también debemos tener en cuenta que a nosotros analistas, nada nos pone a salvo, que tras nuestras teorizaciones, las intervenciones y actos que pudiéramos realizar queden contaminadas por nuestros más íntimos prejuicios, deseos, modos de satisfacciones pulsionales, síntomas, inhibiciones, angustia, fantasmas, etc.

Si bien Lacan, en varios momentos de su obra y enseñanza, sostiene diversas formulaciones que exaltan la autonomía del acto analítico (recuérdese el famoso: “un psicoanalista se autoriza a sí mismo”), en tanto no se somete a regulaciones que se impongan a su práctica, no hay que olvidar que la libertad del analista es completamente relativa. Siguiendo a Tarrab, “esa libertad está enajenada ya que depende de la estrategia, y hay una política que regula la acción del analista, que la limita, que la encamina; una política respecto del cual el analista no es libre” (op. cit.). Política que no es sino, la del Inconsciente que determina al sujeto. Es por ello, que Lacan advierte en su seminario “Los cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis” (Ed. Paidós), que una interpretación no está abierta a todos los sentidos, sino que ella debe resonar con el inconsciente, la pulsión, el goce y el cuerpo del sujeto.

B- De allí que dentro de los pilares de la formación, el análisis personal llevado hasta sus últimas consecuencias es una exigencia fundamental. Ello permitiría depurar al deseo del analista de todo aquello que podría perturbar y contaminar al momento de sus intervenciones; le posibilitaría saber-hacer con eso, “para operar de manera más o menos sensata en las curas que dirige” (Tarrab, op. cit.). Se decanta, entonces, que la neutralidad analítica en la práctica lacaniana no se la piensa vinculada a ningún ideal de neutralidad implacable, sino más bien, como una aspiración que el analista debe tomar con responsabilidad para mantener la dignidad de su acto.

C- Tarrab, articula la neutralidad analítica a tres ejes:- Hay una neutralidad que se deduce de la puesta en forma de la transferencia (la función psíquica mediante la cual un sujeto transfiere inconscientemente y revive, en sus vínculos nuevos, sus antiguos sentimientos, afectos, expectativas o deseos infantiles reprimidos; para Freud la herramienta fundamental con la que cuenta el analista, para poder conducir el dddddddtrydddddddddtrdy

tratamiento). El analista al ofrecerse y propiciar el surgimiento de la transferencia, que permitirá poner en marcha la subjetividad inconsciente del sujeto (las máscaras de la transferencia, las representaciones del Otro, del Otro del saber y de la historia, etc.), debe mantener la neutralidad, por un lado, de no actuar aquel lugar al que es demandado a ocupar por el paciente; por el otro, tampoco prohibir que eso se le sea demandado, en claros intentos de, como aún se sigue escuchando en ciertas terapéuticas ajenas al psicoanálisis: “bajarlo a la realidad...”. Si el analista se calla, es para dejarle lugar a la palabra junto a los efectos que ello conlleva.

- Una neutralidad radical en cuanto a la posición desde la que el analista debe operar. El analista no está allí como sujeto, sino como objeto. El queda ubicado como objeto de una demanda de satisfacción (particular para cada paciente). “...Lacan señala que el analista debe estar advertido que, más allá del saber, lo que se le pide en la transferencia no sólo el analista no lo tiene, sino que (…) eso que se le pide no existe” (op. cit.). En una época donde la ilusión de una satisfacción inmediata y absoluta a todos nuestros deseos está en el cénit de la cultura, esta indicación es de una pertinencia ética precisa. Creer (y creérsela), que el analista tiene o posee aquello que el sujeto le demanda no sólo es caer en la posición que Lacan denunciaba: ser directores de conciencia, sino caer y darle consistencia al engaño por el cual el sujeto evita la confrontación con aquello que lo determina: con su propio vacío y con el vacío del Otro, es decir, con la castración.

- Por último, una neutralidad con respecto al sentido. ¿En qué consiste esto?, en que para el psicoanálisis lacaniano el colmo del sentido es la comprensión. Para Lacan, el “momento que han comprendido, en que se han precipitado a tapar el caso con una comprensión, siempre es el momento que han dejado pasar la interpretación que convenía hacer o no hacer...” (Seminario “Las Psicosis”, Ed. Paidós).

Comprender es llenar los vacíos, las lagunas del sentido del paciente con el sentido de los prejuicios, deseos, fantasmas, etc, no del analista sino del sujeto que allí sostiene -fallidamente- esa función. De allí que se requiere que el analista sea neutral con su propio bagaje de sentido con el que interpreta al mundo.

En la misma línea, en el texto, “Juventud de Gide” (Escritos 2, Siglo Veintiuno Editores) afirma que la eficacia en la dirección de la cura es “...en tanto el psicoanálisis se aplica a un sujeto que habla y oye y que el método que aplica el psicoanalista (...) consiste en tomar los significantes sin tomar en cuenta su significación”.

Si una de las concepciones del Inconsciente es en tanto su vertiente de intérprete, de productor de sentido, la neutralidad analítica frente a esa proliferación de sentido está hecha de sorpresas, brusquedades, de sinsentido. “Es una neutralidad que debería situar al analizante ante lo irremediable de la fuga del sentido. Es una neutralidad que exige del analista una cierta neutralización no sólo de sus pensamientos, exige que el analista ponga en juego la neutralización del mito edípico y su operación, que él mismo, el analista, debería haber obtenido de su propio análisis” (Tarrab, op. cit).

El peligro de no llevar un análisis personal hasta las últimas consecuencias es el caer, sesión tras sesión y cada uno por su lado -analizante, analista-, en el goce infinito del bla bla bla. Lo que imposibilitaría una de las aristas fundamentales en la cura analítica: hacer de ese goce de lalengua algo evidente y poder subvertirlo.

Lic. Ariel San Román(Psicoanalista – Responsable del I.O.M.2 – Delegación Río Gallegos)

Cronograma de actividades – Octubre 2013

SEMINARIO DE ESTUDIOS CLÍNICOS:MOMENTOS DE LA CURA ANALÍTICA

- Sábado 05 de Octubre – 10:00 A 13:00 hrs.Módulo: “El Psicoanalista en el ámbito de las Instituciones”.

A cargo de: Cintya González y Beatriz Cáceres(Psicoanalistas – Miembros Docentes del I.O.M.2 – Delegación Río Gallegos)

Lugar: Campus Universitario - Sector E - Aula 04 - Av. Gregores y Piloto "Lero" Rivera - Río Gallegos

Auspicia: U.N.P.A – U.A.R.G – Colegio de Psicólogos de Santa Cruz – Biblioteca Austral de Psicoanálisis.

ATENEOS CLÍNICOS

- Jueves 17 de Octubre - 20.00 hrs.Exposición a cargo de: Beatriz Cáceres

(Psicoanalista – Miembro Docente del I.O.M.2 – Delegación Río Gallegos)Actividad con cupo limitado, dirigido a profesionales de la Salud.

Solicitar admisión a Ariel San Román - cel. 02966 - 15466777Lugar: B. Rivadavia 177- 1er. piso

GRUPO DE ESTUDIO:LAS PSICOSIS

- Jueves 10 de Octubre - 20.00 hrs.Expone el capítulo XI: Lic. Erica Boglione

Coordina: Ariel San Román(Psicoanalista – Responsable del I.O.M.2 – Delegación Río Gallegos)

Lugar: B. Rivadavia 177- 1er. Piso

NOCHES PREPARATORIAS:

- Jueves 24 de Octubre - 20.00 hrs.Bibliografía Sugerida para el Seminario Clínico

Coordina: Mariana Filippo(Psicoanalista - Responsable del I.O.M.2 – Delegación Río Gallegos)

Lugar: B. Rivadavia 177 - 1er. piso

Informes e Inscripción a todas las actividades: (02966) 15466777 – 15307742 – 15690793

E-mail: [email protected]

DEBATES ACTUALES

No hay receta mágica

¿Cómo pensar un lugar posible para el psicoanalista en las instituciones, sensible a los rasgos de la época, rasgos que atraviesan las instituciones? ¿Cómo proponer un espacio de tratamiento en el ámbito de la salud mental que pueda contemplar el caso por caso, ya que no hay una receta para todos?

Lacan afirma en los Escritos que el psicoanalista debía intentar vincular su práctica con el horizonte de una época, su subjetividad con la subjetividad de una época, y en los tiempos que corren se observa un llamado a la ética, la búsqueda de alguien que pueda estipular dónde está el límite. En general los debates en la actualidad están ligados a aquello que ha desencadenado el discurso de la ciencia en la realidad. Los avances científicos introducen algo en lo real que las demás prácticas no parecen poder regular. Sobre este punto, Lacan señala que no hay verdad absoluta y ello es lo que se encuentra velado en el discurso de la ciencia.

Desde el psicoanálisis se trata de introducir lo imposible, el hecho que no hay una verdad absoluta sino, como explica Lacan, hay verdad del inconsciente. Por lo tanto operar desde la lógica del No Todo, orienta la práctica del psicoanalista en el sentido de que un tratamiento analítico –aunque sea en un contexto institucional- no puede ser igual para Todos. Ello implica que no hay una receta estandarizada posible de aplicar a un sujeto sufriente que pueda aliviarlo, sino que la apuesta del psicoanálisis se trata de Otra cosa.

El hecho de que en una ciudad exista un hospital con diferentes propuestas para el tratamiento de las patologías de salud mental, no quiere decir que sólo por eso hay un tratamiento posible para cada sujeto. En principio, debe existir en la institución un espacio de escucha donde el sujeto pueda expresar un pedido, también es necesario un tiempo que es el del sujeto. Tiempo que puede no coincidir con el tiempo social que utiliza la institución. A partir de la oferta que se realice es que puede generarse una demanda de tratamiento. Tal oferta debe articular lo particular del sujeto con lo social. En este punto hay que pensar la oferta como el pivote que posibilita un nuevo pacto con lo social, el sujeto dará su consentimiento para determinadas condiciones (por ejemplo acudir a una consulta, o a un taller, etc) si hay algo de su particularidad que pueda ser alojada.

Jorge Alemán señala que en los hospitales se adopta la terminología del mercado: los hospitales ya no tienen pacientes sino “usuarios”, son clientes y se habla de rentabilidad. Lo que puede leerse con el psicoanálisis, es que esta situación extingue el espacio de la demanda, y en vez de demanda la gente exige derechos: si no se le atiende como quiere se hace juicio, se lo demanda por mala praxis, etc.

Eric Laurent afirma que el psicoanalista debe reinsertarse en los dispositivos de salud mental y propone a un “analista ciudadano”, que participa, democrático, sensible a las formas de segregación. Que interviene en los avatares de la institución, cuando la dinámica del grupo desata pasiones imaginarias, rivalidades y enfrentamientos entre miembros de la institución, que sólo aplastan el deseo de cada uno en participar democráticamente. GggggggggggEn la época actual, con la necesidad de reinventar la autoridad, el desafío es sostener dddddddddgggg

dispositivos terapéuticos estables en tiempo y espacio, a pesar de las vicisitudes de lo “institucional” ya que no hay “La” Institución standard sino “las” instituciones, cada una definida por una práctica común del lenguaje, cuyo sentido es el uso que se le va dando al mismo (G. Belaga).

La apuesta del analista es no quedar atrapado en la burocracia que deja por fuera al sujeto, y poder propiciar un espacio de tratamiento posible, que no lo expulse en su malestar. Un dispositivo que pueda alojar al sujeto sufriente.

En el trabajo en las instituciones se observa la necesidad que exista un Otro que otorgue garantías, un Otro consistente en la época del Otro que no existe. Como expresa E. Laurent, el hospital debe aparecer como un sustento simbólico para el sujeto.

Siguiendo a este autor, “la hipótesis freudiana del inconsciente implica que la particularidad no sólo se alcanza respetando los derechos de la persona, lo que es un requisito necesario, sino dejando hablar al sujeto”. Para que haya un sujeto tiene que haber una institución que lo aloje desde la posición de un Otro incompleto. Si la institución aparece como un Otro completo y absoluto, lo que provoca es expulsar a los pacientes con su deseo a otro lado.

¿A qué nos referimos con una institución como Otro incompleto? Salir del lugar del saber absoluto, porque lo que se dirige es la cura pero no a los pacientes, ya que los profesionales de una institución no tienen la receta mágica o la píldora de la felicidad. Entonces ¿cómo despertar en el sujeto la pregunta por el sufrimiento? Con el Otro completo (el portador de la verdad y saber absoluto) no hay dónde alojarlo. Tampoco se trata de una posición neutral que el discurso de la ciencia deja velada en su imposibilidad, porque como dice Lacan no se puede operar desde la neutralidad ideal y ascética -como si la objetividad dejase por fuera la subjetividad del científico mismo- sino que el analista en su deseo de analizar puede dirigir la cura para que cada sujeto pueda hacerse agente de un saber que traiga aparejado un alivio.

Lic. Cintya González(Psicoanalista – Miembro Docente del I.O.M.2 – Delegación Río Gallegos)

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Responsables locales: Lic. Mariana FilIippo – Lic. Ariel San RománMiembros Docentes: Lics. Beatriz Cáceres, Cintya González, Natalia Pelizzetti

Interlocutora: Lic. Claudia Castillo (Bs. As) Blog: http://iom-riogallegos.blogspot.com

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